el nacionalismo mexicano

Upload: polosilberman

Post on 08-Jul-2015

904 views

Category:

Documents


6 download

TRANSCRIPT

FERNANDO VIZCANO GUERRA (1963) es investigador de tiempo completo del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico y docente en la Facultad de Ciencias Polticas y Sociales de la misma universidad. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores y ha escrito el libro Biografa poltica de Octavio Paz (Mlaga, Espaa, 1993) y diversos artculos aparecidos en revistas acadmicas y de divulgacin. En colaboracin con el Colegio Nacional y la Editorial Clo, edit las obras completas de Daniel Coso Villegas.

En 1988 ingres al Centro Mexicano de Escritores y dos aos despus fue miembro de la primera generacin de becarios del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. En 1999 fue distinguido con el premio Faculty Research que otorga el gobierno de Canad a travs del Internatonal Councl for Canadian Studies y en el ao 2003 fue distinguido con el premio Universidad Nacional para jvenes Acadmicos.

E L NACIONALISMO MEXICANO EN LOS `I'IEMPC)S DE LA GLOBALIZACIN Y EL MULTICULTURALISMO

IISINSTITUTO DE INVESTIGACIONES SOCIALES

E L NACIONALISMO MEXICANO EN LOS TIEMPOS DE LA GLOBALIZACIN Y EL MULTICULTURALISMOFernando Vizcano Guerra

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICO

Mxico, 2004

Diseo de portada: Cynthia " Higos Suzn Ilustracin de portada: Ana Azpeitia, Reconstrucciones, Acrlico sobre lienzo 130 x 130 cm, 2000. Visite la pgina

EL NACIONALISMO MEXICANO E N LOS TIEMPOS D E LA GLOISALIZACIN Y EL MUL'IICULTUILIL[SMO

Derechos exclusivos de edicin reservados para todos los pases de habla hispana. Prohibida la reproduccin parcial o total por cualquier medio sin autorizacin escrita de los editores. Coordinacin editorial: SERGIO R E Y E S Cuidado de la edicin: LILI Bui NILESCORIA

Primera edicin: 2004 D. R. 2004. UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICOINSTITUTO DE I N V E S T I G A C I O N E S SOCIALES

Circuito Mario de la Cueva s. n. Ciudad Universitaria, Mxico, D. E, C. P. 04510 www.unam.mx/iisunam ISBN: 970-32-2132-7 Impreso y hecho en Mxico

Indice

Introduccin ..................................................................................................................7 1. De la literatura del nacionalismo mexicano .................................................17 II. Naturaleza del nacionalismo ............................................................................35 III. Estado multinacional, globalizacin y nacionalismo .................................65 IV Nacionalismo y apertura econmica ............................................................ 103 V. Doce referentes en la historia actual .......................................................... 125 VI. La persistencia del nacionalismo en la democracia ................................ 155 Conclusiones ............................................................................................................. 167 Bibliografa ................................................................................................................ 175 ndice analtico ......................................................................................................... 187

Introduccin

n este libro me ocupo del nacionalismo de Estado y no de los nacionalismos de las minoras culturales constituidos, muchas veces, en movimientos contra el gobierno central y, por tanto, contra el nacionalismo de Estado. Este enfoque no indica que los nacionalismos no estatales carezcan de importancia; por el contrario, los reconoce en la poltica cultural y lingstica de Catalua; en la lucha por la autonoma de Gales, Irlanda del Norte y Escocia; en Chechenia o Kosovo; en Taiwn, Quebec, Mosquitia y, en general, en los pueblos indios de las Amricas. En los ltimos aos, estos nacionalismos se han desarrollado con la ola universal en favor de las minoras, la prdida de capacidades de los gobiernos centrales, el debilitamiento de su soberana y el desdibujamiento de la frontera entre lo propio y lo ajeno, lo nativo y lo universal.1 Es cierto, adems, que en las ciencias sociales se ha perdido el inters acadmico en el nacionalismo histrico y, en cambio, lo ha ganado este nacionalismo relacionado con asuntos de la etnicidad y los movimientos por la autonoma o la secesin.21 Con la globalidad, el mbito internacional ha dejado de ser lo extranjero por contraste con lo nativo y la soberana no es ya el horizonte posible de la defensa de la identidad de los grupos sociales que formaron y dieron contenido a las sociedades modernas. [...] Las contradicciones en las que la sociedad moderna se movi entre lo interno y lo externo, entre lo propio y lo ajeno, se disolvieron en los contenidos de la globalidad y no se excluyen ms; conviven con tensin y muestran el desarrollo paradjico y abierto del mundo contemporneo (Pozas, 1999: 150-151). 2 El congreso Nacionalismo, identidad y derechos de las minoras, uno de los ltimos encuentros acadmicos internacionales importantes sobre el tema, organizado por la Universidad de Bristol y realizado en esta ciudad en septiembre de 1999, reflej la agenda reciente de investigacin y el peso que la comunidad acadmica internacional est dando al nacionalismo de las minoras. De 210 ponencias que se presentaron, 50% se orient hacia los nacionalismos tnicos y las identidades locales de casos especficos; 40% a asuntos tericos sobre el multiculturalismo, la ciudadana diferenciada y la tolerancia, y 10% a temas como los nacionalismos cvicos y de Estado, por ejemplo, el nuevo nacionalismo

E

vizintro-ndd.indd 7

18/09/2006 01:58:30 p.m.

FERNANDO VIZCANO

No sigo, entonces, el camino hoy ms transitado, en boga, sino la historia reciente del nacionalismo de Estado, que en Mxico amaneci en la Independencia y en la derrota de 1848 con Estados Unidos, para luego ver su largo da con la Reforma, la Revolucin y el cardenismo hasta el punto, ya poco sostenible, que en 1982 hizo decir a Lpez Portillo que iba a defender el peso como un perro, al tiempo que gritaba mueras contra los desnacionalizados.3de la reconciliacin en Sudfrica, indispensable ante la persistencia del Afrikaner nationalism y el Black nationalism, y las campaas simblicas en Alemania contra el racismo. Una expresin de este panorama fueron las referencias frecuentes a Will Kymlicka y Michael Walzer; los viejos autores de la nacin Estado y del nacionalismo de Estado como Gellner y Hobsbawm, han perdido inters relativo en la agenda de discusin. Tres autores me parecen fundamentales para entender los etnonacionalismos y los derechos de las minoras culturales: Anthony Smith (1983, 1995), Charles Taylor (1993) y Will Kymlicka (1995, 1999). Sin embargo, es inmensa la bibliografa terica e histrica reciente sobre el tema. 3 En febrero de 1982, el presidente Lpez Portillo habl de defender como perro el peso mexicano y, el primero de septiembre, en su ltimo informe de gobierno, decret la nacionalizacin de la Banca como parte de esa defensa. Las ideas con las que sustent su decisin constituyeron un discurso que representaba la restauracin fallida del nacionalismo surgido de la Revolucin mexicana: Con valor y coraje a veces; otras con vacilacin, cobarda o hasta traicin; con avances y retrocesos, desde el fondo de nuestra historia; con los desgarres y tentaciones de nuestra geografa y su vecindad; con nuestras fuerzas paradigmticas y contradictorias, estamos aprendiendo a ser mexicanos: desde las dudas intelectuales del trgico Moctezuma y su fatalismo, compartido por la generosa apertura a lo otro que se entraa en la Malinche; con la osada concepcin viril de la vida, como gozosa aventura, de Corts; con la sacrificada dignidad juvenil del rescate de lo propio que nos entrega Cuauhtmoc, todo, todo ello, en cada circunstancia, nos va haciendo mexicanos. Y porque lo somos y constituimos una Nacin, con plena conciencia, en mi Gobierno he querido darle plena funcin al nacionalismo. Porque nuestra sociedad civil est significada en el mbito de una Nacin que se organiza polticamente como Estado, constituido por la revolucin de un pueblo. [...] Puedo afirmar que en unos cuantos, recientes aos, ha sido un grupo de mexicanos, aconsejado y apoyado por los bancos privados, el que ha sacado ms dinero del pas, que los imperios que nos han explotado desde el principio de nuestra historia. [...] Tenemos que organizarnos para salvar nuestra estructura productiva y proporcionarle los recursos financieros para seguir adelante; tenemos que detener la injusticia del proceso perverso fuga de capitales devaluacin inflacin que daa a todos, especialmente al trabajador; al empleo y a las empresas que lo generan. stas son nuestras prioridades crticas. Para responder a ellas he expedido en consecuencia dos decretos: uno que nacionaliza los bancos privados del pas y otro que establece el control generalizado de cambios. Es ahora8

vizintro-ndd.indd 8

18/09/2006 01:58:35 p.m.

INTRODUCCIN

Varias razones justifican mi eleccin. El Estado, no obstante su mutacin, es todava el sillar del orden mundial y, por tanto, el nacionalismo, persistir como una fuerza para conservar la unidad y defender lo que quede de la soberana. Por otra parte, el nacionalismo como recurso de las minoras busca, al final, la forma del Estado. Las minoras nacionales luchan contra el Estado porque persiguen, precisamente, construir una forma autnoma de gobierno y, de ser posible, constituirse en Estado. De manera que hablamos del mismo fenmeno pero en diversas fases: desde el nacionalismo de los grupos que aspiran a constituirse en Estados, hasta el nacionalismo de los Estados consolidados. Esta idea supone que toda comunidad o nacin aspira, en el corto o en el largo plazo, implcita o explcitamente, a constituirse en Estado o en alguna forma preestatal de gobierno; implica, tambin, que el Estado tiene como una de sus funciones el nacionalismo, porque necesita favorecer la solidaridad, la unidad y los smbolos de la identidad compartida entre los miembros de la comunidad poltica. El nacionalismo busca la forma del Estado y ste, a su vez, la del nacionalismo. Hay que agregar otra razn no menos importante: en muchos pases, quiz a causa de la tradicin autoritaria y centralista, o por la pobreza de la provincia y de las minoras, el nacionalismo casi siempre fue un instrumento exclusivo del Estado. En Mxico no ha dejado de serlo, aunque se ha desfigurado, como habr de mostrar; tampoco ha surgido en el pas algn tipo de nacionalismo tnico o regional que amenace la integridad del Estado. Sociolgica o polticamente, la referencia al nacionalismo implica al gobierno central. En cambio, en Espaa o en Canad, por ejemplo, el nacionalismo se asocia menos al gobierno central y ms a los movimientos autonomistas de regiones como Quebec, el Pas Vasco o Catalua. Pero el hecho de que impere el nacionalismo de las minoras nacionales y, as, uno nunca. Ya nos saquearon. Mxico no se ha acabado. No nos volvern a saquear. [...] Las decisiones tomadas son expresin vital de nuestra revolucin y su voluntad de cambio. Las circunstancias externas e internas, llevan una vez ms al Estado a sacar de la cantera de la Constitucin, inspiracin y fuerza para progresar por el camino de la revolucin nacional. El Estado mexicano nunca ha expropiado por expropiar, sino por utilidad pblica [...] A los desnacionalizados dmosles un mes, septiembre, el mes de la patria, para que mediten y resuelvan sobre sus lealtades (Jos Lpez Portillo, Mensaje con motivo del Sexto Informe de Gobierno, Diario de los Debates de la Cmara de Diputados, 1 de septiembre de 1982).9

vizintro-ndd.indd 9

18/09/2006 01:58:35 p.m.

INTRODUCCIN

enfoque acadmico que d cuenta de ello, no es suficiente motivo para suponer que el nacionalismo de Estado del Estado Espaol o de la Federacin Canadiense, ha dejado de ser significativo para la conservacin de la unidad poltica y la cultural. Por el contrario, este nacionalismo parece necesario cuando hay que organizar la diversidad, aprender a vivir en la pluralidad y conservar alguna forma de identidad compartida.4 Por ello, si imaginramos para Mxico un escenario futuro con un nacionalismo regional significativo, por ejemplo en Yucatn,5 o un movimiento indgena que enarbolara alguna forma de nacin, persistira an as alguna modalidad del nacionalismo de Estado; de manera que no estamos ante la desaparicin de ste. Ms bien ante su transformacin, lo cual ha creado problemas nuevos que convocan nuestro inters: cmo explicarlo en una poca en que frente a la unidad crece la diversidad; frente al centralismo, la democracia y el federalismo; frente a la soberana, la vinculacin con el mundo?

La insistencia en no olvidar el nacionalismo de Estado en los pases donde predominan los nacionalismos regionales, la debo a Isidro Seplveda, quien se ha ocupado de la paradoja del nacionalismo espaol: siendo el menos estudiado, es el que de modo ms destacado ha determinado la evolucin de la idea comunitaria del Estado (Seplveda, 1998) 5 Pienso que la cuestin de Yucatn ser uno de los grandes temas de Mxico en el siglo XXI. El singular diccionario de naciones sin Estado de Minaham (1996), que examina 200 culturas que han buscado el reconocimiento internacional de su independencia y se identifican a s mismas como una nacin aparte, incluye a Yucatn. Aunque los criterios siempre son imprecisos, el autor, como una parte de los yucatecos, piensa en Yucatn como una comunidad que aspira a una mayor autonoma. En los ltimos aos se ha hablado mucho de la autodeterminacin de los indios, por el asunto de Chiapas. Pero muchos habamos olvidado a Yucatn: durante largo tiempo, los lderes yucatecos consideraron que sa era una regin aparte de Mxico. Aunque en 1843 las tropas federales acabaron con un movimiento de secesin, las tensiones persistieron a lo largo del siglo XIX y hasta la Revolucin de 1910. Tanto las guerras de castas como las luchas entre las cpulas provinciales y el centro de Mxico dieron lugar en Yucatn a una historia en la que la inestabilidad y la voluntad natural secesionista tanto de indios como de mestizos y criollos nunca se atenu hasta el primer tercio del siglo XX. En 1916, Carrillo Puerto llam a Yucatn Repblica Socialista, y en 1924 un movimiento de mayas y mestizos volvi a declarar la independencia y estableci la maya como el idioma oficial. En respuesta, el gobierno federal envi tropas y recre el territorio de Quintana Roo; la separacin de Campeche no haba sido suficiente para fragmentar la regin. Luego se construyeron mltiples vas de comunicacin y muchas escuelas, con lo cual pareci10

4

vizintro-ndd.indd 10

18/09/2006 01:58:35 p.m.

FERNANDO VIZCANO

Hay que reconocer sin embargo que, tanto o ms importante que la difusin de los derechos de las minoras, los estudios acadmicos acerca de stos y el etnonacionalismo son resultado de un cambio de concepcin fundamental. Hasta hace algunos aos, predomin la idea de que la condicin esencial del nacionalismo era el Estado. Gellner (1983) y Hobsbawm (1991), entre otros, difundieron esta tesis. Hablar de nacionalismo implicaba decir nacionalismo de Estado. A partir de finales de los aos setenta, en cambio, comenz a ganar importancia la tesis segn la cual la condicin fundamental del nacionalismo era la nacin, no el Estado (Smith, 1983). Tal concepcin transform la teora y se acept la existencia de innumerables movimientos etnonacionalistas. All donde hay una nacin, entendida sta como pueblo o cultura, puede haber un nacionalismo, lo cual implica, a su vez, que Europa ha dejado de ser el eje histrico del devenir del fenmeno. Visto as, mi problema es explicar el nacionalismo una vez constituido en recurso del Estado; empero, acepto que la condicin bsica del nacionalismo no es el Estado sino la nacin. Tres problemas recorren el estudio. El primero deviene de mi inters en la historia reciente del tema: cmo estudiar el nacionalismo en la poca actual, digamos desde el principio de los aos setenta del siglo pasado hasta nuestros das. Cuando comenc esta investigacin haba establecido como punto de partida la cada del muro de Berln y la desintegracin de la Unin Sovitica, que favoreci el resurgimiento de la etnicidad y el reconocimiento como Estados independientes de las naciones otrora integradas a la URSS. Las transformaciones en el mundo coincidan en Mxico con el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, una etapa fundacional si consideramos, al menos, la modificacin del artculo IV de la Constitucin, que reconoci el carcter politnico del pas; el establecimiento de la Comisin Nacional de los Derechos Humanos; la observacin internacional en las elecciones; el control de stas por la ciudadana, y el establecimiento del Tratado de Libre Comercio de Amrica del Norte. Multiculturalismo, democracia y globalidadlograrse definitivamente su integracin al pacto federal. se fue otro de los grandes proyectos nacionalistas de Lzaro Crdenas: aun as, creo que el asunto no est del todo resuelto, como fue evidente en la crisis poltica del ao 2001, cuando el Congreso local desacat las decisiones de las instituciones federales.11

vizintro-ndd.indd 11

18/09/2006 01:58:35 p.m.

INTRODUCCIN

se condensaban en la historia de esos aos, y estos tres factores, como explicar, estn relacionados con los cambios del nacionalismo. Estaba claro, sin embargo, que ninguno de esos procesos se habra iniciado a finales de los aos ochenta. Al retroceder en el tiempo encontr, por ejemplo, que el nmero de convenios internacionales firmados por Mxico crecieron significativamente a partir de mediados de los aos setenta, de manera que la integracin internacional de los noventa es una ratificacin de una tendencia iniciada dos dcadas atrs. Fue, por ejemplo, en 1974, cuando el secretario de Hacienda, Lpez Portillo, comenz las negociaciones para el ingreso de Mxico a la Organizacin Mundial del Comercio, entonces GATT (General Agreement on Trade and Tariffs). El avance de la democracia tambin tiene un punto fundamental en Mxico en la reforma de 1977. Coincido, incluso, en que la democratizacin de Mxico es parte de la ola mundial iniciada en Portugal y Espaa a mediados de esa dcada, como sugiri Huntington.6 Y del resurgimiento del etnonacionalismo y el Estado multinacional habra mucho que agregar si al menos recorremos la historia de los derechos de las minoras desde la segunda guerra mundial. Uno de los hechos ms significativos en Amrica Latina y, digamos de paso, fundacional para el resurgimiento de la etnicidad a nivel mundial fue el resurgimiento en Nicaragua del movimiento tnico, en medio de la guerra fra de los aos setenta, cuando la desarticulacin del gobierno central y el avance del sandinismo dio paso a la reconstitucin de Mosquitia y al reconocimiento de su autonoma. Estos hechos, entonces, me llevaron a pensar en un tiempo ms largo. Con la ventaja, adems, de que la amplitud de la poca me ha permitido explicarHuntington explic con la metfora de la tercera ola la transicin, a partir de mediados de los aos setenta, de unos 30 pases, incluyendo a Mxico, de un sistema poltico no democrtico a uno que s lo es. Si bien la metfora conduce a aspectos especficos que metodolgicamente no tienen respuesta por lo que hay una cierta arbitrariedad y el uso del sentido comn para delimitar el inicio de la ola, de los pases que pueden o no incluirse en sta y de los grados de democratizacin de cada uno, lo importante es advertir el desarrollo poltico global. La democratizacin de los regmenes autoritarios es producto, segn parece, de profundos problemas de legitimacin, crecimiento econmico mundial, sorprendentes cambios en la doctrina y en las actividades de la iglesia catlica, cambios en las polticas de los actores externos (Unin Europea, Estados Unidos, URSS) y el efecto de demostracin apoyado por los medios masivos de comunicacin (Huntington, 1991).126

vizintro-ndd.indd 12

18/09/2006 01:58:36 p.m.

FERNANDO VIZCANO

los cambios del nacionalismo en consideracin de la presencia creciente de la multiculturalidad, la democracia y la globalidad. El segundo problema que surge aqu es: cmo explicar el cambio? Y el tercero deviene de la especificidad de Mxico: cmo ha cambiado el nacionalismo mexicano en la historia reciente? Estos tres problemas se examinan a lo largo de las siguientes pginas. Unas veces el nacionalismo mexicano sirve para ilustrar la teora y, otras, para construir ideas con algn grado de abstraccin. En cualquier caso, he pensado en la exposicin como un vaivn entre elucidaciones generales y ejemplos histricos, entre los cuales el ms destacado es el de Mxico. No existe, en realidad, un factor que por s mismo explique el nacionalismo en Mxico o en cualquier parte del mundo: ni el debilitamiento del Estado; ni el avance de la democracia, que en una de sus vertientes liberales reconoce la diversidad (Kymlicka, 1995; Taylor, 1997); ni el redescubrimiento de las razas o las lenguas, que estn en el origen de las nacionalidades; ni las utopas intelectuales, muchas veces modas efmeras; ni el cauce de la globalidad, cuya fuerza ha desbordado los viejos crculos del Estado soberano. No hay historia unilateral, escribi Braudel (1969); tampoco hay historia homognea ni lineal. La pregunta, empero, es si aun reconociendo que estamos frente a un fenmeno multivariable podemos encontrar un factor dominante que ayude a ordenar los problemas en el tiempo y segn una relacin significativa. Parto de que existe una relacin entre nacionalismo y esos tres factores que definen el mundo actual: globalidad, democracia y multiculturalidad. Mi argumento es que en la medida en que estos tres factores avanzan, el nacionalismo de Estado pierde peso en la vida poltica y, a su vez, transforma muchos de sus contenidos. El argumento puede comenzar a desarrollarse si volvemos a los tres problemas. Con respecto al primero cmo estudiar hoy el nacionalismo, sostengo que hay que hacerlo en referencia al Estado multinacional y global y no como algunos autores insisten, en relacin con el Estado-nacin, homogneo y soberano, como si todava fuese una entidad cerrada o un cuerpo que se mueve al unsono. Los argumentos con respecto a los otros dos problemas cmo explicar el cambio y cmo ha sido ste en Mxico estn implcitos aqu. Las transformaciones del nacionalismo en buena medida se deben a la13

vizintro-ndd.indd 13

18/09/2006 01:58:36 p.m.

INTRODUCCIN

creciente y extensa vinculacin de los pases por la cultura y el derecho, la tecnologa y la economa y, tambin, a la creciente democratizacin y reconocimiento de las minoras. El nacionalismo de Estado, especficamente en Mxico, ha perdido muchos referentes de la sociedad cerrada, autocontenida y homognea; en cambio, ha desarrollado otros que ataen a la diversidad, la vocacin internacional y la democracia. Esto no implica la eliminacin total de los viejos referentes, como si en tres dcadas hubiesen desaparecido los elementos materiales o simblicos proteccionistas de lo mexicano y de la desconfianza hacia las potencias internacionales. Estamos ante procesos que se contradicen y, a su vez, se complementan. El decreciente peso del nacionalismo y la negacin o reiteracin de sus contenidos se explica entonces por la creciente dinmica que vincula al pas con la modernizacin (globalidad, democracia, diversidad) y por el debilitamiento de la tradicin (encerramiento, corporativismo, uniformidad). Estos argumentos se desarrollan a lo largo del libro. A manera de prembulo, en el primer captulo presento un panorama general de la literatura del nacionalismo escrita en Mxico o sobre el nacionalismo mexicano. En el segundo, planteo lo que desde mi punto de vista es la naturaleza del nacionalismo, su relacin con el Estado y la nacin y su funcin en la sociedad. En el tercero analizo el nacionalismo como un fenmeno concebido en relacin con el Estado global y multicultural y cmo ste enfoque permite entender el cambio; especficamente, el cambio del nacionalismo mexicano. El cuarto captulo abunda en torno a la relacin entre la apertura econmica y las transformaciones del nacionalismo mexicano desde los aos setenta. Un anlisis emprico de estas mutaciones aparece en el quinto captulo; en particular, es notable el creciente uso de las referencias a la democracia como una forma de accin nacionalista. Ofrezco una interpretacin de por qu el nacionalismo es necesario en la democracia, en la globalidad y el multiculturalismo, en el sexto captulo. Finalmente, en la conclusin amn de una recapitulacin enuncio nuevos problemas o problemas no resueltos. Es sabido que son muchas las personas que me han apoyado. Slo quiero insistir en mi agradecimiento a Ricardo Pozas quien, tanto o ms que ayudarme a pensar y repensar, ha sido como un mapa para orientar mis ideas; a Diana Beln, Alicia de Mara y Martha Fabiola Torres, cuyos dilogos me14

vizintro-ndd.indd 14

18/09/2006 01:58:36 p.m.

FERNANDO VIZCANO

han obligado a imaginar explicaciones y nuevas interrogantes aun contra mis propios dogmas; y a Carina Fernanda, por sus imgenes enciclopdicas que han enriquecido las palabras y las cosas. El ambiente acadmico, las tensiones intelectuales, las ideas en movimiento en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM no han sido menos importantes. Igualmente, me he beneficiado del Consejo Nacional para la Ciencia y la Tecnologa y del Ministerio de Relaciones Exteriores del gobierno de Canad.

15

vizintro-ndd.indd 15

18/09/2006 01:58:36 p.m.

I. De la literatura del nacionalismo mexicano

l nacionalismo mexicano ha atrado la atencin de autores de diverso estilo y pensamiento. Lo han estudiado y, hay que decirlo tambin, lo han recreado. Roger Bartra supone que la literatura nacionalista y de lo mexicano, que en su consideracin inicia a finales de los aos veinte con Los Contemporneos y que abarca hasta Posdata (1970), el libro de Paz, es una entelequia artificial: existe principalmente en los libros y discursos que lo describen o exaltan, y all es posible encontrar las huellas de su origen: una voluntad de poder nacionalista ligada a la unificacin e institucionalizacin del Estado capitalista moderno (Bartra, 1987: 17). Es cierto que el nacionalismo se ha beneficiado de la contribucin de generaciones de intelectuales. Empero, hay aqu dos problemas que al menos se deberan discutir. Primero, la condicin fundamental del nacionalismo es la nacin, no el Estado. Existen mltiples nacionalismos sin Estado o que luchan contra el Estado. Esto lo han explicado, entre otros, Smith (1983, 1995) y Ommen (1997); yo lo trato en los captulos tres y cuatro. De esa condicin fundamental se deduce, adems, que el nacionalismo no se puede explicar slo como resultado del capitalismo. El segundo problema radica en los libros y discursos como fuente principal del nacionalismo; la tesis de Bartra, que de algn modo haba adelantado Bjar (1968), merece ser matizada. No todo ha sido una entelequia, puesto que muchos de los libros y discursos recogen de la sociedad elementos de identidad surgidos histrica o naturalmente; elementos que existen independientemente de la literatura, algunos tan esenciales como amar el lugar de nacimiento o desconfiar del extranjero. Por otra parte, no toda entelequia pas a formar parte del nacionalismo: no bastan las ideas de un autor para crear un fenmeno que envuelve a las instituciones y a gran parte de la poblacin. Para que ello ocurra se requiere que las lites polticas lo incorporen sistemticamente a su discurso y prctica simblica.

E

FERNANDO VIZCANO

Por otra parte, sera insostenible decir que los intelectuales han servido simplemente para reproducir la ideologa nacionalista. A lo largo de la historia encontramos ejemplos de escritores crticos del nacionalismo, y especialmente del nacionalismo de Estado. Se trata de una paradoja: al tiempo que contribuyen a crear y recrear los elementos de identidad, critican los usos nacionalistas que los lderes polticos hacen de esos elementos. De este doble juego fue ilustrativo Octavio Paz, quien con una obra como El laberinto de la soledad (1950), convertido en libro de texto en las escuelas pblicas de educacin media y superior, contribuy a recrear los elementos de identidad. Sus obras y su fama, a su vez, le sirvieron para condenar la centralidad y la ideologa nacionalista del Estado.1 Pero casos como el de Paz no niegan que la literatura histrica y de creacin, la sociologa o la arqueologa, hayan contribuido de algn modo con el desarrollo del nacionalismo. Desde finales del siglo XVIII, temas como la raza, el indio, el territorio, la guerra, la virgen de Guadalupe, en los que el mayor ejemplo es el Discurso guadalupano de Mier de 1794, han constituido un objeto de reflexin asiduo, y a su vez un motivo de exaltacin nacionalista. La historia verdadera de Mier sobre Guadalupe recrea algunos elementos (reales o aparentes) de la identidad novohispana; el Cuadro histrico de Carlos Mara de Bustamante (1844), el santoral de los hroes de la Independencia; la narrativa de Ignacio Altamirano, los paisajes y las costumbres populares; las descripciones arqueolgicas de Manuel Gamio (1916, 1966, 1972), la restauracin de los smbolos patrios. La realidad o la realidad constituida en smbolo no es slo el objeto de investigacin sino de la exaltacin nacionalista. Por ello, hoy, al mirar al pasado, uno puede encontrar en Gamio, Altamirano, Bustamante o Mier al arquelogo, al creador, al historiador o al cura y, a su vez, al nacionalista. El intelectual es aqu, a un tiempo, un profesional con una metodologa especfica y un actor del nacionalismo. La dualidad de investigacin y exaltacin del nacionalismo se condens durante y despus del proceso armado de la Revolucin mexicana y penetr en casi todas las reas de las ciencias sociales. Algunas de las personalidades ms representativas fueron Jess Silva Herzog, Lombardo Toledano, Molina Enrquez, Antonio Caso, Gmez Morn, Gamio y Jos Vasconcelos.En otro libro (Vizcano, 1993) he intentado descifrar el pensamiento poltico de Octavio Paz.181

DE LA LITERATURA DEL NACIONALISMO MEXICANO

Muchas de sus obras, en correspondencia con el nacionalismo en el teatro y en el cine, en la msica y en la danza, en la pintura y en la creacin literaria tenan un propsito tico explcito: exaltar los elementos de la nacionalidad y descubrirlos, construirlos o inventarlos: forjar la patria, como propuso, en 1916, Manuel Gamio:Y esa pugna que por crear patria y nacionalidad se ha sostenido por ms de un siglo, constituye en el fondo la explicacin capital de nuestras contiendas civiles. Toca hoy a los revolucionarios de Mxico empuar el mazo y ceir el mandil del forjador para hacer que surja del yunque milagroso la nueva patria hecha de hierro y de bronce confundidos. Ah est el hierro... Ah est el bronce... Batid hermanos! (Gamio, 1916: 9).

El escritor se converta en actor de la accin nacionalista principalmente a causa de su participacin en las nuevas instituciones surgidas de la Revolucin. Vasconcelos fraguaba su obra literaria y, a un tiempo, la obra educativa de la Revolucin y la misin de la raza de bronce, sntesis y exaltacin de Iberoamrica y agravio de otros pueblos:Reconocemos que no es justo que pueblos como el chino, que bajo el santo consejo de la moral confuciana se multiplican como los ratones, vengan a degradar la condicin humana, justamente en los instantes en que comenzamos a comprender que la inteligencia sirve para refrenar y regular bajos instintos zoolgicos, contrarios a un concepto verdaderamente religioso de la vida. Si los rechazamos es porque el hombre, a medida que progresa, se multiplica menos y siente el horror del nmero, por lo mismo que ha llegado a estimar la calidad. En los Estados Unidos rechazan a los asiticos, por el mismo temor del desbordamiento fsico propio de las especies superiores [...] El amurallamiento tnico de los del Norte frente a la simpata mucho ms fcil de los del Sur, tal es el dato ms importante y a la vez el ms favorable para nosotros, si se reflexiona, aunque sea superficialmente, en el porvenir. Pues se ver en seguida que somos nosotros de maana, en tanto que ellos van siendo de ayer. Acabarn de formar los yanquis el ltimo gran imperio de una sola raza: el imperio final del podero blanco. Entre tanto, nosotros seguiremos padeciendo en el vasto caos de una estirpe en formacin, contagiados de la levadura de todos los tipos, pero seguros del avatar de una estirpe mejor. En19

FERNANDO VIZCANO

la Amrica espaola ya no repetir la Naturaleza uno de sus ensayos parciales, ya no ser la raza de un solo color, de rasgos particulares, la que en esta vez salga de la olvidada Atlntida; no ser la futura ni una quinta ni una sexta raza, destinada a prevalecer sobre sus antecesoras; lo que de all va a salir es la raza definitiva, la raza sntesis o raza integral, hecha con el genio y con la sangre de todos los pueblos y, por lo mismo, ms capaz de verdadera fraternidad y de visin realmente universal (Vasconcelos, 1925: 104-105).

En estas lneas de la Raza csmica, Vasconcelos pintaba, como en un gran mural de la Revolucin, el triunfo definitivo sobre los yanquis. Su obra tuvo un alcance masivo no slo por su carcter artstico sino, principalmente porque se beneficiaba de las instituciones en cuya creacin el autor haba participado: Vasconcelos no slo estuvo al frente de la Escuela Nacional Preparatoria o la Secretara de Educacin, tambin le puso el lema a la Universidad Nacional: Por mi raza hablar el espritu. En correspondencia, Silva Herzog particip en la creacin de otras instituciones de carcter diverso y, entre stas, la expropiacin del petrleo le pareca especialmente importante puesto que significaba el principio de nuestra libertad econmica. En enero de 1940, siendo gerente general de la distribuidora de Petrleos Mexicanos (Pemex), abander en Tampico el buque Cerro Azul el primero comprado por Pemex con estas palabras que tean el tono general de sus discursos de entonces:Y aqu estamos ahora en la cubierta de este barco, estamos en actitud de lucha; aqu estamos para contestar con hechos objetivos a las noticias calumniosas que hacen publicar en ciertos peridicos los descastados de adentro y los mercaderes de afuera, mercaderes sin patria y sin ideal (tomado de Silva Herzog, 1981: 91).

stos eran los sabios de la Revolucin: caudillos intelectuales, fundadores de instituciones y nacionalistas. Su nacionalismo era, a su vez, una edificacin de ellos mismos. Las instituciones que fundaban eran tambin las instituciones de las cuales dependan para escribir y para publicar. Es cierto que sus obras contribuyeron al conocimiento, pero tambin es cierto que eran la expresin de su protagonismo en la obra social y nacionalista.20

DE LA LITERATURA DEL NACIONALISMO MEXICANO

Hermanada al nacionalismo revolucionario, la literatura de lo mexicano, cuyo propsito era descifrar el carcter del mexicano y las caractersticas de la identidad de Mxico desde la Filosofa, la Psicologa, la Sociologa y la Historia, tuvo como referente fundacional a Samuel Ramos y, en particular, El perfil del hombre y la cultura en Mxico (1934). A partir de entonces, estos estudios aumentaron, y hacia principios de los aos cuarenta, con la llegada de intelectuales espaoles, especialmente Jos Gaos, y la conformacin del Grupo Iperion y la revista Cuadernos Americanos, el tema adquiri auge hasta alcanzar su medioda con El laberinto de la soledad de Octavio Paz, en 1950. Luego aparecieron muchos otros libros sobre el tema: Anlisis del ser del mexicano de Emilio Uranga (1952); La estructura social y cultural de Mxico de Jos Iturriaga (1951); La X en la frente de Alfonso Reyes (1952); El amor y la amistad en el mexicano de Salvador Reyes Nevares (1952); Cornucopia de Mxico de Jos Moreno Villa (1952); El guadalupanismo mexicano de Francisco de la Maza (1953); La filosofa de lo mexicano de Abelardo Villegas (1960); Conciencia y posibilidad del mexicano de Leopoldo Zea (1952); Fenomenologa del relajo de Jorge Portilla (1966); El mexicano. Psicologa de sus motivaciones, de Santiago Ramrez (1959); El estereotipo del mexicano de Mara Luisa Rodrguez Sala (1965) y El mito del mexicano y El mexicano. Aspectos culturales y psicosociales de Ral Bejar (1968 y 1969, respectivamente). Aunque muy diversas entre s, estas obras se diferenciaron de la literatura nacionalista de la Revolucin en que generalmente fueron menos ideolgicas y ms interpretativas. Claro est que en todos esos aos hubo muchas variantes y estilos. Algunos autores continuaron la dualidad de los intelectuales nacionalistas de la Revolucin: explicar y exaltar, proponindose explcitamente recrear el mito de la identidad comn; de esta forma, el estudio de lo mexicano era la recreacin de lo mexicano. Otros, en cambio, se ocuparon de la cultura en Mxico sin nacionalismo, o incluso contra el nacionalismo revolucionario. En este caso, algunos autores haban recogido la tradicin liberal. Tambin eran fundadores de instituciones y escriban acerca de la vida social y poltica en Mxico, pero sus intereses eran distintos. A diferencia de los intelectuales nacionalistas, la preocupacin fundamental de estos liberales no era la independencia nacional sino la democracia y el desarrollo econmico. Los casos que me parecen ms destacables son los de Jorge Cuesta, Daniel Coso Villegas y Octavio Paz. Su ideas eran, adems, una denuncia21

FERNANDO VIZCANO

de los excesos de los nacionalistas y de la literatura y el arte al servicio de la poltica; una censura del Estado y una posicin frente a los intelectuales de izquierda. Entre 1940 y 1950 escribi Octavio Paz vivimos en un mundo cerrado. Ahogados por los dogmas ideolgicos y por un nacionalismo siempre a la defensiva. Llegamos, inclusive, a ignorar a los otros americanos de habla espaola y portuguesa (Paz, 1966: 9). Fue hacia las dcadas de 1960 y 1970 cuando la ciencia social adquiri mayor distancia histrica e ideolgica de la Revolucin. Los acadmicos se acogieron a las universidades, aument su autonoma frente al gobierno y, al distanciarse del creador literario y del poltico profesional, la investigacin en torno al nacionalismo se volvi ms sistemtica y cada vez menos emocional y menos comprometida con la vida poltica. Adems, el vinculo con universidades de Estados Unidos y Europa se acrecent sin la mediacin del Estado. En Mxico y otros pases aparecieron diversas obras acerca del tema, como Education and National Integration de Josefina Zoraida Vzquez (1967), The Dynamic of Mexican Nationalism de Frederick Turner (1968) y Los orgenes del nacionalismo mexicano de David Brading (1973). Aunque muy diversos entre s por su enfoque y metodologa, estos libros constituyeron una nueva etapa de la literatura del nacionalismo mexicano: no eran nacionalistas ni pensados como una condena del nacionalismo, al menos no explcitamente. Su caracterstica si alguna tuvieron en comn no era tomar partido sino explicar el fenmeno nacionalista como una necesidad del Estado contemporneo en el proceso de construccin de la soberana y de la unificacin cultural e institucional. No se puede establecer una frontera definida entre los autores nacionalistas y de lo mexicano con los autores de esta nueva etapa de investigacin ni en el tiempo ni en la temtica. Adems, aun en la poca actual, muchos acadmicos, especialmente cuando se ocupan del nacionalismo reciente, han conservado la tradicional posicin de la izquierda nacionalista o del escritor fundacional de las dcadas de 1930 y 1940: el recelo de Estados Unidos y la defensa de la soberana y de las grandes empresas del Estado. Empero, algunas diferencias son notables. Mientras los autores de lo mexicano se preguntaban qu es Mxico y qu lo mexicano, la interrogante de los nuevos estudios se ha sustentado en el anlisis de la construccin de una identidad comn, real o imaginaria. Si aqullos buscaban respuestas en la psicologa y22

DE LA LITERATURA DEL NACIONALISMO MEXICANO

la filosofa, stos lo han hecho en la naturaleza del Estado y en los procesos polticos, sociales e institucionales. La literatura reciente se ha desarrollado dentro de la Historia tanto o ms que en la Sociologa y la Ciencia Poltica. Se ha abundado en los momentos cruciales, especialmente en las guerras civiles o contra alguna potencia extranjera: la Independencia, la guerra de 1847 con Estados Unidos, el triunfo de la Repblica sobre el Imperio, la Revolucin, las expropiaciones del petrleo, los ferrocarriles o la industria elctrica. Prez Montfort (1994, 1999), por ejemplo, se ha ocupado sistemticamente en los ltimos aos tanto del nacionalismo del Porfiriato como del posterior a la Revolucin. Pero el fenmeno no slo se ha visto con ojos histricos sino, tambin, de acuerdo con un ordenamiento temtico que ha abarcado asuntos tan diversos como la identidad nacional y el nacionalismo en la educacin y, en particular, especialmente en los libros de texto, en el sindicalismo, en las artes: el cine, el teatro, la msica y la danza. Lomnitz ha enfocado una perspectiva tanto antropolgica (1995) como terica (1999) del tema. Especial atencin ha merecido el nacionalismo en el indigenismo y la etnicidad. Natividad Gutirrez Chong, por ejemplo, public Nationalist Myths and Ethnic Identities (Gutirrez, 1999). El enfoque del tema, la perspectiva indgena, ya revela el cambio de inters de los estudios, abocados ms hacia la etnicidad y la identidad de las minoras culturales y regionales. En cuanto a las perspectivas de estudio, el nacionalismo mexicano se ha enfocado en tres aspectos: la modernizacin y la globalizacin; el surgimiento del multiculturalismo y el fin del proyecto histrico de homogeneidad cultural, as como la crisis del Estado interventor y la poltica proteccionista (Monsivis, 1982, 1986, 1987, 1995; Bartra, 1989, 1999; Meyer, 1998a, 1998b; Aguayo, 1998; Torres, 2001; Garca Castro, 1993; Basurto, 1989). Aunque las opiniones son diversas, hay una coincidencia general en el hecho de que el nacionalismo mexicano de Estado est desapareciendo paulatinamente. Parte importante de la reflexin actual supone que el nacionalismo consiste en la homogeneidad cultural, en el desarrollo autnomo de las instituciones y las polticas pblicas del pas, adems de la realizacin de la promesa histrica de creacin de una sociedad justa: igualdad econmica, seguridades pblicas y derechos individuales y ciudadanos. El nacionalismo, as, reside en lo que moral y polticamente se ha considerado,23

FERNANDO VIZCANO

al menos desde el siglo XIX, bueno, conveniente o correcto para el pas o para organizar la vida social y poltica entre sus miembros. Dado que, en los ltimos aos ha resurgido la etnicidad y el reconocimiento de la diversidad cultural, con lo cual parece un fracaso el largo proceso de homogeneizacin de la identidad cultural; dado que el gobierno no ha conservado las estructuras de la autonoma y, por el contrario, ha creado otras para acrecentar su integracin con el exterior; y dado que ha fracasado la promesa de la justicia social, al aumentar la brecha entre ricos y pobres junto con el deterioro del Estado de derecho, el nacionalismo, entonces, o ya no existe o est a punto de llegar a su fin. Lorenzo Meyer, por ejemplo, ha reiterado que hacer depender la buena marcha de la economa nacional del capital especulativo externo es una accin antinacionalista (Meyer, 1998). El problema aqu yace en que no siempre se incorpora en el anlisis la idea de que la concepcin de lo correcto cambia en la historia, en correspondencia con las circunstancias del pas, del mundo y, especialmente, de la lite poltica. Es cierto que el nacionalismo apareci frente a la desagregacin cultural y geogrfica y a la necesidad de construir la soberana y la unidad poltica y cultural; y hasta se puede argumentar que su persistencia, al inicio del siglo XXI, se justifica porque aquellas estn vigentes pero no debera confundirse el nacionalismo con una concepcin poltica y econmica ni con las instituciones. El nacionalismo no es el PRI, aunque ste fue nacionalista durante dcadas; no es la poltica de sustitucin de importaciones, aunque haya servido para justificar esa poltica; no es, en fin, la igualdad jurdica de los ciudadanos ni la guerra, aunque se crea que una y otra son convenientes para el pas. En pocas palabras: el nacionalismo puede concebirse como un recurso para legitimar una institucin o una forma poltica porque se considera correcta o por cualquier otra razn pero no es ni la institucin ni la poltica pblica. Hay que insistir en esta obviedad: lo polticamente correcto cambia. Que en una poca se considere necesaria la uniformidad jurdica de los ciudadanos o hacer la guerra a otro pas no cancela, en otro tiempo, juzgar conveniente para los intereses del pas o de una lite, la ciudadana diferenciada,2 construir la paz, e incluso laComo de hecho ocurre en otros pases de manera exitosa, como en Canad (Kymlicka, 1996).242

DE LA LITERATURA DEL NACIONALISMO MEXICANO

integracin con aquel pas con el que antes se hizo la guerra. El nacionalismo que ayer sirvi a un propsito, hoy puede ser un recurso para legitimar una nueva concepcin poltica y hasta radicalmente opuesta. No se debera concluir, entonces, a partir del cambio de la institucionalidad, o del derrumbe de los proyectos polticos surgidos de la Revolucin, el resquebrajamiento del nacionalismo, puesto que ste no equivale a la institucionalidad ni sus contenidos son rgidos. Por el contrario, mi posicin es que la accin nacionalista puede constituirse hoy en un medio para legitimar lo que otrora hubiese sido inconcebible: la democracia, la apertura econmica, el desarrollo del Estado multinacional. Y, en todo caso, habr que explicar por qu, en ciertos casos, el nacionalismo sirve para estos fines. As, lo que algunos autores presentan como la prueba de la desaparicin del nacionalismo es, desde este otro punto de vista, la prueba de su persistencia. En esta discusin, una personalidad central es Carlos Monsivis, en quien no pocos intelectuales consideran una autoridad acadmica. Monsivis posee una abundante obra de ensayo acerca de la cultura, y ha escrito en torno a las diversas etapas del nacionalismo y sus cambios recientes, valindose para ello de estampas y crnicas de la vida popular que intercala entre sus ideas ms generales. No obstante lo prolfico y diverso de sus ensayos, sus argumentos relativos al tema estn claramente definidos, y son ms o menos constantes a lo largo de sus textos. Fundamentalmente, le ha preocupado la crisis y transformacin del nacionalismo de las dcadas de 1980 y 1990, aunque para ello ha recorrido la historia del fenmeno a partir de la Revolucin de 1910 (Monsivis, 1982, 1986, 1987, 1995). Desde mediados de los aos ochenta, Carlos Monsivis comenz ha advertir la tensin entre nacionalismo y modernizacin: nuevas tecnologas, americanizacin de la cultura, apertura econmica, internacionalizacin de la burguesa, etctera, tensin que entendi como una amenaza para el nacionalismo estatal y, a su vez, como una posibilidad de resurgimiento de un nacionalismo popular. Frente a ello, Monsivis ha tenido como propsito ltimo defender el nacionalismo, sea porque en un pas vecino de Estados Unidos es una necesidad que no halla sustituto, o porque luego de dcadas del ascenso cosmopolita, la devolucin a la franca pobreza ha mostrado el rostro de una sociedad que no prescindi del nacionalismo porque no crey en las alternativas (Monsivis, 1986: 20). As, sus ensayos acerca del tema25

FERNANDO VIZCANO

pueden leerse como una posicin poltica, ms que acadmica, en defensa del nacionalismo. Ello no le quita su importancia, pero advertirlo sirve para reconocer la forma peculiar con la que una modalidad del intelectual de izquierda transmite sus ideas: desarrolla sus argumentos al tiempo que exalta la cultura la cultura popular y antigringa que l elige como caracterstica fundamental de la nacionalidad y el nacionalismo. En este sentido, no es muy distinto al papel de los autores del lo mexicano, que ha recusado Roger Bartra, en la construccin de la entelequia de la mexicanidad. El problema es cmo defender el nacionalismo frente a esa modernizacin avasallante. Monsivis ha concebido el nacionalismo como un fenmeno con dos rostros: el estatal y el popular. En este ltimo, el protagonista principal es el pueblo; en aquel, la burguesa. El esquema funciona en trminos generales como Marx y Engels interpretaron la historia en el Manifiesto del Partido Comunista. El nacionalismo, como cualquier otra ideologa dominante, se encuentra determinada por la burguesa, la cual finje que sus intereses de clase son los intereses de la nacin. Quin determina escribe Monsivis las caractersticas histricas de la nacionalidad? En lo fundamental, quien elige y acenta los aspectos histricos y mticos que ms le interesan es la burguesa en el poder (1986: 13). Aceptada la premisa, el corolario no tiene mucha dificultad: el nacionalismo popular surgido de la Revolucin est definido por los intereses del Estado, es decir, de la burguesa. Aunque es elitista, el nacionalismo estatal acaba por penetrar en la mayora social de los marginados, pero Monsivis no es un marxista ortodoxo, y supone que a lo largo de la historia, que recrea entre 1910 y finales de siglo, la cultura popular logra liberarse de la tirana de la clase poseedora de los medios de produccin, cuyos intereses, cada vez ms vinculados al capital financiero internacional, la obligan gradualmente a abandonar su dignidad nacionalista. As, el nacionalismo revolucionario se nos presenta como una ideologa en la que en una primera fase no est diferenciado el nacionalismo estatal y el popular. En esta fase, el nacionalismo se sustenta en el rompimiento con la dictadura de Porfirio Daz, en la Constitucin, la educacin pblica, las expropiaciones, la poltica de masas, el antiimperialismo y la solidaridad con China y el tercer mundo, especialmente hacia Cuba, el Chile de Allende o la Nicaragua de los sandinistas; la fuerza de una conciencia nacional implantada por el acuerdo entre Estado y sociedad (1986: 18). El pueblo,26

DE LA LITERATURA DEL NACIONALISMO MEXICANO

dice Monsivis, cree en este nacionalismo y lo conserva como lo nico que le da un optimismo frente a las devastadoras crisis de 1982, 1988 y 1994. Mientras, progresivamente el Estado se aleja de estos principios, de modo que su nacionalismo a finales de siglo ya no es digno ni creble, el pueblo y el nacionalismo popular siguen conservando las bases histricas que alguna vez obtuvieron de ese Estado: los impulsos revolucionarios que a principios de siglo lo unieron como pueblo y a ste con el Estado. El nacionalismo estatal, en cambio, muri desde el momento en que comenzaron, en los aos ochenta, las ventas de las empresas estatales, se abri la economa al mundo y el gobierno y el PRI dejaron de convocar a las manifestaciones contra Estados Unidos. Monsivis insiste en que este nacionalismo conserva sus bases histricas. Lo nuevo es que se ha despolitizado y que el gobierno se encuentra imposibilitado de usar la cultura popular y el sentimiento antiimperialista de las mayoras como sentimiento nacional. Las masas ya no creen en el nacionalismo de Estado y ven en sus colectividades la nica nacin real (1986: 21). Los rasgos colectivos, para Monsivis, siempre se han identificado con el nacionalismo. Ayer era el corrido o la fe en el caudillo; a finales de siglo, la vida en la vecindad y el barrio; el cine que ve el pueblo y desprecia el rico; las pelculas de ficheras y narcotraficantes; las canciones de Juan Gabriel y el grito en las gradas de los estadios de ftbol; ante todo, la masificacin de la cultura. Por eso, define el rasgo fundamental del nacionalismo de finales de siglo como un proceso de democratizacin brbara. Pero lo esencial es que el nacionalismo se halla despolitizado, puesto que ya no sirve a los intereses del Estado ni es una lucha por el control del mismo: es del pueblo y el pueblo no quiere ser como los polticos corruptos y burgueses de hoy; pero es nacionalista. De ah que los cuadros populares que Monsivis delnea en sus ensayos son expresiones de la modernidad, pero donde siempre aparece una imagen o una voz en conexin con el nacionalismo histrico de la Revolucin: el chavo banda aprende en las calles los pasos de los concheros que le remontan a la sociedad prehispnica; los cholos de Tijuana, no obstante su americanizacin, prefieren lo local y odian a los gringos; un grupo de mujeres jvenes, en un terreno baldo de cualquier urbe, gritan mueras a los fresas y a los burgueses; en el Estadio de ftbol la gente se cree el desmadre y ese desmadre es Mxico.27

FERNANDO VIZCANO

Las estampas que Monsivis recrea de los presidentes del pas de finales de siglo son, en cambio, todo menos Mxico. Ya desde mediados de los aos noventa, les llama cada vez menos burgueses; ahora los trminos recurrentes son born winners o tecncratas. El cambio no slo expresa el desuso ideolgico del marxismo, sino tambin el abandono del nacionalismo que el escritor ve en los lderes del Estado.Lo mexicano por regla general les resulta aburrido. Salinas declama su nacionalismo pero nunca le halla funcin til en el Tratado de Libre Comercio. Si el nacionalismo no les dice nada es porque lo propio de un poltico financiero es ver en la nacin a la patria chica y localizar la patria mayor en la Villa Global, eso sin que su cosmopolitismo vaya muy lejos, para ellos slo hay otra nacionalidad concebible: la norteamericana (1995: 16).

El punto de vista de Monsivis no necesariamente coincide con otros autores que, como parte de sus reflexiones sobre la cultura y el sistema poltico mexicano, se han ocupado del nacionalismo actual, por ejemplo Bartra (1987, 1989, 1999), Aguayo (1998) o Meyer (1990, 1998) quienes, amn de compartir con Monsivis el aura del intelectual de izquierda, estn vinculados a la academia y, a su vez, poseen una permanente presencia en los medios de difusin electrnicos e impresos. No voy a resear aqu las concepciones de todos. Las ideas de Monsivis me parecen si bien no representativas, s suficientes como para contrastar mi punto de vista y, con ello, irlo esclareciendo. Monsivis divide, en ltima instancia, la sociedad en dos grandes clases irreconciliables y antagnicas: el gobierno burgus y el pueblo, como se deduce de la tesis del Manifiesto del Partido Comunista, segn la cual toda historia no es sino la historia de la lucha de clases, y las ideas dominantes en cualquier poca no han sido nunca ms que las ideas de la clase dominante (Marx y Engels, 1848: 32, 33). A partir de aqu, los marxistas, en trminos generales, han interpretado el nacionalismo como parte de la ideologa dominante con la que la burguesa hace pasar sus intereses como intereses del pueblo. La historia y el nacionalismo de los ensayos de Monsivis podra leerse como una versin adaptada del marxismo de 1848. As como la moderna sociedad capitalista surgi de la revolucin burguesa28

DE LA LITERATURA DEL NACIONALISMO MEXICANO

que acab con los seoros feudales, el nuevo Estado mexicano surgi de las ruinas de la Revolucin que acab con la dictadura porfirista. Aunque en los aos posteriores inmediatos a la Revolucin las divisiones de clase se mezclan y confunden, con el paso de las dcadas la sociedad mexicana se va dividiendo, como en el capitalismo, en dos grandes campos, las dos grandes clases que se enfrentan. En la sociedad capitalista la lucha es por el control de los medios que producen las mercancas, en el Mxico Revolucionario por los bienes simblicos de la identidad nacional. As como la burguesa tena que revolucionar las relaciones sociales creando ciudades, mercados y consumidores con nuevas necesidades y una ideologa para justificar todo ello, el nuevo Estado mexicano cre urbes y toda suerte de sistemas para integrar a las masas, atradas por la modernizacin desde sus localidades agrarias, a un sistema de unificacin educativa, poltica, ideolgica y cultural para sustentar el Estado y la gobernabilidad de los polticos burgueses en el poder. Y as como la burguesa forj su propia destruccin: las fuerzas productivas y el proletariado que acabara por darle muerte y apropiarse del Estado, el transporte y el capital, el Estado mexicano cre una identidad nacional y un pueblo nacionalista que acabara por apropiarse de la nacin y desconocer a los polticos vendepatrias. Una diferencia, empero, es notable: para Marx y Engels el proletariado no tenan patria, para Monsivis, en cambio, el pueblo de Mxico s la tiene y su defensa es irreductible e irrenunciable. El argumento de Monsivis se basa en tres premisas: uno, el origen del nacionalismo est en el Estado; dos, en la lite que define los contenidos y la accin del nacionalismo es parte de la burguesa y ocupa el poder del Estado; tres, al pueblo corresponde una sola nacin y, por tanto, un solo nacionalismo. Bastara revisar la gnesis del nacionalismo mexicano del siglo XVIII y principios del XIX para advertir que el fenmeno se presenta antes del Estado mexicano moderno, an ms como un movimiento en contra de ste. De ello tenemos, adems, muchos ejemplos en los movimientos autonomistas en el Pas Vasco, Catalua y Quebec y, en fin, en los nacionalismo anticoloniales del siglo XX en la India y frica (Breuilly, 1995). Pero reconocer el nacionalismo como un movimiento previo o en contra del Estado no implica negar que, en efecto, existe un nacionalismo que se ejerce desde el Estado. El nacionalismo posterior a la Revolucin mexicana es de Estado, pero el que lo precedi fue en realidad un movimiento29

FERNANDO VIZCANO

por definicin contra el rgimen. La historia del siglo XIX tambin es eso: un movimiento continuo de alzamientos que se legitiman apelando a la nacin, y de gobiernos que buscan consolidarse igualmente en nombre de la nacin. As, desde mi punto de vista, existen al menos dos modalidades del nacionalismo: una para construir un Estado, lo cual implica luchar contra el orden establecido, y otra para prolongar el dominio del Estado. En cualquier caso el propsito es el poder, una lucha poltica. No hay, por tanto, nacionalismo apoltico, como dira Monsivis para referirse al nacionalismo mexicano que, segn l, persiste tras el fin del nacionalismo estatal. Las caractersticas culturales colectivas e individuales ms destacadas de la sociedad: amar el lugar de nacimiento, recelar de los gringos, rezar a Guadalupe, odiar a los burgueses, gritar vivas a Mxico y mentadas a lo que no lo es, o tararear las canciones de Juan Gabriel no constituyen, por s mismas, el nacionalismo. A eso le podemos llamar cultura o, si se quiere, con no poca exageracin, identidad nacional. Pero nada de esto es el nacionalismo si no se utiliza como un referente para luchar por el poder o para legitimar a un grupo en el poder. En otros autores tambin ha estado implcita una concepcin semejante. Lo que frecuentemente se califica como nacionalismo no es, desde mi punto de vista, sino la cultura popular. Un autor serio como Lomnitz, por ejemplo, considera lo naco, al igual que Monsivis, como indicador del nacionalismo actual (1999: 21-33). Otros identifican el fenmeno nacionalista con la identidad nacional y el Estado interventor (Bartra, 1989: 193, 199; Carmona, 1992: 45), el mestizo y el mestizaje (Gutirrez, 1999), la industria estatal, el proteccionismo y el antiimperialismo (Wionczek, 1967; Aguayo, 1998; Meyer, 1998b). Cada uno de estos elementos de la cultura o del Estado son importantsimos, pero cuando yo me refiero al nacionalismo lo hago pensando no en esos factores en s mismos, sino en una accin o un discurso poltico que transforma en smbolo alguno de ellos, u otros, con el propsito de alcanzar o conservar el poder poltico, el Estado o alguna forma de autonoma de gobierno. En s mismo, el proteccionismo o la cultura no son ms que proteccionismo y cultura, como el petrleo no es ms que petrleo y el forrar la sala nueva con plstico no es ms que so o, si se quiere, una muestra de lo kitsch del mexicano que busca prolongar lo moderno.30

DE LA LITERATURA DEL NACIONALISMO MEXICANO

Tampoco estoy absolutamente en contra de identificar el nacionalismo como un inters de las lites; el nacionalismo no es la ideologa de la nacin, sino de las lites que hablan por la nacin; ni la nacin ni el pueblo hablan. El problema del marxismo, y que desde mi punto de vista repitieron muchos intelectuales de izquierda durante aos, es establecer como condicin de las lites su pertenencia a la burguesa. Muchos factores, no slo ste, pueden favorecer la formacin de las lites. Por otra parte, si he aceptado que el nacionalismo puede darse antes del Estado o contra el Estado, pienso que stas, que definen los contenidos del nacionalismo hacindolos pasar como elementos fundamentales de la nacin y sus miembros, no necesariamente se encuentran en el centro del poder del Estado sino, tambin, al frente de minoras nacionales que reclaman derechos colectivos en nombre de su nacionalidad. La tercera premisa parece una obviedad en Mxico, donde el nacionalismo de Estado ha conseguido que todava a principios del siglo XXI ni los movimientos polticos ni las ciencias sociales definan a las minoras tnicas como naciones. Todava en 1993, por ejemplo, Jos del Val deca: En Mxico no existen minoras nacionales; no hay grupos culturalmente diferenciados que tengan aspiraciones para construir naciones independientes, por lo menos hasta la fecha no ha sido se su proyecto, ni ha tenido expresin tal deseo: no expresan vocacin de construir Estado (Del Val, 1993: 111).3

Aqu el problema es cmo identificar a un grupo culturalmente diferenciado con aspiraciones a convertirse en un Estado independiente. En realidad, hoy no slo podemos considerar los criterios acadmicos; est pesando un criterio antropolgico o de autoadscripcin: los lderes de un movimiento social definen a los protagonistas del mismo como nacin, con todas las consecuencias que ello implica, y siempre hallarn los elementos para justificar que poseen una cultura diferenciada. Constituirse en nacin o en minora nacional es hoy recurso, si se quiere inventado pero no por ello insuficiente, que mueve a la accin colectiva. Todava me pregunto por qu los lderes de los movimientos indgenas de Mxico, incluyendo a sus asesores que operan en las universidades, no llaman a las comunidades indgenas naciones, a diferencia por ejemplo de lo que ocurre en Ecuador. Sin embargo, desde otros puntos de vista, s se puede atribuir el carcter de nacin o minora nacional a muchos grupos con culturas diferenciadas integrados al Estado mexicano. Minahan (1996) lo ha empleado para Yucatn, dado que al menos una parte de los yucatecos ha considerado a la Pennsula como una comunidad diferenciada que merece ser considerada una nacin como el31

3

FERNANDO VIZCANO

A partir del alzamiento indgena de Chiapas de 1994, el asunto de la etnicidad en Mxico ha adquirido enorme significacin. Sin embargo, ello no se ha correspondido con un desarrollo en las ciencias sociales de este pas, salvo algunas excepciones, que permita definir a las minoras tnicas como naciones o naciones sin Estado. No quiero decir que se haga caso omiso de tal concepcin. Stavenhagen (2001), por citar un caso, acepta la etnicidad y hasta la subjetividad: la voluntad de ser nacin, como contenidos definitorios de la nacin, y desde esta perspectiva estudia diversos conflictos en el mundo. Pero el concepto no lo adjudica a los pueblos indios de Mxico. El obstculo de esto no est en la academia, aunque es un tema de investigacin acadmica, sino en las consecuencias polticas que implicara asumir que los grupos tnicos en Mxico constituyen naciones. Para atenuar la potencialidad poltica del concepto, les seguimos llamando comunidades o pueblos, siempre y cuando pueblo no sea sinnimo de nacin. De ah que es frecuente dar por hecho que al pueblo de Mxico corresponde no ms que una nacin, una frmula que, por ejemplo, es arcaica en la teora y en el sistema jurdico canadiense, y que en Nicaragua comenz a discutirse junto con la ciudadana diferenciada de los misquitos y dems pueblos de la Costa Atlntica en la segunda mitad del siglo XIX (Balcrcel, 2001). Los nacionalistas han buscado, como hemos visto, hacer pasar su nacin (real o aparente) como la nacin de todos; ste ha sido el contenido esencial de la ideologa de unos pocos cuando presentan sus intereses como los intereses de todos. Pero est claro que en nuestro anlisis no tenemos que asumir la existencia de una sola nacin, a menos que nuestro propsito no sea dar explicaciones sino defender el nacionalismo. Ms bien, una observacin no muy elaborada nos har advertir que, en realidad, los pases, incluido por supuesto Mxico, se integran por varias naciones, aunque la supremaca de una sea casi total sobre las otras. Ms que en el Estado-nacin creo que debemos pensar en el Estado multinacional, especialmente en nuestros tiempos, cuando diversas minoras luchan por su autonoma o por constituirse en Estados independientes.resto de los pases del mundo. Otro caso histrico interesante es el de los yaquis y los mayos que en diversos sentidos, se miran a s mismos como una nacin aparte (Figueroa, 1993, 1994). Y los ejemplos podran multiplicarse en huicholes, los otoms, etctera.32

DE LA LITERATURA DEL NACIONALISMO MEXICANO

Como se ve, y as lo intentar desarrollar en los siguientes captulos, el nacionalismo es parte de los intereses creados de los lderes polticos de la nacin(entendida no como Estado sino como cultura), y puede definirse como la utilizacin que los lderes hacen de ella o de algunos de sus elementos con el propsito de alcanzar o conservar el Estado.

33

II. Naturaleza del nacionalismo

n las ltimas dos dcadas, en las ciencias sociales ha disminuido el inters por el nacionalismo de Estado. En cambio, lo ha ganado el estudio del nacionalismo tnico y los movimientos por la autonoma o la secesin, como lo he analizado en la introduccin. En cierta forma, ello se explica porque en el mundo la investigacin est siendo atrada por la emergencia del movimiento social y poltico en favor de las minoras. A su vez, la prdida de inters hacia el nacionalismo de Estado parece corresponder a la merma de las capacidades del Estado y a la transferencia de una parte de sus actividades a la sociedad civil y a la comunidad internacional. 1 Para ese cambio de enfoque, tanto o ms que la mengua de la soberana y el resurgimiento de los movimientos por las minoras nacionales, ha sido importante una concepcin distinta del nacionalismo que considera principalmente no al Estado sino a la nacin (concebida como un grupo de personas que comparten una identidad o cultura y que no necesariamente posee un Estado). El cambio de paradigma nos ha permitido estudiar el nacionalismo desde una perspectiva no eurocntrica e incluir en la discusin el ascenso del nacionalismo de las minoras cada vez ms intenso y extenso. Sin embargo, el nuevo enfoque ha abandonado o descuidado ciertos temas y no ha logrado explicar suficientemente problemas del nacionalismo que se han vuelto ms complejos en el contexto del Estado multinacional y global. La primera insuficiencia es que no obstante el avance que ha representado el estudio de nacionalismo tnico, las Ciencias Sociales han descuidado el estudio del nacionalismo de Estado. Del reconocimiento del nacionalismoAunque la bibliografa es inmensa, algunos autores me han sido fundamentales para entender la etnicidad y los derechos de las minoras: Smith (1983, 1995), Taylor (1993), Kymlicka (1995, 1999). Sobre globalizacin y soberana me he beneficiado de Rodrik (1997) y Held (1991) y Held et al. (1999).1

E

Vizcaino II.indd 35

18/09/2006 02:04:21 p.m.

FERNANDO VIZCANO

de las minoras no se desprende que la forma del nacionalismo de Estado haya dejado de ser significativa. Por otra parte, el nuevo enfoque limita el anlisis a las minoras en tanto constituyen un movimiento en tensin con el Estado, pero rara vez reconoce salvo en los casos histricamente evidentes que stas se sirven del nacionalismo porque buscan la forma del Estado. El propsito de este captulo es exponer un concepto de nacionalismo que reconozca, por una parte, la nacin (en el sentido de cultura) y, por otra, el Estado; en otras palabras, que explique tanto el nacionalismo de las minoras como el nacionalismo de Estado, as como la relacin entre uno y otro. Una concepcin que asuma la significacin de estos dos tipos de nacionalismo y muestre que estamos ante el mismo fenmeno, aunque en diversas fases que van desde el nacionalismo de los grupos nacionales que carecen de Estado o aspiran a constituirse en Estados, hasta el nacionalismo de los Estados consolidados. Esta idea supone que toda cultura o nacin busca, en el corto o en el largo plazo, implcita o explcitamente, constituirse en Estado o en alguna forma preestatal de gobierno; implica, tambin, que el Estado tiene, como una de sus funciones, el nacionalismo, porque necesita favorecer la gobernabilidad, el entendimiento, la unidad y los smbolos de la identidad compartida entre los miembros de la comunidad poltica de acuerdo con los intereses del grupo en el poder.

DEFINICIN El nacionalismo podra representarse con esta alegora: ante el escenario de una enorme construccin en ruinas, un grupo de hombres extrae de una excavacin diversas piezas del mundo antiguo: la escultura de una diosa, una gran piedra grabada con los jeroglficos del cielo, un medalln con la efigie de algn caudillo. En tanto, el Padre Tiempo, desnudo y ligero, corvo, empuando su bastn, observa y discierne sobre toda esa arqueologa. En segundo plano se ve, ante una multitud asombrada, un orador sobre un balcn, cuya perorata tiene por objeto magnificar algunos de esos hallazgos.

36

Vizcaino II.indd 36

18/09/2006 02:04:31 p.m.

NATURALEZA DEL NACIONALISMO

Asistimos aqu primeramente a una arqueologa importante, aunque sta no es el nacionalismo. La naturaleza del nacionalismo difiere del trabajo del arquelogo o del historiador. El nacionalismo surge con el idelogo de la plaza pblica, cuyas palabras transforman las formas de la raza y lo antiguo en smbolos y en una expresin poltica. La accin nacionalista corresponde menos a los resultados de la investigacin histrica y ms al falsificador de la historia.2 El nacionalismo es una reelaboracin de la historia, pero no es la historia. Como sostuvo Hans Kohn, el nacionalismo se vale de los ms viejos y primitivos sentimientos, como el aprecio a la familia y al lugar de nacimiento. Pero estos sentimientos no forman por s mismos el nacionalismo. Corresponden a ciertos hechos territorio, idioma, descendencia comn, folclor que tambin encontramos en el nacionalismo. Pero aqu se transforman del todo, se impregnan de emociones nuevas y diferentes y encajan en una contextura ms amplia (Konh, 1944: 18-19). Poseer un sentido de la historia ha sido esencial para la unin de toda sociedad constituida en Estado soberano o que aspira al mismo. Renan sostuvo en Quest-ce quune nation?, su famosa conferencia de 1882, que la nacin no es esclava ni de su raza, ni de su lengua, ni de los mares, ni de la direccin de cadenas de montaas. Una gran agregacin de hombres, escribi, crea una conciencia moral que se llama nacin y sta es la consecuencia de un largo pasado de esfuerzos, de sacrificios y desvelos; el culto a los antepasados es el ms legtimo de todos. Un pasado heroico, grandes hombres, la gloria, he aqu el capital social sobre el cual se asienta una idea nacional (Renan, 1982: 83-85). A su vez, Anderson (1993) ha mostrado,La obra de Montes Bernrdez (1993) prueba que la falsedad en la arqueologa, amn del comercio o la broma, deviene muchas veces de necesidades polticas y nacionalistas. Un anlisis profundo acerca de los propsitos nacionalistas de la arqueologa aparece en Kohl (1998), quien establece una correspondencia entre el apogeo del nacionalismo en el siglo XIX y principios del XX y el desarrollo acadmico de la arqueologa en Europa. En Amrica Latina, y particularmente en Mxico, histricamente tambin ha existido una estrecha relacin entre el arquelogo y el historiador con el nacionalismo. En este pas, Manuel Gamio, autor de obras como Consideraciones sobre el problema indgena (1966), Arqueologa e indigenismo (1972) y Forjando patria (1982), es el arquetipo de la arqueologa de compromiso nacionalista.372

Vizcaino II.indd 37

18/09/2006 02:04:31 p.m.

FERNANDO VIZCANO

mediante el anlisis del museo, el censo, el mapa y la biografa de la nacin, que el nacionalismo se vale de la invencin de la conciencia histrica. Los usos nacionalistas de la memoria colectiva imaginan la nacin como un ser eterno, cuyas partes se mueven uniformemente. Lo paradjico es que unas veces se piensa en la nacin como algo totalmente nuevo a partir de un momento histrico; otras, en cambio, como una continuidad histrica. Sea como fuere, la manera en que cada biografa nacional imagina e inventa su pasado est relacionada con los intereses polticos de las lites. Carlos Mara de Bustamante (1843) es el modelo de una historia de Mxico que nace a principios del siglo XIX con la Independencia. En contraste, Lucas Alamn (1850), el otro historiador fundacional de este mismo siglo, representa la continuidad de un pueblo que inicia en el siglo XVI, donde la herencia espaola es ponderada y, sobre todo, valorada. En Bustamante, la biografa de la nacin est unida al proyecto poltico de los liberales; en Alamn, al de los conservadores. El nacionalismo no se puede explicar sin los intereses creados de las lites. As, modificando un poco el argumento de Anderson, la imagen que cada comunidad tiene de la nacin en buena medida es resultado del grupo poltico en el poder o que aspira al poder. El nacionalismo, entonces, no es la historia, sino los usos posibles de la historia en la gramtica de las lites polticas. El nacionalismo tampoco es la economa, ni la raza, ni las costumbres, ni el territorio, ni la cultura, sino la utilizacin poltica de todo ello. El petrleo, que durante ms de medio siglo ha constituido uno de los pilares centrales de los recursos que capta el Estado mexicano, sin duda es un factor econmico central para el pas. Pues bien, el petrleo en s mismo no constituye un elemento de la identidad nacional sino hasta el momento en el que, por diversas razones, el gobierno mexicano, mediante el discurso, la educacin y la invencin de la historia lo transforma en un smbolo. Smbolo que, a su vez, sirve para exaltar la nacionalidad y la soberana, para construir la unidad o para justificar las decisiones pblicas del gobierno. No entrar aqu en el problema de las mediaciones necesarias para explicar el proceso de construccin simblica y cmo, al final, no slo es una imagen que el Estado emplea, sino tambin que el pueblo reclama. Lo indispensable es advertir que los elementos materiales, sentimentales o simblicos no cons38

Vizcaino II.indd 38

18/09/2006 02:04:32 p.m.

NATURALEZA DEL NACIONALISMO

tituyen el nacionalismo sino hasta que se utilizan por una accin planeada o predeterminada para legitimar un proyecto poltico. Es cierto que existen factores materiales o subjetivos: la lengua, el territorio, la solidaridad, etctera que, por s mismos, crean una identidad colectiva. Pero aun las caractersticas de la identidad pueden o no constituirse en el objeto del nacionalismo. La virgen de Guadalupe, por ejemplo, es sin duda el smbolo de identidad ms significativo en la mayora social mexicana, pero desde hace ms de un siglo no ha sido utilizado por la accin nacionalista del Estado ni por los grupos que aspiran al poder, como ocurri a lo largo del siglo XIX en las mltiples rebeliones y revoluciones. En Mxico, la condicin racial mestiza, otro ejemplo, se constituy en un elemento del nacionalismo fundamentalmente en la segunda mitad del siglo XIX y durante las primeras dcadas del XX, pero no antes, y en la actualidad no se puede considerar como un elemento significativo del nacionalismo. Reiteremos, para el caso mexicano, las figuras de Hidalgo e Iturbide: uno y otro se utilizaron alternativa y paralelamente durante el siglo XIX, dependiendo si los liberales o conservadores asuman el poder. Durante algunos periodos, incluso, la ceremonia de Independencia se llev a cabo el 16 de septiembre para recordar la gesta de Hidalgo de 1810 o el 21 del mismo mes para la de Iturbide de 1821. Con el triunfo decisivo de los liberales sobre los conservadores, en la segunda mitad del siglo, predomin definitivamente la figura de Hidalgo, pasando Iturbide a constituirse en olvidado conservador o, ms precisamente, un personaje de la antimemoria de los nacionalistas liberales. As, entiendo el nacionalismo como la exaltacin de elementos polticos, culturales o econmicos, raciales, religiosos o histricos, subjetivos o materiales que constituyen la identidad de un pueblo o nacin. Esa exaltacin se lleva a cabo en el discurso de las lites que aspiran al poder, u ocupan el poder y a travs de los medios de comunicacin, la propaganda poltica, la educacin pblica y todo aquello que contribuye a imaginar la comunidad y elaborar la memoria colectiva: un monumento, las festividades tradicionales, el himno, la bandera, el museo, las peregrinaciones. Esta definicin distingue, como ya se ha dicho, entre los elementos de la identidad nacional y el nacionalismo, que no es sino la utilizacin de algunos de esos elementos. La definicin asume tambin que el na39

Vizcaino II.indd 39

18/09/2006 02:04:32 p.m.

FERNANDO VIZCANO

cionalismo es un discurso de las lites de una comunidad para justificar un proyecto poltico y una idea especfica del bien comn.3 Conviene abundar en algunos aspectos. Primero, los smbolos que utiliza el nacionalismo son muy diversos. Casi cualquier elemento de la realidad puede, si se presentan las condiciones histricas e intelectuales, ser objeto de la transformacin nacionalista: el petrleo, la industria elctrica, los ferrocarriles, un santo o una virgen, el indgena, el migrante, una guerra o cualquiera de los miles de personajes de la historia (reales o inventados). Lo significativo es que cualquiera de esos elementos sean utilizados por la accin del nacionalismo, a fin de construir y legitimar una imagen de comunidad y un conjunto de instituciones que contribuyan a la unidad cultural, poltica y jurdica. Segundo, la accin nacionalista es la que realiza no el arquelogo ni el ingeniero petrolero, sino un actor social en nuestra alegora, el orador de la plaza pblica que tiene al menos dos capacidades: dar un mensaje a un grupo, grande o pequeo, de personas y seleccionar, entre los recursos de la historia, la cultura y la naturaleza, los elementos tiles a esa accin y a sus propsitos. Hay que destacar que este actor no necesariamente es alguna institucin del Estado, puede serlo, con propsitos radicalmente distintos, el lder o vocero de una minora cultural o una asociacin civil. En cualquier caso, encontramos la accin de exaltar elementos de identidad. Tercero, la accin nacionalista slo tiene sentido en la medida en que se relaciona con un proceso de unificacin poltica y cultural de una sociedad y con el dominio de una lite sobre las mayoras. No toda la sociedad ocupa o busca ocupar la tribuna de la plaza pblica, sino slo una parte que posee intereses creados y la capacidad de realizar actividades en favor de los mismos. La accin nacionalista es significativa en la medida en que construye el Estado o perpeta una modalidad del mismo. Cuarto, el nacionalismo sirve para moderar el conflicto social o, en otros trminos, disminuir la insuficiencia de gobernabilidad.4 Ello explica por qu el nacionalismo aparece en toda3 No hay acuerdo en lo relativo a la definicin de nacin ni de nacionalismo. Un recorrido acerca de distintas teoras aparece en Smith (1983) y en Jaffrelot (1993). 4 Siguiendo a Antonio Camou (FCE), prefiero el concepto de insuficiencia de gobernabilidad a los de gobernabilidad o ingobernabilidad. Con ello, tratamos de asumir la gradualidad del fenmeno y excluir los extremos gobernabilidad, ingobernabilidad que en realidad no existen.

40

Vizcaino II.indd 40

18/09/2006 02:04:32 p.m.

NATURALEZA DEL NACIONALISMO

sociedad, aunque con esto no pretendo decir que el nacionalismo es preponderante con respecto a otros factores que posibilitan la estabilidad, el entendimiento y la unidad social.

ELEMENTOS DEL NACIONALISMO Y ALGUNOS CASOS ILUSTRATIVOS El nacionalismo es un recurso para moderar las tensiones sociales y favorecer el entendimiento. Un recurso que se concreta en un texto: un cuerpo de smbolos orales, gramaticales o plsticos, cuya caracterstica general y esencial es exaltar los elementos de la identidad de una nacin o la nacin misma. Siendo esta exaltacin su particularidad principal, considero que existen otros elementos o contenidos comunes a todo discurso nacionalista. Sin pretender encontrar categoras exhaustivas, mi preocupacin ha sido identificar contenidos por los cuales sea posible diferenciar un texto o una accin nacionalista de otra que no lo es. Ello supone que esos contenidos son comunes a todo texto nacionalista. Esta tarea me parece fundamental cuando estamos ante un fenmeno social en torno a cuya definicin y metodologa no hay acuerdo posible entre la comunidad acadmica. Como resultado de esta preocupacin, he encontrado los siguientes contenidos que regularmente aparecen en los discursos nacionalistas: 1) una comunidad poltica a la que se llama nacin, o con algn sinnimo, y corresponde a un territorio delimitado (el mapa, tanto o ms que un problema plstico o de geografa, sustenta este primer aspecto); 2) un enemigo, externo, de la nacin; 3) un enemigo interno o antipatriota; 4) un llamado a la unidad de los miembros de la comunidad o nacin; 5) una referencia a la historia y a un futuro ideal, en donde es fundamental la promesa de justicia e igualdad para todos los miembros de la nacin, en especial para los ms marginados; 6) un conflicto social y una solucin que debe asumirse en nombre de la nacin y de la aceptacin de cada uno de estos elementos como verdades sagradas, y 7) una defensa o una exaltacin de la independencia de la nacin con respecto al resto del mundo. Sobra decir que este orden ni es riguroso ni necesariamente excluyente de otros factores. Lo importante es advertir que estamos buscando contenidos41

Vizcaino II.indd 41

18/09/2006 02:04:32 p.m.

FERNANDO VIZCANO

comunes al discurso, cuya especificidad cambia a lo largo de la historia. Son ilustrativos en ello los ejemplos de las Cortes de Cdiz, clmen de la revolucin Espaola e inspiracin jurdica y poltica en los orgenes de los nuevos Estados latinoamericanos que, a principios del siglo XIX, se gestaban, y el cardenismo de los aos treinta en Mxico, por citar otro de los momentos cruciales de la historia moderna de este pas. Una es la nacin de la posrevolucin mexicana y otra la de las Cortes gaditanas, definida como la reunin de todos los espaoles de ambos hemisferios. En las cortes, el enemigo externo era Napolen; en el cardenismo, el capitalismo imperialista. Si all el antipatriota era el absolutista y el patriota el soldado que se organizaba en partidas contra los franceses, ac el patriota se condensaba en el revolucionario y el antipatriota en una figura como la de Saturnino Cedillo, en rebelda supuestamente con el apoyo de las compaas petroleras extranjeras.5 En Cdiz, la unidad giraba en derredor de Fernando VII, y a pesar de no estar clara una memoria histrica capaz de legitimar la unidad de la Espaa europea y la americana, la tradicin catlica sustenta una imagen de comunidad frente al protestantismo y al atesmo de los revolucionarios franceses. En el Mxico de los aos treinta del siglo XX, la unidad se dirigi tambin a una figura tan poderosa como la de un emperador: el presidente Crdenas, y la historia posee un carcter igualmente sagrado, especialmente alrededor de la gesta de la Revolucin de 1910. Ese sentido de divinidad lo posee, en general, la nacin y la asamblea parlamentaria soberana, que en Cdiz se llamo Vuestra Majestad, y en Mxico Bloque Revolucionario, con toda gravedad y magnificencia. En Cdiz el problema central era conservar la soberana y la unidad de toda Espaa, amenazada, en el exterior, por Napolen y, en el interior, por la autonoma de las Juntas Supremas Provinciales (que reclamaban su soberana ante la ausencia del Rey) y por la insurreccin americana. Con todo y las diferencias entre absolutistas y liberales, entre europeos y americanos, en los Diarios de Debates de las Cortes de 1810 y 1813 aparece, una y otra vez, un llamado de unidad en torno a una idea de nacin sagrada: Espaa. El 9 de enero de 1811, por citar un discurso ejemplar, mientras se discuta la igualdad de europeos y americanos as como la representacin de stos a las5

Un estudio amplio sobre Cedillo pude leerse en Martnez Assad (1990).42

Vizcaino II.indd 42

18/09/2006 02:04:32 p.m.

NATURALEZA DEL NACIONALISMO

primeras elecciones populares, el americano Guridi y Alcocer, de la provincia de Tlaxcala, subi a la tribuna para expresar estas ideas:Los americanos, como hijos de los europeos, mamamos al nacer el amor a la Pennsula, y desde la niez nos llamamos, y nos tenemos por hijos de ella: no slo somos espaoles, sino que nos gloriamos de serlo. Pero a pesar de ello, lejos de que se nos tenga en paralelo con los espaoles, estamos sumergidos en la miseria [...] Los americanos se quejan no de las leyes, no de la nacin, no de los monarcas, cuyo paternal amor han experimentado: se quejan de su desgraciada situacin, de que separados de la pennsula en tan gran distancia se forman ideas erradas de todas las cosas, no se conoce a los sujetos de mrito; y an cuando son conocidos, quedan postergados, por no estar cerca de la fuente. Pero no obstante todo esto, los americanos aman a la Pennsula, de la cual jams quieren separarse: detestan si el despotismo; y este es el nico origen de sus alborotos; este amor que siempre han profesado a Espaa, este amor a Fernando es el que enardece sus nimos y sus corazones. El nico modo de salvar las Amricas es acudir a curar esta llaga, origen de todo. Para esto no hallo medio mejor que [...] la igualdad de derechos en los frutos y en los destinos [...] importa mucho que se declare esta igualdad, consistiendo en esta declaracin el que las Amricas estn unidas a la metrpoli. (Diario de las discusiones y actas de las Cortes, 9 de enero de 1811).

El diputado de Tlaxcala, en su exposicin, identificaba una comunidad poltica a la que explcitamente (en el tercer prrafo) llamaba Espaa y (en el segundo) nacin. A su vez, identificaba a las Amricas o a los americanos, es decir, una parte, a la que l perteneca, integrante de la nacin. Aunque no era su intencin explcita, abra aqu la opcin, como de hecho iba a suceder, de que esta parte se constituyera en un Estado o varios Estados independientes de Espaa. Guridi sealaba a Amrica como una comunidad distinta de la Pennsula e integrante de Espaa. Ms an, buscaba salvar a las Amricas (en el cuarto prrafo), es decir, conservar la integracin de stas a la Pennsula. Apareca aqu un conflicto implcito: la insurreccin en ultramar y la posibilidad de que Espaa perdiera esos territorios. Para evitarlo propona una solucin: el reconocimiento de la igualdad en la representacin poltica entre americanos y peninsulares. La igualdad sustentaba la posibilidad de43

Vizcaino II.indd 43

18/09/2006 02:04:32 p.m.

FERNANDO VIZCANO

conservar en el futuro la unidad de toda Espaa; no apareca en su texto un enemigo externo o interno, pero s una referencia a la historia: mamamos al nacer el amor a la Pennsula, lo cual supone un principio natural y sagrado de la aceptacin de esa nacin, del centro poltico (la Pennsula) y de su lder (el rey Fernando VII). Implcitamente, apareca un territorio dado por la referencia a Espaa (cuyo mapa, con todos sus territorios en la Pennsula y en ultramar, estaba fijado en una mesa central en el recinto de las Cortes de Cdiz) y un supuesto de solidaridad colectiva y exaltacin de la nacin: no slo somos espaoles, sino que nos gloriamos de serlo. La discusin en torno a las igualdades entre americanos y europeos fue larga y constante en las Cortes espaolas de esos aos de 1810 a 1813. Estas palabras del diputado peninsular Pelegrn, ledas apenas dos das despus de las de Guridi y Alcocer, tambin son ilustrativas. ste, a diferencia del americano, peda posponer la aceptacin de una propuesta que igualara la representacin en las Cortes entre americanos y europeos y, sin embargo, recurra como Guridi a los siete elementos caractersticos del nacionalismo que arriba he citado. La diferencia es que aqu s es explcito el patriotismo, el antifrancesismo o enemigo externo, el pasado y el futuro ideal.Las Amricas, que son una gran parte del imperio Espaol, reclaman los cuidados y la justicia de las Cortes, para que sea respetada la dignidad de sus habitantes, y desenlazada su importancia, contribuyan en toda su extensin a formar la nacin grande que va a renacer de las ruinas a que la haba destinado la poltica de estos ltimos tiempos. Nuestros abuelos descubrieron en el nuevo mundo otros compaeros, hombres que agregados a la gran familia espaola deben sufrir sus males y sus cargas, como disfrutan de sus beneficios y ventajas. Sean dignos del pueblo que forman, y al proclamar esta obligacin que les impone la patria, les declara y sanciona sus derechos, no son otros, ni pueden ser ms ni menos que los que pertenecen a sus hermanos los europeos. La justicia del Congreso, y su sabia previsin no puede consentir que la mitad de sus sbditos se acuerden alguna vez que hay diferencia en su familia, y que los lazos que los unen a la madre patria no son ni tan ntimos ni tan magnficos. Vean nue