el nacimiento del juego (resumen)

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El nacimiento del juego (resumen). El juego constituye durante las fases iniciales el extremo de las conductas definidas por la asimilación. Casi todos los comportamientos a propósito de la inteligencia son susceptibles de convertirse en juego, cuando se repiten por asimilación pura, por simple placer funcional. Aunque no se puede concluir que el  juego se constituye después de la imitación. Simplemente es más fácil de interpretar aunque se constituya de manera igualmente precoz. Si la acomodación desborda el cuadro de la adaptación, sucede lo mismo con la asimilación. Los esquemas momentáneamente inutilizados no podrían desaparecer ante la amenaza de la atrofia por desuso, se ejercitarían por si mismos, sin otro fin que el placer funcional ligado con este ejercicio. En sus comienzos el juego es complemento de la imitación. El juego procede por relajación del esfuerzo adaptativo.. La imitación y el juego se conjugan solamente en el nivel de la representación. Durante los estadios sensorio-motores puros, los dos marchan por distintos caminos y son en cierta forma antitéticos. El juego comienza desde el primer estadio, desde las adaptaciones puramente reflejas.  El juego es un pre-ejercicio de los instintos esenciales. - K. Groos. Es muy difícil considerar como verdaderos juegos los ejercicios del reflejo. En el segundo estadio, el juego parece ya formar parte de las conductas adaptativas. Prolonga a estas últimas de manera tan continua y clara que no se sabría decir dónde comienza. Se debería decir (y Claparède llegó a decirlo) que todo es juego durante los primeros meses de existencia, salvo algunas excepciones como la nutrición, o emociones como el miedo y la cólera. Cuando el niño, mira por mirar, manipula por manipular, balancea manos y brazos, se dedica a acciones centradas sobre sí mismas, al modo de todos los juegos puesto que no tienen finalidad exterior. Pero sería una exageración afirmar que todas las actividades autotélicas constituyan juegos. Toda asimilación es autotélica, pero es necesario distinguir la asimilación con acomodación actual de la asimilación pura, a la cual se subordinan las acomodaciones anteriores que asimila lo real a la actividad  propia sin esfuerzo ni limitación. Este es el caso del juego y es característico solamente de él, si no se lo quiere confundir con el pre ejercicio, en el cual se englobaría prácticamente toda la actividad infantil. Pero si todas las reacciones circulares no presentan este carácter lúdico, se puede decir que la mayoría de ellas se continúan en juegos. Después de haber dado muestras de una gran atención y de un real esfuerzo de acomodación, el niño reproduce determinadas conductas simplemente por placer y sin la búsqueda de resultados característica de la reacción circular. Llegada a este punto la reacción deja de constituir un acto de adaptación completa, para engendrar apenas un placer de asimilación pura. Un esquema, no es jamás lúdico o no lúdico y su carácter de juego no proviene sino del contexto o del funcionamiento actual. Todos los esquemas son susceptibles de dar lugar a esta asimilación pura, cuya forma extrema la constituye el juego. Durante este segundo estadio el juego no se esboza aún sino como una ligera diferenciación de la asimilación adaptativa. Durante el tercer estadio el proceso sigue siendo el mismo, pero la diferenciación entre el juego y la asimilación intelectual es un poco más acentuada. A partir del momento en que las reacciones circulares se refieren ya no solamente al propio cuerpo o a los cuadros perceptivos ligados a la actividad sensorial elemental sino a los objetos manipulados con una intencionalidad creciente. La reacción sobre las cosas se transforma en juego cuando el fenómeno nuevo es “comprendido” por el niño y no ofrece ya alimento a la búsqueda propiamente dicha. En el cuarto estadio, aparecen dos novedades relativas al juego: - la apl icac ión de lo s esq uemas conoc idos a s ituac iones nuevas son susce ptible s de c ontinu arse p or medio de manifestaciones lúdicas - la movilidad de los esquemas permite la formación de verdaderas combinaciones lúdicas. En el caso de los esquemas ensayados exclusivamente en presencia de los objetos nuevos, intenta asimilarlos y en cierta forma, “definirlos por medio del uso”. Hay pues inteligencia propiamente dicha. Al asociar unos esquemas con otros según un proceso análogo y aplicando a cada uno el mismo detallismo escrupuloso, la sucesión de ellos se lleva cabo sin finalidad exterior. Pero en tales conductas hay algo más, hay lo que podríamos llamar una especie de “ritualización” de los esquemas, como imitados o “jugados”. Esta ritualización prepara la formación de juegos simbólicos: para que el ritual lúdico se transforme en símbolo bastaría con que el niño, en lugar de desarrollar este ciclo de sus movimientos habituales, tuviera conciencia de la ficción, es decir que “haga como que”… Es lo que se verá precisamente en el sexto estadio. En relación con las “reacciones circulares terciarias” o “experiencias para ver”, con ocasión de un acontecimiento fortuito, el niño se divierte en combinar gestos que no tienen relación entre sí, que son nuevos y casi siempre inmediatamente lúdicos.

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El nacimiento del juego (resumen). El juego constituye durante las fases iniciales el extremo de las conductas definidas por la asimilación. Casi todos los comportamientos a propósito de la inteligencia son susceptibles de convertirse en juego, cuando se repiten por asimilación pura, por simple placer funcional. Aunque no se puede concluir que el juego se constituye después de la imitación. Simplemente es más fácil de interpretar aunque se constituya de manera igualmente precoz. Si la acomodació

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El nacimiento del juego (resumen).

El juego constituye durante las fases iniciales el extremo de las conductas definidas por la asimilación.

Casi todos los comportamientos a propósito de la inteligencia son susceptibles de convertirse en juego,

cuando se repiten por asimilación pura, por simple placer funcional. Aunque no se puede concluir que el

 juego se constituye después de la imitación. Simplemente es más fácil de interpretar aunque se constituya

de manera igualmente precoz.Si la acomodación desborda el cuadro de la adaptación, sucede lo mismo con la asimilación. Los

esquemas momentáneamente inutilizados no podrían desaparecer ante la amenaza de la atrofia por 

desuso, se ejercitarían por si mismos, sin otro fin que el placer funcional ligado con este ejercicio. En sus

comienzos el juego es complemento de la imitación. El juego procede por relajación del esfuerzo

adaptativo.. La imitación y el juego se conjugan solamente en el nivel de la representación. Durante los

estadios sensorio-motores puros, los dos marchan por distintos caminos y son en cierta forma antitéticos.

El juego comienza desde el primer estadio, desde las adaptaciones puramente reflejas.

 El juego es un pre-ejercicio de los instintos esenciales. - K. Groos. Es muy difícil considerar como

verdaderos juegos los ejercicios del reflejo.

En el segundo estadio, el juego parece ya formar parte de las conductas adaptativas. Prolonga a estas

últimas de manera tan continua y clara que no se sabría decir dónde comienza.

Se debería decir (y Claparède llegó a decirlo) que todo es juego durante los primeros meses de existencia,

salvo algunas excepciones como la nutrición, o emociones como el miedo y la cólera. Cuando el niño,mira por mirar, manipula por manipular, balancea manos y brazos, se dedica a acciones centradas sobre sí

mismas, al modo de todos los juegos puesto que no tienen finalidad exterior. Pero sería una exageración

afirmar que todas las actividades autotélicas constituyan juegos.

Toda asimilación es autotélica, pero es necesario distinguir la asimilación con acomodación actual de la

asimilación pura, a la cual se subordinan las acomodaciones anteriores que asimila lo real a la actividad

 propia sin esfuerzo ni limitación. Este es el caso del juego y es característico solamente de él, si no se lo

quiere confundir con el pre ejercicio, en el cual se englobaría prácticamente toda la actividad infantil.

Pero si todas las reacciones circulares no presentan este carácter lúdico, se puede decir que la mayoría de

ellas se continúan en juegos. Después de haber dado muestras de una gran atención y de un real esfuerzo

de acomodación, el niño reproduce determinadas conductas simplemente por placer y sin la búsqueda de

resultados característica de la reacción circular. Llegada a este punto la reacción deja de constituir un acto

de adaptación completa, para engendrar apenas un placer de asimilación pura.

Un esquema, no es jamás lúdico o no lúdico y su carácter de juego no proviene sino del contexto o delfuncionamiento actual. Todos los esquemas son susceptibles de dar lugar a esta asimilación pura, cuya

forma extrema la constituye el juego.

Durante este segundo estadio el juego no se esboza aún sino como una ligera diferenciación de la

asimilación adaptativa.

Durante el tercer estadio el proceso sigue siendo el mismo, pero la diferenciación entre el juego y la

asimilación intelectual es un poco más acentuada. A partir del momento en que las reacciones circulares

se refieren ya no solamente al propio cuerpo o a los cuadros perceptivos ligados a la actividad sensorial

elemental sino a los objetos manipulados con una intencionalidad creciente. La reacción sobre las cosas

se transforma en juego cuando el fenómeno nuevo es “comprendido” por el niño y no ofrece ya alimento

a la búsqueda propiamente dicha.

En el cuarto estadio, aparecen dos novedades relativas al juego:

- la aplicación de los esquemas conocidos a situaciones nuevas son susceptibles de continuarse por 

medio de manifestaciones lúdicas

- la movilidad de los esquemas permite la formación de verdaderas combinaciones lúdicas.

En el caso de los esquemas ensayados exclusivamente en presencia de los objetos nuevos, intenta

asimilarlos y en cierta forma, “definirlos por medio del uso”. Hay pues inteligencia propiamente dicha. Al

asociar unos esquemas con otros según un proceso análogo y aplicando a cada uno el mismo detallismo

escrupuloso, la sucesión de ellos se lleva cabo sin finalidad exterior.

Pero en tales conductas hay algo más, hay lo que podríamos llamar una especie de “ritualización” de los

esquemas, como imitados o “jugados”. Esta ritualización prepara la formación de juegos simbólicos: para

que el ritual lúdico se transforme en símbolo bastaría con que el niño, en lugar de desarrollar este ciclo de

sus movimientos habituales, tuviera conciencia de la ficción, es decir que “haga como que”… Es lo que

se verá precisamente en el sexto estadio.

En relación con las “reacciones circulares terciarias” o “experiencias para ver”, con ocasión de unacontecimiento fortuito, el niño se divierte en combinar gestos que no tienen relación entre sí, que son

nuevos y casi siempre inmediatamente lúdicos.

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Estas conductas son curiosas dado su carácter de combinaciones inadaptadas a circunstancias exteriores.

En la reacción circular normal, el sujeto tiende a repetir o hacer variar el fenómeno para acomodarse

mejor a él y mejor dominarlo.

Tanto en el presente estadio, como en el precedente, el juego se presenta bajo la forma de una extensión

de la función de asimilación más allá de los límites de la adaptación actual.

Los rituales de este estadio continúan a los del precedente, con la diferencia que los del cuarto estadio

consisten en repetir o asociar esquemas ya constituidos con un fin no lúdico, mientras que en los de estese constituyen casi en lúdicos y testimonian una mayor fertilidad de combinaciones. Este progreso en la

ritualización lúdica de los esquemas implica un desarrollo correlativo en el sentido del simbolismo.

Con el sexto estadio, el símbolo lúdico se destaca del ritual bajo la forma de esquemas simbólicos, gracias

a un progreso en el sentido de la representación. Este progreso se lleva a cabo al margen del paso de la

inteligencia empírica a la combinación mental y del de la imitación interior a la imitación interna o

“diferida”.

Las conductas en las cuales hemos creído discernir por primera vez la ficción o sentimiento del “como

si”, son características del símbolo lúdico por oposición a los simples juegos motores. El niño utiliza

esquemas ya conocidos y ritualizados en el curso de juegos motores, pero primero los asimila con

objetivos nuevos, además, estos nuevos objetos son utilizados con el único fin de permitir al sujeto imitar 

o evocar los sistemas en cuestión. La reunión de estas dos condiciones (aplicación de un esquema a

objetos inadecuados y evocación por placer) a nuestro juicio caracteriza el comienzo de la ficción.

Hay juego en la medida en que el esquema no es ejercido sino por placer.Hay símbolo y no solamente juego motor, porque hay asimilación ficticia de un objeto al esquema y

ejercicio de éste.

La imitación diferida del modelo nuevo, tiene lugar después de su desaparición y el juego simbólico

representa una situación sin relación directa con el objeto que le sirve de pretexto.

Imitación, por lo menos aparente, y asimilación lúdica a la vez, es el carácter principal del juego

simbólico a diferencia del juego simplemente motor.

Como parte del objeto, el índice permite anticipar a éste sin representación mental y por simple activación

del esquema interesado, así un niño de 8 a 9 meses sabrá ya encontrar un juguete bajo una tela, cuando la

forma abombada de ésta le sirva de índice de la presencia del objeto. El símbolo se basa en el simple

 parecido, entre el objeto presente que juega el papel de “significante” y el objeto ausente “significado”. El

“signo es un significante “arbitrario” o convencional, en tanto que el “símbolo” es un significante

“motivado”. En el nivel en el que parecen estos primeros símbolos lúdicos el niño se capacita para

aprender a hablar, los primeros “signos” parecen ser contemporáneos de estos símbolos. Ni la palabra ni el contacto con otro acompañan siempre la formación de un simbolismo.

El efecto más característico del sistema de los signos verbales sobre el desarrollo de la inteligencia es el

de permitir la transformación de los esquemas sensorio-motores en conceptos.

Los esquemas como instrumentos de adaptación a situaciones cada vez más variadas, son sistemas de

relaciones susceptibles de abstracción y generalización progresivas. Deben dar lugar a una comunicación

interindividual y, por consecuencia, ser expresados por signos. La intervención del signo social es señal

de un cambio decisivo en la dirección de la representación.

La asimilación generalizadora conducirá por sí misma al concepto, por intermedio del signo, del

intercambio social, el símbolo lúdico sigue siendo asimilación egocéntrica, aún mucho después de la

aparición del lenguaje y de los conceptos más socializados de los que el niño sea capaz.

Si la formación del símbolo lúdico no es debida a la influencia del signo o la socialización del orden

verbal, es necesario que se explique por el trabajo anterior de la asimilación.

Hay continuidad funcional entre los estadios sucesivos, el símbolo lúdico está en germen desde la

asimilación generalizadora del segundo estadio. Cuando un esquema es aplicado a objetivos cada vez más

distantes de su objetivo inicial, puede haber elaboración progresiva de la acción con respecto a éste en el

sentido de que todos los objetivos nuevos y antiguos serán puestos en el mismo plan, hay entonces

asimilación del esquema con equilibrio entre la asimilación y la acomodación.

Finalmente la asimilación lúdica de los estadios dos y tres, es el punto de partida del símbolo.

Durante los estadios cuatro y cinco, hay un progreso en la dirección del símbolo correspondiente al

desarrollo de la asimilación lúdica que conduce a una diferenciación un poco más avanzada, entre el

significante y el significado. Hay una alusión simbólica comparable a las llamadas “ficciones” o

sentimientos de “como si”.

Estos símbolos jugados, por así decir, preparan los símbolos representativos.

En el curso del estadio seis, el esquema propiamente simbólico aparece por asimilación de un objeto

cualquiera al esquema “jugado” y a su objetivo inicial, término final sensorio-motor de una diferenciación progresiva entre el “significante” y el “significado”, el significante está representado por el objeto elegido

 para representar al objeto inicial del esquema, así como por los movimientos ejecutados ficticiamente

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sobre él, el significado es el esquema mismo tal como se desarrollaría seriamente y el objeto al cual es

aplicado habitualmente.

Los movimientos en las ritualizaciones lúdicas en los estadios 4 y 5 son aplicados a objetos nuevos e

inadecuados y se desarrollan por medio de una imitación minuciosa, pero enteramente ficticia.

Esta representación simbólica como en los casos de las imitaciones diferidas, no es sino la prolongación

de toda la construcción sensorio-motora anterior.

La inteligencia en el estadio seis se hace susceptible de proceder por esquemas interiorizados y por lotanto representativos, por oposición a los esquemas con desarrollo exterior o empírico.

La interiorización de los esquemas de inteligencia hace posible la imitación diferida, la imitación es una

acomodación de los esquemas y su carácter diferido resulta de su interiorización, repercute sobre la

inteligencia haciendo posible la representación.

Hay una asimilación lúdica que deforma los objetos hasta someterlos a la fantasía menos objetiva y una

especie de imitación.

La imitación y el juego se elaboran en el curso de los mismos estadios y pasan por las mismas fases de

construcción, incluso la fase representativa. Ambos proceden de una misma diferenciación del complejo

original de asimilación y de acomodación reunidos.

Las primeras adaptaciones sensorio-motoras, lo mismo que los actos de inteligencia propiamente dichos,

suponen uno y otro, procesos equilibrados según diversos grados. La inteligencia que equilibra la

imitación y el juego, hace primar el uno o el otro y evoluciona consecuentemente etapa por etapa.

 Ningún esquema es como tal, de una vez por todas adaptativo, imitativo o lúdico, un esquema deimitación puede llegar a hacerse lúdico, lo mismo que adaptativo. Todo esquema participa siempre a la

vez de la asimilación y de la acomodación.

En el acto de adaptación inteligente, cada objeto o cada movimiento dado, es asimilado a un esquema

anterior que se acomoda a él en respuesta y la asimilación y la acomodación siguen el desarrollo actual de

los acontecimientos pudiéndolos anticipar por una parte, o seguir su curso, por otra. En el juego de

ejercicio sensorio-motor, el objeto es asimilado a un esquema conocido anterior, sin acomodación nueva

ni anticipación acomodativa de las secuencias causales ulteriores. En la imitación, el esquema anterior se

transforma al acomodarse al modelo actual.

En el símbolo lúdico, la imitación, no se relaciona con el objeto presente sino con el objeto ausente que se

trata de evocar y así la acomodación imitativa sigue subordinada a la asimilación.

En la imitación diferida, la acomodación imitativa sigue siendo un fin en sí y se subordina a la

asimilación reproductiva.

En el acto de inteligencia la imitación se relaciona con el objeto mismo que se trata de asimilar y laacomodación, aún cuando se convierta en imitación representativa, sigue en equilibrio con la asimilación.

Tanto cuando se trata de la inteligencia como de la imitación y de las conductas lúdicas (las tres

exclusivamente sensorio-motoras), la imitación prolonga la acomodación, el juego prolonga la

asimilación y la inteligencia las reúne a todas sin interferencias, complicando esta situación simple. Con

las conductas diferidas interiorizadas que marcan los comienzos de la representación, la imitación (que

desarrolla entonces una acomodación a los objetos ausentes y no solamente presentes) adquiere por esto

mismo, una función formadora de “significantes” con relación a las significaciones.