el olvido del olvido

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    [T]

    El olvido del olvido:

    una aproximacin psicoanaltica[I]

    The oblivion of the oblivion:

    a psychoanalytic approach

    [A]

    Carmen Elisa Escobar Mara*

    Universidad del Norte, Barranquilla, Atlntico, Colombia

    [R]

    Resumen

    Apoyado en dos afirmaciones de Lacan respecto al olvido, una en 1954 y otra en 1970,

    junto con la aseveracin de Allouch de que el psicoanlisis se haba constituido en una

    prctica de dar caza al recuerdo, cuando antes que otra cosa se trataba de olvidar, este

    artculo se propone plantear el problema del olvido en tres direcciones: a) retomando

    dos tipos de olvido que permiten pensar una forma radical de olvido olvido del ol-vido; b) relacionando olvido y repeticin, al revisar, de acuerdo con Lacan, el carcter

    demonaco que se le atribuye a esta ltima; y c) a travs de un recorrido por autores que

    han fijado su atencin en el olvido, sealando la importancia del olvido como medio de

    recuperacin de s mismo pero tambin de un olvido de s teraputico.[P]

    Palabras Clave: Olvido. Recuerdo. Memoria. Rememoracin. Repeticin. [#]# [#]

    * CEEM: doctora en Filosofa, e-mail: [email protected]

    Rev. Filos., Aurora, Curitiba, v. 27, n. 40, p. 345-373, jan./abr. 2015

    DOI: 10.7213/aurora.27.040.AO05 ISSN 0104-4443Licenciado sob uma Licena Creative Commons

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    [B]

    Abstract

    Standing on two statements of Lacan about oblivion, one from 1954 and the other from 1970,

    along with Allouchs thought that psychoanalysis had just become a hunt of memories, in thisarticle I try to present the problem of oblivion in three ways: a) resuming two kinds of oblivion

    which allow to forget in a radical way to forget oblivion, b) relating oblivion and repetition,

    revising, with Lacan, the demoniac character which is attributed to the latter, and c) through

    a revision of authors who have put their attention in oblivion pointing out the importance of

    oblivion as a means to recover oneself but also as a mean to forget oneself therapeutically. [#][K]

    Keywords: Oblivion. Recollection. Memory. Remembrance. Repetition.

    El recuerdo es como un perro, que se echa donde le apetece.

    (Cees Nooteboom, Rituales)

    Introduccin

    Lo que ha estimulado la reexin que anima este trabajo es unapregunta, quiz muy simple, ante la exhortacin recurrente, en el dis-curso comn, de no olvidar el pasado para no repetir, como una es-pecie de remedio anti-repeticin bajo la suposicin de que conociendola historia se evitara o remediara el retorno de hechos terribles, fra-casos, errores, comportamientos dainos, sufrimientos, etc. La repeti-cin es evocada en su costado demonaco por lo que esta invocacinobtiene una apariencia muy freudiana; no obstante, una lectura cuida-

    dosa de Freud nos mostrara que frente al dato vital y clnico de la re-peticin no podramos adherir a tal idea sin una dosis considerable deingenuidad. Y si, por otra parte, nos apoyramos en la reelaboracinlacaniana del concepto de repeticin y junto con este, revisramos laidea de historia, memoria, trazo y olvido que formula el psicoanlisis,encontraramos la faz engaosa de esta empresa que, sin embargo, noparece admisible dejar de intentar. Pero un recorrido de esa magnitudno es el propsito de este trabajo que pretende, en cambio, una apro -ximacin psicoanaltica al olvido.

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    Dos armaciones de J. Lacan, a las que me referir ms adelante,pronunciadas en momentos muy distantes en el tiempo en el trascur-so de sus seminarios, una en 1954, la otra en 1970, tocan, aunque sin

    desplegar, el lugar del olvido en el psicoanlisis. Mientras cuestiona-ba el lugar de la verdad en el psicoanlisis, J. Allouch (1999), recurre,entre otros argumentos, a estos pasajes de Lacan, para sealar el mal-entendido producido en el mismo seno del psicoanlisis cuyos efectostrascienden sus fronteras: el psicoanlisis se haba constituido en unaprctica de dar caza al recuerdo, cuando antes que otra cosa es unaerotologadel olvido (ALLOUCH, 1999, p. 7).

    Ubiquemos el comienzo del problema: Freud haba planteado

    que el analizado comienza la cura analtica con una repeticin: elanalizado no recuerda, en general, nada de lo olvidado y reprimido,sino que lo acta. No lo reproduce como recuerdo, sino como accin;lo repite, sin saber, desde luego, que lo hace (FREUD, 1976d, p. 153).Esta accin es la transferencia dirigida al analista aqu y ahora, detal modo, dice Freud, que la enfermedad no deba ser tratada comoun episodio histrico aunque su propuesta es reconducirla al pa-sado , sino como un poder actual. La relacin recuerdo-repeticinplantea as un problema porque Freud concluye que la repeticin es elolvido, si consideramos al olvido como ausencia de recuerdo, pero almismo tiempo la vincula estrechamente con la resistencia, es decir, conno querer saber.

    Pero en 1893, en la prehistoria del psicoanlisis, Freud (1976a)haba declarado: El histrico sufre de reminiscencias (p. 33), y msadelante, en 1898, declara tambin que la mitad del secreto de la am-

    nesia histrica es que los histricos no saben lo que no quieren saber(FREUD, 1976c, p. 287). As la reminiscencia se conecta con el olvidode tal modo que entre recuerdo, resistencia, olvido y saber, surgi lahiptesis del inconsciente y con ella el mtodo psicoanaltico y junto aesto un malentendido que, segn Allouch, provoc que se orientara elpsicoanlisis hacia la bsqueda de lo olvidado, la anamnesis, cuandode lo que se trataba era, precisamente, de olvidar lo que no haba po-dido ser olvidado. El anhelo de olvidar, entonces, se volvi exigenciade rememoracin (ALLOUCH, 1999, p. 7). Rumia del pasado. De este

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    modo, en una especie de operacin de reversin de la constatacin cl-nica freudiana en la que arma que el paciente repite algo de su pasadopara no recordarlo, qued como consigna o mandato: recordar para no

    repetir, o lo que es lo mismo: no olvidar para no repetir.Es cierto que para Freud existe lo inolvidable, lo indestructibleen la vida psquica1. El sntoma, por ejemplo, es una verdad, incluso lams ntima, que, como lo seala Allouch en el mismo texto, nos privade olvido. El sntoma es pues esa verdad y al mismo tiempo el agenteque la hace inolvidable. Psicoanalizar, tarea imposible, es hacer posibleel olvido. Por esto, la armacin de 1954 de Lacan de que habra unolvido del olvido, es decir, una represin lograda sin retorno de lo

    reprimido, salta a la vista en su contradiccin, y ms si partimos dellugar basal que otorg Freud a la represin en la constitucin del in-consciente pero sobre todo al fracaso de la misma, con el subsecuenteretorno de lo reprimido, como tercer tiempo de la represin2y posibili-dad siempre abierta debido a la fuerza e insistencia del deseo.

    Muchos aos despus en El reverso del psicoanlisis, en 1970, cuan-do Lacan viene despojando de sera la verdad, dir que el amor a laverdad es algo que se origina en esa falta de ser, arma que a esa faltade ser la podramos llamar tambin olvido. Sobre esto volver.

    Aprender a olvidar? Dos olvidos

    Kant (1991, 34) dice que la falta de memoria hace de la cabezaun tonel agujereado en el que todo lo que entra sale, de modo que se

    necesita una jacin a travs de las huellas que deja en nosotros la ex-periencia, pero sobre todo cuando se aplica el juicio y el ingenio, por-que de ello resultan las huellas verdaderamente duraderas. La facultad

    1 Por ejemplo, el otro inolvidable prehistrico al que se refiere en la carta de 1897 a su amigo W. Fliess (FREUD, 2008, p. 225).2 Al respecto, puede verse el escrito metapsicolgico de 1915, titulado La represin, en el que diferencia tres tiempos de la

    represin. El primer tiempo, producto de una deduccin de Freud, sera el de la represin originaria (Urverdrngung), ysera represin en un sentido amplio. El segundo tiempo, es el de la represin en sentido estricto (eigentliche Verdrngung)o represin con posterioridad (Nachdrngen). Por ltimo, el tercer tiempo: el retorno de lo reprimido bajo la envoltura del

    sntoma, los actos fallidos etc.

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    de recordar, es entonces, representarse a propsito lo pasado, previen-do y enlazando en una experiencia coherente las percepciones en eltiempo: Lo que ya no es con lo que todava no es, por intermediacin

    de lo que es en el presente (KANT, 1991, 34, p. 91). Prolongando ydesviando esta denicin podramos considerar que es esa jacin dehuellas la que nos hace humanos, no en el sentido de la memoria queorienta al animal instintivamente, sino de aquella que nos ubica en eltiempo y sin la que no podramos entender la lucha contra ese fenme-no tan humano-inhumano como es el olvido.

    Que nuestra humanidad est indisolublemente ligada a la capa-cidad de recordar, y que no haya memoria sin olvido, se expresa en

    el intento de dominarla, en los recursos empleados para saber hacercon ella, en n, en el esfuerzo de memoria, rememoracin, conmemo-racin, incluso en el mandato de no olvidar. Pero esto solo indica quela vida es olvido, y sin embargo, no se olvida lo que se quiere, no esla voluntad la que gobierna este fenmeno. Todo esfuerzo de memo-ria, incluida la rumia del pasado de la que habla Niesche, ha esta-do acompaado de la bsqueda incesante de frmulas para olvidar,como lo ha mostrado H. Weinrich (1999) en su extenso estudio sobreel olvido. Ms an, el olvido es un anhelo3.

    Ahora bien, no necesariamente lo que se opone a la memoria esel olvido; ms apropiado es considerarlo como parte constitutiva dela memoria como se vislumbr en la Grecia Arcaica. Es es el eje deltrabajo de Allouch sobre la verdad en psicoanlisis, ya mencionado,una de cuyas claves es el trabajo de Marcel Detienne (2004) sobre lasguras de la verdad4. En su arqueologa sobreletheiaen la poesa y el

    mito religioso de la Grecia arcaica, Detienne seala que junto a la pareja

    3 Umberto Eco public en 1966 un ensayo con el ttulo humorstico: An Ars Oblivionalis? Forget it! Con argumentos semiticos,Eco seala que el arte del olvido es imposible porque si todo signo es presencia y el olvido ausencia, entonces, donde hay

    signos no hay olvido; por tanto cmo podra plantearse un arte para olvidar? Argumento tomado de San Agustn, quien en

    Confesiones(libro X), haba sealado esa dificultad de pensar el olvido. Weinrich (1999) decide responder a Eco con el textocomentado, mostrando cmo desde la Antigedad ya existe la idea de un arte para olvidar basada a su vez en la conviccin

    de la existencia de un olvido conveniente que de all en adelante no desaparecer de la faz de la tierra (p. 33-34).4 La hiptesis de trabajo de Allouch (1999, p. 25) es que solo la oposicin de la verdad al olvido explica que la verdad sea plural

    y ertica, como es su intencin mostrar.

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    antittica Memoria-Olvido aparece, entre otras, la pareja complemen-taria Verdad-Olvido5 producida por la anidad entre Mnemosin y

    Altheia. La aprivativa de la voz griega Altheia, lo dice muy bien: la

    verdad es lo que no tiene olvido (las Erinias nunca olvidan)6

    . Es queno hay contradiccin en ese mundo divino esencialmente ambiguode los dioses en la Grecia arcaica, a lo que responde, segn Detienne(p. 80-81), la dualidad humana; por esto es posible comprender que nohayAltheiasin algo de Leth: [] cuando las Musas dicen la Verdad,anuncian al mismo tiempo el olvido de las desgracias', la tregua de laspreocupaciones (p. 75). No se trata entonces del olvido como espe-sa oscuridad sino como sombra que siluetea la luz (p. 76). As, habra

    una zona intermedia en la que la Verdad se desliza hacia el Olvido yviceversa, siendo la negatividad un pliegue de la Verdad, su sombrainseparable (p. 78).

    Esta ambigedad, dar paso a la contradiccin, es decir, en latransicin del mito a las sectas losco-religiosas, se separa por unlado la Memoria, lo Inmutable, el Ser,Altheia; y por otro,lo Fluido, elNo-Ser, el Olvido, Leth. De este modo, el par antittico Altheia-Lethse radicaliza (DETIENNE, 2004, p. 133-134). Para Detienne (2004), enel reino de la ambigedad mtica podan diferenciarse dos tipos deolvido, uno positivo, Olvido Sueo, y uno negativo, Olvido Muerte.El primero, es un olvido reclamado por el recuerdo desagradable delque uno se aparta para poder olvidar; es el olvido de la droga, de lafuga, del sueo, de Eros: Leth hypnos (p. 76-78). El segundo, Leth-thanatos (p. 75ss), es el olvido ms radical: el que la memoria del poetapreserva haciendo circular la reputacin que el trmino kleos signica,

    es decir, lo que se dice de boca en boca de los hombres, pero tambin lafama, la gloria; en n, el deseo de perdurar en la memoria de los otros,en el discurso de los otros. Segn Allouch (1999, p. 27) es lo que est

    5 Yerushalmi (2002) se pregunta si lo que se opone al olvido no es la justicia. Detienne haba planteado que la Verdad en

    Parmnides est articulada con Dik (DETIENNE, 2004, p. 138).6 Como seala Detienne (2004), la verdad del poeta (uno de los maestros de verdad) en la Grecia Arcaica no es la concordancia

    entre la proposicin con su objeto, tampoco de un juicio con otros juicios; no se opone a la mentira; lo falso no se yergue

    cara a lo verdadero. La nica oposicin significativa es la deAltheia-Leth (p. 38). No se mencionar en este trabajo, a pesarde su pertinencia, el mito de Er, en La Repblicade Platn.

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    operando en el se dice que, sealando que cuando se alude a esteolvido se designa no solo lo que es olvidado por alguien, sino el hechode que ese alguien sea olvidado o no. En ltimas, olvido del ser. Sobre

    esto volver ms adelante.El escritor ingls John Cowper Powys (2007), de inspiracinniescheana, escribi en 1928 un elogio del arte de olvidar lo insoporta-

    ble, arte sagrado porque nadie soportara el trasfondo de horror de lasexperiencias humanas: ser verdaderamente consciente del sufrimien-to del otro, con una sensibilidad tan estremecida, sera una condicina tal punto insoportable que ningn hombre podra vivirla (POWYS,2007, p. 24). El texto es una crtica hacia la presin moral de los crculos

    intelectuales de su tiempo, a los que acusaba de ejercer una presindraconiana incitando a mirar de frente la verdad, de enfrentar lopeor, lo repulsivo de la existencia, una especie de realismo de saln,por la que se supone que debemos mostrarnos perfectamente en re-lacin con las letrinas del universo, si no, no pertenecemos(POWYS,2007, p. 20). Powys seala, quiz llevando la idea a un extremo, quela locura en estado activo no es ms que la incapacidad de olvidar7,como lo ha sealado Allouch en su comentario a Powys una denicinde locura que se deducira es la no poder apartarse, no poder olvi-dar (ALLOUCH, 1999, p. 67). Este olvido propuesto por Powys es elOlvido Sueo, aquel de la evasin, de la huida, del renacer de cada da,y por tanto en relacin con la bsqueda de remedios que la humanidadha tenido a su alcance: el amor, pariente de Leth; el arte, la monotonartmica del trabajo y el ms potente: la droga o lo que funcione comodroga. Sin necesidad de dogmas religiosos, intelectuales o estticos, ni

    panaceas sociales, dice Powys que el arte de olvidar deber emanarde nuestro ser nico, como algo muy propio que no sea impuesto por

    7 Cmo olvidar a Funes el memorioso, ese fantstico cuento de Borges en el que muestra el carcter monstruoso que tendra

    la imposibilidad de olvido para el humano. En la poesa de Borges memoria y olvido se entrecruzan. A veces la memoria es

    el tiempo eterno, en el que solo existe el instante, y all el olvido es imposible como en el poema Everness(Slo una cosa nohay. Es el olvido; BORGES, 2007a, p. 353). En otras, el olvido es un regalo de los dioses para la venganza pero tambin para

    el perdn (No hay otra venganza que el olvido ni otro perdn. Un dios ha concedido al odio humano esta curiosa llave;

    Soy, BORGES, 2007b, p. 111); o el olvido es un alivio y una de las formas de la memoria, la otra cara secreta de la moneda(Un lector; BORGES, 2007a, p. 450).

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    otro, que exprese nuestra ntima identidad para lo mejor y para lo peor(POWYS, 2007, p. 27).

    Niesche es uno de los pensadores del olvido que solo mencio-

    naremos de un modo tangencial para resaltar una posible conexinentre eterno retorno y olvido, pero tambin por la posible objecinfreudiana a este arte de olvidar. En la crtica al historicismo, a la ru-mia del pasado, y la enfermedad histrica, en la segunda Intempestivatitulada Sobre la utilidad y los perjuicios de la historia para la vida de 1874,se encuentra el clima que antecede el eterno retorno de lo mismo deNiesche. La relacin del hombre con el tiempo es el pivote que acla-ra, segn Vaimo (2002, p. 62), el eterno retorno. Se trata de entender

    el eterno retorno como inversin de la temporalidad banal propiade la enfermedad histrica, una especie de defecto del hombre quele hace siempre estar en relacin con su pasado diciendo: as fuey del espritu de venganzaprovocado por la idea de castigo frenteal sufrimiento, que siendo inaplicable al pasado vuelca al individuo,con rencor, hacia el futuro y hacia la vida. Una cierta forma del olvi-do es necesaria porque no es posible vivir sin olvidar. La rumia delpasado, el insomnio, daan, matan, tanto a un hombre como a unpueblo, una civilizacin. Se tiene que olvidar para que el pasado nosea sepulturero del presente. El olvido no es, por tanto, una prdi-da, sino una necesidad para la economa de lo vivo. En cuanto a laposible relacin entre eterno retorno y olvido, es muy sugestiva laarmacin de Lacoue-Labarthe, (2009, p. 18), en que si se piensa entrminos de la realidad constatable de la repeticin, saber que se repi-te puede paralizar, inhibir; por tanto, el olvido es necesario. Weinrich

    (1999) plantea que el arte del olvido consiste en Niesche en sustraerla base motivadora de los contenidos conservados de la memoria yconstruir una motivacin nueva apoyndose en la vida, en el futuro,para organizar la memoria de otro modo, que el pensamiento utpicoparte de esto.

    Esto es muy consecuente con la posicin freudiana que ubica-ba el displacer provocado por el recuerdo como causa importante delolvido y, por supuesto, antes que eso, de la represin estructural que

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    constituye el psiquismo8. El problema es que, como tambin dej enclaro Freud, una poltica de vida regida por el principio del placer noparece ser muy ecaz. Freud descubrir que el Olvido-Sueo del que

    se hablaba es perturbado por el retorno del sntoma y llama represinal mecanismo de ese retorno (ALLOUCH, 1999).El recuerdo no se deja domesticar, como lo seala Freud en 1893,

    cuando describe a ese ser desmemoriado y al mismo tiempo gran re-cordador que es el histrico: El histrico padece por la mayor parte dereminiscencias, echando por tierra la mxima al cesar la causa cesael efecto, sealando la persistencia, la insistencia de un recuerdo queparece desconocer el paso del tiempo. Dicho recuerdo es para Freud el

    retorno de una vivencia que se constituy en trauma psquico y cuyocarcter inconsciente lo mantiene aislado del comercio asociativo comoun cuerpo extrao, derivando de all justamente su ecacia. La expe-riencia traumtica se resiste a ser olvidada, retornando bajo la envol-tura formal de un sntoma que es portador de una verdad del sujeto,verdad de la que no quiere saber por el desprendimiento de displacerque ocasionara, pero cuyo carcter inconsciente la hace inolvidable: laverdad es inolvidable (FREUD, 1976a, p. 33)9. Sobre estos cimientos seconstruy el psicoanlisis.

    8 En relacin a esto Freud afirme que cabe aseverarlo con total universalidad: la facilidad y en definitiva tambin lafidelidad con que evocamos en la memoria cierta impresin no depende slo de la constitucin psquica del individuo, de

    la intensidad de la impresin en el momento en que era reciente, del inters que entonces se le consagr, de la constelacin

    psquica presente, del inters que ahora se tenga en evocarla, de los enlaces en que la impresin fue envuelta [einbeziehen],etc., sino que depende adems del favor o disfavor de un factor psquico particular, que se mostrara renuente a reproducir

    algo que desprendiera displacer o pudiera llevar, en ulterior consecuencia, a un desprendimiento de displacer (1976e, p. 287).9 La tesis es la siguiente: Si un ser humano experimenta una impresin psquica, en su sistema nervioso se acrecienta algo que

    por el momento llam suma de excitacin, que en todo individuo aparece como un afn de empequeecerla para conservar

    la salud (esbozo inicial del principio de constancia). El acrecentamiento ocurre por vas sensoriales, su empequeecimiento

    por vas motrices. Siendo la palabra el sustituto de la accin, funciona como va de descarga. Sea cual sea la manera comola persona tramite el afecto siempre llega al resultado de que el afecto que en el origen estaba intensamente adherido

    al recuerdo, pierda al fin su intensidad y sucumba con el tiempo al olvido y al desgaste. Es lo que no ocurre en la histeria

    (Cf. FREUD, 1976a, p. 39-40). No eran las vivencias mismas las que posean el carcter traumtico, sino la reanimacin comorecuerdo luego que el individuo haba ingresado en la madurez sexual. Las cursivas son mas.

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    Aproximadamente treinta y seis aos ms tarde, en El malestar

    en la cultura,Freud declar nuevamente la indestructibilidad del pasa-

    do en el psiquismo (aunque no de modo absoluto), en analoga, y en

    contraste tambin, con la imagen arqueolgica de la superposicin decapas de sedimentacin en Roma o la del organismo humano en cuya

    evolucin de cierta forma se pierde el rastro de la etapa anterior. De

    este modo, que haya olvido, no implica para Freud la destruccin de la

    huella mnmica (FREUD, 1976c, p. 70). Freud sostiene que en el psiquis-

    mo la conservacin del pasado es la regla antes que una rara excepcin

    (FREUD, 1976c, p. 72)10.

    Un modo de mantener vivo el pasado es resistirse a ciertos acon-

    tecimientos, y esta resistencia estara en el corazn de las neurosis. En1926, Freud lo muestra en relacin con la neurosis obsesiva, uno decuyos mecanismos defensivos es un intento de cancelar el pasado, in-tento que fracasa por supuesto y que ser el motor de la compulsin ala repeticin, para la que da la siguiente explicacin: si algo no acon-teci como deba, es decir, de acuerdo a lo que se deseaba, se anularepitiendo el acontecimiento de un modo diverso. Los actos estaranencaminados a anular lo acontecido bajo la idea subyacente de eso nodebi ocurrir as sino de otra manera; y de all derivara para Freuduna importante fuerza motriz en la formacin de sntomas (FREUD,1976g, p. 115).

    Freud (1976f) concibe el inconsciente como fuera del tiempo, susprocesos son atemporales, dice, no estn ordenados con arreglo altiempo, y no se modican por el trascurso de este ni, en general, tienenrelacin alguna con l (p. 184). En ltimas, le atribuye de algn modo

    eternidad11; el inconsciente, anclado en el pasado, sera productor del10 Ahora bien, el problema de almacenamiento de huellas mnmicas como un asunto de ocupacin de espacio, es decir, cmo podra

    ante la acumulacin de huellas escribirse, transcribirse la novedad, y cmo se le da nuevas significaciones a las anteriores, etc.,Freud lo intenta explicar en diversas ocasiones: en 1895, en Proyecto de una psicologa para neurlogos; en 1899, en el captulo VIIde la Interpretacin de los sueos; en 1920, enMs all del principio de placer; y en 1925, en Nota sobre la pizarra mgica.

    11 Al respecto puede verse el trabajo de Miller (2003, p. 21). En esa especie de desdoblamiento del tiempo entre uno que progresaen direccin al futuro, y uno que acta de manera retrgrada dirigindose al pasado, el futuro estara ya inscripto en el pasado

    y de all obtenemos la ilusin de eternidad. De all quedara la suposicin de que ya algo estaba escrito. La ilusin de que el

    pasado, por contener todo lo que fue presente, incluso la relacin del presente con el futuro, ya estaba all antes aun de laexperiencia del presente (MILLER, 2003, p. 37).

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    presente y del futuro, pues este ltimo es creado a imagen y semejanzadel pasado a partir de otro indestructible freudiano: el Wunsch, el an-helo, el deseo, tal como lo presenta en el ltimo prrafo de La interpre-

    tacin de los sueos(FREUD, 1979, p. 608).

    Dos olvidos o el olvido del olvido

    Freud, obviamente, aceptaba modos de desgaste natural de losrecuerdos, sobre todo en sus primeros trabajos, pues est convencidode que ese empalidecimiento de los recuerdos, esa universal borra-

    dura que llamamos olvido recae sobre todo en representaciones yainecaces afectivamente (FREUD, 1976a,p. 35). Un tal olvido sera lodeseable. Ms an, la terapia psicoanaltica consiste, para Freud, enprocurar a los procesos inconscientes una tramitacin y un olvido, unhacer olvidar por medio articial, y podra decirse, de manera anlogaa la del desgaste producido por el tiempo (FREUD, 1979, p. 569), aque-llo que no est en la memoria y sin embargo no ha sido olvidado.

    Este modo de concebir el pasado y la verdad del sujeto ha tenidosus efectos en la concepcin del psicoanlisis, tal como hemos sea-lado, y es el punto problemtico al que alude Jean Allouch: al sealarque al hacer del sntoma del neurtico la expresin de una verdad, yque esa verdad lo privara del olvido, se orient el psicoanlisis hacia la

    bsqueda de lo olvidado, la anamnesis, el anhelo de olvidar, entonces,se volvi exigencia de rememoracin, cuando psicoanalizar es tam-

    bin una forma de hacer posible el olvido12. La teraputica estar des-

    tinada a que un recuerdo deje de ser traumtico: olvidar. Pero Freudpronto advertir que leth hypnosno bastar, que un sufrimiento reallos toca, y que es necesario un olvido ms radical: aqu entra thanatos(ALLOUCH, 1999).

    Es hora de retornar al dilogo sostenido por Lacan en su semi-nario del 19 de mayo de 1954 con el lsofo Jean Hippolyte, en donde

    12 Quiz se justifica la afirmacin de Jacques Lacan en 1965, de que el olvido freudiano no es un olvido, es una forma de lamemoria, y hasta su forma ms precisa (LACAN, 1965, p. 7).

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    se toca este problema. Lo que estaba en discusin era la identidad dela represin y el retorno de lo reprimido, que da cuenta de que la re-presin acta retroactivamente en lo que llama Lacan (2008, p. 240) la

    integracin simblica por parte del sujeto de su historia: Lo quevemos como retorno de lo reprimido es la seal borrosa de algo quesolo adquirir su valor en el futuro. El asunto haba sido tratado porFreud, aunque de manera muy distinta en El delirio y los sueos en LaGradiva de W. Jensen de 190713. All Freud haba distinguido dos tiposde olvido: uno general, del que no se sabe si se ha producido por elsepultamiento (Untergang) metfora apreciada por Freud de unahuella mnmica, y aquel de la represin que, como hemos visto, no

    equivale a desaparicin ni extincin alguna del recuerdo sino que encambio se singulariza por lo difcil que es despertar el recuerdo aunmediante unos intensos llamados exteriores, como si una resistencia in-terna se revolviera contra su reanimacin (FREUD, 1976b, p. 29). Esteltimo tipo de olvido aunque no se manieste como recuerdo conservauna ecacia: se traducir y desplazar en retoos de lo olvidado, queson precisamente el retorno de los signos que volvern con la regu-laridad de una ley, por ejemplo, en la vida amorosa.

    La cita de Horacio que ilustra para Freud la lucha intil contrael retorno de lo reprimido es Naturam furca expellas, semper redibit14,que solo se aplicara a conictos internos. Pero Freud va ms all,sealando que la furca (horquilla) es el portador de lo que retorna.Para ilustrarlo mejor se sirve del cuadro de Flicien Rops, Las tenta-ciones de San Antonio(1878), en el que se muestra cmo dentro de lorepresor se impone lo reprimido (FREUD, 1976b, p. 30), o ms bien,

    cmo desde lo represor mismo surge lo reprimido en su retorno15.13 El delirio y los sueos en La Gradiva de W. Jensenes el nico texto que no coment Lacan ni hizo mencin a lo largo de su

    enseanza. Para una posible interpretacin de esta omisin puede verse el trabajo de Baos (1999, p. 243-268).14 Hay un error en la cita de Freud, sealado por Strachey (FREUD, 1976b, p. 29, n. 9), y que est en todas las traducciones

    alemanas de Horacio. La cita correcta dice: Naturam expelles furca, tamen usque recurret: Aunque saques a la naturaleza conuna horquilla siempre retornar (Horacio, Epstolas, I: 10, 24).

    15 El relato es el siguiente: Un monje asceta se ha refugiado sin duda de las tentaciones del mundo en la imagen

    del Redentor crucificado. Y hete aqu que la cruz se esfuma como una sombra, y en su lugar, en sustitucin de ella, se

    eleva radiante la imagen de una voluptuosa mujer desnuda en la misma postura de crucifixin (FREUD, 1976b [1907],p. 30). El retorno de lo reprimido para Freud tiene una repercusin ms amplia: en Moiss y la religin monotestade 1939,

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    Pero en ocasiones Freud ve que el recuerdo o la repeticin tienen ca-rcter siniestro u ominoso, no tanto por lo reprimido en s mismo, sucontenido, sino el mismo hecho del reconocimiento de que puede re-

    tornar compulsivamente, sin que se pueda hacer nada por evitarlo(FREUD, 1978, p. 238).Para Lacan (2008), tal como lo dice en Respuesta al comentario de

    Jean Hyppolite, se trata ms bien de lo siguiente: Aquello de lo que elsujeto no puede hablar, lo grita por todos los poros de su ser (p. 367).Toda integracin simblica de la historia de un sujeto, produce, exige,un olvido normal. La integracin de los acontecimientos, de las marcas,en una ley, en un campo humano universalizante de signicaciones

    que busca reintegrar el pasado se hace en lo que se ha llamado unaneurosis infantil (LACAN, 1995, p. 282-283). Lacan habla de acua-cin, impresin, que solo es alcanzada en el lmite y por retroactivi-dad. Solo entonces podra hablarse de trauma. El trauma cumple unafuncin represora de la que resulta la no integracin de algo, algo queya no ser del sujeto. El sujeto ya no hablar ms de ello pero esopermanecer en alguna parte expresndose como primer ncleo de lossntomas del sujeto (LACAN, 1995, p. 282-283).

    Ahora bien, en la sesin mencionada, en la que se trata del n-cleo de la represin, y siendo uno de los efectos de la represin el ol-vido de una verdad Lacan aboga por la posibilidad de una represinlograda, trmino que utiliza Freud y que Lacan formula como olvidodel olvido16. Esto lo hace basndose en la solidaridad heideggeriana

    intenta, volviendo nuevamente a Ttem y Tab, ubicarlo transgeneracionalmente. No se trata slo del inconsciente de cadaindividuo, sino de un patrimonio hereditario de huellas mnmicas inconscientes que hara que cada generacin despertara

    y no tuviera que adquirir cada apropiacin de las generaciones pasadas (FREUD, 1978b p. 90ss). Sin embargo, no podra

    otorgrsele el ttulo de inconsciente colectivo.16 En lo que se ha podido indagar, tres trabajos prestan especial atencin a este pasaje del seminario Los escritos tcnicos

    de Freud: Allouch (1999); Balms (2002); Vlez (2001). Allouch, se centrar en el lugar de la verdad en el psicoanlisispara separarlo de su identificacin como caza de la verdad del sujeto, considerando que la definicin que le convendra alpsicoanlisis es la de una erotologadel olvido; el propsito de F. Balms es pesquisar el trmino ser en Lacan, o mejor, loque Lacan dice del ser, que es precisamente el ttulo que le dedica, orientado a cierta discusin de si hay o no ontologa en

    Lacan; y por ltimo G. Vlez, que se ocupa del desplazamiento en el dilogo entre Lacan e Hyppolite del olvido a la negaciny su relacin con la pulsin de muerte.

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    entre verdad y olvido, entre aletheia y leth(BALMS, 2002, p. 38-43)17.Arma Lacan (1995) que

    La integracin en la historia implica evidentemente el olvido de todoun universo de sombras que no llegan a la existencia simblica. Y siesta existencia simblica es lograda y plenamente asumida por el sujeto,no deja ningn peso detrs suyo. Sera entonces preciso hacer inter-venir nociones heideggerianas. Toda entrada del ser en su morada depalabras supone un margen de olvido, complementario de toda (p. 284)18.

    Quiz no sea casual que hablando del olvido del olvido surja la

    presencia de San Agustn y de Heidegger en un seminario en el queLacan quiere hacer de la palabra la ley simblica a propsito de lo quellama rememoracin. Esto ocurre en la sesin del 23 de junio de 1954 conel texto De Magistro. En el trasfondo habra que suponer la lectura queHeidegger hizo en Friburgo, en 1921, sobre Agustn y el neoplatonis-mo, en el que puede encontrarse la primera consideracin temtica deHeidegger sobre el olvido (VLEZ, 2010, p. 181). San Agustn est muypresente en la losofa de Heidegger en la etapa inicial de su desplie-gue, especcamente, la antinomia del olvido, como seala G. Vlez(2010, 2012); y esto porque en el libro X de Confesiones, el problema dela memoria y el olvido est puesto como fundamental en la gnesis dela experiencia losca de la bsqueda de s mismo19. El olvido, paraHeidegger, es paradigmtico de la experiencia originaria de la vidaporque constituye la experiencia inmediata de la vida fctica. Es decir,

    17 Hippolyte seala que el trmino logradano podra ser ms que expresin de terapeuta, que es precisamente lo que dijoLacan, porque entonces lograda quiere decir, en cierto sentido, lo ms fallado. Para que el ser se integre, es preciso queel hombre olvide lo esencial. Este logro es algo fallado. Heidegger no aceptara el trmino lograda porque querra decir elolvido ms fundamental. De este modo, segn Hippolyte, el logro del terapeuta sera para Heidegger lo peor que hay, y eneso consistira el olvido del olvido: un alejamiento de la autenticidad heideggeriana, que consiste en no caer en el olvido del

    olvido (LACAN, 1995, p. 285).18 Balms (2002, p. 41-42), seala que una lectura de textos posteriores de Heidegger permite decir que ni la verdad como

    desocultacin, ni el olvido, son iniciativa del hombre sino iniciativa del ser: no se debe a una falta del Dasein.19 Segn Vlez, el problema central para Heidegger es la distancia contradictoria entre lo ms cercano que tenemos, es decir,

    nosotros mismos, y la precaria aprehensin de ese s mismo tal como se vive cotidianamente. Y no sin el extraordinarioauxilio de nuestra memoria que, sin embargo, tampoco es fcil de descifrar.

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    se da el olvido de s porque no tenemos necesidad de encontrarnos anosotros mismos en la experiencia de la vida (VLEZ, 2010, p. 190).Entonces el olvido del olvido sera, segn Heidegger, un cierre, el cierre

    de todo acceso posible a s mismo (VLEZ, 2010, p. 192). Es haber per-dido la direccin de acceso a s mismo. La concepcin de Lacan es dis-tinta. Sobre esto volver.

    La bsqueda del dracma en la parbola del Evangelio, le sirvea Agustn para explicar que no se puede buscar lo que no fue objetode la memoria alguna vez. El hallazgo es un reconocimiento de algoperdido cuya huella qued en la memoria. No encontraramos algoque no reconociramos como perdido. Pero la parte perdida, cual

    miembro amputado por el olvido busca la otra parte para recobrarla integridad: el ejemplo que le sirve para explicar esto es el olvidode nombres propios (tal como Freud prolongara despus). Esa parteque busca incesante, tambin podra ubicarse como la promesa de unhallazgo (VLEZ, 2010, p.183). Ahora bien, si recordamos es porqueel olvido no fue total, pero Agustn habla de un olvido ms radical,el olvido total en donde ya nada se busca (Agustn, XIX), y creo queeste es el punto que interesa a Lacan. Para Vlez (2010, p. 188) en SanAgustn el olvido es el rodeo negativo por el que la apropiacin des se hace posible. Es decir, la bsqueda de s se hace de cierta formafrente al poder del olvido.

    Vlez (2001, p. 38), en una lectura entre losofa y psicoanli-sis, plantea que, en trminos de olvido, son dos fundamentalmente losefectos en el sujeto ante la realidad de la muerte, ese encuentro de losimblico con lo real: un primer olvido, el de la estructuracin discursi-

    va en la que el sujeto aparece como ndice de un desconocimiento esen-cial, y en este sentido el olvido es una forma de la memoria que capturalos fenmenos contingentes de olvido; y la expulsin de algo por fuerade los lmites de la simbolizacin primordial, y en este sentido, olvidosin memoria, olvido de lo esencial del ser.

    Pensar qu es ese s mismo objeto de bsqueda nos remite al se-gundo pasaje del seminario de Lacan mencionado al comienzo. En Elreverso del psicoanlisis, en 1970, cuando Lacan viene despojando de sera la verdad, dir que el amor a la verdad es algo que se origina en esa

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    falta de ser, falta de ser a la que considera que podramos llamar tam-bin olvido:

    Lo que se nos presenta en las formaciones del inconsciente, no es nadaque sea del orden del ser, de un ser pleno de ninguna manera. Qu esese deseo indestructible del que habla Freud al nalizar las ltimaslneas de su Traumdeutung? Qu es ese deseo que nada puede cambiarni doblegar cuando todo cambia? Esa falta de olvido, es lo mismo queesa falta de ser, porque ser20no es otra cosa que olvidar (Clase 5. 14 deenero de 1970, p. 55. Las negrillas son mas).

    La falta de ser en Lacan debe entenderse en el horizonte de la

    idea, modicada luego, de que la meta de un anlisis es la realizacindel ser, realizacin que deba pasar por la asuncin de la falta en ser(condicin del deseo), es decir, la castracin21. Ahora bien, en la cita,Lacan hace equivaler la falta en ser a una falta de olvido. Si las forma-ciones del inconsciente nos revelan lo que no estaba olvidado, pero queestaba ah a punto de ser recordado, una vez pasa a la palabra, al signi-cante, se olvida. Esto conrma su consideracin sobre el inconscienteen el seminario Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanlisisen elsentido de que el inconsciente es pre-ontolgico, lo no-realizado: estah a punto de ser, cuando sea, cuando pase al signicante, tendr unser, o sea, estar olvidado. Estaramos ante la reelaboracin freudia-na? Lo indestructible del deseo, lo que se repite, lo es porque nunca suobjeto es encontrado. Esto es la castracin en psicoanlisis.

    Repeticin escritura retorno a s mismo olvido de s

    Lacan utiliza se vale de Kierkegaard para actualizar la repeti-cin freudiana. De este modo diferencia reminiscencia y repeticin,tal como propone el dans. Tan solo dar una breve indicacin ya que

    20 Una definicin de ser en Lacan, cuestin nada sencilla, la encuentra Balms en el Seminario de La tica: lo que de lo real semanifiesta en lo simblico (BALMS, 2002, p. 205).

    21 Hasta reconducir la castracin a la asuncin del no-hay relacin sexual.

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    es un trabajo prolongado entender el lugar de Kierkegaard en el mo-mento en que Lacan replantea la repeticin. En O lo uno o lo otro II(KIERKEGAARD, 2007, 140, p. 129), el juez Wilhelm arma que las

    personas estn divididas en dos grandes clases: aquellas que viven enla esperanza y aquellas que viven predominantemente en el recuerdo.Ambas tienen una relacin inapropiada con el tiempo. La repeticin,en cambio, toma lugar cuando una accin contemplada se vuelve real,se vuelve acto propiamente, y esta contemplacin implica una relacincon el futuro. Se trata de una progresin (no progreso) que no es sim-ple, pues no slo lo originario se conserva, sino que se incrementa enuna progresin creciente. Tambin en In vino veritas, Kierkegaard hace

    una distincin entre memoria y recuerdo: Recordar no es lo mismoque acordarse(KIERKEGAARD, 1976, p. 8-10), en la que la memoriapodra ser colectiva ya que es un mecanismo, el recuerdo, en cambio,es singular, privado, solo le pertenece a quien recuerda; por tanto, nohay recuerdos comunes. El recuerdo, es pues, indestructible. De estemodo, repetir no es acordarse. Kierkegaard opone su concepto de larepeticin a la reminiscencia platnica como el mismo movimientopero en sentido contrario; mientras en la reminiscencia la mirada haciael pasado es regresiva, la repeticin kierkegaardiana es un salto haciaadelante. Precisamente, es en esta concepcin de la repeticin en la queLacan se apoya para relanzar la repeticin freudiana, y en ese movi-miento busca entender la memoria de otra manera: la rememoracinnoes la memoria. De este modo, el nudo Kierkegaard-Freud cumple unpapel importante al pensar este problema (ESCOBAR, 2011).

    El recuerdo para Freud tiene la insistencia de la memoria; y de

    all Lacan asla la rememoracin como la recuperacin de ciertos re-cuerdos para que pueda tener lugar el olvido. Kierkegaard es quienotorga el elemento diferente, lo nuevo, y posibilitara extraer la re-peticin del sentido unvoco, demonaco, que haba tomado en el psi-coanlisis. Lacan va dando pasos para desanudar la idea de repeticinde la idea de retorno de lo reprimido. De tratarse de retorno es ni-camente de aquel que asegura la constitucin misma del inconsciente(LACAN, 1993, p. 56).

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    Un muy breve recuento del recorrido de Lacan por la repeticinquiz oriente esta reexin. Lacan no recurre solo a la losofa y alpsicoanlisis para entender la repeticin: La lgica matemtica, la lin-

    gstica y la antropologa cultural son claves para sus planteamientossobre esta. Hay diversas formulaciones que solo mencionar: De sertomada del texto de Freud sin cuestionar, pasa a ser la expresin deuna ley de determinacin simblica del sujeto por la va del signi-cante en 1955, a la que preere nombrar como automatismo de repe-ticin, y en este tiempo, aunque sea el trmino que corresponde a latraduccin francesa del Wiederholungszwang de Freud, es un conceptoms lacaniano que freudiano (ESCOBAR, 2011).

    En 1962, con la introduccin del rasgo-trazo unario, Lacan rela-ciona la repeticin con la necesidad, la demanda y el deseo, producien-do una nueva frmula: lo que se repite es la demanda al Otro imposiblede ser satisfecha. En 1964, incorpora el concepto de real, y separa losconceptos de repeticin e inconsciente, adaptando los trminos aristo-tlicos de la causalidad accidental, habla de tychey automaton, denien-do la repeticin como encuentro fallido con lo real, considerndolacomo concepto fundamental del psicoanlisis. El goce, concepto laca-niano que retoma el ms all del principio de placer freudiano, pro-duce una nueva expresin, que en realidad es un compendio de lasanteriores: la repeticin es conmemoracin de un goce producido porla marca (el rasgo unario).

    Lacan se reri a un pensamiento de repeticin22(15 de febrerode 1967), para distinguirlo de una memoria. Ligado a la muerte, consi-derada esta como segunda muerte, muerte en el signicante sobre todo

    en el punto en que la vida no es todo lo que se resiste a la muerte (comodice Bichat), un aferrarse para no morir, sino que hay que entender quela muerte es para la vida su riel. La pulsin de muerte pertenece a undominio distinto que el de la memoria. La memoria tiene ms bien elefecto de no repeticin, por ejemplo, un microorganismo ante el mis-mo excitante no reaccionar la segunda vez con la misma irritabilidad.

    22 En el texto titulado La lgica del fantasma(Leccin del 15 de febrero de 1967). Este documento est indito. He utilizado lastraducciones de Carlos Ruiz y la de Po Eduardo Sanmiguel como documentos de uso privado.

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    La repeticin es otra cosa que la memoria. Pertenece al campo subjeti-vo, en el que a manera de cpula se unen lo idntico y lo diferente, entanto el rasgo unario juega el rol de referencia simblica al excluir que

    sea la similitud, ni tampoco la diferencia lo que se plantea al principiode la diferenciacin (subjetiva) (15 de febrero de 1967).La repeticin no podra deducirse del principio del placer, en el

    sentido del sostenimiento de la menor tensin. Porque si ella implicaalgn retorno, habra que incluir una estructura externa (lo simblico).Cuando se repite una situacin de fracaso, no se trata de una cues-tin de mayor o menor tensin sino de identidad signicante de + como signos de lo que debe ser repetido (15 de febrero de 1967).

    Supongamos una situacin primera que se constituir en lo repetido.Al ser repetida, pierde su condicin de situacin de origen. Eso estarpara siempre perdido, por esto la repeticin siempre implica prdida.En este momento vuelve a considerar lo que represent Ms all del

    principio del placeren la obra de Freud, y no lo ve como una ruptura;antes bien, en Tres ensayos con el hallazgo del objeto ya estaba enFreud la preparacin para reconocer que la repeticin es una ley consti-tuyente, aunque no reexiva, del sujeto mismo (15 de febrero de 1967).

    La repeticin terminar siendo caracterizada por Lacan comonecesaria, apoyado en la lgica modal. Quiere decir que no pode-mos norepetir, en la medida en que la repeticin es una respuesta de(a) lo real. Somos sujetos por la repeticin, pero no hay agente de larepeticin. Estamos habitados por una especie de automatismo, quesin embargo, tiene algo de libertad y de inactualidad. Si se tratase deun acto, quiz podra decirse como lo hace Lacoue-Labarthe basado en

    Niesche: Todo verdadero acto es ahistrico (LACOUE-LABARTHE,2009, p. 20). Si se trata de un acto, por tanto imprevisible, habra laoportunidad de transformar lo inasimilable que se repite.

    La rememoracin para Lacan, est hecha de palabras banales, dealgo humilde como los encuentros ms bajos, la barahnda parlante,las lenguas efectivamente habladas (o lalenguacomo dir mucho mstarde) que preceden nuestra existencia (LACAN, 1993, p. 55-56). Ahora

    bien, el tope de esa rememoracin es la repeticin. Dicho de otro modo:los circuitos de la palabra no llegan a todas partes; y ese lugar adnde

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    no llegan es del mayor inters, pues ah reside el ncleo del ser del su-jeto. En Lacan, la repeticin est totalmente articulada a su denicinde real como lo imposible, lo que subraya en Baltimore en 1966: La

    clave de esta insistencia en la repeticin es que en su esencia la repeti-cin como repeticin de la identidad simblica es imposible (LACAN,2007, p. 192). Pero hay encuentros. Se da lo inesperado.

    Volviendo al extenso estudio sobre el olvido de Weinrich (1999,p. 245-253), quiz el momento en el que logra sealar con ms contun-dencia su inters en el arte del olvido sea cuando habla de Proust. Enefecto, el poeta de la memoria corporal, con su mnemopotica comole llama Weinrich, pareciera indicar que es el largo olvido entre la

    vivencia de la primera infancia y su recuerdo, el que dona la posibi-lidad de una maduracin hasta alcanzar su especicidad psquica, esdecir, la plusvala potica de un recuerdo que transforma la vivencia.Por esto la denicin que le resulta ms apropiada para la potica deProust es la de potica del recuerdo surgida de las profundidadesdel olvido (p. 251).

    El trabajo de Weinrich no poda olvidar el psicoanlisis por-que, segn este autor, despus del psicoanlisis todo olvido es sos-pechoso y dicha sospecha recae en la intencin secreta del que ol-vida (WEINRICH, 1999, p. 224)23. Hay en Freud una memoria delcuerpo pero al tratarse de un recuerdo insucientemente digerido,resulta atormentador y motor en la formacin del sntoma. El psicoa-nlisis sera as la respuesta de Freud a una enfermedad de la memo-ria. Quiere decir que Freud da una respuesta que no puede ser sinoel reverso de la de Proust, que Weinrich (1999, p. 252) resume as:

    De la memoria involuntaria y patgena por un olvido profundo yduradero, a la memoria voluntaria y sana (que a su vez [] puedeconvertirse en un olvido conciliado, no perjudicial para la salud).Para Proust solo un largo olvido podr dar lugar a una memoria vo -luntaria y potica (p. 253).

    En este sentido resulta importante una indicacin: la solidaridadentre lo irrecuperable de la constitucin subjetiva planteado por Lacan,

    23 Freud, abogado de lo inolvidable, dira Ricoeur.

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    y los planteamientos de Aug y Ricoeur, entre otros, sobre todo en sulectura de Proust y la experiencia del tiempo recobrado, as como ellugar de la literatura como modo de recuperar lo irrecuperable, lo per-

    dido para siempre, la impresin. Entre impresin y escritura, entre lite-ratura y vida, La literatura sera la impresin recobrada que permite allector el medio para leerse a s mismo (RICOEUR, 2008, p. 613).

    Individuo y sociedad necesitan el olvido, saber olvidar para sa-borear el gusto del presente, del instante y de la espera; saber olvidar estambin olvidar el pasado reciente para recuperar el pasado remoto,dice Marc Aug en su libro Las formas del olvido. El olvido trabaja en lamemoria, es su componente y est presente en el recuerdo. Como etn-

    logo, Aug, muestra que la relacin con el tiempo pasa necesariamentepor el olvido, de modo que este se conjuga siempre en presente. Laetnologa mostrara ejemplos de olvido que tienen una virtud narra-tiva, en el sentido en que ayudan a vivir el tiempo como una historia(AUG, 1998, p. 33).

    El psicoanlisis que dio tanto valor al recuerdo de la infancia, tiene,por supuesto, un lugar importante en el texto de Aug. Especialmente enel primer apartado en el que discute la relacin entre recuerdo y olvidoporque parte de la premisa de que se olvida individualmente; aunquela memoria sea colectiva se vive psicolgicamente como individual, esdecir, cada quien olvida singularmente, ms all o ms ac del olvidosocial. Casi que el modo de ser estara dado por la eleccin de olvido,qu se olvida y qu no. Por esto aplicara el refrn: dime qu olvidasy te dir quin eres (AUG, 1998, p. 24).Los recuerdos son moldeados,modicados por el olvido, como el mar moldea los contornos de la orilla,

    porque lo que queda de la infancia (recuerdos o huellas), es el productode la erosin provocada por el olvido (AUG, 1998, p. 27)24. Hay olvidoporque hay memoria, el olvido no podra ser ms que producto vivo deesta y el recuerdo es el producto de esta (AUG, 1998, p. 28).

    Qu es un recuerdo? Se pregunta Aug siguiendo a Freud atravs de J. B. Pontalis. No se trata de una realidad escondida en eldesvn de la memoria, que resurge intacta ante la impresin sensitiva,

    24 En este sentido podramos decir que Funes, el memorioso, no tendra infancia propiamente hablando.

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    como en Proust, o a partir de lo que sea; se trata de marcas, de hue-llas mnmicas, desconectadas, desligadas del recuerdo. Luego la re-presin no recae sobre el recuerdo, acontecimiento o huella sino sobre

    las conexiones entre estos. Ya no se trata tanto de huella como de trazo(AUG, 1998, p. 29-31). Por tanto, lo que importa es asociar para diso-ciar relaciones instituidas. Esta es la reelaboracin freudiana, tal comola plante Freud en diversas ocasiones, pero especialmente en Recordar,repetir, reelaborar25.

    Aug, etngrafo, propone tres guras del olvido26, de las quesolo mencionar la tercera: el comienzo o el re-comienzo, de la queseala que es completamente contraria a la repeticin porque se trata

    de una inauguracin radical (AUG, 1998, p. 67); por tanto, el rede re-comienzo lo que indica es que una vida puede experimentarvarios comienzos. Entonces as se recupera el futuro que se insina,los futuros posibles, olvidando el pasado. La gura emblemtica es lade los iniciados (rituales), en lo que se supone un nuevo nacimiento,que puede conjugarse con la gura del retorno, porque un nacimientocon el paso del tiempo se convierte en garanta del retorno y de losrecuerdos. El retorno es un sentimiento confrontado por la identidadde los lugares y el simbolismo social de los rituales (AUG, 1998,p. 85). De este modo la forma de conjugacin del olvido es el presen-te, presente continuo que se conjuga con el verbo estar, un verbo deestado: estoy volviendo, estoy de vuelta; presente puro del instante:estoy aqu; presente incoativo que se abre hacia el futuro: voy a partir(AUG, 1998, p. 68).

    Aug compara el movimiento contrario que liga al narrador de

    En busca del tiempo perdido con el Conde de Montecristo. Mientras el25 Que se trata de nexos, entre otros modos de olvido, est dicho as: En las diversas formas de la neurosis obsesiva, en

    particular, lo olvidado se limita las ms de las veces a disolucin de nexos, desconocimiento de consecuencias, aislamientode recuerdos (FREUD, 1976d, p. 151; la cursiva es ma).

    26 Aug encuentra tres formas del olvido en ritos (que tambin concibe como dispositivos para pensar y administrar el tiempo):

    la primera figura es la del retorno, que intenta recuperar un pasado perdido, olvidando presente y pasado inmediato,buscando establecer continuidad con el pasado ms antiguo). La posesin es su forma emblemtica. El posedo olvida su

    trance, olvida el otro en l. (AUG, 1998, pp. 65-66). La segunda figura o forma es la del suspenso, en la que se olvida el

    futuro para recuperar el presente. Una especie de estetizacin del instante, que Aug condensa en el pensamiento expresadoen futuro perfecto habr vivido por lo menos esto (AUG, 1998, p. 67).

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    segundo encuentra el olvido buscando la memoria, el primero encuen-tra la memoria en la bsqueda del olvido. Esto ltimo, sealar, no estexplcito en el libro y no es mi intencin detenerme en ello. El autor lo

    reduce a una armacin: el tiempo encontrado es la impresin encon-trada (AUG, 1998, p. 80). Solo resaltar que el apoyo lo encuentra enPaul Ricoeur, quien pone el acento en que para que la impresin pasadapueda ser recuperada debe perderse antes, en cuanto goce inmediato,prisionero de su objeto exterior (RICOEUR, 2008), y esto lo llaman ol-vido27, porque para que la memoria involuntaria recupere algo del do-minio individual de la vida subjetiva (lo que prueba la identidad man-tenida por el humano), debe haber olvidado la impresin. La literatura

    es la que verdaderamente recupera la impresin, que sera fugitiva. Poreso Ricoeur (2008) dene la literatura como la impresin recobrada ycitando a Proust aade: la alegra de la realidad recobrada28(p. 615),es decir, la literatura hace perdurable la impresin encontrada.

    Retorno a s mismo/olvido de s

    La escritura permite entonces un retorno a s mismo del autor,segn Aug, pero esto es posible si se ha dado un doble olvido (que hacenacer la escritura): El de la primer impresin ulteriormente recobrada,pero tambin, en el instante en que esta se recupera, olvido provisionalde todo lo que no sea ella y fundamentalmente del perodo en que ellamisma se haba perdido y olvidado (AUG, 1998, p. 81). De modo quela paradoja del relato de una gnesis comienza cuando todo se ha cum-

    plido. En su anlisis de En busca del tiempo perdido, Aug, siguiendo aRicoeur, ubica bien la paradoja del retorno: la bsqueda obsesionada deolvido al mismo tiempo que de recuerdo, obsesin solo apaciguada porla experiencia de la memoria involuntaria como retorno literario queencuentra el pasado remoto, olvidando la muerte y el miedo. Porque

    27 No puede ocultarse su relacin con la operacin kierkegardiana de la repeticin. Aunque diferencia recuerdo y repeticin, y

    segn dice, para nada se trata de olvido, se trata de una operacin de recuperacin del objeto en la idealidad.28 Habra que agregar que para Lacan el encuentro con lo real tambin podra causar horror.

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    en la realidad el retorno a los lugares de la infancia no producen msque decepcin (en el retorno a los lugares de infancia, captulo IV deAlbertina desaparecida)29. El retorno a uno mismo, es pues, una gura

    literaria del olvido, y de la memoria (AUG, 1998, p. 83).En un estudio reciente, Anna Pags (2012), dice que el ncleoesencial del olvido es que hubo una prdida y el descubrimiento deesta prdida es la que crea el espacio para el verdadero olvido (p. 63,p. 65). Aqu se trata de un verdadero olvido que la autora proponecomo algo distinto del olvido absoluto o de la huida hacia adelante,porque estos ltimos son una ausencia que destituye a quien la habit(PAGS, 2012, p. 157). El verdadero olvido sera la bisagra entre el pa-

    sado y el futuro, es decir, el instante, como acto de conciencia30, no delesfuerzo sino del acontecimiento (PAGS, 2012, p. 151). Un verdaderoolvido tambin signica lo nuevo, que no hace serie ni se repite. Unaprovisionalidad que puede permanecer (PAGS, 2012, p. 157).

    Pags utiliza las categoras utilizadas por Lacan para pensar larepeticin, aplicndolas al olvido: el olvido es una forma de la tychen la conguracin de los recuerdos. Cuando lo recordado queda in-terrumpido por el azar de lo que no se consigue recordar, la sucesinde los recuerdos adquiere una signicacin diferente (PAGS, 2012,p. 70). Cuando el olvido aparece como discontinuidad en la cadenasignicante, estando en el orden de lo imprevisto y como algo que an-tecede al recuerdo, la tychtendra que pensarse como un modo de in-terpretacin del olvido, un modo de darle sentido a lo que la memoriano recuper (PAGS, 2012, p. 83).

    En una lnea quiz opuesta, Merleau Ponty, el 20 de mayo de

    1959, haba indicado en una nota de trabajo que el problema del olvidoes su discontinuidad, no se trata de ocultamiento (Bergson), ni pasaje ala nada o reduccin a la nada, ni como funcin positiva que envuelveel conocimiento de lo que esconde (como sera el caso de Freud-Sartre),sino como manera de ser para dando la espalda a, sino ms bien

    29 Aqu tendramos que recordar la decepcin de Constantino Constantius ante la imposibilidad de repetir en la primera parte

    de La Repeticin.30 El olvido es la condicin del pensar e instancia fundadora del presente, segn Pags (2012, p. 81).

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    como ser superado por y por ende como ignorancia. El olvido es unadesdiferenciacin: El hecho de que ya no se vea el recuerdo = no des-truccin de una materia psquica que sera lo sensible, sino su desarti-

    culacin que hace que ya no haya distancia, relieve. Esto es la oscuridaddel olvido (MERLEAU-PONTY, 2010, p. 175-176).Hay una insistencia tanto en Augs como en Pags en relacionar

    un verdadero olvido con la no-repeticin, porque es lo que posibilitaralo nuevo, el crear algo nuevo por venir; y es aqu en donde considero quecon Lacan no hay necesidad de plantear algo as, puesto que para l esimposible no repetir. Por otra parte se plantea que la escritura permiteun retorno a s mismo del autor si se han dado los olvidos de los que

    puede nacer la escritura. Pero con Lacan habra que pensar si en el olvi-do del olvido, que implica dos olvidos diferentes, el segundo olvido noes el olvido de s necesario cuando se ha advertido la imposibilidad deno repetir y entonces el saber ya no conduce a una mayor proximidadcon el ser sino a su propio olvido, como haba planteado Allouch (1999,p. 156). Este olvido sera un olvido que cuestiona el intento totalizadorde la memoria, como dice Gilbert Grard (1981, p. 291-292). La vida, loque pasa, es olvido y no puede ser vivida por un yo consciente.

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    Recibido: 08/07/2014Received: 07/08/2014

    Aprobado: 14/11/2014Approved: 11/14/2014