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Historia y Grafía ISSN: 1405-0927 [email protected] Departamento de Historia México Betancourt Martínez, Fernando El saber histórico como acontecimiento: circularidad y operación sistémica Historia y Grafía, núm. 41, julio-diciembre, 2013, pp. 79-114 Departamento de Historia Distrito Federal, México Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=58930553004 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Page 1: El saber histórico como acontecimientoEn cuanto al segundo rasgo -la historia como sistema ope-rativo que construye auto observaciones sociales- se refiere al problema de cómo es

Historia y Grafía

ISSN: 1405-0927

[email protected]

Departamento de Historia

México

Betancourt Martínez, Fernando

El saber histórico como acontecimiento: circularidad y operación sistémica

Historia y Grafía, núm. 41, julio-diciembre, 2013, pp. 79-114

Departamento de Historia

Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=58930553004

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El saber histórico como acontecimiento:circularidad y operación sistémicaHrSTORICAL KNOWLEDGE AS AN EVENT: CIRCULARITY AND

SYSTEMIC OPERATION

FERNANDO BETANCOURT MARTíNEZ

Instituto de Investigaciones Históricas UNAM

México

ABSTRACT

If history has been presented as the science 01 events since the nineteenthcentury it is because history itself is an historical evento Posited in this way,circularity will be the aim 01 exploration in this paper. Circularity dejinesthe operative condition 01 historical discipline on a systemic framework,where its cognitive abilities could be described on two main aspects. First, interms of the epistemological ftatures presented from aframework of emergen-ry (XIX Century). 1he hypothesis here considers that its nature and cognitivelimits can be explained if it stays close to its social determination: to be anemerging order in the context ola functionaliy differentiated society. And thesecond, if history is a science that in events jinds it legitimacy, then it is notabout anything but the internal order of an operation well before an onto-logical view 01 reality. 1herefore, the events that it works on are constructedas events structured through its own internallogic.

Keywords: history theory. epistemology, systems theory, spiritual sciences,social sciences, Michel Foucault, Niklas Luhmann.

RESUMEN

Si la historia desde el siglo XIX se presenta como ciencia de los aconte-cimientos, esto es posible porque ella misma resulta ser un aconteci-miento histórico. La circularidad así planteada busca ser explorada en el

Historia y Grafia. Universidad Iberoamericana, año 21, núm.41 ,julio-diciembre 2013, pp. 79-114

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presente trabajo. Dicha circularidad define la condición operativa de ladisciplina histórica en un marco sistémico, donde sus cualidades cogni-tivas pueden ser descritas en dos grandes aspectos. Primero, en cuantoa los rasgos epistemológicos que presenta desde su marco de emergen-cia (siglo XIX). Aquí la hipótesis considera que su naturaleza y límitescognitivos pueden ser explicados si se atiene a su determinación social:ser un orden emergente en el marco de una sociedad funcionalmentediferenciada. Segundo, si la historia es una ciencia que encuentra en loseventos su legitimación, no se trata de otra cosa que del orden internode una operación antes que una visión ontológica de la realidad. Porello los acontecimientos de los que se trata los construye como eventosestructurados a partir de su propia lógica interna.

Palabras clave: Teoría de la historia, epistemología, teoría de siste-mas, ciencias del espíritu, ciencias sociales, Michel Foucault, Niklas Lu-hmann.

Artículo recibido:05/0712013Artículo aceptado: 06/ II 12013

INTRODUCCIÓN

Elobjetivo de este trabajo es abordar la peculiar circularidadque presenta la historia como forma de saber en la moderni-

dad. Si desde el siglo XIX adquiere todos los rasgos por los cuales sepresenta como una ciencia empírica de los acontecimientos, estoes posible sólo porque su propia disposición epistemológica esun producto histórico particular. Pero además, su productividadcognitiva expresa no sólo esa condición particular, sino inclusotodos aquellos elementos que en su operación la dotan de atri-butos para lograr reproducir su propia lógica de investigación.En el primer caso, la historia es un acontecimiento singularizadopor estar sometido a una disposición más amplia, un ordensocial que emerge desde los siglos XVIII y XIX en términos de di-ferenciación funcional. Esta suerte de límite histórico expresa su

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naturaleza cognitiva y sus objetivos: producir observaciones tem-porales sobre ese mismo proceso social de diferenciación.En cuanto al segundo rasgo -la historia como sistema ope-

rativo que construye auto observaciones sociales- se refiere alproblema de cómo es posible ese orden operativo mismo. Laexpresión "ciencia de los acontecimientos" define no el atributocognitivo por el cual capta la naturaleza de los eventos estudia-dos en el pasado, sino el tipo de operaciones que lleva a cabo ensu interior y que le dan consistencia. La historia despliega en supropia lógica operativa una serie de eventos que posibilitan esasautoobservaciones. Se trata de comunicaciones especializadas queen su engarce continuo y recursivo la dotan de estabilidad es-tructural. 1 La forma por la cual se complementan ambos niveles,las condiciones históricas que le dan forma operativa interna y lafunción de una autoobservación continuada, dotan de plausi-bilidad a la aseveración siguiente: la historia es una ciencia queproduce comunicaciones específicas sobre el pasado del sistemasocial. Resulta por demás interesante para esta hipótesis el que yaen Hegel se encuentre una disposición circular como caracterís-tica básica del saber histórico.

I. HEGEL y LOS GÉNEROS HISTÓRICOS

YaHegel había considerado tres maneras de tratar lo histórico quetenían importancia para el objetivo de formular "la historia uni-versal filosófica".2 Interesa comentar el nivel de lo que llamó "la

1 Esta perspectiva recoge la propuesta de Luhmann de una teoría del cono-cimiento complementada con una teoría de sistemas. La guía central de estetrabajo consiste en evaluar las implicaciones que supone sustituir la relaciónsujeto/objeto por un ejercicio reflexivo que tome en serio esa circularidad. Enparticular, el enfoque se centra en esa doble cerradura -operativa y cognitiva-que caracteriza todo sistema autopoiético, incluido el sistema ciencia.2]. G. F. Hegel, Lecciones de filosofía de la historia, p. 23.

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simple historia", pues es en este rubro donde el tratamiento delacontecimiento adquiere una dimensión que le viene muy bien alinterés que preside este artículo. Esta modalidad de tratamientohistórico no se refiere a la inmediatez de la existencia transida detemporalidad -lo que los historiadores hemos decidido llamar lahistoricidad como tal- por más que la noción simple historia llamea equivocidad. Hegel asocia nombres ilustres para caracterizar elrasgo sobresaliente de este tratamiento: Heródoto y Tucídides.Pero al hacerlo rompe la ilusión previa de que lo que se trata aquíes de ese espacio previo a las interpretaciones que los historiadoresrealizan, la vida en su fugacidad, por así decirlo.Se trata de la representación histórica cuya cualidad notoria

consiste en transformar la fugacidad de los eventos en una dis-posición diferente y más adecuada para el entendimiento humano.Es ya una elevación al concepto mismo, donde la transformaciónde una "manifestación externa" se logra puesto que un "funda-mento más firme" , más seguro para la razón y sus potencialidades,toma el lugar de lo efímero y lo convierte en su contrario.P Podríaexpresarse de otro modo: al sustituir lo vivido por una represen-tación de lo vivido se triunfa sobre la violencia del tiempo, porlo que la simple historia es ya una victoria de la conciencia racio-nal que logra hacer sucumbir lo perecedero. Si del pasado sólo sepuede aceptar su no existencia, su falta de ser ahí como vida real,la representación adquiere todo su valor. El acontecimiento es talal nivel de una escritura que adquiere poderes de conservaciónpara la posteridad, nos dice Hegel.Con ello no sólo la memoria pasa aliado de la escritura, de las

narraciones de aquellos que experimentaron lo contado en el casode la simple historia, sino que demuestra que el acontecimiento lepertenece al pensamiento por derecho propio. Otra cuestión queestá conectada con la noción acontecimiento tiene que ver conlas diferentes maneras de tratar la historia. En este caso se trata

3Ibitlem, p. 24.

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de verdaderos "géneros" -así los denomina Hegel- tales como "lasimple historia" ya mencionada, "la historia reflexionada" y"la historia filosófica", en cuya secuencia se despliega el orden deuna diferenciación aguda. Se intensifica esta situación en el casode la historia reflexionada, pues este género se subdivide, a su vez,en cuatro modalidades de historia reflexiva (la general, la pragmá-tica, la crítica y la parcial).Si se sigue esta línea de razonamiento, entonces cada forma de

la historia reflexiva -este nivel define propiamente la historia de loshistoriadores- es una modalidad estructural que permite estabilizarformas comunicativas, eso que Hegel denominó representaciones,logrando con ello acceder al fenómeno autorreferencial de la re-cursividad. Es decir, todas esas modalidades reflexivas no buscandecir lo que pasó, por medio de procedimientos diferenciados deacceso a lo real, sino reflexionar sobre las representaciones mismasy sus condiciones. La idea común de que la historia es una laborque permite revivir los acontecimientos pasados muestra su con-dición ingenua. Desde lo imprevisto que resulta cada una de lasmodalidades de historia reflexiva vistas desde el nivel de la simplehistoria, la gran novedad en el tratamiento que inauguran y losprocedimientos complejos que establecen, expresan -todos ellos-una disposición decididamente circular.Entonces, desde los razonamientos que Hegel le dedica a la

historia es posible ver a esta disciplina como una ciencia que pro-duce comunicaciones específicas sobre acontecimientos pasados.La propia conversión de la vida en pensamiento reflexivo que estáen el origen de la historia es, al mismo tiempo, uno de los ma-yores impulsos en el desarrollo del espíritu y, por tanto, de lahistoria universal. Con este tratamiento hegeliano se hace notarque la circularidad planteada, lejos de ser una limitante, potencialos alcances reflexivos para otro tipo de planteamiento sobre suestatuto." Así, acontecimiento como concepto, reflexividad y es-

4 "Queremos dejar semejantes discusiones para los historiadores de profesión,

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tructura circular, vendrían a ser coordenadas para un ejercicio deponderación sobre la condición histórica del saber histórico. Lapremisa central es la siguiente: esa ciencia de los acontecimientoses, ella misma en su naturaleza y en sus límites, un aconteci-miento histórico.?

Dos tipos de significación pueden desprenderse de la anteriorafirmación autorreJerencial. La primera recupera la última partedel enunciado, esto es, la disciplina histórica como aconteci-miento. De ahí que la condición de emergencia histórica de ladisciplina se convierta en el problema central. Si el índice quela determinó en el siglo XIX es de clara discontinuidad con res-pecto a las maneras previas del relato histórico, cabe tratar deaclarar en qué espacio cognitivo encontró sustento esa emergen-cia. ¿En qué consiste ese orden emergente denominado "historia"que lo capacita para construir conocimientos y qué clase de cono-cimientos son ésos? La segunda significación asume directamentela aserción sobre la naturaleza de la historia como ciencia de losacontecimientos. Pero en este nivel no se busca acreditar sus cua-lidades referenciales, mostrando las bondades de una ciencia queexplica campos específicos de realidad.Si la historia es una ciencia que encuentra en los eventos su

legitimación, no se trata de otra cosa que del orden interno de

que a menudo se ocupan de ellas. Como primera condición, podríamos enun-ciar la de que captemos fielmente lo histórico; es en esas expresiones generales,como 'fiel' y 'captar', donde se da el equívoco. Incluso el historiador habitual ymediocre, que acaso opina también y afirma, se comporta sólo receptivamente yabandonándose a lo dado; no permanece pasivo en su pensamiento, pues aportasus categorías y ve lo existente a través de ellas. Especialmente en todo lo quedebe ser científico, no puede permanecer inactiva la razón y ha de ser empleadala reflexión. A quien considera el mundo como racional, también el mundo lotiene a él por racional: ambas cosas están en acción recíproca". Ibidem, p. 32.s "Sin duda a ello se debe que la Historia, tan rápidamente se haya partido, deacuerdo con un equívoco que sin duda no se ha podido dominar, entre una cien-cia empírica de los acontecimientos y este modo de ser radical que prescribe sudestino a todos los seres empíricos y a estos seres singulares que somos nosotros".Michel Foucault, Las palabras y las cosas, p. 215.

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una operación antes que de una visión ontológica de la realidad.Por ello no describe los acontecimientos que estudia gracias auna intermediación documental y con el auxilio de herramientasconceptuales sofisticadas, sino que los construye como eventosestructurados a partir de su propia lógica. Son observaciones tem-poralmente establecidas que logran volverse recurrentes gracias ala capacidad autorreferencial que presenta esta ciencia." La no-ción utilizada, acontecimiento, es semánticamente transformada,de tal forma que no refiere a elementos y estructuras externas ala disciplina, sino a los elementos y a las maneras por las cualesse estructuran de manera interna gracias a la secuencia operativadesarrollada.

11. LA CONDICIÓN EMERGENTE DE LA HISTORIA

En cuanto a la emergencia de la historia como orden cognitivo,sigo las propuestas realizadas por Michel Foucault en la últimaparte de Las palabras y las cosas. En este estudio sobre la emergen-cia de las ciencias humanas Foucault desarrolla la problemáticaque condicionó su entramado cognitivo. Atendiendo a lo que de-nominó "esfera de las sistematicidades discursivas", de lo quepuede ser dicho en una época determinada, se logran conjuntosde enunciados, sus posibles interdependencias e isomorfismos.No me interesa discutir la pertinencia de un procedimiento me-todológico como éste, sino utilizar, para un planteamiento algodiferente, lo que se sigue de él. Así que esta suerte de factor

6 "Sólo un análisis más exacto de la lógica de diferenciación de la observación nosaparta de esta tradición. Un logro especial de la observación consiste sobre todoen poder identificar los sucesos que pertenecen a varios sistemas como unidades. Sedebe ver con claridad lo que significa eso en un mundo en el cual los sucesos sonreproducidos mediante sistemas operativamente cerrados y en el cual todos lossistemas vivos (células, sistemas de inmunidad, cerebros, etcétera) sólo puedenreconocer sus propias situaciones". Niklas Luhmann, La ciencia de la sociedad,p.69.

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distributivo entre conjuntos de enunciados alcanza una ciertaestabilidad temporal en sus modalidades organizativas y en la dis-tribución e interacción de enunciados aplicados a un contextolimitado.

En opinión de Foucault, la estabilidad lograda cristaliza en for-mas de saber sobre la vida, el lenguaje y el trabajo, así como de susrespectivas positividades.? Los isomorfismos que se desarrollan apartir de esos entramados discursivos dieron pie a la aparición deotras modalidades de saber cuya funcionalidad parecía cumplirseen tanto proceso de autocomprensión humana. De tal maneraque de las ciencias del trabajo, de la vida y del lenguaje se derivancomo duplicado epistémico formas discursivas o saberes que seencargan de dar cuenta de lo social, de los ámbitos individuales y,finalmente, del conjunto de los significados compartidos. Comopuede notarse hasta aquí, se trata de un proceso de duplicaciónque, en la perspectiva del texto comentado, presupone la emer-gencia de una figura novedosa y ambigua en su propio origen:el hombre y los modos de saber que acompañan su desplieguehistórico."

Al darse un objeto diferente a los que ya estaban presentes enlas ciencias de la vida, del trabajo y del lenguaje, se estructurancomo ciencias humanas en una dimensión totalmente inédita enel panorama de la historia occidental. Dos tipos de cuestiones sederivan de esta duplicación y tienen que ver de manera directacon la disciplina histórica, pues ella se convirtió rápidamente en elmodelo de toda ciencia del espíritu al recuperar la distinción na-turaleza/espíritu como basamento disciplinario. En primer lugar,

7 "Así, la cultura europea se inventa una profundidad en la que no se trataráya de las identidades, de los caracteres distintivos, de los cuadros permanentescon todos sus caminos y recorridos posibles, sino de las grandes fuerzas ocultasdesarrolladas a partir de su núcleo primitivo e inaccesible, sino del origen, de lacausalidad y de la historia". Foucault, Las palabras, op. cit., p. 246.8 Ibidem, pp. 334 y s. Véase además, Michel Foucault, Una lectura de Kant. In-troducción a la antropología en sentido pragmático.

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la manera de justificar su estatuto no encontró otro camino que elabierto por la antropología del momento como discurso filosófico.De ahí la acreditación de las ciencias del espíritu en su singulari-dad incluso metódica como modalidades de autoconocimiento.En segundo lugar y no por ello menos importante, la dispo-

sición espacial de estas ciencias se configura desde el principio entérminos de una diferenciación que no cesará de incrementarse, alpunto de que su reproducción dependió de la ruptura tajante conlas posturas antropológicas." La desantropologización de la histo-ria ha corrido de manera paralela al despliegue de interrelacionescomplejas que, desde los años treinta del siglo pasado, la ligan conlas ciencias sociales y con sus estatutos epistemológicos. Ambosaspectos delimitan la naturaleza cognitiva que la historia adquiriódesde el siglo XIX y sintetizan sus rasgos como evento histórico.La noción orden emergente describe sus componentes y funcio-nalidad cognitiva como un logro evolutivo del sistema social. Elproblema particular consiste en explicar cómo su reorientacióncognitiva expresa el paso de una definición normativa -cienciahumana- a otra situación donde su lógica operativa delimita sufuncionamiento sistémico en una relación transversal la investiga-ción social. 10

En cuanto al primer aspecto, la justificación antropológicadel saber histórico estuvo impregnada por una ambigüedad alta-

9 "No sólo pueden prescindir del concepto del hombre, sino que no puedenpasar por él, ya que se dirigen siempre a lo que constituye sus límites exteriores.De ambas puede decirse lo que Lévi-Srrauss dijo de la etnología: que disuelveal hombre. No porque se trate de volverlo a encontrar mejor, más puro y comoliberado, sino porque se remontan hacia aquello que fomenta su positividad. Enrelación con las 'ciencias humanas', el psicoanálisis y la etnología son más bien'contraciencias', lo que no quiere decir que sean menos 'racionales' u 'objetivas'que las otras, sino que las toman a contracorriente, las remiten a su base epis-temológica y no cesan de 'deshacer' a ese hombre que, en las ciencias humanas,hace y rehace su positividad." Foucaulr, Las palabras, op, cit., p. 368.10 La noción transversal busca aprehender la naturaleza cognitiva de esa relaciónque la historia estableció con el conjunto de la investigación desarrollada por lasciencias sociales.

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mente paradójica. Sin embargo, dicho problema no tiene relacióndirecta con la emergencia de las ciencias de la vida, el lenguaje yel trabajo. La ambigüedad en la que estaban inmersos esos sabe-res -ciencias del espíritu- se encontraba presente en un marcoreflexivo más amplio y característico del contexto decimonó-nico. En efecto, ya en su vinculación con una temática filosóficaprevia -el racionalismo cartesiano- el hombre como figura depensamiento y como concepto específico se ve enfrentado a unaexigencia de principio: lograr la absoluta autotransparencia de símismo. Lo paradójico es que la tradición racionalista se haya es-forzado por mostrar al hombre como cogito lúcido, sujeto racionalpor excelencia, pero que sin embargo para conseguirlo necesita desaberes que lo obligan a ir más allá de sí mismo."Precisamente porque la exigencia de principio que se le planteó

a las ciencias del espíritu es el autoconocimiento, sus entramadosdiscursivos adoptaron la modalidad de discursos sobre lo mismo.Pero en su estructura, la identidad buscada sólo se articuló comoun resultado esperado y nunca como punto de partida. La presu-posición consistía en asumir al hombre como sujeto cognoscente,como fuente de acceso a todo conocimiento posible, tanto en el or-den natural como en la esfera cultural. Pero ya la existencia mismade ciencias como la historia trastocaron la asunción del hombrecomo cogito lúcido, pues en realidad pusieron de manifiesto queesa situación de partida, la falta absoluta de conocimiento sobresí, vendría a ser su rasgo central irrebasable. La paradoja que seinstituye consiste en considerar al hombre como productor derepresentaciones, pero las ciencias del espíritu reencuentran sólootras representaciones fragmentadas de lo humano. !2

Esta paradoja no podía ser resuelta desde el marco reflexivode la antropología, puesto que, en su horizonte, la atribución al

11 Cfr. Hans Blumenberg, "Una aproximación antropológica a la actualidad dela retórica".12 Foucault, Las palabras, op. cit., p. 342.

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hombre de toda producción cognitiva estaba sostenida desde ladiferenciación entre lo empírico y lo trascendental, lo que impedíaacceder a la unidad de la distinción misma.P De tal manera quelos resultados aportados por las ciencias humanas lo fragmentaronen un conjunto de construcciones condicionadas. Las positiuida-des en que se dispersa el hombre como sujeto -la sociedad comomundo de relaciones, la vida y sus apremios, los signos y sus le-yes- le señalan su alteridad, ese implícito fundamental que sinembargo se constituye como aquel subsuelo arqueológico que laspermite. Como sujeto lúcido reencuentra al final de cada ejerciciode autocomprensión la incapacidad de dar cuenta absoluta de supropia naturaleza."Estas ciencias humanas presentan otra condición contradic-

toria pero que es característica de esa disposición arqueológicadeterminante. Esto tiene también que ver con aquellas vertientesfilosóficas que se desarrollaron en el siglo XIX. Al hablar del origende toda representación posible se configura uno de los grandestemas filosóficos: la subjetividad trascendental entendida comoespacio originario y fundamento incondicionado. Esa doble afec-tación paradójica muestra la importancia que tuvo la reflexiónfilosófica para la configuración teórica de ciencias como la histo-ria. No en el sentido de una fundamentación, ni en cuanto a lasorientaciones que se desprenden de la tradicional filosofía de lahistoria, sino más bien en tanto que esas formas de saber aporta-ron una sensible modificación. Esta temática se despliega ahoraen un campo que no es filosófico sino científico.

13 Se puede decir de otra manera, el sujeto es producto de la distinción entreautorreferencia y heterorreferencia. Al respecto Luhmann señaló lo siguiente;"Ahora bien, ¿es esto -y, sobre todo, es el establecimiento sobre una paradojafundacional-lo que se entiende cuando se interpreta a los seres humanos comosujetos?" Niklas Luhmann, Complejidad y modernidad: de la unidad a la diferen-cia, p. 221. Véasedel mismo autor y en relación con la atribución convencionaldel conocimiento al sujeto, La ciencia de la sociedad, op. cit., p. 71.14 Foucault, Laspalabras, op. cit., p. 306.

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Pero es en ese terreno científico donde se gestó en décadas pos-teriores su inversión crítica. Dicha posibilidad estaba ya insinuadaen el propio contexto decimonónico, pues en tanto estas cienciasse presentan como instancias de autocomprensión humana seven en la obligación de tratar al hombre mismo en una dimen-sión empírica, colocándolo al nivel de aquellas empiricidades quefunda la episteme moderna,'? El resultado es que ese hombre-ob-jeto es sólo posible porque existe el otro lado de la distinción, estoes, el hombre como sujeto cognoscente. En el momento en quelas ciencias humanas se establecen como formas autorizadas desaber no pueden más que reconocer la relación entre lo empíricoy lo transcendental como un factor central en su propia configu-ración. Esta singularidad teórica y metodológica estuvo desde elinicio gravada por esa temática filosófica que se trasladó a su seno,restringiendo con ello la discusión a la aceptación dogmática dela distinción basal.

Esto, por supuesto, afectó al caso concreto de la historia y a susposibilidades de legitimación en tanto forma de saber. Como todaciencia humana, la historia se involucra en esa suerte de oscilaciónpermanente que fuerza la adopción de la relación entre lo empí-rico y lo trascendental, lo que en todo caso es también expresiónde una disposición circular. 16 Así, se privilegia el polo trascenden-tal cuando de lo que se trata es de establecer los fundamentos,los orígenes y los principios incuestionables de la naturaleza hu-mana. Por el contrario, se dirige al polo empírico cuando el serdel hombre requiere de las constancias aportadas por el estudio delas situaciones concretas, sociales, históricas y culturales. Sin em-bargo, estos mundos reales están instituidos al nivel de lo diversoy de lo fragmentario, por lo cual, independientemente de quellenan de contenido empírico al ser del hombre, necesitan de unaaclaración cuya posibilidad no está simplemente en dicho nivel.

15Ibidem, p. 310.16Idem.

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Por eso es necesario un retorno a lo trascendental, pues lavariabilidad de los mundos humanos sólo puede ser explicadadesde lo uno y lo identitario. El desarrollo de esta temática enel siglo XIX se expresó además en la correlativa disparidad entreuna dimensión interna propia del sujeto -la fuerza innegable delespíritu humano- y la dimensión externa del mismo que aludíaa la experiencia histórica. Así, esta extraña construcción, que fuepresentada como fundamento, se desgaja en una dualidad más,aquella que opone la capacidad de autorreflexión de una concien-cia (lo trascendental) a su involucramiento en una multiplicidadpor el lado empírico.'? De la unidad subyacente del sí mismo ala diseminación constante de la diferencia con respeto a los otros.Esta manera de encuadrar las propiedades de los saberes sobreel hombre se concretó en la distinción naturaleza/espíritu, siendoella misma una reentrada (re-entry) de la distinción entre lo empí-ricoy la trascendental en el polo mismo del sujeto.

III. LA CONDICIÓN COGNITIVA DE LA HISTORIA:

AUTORREFERENCIALIDAD

Los rasgos descritos son característicos de ese único sistema au-torrejerencial que el siglo XIX pudo inteligir: el sistema psíquico.Sostengo que, sin la distinción entre un polo empírico y otrotrascendental, el saber histórico no podría haberse desentendidode las tradicionales problemáticas morales y de ejemplaridad

17 "Con arreglo a la forma, por tanto, su propia unidad les es dada sólo comoparadoja: como unidad de algo que es una multiplicidad, como mismidad de lodiferente. Bien es verdad que el distinguir no es difícil, puesto que sin realizaruna distinción en ningún caso se puede observar. Pero el problema se cifra en-tonces en saber de qué se distingue el sujeto [... ] Por consiguiente, dos son laspreguntas que hemos de plantear al sujeto: la primera es la referente a de quiéno de qué se distingue; y la segunda, la relativa a qué es su propia unidad, dadoque ésta es definida por una distinción que puede seleccionarse variadamente".Luhmann, Complejidad y modernidad, op. cit. pp. 219-220.

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del pasado, para encauzar sus cualidades cognitivas como cien-cia humana. Si la discusión con respecto a su estatuto mostrabaplausibilidad al punto de que terminó orientado todavía las pro-pias deliberaciones teórico-metodológicas de principios del sigloxx, ello se debía a la asunción de este marco de referencia comola modalidad para realizar su propia autorreflexión. En tal sen-tido, no puede ser simplemente una casualidad que la historiafuera objeto de una atención desde la teoría del conocimientoconvencional.Así, la historia como forma de saber se encargó de llevar la

distinción entre lo empírico y lo trascendental hasta consecuenciasnunca antes vislumbradas. Esta distinción adquirió carta de ciuda-danía científica, por primera vez, en el terreno de la investigaciónhistórica y gracias a la diferenciación previa entre naturaleza yespíritu. El estatuto de esta doble diferenciación se articuló bajola forma de una circularidad particular de esas formas de saber:eran ciencias de autoconocimiento del sujeto mismo. De acuerdocon la situación particular de la reflexión en el siglo XIX, la nociónciencias del espíritu se estableció tomando como elemento modé-lico a la historia, expandiendo un pretendido contenido cognitivodiferente al de las ciencias naturales o empíricas. 18

Toda la discusión generada a partir de esta singularidad -porejemplo, la disparidad entre comprensión y explicación- se aplicósobre la historia como paradigma y se desprendió de un problemacentral de orden gnoseológico: la relación entre sujeto cognoscentey campo empírico. El procedimiento que alcanzó proyección me-todológica prescribió que lo que la historia establece como objetode estudio -las realidades humanas- lo reencuentra en su con-dición cognitiva como instancia trascendental.l? En el contexto

18 Cfr. Wilhelm Dilthey, Dos escritos sobre hermenéutica. El surgimiento de la her-menéutica y los Esbozos para una crítica de la razón histórica.19 "La conexión del mundo espiritual brota en el sujeto, y el movimiento delespíritu hasta definir la conexión de significado de este mundo es lo que enlazaunos procesos lógicos aislados con otros. Así, por un lado, este mundo espiritual

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decimonónico, la única forma de asumir esta circularidad eraenfocándola como una modalidad de comunicación psicológicaentre el historiador y los sujetos históricos estudiados; ése era elpapel de la empatÍa que buscó ser plasmado como elemento de-terminante en el orden procedimental de investigación.La sistematización de la historia en la obra de Dilthey ha-

ce manifiesta esa estructura circular al ir de la exterioridad -unamaterialidad como efecto de la fuerza productora del espírituhumano- a la interioridad donde se aloja dicha espiritualidad. Elproblema es que las paradojas generadas por dicha circularidadesno pueden ser resueltas al nivel de la distinción involucrada. Sila noción sujeto expresa la base de sí mismo en su propia autotrans-parencia y del mundo en su conjunto, entonces, estrictamente, nopuede haber otros sujetos." Con ello se presenta un error cíclicocomo incapacidad de desparadojización, aunque curiosamente sesostenga como reentrada de la distinción empírico/trascendentalen el polo subjetivo de la distinción basal. El siguiente postuladorecupera esta situación: gracias a la dimensión trascendental cual-quier sujeto puede postular los hechos de su conciencia comocondiciones no determinadas, es decir, como elementos trascen-dentales, y de este modo asumir la identidad con la conciencia deotros sujetos.

es la creación del sujeto captador, pero por otro; sin embargo, el movimientodel espíritu está dirigido a alcanzar un saber objetivo en ese mundo. Nos enfren-tamos, pues, con el problema de cómo la estructuración del mundo espiritualpuede hacer posible en el sujeto un saber de la efectiva realidad espiritual". Ibi-dem, p. 109.10 "Con la quinta de las meditaciones cartesianas de Husserl esto fue puesto enclaro, al menos para sus lectores. El recurso a una comunidad de mónadas (¿ode nómadas?) es tan pobre como solución que, en caso de haber sido Husserl unpensador tan serio como realmente fue, bien podría pensar uno que se trata deuna ironía. Si 'sujeto' quiere decir ser la base de sí mismo, y con ello del mundo,entonces no puede haber otro sujeto. Precisamente por ello se hizo necesaria ladistinción trascendental/empírico". Luhmann, Complejidad y modernidad, op.cit., p. 210.

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De tal modo que el basamento epistémico de la historia enel siglo XIX estuvo conformado por una plataforma resuelta-mente ontológica. Por ello se puede vislumbrar la importanciaque adquirió la disciplina histórica para la filosofía del siglo xx:es en la dimensión contingente donde se dirimieron las disputasfilosóficas más importantes. Sin embargo, el ideal de saber his-tórico articulado en ese momento -siglo XIX- adoptó la tónicade la distinción aludida y limitó así los alcances reflexivos. Lamisma historia de las ideas, en el panorama de la escuela histó-rica alemana, era ya una modalidad de investigación para la cualla explicación o comprensión de los acontecimientos históricosera posible por la reconducción de su variabilidad a la intencio-nalidad subjetiva pensada como origen. Esto se expresa inclusoen la propia visión de la historicidad -más allá de la equivoci-dad que produce dicha noción- pues el presupuesto adoptadocomo una suerte de paradigma difícil de ser deconstruido fue, denueva cuenta, doble: el hombre como sujeto productor de la his-toria vivida, pero también como sujeto cognoscente de la historiaexplicada.

Reitero el enunciado central: la relación entre un polo empí-rico y otro de naturaleza trascendental resultó fundamental parael propio saber histórico, incluso en un sentido más profundoque para las otras formas de saber humanas. Ahora se trata depreguntarse por la naturaleza epistémica del saber histórico en sucontexto de emergencia, pues dicha circularidad fue su expresión.En la perspectiva foucaultiana, la conformación de las cienciasdel espíritu fue producto de un proceso de derivación de otrasformas de saber que encuentran en las nuevas empiricidades dela vida, el lenguaje y el trabajo, sus rasgos de formalización. Unefecto de esto fue la introducción de una función diferente a laque presentaban esas ciencias que tomaron a su cargo los nuevoscampos objetuales: la función de autocomprensión.Ni la economía política, ni la filología, menos aún la biolo-

gía, presentaban rasgo alguno en términos de esa cualidad central,

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lo que explica que incluso la problemática de la representaciónles fuera ajena. La constitución derivada de las ciencias del es-píritu requirió de la articulación y delimitación de tres esferasobjetuales diferenciadas pero que comparten la función de au-toconocimiento. Estas esferas adquirieron rango formal gracias ala relación que mantuvieron con las empiricidades de la vida, ellenguaje y el trabajo. Foucault define cada región por el trasladocategorial y conceptual específico que realizaron la biología, laeconomía política y la filología. Así, la duplicación instituyóla región psicológica, la región sociológica y, finalmente, aquellaque se relacionó con los contenidos simbólicos mismos.Cada una de estas instancias dio origen a campos epistémicos

gracias al traslado de categorías que provienen de las ciencias dela vida, del trabajo y del Ienguaje." En esos nuevos campos lascategorías cubrirían el amplio espectro de lo humano, desde losprocesos mentales y su vinculación con las conductas, hasta laproductividad expresiva que involucra su acción en el mundo. Sinembargo, más que permitir un tratamiento empírico desgajado,cada región convierte en tema de comunicación científica y sociallo que significaba para cada área la autorreferencialidad de los sis-temas psíquicos. Cabría asumir que esta suerte de territorialidadepistemológica ofrece capacidad para producir observaciones es-pecializadas sobre el entorno del sistema social. 22

21 Foucault, Las palabras, op. cit., p. 345 Ys. Con respecto a los pares categorialesfunción/norma (región psicológica), conflicto/regla (región sociológica) y signi-ficación/sistema (región simbólica), señaló: "Sin embargo, no hay que creer quecada una de estas parejas de conceptos permanece localizada en la superficie deproyección en la que pudo aparecer: la función y la norma no son conceptos psi-cológicos ni exclusivamente tales, el conflicto y la regla no tienen una aplicaciónlimitada al solo dominio sociológico; la significación y el sistema no valen única-mente para los fenómenos más o menos aparentes del lenguaje". Ibídem, p. 347.22 "La observación de los sistemas psíquicos no necesariamente implica la obser-vación de su conciencia, como en general, de una manera irreflexiva, se cree; alas observaciones que establecen esta referencia por lo común se les señala como'comprensión', pero una comprensión que se orienta por la diferencia cons-ciente/inconsciente es un caso especialmente raro y pretensioso que depende

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Pero lo que resalta es que las ciencias humanas no tienen unlugar epistemológico preciso.P Esta suerte de exclusión puede serexplicada por el hecho de que las ciencias que se desarrollan encada región epistémica tenían problemas para definir claramentesus contenidos positivos, puesto que todo intento por establecerla empiricidad de sus objetos (el hombre como ser vivo, parlante yproductivo) se reconducía irremediablemente a la naturaleza tras-cendental del sujeto (origen de toda representación). Tanto desdeel positivismo como desde el campo de la hermenéutica román-tica no habían alternativas disponibles a la distinción de base, porlo que la bipolaridad de lo empírico y lo trascendental obstaculizóla formalización de sus campos objetuales, dado su consustancialdesequilibrio cognitivo.Por tanto, si en su configuración original las ciencias humanas

no presentaban un lugar delimitado en el espacio que repartíalos atributos de las ciencias y sus logros de formalización, la pre-gunta es sobre ese factor de derivación a partir de las ciencias de lavida, el lenguaje y la producción.Toucault señala dos procesos detransporte de estas ciencias al campo de las ciencias del espíritu:el que tiene que ver con factores explicativos de orden concep-tual y el que asigna valores formales de esquematización gracias ala capacidad categorial. El segundo procedimiento de transporteadquiere una clara diferencia con respecto a los efectos que sepresentaron en términos conceptuales, cosa que es de importan-cia para los objetivos de este trabajo. El ejercicio de extrapolaciónde modelos es importante puesto que se trata de categorías queestablecen objetos de estudio, problemas de investigación así comohipótesis.Al tratarse de modelos categoriales, este segundo fenómeno

de traslado permite a las ciencias del espíritu dotarse de un factor

particularmente de una teoría". Niklas Luhmann, Sistemas sociales. Lineamientospara una teoría general, p. 271.23 Foucault, Las palabras, op. cit., p. 336-337.

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organizador de sus campos cognitivos, generando con ello las es-tructuras adecuadas para alcanzar sus propias clausuras operativas.La circularidad que se conforma a partir de los esquemas formalesestablece las bases para que la operación en que se desarrolla lainvestigación logre cualidades autorreferenciales. De esta maneralas estructuras recursivas orientan el funcionamiento auto lógiconecesario para la propia reproducción de la investigación.f Alproveer de esquemas de formalización a estas ciencias su lógicaoperativa se encuentra ya en disposición de delimitar objetos yproblemas de investigación, formular hipótesis de naturaleza sin-tética, aplicar los sistemas conceptuales necesarios y establecer loscorrespondientes procesos de falsación metódica.Se entiende su naturaleza formal como aquella capacidad para

circunscribir campos de empiricidades necesarios para las cien-cias, de ahí que sin este proceso de traslado no existiría cualidadcognitiva alguna. Al derivar las estructuras necesarias para lograrel cierre operativo se establecen las bases para que el conocimientoen estas regiones epistérnlcas sea posible sin recurrir al sujeto cog-noscente como instancia definitoria, con lo que rompe ademáscon la distinción entre lo empírico y lo trascendental. Las con-diciones formales y categoriales que las permiten son empíricos,de la misma manera que los campos objetuales instituidos. Lacuestión puede enfocarse desde el problema de la atribución, me-canismo que encuadra las posibilidades de selección del sistemaa partir del medium sentido. Al constituir las selecciones obser-vadas, el sistema está en disponibilidad para orientarlas en lasdiferentes dimensiones de sentido posibles." En cuanto al caso de

24 Alfonso Mendiola, "La inestabilidad de lo real en la ciencia de la historia:¿argumentativa y/o narrativa?", p. 116.25 Las generalizaciones que se producen en el medium sentido deben ser objetode diferenciación por parte del sistema. Esto da pie a una diferenciación quepermite postular posibilidades de tratamiento en tres grandes dimensiones: laobjetiva o material, la social y, finalmente, la temporal. Niklas Luhmann y Ra-ffaele de Georgi, Teoría de la sociedad, p. 440 y s.

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la historia, su cierre operativo alienta la dimensión material quepermite distinguir entre el lado interno y el externo del sistemamismo, además de procesarlas desde una atribución realizada porla propia ciencia como horizontes determinados.La atribución, ya sea del lado interno ya del externo, se pre-

senta como un manejo de posibilidades que descansan en elconjunto de sus propias operaciones. Como están inscritas en unaregularidad que a su vez puede repetirse constantemente, esto dapie a la emergencia de una red condensada de recurrencias. Así,obliga a la articulación de horizontes de ocurrencia de eventos-dimensión temporal- sólo posibles de ser considerados desdela diferencia pasado/foturo. Con esta dimensión se inscriben lasoperaciones recurrentes en un marco temporal que identifica loseventos entre un antes y un después, extrapolando dicha dimen-sión a la identificación de eventos en el exterior del sistema." Así,la dimensión social señala que las atribuciones están cumplidascomo autorreferencia del sistema ciencia en todos los actos dela comunicación porque Ego puede atribuir a Alter una selecciónparticular, ya sea como vivencia o como acción Y Por tanto, yaen el siglo XIX la historia presenta una disposición operativa quepuede distinguir entre acción y vivencia, y estas diferencias sonatribuciones seleccionadas por un sistema observador.Desde las prescripciones historicistas y positivistas que an-

claban las reflexiones epistemológicas en ese momento deemergencia de la historia, las atribuciones hacia el entorno(vivencias o experiencias) determinaron un horizonte caracterís-ticamente heterorreferencial. Pero dicha atribución se realiza, enel panorama decimonónico, de manera totalmente autorreferen-cial. Las atribuciones realizadas dependían de los dos procesos detransferencia que, para todos los efectos prácticos, vinculan ya a lahistoria de manera transversal con otras formas de saber, situación

26 Luhmann, La ciencia, op. cit., p. 80 Y S.27 Luhmann, Sistemas sociales., op. cit., p. 99.

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que no dejará de profundizarse posteriormente. Este reconoci-miento fue posible en pleno siglo XX por medio de la cerraduracognitiva, misma que alienta la observación de las observacionesreguladas metódicamente. Pero ya la situación de la historia enpleno siglo XIX muestra que su fundación moderna se produceen el momento en que alcanza su clausura operativa, estable-ciendo las condiciones autónomas de sus procesos internos.

IV. TRANSPORTE CATEGORIAL, DIFERENCIACIÓN COGNITIVA

Y TRANSVERSALIDAD

Dos cosas importan resaltar en este punto. Primero: es en lasdistancias entre estos campos de formalización donde la historiaencuentra su espacio de constitución, por lo que su situación cog-nitiva originaria es la compartición de esos diferentes esfuerzosde categorización objetual. Lo que significa que la transversali-dad de la disciplina histórica pluraliza desde el principio sus es-fuerzos de investigación e imprime una dinámica singular a losresultados que puede aportar. La definición de la historia comociencia humana, pero también la conformación de la psicología, lasociología y las ciencias del lenguaje, no podía sostenerse por mu-cho tiempo. Al disolverse el hombre como campo objetual, estasciencias derivadas de las de la vida, el trabajo y el lenguaje mues-tran ya los rasgos característicos de toda racionalidad operativa. 28No quiere decir esto que en su ordenamiento originario fun-

cionaran precisamente como ciencias humanas, puesto que suscondiciones históricas de emergencia las ofrece como productossociales, esto es, como ámbitos de "elaboración autónoma delconocimienro'i.P Las propias categorías involucradas no tienenrelación alguna con el hombre y sus condiciones básicas de ex-

28 Foucaulr, Las palabras, op. cit., p. 347.29 NikIas Luhmann, La ciencia, op. cit., p. 234.

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periencia, pues aluden ellas mismas al orden de un sistema socialdiferenciado funcionalmente. La noción de ciencias humanas odel espíritu se autoriza sólo porque previamente se ha tendidoa ontologizar esos términos y la forma de conceptualizacióncorrespondiente. Pero la autonomía y clausura recursiva de lasoperaciones que permite dicho orden social son formas que ex-presan el tendencial aumento de complejidad y de su relativoincremento de inseguridad.Ha pasado ya el tiempo en que el conocimiento científico

se veía como una instancia de producción de certezas. El co-nocimiento científico implica, por ese tendencial aumento decomplejidad, un modo particular de compensar el agudizadoentorno de inseguridad en el que tienen lugar la obtención y elmanejo de las informaciones generadas. Esto requiere condicio-nes especiales derivadas de la capacidad de "autodisciplina"; engeneral, la lógica circular es la que permite establecer un ejerci-cio de control sobre las operaciones.t" Como ya se mencionó, lahistoria presenta una peculiar circularidad, donde los fenómenoscircunscritos como campos de estudio están presentes en sus con-diciones sociales de posibilidad. La competencia categorial señalaque las duplas aludidas por Foucault no son sino expresión de losprocesos de diferenciación que, en términos de evolución social,han permitido su aparición como racionalidades formales."

30 "En la medida en que en este sentido la ciencia se constituye y construyesu propia complejidad, la obtención y elaboración de información debe ajus-tarse, pasando de la obediencia a la autodisciplina. El sistema sólo puede operarcuando opera como un sistema estructuralmente determinado. Lo que se ela-bora depende de las distinciones que el sistema ponga a la disposición para suspropias operaciones. Y cuáles sean esas distinciones depende a su vez de losresultados de las operaciones previstas." Ibídem, p. 235.31 La duplas categorialesfunción/norma, conflicto/regla y, finalmente, significación/sistema, se corresponden con la región psicológica la primera, con la región so-ciológica la segunda y con la región simbólica la última. Michel Foucault, Laspalabras y las cosas, pp. 346-347.

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Una de las consecuencias más notoria de estas determinacionesconsiste en que tanto el aumento de complejidad como el de in-seguridad manifiestan una creciente diferenciación interna de lasciencias y la necesidad de contar con distinciones adicionales, loque permitiría explicar la expansión de esas formas de saber y laaparición de nuevas disciplinas. Estas últimas no se quedan porsupuesto en el espectro de saberes aludidos (psicología, sociolo-gía, filología), sino que llegan a cubrir el diversificado panoramaactual de las ciencias sociales. Los entrecruzamientos categoria-les son señales de que está en operación un código binario que,al excluir terceras posibilidades, obliga tanto a la intensificaciónde las diferenciaciones como a las adiciones en las diferenciasestablecidas.Todo ello está en relación directa con las categorías utilizadas,

con la posibilidad de su rejuego o de su propia descomposi-ción y, por supuesto, con la ulterior reconformación de otrasdistinciones.F Si el conjunto de las ciencias del espíritu y de sureconformación posterior como ciencias sociales suponen estedoble proceso de diversificación y de la adición de nuevas distin-ciones, la ciencia histórica reproduce en su interior -en el nivelde su cerradura operativa- tanto el incremento de diferenciacióncomo el de la correlativa adición de distinciones. La situación dedispersión en cuanto a modelos y métodos utilizados es un efectodirecto de su disposición epistémica, definible prácticamentecomo un espacio vectorial, donde las líneas de fuerza conectan enperpendicular con campos categoriales de otras disciplinas, per-mitiendo que las operaciones resultantes puedan ser consideradascomo proyecciones ortogonales. Así puede entenderse su condi-ción de transversalidad.Si desde su origen la dispersión paradigmática opera como

espacio vectorial, entonces tanto el incremento de diferencia-ciones (campos categoriales) como el aumento de distinciones

52 Niklas Luhrnann, La ciencia, op. cit., p. 235

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manejables (modelos y métodos), muestran a la historia comouna ciencia paradójica: no presenta un campo objetual unitarioresultado de sus propias operaciones categoriales y de delimita-ciones de objetos de estudio, ni tampoco de una programaciónen cuanto a métodos y modelos de tratamiento empírico. Es unaciencia transdisciplinaria, y esto, que es su rasgo más significa-tivo socialmente, impide una proyección operativa unitaria, losejercicios de descripción teórica atenidos a un exclusivo núcleometódico, pero también el intento de fundamentación a partir deun invariable campo disciplinario.Es por ese carácter transdisciplinario que las descripcio-

nes teóricas y los ejercicios de fundamentación deben partir delo que antes consideraban un efecto superficial necesario de seresquivado: la historia como un complejo operativo que, parareproducirse autorreferencialmente, debe ampliarse de maneracontinua." Esto muestra la importancia que tiene el aumentoen las diferenciaciones y en las distinciones manejables que lesson pertinentes, puesto que en la actualidad la recursividad re-sultante es convertida en potencial autorreflexivo para la propiareproducción operativa. Esto sería un proceso de reentrada de lasdiferenciaciones y distinciones operantes en la investigación so-cial, es decir, que han sido sometidas a un proceso de reentradaen el interior de esas disciplinas. Pero además, supone en cuanto

33 Perspectiva que está implícita en la propuesta de Michel de Certeau. El his-toriador se dedica, en sus propias palabras, "a demostrar la relación entre losproductos y los lugares de producción". Esta circularidad entre lugares y losproductos cuestiona el enfoque previo: no puede de ninguna manera satisfacerlos requerimientos autorreftrenciales que son cruciales para entender la operaciónhistoriográfica. De Certeau, La escritura de la historia, op. cit., p. 67. La coinci-dencia con Luhmann es altamente productiva. Así, las ciencias tienen por objeto"sistemas estructuralmente determinados", distinguibles y tratables sólo porquela distinción que operativamente se introduce se atiene "a las especificacionesestructurales que determinan un sistema". No sólo la validez científica se planteacircularmente (la ciencia establece aquello que es válido para la ciencia misma),sino que incluso "la ciencia misma es tan sólo uno de los objetos de estudio dela ciencia". Luhmann, La ciencia, op. cit., p. 201.

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al nivel autorreílexivo requerido, la instauración de ese procesode circularidad que debe ahora reproducirse como investigaciónhistórica.Si lo anterior se refiere a los estilos de análisis permitidos

por el ejercicio de traslado ya descrito, los dos juegos de parescategoriales -disociados de su perfil previo en cada campo epis-témico- definen también toda la problemática de los contenidosinvolucrados en relación con el papel de la represenración.t? Lasdos triadas categoriales señaladas -fonción, conflicto y significación,por una parte, y normas, reglas y sistemas por la otra- instauranuna ruptura dentro de todos aquellos contenidos que pueden serreferidos a la conciencia del hombre para dar cuenta del mundosocial, de las comunicaciones efectivas que conforman lo culturaly de los fenómenos psíquicos o mentales. Desde el punto de vistade las normas, de las reglas y los sistemas, las representaciones ins-tauradas no son susceptibles de ser explicadas desde la concienciadel hombre.Así, tanto si se trata del hombre como ente social, del individuo

y su lenguaje en permanente oscilación y, finalmente, del hombreremitido a un yo psíquico que se corresponde con su estatuto deentidad viviente, se fragmenta la pretendida unidad esencial. Poreso la triada funcián, conflicto y significación tiene por objetivo res-taurar constantemente en cada ámbito la conciencia del hombrecomo pretendido elemento de unificación. En sentido inverso aeste papel, tanto las reglas, como las normas y los sistemas se desligande la problemática de la representación y de la conciencia, pues re-

34 Foucault señala que las duplas categoriales tienden a descomponerse en dostipos de series que rompen con su disposición originaria. Así, una serie conectalas categorías de fonción/conflicto/significación, mientras la otra lo hace con lascategorías de norma/regla/sistema. Estas dos series definen los estilos cognitivos,donde la primera serie refiere a un tipo de análisis a partir de la continuidad,frente a la discontinuidad de la segunda. Pero también establecen los conteni-dos prescritos, donde la primera serie relaciona todo fenómeno a la conciencia,mientras la segunda los tematiza desde sus cualidades de inconsciente formal.Foucault, Las palabras, op. cit., pp. 348-349.

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mi ten a fenómenos que escapan a toda posibilidad de control porparte del hombre. El resultado es el establecimiento de nuevas dis-posiciones epistémicas e interrelaciones que desdibujan aquellasatribuciones que el siglo XIX ponderó para las ciencias humanas.Su propia historicidad hace manifiesta una gran variabilidad

en cuanto a formas de investigación y en cuanto a temáticas, perotambién es visible dicha situación si observamos los aspectos teó-ricos que orientan sus marcos generales de referencia. Tanto enuno como en otro nivel, su desarrollo histórico no se ha presen-tado como el paulatino perfeccionamiento de un cuerpo unitarioque encontraría expresión en una sola vertiente teórico-metodo-lógica. Esta situación de dispersión es la que permite observarcon un mayor potencial de riqueza analítica esa condición deemergencia social de su orden cognitivo. Esto resulta crucial sitomamos en cuenta que las descripciones convencionales partíande una unidad disciplinaria posible de ser presupuesta pero nuncacomprobada. En un sentido contrario a estos intentos que tiendena desbistorizar al saber histórico, es la transversalidad y su procesode diferenciación interna la que le da rango de acontecimiento ala propia disciplina, situación que está en relación directa con laevolución del sistema social.La noción orden emergente es sólo aplicable a una sociedad

funcionalmente diferenciada, pues los órdenes jerárquicos o losestratificados limitan los procesos mismos de diferenciación. Peroel propio contenido semántico de esta noción expresa de maneradirecta el fenómeno de contingencia típico de las sociedades tar-domodernas y se contrapone tanto a una proyección metafísicacomo a la imposibilidad de estabilizar expectativas enfáticas alestilo teleológico.P Como la contingencia niega todo reino denecesidad metafísica y también la certidumbre sobre las finalida-des de la historia, conlleva la condición misma de acontecimientopero ahora en el plano del saber histórico mismo. El concepto

35 Aldo Mascareño, "Contingencia como unidad de la diferencia moderna", p. 70.

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de acontecimiento sirve también para indicar la condición inne-gablemente temporal del conjunto de elementos que conformanun sistema que requiere del medium sentido para delimitar lasposibilidades de selección.

V. ORDEN SOCIAL EMERGENTE Y OPERACIÓN SISTÉMICA:

ACONTECIMIENTO y ESTRUCTURA

Esto supone pasar al problema de la historia como una cienciade los acontecimientos en el nivel de su orden interno. Aquí laoposición convencional entre acontecimiento y estructura pierdetoda plausibilidad pues una teoría sistémica exige ahora su corn-plementariedad. La posibilidad de autopoiesis de los sistemas,incluidos los subsistemas científicos, tiene que responder de ma-nera continua a elementos que desaparecen en cuanto surgen.Pero el simple hecho de la ocurrencia del acontecimiento, insti-tuye ya esa dimensión temporal entre un antes y un después, por loque impacta el pasado y el futuro, además del presente en su con-dición de evanescencia." A pesar de esta condición de inmediatezdel acontecimiento, su importancia no puede limitarse al simplehecho de su ocurrencia. De manera que la relación acontecimiento/estructura rearticula constantemente esa diferencia temporal -unantes y un después- y le permite al sistema social plantearse otrasposibilidades. Al ser un imprevisto, el acontecimiento hace posiblela diferencia temporal con los acontecimientos siguientes -perotambién con respecto a los pasados.

36 "El acontecimiento prefiere desaparecer. Por otra parte, cada acontecimientocambia totalmente el pasado, el futuro y el presente -por el sólo hecho de otor-gar la calidad de presente al siguiente acontecimiento y convertirse para éste (esdecir, para su futuro) en pasado. Por medio de este traslado mínimo puede cam-biar también el punto de vista relevante que estructura y limita los horizontes delpasado y del futuro. Cada acontecimiento realiza en este sentido una modifica-ción total del tiempo". Luhmann, Sistemas sociales, op. cit., p. 292.

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De esta manera, la discontinuidad que se presenta en el sen-tido de diferencia temporal debe ser convertida en continuidadestructural por el sistema, es decir, en una unidad de las opera-ciones realizadas que requieren de tiempo para llevarse a cabo yenlazarse, y cuyos elementos son el continuo de acontecimientosregistrados. El imprevisto del acontecimiento o de la cadena deacontecimientos temporalmente desplegada -la libertad comoposibilidad y la novedad como singularidad instituida, segúnafirma Luhmann- deben ser reguladas en el nivel de la estructu-ra." Habrá que recordar que la noción de estructura en la teoríade los sistemas sociales refiere a la capacidad de seleccionar y enla-zar los elementos de un sistema con el fin de permitir la operacióndel sistema en su conjunto. Manifiesta las condiciones de un sis-tema para su reproducción autopoiética a partir de elementos quetienen una muy breve permanencia temporal o que simplementeno duran.La estructura selecciona aquellos elementos básicos y define las

posibilidades de enlazarlos para producir los siguientes elementosbásicos." ¿Qué son estos elementos básicos? Comunicaciones, sise trata del sistema social; pensamientos, cuando la referencia esel sistema psíquico. Pareciera a primera vista que el imprevisto yla carga de incertidumbre que conllevan estos elementos obligaa tratarlos como instancias totalmente contrarias al control y ala regulación estructural. Pero es a la inversa: la condición de lacontinuidad estructural está precisamente en el imprevisto y la in-certidumbre, nunca eliminables pero sí manejables bajo los es-tándares sistémicos de la selección y el enlace. Si bien hay unaprimera selección de elementos básicos, en realidad el sistematiene cualidades autopoiéticas cuando una segunda seleccióntiende a reproducir los elementos, finalmente acontecimientos

37 "Esta libertad adquirida se paga con la formación de estructura, porque se haceentonces necesario regular la reproducción de los acontecimientos por medio deacontecimientos". Idem.38 Luhmann, La ciencia, op. cit., p. 98.

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comunicativos, enlazados bajo criterios del propio sistema. Y larepetición operativa de la secuencia permite la condensación deestructuras con el fin de preservar la continua operación en suconjunto.V

Así que el traslado de modelos categoriales y programas teó-ricos y metodológicos de la psicología, la sociología y la filología,instaura el saber histórico como una estructura que logra con-densarse a partir de su capacidad para producir acontecimientosa partir de otros acontecimientos. La recurrencia de este funcio-namiento autopoiético se centra en una primera selección deaquellas comunicaciones que provienen de esas otras disciplinaspara que, ya en la segunda selección, la recursividad se sostengasólo en las operaciones condensadas de cada rama de investiga-ción histórica (historia de las ideas, historia social, historia delas mentalidades, etcétera). Es en este segundo plano donde lascomunicaciones psicológicas, sociológicas o filológicas se recon-vierten en comunicaciones historiográficas. Este proceso no esel resultado al que llega la tradición previa. El proceso descritopor Foucault desmiente esta visión continuista al mostrar que laemergencia de ese orden epistémico que posibilita a la historia fueun acontecimiento imprevisto y una novedad si se compara conel panorama previo (siglos XVII y XVIII).Ésta es una posible significación de la aserción previamente

formulada de que la ciencia de la historia, un saber particularsobre el mundo de los acontecimientos, es al mismo tiempo unacontecimiento histórico. Pero como ciencia de los aconteci-mientos, la recursividad de las observaciones no se produce enuna sola forma operativa, sino en modalidades historiográficas o,como señaló Hegel, en una clase de géneros que pueden ser con-siderados históricos. En ambos sentidos la historia muestra unagran diversidad interna. Es entonces que la propuesta explicativa

39 Giancarlo Corsi, Elena Esposito y Claudio Baraldi, Glosario sobre la teoríasocial de Niklas Luhmann, p. 73.

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que se ha ido derivando del análisis de Michel Foucault alcanzaplausibilidad. Lo que se ha mostrado es que un índice de discon-tinuidad le es intrínseco a la historia de la disciplina desde el sigloXIX, Índice que no sólo gobierna su despliegue externo a lo largode este periodo, sino que le es un factor interno a su constituciónepistemológica. Digamos que una aguda asimetría alcanza a losprocesos cognitivos que circulan en su interior.De tal forma, son igualmente discontinuas entre sí las diversas

modalidades de investigación -por ejemplo, la historia econó-mica frente a la historia política-, de donde se siguen importantesconsecuencias de orden práctico. Este doble estatuto le viene deltipo de relaciones que ha entablado con las ciencias humanas ycon las diversas formas de investigación social en términos detransversalidad. Las primeras, para la segunda mitad del siglo XIX;las segundas, para la segunda mitad del siglo xx. Esta doble dife-renciación supone un incremento de complejidad derivado de laprevia reducción que supuso el traslado de modelos de las cienciashumanas y que se establecieron como observaciones recurrentes.Si la evolución social alcanzó altos niveles de complejidad en suspropios procesos de diferenciación -una irreductibilidad de lasrelaciones interactuantes entre sus subsistemas-, esto se debe auna exigencia del sistema para procesar operaciones que requierende tiempo en su realización."La noción orden emergente presupone un alto estado de com-

plejidad del sistema. Esto supone que no es posible abarcar todaslas relaciones en la amplia red de elementos, por lo que se requie-re la conformación de subsistemas. Cada uno de ellos -por ejem-plo, los subsistemas que operan en el medium sentido- organizanestructuralmente las selecciones y los enlaces entre los elementosdel subsistema, por lo que logran estabilizar hasta cierto punto ex-

40 "La diferenciación sistémica es, de hecho, una técnica estructural para resolverlos problemas temporales (es decir: de consumo de tiempo) de los sistemas com-plejos situados en entornos complejos". Luhmann, Complejidad y modernidad,op. cit., p. 72.

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pectativas parciales del sistema global. Diferenciación, por tanto,es "una reproducción, dentro de un sistema, de la diferencia entreun sistema y su entorno" _4J Puede decirse, siguiendo la aserciónanterior, que la diferenciación se reproduce dentro de los sistemasdel sistema global, reintroduciendo la distinción con el entornoen cada forma especializada de esa reproducción.Al incrementar la capacidad de selectividad se incrementan

a su vez los índices de contingencia, de ahí la necesidad de con-tar con estructuras disipativas de acuerdo con la propuesta deIlya Prigogine. Esta expresión busca explicar los sistemas aleja-dos del equilibrio pero que existen siempre de manera conjuntacon un entorno. Con dichas estructuras se introducen equilibriosestacionarios que se complementan con el carácter no lineal debifurcación y autoorganizativo de los sistemas complejos.V Portanto, los órdenes emergentes -estructuras disipativas- tienden avolver manejables por el sistema global los altos índices de con-tingencia, promoviendo con ello la posibilidad de estabilizarexpectativas necesarias para la autopoiesis del sistema. Es en esesentido que la historia es un orden cognitivo emergente que pre-senta propiedades propias no reducibles a otras instancias con lasque, sin embargo, guarda relaciones de acoplamiento."Las disciplinas científicas son subsistemas producto del pro-

ceso de diferenciación social por lo que repiten la distinciónsistema/entorno a partir de su propia cerradura operativa. Cadauna de ellas se convierte en entorno de las otras disciplinas. Siesta asimetría focaliza las posibilidades para el sistema global deprocesar las condiciones ambientales en que realiza Sl..S operacio-nes, cosa parecida podría aplicarse a las distinciones que señalóFoucault entre la región psicológica, la sociológica y la simbólica.

41 Ibídem, p. 73.42 Cfr. I1yaPrigogine, ¿ Tan sólo una ilusiáni: una exploración del caos al orden, p.332.4.1 Aldo Mascareño, "Medios simbólicamente generalizados y el problema de laemergencia", p. 175.

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De esta regionalización epistemológica se desprenden las discipli-nas humanas en el siglo XIX y las sociales en el :XX. Pero tantoen un caso como en el otro, las identidades disciplinarias no estánaseguradas por su relación con el entorno, si se considera éste unespacio de realidad por el que responden y desde el cual puedenderivar de manera prescriptiva objetos de investigación.No es por el camino de la regionalización ontológica que se

resuelve el problema de la regionalización epistemológica.f En ge-neral, la poco desarrollada diferenciación disciplinaria -por tanto,la limitación en cuanto al uso de distinciones- expresa un nivel deevolución del sistema social que requiere seguir sosteniendo auto-observaciones que atribuyen a la conciencia un papel central. Laciencia de la historia en el siglo XIX no estaba en disponibilidad deenfrentar directamente la circularidad que, por diversos caminos,Dilthey mismo reconoció. A fin de cuentas llegó a la considera-ción de que el conocimiento de los productos espirituales sólo eraposible desde la propia situación mundana del sujeto y no desdeuna suerte de exterioridad con respecto al mundo histórico.vLa historia como saber vendría a cumplir un apartado en el

desenvolvimiento del espíritu, por lo que su objeto -ese pro-ceso histórico en sus diferentes concreciones- sería también lacondición última de sus posibilidades cognitivas. Si la historici-dad como mundo de los acontecimientos es objeto y condiciónal mismo tiempo de la ciencia histórica, la paradoja resultanteno pudo ser sopesada con los rendimientos reflexivos del sigloXIX. Si dicha paradoja se vincula a la relación entre el sistema ysu entorno, entonces el conocimiento del hombre mismo comounidad se presenta como necesario para el sistema, puesto que

44 "Las disciplinas como la física, química, biología, psicología, y la sociologíapueden ser consideradas como entorno correspondiente de cada una de las de-más disciplinas, lo que quiere decir que no tienen capacidad de ser enlazadasunas con otras de manera automática". Luhmann, La ciencia, op. cit., p. 319.45 Dilthey, Dos escritos sobre hermenéutica: el surgimiento de la hermenéutica, op.cit., p.165 y s.

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requiere de acoplamientos estructurales con su entorno. Pero almismo tiempo dicho conocimiento es imposible debido a queesas irritaciones se producen dentro del sistema y no presentanposibilidades de transitar hacia "rendimientos de input/output"."No hay acceso a la realidad del entorno, por lo que el sistema

solventa de manera interna la falta de conocimiento por mediode observaciones que son finalmente autoobservaciones. Por esola historia, incluso bajo su autodefinición como ciencia del espí-ritu, remite constantemente a la distinción entre autorreferenciay heterorreferencia sin poder alcanzar la unidad de la distinción YYa para la segunda mitad del siglo xx y en el marco de expan-sión de las ciencias sociales, el reto consiste en medir la plausi-bilidad de una programación sistémica que explique a la cienciahistórica a partir de la autorreferencia operacional y la cerraduracognitiva. No es un reto menor pues la historia ha sido motivo dereflexión epistemológica a partir de sus rasgos menos sistémicos-por ejemplo, todos los atributos antropológicos que sustentan sudefinición como ciencia del espíritu- o por sus deficiencias expli-cativas, tal y como lo hizo la filosofía analítica en la primera mitaddel siglo xx. El punto central a considerar es que la autodescrip-ción sistémica es una necesidad que se desprende de la propiatransformación histórica de la historia, teniendo como telón defondo el marco evolutivo de las sociedades tardo modernas.

46 Niklas Luhmann, Introducción a la teoría de sistemas: lecciones publicadas porJavier Torres Naforrate, p. 273.47 "La unidad del sujeto es la paradoja de la autoobservación, o sea, la unidadde la distinción que esta última necesita. Yel despliegue de esta paradoja puedeseguir vías distintas, dependiendo de qué sea aquello de lo que el sujeto se dis-tingue para poder indicar su propia identidad [... ] El sujeto sería entonces ladistinción entre autorreferencia y heterorreferencia, que habría de ser actuali-zada en cada caso de nuevo y estaría siempre acompañada de sus otras respectivasdeterminaciones". Luhmann, Complejidad y modernidad, op. cit., pp. 220-221.

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VI. A MANERA DE CONCLUSIÓN

En un primer aspecto, la transformación de la historia a partir delsiglo XIX se cumple como cambio cognitivo. Destaca, además, queen el transcurso adquiere una funcionalidad que la acredita en elsistema social por las prestaciones que realiza. Ambos aspectos seresumen en una perspectiva de historización de la propia disci-plina histórica: así puede ser entendida esa triple oscilación de ladisciplina histórica que va de lo trascendental a lo contingente,de lo objetivo a lo antológico y, finalmente, de lo substancial a looperativo. El trabajo desarrollado hasta aquí ha buscado describirlas condiciones a partir de las cuales la historia pudo acceder asu propia cerradura operativa (siglo XIX). Pero también abordalos procesos por los cuales alcanza su clausura cognitiva graciasa las peculiares relaciones que establece con las ciencias sociales(segunda mitad del siglo xx). La triple oscilación mencionada secumple en la secuencia que va de la primera a la segunda, pero estaproblemática se configura como una base necesaria para dirimirlos problemas epistemológicos de la historia, siempre y cuando seconsidere su naturaleza operativa.1!iiI

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