el pÚlpito virreinal: funciÓn, evoluciÓn y … · espectáculo religioso, donde el predicador...

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1 EL PÚLPITO VIRREINAL: FUNCIÓN, EVOLUCIÓN Y DECADENCIA María del Carmen Fuentes En las iglesias y casas religiosas cristianas construidas en el virreinato del Perú durante los siglos XVI al XVIII, fueron varias las estructuras de madera erigidas para que en ellas se cumplieran diversas funciones, todas ellas vinculadas con la evangelización, principal objetivo de las ciudades hispanas fundadas en América. Pertenecen a estas obras que complementan la arquitectura, las sillerías corales, los retablos, los ambones y los púlpitos, los confesionarios, las cátedras y bancos de la sala capitular, los muebles de la sacristía, además de las obras de cerramiento como las celosías de los coros de religiosas y las cancelas. Las sillerías corales, formaban junto al órgano y el facistol, el conjunto empleado para albergar al clero durante el oficio divino. Estaban compuestas por un número determinado de estalos, que es el nombre que recibe cada uno de los asientos, los mismos que se disponían en uno o dos niveles, destinados a las diferentes jerarquías de los clérigos, la mayoría de las veces acomodadas en forma de “U”. Aún hoy podemos observar magníficas sillerías corales como aquellas de la catedral de Lima y Cusco. Los retablos, introducidos alrededor del siglo XI se colocaban en la parte posterior de la mesa del altar, de allí derivó su nombre, del latín retro tabulae. Hasta antes del Concilio Vaticano II (1962-1965) el sacerdote celebraba la misa ad orientem. El muro testero de la iglesia, el telón de fondo del retablo mayor, debía orientarse al este en los primeros templos y el sacerdote celebraba la misa de espaldas a los fieles. Inicialmente fueron pequeños rectángulos esculpidos en piedra o metal, pintados sobre tabla o bordados en tela con representaciones de Cristo, la Virgen María o escenas de la vida de los santos, y tenían el objetivo de fomentar la piedad tanto del celebrante como de los fieles. Entre los siglos XII con el arte gótico y hasta el siglo XV adquieren proporciones mayores hasta llegar a las grandes estructuras barrocas que todavía hoy conservan algunos de nuestros templos y que subsistieron a la moda de los retablos neoclásicos. Además de los retablos colocados como telón de fondo del presbiterio, se colocaron retablos en los brazos del transepto, en las capillas hornacinas o en cada uno de los tramos de las naves laterales. Los retablos y los púlpitos no sólo eran parte del mobiliario eclesiástico, sino también los medios que materializaban la idea de la gloria a través de la fastuosidad de su ornamentación. El púlpito, tema del presente artículo, es la tribuna generalmente de madera dispuesta en voladizo colocada en la nave central de los templos, ya sea en el lado del evangelio o en el de la epístola, que estaba adosada a uno de los pilares o muros de la iglesia y desde donde el predicador se dirigía a los fieles.

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EL PÚLPITO VIRREINAL: FUNCIÓN, EVOLUCIÓN Y DECADENCIA

María del Carmen Fuentes

En las iglesias y casas religiosas cristianas construidas en el virreinato del Perú durante

los siglos XVI al XVIII, fueron varias las estructuras de madera erigidas para que en ellas

se cumplieran diversas funciones, todas ellas vinculadas con la evangelización, principal

objetivo de las ciudades hispanas fundadas en América.

Pertenecen a estas obras que complementan la arquitectura, las sillerías corales, los

retablos, los ambones y los púlpitos, los confesionarios, las cátedras y bancos de la sala

capitular, los muebles de la sacristía, además de las obras de cerramiento como las

celosías de los coros de religiosas y las cancelas.

Las sillerías corales, formaban junto al órgano y el facistol, el conjunto empleado para

albergar al clero durante el oficio divino. Estaban compuestas por un número determinado

de estalos, que es el nombre que recibe cada uno de los asientos, los mismos que se

disponían en uno o dos niveles, destinados a las diferentes jerarquías de los clérigos, la

mayoría de las veces acomodadas en forma de “U”. Aún hoy podemos observar

magníficas sillerías corales como aquellas de la catedral de Lima y Cusco.

Los retablos, introducidos alrededor del siglo XI se colocaban en la parte posterior de la

mesa del altar, de allí derivó su nombre, del latín retro tabulae. Hasta antes del Concilio

Vaticano II (1962-1965) el sacerdote celebraba la misa ad orientem. El muro testero de la

iglesia, el telón de fondo del retablo mayor, debía orientarse al este en los primeros

templos y el sacerdote celebraba la misa de espaldas a los fieles.

Inicialmente fueron pequeños rectángulos esculpidos en piedra o metal, pintados sobre

tabla o bordados en tela con representaciones de Cristo, la Virgen María o escenas de la

vida de los santos, y tenían el objetivo de fomentar la piedad tanto del celebrante como

de los fieles. Entre los siglos XII con el arte gótico y hasta el siglo XV adquieren

proporciones mayores hasta llegar a las grandes estructuras barrocas que todavía hoy

conservan algunos de nuestros templos y que subsistieron a la moda de los retablos

neoclásicos.

Además de los retablos colocados como telón de fondo del presbiterio, se colocaron

retablos en los brazos del transepto, en las capillas hornacinas o en cada uno de los

tramos de las naves laterales.

Los retablos y los púlpitos no sólo eran parte del mobiliario eclesiástico, sino también los

medios que materializaban la idea de la gloria a través de la fastuosidad de su

ornamentación.

El púlpito, tema del presente artículo, es la tribuna generalmente de madera dispuesta en

voladizo colocada en la nave central de los templos, ya sea en el lado del evangelio o en

el de la epístola, que estaba adosada a uno de los pilares o muros de la iglesia y desde

donde el predicador se dirigía a los fieles.

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En primer plano el ambón del lado del evangelio de la Catedral de Lima y detrás de éste, parte de la sillería coral.

Imagen: https://goo.gl/qcNCLK [Consulta: 30.10.2015]

Fraile predicando desde el púlpito Óleo sobre lienzo - Autor Anónimo (1670-1780) Museo del Prado Imagen: http://goo.gl/BcxGZQ [Consulta: 30.10.2015]

Los romanos utilizaron la palabra pulpitum para señalar el escenario, la plataforma

elevada de madera destinada al orador y al área donde los actores recitaban y actuaban,

era la parte diferenciada de la orchestra.

El antecedente del púlpito en las iglesias

se encuentra en la cátedra y luego en el

ambón empleado desde las primeras

décadas del siglo IV en los templos

paleocristianos. La lectura del evangelio

se hacía desde el ambón colocado a la

derecha del presbiterio (mirando hacia el

muro de pies), agregándose luego a la

derecha, el ambón para la lectura de las

epístolas.

Inicialmente ambones y púlpito se

emplearon indistintamente, la diferencia

radicaba en la ubicación de los mismos,

alrededor del siglo XV, el púlpito fue

adosado a uno de los pilares o muros de

la nave, para acercarlo más a los fieles.

Su ubicación debía ser en el lado del

evangelio, debajo del arco triunfal, o

debajo de uno de los arcos torales que

sostenían la cúpula sobre el crucero.

Debido a la cercanía con la sacristía se

ubicó también en el lado de la epístola.

Durante el Concilio de Trento (1545-

1563), uno de los resultados de la quinta

sesión, fue la aprobación del decreto

Super lectione et praedicatione del 17 de

Junio de 1546. El capítulo II De los

predicadores de la palabra divina, y de

los demandantes, señalaba:

“Siendo no menos necesaria a la república cristiana la predicación del Evangelio, que su enseñanza en la cátedra, y siendo aquel el principal ministerio de los Obispos; ha establecido y decretado el mismo santo Concilio que todos los Obispos, Arzobispos, Primados, y restantes Prelados de las iglesias, están obligados a predicar el sacrosanto Evangelio de Jesucristo por sí mismos, si no estuviesen legítimamente impedidos.” 1

1 Concilio de Trento. Sesión I. http://www.clerus.org/bibliaclerusonline/pt/k0e.htm [Consulta 06.11.2015]

3

Con la Reforma de Trento, el púlpito se convirtió en un elemento fundamental en los

templos como:

[…] el símbolo de una prodigiosa cultura surgida del ministerio de la palabra, que con ser la más antigua forma de transmisión del mensaje salvífico del cristianismo, alcanzó sin embargo en la Iglesia Católica postridentina un desarrollo deslumbrante como una de las más acabadas formas del arte de la retórica. Particularmente en el mundo hispánico de los siglos XVI al XVIII, la prédica a través del sermón no fue solamente la explicación al pueblo de la palabra divina y de los dogmas de la fe: el púlpito fue la tribuna privilegiada desde donde se canonizaron constantemente los principios e imaginarios que desde las conciencias cimentaban el orden político y social. (Escamilla, 2011: 201)2

Al igual que el pulpitum de los teatros, el púlpito en las iglesias era la tribuna del

espectáculo religioso, donde el predicador era el actor central en un escenario sacro, este

sujeto, con su voz y su cuerpo, daba vida a la palabra escrita frente al auditorio. Para el

humanista Bartolomé Jiménez Patón, autor del tratado “El perfecto predicador” (1612), un

sermón no estaba completo sin su actualización en el púlpito.

Por estos motivos en España, los manuales sobre el arte de predicar, establecieron las

acciones del predicador, no sólo el lenguaje verbal, sino también el corporal. Entre los

manuales considerados como los mejores ejemplos de la oratoria sacra, se encuentran:

“Retórica eclesiástica o método de predicar”, del sacerdote dominico Fray Luis de

Granada publicado en 1576, y “Aviso para los predicadores del Santo Evangelio”, del

dominico Fray Agustín Salucio, escrito en el siglo XVI sin fecha exacta conocida,

publicado recién en 1959. En este tratado, hacía referencia incluso a la ubicación de los

púlpitos “que no han de ser tan terreros y bajos que con la mano se llegue a las cabezas

de los oyentes, ni tan altos que se desvanezca quien en ellos sube y esté fuera de

conversación”, (Huerga, 1959: 188, citado en Vitulli, 2014: 175)3

Otro tratado muy difundido fue la “Instrucción de predicadores”, del sacerdote franciscano

Tomás de Llamazares de 1688 en el que se reglamentaron los movimientos y posiciones

del predicador en el púlpito. A éstos se agregaban los recursos visuales como cruces,

emblemas y calaveras que complementaban la palabra.

Lima, la capital del virreinato del Perú no estuvo lejos de la publicación de estos tratados,

en 1676, el sacerdote franciscano Joseph Delgadillo y Sotomayor escribió el tratado “Arte

de predicar preceptos”, insistiendo en la actuación en el púlpito para hacer llegar a los

fieles el mensaje de los sermones.

Entre los predicadores en las iglesias del virreinato del Perú, nadie superó en fama al

clérigo cusqueño Juan de Espinoza Medrano (ca.1630-1688), más conocido como “El

Lunarejo”, maestro en el seminario San Antonio Abad y párroco de la iglesia de San

Cristóbal. Siete años después de su muerte, un discípulo suyo, Agustín Cortés de la

Cruz, publicó en Valladolid, España, una antología de 30 de sus sermones predicados

2 Iván Escamilla González. Reseña: Alicia Mayer, Flor de primavera mexicana. La Virgen de Guadalupe en los

sermones novohispanos, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad de Alcalá, 2010. 3 Juan Vitulli. Los mocos del predicador: cuerpo, gestualidad y auto-control en el púlpito barroco. Zama N° 6, 2014

pp.167-182).

4

La Compañía de Jesús, Cusco. (1668) El púlpito, colocado en el lado del evangelio bajo el arco toral que sustenta la cúpula sobre el presbiterio; de telón de fondo el monumental retablo en pan de oro, con esculturas y pinturas; en los muros laterales hornacinas con retablos además de los lienzos, creaban el ambiente propicio para la prédica desde el púlpito. Imagen: María del Carmen

Fuentes, 2007.

entre 1656 y 1685, bajo el título de La novena maravilla. En la antología se presentaron

los sermones sobre los sagrados misterios del Santísimo Sacramento y el misterio de la

Encarnación, los que exaltaban a la Virgen María y los que glorificaban las virtudes de los

santos más venerados en el Cuzco.

El espacio sacro al interior de las iglesias, especialmente aquellas barrocas, que

contaban con monumentales retablos dorados conteniendo esculturas polícromas y

pinturas, los muros cubiertos con pintura mural o lienzos, la luz que ingresaba desde las

ventanas de las bóvedas o la cúpula sobre el crucero produciendo juegos de luz y

sombra, se convertían en el escenario propicio para el sacerdote quien desde el púlpito

teatralizaba la predicación como un espectáculo para un público que podía verlo desde

todos los lugares, desde el púlpito el predicador está separado y por encima del pueblo

de Dios.

Espinosa Medrano, en su Oración panegírica de Nuestra Señora de la Antigua que

celebró la Universidad del Cuzco en presencia del ilustrísimo Señor doctor don Pedro de

Ortega Soto-mayor, obispo de la misma ciudad, a 9 de diciembre del año de 1656, hacía

notar los elementos que lo rodeaban en este espacio sagrado:

“[…] Si su Señoría Ilustrísima se lo ha suplicado al Moral con tanto celo, con buena fe, dígalo esta capilla y altar; este ornato y grandeza lo pregone; esa plata de frontales, blandones, lámpara, cálices y demás vajilla lo atestigüe; el fausto de ornamentos, velos y ropa blanca lo publique; treinta y tantos mil pesos expendidos en todo este adorno, y dotar de dos capellanías y sacristía lo acrediten. ¡Oh, qué a lo príncipe obstentó aquí su devoción y magnificencia!”4

4 Cisneros, Luis Jaime y Rodríguez Garrido, José A. (Editores). Juan de Espinosa Medrano. La novena maravilla.

Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, Banco de Crédito del Perú, 2011, p. 64-65

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Escaleras del púlpito

1 Detalle de la barandal y pasamano, Santa María Magdalena, Lima, s. XVIII 2 Escalera helicoidal, Belén, Cajamarca, s. XVIII 3 Escalera y pedestal, Inmaculada Concepción de Yanque, Valle del Colca, Arequipa, inicios del siglo XIX.

4 Imágenes: María del Carmen Fuentes 2015, 2007 y 2009.

1 2 3

A. La escalera, permitía acceder desde la nave al púlpito cuando el acceso no podía

hacerse desde la sacristía, aunque es un elemento con el que hoy cuenta la mayoría,

no fue siempre un elemento conformante; su ausencia se debía al acceso directo

desde la sacristía a través de una puerta abierta en el respaldo.

A

B

C

D

F

A

A

E

Elementos componentes del púlpito

A. ESCALERA B. PEDESTAL C. CAZOLETA O FLAMERO D. TRIBUNA O CÁTEDRA E. RESPALDO F. TORNAVOZ

Púlpito de la Iglesia Santa Lucía de Ferreñafe, Lambayeque, s. XIX

Imagen: María del Carmen Fuentes, 2012

3

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Santa Ana, Cusco. Pequeña tribuna que compone el púlpito en el lado del evangelio.

Imagen: María del Carmen Fuentes, 2007

Las escaleras más simples contaban con una balaustrada, las más elaboradas

presentaban en la baranda tallas, relieves escultóricos e imágenes en bulto, con los

mismos diseños de los tableros del antepecho, así como molduras y enriquecimientos

en el pasamano. Los peldaños se hicieron de piedra, ladrillo o madera. Algunas

escaleras llegaron a desarrollarse en más de un tramo, o en forma helicoidal.

B. El pedestal, colocado sobre el piso, podía ser central, que era lo más usual, o podían

existir varios soportes. Se usó en los primeros púlpitos del siglo XVI, luego se hicieron

en voladizo sosteniéndose mediante vigas empotradas en el muro. Son pocos los

ejemplos que se conservan de púlpitos con pedestal, y los existentes son bastante

tardíos.

C. La cazoleta, es el remate inferior del púlpito, debajo de la tribuna, tiene forma

piramidal invertida o troncocónica. La cazoleta está ornamentada de formas diversas,

continuando el eje que separaba los paños se colocaban volutas, hermes femeninas

de torso desnudo, hojas de acanto y follaje, siempre de forma radial hasta unirse en el

vértice, rematando la ornamentación en un pinjante que podía ser una piña o florón.

D. La tribuna o cátedra, también

denominada caja, copa o cáliz, es el

lugar al que el sacerdote accedía para

dirigirse a los fieles, como una especie

de balcón de antepecho. Es el

elemento fundamental del púlpito, los

más simples podían presentar sólo

este elemento al que accedían por el

respaldo o llegaban por una corta

escalera.

Detalles de cazoleta y pinjate 1 Santa María Magdalena, Lima. Cazoleta de forma troncocónica con hermes femeninas de torso

desnudo que continúan el eje de las pilastras que limitan los paños de la tribuna. El remate inferior es un florón.

2 San Juan de Dios, Ayacucho. Primera mitad del s. XVIII. Cazoleta ornamentada con follajería y remate con una piña como pinjante.

Imágenes: María del Carmen Fuentes 2015 y 2009

1 2

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Detalles de cátedra y cazoleta. 1 San Francisco de Arequipa, 1660-1670. Santos franciscanos representados en los paneles separados por

columnas melcochadas pareadas. En la cazoleta, el eje de las columnas es continuado por alargados mascarones a manera de volutas que convergen en el vértice de la cazoleta.

2 Jesús, María y José, Lima, inicios s. XVIII. Los monogramas de Cristo y María entre elipses y follajería ornamentan los tableros separados por columnas salomónicas.

3 San Juan de Dios, Ayacucho. Primera mitad del s. XVIII. Tableros con jarrones y macollas.

Imágenes: María del Carmen Fuentes 2015, 2013 y 2009.

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La tribuna podía ser de planta cuadrada, poligonal, por lo general de seis u ocho

lados, de los cuales uno estaba abierto para permitir el acceso desde la escalera; los

había también de planta circular. En algunos casos la planta se adecuaba a la forma

del pilar en el que el púlpito iba adosado.

El antepecho estaba compuesto por tableros ensamblados, los mismos que iban

separados por pilastras o columnas individuales, pareadas o formando grupos de tres.

La ornamentación en ellos podía ser pintada, con relieves escultóricos o imágenes en

bulto dispuestas en hornacinas. La iconografía dependía de la orden religiosa del

templo, aunque los temas de los cuatro evangelistas y de la Inmaculada Concepción

fueron comunes. No faltaba la representación de santos y mártires de la orden,

escudos y monogramas como AMR (Ave María Reina) y JHS (Jesús Salvador de los

Hombres). Al igual que los retablos, orlas laterales solían ornamentar el encuentro de

la tribuna y el muro.

E. El respaldo unía la tribuna con el tornavoz. Cuando el paso al púlpito se hacía de

forma directa desde la sacristía, en el respaldo se encontraba el acceso, en algunos

casos podía ser un vano sin puerta ni ornamentación, en otros la puerta sirve de

fondo a una pintura mural o de lienzo o una imagen de medio relieve flanqueada por

columnas de las mismas características que aquellas que ornamentaban la tribuna.

Los respaldos más elaborados se trabajaron como un retablo con entablamento,

frontón y orlas laterales. Pocos ejemplares carecen de respaldo.

3

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F. El tornavoz, colocado en la parte superior del púlpito, por ello denominado también

sombrero, permitía reflejar las ondas sonoras, concentrando la voz del predicador

para que no se dispersase en el ambiente. Sus formas usuales eran una cúpula de

media naranja, en dosel o piramidal, solían apoyarse sobre una imposta de variadas

molduras, la que usualmente lucía en el borde inferior alguna ornamentación

correspondiente con la que presentaba la cátedra.

G. Este elemento en algunos púlpitos era muy elaborado luciendo ornamentaciones

como volutas continuando el eje visual de los soportes de la tribuna. En la parte

superior, se ornamentaba de formas diversas y en el vértice se colocaba un templete

y sobre éste la escultura en bulto de un santo sobre una peana.

La cúpula de media naranja como tornavoz del púlpito solía apoyarse sobre una

imposta de variadas molduras, la que usualmente lucía en el borde inferior alguna

ornamentación correspondiente a la que presentaba la cátedra. Este elemento en

algunos púlpitos era muy elaborado luciendo ornamentaciones como volutas en el eje

de los soportes dispuestas en forma radial y unidas en el centro si era una cúpula o

en el vértice si era de forma piramidal, aquí se colocaba la escultura en bulto de un

santo sobre una peana o templete.

En la parte inferior, el sofito, que quedaba directamente sobre el predicador, solía

colocarse una escultura o pintura de una paloma simbolizando el Espíritu Santo por

los dones que representaba: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia,

piedad y temor de Dios. Todos ellos necesarios para que el sacerdote pudiera realizar

un buen sermón.

1 San Antonio, Cajamarca, s. XVIII. Ejemplar sin respaldo. Acceso desde sacristía. 2 La Compañía de Jesús, Ayacucho, s. XVIII. Acceso en forma de galería desde la sacristía. Respaldo

ornamentado con el monograma JHS encerrado en una elipse y ornamentado a manera de una filigrana. 3 Santa María Magdalena, Lima, primera mitad del s. XVIII. Ornamentación de jarrón con follaje entre pilastras

ornamentadas con cabecitas angélicas. Imágenes: María del Carmen Fuentes, 2011, 2007 y 2015

1 2 3

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1 San Francisco, Trujillo, s. XVII Imagen: Escultura en el Perú, p.161.

2 San Pedro Apóstol de Andahuaylillas, Cusco, S. XVII Púlpito del lado del Evangelio.

Imagen: Guía de visita, s/f: pp.54

1 2

Evolución del púlpito virreinal

Los púlpitos, como los retablos presentan un proceso evolutivo que tienen

correspondencia con los períodos de la arquitectura virreinal. Los primeros, de los siglos

XVI hasta el primer tercio del XVII, consisten en tribunas pequeñas, con pedestal o sin

éste, como la cátedra que aún conserva la iglesia de San Francisco de Trujillo.

En noviembre de 1603, mientras predicaba desde este púlpito, San Francisco Solano

anunció su visión profética del terremoto que asoló Trujillo en 1619 presagiando que la

gran iglesia se hundiría

pero que el púlpito

permanecería intacto. La

cátedra de planta

ochavada, está compuesta

por paneles separados por

pilastras estriadas de poco

volumen, ornamentados

con follaje y sobre ellos un

friso de cuadrifolias.

Otro ejemplo de estos

primeros púlpitos es el

que aún subsiste en la

iglesia de San Pedro de

Andahuaylillas, Cusco.

Aunque hoy se encuentra

en el muro del evangelio,

las evidencias en la parte

Detalles de tornavoz

1 San Pedro, Cusco, s. XVII

Imagen: Luis H. Figueroa, 2008 http://goo.gl/qK2IoZ [Consulta: 03.11.2015]

2 Catedral del Cusco, segunda mitad s. XVII. Imagen: Tesoros de la Catedral del Cusco, p. 216

3 San Francisco, Lima, S. XIX. Detalle de sofito con la paloma representando al Espíritu Santo. Imagen: María del Carmen Fuentes, 2013

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Púlpitos de los períodos barroco formativo y barroco pleno de la Escuela del Cusco 1 San Francisco, Cusco (1628)

Imagen: http://goo.gl/WvHGJw [Consulta: 04.11.2015] 2 San Pedro, Cusco, obra de Juan Tomás Tuyru Túpac, segunda mitad del s. XVII

Imagen: María del Carmen Fuentes, 2010. 3 San Blas, Cusco, finales del s. XVII.

Imagen: Charlie Quispe. http://www.charliequispe.org/Museos/SanBlas01.jpg [Consulta: 12.11.2015]

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inferior izquierda del intradós del arco triunfal, parecerían señalar su ubicación original.

El púlpito es de planta poligonal, la escalera que permitía el acceso, es de construcción

posterior. La tribuna de yeso, está formada por paneles polícromos que representan a

tres de los cuatro evangelistas, de izquierda a derecha pudiendo identificarse por sus

atributos, a San Marcos, San Juan, en el tablero central los símbolos del Papado, la

tiara y las llaves de San Pedro en este mismo panel, y en la zona central, la

representación del párroco Juan Pérez de Bocanegra, de rodillas ante San Pedro, y en el

siguiente recuadro, San Mateo. El cuarto evangelista, San Lucas, debió ubicarse en el

respaldar y ya no existe. El tornavoz de madera polícroma y dorada en forma de chapitel

y ornamentada con cabecitas angélicas remata en un templete.

El púlpito de la iglesia San Francisco del Cusco, realizado en 1628, es un claro ejemplo

del período denominado en arquitectura, barroco formativo. El púlpito crece en tamaño,

los paneles que forman la tribuna introducen el uso de hornacinas y sobre ellas frontones

rectos abiertos Las hornacinas albergan las imágenes de madera y tela encolada de San

Buenaventura y Santo Domingo, del Papa Sixto IV y del cardenal español Francisco

Jiménez de Cisneros.

El respaldar luce el escudo franciscano, un crucifijo sobre el mundo con los brazos

cruzados de Cristo y San Francisco con los estigmas. El tornavoz en forma de cúpula,

también está ornamentado con cuatro volutas rematando en una escultura de San

Francisco de Asís.

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A diferencia de los púlpitos anteriores, presenta la cazoleta que continuaba con volutas el

eje de las columnas de la tribuna. Este púlpito se constituye en un ejemplar único por el

empleo de cedro, ébano, con incrustaciones de marfil y carey en la ornamentación.

Durante el barroco pleno, son muchos los ejemplares que felizmente aún hoy se

conservan. Destacan en el Cusco, el púlpito elaborado por el artífice indio Juan Tomás

Tuyru Túpac para la iglesia de San Pedro del Cusco. En éste, de planta circular, los

tableros de la cátedra contienen las imágenes en bulto de los cuatro evangelistas a

ambos lados de la Virgen con el niño ubicada en el tablero central. Los soportes se

multiplican, en este caso son columnas salomónicas en grupos de 3, sobre pedestales

ornamentados con cartelas. Tanto la cazoleta, de forma piramidal invertida, como el

tornavoz, una cúpula de media naranja, presentan una profusa ornamentación de volutas

radiales. La escultura en medio relieve de San Pedro se encuentra en el respaldo a

manera de un pequeño retablo. La escultura de San Pablo está colocada como remate

del tornavoz sobre un templete cuadrangular.

Sin lugar a dudas, el mayor exponente del barroco de la Escuela Cusqueña es el púlpito

de la iglesia de San Blas, atribuído sin prueba fehaciente alguna a Juan Tomás Tuyru

Túpac por los antecedentes de sus trabajos anteriores, aunque la elaboración

iconográfica y conceptual no tiene comparación con aquellos.

En la cazoleta, se representaron a manera de atlantes, y sobre cartelas, a los más

importantes herejes: Martin Lutero, Juan Calvino, Ulrich Zwingli, Enrique VIII, Elizabeth de

Inglaterra, Arius, Phocion y Catalina de Bora, quienes de manera simbólica, soportan

sobre sus espaldas el peso de la religión triunfante. Sobre el eje de cada cartela se

Púlpito de San Blas. Detalles de la estructura y ornamentación de tribuna y cazoleta. 1 Imagen: Escultura en el Perú, p. 221 2 Imagen: Arzobispado del Cusco. Circuito religioso del Cusco.ppt s/f

1 2

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Púlpitos limeños, primera mitad del s. XVIII 1 Santa Rosa de las monjas 2 Jesús, María y José

Imágenes: María del Carmen Fuentes, 2015

2 1

incluyen elementos arquitectónicos no empleados previamente como el uso de

mascarones dispuestos de manera radial en la cazoleta. También es novedosa la

incorporación de esculturas de pequeños niños cargadores que sostienen las columnas

que separan los tableros de la tribuna.

Los 5 tableros a manera de hornacinas, cobijan a los cuatro evangelistas y entre ellos, a

la Virgen María del Buen Suceso; el tratamiento de columnas entorchadas que sostienen

un entablamento en alfiz y sobre éste una cúpula fue un aporte que se repitió en los

púlpitos de Checacupe y Oropesa.

El respaldo, acoge la escultura de San Blas, patrón del templo, flanqueado por columnas

y sosteniendo un entablamento abierto en arcos de cornisa.

El tornavoz tiene forma de cúpula de media naranja ornamentada con follajería y

pináculos y alberga a nueve doctores de la iglesia: San Bernardo, San Basilio, San

Jerónimo, San Juan, san Crisóstomo, San León, San Agustín, San Gregorio Magno,

santo Tomás de Aquino y san Buenaventura, en el vértice la imagen de San Pablo de

Tarso remata el conjunto.

Entre los púlpitos barrocos de

la Escuela de Lima

sobresalen los de las iglesias

monacales de Santa Rosa de

las Monjas, Jesús, María y

José y el de Santa María

Magdalena de la primera

mitad del siglo XVIII.

El retablo de Santa Rosa de

las Monjas es de planta

circular, destacan las

imágenes en medio bulto de

religiosas dominicas en los

tableros colocadas en

hornacinas, con Santa Rosa

en el tablero central. Las

columnas salomónicas

ornamentadas con rosetas,

separan los paneles y

continúan en la cazoleta

transformados en hermes

femeninas de torso desnudo

cubiertas con dorada follajería. En el respaldo se encuentra la imagen de Santo Domingo

en una hornacina flanqueada también por columnas salomónicas.

El tornavoz ornamentado con volutas completa el púlpito. La ornamentación de pan de

oro y los acentos en color negro de los hábitos dominicos destacan sobre el blanco del

conjunto.

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Púlpitos de la segunda mitad del s. XVIII 1 San Agustín, Trujillo

Imagen: Escultura en el Perú, p. 162 2 San Carlos, Lima (hoy Panteón de los próceres) posterior a 1766.

Imagen: María del Carmen Fuentes, 2004

1 2

En el púlpito de Jesús, María y José, trabajado íntegramente en color dorado, sobresalen

los monogramas de Cristo y María entre elipses y follajería que ornamentan los tableros

separados por columnas salomónicas. Una pequeña cabecita angélica es la única nota

de color en cada tablero.

En el respaldo, se abre la puerta que comunicaba el púlpito desde la sacristía y está

ornamentada con la imagen de medio bulto de San José entre columnas y orlas laterales.

El tornavoz, es una cúpula de media naranja, ornamentada con volutas que convergen en

el punto central y entre ellos un notable trabajo de calado, el mismo que presenta el

pedestal sobre el que se yergue la imagen de San Buenaventura.

El púlpito de la iglesia de la reducción indígena de la Magdalena, comparte con el

anterior, la forma del trabajo en relieve sobre los tableros de la tribuna, ornamentada con

follajería y volutas, todo en dorado, con los acentos de color en los rostros de cabecitas

angélicas y hermes.

El tornavoz, es semejante al ya explicado en el de Santa Rosa de las monjas. A

diferencia de los anteriores, en Santa María Magdalena, en el respaldo se labró un jarrón

de donde salen ramas y volutas.

Entre los púlpitos virreinales del

barroco final en la segunda mitad

del silgo XVIII, sobresalen los de

la iglesia de San Agustín de

Trujillo y de la que fuera la

iglesia jesuita de San Carlos en

Lima.

El púlpito de la iglesia de San

Agustín presenta tableros

separados por columnas

salomónicas ornamentadas con

follaje, en ellos las esculturas de

San Jerónimo, San Agustín, San

Ambrosio y San Gregorio se

encuentran flanqueados por

orlas laterales.

En el respaldo se han esculpido

las imágenes de medio bulto de

la virgen con el niño rodeados

de cabecitas angélicas sobre

San Agustín y Santa Mónica que

se encuentran de rodillas.

El tornavoz es el elemento que hace único a este púlpito, formado por un conjunto de

roleos y follaje a manera de una amplia corona, rematan el conjunto tres volutas, dos de

las cuales se convierten en ángeles-hermes para sostener a San Agustín pisando a los

herejes.

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En Lima, en la iglesia jesuita de San Carlos, inicialmente perteneciente al noviciado

jesuita San Antonio Abad y desde 1924 transformada en el Panteón de los próceres, el

púlpito presenta características que lo diferencian de los ejemplares de la primera mitad

del siglo XVIII, además del color oscuro de la madera, repintado según Wethey en los

primeros años del siglo pasado. A éste se accede por una puerta inmediata al púlpito,

generando un pasaje pequeño y estrecho cuyo barandal, es la continuación de la tribuna,

de menor dimensión que las anteriores, además de su forma abultada. En ésta, los

tableros no están separados por columnas sino por roleos de mucho movimiento y

ornamentación.

El respaldo es llano, carente de algún relieve escultórico, con los bordes característicos

del rococó y con elaboradas orlas laterales. El tornavoz, también de bordes ondulantes,

ornamentado con volutas ornamentadas con roleos y pináculos. La escultura de San

Ignacio de Loyola está colocada en el vértice,

El púlpito en la actualidad.

El Concilio Vaticano II, en La Constitución Sacrosanctum Concilium sobre La Sagrada

Liturgia promulgada el 4 de diciembre de 1963 señalaba en el primer artículo:

“Este sacrosanto Concilio se propone acrecentar de día en día entre los fieles la vida cristiana, adaptar mejor a las necesidades de nuestro tiempo las instituciones que están sujetas a cambio, promover todo aquello que pueda contribuir a la unión de cuantos creen en Jesucristo y fortalecer lo que sirve para invitar a todos los hombres al seno de la Iglesia. Por eso cree que le corresponde de un modo particular proveer a la reforma y al fomento de la Liturgia.”5

Para aplicar esta reforma, se promulgó la Instrucción Inter oecumenici del 26 de

septiembre de 1964. En el capítulo II El Sacrosanto Misterio de la Eucaristía, II. Lecturas

y cantos interleccionales6 se disponía:

“En las misas celebradas con el pueblo, las lecturas, la epístola y el evangelio se leerán o cantarán de cara al pueblo: a) En la misa solemne: en el ambón o junto al cancel del presbiterio. b) En la misa cantada y en la misa rezada, si el celebrante las lee o las canta,

desde el altar, o en el ambón, o junto al cancel del presbiterio, según sea más oportuno. Pero si otro las lee o canta, en el ambón o junto al cancel del presbiterio.” (Artículo 49)

Siguiendo estas instrucciones los púlpitos dejaron de usarse, algunos fueron perdiendo

sus componentes, o fueron desmontados. Muchos de ellos, sobre todo aquellos de

iglesias de pueblos pequeños, han sufrido el hurto de alguno de sus esculturas y

ornamentos. En otros casos han sido pintados sin ninguna asesoría, como sucedió con

el valioso púlpito de la iglesia de Santa Clara en Ayacucho, perdiéndose la policromía

original; los que estuvieron cubiertos con láminas de pan de oro, lucen en la actualidad el

dorado de los repintes con purpurina.

5 Constitución Sacrosanctum Concilium sobre La Sagrada Liturgia

Disponible en: http://goo.gl/he1zFS [Consulta: 13.11.2015] 6 Instrucción Inter Oecumenici

Disponible en: http://goo.gl/5zhZru [Consulta: 13.11.2015]

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En la mayoría de las iglesias, la colocación ideal para los parlantes es al costado del

púlpito; en otras, los equipos de sonido y parlantes se colocan dentro de la cátedra.

Otros han cambiado la paloma del interior del tornavoz por una luminaria, las

instalaciones de luces y sonido cuelgan descuidada y peligrosamente delante del púlpito.

Función actual de los púlpitos 1 Santa Teresa, Ayacucho, ca. 1703. 2 Nuestra Señora de Monserrate, Lima. s. XIX 3 Virgen Inmaculada de Checacupe, Cusco, segunda mitad s. XVII 4 San Sebastián, Lima, s. XVIII. 5 Santa Clara, Ayacucho (1637). 6 Santa María Magdalena, s. XVIII

Imágenes: María del Carmen Fuentes, 2009, 2012, 2008,2009

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En las fiestas religiosas, suele colocarse la imagen del santo que se celebra sobre la

cátedra, para que como antaño, pueda verse desde cualquier lado de la nave.

El artículo 128 de la Constitución Sacrosanctum Concilium, indicaba:

“Revísense cuanto antes, junto con los libros litúrgicos, los cánones y prescripciones eclesiásticas que se refieren a la disposición de las cosas externas del culto sagrado, sobre todo en lo referente a la apta y digna edificación de los templos, a la forma y construcción de los altares, a la nobleza, colocación y seguridad del sagrario, así como también a la funcionalidad y dignidad del baptisterio, al orden conveniente de las imágenes sagradas, de la decoración y del ornato. Corríjase o suprímase lo que parezca ser menos conforme con la Liturgia reformada y consérvese o introdúzcase lo que la favorezca.”

En esta frase final, aunque no se decía explícitamente, la función del púlpito quedó

suprimida como consecuencia de la lectura y homilía que desde entonces se realizaron

desde el presbiterio.

Aunque quedaron en desuso, la variedad y riqueza arquitectónica de los púlpitos es muy

grande en nuestro país, además de los que se han reseñado en este artículo, aún se

conservan muchos y de gran valor. En el Perú no se ha realizado aún un inventario

específico del patrimonio conformado por púlpitos ni retablos, en los inventarios de la

arquitectura se hace una mención muy general cuando el púlpito tiene algún valor, pero

sin hacerse una descripción detallada.

La investigación en los archivos de iglesias, conventos y monasterios, permitiría conocer

el nombre de los maestros que participaron en la confección de un púlpito, hayan sido

estos ensambladores, entalladores, o imagineros.

El arquitecto Ramón Gutiérrez, cita el documento que describe el examen que debía

resolver Juan Gutiérrez en 1610:

“[dibujar] un púlpito seisavado, armado sobre columna, embasado y encapitelado con pilastras resaltadas de ensambladura” (1995: 35)

lo que da cuenta de la destreza que debieron alcanzar los maestros para haber

confeccionado los púlpitos que a pesar de la importancia que tuvieron en su momento,

hoy sólo son un ornamento, o lo que es peor un mueble más al interior del templo.

BIBLIOGRAFÍA

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Investigaciones Históricas, Universidad de Alcalá, 2010.

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Vitulli Juan. Los mocos del predicador: cuerpo, gestualidad y auto-control en el púlpito

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Velandia Onofre, Darío. ¿Teatro en el púlpito? La oratoria sagrada española del siglo

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Wethey, Harold E. Colonial architecture and sculpture in Peru. Cambridge: Harvard

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