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El Programa de La Hermandad Internacional

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1869El Programa de la Hermandad Internacional

Todas las evidencias indican que la Hermandad Internacional secreta, tambin llamada Alianza secreta, fue formalmente disuelta a principios de 1869. En rplica a las acusaciones hechas por Marx y el Consejo General de la Internacional, tanto. Bakunin como Guillaume negaron su existencia. Sin la menor duda, haba un grupo informal de hombres avanzados que se adheran a las ideas de Bakunin, pero como organizacin formal, dice Guillaume, [La Hermandad Internacional] slo exista tericamente en la mente de Bakunin como una especie de sueo que se permita con deleite...Citado por E. H. Carr, Michael Bakunin, Londres, Macmillam, 1937, pg. 421. Pero esto no minimiza la importancia de las ideas formuladas en el programa que Bakunin escribi para la organizacin.Si bien el Programa Gurin, op. cit., pgs. 228-231. no cubre todos los temas discutidos en el Catecismo Revolucionario, contiene una formulacin ms precisa y avanzada de las ideas de Bakunin sobre la estrategia revolucionaria, sobre la expropiacin de la propiedad privada de la Iglesia y del Estado y su transferencia a la propiedad colectiva de las asociaciones industriales y agrcolas de trabajadores federados; la fe en la capacidad creativa de las masas; la violencia y el terrorismo revolucionarios; la revolucin por un Estado centralizado socialista; y, sobre todo, las tareas del movimiento de vanguardia anarquista (la Hermandad Internacional) en la Revolucin Social. Adems de su valor terico, el Programa est inspirado por un espritu profundamente humanitario totalmente distinto al estereotipo que inventaron los enemigos de Bakunin.

La asociacin de los Hermanos Internacionales desea una revolucin que sea al mismo tiempo universal, social, filosfica, y econmica, de modo que no quede piedra sin tocar primero, en toda Europa y, luego, en el resto del mundo, para cambiar el orden actual de las cosas basado en la propiedad, en la explotacin, el dominio y el principio de autoridad, ya sea religioso, metafsico y doctrinario a la manera burguesa, o incluso revolucionario a la manera jacobina. Al pedir la paz para los trabajadores y la libertad para todos, queremos destruir todos los Estados y todas las Iglesias, con todas sus instituciones y todas sus leyes religiosas, polticas, financieras, jurdicas, policiales, educacionales, econmicas y sociales, de modo que estos millones de seres humanos miserables, engaados, esclavizados, atormentados y explotados puedan ser liberados de todos sus directores y benefactores oficiales y oficiosos tanto asociaciones como individuos y finalmente puedan respirar en completa libertad.Convencidos como estamos de que los males sociales e individuales residen mucho menos en los individuos que en la organizacin de las cosas materiales y en las condiciones sociales, seremos humanos en nuestras acciones, tanto por el bien de la justicia como por consideraciones prcticas, y destruiremos sin misericordia lo que se interponga en nuestro camino sin hacer peligrar la revolucin. Negamos la libre voluntad de la sociedad y su derecho a castigar. La misma justicia, tomada en su sentido ms amplio y humano, es nicamente una idea que no representa un dogma absoluto; presenta el problema social, pero no lo resuelve. Simplemente indica el nico camino posible hacia la emancipacin humana; es decir la humanizacin de la sociedad por medio de la libertad en la igualdad. La solucin positiva slo se puede lograr con una organizacin cada vez ms racional de la sociedad. Esta solucin, que tanto se desea, nuestro ideal para todos, es la libertad, la moralidad, la inteligencia y el bienestar de cada uno por medio de la solidaridad de todos: la fraternidad humana, en suma.Cada individuo humano es el producto involuntario del medio ambiente natural y social en el que nace y de la influencia a la que sigue sometindose a medida que se desarrolla. Las tres grandes causas de toda la inmoralidad humana son: la desigualdad poltica, econmica y social; la ignorancia que es el resultado natural de este estado de cosas; y la consecuencia natural de esto ltimo: la esclavitud.Ya que la organizacin social es siempre y en todas partes la nica causa de los crmenes que cometen los hombres, el castigo que la sociedad inflige a los criminales que nunca pueden ser culpables, es un acto de hipocresa o de un absurdo patente. La teora de crimen y castigo es el producto de la teologa, es decir, de la unin de lo absurdo y la hipocresa religiosa. El nico derecho que se puede otorgar a la sociedad en su estado actual es el derecho natural de matar en defensa propia a los criminales que ella misma ha producido, pero no el derecho a juzgarlos y condenarlos. Hablando estrictamente, esto no puede ser un derecho; slo puede ser un acto natural, doloroso pero inevitable, l mismo indicacin y resultado de la impotencia y de la estupidez de la actual sociedad. Cuanto menos lo utilice la sociedad, ms cerca est de su emancipacin verdadera. Todos los revolucionarios, los oprimidos, los que sufren, las vctimas de la actual organizacin social, cuyos corazones estn naturalmente llenos de odio y de un deseo de venganza, deben mantener presente que los reyes, los opresores, los explotadores de todas las especies, son tan culpables como los criminales que han salido de las masas; al igual que ellos, son hacedores de un mal del que no son culpables, ya que ellos tambin son productos involuntarios del actual orden social. No ser sorprendente si el pueblo rebelde mata a muchos de ellos al principio. Ser una desgracia, tan inevitable como los estragos producidos por un impulso temporal pronto terminado; pero ese acto natural no ser moral, ni siquiera til.La historia nos ha enseado mucho al respecto. La aterradora guillotina de 1793, que no se puede reprochar de haber sido lenta o remisa, de cualquier modo no logr destruir a la aristocracia francesa. Lo cierto es que la nobleza tembl hasta sus races, aunque no fuera destruida por completo, pero esto no fue la obra de la guillotina; se logr con la confiscacin de sus propiedades. En general, podemos decir que la carnicera nunca fue un medio eficaz para exterminar a los partidos polticos; ha probado ser particularmente ineficaz contra las clases privilegiadas, ya que el poder reside menos en los hombres mismos que en las circunstancias creadas para los privilegiados por la organizacin de los bienes materiales, es decir, la institucin del Estado y su base natural, la propiedad individual.En consecuencia, para lograr una revolucin exitosa, se hace necesario atacar las condiciones y los bienes materiales, destruir la propiedad y el Estado. Entonces ser innecesario matar a hombres y estar condenados a sufrir la segura e inevitable reaccin que ha producido y producir toda masacre en toda sociedad.No es nada sorprendente que los jacobinos y los blanquistas que se hicieron socialistas ms por necesidad que por conviccin, que ven al socialismo como un medio para la revolucin y no como un objetivo, ya que estn a favor de una dictadura y de la centralizacin del Estado esperando que el Estado les conduzca a la reinstauracin de la propiedad, sueen con una revolucin cruenta contra los hombres, en la misma medida en que no desean una revolucin contra la propiedad. Pero semejante revolucin sanguinaria, basada en la construccin de un Estado poderosamente centralizado, inevitablemente conducira a una dictadura militar y a un nuevo amo. Por ende, el triunfo del jacobismo o del blanquismo sera la muerte de la revolucin.Somos los enemigos naturales de tales revolucionarios: los posibles dictadores, reguladores y apoderados de la revolucin, quienes, incluso antes de que sean destruidos los Estados monrquicos, aristocrticos y burgueses existentes, ya suean con crear nuevos Estados revolucionarios, completamente centralizados y an ms despticos que los Estados que ahora tenemos. Estos hombres estn acostumbrados al orden creado por una autoridad y sienten un horror tan grande ante lo que les parece desorden, pero que nicamente es la expresin franca y natural de la vida del pueblo, que incluso ante un desorden bueno y saludable que produzca la revolucin, suean en mutilarlo con el acto de alaguna autoridad de nombre que no slo no ser revolucionaria, sino que ser una nueva reaccin en el sentido que nuevamente condenar a las masas a estar gobernadas por decreto, a la obediencia, al inmovilismo, a la muerte; en otras palabras, a la esclavitud y a la explotacin en manos de una nueva aristocracia pseudorevolucionaria.Lo que denominamos revolucin es un estallido de lo que ahora se llama bajas pasiones y la destruccin del llamado orden pblico.No tememos a la anarqua; la invocamos. Porque estamos convencidos de que la anarqua, queriendo decir la manifestacin sin restricciones de la vida liberada del pueblo, debe brotar de la libertad, la igualdad, el nuevo orden social y la fuerza de la misma revolucin contra la reaccin. No hay duda de que esta nueva vida la revolucin popular se organizar a s misma en el debido momento, pero crear su organizacin revolucionaria desde abajo, de la circunferencia al centro, segn el principio de la libertad, y no de arriba abajo o del centro a la circunferencia al modo de toda autoridad. Poco nos importa si esa autoridad se llama Monarqua, Iglesia, Estadio constitucional, Repblica burguesa o incluso Dictadura revolucionaria. Detestamos y rechazamos a todos ellos como fuentes permanentes de la explotacin y el despotismo.La revolucin, tal como la entendemos, tendr que destruir el Estado y todas las instituciones del Estado, radical y completamente desde el primer da. Las consecuencias naturales y necesarias de esa destruccin sern:la bancarrota del Estado.la discontinuidad de pagos de deudas privadas por medio de la intervencin del Estado, dejando a cada deudor el derecho de pagar sus deudas si as lo desea.la discontinuidad de pagos de todo impuesto y la carga de cualquier contribucin, directa o indirecta.la disolucin del ejrcito, el sistema jurdico, la burocracia, la polica y el clero.la abolicin de la justicia oficial, la suspensin de todo aquello llamado, jurdicamente, la ley, y del cumplimiento de esas leyes; en consecuencia, la abolicin y la quema de todos los ttulos de propiedad, escrituras de herencia, escrituras de venta, prstamos, escritos de todo juicio, en una palabra, toda la documentacin jurdica y civil; en todas partes y en todas las cosas, el acto revolucionario reemplazar el derecho creado y garantizado por el Estado;la confiscacin de todo el capital productivo y de todos los medios de produccin en beneficio de las asociaciones obreras, que los harn producir colectivamente;la confiscacin de toda propiedad de la Iglesia y del Estado, as como de los metales preciosos posedos por individuos para beneficio de la Alianza federativa de todas las asociaciones obreras que constituirn la comuna. (A cambio de los bienes confiscados, la comuna brindar las necesidades ms estrictas de la vida a todos los individuos as desposedos y que luego ganarn ms con su propio trabajo si pueden y si quieren.)con el propsito de efectuar la organizacin de la comuna revolucionaria con barricadas permanentes, y la oficina de un consejo de la comuna revolucionaria por delegacin de uno o dos diputados por barricada, uno por calle o por distrito, se proveern diputados investidos con mandatos imperativos, siempre responsables, siempre revocables. El consejo comunal as constituido podr elegir entre sus propios miembros los comits ejecutivos, uno por cada rama de la administracin revolucionaria de la comuna;declaracin desde la ciudad capital, en rebelin y organizada en una comuna, a efectos de que despus de haber destruido al Estado autoritario y centralizado, cosa que tiene el derecho de hacer por haber estado esclavizada como cualquier otra localidad, se pronuncie por renunciar al derecho, o ms bien a la pretensin, de gobernar las provincias;convocatoria a todas las provincias, comunas y asociaciones para que dejen todo y sigan el ejemplo de la capital: primero, para reorganizarse sobre bases revolucionarias, luego delegar sus diputados, investidos con mandatos imperativos, responsables y revocables, a un lugar determinado de reunin con el propsito de constituir la federacin de asociaciones, comunas y provincias que se han rebelado en nombre de los mismos principios y a fin de organizar una fuerza revolucionaria capaz de triunfar sobre la reaccin. No se despachar a comisarios revolucionarios oficiales con cintas decorndoles el pecho, sino a propagandistas revolucionarios que sern enviados a todas las provincias y comunas, en especial a los campesinos a quienes no se los puede incitar a la rebelin por principios o decretos de una dictadura sino nicamente por el mismo acto revolucionario; es decir, por las consecuencias inevitables en todas las comunas del cese completo de la vida jurdica oficial del Estado. Asimismo, la abolicin del Estado nacional en el sentido de que cualquier pas extranjero, provincia, comuna, asociacin o incluso un individuo aislado, que se haya rebelado en nombre de los mismos principios ser recibido en la federacin revolucionaria prescindiendo de las actuales fronteras entre los Estados, aunque pertenezcan a diferentes sistemas nacionales o polticos; y sus propias provincias, comunas, asociaciones o individuos que defienden la reaccin, sern excluidos. Es por medio de la expansin y la organizacin de la revolucin para la defensa mutua de los pases rebeldes que la universalidad de la revolucin, fundada en la abolicin de las fronteras y sobre las ruinas de los Estados, triunfar.

Ninguna revolucin nacional o poltica puede jams triunfar a menos de que se transforme en una revolucin social y a menos de que la revolucin nacional, precisamente debido a su carcter radicalmente socialista, que es destructor del Estado, se convierta en una revolucin universal.Ya que la Revolucin se debe lograr en todas partes por medio del pueblo y debido a que su suprema direccin siempre debe residir en el pueblo, organizado en una federacin libre de asociaciones industriales y agrcolas, el nuevo Estado revolucionario, organizado desde abajo por las delegaciones revolucionarias que abarcan todos los pases rebeldes en nombre de los mismos principios, tendr como objetivo fundamental la administracin de los servicios pblicos, no el gobierno de los pueblos. Constituir el nuevo partido, la alianza de revolucin universal, como oposicin a la alianza la reaccin.Esta alianza revolucionaria excluye cualquier idea de dictadura y de un poder directivo y supervisor. No obstante, es necesario, para el establecimiento de esta alianza revolucionaria y para el triunfo de la Revolucin sobre la reaccin que la unidad de ideas y de accin revolucionarias encuentre un rgano en medio de la anarqua popular que ser la vida y la energa de la Revolucin. Este rgano debe ser la asociacin secreta y universal de los Hermanos Internacionales.Esta sociedad tiene su origen en la conviccin de que las revoluciones nunca estn hechas por individuos ni tan siquiera por sociedades secretas. Se hacen a s mismas; estn producidas por la fuerza de las circunstancias, el momento de los acontecimientos y los hechos. Reciben una larga preparacin en la conciencia profunda e instintiva de las masas; entonces, cuando estallan, a menudo parecen disparadas por causas superficiales. Lo nico que puede hacer una sociedad bien organizada es, primero, asistir al nacimiento de la revolucin difundiendo entre las masas las ideas que den expresin a sus instintos y, despus, organizar no el ejrcito de la revolucinslo el pueblo debe ser siempre ese ejrcito, sino una especie de Estado Mayor revolucionario compuesto de individuos dedicados, enrgicos, inteligentes sobre todo amigos sinceros del pueblo, hombres ni vanos ni ambiciosos, sino capaces de servir como intermediarios entre la idea revolucionaria y los instintos del pueblo.No hay necesidad de una gran cantidad de hombres como stos. Cien revolucionarios, fuerte y dedicadamente unidos, son suficientes para la organizacin internacional de toda Europa. Doscientos o doscientos revolucionarios son suficientes para la organizacin del pas ms grande.