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Anales de Literatura Hispanoamericana IS5N: 0210-4547 1999, 28: 373-382 El Romancero Tradicional Hispanoamericano en el umbral del siglo XXI ANA VALENCIANO Universidad Complutense de Madrid Las obras conservadas en forma manuscrita o impresa de aquellos auto- res que se vienen incluyendo en la llamada literatura hispanoamericana virreinal o colonial han sido analizadas con frecuencia desde dos tendencias criticas que, si bien pueden considerarse complementarias, obedecen a supuestos o puntos de vista condicionados por espacios culturales muy leja- nos entre sí. De un lado, la mirada de los estudiosos que se han interesado prioritaria- mente en la búsqueda de los rasgos literarios importados de la Península para señalar su influencia en los repertorios prosísticos y poéticos americanos lo que, en ocasiones, determina la «denominación de origen» de los textos al remitirnos al ámbito cultural de los conquistadores y a las etapas establecidas para las obras de autores peninsulares fechadas con anterioridad a la conse- cución de la Emancipación. En el lado opuesto se han instalado los especia- listas con tendencia a destacar los rasgos diferenciadores que apuntan a la especificidad de la literatura hispanoamericana rastreando sus señas de iden- tidad en el distanciamiento de la metrópoli. Obviamente, los críticos de una y otra tendencia han tenido acceso a unos corpora de textos previamente fija- dos por la escritura y ello justifica el continuado empeño de esos mismos eru- ditos en el descubrimiento y recuperación de nuevos testimonios que vengan a engrosar la nómina de obras conocidas hasta el día de hoy Pero, «obra literaria —escribe Rafael Lapesa— es la creación artística expresada en palabras aún cuando no se hayan escrito sino propagado de boca en boca» y, si esto es así, cabe reivindicar una mayor atención de los espe- cialistas al estudio de las manifestaciones literarias oralizadas que se produ- 373

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AnalesdeLiteratura Hispanoamericana IS5N: 0210-45471999, 28: 373-382

El RomanceroTradicionalHispanoamericanoen el umbraldelsigloXXI

ANA VALENCIANO

UniversidadComplutensedeMadrid

Las obrasconservadasen formamanuscritao impresade aquellosauto-res que se vienen incluyendoen la llamadaliteratura hispanoamericanavirreinal o colonial han sido analizadascon frecuenciadesdedos tendenciascriticas que, si bien puedenconsiderarsecomplementarias,obedecenasupuestoso puntosde vistacondicionadospor espaciosculturalesmuy leja-nos entresí.

De un lado, la miradade los estudiososquese haninteresadoprioritaria-menteenla búsquedade los rasgosliterarios importadosde la Penínsulaparaseñalarsu influenciaen los repertoriosprosísticosy poéticosamericanosloque, en ocasiones,determinala «denominaciónde origen»de los textos alremitirnos alámbito culturalde los conquistadoresy a las etapasestablecidasparalas obrasde autorespeninsularesfechadascon anterioridada la conse-cución de la Emancipación.En el lado opuestose haninstaladolos especia-listas con tendenciaa destacarlos rasgosdiferenciadoresque apuntana laespecificidadde la literaturahispanoamericanarastreandosus señasde iden-tidad en el distanciamientode la metrópoli. Obviamente,los críticos de unay otra tendenciahantenido accesoa unoscorpora de textospreviamentefija-dosporlaescrituray ello justifica elcontinuadoempeñodeesosmismoseru-ditos en el descubrimientoy recuperaciónde nuevostestimoniosque venganaengrosarla nóminade obrasconocidashastael día de hoy

Pero, «obra literaria —escribeRafael Lapesa—es la creaciónartísticaexpresadaenpalabrasaúncuandono sehayanescritosinopropagadodebocaen boca»y, si estoes así,cabereivindicar unamayor atenciónde los espe-cialistasal estudiode las manifestacionesliterarias oralizadasque se produ-

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cen y re-producenen los márgenesde la cultura letradasiempreque,comoen el casode los textos escritos,esasexpresionesno literalizadasalcancenlacalidadestéticaexigible.

El hechoes quejunto a la literaturaelaboradapor unamuy limitada éli-te de autoreshispanohablantesinicialmenteespañolesy másadelantecriolloso mestizospertenecientesa la culturaletradase recreabaen tierrasamerica-nasla otra literatura,de menorprestigioen cuantoa su reconocimientocomotal pero extraordinariamentedesarrolladasi atendemosa la modernatermi-nología de produccióny consumoo a los baremosde la denominadateoríade la recepción.En esa «otra» literaturase integraronlos romancestradicio-nalesen cuyarecreaciónno inciden las modasartísticasde cadaépocasinolas técnicasderivadasde la oralidad, vehículoque constituyesumedionatu-ral de propagacion.

Coetáneospor tanto de los textoselaboradospor los eruditosse difundíanen Hispanoamérica,tambiénen lenguacastellana,otrostextos de intrínsecosvaloresestéticosque,como los de facturaletrada,participabande lo impor-tadoal tiempo que se adaptabana la nuevasociedadquepaulatinamentelosiba asumiendocomo propios paratransmitirlos a las nuevasgeneracionesporque,frenteala acostumbradaintenciónde originalidadquepresidela ela-boraciónde unaobraliteraria deautor, en la producciónde los romancestra-dicionalessiempreexiste la claraconcienciade la preservacióny transmisiónde unaherencia.Son poemasnarrativos,nacidosen compañíadel canto,anó-nimosen cuantoa que son consideradosde propiedadcolectivapor los indi-viduos que configuranla cadenade transmisorestradicionalesque, en con-trastecon el discurso clausuradopropio de las creacionesletradas,nosofrecenun discursopoéticosusceptiblede sermodificadoenel procesode surecreación.

A fines del siglo X~ el gustopor el cantodel romancecompartidoporcortesanosy rústicosduranteel reinadodelos ReyesCatólicoshabíaadqui-rido unaenormepopularidad«entrelas gentesde baxacondicion»segúntes-timoniabael marquésde Santillanay, junto a los cuentos,villancicos,adivi-nanzas,etc., los poemasnarrativosse trasladaronal Nuevo Mundo en lamemoriade los españolesque allá fueron. Pero, al igual que le ocurrió alromancero«viejo» peninsularde los siglos XV y XVI, sólo conocidopor eleco que los poemasoralizadosdejaronen la escritura(manuscritos,pliegossueltosy romancerillosimpresosen Europa), apenassabemosdel asenta-mientoinicial del romanceroenAméricasi exceptuamoslostestimonioscro-nísticosy pocomas.

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Una vez realizadoel viaje, los génerosde tradición oral se afincaronenel nuevoespaciogeográficoy entrarona formarpartedel núcleofundacionalde la culturade la Américahispanizada,segúnreconocíaOctavioPazen unode los estudiosincluidos en La otra voz...

Los poemasy cancionestradicionalessonnuestraherenciapoé-tica másviva y pura. Es unatradiciónqueexisteentodaslas lenguasy queen la nuestraes particularmenterica. Naceconel idioma, pro-duce el Romanceroy se extiendeen el continenteamericano.

Trasdossiglos de silencio,de «vida latente»enpalabrasde don RamónMenéndezPidal, los romancesde la llamadatradiciónmoderna,conservadossecularmenteen la memoriade sus depositarios,habíancomenzadoa rea-parecer,casi simultáneamente,en Portugaly en España.Entretanto,la esca-sezde noticiasprocedentesde Hispanoaméricaponíaen entredichoel man-tenimientode esospoemasoralizadosen lospaísesya emancipados.Entradoya el siglo XX, y tras el conocidoviaje realizadopor MenéndezPidal, selogró superarla desorientacióninicial de los eruditosquienes,con el apoyode rudimentariosmanualesde encuesta,comenzarona reunir los primerostestimoniosde la sobrevivenciade la ramahispanoamericanadel romancero.El impulsoinicial de la recolecciónde los textos romancísticosamericanos,favorecidosindudapor el continuadointerésmostradopor MenéndezPidal,animóa reconocidosinvestigadorescomo Chacóny Calvo, PedroHenríquezUreñao Espinosaa participaren la recolecciónde los romancesiniciándose,desdeépocamuy temprana,la publicaciónde los repertoriosromancísticosamericanosque evidenciaronla calidady la variedadde un legadoculturalque se ha mantenidovigente hastael día de hoy segúnmuestranlas últimasinvestigacionesde campo.

Pero, constatadaesavigencia del géneroromancísticoen la memoriadesusconsignatarios,cabepreguntarseel porquéo, másconcretamente,cuál esla funcionalidadde esa poesíanarrativaoralizadade vieja raigambreen lassociedadesactualesy, en nuestrocaso, en las colectividadesamericanasmayoritariamenteiletradasy distanciadasde la cultura desarrolladaen losnúcleosurbanos.

Lo quepareceinteresara esascomunidadesqueconservanel romancerotradicional es un relato disfrazadode lenguajepoético, cuyo mensajese haido adaptandoa la ideologíade las sucesivasgeneracionesque lo han idorecibiendocomoherenciaparatransmitirloa las siguientes;el lenguajefigu-

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rativo propiode los romancesinmersosen el folklore, obviamenteentendidopor las comunidadesque los mantienen,constituyeun vehículode expresiónque remite a un conjunto de asuntosy problemasque atañena la colectivi-dad: relacionesfamiliares, diferenciasy conflictos sociales,tabúes,etc. Enconsecuencia,la reproducciónde las narracionesoralizadasse halla someti-da aun continuadoprocesode selecciónnaturalque desechalos relatosquedejande serinterpretablespor la sociedadquelos recibe.Estecaeren el olvi-do de muchosromancesviejos ha sido recientementedescritocon magistralprecisiónpor el profesorDi Stefanoen los siguientestérminos:

El interésse sitúaen un nivel másgeneraly las señasde identi-dad del texto tiendena desconectarse,o se han desconectadoya delas raíceshistóricasdel asunto.La metáforanarrativatiendea real-zar e inclusoa exasperarel nudoexistencialy conflictivo, alterandoo sustituyendolos signosdistanciadoresde unasabiduríapretéritacon los deunaexperienciacultural directay familiar.

En contrastecon la prevalenciadel elementoimprovisadorquecaracteri-za la expresiónde las manifestacionesorales de la poesíarepentizadaen laque cabríaincluir la troya cubanao la payada,la transmisiónde los roman-cestradicionalesse debateentredos fuerzascontrapuestasquepermitencom-binar la variacióno capacidadinnovadorade las distintasmanifestacionesoralesoversionesdeunmismopoemacon el mantenimientode un alto por-centaje de discursopoético que continúaapegadoal romanceen cuestión.Esteinstinto de conservación,observadoenel procesode sutransmisiónora-tizada, es lo quenosva a permitir identificar a las diversasnarracionespoé-ticas como los romancesdeDelgadina,de Gerineldo,de Lasseñasdel espo-so, etc., emitidos aquí o allá con las consiguientesalteracionesporque, enpalabrasde DiegoCatalán:

Solo debemosconsiderar«tradicionales»aquellostextosque,alsermemorizadospor sucesivasgeneracionesde transmisoresde cul-tura «tradicional»se han ido adecuandoal lenguajey a la poética(ala retórica si se prefiere) de la poesíatradicional, modificandomediantevariantes,el léxico, la sintaxis, la métrica,el lenguajefigu-rativo, la estructuranarrativay la ideología del poemaheredado.

Los romances,de rima asonante,respondenen su mayoríaal versode

dieciséissílabas(dos hemistiquioscon cesura intermedia)y muestranuna

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extraordinariacapacidadparalaeconomíanarrativa,característicaestaúltimaque delimita su amplitud. En su tendenciaa la presentacióndramáticadelrelatoacudenpreferentementeal diálogodirectoy se sirvende los comienzosin mediares comomuestranlos siguientesejemplos:

—¡QuiéndurmieracondoñaAlba una nochesintemor!—No digo unasolanoche,unanochey tambiéndos.

(Albaniña (ó) Venezuela)

—¿Dóndeva usted,caballero,dóndeva ustedpor aquí?—Voy enbuscademi esposaquehacetiempono la vi.

(La apariciónde la enamorada(j Uruguay)

—¡Francisquita,Francisquita,la del cuerpomuy sutil!Ábremelas puertas,mi alma, queyo te las mandoabrir

(BernalFrancés(1) NuevoMéxico)

—¡Gerineldo,Gerineldo,paje del rey másquerido!

dichosaseria la hembraque se acortejecontigo.

(Gerineldo(1-o) PuertoRico)

—Soldadito,vengaacá.¿DeJutiapavieneusted?¿Noha visto ami marido queen la expediciónse fue?

(Las señasdel esposo(é) Nicaragua)

Todos los textos romancisticosamericanoscompartennaturalmentesuscaracterísticasbásicasconsuscongéneresde otrasregionesfolklóricas pero,a la vez, acogenvariantesprivativas de esa tradición,derivadasdel procesode sureadaptaciónal gustode las colectividadesestablecidasal otro ladodelAtlántico que inciden tanto en la estructuraciónde los relatoscomo en ellenguajefigurativo de sudiscursopoético.Bien es cierto que esosmaticesdiferenciadoresresultanmás evidentesen e] nivel léxico o mássuperficialpor la continuadaincorporaciónde términosy expresioneslocales,referen-

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cias a la fauna y flora autóctonas,alusionesa acontecimientospuntuales,topónimos,etc.

El inventario de los romancesdocumentadoshastael día de hoy en losdistintospaísesamericanosadolecede un evidentedesequilibriorelacionado,sin duda,conla desigualatenciónprestadaala recogidade estacategoríadepoemas,connularepresentaciónde El Salvador,Paraguayo Ecuadoren con-trastecon la relativa abundanciade textos romancísticosprocedentesdeArgentina,Chile, Venezuela,México, Cuba o delas comunidadeshispanasdelos EstadosUnidos, sin que hastael momentotengamosnoticiade la sobre-vivenciade romances,realmentetradicionalizados,generadosen Hispanoa-mérica.Aunquecon repertoriosde menor amplitudque los atestiguadosenotras áreasdel romanceropan-ibérico,la ramahispanoamericanarefleja lasmismastendenciasen su distribuciónconun claropredominiode los relatosnovelescosentrelos quecabríadestacaraquellosquealudena la fidelidad dela mujercomo el recogidoen el romancedemominadoLasseñasdelesposo(é); los asuntosde adulterio o de incesto,Albaniña (o «La adúltera»en ti),

BernalFrancés(¡9, Delgadina (ti-a), etc. y las narracionesque planteancon-fictos amorososrepresentadaspor dos poemasmuy extendidosen el conjun-to de la tradición,Gerineldo(1-o) dondela diferenciade clasesincidesigni-ficativamenteen la relación de los amantesy CondeNiño (ti) (o «CondeOlmos»)dondeesarelaciónse ve dramáticamenteafectadapor la entradaenescenade la reina/madrede la jovenenamorada.

Lasnarracionespoéticasqueserefieren,directao indirectamente,aalgúnpersonajeo acontecimientohistóricosapenashan hechoactode presenciaenla tradiciónamericanasi exceptuamosel poemaintitulado ¿DóndevasAlfon-soXI]? (O~ de facturarecientey de discursopoético muy simplificadodebi-do asu ritualizacióncomocantolúdico infantil; suorigenprimario nos remi-te a una contrafactadel vetustoromancede La aparición de la enamorada

(Ú~ reproducidoen forma impresaduranteel sigloXVI y cuyadramáticahis-toria manteníasuvigencia en la tradiciónoral modernacuandosobrevinoJatrágicamuertede la reinaMercedes.Se tratade un romance,frecuentementeaprendidoen la etapaescolary bastanteconocidopor muchosexiliadosqueviajaronaHispanoaméncaa causade la GuerraCivil, del queya se ha reu-nido por encimade la centenade versionesentrecenacionesamericanasdes-de dondeparecehabercomenzadoa viajar haciael Brasil.

Como contrapuntoa la popularidadalcanzadapor el romanceanterior,latradiciónhispanoamericanaparecequererolvidar un relato claramentereferi-do ensuorigena la tempranamuertedel príncipedon Juan,único hijo varón

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de los ReyesCatólicos,atestiguadoen el pasadopor un solo texto reciente-mentelocalizado en un manuscritodel siglo XVI de la Biblioteca Real deMadridpero extraordinariamenteextendidoen la etapamodernade laque yacontamoscon centenaresde versionesque todavíaretienenalgunosdatosdecarácterhistórico. Los sucesivostransmisoresdel viejo romancelo handis-tanciadode sureferentehistóricoparaconvertirloen el paradigmadel trági-co destinode unjoven enamoradoquien, en su lechode muerte,suplica antesuspadresla protecciónde sujoven esposao amante,ajenaen cualquiercasoal clan familiar, desdichaqueevidentementeha conmovidoa los receptoresdel poema.A diferenciadel éxito alcanzadopor este relato poético en elámbitopeninsulary pesea laexcepcionaltranscendenciapolíticade un suce-so tan cercanoen el tiempoa la fechadel Descubrimiento,el romancetoda-vía intituladoMuertedelpríncipeJuanapenasha dejadorastroenunospocosversosreferidosa la situacióninicial que aparecenincluidos en cincotextosabreviados,registradosen Cubay en la RepúblicaDominicana,que rematantodos ellos con un motivo ciertamenteescurridizocon asonanciati-o quepodemosencontrarapegadoa múltiples narracionesde desenlacetrágico.

El niño estámalito, malito estáen su cama,2 cuatromédicoslo asisten de losmejoresde España.

Unosdicenquese muere, otros dicenqueno esnada,4 los más entendidosdicen quela comuniónalcanza.

—Madremía, si memuero no meentierrenen sagrado,6 entiérrenmeen campolibre dondetransiteel ganado.

En mi cabecerapongan cuatro ladrillos dorados8 y un letrero quediga: «Aquíha muertoun desgraciado;

no ha muertode calentura ni de dolor de costado,10 ha muertode mal deamores, de un dolor desesperado.

Con mayor vitalidad que los romancesde referenteespañolhistórico olegendario,quelos dereferentefrancése, incluso,que otros muchospoemasde fuerte implantaciónen las distintasáreasromancisticashanreaparecidoenHispanoaméricalos romancesde temareligioso, cristológico o mariano,refuncionalizadosa menudocomo oracionese inevitablementeafectadosensu capacidadparala variación por la fijeza de su referente.Entre los másdifundidoscabríadestacarel romancede La Virgen y el ciego (é), tambiénconsiderablementeextendidoen las diversasregionesespañolasy ya docu-mentadoen trecepaísesamericanos.Asimismo hanreaparecidoen Hispano-

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américalos romancesque hanentradoa formarpartede los repertorioscon-sideradosinfantiles comoel ya mencionadode ¿DóndevasAlfonsoXII? (O~el deMambrú (ti) que, comoel anterior,remite a un referentehistórico,DonGato (ti-o), La monjaporfuerza (é-o), etc. Finalmente,cabealudir a la pre-senciaen territorio americanodeun bastantelimitado númerode poemastra-dicionalizadosde importación lógicamentetardía por derivar del llamadoromancero«deciego» o de «pliego de cordel»de máxima popularidaden elsiglo XIX.

Comoejemplosignificativo de la importanciade la ramahispanoameri-canadel romanceropan-ibéricocabereferirsea los textosvenezolanosdeunromance«raro»quese ha dadoen llamar El maridoprisioneroo «La mujerguerrera»(é-a) asimismoconocidopor el sobrenombrede «¿Cómono can-táis la bella?»en claraalusióna un versoclave del poemareferidoa la tris-

te situación de la protagonista.Se trata en estaocasiónde un poemaquecarecede antecedentesimpresosaunquehay noticiasde la presenciade unaversión «vieja»en un cartapaciode la segundamitaddel siglo XVI y se hanencontradoreferenciasy versossueltosen algunaspiezasteatralesdel Siglode Oro. Tambiéncontamos,tanto en la tradición modernapeninsularcomoen la hispanoamericana,con textos de unacontrafacta de tema religioso-mariano (¿Cómono canttiis la bella? A lo divino) generadadesdeantiguosobreel molde del discursopoético del romanceprofano.Frentea la extra-ordinariadifusión alcanzadapor otros temasromancísticosantesmenciona-dos, el romancede El maridoprisionero sólo se halla representadoen otraszonasde la tradición pan-ibérica modernapor un corpus muy limitado demanifestacionesorales,en cierto modomarginalesal núcleocastellano,pro-cedentesdel áreasefardí,la másconservadoraen lo que concierneal man-teniiniento de los viejos repertorios,y, en menor medida,de Cataluña,dePortugaly de la región aragonesa.Esteromancecruzó en su día el océanoparainstalarseen diversos lugaresde la actual Venezuela,único país queparecehaberloretenidoen su memoriaal ofrecernosseis versionesque, enconjunto, contribuyena la mejor comprensiónde la ftibula o historia delpoema.La narración,quepresentaciertos paralelismoscon la recogidaenLasseñasdel marido, nos remiteen forma muy sintetizadaa la situaciónenque se encuentraunamujer (no necesariamentecasadaen todaslas versio-nes conocidasdel romance),entristecidapero decidida a recuperara suesposo/enamoradopreviamenteapresadoy enviadoa luchar en una guerraque no le concierne. (Reproducimosa continuaciónuna de las versionesvenezolanasde SanCristóbal [Tachira],recitadapor BenignoOntiveros,que

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fue recogidaen 1947 por Olivares Figueroa y enviadapoco despuésaMenéndezPidal)

—Señora,la bordadora, quebordasen sedanegra,2 bórdemeestecorazón, pasito,queno meduela.

Dime, ¿cómoes queno cantas bellísima costurera?4 —Cómo quieresqueyo cante si mi marido estáen guerra;

se lo llevaronlos moros presoparasustierras.6 Tengode mandarlecarta al capitánde la guerra

queme sueltenmi marido y lo mandenpa su tierra,8 pero, si no valencartas, yo cogeréla bandera

paraque los morosdigan: ¡Vaya unamujer guerrera!

La narración,ciertamentebreve,se abredramáticamentein mediares y, atravésdel diálogo directo, nos presentaa un interlocutor que pretendea unadama«bordadora»quienestáde luto segúnse infiere del indicio de la «sedanegra»que ella estábordando(vv. 1-2). El texto prosiguecon el versoclavedel romance,reflejodel abatimientode la desconsoladaesposa(y. 3), la expli-citaciónde la causadel abatimiento(vv. 4-5) y laamenazadoraadvertenciadela mujerdispuestaarescatarpor la fuerzaal marido ausente(vv. 6-9)

Lo queparecehaberinteresadoenestaocasióna losdepositariosy trans-misoresde la historiacontenidaen el romancees la ideadeque el caballerono se ha exiliado por voluntadpropiasino forzadopor las circunstanciasquepuedenvariary, de hecho,difierenen otrasactualizacionesoralesdel mismopoema.Los textos venezolanosconservanla acusacióna los «moros»rapto-res (al rey de Inglaterraenotras subtradiciones)aunqueello no resulteperti-nenteen el ámbito hispanoamericanoporqueen los romancestradicionalesperdurasiempre,comose ha dicho, unaproporcióndel discursopoéticoads-crito genéticamenteal correspondientetema.

La continuadapresenciade los romancestradicionalesen la memoriacolectivade las comunidadesestablecidasen Hispanoaméricasuponela cul-minaciónde un viaje de largo recorridoespacio-temporalcuyo punto de par-tida nosremontaal brumosopasadomedieval,a un periodoen el que la can-ción narrativao baladapan-europeaconstituíamonedacomúnen los pueblosdel viejo continente;algunasde esasbaladastraspasaronlas barreraslingtiís-ticasy penetraronensuelopeninsularparaamoldarseal diseñode los roman-ces tradicionalese integrarseen los repertorioscompartidoscon las narra-cionespoéticasde origenautóctono.

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Esos«viejos» romances,esporádicao parcialmentedocumentadosen laviejaEuropaen forma manuscritao impresa,salieronde su letargodos siglosmástarde,favorecidospor el interésdespertadoen el Romanticismopor lasmanifestacionesculturalesde arraigopopular. Los repertoriosromancísticosde vieja raigambreresurgierondiezmadosporel pasodel tiempo,perosevie-ron a lavez enriquecidosmediantela asimilacióntradicionalde nuevasnarra-ciones,de nuevasfábulascon capacidadpoéticasuficienteparaadecuarsealos cánonesestéticosderivadosdel procesode surecreaciónoral, segúnhanmostradolos corpora documentadosmodernamenteen las diversasregionesdel romanceroque se expresantanto en castellanocomo en judeo-español,catalán,portuguésy gallego.

Pero,en los últimos años,y debidoa la profundaincidenciade los cam-bios socio-económicosen la poblacióndistribuida en las áreasruralesde laantiguametrópoli,los romancestradicionalesqueen sudía viajaron a Hispa-noamérica,tratana duraspenasde seguircontribuyendoal mantenimientodelpatrimonio comúnpan-ibérico.Por ello, y dadala especial idiosincrasianoprecisamentedeseableen otros aspectosde los pobladoresde hablahispanaqueocupanel extensoespaciorural americano,prácticamenteinexploradoenlo quese refierea la recuperaciónde los romancesde la tradiciónoral moder-na, pareceinnegablequeesascomunidadesconstituyanen este final desigloel último reductoparael florecimiento de un génerocuyas raícespeninsula-resmuestranevidentessignos de agotamiento.

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