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XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014
CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS
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EL RESIDENCIALISMO Y SU IMPORTANCIA EN EL PROCESO DE
ENVEJECIMIENTO DEL LITORAL ALICANTINO
José Ramón VALERO ESCANDELL Departamento de Geografía Humana. Universidad de Alicante
Resumen:
El residencialismo, entendido como un proceso de inmigración caracterizado por su
mayor vinculación unas formas de vida cotidiana que a necesidades laborales, es un
fenómeno cada vez más presente en nuestro país, al que acuden especialmente
jubilados procedentes de países de la Europa noratlántica. La provincia de Alicante es
seguramente el principal enclave de asentamiento de estos colectivos, que constituyen
allí el principal grupo inmigratorio, especialmente en áreas de litoral y prelitoral.
El residencialismo, entre otros muchos impactos territoriales, está produciendo en
muchos municipios un notable proceso de envejecimiento acelerado, de características
bien diferentes al proceso habitualmente vivido en otras provincias, puesto que no está
comúnmente asociado ni a descensos de población ni a bajo dinamismo económico. No
obstante, también está afectado por variados problemas, tanto presentes como
previsibles en un futuro a medio plazo.
La comunicación no se centra en mostrar de manera diferencial el impacto de los
distintos colectivos nacionales, sino de caracterizar su impacto global sobre distintos
tipos de municipios. Para ello, se distribuyen los municipios alicantinos en varios
grupos en función del peso del residencialismo en cada uno de ellos y se analiza la
evolución reciente –la vivida en este siglo XXI- en cuanto a aspectos como la edad, las
tasas de natalidad o mortalidad y otros aspectos demográficos, a partir de datos
municipales procedentes del Banco de Datos Territorial del IVE y del Sistema de
Información Demográfica del Padrón del INE.
A partir de ahí se intentará caracterizar sociodemográficamente las áreas más afectadas
por la llegada masiva de jubilados –entre ellas, la matización del atractivo de la línea de
costa o su establecimiento más o menos segregado- y plantear posibles consecuencias
futuras esperables de este proceso.
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Palabras clave: Residencialismo; envejecimiento diferencial; litoral alicantino
1. INTRODUCCIÓN
El residencialismo, entendido como un proceso de inmigración caracterizado por su
mayor vinculación a determinadas formas de vida cotidiana de un lugar que a las
posibilidades laborales que pueda ofrecer, es un fenómeno cada vez más presente en
nuestro país, al que acuden especialmente jubilados procedentes mayoritariamente de
países de la Europa noratlántica.
La provincia de Alicante es el principal enclave europeo de asentamiento de un
colectivo muy complejo, considerado desde cualquier punto de vista. En primer lugar,
su definición es marcadamente complicada. No nos referimos a un grupo homogéneo y
bien delimitado, sino que podemos incluir en él a gentes llegadas en diferentes épocas,
con motivaciones distintas, inducidos por una valoración de los factores de atracción
específicos de nuestro territorio, pero también por circunstancias concretas de su país
de procedencia (transformaciones en su entorno próximo, características de su sociedad
de bienestar, fiscalidad…) e incluso de su propio periplo vital. Sorprende, por ejemplo,
en algunos casos, la vinculación con empleos el pasado colonial de su país. Importa la
memoria del tiempo de ocio vivido en años previos o el trabajo concreto realizado. Así,
una parte importante de los holandeses pioneros en esta tierra estuvo vinculado a
Indonesia; los ingleses, el principal colectivo de inmigrados, son también mayoritarios
entre los turistas que llegan a la Costa Blanca; bastantes noruegos asentados en edad
laboral trabajaban en las plataformas petrolíferas y disponían de largas temporadas de
descanso. Aunque predominan, sin duda, los jubilados y la gente de edad avanzada,
también existe un amplio porcentaje de familias activas, en buena parte trabajando en
empleos dirigidos a sus propios colectivos nacionales. Además, es totalmente habitual
que regresen a sus países durante temporadas más o menos largas, una o varias veces al
año, con lo que no pierden el contacto con su lugar de origen, además de convivir
habitualmente entre gentes de su misma cultura. Por otra parte, no existe una excesiva
presión para que regularicen su situación en España, donde son numerosísimos los que
pasan la mayor parte del año sin empadronarse -aunque también hay casos en el polo
opuesto-, sin que ello produzca ningún tipo de alarma social similar a la que se
generaba con los sinpapeles laborales, a los que incluso era frecuente referirse como
ilegales. Todo ello, ha generado una preocupación por tratar de delimitar este fenómeno
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demográfico. Así, Dominguez (2014:80) piensa que se difuminan los límites en un
sentido cambiante y flexible, en distintas direcciones, situaciones vinculadas al turismo
o a la inmigración, al retiro y al trabajo; Huete (2009:182) se plantea si necesitaríamos
un marco explicativo nuevo y habla de un sistema de movilidad entre turismo y
migraciones, lo que en realidad –dado que la movilidad incluye ambas situaciones-
muestra la indefinición de este tipo de inmigración; Rodríguez (2004:235-236) también
reconoce un comportamiento móvil oscilante entre la inmigración permanente, la
temporal y la mera movilidad y que la motivación turística primaria provoca impactos
económicos y territoriales. Frente a los anteriores y otros pocos autores preocupados
por caracterizar un fenómeno complejo, son mayoría aquellos que se han referido al
mismo como “turismo residencial”, con lo que voluntaria o inconscientemente,
reducían la situación a un tipo singular de turismo. Con todos los respetos, de acuerdo
con las definiciones aceptadas sobre residencia habitual y turista, los miles de noruegos
que habitan en L´Alfàs durante nueve o más meses al año son incuestionablemente
turistas… cuando viajan a Oslo. No es de extrañar que, en el momento en que
socialmente se les consideraba sólo turismo residencial –todavía es el término más
frecuente- la mayoría de los estudios se dirigieron a analizar su impacto en la economía
de los lugares de acogida y, muy pronto, dado el carácter aceleradamente depredador
ejercido sobre el territorio litoral y prelitoral, comenzó la preocupación por las
consecuencias ambientales asociadas (Vera, 1986:1372), que en pocos años alcanzaron
niveles excesivos en municipios del entorno de Torrevieja: fagocitación del espacio,
consumo acelerado y no planificado del suelo, crisis ambiental y socioeconómica,
destrucción de recursos naturales (Mazón-Aledo, 2004: 282-283).
En el breve espacio de esta comunicación –que impide pormenorizar a distintas escalas
o profundizar adecuadamente en la ya amplísima bibliografía- vamos a centraron en
otra transformación muy profunda de la provincia de Alicante que podemos vincular
con el residencialismo: el cambio demográfico, excepcional en algunos municipios,
especialmente en lo relativo al envejecimiento.
2. LITORAL Y PRELITORAL ALICANTINOS: EL MAYOR ESPACIO
EUROPEO DEL RESIDENCIALISMO
El establecimiento de jubilados europeos en el litoral y prelitoral alicantino comenzó a
convertirse en un fenómeno masivo en algunas localidades próximas a Benidorm a lo
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largo de los años sesenta, poco después del inicio del turismo de masas en la zona. En
el padrón de 1986, dos poblaciones, L’ Alfàs y La Nucia, fueron las primeras españoles
en las que oficialmente los residentes extranjeros constituían la mayoría de la
población. Desde entonces, este proceso ha vivido un desarrollo excepcional. No es una
situación demográfica exclusiva de Alicante, sino que está plenamente compartida con
los archipiélagos canario y balear y la provincia de Málaga, y tiende a extenderse a
otras provincias litorales próximas, como Murcia, Almería o Cádiz. Los factores de su
llegada no han variado excesivamente desde que los definiésemos a finales de los
ochenta (Valero, 1992:66-79): clima benigno, precios competitivos, posibilidad de
adquisición de vivienda, sociedad asimilable y tolerante, vida relajada… sólo parecen
haberse acentuado algunas circunstancias: positivas, como la mayor cercanía que
proporciona la tecnología y los vuelos low cost; o negativas, como una masificación
excesiva y cierta degradación funcional en algunos lugares.
El desarrollo poblacional de Alicante se vincula a ello tanto o más que a la llegada de
los inmigrantes laborales, venidos de manera más tardía, intensa e inestable. En 2013
Alicante era ya la cuarta provincia española por número de habitantes y la tercera en
cuanto a residentes de nacionalidad extranjera, tras Madrid o Barcelona, aunque
proporcionalmente las superaba ampliamente: con un 24,1% del total de la población
era la primera de España en capacidad de atracción inmigratoria. Como consecuencia
de ello, la población ha aumentado en más de un 30% a lo largo del presente siglo, un
porcentaje sólo superado por provincias vecinas de las dos grandes áreas
metropolitanas (Guadalajara y Toledo, respecto a Madrid; Tarragona y Girona, respecto
a Barcelona) y Almería. Esta riada inmigratoria y este crecimiento demográfico
acelerado no han estado equilibradamente repartidos ni territorial ni demográficamente.
Territorialmente, han sido ciertas áreas litorales y prelitorales de pasado agrario
reciente las que han protagonizado el fenómeno, frente al estancamiento o retroceso de
algunas grandes áreas industriales de los años sesenta (Alcoi, Elda, Ibi…); Torrevieja
se ha convertido hace tiempo en la tercera zona urbana provincial; en Orihuela, el
crecimiento de la llamada Orihuela-Costa ha desplazado claramente el centro de
gravedad municipal. Demográficamente, la inmigración residencial reciente ha
producido un fortísimo incremento del envejecimiento, acentuando el también patente y
paralelo proceso vivido por la población autóctona.
El Gráfico 1 muestra la profunda diferencia entre la provincia y el Estado en cuanto al
porcentaje de extranjeros por edad a partir de la madurez: sólo la inmigración
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residencial es capaz de explicar que, en las edades próximas a los setenta años, los
extranjeros supongan casi la mitad de los ancianos en Alicante.
Gráfico 1. Porcentaje de extranjeros por edad 2013. Comparación entre España y la provincia de
Alicante.
Fuente: INE: Estadísticas del Padrón Continuo
2.1 Un colectivo difícil de cuantificar
Delimitar el colectivo ligado al residencialismo no es tarea fácil, ni pretendemos
hacerlo con exactitud, aunque sí de manera aproximativa. En primer lugar, su reflejo en
el padrón siempre ha distado de ser suficiente (Jurdao, 1990; Casado, 2001), lo que ha
obligado a buscar fórmulas aproximativas, como hizo Monreal para la costa murciana
(2001:19); de cualquier manera, como señala Giner (2012:143), aunque el Padrón
constituya un registro muy imperfecto en estos casos, es el mejor aproximador de que
disponemos sobre el número y las características de estas personas. Ciertamente, los
datos contabilizados deben ser considerados con cautela y, sin duda, minusvaloran la
realidad, casi siempre de forma más acentuada que en el caso de la población extranjera
llegada desde otros continentes por motivos laborales, salvo alguna nacionalidad
concreta.
Cuestión importante, dado que el residencialismo no es una circunstancia directamente
reflejada en los padrones, es acotar el colectivo de alguna manera, y ello no es fácil.
Los datos publicados no reflejan todas las nacionalidades, sino algunas de ellas. Por
otra parte, recurrir a los microdatos disponibles no es útil, porque, por las limitaciones
del secreto estadístico, no poseemos los relativos a los municipios de menor población,
en muchos de los cuales el residencialismo alcanza su mejor expresión. Por ello, hemos
intentado delimitar un grupo concreto de nacionalidades, las de la Unión Europea, del
que hemos excluido a rumanos y búlgaros (los dos mayores colectivos de inmigrados
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europeos caracterizados mayoritariamente por su carácter laboral), y a los croatas,
todavía no comunitarios en esa fecha. En su conjunto, el colectivo resultante supera el
cuarto de millón de personas en los municipios alicantinos, muy superior al censado en
la provincia de Málaga (la segunda española en importancia), mayor que el residente en
Madrid y Barcelona conjuntamente y casi igual al del conjunto de nuestros
archipiélagos. Si a ello sumáramos colectivos como los noruegos o los suizos, que en
ambos casos poseen en Alicante su mayor comunidad en España, no parece
descabellado hablar de la primera concentración de inmigración residencial europea.
Se es consciente de que este grupo, al que hemos denominado UE-25, incluye también
algunos grupos poco “residencialistas” en nuestra provincia, como los de
nacionalidades bálticas exsoviéticas o los portugueses; también de que fuera del grupo
UE-25 se incluye a suizos o noruegos, venidos aquí por motivos residenciales, que
forman parte, además de los grupos más acentuadamente envejecidos. Pese a todo,
como podemos observar en el Gráfico 2, las estructuras demográficas de los españoles,
de los inmigrantes UE-25 y del resto de inmigrantes es totalmente diferente.
La intensidad localmente explosiva del fenómeno residencialista provoca que existan
situaciones marcadamente desiguales en cuanto a la distribución de estos inmigrados en
el territorio provincial. Los mapas 1 y 2 cartografían, respectivamente, el porcentaje de
los nacionales UE-25 sobre el total de la población de cada municipio y la densidad de
población UE-25 en cada lugar.
Gráfico 2. Distribución por sexos y edades de la población de la provincia de Alicante en 2013.
Comparación entre la población total, la española y extranjera.
Población total Españoles
Extranjeros UE-25 Otros extranjeros
Nota: Entre los comunitarios no se incluyen los nacionales de Bulgaria, Croacia y Rumanía.
Fuente: Elaboración propia con datos del INE: Estadística del Padrón Continuo
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Mapa 1. Porcentaje de extranjeros de nacionalidades de la Unión Europea (UE-25) sobre la
población total de cada municipio alicantino en 2013.
Fuente: Elaboración propia con datos del INE: Estadísticas del Padrón Continuo
Mapa 2. Densidad de población de nacionalidad comunitaria europea (UE-25) de los municipios
alicantinos en 2013.
Fuente: Elaboración propia con datos del INE: Estadísticas del Padrón Continuo
Ambos mapas, complementarios, permiten valorar el fuerte impacto de la inmigración
residencialista sobre la provincia alicantina: en el primero puede comprobarse que los
inmigrados que hemos denominado UE-25, que en pocas zonas del país constituyen el
grueso de los extranjeros, en muchos municipios de Alicante suponen más de la mitad
de su población total. Concretamente en los municipios de Alcalalí, Algorfa,
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Benitatxell, Daya Vieja, Els Poblets, Hondón de los Frailes, Llíber, Orba, Rojales, San
Fulgencio y Teulada, de tres comarcas distintas; en tres de ellos, Algorfa, Daya Vieja y
San Fulgencio superan los dos tercios de la población. Históricamente, si el colectivo
comenzó en las cercanías de Benidorm, ligado a la experiencia turística inicial, y
desplazó su mayor intensidad a la Marina Alta en los años noventa, los lugares donde
su implantación es hoy superior se encuentran ahora en la Vega Baja del Segura.
En el segundo mapa, se comprueba la elevada densidad de población de nacionalidades
UE-25 de la provincia de Alicante: 43 habitantes por km2, más alta que la densidad
total de 18 provincias españolas. En siete municipios, la densidad de población
extranjera UE-25 supera la densidad media provincial alicantina (la quinta de España).
La densidad de extranjeros UE-25 de Calp, 539,7 personas con nacionalidad UE-25,
sólo es superada por la densidad total de Madrid o Barcelona. El fenómeno es, pues, tan
profundo como para superar a la población autóctona en muchos municipios, y tan
intenso como para alcanzar concentraciones elevadísimas en muchos municipios
litorales y prelitorales.
3. TERRITORIOS EN AGUDO PROCESO DE ENVEJECIMIENTO
Ya hemos indicado que entre los aspectos del residencialismo más estudiados no
aparecen generalmente los ligados a la estructura demográfica. Varios autores se han
referido ya a los problemas ligados a la salud, a la necesidad de planificar servicios
sanitarios y de asistencia en el hogar (Casado, 2001: 88), o al incremento progresivo del
coste de los mismos (Ferrer, 1997: 22-23), y también respecto a la salud de grupos
concretos, como el inglés (Hardill, 2005; Laparra-Mateo, 2008), pero casi ninguno ha
enfocado el problema desde un punto de vista esencialmente demográfico, salvo la ya
lejana, aunque vigente en muchos aspectos, interpretación de Jurdao y Sánchez en
1990, con el sugerente título de “España, asilo de Europa”.
La provincia de Alicante, pese a su rápido crecimiento demográfico, su notabilísima
atracción hacia los europeos extracomunitarios o su dinamismo en muchos subsectores
económicos, no se encuentra entre las más jóvenes de España: el 19,3% de sus
habitantes supera los 65 años, frente a un 17,7% nacional. Sin embargo, si se
considerase únicamente la población de nacionalidad española, las cifras se invertirían:
el 17,5% de mayores de 65 en Alicante y el 19,2% en el conjunto español, convirtiendo
a Alicante en una de las provincias más jóvenes del país. Como es evidente que ni la
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inmigración extracomunitaria ni búlgaros y rumanos, llegados casi todos ellos en fecha
relativamente reciente por motivos fundamentalmente laborales, han sido causantes de
este curioso envejecimiento por inmigración, vamos a analizar el impacto diferencial
del mismo en función de la distinta implantación territorial de la población que hemos
denominado UE-25.
Para ello hemos dividido el territorio alicantino en cinco grupos diferentes, en función
del porcentaje de residentes UE-25 en ellos. Un primer grupo, el A, compuesto por los
11 municipios donde el colectivo representa la mayoría de la población. Un segundo
grupo, el B, donde superan un tercio del total, en el que se incluyen 20 municipios,
entre ellos Calp, Xàbia o l’Alfàs. El grupo C lo componen otros lugares donde también
superan un cuarto de la población, 13 municipios, entre ellos Torrevieja. El D, los
incluidos entre el anterior y un sexto del total, 14 localidades más. Finalmente, el grupo
E está formado por el resto de la provincia, 82 municipios, que sigue siendo una
mayoría clara, superior al 50% de la población, con las dos mayores ciudades, las
grandes áreas industriales y otras poblaciones del interior todavía no caracterizadas por
la instalación de población jubilada extranjera.
Debe hacerse notar que en España, y en casi todos los países, salvo en las áreas
residencialistas, el porcentaje del grupo D ya constituye una porción significativa de la
población –más del 16,6%- y un alto grado de inmigración. Además, en muchos de los
municipios pequeños, el residencialismo ha servido para dinamizar unas poblaciones
sumidas previamente en procesos de despoblamiento, como ha publicado Cortés
(2011:211). Todo lo anterior se ha resumido en el Cuadro 1, que también establece
diferencias diacrónicas: el momento inicial del siglo (padrón del 1-1-2001, el
intermedio, de 2007, y el último disponible, 2013, salvo para el movimiento natural, del
que sólo poseemos datos del año anterior. Asimismo, se han comparado los valores de
los distintos grupos con los propios de los conjuntos en que se integran: el provincial, el
de la comunidad autónoma y el de España.
Cuadro 1. Magnitudes demográficas de la provincia de Alicante en 2013. Comparación con las de
España, Comunidad Valenciana y diversas zonas de la provincia (en función del porcentaje de
residentes UE-25)
Dato Año España Com.
Valenc.
Provin-
cia
Grupo
A
Grupo
B
Grupo
C
Grupo
D
Grupo
E
Población
Total
2013 47129783 5113815 1945642 67343 137511 254767 96213 1389808
2007 45200737 4885029 1825264 57082 125322 223303 86060 1333497
2001 41116842 4202608 1490265 30750 89775 145140 60922 1163678
Índice de
crecimiento
2013 116.4 124.1 134.6 237.1 162.7 192.7 164.5 121.8
2007 111.6 118.5 126.3 201.0 148.3 168.9 147.1 116.8
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(*) 2001 101.5 102.0 103.1 108.3 106.2 109.8 104.1 101.9
Edad Media
(años)
2013 41.8 41.2 41.9 52.1 46.7 44.2 43.3 40.4
2007 40.56 39.7 40.0 48.9 44.3 41.4 41.1 38.9
2001 39.85 39.1 38.9 46.9 44.3 41.2 39.2 38.0
Tasa bruta de
Natalidad
(‰)
2012 9.6 9.3 8.6 4.2 5.7 7.0 7.8 9.4
2007 10.8 11.0 10.3 5.5 7.7 9.5 9.5 10.9
2001 9.8 9.9 8.8 6.4 6.0 9.7 10.0 10.4
Tasa bruta de
Mortalidad
(‰)
2012 8.5 8.3 7.8 6.6 7.1 6.6 7.8 8.2
2007 8.4 8.1 7.4 6.8 6.9 6.8 7.4 7.6
2001 8.7 8.7 7.3 9.7 7.2 8.4 9.6 8.1
Tasa bruta de
Nupcialidad
(‰)
2012 3.6 3.5 3.1 1.3 2.2 2.2 3.4 3.2
2007 4.5 4.7 4.2 1.9 2.7 3.3 4.4 4.4
2001 5.1 5.6 5.4 3.0 2.7 4.5 5.5 5.4
Tasa de Cre-
cimiento Ve-
getativo (‰)
2012 1.1 1.0 0.8 -2.3 -1.3 0.4 0.1 1.2
2007 2.3 2.9 2.9 -1.3 0.8 2.7 2.1 3.3
2001 1.1 1.2 1.6 -3.3 -1.1 1.3 0.4 2.3
Tasa de
Dependencia
Anciana (**)
2013 26.3 26.7 29.2 67.7 45.5 38.8 32.5 24.3
2007 24.1 23.5 24.3 42.3 35.5 28.7 26.2 21.8
2001 24.9 24.3 24.6 43.3 37.8 29.9 25.7 22.5
Índice de
Envejeci-
miento (**)
2013 117.8 119.3 132.0 417.4 231.4 184.3 155.2 106.9
2007 116.2 112.2 114.4 273.9 181.9 137.9 129.8 100.1
2001 120.3 116.9 111.4 245.4 190.1 137.7 114.9 100.7
Índice de
Longevidad
(**)
2013 51.8 48.3 45.6 33.0 44.5 40.0 41.5 49.1
2007 49.1 46.3 43.6 28.2 40.7 33.7 39.9 47.6
2001 43.7 42.8 41.7 35.9 42.5 35.2 40.6 43.0 (*) Año 2000= Índice 100
(**) Las definiciones correspondientes pueden consultarse en:
http://www.ive.es/ive/bdm/metodologia/NOIN0002_metod_cas.pdf
Fuente: INE: Indicadores Demográficos Básicos, Padrón Continuo. IVE: Banco de Datos Territorial
Algunas conclusiones parecen incuestionables a partir del análisis de un cuadro
aparentemente tan sencillo. En primer lugar, la provincia de Alicante crece por encima
de la media nacional en estos años iniciales del siglo XXI, en todos los grupos en que
hemos dividido el territorio y en cada una de las fases analizadas. Pero también es
cierto que aquellos lugares preferidos por la inmigración procedente de los países UE-
25 han crecido de manera mucho más apreciable, hasta el punto de que los “pueblos
residencialistas”, si se nos acepta el término, han doblado holgadamente su población
mientras la zona con menor presencia de los mismos no ha alcanzado, en ningún año
reflejado, el crecimiento medio valenciano.
Al contrario de lo usual en cualquier otro tipo de proceso migratorio, la llegada de la
inmigración ha incrementado con fuerza el envejecimiento. Es cierto que este aumento
de la edad media, estructural, producido por la combinación de la bajísima fecundidad
española y de una alta esperanza de vida, se ha dado en el conjunto del país, y apenas
pudo reducirse ni los años de la gran inmigración. Sin embargo, Alicante que
globalmente tenía una edad media más baja que la estatal a principios de siglo, ya ha
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superado la media nacional, cuando en la mayoría de sus ciudades y de su territorio es
aún inferior. Es, sin duda, el residencialismo el motor de este rápido envejecimiento. La
correlación directa entre el porcentaje de extranjeros UE-25 de los municipios y su
edad media es muy marcada: en 2013, la edad media de los municipios del grupo A
supera los 52 años, más de diez por encima de la media provincial.
Algunos datos parecen una consecuencia lógica de los ya citados, Así, las tasas brutas
de natalidad (muy afectada, lógicamente, por la estructura de edades) y de nupcialidad.
La natalidad alicantina es bastante inferior a la media estatal, y también a la valenciana,
pero en los pueblos del grupo A, con el último dato disponible, no se alcanza ni la
mitad de la media provincial; por el contrario, en los pueblos con escaso
residencialismo, las cifras siguen siendo similares a las estatales, aunque hoy se han
reducido también en áreas industriales muy afectadas por la crisis, el bajísimo empleo
juvenil y la emigración. En un país donde cada vez contrae matrimonio menos gente,
las conclusiones son similares a las de la natalidad, aunque intervengan otras
circunstancias.
Sorprendentemente, las tasas de mortalidad (en general, muy afectadas por la estructura
de edades) son inferiores a la media estatal. Más paradójico aún resulta que entre los
valores reducidos, se encuentre el grupo A –y también el C, que incluye a Torrevieja-,
cuando su edad media es muy avanzada y su porcentaje de ancianos elevadísimo. ¿Qué
está pasando? La clave parece ofrecérnosla el índice de longevidad, que relaciona los
mayores de 75 años respecto a los mayores de 65. Este índice ofrece allí unos valores
extremadamente bajos respecto a todos los ámbitos superiores. En realidad, los
ancianos en edades muy avanzadas son escasos en el conjunto de los residentes
europeos; se podría explicar fácilmente si el proceso residencialista fuera muy reciente,
pero en algunos puntos cuenta con casi medio siglo de tradición. Por tanto, parece
valida una observación ya realizada para la zona de Mijas (Málaga) hace varias
décadas: la mayoría de los jubilados quiere marcharse cuando ya son muy viejos, muere
su pareja, (Jurdao,1990:168) enferman o carecen de la suficiente autonomía personal.
Una rápida visita a los nichos recientes de ciertos cementerios prelitorales nos
demuestra que no todos lo hacen. En una situación como la actual, de restricciones en
el ámbito sanitario, de recorte del poder adquisitivo y de incremento de la desigualdad
social, que también afecta a sus países de origen –aunque en menor medida que al
nuestro- este aspecto del residencialismo debe incrementar nuestra preocupación y
forzarnos a buscar respuestas alternativas.
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El crecimiento vegetativo, escaso en todos los grupos y con tendencia a reducirse en
estos años difíciles, es siempre negativo en los lugares de residencia mayoritaria de los
residentes UE-25. Combinando estos datos con el fuerte crecimiento real, es evidente
que mantener el ritmo de crecimiento, o simplemente estabilizar la población, requiere
un continuado aporte de nuevos vecinos a los municipios. Y estabilizar la población
supone, además, el mantenimiento de comercios, servicios, impuestos… en unas
poblaciones que han apostado, con el consenso de la ciudadanía o no, por el
residencialismo como pilar esencial de su estructura económica.
El análisis de las tasas de dependencia anciana y el índice de envejecimiento abundan
en lo anterior. Mientras los municipios del grupo E –que incluyen, entre otros, a
Alicante, Elche, Alcoi o Elda- poseen niveles de dependencia inferiores a los españoles,
los valores se incrementan casi uniformente conforme aumenta el porcentaje de
extranjeros UE-25 de cada grupo. En el caso más extremo, el grupo A alcanza un índice
de envejecimiento (relación entre mayores de 65 años y niños menores de 15 años) del
417,4, frente a una media provincial de sólo 106,9; es decir, más de cuatro personas que
superan la edad laboral habitual por cada una que espera entrar en ella. La
sostenibilidad de los lugares resulta, cuanto menos preocupante.
Además, como reflejamos en un estudio sobre los paisajes de la inmigración residencial
(Valero, 2009: 725), las urbanizaciones en las que suelen habitar poseen una
morfología y una ubicación especial, segregadas, voluntariamente enclavadas en una
cultura ajena en la que ni desean integrarse ni es fácil hacerlo. El aislamiento, a veces
planificado con la connivencia de los poderes locales e incluso de “la otra” sociedad, no
facilita la respuesta a las necesidades de una población tan envejecida, pero invisibiliza
su realidad. El asociacionismo no suele sobrepasar el ámbito nacional de cada grupo, e
incluso los consistorios establecen formas específicas de participación para estos
colectivos (Simó, 2012:89), lo que contribuye de facto al aislamiento. Los jubilados
extranjeros han transformado la morfología urbana pero también la estructura social y
demográfica de los lugares (Mantecón, 2008:102-103), aunque se haya intentado
diseñar mundos paralelos.
Los grupos del Cuadro 1 se refieren a valores medios municipales. Cuando
descendemos a las escalas concretas de las urbanizaciones en que habitan, los valores
son aúin más extremados. Y por debajo del dato numérico y del forzado mito del
paraíso al sol, existen vidas concretas, muchas de ellas en peligro de caer en situación
de exclusión social, acompañada o no de pobreza. Las comunidades locales, en
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conjunto, también deben asumir una inestabilidad demográfica que, más temprano que
tarde, comenzará a mostrar su cara más amarga. Ese “turismo residencial” del que
hablábamos al principio, entendido como gentes extrañas que compraban sus viviendas
en cualquier lugar con buen clima y litoral cercano, fue factor potenciador de la
llamada burbuja inmobiliaria, pero ha creado una sociedad fuertemente envejecida, con
todas sus consecuencias, en todos los ámbitos, o a un proceso de recesión demográfica,
en caso de que las nuevas llegadas no sean capaces de sustituir los retornos o las
pérdidas vegetativas. O a ambas cosas a la vez.
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