el problema del objeto de estudio en la ciencia politica - alberto espinoza

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Revista Avanzada UNMSM Nº 3 mayo 2007 Alberto Espinoza Castellares 1 El problema del objeto de estudio en la ciencia política Por: Lic. Alberto Espinoza Castellares (politólogo) La ciencia política es una disciplina que en la segunda mitad del siglo XX a alcanzado su ansiada autonomía, que posee una de las comunidad científicas internacional, regionales o nacionales más importantes dentro de las ciencias sociales, que produce un número elevado de publicaciones anuales con la cual fácilmente podría llenarse varios anaqueles, una serie de circunstancias han hecho posible ello, como queda señalado en el artículo de Robert Dahl “Epitafio al movimiento conductista” 1 , sin embargo, a pesar de todo ese desarrollo conseguido, sigue teniendo problemas sobre los cuales los mismos politólogos no han logrado un consenso, es cierto que este no es un problema exclusivo de la ciencia política, otras disciplinas dentro de las ciencias sociales se encuentran con iguales o peores dificultades, pero aquí nos interesa solo explicar que ocurre con la politología. En nuestro opinión, el problema principal es la diversidad de orientaciones teóricas que existen dentro de ella, esto crea la idea y la confusión que casi hablamos de disciplinas diferentes que tratan sobre la política, pues cada enfoque o corriente metodológica maneja un lenguaje diferente, utilizan métodos y técnicas distintas y hasta conciben un objeto acorde con la visión del enfoque, esta diferencia queda explicada en Gabriel Almond con su artículo “Mesas separadas” 2 cuando señalaba que en la década de los 80 persistía este problema, pero se queda corto en la comprensión del mismo pues solo aborda dos características de la problemática: el ideológico (derecha /izquierda) y el metodológico (duro/blando) sin tomar en cuenta precisamente al objeto. Este problema de la diversidad de enfoques es una situación que ya sea en los primeros años del siglo XX o actualmente en pleno siglo XXI, sea en los EE.UU. o en cualquier otra parte del mundo no ha tenido solución, a lo sumo se ha conseguido ir cambiando de enfoques de acuerdo a algunas tendencias de moda en las ciencias, es cierto que esa debilidad en nuestra disciplina puede también ser vista como una fortaleza, en todo caso se trata de un tema que abordaremos en algún futuro artículo, ahora quisiera regresar al argumento del tema en cuestión. 1 Robert Dahl “Epitafio al movimiento conductista” artículo publicado en la Revista de estudios Políticos de España N° 134 Madrid. 1964. 2 Gabriel Almond “Mesas separadas: escuelas y corrientes en las ciencias políticas” artículo publicado en Una disciplina segmentada. Ed. F.C.E. México 1999.

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Revista Avanzada UNMSM Nº 3 mayo 2007

Alberto Espinoza Castellares

1

El problema del objeto de estudio en la ciencia política

Por: Lic. Alberto Espinoza Castellares (politólogo)

La ciencia política es una disciplina que en la segunda mitad del siglo XX a

alcanzado su ansiada autonomía, que posee una de las comunidad científicas internacional,

regionales o nacionales más importantes dentro de las ciencias sociales, que produce un

número elevado de publicaciones anuales con la cual fácilmente podría llenarse varios

anaqueles, una serie de circunstancias han hecho posible ello, como queda señalado en el

artículo de Robert Dahl “Epitafio al movimiento conductista”1, sin embargo, a pesar de todo

ese desarrollo conseguido, sigue teniendo problemas sobre los cuales los mismos

politólogos no han logrado un consenso, es cierto que este no es un problema exclusivo de

la ciencia política, otras disciplinas dentro de las ciencias sociales se encuentran con iguales

o peores dificultades, pero aquí nos interesa solo explicar que ocurre con la politología.

En nuestro opinión, el problema principal es la diversidad de orientaciones teóricas

que existen dentro de ella, esto crea la idea y la confusión que casi hablamos de disciplinas

diferentes que tratan sobre la política, pues cada enfoque o corriente metodológica maneja

un lenguaje diferente, utilizan métodos y técnicas distintas y hasta conciben un objeto

acorde con la visión del enfoque, esta diferencia queda explicada en Gabriel Almond con su

artículo “Mesas separadas”2 cuando señalaba que en la década de los 80 persistía este

problema, pero se queda corto en la comprensión del mismo pues solo aborda dos

características de la problemática: el ideológico (derecha /izquierda) y el metodológico

(duro/blando) sin tomar en cuenta precisamente al objeto.

Este problema de la diversidad de enfoques es una situación que ya sea en los

primeros años del siglo XX o actualmente en pleno siglo XXI, sea en los EE.UU. o en

cualquier otra parte del mundo no ha tenido solución, a lo sumo se ha conseguido ir

cambiando de enfoques de acuerdo a algunas tendencias de moda en las ciencias, es cierto

que esa debilidad en nuestra disciplina puede también ser vista como una fortaleza, en todo

caso se trata de un tema que abordaremos en algún futuro artículo, ahora quisiera regresar

al argumento del tema en cuestión.

1 Robert Dahl “Epitafio al movimiento conductista” artículo publicado en la Revista de estudios Políticos de

España N° 134 Madrid. 1964. 2 Gabriel Almond “Mesas separadas: escuelas y corrientes en las ciencias políticas” artículo publicado en Una

disciplina segmentada. Ed. F.C.E. México 1999.

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Empezamos por un tema que parece diferente al que pretendo desarrollar, porque

precisamente a raíz de la diversidad de corrientes que existen dentro de nuestro disciplina

no logramos llegar a un consenso sobre el objeto de estudio porque dependerá de cual sea

la perspectiva, cuál sea el enfoque que utilicemos para afirmar que uno u otro es el objeto

de la ciencia política.

Eso claro, no es una excusa, para decir que cada quien puede tener el objeto que le

parece, una situación de este tipo nos conduciría a la anarquía y con seguridad a perder

todo lo logrado hasta ahora como disciplina científica, por tanto, me esforzaré para que no

quede entre ustedes la impresión errónea de que hablar sobre el objeto es intrascendente,

por el contrario, ello nos permite definir la naturaleza de la disciplina, tener una identidad.

Otro factor a tener en cuenta para entender el problema del objeto, es la misma idea

de ciencia que manejan los politólogos, que en muchos casos explica la orientación

metodológica y teórica del científico de la política, la forma como define y entiende a la

ciencia es fundamental, si opta por una idea en sentido amplio (solo como un conjunto de

conocimientos ordenados de forma lógica) o en sentido restringido (como el resultado de la

verificación empírica de sus proposiciones) o se ubica en algún matiz dentro de ese

espectro, David Easton ya en los „50 hacia una revisión en el desarrollo de la ciencia política

de los Estados Unidos de estas orientaciones que cubría casi setenta años de historia de la

disciplina, en su obra “política moderna”3 este factor permite entender lo riguroso que puede

ser el politólogo al momento de elegir un objeto de estudio o en su defecto explicar

precisamente esta ausencia de rigurosidad; no resulta lo mismo obligarse a tener un

referente empírico directo como objeto de estudio que utilizar un concepto abstracto al cual

se le da el valor de esencia de lo político.4

Por otro lado, no ha sido mucho el interés que han puesto los politólogos en abordar

profundamente la cuestión del objeto, claro en realidad se trata de un problema

epistemológico, pero aquí uno podría preguntarse entonces, ¿como lograr el desarrollo de

una ciencia sin poner atención a un elemento tan importante como el objeto de estudio?.

Son pocos los politólogos que han intentado explicar seriamente la cuestión,

Gianfranco Pasquino5, por ejemplo, ha intentado hacerlo a través de una explicación

histórica del objeto de estudio en su trabajo “Naturaleza y desarrollo de la ciencia política”,

3 Easton, David. “Política Moderna” Ed. Letras. México. 1,968

4 como Bertrad de Jouvenel en “Teoría Pura de la Política” Ed. Revista de occidente Madrid 1965.

5 Gianfranco Pasquino y otros “Manual de ciencia política” Ed. Alianza Universidad. 1996. España.

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Vernon Van Dyke abordó el tema en un evento realizado en Filadelfia en 1966 y que fuera

recogido por James Charleswoth con el título de “Un plan para la ciencia política”6, aunque

en el, el profesor Van Dyke solo expone los que a su criterio considera los objetos más

utilizados por los politólogos norteamericanos, luego tenemos el trabajo de Juan Ferrando

Badía, “Teorías contemporáneas en torno a la ciencia política”7, donde plantea la cuestión

como un conjunto de teorías que niegas el objeto de estudio, en realidad un trabajo

descriptivo de poca rigurosidad, tenemos también el trabajo de Klaus Von Beyme “Teorías

políticas contemporáneas”8 donde a partir de fundamentos epistemológicos revisa las bases

teóricas de la disciplina y sus posibles objetos de estudio, un trabajo bastante profundo en

su análisis, también están los trabajos de Sartori9 y Bobbio10, en el primero se trata de una

explicación sobre la política a partir de la evolución que esta a tenido como actividad en

occidente, para a través de una argumentación poco consistente señalar el objeto de la

disciplina, este artículo fue recogido luego en dos de sus publicaciones “La política: lógica y

método de las ciencia sociales” y “Elementos de la teoría política”, en el caso de Bobbio se

trata de la definición que hace de ciencia política en su diccionario de política, aquí, expone

lo que considera ha sido la evolución del objeto para los estudios de política.

Un segundo grupo de trabajos se caracterizarían por sus limitaciones argumentativas

al no haber desarrollado la cuestión sino de forma elemental como en el debate si es el

poder o el Estado es el objeto de estudio, reproducido en trabajos como los de George

Burdeau11, Jean Meynaud12, Maurice Duverger13, Mario Justo López14, Eduardo Andrade

Sánchez15 para mencionar solo a los más representativos, debate que se da en la década

de los cuarenta hasta los setenta pero que algunos aún siguen repitiendo, estos politólogos

por otro lado dedicaban por lo menos un capítulo de sus obras al problemas del objeto aún

cuando no profundizaban adecuadamente en él.

Un tercer grupo de politólogos serían aquellos que casi de pasada señalan el objeto

de la disciplina, sin detenerse a reflexionar sobre él, como si no existiese el problema o no

quisieran evidenciarlo, en ellos hay dos tendencias, aquellos que por lo menos se detienen a

6 Salvador Daña Montaño “El objeto, finalidad y método en la ciencia política” artículo publicado en la revista

de estudios políticos de España N° 161, Madrid, España, 1968. 7 Juan Ferrando Badía, “Teorías contemporáneas en torno a la ciencia política”

7, artículo publicado en la Revista

de estudios Políticos de España en N° 175, Madrid, España. 1974. 8 Klaus Von Beyme “Teorías políticas Contemporáneas” Ed. Instituto de estudios Políticos Madrid. 1977

9 Giovanni Sartori “La política: lógica y método en las ciencia sociales” Ed. F.C.E. México1986

10 Norberto Bobbio y otros “Diccionario de política” Ed. Siglo XXI, España. 1982

11 George Burdeau “Método de la ciencia política” Ed. Depalma Argentina 1964

12 Jean Meynaud “Introducción a la ciencia política” Ed. Tecnos España 1964

13 Maurice Duverger “Método de las ciencias sociales” Ed. Ariel España 1962.

14 Mario Justo López “Introducción a los estudios políticos” Ed. Kapelusz Argentina 1969.

15 Eduardo Andrade Sánchez “Introducción a la ciencia política” Ed. Harla México 1983.

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definir a priori a la disciplina, como el caso de Harold Laswell16, quien define “el estudio de la

política como el estudio de la influencia y de los influyentes. La ciencia política expone

circunstancias; la filosofía justifica preferencias, este libro no proclama preferencias, expone

circunstancias” y Wolfang Abendroth17 que define a la ciencia política como una ciencia

crítico práctica que estudia el poder socio político, o Robert Dahl18, quien también define a

priori a la disciplina.

Y aquellos que la definen a través de una lista-tipo es decir enumeran solo una

relación de temas que abordaría la disciplina, es cierto que ese fue la posición a la que

llegaron los politólogos que se reunieron en París en 1948 a pedido de la UNESCO y que

aparece así en el documento oficial publicado por la misma organización en 1950 como

“Ciencia política contemporánea”, pero esa solución resulta ser la menos adecuada, pues

agrupa temas que dan la impresión de no tener mucho en común, salvo quizás el adjetivo de

política pero no nos ayuda a entender la naturaleza de la disciplina, razón suficiente para

rechazarla.

Finalmente, un cuarto grupo de estudiosos de la política y politólogos está

conformado por aquellos que ni siquiera se toman la molestia de señalar el objeto de la

disciplina dando por hecho algún objeto implícito, la política, el poder o el estado

probablemente, son los que intentan desarrollar algunas temáticas en base a compilaciones

pero que no han reflexionado lo suficiente sobre el carácter epistemológico de la ciencia

política, son los que a menudo tienen una visión muy vaga de ciencia y que acogen casi

cualquier cosa dentro de esa categoría.

Como vemos, no existe una homogeneidad en el tratamiento de este problema, y se

requiere con urgencia darle un tratamiento adecuado, que permita consolidar los logros

alcanzados y mantener un desarrollo armónico al interior de nuestra disciplina.

Empecemos entonces por entender de forma mucho más general que significa el

objeto, aquí encontramos dos ideas diferentes, por un lado el objeto puede significar el

término o fin de algo, en este sentido se esta asumiendo objeto como sinónimo de objetivo y

es muy usual encontrar que hay algunos especialistas que confunden entonces la materia

de estudio con la finalidad o propósito de la disciplina, es cierto que la ciencia política tiene

una finalidad, aunque aquí tampoco existe un consenso, pero no trataremos ese tema, que

16

Harold Lasswell “La política como reparto de influencias” Ed. Aguilar España 1974. 17

Wolfang Abendroth y otros “Introducción a la ciencia política” Ed. Anagrama España 1971 18

Robert Dahl “Análisis político moderno” Ed. Eudeba Argentina 1972.

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si ha sido desarrollado por tratadistas como Morguentau, Hermann Heller, Sartori o Joseph

Colomer, el segundo sentido que tiene el objeto, ya lo indicábamos, es: como la materia de

estudio que aborda una disciplina, es decir, un ámbito restringido de la realidad en el que se

a especializado una ciencia, e intenta explicarlo a través de un conjunto de teorías y

conceptos que le son propios.

Pero entonces encontramos otra dificultad, ¿que hay de aquello que la realidad es

única e indivisible?, concepción sostenida frecuentemente por los sociólogos y los críticos

de las ciencias sociales, aunque claro desde posiciones diferentes, para los sociólogos

como la realidad social es una sola la explicación solo puede tener un carácter holístico, es

decir, total, completo, no se podría comprender dicha realidad si solo se la aborda desde

una de sus aspectos, el político por ejemplo, ese es uno de las cosas que nos diferencian

precisamente de ellos, nosotros creemos que si es posible una explicación de solo una parte

de la realidad social, en nuestro caso la política, dos razones sustentan ello: en primer lugar

la tendencia natural a la especialización, es más sencillo conocer una campo limitado de

conocimiento que conocer el todo y en segundo lugar resulta más adecuado para los

recursos con los que suelen trabajar los investigadores, que siempre son escasos aún

cuando este respaldado por gobiernos o importantes fundaciones.

En todo caso no nos quedaremos en este debate, daremos simplemente por hecho

la necesidad de identificar aquel aspecto de la realidad sobre el cual nuestra disciplina debe

centrar su atención, claro hay quienes pueden creer que es una cuestión bizantina pues el

mismo nombre de la disciplina nos dice de que se ocupa, pero si intentamos definir la

política nos encontraremos no con una sino con varias acepciones de política y ¿cuál de

todas ellas es la que estudiamos?, en todo caso no creo que sea el camino más adecuado

para resolver el problema del objeto.

Pero antes de empezar a descartar posibles objetos en la disciplina creo que es

importante plantear algunos criterios que nos permitan identificar el objeto más adecuado

para la ciencia política y que esto no sea solo el resultado de preferencias por formación,

convicción o subjetividades personales, a los criterios que nos ayuden en este proceso

vamos a denominarlos características de un objeto de estudio porque precisamente eso

intentar ser, un conjunto de características que debe poseer aquel aspecto de la realidad al

que le demos la categoría de objeto para nuestra disciplina y que nos permita acercarnos a

una solución del problema, no decimos definitiva porque el objeto tiende a evolucionar con la

ciencia así que nunca será una cuestión cerrada y definitiva.

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Esas características de las que hablamos son tres:

1. Debe poseer necesariamente una naturaleza empírica.- Esto obviamente nos

enfrenta con algunos pocos politólogos que todavía no aceptan el carácter empírico

de la disciplina, decíamos que depende de la idea que manejen de ciencia, pero se a

logrado que en los tiempos actuales una considerable mayoría de politólogos

acepten esta posición, y en este cambio de paradigma ha contribuido el movimiento

conductista y hoy aún los neoinstitucionalistas19 aceptan la importancia de tener

referentes empíricos, es una de las características que además diferencia a la

ciencia política de la filosofía política como lo explican Sartori y Bobbio en sus

trabajos, aún críticos como Leo Strauss20 reconocen esta característica de la

disciplina la misma que no comparte pero ese es otro asunto, por tanto cualquiera

sea el objeto que elijamos debe ser factible de ser verificado empíricamente o mejor

aún ser un referente empírico directo, bajo este criterio analizaremos entonces a los

posibles objetos.

2. Ser incluyente y exhaustivo.- Esto es, que debe contener todas las materias que

pertenecen al campo de estudio de la ciencia política y a su vez no debe quedar

ninguna materia vinculada con la actividad política fuera de su campo, ello nos

permitirá descartar a posibles objetos de estudio como el gobierno o las políticas

públicas en razón de no incorporar a los demás aspectos de la realidad que pueden

ser abordados desde la disciplina.

3. Debe lograr una aceptación mayoritaria dentro de la comunidad politológica.- Esto

es, que desde los diferentes enfoques o corrientes de las que hemos hablado antes

no exista una resistencia para aceptarlo como objeto de la disciplina de tal forma que

los diferentes enfoques logren mantener un tema en común, precisamente el objeto

de estudio y que sea a través del mismo que se logre un acercamiento entre ellas y

más adelante tal vez un consenso en torno al objeto.

Como puede apreciarse no se trata de requisitos imposibles sino más bien de requisitos

básicos sobre los cuales puede plantearse el problema del objeto de la disciplina.

Por el espacio no podré abordar todos los posibles objetos de la disciplina, así que solo

me concentraré en algunos que considero por mi experiencia como docente en la disciplina

y por las tendencias existentes en la ciencia política que se práctica en el Perú, como

19

como March, Olsen, Drewry, Sartori, Colomer entre otros. 20

Leo Strauss “¿Qué es filosofía política? Ed. Guadarrama España 1970.

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aquellos que suelen ser considerados como tales en uno u otro espacio me refiero a: el

Estado, el Poder, el comportamiento político y el sistema político.

Es cierto que ya antes mencione que el debate sobre si el estado o el poder es el objeto

de estudio pertenece a la década de los cincuenta pero en el Perú pareciera que todavía

hay quienes no han logrado superar esa década, así que empezaré por esos posibles

objetos.

El Estado.- Este probablemente es uno de los temas que poseen más referencias

bibliográficas y que se mantiene sin embargo sin solución, más aún porque el tratamiento

que se le ha dado al tema ha sido precisamente abstracto y normativo, la teoría general del

Estado es precisamente una visión entre filosófica, jurídica e histórica que trata de abordar

la cuestión, pero la pregunta es ¿podemos aceptarlo como objeto de estudio? Hoy hasta los

institucionalistas tienen dudas al respecto y es que para empezar no cumple con el primer

criterio que hemos señalado, carece de un referente empírico por tratarse de un concepto

abstracto, pero además como ya lo señalaba Easton en su trabajo “Política moderna”21 tiene

tantas definiciones que el solo hecho de elegir entre una de ellas ya resultaría un problema,

además el Estado como organización política surge en un momento determinado de la

historia humana y podría desaparecer o trasformarse en algo muy diferente como a ocurrido

con otros formas de organización política, ello ¿supondría la desaparición de la ciencia

política? ¿acaso la ciencia política no puede explicar formas de organización diferentes a las

del Estado?, como las bandas, tribus o jefaturas, para poner algunos ejemplos y la

respuesta es que si puede hacerlo como lo planteaba Easton en un artículo publicado en la

revista de ciencia política norteamericana titulado: “Existe una antropología política”22.

Pues bien, regresando al tema del Estado resulta que este además tampoco cumple

con el segundo criterio es decir ser incluyente, en el supuesto de acogerlo como objeto de

estudio quedarían aspectos de la realidad que tienen que ver con la política pero que no

están directamente vinculados con el Estado, esa es la razón para que Almond lo descarta

como objeto en su trabajo “Política comparada”23, o que Sartori y Pasquino expliquen en

“Política: lógica y método de las ciencia sociales” y “Manual de ciencia política”

respectivamente que mientras el desarrollo del Estado ha sido vertical por la relación de

mando obediencia hoy se requiere de otros conceptos para entender su apertura más bien

21

Easton, David: “Política Moderna” Ed. Letras. México. 1,968 22

José Llobera “Antropología política” Ed. Anagrama España 1982. 23

Gabriel Almond y Powell “Política comparada2 Ed. Paidos Argentina 1972.

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horizontal a la sociedad, la categoría Estado no es pues ni incluyente ni exhaustiva como lo

requiere nuestra disciplina.

Finalmente tampoco podría ser utilizado bajo el tercer criterio pues no es de

aceptación mayoritaria, como decíamos antes, se trata más bien de una minoría entre los

politólogos quienes prefieren mantenerlo como objeto de estudio sobretodo aquellos que no

han podido superar su formación o influencia jurídica, queda por tanto descartada como

objeto de nuestra disciplina.

El poder.- De entrada diremos citando a Eugene Meehan24 que: “el poder no puede

proporcionar una base conceptual adecuada a la ciencia política, si bien se mantiene como

parte de la terminología habitual de la disciplina pero la pretensión de ser el objeto de la

disciplina ha sido rechazado” .

La descripción de los esfuerzos de los estudiosos de la política para construir una

teoría del poder adecuada requeriría casi una historia completa de la ciencia política, o más

aún del pensamiento político, esa no es nuestra pretensión, así que solo elegiremos a los

más conspicuos exponentes de la ciencia política que han intentado explicar el poder desde

una aproximación más empírica.

En el sentido amplio del término, la ciencia política está íntimamente relacionada con

el estudio del poder, es cierto, pero todos los intentos llevados a cabo para restringir el

concepto han resultado infructuosos y las pretensiones de los más radicales defensores del

análisis del poder (Hans Morguenthau por ejemplo) se han visto en último término

desatendidas. El concepto de poder es propiedad hoy, sobre todo, de los críticos sociales y

la vaguedad y ambigüedad que tan perjudiciales resultaron para su explicación son a veces

ventajosas para esta crítica social.

Es cierto que la categoría poder también ha sido trabajada desde diferentes posturas

académicas, desde las meramente especulativas hasta las posiciones con un afán más

empírico, empesaremos por descartar las corrientes especulativas pues estas no cumplen

con el primer criterio, es decir la naturaleza empírica que debe poseer el objeto, he

intentaremos analizar a los de la segunda corriente.

24

Eugene Meehan “Pensamiento político contemporáneo” Ed. Revista de occidente España 1967

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El mayor esfuerzo para basar un esquema conceptual central de la ciencia política en

el concepto de poder es el de Harold Laswell y Abraham Kaplan en su trabajo conjunto

“Poder y sociedad”, publicado en 1950, en esa obra los capítulos IV y V evidencias las

dificultades conceptuales que implica el uso del concepto de poder como principio

organizador, no resulta aprensible, estos politólogos a pesar del intento no logran identificar

adecuadamente todos los elementos empíricos de este concepto, un trabajo menos

sistemático del uso del poder en la ciencia política se encuentra en Hans Morguenthau en

un artículo titulado: “El poder un concepto político” publicado en la revista de Política en

octubre de 1955, el trabajo de George Burdeau “Tratado de Ciencia Política” también aborda

el problema pero de forma mucho menos rigurosa que la de los norteamericanos.

Hay quienes probablemente me digan que es cierto no es el poder en general del

que debemos de hablar sino de un poder en particular, del poder político, como por ejemplo

Maurice Duverger explica en varios de sus trabajos “Método de las ciencia sociales”,

“Sociología de la política” y “Método de la ciencia política”, pero el agregarle el adjetivo

político al poder no resuelve el problema, porque entonces tendríamos que definir que es

poder político de forma empírica y hasta ahí llegan sus defensores.

Por tanto no es sorprendente que este supuesto objeto haya decaído entre los

politólogos, Si hay quienes intentan una revisión comprensiva de las obras sobre el tema es

bastante fácil señalar el origen de la dificultad, los defensores del poder intentan utilizar el

concepto de forma análogo al papel desempeñado por el dinero en la economía (Kart

Deutsch en sus trabajos: “Política y gobierno” y en “Análisis de las relaciones

internacionales”), por ejemplo, pero de inmediato se encuentra con dificultades empíricas

pues el poder de hacer una cosa no implica necesariamente el poder de hacer otra, las

fuerzas armadas por ejemplo, son con frecuencia bastante inútiles para las tareas civiles,

aunque a veces ellos creen lo contrario como queda expresado en el trabajo de Edwin

Liuwen “Armas y política en América Latina”.

El poder para decirlo en otra forma, ha de ser de algún modo definido por referencia

al campo en el que opera y los efectos que produce, así se abre una caja de Pandora de la

discusión sobre la legitimidad, el consentimiento y todo un conjunto de problemas conexos.

Dos intentos interesantes de enfrentarse con el problema del poder dignos de ser leídos son

los trabajos de Robert Dahl “El concepto de poder” artículo publicado en la revista de

Ciencias de comportamiento en julio de 1957 y el de Herbert Simon “Notas sobre la

observación y medición del poder político” artículo publicado en la revista de Política en

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1953, ambos artículos fueron recogidos luego en el libro de Sydney Ulmer “Introducción a

los escritos sobre comportamiento político” publicado en 1961.

El error de los defensores del poder es identificar este elemento como el contenido

sustantivo de la política, es decir de confundir la política con el poder, cuando la política en

realidad designa un amplio conjunto de actividades, ninguna de las cuales debe designarse

como “significado esencial” de ella.

Otro problema, es que el poder puede ser entendido en dos sentidos, en un sentido

sustantivo, como si el poder fuera una cosa que se adquiere o un espacio que se ocupa y en

un sentido relacional, es decir como consecuencia de la interacción entre los seres

humanos, pero este es otro tema largo para desarrollar aquí25, retornemos por tanto a

revisar el concepto de poder en base a los criterios señalados anteriormente, ya veíamos

que el primero de esos criterios resulta difícil de superar a pesar de los esfuerzos realizados

por algunos especialistas.

Con relación al segundo criterio, el ser incluyente, el poder por el contrario deja fuera

otras características que posee la política, como la legitimidad, el orden, la cooperación, la

justicia, la equidad, la sanción, finalmente respecto al tercer criterio existirían varias

corrientes dentro de la disciplina que se opondrían a aceptarla como objeto de estudio, por

lo que también quedaría descartada.

El comportamiento político.- Es una categoría interesante, que posee defensores como

detractores y que como en el caso de las otras dos categorías aludidas requeriría mucho

más espacio del que disponemos para esclarecerla adecuadamente, intentaré en esta

oportunidad ceñirme exclusivamente al tema dejando de lado otros aspectos vinculados con

este concepto, como el origen de sus estudios o el impacto de su desarrollo en la disciplina,

sin embargo para los que tengo curiosidad en estos trabajos recomiendo revisar los libros de

Robert Goodin y Hans Dieter Klingemann26 y el trabajo de Eva Anduiza27.

Pero volviendo al tema, el comportamiento político es una categoría que con creces

cumple con el primer criterio, probablemente en este sentido sea el más adecuado de entre

todos los posibles objetos, sin embargo esta capacidad empírica también ha traído

inconvenientes a sus defensores pues se reduce ostensiblemente la explicación de la

25

Para este tema esta el trabajo de Carl Friedrich “Introducción a la teoría política” y “El hombre y el gobierno” 26

Robert Goodin y Hans Dieter Klingemann “Nuevo manual de ciencia política” Ed. España 2001 27

Eva Anduiza y Boch “Comportamiento político y electoral” Ed. Ariel España 2004

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política a hechos individuales y esa es la principal crítica que ha recibido por parte de sus

detractores, a caso la política puede ser explicada a partir del comportamiento de cada uno

de los individuos, el dar una respuesta afirmativa o negativa nos colocaría en una forma de

entender la política, base desde la cual podríamos aceptar o rechazar este concepto, debate

crucial y permanente entre institucionalistas y conductistas.

Si utilizamos el segundo criterio, observaremos que adoptar el comportamiento

político significa rechazar de plano otro tipo de explicaciones, es más, dudar de la capacidad

de explicación desde otros enfoques, por tanto no cumpliría con este criterio, pues excluye a

todos aquellos fenómenos que no puedan ser observados a partir del individuo mismo,

sobre este punto puede verse los trabajos de Dowsen y Hugues “Sociología política”, Sartori

“Elementos de teoría política” o Marsh y Stoker “Teoría y métodos de la ciencia política”.

Finalmente bajo el tercer criterio, el comportamiento político resulta una categoría

con pocas posibilidades de adaptarse o adecuarse a enfoques diferentes al conductista,

razón por la cual también queda descartado como objeto de estudio.

El sistema político.- Es una categoría utilizada por los politólogos como parte del proceso de

cambio de paradigma que sufrió la disciplina en la década de los cincuenta y que ha servido

para desarrollar los conocimientos sobre política.

Digamos de una vez, es una categoría que se aproxima mucho a las requisitos o

criterios señalados al principio, por tanto el es objeto más adecuado para el desarrollo de la

disciplina, pero no saquemos conclusiones todavía.

Respecto al primer criterio el sistema político tiene las características apropiadas

para ser trabajado empíricamente, el hecho de definirlo de forma sencilla como las unidades

que establecen interacciones entre si nos permite un adecuado manejo a nivel empírico,

más aún cuando describimos estas interacciones que establecen precisamente las

características del sistema político en relación a otros sistemas, esa es la razón de que en

los trabajos más importantes de afamados politólogos se desarrolle este concepto como en

el caso de Easton “Esquema para el análisis político”, Almond y Powell “Política

comparada”, Karl Deutsch “los nervios del Gobierno”, Sartori “Elementos de teoría política”,

Pasquino “Manual de Ciencia Política”, Kart Lowenstein “Teoría de la constitución”, para

citar solo a los clásicos.

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Respecto al segundo criterio precisamente el sistema político es la categoría más

inclusiva que tiene por ahora la disciplina, dentro de ella se desarrollan todas las actividades

que conciernen a la política, sirve de continente frente a la acción política y todas sus

variantes, dentro de ella se puede hablar tanto del comportamiento como de las instituciones

políticas, lo cual es adecuado precisamente para establecer nexos entre las diferentes

temáticas que aborda la ciencia política.

Respecto al tercer criterio efectivamente en los tiempos actuales por lo menos existe

una aceptación mayoritaria, es cierto que no se ha llegado a una etapa consensuada pero

por ahora eso resulta muy difícil para los cultores de la ciencia política, sin embargo

podemos ver como con algunas excepciones por ejemplo la teoría de la elección racional, el

concepto de sistema político se adapta adecuadamente a las diferentes corrientes

existentes dentro de la ciencia política.

En definitiva, no estaremos frente a un objeto ideal, pero si ante uno optimo que

permitirá continuar con el avance al que hacia referencia al inicio de esta exposición,

finalmente para terminar esta disertación: debe quedar claro que a pesar que hoy

aceptemos una categoría como objeto, eso no significa tener una posición definitiva y

cerrada creo que en la ciencia no puede existir este tipo de posiciones dogmáticas y que

debemos estar predispuestos a revisar todo lo nuevo, releer lo pasado y reflexionar en torno

a lo que tenemos, en el caso peruano además tenemos mucho por hacer como ciencia

política, en otras latitudes esta disciplina tiene más de un siglo entre nosotros recién

empieza a cobrar interés.