el reloj parado a las siete

5
EL RELOJ PARADO A LAS SIETE Este cuento de Papini es un monólogo de un personaje que escribe en la soledad de su cuarto. Hay en una de las paredes de mi cuarto un hermoso reloj antiguo que ya no funciona. Sus manecillas detenidas casi desde siempre, señalan imperturbables la misma hora: las siete en punto..Casi todo el tiempo, el reloj es sólo un inútil adorno en una blanquecina y vacía pared. Sin embargo hay dos momentos en el día, dos fugaces instantes en que el viejo reloj parece resurgir de sus cenizas como un ave fénix. Cuando todos los relojes de la ciudad, en sus enloquecidos andares marcan las 7 y los cu—cu y los gong de las demás máquinas hacen sonar por 7

Upload: arturo-gordillo-chavez

Post on 13-Jun-2015

868 views

Category:

Documents


4 download

TRANSCRIPT

Page 1: El reloj parado a las siete

EL RELOJ PARADO A LAS SIETE

Este cuento de Papini es un monólogo de un personaje que

escribe en la soledad de su cuarto.

Hay en una de las paredes de mi cuarto un hermoso reloj

antiguo que ya no funciona. Sus manecillas detenidas casi

desde siempre, señalan imperturbables la misma hora: las

siete en punto..Casi todo el tiempo, el reloj es sólo un inútil

adorno en una blanquecina y vacía pared.

Sin embargo hay dos momentos en el día, dos fugaces

instantes en que el viejo reloj parece resurgir de sus

cenizas como un ave fénix.

Cuando todos los relojes de la ciudad, en sus enloquecidos

andares marcan las 7 y los cu—cu y los gong de las demás

máquinas hacen sonar por 7 veces su repetido canto, el

viejo reloj de mi habitación parece cobrar vida. Dos veces

por día, a la mañana y a la noche, el reloj se siente en

absoluta armonía con el resto del universo.

Page 2: El reloj parado a las siete

Si alguien mirara el reloj solamente en esos dos momentos,

diría que funciona a la perfección...

Pero pasado ese instante, cuando los otros relojes han

acallado su canto y las manecillas siguen sus monótonos

caminos, mi viejo reloj pierde su paso y permanece fiel a

aquella hora que alguna vez detuvo su andar.

Y yo amo ese reloj y cuanto más hablo de él, más lo amo,

porque cada vez me siento más parecido a él— También yo

estoy parado en un tiempo, también yo me siento clavado e

inmóvil, también yo soy de alguna manera un adorno inútil

en una pared vacía.

Pero tengo también fugaces momentos en que,

misteriosamente, llega mi hora.

Durante esos tiempos, yo siento que vivo. Todo está claro y

el mundo se transforma en maravilloso. Yo puedo crear,

soñar, volar, decir y sentir más cosas en esos instantes que

en todos los otros momentos. Estas conjunciones armónicas

se dan y se repiten una y otra vez, como una secuencia

inexorable.

Page 3: El reloj parado a las siete

La primera vez que lo sentí, traté de aferrarme a ese

instante creyendo que podría hacerlo durar para siempre.

Pero no fue así.

Como a mi amigo el reloj, también a mí se me escapa el

tiempo de los otros.

...Pasado estos momentos, los otros relojes que anidan en

otros hombres, continúan su giro y yo vuelvo a mi rutinaria

muerte estática, a mi trabajo, a mis charlas de café, a mi

aburrido andar que acostumbro a llamar vida.

Pero yo sé que la vida es otra cosa..Yo sé que la vida, la

vida de verdad es la suma de aquellos momentos que

aunque fugaces, nos permiten percibir la sintonía con el

universo. Casi todo el mundo, pobre, cree que vive.

Page 4: El reloj parado a las siete

Sólo hay momentos de plenitud y aquellos que no lo sepan

e insistan en querer vivir siempre, quedarán condenados al

mundo del gris y repetitivo andar de la cotidianeidad.

Por esto te amo, viejo reloj, porque somos la misma cosa tú

y yo.

—Esto, Demián, es la paupérrima expresión de una joya

literaria de Papini que alguna vez te pido que leas. Lo traje

hoy, sólo para mostrarte en una metáfora genial, que

quizás todos vivamos sólo en la armonía de algunos

momentos. Quizás, ahora, en este presente, la hora de la

verdadera vida coincide con tu propia hora. Si así fuera,

disfrútala Demián, quizás se pase... demasiado pronto...

Algún tiempo después, leí el cuento original de Papini: El

reloj parado a las 7. Como el gordo decía, era una joya. No

obstante, hoy con el libro en mi biblioteca no puedo

olvidarme de aquel relato de Jorge, tal vez menos rico en

los giros y en las imágenes pero tan útil para mí en ese

momento, como gozoso fue el original, años después...