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Víctor Montoya El poder de la fantasía y la literatura infantil

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Víctor Montoya. Fantasía y literatura infantil. Literatura infantil.

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Víctor Montoya

El poder de la fantasíay la literatura infantil

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EL PODER DE LA FANTASÍA

Y LA LITERATURA INFANTIL

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Víctor Montoya

El poder de la fantasíay la literatura infantil

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Ilustración de la portada: imagen parcial de la tapa de «Dragonon a pedestal», (1983) de Piers Anthony.

Edición y publicación virtual: por Ediciones del Sur. Córdoba.Argentina. Junio de 2004.

Distribución gratuita.

Visítenos y disfrute de más libros gratuitos en:http://www.edicionesdelsur.com

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ÍNDICE

Consideraciones sobre la fantasía infantil .................. 9La fantasía como estímulo de la creatividad .............. 13Fantasía y literatura infantil ....................................... 15Fantasía, animismo y mentira ...................................... 18Preceptivas de la literatura infantil ............................ 20Bibliografía ..................................................................... 28

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La palabra fantasía viene del griego “phantasia”,que significa: facultad mental para imaginarsecosas inexistentes y proceso mediante el cual se

reproducen con imágenes los objetos del entorno. La fan-tasía, que debe ser defendida a toda costa, constituye elgrado superior de la imaginación capaz de dar forma sen-sible a las ideas y de alterar la realidad, de hacer que losanimales hablen, las alfombras vuelven y las cosas apa-rezcan y desaparezcan como por arte de magia.

La fantasía recoge su material de la realidad internay externa, con el cual se concibe una realidad distinta,revirtiéndola o reformándola. Con el golpe de la imagi-nación se pueden asociar las imágenes de la realidad yagruparlas en una totalidad con significado diferente,como el hecho de juntar el cuerpo de un hombre y un ca-ballo para dar nacimiento a un centauro o dotar de pro-piedades humanas a los animales y los objetos inanima-dos. Con la fantasía se puede deformar la personalidada partir de un pequeño defecto, quitarle la propiedad demaldad a lo diabólico o hacer de la virtud de lo buenomucho más bueno.

La fantasía cumple una función imprescindible en nues-tras vidas, no sólo porque sirve como válvula de escape ala realidad existencial, sino también porque es la fuerzaimpulsora que permite rectificar la realidad insatisfac-toria y realizar los deseos inconclusos por medio de los

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ensueños. “Si la persona es pasiva, si no lucha por un fu-turo mejor y su vida actual es difícil y falta de alegrías,con frecuencia se crea una vida ilusoria, inventada en laque se satisfacen completamente sus necesidades, don-de él todo lo puede, donde ocupa una posición imposiblede alcanzar en el momento actual y en la vida real. La ima-ginación pasiva puede surgir no intencionalmente. Estosucede principalmente cuando se debilita la actividadde la conciencia, del segundo sistema de señales, en unestado de ocio temporal, en estado de somnolencia, enestado de afecto, durante el sueño (los sueños), en esta-do de afecciones patológicas de la conciencia (alucina-ciones), etc.” (Petrovski, A., 1980, p. 323).

La fantasía, al igual que el pensamiento, es uno delos procesos cognoscitivos superiores que nos diferenciade la actividad instintiva de los animales irracionales.No es casual que en el plano laboral sea imposible em-pezar un trabajo sin antes imaginar su resultado. La fan-tasía es tan importante para construir una mesa comopara escribir un cuento, pues ambos requieren ser pla-nificados por anticipado, para obtener el mismo resulta-do que se concibió por medio de la imaginación; un as-pecto que es indispensable en el trabajo artístico, cien-tífico, literario, musical y, por qué no decirlo, en todaslas actividades en las que interviene la capacidad crea-tiva.

La fantasía, como cualquier otro aspecto del conoci-miento humano, ha sido un tema que ocupó el tiempo yla mente de los hombres desde la más remota antigüe-dad. Los filósofos como Schiller, Schelling, Schopenhauery Hegel, ponderaron el rol activo de la fantasía en losprocesos racionales y cognitivos, mientras los escritoresrománticos, como Wordmorth y Coleridge, sostuvieron

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la teoría de que sólo a través de la fantasía se podía al-canzar la ciencia y la verdad.

Sin fantasía no es posible ningún conocimiento hu-mano. La imaginación, concebida como una facultad ca-paz de reproducir mentalmente las causas y solucionesde los problemas reales, es la mejor ayuda para un psi-cólogo, tanto cuando tiene que hacerse una idea de la si-tuación del paciente como cuando tiene que encontrar laorientación terapéutica correcta. La psicología modernaha constatado que el poder de la fantasía sobre la psiquees más determinante que el principio del deseo, pues sedice que en el conflicto entre deseo y fantasía es siem-pre la fantasía la que se sobrepone al principio del de-seo.

La fantasía, aparte de constituir uno de los elemen-tos vitales que permitió al hombre sobrevivir en mediode la naturaleza salvaje, es un don que deben cultivarlos individuos, puesto que sin ella sería más difícil re-formar o transformar la realidad insatisfactoria y alcan-zar un desarrollo humanístico y tecnológico en provechode la colectividad. No cabe duda, la fantasía forma par-te de nuestro cerebro, desde el instante en que la usa-mos como mecanismo de supervivencia, para descubrirnuestra situación existencial, contemplar el mundo des-de otras perspectivas, estimular nuestras posibilidadescreativas y satisfacer los deseos no cumplidos. En con-creto, como señaló J.J.R. Tolkien: “La fantasía es, comomuchas otras cosas, un derecho legítimo de todo ser hu-mano”, pues a través de ella se halla una completa liber-tad y satisfacción.

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CONSIDERACIONES SOBRE LA FANTASÍA

INFANTIL

Bruno Bettelheim, en su investigación psicoanalíticade los cuentos de hadas, encontró en la trama un alto valorestético y terapéutico, capaz de desencadenar las atadu-ras neuróticas y ayudar a los niños a solucionar sus an-gustias y conflictos emocionales. Sin embargo, ya muchoantes que Bettelheim diera a conocer su “Psicoanálisisde los cuentos de hadas”, Sigmund Freud definió la fan-tasía como un fenómeno inherente al pensamiento, comouna actividad psíquica que está en la base del juego delos niños y en el arte de los adultos, puesto que los ins-tintos insatisfechos son las fuerzas impulsoras de la fan-tasía y cada fantasía es una satisfacción de deseos, unarectificación de la realidad insatisfactoria. Tanto el jue-go como el arte ayudan al individuo a soportar una rea-lidad apuntalada de conflictos emocionales y contradic-ciones sociales.

“¿No habremos de buscar ya en el niño las primerashuellas de la actividad poética? —indagaba Freud—. Laocupación favorita y más intensa del niño es el juego. Aca-so sea lícito afirmar que todo niño que juega se conducecomo un poeta, creándose un mundo propio o, más exac-tamente, situando las cosas de su mundo en un orden nue-vo, grato para él. Sería injusto en este caso pensar queno toma en serio ese mundo; por el contrario, toma muyen serio su juego y dedica en él grandes afectos. La an-títesis del juego no es la gravedad, sino la realidad. Elniño distingue muy bien la realidad del mundo y su jue-go, a pesar de la carga de afecto con que lo satura, y gus-ta de apoyar los objetos y circunstancias que imagina enobjetos tangibles y visibles del mundo real. Este apoyoes lo que aún diferencia el ‘jugar’ infantil del ‘fantasear’

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(...) El poeta hace lo mismo que el niño que juega: creaun mundo fantástico y lo toma muy en serio; esto es, sesiente íntimamente ligado a él, aunque sin dejar de dife-renciarlo resueltamente de la realidad (...) Cuando elniño se ha hecho adulto y ha dejado de jugar; cuando seha esforzado psíquicamente, a través de decenios ente-ros, en aprehender, con toda la gravedad exigida, las rea-lidades de la vida, puede llegar un día a una disposiciónanímica que suprima de nuevo la antítesis entre el jue-go y la realidad. El adulto puede evocar con cuánta gra-vedad se entregaba a sus juegos infantiles y, comparan-do ahora sus ocupaciones pretendidamente serias conaquellos juegos pueriles, rechazar el agobio demasiadointenso de la vida y conquistar el intenso placer del hu-mor (...) El hombre que deja de ser niño, en lugar de ju-gar, fantasea. Hace castillos en el aire; crea aquello quedenominamos ensueños o sueños diurnos” (Freud, S., 1984,pp. 10-11).

De modo que la actividad de la fantasía es la creaciónartística, los sueños diurnos y el ingenioso juego de losniños, especialmente el “juego de roles”, a través del cuallos niños representan el rol profesional y familiar de losadultos. Así, en su deseo de ser adulto, el niño juega aser mayor, imitando en el juego lo que de la vida de losmayores ha llegado a conocer. Pero no tiene motivo al-guno para ocultar tal deseo, como ocurre con el adulto,quien, sujeto a las normas lógicas y racionales de su en-torno, se avergüenza de sus fantasías porque las consi-dera propias de un infantilismo pueril e ilícito. El niño,en cambio, juega y fantasea hasta el cansancio, represen-ta una serie de personajes en su proceso de socialización,independientemente de cual sea la reacción de su entor-no. El niño imita el ladrido del perro y representa a lospersonajes del cine y la televisión. En su mundo fantás-

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tico todo es posible: la hormiga habla con voz humana,el árbol corre por las praderas y las piedras levantan vuelocomo los pájaros. El niño, a diferencia del adulto, no tie-ne por qué avergonzarse ni ocultar sus fantasías a losdemás. Él es el artífice de un mundo hecho de magia yde fantasía, donde sólo tienen acceso quienes están dis-puestos a seguir sus reglas.

El juego es una de las actividades principales del niñoen el periodo preescolar, porque le permite desarrollarsus facultades sociales e imaginativas, en virtud de que“la situación imaginada es elemento indispensable deljuego y es una transformación libre, no limitada por lasreglas de la lógica y por las exigencias de que debe pa-recer real, de la reserva de representaciones acumuladapor el niño. La imagen de la fantasía se manifiesta aquícomo programa de la actividad creativa. El niño que ima-gina ser cosmonauta estructura correspondientementesu conducta y la conducta de sus compañeros de juego:se despide de sus ‘parientes y amigos’, da parte al ‘cons-tructor general’, representa el cohete durante la parti-da y, a sí mismo dentro del cohete, etc. Los juegos conpersonajes que ofrecen rico alimento a la imaginacióninfantil permiten al niño profundizar y consolidar cua-lidades valiosas de la personalidad (valentía, decisión,organización, ingenio, etc.), confrontando su conducta yla conducta ajena en la situación imaginada y con la con-ducta del personaje imaginado, el niño aprende a reali-zar las necesarias evaluaciones y comparaciones” (Petrovs-ki, A. 1976, pp. 329-330).

La fantasía, que emerge de lo concreto y no de lo abs-tracto, hace que el niño invente y modifique su entorno,así como Leonardo da Vinci diseñó una nave espacial lue-go de observar a los pájaros, o como Julio Verne escribióaventuras de submarinos después de observar a los pe-

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ces. Del mismo modo, los niños, por medio de su imagi-nación inagotable, transforman la realidad en la que vi-ven, sobre todo, si se piensa que toda actividad fantásti-ca en ellos es reproducción, herencia o imitación de suexperiencia anterior; de acciones y situaciones observa-das, sentidas u oídas en la naturaleza y en el mundo adul-to. La prueba está en que un niño puede tenderse sobreel césped e imaginarse que las nubes son monstruos sur-cando el espacio o, estando sentado en una caja cualquie-ra, imaginarse que es un pirata a bordo de una nave quese mece en alta mar, asediado por ballenas y tiburones.

La fantasía no es un privilegio reservado sólo paraescritores y pintores, sino una facultad humana que ocu-pa un primer lugar en la vida mental de los niños, quie-nes son una especie de primitivos que recurren a la ima-ginación para compensar su falta de capacidad cognos-citiva. Según Henri Wallon: “lo único que sabe el niño esvivir su infancia. Conocerla corresponde al adulto” (Wallon,H., 1980, p. 13).

Una de las constantes del poder de la fantasía es quelos niños, mejor que nadie, gozan con las aventuras de laimaginación, con esos hechos y personajes que los trans-portan hasta la sutil frontera que separa a la realidadde la fantasía, pues todo lo que es lógico para el adulto,puede ser fantástico para el niño, y lo que al adulto lesirve para descansar, al niño le sirve para gozar. El niño,a diferencia del adulto, ve en el realismo un mundo lle-no de magia y ficción, como dijera la psicóloga italianaPaula Lombroso: “Todas nuestras distinciones doctas ysutiles entre el reino animal, vegetal y mineral, entrecosas animadas e inanimadas, no existen para los niños”(Lombroso, P., 1923, p. 142).

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LA FANTASÍA COMO ESTÍMULO DE LA

CREATIVIDAD

La fantasía es una condición fundamental del desa-rrollo normal de la personalidad del niño, le es orgáni-camente inherente y necesaria para que se expresen li-bremente sus posibilidades creadoras. La fantasía no dañaa nadie; por el contrario, estimula al hombre común y alhombre de ciencia. El físico alemán-americano AlbertEinstein, entrevistado por George Silvestre Viereck en1929, dijo: “Soy lo suficientemente artista como para dibu-jar libremente sobre mi imaginación. La imaginación esmás importante que el conocimiento. El conocimiento eslimitado. La imaginación circunda el mundo (...) Cuandome examino a mí mismo y mis formas de pensar llego ala conclusión de que el regalo de la fantasía ha significa-do más para mí que mi talento para absorber el conoci-miento positivo”. Sin duda, ninguna persona activa y depensamiento normal podría vivir sin fantasía. Varios ma-temáticos, atribuyéndole gran importancia al papel de laimaginación en la vida de los seres humanos y la crea-ción científica, manifestaron que ni los cálculos diferen-ciales ni integrales se pudieron haber descubierto sin laayuda de la fantasía.

La historia de los descubrimientos científicos con-tiene gran cantidad de ejemplos en que la imaginaciónintervino como uno de los elementos más importantesde la actividad científica, en virtud de que la fantasía tie-ne una propiedad cuyo valor y cualidad es inestimable.Opinión que comparte el escritor Kornej Chukovski, quien,en su libro “De los dos a los cinco”, cuenta el caso de unamadre, enemiga de los cuentos y de la fantasía, cuyo hijo,como si hubiera sido por venganza, porque se le habíanquitado los cuentos, empezó, de la mañana a la noche, a

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entregarse a la más exuberante fantasía; por ejemplo:“Inventa que a su habitación fue a visitarlo un elefanterojo, que tiene una osa amiga y, por favor, no se sienteen la silla del lado, porque ¿acaso no ve? Está la osa enesta silla. “Mamá, ¿dónde vas? ¡Vas donde los lobos! ¡Noves que aquí están los lobos!” (Chukovski, K, 1968, p. 277).

Entre los estudiosos de la literatura, algunos tendie-ron cercos a la fantasía, como si fuese un elemento dedimensiones determinadas, al que se le puede empaque-tar para hacer regalos de cumpleaños o Navidad; mien-tras otros, simple y llanamente, negaron su existencia,como quien niega la existencia de los sentimientos y lossueños, sólo porque éstos carecen de cuerpo. Empero,la mejor respuesta a esta tendencia nihilista fue la deguiar a los niños hacia el mundo de la fantasía, que essu propio mundo, con la ayuda de libros que estimulanel desarrollo de su imaginación, su destreza lingüísticay sensibilidad estética. El psicólogo considera que “la ima-ginación favorece al desarrollo de la actividad mentaldel niño, como si fuese una gimnasia voluntaria, y la com-para con la actividad física intensa de los primeros añosde vida, que favorece el desarrollo muscular del cuerpo.Y también reconoce en la imaginación instrumentos deconocimiento de sí mismo y del mundo que le rodea” (Eli-zagaray, M-O., 1976, p. 16).

El psicólogo suizo Jean Piaget estaba convencido deque el niño estructura su capacidad y sus conocimientosa partir de su entorno y de sí mismo, por medio de es-tructurar sus experiencias e impresiones, y organizarsus instrumentos de expresión. Así, cuando el niño es-cucha un cuento fantástico o de hadas, que trata sobrealgo nuevo, puede aprender y asimilar con la ayuda desus conceptos y experiencias anteriores, y para alcanzaruna comprensión más profunda y desarrollar su nuevo

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concepto, el niño acomoda sus conocimientos nuevos asus conocimientos viejos. Según confirman muchos ante-cedentes psicológicos, la fantasía del niño es una de lascondiciones más importantes para la asimilación de laexperiencia social y los conocimientos.

FANTASÍA Y LITERATURA INFANTIL

La actividad lúdica de los niños, como la fantasía yla invención, es una de las fuentes esenciales que le per-mite reafirmar su identidad tanto de manera colectivacomo individual. La otra fuente esencial es el descubri-miento de la literatura infantil, cuyos cuentos popula-res, relatos de aventuras, rondas y poesías, le ayudan arecrear y potenciar su fantasía.

La literatura infantil, aparte de ser una auténtica yalta creación poética, que representa una parte impor-tante de la expresión cultural del lenguaje y el pensa-miento, ayuda poderosamente a la formación ética y es-tética del niño, al ampliarle su incipiente sensibilidad yabrirle las puertas de su fantasía.

Sin embargo, así como la fantasía es un poder positi-vo que estimula la creatividad humana, es también unpoder peligroso, sobre todo, si a través de ella se exaltanvalores que rompen con las normas morales y éticas deuna sociedad determinada. Es decir, la fantasía por lafantasía no es ninguna garantía para que la literaturasea de por sí buena y sus fines constructivos. La fanta-sía, como cualquier otra facultad humana, puede ser usa-da como un recurso negativo. Esto ocurre, por ejemplo,cuando por medio de una obra literaria se proyectan pre-juicios sociales o raciales, con el fin de lograr objetivosque son negativos para la convivencia social y la forma-ción de la personalidad del niño.

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Por suerte, gracias a la acción de los mecanismos dela imaginación, tanto el transmisor (autor) como el re-ceptor (lector), saben que el argumento y los personajesde una obra literaria no siempre corresponden a la rea-lidad, sino a la fantasía de su creador, quien, a diferen-cia de lo que sucede en la vida concreta, determina consu imaginación el destino de los personajes, el hilo argu-mental, la trama y el desenlace de la obra. En este caso,la fantasía del autor nos acerca a una nueva realidad que,aun siendo ficticia, ha sido inventada sobre la base delos elementos arrancados de la realidad. En tal virtud,la fantasía no sólo cumple una función invalorable en lavida del escritor, sino también del hombre de ciencia. Lafantasía prueba las posibilidades del pensamiento, en-cuentra nuevos medios y realiza los proyectos que luegose modifican con un pensamiento crítico. La fantasía esuna palanca que sirve para transformar una realidad de-terminada y crear una obra que aún no existe.

Si bien es cierto que los cuentos populares han ama-mantado durante siglos la fantasía de grandes y chicos,es también cierto que ha llegado la hora de plantearsela necesidad de forjar una literatura específica para ni-ños, una literatura que desate el caudal de su imagina-ción y se despliegue de lo simple a lo complejo; caso con-trario, ni el libro más bello del mundo logrará despertarsu interés, si su lenguaje es abstracto, su sintaxis intrin-cada y su contenido exento de fantasía. Escribir para ni-ños —y el premio Nobel de Literatura Beshevis Singer,escritor habitual para los pequeños, lo afirmó— es mu-cho más difícil que la creación de un libro de éxito parael lector adulto.

Asimismo, se debe partir del principio de que la ima-ginación está estrechamente vinculada al pensamientoy que el pensamiento mágico del niño hace de él un poe-

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ta por excelencia. Por lo tanto, toda obra que se le des-tine debe tener un carácter imaginario, un lenguaje sen-cillo y agradable, sin que por esto tenga que simplificarseo trivializarse. A este texto, depurado de toda lisonja idio-mática, moral y retórica, se le debe añadir, en el mejorde los casos, ilustraciones que le llamen la atención. Sóloasí se garantizará que el niño encuentre en la obra lite-raria a su mejor compañero.

Las joyas literarias más codiciadas por los niños sonlos cuentos fantásticos, que narran historias donde losárboles bailan, las piedras corren, los ríos cantan y lasmontañas hablan. Los niños sienten especial fascinaciónpor los castillos encantados, las voces misteriosas y lasvaritas mágicas.

El cuento, género en el que es posible todo, tambiénha despertado el talento y la creatividad de muchos hom-bres célebres, y, para ilustrar esta afirmación, valga re-cordar la anécdota vertida por la bibliotecaria norteame-ricana Virginia Haviland, en el XV Congreso Internacio-nal del IBBY, celebrado en Atenas en 1976: Un día, unamadre angustiada se dirige al padre de la Teoría de laRelatividad para pedirle un consejo: ¿Qué debo de leer-le a mi hijo para que mejore sus facultades matemáticasy sea un hombre de ciencia? Cuentos, contestó Einstein.Muy bien, dijo la madre. Pero, ¿Qué más? Más cuentos,replicó Einstein. ¿Y después de eso?, insistió la madre.Aún más cuentos, acotó Einstein.

Los poetas, sabios y niños, conocen los dones que loscuentos populares otorgan a los humanos para que és-tos no pierdan el enlace con el maravilloso mundo al quetuvieron acceso en un tiempo remoto, y que aún siguenañorando. Dimensión mágica a la que se refirió AlexanderSolzhenitsin en su discurso de agradecimiento por el Pre-mio Nobel de Literatura, que se le concedió en 1970: “Hay

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cosas que nos llevan más allá del mundo de las palabras;es como el espejito (diría también Alicia mirándose enel espejo inventado por Lewis Carroll) de los cuentos dehadas: se mira uno en él y lo que ve no es uno mismo. Porun instante vislumbramos lo inaccesible, por lo que cla-ma el alma”.

Por último, nadie sabe con certeza a qué edad, formao circunstancia aparece la imaginación en el niño. Sinembargo, la aparición de las imágenes de la fantasía, quejuegan un papel preponderante en su vida, es el resul-tado de la actividad del cerebro humano, compuesto dedos hemisferios que poseen numerosas circunvoluciones,que ponen en funcionamiento tanto la imaginación comootros procesos psíquicos.

FANTASÍA, ANIMISMO Y MENTIRA

Por la importancia que reviste la imaginación en losniños, los psicólogos han dividido la evolución de la fan-tasía en etapas: la primera, consiste en el paso de la ima-ginación pasiva a la imaginación activa y creadora; la se-gunda, conocida con el nombre de “animismo”, es la eta-pa en la cual el niño atribuye conciencia y voluntad a loselementos inorgánicos y a los fenómenos de la naturale-za. La fantasía del niño tiene tanto poder que es capazde dotarle vida al objeto más insignificante. Por ejem-plo, los de edad preescolar, al margen de personificarlas funciones cotidianas de ciertos individuos del con-glomerado social, pueden también personificar las le-tras del abecedario, decir que la letra “a” es una señoragorda y la “i” un caballo con sombrero. “La fantasía in-fantil —explica el psicólogo Lawrence A. Averill— noconoce frenos: acá acepta el mundo tal como es. Allá lorehúsa, en otra parte lo transforma (...) En este mundo

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que gira alrededor de la personalidad infantil, las reglasson aburridas o superfluas, el orden, el decoro, la consi-deración para los demás, pensamientos secundarios deadultos”. Y, agregando, Cousinet dice: “El mundo en elcual vivimos no es el mismo que él (el niño) conoce. Losobjetos no son los mismos, sino algo de ellos mismos yde cualquier otra cosa. La muñeca y también una peque-ña niña; la silla es una silla y también un coche, un va-gón de ferrocarril un vapor; el bastón es también un bas-tón y un caballo, el propio cuerpo de un cuerpo humanoy en ocasiones también el cuerpo de una bestia. La pre-ferida imaginación que el niño desliza en sus juegos, noes más que una confusión fácilmente observable (...) Unacalabaza es una carroza, un ogro es un león o un ratón,una rata es un lacayo. Ulises es un joven o un viejo, Miner-va es una diosa y un mortal. Proteo es todo lo que el niñoquiere, un gato habla como un hombre, botas mágicas seadaptan a todos los pies. Es una transformación perpe-tua. Nada es sino que lo parece ser y las cosas sin fin ylos seres pasan de un estado a otro, sin que uno puedaasirse de nada, sin que nada parezca estable, inmóvil, eneste mundo irreal hecho de luz y de sombra” (Cousinet,R., 1911).

Una vez superada la etapa del “animismo”, esencial-mente vinculada a los objetos y al contexto familiar, elniño ingresa a la tercera etapa, en la cual imagina a per-sonajes sobrenaturales cuyas hazañas lo seducen y su-gestionan. “Empieza a darse cuenta de la complejidaddel mundo con el arribo a esta llamada edad de la imagi-nación, que coincide con la entrada en la ‘edad de la ra-zón’ (...) En este momento su interés se vuelve hacia loscuentos folklóricos primitivos, llamados a veces en unsentido genérico, cuentos de hadas, que los transportanal reino de lo fabuloso” (Elizagaray, M-O., 1975, p. 30).

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El niño parece un hombre primitivo que, deslumbra-do por lo desconocido y maravilloso, cree que los astrosson seres fantásticos que dominan sobre él y a quienesse les debe rendir pleitesía, como lo hacían los Incas alsol y la luna. Su imaginación galopante crea personajesesotéricos, unas veces bellísimos y otras horribles, de sutemor surgen las hadas y los duendes, que lo protegen ylo amenazan. Por eso, los mitos y las leyendas son pro-ductos genuinos de la expresión íntima del hombre pri-mitivo, y que en su forma más sencilla encanta y sobre-coge al niño, en esta etapa también primitiva de su vida.Además, en este período entra en contacto con la escue-la, el maestro y la literatura, que lo conducen de la manopor un mundo lleno de fantasía y misterio. Como dice Cla-parède: “El niño deforma la verdad y se gana el epítetode embustero, sin embargo no tiene intención de enga-ñar, sino que prolonga una comedia de la cual él mismoes juego a medias” (Claparède, E., 1916, p. 448).

Lo cierto es que la fabulación del niño no tiene nadaque ver con la mitomanía del adulto. Para el niño es nor-mal trocar la realidad en fantasía y la fantasía en reali-dad; la mentira en el adulto, en cambio, es una altera-ción de la verdad de manera voluntaria y consciente. Noobstante, desde la más remota antigüedad hasta nues-tros días, muchos siguen considerando al niño como un“homúnculo” (adulto en miniatura) y siguen exigiendode él un razonamiento lógico, a pesar de que la psicolo-gía evolutiva ha demostrado que el niño tiene un dina-mismo propio que lo diferencia del adulto.

PRECEPTIVAS DE LA LITERATURA INFANTIL

En la actualidad, contrariamente a lo que muchos seimaginan, hay todavía quienes ponen en tela de juicio la

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existencia de una literatura infantil, como remontándonosa épocas pretéritas, en las cuales se tenía el concepto deque el niño era un adulto en miniatura, y que los autoresescribían para todos los hombres —niños y adultos—, sinconsiderar la infancia como un período especial en la vidadel individuo.

Sin embargo, desde que el niño ha asumido el lugarque le corresponde en el contexto social y ha sido reco-nocido como tal, con derecho a ser respetado y protegi-do, se han modificado las relaciones padre-hijo, maestro-alumno, adulto-niño, del mismo modo como se ha modi-ficado el concepto de que toda literatura válida para losadultos lo era también para los niños.

Cuando la psicología, pedagogía y lingüística demos-traron que el niño se diferencia del adulto en muchosaspectos, los doctores de la literatura no tuvieron otraalternativa que aceptar la idea de crear una literaturainfantil, que sustituya a los mamotretos que los niñosleían en las recámaras y los centros educativos.

A la pregunta: ¿Quién escribe o debe escribir paralos niños? La respuesta es concreta: aquel escritor quetenga la sensibilidad de acercarse al mundo infantil ysea capaz de interpretarlo desde su interior como si fue-se un niño más, o como dice Alfonso Reyes, refiriéndosea la poesía infantil: “Poesía para niños no es ni puedeser una poesía que meramente trata temas infantiles,sino una poesía que sea limpia y sencillamente poesíainfantil; en la que no hay un adulto que canta el mundoinfantil, sino un poeta que mira el mundo desde la pro-pia alma del niño”.

Para que la literatura infantil guste y funcione comotal es necesario que esté anclada en el lenguaje infantil,y que el escritor que quiera acercarse a los niños por elcamino del arte debe interiorizarse en el desarrollo idio-

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mático de éstos, con el fin de no incurrir en el error dehacer una mala literatura a nombre de “literatura infan-til”.

Si se parte del criterio de que el pensamiento y len-guaje del niño son diferentes a los del adulto, entonceses lógico que el escritor tenga que esforzarse por enten-der al niño, informándose cómo éste interpreta y expe-rimenta su mundo cognoscitivo. Además, requiere teneruna honda sensibilidad, una predisposición para apren-der de los niños y una capacidad para comprender que,lo que es cierto para el adulto no lo es necesariamentepara el niño.

El secreto de un buen cuento o poema infantil estri-ba en que el estilo y el argumento no falseen la realidaddel niño, sino en que la interpreten a partir de sus pen-samientos y sentimientos. No bastan las buenas inten-ciones para ser escritor de libros infantiles. “Es necesa-rio aún —si queremos realizar algo que merezca la no-ción categórica de hecho literario— conocer en algunamedida elementos de psicología infantil y pedagogía —psi-copedagogía— que nos permita el acceso al mundo delniño con sus definidos niveles de edad e intereses. Sóloasí obtendremos resultados de calidad” (Gonzáles L.W.,1983, p. 37).

A pesar de estas premisas, los detractores de la lite-ratura infantil, dispuestos a desmerecer los méritos delos libros contemporáneos escritos para los niños, echanmano a los clásicos de la literatura universal, a quieneslos presentan como a paradigmas de la gran literaturade todos los tiempos, y olvidan que las obras que en otrasépocas se leían desde la cuna hasta la tumba, en la ac-tualidad han sido destronadas por la ingente cantidadde obras escritas exclusivamente para los niños.

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Desde mucho antes de que se inventaran la tinta yel papel, los niños se apoderaron de los cuentos senci-llos de la tradición oral no sólo porque les fascinaba suforma y contenido, que eran como el haz y el envés deuna hoja, sino también como una forma de defenderse delos adultos que los ignoraban como a personas, con dere-cho a contar con una literatura accesible a su nivel lin-güístico e intelectual.

No es casual que recién a partir del siglo XVII, cuan-do Charles Perrault y los hermanos Jacob y WihelmGrimm compilaron los cuentos de la tradición oral, empe-zó a perfilarse la literatura propiamente infantil. Antesde este acontecimiento, todos los libros destinados a losniños tenían un carácter didáctico y de moralización, me-diante los cuales transmitían ideas elaboradas a imageny semejanza de los adultos y las clases dominantes. Em-pero, después del siglo XVIII, esta literatura didáctica ymoralizadora perdió su influencia en virtud de que lasideas sobre la infancia avanzaron paralelamente al de-sarrollo de las relaciones sociales.

El salto del feudalismo al capitalismo fue un procesofundamental en provecho de la literatura infantil, pues-to que a medida que se transformaban las estructurassocioeconómicas, se transformaban también los cánonesde la vida cultural y, por lo tanto, de la literatura en ge-neral.

Los escritores del romanticismo no demoraron en sus-tituir la literatura que impartía conocimientos académi-cos y normas ético-morales, por una literatura fantásti-ca y llena de códigos fascinantes, que estimulaban el de-sarrollo de la imaginación y la sensibilidad infantil. Mu-chos de los cuentos de la tradición oral fueron modifica-dos y adaptados para los niños; unas veces se adaptó elcontenido —una suerte de censura de la obra de crea-

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ción—, considerando lo que le interesaba al niño o lo queéste necesitaba saber; otras veces se adaptó la forma, to-mando como base el desarrollo cognoscitivo del niño.Esto mismo ocurrió con las obras de los clásicos de la lite-ratura universal, que no habiendo sido escritas exclusi-vamente para los niños, fueron leídas por éstos una vezmutiladas en su forma y contenido. Pues de otro modohubiese sido imposible que un niño puediera leer el ori-ginal de libros como “Robinson Crusoe” de Daniel Defoe,“Los viajes de Gulliver” de Jonathan Swift o “El ingenio-so hidalgo don Quijote de la Mancha” de Miguel de Cer-vantes, aunque éste, consciente de que la primera partede su novela alcanzó una popularidad extraordinaria ensu época, escribió en la segunda parte la siguiente afir-mación: “Los niños la manosean, los mozos la leen, loshombres la entienden y los viejos la celebran; y, final-mente, está tan trillada, tan leída y tan sabida de todogénero de gente, que, apenas han visto algún rocín flaco,cuando dicen: ‘Allí va Rocinante’...”.

En el siglo XX, en cambio, ni bien se comprendió quela literatura forma parte de la vida del niño desde tem-prana edad y es uno de los alimentos más preciosos parasu psique, son muchos ya los autores que han escrito mag-níficas obras para los niños; es más, en las bibliotecas deEuropa y Estados Unidos, los extensos anaqueles de li-teratura infantil no sólo están clasificados según el gé-nero, sino también según la edad de los futuros lectores.En algunos países, como en Suecia y Alemania, el libroinfantil ha adquirido la importancia que se merece y ocu-pa un lugar imprescindible en el proceso de la forma-ción integral del niño.

Editores, psicólogos y pedagogos, coinciden en seña-lar que la literatura infantil sea reconocida como tal, yque los escritores que dedican su talento a los niños dejen

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de ser considerados “escritores mediocres o fracasados”.Asimismo invitan a los “grandes” autores a escribir li-bros para niños y jóvenes, porque un buen libro de litera-tura infantil puede ser también una maravilla para losadultos, como lo son “Pippi Calzaslargas” o “Platero yyo” para los niños.

Es ya hora de refutar la afirmación de que toda lite-ratura infantil es mala o fácil de escribir, pues connota-dos autores han manifestado su admiración y respetopor quienes se dedican a crear obras para la infancia. Porejemplo, cuando una editorial le propuso a Julio Cortá-zar escribir un libro infantil, éste contestó: “Con muchogusto lo haría, pero es demasiado difícil para mí, porquea los niños no se les puede engañar”.

Un grupo de hombres y mujeres de distintos países,reunidos en Munich (1948), empezó a dar la batalla paraque la literatura infantil, aun teniendo sus característi-cas distintivas, sea considerada tan literatura con ma-yúsculas, tan digna de reconocimiento cultural, como ladirigida a los adultos. Gracias a esta iniciativa de por sítrascendental, a partir de la década del cincuenta, se hancreado publicaciones especializadas en literatura infan-til y todos los medios de comunicación han dedicado unespacio especial a los niños, quienes constituyen los fu-turos lectores de la gran literatura universal.

De modo que, a estas alturas del desarrollo históri-co de la humanidad, no se debe confundir la verdaderaliteratura infantil con los libros de texto o los mamotre-tos que, en lugar de invitar a los niños a soñar a mercedde su fantasía, les invitan a dormir y a odiar la lectura,que, además de constituir el mejor medio para enrique-cer el vocabulario, es la cuna del surgimiento del goceliterario; sirve para dotar al humano de un instrumentode comunicación y estimular la sensibilidad estética.

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Sin embargo, las instituciones escolares, aparte defomentar en sus aulas la concurrencia y el individualis-mo, hacen de los alumnos pésimos lectores, debido a quealgunos maestros insisten machaconamente en que la úni-ca literatura positiva para el alumno es aquella que leproporciona conocimientos científicos y normas de con-ducta moral, aun sabiendo que: “Las obras literarias pu-ramente instructivas les disgustan; suelen ser rechaza-das y difícilmente cumplen su fin; cuando ello sucede esbajo una tenaz presión. Los libros educativos tambiénsuelen llevarnos fácilmente al equívoco porque los ni-ños perciben de inmediato que las historias contadas enestos libros no tienen ningún aire de realidad y que quie-nes las recomiendan se guardan muy bien de no leerlasnunca, porque ellas son fabricadas especialmente para‘educarlos’. ¿Cuáles son, entonces, las lecturas verda-deramente provechosas para los niños? Sin duda las dedistracción y placer y aunque las anteriores se conser-van para la preparación de los niños, a las últimas esnecesario darles un lugar importante porque son las queverdaderamente responden a las necesidades del niño,y ejercen, o pueden ejercer, una influencia muy feliz enel desarrollo de su psique” (Sosa, J., 1944, p. 36).

Así, aun siendo la enseñanza de la lectura y la escri-tura inicial uno de los objetivos primordiales del pro-grama escolar, existen profesores que no siguen los dic-tados del Ministerio de Educación, en vista de que estánconvencidos de que los niños tienen otras necesidades yotros intereses ajenos a los planteamientos teóricos delprograma educativo, que, contrariamente a los precep-tos psico-pedagógicos, no contempla la importancia dedesarrollar la fantasía del niño, quien, además que estarinteresado en aprender a leer y escribir, tiene preferen-cia por las actividades lúdicas y los cuentos infantiles.

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De ahí que algunos maestros y maestras, siguiendo susinstintos de educadores profesionales, desoyen los re-querimientos del programa escolar y se dedican a esti-mular la fantasía de los niños, entre otros, a través de lalectura de los cuentos infantiles.

Por lo demás, ningún maestro, por muy experimen-tado o excelente que fuese, está autorizado a coartar lafantasía de los alumnos por el simple capricho de hacerde sus lecciones una cátedra destinada a impartir cono-cimientos técnicos y científicos en detrimento de las fa-cultades creativas y emocionales del niño.

Si en una escuela se le hunde al alumno en un apren-dizaje mecánico y pasivo, se cometerá el error —horror—de confundir al individuo con una máquina computado-ra, en cuya memoria se deben llenar los conocimientos ydatos programados, dejando de lado los preceptos de lapedagogía moderna, que sostiene que el educando es —y debe ser— un sujeto activo en el proceso educativo yel artífice de su propio aprendizaje.

Lo peor es que, a una educación mecánica y obsoleta,se le añade una “literatura infantil” pueril y moralizadora,que el maestro ha elegido para completar sus lecciones.Los niños, en cambio, inconformes con esa literatura detono ejemplarmente aburrido, se defienden a su hábilmanera, saltándose capítulos, párrafos, frases, palabras,hasta que acaban bostezando y arrojando el libro por losaires, como muestra de que no cualquier libro puede des-pertar el interés del lector. En tal virtud, para que unlibro infantil guste de veras, debe contemplar el desa-rrollo integral del niño y estar exenta de todo maniqueís-mo y sentido moralizador.

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