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Leyendas Mexicanas La riqueza cultural de un pueblo se manifiesta a través del conjunto de leyendas que ha ido tejiendo su gente a lo largo de la historia. Ésta colección de leyendas es parte del legado cultural de Mexicano.

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Leyendas MexicanasLa riqueza cultural de un pueblo se manifiesta a través del conjunto de leyendas que

ha ido tejiendo su gente a lo largo de la historia.

Ésta colección de leyendas es parte del legado cultural de Mexicano.

***Publicado por Mitos-Mexicanos.com

© 2012 Kindle Edition

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Tabla de Contenido

Leyenda del diluvio...............................................................................................3Leyenda de los Temblores.....................................................................................5Las orejas del conejo.............................................................................................7La Llorona...........................................................................................................11La quemada.........................................................................................................17Leyenda del Popo y el Izta..................................................................................19La niña de las iglesias..........................................................................................21¿Por qué los Conejos Tienen las Orejas Tan Largas?.........................................24La Leyenda de los Mackoceses...........................................................................27La Casa del Trueno.............................................................................................28El robo del fuego.................................................................................................31La Mujer del Candil............................................................................................35La Isla de las Muñecas........................................................................................37La Leyenda de La Estrella de México.................................................................41Aparición en la Basílica......................................................................................44El charro..............................................................................................................45La calle de la mujer herrada................................................................................48El charro y la partera...........................................................................................51Las campanas de la Basílica................................................................................52Apariciones y una mujer de negro en el Panteón de Santa Paula........................54Leyendas de las Peñas.........................................................................................55La leyenda del charro negro................................................................................57Temasclatepec, una leyenda de plata..................................................................58El Perro Prieto.....................................................................................................59La Señora de Negro.............................................................................................61La Cochina..........................................................................................................63El Sambomono....................................................................................................64La Mulata de Córdoba.........................................................................................66El cerro del Tololoche.........................................................................................70La cueva teresa....................................................................................................72Las Momias del Instituto.....................................................................................74La Virgen de Tecaxic..........................................................................................76

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Leyenda del diluvioMito mexicano que cuenta como los dioses ordenaron lluvia en castigo al mal comportamiento del hombre. Estos para conciliarse con los dioses debieron hacer algo...

Se dice que muchos, muchos años antes de la llegada de los españoles a nuestra tierra, sucedió lo que les voy a contar: Había llovido mucho en aquel año y continuaba lloviendo desde la mañana hasta la noche, sin que un rayo de sol ni de luna que iluminará los campos.

Las lindas estrellas se habían ocultado quizá para siempre, y los pájaros escondidos en sus nidos piaban tristemente, cubriendo con sus alitas empapadas a los bebés pajaritos; así, las madres cuidan de sus hijos  temblorosos de frío.

Lloraban las madres y se aterrorizaban los niños porque veían caer el cielo torrentes de agua en forma de grandes culebras que azotaban los campos, destruían los sembrados, anegaban

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las ciudades, como enormes gigantes heridos, y el hogar tolteca corría peligro. Así estaba aquel país de antepasados en los días del diluvio.

¿Por qué el cielo se mostraba tan severo con los hombres?¡Ah! Porque habían faltado a su deber, no eran trabajadores, ni adoraban a sus dioses, ni eran respetuosos con los otros hombres, sus hermanos.

Entonces los hombres pensaron hacer algo para salvar a la familia. Construyeron una gran pirámide como montaña de ladrillo y cemento especial, que llamaron Tolan Cholatan, alta, hasta el cielo, para escapar de la inundación.

Ahí elevaron un altar a Tlaloc, el dios de las lluvias, y a Quetzalcóatl, el dios del viento; y subieron a sus familias por las grandes escalinatas de piedra hasta llegar a la cumbre... el dios de las aguas, compadecido de los hombres al ver su actividad y unión en el trabajo, hizo cesar el diluvió, y la aflicción del pueblo terminó.FIN

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Leyenda de los Temblores Por estas tierras se cuenta que, un largo tiempo atrás, hubo una serpiente de colores, brillante y muy larga.

Era de cascabel y para avanzar arrastraba su cuerpo como una víbora cualquiera. Pero tenía algo que la hacía distinta a las demás: una cola de manantial, una cola de agua transparente.

Sssh sssh... la serpiente avanzaba. Sssh sssh... la serpiente de colores recorría la tierra arrastrándose. Sssh sssh... la serpiente parecía un arco iris juguetón, cuando sonaba su cola de maraca. Sssh sssh...

Dicen los abuelos que donde quiera que pasara dejaba algún bien, alguna alegría sobre la tierra.

Sssh sssh... ahí iba por montes y llanos, mojando todo lo que hallaba a su paso. Sssh sssh... ahí iba por montes y llanos, dándoles de beber a los plantíos, a los árboles y a las flores silvestres. Sssh sssh... ahí iba por el mundo, mojando todo, regando todo, dándole de beber a todo lo que encontraba a su paso.

Hubo un día en el que los hombres pelearon por primera vez. Y la serpiente desapareció. Entonces hubo sequía en la tierra.

Hubo otro día en el que los hombres dejaron de pelear. Y la serpiente volvió a aparecer. Se acabó la sequía, volvió a florecer todo. Del corazón de la tierra salieron frutos y del corazón de los hombres brotaron cantos. 

Pero todavía hubo otro día en el que los hombres armaron una discusión grande, discutieron por mucho tiempo y terminó en pelea. Esa pelea duró años y años. Fue entonces cuando la serpiente desapareció para siempre sin dejar rastro.

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Cuenta la leyenda que no desapareció, sino que se fue a vivir al fondo de la tierra y que ahí sigue. Pero, de vez en cuando, sale y se asoma. Al mover su cuerpo sacude la tierra, abre grietas y asoma la cabeza. Como ve que los hombres siguen en su pelea, sssh... ella se va. Sssh sssh... ella regresa al fondo de la tierra. Sssh sssh... ella hace temblar... ella desaparece.FIN

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Las orejas del conejoLos cuentos del conejo son populares no sólo en Estados Unidos sino también en otras partes del Nuevo  Mundo. Este animalito es un personaje astuto, travieso y alegre. Le gusta burlarse de los otros animales, grandes y pequeños, especialmente del coyote de México. Aunque es un pícaro, el conejo es generalmente el héroe de todos los cuentos. Esta leyenda es de origen maya.

Una vez, hace miles de años, el conejo tenía las orejas muy pequeñas, tan pequeñas como las orejas de un gatito. El conejo estaba contento con sus orejas, pero no con el tamaño de su cuerpo. Él quería ser grande, tan grande como el lobo o el coyote o el león. Un día cuando iba saltando por los campos, el conejo vio al león, rey de los animales, cerca del bosque.

-¡Qué grande y hermoso es!- dijo el conejo. -y yo soy tan pequeño y feo.

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El conejo estaba tan triste que se sentó debajo de un árbol y comenzó a llorar amargamente.

-¿Qué tienes, conejito? ¿Por qué lloras?- preguntó la lechuza que vivía en el árbol.

-Lloro porque quiero ser grande, muy grande- dijo el conejito.La lechuza era un ave sabia. Cerró los ojos por dos o tres minutos para pensar en el problema y luego dijo:

-Conejito, debes visitar al dios de los animales. Creo que él puede hacerte más grande.-Mil gracias, lechuza sabia. Voy a visitarlo ahora respondió el conejo. Y fue saltando hacia la colina dondevivía el dios.-Buenos días. ¿Cómo estás?- dijo el dios de los animales cuando vio al conejito.-Buenos días, señor. Estoy triste porque soy tan pequeño.Su majestad, ¿podría hacerme grande, muy grande?-¿Por qué quieres ser grande?- preguntó el dios con una sonrisa.-Si soy grande, algún día yo, en vez del león, puedo ser rey de los animales.

-Muy bien, pero primero tienes que hacer tres cosas difíciles. Entonces voy a decidir si debo hacerte más grande o no.

- ¿Qué tengo que hacer?

-Mañana tienes que traerme la piel de un cocodrilo, de un mono y de una culebra.

-Muy bien, señor. Hasta mañana.

El conejo estaba alegre. Fue saltando, saltando hacia el río. Aquí vio a su amigo, el pequeño cocodrilo.

-Amigo cocodrilo, ¿podrías prestarme tu piel elegante hasta mañana? La necesito para ...

-Para una fiesta, ¿no?- dijo el cocodrilo antes de que el conejo pudiera decir la verdad.

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-Sí, Sí- respondió rápidamente el conejo.

-¡Ay, qué gran honor para mí! Aquí la tienes.

Con la piel del cocodrilo, el conejo visitó al mono y a la culebra. Cada amigo le dio al conejo su piel para la fiesta.

Muy temprano a la mañana siguiente, el conejo fue despacio, muy despacio, con las pieles pesadas ante el dios de los animales.

-Aquí estoy con las pieles- gritó felizmente el pequeño conejo.El dios estaba sorprendido. Pensó: «¡Qué astuto es este conejito!» Pero en voz alta dijo:

-Si te hago más grande, puede ser que hagas daño a los otros animales sin quererlo. Por eso voy a hacer grandes solamente tus orejas. Así puedes oír mejor y eso es muy útil cuando tus enemigos estén cerca.

El dios tocó las pequeñas orejas del conejo y, como por arte de magia, se le hicieron más grandes. El conejo no tuvo tiempo de decir nada, ni una palabra.

-Mil gracias, buen dios. Usted es sabio y amable. Ahora estoy muy feliz- dijo el conejo. Y fue saltando, saltando por los campos con las pieles que devolvió a sus amigos con gratitud.

Al día siguiente vio al león que estaba visitando a la lechuza.La lechuza le dijo al conejo:

-Buenos días, amigo mío. Eres muy hermoso. Y para ti es mejor tener las orejas grandes que el cuerpo grande.

Con mucha dignidad, el león dijo:

-La lechuza tiene razón.

Y desde aquel día el conejo vivió muy contento con su cuerpo pequeño y sus orejas grandes.FIN

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La LloronaLeyenda prehispanica

Los cuatros sacerdotes aguardaban espectrantes.Sus ojillos vivaces iban del cielo estrellado en donde señoreaba la gran luna blanca, al espejo argentino del lago de Texcoco, en donde las bandadas de patos silenciosos bajaban en busca de los gordos ajolotes.

Después confrontaban el movimiento de las constelaciones estelares para determinar la hora, con sus profundos conocimientos de la astronomía.

De pronto estalló el grito....Era un alarido lastimoso, hiriente, sobrecogedor. Un sonido agudo como escapado de la garganta de una mujer en agonía. El grito se fue extendiendo sobre el agua, rebotando contra los montes y enroscándose en las alfardas y en los taludes de los templos, rebotó en el Gran Teocali dedicado al Dios Huitzilopochtli, que comenzara a construir Tizoc en 1481 para terminarlo Ahuizotl en 1502 si las crónicas antiguas han sido bien interpretadas y parecio quedar flotando en el maravilloso palacio del entonces Emperador Moctezuma Xocoyótzin.

-- Es Cihuacoatl! -- exclamó el más viejo de los cuatro sacerdotes que aguardaban el portento.

-- La Diosa ha salido de las aguas y bajado de la montaña para prevenirnos nuevamente --, agregó el otro interrogador de las estrellas y la noche.  Subieron al lugar más alto del templo y pudieron ver hacia el oriente una figura blanca, con el pelo peinado de tal modo que parecía llevar en la frente dos pequeños cornezuelos, arrastrando o flotando una cauda de tela tan vaporosa que jugueteaba con el fresco de la noche plenilunar.  Cuando se hubo opacado el grito y sus ecos se perdieron a lo lejos, por el rumbo del señorío de Texcocan todo quedó en silencio, sombras ominosas huyeron hacias las aguas hasta que

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el pavor fue roto por algo que los sacerdotes primero y después Fray Bernandino de Sahagún interpretaron de este modo: "...Hijos míos... amados hijos del Anáhuac, vuestra destrucción está próxima...."  Venía otra sarta de lamentos igualmente dolorosos y conmovedores, para decir, cuando ya se alejaba hacia la colina que cubría las faldas de los montes: "...A dónde iréis.... a dónde os podré llevar para que escapéis a tan funesto destino.... hijos míos, estáis a punto de perderos..."  Al oír estas palabras que más tarde comprobaron los augures, los cuatro sacerdotes estuvieron de acuerdo en que aquella fantasmal aparición que llenaba de terror a las gentes de la gran Tenochtitlán, era la misma Diosa Cihuacoatl, la deidad protectora de la raza, aquella buena madre que había heredado a los dioses para finalmentente depositar su poder y sabiduría en Tilpotoncátzin en ese tiempo poseedor de su dignidad sacerdotal.

El emperador Moctezuma Xocoyótzin se atuzó el bigote ralo que parecía escurrirle por la comisura de sus labios, se alisó con una mano la barba de pelos escasos y entrecanos y clavó sus ojillos vivaces aunque tímidos, en el viejo códice dibujado sobre la atezada superficie de amatl y que se guardaba en los archivos del imperio tal vez desde los tiempos de Itzcoatl y Tlacaelel.  El emperador Moctezuma, como todos los que no están iniciados en el conocimiento de la hierática escritura, sólo miraba con asombro los códices multicolores, hasta que los sacerdotes, después de hacer una reverencia, le interpretaron lo allí escrito.  ---Señor, -- le dijeron --, estos viejos anuales nos hablan de que la Diosa Cihuacoatl aparecerá según el sexto pronóstico de los agoreros, para anunciarnos la destrucción de vuestro imperio. Dicen aquí los sabios más sabios y más antiguos que nosotros, que hombres extraños vendrán por el Oriente y sojuzgarán a tu pueblo y a ti mismo y tú y los tuyos serán de muchos lloros y grandes penas y que tu raza desaparecerá devorada y nuestros

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dioses humillados por otros dioses más poderosos.  --- Dioses más poderosos que nuestro Dios Huitzilopochtli, y que el Gran Destructor Tezcatlipoca y que nuestros formidables dioses de la guerra y de la sangre? -- preguntó Moctezuma bajando la cabeza con temor y humildad.  --- Así lo dicen los sabios y los sacerdotes más sabios y más viejos que nosotros, señor. Por eso la Diosa Cihuacoatl vaga por el anáhuac lanzando lloros y arrastrando penas, gritando para que oigan quienes sepan oír, las desdichas que han de llegar muy pronto a vuestro Imperio.  Moctezuma guardó silencio y se quedó pensativo, hundido en su gran trono de alabastro y esmeraldas; entonces los cuatro sacerdotes volvieron a doblar los pasmosos códices y se retiraron también en silencio, para ir a depositar de nuevo en los archivos imperiales, aquello que dejaron escrito los más sabios y más viejos. Por eso desde los tiempos de Chimalpopoca, Itzcoatl, Moctezuma, Ilhuicamina, Axayácatl, Tizoc y Ahuizotl, el fantasmal augur vagaba por entre los lagos y templos del Anáhuac, pregonando lo que iba a ocurrir a la entonces raza poderosa y avasalladora.  Al llegar los españoles e iniciada la conquista, según cuentan los cronistas de la época, una mujer igualmente vestida de blanco y con las negras crines de su pelo tremolando al viento de la noche, aparecía por el Sudoeste de la Capital de la Nueva España y tomando rumbo hacia el Oriente, cruzaba calles y plazuelas como al impulso del viento, deteniéndose ante las cruces, templos y cementerios y las imágenes iluminadas por lámparas votivas en pétreas ornacinas, para lanzar ese grito lastimero que hería el alma.

-----Aaaaaaaay mis hijos.......Aaaaaaay aaaaaaay!---- El lamento se repetía tantas veces como horas tenía la noche la madrugada en que la dama de vestiduras vaporosas jugueteando al viento, se detenía en la Plaza Mayor y mirando hacia la Catedral musitaba una larga y doliente oración, para volver a levantarse, lanzar de nuevo su lamento y desaparecer sobre el lago, que entonces llegaba hasta las

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goteras de la Ciudad y cerca de la traza.  Jamás hubo valiente que osara interrogarla. Todos convinieron en que se trataba de un fantasma errabundo que penaba por un desdichado amor, bifurcando en mil historias los motivos de esta aparición que se transplantó a la época colonial.  Los románticos dijeron que era una pobre mujer engañada, otros que una amante abandonada con hijos, hubo que bordaron la consabida trama de un noble que engaña y que abandona a una hermosa mujer sin linaje.

Lo cierto es que desde entonces se le bautizó como "La llorona", debido al desgarrador lamento que lanzaba por las calles de la Capital de Nueva España y que por muchos lustros constituyó el más grande temor callejero, pues toda la gente evitaba salir de su casa y menos recorrer las penumbrosas callejas coloniales cuando ya se había dado el toque de queda.

Muchos timoratos se quedaron locos y jamás olvidaron la horrible visión de "La llorona" hombres y mujeres "se iban de las aguas" y cientos y cientos enfermaron de espanto.

Poco a poco y al paso de los años, la leyende de La Llorona, rebautizada con otros nombres, según la región en donde se aseguraba que era vista, fue tomando otras nacionalidades y su presencia se detectó en el Sur de nuestra insólita América en donde se asegura que todavía aparece fantasmal, enfundada en su traje vaporoso, lanzando al aire su terrífico alarido, vadeando ríos, cruzando arroyos, subiendo colinas y vagando por cimas y montañas.FIN

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La Calle del Niño Perdido

Época Colonial

Enrique de Verona logró gran prestigio y fortuna como escultor por las obras de arte realizadas en la catedral de Toledo, en España. Como era mucha su fama fue contratado por el virrey Don Francisco Hernández de la Cueva para realizar el altar de reyes en la catedral de México.

También en la nueva España ganó honra y dinero; Verona que en su tierra había dejado esperando a una guapa gaditana, quien todos los días iba a ver que barcos llegaban.

Se disponía a volver a España para enlazar su vida con la mujer que amaba, cuando he aquí que a la víspera de su viaje, a dar vuelta a una esquina tropezó con una dama a quien se le cayó el pañuelo. 

El joven Verona por su natural, cortesía se acercó a levantarlo y se lo entregó a la doncella, la cual se puso encendida como una amapola, fijó sus ojos castaños en los de Verona y con una voz que a éste le sonó como música le dijo con tono suave:Gracias caballero.

Fueron solo dos palabras, pero esas dos palabras, aquella mirada y la belleza de la dama, produjeron en Verona más efecto del que pudo de pronto comprender.Se quedó parado en la esquina viendo alejarse a la doncella y aquel ‘gracias caballero’ se lo repetía él mismo una y otra vez.

Hasta entonces se acordó el olvidadizo artista de todas las cosas que le faltaban arreglar para su viaje del día siguiente. De pronto le pareció una falta imperdonable no despedirse de un amigo al que nunca le había hecho el menor caso; el no dejar recomendado a un gatito que tenía, para que no le hiciera falta comida.

Lo que Verona quería era disculparse y con mil pretextos, el cambio que acabara de experimentar en su corazón; quería a toda costa demorarse y dejar esperando a la gaditana.

Pronto se conocieron Verona y Estela Fuensalida, que tal era el

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nombre de la doncella que también tuvo que dejar plantado a su prometido, un viejo platero llamado Don Tristán de Valladeres.

La gaditana se quedó espera y espera, pero Valladeres, lleno de rabia, de celos y de despecho, juró vengarse en la primera oportunidad.

Pasó un año, Estela tenía un hermoso niño y todo parecía estar en paz, hasta que una noche fría del mes de Diciembre de 1665 llegó Tristán de Valladeres sigilosamente a la casa de Estela y entró por la barda de atrás y prendió fuego a un pajar. Al momento se lanzaron llamaradas y cuando Estela y su esposo despertados aturdidos, se encontraron en medio de humo y llamas.

Todo fue confusión en la casa, los criados corrían de un lado a otro, despavoridos tratando de salvar sus vidas.

Estela cayó desmayada en la habitación y los vecinos que habían acudido, apagaban todos el fuego y salvaron a Estela. Cuando esta se repuso y ya en la calle libre de las llamas, reflexionó que se hallaba sin su esposo y sin su hijo, los dos seres más amados de su corazón, una angustia indescriptible se apoderó de ella y arrodillada en el suelo gritaba llamando a su marido.

Al momento llegó el esposo, pero sin el pequeño, entonces el dolor de ambos no tuvo límite, Estela se arrojó entre las llamas para entrar por su hijo a la casa y Verona se lo iba a impedir cuando se escuchó el llanto de un niño y vieron a un hombre que trataba de esconderlo, entonces Verona y otros se precipitaron sobre él quitándole el niño que llevaba en brazos.

El niño era el hijo de Estela y el hombre vengativo Tristán.

La gente que había visto llorar a Estela por su hijo desde entonces se llamó la calle El Niño Perdido.FIN

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La quemadaEn el siglo XVI, vivía en México un español llamado Gonzalo Espinosa de Guevara, llegado a estas tierras con fortuna y con una hija de cerca de 20 años de nombre Beatriz. 

Enorme fortuna, belleza y virtud le agenciaron a la muchacha innumerables suplicantes, que nunca lograron su amor. 

Hasta que llegó don Martín de Seópolli, noble italiano que se enamoró locamente de ella al punto de no permitir el paso de ningún caballero por la calle donde vivía Beatriz. Lo que evidentemente no les pareció justo a los demás pretendientes. Muchas veces se discutió al ritmo de las espadas, saliendo vencedor siempre el italiano. Todas las mañanas se encontraba el cuerpo herido o sin vida del osado que pretendió acercarse a la casa y ella, aunque amaba a Martín, sufría porque se derramaba tanta sangre por su culpa y también por los celos de su amado. 

Una noche en ausencia de su padre e inspirada por el martirio de Santa Lucía -que entregó lo más preciado de su rostro, sus ojos, al pretendiente que con su insistencia trataba de alejarla de la virtud-, llevó a su recámara un brasero encendido, y mientras lloraba y pedía fuerza a la Santa, hundió su rostro en el fuego, pensando que no podía permitir que don Martín siguiera matando a más inocentes, hasta que cayó sin conocimiento. 

Un fraile al escuchar su grito de dolor entró a la casa, la auxilió con remedios caseros mientras le preguntaba qué había pasado. Beatriz le explicó y dijo que esperaba que cuando don Martín viera su rostro dejaría de celarla, amarla y de matar a tantos caballeros. La reacción de don Martín al retirar el velo con el que se había cubierto la cara y mirar el hermoso rostro desfigurado fue arrodillarse y declarar su amor. Pidió su mano a Don Gonzalo y días más tarde se casó. Ella entró a la iglesia con la cara cubierta por un tupido velo blanco y después, las pocas veces que salía, siempre lo hizo con el rostro tapado. Nadie volvió a ver el hermoso rostro de Beatriz, que Don Martín, calmado en su amor propio, guardó en el pensamiento. 

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FIN

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Leyenda del Popo y el IztaPara nuestros ancestros, los antiguos mexicanos que habitaron en la cuenca lacustre del altiplano central, el culto a los poderes de la naturaleza, expresados en el aire, la lluvia y por supuesto, el fuego, gozaba de capital importancia. Sin duda, una de las mayores preocupaciones que tuvieron los mexicas, fue el mantener en constante satisfacción a su dios principal Huitzilopochtli, capturando decenas de guerreros enemigos para después sacrificarlos en lo alto del llamado Templo Mayor de Tenochtlitlan, ofrendando así su sangre o, de ser necesario, entregando su vida misma en el campo de batalla para con ello, poder acompañar al astro rey durante su trayecto del oriente al cenit, justo en el punto donde se desarrolla la máxima expresión solar del día.

Según las antiguas tradiciones indígenas que fueron rescatadas en los textos de los frailes y religiosos del siglo XVI, podemos advertir una hermosa leyenda de amor entre dos jóvenes mexicas, personificados como el Popo y el Izta, quienes fueron inmortalizados en la imagen de los enormes volcanes.

En algún tiempo, un joven guerrero mexica se enamoró de una doncella a la cual juró su amor por la eternidad. Como todo buen hombre de su época, el valiente guerrero Popocatépetl tuvo que partir al campo de batalla; a su regreso, al intentar reencontrarse con su amada, se encontró con que ésta, había muerto trágicamente; al enterarse, prefirió entregarse a su sufrimiento y obedeciendo a su juramento, decidió acompañarla por el resto de la vida.

Con el paso de los años, pero sobre todo, con el paso continuo del tiempo, ambos jóvenes fueron cubiertos por las formaciones y los caprichos que la madre tierra crea sobre la faz de la tierra. Fue de esta manera que la joven pareja quedo formalmente unida bajo la tutela de los dioses. Y ahora ellos, uno cerca del otro, como eternos enamorados, se cortejan conformando el marco perfecto para coronar a la gran ciudad de México...FIN

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La niña de las iglesiasSiendo una noche como todas, pero en especial, ésta era una noche un poco más fría, más obscura, cerca de la 1 de la madrugada, un taxista regresaba a su casa después de todo un día de arduo trabajo, en la calle ya no había ni alma de gente, pero al pasar frente al cementerio general de la ciudad se percató que una chica le hacía la parada, éste se siguió pensando que ya estaba muy cansado y que era muy tarde para hacer otra dejada.

Sin embargo reflexionó y pensando en su sobrina de 17 años que fue violada y asesinada 3 años atrás, dijo, "pobre chica, no la puedo dejar ahí expuesta a no se qué miserable".

Retrocedió su taxi y llegó hasta ella, tenía aproximadamente entre 18 - 19 años. Al contemplar su rostro, el taxista sintió un frío intenso y cierto sobresalto, al que no le dio importancia, pues la niña era dueña de un rostro angelical, inspiraba pureza, de piel blanca, muy blanca, cabello sumamente largo, era delgada, facciones finas, con unos ojos grandes, azules, pero infinitamente tristes, tenía un vestido blanco, de encaje, y en su cuello colgaba un relicario bellísimo de oro, que se veía de época.

El taxista acongojado le preguntó adónde la dejaba, y le dijo que quería que la llevara a visitar 7 iglesias de la ciudad, las que él quisiera, su voz era suave, muy triste, pero dejaba notar un timbre muy extraño, que le dejó una sensación de miedo y misterio.

Para no hacerla larga, el taxista la llevó a cada una de las siete iglesias sin replicar, en cada una pasaba cerca de 3 minutos y salía con una expresión de serenidad, de tranquilidad, pero sin abandonar de sus ojos esa mirada de infinita tristeza.

Al final del paseo, ella le pidió un favor. "Discúlpeme si he abusado mucho de su bondad, mi nombre es Alicia, no tengo dinero para pagarle ahora, sin embargo le dejaré éste relicario, y ¿podría hacerme un último favor? Vaya a la colonia Jazmines # 245, ahí vive mi padre, entréguele mi relicario y pídale que le

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pague su servicio, ah, y dígale que lo quiero y que no se olvide de mí. Déjeme donde me recogió por favor."

El taxista se sintió como en un trance, en donde actuaba automáticamente a la petición de la chica, y la dejó ahí, frente al cementerio. El hombre se fue a su casa, se sentía mareado, le dolía intensamente la cabeza, y su cuerpo le ardía por la fiebre que empezaba a tener, su esposa lo atendió de ese repentino mal, duró así casi 3 días.

Cuando al fin pudo reaccionar y se sintió mejor, recordó su última noche en el taxi, recordó a la niña angelical de las iglesias, y recordó su última petición, que le hizo sentir un escalofrío intenso que hizo que se cimbrara de pies a cabeza, aunque él no comprendía nada, pensó "que raro fue todo, seguro se fue de su casa, o tiene problemas, pero, ¿por qué en el cementerio? ¿quién era?, ¡¡El relicario!!", sí ahí estaba, sobre su mesita de cama, el relicario de Alicia, que ahora tenía restos de tierra.

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Se paró como un resorte, tomó su taxi y fue a la dirección que le diera la chica, pero no con la intención de cobrar, sino de descubrir, conocer, aclarar la verdad detrás de ese misterio que le inquietaba, que le estremecía, que no quería ni pensar.

Tocó, era una casa grande, estilo colonial, vieja, entonces abrió un hombre, de edad avanzada, alto, de aspecto extranjero, con unos ojos, si los ojos de Alicia, así de tristes. El taxista le dijo "Disculpe señor, vengo de parte de su hija Alicia, ella solicitó mis servicios, me pidió que la llevara a visitar siete iglesias, así lo hice y me dejó su relicario como penda para que usted me pagara". El hombre al ver la joya rompió en llanto incontrolable, hizo pasar al taxista y le mostró un retrato, el de Alicia, idéntica a la de hace 3 noches.

¿Es ella mi Alicia?, le dijo el hombre, "Sí ella, con ese mismo vestido".

"No puede ser, hace tres noches cumplió 7 años de muerta, murió en un accidente automovilístico, y este relicario que le dio fue enterrado con ella, y ese mismo vestido, su favorito... hija, perdón, debí hacerte una misa, debí haberme acordado de ti, debí...."El hombre lloró como un niño, lloró y lloró, el taxista estaba pálido, pasmado de la impresión,"había convivido con una muerta" eso lo explicaba todo.

Volviendo de su estupor, le dijo al padre de Alicia, "señor, yo la vi, yo hablé y conviví con ella, me dijo que lo amaba, que lo amaba mucho, y que no se volviera a olvidar de ella, creo que eso le dolió mucho".  Se dice que el padre de Alicia recompensó al taxista, le regaló toda una flotilla de taxis para que iniciara un negocio, todo en agradecimiento por haber ayudado a su niña adorada a visitar las iglesias en su aniversario fúnebre.FIN

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¿Por qué los Conejos Tienen las Orejas Tan Largas?Voy a contarles alo que sucedió hace ya mucho, mucho tiempo, cuando las orejas de los conejos no eran tan largas como las que ahora tienen.

Una tarde, un conejo comía granos en un campo de trigo. Iba distraído, sin ocuparse de otra cosa que no fuera masticar  y masticar lo más rápidamente posible, cuando oyó que dos ratas platicaban en voz baja.

Una decía:− ¡Qué buena suerte tengo! He encontrado una cueva llena de trigo, de un trigo grande, dorado, como si lo hubieran escogido para que yo lo encontrara.

− Pues sí que es buena suerte, porque los conejos escogen lo mejor del trigo para comérselo y para llevarlo a sus bodegas.− comentaba la otra rata.

El conejo oyó parte de la conversación, y especialmente lo que decían de los conejos, y como era muy curioso y quería enterarse de todo, fue acercándose al lugar donde estaban las ratas y se escondió detrás de una cerca.

− Lo que no quiero es que los conejos sepan que he encontrado esa cueva tan bien abastecida, porque en un momento cargan con el trigo y me dejan sin qué comer en el invierno.

− No es por curiosidad, comadrita, pero ¿dónde está la cueva? No tenga desconfianza; si se lo pregunto es sólo para ayudarle a cuidar el tesoro.

La otra rata empezaba ya a decirle a la comadre dónde estaba la cueva, cuando el conejo, para oír mejor, estiró la cabeza por encima de la cerca y las orejas empezaron a crecerle tan rápidamente, que por más que se las detenía, iban crece y crece para arriba; le crecieron tanto que las ratas, cuando se dieron cuenta de aquellas orejas tan grandes, se echaron a correr, asustadísimas, dejando la platica para otra ocasión.

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Y desde entonces los conejos tienen las orejas tan largas, tan largas como las de aquel conejo curioso.FIN

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Leyenda de la Venus Mexicana, Tlazolteotl

Un hombre llamado Jappán quería llegar a ser el favorito de los dioses; abandono a su familia y todos sus bienes, y comenzó su vida de ermitaño en el desierto. Una vez allí, permaneció día y noche entregado a la devoción.

Los dioses quisieron poner a prueba su virtud y ordenaron al demonio Yaotl –el enemigo- que lo tentara y lo castigara si se rendía. Yaotl le ofreció las criaturas mas hermosas para hacerlo bajar de la alta roca donde se había instalado, pero todo fue en vano. La diosa Tlazolteaotl, interesada en aquel juego, se presento ante Jappán, que al ver su hermosura quedo turbado, y le dijo:-Hermano Jappán, maravillada de tu virtud y conmovida por tus sufrimientos, quiero reconfortarte. ¿Como puedo llegar hasta ti para hablarte mas cómodamente?

El ermitaño, sin darse cuenta de la trampa que le tendía, bajo de su roca y ayudo a la diosa a subir a ella. Al hacerlo, la virtud de Jappán cayó y enseguida llego Yaotl –y a pesar de todas sus suplicas- le corto la cabeza.

Los dioses lo transformaron en escorpión y avergonzado se escondió bajo la piedra. Luego Yaotl fue a buscar a la mujer de Jappán, Tlahuizin –la inflamada- y la llevo junto a la piedra donde estaba escondido su marido, le contó lo que había pasado y también le corto la cabeza. 

Uniéndose a su marido bajo la roca, dieron nacimiento a escorpiones de diferentes colores. Los dioses consideraron que Yaotl se había excedido en su misión y lo transformaron en saltamontes.FIN

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La Leyenda de los MackocesesLos masckoseces fueron unos seres mitad caballo, mitad tortuga, mitad pez. Los masckoseces han vivido su propia leyenda:

Hace mucho tiempo, en el año 1265, una noche de Navidad en el océano pacifico se ahogo un caballo. Salvado por la tortuga e asesinado por el pez. ¿Quien sabe como un pez ha asesinado a un caballo? Nadie lo sabe... Se dice que desde ese día nació el masckoses.

Como el espíritu furioso del caballo logro entrar al océano para vengarse del pez. ¿Que tiene que ver con la tortuga? Que el alma valerosa de la tortuga se junto con el caballo. ¿Y el pez? El pez se ha dicho era el Leviatán. Despierto y furioso por los chillidos del Potro, decidió matarlo antes de ser dormido. Así nació el masckoses. El primero fue llamado: La Venganza.

El masckoses fue creado por la venganza de modo que NUNCA confíes en un masckoses.

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La Casa del TruenoCuentan los viejos que entre Totomoxtle y Coatzintlali existía una caverna en cuyo interior los antiguos sacerdotes habían levantado un templo dedicado al Dios del Trueno, de la lluvia y de las aguas de los ríos. 

Eran tiempos en los que aún no llegaban los hispanos ni las portentosas razas, conocidas hoy como totonacas, que poblaron el lugar de Veracruz que después llamaron Totonacan. Y siete sacerdotes se reunían cada tiempo en que era menester cultivar la tierra y sembrar las semillas y cosechar los frutos, siete veces invocaban a las deidades de esos tiempos y gritaban entonaban cánticos a los cuatro vientos o sea hacia los cuatro puntos cardinales, porque según las cuentas esotéricas de esos sacerdotes, cuatro por siete eran 28 y ventiocho días componen el ciclo lunar.

 Siguen diciendo las viejas crónicas que se han convertido en asombrosas leyendas, que esos viejos sacerdotes hacían sonar el gran tambor del trueno y arrastraban cueros secos de los animales por todo el ámbito de la caverna y lanzaban flechas encendidas al cielo. Y poco después atronaban el espacio furiosos truenos y los relámpagos cegaban a los animales de la selva y a las especies acuáticas que moraban en los ríos. Llovía a torrentes y la tempestad rugía sobre la cueva durante muchos días y muchas noches y había veces en que los ríos Huitizilac y el de las mariposas, Papaloapan, se desbordaban cubriendo de agua y limo las riberas y causando inmensos desastres. Y cuanto mas arrastraban los cueros mayor era el ruido que producían los torrentes y cuanto más se golpeaba el gran tambor ceremonial, mayor era el ruido de los truenos cuanto más relámpagos significaba mayor número de flechas incendiarias.

Pasaron los siglos...

 Y un día arribaron al lugar grupos de gentes ataviadas de un modo singular, trayendo consigo otras costumbres, y otras leyes y otras religiones. Se decían venidos de otras tierras allende el gran mar de turquesas (Golfo de México) y tanto

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hombres, como mujeres y niños, tenían la característica de estar siempre sonriendo como si fueran los seres más felices de la tierra y tal vez esa alegría se debía a que después de haber sufrido mil penurias en las aguas borrascosas de un mar en convulsión habían por fin llegado a las costas tropicales, donde había de todo, así frutos como animales de caza, agua y clima hermoso.   Se asentaron en ese lugar al que dieron por nombre, en su lengua Totonacan y ellos mismos se dijeron totonacas.

Pero los sacerdotes, los siete sacerdotes de la caverna del trueno no estuvieron conformes con aquella invasión de los extranjeros que traían consigo una gran cultura y se fueron a la cueva a producir truenos, relámpagos, rayos y lluvias y torrenciales aguaceros con el fin de amendrentarlos.   En los antiguos registros que los milenios han borrado, se dice que llovió mucho y durante varios días y sus noches, hasta que alguien se dio cuenta de que esas tempestades las provocaban los siete hechiceros, los siete sacerdotes de la caverna de los truenos.

No siendo amigos de la violencia, los totonacas los embarcaron en un pequeño bajel y dotándoles de provisiones y agua los lanzaron al mar de las turquesas en donde se perdieron para siempre.

Pero ahora era preciso dominar a esos dioses del trueno y de las lluvias para evitar el desastre del pueblo totonaca recién asentado y para el efecto se reunieron los sabios y los sacerdotes y gentes principales y decidieron que nada podría hacerse contra esas fuerzas que hoy llamamos sencillamente naturales y que sería mejor rendirles culto y pleitesía, adorar a esos dioses y rogarles fueran magnánimos con ese pueblo que acababa de escapar de un monstruoso desastre.

Y en ese mismo lugar en donde había el templo y la caverna y se ejercía el culto al Dios del trueno, los totonacas u hombres sonrientes levantaron el asombroso templo del Tajín, que en su propia lengua quiere decir lugar de las tempestades. Y no sólo

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se rindió culto al Dios del Trueno sino que se le imploró durante 365 días, como número de nichos tiene este pasmoso monumento invocando el buen tiempo en cierta época del año y la lluvia, cuando es menester fertilizar las sementeras.   Hoy se levanta este maravilloso templo conocido en todo el mundo como pirámide o templó de El tajín en donde curiosamente parecen generarse las tempestades y los truenos y las lluvias torrenciales.

Así nació la pirámide de El Tajín, levantada con veneración y respeto al Dios del Trueno, adorado por aquellas gentes que vivieron mucho antes de la llegada de los extranjeros, mucho antes de la llegada de los totonacas, cuando el mundo parecía comenzar a existir.FIN

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El robo del fuego Leyenda Azteca sobre la aparicion del uso del fuego.Tlacuache: Mamífero arborícola.Pinole: Bebida alcohólica a base de maíz.

Hace mucho tiempo, no se conocía el fuego, y los hombres debían comer sus alimentos crudos.

Los Tabaosimoa, los Ancianos, se reunieron y discutieron sobre la manera de obtener alguna cosa que les procuraría el calor y les permitiría cocer sus alimentos.

Ayunaron y discutieron... y vieron pasar por encima de sus cabezas una bola de fuego que se sumergió en el mar pero que ellos no pudieron alcanzar.

Entonces, fatigados, los Ancianos reunieron personas y animales para preguntarles si alguno de ellos podía aportarles el fuego.

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Un hombre propuso traer un rayo de sol a condición de que sean cinco para ir al lugar donde salía el sol.

Los Tabaosimoa aprobaron la proposición y pidieron que los cinco hombres se dirigieran hacia el oriente mientras que ellos, llenos de esperanza, continuarían suplicando y ayunando.

Los cinco partieron y llegaron a la montaña donde nacía el fuego.

Esperaron la llegada del día y se dieron cuenta que el fuego nacía sobre otra montaña, más alejada. Retomaron entonces su camino.

Llegados a la montaña, en un nuevo amanecer, vieron el fuego nacer sobre una tercera montaña, aún más alejada. Prosiguieron así hasta la cuarta, después la quinta montaña donde, desalentados, decidieron regresar, tristes y fatigados.

Contaron esto a los Ancianos quienes pensaron que jamás podrían alcanzar el Sol. Los Tabaosimoa les agradecieron y se volvieron a poner a reflexionar sobre lo que podrían hacer.

Es entonces que apareció Yaushu, un Tlacuache sabio, y él les relató un viaje que había hecho hacia el oriente. Había percibido una luz lejana y quiso verificar lo que era. Se puso a marchar durante noches y días, durmiendo y comiendo apenas.

La noche del quinto día pudo ver que en la entrada de una gruta ardía un fuego de madera de donde se elevaban grandes llamas y un torbellino de chispas.

Sentado sobre un banco un hombre viejo miraba el fuego. Era grande y llevaba un taparrabo de piel, los cabellos blancos y los ojos horriblemente brillantes. De tanto en tanto alimentaba esta "rueda" de luz con leños.

El Tlacuache contó cómo él permaneció escondido detrás de un árbol y que, espantado, él hizo marcha atrás con precaución. Se dio cuenta que se trataba de alguna cosa caliente y peligrosa.

Cuando él hubo acabado su relato, los Tabaosimoa pidieron a

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Yaushu si él podía volver y traerles un poquito. El Tlacuache aceptó, pero los Ancianos y su gente debían ayunar y orar a los dioses haciendo ofrendas. Ellos consintieron pero le amenazaron de muerte si éste los engañaba. Yaushu sonrió sin decir una palabra.

Los Tabaosimoa ayunaron durante cinco días y llenaron cinco sacos de pinole que dieron al Tlacuache. Yaushu les anunció que estaría de regreso en otros cinco días; debían esperarlo despiertos hasta medianoche y si él moría, les recomendó de no lamentarse por él.

Portando su pinole, él llegó al lugar donde el viejo hombre contemplaba el fuego.

Yaushu lo saludó y fue solamente a la segunda vez que él obtuvo una respuesta. El viejo le preguntó lo que hacía tan tarde en ese lugar.

Yaushu respondió que era el emisario de Tabaosimoa y que buscaba agua sagrada para ellos. Estaba muy fatigado y preguntó si podía dormir antes de retomar su camino la mañana siguiente.

Debió suplicarle mucho pero al fin el viejo le permitió quedarse a condición de que no toque nada. Yaushu se sentó cerca del fuego e invitó al viejo a compartir su pinole.

Este vertió un poco sobre el leño, tiró algunas gotas por encima de su hombro, después bebió el resto. El viejo le agradeció y se durmió.

Mientras que Yaushu lo escuchaba roncar, pensaba la manera de robar el fuego.

Se levantó rápidamente, tomó una brasa con su cola y se alejó. Había hecho un buen pedazo del camino cuando sintió que una borrasca venía sobre él y vio, frente a él, al viejo encolerizado.

Él lo reprendió por tocar y robar una cosa que no le pertenecía; lo mataría.

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Inmediatamente él tomó a Yaushu para quitarle el tizón pero aunque éste lo quemaba no lo soltaba. El viejo lo pisoteaba, le trituraba los huesos, lo sacudía y lo balanceaba.

Seguro de haberlo matado, se vuelve a vigilar el fuego. Yaushu rodó, rodó y rodó... envuelto en sangre y fuego; llegó así delante de los Tabaosimoa que estaban orando.

Moribundo les dio el tizón. Los Ancianos encendieron los leños.El Tlacuache fue nombrado "héroe Yaushu".Lo vemos aún hoy marchar penosamente por los caminos con su cola pelada.FIN

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La Mujer del CandilLeyenda del estado de Guerrero.

Cuenta la leyenda que todo esto ocurrio en la Costa Grande de Guerrero.

Aprincipios de siglo, una mujer que había juntado sus monedas de oro, para ir a visitar al papa, al vaticano, decidio que ya era momento de emprender el viaje, como en el lugar donde ella vivía no había ningun tipo de transporte, así que tenían que caminar por toda la orilla de la playa para llegar a Acapulco, era día y medio de camino.  

Ella le platico a todo el pueblo que ya había llegago el día para irse, y salio a las 4:00 a.m., era una noche sin luna, así que solo se guíaba con la espuma del mar y ún candil de petroleo, no bién llevaba 1 hora de camino, cuando unos hombres la atacaron, la asesinaron y le robaron sus monedas.

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Así que ahora en las noches que no hay luna se ve la luz de un candil por la orilla de la playa de la Costa Grande de Guerrero. (Entre Carrizal y Mitla).

Así que cuando anden por esa zona, procuren no caminar por la playa en una noche sin luna.

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La Isla de las MuñecasMurió el señor Julián Santana Barrera, nativo del Barrio de la Asunción falleció a la edad de 80 años, fue un personaje muy pintoresco. En los años 50 me tocó conocerlo y convivir con él, pues en esa época el señor asistía a la pulquería Los Cuates ubicada en la Plazuela de La Asunción. Yo era el hijo del jicarero y el señor Julián comenzó a hablarme porque yo lo atendía, entre la gente del barrio era conocido con el mote de La Coquita (pajarito abado que existe en la zona chinampera), debido a que ese pájaro era muy pequeñito. Él pasaba con su carretilla llena de verduras y hortalizas que él cultivaba, las llevaba a vender al tianguis de Xochimilco y siempre iba con su calzón blanco amarrado hacia las rodillas y con un jorongo.   Al término de sus ventas se iba a Los Cuates a tomar su pulque, pero a nadie de los presentes en la pulquería les hablaba, ya que era muy retraído, aunque después le dio por andar en los Barrios pregonando la palabra de Jesús y en cada esquina se ponía a rezar y a hablar de Dios. En esa época hablar de Dios sin ser sacerdote significaba blasfemar, ya que se aplicaba a toda persona que no tenía autoridad sacerdotal para lo mismo y era mal visto en Xochimilco, por lo que más de tres veces fue agredido por el pueblo. Después le dio por recoger en todos los barrios las muñecas que estaba tiradas en la basura, más tarde se perdió, pues nadie preguntaba por él, por lo que no se sabía si aún vivía. Pero cuando se realizó el rescate ecológico de Xochimilco en los años noventa y el lago estaba totalmente cubierto de Lirio Acuático, llamó la atención que su chinampa estaba rodeada de muñecas y en esa zona nadie vivía. 

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Era una choza hecha de chinami, carrizo, ramas de ahuejote y zacatón, y él a nadie recibía, vivía como un ermitaño. Con el tiempo comenzaron a llegar periodistas que lo querían entrevistar y yo fui la persona afortunada a quien aceptó con los mismos, porque él se acordaba de mi persona cuando lo atendía en la pulquería Los Cuates. Él no quería hablar sobre las muñecas que tenía en su chinampa, pero después él aceptó darnos su versión sobre las mismas. El decía que estaba allí para ahuyentar a los malos espíritus y para que se dieran mejor sus cosechas. Platicaba que las muñecas aparecían de repente y que ellas lo acompañaban por las noches. Tenía una muñeca preferida que era La Moneca, de todas las chozas que tenía, siempre la trasladaba de una a otra. Una de las chozas estaba llena de mulitas que él hacía con hojas de maíz y las tenía colgando, también tenía cruces que hacía con pedazos de madera de ahuejote, recortes y fotografías de personajes de la política, delegados de Xochimilco, artistas, estudiantes y gente que lo iba a visitar. Su cocina estaba al aire libre y tenía un tlecuil hecho con lodo, un comal de fierro, tenía en su cocina alrededor, colgados carpas secas que pescaba frente a su chinampa, también tenía recortes de periódicos que los periodistas le regalaban de los reportajes que le hacían Las personas que se encargaban de cuidarlo estaba su hermana y su sobrino El Chope, quien era el encargado de llevarle diariamente su comida y su desayuno, también era el que bajaba a Xochimilco a vender sus cultivos de su tío Don Julián. Platicando con su sobrino, se le preguntó que cómo había sido el accidente y comentó que para él y su tío era un día común y corriente: Temprano habían sacado agualodo (lodo del fondo de l canal para hacer el chapin (composta de lirio acuático en donde

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encima se coloca el lodo, se deja reposar tres días y con un cuchillo hacen cuadros y en cada uno se depositan la semilla) para hacer sus siembras). Después fue a realizar otras cosas a la parte de atrás y se puso a pescar con anzuelo como siempre lo hacía y le comentó a su sobrino y le comentó que un pez se le había escapado dos veces. Después le llamó Don Julián a su sobrino mostrándole el pescado que agarró, grande de por lo menos 4 ó 5 kilos y dijo: -" ya lo tengo, él que se me había escapado" El sobrino le contestó que estaba bien. Don Julián entonces, le comentó que la sirena le había estado llamando por que se lo quería llevar y entonces le dijo que le iba a cantar para que no se lo llevara, porque al parecer anteriormente ya le había comentado su tío que cantándole a la sirena no se lo llevaba y le dijo su sobrino que tuviera cuidado. -Yo voy a ordeñar las vacas y ahorita regreso. Entonces cuando el sobrino regresó con la leche, buscó a su tío, y descubrió que se había ahogado, lo que sucedió muy rápido. Sus familiares, están muy dolidos de haber perdido a Don Julián, pero dentro de su tristeza ellos están conformes pues su tío murió donde él quería, junto con sus muñecas y la sirena del que tanto hablaba se lo había llevado. El señor Julián era el clásico nativo de Xochimilco, delgado, lampiño, de barbita y bigote ralo, su cuerpo está siendo velado en la casa de su hermana en el Barrio de Xaltocan, en la calle prolongación 16 de septiembre con el número 136. Su misa de cuerpo presente será a las 11:00 horas en la iglesia de Barrio de La Asunción y será sepultado en el Panteón municipal de Xochimilco Xilotepec.FIN

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La Leyenda de La Estrella de MéxicoLeyenda mexicana sobre una mujer muy bella, apodada La Estrella de Mexico, y una historia de amor trágica. Ciudad de Mexico. 

Sin tener una fecha exacta del suceso se comenta, que una noche con motivo de haber recobrado la salud la Virreina se reunieron en palacio las principales familias de México las cuales conformaban la corte que en realidad era una caricatura de la de España, pero en cuanto a lujo y opulencia a veces la superaba ya que en México vivían los dueños de las minas de Taxco en Guerrero, Real del Monte en Hidalgo, Fresnillo en Zacatecas y Guanajuato.

Después de algún tiempo de haber iniciado la fiesta llegó una mujer llamada Clara que cautivaba a los hombres y opacaba a las mujeres con su belleza, una vez instalada, el hijo del Virrey se dedicó a cortejarla obteniendo por respuesta el desaire, el fue quien la bautizó como La Estrella de México.  

Al término de la fiesta, Clara salió hacia su casa ubicada en la esquina formada por las actuales calles de Argentina y Luis González Obregón, pasado algún tiempo apareció por la calle un joven llamado Gonzalo de Leiva quien pretendía a Clara, después de entonar una canción, apareció la bella mujer en su balcón iniciando así la clásica plática de los enamorados jurándole Gonzalo amor eterno, al término de este juramento se escucharon pasos que se aproximaban obligando a la pareja a retirarse.

Gonzalo emprendió la huida empuñando, pero sin sacar su espada, al ver que lo seguían se detuvo e hizo frente al desconocido quien se cubría el rostro con una gran capa advirtiéndole que pretender el amor de Clara le costaría muy caro, ante esta amenaza ambos iban a desenvainar en ese lugar pero acordaron acudir a una zona mas apropiada y se dirigieron a la Plaza de Santo Domingo.  En este lugar inicio el duelo, después de largos minutos uno de ellos cayó herido, su adversario quiso prestarle ayuda pero no le fue posible porque se acercaba la ronda y huyó.

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En la tarde del siguiente día Doña Pánfila, madre de Clara, recibe en su casa al Virrey que solicitó la mano de su hija disculpando a Carlos su hijo por no poderlo acompañar ya que la noche anterior algo le salió mal en su parranda.

Ante esta solicitud de matrimonio, Clara le pide al Virrey tres días para tomar una determinación a lo cual accedió amablemente.

Acababan de despedir al Virrey cuando madre e hija salieron al balcón atraídas por un murmullo y el paso de gran cantidad de gente, extrañada Clara preguntó a su madre:  

-¡Qué será eso madre mía!  -¿No escuchas doblar en San Ildefonso? Es un entierro, mira ya sale el acompañamiento  -¿Será algún colegial noble o uno de los reverendos padres jesuitas?  -Era un joven, pobre familia está inconsolable. Los padres jesuitas han puesto interés en que no se conozca cómo o por que fue su muerte pero cómo los sirvientes en todo se entrometen dicen que fue un desafío por amores, en la madrugada ya casi moribundo sus amigos lo llevaron a su cuarto desde el lugar de la contienda, me han dicho que es hijo de la señora de Leiva.  -¿Quién de los dos? por que son dos  -Gonzalo  -¡Gonzalo!  

Después de la noticia Clara quedo inmóvil durante largo tiempo, ante esta reacción su madre le pregunto el por que se sentía así a lo que contestó:  

-Porque ese joven...Gonzalo...era mi único amor, era el alma de mi vida. Con él lo he perdido todo y hoy nada en el mundo vale para mí. Madre concede mí última voluntad, entraré al monasterio...allí sepultaré mi dolor.  -Respeto tu decisión, ya que has renunciado al matrimonio a mí no me queda más que volver al campo y administrar la hacienda, de vez en cuando vendré a visitarte...¿Y a qué convento prefieres entrar?  

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-A la Encarnación para estar cerca de ti y de la casa en que nací y me crié, abriga para mí tantos y tan tiernos recuerdos.  -Hija, sabes que quiero dejar la corte y tengo una idea, yo no quiero conservar la casa si no vives en ella conmigo, propondré a la religiosas que te permitan habitarla.  -¿Cómo puede ser eso?  -Cerrando toda comunicación a la calle y abriendo una hacia el convento. Así las monjas aumentarán su espacio con una finca más que puede serles útil con el tiempo, y tú podrás vivir en la morada que tanto amas.  

Tres días después, la casa se anexa al convento de la Encarnación y la Estrella de México se eclipsó para siempre. FIN

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Aparición en la BasílicaUna de las leyendas que todavía se cuentan en nuestra ciudad, es la que dicen las personas que visitan la Basílica de Guadalupe o los que por sus circunstancias duermen en la escalinatas de dicho lugar.

Cuentan que hay ocasiones en las que ha sido vista una mujer que sale de la Basílica vieja, portando una vela encendida, sin que el intenso viento nocturno o una lluvia torrencial apaguen su flama . La mujer camina en dirección a la Nueva Basílica y para sorpresa de muchos atraviesa las paredes del edificio. Algunos curiosos y otros que han sabido dominar el miedo han sido testigos de que ya en el interior de la Nueva Basílica, la mujer deja la vela como ofrenda y después de rezar una oración desaparece.   Tal vez se trata de un alma en pena que tiene como manda hacer la visita al sagrado recinto o puede ser la manifestación de algún compromiso que dejó de cumplir la persona a quien perteneció dicha imagen. No lo sabemos pero queda el misterio de dicha aparición. FIN

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El charroAllá por las afueras de la Ciudad de México, con dirección a Toluca, se encuentra uno con los arbolados cerros y bosques ahora muy visitados y cuyo parque nacional más conocido es el de "La Marquesa". Ahí cuentan que en ciertos pueblos aledaños se hablaba de un charro que ocasionalmente cabalgaba esos lugares y el encuentro con este personaje era tan inesperado como enigmático. En alguna ocasión, una señora a la que llamaban para auxiliar a las mujeres cuando iban a dar a luz escuchó que tocaban su puerta insistentemente. Ya era entrada la noche, por lo que abrió la puerta con cierta reserva, pero grande fue su sorpresa al encontrarse con un hombre vestido de charro, que le pidió que le acompañara para ayudar a parir una mujer.

La señora tomó su rebozo, se encomendó a la santísima Virgen y después de montar en el caballo que estaba amarrado de la rama de un árbol afuera de su casa, acompañó al jinete a donde éste la llevó, rezando un rosario en el camino. Siendo de noche, la señora no reconoció los rumbos por donde el mencionado personaje cabalgó, y llegó a un jacalito sencillo donde había varias señoras y la futura madre que con quejas y lamentos se aguantaba los dolores de las contracciones por el futuro parto.

Ella, le dijeron, era la esposa del charro. La señora partera, conocedora de esos menesteres, hizo lo que siempre a la futura madre, la bañaba, refrescaba su frente con una tela. Fue pasando la noche, las señoras ayudaban a la mujer metiéndola a la bañera, respirando, luego la futura madre se dormía entre contracción y contracción, hacía ruidos, jadeaba, etc.

La señora partera deambulaba por la casa, el charro la acompañaba afuera cuando ella salía y preguntaba cómo iban las cosas. En un momento la partera salió del cuarto a refrescarse un momento, y le explicaba al charro “se me hace que el bebé está por la mitad de la cabeza, le falta poco para salir”.

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 Las otras señoras continuaron buscando posiciones cómodas para la señora del charro, y luego estuvieron platicando de la ropita que ya tenían para el niño y de lo mucho que lo esperaban y enseguida... la futura madre sintió que se le salía! Fue rápidamente al cuarto del bebé.

No podía pujar ya que no controlaba nada, ni podía contenerlo. La partera la agarró de las axilas por atrás, mientras las señoras ayudaron a acuclillarse a la mujer y en un grito que más bien fue alarido... salió el pequeño niño, llorando. Después de eso, con otra contracción, era la placenta. Fue todo muy rápido, después de un proceso de varias horas. Todos se pusieron contentos, incluso el charro, quien orgulloso, reconocía según el sus rasgos en el rostro de la criatura, aunque esta todavía estaba inflamada por el parto. Pasó todo, y el charro devolvió a la señora partera a su casa, sin decir palabra, pero cuando dejó a la señora en su casa nuevamente se despidió de ella, le dio un costalito con monedas de oro y le advirtió a la señora que guardara lo que había pasado esa noche como un secreto, pues "no viviría para contarlo". Indignada y también estremeciéndose de miedo por tal advertencia, la señora se apresuró a meterse en su casa y cerró la puerta, asegurando con un polín su puerta. Esperó a que se fuera el charro, esperaba escuchar las pisadas del caballo, pero no escuchaba nada. Pasaron los minutos y al poco rato se asomó para descubrir que el charro y el caballo no estaban. Cómo había hecho para irse sin que el caballo hiciera ruido?... La confusión y el recelo por lo que había sucedido le duraron varios días a la señora, pues no sabía si había soñado el suceso o realmente había sucedido. Sin embargo, el costalito con que le había pagado el charro ahí estaba, y no sabía qué hacer con esas monedas de oro, pues ¿qué origen podían tener? Después de varias semanas estaba como ausente, las vecinas la saludaban y la señora las miraba como extrañada, invadida por dudas y miedos. Así, llegó el día en que platicó con una

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vecina lo que había ocurrido aquella noche y después de persignarse la vecina le aconsejó que llevara las monedas a la iglesia y que no contara a nadie más lo que había pasado. La partera dicen que siguió el consejo, hay quienes la vieron dirigirse a la iglesia. Sin embargo, a la mañana siguiente la señora ya no despertó de su sueño nocturno. Amaneció acostada, con los ojos cerrados, su cuerpo sin vida. Dicen algunos que se escuchó cabalgar al charro, pero no hay quien lo pueda asegurar. Lo cierto es que se cumplió la advertencia del jinete, quien le dijo que no contara sobre ese misterioso alumbramiento. Y del pago que le hiciera, tampoco se supo nada. Tal vez fue que regresó por su dinero, ¿quién sabe?FIN

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La calle de la mujer herradaPor los años de 1670 a 1680, vivía en esta ciudad de México y en la casa número 3 de la calle de la Puerta Falsa de Santo Domingo, ahora número 100, calle atravesada entonces de Oriente a Poniente por una acequia, vivía, digo, un clérigo eclesiástico; mas no honesta y honradamente como dios manda, sino en incontinencia con una mala mujer y como si fuera legítima esposa. No muy lejos de allí pero tampoco no muy cerca, en la calle de las Rejas de Balbanera, bajos de la ex-Universidad, había una casa que hoy está reedificada, la cual antiguamente se llamó Casa del Pujavante, porque tenía sobre la puerta "esculpido en la cantería un pujavante y tenazas cruzadas", que decían ser "memoria" del siguiente sobrenatural caso histórico que el incrédulo lector quizá tendrá sin duda por conseja popular. En esta casa habitaba y tenía su banco un antiguo herrador, grande amigo del clérigo amancebado, compadre suyo, quien estaba al tanto de aquella mala vida, y como frecuentaba la casa y tenía con él mucha confianza, repetidas ocasiones exhortó a su compadre y le dio consejos sanos para que abandonase la senda torcida a que le había conducido su ceguedad. Vanos fueron los consejos, estériles las exhortaciones del "buen herrador" para con su "errado compadre" que cuando el demonio tornase en travieso Amor, la amistad es impotente para vencer tan satánico enemigo. Cierta noche en que el buen herrador estaba ya dormido, oyó llamar a la puerta del taller con grandes y descomunales golpes, que le hicieron despertar y levantarse más que de prisa. Salió a ver quién era, perezoso por lo avanzado de la hora; pero a la vez alarmado por temor de que fuesen ladrones, y se halló con que los que llamaban eran dos negros que conducían una mula y un recado de su compadre el clérigo, suplicándole le herrase inmediatamente la bestia, pues muy temprano tenía que ir al Santuario de la Virgen de Guadalupe.

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 Reconoció en efecto la cabalgadura que solía usar su compadre, y aunque de mal talante por la incomodidad de la hora, aprestó los chismes del oficio, y clavó cuatro sendas herraduras en las cuatro patas del animal. Concluida la tarea, los negros se llevaron la mula, pero dándole tan crueles y repetidos golpes, que el cristiano herrador les reprendió agriamente su poco caritativo proceder. Muy de mañana, al día siguiente, se presentó el herrador en casa de su compadre para informarse del por qué iría tan temprano a Guadalupe, como le habían informado los negros, y halló al clérigo aún recogido en la cama al lado de su manceba. - Lucidos estamos, señor compadre - le dijo -; despertarme tan de noche para herrar una mula, y todavía tiene vuestra merced tirantes las piernas debajo de las sábanas, ¿qué sucede con el viaje? - Ni he mandado herrar mi mula, ni pienso hacer viaje alguno - replicó el aludido. Claras y prontas explicaciones mediaron entre los dos amigos, y al fin de cuentas convinieron en que algún travieso había querido correr aquel chasco al bueno del herrador, y para celebrar toda la chanza, el clérigo comenzó a despertar a la mujer con quien vivía. Una y dos veces la llamó por su nombre, y la mujer no respondió, una y dos veces movió su cuerpo, y estaba rígido. No se notaba en ella respiración, había muerto. Los dos compadres se contemplaron mudos de espanto; pero su asombro fue inmenso cuando vieron horrorizados, que en cada una de las manos y en cada uno de los pies de aquella desgraciada, se hallaban las mismas herraduras con los mismos clavos, que había puesto a la mula el buen herrador. Ambos se convencieron, repuestos de su asombro, que todo aquello era efecto de la Divina Justicia, y que los negros, habían sido los demonios salidos del infierno.

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 Inmediatamente avisaron al cura de la Parroquia de Santa Catarina, Dr. D. Francisco Antonio Ortiz, y al volver con él a la casa, hallaron en ella la R. P. Don José Vidal y a un religioso carmelita, que también habían sido llamados, y mirando con atención a la difunta vieron que tenía un freno en la boca y las señales de los golpes que le dieron los demonios cuando la llevaron a herrar con aspecto de mula. Ante caso tan estupendo y por acuerdo de los tres respetables testigos, se resolvió hacer un hoyo en la misma casa para enterrar a la mujer, y una vez ejecutada la inhumación, guardar el más profundo secreto entre los presentes. Cuentan las crónicas que ese mismo día, temblando de miedo y protestando cambiar de vida, salió de la casa número 3 de la calle de la puerta Falsa de Santo Domingo, el clérigo protagonista de esta verídica historia, sin que nadie después volviera a tener noticia de su paradero. Que el cura de Santa Catarina, "andaba movido a entrar en religión, y con este caso, acabó de resolverse y entró a la Compañía de Jesús, donde vivió hasta la edad de 84 años, y fue muy estimado por sus virtudes, y refería este caso con asombro". Que el P. Don José Vidal murió en 1702, en el Colegio de San Pedro y San Pablo de México, a la edad de 72 años, después de asombrar con su ejemplar vida, y de haber introducido el culto de la Virgen, bajo la advocación de los Dolores, en todo el reino de la Nueva España.FIN

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El charro y la parteraEn cierta localidad a la parte norte del país solía cabalgar un misterioso charro que se aparecía repentinamente a los habitantes.

Una noche allí llegó un charro a solicitar los servicios de una partera y la llevó a su jacal, donde la partera asistió a su mujer hasta que parió.

El charro regresó al lugar y le pago con varias monedas de oro, pero le advirtió que guardara en secreto el parto o se moriría. Indignada y asustada por la advertencia la partera entró a su hogar y espero a que se retirara el charro.

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Como no escucho las pisadas de su caballo pensó que seguía fuera de su casa y se asomó a la ventana para descubrir asombrada que no había nadie.

Ella estuvo confundida y recelosa durante varios días por la advertencia y la silenciosa desaparición del charro. Durante varias semanas estuvo absorta en sus pensamientos, y miraba extrañada a sus conocidos.

Cierto día le platicó todo lo sucedido a una vecina quien le aconsejó no contárselo a nadie más y dejar las monedas en la iglesia, así lo hizo la partera.

Sin embargo, a la mañana siguiente la partera amaneció muerta, pero con el aspecto de seguir durmiendo y algunos rumoraron que escucharon cabalgar al charro cerca de ahí.

Se cumplió la advertencia de aquel charro, aquellas monedas desaparecieron y se rumoró que el charro regresó a recogerlas.FIN

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Las campanas de la BasílicaHace años, había un capellán en la antigua Basílica de Guadalupe, se dice que la persona era muy cumplida y puntual, que nunca dejó de hacer bien su tarea. En cierta época en la que el clima se volvió hostil con los habitantes de la Ciudad de México, el viento fue tan frío que hubo muchas personas que con tan solo recibir un soplido de aire gélido se enfermaron gravemente. Una de las víctimas de dicha temporada fue el capellán, que en dos días vio mermada su salud, a tal grado que sentía escalofríos constantes y ardía en calentura. Sin embargo, incluso cuando había caído en cama por razones de enfermedad había sido muy celoso de cumplir con su responsabilidad, por lo que a la hora que le correspondía se levantaba a hacer su trabajo, a pesar de las recomendaciones del Abad y de las personas cercanas que le indicaban que debía guardar reposo, pero éste continuó haciendo el esfuerzo de ir a las cuerdas y tocar las campanas, no dejando a nadie que lo hiciera por él.

Tantas levantadas y exponerse al frío hicieron que no le hicieran efecto los preparados medicinales que le llevaban las ancianas y los baños de pies fueron contraproducentes porque salía con el cuerpo caliente y regresaba en estado de choque por el cambio de temperatura. La muerte sorprendió al capellán había sido durante mucho tiempo el encargado de tocar las campanas de la Basílica antigua, siendo digno de reconocimiento su empeño en continuar haciendo su labor, pero también fue el centro de comentarios que hacían ver su inútil terquedad, ignorando las recomendaciones que le hacían, ya que si se hubiera cuidado podría haber salido de la enfermedad. Sin embargo, desde entonces se cuenta que hay veces en que las campanas comienzan a sonar sin motivo aparente. La gente atribuye a esto que tal vez el alma del capellán aún sigue cumpliendo con su tarea. 

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Ya tiene tiempo que se retiraron las cuerdas para mover las campanas, y el fenómeno sigue repitiéndose aún. Como no podemos considerar que sea una mentira hasta que se compruebe lo contrario, mejor es dejar la incógnita y seguir esperando a que la ciencia o la religión nos den la respuesta a este hecho.

Aunque es encomiable la entrega del capellán a su tarea, nosotros podemos tomar de este sucedido una lección que nos indica que es mejor la prudencia.FIN

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Apariciones y una mujer de negro en el Panteón de Santa PaulaEn la Colonia Guerrero has de saber que antes había un panteón, el panteón de Santa Paula. Era un panteón muy famoso porque ahí sepultaron a gente importante del siglo XIX y hasta a Santa Anna, el dictador, ahí le dieron cristiana sepultura con todos los honores a la pierna que le volaron en una guerra.

Resulta que, según la leyenda, en ese panteón había muchas apariciones y espantos que, según esto, mucha gente había tenido la mala fortuna de ver. Y también decían que se escuchaban llantos en las noches.

Pero la leyenda que más nos asustaba era una que del panteón salía una muerta que andaba toda vestida de negro, así como de luto, pero era una muerta, y según esto que la veían a media noche que cruzaba las rejas del panteón que siempre estaban cerradas a esas horas, y se iba caminando hasta meterse en una casona muy grande que había por ahí.

La meritita verdad no se sabe cuál casa haya sido ni si todavía esté en pie porque tumbaron muchísimas construcciones antiguas por todas partes.FIN

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Leyendas de las PeñasCuenta la leyenda que las Peñas de nuestro querido Jilotepec  era en la antigüedad un pueblo al que los dioses habían dotado de toda clase de privilegios, mucha agua, comida, trabajo y diversiones, sin embargo la gente vivía tan plenamente que comenzó a abusar de la naturaleza, y a cometer toda clase de excesos y desvaríos tal como las antiguas ciudades de Sodoma y Gomorra, por lo que los dioses quisieron darle un castigo para que las generaciones futuras aprendieran a valorar lo que la naturaleza y la vida nos da. Así que decidieron encantar la ciudad convirtiéndolos en piedra.

Tiempo después el pueblo que se ubica en las faldas de esos cerros, decidió hacer el rito que contaban los ancianos según el cual, de seguirse al pie de la letra, desencantaría al antiguo pueblo de las Peñas.

Así que se reunieron todos en torno a la fuente que todavía se puede ver y ahí tomó la palabra el más viejo de los habitantes diciendo- “Estamos aquí reunidos para pedir su ayuda y desencantar el antiguo pueblo de las Peñas, díganos por favor ¿Qué debemos hacer?

De pronto se apareció una mujer hermosísima que nunca antes nadie había visto, al tiempo que una voz como de ultratumba les decía:"El más puro y honesto del pueblo debe llevar en sus espaldas a esta mujer hasta la capilla de su pueblo, pero nunca, por nada del mundo debe voltear a verla, por más curiosidad, o invitaciones que reciba de ella, no deberá voltear ni mucho menos mirarla”

De pronto un joven, al que todos en el pueblo apreciaban dijo: “Yo la llevaré, yo puedo hacer ese encargo y tendré cuidado en cumplir mi misión”

Así que el joven entusiasmado también por la belleza de la mujer la tomó sobre sus espaldas y comenzó a caminar por el camino hacia la capilla del pueblo. Sin embargo, conforme avanzaba, la carga empezó a hacerse más pesada.  Cada vez 

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que daba un nuevo paso parecía que aumentaba el peso de la mujer y su misión parecía complicarse a cada momento.  Seguía, aunque a cada momento sus piernas le respondían menos.

Muerto de curiosidad por saber qué era lo que tanto le pesaba volteó hacia la mujer olvidando lo que le habían dicho los dioses y se dio cuenta que su pesada carga era una enorme serpiente que conforme avanzaba crecía y crecía por eso el peso aumentaba cada vez más. 

Justo en el momento en el que el joven cruzo su mirada con la serpiente, todos los que habían subido a ver el momento en que se desencantaría el pueblito de las peñas quedaron convertidos en piedra, incluyendo a la serpiente y a su cargador.FIN

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La leyenda del charro negroPor las noches en los montes de Estado de México se ven bolas de fuego saltando de un árbol a otro mientras avanzan sigilosamente hasta llegar al pueblo.

Me dijeron que cerca del pueblo de San Juan, en México, un hombre que conducía su camión de carga por la carretera a altas horas de la madrugada de pronto se chocó con una figura de mujer y el espíritu de ésta le atravesó todo el cuerpo al golpearla con su camión.

El señor, entre confuso y disgustado, se bajo de la cabina para asistir a la mujer a la que creyó haber atropellado, pero en su lugar se encontró a un gran murciélago negro, mal herido. Decidió, pues, llevárselo para entregárselo a alguna veterinaria, echándolo en la parte de atrás del camión, en el remolque donde llevaba toda la carga.

Al cabo de unos minutos, mientras conducía, comenzó a escuchar ruidos, gritos y muchos golpes en la parte trasera del camión. De inmediato paró el camión, bajo de nuevo de la cabina y fue a ver qué pasaba en el remolque. Al abrir el portón de carga el ruido cesó. Se había esfumado el murciélago y en su lugar apareció el cuerpo de una mujer muerta.

Si os da pánico leerla, el testigo que me argumentó la historia en su momento, había sido partícipe directo de una de ellas. Imaginaos la expresión de su rostro mientras me lo narraba todo junto a una pequeña hoguera con cuatro maderas ardiendo y sólo el resplandor del fuego nos servía de luz para vernos las caras en esa oscura noche.FIN

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Temasclatepec, una leyenda de plataSe cuenta que en el siglo XVI un fugitivo de la cárcel de Zacatecas, buscando un lugar dónde ocultarse, llegó hasta las estribaciones del Nevado de Toluca.

Descendió por una profunda barranca y al llegar al fondo decidió quedarse a vivir ahí, deslumbrado por el cálido clima y la hermosa vegetación.

Poco después, al encender una fogata para preparar sus alimentos se dio cuenta de que escurría un hilillo plateado: había encontrado una rica veta de plata.

Supo del descubrimiento el virrey Antonio de Mendoza, quien mandó llamar al fugitivo y le ofreció el perdón de su condena si declaraba el sitio exacto de la veta.

Años más tarde el zacatecano, convertido en próspero minero, hizo traer de España una hermosa imagen, el Cristo del Perdón, que desde entonces se venera en Temascaltepec.FIN

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El Perro PrietoEn Alvarado había empezado a correr el rumor de que un hombre malo molestaba mujeres, amenazaba maridos, robaba cosechas... muchos habían sido víctimas de las fechorías de ese hombre y, aunque casi todo el pueblo se lo había topado, nadie sabía quién era, donde vivía ni cómo se llamaba. 

La gente del pueblo se reunió y todos acordaron buscar al hombre malo para enfrentarlo y obligarlo a dejar el pueblo, pero él no apareció. 

Nadie volvió a verlo después de ese día, como si supiera que lo esperaban para lincharlo. Un día, una señora que salía del mercado con sus frutos para la comida, se topó con un perro prieto que no le permitía el paso. Era un perro de mirada profunda, colmillos afilados y un gruñido que espantaba; no ladraba, pero su presencia intimidó a la señora que no se atrevía a acercarse más al perro. 

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Cuando su hijo la vio afuera del mercado, le dijo que su padre la esperaba en casa. “¿Qué haces, pues?” preguntó el hijo. “Nada, que este perro no me deja pasar”, contestó la señora. “Es solamente un perro hambriento, dale un pedazo de pan y no va a molestarte”. La señora hizo lo que su hijo le dijo, sacó un pedazo de pan de su morral y se lo ofreció al perro; éste aceptó el regalo de la señora pero no dio tiempo a que ella retirara la mano y se la mordió; así, frente a su hijo y frente a la gente que andaba por ahí, el perro le arrancó la mano de una mordida y luego salió corriendo. Todos quedaron espantados, porque era normal ver perros en el mercado y nunca había pasado nada parecido. 

Otro día, cuando unos campesinos volvían a su casa después de una larga jornada de trabajo, el perro prieto les salió al paso y los campesinos quisieron ser amistosos con él pues parecía que se iba a dejar acariciar, pero cuando estuvo cerca, los hombres se asustaron porque tenía la mirada profunda y mostraba sus brillantes colmillos amenazadores. Los campesinos quisieron rodearlo, y el perro no se los permitió atacando a uno de ellos,

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dejándole un impresionante agujero en la pantorrilla. Los días siguientes la gente estaba temerosa del perro, no ofrecían alimento ni saludos a ningún perro en la calle, pero el perro no esperó que la gente se volviera a acercar a él, simplemente comenzó a hacer fechorías en el mercado, se metía a las casas y comía lo que encontraba, destrozaba todo a su paso y consiguió que todo el pueblo lo odiara. 

Un día un hombre se encontró con el perro en el mercado destruyendo un puesto de frutas, entonces se armó de valor y empezó a golpearlo con una vara de pirul. Le pegó y le pegó hasta que el perro no pudo moverse. La gente se acercó para ver cómo el hombre acababa con el perro prieto; cuando todos aplaudieron festejando la gran hazaña, el perro se enderezó parándose sobre sus patas traseras y, con sus patas delanteras, comenzó a arrancarse el pellejo de la cara. Para sorpresa de todos, bajo aquel pellejo apareció el hombre desconocido que semanas atrás había hecho maldades en el pueblo. El hombre malo se despojó de su piel de perro y se echó a correr ante la mirada atónita del pueblo. Nunca lo volvieron a ver y nadie supo cómo había ocurrido aquello, pero lo cierto es que los perros del pueblo, nunca volvieron a recibir el trato amable al que estaban acostumbrados.FIN

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La Señora de NegroEn Naranjillos había una muchacha muy guapa que acababa de quedar huérfana. Un día, una amiga suya llegó a contarle que habían visto a su madre en el camino del Barrial, cerca del pueblo. La muchacha no creyó lo que su amiga le dijo, “está bien muerta y enterrada” –le contestó-. Sin embargo, su amiga no había sido la única en ver aquella aparición, muchas señoras del pueblo se encontraron en el camino del Barrial a la señora vestida de negro; sucia, enlodada y con el pelo enmarañado. Le preguntaban quién era o a quién buscaba, pero la mujer de negro no contestaba, todos creían que era muda. 

Seguían viendo a la mujer deambulando de arriba para abajo en el camino del Barrial y la gente empezó a comprender que era un alma en pena. La amiga de la muchacha fue a hablar con ella: 

“Es tu mamá, estoy segura” –dijo la amiga-. “Pero si está muerta” –aseguraba la muchacha-. “Es ella, seguro anda penando... ¿has cuidado bien a tus hermanos?” –Inquirió con algo de timidez-. A la muchacha no le agradó la pregunta, y poniéndose nerviosa se fue. Al día siguiente una señora del pueblo se encontró con la muchacha que traía cara de desvelada y, en general, un aspecto deplorable. 

“¡A ver si vas dejando a ese hombre casado!” –espetó de pronto la señora. “Ve a cuidar a tus hermanos y deja descansar el alma de tu madre que anda en pena”. La muchacha se estremeció, ya que efectivamente era la amante de un señor casado y se pasaba con él toda la noche, de modo que en las mañanas no se encontraba en condiciones de atender a sus hermanos ni de salir a trabajar. 

Acongojada, decidió ir al camino del Barrial a comprobar si era cierto lo que le decían. Al llegar, encontró a la mujer de negro, se acercó y la reconoció; era su madre. La mujer se puso a llorar; no le dijo nada, pero la muchacha sentía que su madre lo sabía todo, siempre había sido así, adivinaba sus emociones y sus pensamientos. La mujer de negro calmó su llanto y se perdió en el fondo del camino. La muchacha sintió el vacío que

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dejó su madre y advirtió la súplica que su llanto llevaba. 

Con la intención de librarse de la culpa, fue a buscar a su amante y le dijo que no volvería a verlo más, luego fue a su casa y prometió a sus hermanos que nunca los dejaría solos. 

Ese fue el último día que la mujer de negro se apareció en el Barrial, camino de Naranjillos. FIN

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La CochinaSe cuentan muchas historias de hombres machos y celosos, pero ésta historia que se difundió en San Andrés Tuxtla, es especial. Se dice que había un señor muy macho que no dejaba salir de su casa a su mujer, no quería que nadie la viera porque enseguida lo invadían los celos, temía ser la burla del pueblo, ponía especial cuidado en su reputación y no se arriesgaba a que su esposa anduviera en boca de todos. 

-“No tienes nada qué hacer allá afuera; tu trabajo está acá adentro, en la casa. Además, ¿para qué quieres salir? Vas a espantar a todos con esa cara de bruja”.- Así hablaba el hombre y su esposa nada más se reía porque él no estaba tan equivocado; la mujer tenía poderes de bruja y por las noches se convertía en cochina. En cuanto su marido se dormía, la vieja se transformaba y salía de la casa. 

Todas las noches iba a pasear por el pueblo, tranquilamente, sin que su marido se enterara. Un día, a la mujer se le ocurrió entrar a merodear en la casa de un señor más gruñón que su marido; cuando el señor descubrió a la cochina, agarró el machete y le rebanó una nalga. La cochina salió corriendo y regresó a su casa muy asustada. 

A la mañana siguiente, el hombre descubrió que a su mujer le faltaba una nalga... “No sé –dijo la mujer- ni cuenta me di, pa’mí que alguien me embrujó”. El hombre salió a buscar ayuda y en el camino se encontró al señor gruñón, que era su amigo. Se saludaron y el hombre gruñón le contó al marido celoso lo que él nunca hubiera querido escuchar: “Anoche entró una cochina mañosa a mi casa y le rebané una nalga”. El marido celoso volvió corriendo a su casa, e iba decidido a golpear a su mujer. Llegó a su casa pegando de gritos, y cuando abrió la puerta, una cochina salió corriendo a toda velocidad; el marido buscó a su esposa pero nunca la encontró.FIN

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El SambomonoEn el pueblo de Tres Zapotes vivía Juanito con su papá. Era un niño solitario, no le gustaba compartir sus juegos con otros niños. Cuando todos iban a nadar al río, Juanito se apartaba y nadaba solo; cierto día, sus compañeros fueron a espiarlo al otro lado del río y se llevaron una gran sorpresa: Juanito tenía todo el cuerpo cubierto de pelo y detrás le colgaba una cola. Inmediatamente sus compañeros empezaron a burlarse de él: “Juanillo, el oso” –le decían- mientras algunos lo jalaban de la cola y otros se acercaban a tocarlo. 

En cuanto pudo, Juanito se escapó y fue a buscar a su padre. Le contó lo que había pasado en el río, y le dijo que ya no quería volver nunca ahí ni tampoco a la escuela, y que no deseaba ver a nadie, porque había sentido una rabia casi incontrolable. “Ya lo sabes papá, tengo cuerpo de oso y fuerza de oso, y si me molestan voy a acabar matándolos”. 

El papá de Juanito estaba muy preocupado, “qué crueles son los niños” -pensaba-. Pero no encontraba las palabras para convencer a su hijo de que ignorara las burlas de sus compañeros, ya que Juanito estaba convencido de dejar el pueblo: “Me voy a ir pa’l monte, papá, y que nadie me busque porque me los sueno”. El papá no podía aceptar la idea de separarse de su hijo, pero tampoco pudo detenerlo; sólo le quedó el consuelo de ir a visitarlo de vez en cuando; “tienes que anunciar tu llegada con este caracol de mar” –le dijo Juanito, “si no, yo no voy a saber que eres tú”. 

Juanito se fue y al poco tiempo empezaron a escucharse unas terribles historias de desaparecidos en el monte. Los que se internaban entre la arboleda, no volvían a aparecer y por las noches se escuchaban gritos de terror que provenían del monte. Con el tiempo hubo quien alcanzó a ver al animal del monte; era un humano con cuerpo peludo y con cola. La gente empezó a llamarle Sambomono, decían que era un animal solitario que atrapaba gente para no aburrirse. 

El padre escuchaba esas historias y no se atrevía a hablar de su hijo. Lo único que pudo hacer fue recomendarle a la gente que no anduviera cerca de ahí y que, para cruzar el monte, lo mejor

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sería que lo hicieran tocando un caracol de mar, así el animal no atacaría. La gente siguió el consejo del papá de Juanito, pero nadie supo nunca que se trataba de su hijo. 

El padre logró salvar algunas vidas, pero no dejaba de pensar “qué crueles son los niños”.FIN

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La Mulata de CórdobaCuenta la tradición, que hace más de dos siglos y en la poética ciudad de Cordoba, vivió una célebre mujer, una joven que nunca envejecía a pesar de sus años. Nadie sabía hija de quién era, pero todos la llamaban la Mulata. En el sentir de la mayoría, la Mulata era una bruja, una hechicera que había hecho pacto con el diablo, quien la visitaba todas las noches, pues muchos vecinos aseguraban que al pasar a las doce por su casa habían visto que por las rendijas de las ventanas y de las puertas salía una luz siniestra, como si por dentro un poderoso incendio devorara aquella habitación. Otros decían que la habían visto volar por los tejados en forma de mujer; pero despidiendo por sus negros ojos miradas satánicas y sonriendo diabólicamente con sus labios rojos y sus dientes blanquísimos. De ella se referían prodigios. Cuando apareció en la ciudad, los jóvenes, prendados de su hermosura, disputabanse la conquista de su corazón. Pero a nadie correspondía, a todos desdeñaba, y de ahí nació la creencia de que el único dueño de sus encantos, era el señor de las tinieblas. Empero, aquella mujer siempre joven, frecuentaba los sacramentos, asistía a misa, hacía caridades, y todo aquel que imploraba su auxilio la tenía a su lado, en el umbral de la choza del pobre, lo mismo que junto al lecho del moribundo. Se decía que en todas partes estaba, en distintos puntos y a la misma hora; y llegó a saberse que un día se la vio a un tiempo en Córdoba y en México; "tenía el don de ubicuidad" - dice un escritor - y lo más común era encontrarla en una caverna. "Pero éste - añade - la visitó en una accesoria; aquél la vio en una de esas casucas horrorosas que tan mala fama tienen en los barrios más inmundos de las ciudades, y otro la conoció en un modesto cuarto de vecindad, sencillamente vestida, con aire

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vulgar, maneras desembarazadas, y sin revelar el mágico poder de que estaba dotada." La hechicera servía también como abogada de imposibles. Las muchachas sin novio, las jamonas pasaditas, que iban perdiendo la esperanza de hallar marido, los empleados cesantes, las damas que ambicionaban competir en túnicas y joyas con la Virreina, los militares retirados, los médicos jóvenes sin fortuna, todos acudían a ella, todos invocaban en sus cuitas, y a todos los dejaba contentos, hartos y satisfechos. Por eso todavía hoy, cuando se solicita de alguien una cosa difícil, casi irrealizable, es costumbre exclamar: -¡No soy la Mulata de Cordoba! La fama de aquella mujer era grande, inmensa. Por todas partes se hablaba de ella y en diferentes lugares de Nueva España su nombre era repetido de boca en boca. "Era en suma -dice el mismo escritor- una Circe, una Medea, una Pitonisa, una Sibila, una bruja, un ser extraordinario a quien nada había oculto, a quien todo obedecía y cuyo poder alcanzaba hasta trastornar las leyes de la naturaleza... Era, en fin, una mujer a quien hubiera colocado la antigüedad entre sus diosas, o a lo menos entre sus más veneradas sacerdotisas; era un medium, y de los más privilegiados, de los más favorecidos que disfrutó la escuela espirita de aquella época!...¡Lástima grande que no viviera en la nuestra! ¡De qué portentos no fuéramos testigos! ¡Qué revelaciones no haría en su tiempo! ¡Cuántas evocaciones, cuántos espíritus no vendrían sumisos a su voz! ¡Cuántos incrédulos dejarían de serlo!" ¿Qué tiempo duró la fama de aquella mujer, verdadero prodigio de su época y admiración de los futuros siglos? Nadie lo sabe. Lo que sí se asegura es que un día la ciudad de México supo que desde la villa de Córdoba había sido traída a las sombrías cárceles del Santo Oficio. Noticia tan estupenda, escapada Dios sabe cómo de los impenetrables secretos de la Inquisición, fue causa de atención profunda en todas las clases de la sociedad, y entre los

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platicones de las tiendas del Parián se habló mucho de aquel suceso y hasta hubo un atrevido que sostuvo que la Mulata, no era hechicera, ni bruja, ni cosa parecida, y que el haber caído en garras del Santo Tribunal, lo debía a una inmensa fortuna, consistente en diez grandes barriles de barro, llenos de polvo de oro. Otro de los tertulianos aseguró que además de esto se hallaba de por medio un amante desairado, que ciego de despecho, denunción en Cordoba a la Mulata, porque ésta no había correspondido a sus amores. Pasaron los años, las hablillas se olvidaron, hasta que otro día de nuevo supo la ciudad, con asombro, que en el próximo auto de fe que se preparaba, la hechicera, saldría con coroza y vela verde. Pero el asombro creció de punto cuando pasados algunos días se dijo que el pájaro había volado hasta Manila, burlando la vigilancia de sus carceleros...más bien dicho, saliéndose delante de uno de ellos. ¿Cómo había sucedió esto? ¿Qué poder tenía aquella mujer, para dejar así con un palmo de narices, a los muy respetables señores inquisidores? Todos lo ignoraban. Las más extrañas y absurdas explicaciones circularon por la ciudad. Hubo quién afirmaba, haciendo la señal de la cruz, que todo era obra del mismo diablo, que de incógnito se había introducido a las cárceles secretas para salvar a la Mulata. Quién recordaba aquello de que dádivas quebrantan... rejas; y hubo algún malicioso que dijese que todo lo vence el amor... y que los del Santo Oficio, como mortales eran también de carne y hueso. He aquí la verdad de los hechos. Una vez, el carcelero penetró en el inmundo calabozo de la hechicera, y quedóse verdaderamente maravillado al contemplar en una de las paredes, un navío dibujado con carbón por la Mulata, la cual le preguntó con tono irónico: -¿Que le falta a ese navío? -Desgraciada mujer- contestó el interrogado, si quisieras salvar tu alma de las horribles penas del infierno, no estarías aquí, y ahorrarías al Santo Oficio el que te juzgase! ¡A este barco únicamente le falta que ande! ¡Es

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perfecto! - Pues si vuestra merced lo quiere, si en ello se empeña, andará, andará y muy lejos... - ¡Cómo! ¿A ver? - Así - dijo la Mulata.Y ligera saltó al navío, y éste, lento al principio, y después rápido y a toda vela, desapareció con la hermosa mujer por uno de ls rincones del calabozo. El carcelero, mudo, inmóvil, con los ojos salidos de sus órbitas, con el cabello de punta, y con la boca abierta, vio aquello sorprendido. ¿Y después? Hable un poeta: Cuenta la tradición, que algunos años después de estos sucesos, hubo un hombre, en la casa de locos detenido, y que hablaba de un barco que una noche bajo el suelo de México cruzaba llevando una mujer de altivo porte. Era el inquisidor; de la Mulata. Nada volvió a saber, mas se supone que en poder del demonio está gimiendo: ¡Déjenla entre las llamas los lectores!FIN

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El cerro del TololocheEn el Cerro del Tololoche, por el lado de Santiago Miltepec, existe una cueva a la que llaman Cueva del Tololoche y hace como cien años tenía una abertura como de un metro de altura y para adentro era una especie de subterráneo. Para entrar se tenían que llevar velas. A muchos pastorcitos les gustaba entrar porque decían que "alguien" los llamaba y cuando entraban sólo caminaban como veinte metros porque decían que para adentro estaba muy oscuro. 

Se cuenta que hubo un zapatero que haciendo una apuesta con sus amigos, les dijo que como él era el más valiente, iba a entrar. Les preguntó que qué querían que les trajera de seña y ellos le dijeron que una naranja. 

Al día siguiente se reunieron todos para acompañar al que iba a entrar a la cueva. Se cuenta que el zapatero entró a las siete de la mañana, saliendo a las ocho de la noche con la naranja que había prometido llevarles. 

Sus amigos le preguntaron que qué cosas había visto y él les

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contestó que al entrar lo recibieron dos catrines preguntándole qué quería; ofreciéndole dinero, lo que él quisiera pero que para que se lo dieran tenía que dejar su firma escrita con sangre de la vena de su mano izquierda.

El contestó que no iba por dinero, que iba solo por una naranja que les había prometido a sus amigos y ellos contestaron que para que se la pudiera llevar, tenía que hacer lo que ellos le ordenaran.

Lo primero que tuvo que hacer fue sentarse en una silla que era de víbora. Los catrines le dijeron: "Ya sabes que si al sentarte no te muerde la víbora, puedes llevarte la naranja y podrás salir, y si no; ya no sales". 

El zapatero se paraba y se sentaba a fin de evitar que lo mordiera la víbora. Viendo los catrines que la víbora no podía morderle, le dijeron que ya se levantara. El hombre se levantó sudando por el esfuerzo que había hecho para librarse de las mordeduras. Después le dijeron: -"Ahora te toca sentarse en una acémila y tienes que correr a la orilla de una laguna que tiene un chaflán alrededor.

El zapatero, contó a sus amigos; que se enredó la crin en una mano y con la otra le pegaba a la acémila en la cabeza, para que no lo aventara al agua. Viéndolo ya cansado, los catrines .se compadecieron de él y le dijeron que ya se bajara. 

Habiendo vencido estas pruebas, los catrines lo llevaron a ver montones de dinero, árboles frutales de todas las especies. El cuenta que vio un paraíso. Le decían:

-"Llévate lo que quieras pero tienes que dejar tu firma con sangre de la vena de tu brazo izquierdo". El zapatero les volvió a repetir que no quería dinero, que la apuesta que él había hecho era de una naranja. Entonces ya le permitieron cortar la naranja que él quería. Cuando ya la tenía en la mano el zapatero les dijo con palabras groseras:

-"Conforme me fueron a encontrar, váyanme a dejar". El hombre sintió que lo tomaban de los dos brazos y lo llevaban volando. De repente se vio fuera de la cueva. Salió espantado y

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vio que sus amigos estaban esperándolo fuera de la cueva. Llevaba la naranja en la mano como prueba de que había ganado la apuesta.

Cuentan que después de algún tiempo el zapatero desapareció.

El mencionado cerro lleva ese nombre porque cuentan que había dinero. Creyendo los vecinos del pueblo que era obra del demonio, acordaron reunirse con el objeto de ir a ver a los padres misioneros para que conjuraran la entrada.FIN

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La cueva teresaEntre los montes de la ex hacienda de La Huerta está una loma llamada Cerro Teresa. Se cuenta que un matrimonio de Zinacantepec tenía una yunta de bueyes. Esa yunta, un día se les perdió, preguntaron por todos lados pero nadie les dio razón. Entonces se les ocurrió seguir el rastro que los animales habían dejado y así pudieron llegar hasta donde éstos estaban. Cerca de ellos estaba una niña llamada Teresa, lavando.

Ellos le preguntaron que dónde vivía y ella les contestó que vivía en una cueva. La niña a su vez les preguntó qué andaban haciendo por allí y ellos le respondieron que andaban buscando la yunta que estaba cerca de la cueva. Que era de ellos.La niña les contestó:

-"Es verdad, yo fui por ella y para que se las regrese, necesitan llevar esta gran piedra al Nevado de Toluca".

La pareja aceptó y cumplió con lo que la niña pedía pero llegando a la laguna la niña les pidió que con su yunta la pasaran por enmedio de la laguna hasta el otro extremo. La niña les advirtió que nada les pasaría, pero que se les tenían que caer los pantalones, que iban a oírque les gritaban, que iban a oír muchas voces. pero que no voltearan. 

Al oír todo esto, el señor se resistió y ya no quiso pasar a la niña. La niña les dijo:

-"Mire usted señor, esta es una ciudad encantada, cada peña es un edificio y cada piedrita chiquita es una persona". "Si usted hace lo que le pido, la ciudad volverá a ser la de antes":Como el matrimonio se negó, la niña se perdió en la laguna junto con la yunta de animales. La pareja volvió a su casa y desde entonces aquel lugar se llama LA CUEVA TERESA 

Platica nuestro informante que un pariente suyo, entró en dicha cueva, la cual descubrió por casualidad porque él era pastor. Les contó que dentro de la cueva hay pilares y corredores donde amarran los caballos que al fondo de la cueva se

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encuentra una puerta, de la misma roca; con una argolla para abrirla. Este señor jaló la argolla e intentó entrar pero no lo hizo porque oyó una voz que le decía: 

-"Si intentas abrir la puerta y quieres llevarte lo que deseas, te llevas todo o no te llevas nada". Como no vio quién le hablaba, tuvo miedo y salió corriendo. Llevó tal susto que al poco tiempo murió.FIN

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Las Momias del InstitutoEn las vitrinas del museo de Historia Natural del antiguo Instituto Literario de Toluca (hoy Universidad del Estado) se han conservado por largos años cinco momias: tres de personas adultas y dos de niños. Las primeras corresponden al padre Botello, María Reyna y una parienta; las segundas son de dos hijos de ésta.

El profesor Luis Camarena González, notable taxidermista y profesor del Instituto investigó la historia de los misteriosos personajes, haciendo notar el hecho de que su momificación se debió a la manera en que los cadáveres fueron sepultados y al uso de cal en el momento de inhumación.

El padre Botello era un vividor, cuenta el profesor Camarena, que vivía de la caridad cristiana de los toluqueños sin ser realmente religioso, aunque vestía sotana y se adornaba con otras prendas del sacerdocio. Era en realidad un borrachín que abusaba de las bebidas espirituosas y que estafaba a los devotos pidiendo caridad para la iglesia. El sobrenombre de padre Botello le vino precisamente de su marcada afición al vino.

El tipo lunático recorrió muchos pueblos sin llamar realmente la atención de sus moradores, pero al pasar por San Antonio Acahualco, cerca de Zinacantepec, los vecinos lo descubrieron y lo denunciaron indignados ante las autoridades locales.

Se cuenta que en el rancho de Capardillas se instaló un tribunal para juzgarlo y fue condenado a morir en la horca.

Ese fue el triste final de su vida sibarita. El profesor Luis Camarena observó que en rostro de la momia se notaba aún "el rictus característico del cuello tenso por la acción y la cuerda justiciera y aún más la señal del ahorcamiento, la de la lengua salida".

Por lo que hace a María Reyna, se sabe que era originaria de Almoloya de Juárez y que fue esposa de un bandolero apodado "Chepe Pesos Duros". Murió de disentería, después de contagiar

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a su parienta ya los hijos de ésta, por lo que fueron enterrados todos juntos y así se produjo su momificación por cal.

El profesor Camarena, que no carecía de sentido del humor, solía recordar que en cierta ocasión, los estudiantes del Instituto pertenecientes al club "Vampiros", sacaron de vitrina la momia del padre Botello y la incorporaton, debidamente pintarrajeada, a un desfile o carnaval con que celebraban el final de cursos.FIN

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La Virgen de TecaxicTambién Nuestra Señora de Tecaxic tiene su leyenda. En el Zodiaco Mariano, obra publicada en el siglo XVIII por Fray Francisco de Florencia, se dice lo siguiente:

A raíz de la Conquista, Tecaxic -que en lengua mexicana significa vaso de piedra- era un pueblo muy numeroso. Una epidemia arrasó con su población, de tal modo que no quedaron en ella sino dos vecinos. Abrumados por la "tristeza y soledad", no tardaron en abandonar el pueblo, que vino de esta manera a quedar desierto.

Con el éxodo de los dos sobrevivientes quedó abandonada una ermita que en los tiempos prósperos habían construido los vecinos. Veneraban en la ermita una imagen de La Asunción, pintada al temple sobre una tela indiana. En la soledad, el templo batió las puertas y rajó las paredes, de suerte que el viento, los soles y las lluvias, "deslucieron los colores del ropaje y mermaron la hermosura del rostro".

En estado tan lamentable se encontraba la capilla, cuando acertó a pasar por allí el licenciado Antonio de Sámano y Ledezma, en los momentos en que se abatía un fortísimo aguacero.

Buscó el hombre asilo en la capilla; pero en balde, porque dentro se mojaba tanto como afuera. El agua escurría por la imagen, y allí advirtió el licenciado que era milagroso el hecho de que la Virgen no se hubiera despintado del todo, máxime "siendo la materia" en que estaba iluminada, tan deleznable y corruptible".

No sólo a este hecho inexplicable obedeció la veneración de la imagen de Tecaxic. Dos hombres de Toluca se desafiaron a causa de los requiebros de una mujer. Escogieron como sitio del duelo la espalda de la abandonada ermita, que mal se erigía en el cerro de tecaxic, hoy conocido como El Molcajete, a causa del cráter que presenta en su cima de donde le viene el nombre náhuatl que ya se dijo. Estaban los rijosos en pleno desafío, cuando oyeron músicas nunca oídas, como si proviniesen de los cielos. Asombrados suspendieron la pugna. Era de la Capilla de

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donde salía aquella música de ángeles; pero cuando llegaron hasta donde se hallaba la imagen, la encontraron , "sola y desamparada". "llenos de pavor y reverencia pusieron las armas a los pies de la virgen, y haciéndose de enemigos muy amigos, adoraron a la gran Señora...".

Con este suceso confirmó el Guardián del convento de Toluca, lo que ya le habían referido, y es que todos los sábados del año, se oía música celestial en aquella capilla abandonada.

Otro prodigio tuvo confirmación en la ermita: Pedro Millán Hidalgo, vecino muy estimado en el Valle de Toluca, hacía frecuentes viajes, muchos de ellos de noche, desde la ciudad de San José hasta Xalmolonga -Almoloya, hoy de Juárez- y al pasar por tecaxic, especialmente los martes y los sábados, "solía oír una música muy acorde y sonora, que le causaba admiración". Sin embargo, cuando picado por la curiosidad se acercaba a la ermita, la encontraba desierta. Comenzó por llevar ceras que encendía cada vez que por allí pasaba.

Algunas veces, en pleno día, Millán Hidalgo veía en la ermita "luces que a distancia brillaban con gran resplandor, y en llegando a ella desaparecían".

Otra ocasión oyó música en la noche. Pensando que los indios, para evitarse el pago de derechos, habían ido a enterrar a uno de sus muertos a esa hora, les gritó en mexicano que no temiesen, que él era Pedro Millán. La música cesó como por encanto.

Molesto por lo que creyó socarronería de los indios, se llegó sigilosamente hasta la Capilla, y para su asombro la encontró vacía.

Este y otros hechos no menos asombrosos, que narra en su Zodiaco el buen fraile Francisco de Florencia, fueron el origen de la veneración de la imagen del Santuario de Tecaxic.

Cuando fue Guardián del convento de Toluca el padre José Gutiérrez, quien gozó fama de ser un hombre profundamente religioso, conocido que hubo los prodigios de la imagen de

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Tecaxic, animó a los vecinos de Toluca, ya los labradores de lxtlahuaca, a erigir un templo.

Después de algunas peripecias los deseos del religioso se cumplieron. El Santuario de Nuestra Señora de Tecaxic, fue acabado de construir en el año de 1655.

Hoy día el Santuario se encuentra abandonado. Ausentes están las numerosas romerías que en otros tiempos lo visitaban. Las almas sencillas de los pocos hombres de buena voluntad que aún quedan, están en espera de un nuevo prodigio de Nuestra Señora de la Asunción.FIN

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Publicado por Mitos-Mexicanos.com

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