el partido de jesus - hugh j. schonfield

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    HughJ. Schonfield

    El partido de Jess

    Coleccin Enigmas del Cristianismo

    Ediciones Martnez Roca, S. A.

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    Traduccin de Joseph M. Apfelbume

    No est permitida la reproduccin total o parcial de este libro, ni larecopilacin en un sistema informtico. ni la transmisin en cualquierforma o por cualquier medio, por registro o por otros mtodos, sin elpermiso previo y por escrito de Ediciones Martnez Roca, S. A.

    Ttulo original: The Pentecost Revolution

    Schonfield Services Ltd., 1974. By arrangement with Mark Paterson 1988, Ediciones Martnez Roca, S. A.Gran Via, 774,7., 08013 BarcelonaISBN 84-270-1249-7Depsito legal B. 34.342-1988Impreso por Libergraf, S. A., Constituci, 19,08014 Barcelona

    Impreso en Espaa Printed in Spain

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    DEDICATORIA

    A mi querida esposa, por haberme ayudado y estimulado tan fielmente

    en la preparacin de todos mis libros, y ala Universidad de Bostn, por

    haber decidido coleccionarlos y conservarlos de un modo tan generoso yaudaz.

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    Introduccin .......................................................................................................... 6

    Primera parte..........................................................................................................18Preparando el escenario .........................................................................................18

    1.- Empiezan los ltimos Tiempos ........................................................................192.- Evidencias principales ......................................................................................293.- Factores de tiempo ...........................................................................................404.- Recordando a Sin ...........................................................................................51

    Segunda parte Progresa el drama ..........................................................................625.- Bajo Poncio Pilato ...........................................................................................636.- Barrabs ..........................................................................................................72

    7.- La ciudad enfurecida ........................................................................................818.- Entre dos fiestas ...............................................................................................899.- La revolucin de Pentecosts ...........................................................................9910.- El primer estallido ........................................................................................ 10711.- Muerte a los disidentes ................................................................................. 11612.- La esperanza de salvacin ............................................................................ 12513.- La escalera de Jacob ..................................................................................... 13314.- La estatua .................................................................................................... 14315.- Agripa ......................................................................................................... 15116.- En accin ..................................................................................................... 16017.- Suena una alarma ......................................................................................... 168

    18.- Los escribas nazoreanos ............................................................................... 17819- La tormenta se avecina .................................................................................. 18820.- Apstol encadenado ..................................................................................... 19521.- Muerte de un santo ....................................................................................... 20422.- Reinado del terror ........................................................................................ 21123.- El xodo ...................................................................................................... 21824.- ltimos vistazos........................................................................................... 226

    Tercera parte - Entre bastidores .......................................................................... 23125.- Alineamiento ............................................................................................... 23226.- Actitudes reflejadas ...................................................................................... 244

    27.- Nuevas Alianzas .......................................................................................... 25428.- Pas nazareno ............................................................................................... 26129.- Lugar de encuentro ...................................................................................... 27130.- Quin es quin? .......................................................................................... 278

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    consecuencia, cuando se dio publicidad a algunos de los resultadosalcanzados, stos crearon mucha confusin e indignacin entre los fieles, yaque las mentalidades de los laicos no estaban preparadas para aceptarlos.Por su parte, los clrigos, que habran estado en disposicin de ayudarles aentender, se mostraron mucho ms reacios de lo que hubieran debido aactuar como medios de comunicacin, y quienes se pronunciaron al respectono se dieron cuenta de que se habra necesitado un trabajo educativo bsico

    para amortiguar la conmocin de aquello nuevo que afirmaban. Escomprensible que los eruditos se preocuparan fundamentalmente porcomunicarse entre s los resultados de sus investigaciones, de acuerdo consu propio y peculiar estilo acadmico; a pesar de todo, es deplorable quemuy pocos de ellos se ocuparan de la necesidad de ilustrar al pblico engeneral, sobre todo cuando sus trabajos abordaban cuestiones directamente

    relacionadas con la fe. Para que se produzca el progreso de la humanidad setienen que encontrar los medios para llevar la informacin a la mayorcantidad posible de personas. Debemos aspirar a que la vasta mayora deellas se conviertan en estudiantes en la universidad de la humanidad.

    En el campo de la investigacin sobre los orgenes del cristianismo sehan realizado grandes cambios, tanto en las actitudes como en los logrosalcanzados. Tales cambios ya eran muy notables cuando empec a trabajaren este tema, hace medio siglo. Uno de mis consejeros de aquellos tiempos,el profesor Burkitt de Cambridge, lo expres con cierta suavidad cuando

    escribi: A partir de los datos que nos proporciona el Nuevo Testamento,consideramos el cristianismo primitivo como un problema [la cursiva essuya], lo que me parece algo completamente nuevo. Ahora somos capaces y,de hecho, nos vemos obligados a considerar objetivamente los comienzosdel cristianismo, de un modo que no ha podido hacer ninguna otrageneracin de cristianos, ya fueran sinceros o nominales (Christian

    Beginnings, pg. 40).Burkitt se refera a que los documentos, y ms especialmente los

    Evangelios y los Hechos de los Apstoles, ya no podan ser tratados como

    registros autnticos que informaban de lo que haba sucedido realmente,sino ms bien como expresiones de lo que en un perodo posterior, que selocaliza en el siglo u d. de C., se quiso ocultar sobre lo sucedido.Objetivamente, debemos tener en cuenta las motivaciones de los escritoresen relacin con las circunstancias que alteraron materialmente, y quedeterminaron tanto la forma de presentar los materiales como el propiocontenido de stos. Debemos reconocer que el pasado se configur deacuerdo con las necesidades del presente, y debemos llevar a cabo una

    paciente tarea para ver bajo una nueva luz los elementos ms antiguos, para

    que stos, a su vez, nos dirijan hacia conclusiones de las que podemos llegara depender.

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    Volviendo al aspecto positivo, aunque del Jess histrico quedaron muypocos detalles ciertos, esto, en s mismo, nos dijo mucho ms. Pudierondesaparecer as muchas de las contradicciones e inconsistencias de losEvangelios. Jess ya no apareca envuelto en un aura que no era terrenal,sino que ms bien surgi ante nosotros como un hombre de fuertessentimientos y convicciones personales y lleno de propsitos bien definidos-Indudablemente, fue un judo religioso nacionalista que crey ser el Mesasque esperaba su pueblo. En consecuencia, y con la ayuda de las fuentes deque ahora podamos disponer, surgi la posibilidad de hacer una nuevavaloracin de su figura. Uno de los pioneros en este campo, dentro del

    presente siglo, fue Robert Eisler, seguido por Brandon y Carmichael. Mipropia contribucin sobre el tema qued expuesta enEl complot de Pascua.

    La investigacin, que haba parecido quedar amortiguada durante un

    tiempo, se reactiv notablemente con el descubrimiento de los manuscritosdel mar Muerto y con las excavaciones llevadas a cabo en Masada. De

    pronto, surgi una gran riqueza de nuevos materiales anteriores a ladestruccin de Jerusaln en el ao 70 d. de C., y que, por lo tanto, tenan unagran importancia para la comprensin de los orgenes del cristianismo. Enesta literatura resaltaba la personalidad del misterioso Verdadero Maestro, oMaestro de Piedad. Aparecieron expresiones e ideas que tenan paralelismosen el Nuevo Testamento. Se pudo aprender mucho ms sobre el

    pensamiento mesinico y las actividades de los judos durante el siglo I de la

    era cristiana. Se obtuvieron tambin nuevos datos sobre los esenios y loszelotes.

    Los descubrimientos permitieron dirigir la atencin hacia el carcter y eldestino de los primeros seguidores judos de Jess, los denominadoscristianos judos. El erudito J. L. Teicher lleg a la conclusin de que losmanuscritos del mar Muerto eran documentos cristianos ebionitas. Msrecientemente, el padre O'Callaghan ha llegado a la conclusin de quealgunos de los diminutos fragmentos encontrados en la cueva 7 de Qumraneran restos de rollos de libros del Nuevo Testamento, de Marcos, Santiago y

    Timoteo I, y posiblemente de Hechos, Romanos y Pedro II. No se hanpodido establecer fehacientemente ninguna de estas afirmaciones, pero elefecto general producido por el impacto de los nuevos descubrimientos hasido un notable movimiento de investigacin enfocado sobre el tema de losantecedentes judos del cristianismo.

    Durante muchos siglos, la principal preocupacin de los cristianos enrelacin con la literatura bblica juda ha sido la de buscar pruebas de que el

    judaismo era inferior al cristianismo y hostil a ste. Sin embargo, a partir dela Reforma se empez a estudiar la literatura rabnica como un medio ms

    de ayudar a comprender e interpretar los Evangelios. No obstante, slo habaunos pocos especialistas en este campo, tanto entre los judos como entre los

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    cristianos, y stos se remontaban al siglo XII. La mayora de los eruditos seacostumbraron a depender de estas autoridades, aceptndolas como fuentede informacin y referencia. La gran obra de Strack y Billerbeck fue

    particularmente importante. En el siglo XIX tambin se desarroll otroaspecto de los estudios judios, resultado parcial del descubrimiento denuevos manuscritos. Se hicieron traducciones y ediciones de los antiguosApcrifos y Pseudoepgrafes judos, considerndolos como una revelacindel clima predominante en el pensamiento judo en el que, a su vez, seenraizaba el cristianismo. En relacin con ello destaca el nombre de R. H.Charles.

    No hay necesidad de extendernos aqu sobre las diversas direcciones ycontextos en que han mejorado radicalmente las relaciones entre cristianos y

    judos. No obstante, es pertinente sealar que dicho cambio ha sido bastante

    revolucionario. El deseo cristiano de comprender el judaismo ha encontradosu justa reciprocidad en el gran inters que se ha despertado entre los judos

    por la figura de Jess. Como resultado de ello, se ha hecho posible elestablecimiento de una valiosa cooperacin en el campo de la investigacin,lo que, a su vez, ha permitido establecer que tanto los Evangelios como losHechos nos han proporcionado una descripcin inexacta y llena de

    prejuicios sobre las circunstancias histricas. De este modo, se ha podidorectificar la falsa interpretacin sostenida durante siglos y que tanto hahecho sufrir al pueblo judo. Pero ello no habra sido posible sin la moderna

    aproximacin objetiva al estudio de los comienzos del cristianismo.En primer lugar, se necesit mucho valor para reconocer que los

    principales documentos del cristianismo no eran dignos de confianza ennumerosas cuestiones, y despus para admitir la necesidad de ver de unmodo muy distinto la forma en que surgi realmente el cristianismo. Sedeba someter a una penetrante investigacin no slo lo que se dijo de Jess,sino tambin todo lo que se dijo sobre la creacin de la Iglesia. Ya no servala antigua divisin de la primitiva historia eclesistica en las distintaspocas: apostlica, subapostlica y patrstica. Se establecieron entonces

    nuevas divisiones, en consonancia con las fases del desarrollo, y mucho mscercanas a la realidad. Como una religin nueva, basada parcialmente en lasenseanzas paulinas, el cristianismo alcanz progresivamente su existenciaentre los aos 75 y 150 d. de C. En mi obraJess, Mesas o Dios? describcmo sucedi esto. No resultaba fcil aceptar que Jess y sus primerosseguidores no slo fueron judos, sino que siguieron sindolo. Los apstolesoriginales no conocieron de Jess nada que les hiciera sentir la necesidad decrear una religin nueva.

    En relacin con la posicin en Palestina anterior al ao 70 d. de C., se

    tuvieron que rechazar como testimonios inciertos y con prejuicios todosaquellos que, tanto en los Evangelios como en los Hechos, sugeran que el

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    cristianismo y el judaismo estaban en conflicto. Lo que hicieron losevangelistas fue extrapolar al pasado las caractersticas de un perodosubsiguiente. Escribieron la historia de Jess y de sus seguidores de unaforma que fuera agradable para las circunstancias de su propio tiempo, yafirmaron falsamente que la fe que ellos profesaban ya haba sido profesadadesde el principio, demostrada por Jess y extendida por las enseanzasapostlicas. Toda la informacin que les lleg y que contradijera estaversin fue ampliamente alterada o simplemente suprimida.

    Poco a poco, se fue abriendo paso la idea de que la configuracin de lareligin cristiana haba sido un proceso secundario, surgido en buenamedida como consecuencia de la guerra juda contra los romanos, y que,hasta el ao 66 d. de C., haba existido una fase anterior de la expresincristiana, de una naturaleza bastante distinta al cristianismo posterior.

    As pues, los esfuerzos por alcanzar la objetividad y mantenerse dentrodel realismo impusieron un movimiento que se alejaba de las opiniones

    preconcebidas basadas o influidas por la preocupacin del cristianismo porpresentarse como una religin ajena, en sus aspectos originales, almovimiento mesinico que existi en el seno del judaismo. En consonanciacon esta tendencia, los crculos acadmicos han reconocido que, paraaproximarse correctamente a los principios del cristianismo, se tienen querecorrer previamente los canales judos, tanto en sus aspectos espiritualescomo histricos, sin olvidar aquellas sectas judas adictas a Jess que,

    durante los primeros siglos cristianos, fueron condenadas por la Iglesiacatlica como herticas.

    La investigacin sobre la Iglesia primitiva no es en modo algunonueva ya que, en cierto modo, se ha desarrollado paralelamente a lainvestigacin sobre el Jess histrico. Se acept as un mnimo deconocimiento irreductible que afirmaba que, tras la muerte de Jess, surgiuna organizacin juda centrada en Jerusaln que le aclamaba como Mesasy como el profeta anunciado por Moiss. Dicha organizacin fue conocidacomnmente como los nazoreanos. Se les puede considerar correctamente

    como un movimiento legitimista israelita, puesto que enfatizaba la lealtad aDios y a su ley, y la fidelidad al rey de Israel, elegido por Dios. El rey, esdecir, el propio Jess, tras haber resucitado de entre los muertos, estaba en elcielo y no tardara en regresar a la tierra para castigar a los malvados yliberar a los fieles de su pueblo de sus enemigos y opresores. Despus,reinara sobre un mundo convertido al conocimiento de Dios y obediente asus mandatos.

    Es ms, se asegur que el lder de los nazoreanos duranteaproximadamente un cuarto de siglo fue un hermano menor de Jess

    llamado Jacobo, conocido como el Justo. En el Nuevo Testamento ingls sele llama Santiago, y Pablo lo describe como el hermano del Seor. Aun

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    cuando los Hechos y las epstolas paulinas sugieren su importancia, laliteratura nazoreana e incluso eclesistica le da mucha mayor importancia yautoridad. Al parecer, Jacobo fue un judo asctico admirado por sudevocin a la fe juda y casi venerado por el populacho judo como su

    paladn. Eso no podra haber sido as, a menos que el partido de Jesshubiera quedado comprometido en el proceso y, de hecho, en peligro, enrelacin con el destino de su nacin, dedicndose a anunciar la inmediataredencin mesinica de Israel. El anhelo de que se produjera tal redencin yla forma en que dicho anhelo se expres, qued perfectamente reflejada enlas pginas de las historias de Josefo. Lo nico que necesitaba aclararse erala relacin existente entre los asuntos nazoreanos y la historia juda del

    perodo.La dificultad de obtener una imagen coherente era inmensa. Una gran

    parte de los materiales se haban perdido, tergiversado o suprimido. De unaforma u otra un gran eslabn de la historia, precisamente el correspondientea las caractersticas ms excitantes y vitales del principio del cristianismo, sehaba hundido bajo la superficie del recuerdo, como zarandeado por laaccin volcnica, dejando nicamente visibles unas sutiles proyeccionesreflejadas a travs de las leyendas y las tradiciones.

    Antes del descubrimiento de los manuscritos del mar Muerto y de otrasfuentes recientes, ya haba sido posible llevar a cabo una ciertareconstruccin, basada en las pruebas de que se dispona. Yo mismo

    publiqu un libro sobre el tema titulado Santos contra el Csar(Macdonald,1948). Pero la aportacin ms valiosa ha sido la de S. G. P, Brandon, quienrecientemente ha dedicado un libro al mismo tema, titulado Jess y los

    zelotes.Uno de los hallazgos ms importantes en este sentido ha sido la

    recuperacin de toda una biblioteca de manuscritos hebreos, anteriores alao 70 d. de C., que perteneci a un tipo esenio de secta juda. Dicha

    biblioteca ilustra de numerosas formas el ambiente de pensamiento en el quesubsisti el nazoreanismo. Desgraciadamente, las referencias y alusiones

    existentes en los manuscritos eran a menudo crpticas y ambiguas. Noobstante, los eruditos se mostraron de acuerdo en que los qumranitas habanestado activos por lo menos hasta la guerra juda contra los romanos. Enconsecuencia, la secta haba sido contempornea del movimiento zeloteiniciado por Judas de Galilea, del movimiento bautista iniciado por Juan, elhijo de Zacaras, as como del movimiento centrado alrededor de Jess, elhijo de Jos. Por lo tanto, tenan que explorarse de nuevo las conexionesexistentes entre ellos. Se deba reunir e investigar cada fragmento deinformacin, tanto antiguo como reciente. Se deban plantear nuevas

    preguntas y tener en cuenta nuevas posibilidades. El resultado de todo estetrabajo es que la historia del movimiento original de Jess tena mucho ms

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    que ver con la historia juda que con la historia cristiana.As, el mbito de la investigacin se haba ampliado tremendamente. Los

    temas a tener en cuenta comprendan tanto la geografa como la cronologay la historia religiosa, social y poltica. Buena parte de lo que se va aconsiderar y discutir aqu sern cosas con las que el lector, en general, estar

    poco familiarizado. En consecuencia, en este libro me he planteado la tareade ofrecer una informacin esencial de tal modo que pueda ser fcilmentecomprensible.

    Lo que ahora hago pblico son los resultados de mi propio trabajo,tendente a romper las barreras del tiempo, en un intento por recuperar en lamedida de lo posible los datos perdidos de los comienzos del cristianismo ensu ambiente judo nativo. Ha sido una empresa aventurada pues, aunque miexploracin se ha extendido a lo largo de cincuenta aos, y aun cuando he

    llegado a una serie de conclusiones provisionales, no poda saberpreviamente si se adaptaran a la prueba de una narracin ordenada en la quetoda circunstancia debe hallar su lugar y su explicacin natural. Tampoco

    poda imaginar qu nuevos aspectos surgiran para cambiar o confirmardescubrimientos anteriores. En realidad, tuve que descartar bien poca cosa yme vi recompensado en mi tarea por numerosas y nuevas comprensiones delos hechos, as como por algunos descubrimientos excitantes.

    Todos estamos de acuerdo en que hemos entrado en una nueva era que vaa ser necesariamente muy perturbadora para aquellos cuya fe depende de la

    veracidad de la historia cristiana, segn la versin del Nuevo Testamento.Muchas cosas tendrn que formularse y valorarse de nuevo y no podemos

    predecir ahora con seguridad cul podr ser el resultado. No obstante, sermucho mejor el reajuste, por muy doloroso que sea, que tratar de conservarunos conceptos que la verdad exige abandonar, por muy preciosos que sean.Tengo la seguridad de que quienes acepten pasar por esta tarea terminarn

    por obtener una ganancia espiritual y una mayor amplitud de miras. Ya hanaparecido seales de que esto se est produciendo en una nueva aprehensinde lo mesinico.

    Pero aun cuando mi trabajo tiene una evidente relacin con la femoderna, debo decir que una de mis principales preocupaciones ha sido lade presentar de un modo sensible y realista la imagen de un movimiento

    bastante extraordinario, teniendo en cuenta el perodo y el lugar donde seprodujo. Para el pueblo judo, la poca fue quiz la ms extraa en lahistoria de cualquier nacin, dominado como estaba por la obsesin dehallarse en el climax de la historia humana, en la fase final de una largalucha entre las fuerzas de la Luz y las de la Oscuridad. Todo acontecimientodeba observarse proftica o apocalpticamente en su totalidad o en algn

    aspecto del conflicto, como si se tratara de una fase pertinente en el avancede los ltimos Tiempos hacia el momento en que las personas piadosas

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    seran justificadas y las malvadas rechazadas. Las personalidades y sectas deeste perodo que respondan a esta atmsfera, tal y como aparecen en lahistoria, surgieron en correspondencia con la situacin contempornea yejercieron su propio impacto sobre ella. Es vital, por lo tanto, comprenderlasdentro de su contexto.

    Uno de los aspectos que presento es la reaccin de las gentes ordinarias ala situacin concreta de las cosas. Actualmente, somos muy conscientes delsentimiento popular y de la forma en que se expresa, del juicio apresurado ya menudo ilgico sobre lo que se presenta como errneo, del impulsoinstintivo de las multitudes hacia la bsqueda de consuelo y fortaleza, de la

    predisposicin a recurrir a la violencia cuando se encuentran con obstculoso con negativas que impidan la rectificacin, de la predisposicin a escuchara los demagogos, y tambin del profundo valor para desafiar al poder

    arbitrario y de la simple devocin a los principios. La voz del pueblo no esla voz de Dios, pero sucede a menudo que aquello que siente el pueblo sehalla mucho ms cerca del ncleo de una cuestin que el complejorazonamiento de las personas ms sofisticadas.

    Las gentes ordinarias, artesanos y campesinos, juegan un papelimportante en nuestra historia. Las pginas de Josefo, el historiador judo,atestiguan continuamente el efecto ejercido sobre ellas por las gravescircunstancias que existieron en Palestina en los oscuros das que ldescribi, y en el perodo ms crucial del que l mismo fue testigo. Tanto

    los Evangelios como los Hechos tambin atestiguan la implicacin de lasmasas en las situaciones que se describen.

    Para interpretar correctamente los comienzos cristianos debe existir unaempata para con el pueblo judo, en una poca de adversidades yexpectativas. Debemos compartir sus sufrimientos, su perplejidad, su cleray desesperacin, as como sus esperanzas para el futuro. En este caso no essuficiente aplicar la ciencia y la teologa. Las manifestaciones que apelabana las gentes fueron hechas fundamentalmente por hombres surgidos del

    pueblo. El recurso al Espritu Santo ha sido, en todos los tiempos, un

    fenmeno de la clase trabajadora, y son precisamente las gentes ordinariaslas que tienen una conciencia ms psquica de que los tiempos estncambiando.

    Fue el viento de Dios el que impuls a los primeros que se reunieronbajo la bandera del eslogan Ningn gobernante, excepto Dios. Fue elviento de Dios el que conmocion el alma de Juan el Bautista y seapoder del carpintero galileo Jess. Fue el viento de Dios el que soplsobre los apstoles, inducindoles a profetizar. Como si fuera una bebidafuerte, hizo aparecer la euforia, puso fuego en el vientre y solt las lenguas.

    Quienes se sintieron iluminados se vieron convertidos en testigos verbalesms all de su capacidad habitual, liberados de toda humillacin en

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    y diversos ingredientes del movimiento nazoreano, que comprenda a loszelotes, los fariseos, los esenios y otros. Se ha establecido que loscristianos originales, con los apstoles y los ancianos, constituan unpartido popular de carcter religioso-poltico en el seno de la economa

    juda, con la sede de su gobierno establecida en el monte Sin, en la antiguaciudad de David.

    La historia de los principios cristianos surge as de un modo muy distintoa como se ha enseado habitualmente. Por lo tanto, y en preparacin de la

    parte narrativa titulada Progresa el drama, que cubre el tema de estetrabajo y ocupa la Segunda parte, he seleccionado una serie de temassecuenciales para realizar sobre ellos una exploracin particular. Dichostemas se distribuyen entre la Primera y la Tercera parte. En ellos, nosalejamos de la aproximacin cristiana en busca de claves e hilos

    conductores hallados a veces en lugares extraosque nos ayudarn enla tarea de reconstruccin. Algunas de las cuestiones las he novelado y

    pueden ser consideradas como iluminadoras. La Primera parte, Preparandoel escenario ofrece una informacin bsica indispensable, mientras que laTercera parte, Entre bastidores, sigue unas lneas de investigacin

    pertinentes para ciertos aspectos de los acontecimientos histricos.He tenido dificultades para imaginarme una aproximacin casual al tema,

    posiblemente debido a que soy un entusiasta y me siento profundamentepreocupado por saber la verdad sobre Jess y sus seguidores judos en Israel,

    antes de que existiera el cristianismo. El desafo es tan grande que me haexigido muchos esfuerzos para captar los problemas y temas que debanafrontarse. Pero he intentado evitar conscientemente mostrarme demasiadoacadmico, y siempre he tratado de pensar en las exigencias del lectorgeneral.

    En la Primera parte y al final de la Tercera me he dedicado a desentraarla cuestin vital de la cronologa. Este tema siempre ha representado un granobstculo para la comprensin de las circunstancias histricas, hasta el

    punto de que la datacin de los acontecimientos claves de la historia

    cristiana ha originado no pocas discusiones. Aqu aporto criterios que nospermiten relacionar ms confiadamente a los nazoreanos con los asuntosjudos. Ahora podemos percibir interacciones que previamente fueronoscuras o no se reconocieron como tales, lo que nos permite aumentarnuestro grado de comprensin.

    La topografa, y especialmente la de Jerusaln, tambin tieneimportancia. Muchos de los acontecimientos de los que vamos a tratar estnrelacionados con el trazado de la ciudad. Afortunadamente, en esta tarea nosvemos ayudados por las descripciones de Jerusaln, hechas por Josefo antes

    de la guerra juda, as como por los resultados de las excavacionesarqueolgicas. Durante varios aos se han llevado a cabo trabajos en las

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    Primera parte

    Preparando el escenario

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    urgencias y presiones propios de un perodo de intensa perturbacinemocional, generada por la conviccin de que la arena del reloj del destinose estaba acabando con mucha rapidez. Por delante estaba el Da del Juicio,y ms all la bendicin del reino de Dios sobre la tierra. Ese mundo1 slo

    podran alcanzarlo las personas piadosas, y para lograr que no llegaran allms que unos pocos de entre el pueblo de Dios, ste se vea sometido ahoraa las ms feroces seducciones y bombardeos por parte de las fuerzas delmal.

    Las reacciones variaban, segn el carcter individual, la inclinacin eincluso el estatus social. Haba personas que se mofaban, sobre todo entrelas clases altas, para quienes las ideas sobre el fin de los tiempos tenantodas las caractersticas de la mana y la tontera propias de los ignorantes;

    pero no por ello podan evitar el verse implicados en sus consecuencias y

    efectos. Toda una nacin se vio crecientemente atrapada en las garras deconvicciones que desafiaban a la razn, en espera de milagros capaces desuperar obstculos de tal magnitud que desalentaban incluso a las personasms serias. Aguijoneados por tal fanatismo, los judos entraron en guerracontra los romanos, mientras que los militantes aseguraban que el reino deDios poda ser conquistado al asalto y que la destruccin de los pecadoresdeba empezar ahora mismo.

    Entre los creyentes convencidos de que haban llegado los ltimosTiempos tambin se encontraban quienes aconsejaban paciencia y

    preparacin personal para cuando llegara el momento elegido por Dios, cuyaintervencin sera indicada con una seal. Su influencia, sin embargo, no

    pudo contener la marea ni enfrentarse al agravamiento de la situacinproducido por las nocivas prcticas de los gobernadores romanos y de losaristcratas judos. Cuanto ms estudiamos a esta categora de creyentes,entre los que se encontraba Jess, tanto ms evidente se nos presenta elhecho de que su contribucin surgi y fue configurada e inspirada por lasconvicciones y expectativas de su poca. Por lo tanto, una parte de nuestratarea de aproximacin consistir en librarnos de toda suposicin que

    implique que lo que ellos representaban era algo situado al margen eindependiente de las peculiaridades de una situacin especial, a la que ellosrespondieron a su modo.

    Una vez superado ese obstculo y no resulta fcil admitirlo noshallaremos mejor preparados para tomar conciencia de indicaciones

    1 Llamado tambin el Mundo por Venir, la ltima era en la que se realizara el Reino de Diossobre la tierra, el Milenio. Al principio de la era, y segn los diversos puntos de vista que sedesarrollaron, los hombres piadosos de todas las eras anteriores resucitaran de entre los muertos paracompartir sus bendiciones, mientras que los hombres piadosos con vida, incluyendo a los gentiles,

    disfrutaran igualmente de las felicidades de una tierra redimida y regenerada, que tendra su centroen la Nueva Jerusaln.

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    significativas capaces de distinguir aquello que refleja la poca, de aquelloque fue impuesto por las enseanzas posteriores.

    Empezaremos, pues, con una cuestin pertinente: cmo se pudoconsiderar precisamente al siglo I d. de C. como el perodo de los ltimosTiempos?

    Una parte de la respuesta la encontramos en el perodo en que Palestinaestuvo bajo gobierno persa, quedando fuertemente sometida a la influenciadel pensamiento religioso irano-babilnico. Apareci entonces en un primer

    plano el concepto del drama csmico, en el que, a travs de una sucesin deeras, las fuerzas de la Luz luchaban contra las fuerzas de la Oscuridad conun xito alternativo, proceso ste que terminara en una era final con eltriunfo definitivo de la Luz. Aunque el judaismo no poda aceptar unconcepto dualista de la divinidad, la idea del drama csmico encendi la

    imaginacin proftica, adaptndose perfectamente a las esperanzas judas deuna era en la que Israel sera redimida y el mundo vivira en paz y con

    justicia, bajo el gobierno de Dios.As pues, entre los piadosos (el chasidismo) se desarroll una doctrina de

    los Dos Espritus unidos a los Dos Caminos2 del cdigo deuteronmico, quealcanz su mxima expresin en la literatura apocalptica posterior.

    Cuanto mayores eran los sufrimientos de los judos, y cuanto mayor erala presin celestial para que conservaran su fe ancestral, tanto ms evidente

    pareca que las fuerzas del Mal actuaban para alcanzar la victoria. Eso slo

    poda significar que el Enemigo (Belial y sus servidores) se daba cuenta deque sta poda ser su ltima oportunidad. Por lo tanto, el drama deba deestar aproximndose a su climax, lo que induca a los fieles a intensificar suresistencia, fortaleciendo su lealtad a Dios y a su Ley, aceptando la

    persecucin y el aislamiento como el precio que deban pagar para pasarinclumes el perodo y compartir al final la bendicin de la era por venir,que, sin lugar a dudas, ya no poda estar muy lejos 3. De hecho, los santos

    pudieron realizar un gran trabajo de expiacin para el pueblo y la nacin,aceptable para Dios, para que ste pudiera adelantar a su vez el momento de

    la liberacin.Pero estas consideraciones no parecieron suficientes para indicar culsera el momento, de modo que se cre una nueva industria y tcnica de

    2 Los dos Espritus, el de la Luz y el de la Oscuridad, y los dos Caminos, el de la Vida y el de laMuerte Bendicin y Maldicin (Dt 11, 26; 30,15-20). Los levitas de la comunidad zadokitaproclamaban estas alternativas a todos aquellos que deseaban entrar a formar parte de la NuevaAlianza.

    3 ste era el punto de vista de los esenios zadokitas, y el mismo objetivo inspiraba a Pablo (Flp 3,

    10-14). De donde se infiere que los Hijos de la Luz luchaban contra los Hijos de la Oscuridad, y queCristo estaba opuesto a Belial.

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    interpretacin de las Escrituras destinada a asegurar una mayor clarificacin,y a aumentar la capacidad para comprender las seales. Esta situacin fue

    prevista entre otros escritos en el libro de Daniel, compuesto hacia el ao166 a. de C., en medio de las terribles experiencias causadas por el intentode Antoco IV de abolir la prctica de la religin juda.

    El libro trata del perodo de la conquista medo-persa de Babilonia,ocurrida unos cuatrocientos aos antes, y las visiones de Daniel prevn elcurso de los acontecimientos que culminaran en la catstrofe presente. Porello, el resultado no pudo ser revelado con precisin por el supuesto autor. Al se le dijo: Anda, Daniel, porque estas palabras estn cerradas y selladashasta el tiempo del Fin. Muchos sern lavados, blanqueados y purgados; losimpos seguirn haciendo el mal; ningn impo comprender nada; slo losdoctos comprendern (12, 9-10). Es tarea de los doctos, de los

    habilidosos (maskilim) de la propia poca del autor, comprender lasenigmticas insinuaciones de las visiones.

    Daniel, al igual que Enoch I fue un producto del chasidismo (losasideanos del libro de los Macabeos). Este grupo de judos piadosos parecehaber surgido hacia finales del siglo ni a. de C., en un intento porcontrarrestar la influencia del helenismo que ejerca un impacto crecientesobre la vida y el pensamiento judos desde la conquista de AlejandroMagno. Cuanto ms se desarrollaba la tendencia, tanto ms lo haca elchasidismo, que inclua a muchos de los sacerdotes y avanzaba hacia la

    organizacin de un grupo caracterstico en el seno de la nacin, dedicado ala tarea de preservar sus valores espirituales y morales. Ms tarde, haciamediados del siglo II a. de C., una parte de este movimiento se dedic allevar una existencia casi monstica (los esenios), mientras que otra parte

    permaneci ms en contacto con los asuntos pblicos e intent alejar alpueblo de los atractivos y seuelos de la sociedad helenizada (los fariseos).Evidentemente, planteamos aqu simples aproximaciones a la realidad, yaque los procesos de alineamiento fueron mucho ms complejos.

    Las visiones de Daniel son bastante circunstanciales y relativamente

    fciles de seguir en una historia secular cuando trata de lo que, en realidad,fueron hechos ocurridos en una poca pasada a aquella en la que escribi elautor. Pero es precisamente al mirar hacia el futuro cuando se muestra

    bastante vago y emplea acertijos numricos. Lo que pareca anticipar es quela tribulacin presente continuara y que representara la ltima gran luchaantes de que Dios inaugurara su reino sobre la tierra, cuando el mundo seragobernado por los santos. El dominio de los poderes de la Bestia quedaraeliminado, siendo sustituido por el poder del homo sapiens, el Hijo delHombre, representado por los santos.

    La gran poca del imperialismo anti-Dios, hasta la manifestacin delreino de Dios, ocupara setenta semanas de aos, desde la fecha del decreto

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    su calzado en su insolencia. Porque los hijos de Jerusaln haban contaminado laCasa Santa del Seor; y estaban profanando las ofrendas de Dios conperversidad... T has dejado caer tu pesada mano, Oh, Seor, sobre Israel, alpermitir la llegada de los gentiles, pues ellos se han burlado y no han tenido

    piedad en la clera... Pero T, Oh, Seor, no tardes en darles la recompensa quese merecen: en derribar el orgullo del dragn; y yo no descansar hasta que elSeor me muestre su insolencia afligida en las montaas de Egipto, y despreciarlo que quede de l en el mar y en la tierra, y su cuerpo quedar sobre las olas, sinnadie que le entierro. Porque El lo ha rechazado con escarnio, pues l noconsider que no era ms que un hombre; y no tuvo en cuenta el final, pues dijoque sera el seor sobre el mar y la tierra y no saba que el Seor es Dios, grande,fuerte y poderoso y que l es el nico rey sobre los cielos y la tierra... (Salmos deSalomn, 2).

    Sin embargo, no debemos esperar demasiado de la fecha del ao 48 a. deC., puesto que no sabemos qu clase de sistema siguieron los intrpretes

    judos para calcular las setenta semanas. Lo que s descubrimos es que, apartir de esta fecha, aparece la creciente conviccin de que haban empezadolos ltimos Tiempos. As, Juan el Bautista y Jess pudieron proclamar: Eltiempo se ha cumplido y el reino de Dios est cerca (Me 1, 15; Mt 3, 2).

    No se saba cunto duraran los ltimos Tiempos, pero lo cierto es que,cuando en el tercer cuarto del siglo I d. de C. segua sin aparecer el reino deDios, los santos tanto los cristianos como los zadokitas de los manuscritosdel mar Muerto creyeron necesario explicar que, en la sabidura y lagracia de Dios, se haban prolongado los ltimos Tiempos.

    Durante el reinado de Herodes (37-4 a. de C.), a quien los romanos

    convirtieron en rey de los judos, se desarroll una particular excitacin.Para los judos, Herodes era un extranjero, el edomita, un ttere de losromanos que haba iniciado su sanguinaria carrera cuando, estando al mandoen Galilea, aplast a los grupos revoltosos judos dirigidos por Hezekiah.Como rey, y tras haber suplantado a los asmoneos, experiment unconstante temor a los complots contra su vida y su trono, y la situacinempeor tanto que termin por convertir el pas en un estado polica conespas e informadores desparramados por todas partes, negando a sussbditos el derecho de libre expresin y reunin.

    Herodes posea muchas cualidades de grandeza y, en otras

    circunstancias, bien podra haber obtenido no slo la lealtad, sino incluso elafecto de su pueblo. Pero, adems de las intrigas de la corte, tuvo queenfrentarse contra algo que no pudo superar: un fervor religioso en el que elnacionalismo se hallaba impregnado de una respuesta emocional a la idea delos ltimos Tiempos, algo de lo que fueron parcialmente responsables losfariseos. Esto se expres en un rechazo por la pompa y el orgullo de lacultura secular, un resentimiento por la dominacin extranjera y eldesarrollo de las esperanzas mesinicas. El rey pudo conseguir que su pasfuera ms poderoso, cre exquisitas ciudades y edificios, planific unTemplo glorioso como una de las maravillas del mundo, pero no pudo hacer

    nada correctamente a los ojos del populacho resentido y de sus guasespirituales.

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    De este modo, se ampli el abismo existente entre el monarca y las masaspuritanas, de tal modo que fue considerado y se vio obligado a actuar comoel sangriento tirano que no le habra gustado ser. Herodes, que a su modofue un judo devoto, no pudo comprender la animosidad de los fariseos y de

    otros sectarios, quienes estimulaban los movimientos clandestinos y rezabancontinuamente solicitando el advenimiento del hijo de David, el Mesas.Debemos considerar la situacin desde el punto de vista de la oposicin,

    sobre la que disponemos de informacin suficiente.El autor del Testamento de Moiss, que escribi aproximadamente un

    cuarto de siglo despus de la muerte de Herodes, nos describe su reino de lasiguiente forma:

    Y un rey insolente les suceder [es decir, a los asmoneos], que no ser de laraza de los sacerdotes, un hombre descarado y sinvergenza que les juzgarcomo se merecen. Y arrollar a sus dirigentes con la espada y los destruir en

    lugares secretos, de modo que nadie pueda saber dnde quedaron sus cuerpos.Destrozar a los viejos y a los jvenes y no ahorrar ningn sufrimiento.Entonces, el temor que se sentir ante l ser amargo y se extender por todo elpas. Y l ejercer juicios sobre ellos, del mismo modo que hicieron los egipciosdurante treinta o cuarenta aos, y l los castigar (6,2-6).

    El mismo escritor parece haber considerado la guerra de Varo contra losjudos, que se levantaron tras la muerte de Herodes en el ano 4 a. de C.,como una seal de que haba llegado la ltima fase de los ltimos Tiempos.Y cuando esto est hecho terminarn los tiempos y en un momento seguirel (segundo) curso y llegarn las cuatro horas (7, 1). Despus de esollegara Dios para castigar a los gentiles y destruir sus dolos, e Israel seraexaltado (cap. 10).

    Incluso en la ltima parte del siglo I d. de C., hubo, entre otros, quienes,habiendo estado relacionados con Jess, contaron historias hostiles aHerodes. Declararon que los ladrones de Idumea que atacaron Ascaln,tomaron como rehn a Antpater (padre de Herodes), llevndoselo deltemplo de Apolo. El padre de Antpater haba sido ministro en el templo, ycomoquiera que el sacerdote no quiso pagar el rescate por su hijo, ste fueeducado segn las costumbres de los idu-meos. As pues, Herodes era de unorigen extrao e idlatra, no siendo un verdadero judo. Tambin dijeronque, para ocultar sus orgenes, Herodes, una vez convertido en rey, orden

    quemar los archivos donde estaban registradas las genealogas de lasfamilias judas nobles.5 No es cierto, sin embargo, el libelo segn el cualHerodes fue un esclavo e hijo de un esclavo.6

    El vilipendio de Herodes alcanza su punto ms alto en el evangelio deMateo, donde se narra la masacre de los nios de Beln. Se trata de unaversin mesinica de historias similares narradas habitualmente sobre la

    5 Julio Africano,Epstola a Arstides, citado por Eusebio enHistoria eclesistica 1,7.

    6 Segn el Talmud, Herodes haba sido un esclavo en la casa de los asmoneos (Baba Bathra, fol.

    3b).

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    2.- Evidencias principales

    Inicialmente y en su habitat nativo, el cristianismo fue identificado con elesfuerzo del pueblo judo por alcanzar el pleno dominio de su destino, tantoespiritual como pragmticamente. Debemos trazar una ntida lnea distintivaentre lo que representaron Jess y sus seguidores judos, y el carcter y elcontenido de la religin cristiana tal y como fue evolucionando

    progresivamente. Debemos apartarnos por completo del punto de vista

    segn el cual esta ltima nos permite un acceso directo a los primeros y, enconsecuencia, debemos revisar los juicios y creencias que han sido monedacorriente durante tantos siglos.

    Cuando los autores de los Evangelios y de los Hechos crearon susnarraciones pensaban mucho ms en las necesidades cristianascontemporneas de la ltima parte del siglo I y principios del II. Comoconsecuencia del resultado de la guerra juda contra los romanos se produjouna notable separacin de la Iglesia con respecto al ambiente judo que larodeaba. La antigua comunidad nazoreano-cristiana de Roma fue

    prcticamente eliminada por la persecucin a que la someti Nern tras elGran Incendio de Roma en el ao 64 d. de C., de modo que, ahora, lasiglesias de Occidente eran predominantemente gentiles. No obstante,seguan conservando rasgos de la teologa y del mesianismo judos,ocupando as una especie de tierra de nadie que no les permita ser niverdaderamente judas ni totalmente gentiles, con el resultado de que fueronconsideradas con disgusto y sospecha por ambas partes. Entonces se puso enmarcha un mecanismo de defensa que se extendi en ambas direcciones,exagerando por un lado el repudio de los judos para obtener la tolerancia delos gentiles, y atacando por el otro la idolatra de los gentiles incluyendo

    la divinidad del emperador, con lo que los cristianos aparecieron comocriptojudos.

    Los Evangelios y los Hechos reflejan apreciablemente la situacin queconocemos por los historiadores durante los ltimos aos del reinado deDomiciano. Este emperador senta un temor mrbido ante los judos y sus

    predicciones mesinicas, y estaba convencido de que los cristianosconspiraban contra l 10,ya que, al no ser judos, deberan haber aceptado sureligin ancestral romana o griega.

    Eusebio, citando en parte a Hegesipo, nos dice que Domiciano dio

    10 Vase Suetonio,Domiciano, en Vidas de los Csares, y Schonfeld,Jess: Mesas o Dios?

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    rdenes de detener a todos los descendientes del rey David para impedir asla posibilidad de que se produjera una nueva revuelta juda. Entre losdetenidos se encontraban dos nietos de Judas, el hermano de Jess; perofueron puestos en libertad, al ser considerados como dos simplescampesinos de los que no poda esperarse peligro alguno.11 Unos pocos aosms tarde, durante el reinado de Trajano, tambin se detuvo, tortur yejecut al viejo Simen, un primo hermano de Jess y lder de losnazoreanos.12 Fue durante este perodo, entre los aos 90 y 110 d. de C.,cuando se escribieron los evangelios de Mateo y Lucas, as como los Hechosde los Apstoles.

    Observamos otro eco de la situacin al considerar la posicin en la quese encontr metido el historiador Flavio Josefo. A pesar de los intentos delos nacionalistas judos por desacreditarle despus de la guerra, debido a que

    haba desertado, pasndose a los romanos, fue muy bien considerado porVespasiano y su hijo Tito, a pesar de lo cual volvi a verse en peligrodebido a los terrores de Domiciano. Josefo acababa de terminar su obra

    Antigedades de los judos, en la que haba intentado mostrar su orgullo porla historia y la contribucin de su pueblo, abordando las causas de larevuelta de un modo mucho ms objetivo de lo que haba hecho en Guerra

    juda. De pronto. Justo de Tiberades public otra historia de la guerra, en laque acusaba a Josefo de haber sido responsable de la participacin de laciudad de Tiberades en la revuelta. Eso poda implicar que Josefo no haba

    sido sincero en su lealtad a Roma, por lo que el historiador se apresur areplicar escribiendo una autobiografa en la que expona ampliamente susactividades en Galilea, donde haba sido el comandante judo al principio dela guerra. En esta obra deca explcitamente que se haba dado cuenta decul sera el resultado de la revuelta, y que haba hecho todo lo posible porconvencer a los ms exaltados, incluso corriendo grandes riesgos personales.

    En la conclusin de la Vida, aparentemente escrita antes de dar a luz unasegunda versin deAntigedades, escrita en el decimotercer ao del reinadode Domiciano (93-94 d. de C.), pero no publicada hasta el ao 100, el autor

    cuenta cmo Domiciano aument los honores a los que se haba hechomerecedor: Castig a mis acusadores judos y, por una ofensa similar,orden el castigo de un esclavo, un eunuco y el hijo de mi tutor. Tambinliber de cargas fiscales la propiedad que tengo en Judea, una muestra delms alto honor para el individuo privilegiado. Es ms, Domicia, la esposadel Csar, nunca dej de otorgarme favores. stos han sido losacontecimientos de toda mi vida y que, a partir de ellos, sean otros los que

    juzguen mi carcter.Debemos observar aqu que en Guerra juda, publicada en su edicin

    11 Eusebio,Hist. Ec,.III.20.12 Euscbio, op. cit. III, 32.

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    griega entre los aos 74 y 78 d. de C-, cuando Josefo haba sido acusado porlos rebeldes judos de conspirador, para as poder destruirle, llev muchocuidado de no hacer la menor alusin ni a Juan el Bautista ni a Jess. En

    Antigedades, la narracin que hace de Juan es bastante inocua y no sugiereen modo alguno el carcter mesinico de sus predicaciones. Josefo slo diceque Herodes Antipas tema que las multitudes que rodeaban a Juan pudieransentirse tentadas de embarcarse en alguna forma de sedicin.

    El pasaje sobre Jess que aparece en Antigedades ha sido consideradodesde hace mucho tiempo como una falsificacin cristiana, ya sea en sutotalidad o en parte. Dicho pasaje no aparece en la copia de Josefo conocida

    por Orgenes a finales del siglo III, y slo Eusebio lo cita por primera vez enel siglo IV. Uno de los argumentos esgrimidos en contra es que dicho pasajerompe la continuidad del texto. No podemos descartar que algo se dijera,

    porque en Antigedades (XX 200-203) Josefo habla de la ejecucin por elSanedrn de un hombre llamado Jacobo el hermano de Jess que fuellamado el Cristo.13 Pero no hay en ello nada que sugiera una actitudfavorable hacia Jess como el Mesas. Josefo saba muy bien con qu avidezesperaban sus enemigos que cometiera un desliz de ese gnero.

    Cuando se public Guerra juda, los cristianos de Italia debieron desentirse perturbados por el silencio de Josefo, y es posible que sta fuera,entre otra serie de razones, la causa que indujo la redaccin del evangelio deMarcos, hecha aproximadamente por la misma poca, con la intencin de

    compensar tal omisin. Cuando apareci Antigedades debi de parecerevidente la necesidad de disponer de un documento cristiano que siguierauna lnea ms histrica que la de Marcos y Mateo, que no persiguieron msque un propsito apologtico, incluyendo una narracin de los principioscristianos. Dicha necesidad fue cubierta con la produccin de los Hechos deLucas.

    En el prlogo a la primera parte de su obra, el autor afirma: Puesto quemuchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificadoentre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio

    fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido yo tambin,despus de haber investigado diligentemente todo desde los orgenes,escribrtelo por su orden, ilustre Tefilo, para que conozcas la solidez de lasenseanzas que has recibido.

    Existen diversas evidencias que sugieren que Lucas utiliz las obras deJosefo, y es posible que las dos partes en que estn divididos los Hechos deLucas fueran inspiradas por las dos partes del libro de Josefo Contra Apion,

    13 Recientemente ha salido a la luz una versin distinta del pasaje de Josefo sobre Jess. Lasnarraciones de Jess como milagrero, tal y como aparecen en el texto esloveno de Guerra juda, son

    interesantes, aunque no tienen valor histrico. Para un punto de vista diferente, vase Eisler, ElMesas Jess y .Juan el Bautista.

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    guerra, siendo recibido en la corte de Nern, y haba quedado gratamenteimpresionado por la pompa y el poder romanos.

    Como historiador, Josefo era sobre todo un aficionado cuando escribiGuerra juda, como consecuencia de lo cual dicha obra es muy irregular.Siempre que pudo se sirvi de fuentes escritas a las que tuvo acceso, comola historia del reinado de Herodes escrita por Nicolaus de Damasco y losComentara, los informes de guerra oficiales de Vespasiano y Tito.Complement su informacin con la discusin y la correspondencia con suamigo Agripa II, con notas de los interrogatorios que hizo a los prisionerostomados durante la guerra, y con conversaciones mantenidas con judoseminentes que haban huido al campo de los romanos.

    Pero all donde no dispuso de fuentes detalladas, dej grandes vacos,compensndolo mediante el ardid de dedicar demasiado espacio a cuestiones

    poco relevantes para su tema. De los siete libros en que est dividido Guerrajuda, casi la totalidad del Libro Primero y la primera cuarta parte del LibroSegundo se dedican al reinado de Herodes el Grande y a su sucesorArquelao. A partir de aqu los registros son extraordinariamente escasos

    para todo el perodo comprendido entre la deposicin de Arquelao en el ao6 d. de C-, y la llegada de Ventidio Cumano como procurador en el ao 48d. de C. Josefo da un salto desde la gobernacin de Coponio (6-9 d. de C.) ala de Poncio Pilato (26-36 d. de C.), dejando completamente de lado a losgobernadores intermedios, el ltimo de los cuales, Valerio Grato, fue

    procurador de Judea durante once aos.Durante el mandato de Pilato aborda dos incidentes: el asunto de la

    imposicin de las medidas romanas y el del embargo del tesoro del Templopara construir un acueducto. En el caso de este ltimo asunto no haymencin alguna de la fecha. El siguiente incidente mencionado es el intentoque hizo Calgula para que su estatua fuera erigida en el Templo (39-40 d.de C.). A continuacin, Josefo pasa a Roma para describir la parte jugada

    por Agripa I en el nombramiento de Claudio como emperador cuandoCalgula fue asesinado, actuacin por la que fue recompensado con el reino

    de Judea. No se relata nada sobre el reinado de Agripa (41-44), excepto laconstruccin de la tercera muralla de Jerusaln, que l orden. Tampoco sehace referencia alguna a las condiciones soliviantadas existentes en Judeadurante las gobernaciones de Cuspio Fado y de Tiberio Alejandro (44-48), yla historia de las circunstancias que condujeron a la guerra slo se remontanhasta la administracin de Ventidio Cumano (48-52), momento en queJosefo tena doce aos de edad.

    Como hemos podido observar, Josefo no dice nada ni sobre Juan elBautista ni sobre Jess. Y, sin embargo, no se mostr reacio a hablar de los

    movimientos judos, ya que habla de los fariseos y los saduceos y, en muchamayor medida, de los esenios, a los que tena en alta consideracin. De

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    Judas de Galilea slo dice lo siguiente: El hombre era un sofista que funduna secta propia, y que no tuvo nada en comn con los otros, unaafirmacin que tuvo que corregir en Antigedades. En consecuencia, laGuerra juda nicamente nos proporciona una pequea ayuda cuandotratamos de obtener la mayor informacin posible sobre los asuntos judosen la poca de Jess, y sobre el inmediato movimiento nazoreano que surgidespus.

    Antes de escribirAntigedades, muchos aos despus, Josefo tuvo laoportunidad de recoger ms informacin y en esta ltima obra se esforz porrectificar algunas de sus omisiones y corregir errores. Pero, aun as, suhistoria sigue siendo dbil y fragmentaria para el perodo en el que surgi elcristianismo. Afortunadamente, hemos obtenido algunos conocimientosadicionales sobre las actividades nacionalistas y mesinicas, aunque hay

    muy poca precisin en cuanto a las fechas y los acontecimientos,precisamente all donde ms la necesitaramos. O bien Josefo no pudoobtener la informacin, o bien no se preocup de consignarla. En suconjunto,Antigedades es una obra mucho ms til para nosotros, y algunasde sus deficiencias se pueden remediar. Al menos, disponemos as de un

    bosquejo bastante digno de confianza sobre el curso de los acontecimientos,lo que nos servir para la reconstruccin de los mismos.

    Volvamos ahora a Lucas. En su obra tambin es importante saber de qufuentes obtuvo su informacin, y cmo la utiliz. En su prlogo, declara:

    Despus de haber investigado diligentemente todo desde los orgenes. Setrata de una afirmacin impresionante y, al parecer, hizo un esfuerzo delectura nada desdeable. Pero l tambin era un aficionado, concalificaciones incluso inferiores a las de Josefo. En realidad, no se senta

    preocupado por informar de lo que sucedi, excepto en la medida en que, alhacerlo, obtena el efecto que deseaba alcanzar.

    Por parte cristiana y en lo referente al evangelio, cont con Marcos, queescribi antes que l, y posiblemente con Mateo, pero, en cualquier caso,dispuso de una fuente sobre las enseanzas y algunas de las actividades de

    Jess, empleada tambin por Mateo: el denominado documento Q. Quizs elmuchos citado en su prlogo, que haba tratado previamente el mismotema, implica la utilizacin de algunas otras fuentes escritas. Para una buena

    parte de los Hechos, sobre todo al principio, relacionados con el movimientocristiano en Judea, tanto el estilo como el lenguaje empleados sugieren lautilizacin de una fuente escrita originalmente en hebreo o arameo. Epifanionos dice que los ebionitas-nazoreanos tenan sus propios Hechos de losApstoles, junto con una obra titulada Ascendientes de Jacob. El contenidode tales libros enfureci a Epifanio, puesto que ofrecan una imagen muy

    distinta de los asuntos cristianos primitivos a la que apareca en los Hechos

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    de Lucas.14 Epifanio nos informa tambin que los judos de Tiberadestenan en sus archivos, en el siglo IV, el hebreo Mateo, el hebreo Hechos yel hebreo Libro de Juan, aparentemente una forma de la Revelacin, del

    Nuevo Testamento.15 Una tradicin juda sugiere que estas obras fueroncompuestas por Simen, hijo de Cleofs, martirizado a principios del sigloII.16

    Una buena parte de los Hechos cannicos estn dedicados a la carrera delapstol Pablo. En este caso, el autor bien pudo haber tenido acceso a algunasde las epstolas paulinas, y algunos fragmentos de su material proceden deun Diario escrito en primera persona del plural por alguien que habaacompaado a Pablo en algunos de sus viajes. Este individuo pudo habersido el doctor que Lucas menciona en las ltimas epstolas, unacircunstancia que dio pbulo a pensar que fue precisamente este Lucas quien

    haba escrito tanto el Evangelio como los Hechos. Pero, sin lugar a dudas, elautor vivi en una fecha posterior, puesto que el Lucas de Pablo, de haberseguido con vida, habra tenido aproximadamente noventa aos de edad.

    La mayora de las fuentes cristianas de Lucas ya no existen y slopodemos juzgar el modo en que l las utiliz a partir de lo que hasobrevivido, principalmente el material de Marcos y, en relacin con eldocumento Q, comparando el empleo que hace Lucas de l con el que hizoMateo. Sin necesidad de entrar en detalles, es evidente que Lucas subordinsus fuentes a sus propias necesidades sobre la forma en que deseaba contar

    la historia. En los Hechos se observa que la narracin que hace Lucas sobrelos movimientos de Pablo posteriores a su conversin, as como lacontroversia sobre las condiciones de admisin de los creyentes gentiles, noest de acuerdo con lo que el propio Pablo relata en sus epstolas. Lucastrata de suavizar los aspectos ms peliagudos.

    Toda la obra de Lucas tiene un tono apologtico. Se esfuerza pordemostrar que los funcionarios romanos no se opusieron a los cristianoscomo tales, y que su comportamiento fue extremadamente justo para conJess y sus seguidores, exonerndolos de toda intencin subversiva. De

    14 Epifanio escribe: Tienen otros Hechos a los que llaman de los Apstoles, entre las que haymuchas cosas llenas de su impiedad, mediante las que se han suministrado a s mismos armas contrala verdad. Porque perpetan ciertos Ascendientes e Instrucciones en los Ascendientes de Jambo,representndolo como contrario al Templo y a los sacrificios, y contra el fuego del altar, y otrasmuchas cosas banales, de modo que no se avergenzan de ellas, ni siquiera de denunciar a Pablo porciertas declaraciones inventadas sobre el trabajo maligno y fraudulento de sus falsos apstoles(Panar. 30. 16). Algunas reminiscencias de Ascendientes han sido preservadas en Reconocimientosclementinos (1. 66-71). Se denominaba Ascendientes a los escalones que conducan a la zona interiordel Templo, y en los que, segn la historia, se produjo un debate pblico entre los nazoreanos y lossumos sacerdotes.

    15

    Epifanio, op. cit. 30,3-6.16 Vase Schonfield, Segn los hebreos (1937).

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    ofrece una lista de los gobernantes que hubo en la poca en que Juan elBautista se dedic a predicar, fechando este acontecimiento en el aodecimoquinto del reinado de Tiberio Csar. Informa tambin de la matanzade galileos que Pilato hizo en el Templo, y dice que cuando Pilato descubrique Jess era galileo le envi a ser juzgado por Herodes Antipas, tetrarca deGalilea. En los Hechos, y por citar slo cuestiones palestinas, pone en bocade Gamaliel una referencia a Judas de Galilea y a Teudas, este ltimo de unmodo anacrnico. Menciona la hambruna ocurrida durante el reinado deClaudio y la manera en que muri Agripa I. Cita a un funcionario romano enJerusaln del que se dice que es un notorio falso profeta egipcio, lder de

    bandas terroristas de sicarios. Su historia incluye a personajes notables comoel gobernador Flix y su esposa Drusila, Agripa II y su hermana Berenice, yel gobernador Festo.

    Todos estos detalles persiguen impresionar al lector para que piense queel autor sabe de lo que est hablando, como sucede con todo el material quetoma prestado del Antiguo Testamento en relacin con su historia de lanatividad.

    Nos sentiramos ms impresionados si no pudiramos observar queLucas siempre est dispuesto a utilizar cualquier cosa capaz de aportar unamayor verosimilitud a su narracin, y transmitir la idea de que es un escritorde alto nivel. En este ltimo sentido, observamos su argucia de la dedicacina un supuesto e ilustre mecenas.

    La narracin del nacimiento de Juan el Bautista y de Jess se remonta alas historias del nacimiento de Sansn y del profeta Samuel. Un ngel leanuncia a la madre de Sansn que va a tener un hijo. La madre, sin embargo,es estril, como suceda con la madre de Juan, y su hijo va a ser nazarita denacimiento, como le ocurre a Juan. El canto de Lucas sobre Mara, o msexactamente de Isabel, toma su lenguaje del canto de Ana, la madre deSamuel (1 S 2,1-10) y tambin l es consagrado al Seor desde sunacimiento. El nio es llevado al Santuario para que sea aceptado por El, elsacerdote anciano. En el caso de Lucas, El es sustituido por el anciano

    Simen, cuyo nombre deriva posiblemente del venerable Simen, hijo deCleofs, martirizado poco antes de que Lucas redactara su evangelio. Laprofetisa Ana de Lucas deriva su nombre de la madre de Samuel. CuandoLucas escribe que Jess progresaba en sabidura, en estatura y en graciaante Dios y ante los hombres (2,52) est citando directamente lo que sedijo de Samuel (1 S 2, 26), poniendo as de manifiesto cul ha sido sufuente. As pues, se puede demostrar que Lucas cre parcialmente suhistoria a partir de un material extrado del Antiguo Testamento. Y si Lucas

    poda utilizar las fuentes bblicas de este modo, tambin pudo haber

    empleado otras fuentes que sirvieran para sus propsitos. En otras palabras,Lucas no se mostr precisamente reacio a recurrir a la ficcin cuando le

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    faltaron los hechos, o bien pens que de ese modo se incrementaba suautoridad como investigador.

    Las obras de Josefo nos han proporcionado una abundante informacin,lo que ya qued bien ilustrado enEl complot de Pascua, pero quiz no estde ms recordar lo que se dijo en dicha obra.

    No haba nada relacionado con Jess antes de que empezara su vidapblica. Resultaba tentador, por tanto, incluir una historia del hroe cuandoste tena doce aos. La inspiracin procedi de Josefo, quien en su Vidahaba escrito: Cuando era slo un nio, de unos catorce aos de edad, ganaplauso universal por mi amor hacia las letras, hasta el punto de que lossumos sacerdotes y hombres letrados de la ciudad [Jerusaln] solan acudirconstantemente a m para obtener informacin precisa sobre algn detalle

    particular de nuestras ordenanzas. Algo exagerado por parte de Josefo,

    pero aqu estaba el germen de un cuento para transmitir las cualidades deljoven Jess.

    En Josefo, Lucas encontr una narracin de cmo Arquelao acudi aRoma para ser confirmado como rey de los judos por Augusto, y de cmolos judos enviaron a una representacin a Roma para rogar que no fueranombrado su rey. Arquelao obtuvo la soberana, pero slo como etnarca,con la promesa de que, si gobernaba bien, sera convertido en rey. Despus,demostr ser un verdadero tirano y fue depuesto en el dcimo ao de sureinado (Antig. XVIII). Lucas incorpor esta pequea historia a su parbola

    de los talentos (Mt 25), donde su versin relata que un hombre noblemarch a un pas lejano para recibir la investidura real y volverse... Pero susciudadanos le odiaban y enviaron detrs de l una embajada que dijese: "Noqueremos que se reine sobre nosotros". Y sucedi que, cuando regres,despus de recibir la investidura real... [dio rdenes]... "Pero a aquellosenemigos mos, los que no quisieron que yo reinara sobre ellos, traedlosaqu y matadlos delante de m" (Lc 19,11-27).

    Josefo haba relatado que era costumbre de los galileos, en su caminohacia la Ciudad Santa para asistir a una fiesta, pasar por el territorio de los

    samaritanos. En cierta ocasin... los habitantes de un pueblo llamadoGinae... entablaron batalla con los galileos y asesinaron a un gran nmero deellos (Antig. XVIII, 118). Aqu encontr otra historia interesante cuyainclusin dara un toque de realismo al viaje que hizo Jess hacia Jerusaln,

    pasando por Samara. Y as, slo en Lucas, leemos que Jess envimensajeros delante de s, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos

    para prepararle posada; pero no le recibieron [al venir de Galilea] porquetena intencin de ir a Jerusaln (Le 9,51-56). Los tempestuosos hijos deZebedeo pretendieron hacer bajar fuego del cielo para que consumiera a los

    inhospitalarios samaritanos.El ltimo detalle procede de la historia de Elias tal y como se narra en el

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    Antiguo Testamento y, al igual que sucede con los fragmentos tomadosprestados sobre el nacimiento de Sansn y Samuel, nuestro autor tambinencuentra inspiracin en las historias de Elas-Elisa (Le 4, 25-27). De estafuente procedi la idea, que slo encontramos en Lucas, de la resurreccindel hijo de la viuda de Nam (Le 7,11-16).18

    Ser suficiente con aadir un ejemplo ms de la tcnica de Lucas.Elabora la curacin del siervo del centurin mencionando que el romanoama a nuestro pueblo. El oficial le pide a Jess: mndalo de palabra yquede sano mi criado. Porque tambin yo, que soy un subalterno.... Eloficial romano ms conocido amigo de los judos fue el legado Petronio, quearriesg su vida para detener la idea del loco emperador Calgula de hacererigir su estatua en el Templo. Significativamente, Petronio explica al

    pueblo: Porque yo tambin estoy bajo autoridad, como vosotros (G. J. II,

    195; Le 7,1-10).Quedamos advertidos, pues, que Lucas fue una especie_de

    novelista,_que introdujo en sus narraciones toques coloristas derivados desus lecturas, de los que no hay constancia en los documentos cristianos delos que dispuso.

    Pero, incluso cuando se trata de fuentes cristianas, sospechamos queLucas cambi ciertas cosas. Hay razones para creer que las palabras que lsolo atribuye a Jess: Padre, perdnalos, porque no saben lo que hacen,fueron tomadas del discurso del moribundo Jacobo, el hermano de Jess.

    En su conjunto, al examinar lo aportado por nuestros testigos principalesque poseen ciertos conocimientos, el uno sobre los asuntos judos dePalestina y el otro sobre los asuntos cristianos, somos conscientes de laexistencia de graves defectos. Tanto en el caso de Josefo como en el deLucas tenemos que profundizar en su testimonio, ser conscientes de suslimitaciones y tratar de extraer de sus obras aquello que refleje msexactamente lo que sucedi en realidad. Debemos mostrarnos escpticossobre lo que ellos pretenden hacernos creer y, al mismo tiempo, buscar entrelo que dijeron para encontrar aquello que no nos transmitieron.

    Afortunadamente, disponemos para esta tarea de otras ayudas capaces dehacernos seguir el camino correcto. Pero aun cuando no podamos obteneruna completa iluminacin, lo cierto es que va surgiendo una imagen muydistinta a lo que podamos haber imaginado, y se trata de una imagen muchoms cercana a la realidad.

    18 Vase 1 R 17 y II R 4.

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    acuerdo: que Jess empez su vida pblica poco antes de que Juan elBautista fuera detenido por Herodes Antipas, y que termin unos pocosmeses despus de la ejecucin de Juan.

    Ciertas autoridades desconcertadas han afirmado que el ao de lacrucifixin plantea un problema virtualmente insoluble.20 Y, de hecho, esoes lo que sucede si se insiste en dar crdito a los evangelistas, ignorando lahistoria y tratando de conciliar los testimonios contradictorios de Mateo yLucas. Pero, en tal caso, no slo encontramos las dificultades que ya hemosmencionado, sino tambin las opiniones contrapuestas de los registros deMarcos y Juan. El primero afirma que el viernes en que fue crucificadoJess fue el primer da de la fiesta de la Pascua (Nisan 15), mientras que elsegundo declara que se trataba de la vspera del festival (Nisan 14).Comoquiera que la luna llena de Nisan, vigente el decimocuarto y

    decimoquinto da del mes, estuvo fijada por observacin ocular, la visin notuvo por qu corresponder con la luna llena astronmica. Debemos contarcon la posibilidad de un da de diferencia al principio del mes, as como conla complicacin aadida de si el viernes de la crucifixin fue eldecimocuarto o el decimoquinto. Las cosas se complican si tenemos encuenta que, para los zadokitas, la Pascua habra cado en un mircoles.Todos los clculos astronmicos son necesariamente inconcluyentes, y esintil proponer ciertos aos, como el 29, el 30 o el 33 sobre la base de que,en tales aos, el da decimocuarto habra coincidido con un viernes

    astronmico. Slo podemos basarnos en que la crucifixin tuvo lugar unviernes de Pascua, y debemos emplear criterios ms seguros para determinarel ao.

    Afortunadamente, disponemos de tales criterios capaces de iluminar lascircunstancias mencionadas incidentalmente en los Evangelios. Podemos ydebemos establecer el ao de la crucifixin de Jess porque tiene una granimportancia para todo el curso de los acontecimientos en la historia

    primitiva de los cristianos hasta la cada de Jerusaln en el ao 70 d. de C.Encontramos una valiosa ayuda en dos sistemas de acontecimientos que

    se producan con regularidad: el ao sabtico judo (sptimo) y el ao delcenso romano.Segn la ley juda, la tierra deba permanecer en barbecho cada sptimo

    ao. La tierra no se labraba, y las cosechas que se obtenan de ella, ya fuerade grano o de frutos, eran las que crecan por s mismas. Para una poblacinfundamentalmente agraria, esto significaba que los suministros dealimentos, aparte de las importaciones, dependan de lo que se hubiera

    podido almacenar inmediatamente antes del ao sabtico. Los campesinos

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    Segn Manson en Un compaero para la Biblia, La fecha de la crucifixin presenta unproblema no resuelto, y probablemente insoluble.

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    sufran grandes penalidades si la sequa, las plagas o la langosta impedanproducir lo suficiente para almacenarlo. En la historia de Lucas sobre Pablose habla de una gran hambruna, porque se nos dice que poco antes delnombramiento de Claudio como emperador (41 d. de C.), los profetas deJerusaln bajaron a Antioqua y profetizaron que vendra una granhambruna sobre toda la tierra, la que hubo en tiempo de Claudio. Losdiscpulos determinaron enviar algunos recursos, segn las posibilidades decada uno, para los hermanos que vivan en Judea. As lo hicieron y se losenviaron a los presbteros por medio de Bernab y de Saulo (Hch 11,27-30).

    Otro efecto del ao sabtico era que la poblacin rural juda quedabaampliamente liberada del trabajo, disponiendo por lo tanto de tiempo paraunirse a las multitudes y escuchar a los predicadores o a los lderes

    nacionalistas, o participar en demostraciones y protestas polticas. En esteperodo particular, el ao sabtico permita que la gente se dedicara a pensaren la liberacin de la dominacin extranjera y de la opresin de algunos desus propios gobernantes.

    Gracias a Josefo y a la literatura rabnica podemos saber cules fueronlos aos sabticos desde la muerte de Herodes el Grande hasta la cada deJerusaln. Y estos aos siempre empezaban el primero del mes judo deTishri21 (correspondiente a septiembre). Segn el Seder Olam, los serviciosdel Templo cesaron un ao despus de un ao sabtico, el nueve de Ab, en

    el verano del ao 70 d. de C.22 As pues, el ltimo ao sabtico antes de lacada de Jerusaln fue de septiembre del 68 a septiembre del 69, y a partir deaqu podemos trazar retrospectivamente un cuadro exacto del ciclo de sieteaos.

    Al ao siguiente de la muerte de Herodes el Grande hubo gran agitacinpblica y revueltas nacionalistas, y no nos sorprende nada saber que el ao3-2 a. de C. fue precisamente un ao sabtico.

    El valor que tiene esta gua queda ilustrado, adems, por el siguienteejemplo. Era costumbre leer pblicamente en el Templo la Ley Real y otros

    pasajes del Deuteronomio, precisamente el primer da de la fiesta de losTabernculos, que segua a la terminacin del ao sabtico. La Mishnah nosinforma que as lo hizo el rey Agripa, y que llor cuando ley las palabras:No vais a poner para gobernaros a un extranjero que no es vuestrohermano, ya que l era parcialmente de descendencia extranjera. Pero lamultitud le grit: T eres nuestro hermano! T eres nuestro hermano!

    21 Este fue el da oficial de Ao Nuevo,Rosh Hashanah.

    22Seder Olam, captulo 30, ed. Neubauer. Vase S. Zeitlin, Megillat Taanitcomo fuente para la

    historia y la cronologa judas en los perodos helenstico y romano (1922). El Megillat Taanit(Rollode Ayunos) indica de hecho fechas del ao en las que no se debe guardar ayuno, ya que conmemoranacontecimiento propicios de la historia juda, desde la poca de los Macabeos hasta la poca romana.

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    (Sotah 7,8).Ahora bien, el ao entre septiembre del 40 y septiembre del 41 d. de C.

    fue un ao sabtico. En consecuencia, este incidente tuvo que haber ocurridoen la fiesta de los Tabernculos, es decir en octubre del 41d.de C.

    sta fue, de hecho, la nica ocasin posible durante el corto reinado deAgripa (41-44 d. de C.). Gayo Calgula fue asesinado en enero del 41,siendo sucedido como emperador por Claudio, de quien Agripa era amigo.Claudio le recompens entregndole el trono de Judea. En el ao 46 d. deC., justo antes del siguiente ao sabtico, se produjo la gran hambruna enJudea a la que se refieren los Hechos, que tuvo que haber causado una granmiseria, ya que en los aos 47-48 no se pudieron obtener cosechas. Josefodice que Helena, reina de Adiabene, una conversa al judaismo, ayudenviando grandes sumas con las que importar grano de Egipto e higos de

    Chipre (Antig. XX, 51-53).As pues, encontramos en el ciclo del ao sabtico un instrumento muy

    efectivo para establecer las fechas de los acontecimientos relacionados conlos primeros cristianos y con la historia juda contempornea. El nico aosabtico coincidente con el ministerio pblico de Jess se produjo desdeseptiembre del 33 a septiembre del 34 d. de C. durante este perodo, lasmultitudes se vieron libres para acudir desde todas partes con objeto deescuchar a Juan el Bautista, y el espritu de la revuelta se extendiampliamente. En consecuencia, todos los indicios sealan que Jess acudi

    al Jordn para ser bautizado a principios del ao 34 d. deC.; poco despusde esto, Juan fue enviado a prisin por orden de Herodes Antipas, debido

    principalmente a que el tetrarca, que estaba a punto de iniciar una guerracontra los rabes, tema una revuelta en Galilea inspirada por las

    predicaciones del Bautista. El hallarse liberados del trabajo agrcolasignificaba que las multitudes de campesinos podan causar problemas sieran agitadas por los zelotes. Fue un momento adecuado para que Jess

    proclamara en la sinagoga:

    El Espritu del Seor sobre m, porque me ha ungido para anunciar a lospobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberacin a los cautivos yla vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un ao degracia del Seor (Lc 4,18-19).

    Pero tambin disponemos de otro ciclo que nos puede ayudar a fechar losacontecimientos. Nos referimos al censo romano peridico que se llevaba acabo en las provincias orientales y que tena lugar cada catorce aos.

    El primer censo se hizo en Palestina en los aos 6-7 d. de C., lo que hizoque Judas de Galilea pasara a un primer plano; todo el proceso ha sido

    puesto de manifiesto por papiros descubiertos en Egipto. Comenz con unaproclamacin oficial dando instrucciones para que todas las personas

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    al que denominaban Taheb. Grandes multitudes acudieron al monte Gerizimpara asistir a la recuperacin de los vasos sagrados que, segn crean, habansido enterrados all por Moiss. Pilato se alarm y envi a la caballera y a lainfantera pesada para atacar y dispersar a los samaritanos, condenando amuerte a sus jefes, que fueron capturados (Josefo,Antig. XVIII, 85-87).24

    Este acto de brutalidad de Pilato fue inmediatamente puesto enconocimiento del legado de Siria, quien orden al gobernador que acudieraa Roma para responder de los cargos que tenan contra l los judos y lossamaritanos. Pilato tuvo que haber abandonado Judea hacia finales del 36 d.de C. Durante los diez aos de su administracin haba actuado confrecuencia de un modo brutal y despectivo y su crucifixin de Jess comoaspirante a rey de los judos durante la Pascua del 36 d. de C. no fue msque un incidente relativamente menor.

    En la ordenada narrativa de la Segunda parte de este mismo volumentendremos algo ms que decir sobre estos temas, as como sobre los efectosde las conjunciones de ambos ciclos en los aos 47-49 y 61-63 d. de C.Aqu, sin embargo, es vital confirmar que el ao de la crucifixin de Jessfue, en efecto, el 36 d. de C. Vamos a poder hacerlo gracias a la ayuda deJosefo, ya que los Evangelios establecen con claridad que la muerte de Juanel Bautista precedi a la de Jess. Slo tenemos que determinar conexactitud cundo se ejecut a Juan.

    La evidencia no es nueva: eruditos reputados la han presentado en varias

    ocasiones durante el pasado siglo.25 No ha sido generalmente aceptadadebido a que entra en conflicto con ciertas afirmaciones contenidas en losEvangelios, cuya veracidad se ha considerado superior. Pero ningunaerudicin ha logrado reconciliar estas diferencias y los honestos hanterminado por admitir su derrota. Ya es hora, sin embargo, de abandonar esaactitud que trata de presentar la leyenda como hechos, y prestar una mayoratencin a los factores histricos que ofrecen resultados positivos y quedemuestran que en ciertos recuerdos primitivos existe un alto grado deexactitud.

    La causa ostensible de la detencin del Bautista fue su denuncia deHerodes el tetrarca quien, siguiendo la verdadera costumbre zadoqui-ta,haba tomado a la esposa de su hermano cuando la suya an viva. Josefodedica amplio espacio al asunto y a sus consecuencias (Antig. XVIII, 109-

    24 Josefo no indica con exactitud ni el ao ni la estacin; pero resulta difcil creer que el asunto

    del Mesas samaritano pudo haber ocurrido antes de que el ao 36 d. de C. estuviera ya bastanteavanzado. Debido principalmente a las protestas del Consejo samaritano ante Vitelio, se dio a Pilatola orden de regresar a Roma. Pilato no pudo haber tardado mucho en desobedecer esta orden, y elemperador muri en marzo del ao 37 d. de C.

    25 Entre otros, por Theodor Keim, Schenkel, Hausrath y Kirsopp Lake.

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    119). La esposa que fue sustituida por Herodas, a quien Antipas habaconocido en Roma y que en esa poca estaba casada con su hermanastroHerodes, era la hija del monarca nabateo Harith IV (Aretas), que rein entrelos aos 9 a. de C., a 40 d. de C. Ella se enter del propsito de su esposo ycuando l regres de Roma le pidi permiso para irse a Macaero, un castillosituado en la frontera entre el territorio de Aretas y el de Antipas. Desde allhuy a donde estaba su padre, en Nabatea. ste, que ya sostena una disputaterritorial con Antipas, increment su ansia por acudir a las armas ante elinsulto de que haba sido objeto su hija. Antipas se vio obligado entonces adesguarnecer de tropas la Galilea para enfrentarse a la amenaza rabe. Ycomo tampoco deseaba arriesgarse a que se produjera un levantamientoentre sus subditos, detuvo a Juan y lo carg de cadenas, encerrndolo enMacaero.

    Parece probable que Juan fuera detenido en el ao 35 d. de C. yejecutado antes de finales de ese mismo ao. Su decapitacin, segn losEvangelios, se produjo con ocasin del banquete de aniversario de Herodes,y entre los presentes se encontraban los comandantes en jefe de las fuerzasarmadas del tetrarca (Mc 6, 21). Cuando se entabl batalla con el ejrcitorabe. Antipas fue gravemente derrotado. Los judos declararon que ste fueel juicio de Dios por haber mandado decapitar a Juan el Bautista.

    Resentido por esta derrota, Antipas escribi a Italia para informar de loocurrido al emperador Tiberio. A continuacin, el emperador, enojado por

    las hostilidades emprendidas por Aretas, escribi a Vitelio, el legado deSiria, ordenndole que declarara la guerra a Aretas y, o bien lo capturaravivo y lo enviara a Roma cargado de cadenas, o bien que le enviara sucabeza. Poco antes o inmediatamente despus de recibir tales instrucciones,Vitelio se vio envuelto por las protestas de los agraviados samaritanos, yenvi a su amigo Marcelo para que se hiciera cargo del gobierno de Judea ySamara, ordenando a Pilato que se dirigiera a Roma para dar cuenta de suconducta.

    Despus, el propio Vitelio acudi a Jerusaln y, a juzgar por susacciones, debi de encontrar que el pueblo estaba en un estado de graninquietud. En el libro XVIII deAntigedades, Josefo dice que Vitelio lleg aJerusaln durante la Pascua. Pero los eruditos creen que esto fue un desliz

    por parte del historiador, ya que en una mencin anterior a la misma visitano se refiere a ninguna fiesta. El historiador confunde la primera visita dellegado con una segunda hecha durante la Pascua del ao 37 d. de C., cuandoestuvo acompaado por Herodes Antipas.26

    26 Vase la nota de Feldman sobre Antigedades XVI11, 90, vol. ix, p. 65, de la traduccin deJosefo en la edicin de la Biblioteca Clsica Loeb. Cuando Vitelio hizo su primera visita a Jerusaln,ya haba enviado previamente a Marcelo para que se hiciera cargo provisionalmente de los asuntosjudos, tras haber ordenado a Pilato que regresara a Roma. Por lo tanto, es increble que esta visita se

    produjera en la Pascua del ao 36, cuando Pilato an no haba abandonado Palestina, cosa que hizopor lo menos seis meses despus. Si hubo una fiesta durante la visita del legado, tuvo que haber sidouna de las fiestas de otoo, posiblemente el da de Ao Nuevo del calendario judo, en septiembre, lo

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    su lugar correspondiente y los fragmentos sueltos de la tradicin nos ayudana recomponer una imagen coherente. Es posible que lo que surja de todoesto no est muy de acuerdo con lo que habamos imaginado, pero, sin dudaalguna, esta nueva visin y el impulso de ver las cosas de un mododiferente, deben beneficiarnos, permitindonos aumentar nuestracomprensin.

    TABLA DE CICLOS

    Ao Sabtico Ao censal romanoA.de C.Sep, 3-2

    D.de C

    5-6D. de C.

    6-712-1319-20

    20-2126-2733-34

    34-3540-4147-48

    48-4954-5561-62

    62-6368-69

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    4.- Recordando a Sin

    En el ltimo captulo de la Primera parte, tenemos que volver a la

    topografa de Jerusaln, ya que muchos de los acontecimientos que senarrarn en la Segunda parte ocurrieron en la ciudad y sus alrededores.Algunos de ellos no se pueden comprender sin haberse familiarizado

    previamente con este aspecto. De ah la necesidad de conocer su trazado ysus alrededores, as como la posicin de ciertos edificios e incluso elcarcter de los diversos barrios de la ciudad. Debemos tener presentecontinuamente que esta poblada ciudad, levantada sobre colinas rocosas, erala metrpoli espiritual y poltica de Israel, un centro elegido de culto y sededel gobierno. La historia de Jerusaln se remonta a la ms remota

    antigedad, puesto que ya exista mil e incluso ms aos antes de lafundacin de Roma y representaba a un mundo visionario que se extendahacia el futuro.

    En la actualidad, el visitante de Jerusaln casi puede responderemocionalmente a lo que esta ciudad significa, especialmente si es judo,cristiano o musulmn. Pero aunque la ciudad ha estado siempre en el mismositio y ciertas caractersticas han sobrevivido, el aspecto de la ciudad actualno tiene nada que ver con el que presentaba en la primera mitad del siglo I d.de C.

    La destruccin ocasionada por las fuerzas de Vespasiano y Tito durantela guerra juda contra los romanos dej Jerusaln y su Templo en ruinas.Pero un cambio an mayor lo produjo Adriano durante el siglo II cuandoconstruy sobre el mismo lugar una ciudad nueva llamada Aelia Capitolina.

    No slo era ms pequea en extensin, sino que fue trazada segn un nuevoplan, sobre un eje norte-sur, en lugar de este-oeste. Se redujeron las colinasy