el orden espontÁneo + el orden estatal
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ESCRITOS NACIONALISTAS Y MANPISTASTRANSCRIPT
El Orden Espontáneo + El Orden Estatal = El Estado Nacionalista
El primero de Enero del 2012 salió publicado en el diario La República de Lima, en la columna Piedra de Toque de Mario Vargas Llosa, un artículo suyo titulado “El orden espontáneo”, en el mismo, nuestro premio Nóbel, re-confirma las tesis sostenidas por el economista Hernando de Soto y otros en el best seller de los 80 “El Otro Sendero”, en el se expone que la economía popular e informal es el germen de un poderoso capitalismo y que el estado con sus políticas económicas restrictivas, impositivas, burocráticas y gendármicas, obstaculizaban ese “fabuloso potencial” que se estaba gestando en la economía peruana desde los años 60 y que había que desregularizar la economía en general y el comercio informal en particular, a la vez que promover la simplificación administrativa para que estos “capitalistas populares” en potencia se expandieran, para que toda la economía peruana diera el gran salto cualitativo y cuantitativo. En definitiva toda política estatal –según ellos- debería mantenerse a distancia de este proceso socio-económico espontáneo.
Estas ideas fueron inspiradas en el filósofo y economista neoliberal austriaco
Federico Von Hayek (1899-1992), y preconizaba que en todo tipo de
organización natural o artificial, la interacción es superior a la planificación, las
operaciones con comandos sencillos son superiores a las de comandos
complejos, y la autoorganización es superior a la organización con autoridad
central. En los seres humanos el orden espontáneo se traduce como
el orden que resulta libremente de la acción humana entre las personas, frente
al desorden que surge forzadamente al ejecutar un diseño humano sobre las
personas.
Para ello toma –Vargas Llosa- como ejemplo el emporio comercial de
“Gamarra” que se construyo desde los 80, en la calle del mismo nombre y sus
alrededores, donde abundan los productos textiles y sus respectivos talleres de
elaboración, donde hay exoneración impositiva, para los que recién comienzan,
algo que los nacionalistas manpistas estamos de acuerdo, pero no hay control
de precios, hay libertad de mercado, pero no hay vigilancia estatal al respecto
por lo que nos plantearíamos las siguientes interrogantes:
¿Quienes controlarán la parte impositiva de los pequeños empresarios ya
consolidados? ¿Lo harán ellos mismos espontáneamente? El “blanqueamiento”
de su propia empresa y de su personal a cargo, también será hecho
¿espontáneamente? .La jornadas de 8 horas serán impuestas
¿espontáneamente?, la cuestión de los salarios dignos serán hechos
¿espontáneamente?, las obras sociales y la cobertura de salud individual
y familiar de los trabajadores, será un hecho ¿espontáneo? Y así
enumeraríamos diversos aspectos que muchos pequeños y medianos
empresarios no harían espontáneamente, sino no fuera por la acción coercitiva
del Estado, pero no solamente para estos casos que podrían ser vistos como
“trabas” del Estado, sino también en los aspectos que los podrían beneficiar
como por ej. : Créditos estatales a los emprendedores, capacitación, financiado
por el estado para los trabajadores, incorporación de profesionales calificados,
o diversificación productiva implementada por el estado.
NUESTRO PREMIO NOBEL, ES UN BUEN
LITERATO PERO MAL POLÍTICO, NUNCA PUDO LLEGAR A ENTENDER A
CABALIDAD AL NACIONALISMO.
Otros de los errores que incurre Vargas Llosa, a quién respeto como literato más no como político, es el mal uso que hace del concepto de mercantilismo, que lo toma como sinónimo de rentismo. El mercantilismo se caracterizó por una fuerte injerencia del Estado en la economía que consistía en una serie de medidas tendientes a unificar el mercado interno y tuvo como finalidad la formación de Estados-nación lo más fuertes posible. Los pensadores mercantilistas preconizaban el desarrollo económico por medio del enriquecimiento de las naciones gracias al comercio exterior, lo que permite encontrar salida a los excedentes de la producción. El Estado adquiere un papel primordial en el desarrollo de la riqueza nacional, al adoptar políticas proteccionistas, y en particular estableciendo barreras arancelarias y medidas de apoyo a la exportación. Que dicho sea de paso es lo más cercano a una economía nacionalista que propugna el MANPE. En cambio el rentismo es la conducta económica centrada en la búsqueda de favores y beneficios estatales, de unos pocos para unos pocos, lo cual en la práctica lo que trata es evitar el mayor esfuerzo del trabajo productivo, creativo y competitivo de los nuevos y viejos emprendedores. Algo muy distante de una verdadera economía nacionalista que busca la industrialización nacional y la creación de bienes de capital y no focalizada en la producción de solo servicios y comodities (materias primas). Luego MVLL. cita –erróneamente- como ejemplos exitosos del orden espontáneo a economías como la de Colombia y Perú, que lamentablemente tienen el triste récord de ser los países de Sudamérica que más “expulsan” al exterior a su propia gente por razones socio-económicas, es decir por bajos salarios y escasez de trabajo, entre otros
problemas sociales. Reiteramos sin cierta planificación de la economía nacional, la prosperidad del “capitalismo popular" solo será para pocos. Como bien dice Nelson Manrique:”Para De Soto, -y Vargas Llosa- la informalidad es el punto de partida del desarrollo de un capitalismo popular. Cada ambulante o propietario de una combi es un príncipe encantado –o, más bien, un empresario en potencia– que debe ser sacado de su letargo por el beso de una buena legislación: “los costos innecesarios de la formalidad derivan fundamentalmente de una mala ley; y que los costos de la informalidad resultan de la falta de una buena ley”. Facilitar el acceso de estos empresarios en ciernes a la formalidad es la receta para una revolución capitalista en el Perú. De Soto fundamenta su propuesta analizando tres áreas de la economía: la construcción de la vivienda popular, el comercio informal y el transporte público. Según él, estos casos muestran lo que pueden hacer estos capitalistas en potencia. Sin embargo, ninguno de estos casos corresponde propiamente a la producción: comercio y transporte no son actividades de producción sino de servicio, destinadas a facilitar la circulación del capital, no a crearlo. La construcción de la vivienda popular, por otra parte, es esencialmente una actividad de autoconsumo; la edificación de un inmueble destinado a satisfacer las necesidades de quien lo produce, no una mercancía producida para ser vendida en el mercado: un valor de uso, no un valor de cambio. Ninguno de estos casos tiene pues que ver con la producción capitalista de valores destinados al mercado (donde De Soto habría chocado con los conflictos sociales), sino con la circulación (donde quienes intercambian valores equivalentes actúan en armonía). Pero De Soto actúa “como si” sus casos ilustraran la actuación de la economía informal como productora de valor. Así “demuestra” la potencialidad de los informales como empresarios.El otro problema que De Soto no menciona es que la inmensa mayoría de los informales que él muestra como capitalistas en potencia participan en el mercado con recursos tan reducidos que sólo forzando a la mala las categorías de la ciencia económica podrían llamárseles “empresarios”. La inmensa mayoría de ellos opera con un capital muy reducido, insuficiente para generar utilidades reinvertibles, que permitan incrementar la escala de su negocio y entrar en una lógica de acumulación capitalista. En general se trata de personas que inventan sus empleos y están obligados a sobreexplotarse para poder sobrevivir precariamente. Afirmar que los vendedores de emoliente están en camino de ser empresarios es pura ideología. No tienen condiciones para incorporarse a la “reproducción ampliada del capital”, lo que constituye la esencia de la acumulación capitalista. La mayoría de los informales generan “utilidades” (más propiamente una remuneración a su propio trabajo) que les permiten apenas satisfacer sus propias necesidades de consumo, y así reinician cada nuevo ciclo económico sobre la misma escala anterior; participan pues en la “reproducción simple del capital”, característica de la economía mercantil simple, no en la producción capitalista. "
El Orden Espontáneo, entendido como la creatividad espontánea y libre del emprendedor peruano, desde una perspectiva manpista nos parece legitima y debe ser impulsada y promovida, tanto para el beneficio del creativo, como de la comunidad, pero creemos que este factor o variable, por si solo es insuficiente y peligrosa para la Nación, por las causas ya enunciadas, por lo
cual nosotros proponemos una ecuación más perfecta: El Orden Espontáneo + El Orden Estatal = El Estado Nacionalista.
Ciro Álvarez Robles
Secretario de Doctrina MANPE