el quijote como juego y don juan
TRANSCRIPT
-
7/26/2019 El Quijote Como Juego y Don Juan
1/20
BIBLI
TEC
El Quijot
e
como ju
e
go y
on
Ju
n
Sobre t
cnica
s cervantinas en Torrente Balles ter
FERN NDO
RON O FEITO
U nive rsidad de Vigo
R
es
umen En
es te artculo se explican algunas de las es tructuras narrativas de la
no
vela
Don ]11an
de
Gonza
lo T orre
nt
e Ba
ll
ester
por comp
aracin
con
el anlisis
de D
o 011ijote en J 011
ijote
como u e ~ o La reflexividad es una de l
as
caractersticas
principa
les de su esc
ri
tura. Se
pr
ete
nd
e adem
s
d
emos
trar
que
el
experimentalismo de T orre
nt
e tiene sus races en el a
rt
e de la n
ove
la de Cerva
ntes.
E sto di ferencia la obra de
Torr
ente de las
no
velas de otros autores espaoles en
la dcada de l
os
60 ta les
como
Martn
Santos
o Cela
Abs tract ln
this essay
l
try to explain sorne nar
ra ti
ve st
ructur
es of the
Don ] a
by
Gon
zalo To rrente Ba
ll
ester by comparing it with the analyse of Don 011ixole in
E/
Q11ijot
e como juego .
Re
fl
exiveness is the main feature of his way of writing. l try
also to d
emo
nstrate that tbe experimentalism of
Torr
ente has its stem s in the art
of
no
vel of Cerva
nt
es.
Thu
s T orre
nt
e
diff
ers of o ther spanish writers in the sixties
like Martn Santos or Cela.
Muchas
ve
ces se ha
recordado
la frase de
Ortega
y Gasse t: Falta
el
libro do
nd
e se de
muestre
en detalle
qu
e
tod
a novela
ll
eva de
ntro,
como
un
a
ntim
a filigrana el
jjote
de la mism a manera
qu
e
todo
p
oe
ma pico lleva
como
el
fruto
el hu eso la
I
fada".
Es tas notas pretenden ofrecer una nueva
ilustracin para la cita del a
utor
de las lv
fed
itaciones del
Q
ir Jote,
cu
ya
ve rd
ad
apunta a un rasgo distintivo de la nove
la:
qu e no exis tiendo
pl
enamente en
su sentido mod
er
no a
nt
es del Renacimi
ento,
es
tamo
s a
nt
e
un
gn
ero
O rtega
y
Gas
se
t
J os
Meditaciones del Quijote. Id
eas
sobre
la
1101Je a, Ma
drid: Austral 1964
pp
152-153.
129
-
7/26/2019 El Quijote Como Juego y Don Juan
2/20
l
Fernando Romo
abierto, vi
vo
y
en expansin, cuya
po
tica est ya dada
nte
gra en lo
fundamental en elQujjote.
atura
lm
ente, es p
os
ible trabajar
bu
s
cando hu
ellas explcitas de la
obra cervantina, por ejemplo, nombres de personajes, coincidencias
arg
um
entales, es tilstica
s
etc. P
ero
cr
eo
qu e no estar de ms, de
forma
complem entari
a
atender a novelas en las
qu
e es lcito reconocer la huella
cervantina, a
unqu
e de forma men
os
abiertame
nte
perceptibl
e.
P
oca
s
como
Don }llan, de Gonzalo Torrente Ballester, p eden ofrecer
un
campo
m
s suges tivo
para
un trabajo as. Gracias a e
ll
a se
demuestra qu
e
Cervante
s acert a
pl
a
nt
ear
y
r
eso
hT
er
genial
ment
e l
os
rasgos esenci ales del
g
nero,
y qu
e sus soluciones siguen vivas p ara aqul
qu
e se
pa
recrearlas. No
me
refiero a la teor
a
de la novela expresa, es tudiada en el
ya
clsi
co
T
eora
de
la n
ovela
en Cervantes, de Edward Riley (1962), sino a la implcit
a
a la que
cabe inferir del desarro llo de la
obra
cervantinas, tal
corno la
ba visto el
p ropio To
rr
en te Bailes ter en su l Qu Jote
como
j e go
2
que nos permite un
pr
ecio
so contraste
e
ntr
e la teora
y
la prctica del
nove li
sta.
o es de es te Jugar un anlisis exhaus tivo de la novela de Torrente -
s
lo el del
mito
hom
ni
mo ha merecido libros
enteros
1
ni el estudi o
de
su
posicin
en
el
conju
nt
o
ele
Ja
evo
lu
cin torrenti
n
a;
dig
amo
s s
impl
em e
nt
e
qu
e aparte de coincidencias
particu
lares, parece p re
fi
gurar lo
qu
e de jue
go
no sin implicaciones metafsicas hay en L a saga f11ga deJ.
B., que
no es p
oco
.
Pero s conviene recordar la situacin de Don
Ju
an en la c'Tolucin de la
no vela espaola de p
osg
uerra.
Se suele aceptar la fecha de pub]jcacin el e T iempo de
silencio,
1962,
como
punto de inflexin en que la narrativa es
pa
ola, dom
in
ada por el
reafmo, conocera
di
ve
rsos
intento
s de renova
cin
y
experimentacin,
favorecid
os
por la difusin exitosa de la hisp an
oa
mericana. Pues bien,
ntese qu e el D on ] llan, nacido del e
mpacho
de
realismo
4
producid
o por la
redacc
in du r
an te cinco
aos
de
L
os
gozos]
las
sombras
,
es de
1963,
es decir,
casi co
in
cide
nt
e c
on
la
no,
Tela de :Martn Santos. Por
eda
d, T o
rr
e
nt
e
2
Ci
to
por
la ecLc i
n
de .Madrid: Guadarrnma, l975.
3 Por ejemplo, el de la mejor co nocedora actual de la obra de Torre
nt
e, Carm en Becerra
Surez, 1
l
ilo)'
litera/11ra
esl11dio co111parado de do11 Jn
a11
), l 'ni\ersidad de Vigo, l997.
4
Do11 ]11 a11
Prlogo, p. 9. Cito por la quinta e
di
ci n de Barcelona: D estino
li
bro, l989.
Exce
pto el
pr
logo, citar siempre mediante el
nmero romano
del captulo,
el
arbi
go
de
la secuenci a y un segund o arb igo de la pgina que corresponda .
130
-
7/26/2019 El Quijote Como Juego y Don Juan
3/20
Q11ijote c
omo
j ego
y Don
]
a
Ballester, nacido en 1910, pe
rt
enece ms
bien
a la
prom
ocin
de
lo s Cela
y
DeJfes ,
qu
e, s
in
e
mbar
go, espera ran
unos
aos antes de sumarse a la nueva
corriente: Cinco horas con lviario es de 1966 y San Camilo 1936 de 1969. Se
puede decir, pues,
qu
e
Torr
ente, poseedor de Jo ms imposible de simular,
lo mas
inepto
para seguir
nin
g
un
a corriente
domin
a
nt
e
...
: la per
so
nalidad
,
5
haba llegado al experimeotalismo por sus
propio
s medios
y
camino, como
resultado de una
evo
lucin
int
erior. E n
opinin
de Alicia
Jim
nez:
Demuestra [el
Don Juan] qu e
Torrente
ha estado siempre inclinado al
mundo
de la novela fantstica ms
qu
e a Ja del rea
lismo, y l
..
]
pone de
manifiesto
que
su fu
ente
de inspiracin genuina as
como
sus
inquietudes
estticas han discurrido ms apegadas al purismo
in
tele
ctu
al, al arte per
se,
que a la
fe
nom
eno
loga social o poltica de
un
ento rn
o .
6
Ahora
bien, qu clase de experimentalismo? Al respecto,
conviene
recordar
las pala
br
as del a
ut
or
en
su P
anorama de
la literatura espaola
co tf po rcnea
7
que es precisamente de esos aos ediciones en 1956, 1961 y
1965):
Si a al
go
afe
ct
a sustancialmente la tradicin artstica, es a
la transmisin de las formas; y
slo
de
ntro
de una
tradicin as
puede operarse
una revolucin forma
l.
Se ha
dicho
ya qu e no existe una tradicin
en
la
moderna
no
vela espaola,
que
l
os no
velistas de las generaciones
anteriores han ido cada uno
por
su lado [ ..]. E l novelista
de la postguerra se e
ncu
entra, sin e
mb
argo, con
qu
e a la
novela e
urop
ea y la americana han llegado nuevos mod
os
de
narrar
[
..
]. Al mismo tiempo, la crtica universitaria
[ ..] pone en circulacin
un
a terminologa de cierta
novedad[ ..
].
Por ltimo, l joven novelista espaol prete
nd
e,
razon
ab
leme
nt
e, no re
nunci
ar a su derecho a la
s
De Nora,
Eugenio G., 1
novela espm ola co te porn
ea 1939-1967), Mad rid: G redas, 1973
(reimpr., 1 ecl. ele 1962),
Ill
, p. 95. Cfr. la opinin
ele
G. Sobejano: Ms que la versin
intelectual del mito [ .. ] es este desarreglo y en trecruce ele planos imaginativos, as como
lo s injertos legendarios [ .. ] lo que proYoca mayor sorpresa como anticipo en Es paa de
ese modo ele novelar
fr
agme
nt
ado, proteico r multigenrico que uego ha ido alcanzando
tanta
fo rtun
a (en Novela
espa1/ola de n11estro
tiempo,
Madrid:
Pr
ensa
Espao
la,
19
7
5,
2 ecl.
).
6
Tom
:nte Balleste ; Barcelona: Barcanova, 1981, p. 48.
Madrid: Guadarram
a,
1965 (1 e
l
. ele 1956), p. 48
8,
curs ivas del auto r.
3
-
7/26/2019 El Quijote Como Juego y Don Juan
4/20
Fe
rnando Ro
mo
innov
acin y a la orig
in
alidad. N os a
tr
evemos a aseg
ura
r
qu
e ni
un
a sola de las n
ove
las publicadas de
ntro
de las
fe chas
qu
e se es tudian hubiera perdido ni una posibilidad
expresi
va
de ser escrita "
de
sde
un
principio
ha
sta el fin"
de una
ma
nera orgnica ( .. ].
E l fenm eno
co
nsiste, sencillame
nt
e, en
qu
e se ha dado a
la tcnica
un
11alor sustantivo y de que sic] se la considera
como
instrumento transportable,
olvida la elem ental verdad
esttica de
qu
e el t
ema
d
ete
rmina
la tmica;
de que
la
tmica no
se
justifi,ca
por sf
111isma
sino
por
las
posibilidades expresivas
que
libe
ra
[ . .].
Con que se tra ta aqu de experimentaci
n,
s, pero qu e en vez de
imitar con ms o menos fo
rtun
a re
cur
sos forneos, p
roce
de orgnic
ament
e
del contenido, y sup ongo
qu
e adems de Ja asimilacin de la p
rop
ia
tradicin na
rr
a
tiva
hispnic
a;
y en ella parece natural
qu
e el autor de
l
fjote como juego,
8
repa rase en primer lu
ga
r y sobre todo en Cenrantes: "1'fs
en
In
glate
rr
a
qu
e en
Fra
ncia, y p
or
encima de todos, ya en Cervantes,
1
b
, b . " 9
1a n a
qu
e uscar
mi
s m aestr
os
.
E l reconocimie
nt
o del cervantism o del
D
on
J
uan no es de ahora: "La
estructura es cla
ram
ente una estructura cervantina", en palabras de J
oaqun
Marco
w.
No se ha
pr
ecisado, empero , con detenimiento, el m odo especfico
de ese cervantismo estructural. Justamente lo qu e m e pro pongo aqu
pro
bar
es que la originalidad de la novela consiste en qu e su tcnica narrativa, a
di
fe
rencia de lo que hicie
ron otros,
p roviene bsicam e
nt
e de la re
fl
exin
sobre el
Qujjote.
Afirmacin no nu eva, pues, a
unqu
e algo ms nuevo
res
ult
ar, espero, el in tento de definir la clave del cervanti sm o de
Don
Juan .
Cm o termin la historia es de sobras conocido : D
on ]
11an, acogido
elogiosam e
nt
e por la crtica en su
publi
cacin , salud ado incluso su au tor
por G arca V
i
como el represe
nt
an te pro totpico de esa clase de escritor
8
El auto r afirma en el prlogo, p.
7
que l
as
ideas del ensayo han experimentado una larga
elaboracin, durante aos.
9
Gonzalo
Torrente
Ba
ll
ester, " Prlogo a la obra completa'', Obras co111pletas I, Barcelona:
D estino, 1977, p. 71.
o
Joaqun ;\fa rco, " L
as
narraciones de Gonzalo Ballester'', en V.V.A.A., L 01
1
ela espalola
ac/11al, Madrid:
Fundacin
J uan i\Iarcb, Ctedra, 1977, p 85.
11
Por ejemplo, la resea de J R
\
la r
ra-Lpez, en nsula, 203, octubre 1963.
13
2
-
7/26/2019 El Quijote Como Juego y Don Juan
5/20
lQ11 Jote como juego y Don Juan
po
r el
qu
e clam am os [
..
]
,
2
fue tan
poc
o ledo com o las anteriores n
ove
las
del auto r,
qu
e seguira siend o casi desconocido hasta
L a saga
uga de].B. ,
en
1972: Haba publicado un libro m s ,
D
oll
J
uan
,
en la
prim
avera del 63, an te
la indiferencia de l
os
le
ct
ores y la
inc
ompren sin de bu ena pa
rt
e de l
os
crticos
3
H asta el punto de qu e se puede exte
nd
er a toda su produccin
an terior a la citada Saga
fltpa
lo
qu
e Martnez Ca
chero
haba afirmado
respecto
de su
prim
era n
ove
la: No
hub
o, pu es, ocasi n de conocer
un
a
posibilidad ha
rt
o distinta a lo que ento nces representaron Pasma/ D?tarte y
l \
ada,
un
a posibiJjdad digam os
in t
ele
ctu
al .
4
El p rimer record atorio cervantino que advertimos en Don Jan est
en el prlogo :
P
ero creo
haber
pu
esto ta
mbi
n al
go
de mi cosech
a
algo
en
v
irtud
de lo
cu
al este D on Juan sea mi D on
Ju
an
. Es cierto que, en su
mayo
r parte, mis aportaciones
pe
r
so
nales no
son
imgenes, s
in
o conceptos. Bueno. Por
eso, slo po r eso, prefiero llam ar histo ria y no novela
a esta obra ma. La novela, tal
y co
mo yo la
co
ncibo, es
otra cosa. (Prlogo: 9)
El co
ntra
ste e
ntr
e hist
or
ia
y
novela en Cerva
nt
es se suele explicar
porgue nov
e
la era sencillam ente novela corta ; n o haba, pues, palabra para
el ujj
ote
toda vez
qu
e la palabra
rom
a
nce
(cfr. fra
nc
s
roman)
estaba
ocu
pa
d
a
entre nosotro s por un g n
ero
p
o
tico. Mientras
qu
e
Don J
uan iba
a for mar parte de una serie de histo rias de humor para eruditos [ .. ] que no
era n [ .. m eras fa
nt
asas librescas, s
in
o la realidad, al menos la
verd
ad. O
una verdad (Prlogo: 11 ), lo que justifica para T o
rr
ente su terminologa.
P
ero
recurd ese, p or aadidura, que cua
nd
o T orrente se pregunta si no ser
un simple juego
de
palabras afirm ar que el bien apetecido por don
Quijote
es
ll
egar a ser personaje li terario :
Sin e
mbar
go, de atenerse al he
ch
o
indud
able de
qu
e
to do perso naje histrico, en cuan
to fi
gura de
un
a histo
ri a
2
M . Garca Vi, ,\Jovela espClllola act
11a
l Prensa Espaola, 2 ed., 1975 (1 de 1965).
Garca Vi,
como
es sabido, encabez la
ll
amada escuela metafsica , que se propona
combatir el reaLsmo social imperante.
3
Prlogo a Ja obra completa , p. 75.
4
J M Martnez Cachcro, H
istoria
de la 1101iela espmlola en/re
9
6)
975
, Madrid: Casta
li
a
1980, pp. 299-308.
133
-
7/26/2019 El Quijote Como Juego y Don Juan
6/20
Fernand o Rorn o
por ser sta indiscutibleme
nt
e litera
tu
ra narrati
va ,
tiene
que someterse a las leyes del personaje quiralo o no , no
es ya tan exagerado, no es un simple y so fstico juego.
Qu ms da para la construccin del personaje, que la
figura se apoye en documentos que en
ima
g
in
aciones?
El
Quijote
como
juego p 70)
D on Juan, com o personaje,
pr
eexiste al D
on Juan
y tiene, p
or
consiguiente una historicidad co
mparabl
e a la de cualquier personaje
construido con apoyo de documentos, pero, por
otra
parte si ha l
og
rado
persistir es porque encierra
un
a verdad . S
up
on
go qu
e reflexiones com o
sta son las que permitieron a Soldevila realizar un a distincin, aplicable a
T o
rr
e
nt
e y a lvaro Cunqueiro, en tre n
ove
la histrica y n
ove
la de la
historia. A este ltimo tipo, al
qu
e pertenecera D on
J
11a11 lo caracteriza por:
1
,
repeticin incesan te de tipos
y
arquetipos a lo largo del tie
mpo ;
2,
mezcla de tiemp os, culturas y perso najes
en un
a girndula de vistosos
anacronismos ; y
3, e
quiparacin entre leyend a, mito e historia como
fa bulaciones de un mismo nivel de credibilidad .
15
Rasgos los tres que
convienen a
D
on
Juan
en el
punto qu
e nos o
cup
a. A
unqu
e quiz no est de
ms aducir o tros dos lugares de T orrente, esta vez a propsito del concepto
de realidad:
Real es todo lo
qu
e existe, este hombre, aquel ro, la
Revolucin Francesa, el logaritmo de pi, una metfora,
una utopa
a
condi cin de que cada un o de eUos sea
colocado en la esfera de la realidad
qu
e le correspo
nd
e. El
caso de la literatura [ .. ] participa de esta condicin ,
y
lo
hace de un mo
do
particular que le es propio. E n
prim
er
lugar, porque
pu
ede abarcar todas.
ElQuijote como;uego pp . 41-42)
Principio de realidad suficiente : los materiales
[ . .] de una narracin [
..
] deben estar ex
pr
esados de tal
m anera que acusen una impresin equivalente a la
qu
e
is Ignacio Soldevila
Du
rante, La
ela desde 1936
Madrid: Alambra, 1980, p. 13
4.
134
-
7/26/2019 El Quijote Como Juego y Don Juan
7/20
El
Quj;Ote
mo juego
y
Don
Juan
n
os
pr
o
duc
en las personas, cosas, a
mbi
e
nt
es y
acontecimientos reales; pero el modo
de
alcanzarlo, y es to
era lo ms
imp
o
rt
a
nt
e de
mi
des
cubr
imie
nt
o, no
co
nsiste
en copiar lo real, sino en organizar de tal manera el
sistem a ve
rb
al, es decir, la seri e ord enada de imgenes y
conc ept
os
qu e las pala
bra
s representan , que por su p ropia
fu erza causasen aquella impresin, y la causasen por s
mismos, s
in
necesidad de
qu
e
el
lector anduviese
constantem ente del tex to a la realidad y de s ta al texto.
(Interve ncin de G onzalo T o
rr
ente Ba
ll
ester
, ovela
espaola
actual p.
106)
Por otra part
e
hay dos alusiones directas al personaje don Quijote y
otra, disc utible, indire
ct
a. Lepore
ll
o acaba de
ll
evar al narrador a casa de don
Juan , casa qu e le resul ta extraa y Lepore l o burlonamente le dice: No me
ex tra1a que ande usted
un
poco
est
pido; es, ms bien , razonable. Como si
ca
min
ase por una ca
rr
etera y se topase, de pro nto, con don Qtjo te I, 5:
30). Algo m s adelante, el narrador ha
br
de evocar al hidal
go
- tu
ve
que
r
eco
rd
ar a don Quij
ote
[ ..
]
(I , 9:
44
-
para armarse de va l
or
y
entrevistarse con Sonj a. La
indir
ecta ocurre en 13: 26, cuando el narrador
ha
bl
a con su amigo el cura sobre Leporello . E l cura acons eja al primero que
rompa las narices al italiano, aunque si Lepo rello, a su vez , es cura -
reco
rd
em
os
sus conocimie
ntos
teo lgicos - se incurrira en exco
muni
n :
Pero puedes darle un buen go lpe con el paraguas, o un
pu
etazo sin
quit
arte el guante, o
un
silletazo .
Par
a que exista exco
muni
n tienen
qu
e
ocurrir determinadas
circun
stancias:
manu
violenta
suadente
diabolo [ . .] .
Parece haber aqu un re
cu
erd o irnico de la s
itu
acin y las pala
br
as con que
el bachiller Alonso Lpez advierte a don Qw jote que qu e
da
excomulgado,
en la ave
ntura
del
cu
e
rp
o
mu
e
rt
o
Q
I, 19),
la
mi
sm a
qu
e cita, por o tra
parte, To
rr
ente com o eje
mpl
o en su lQu
fj
ote
como
juego p. 107). Pero son
las nicas alus
ion
es en
un
a n
ove
la de 347 pginas y slo ellas no bastaran
para probar la fili acin cervantina.
Lo m s
importa
nt
e, ya lo adve rtimos, no es cuestin de alusiones sino
de con struccin narrativa. Quin nos cuenta la hi sto ria, cm o nos
e
nt
eram
os
de los he
ch
os que constituyen
Ja
narracin? N o hay aqu ning
n
Cile H am ete: la novela es t escrita en
prim
era persona en todos sus
1 5
-
7/26/2019 El Quijote Como Juego y Don Juan
8/20
Pernando Romo
captul
os
exce
pto
el seg
undo, en
tercera. E n lo s captulos
1 V
la
prim
era
p
erso
na corresponde a un crtico teatral espaol
qu
e ha acudido a Pars a
ve
r e] teatro
qu
e
no puede ver
en
Espa
a
- e se
narrador a
nnim
o al
que
,
s
in
e
mb
argo, he prestado alg
un
a de
mi
s circunstancias pe
rsonal
es (Prlogo:
1
O ,
p
ero
Periodista nada
m s,
no lo olv
id
e
.J
ams ha escrito
un
miserable
cuento. Carece de imag
inacin
V,
1: 255).
6
E n rigo r, lo nico
qu
e a este
narrador oc
urr
e qu e justifique el que lo consideremo s adem s como
personaje, es que se encuentra
con
un tipo
ext
rao,
qu
e se hace
ll
amar
L
epo
re
ll
o,
qu
e
pr
ete
nd
e hacerse ace
pt
ar
como
rea
lm
e
nt
e Le
por
e
ll
o
y
a
su
amo realme
nt
e com o don
Juan
, y
qu
e
in
vitar al nar
ra
dor a supl
antar
a d
on
Ju
an en el a
lm
a de la enam
ora
da Sonja. H asta a
qu
la hi
sto
ria se
reduce
al
despli
eg
ue de la energa
di
alctica de Lep
ore
llo,
qu
e trata de argum
entar
sus
afirm acio nes frente a la natural desconfianza del narrador; a las extraas
transferencias
qu
e o
curr
en en la concienci a de s t
e; y
a su fallida estrategia
am orosa. P
ero
si nos deja
mo
s convencer por Leporello, y ello s
uc
ede
irresisti
bl
eme
nt
e
tant
o al
nar
ra
dor como
al p
ro
pio le
ct
or -
como que
estam os a
nt
e el mis
m si
mo
dem
onio- asistirem
os
a la
ve
rd adera hi
storia
de don
Ju
an (malinte
rpr
etad
a
por lo general por
cuantos
se han
ocupado
de ella a lo largo de la historia), y hasta a
un
a revisin del
nsis
ya que el
Burlador ha sido, sin saberlo, pieza de pru eba
en
el pleito
que
enfrenta a los
dem oni
os lut
eranos
con
l
os
catLcos,
y
a tod
os
e
ll
os
co
n
Di
os.
os habla,
pu
es, un narrador,
pero
que no hace sino referir lo que
Le
por
ello le
cuenta
a l y as
como
su p ro
pi
a sospecha de estar si
endo
vctima de una extraa burla. Pero e
nt
o
nc
es Leporello ta
mbi
n es narrador
- no hay hi
sto
ri
as
si no e
ntramos en
su ju
ego- ,
e
nc
aja
do , va
lga la
expresin, e irnicamente o
mni
sciente, po
rqu
e en tanto
qu
e diablo sabe
hasta los m
s ntimos
pensa
mi
ent
os
y sentimie
ntos
del na
rrad
or
primero.
Leporello coincide
con
Cicle Ham ete en un rasgo esencial: la mentira;
a
unqu
e el desarrollo
como
personaje de
Leporell
o es
much
o ms ampL o
qu
e el de histo
riador
arbigo. Y es
un
a m entira
qu
e no re
mit
e aqu a hech
os
o enunciados espordicos, sino que em ana de la propia esencia constitutiva
del per
so
naje. Ci e H amete era m e
ntiro
so por arbigo, Lepore
ll
o lo es por
ser un demonio : n o es que lo qu e diga resulte sospechoso, es que l mismo
es
mentira
. H abla
nd
o el narrador: Lo cierto es
qu
e llegu a
cr
eer
qu
e a
qu
el
l
i
Recurd ese gue T
orre
nte fue
conocido duran
te
mucho
s
ao
s
como
crtico
y,
s1 acaso,
como ensayista. El carece ele im
ag
inacin , sin
duda
ir nico, re
cu
erda al
in
genio
se
co
como un
es
parto
cer\'antino.
136
-
7/26/2019 El Quijote Como Juego y Don Juan
9/20
ElQuijote
como
juego
y
D
on a
sujeto
l
..
]
era
]
una deliberada falsificacin
1
,
1:
17); Me da la
im
pr
esin de ser todo m e
nt ira 1
,
1: 20); y
hablando don
Ju
an: J am
s
he
sentido p or Satans la m enor s
imp
ata [ .. J. Me repugna sobre todo su
fa lsedad (IV, 5: 179) . Es to plantea una in teresante cues tin, y es que,
entonces, qu verd ad se
pued
e atribuir al P
oe
m a del peca
do
de Adn
y
Eva
0/ 1),
qu
e slo conoce el narrador a travs de Leporello y que
co
ntiene la clave teol
g
ica de la obra; o a las ala
ban
zas del cielo 0J
1: 272-
273),
igualm e
nt
e de Leporello,
qu
e parecen perfectamente sinceras? H ay
que aceptar
qu
e es te dia
bl
o y me
ntiro
so por ser diablo es tes
tigo
fiable para
cua
nt
o
co
nstituye su propia historia y la de su am o. Y
a fortion
cabe la
in
te
rpr
eta
ci
n de
qu
e las ala
ban
zas al cielo
por
un
ene
migo
de ste
ti
enen el
mayo r valor probatorio , justamente por venir de quien vienen.
Co
m o sea, la
hi storia de Leporello se impone al narrador
qu
e la escucha
y
al lector
co
n la
co
ntundencia
qu
e slo tiene la ve
rdad
.
Probl
ema e
quipar
able al de la
\Terci
ad
de la historia narrada por un historiador menti
roso,
y represe
nt
acin
artstica del
contro
ve rtido es ta
tu t
o o
nt
olgico de la ficcin:
l [Pira
nd
ello]
y yo (perdn por la
inm
odes
ti
a) n os hallamos a gusto en las pginas del
Q
jjote
la epopeya de la co
nt r
adiccin, el s
y
el no afirm ad
os
cua
nd
o se
ni
egan y negados cuando se afirman acabo de escribirlo y no lo
. d )
1-
entlen o .
Lcporello cae,
pu
es, de lleno, bajo lo que Va
ll
e Arce ha bautizado
como narrador infidente , y con esa naturaleza suya se vincula uno de l
os
hj
l
os
arg
um
e
nt
ales de la obra, igualmente bien cerva
ntin
o: la
burl
a (es
curi
oso qu
e
un
a afirmacin de
l
Qjjote
como
juego
: E
l le
ct
or espaol no
tolera
qu
e le tom en el pelo (p.
162),
se re
pit
a en
D
on J uan) . E n efe
ct
o, el
narrador sospecha insistentemente que Leporell o quiere burlarse de l, p
or
el esfuerzo
qu
e invierte en co n
ve
ncerle de cosas
incr
e
bl
es. Es te es un
mo tivo no menor, como lo prueba el
qu
e aparezca una y otra vez a lo lar
go
de la
nm
'ela, por lo menos e
n:
I ,
2: 22;
I, 3:
23;
I ,
5: 33;
I, 8:
42;
1, 9:
46;
II I ,
2: 98;
Ill,
2: 105;
lII,
4:
114;
V,
1:
25
6; naturalme
nt
e, en los captulos en l
os
gu
c est prese
nt
e el na
rr
ado
r.
Ah
ora
bien, cmo se compadece esa b urla
con la seriedad del discurso teolgico y m oral de la novela?
Es
verd ad
qu
e el
artificio de
qu
e n
os
o
cup
am
os
p
ro
blema
ti
za cuan tas afirmaciones se hacen
en
D
on } t1all pero ello no dis
minu
ye la importancia del aludido discurso, que
como to do lo dems, impone su seriedad al lector aun contra la tenaz
Prlogo a la obra
comp
leta'', pp. 31 -32.
137
-
7/26/2019 El Quijote Como Juego y Don Juan
10/20
Fe rna
nd
o R
omo
desconfi anza
sospec
ha
de
impostura gue
el narrad
or
hasta el
fi
n
al
experim enta.
E l tem or a gue todo sea una
burl
a afecta, pues, tanto a la fiabilidad de
ese discurso teolgico aludido, com o al aspecto digamos moral de las
relaciones en tre Leporello don
Ju
an el Burlador, no lo
olvidemos
), de un
lado, y el narrador, Sonja, y el resto del
mundo,
de otro. La
natural
eza
diablica de Leporello es clave para esto, fuente de paradojas e
iron
as de
todo tipo: l no s cuenta cm o el Padre T llez pellido bien
signific t ivo
sa
ba m s de Dios
qu
e nadje, au
nqu
e con la limitacin
perso nal de
qu
e, secretamente era ateo I I, 1: 71 , co sa, gue, di
cho
sea de
paso, le ocurre tambin a don J orge
IV
, 1: 148),
pr
ecep tor
de
don
Ju
an.
Volvam
os
una vez ms a E Quijote
como
jNego dond e la interpretacin de la
novela co mo un juego en el que el narrad
or
considera loco al protagonista,
al
par qu
e ofrece pistas que lo desmienten
p.
121), no excluye la presencia
de
discur sos serios a
propsito
de diversas cuestiones . Pues bien, hay
muchas
ideas mucha ideologa en on
an en gra
n
parte
p
ro
cl
amada
sin
disfraces, pero slo operante si se entra en el juego de Leporello se cree,
e
ncima, en la transmjgracin
de
las almas.
Mas el motivo recurrente con el qu e con ms frecuencia enlaza el
tem
or
de ser burlado es el de los
int
e
ntos
de
Leporello
p
or con
vencer
de su
pro
pia existencia la de su amo. Ciertamente,
aceptar
lo sera como
aceptar
que podem os enc
ontrarnos
a don Quij
ote por la
calle. Supone adnlitir
qu
e
dos criaturas de ficcin existan histrica
y em
pricamente,
y
no slo eso,
sino que se suspendan para ellas los lmjtes del espacio el tiempo. Ahora
bien , no
oc
urre eso con cualquier criatura de ficci n, que parece existir de
verd ad a travs de las p ocas? Se ha dicho que es un rasgo cervantino de
Don Juan el combinar personajes de ficcin
con
otros qu e no lo son, pero
es que es real el narrador? Si lo
par
ece es sencillam ente p or contraste con
p
erso
n ajes
tan
tpica mti
came
nte literarios como don Juan; no es de
otro
modo como conferimos mayor realidad a don Qwjote y Sancho que a
Anse
lm
o, L
ota
rio Camil
a,
p rotagonistas del Cllrioso impertinente. As qu e lo
qu e est aqu en juego, incorporado a la narracin como
mat
eria artstica, es
el m odo de exis tir de los seres de ficcin, y el m odo como pueden imponer
su
existencia, una cierta existen
ci
a al meno
s,
a la conciencia de
cua
lquier
lector. Y
esto
lo argumen ta Leporello al narrador y el novelista al lecto r-
entrever
ndo
lo
in t
eligentem ente en el disc
ur
so de la fe:
138
-
7/26/2019 El Quijote Como Juego y Don Juan
11/20
El
Q tijot
e c
omo
j ttego y o ] a
S e
lo dir
.
Usted
no
cree
qu
e yo sea el diablo
porque
n o cree en
l
diablo. Y, del mismo
modo
usted
no cree que D
on Juan
lo sea de veras, D
on
Juan
condenado a ser l
mismo por
toda una eternidad, D on
Juan juzgado definitivamente,
porque
usted no cree
en
la
Eternidad ni
en l Infi
erno.
Si usted
creyera
en
el
Infi
erno
y en la Eternidad
por qu
negarse a aceptar
que
mi
amo
fuese
un
condenado?
us t ed
no dijo jams que D on Juan lo fuese -
interrump- . Usted me dij o solamente [ .. ]
- [
..
]
que
l era D on
Ju
an y yo el diablo. D e
acuerdo. La mentira no fue completa, pero una buena
mentira
debe
contarse
por e tapas,
como toda narracin
bien compue
sta.
Ahora
bie
n
aunque se la hubiese
contado entera desde el principio,
fa
ltand o as a las reglas
elementales del arte, usted no la
hubiera
credo. Amigo
mo, por qu no examina la autenticidad, la S stancia
de
su
fe?
Usted dice creer
en
el diablo, pero
si
se lo
encuentra
en
la calle, no admite que lo sea;
y
dice creer
en
el infierno y en la condenacin,
pero
si le presentan a un
condenado
lo tacha de farsante. (III
6:
129 ).
Se trata de representar el
problema
- recordando a Quine- de qu
bases tenemos
para
afirmar
que
hay lo
qu
e hay ; pero, p or ser
representacin
no
es preciso resol
ver
lo de forma l
g
ica aunque s artstica.
Leporello se di rigi inicialmente al narra
dor
porgue ste haba escrito un
artculo
en
el que demostraba cierta penetracin
en
el an
li
sis del personaje
don Juan, como ste se dirige a Sonja porque la muchacha se ha molestado
en preparar
una
tesis para la
Sorbona
acerca de l mismo. As que las
criaturas de ficcin existen, algo tautolgicamente para quienes son capaces
de traspasar l
os
umbrales de la ficcin literaria, y penetrando en ella, dejarse
llevar hasta el final.
Si usted, seor juzga m ora
lm
e
nt
e a don Quijote
com o si fu era un ho
mbr
e de verdad, hace ni ms ni
menos lo
que
don
Quijot
e ayudand o a Melisenda y a
Gaferos fugitivos de la m
or
isma y perseguidos de ella. Si
39
-
7/26/2019 El Quijote Como Juego y Don Juan
12/20
Fernando Romo
usted
se
porta
ante una ficcin com o
ante
la
realidad ,
por
qu
tacha de loco a
don
Quijo te
cu
a
ndo hac
e lo
mismo?
(E Qu
jjote
como jueg
o p 19)
Este as
pe
cto
dete
rmin
a el final abierto de la n
ove
l
a.
E l narrador asiste
en el captulo V a
un
a represe
nt
a
ci
n teatral qu e le permitir
conocer
el
desenlace de la
verdader
a historia de don
Juan.
Al final, ste y
Leporello
saltan al patio de butacas y salen del teatro, lo que
confirma
la desconfi anza
del narrado
r:
Y en a
qu
l instante, slo en a
qu
l
inst
a
nt
e,
compr
end
qu
e
don Ju
an
y l
no
eran ms
qu
e
un
os a
ct
ores
f /,
6: 345) no h
ay que
esperar al palacio de los
duqu
es para
qu
e don
Quijot
e co
no
zca
de
todo
en
todo
ser caballero a
nd
a
nt
e y
no
fantstico ?
Q
II , 31); Sonja co
rr
er tras
ell
os
: tambin actriz? Pues bien, cuando al da siguiente arranc a el tren
que
conducir
al na
rr
ador de
vu
elta a
Es
paa, p
or
la ve
nt
anilla ver en el a
nd
n,
de
pronto,
a Lepore
ll
o y don Juan que le despiden; Sonja no estab
a.
Realidad, pues, o ficcin?
Ti
enen la peculiar existencia de la ficcin, real
para quien cree
en
e
ll
a.
E l dil
ogo entre
el nar
rador
y
Lep
ore
llo citado arriba
no
s lleva a
ocup
arnos de otro aspecto mu y caracterstico de Don Juan,
consecuencia
de
lo a
nt
erior, y es la frecuencia
con qu
e las situaciones de la ficcin suscitan
reflexiones literarias, alusiones a los
probl
em
as
del
no
velista o del
dram
at
urgo
.
Esto
se hace sistemtico a lo lar
go
del captulo V, en el
qu
e es
autntico
teatro lo
que
a
par
ece e
nc
ajado en la narracin, y la
constante
crtica
qu
e el espe
ct
culo merec e al narrador, al ejercer
un
efe
ct
o de
distancia
miento
,
impide qu
e el
lector
se deje a
rr
astrar del todo por la
historia y olvide
que
don J
Ltan
es literatura; pero antes
ha
surgido tambin
casi
continuam
ente.
Me ahorro,
pues,
un
a relaci n de las pginas
para
ofrecer un so
lo eje
mplo, bien
significativo. Leporello a
caba
de enterarse de
qu
e
Son
ja
ha
disparado contra
don
Juan, y cua
ndo
co
nduc
e al na
rrad
or al
piso
de aqul e
ncuentra
el pauelo que servira de prueba contra la
muchacha.
El
narrador reflexiona: La inspeccin del
coch
e, el com entario
al ha
lJa
zgo del
pauelo
, y, so
br
e todo, el tie
mp
o
consumido
en
as
pirar su
perfume y en ponderarlo, me parecan algo as como una dive rsin lric
a,
o
la
in t
erpolacin discursi
va
en un
proc
eso
dram
tico
ur
gent
e 1,
6: 36) .
14
-
7/26/2019 El Quijote Como Juego y Don Juan
13/20
El
Q11ijote como juego y D
f11
a11
Y es curi
oso
qu e, en ocas iones, el material utiliza
do
no
sea la literatura
sino la fiesta de los toros, pero la funcin es la misma: precisa
un
disc
ur
so
para
lelo
como contrapunto
de la narracin en curso,
porque
al igual
qu
e
ocurra
con
el
contraste
equival
en
te e
nt r
e personajes, se
produc
e un
ilusionismo,
bien
cervantino, por el qu e la narracin primera parece
realidad. Es, adem
s
y so
br
e todo, una
forma
de reflexividad n
ove
lesc
a, que
se manifiesta igualm ente, por ejemplo , en las ironi
as
del na
rr
ador contra la
historia del
Garbanzo Negro 1
1, 1:
94-95).
E n cierto modo, vale la f
rmul
a
de SoJd
ev
ila: Novela de la novela
cin
de
un
mito, es decir,
una
o
bra
en la
que el
proceso
mismo del
novelar
es t incluido .
8
E n una palabra,
si
se ha
cons
iderado
Fragm
e
ntos
de
apocalipsis
(1977)
como
eje
mpl
o l
ogra
do de
metanovela
,
9
se
pu
ede decir
qu
e el procedirniento est
ya
en D
on
J
uan
.
Y puesto
que
hemos apelado de
nu
evo a]
contraste en t
re d
on
Juan y
Lcporello, de un lado, y el narrador, de otro, digamos que si bi
en
el
para
lelismo de los
prim
eros con don Quijote y
Sancho
resulta borroso, la
funcin del narrador es bas tante comparable a la del cura, el barbero y el
bachiller San
s
n Carrasco, emp
ea
d
os
en no creer en el
mundo
de don
Quijote y a
rr
astrad
os
a pesar suyo a su rbita. Pero en cuanto a la
construc cin de personajes s podemos e
ncontr
ar
un
rasgo cervantino, en
versin de
Torrente,
claro est:
U
tilizar, more cervantino, el
mod
o de
pensar
de
l
os
personajes
como elemento
s de caracterizacin .
20
Ciertam
en
te,
si
al
go
hay en
Don
J
uan
es di
lo
go, que - con
hart
a
frecuenci
resulta denssimo,
co
mo cauce de
la
rigurosa arg
um
e
nt
acin
co
n
qu
e
un
os y o tros debaten las cuestiones ms abstrusas. E l recurso llega
al delirio y la irona cuando el Comendador reflexiona en si E lvira debe
matar o no a don Juan 01
5:325-326).
E l na
rr
ador se autodefine
como
intelectual de la especie de los so fi stas, pero en la n
ove
la todos, hasta
Celestina en
su
enrevesada tc tica a
nt
e el pa
dr
e Welcek,
razonan co
mo
sofistas.
2
8
SoldeviJa
Durante,
op. ci t.,
p.
139.
l'J Ya en L
t
j t ~ ~ a de .B., pp. 256 y ss., Barcelona: D estino, 1973 (2 ed.), el narrador
discute con J acinto BaraUobre lo antiesttico de la muerte que ste ha dado a Cloti
lcle.
2
Pr
l
ogo
a la
ob
ra comp leta ,
p.
7
1.
Pero vase adems tocia la seccin Un poco de
doctrina
pre\
'ia , pp. 37-42 de EIQ11jjole o 1 1 J o j u e
2
Recurdese el razonar de don Acisclo en
La saga
ttga
de].B.,
pp. 390
y
ss., Barcelona:
Destino, 1973 (2 ecl.).
4
-
7/26/2019 El Quijote Como Juego y Don Juan
14/20
Fern
ando Romo
Ava
nza
nd
o en
nuestro para
le
li
sm o, n
os
referirem
os ahora
a las
narraciones encajadas. Las ms extensas son: la historia del Garbanzo
egro - Leporello cuenta su historia
en
tercera persona y con ese
nombre- que llena todo el captulo II; la de don
Juan
, que habla en
primera persona - s u alma ha transmigrado en el
narrador
y gua su
mano
al escribir-
22
que llena el captulo IV, historia es ta,
por
otra parte, que
viene a corresponder al primer acto de las versiones clsicas del mito; la
continuacin de la anterior -segundo acto, italiano,
en
las versiones
clsic
as -
que incluye adem s el
Po
ema del pecado de Adn y Eva, en V 1
y V 2; y la
representacin
teatral el tercer acto
clsico-
a la que asiste el
narrador de
sde V 3 hasta V
6.
P
ero
si
se quiere ser rigu
rosos,
hay qu e
aadir o tras ms breves, como la escena del narrador/ d
on
Juan
con
Baudelaire y J eanne
II I
, 5: 118-120) o la de la chica juda perseguida
por
la
Ges
tapo Ill, 1: 98).
i e
mpl
eam os la terminologa de Torrente respecto a las del Quijote,
todas las de
su
Don Juan
son
aflue
ntes
al hilo narrativo principal, y
exigidas por la comprensin torrentina del mito. La del Garbanzo Negro se
introduce de forma nat
ur
al; dado
que
L
epore
o precisa hacerse creer
como
diablo y a su amo como don Juan, cuenta su historia, que contiene un
planteamiento
teolgico cuya
respuesta vendr
dada en el P
oema
del
pecado de Adn y
Eva
. Na
rr
ada
en
tercera persona, nos
retrotrae
a la
Salamanca del
s.
XVI, en plena polmica en tre b
aeci
stas
y
m olinistas,
y
cont iene algn levsirno rasgo lingstico arcaizan te.
Ir
nicamente, hay
diablos catlicos y luterano s: quin ms apasionado
por
cuestiones
teolgicas
que
los diablos? Si cada uno es libre para salvarse,
el
mundo es
un cosmos y Dios es Dios;
si
como quieren los luteranos, hay
predes tinaci
n,
el
mund
o es caos y Di
os
es injusto,
lu
ego no es Dios. D on
Juan va a ser el sujeto de expe
ri
enci
a
que permita dirimir las diferencias
entre unos
y
otros,
y
en
su caso, protestar contra la injusticia divina II
2:79-80).
Esta
narraci
n
del
Garbanzo
Negro,
como
var
i
acin
tcnica,
alc
anza
su dese
nJ
ace en form a de una narracin encajada: la declaracin
de
Celestina ante la Inquisicin,
en
la
qu
e cuenta
cmo
fue la
muerte
del padre
Welcek,
habitado por
el Garbanzo.
En
conjunto, el segundo captulo
constituye
un
prlogo
para
la historia de don Juan
propiamente
dicha.
22
Un
a especie de transmigracin y
al
go de diablico hay en Jacinto Barallobre, a
f l f j l a
j B . pp. 414 y ss . Barcelona: D estino, 1973 2 ed.).
4
-
7/26/2019 El Quijote Como Juego y Don Juan
15/20
El Q ijote c
omo
J ei o y Don ] a
s
ta avanzada en
la
prim
era transmigra cin del a
lm
a de
don Juan en
el na
rrad
or (III , 5), se desarrolla en el captulo IV,
que como
adve
rtim
os,
v
iene
a correspond er con la p arte sevillana de los don Juane s cls icos .
D esde
lu
ego, el
procedimiento
de la transmigracin no e
ncu
e
nt
ra paralelo
posible
en
Cervantes, no
obstante
lo cual no resu lta
mucho
ms rebuscado
que
la a
dmi
s
in
de la e
ntid
ad diablica de Leporello o
Ja
mera posibilidad
de
qu
e Leporello y don
Ju
an sean Leporello y don Ju
an
. Ciertame
nt
e, al
final de la novela surge la duda de si lo que hemos ledo no se reduce al
relato de las
ind
ecis
ion
es del na
rr
ador a
nt
e una
much
a
ch
a que le atrae y
ante la
qu
e se siente inferior.
D
on Ju
an en su d
espe
rtar er
tico
siente
un impul
so pantesta, de
fusin con l cosmos,
qu
e la experiencia sexual se enc arga de desmentir.
E
ll
o le
produce un
desacuerdo
con
la creacin divina
qu e combinado
con
el engao de
qu
e est a punto de hacerle o
bj
eto el Com e
ndad
or, le induce a
elegir el
camino del pecado en el m bito en el que l fcilmen te puede
desafiar a Dios: las muj eres. La narracin, en primera persona, co
nt
rasta
ciertos rasgos de a
mbi
e
nt
aci n lingstica
con
un anacrnico delib
erado
uso del usted (el autor no pretend e hacer novela hi strica).
Es
inconfundib
le es te yo arroga
nt
e, razonad
or y
arroj ado con el no menos
r
azo
na
dor
p
ero
vacilante
y
desconfiado de l
os
captulos en
que
el n
arrador
ha
bl
a con
voz
propia.
La
historia de don Juan prosigue en el captulo V, de
nuevo
en boca
de J.eporello l
acto
italiano- luego mediante la representacin teatral
encajada. Aqu don
Ju
an con
oce
r a dom Pietro, quien le recita
para
llam arle al
bu
en camino el Poema del pecado de Adn
Eva,
respuesta a l
as
dud
as de do n
Ju
an clave teolgica de la obra. E l uni
ve
rso es
un
a
cto
de
am or divino, y Adn y
Eva,
si exis ten, es
para
darle
voz
. Pero cuando
Eva,
tentada por Satn,
llame
a Adn a gua
rdar
su
amor
para ellos,
romper
el
orden del unive r
so
e
in
augurar esa frustracin amorosa
qu
e est
en
el
origen de la
rebe
lda de do n
Ju
an. D e
nuevo
la fo rma de insercin de este
Poema riza el rizo de la audacia tcnica: la e
ntre
vista en la
qu
e dom Pietro
recita a don
Ju
an su
poema
tiene lugar
en
privado, Leporello ha
br
de
introducirse par
a poder asistir en el cu
erpo
de una paloma buchona
qu
e el
fraile guarda (\ , 1: 270); slo as se justifica
qu
e se entere se lo
pu
eda
transmitir al na
rrad
or (y al l
ecto
r). Es
un
a brom
a
claro est, pero
recurdense las dudas de don Quij
ote
y Sancho acerca de cmo pudo
e
nt
erarse C
icl
e Ham ete de los dil
ogos qu
e entre ell
os
hub o s
in
testigos.
143
-
7/26/2019 El Quijote Como Juego y Don Juan
16/20
Fernando Romo
El desenlace de la historia de
don Juan ocurr
e,
como
sabemos,
en
forma de teatro,
un
teatro fantasmagrico de
ambigua
realidad. E n ese nci
a
mediant
e un relato
que
alud e pardicame
nt
e de un lado a Zorrilla, de otro
al
Don Giovanni
moza
rtiano
(
E
lvira [ .
cant
su aria, que pareca
un
fado , V, 5: 323), se trata del juicio de don Juan. s te es triple.
Prim
ero,
intentan juzgarl ' quienes le conocieron en Sevilla: el
Co
mend ador, Elvira,
etc. Don
Ju
an los re
cu
sa
y
el
Co
me
nd
ador lo mata, a
unque
don
Juan
volver a leva
nt
arse porque, lgicamente, l no pu ede morir.
J\
continuacin
lo
intentar
n los diablos, juicio
in
validado
porgue
al negarse
don Ju
an
a responderles manifiesta basta
nt
e su libertad, de donde se sigue,
a
unqu
e la
no
vela
no
lo diga,
que
queda
confirm
ada la tesis de l
os
catlicos.
F
inalm
ente, el juicio de los T eno rios,
qu
e no le adrniten e
ntr
e ellos por
haber quebrantado
las conveniencias
soc
iales. P
ero
el caso es qu e don
Juan
ha mantenid
o su pecado
ha
sta la muerte, por ser
cohe
rente
con
los
Tenorios y con su propio desacuerdo con
Di
os, y eso constituir su
condena: seguir siendo D
on Ju
an por
toda
la eternidad, y ser,
co
ntra el
exis tencialismo sartriano, su propio infiern o.
Es te desenlace - despus vendr la partida en
tren
del na
rr
ador hacia
Nladrid- no s lleva a hablar de un rasgo, es ta vez del se
ntido
de la obra, de
nuevo mu
y cervantino,
que
es la libertad.
Libertad que
se manifiesta tan to
en los personajes como en el nove lista. En efecto, represe en que el punto
de
partida
de don
Juan
es equiparable al de Alonso
Quijano l Bu
eno.
ste
elige conve rtirse en don Qtjote, a
qu
l
qu
e de seguir con Mariana, su
esposa,
podra
acabar en San
Ju
an Tenorio (
lV
, 13: 228) decide librem en te
se
r pe
cado ,
como protesta co
ntra
la creacin div
ina
. Luego,
no
se dejar
a
rr
astrar por E lvira porque la siente como una am enaza para su libertad. E l
Garbanzo Negro, qu
e debiera hacer morir al padre Welcek en la cama,
a
lt
era su final
como
le parec
e.
Se cita la liber tad explcitame
nt
e por lo
men os en
IV
,
5:
179; IV,
7:
191; I
V,
1
3:
230 :
IV
, 14: 249, por no hablar de
los s
uc
esi
vos
juici
os
de don
Juan
, ya aludidos.
Pero es
que junto
a esta libertad de los personajes, y por consiguiente
in t
erior a la narracin, se podra hablar de una libertad exterior a Ja ficcin:
aquella de la
qu
e el n
ove
lista no slo usa, s
in
o de la
que
se
compl
ace en
alard ear en to do momento. Sin duda se es t
trabajando
con un tema
23
Es
interesante
comparar
es te
u1c1
0 con el de a
sa/ ,a fit ,a de J B
.
pp
. 529
y
ss.,
Barcelona, D estino, 1973 (2 ed.).
144
-
7/26/2019 El Quijote Como Juego y Don Juan
17/20
El como j
ego y Do11.J a
literario preexistente a la
nov
el
a;
pu
es bien, resulta fascina
nt
e la libe
rt
ad
con
la
que
T orre
nt
e
ha
procedido a
un
sincretis
mo
de elem e
nt
os de aqu y de
a
ll a veces aparecidos en el curso de la historia del tema con diferencia de
siglos, y la libertad, asimism o, con qu e ha invertido su signo . Lepore
lJo
es el
criado del D
on
Giovanni de 1-fo zart, pero injertado en Mefistfeles al hacerlo
diablo, por m s
qu
e l propio Leporello lo
ni
egue Ill 1: 94);
do
a E lvira
aparece en el Dom Juan de Moliere, antes de en Mozart pero
com
o esposa
aband onada y a
mante;
el
Comendador
es aqu un fantoche
pr
es
untuo
so;
Mariana, D
oa
Ximena de Aragn,
dom
Pietro son
in
ve
ncin
de T o
rr
e
nt
e,
que
incorpora
adems a su relato,al padre \Velcek, al padre T llez y es
imposible
no pensar en
Fray
Gabriel
T
lJ
ez,
Tir
so de Niolina,
prob
able
primer creador
de don
Ju
an-
y
a
don
Miguel de 1-faara, y por si eso fuera
p
oco y
anacr
nicam
e
nt
e, a Celes tina. La libe
rt
ad,
in t
erna o externa, resulta
ser el nico valor inconmovible en la o
br
a - hasta Leporello escoger al
fi
nal aco
mp
a
ar
a don Juan m ejor que un infie
rno
convencional.
os
fa
lt
a
pa
ra terminar aludir a
un
ras
go
de nuevo tpicamente
cervantino, de tcnica narrativa, a
unqu
e de alca
nc
e m
s
limitado. Me refi
ero
a la forma de enlace ent re captulo
s
o e
ntr
e secuencias de un mismo
cap tulo. Avalle A rce ha ll
amado
la atencin sobre esta tcnica, por eje
mpl
o
en la transicin e
nt r
e los captulos tercero
y
cu
a
rt
o de la
prim
era pa
rt
e del
Qttjjote:
E l vent
ero
[ .. ] respondi a l
as
suyas y sin pedirle la costa de la
p
osa
da, le dej ir a la
bu
en hora.
CAP
ITUL
O III
D e lo que
s c
edi a
nu
estro c
aballero
c
uando sali
de la
ve
nta
La del alba sera cuando don Quijote sali de la ve
nta
tan
contento
tan ga
lJ
ardo tan
o r ~ z a d o
[ . .].
Avalle
Arce
comenta:
24
La
del alba seria . El
antecedente
es la ltima palabra
del
captu
lo a
nt
erior, /Jora. Pero no se trata
en
absolu to,
co
mo
han
s
upu
esto l
os
come
nt
aristas, de
qu
e Cervantes
escribi
todo
el
Qu
jjo te de 1605 de
un
tirn, y luego lo
24
Miguel de
CerY
antes, Don Ou
jjo
te de la i\I ch . E dicin e
st
dio ) otas de Juan Bautista al/e
A rce
do s vols
.
Madrid, Alambra, 1979 vo
l.
I, pp . 97-98.
145
-
7/26/2019 El Quijote Como Juego y Don Juan
18/20
Fe rnando Romo
dividi en captulos, a
unqu
e
mu
y al azar . Se trata, ms
bien, de que
Ce
rvantes experimenta, en 1605 con
un
a
nu
eva
din
mica na
rr
ati
va
[
..
] el arte cervantino est
..
]
dedicado a la imitacin de la vida
. ,
y la vida es,
pr
e
ci
same
nt
e, fluencia (m ovi
mi
e
nt
o). E n conse
cu
encia,
para apreciar la fluencia del arte cerva
ntin
o que quiere
imitar la fluencia de la vida hay qu e co locar hitos
estticos, qu e son, precisam e
nt
e, l
os
epgrafes de l
os
captulos .
Pues bien, ese p
roce
dimiento,
qu
e m uy bien se deja ca
li
ficar d
encabalgamien to narrativo, lo prodiga T orrente en
on J
11an por ejemple
en el primer cap
t
ulo en Jos enlaces
en
tre las sec uencias 3-4 4-5 y 5-6, y e1
muchas otras, aunque el caso ms radical es el de Jos ca
p
tul
os
Ill y IV. E
III
, 7:
143
el na
rr
ador se levan ta un da y se e
ncu
en tra un rim
ero
d
cuartillas en qu e on J
uan
por su m ano ha escrito su histo ri a; las primera
dicen, cita
nd
o a Baud elair
e: J'
ai plus de sou
ve
nir
qu
e si j'avais mille ans
Pid
o el verso prestado a m a
migo
Ba
ud
elaire a quien
co
n
oc
al
go
tard
e
. '
luego el co
mi
enzo del siguie
nt
e captulo (IV, 1:
144),
arra
nca:
'J'ai
plu
s d
souvenir
qu
e si j'avais mille ans' . Y co
ntin
a
co
n la
prim
era
pa
rte de 1
historia de
on
J
uan
qu
e se ex tie
nd
e a lo lar
go
de to do el cap
t
ulo,
y
qw
hay
qu
e s
up
oner, el narrador lee, si no cmo n
os
en teraramos? Claro qu
podram
os
echar mano de la te
rmin
ologa de Genctte
25
para el tratamien t
del tie
mp
o narrativo, a base de elipsis, analepsis
y
p
ro
lepsis p
ero
1
verdaderam ente importante aqu es que el recu rso con to da su audacia l
pro di
g
Cervantes y no
ha
ce falta acudir a fu
ente
ms esotrica
pa
1
justificarlo, al men
os
en su gnesis .
H asta aqu
nuestro
repaso p
or
el on J t1a11 de T o
rr
ente
Ba
ll
este
H em os de pregun tarn os ahora si hay algn principio explicativo qL
justifique la
pr
esencia de l
os
rasgos sealados, de m odo que
no
qu ede
estas notas en un catlogo de observaciones dispersas.
Lo
qu
e
on
J
t1an
de
mu
es tra so
br
e
to
do es
qu
e su au
tor co
ncibe
li tera t
ur
a como
ju
ego,
26
es decir, corno con
struc
cin o artificio que
slo
2
5
Gra
rd
Genette,
F1e11res I Pars : Seuil, 1972.
2
6 Cfr.: P
ie
nso que habiendo descubierto un dia el juego de la literatura, decid dedicarm
l pura
y
sencillam
ente po
rqu e me gustaba in ms co mp
li
cacio nes , en
Pr
lo
go
a
obra
completa , Obra Co111pleta t. LBa rcelona: D estino, p .
16.
146
-
7/26/2019 El Quijote Como Juego y Don Juan
19/20
l Q11j/o e CO/l/O; teJ ,O y Don )11an
sostiene
con
la complicidad
la
entrada en el jue
o
del l
ecto
r. Y esa
co ncepcin se ha configurado al hilo de un cierto
mod
o de leer el Quijo/e.
Se trata de un espritu cervantino o de una cierta
comprensin
de lo
cervantino m s que de la asimilacin de unos rasgos concreto s, bien que se
comprend a
qu
e aqul
produc
e s to s. Otras
concepciones
del arte de
novelar igual de legtimas acentuaran los aspectos ticos de la literatura,
que l
os
tiene, pero ese trmino: juego, se repi te demasiado en la
obra
y en
las declaraciones de Torrente como para que el le
ctor
se llame a engao . Y
adems juego no es sinnimo de intrascend encia o
bana
lidad, reco rdemos
otra vez la
ge
nealoga cervantina.
Lo
qu e Sancho es para don Quijote en la
conc e
pcin
de
Torrente
lo son el narra
dor
y
el lector, re
pr
ese
nt
ada en el
na
rrador
su desco nfianza, para Leporello. Las piezas del juego son nada
menos qu e los pormenores de las posi ciones teolgicas sustentadas en el
libro, qu e suponen
una
interpretacin completa del
mundo,
o
un
a
concepci n de la moral ent re hombre y muj er, en la
que
, por cierto, sta
aparece visib lem ente sub ordinada al
hombr
e; piezas del juego son tambin
la exis tencia de l
os
personajes literarios - don QLjote aspiraba a serlo T,
do n
Ju
an lo es desde un principio- y esa conciencia de estar haciend o
literatura que lleva a riz
ar
el rizo de Ja realidad, la imaginacin, la
\'erosimilitud, y el ilusioni smo. E l fin del juego es hacer qu e se ace
pt
e como
real lo
qu
e
habitua
lm
e
nt
e se rechazara, forzar al le
ctor
a
tomar
en serio lo
que de hacerlo pblicamente le
ll
evara a ser tomado por loco. Claro que
ese espritu
probl
em atiza casi todas las afirmaciones n1s fuertemente
ideo lgicas de la novela, pero no oc urre eso co n el Qujjote? Otra vez
Ortega, de qui en tambin se declara deud or T orrent
e:
No exis te libro
alguno cuyo poder de alusiones simblicas al sentido uni versal de la vi da
sea tan grande, y, sin er
nb
argo, no existe libro algun o en que hallemos
menos anti cipaciones, menos indici
os
para su propia interpretacin .
28
D e
qu se responsabiliza el autor de
D
o11 ]11011, de ciertas convicciones litera
ri
as,
teolgicas y acerca del hombre y la muj er, o simplemente de la
co nstruccin y l juego con eUas?
Qu
s
up
one,
pu
es,
en
definitiva, el
concepto
de juego? E n
prim
er
lugar, una conciencia antiromntica,
29
por
la que la ficcin no es carn e y
T Il I
Q11
/o e co1110 l l ~ f , O ,
p.
70.
28
Op. cit. p.
91
.
29
Vase en
Pr
l
ogo
a la
obra comp
leta el progresi,o
abandono
de la conciencia
romntica por parte
de
l autor,
y
su aficin
por
Ja crtica de Baudelaire o po r el ensayo
en
147
-
7/26/2019 El Quijote Como Juego y Don Juan
20/20
Fe
rnando Romo
sangre de la ca
rn
e y sangre del autor s
in
o
qu
e hay
un
a distancia
gu
e
permite al autor co
nt
emplar su obra com o obj eto. Se sigue de ah casi
tau tolgicamente una ag
ud
a conciencia de lo
qu
e llamaram
os
con
ex
pr
esin tcnica Ja ontol
og
a
de la obra literaria en concreto de la ficci n
aspe
ct
o esenci al de la
cu
al sera el p
ro
blem a de la con struccin modo de
existencia de los perso najes y origen de la reflexividad por Ja gu e se
inco rp
ora
n a la narraci n las re flexio nes ace rca del hecho de narra
r. Esas
cues tiones qu e la t
eo
ra de la literatura ha in tentado resolver por medi
os
tericos di scursivos se convierten en materia de arte y recib en respues tas
artsticas en la
propi
a ficcin. As que record ando una cita del auto r
respecto delQ11jjot
e
tan
imp
o
rt
a
nt
e o ms
qu
e Jo afirmado en Ja n
ove
la es el
he
ch
o de qu e sea la epopeya de la co
nt r
adiccin
,
el hech o mismo de la
afirm acin la negacin simultneas . L a mi sma
vo
cacin del autor por un a
crtica es
tructur
alista se manifies ta en n
ove
las
co
m o D o Juan
qu
e so n
alard e de invencin tanto como de composicin complej
a.
Aadamos
finalm e
nt
e
un
a vez ms
qu
e qui z sta no es la nica m anera de n
ove
lar
pero
s que pres
up
one una conciencia del gnero no anterior a Ce rvan tes.
o podemos tener en fin ni mucho m enos la impresin de haber
es tudiado el
D
on ] 11011 de
un
modo pleno. Slo hemos querido sealar la
filiacin cerva
ntin
a de
un
a co
nc
e
pci
n literaria
gu
e se manifiesta en l
os
principales pro cedimientos constructivos de la novela. N u
estra
reflexin
conduce adem s a una precisin histrico-literaria en conc reto respecto de
la historia de la n
ove
la espaola co
nt
e
mp
ornea: no se debe
habl
ar de
To rrente como anticipador precurso r etc. del experimentalism o en auge a
partir de la dcada de 1960 sin precisar el modo orig
in
al de esta
experimen tacin lo qu e debe a una tradicin narra tiva hisp
n
ica; m s
an si se tiene en cuen ta que es tam
os
aqu a
nt
e
un
novelista-ensayista que
si bien ha practicado ampliam ente una peculiar form a de novelar no ha
dejado de exponer en la teora los fundam entos de los que em anaba.
el que Poe explic la composicin de The a m o po r los de O rtega tanto Medit
acion
es del
Quijote como L a de
sh a i
z
aci
del arte.
148