el saltilove: una historia de amor se oye en los camiones

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PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN VANGUARDIA | LUNES 28 DE ENERO DE 2013 | NO. 359 Mientras todos pelean por el transporte, él vive una historia de amor EL SALTILOVE

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Mientras todos pelean por el transporte, él vive una historia de amor

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P E R I O D I S M O D E I N V E S T I G A C I Ó N

VANGUARDIA | LUNES 28 DE ENERO DE 2013 | NO. 359

Mientras todos pelean por el transporte, él vive una historia de amor

EL SALTILOVE

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#28:“Porque me atienden como reina”.

Periférico Luis Echeverria 1416. Zona Dorada. Saltillo, Coahuila. México

Lourdes Narro Barragán

Arte original paraPour la France! creado por

Federico Jordán.Adquiera esta imagen en

impresión gicléenumerada y firmada por

el artista en:www.fjordan.com/store

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Este 28 de enero termina el plazo para adquirir la tarjeta del transporte. Circulan por toda la ciudad camiones nuevos, pero no muchos y más bien pequeños. La noble y vieja ruta 3 ha desaparecido, después de haber prestado servicios por los puntos más distantes, desde el Hospital del Niño hasta La Minita. El Saltibús se ha consumado. Así parece al menos. No sabemos si las ideas chilangas que Jericó Abramo quiere imponer al transporte finalmente prosperen. Todo eso de los asientos rosas y del clima artificial parecen todavía mafufadas. Los concesionarios a duras penas limpian sus unidades: ¿cómo van a climatizarlas? Son las escuelas primarias y secundarias las que necesitan aire

acondicionado, sobre todo las que se encuentran en las afueras de la ciudad, donde más salvajemente se manifiestan las estaciones. Una hora y media en autobús –hablo de un recorrido largo- no amerita tanto gasto. El pasajero baja y se recupera entrando al Oxxo más cercano –de hecho, no hay uno lejano- durante cinco minutos. De hecho, han sido los Oxxos los grandes ganadores del Saltibús, junto con los concesionarios. Con las tarjetas telefónicas y las del transporte tienen una numerosísima clientela asegurada. El complicado gatopardismo de Jericó –revolver las cosas a su punto máximo, bizantino, para que al final queden ramplonamente iguales- quedó como anillo al dedo a los Oxxos, cadena de

pequeños supermercados que puede convertirse en base de más de una política de gobierno o actividad oficial, tales como el cobro de impuestos, la emisión de actas de registro civil, etcétera. Ningún alcalde hasta ahora ha logrado torcerle un solo brazo al pulpo camionero, por una simple razón: que ellos duran tres o cuatro años mientras que los concesionarios son eternos. Lo que percibe de sueldo al año un edil, lo ganan en un mes como ganancia limpia dos o tres transportistas. De manera que el munícipe es un simple empleado de los transportistas y no al contrario. El Saltibús arrancó: esperemos que no se desbarranque en el abismo, que no termine en el yonque de los proyectos burocráticos concebidos a espaldas de la realidad.

|| Diccionario de autores

Nadie es homogéneo, análogo, todos son una mezcla de… Una pizquita genética de fulanito, otra de menganito y una cucharadita de perenganito. Si no lo crees, ve cómo metes en una licuadora un tantito de éste, más del otro y un puñito de aquél, y luego verás quién sale:

LA LICUADORA

LA FAUNAEN UN DOS POR TRES Por Alfredo García

Ilustración: Esmirna Barrera

Clarence Long Paul BettanyJohn Cena Lance Armstrong

Impresionismo: Pintar no la cosa, sino el efecto que produce (Stéphane Mallarmé).

SI YO FUERA PRESIDENTE¿Se imagina sentado en la silla que ahora ocupa Felipe Calderón?

Roberto Aranda, estudiante de la facultad de Ciencias Químicas de la UAdeC.

1. Lo primero que haría sería apoyar la ciencia y tecnología, apoyando

investigaciones, nuevos descubrimientos, patentes, y demás.

2. Apoyaría la cultura, pues pienso que es una buena alternativa

para acabar con esta ola de violencia que se está viviendo. Llevaría teatro a las secundarias y prepas, y crearía

un fideicomiso para hacer los libros más baratos.

3. Cambiaría los partidos políticos porque creo que son instituciones

que no funcionan realmente No los quitaría sino que vetaría a la gente que no funciona e integraría jóvenes que no estén tan ‘maleados’.

4.Apoyaría los deportes. Creo que es otra opción para alejar a

la juventud de drogas y de todo ese tipo de situaciones. Organizaría torneos a nivel municipal, les daría más infraestructura, más canchas.

5.Otra cosa que haría sería crear otro medio de comunicación. Por

ejemplo, haría una televisora del gobierno que sea la principal crítica de sí mismo y metería programación de calidad y no lo que se ve en estos momentos.

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Automovilidad. Cuando que la verdadera caballerosidad —automovilidad, podríamos llamarle— consiste en que todos los conduc-tores, hombres y mujeres, viejos y jóvenes, taxistas, ambulancistas, bomberos, le cedan el paso al peatón, en cualquier momento y circunstancia, ya que es el único que se des-plaza por la calle sin esa pesada armadura de hierro, lámina y cristal.

Malentendidos. La electricidad y el agua pueden pactar; entre el agua y el fuego hay un diálogo de sordos.

Sibarita. Aquel jefe de redacción de un pe-riódico de la ciudad, que a altas horas de la madrugada, después del cierre de edición, rentaba cuartos privados en los salones de strep-tease para dormir la siesta...

Apolíneo. La sobriedad es una enfermedad incurable, progresiva y mortal. Ni el alcohol, ay, pudo curarla.

Retórica. Eso de que los gallos son heraldos de la aurora es pura superchería: cantan in-clusive a las dos de la tarde.

Haikú. El aguacate: manjar denso y helado para los muertos.

Preceptiva. El epigrama periodístico tiene tres exigencias: ser diario, ser breve y ser perfecto.

Epitafi os. “Pudo ser peor”.

Literal. El problema de los analfabetas fun-cionales es que toman las palabras impresas en un sentido demasiado literal: no puedes llamar “bacilo” a la periodista Olga Wornat porque de inmediato te acusan de misoginia.

Enigma. Mirar a Irma Serrano desnuda es como ver una pirámide por dentro.

Labor omnia vincit. “El trabajo libera”: así rezaba el letrero puesto encima de la puerta que conducía a la cámara de gas en el cam-po de concentración de Auschwitz. ¿Cinis-mo? ¿Filosofía empresarial? ¿Terapia laboral? Vaya usted a saber.

Contagio. Existe un tipo de tristeza que se contagia como la risa, pues no tiene razón ni contenido.

Axioma. La justicia es ciega, la televisión no. Su ojo irracional todo lo ve, aunque a veces practique el disimulo. Cíclope de ojo cuadra-do, multifacetado como el de las moscas, vemos en él un cúmulo de acontecimientos insomnes, que pululan como en la cabeza de un alfi ler. La arbitraria justicia de los jueces deportivos, verbigracia, se derrumba cuando empieza a correr el video del partido. Si Aus-chwitz y Treblinka hubiesen tenido cámaras de televisión, su historia se habría escrito de una manera más rápida y fi dedigna.

Cash. Hay un capítulo de Memín Pinguín en el cual el padrastro de Carlos sacude la ceniza de su habano en el cuenco de la mano tendida de una limosnera zapoteca, mientras parafra-sea avant la lettre el muy posterior dicho del ex presidente Ernesto Zedillo: “No tengo cash”.

Defi nitoria. Soledad se escribe con ese de platelminto, con ese de Sanborns.

Anacrónico. Durante toda la escuela secun-daria, fui un fan de la Historia de la Filosofía de Julián Marías, cuya primera edición leía con fre-cuencia en la Biblioteca de la Alameda. Ahora bien, siempre pensé —ignoro la causa— que el respetable profesor había muerto hacia el año de 1950, en pleno franquismo. Me sorprende y abru-ma saber que acaba de fallecer el jueves pasado, 15 de diciembre de 2005. Pude haberle enviado un correo electrónico, de no haber tenido yo la falsa idea de que el ilustre profesor pertenecía a la prehistoria de las comunicaciones.

Respuestas:1) c; 2) a; 3) d: 4) b; 5) b; 6) d; 7) c; 8) a.

1.- Inocencio Prieto y Calvo es el personaje encarnado por Cantinfl as en …

■ A) El profe; ■ B) Conserje en condominio; ■ C) El analfabeto; ■ D) Caballero a la medida.

2.- Los logaritmos fueron introducidos, a principios del siglo XVII, por …

■ A) John Napier; ■ B) Isaac Newton; ■ C) Leonhard Euler; ■ D) Nicolas Bourbaki.

3.- Baden-Baden es una ciudad de …

■ A) Holanda; ■ B) Inglaterra; ■ C) Bélgica; ■ D) Alemania.

4.- “Sabor a mí” es una canción de …

■ A) José Alfredo Jiménez; ■ B) Álvaro Carrillo; ■ C) Alfonso Esparza Oteo: ■ D) Tata Nacho.

5.- En la película Vámonos con Pancho Villa aparece como pianista de una cantina el compositor …

■ A) Rodolfo Hal¦ ter; ■ B) Silvestre Revueltas; ■ C) Carlos Chávez; ■ D) Blas Galindo.

6.- … es el perrito de Dorothy en el fi lme El mago de Oz.

■ A) Bruno; ■ B) Samuel; ■ C) Argos; ■ D) Totó.

7.- La onicomicosis es una infección de ...

■ A) los cabellos; ■ B) la piel; ■ C) las uñas; ■ D) los ojos.

8.- “…” es el sentido etimológico del sustantivo brújula.

■ A) “cajita”; ■ B) “magneto”; ■ C) “hechicera”; ■ D) “rosa de los vientos”.

|||| Por Alfredo García

|| Los menesteres del ocio

SUPERMÉNDEZ El único superhéroe de Saltillo y la región (incluyendo Ramos) Por J. Latapí

|||| Por Miguel Agustín Perales

|| Claro que ud. lo sabe

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Han pasado diez años des-de el último LP del Sr. Cody ChesnuTT. The Headpho-ne Masterpiece fue uno de los mejores discos del 2002, con su refrescante versión de soul y rhythm and blues grabado completamente en un estudio portátil casero, que aún usaba esos objetos prehistóricos que llamába-mos casettes. Modestamente, bautizó su debut como “La Obra Maestra de Audífonos”, un título bastante atinado. Luego desapareció un poco de la escena. Hoy, el músi-co y compositor de Atlan-

ta, Georgia está de regreso con Landing on a Hundred, el cual grabó digitalmente, apoyado por Kickstarter, un sitio de crowdfunding en el que la gente dona a los pro-yectos de su elección. Una causa digna para donar dine-ro, porque Cody ChesnuTT sigue teniendo talento y soul. No es un parteaguas como su debut, y la verdad extraño un poco el “ssss” de la cinta, pero Landing on a Hundred es bastante bueno. Defi niti-vamente tiene sabor, y puedo decir que valió la pena la es-pera de 10 años.

Por Esteban Cárdenas

Aunque “Lin-coln” de Steven Spielberg po-dría parecer así de burocrática, no significa que

no sea una película increíblemente bien hecha. No sólo es lo mejor que el director ha hecho en años, sino es una de las mejores películas del 2012, y es un papel que a Daniel Day Lewis merecidamente le gana-rá su tercer Oscar.

Si uno está familiarizado con Lincoln (o es gringo, en donde el patriotismo supongo será un fac-tor importante), esta película so-bre la abolición de la esclavitud le resultará mucho más entretenida que a alguien que no la conoce. No

hay balazos, no hay acercamientos ultra-dramáticos, no hay discursos braveheartescos. Y eso que la diri-ge Spielberg, un maestro de la arti-maña nudoenlagarganta. “Lincoln“ de Spielberg es tan factual que a veces parece documental.

Les cuento el final: Lincoln se muere. Pero antes de morir, logra que el Congreso apruebe la Tre-ceava Enmienda a la Constitución Norteamericana, la cual prohíbe la esclavitud. La cinta se trata de lo que sucede “tras bambalinas” para que se logre este importante acuerdo, y narra con austeridad y firmeza uno de los acontecimien-

tos políticos más importantes de la historia.

Pero lo interesante de esta cin-ta no está sujeta a su conocimien-to histórico del personaje. Todos saben quién fue Lincoln, qué hizo y por qué su historia valdría la pena verla en cine, y Daniel Day Lewis prácticamente lo revive en una actuación nada menos que reveladora. Es de esas actuacio-nes que te deja en tu imagen men-tal el rostro del actor sobrepuesto a la de la persona real.

En años recientes, Spielberg se ha vuelvo quizá un poco chan-tajista. Mientras que su “Caballo

de Guerra “ (2011) tenía la sutile-za de una tarjeta Hallmark, “Lin-coln” es un daguerrotipo histórico sobrio y discreto. Spielberg es un maestro de la narrativa, y su manufactura en “Lincoln” es im-pecable. Al centro de este gran drama histórico está una actua-ción imponente por parte de uno de los grandes actores de nuestra época. Day Lewis es un actor de método, quien pasó tres meses hablando con acento sureño y hasta twitteando a nombre de su personaje. Sea lo que sea que haga, su método de preparación le funciona muy bien.

VIDEÓDROMO

LINCOLNDANIEL DAY LEWIS ES UN ACTOR QUE PODRÍA CONVERTIR UNA VISITA A LAS OFICINAS DE TRÁNSITO EN UN DRAMA, AQUÍ LA MUESTRA

D´AngeloVoodoo2000

Raphael SaadiqStone Rollin´2011

Suena a…

Cody ChesnuTTLanding on a Hundred2012

Al GreenI´m Still in Love With You1972

RADARPor Esteban Cá[email protected]

Stephen Spielberg2012

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El SALTILOVE

En los pasillos de los camiones una voz enamorada ameniza el enojo de los usuarios ante las nuevas tarifas, se trata de El Saltilove, un joven ingeniero que llegó a la ciudad en busca del amor de su infancia y se gana la vida cantando. En estos tiempos del confl icto Saltibus, mientras todos parecen perder, él llega a ganar hasta mil pesos diarios

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EL ENCUENTRO PASAJEROLa cita se da un martes de enero, lejos del ruido y del smog, en la comodi-dad de una casa pequeña ubicada al sur de la ciudad, donde las prolonga-das calles parecen enfilarse al cielo. Albert sale a recibirnos, y nos invita a pasar. Al principio nos dijo que iría-mos a su casa y quizá ahí mismo co-noceríamos a su novia, lo que no nos dijo entonces era que vivían juntos, ya que la morada pertenece a la fa-milia de la chica, Griselda Fernández Saucedo, quien se acerca y se presen-ta, con la amabilidad de frente. Al entrar sorprenden portarretratos con fotografías de ellos, ambos altos y morenos; ella siempre con sus chi que caen sobre su cara; él a veces con gorra, a veces con lentes oscuros, pero siempre sonriendo.

Para saber cómo fue que llegaron a esa etapa de sus vidas, deben primero escarbar en sus recuerdos y es Albert quien habla primero.

Recuerda que el primer encuentro ocurrió en 1985 en la Ciudad de Méxi-co, donde él ya residía con su familia, y de paso cuenta que ahí les tocó vi-vir la tragedia del peor temblor en la historia del país.

Las familias de ambos son cristia-nos evangélicos, y además tienen afi-nidad por la música, lo cual hizo que congeniaran rápidamente. Entonces

Albert tendría 4 años, y Gris 9.Aquel encuentro, sin embargo,

tan fugaz como se presentó, terminó. “Por cosas de la vida” dice Gris, su familia y ella tuvieron que mudarse a Saltillo. Explica que fue por razones de su salud, aunque prefiere no ahon-dar en el tema.

No sabían entonces que aquella aparente despedida, no sería el final de su relación, sino el preludio para lo que hoy consideran una nueva eta-pa de sus vidas”.

Alguien ya escribió una vez que en un minuto hay muchos días, pero para esta pareja el minuto se convir-tió en años. Fue hasta ahora que por la vieja amistad que hay entre sus pa-dres, se reencontraron.

NOS ENCONTRAMOS GRACIAS A FACEBOOKLos años pasaron hasta sumar 27 sin que se volvieran a ver, y como ellos reconocen, para entonces pudo ha-ber sucedido cualquier cosa.

Gris, así le dice su novio de cariño, toma la palabra y narra que el año pa-sado su papa le pidió que por medio de internet contactara al hermano Samson, quien resultó ser el papá de Albert.

A pesar de que el apellido Ferra-ri no es tan común en este país, no

le fue posible encontrarlo en ningu-na red social. De pronto, en junio de 2012, mientras esperaba suerte para cumplir su encomienda en facebook, encontró alguien que tenía el mismo apellido: “Albert Ferrari”.

Pensó que tenía que ser un sobri-no, hijo, o algún familiar, y acto segui-do le envió un mensaje para pregun-tarle, si por la edad, era su hijo.

Albert dice que vio el mensaje casi de inmediato de haberlo recibido, pero tardó un mes en responderle.

“Cuando alguien me envía una in-vitación en face y no lo conozco, no le tomo mucha importancia. No soy de los que agregan a todos sin cono-cerlos. Les mando un mensaje para saber quienes son, pero cuando lo recibí estaba ocupado con otras co-sas, y nomás lo vi rápido. Dije sabrá Dios”, explica.

Esta podría ser una his-toria de amor que sólo se en-cuentra en los cuentos,

pero en vez de escribir “érase una vez en un rei-no muy, muy lejano…”, se leería: “sucedió una vez en Saltillo”.El protagonista, en vez de ser parte de la nobleza, sería un ingeniero desem-pleado que se gana la vida con la música, subiendo a cantar a los camiones, y vendiendo, si es que al-guien quiere adquirirlo, uno de sus discos. “Mi nombre es Albert Fe-rrari y vine a Saltillo por el amor de una mujer”, me dijo la primera vez

que hablamos. Fue un viernes de enero en un parabús de la zona cen-tro, después de haberlo escuchado cantar en un camión, y contar su bre-ve historia de amor. Albert es de las personas que te ve a los ojos cuan-do habla y en su trato se percibe su sencillez, quizá por eso aceptó invitarnos a su casa para platicar con más tiempo y después acompañarlo en su andar por las rutas del transpor-te urbano.Es extraño pensar que mientras se ha harmado toda una revolución en la ciudad por el transporte, alguien pueda ser feliz ahí. Aquí la historia de un joven a quien nos atreve-mos a llamar El Saltilove.

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En ese entonces se encontraba en la Ciu-dad de México, a punto de iniciar un pro-yecto con el cual se mantenía las manos ocupadas todo el tiempo. Reconoce que le sorprendió que fuera una mujer tan joven quien buscara a su papá, pero no le tomó mayor importancia.

Fue en julio, con un poco más de tiempo, que Albert decidió responderle a Gris que sí, que era hijo de Samson Ferrari. Sin em-bargo ella tardó un mes en responder pues se encontraba de vacaciones.

Fue el domingo 5 de agosto de 2012 cuan-do por fin se encontraron ambos en línea que comenzaron a platicar. Ella le comentó que su papá era el hermano Braulio Fernán-dez, y uno por uno revivieron los recuerdos que los llevaron hasta la niñez.

“Él me dijo: “¡Hola Gris!”, y ya no salu-damos y comenzamos a platicar. No sé por qué, pero estaba muy emocionada de en-contrarlos”, recuerda Gris.

Al día siguiente, el lunes 6 de agosto sonó el teléfono de ella. Al contestarlo, fue la pri-mera vez en 27 años que se escuchaban ha-blar. Más de dos horas duró la plática.

“La situación es que mientras empezába-mos a conocernos vía telefónica y por compu-tadora, me di cuenta que había muchas simi-litudes en ella que son muy importantes para mi”, platica Albert. Una de ellas, la música, a la cual se acercó desde los 3 años gracias a la in-fluencia de sus padres. Y es que Gris también sabe tocar guitarra y además canta.

Obvio que por sus edades, 36 ella y 31 él, la pregunta obligada fue: ¿estás casado?. Ambos cuentan que se lo preguntaron de manera despistada, pero Gris no oculta que al saber que estaba soltero, quiso brincar de felicidad.

Así, desde aquel 6 de agosto Albert no dejó de llamarla un solo día, y sin decirlo hasta hace poco, en ambos nació el interés que hasta entonces no se había presentado:

formar una familia.Los meses transcurrieron entre pláticas

telefónicas y chats por computadora, hasta que el martes 23 de octubre, luego de haber-se puesto de acuerdo, Alberto llegó a Salti-llo con la ilusión de formalizar la relación. El plan era que llegara para poder festejar el cumpleaños de su ahora novia, que es el 26 de octubre.

Ella lo recibió con una ramo de flores que hoy han convertido en naturaleza muerta y exhiben en una mesa de la sala, también con una caja de chocolates. Cerca del flore-ro hay una foto en que la más adelante Gris dice risueña que es de aquella tarde.

“Vine aquí para demostrarle a Gris y a sus papás que lo que quiero con ella es una relación formal seria, con la visión de llegar al matrimonio porque tiene todas las cuali-dades como mujer, que yo siempre busqué en una relación”.

Cree que mientras hay personas que en internet, y sobretodo en facebook, aprove-chan para crear perfiles falsos, haber dejado la Ciudad de México para venir acá fue lo mejor para demostrar que no estaba jugando.

CON ESA VIEJA Y PEQUEÑA GUITARRAA los 14 años, Albert dijo que jamás se su-biría a los camiones a cantar, que su talento no era para eso. Hoy cree que cuando uno está enamorado se puede hacer hasta lo im-posible.A los tres años su papá le regaló su prime-ra guitarra, cuenta Albert, mientras espera otra ruta del camión. Recuerda que era una pequeña, no de juguete, pero sí adecuada a su tamaño. “Desde esa edad empecé a hacer pininos, rasgándole”, narra.

Le pregunto si no le fue difícil apren-der desde tan chico, y me dice que no, que cuando a uno le gusta algo en verdad o le apasiona, siempre va a encontrar la mane-

Vine aquí para demostrarle a Gris y a sus

papás de que lo que quiero con ella es una relación formal seria, con la visión de llegar al matrimonio porque tiene todas las cualidades como mujer, que yo siempre busqué en una relación”.

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ra de salir adelante. Reconoce, eso sí, que está limitado en su hacer ya que la música es muy extensa y siempre hay cosas que aprender.

“Nunca tomé clases. Veía a la gente, qué hacía y me lo grababa. Después lo practicaba en casa, pero nunca estuve en una escuela de música, todo es lírico; lo que toco no sé qué sea, no sé leer partituras ni nada. Si me dices, saca esta canción, la escucho y lo hago”.

Cuenta que sólo una vez ha estado en un grupo de música. Era de rock, y ocurrió cuan-do tenía unos 17 años. No dice si fueron ami-gos o conocidos, pero lo invitaron a formar parte de “Muro de cráneos”, un grupo donde él participaba como vocalista, pero del cual se salió porque no le gustaba el ambiente, que re-sume en: “no iba con mi personalidad”.

En Saltillo, la primera vez que subió a un camión fue un lunes de noviembre en la colo-nia 26 de marzo, donde esperaba el Periférico. Intentó tomarlo a media calle, pero no tuvo suerte pues el transporte se detiene sólo en las esquinas.

Caminó hasta donde vio un parabús, y con la guitarra como bandera, le pregunto al siguien-te chofer si le daba permiso para cantar. “El me dice que por abajo, y yo no le entendía. Dije, se-ñor, cómo que por abajo, le pregunté por dónde, y me repitió que por abajo”, cuenta Albert.

Dice que se desesperó tanto al chofer, que lo dejó pasar sin pagar, pues el semáforo ya estaba en verde. Cuando les dijo que venía de Tijuana, que no tenía trabajo y que venía em-pezando, el mismo chofer le explicó que las unidades traían barras de conteo, y que por abajo, significaba pasar sin que lo detectaran. “El mismo chofer me compró un disco”.

La pena, añade, se le quitó por amor. Y es que su novia lo ha apoyado mucho: des-de mandar a hacer tarjetas de presentación hassta hacerle la portada del disco.

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Le pregunto cómo siente que lo ha re-cibido Saltillo: “Me doy cuenta que les llamo la atención, y pues la gente hace co-mentarios. No sé qué digan exactamente, pero me han felicitado en algunos camio-nes y hasta hay quienes me graban con sus celulares o me piden que me tome fotos con ellos, y pues lo hago”.

SU TALENTO ES PARA DIOSAunque habló muy claro al respecto, Albert no quería que esto se supiera para que no sonara pretencioso.

Estando en Tijuana, hizo un casting a los 19 años para La Academia, aún sin saber enton-ces de qué se trataba.

“Iba caminado y vi mucha gente, pregun-te qué pasaba y me dijeron que era el casting para La Academia, una escuela de alto ren-dimiento y me llamó la atención”, cuenta.

Como no llevaba instrumento y no tenía intención de participar, sino de observar, lle-nó la formula de inscripción para acercarse lo más posible y después irse, pero no contó con que le pedirían su credencial del IFE, y se la devolverían hasta finalizar el acto.

“Yo me asuste, porque no llevaba nada preparado, no ensayé, ni guitarra llevaba, sí estaba muy nervioso”, confiesa. “Dije: voy a improvisar algo”.

Al llegar su turno, los jueces le dieron 2 minutos 30 segundos para presentarse e inter-pretar, lo cual lo hizo a capela. Para su sorpre-sa, llamó la atención del jurado, y el director lo llamó tras el escenario para decirle que él ya estaba dentro; le entregó un contrato y le dijo que haría una nueva audición.

Al llegar a casa, Albert le mostró el con-trato a su madre quien tras leerlo, lo rompió en dos y lo tiró a la basura. “Usted, su talen-to no es para el mundo, su talento es para Dios y usté ya sabe que no debe andar en ese medio”, le dijo. Y es que una de las cláu-sulas decía que TvAzteca podría explotar su talento.

Él dice que como no fue algo que buscara, no se puso triste y prefirió no darle impor-tancia. El año pasado, ahora sí por decisión propia, quiso participar en un casting de la Voz México, en el que fue elegido también. Aquí, sin embargo, fue él mismo quien al ver que tendrían que estar 5 años con Televisa y no podría salir de la Ciudad de México por un año y medio, prefirió rechazar la oferta.

LA RUTA DEL SALTILOVEDesde el lunes 7 de enero de este año ini-ció el proyecto del Saltibus, que el alcalde Jericó Abramo Masso proyectó en varias fa-ses. La primera de ellas incluir un sistema de prepago y el alza de tarifas de manera general: 5.00 pesos a estudiantes y adultos mayores, 6.50 general, 8.50 si no cuenta con credencial, mientras personas con capaci-dades diferentes no pagan.

Albert ha recorrido diferentes ciudades como Uruapan, Michoacán, la ciudad de México y Tijuana, por lo que le pregunto qué opina del sistema de transporte local.

“Si se me hizo un poco elevado en com-paración de otras ciudades en México. Cuando llegué estaba en 6.00 pesos y ahora le subieron 2.50 a quienes no tiene tarjeta. Fue demasiado por la cuesta, por los gastos del año pasado”, considera el músico.

Cuenta que una vez platicó con un hom-bre que volvía del trabajo y le explicó que muchos obreros de diferentes fábricas o en la obra, tienen apartado lo del pasaje de la semana, y que le hayan subido, les afectó directamente. “Ellos aunque me quisieran apoyar no pueden”, dice Albert.

Además opina que en las rutas de Saltillo lo que hace falta es higiene y presentación de los conductores. También es importan-te que mejore el servicio, pues dice que ha visto como hay personas que corren para al-canzar el camión y éste no los espera, o no los sube aunque vaya espacio.

La plática se acaba, y es hora de salir a la calle. Albert guarda su guitarra en el estu-che, y se la echa al hombro. Toma sus lentes oscuros sin los cuales no aborda los camio-nes, porque se apena de que las personas lo vean a los ojos mientras canta. La primera ruta es cualquiera que lo lleve al centro, en este caso la 1-B.

Al principio paga su pasaje, algo inusual en otros músicos urbanos. No vacila y saca su guitarra. Entona una canción, y cuando termina dice: “Esta es la manera en que yo me sostengo. Espero que esta melodía haya

sido de su agrado, y cualquier moneda me será de mucha ayuda”. Caen algunas mone-das, pero es más bien algo flojo porque la ruta viene medio vacía.

Inició cantando dos o tres canciones, pero como se impuso a trabajar entre 5 y 7 horas por día, era mucho el desgaste de su voz. “Las personas se abajaban y ya no les puedes decir qué haces porque las rutas son muy cortas. Entonces si hi-ciera 3 canciones por camión durante 7 horas, no puedo”.

En el centro trasbordamos de la 1-B al Pe-riférico, mientras confiesa que cuando toca no sabe en realidad qué notas son, ni cómo es que las puede interpretar, es extraño, para alguien en cuya vida la música parece ser algo natural, escucharlo decir que a ve-ces improvisa una canción entera sorprende aún más.

“Cuando sucede eso, no sale en el mismo momento, sino que me grabo frases, y así he compuesto”, dice Albert.

Tras bajar del Periférico, caminamos ha-cia el restaurante “El Becerras” que se en-cuentra en la esquina de Avenida Universi-dad e Isidro López Zertuche. Aquí viene a

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diario. Saluda al personal, anuncia su llega-da, y sin esperar se coloca cerca de las ven-tanas, entre dos mesas llenas.

Al principio nadie lo mira, como si no es-tuviera ahí, pero algo hay en su voz, en su interpretación que captura la atención poco a poco, y llega un momento en que todos lo contemplan mientras comen. Al concluir le aplauden.

Albert explica por qué se encuentra ahí y ofrece su disco, se acerca a una de las me-sas, la que está a su izquierda, y cuando está a punto de pedir una moneda, don Ángel Reyes Torres pide que le cante las Maña-nitas a su esposa, doña Aurora Salaz, con quien lleva 50 años de casados.

Tras la interpretación ella dice que es la primera vez que va al restaurante, la trajeron a almorzar, y no se esperaba el gesto. “Fue muy bonito, incluso me voy a llevar un disco”.

Luego de salir, Albert explica: “en el res-taurante puedo interactuar un poco más, me puedo acercar más, en el camión no tanto, como no conozco muy bien las rutas, si las rutas pasan o la gente se baja muy rápido. Aquí no, la gente está quieta, yo amenizo, y se puede hasta platicar con ellos”.

Otro de los lugares a donde llega a pro-bar suerte es en una taquería ubicada en Mariano Matamoros, donde la mejor hora para tocar es entre las 10:00 y las 11:00; es cuando hay más clientela, cuenta.

Este día Albert ha llegado un poco tar-de, y sólo hay dos mesas ocupadas, ambas

por mujeres. “Bueno, vamos a intentarlo”, dice Albert. Y con una pose seria, con los lentes en el rostro, se acomoda la guitarra y una por una se acomodan las notas. Se gana las miradas de su público, quienes lo miran atentas. Él sigue en lo suyo y no se desconcentra.

La dueña del lugar, Lucy Guzmán, dice que hace ya unos dos meses que han con-tando con la participación de Albert, quien acude a diario.

“Ameniza muy bien porque le solicitan las canciones de su disco, que él promocio-na aquí”, cuenta la mujer. “Hay más gente que viene a cantar, nos visitan algunos por la mañana”.

Ella misma se declara fan de Albert, y le pide que le cante una canción que él com-puso: “Me cambiaste la vida”. El joven mú-sico no duda y entona, mientras a la mujer se le dibuja una sonrisa de lado a lado, y la mirada no es otra sino la del recuerdo, la de la nostalgia, la de esos recuerdos que duele que se vayan. También le compró un disco.

Una de las mejores horas en los camio-nes es al mediodía, porque es cuando van más llenos, aunque eso también significa que puede ser más difícil subir a uno. Tras varios intentos en el bulevar Venustiano Carranza, un camión de la ruta 10 se ve per-fecto. Albert hace lo suyo, y cosa rara (al menos en Saltillo, donde a muchos otros les voltean la cara), casi todos los pasajeros le dan una moneda.

Bajamos frente al hospital La Concep-ción, y Albert dice que es hora de regresar en la que pase primero, y después hará eso en la dirección contraria. En este tramo de la ciudad, anuncia, hace su recorrido una y otra vez. De arriba abajo. Tomamos un peri-férico y vamos hacia el sur.

“Aquí me bajo yo”, dice Albert, mientras el camión va sobre V. Carranza de norte a sur, y pasa LEA. Presiona el timbre del Periférico, el chofer lo mira por el retrovisor, él agarra bien su guitarra, y al frenar baja sin mirar atrás. Espera de pie la próxima ruta, la que pase pri-mero; todavía le faltan tres o cuatro horas. La puerta trasera se cierra. Y cuando el camión parte, el músico sigue ahí.

Esta es la manera en que yo me sostengo.

Espero que esta melodía haya sido de su agrado, y cualquier moneda me será de mucha ayuda”.ALBERT FERRARI

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