el mundo de los sacramentos - victor codina

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Catequesis

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  • Vctor Codina

    El mundo de los

    sacramentos

    ediciones paulinas

  • Segunda Edicin Distribucin: e EDICIONES PAULINAS 1992 Departamento de Divulgacin

    Carrera 46 No. 22A-90 Calle 170 No. 23-31 FAX (9-1) 2684288 A.A. 100383 - FAX (9-1) 6711278

    Santaf de Bogot, D.C. - Colombia

    ISBN 958-607-549-4

    Prlogo

    En muchos lugares, al llegar la navidad, las familias compran un rbol de navidad para la casa Es un pino pequeo o una rama de pino. O a veces, incluso, un rbol de plstico verde. Las familias lo adornan con luces que se encienden y se apagan, con bolitas dora-das y plateadas, con estrellas y regalos. Pero las luces, las esferas, las estrellas y los regalos no han brotado del rbol, han sido simplemente colgados y amarrados al rbol No son frutos del rbol Pasada la navidad, se desarma el rbol, y se guardan los adornos para el prximo ao.

    Los sacramentos no son unos adornos que se aa-den a nuestra vida. Son, ms bien, frutos del rbol de la vida cristiana, suponen una vida cristiana.

    Podramos comparar la vida cristiana a un rbol Las races son la fe, nuestro credo. El tronco es el seguimiento de Jess, que es como

    el corazn de la vida cristiana. Las ramas y las hojas son la Iglesia, la comuni-

    dad de Jess: gracias a las ramas y a las hojas, el rbol vive.

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  • Las flores son las fiestas cristianas y los frutos son los sacramentos, de donde salen las semillas para nuevas plantas.

    Despus de haber publicado algunos opsculos sobre la fe (Nuestro credo), el seguimiento de Cristo (Ser cristiano en Amrica Latina), la Iglesia (qu es la Iglesia?), ahora queremos presentar uno nuevo sobre los sacramentos. No vamos a repetir lo que escribimos en los opsculos anteriores, sino comple-tarlo y ampliarlo a los sacramentos.

    Lo deseamos hacer escuchando el clamor del pueblo y a la luz de la reflexin surgida en estos aos en Amrica Latina.

    Deseara que este librito sobre los sacramentos pudiera ayudar a las comunidades cristianas de base, a los agentes de pastoral que trabajan en sectores populares, y a los cristianos laicos, en general, a pro-fundizar ms el mundo de los sacramentos.

    El autor

    1. El bosque de los smbolos

    Hechos de vida

    1. Cuando el papa Juan Pablo II visit Oruro, un minero con guardatojo le impuso al papa el Casco minero, como smbolo de cario y solidaridad, y una mujer le ofreci una olla vaca, como expresin del hambre del pueblo.

    2. Ex-mineros se crucificaron en el edificio cen-tral de UMSA.

    La Paz (Los Tiempos). "Siete ex-trabajadores mineros de Catavi-Siglo XX sorprendieron patti-camente esa tarde con su auto-crucifixin en sitios visibles o hacia la Avenida Villazn del edificio cen-tral de la Universidad Mayor de San Andrs, como protesta por la no atencin gubernamental a sus peticiones de nivelacin del pago de beneficios sociales por "relocalizacin", ms propiamente des-pido forzado, entre finales de 1985 y principios de 1986".

    Si bien para su crucifixin no emplearon clavos ni se causaron heridas, al haberse amarrado de manos y

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  • pies a burdas cruces de madera, causaron un tre-mendo impacto entre los viandantes que se detenan a observarlos y condolerse de su situacin.

    La auto-crucifixin fue realizada alrededor de las 16,30 horas, mientras un grupo numeroso de otros "relocalizados" se apostaban en el atrio y proximi-dades del monobloque central de la UMSA.

    Para mayor patetismo, los crucificados vestan ropas muy usadas (Del diario Los Tiempos, Cocha-bamba, jueves 20 de abril de 1989).

    Multitud de smbolos

    Ms que comenzar por definir los smbolos, des-cribamos algunos gestos y expresiones simblicas en nuestra vida de cada da.

    Para expresar el amor, la amistad y el cario, los conocidos se dan la mano, los amigos se abrazan, los padres besan a sus hijos, los esposos se acarician y besan en un abrazo ntimo.

    Cuando celebramos un cumpleaos o una fiesta, enviamos flores y regalos y nos invitan a un platito o a una torta, precedida por el canto de felicitacin, por el brindis ritual. Segn sea la fiesta, no faltarn la mixtura, la plvora, la banda, el baile. Si es inaugura-cin, habr que cortar la cinta y romper una botella de champn.

    Cuando se trata de una fiesta de promocin o de graduacin de estudiantes, hay una serie de ritos que no pueden faltar: discursos, diplomas, cantos, flores, fiesta en la casa luego.

    Si se trata de fiestas cvicas, los smbolos son patriticos: bandera, desfile, homenajes florales a los

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    hroes patrios, procesiones de antorchas, bandas, discursos, conjuntos, etc.

    Los campesinos tienen sus ritos propios para con la Pachamama o tierra madre: antes de arar o sem-brar, en la cosecha. Los mineros tienen los suyos para con el To, que es como la aplicacin de la Pacha-mama al mundo de la mina: libaciones (cha'llas), ofrendas de alcohol, cigarros, hojas de coca-

    Toda la vida est marcada por una serie de ritos que varan de lugar a lugar, pero que expresan los sentimientos ms profundos de deseo de felicidad, de bienestar, de proteccin, de vida. Del nacimiento a la muerte, desde el primer corte de cabello del nio a los ritos funerarios, pasando por las fiestas comunita-rias y sobre todo el matrimonio, toda la vida del pueblo est marcada por gestos simblicos.

    Los smbolos alcanzan su grado mximo en las fiestas populares como por ejemplo el carnaval. Hay disfraces, mscaras, desfiles, corsos, bailes, conjun-tos, etc. Cada conjunto tiene su vestido propio, su significado, su alegora, su sentido de crtica social o histrica, su propia msica. La morenada es dife-rente de los caporales o de los tobas.

    Luego estn los smbolos de cada familia, aquellos recuerdos que se guardan en casa: la foto de la boda, del servicio militar, del abuelo, el diploma de final de estudios, aquel jarro que era de la familia y con el cual se serva el agua, la vela...

    Pero a estos gestos que podramos llamar ms tradicionales se aaden los modernos. Basta ca-minar por una ciudad y ver los anuncios o poner el televisor para ser invadidos por una avalancha de propagandas que se expresan a travs de imgenes y signos comerciales: se anuncian bebidas, tabaco,

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  • automviles, comidas, perfumes, discos, computado-ras... con bellas imgenes, con jvenes sonrientes, con nios candorosos, que vienen a decirnos que en este producto est la felicidad completa, el prestigio social, la alegra de la vida: fume este cigarrillo y ser feliz, compre este coche y su vida cambiar, tome Coca Cola y formar parte del sector privilegiado de la humanidad y poseer una juventud perenne, use esta marca de pasta de dientes y todos sus problemas conyugales desaparecern ante la fragancia de su boca, compre un refrigerador y su familia ser feliz para siempre, beba singani de esta marca y su alegra no tendr fin...

    Las ciudades tambin tienen sus smbolos. A veces es un monumento, o la plaza, o la catedral, o un paisaje. La plaza Murillo y el Illimani representan a La Paz, la virgen del Socavn y el monumento al minero a Oruro, el Cristo del Corcovado a Ro de Janeiro, la estatua de la Libertad a Nueva York, la torre Eiffel a Pars.

    Cuando cae un dictador se derriban sus imgenes. Cuando fue derrocado Duvalier en Hait, el pueblo derrib sus monumentos, y en la cada de Stroessner en Paraguay, lo primero que se hizo fue quitar su retrato del aeropuerto, de las ciudades, cambiar el nombre a la ciudad que llevaba el nombre del dicta-dor. La imagen y el nombre representan a la persona.

    Pero junto a estos smbolos familiares, humanos y muchas veces ntimamente enlazados con ellos, estn los smbolos religiosos.

    Todos los pueblos, todas las culturas, se han sen-tido atrados por la majestad de las montaas, por la fecundidad de la tierra, por el calor del sol y la fuerza misteriosa de la luna. El agua, como luego veremos

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    al tratar del bautismo, simboliza muerte y vida. El arco iris representa la paz. A travs de estos smbolos naturales los hombres han entrado en contacto con Dios. En los lugares ms remotos y majestuosos hallamos restos de antiguos cultos religiosos. En MachuPichu cerca del Cuzco, tenemos un santuario de los incas. En Mxico las pirmides son lugares religiosos. En la India, adems de los muchos tem-plos hindes y budistas, hoy las multitudes se baan en el ro Ganges para purificarse de sus pecados.

    Todava hoy en el mundo andino se conservan ritos hacia los cerros que representan los antepasa-dos (Achachilas), hacia la Pachamama, sacrificios de llamas o corderos (Wilanchas), ritos penitenciales en los cerros, el enterrar fetos de llama en los funda-mentos de las casas y edificios para que la Pacha-mama los proteja, etc. Cuando uno visita un mercado se sorprende al ver que junto a los productos comes-tibles o a los vestidos y electrodomsticos, hay una zona destinada a vender material para los ritos tradi-cionales, para las libaciones (challas), nuevas casas, incienso (q'owas), etc.

    Tambin el pueblo de Israel tena sus ritos religio-sos y sus smbolos. Cuando un nio varn naca, era circuncidado, como signo de pertenencia al pueblo de Israel, con el que Dios haba hecho un pacto de alianza (Gn 17,10). Al llegar la fiesta de la pascua, se coma el cordero pascual con una serie de ritos de comidas (hierbas amargas, bebida de diversas copas...) para recordar la salida del pueblo de Egipto, como se narra en el libro del xodo (Ex 12). Haba fiestas y ritos de purificacin, sacrificios, ofrendas, fiestas de cosecha y primicias y todo un complicado

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  • ceremonial litrgico en el templo, a cargo de sacer-dotes y levitas (Levtico).

    Los profetas tambin utilizaron smbolos para expresar sus enseanzas, anunciar la palabra de Dios y denunciar castigos. Cuando Jeremas rompe un jarro (Jr 19), Isaas camina desnudo por la ciudad (Is 20), Ezequiel se viste de deportado y esclavo, estn simbolizando la divisin del pueblo y su futuro destierro.

    Jess vivi inmerso en este rico mundo simblico y ritual de Israel. Fue circuncidado (Le 2,21), acudi al templo de joven (Le 2,41 -50), comi la cena pascual con sus discpulos (Me 12,22-25). Adems se dej bautizar por Juan el Bautista junto al Jordn (Le 3,21-22), en un rito de penitencia de tipo popular y profetice

    Pero adems, Jess mismo hizo una serie de gestos simblicos que causaron sorpresa en su tiempo. Comi con pecadores para simbolizar que el reino que l anunciaba era un reino de misericordia (Le 15,1-2), hizo milagros para anunciar que el reino haba comenzado a estar presente con l (Le 11,20), llor sobre Jerusaln para simbolizar que lamentaba su suerte futura por no haber sabido acoger al enviado de Dios (Le 19,41-44), maldijo a la higuera por no dar frutos para expresar que Israel era un rbol con muchas hojas y sin frutos (Mt 21,18-19), lav los pies a sus discpulos para significar que su vida haba sido una vida de servicios y entrega y que sus discpulos deban servirse y ayudarse unos a otros fraternalmente (Jn 13,1-20), coloc a un nio en medio de sus discpulos para expresar que los peque-os eran los ms importantes en el reino de los cielos (Mt 18,1-4). Y al hablar del juicio final puso a los

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    pobres como jueces del ltimo da, para expresar que ellos son los ms importantes y que l se identifica con ellos (Mt 25,31-45).

    Las parbolas estn llenas de smbolos que han pasado a ser populares: el hijo prdigo (Le 15,11-32), el buen samaritano (Le 10,29-37), el buen pastor (Jn 10,1-21), la vid (Jn 15,1-17), la luz y la sal (Mt 5,13-16), las bodas del rey que invita a muchos y que no van al banquete (Mt 22,1-14), la gallina que protege a sus polluelos (Le 13,34), el sembrador (Mt 13,1-23), la levadura (Mt 13,33), el tesoro y la perla (Mt 13,44-46), la cizaa (Mt 13,36-43), el siervo que no perdon a su compaero (Mt 18,23-35), etc.

    Despus de haber visto este bosque inmenso de smbolos, podemos ya intentar definirlos.

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  • Qu es un smbolo?

    Muchos creen que smbolo significa algo no real, que lo simblico es lo que no existe. Y esto no es verdad. El smbolo es la mejor forma y muchas veces la nica de expresar lo ms profundo de la vida: el amor, el deseo de felicidad, la alegra, el dolor, el sentido de comunidad, el recuerdo del pasado, la esperanza, nuestra fe. El smbolo es la expresin de lo ms real y profundo.

    Gracias a los smbolos comunicamos a los dems nuestros sentimientos y mantenemos la identidad y la comunin. Una comida de familia refuerza los lazos del amor, un desfile patrio reaviva el sentido de la patria, una fiesta patronal une a todos los vecinos, el abrazo conyugal fomenta el amor de los esposos que fructifica en los hijos.

    Cuanto ms profunda sea la realidad que quere-mos expresar, tanto ms necesario es el smbolo y ms profundo es su significado.

    El autntico smbolo se distingue de las seales convencionales que nosotros podemos inventar. As en qumica, el signo Au significa oro, el Ag la plata, Sn el estao, y sin embargo, al escribir Au, Ag o Sn, no tengo oro, ni plata, ni estao.

    Por el contrario, el abrazo, si es sincero, encierra amor, una foto recuerda una persona y la hace pre-sente, una invitacin a comer expresa hospitalidad. En los smbolos verdaderos se da una comunin con la realidad simbolizada.

    El smbolo ha de ser transparente, se tiene que entender. Los mineros entendieron en Oruro el gesto de poner al papa un guardatojo y las mujeres com-prendieron qu significaba el ofrecer al papa una olla

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    vaca. Los caminantes que pasaron por delante de la Universidad de la Paz se detenan conmovidos ante los mineros autocrucificados. Los discpulos de Jess comprendieron muy bien qu significaba el lavatorio de los pies. Cuando un smbolo se tiene que explicar mucho, es seal de que ha perdido expresividad.

    Los smbolos verdaderos no sirven para nada, son gratuitos, expresan solamente un deseo o comunican algo invisible. Un beso no sirve para nada, una flor no se puede comer. Pero un mundo sin besos ni flores sera una crcel. En el fondo, lo aparentemente intil, es lo ms necesario.

    Los smbolos autnticos se distinguen de los que slo son instrumentos de propaganda comercial o de ideologa poltica. Los smbolos de la TV, no sirven de ordinario a los verdaderos intereses del pueblo, sino a los intereses de unos pocos. Son smbolos que en lugar de unir, dividen, en vez de hacer crecer, engaan y embrutecen.

    Pero a veces incluso smbolos autnticos se pue-den corromper. El beso de Judas utiliza la seal del amor para traicionar a Jess. Y Jess se queja amar-gamente de ello: "Judas, con un beso entregas al hijo del hombre!" (Le 22,48).

    Cmo interpretar los smbolos?

    Para comprender los smbolos hay que tener no slo inteligencia, sino corazn y sensibilidad. El agua es mucho ms que H2O: es vida, poesa, alegra... El pueblo entiende mejor los smbolos que muchos sec-tores ms racionalistas. El llamado mundo desarro-llado, ha perdido en gran parte su sensibilidad simb-

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  • lica y se siente cada da ms desarraigado y perdido, pues el hombre no slo vive de pan, de TV, de com-putadoras, de autopistas, de cheques o de robots. Necesita tambin smbolos que den sentido a su vida. El hombre es un animal simblico, capaz de crear e interpretar smbolos.

    Cuanto ms humano, profundo y religioso es un pueblo, ms capacidad tiene para comprender sm-bolos, para admirarse ante la majestuosidad de los cerros nevados, para respetar la fecundidad de la tierra, para celebrar una fiesta, para venerar una imagen. Al hombre con capacidad simblica, todo el mundo se le vuelve transparente, todo manifiesta el poder, el amor, la belleza, todo le habla de Dios:

    "Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos" (Sal 19,1).

    El artista ve al mundo con otros ojos, el enamo-rado todo lo ve diferente y nuevo, el creyente ve el mundo y la historia como preado de Dios. Porque el creyente no slo ve smbolos en la naturaleza, sino tambin y sobre todo en las personas y las cosas. Si los cerros, el sol y la noche estrellada revelan la gloria de Dios, mucho ms la persona humana que es su imagen, cualquiera que sea su edad, sexo, raza o condicin social. Y en todo proceso histrico que ayude a pasar de un mundo menos humano a un mundo ms humano, el cristiano descubre el paso de Dios, como lo percibi Israel en el xodo (Medelln, Introduccin, n 6).

    Todo esto nos prepara para comprender que ade-ms de smbolos naturales haya smbolos humanos e histricos de Dios y que la Iglesia tenga tambin sus propios smbolos, que se entrelazan con los smbolos

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    humanos, comunitarios y religiosos de la humani-dad, pero que poseen un sentido peculiar a la luz del misterio de la muerte y resurreccin de Jess.

    A estos smbolos de Dios y de la Iglesia se les acostumbra a llamar sacramentos. Pero esto merece un captulo aparte.

    Preguntas para los grupos

    Completar los smbolos aqu descritos con otros smbolos de nuestra vida personal, familiar, social y religosa.

    Buscar algunos anuncios de TV y analizar cul es su mensaje y los efectos que causan en el pblico que los ve.

    Discutir en grupo el sentido simblico de los mineros autocrucificados en La Paz, y su impacto.

    El sacramento del pan

    De vez en cuando en casa se hace pan. El hecho no deja de ser extrao, en una gran ciudad, en donde abundan las panaderas. Por qu en un aparta-mento, darse el lujo o el trabajo de amasar? No se trata de una necesidad, ni el pan que se hace es para matar el hambre, sino que brota de algo mucho ms fundamental que la necesidad primaria de comer: se amasa y se cuece para obedecer a un rito antiguo, para respetar un gesto tpico (...).

    El pan de hoy ya no se hace como antes en un enorme fogn alimentado con lea, sino en la estre-chez de un horno de gas. Se amasa con las manos,

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  • lentamente, difcilmente. Las cosas no se amasan sin dolor. Una vez cocido se reparte entre los muchos hermanos, que ahora viven fuera de casa, tienen sus mujeres y sus hijos; y todos lo encuentran gustoso: "Es el pan de mam!". En verdad hay algo especial en este pan, algo que no se saborea en el pan annimo comprado en la panadera del portugus de al lado o en el supermercado del centro de la ciudad.

    En qu consiste este "algo" especial que tiene? Por qu se reparte entre los miembros de la familia?

    Porque es un pan sacramental. Hecho de harina de trigo, con todos los ingredientes de cualquier pan, es, sin embargo, diferente porque slo l evoca otra realidad humana: la realidad que se hace presente en el pan hecho por mam, con sus cabellos blancos, viuda, ligada a los gestos originales de la vida, y por eso, el sentido profundo que cada cosa familiar lleva consigo.

    Ese pan evoca la semejanza de un pasado, cuando era hecho semanalmente con mucho sacrificio para once bocas que como pajaritos esperaban el ali-mento materno. Por eso, se levantaba temprano aquella que se convirti en smbolo de la "mujer fuerte" y de la "gran madre". Amontonaba harina de trigo, muy blanca, tomaba el fermento; echaba muchos huevos; a veces, hasta pasas dulces meta dentro. Y despus con su brazo fuerte y su vigorosa mano, amasaba, amasaba, hasta conseguir que la pasta fuese homognea; luego la cubra con harina de mijo ms gruesa y la tapaba con un mantel blanco.

    Cuando nosotros nos levantbamos, ya estaba ah, sobre la mesa, la enorme masa. De pequeos, espi-bamos por debajo del mantel para ver la masa blanda y, a escondidas, con el dedo ndice robbamos un

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    poco, que asbamos sobre la plancha caliente del fogn. Despus vena el fuego para el horno. Haca falta mucha lea y las peleas eran frecuentes. A quin le toca hoy traer la lea? Pero cuando sala el pan rosado como la salud, todos nos alegrbamos y los ojos de mam brillaban por entre el sudor de la cara que enjugaba con el ruedo de su blanco delantal.

    Como siguiendo un ritual recibamos un pedazo partido del pan, que nunca fue cortado con cuchillo hoy tampoco, tal vez para recordar a aquel que fue reconocido en el partir del pan (Le 24,30-35).

    Aquel pan amasado en el dolor, crecido en la expectativa, cocido con sudor y comido con alegra es un smbolo fundamental de la vida (...).

    Y ahora, cuando se hace el pan en el apartamento, cuando se distribuye entre los hermanos, es para recordar el gesto de otra poca1.

    1 BOFF Leonardo, Los sacramentos de la vida y la vida de los sacramentos, Indo-american Press service, Bogot, 1985, pp. 25-26.

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  • 2.

    Grandes smbolos de Dios

    CUENTO ORIENTAL

    El huevo

    Nasruddin se ganaba la vida vendiendo huevos. Entr una persona en su tienda y le dijo:

    Adivina lo que llevo en la mano. Dame una pista, dijo Nasruddin. Te dar 'ms de una: tiene forma de un huevo y el

    tamao de un huevo. Parece un huevo. Por dentro es blanco y amarillo. Antes de cocerlo es lquido y amarillo, y, una vez cocido, es espeso. Adems ha sido puesto por una gallina...

    Ya lo tengo! dijo Nasruddin: es un pedazo de torta!

    Moraleja: el experto tiene el don de no acertar con lo evidente. El sumo sacerdote tiene el don de no reconocer al Mesas1.

    1 MELLO Anthony de. El canto delpjaro, Sal Terrae, Madrid, 1988,p.81.

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  • Cristo, sacramento del Padre

    La humanidad, durante siglos, buscaba a Dios a travs de los astros del cielo, la tierra, los ros y el mar. Toda la historia de las religiones es una con-tinua bsqueda de Dios, descubriendo su huella en mil smbolos de la naturaleza.

    Pero Dios tuvo compasin de la humanidad y decidi manifestarse. Para ello escogi un hombre, Abraham, para que fuera el padre de una gran nacin (Gn 12,1-3). De Abraham nace el pueblo de Israel, como una seal de Dios en medio de todas las nacio-nes, un smbolo.

    A travs de los profetas lo fue guiando y educando. El Antiguo Testamento narra este largo camino de Israel, lleno de luces y de sombras. Al llegar la pleni-tud de los tiempos, Dios envi a su propio hijo, nacido de mujer (Ga 4,4), de Mara, para que se encarnase en medio del pueblo de Israel y acompa-ase a la humanidad en el largo caminar hacia Dios. Fue en tiempos del emperador romano Octavio Augusto.

    A travs de Jess de Nazaret se nos ha manifestado Dios. Jess es la Palabra hecha carne (Jn 1,14), el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6) y quien lo ve, ve al Padre (Jn 14,8). A Dios nadie le haba visto nunca, el Hijo nos lo ha revelado (Jn 1,18). El misterio de Dios se nos hace presente y transparente en la huma-nidad de Jess. l es la imagen del Padre invisible (Col 1,15), la vida de Dios hecha cercana, la luz que brilla en medio de las tinieblas (Is 11,1).

    Nosotros, gracias a Jess conocemos a Dios. Y como Jess apareci lleno de misericordia, compa-

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  • 1,11). Hubo un pequeo grupo que lo acogi, lo sigui y supo ver en aquel pobre carpintero de Naza-ret al mesas, al hijo del Padre: pecadores converti-dos, nios, enfermos curados, mujeres, pescadores y gente del pueblo, Pedro y el grupo de los discpulos, una pequea comunidad.

    El resto, los letrados y especialistas en religin (escribas y fariseos), los sacerdotes, los poderosos, lo rechazaron y lo condenaron a muerte, entregndolo a los romanos (Pilato) para que lo crucificaran. Jess se entreg voluntariamente por nosotros, para sal-varnos del pecado y de la muerte.

    Como en el viejo cuento oriental, los especialistas no lo conocieron.

    Pero Dios lo resucit de entre los muertos y lo proclam Salvador y Cristo, Seor de vivos y de muertos. Jess es el gran sacramento de Dios.

    La Iglesia, sacramento de salvacin

    Jess resucitado enva el Espritu que haba pro-metido, para que lleve adelante la obra que l haba iniciado: reunir la humanidad dispersa, formar la familia de los hijos de Dios (Jn 11,51 -52), construir el reino.

    El Espritu desciende sobre los apstoles el da de Pentecosts y as nace la Iglesia, que Jess haba de algn modo preparado en su pequea comunidad, nuevo Israel y smbolo del reino futuro.

    Lucas nos describe, en una narracin llena de profundidad teolgica este acontecimiento:

    "Cuando lleg el da de pentecosts, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De pronto vino del cielo

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    un ruido como el de una violenta rfaga de viento, que llen toda la casa donde estaban. Se les aparecie-ron como unas lenguas de fuego, que, separndose, se fueron posando sobre cada uno de ellos; y queda-ron llenos del Espritu Santo y se pusieron a hablar idiomas distintos en los cuales el Espritu les conce-da expresarse" (Hch 2,1-4).

    La Iglesia es la comunidad de Jess, su smbolo, un lugar privilegiado donde la humanidad puede hallar a Jess, comulgar con l, continuar su misin. El concilio Vaticano II la llama sacramento (Constitu-cin sobre la Iglesia, Lumen Gentium n 1). Es la que contina la misin de Jess.

    Los Hechos de los apstoles nos narra cmo los cristianos formaban una comunidad de fe, de vida, de oracin, de eucarista y cmo compartan sus bienes (Hch 2,42-46; 4,32-35). Eran como una pequea comunidad cristiana de base, el smbolo comunitario de Jess ante el mundo.

    En medio de dificultades y persecuciones, pronto los cristianos se extendieron por todo el mundo entonces conocido. Poseemos una carta del ao 200, dirigida a un tal Diogneto, que nos hace como una fotografa de la vida que llevaba la comunidad de los primeros cristianos:

    "Los cristianos, en efecto, no se distinguen de los dems ni por su tierra, ni por su habla, ni por sus costumbres. Porque no habitan ciudades exclusivas suyas, ni hablan una lengua extraa, ni llevan un gnero de vida aparte de los dems...

    Habitan en ciudades griegas o brbaras, segn la suerte que a cada uno le cupo, y adaptndose en vestido, comida y dems gneros de vida a los usos y costumbres de cada pas, dan muestras de un estilo

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  • de vida peculiar, admirable y, por confesin de todos, sorprendente.

    Habitan en sus propias patrias pero como foraste-ros; cumplen con todas sus obligaciones como ciu-dadanos y soportan todas las cargas como extranje-ros. Toda tierra extraa es para ellos patria y toda patria, tierra extraa. Se casan como todos, como todos engendran hijos, pero no abandonan a los recin nacidos. Comparten la misma mesa, pero no la misma cama.

    Estn en la carne, pero no viven segn la carne. Pasan la vida en la tierra, pero son ciudadanos del cielo. Obedecen a las leyes establecidas, pero su forma de vivir supera en perfeccin a las leyes.

    Aman a todos y por todos son perseguidos. Son despreciados y condenados. Se les mata, pero as consiguen la vida. Son pobres y enriquecen a muchos. Carecen de todo, pero todo les sobra. Son deshonrados, pero en la misma deshonra encuentran su honra. Se les calumnia as y son justificados. Son insultados y bendicen...

    En una palabra, lo que el alma es para el cuerpo, esto son los cristianos para el mundo"2.

    Es decir, la Iglesia primitiva es sacramento trans-parente de Cristo, y es un modelo para que nosotros tambin lo seamos.

    El guila real

    Un hombre se encontr un huevo de guila. Se lo llev y lo coloc en el nido de una gallina de corral.

    2 Carta a Diogneto, c 5).

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    El aguilucho fue incubado y creci con la nidada de pollos.

    Durante toda su vida, el guila hizo lo mismo que hacan los pollos, pensando que era un pollo. Escar-baba la tierra en busca de gusanos e insectos, y piando y cacareando. Incluso sacuda las alas y volaba unos metros por el aire, al igual que los pollos. Despus de todo, no es as como vuelan los pollos?

    Pasaron los aos y el guila se hizo vieja. Un da divis muy por encima de ella, en el lmpido cielo, una magnfica ave que flotaba elegante y majestuo-samente por entre las corrientes de aire, moviendo apenas sus poderosas alas doradas.

    La vieja guila miraba asombrada hacia arriba. Qu es eso?, pregunt a una gallina que estaba

    junto a ella. Es el guila, el rey de las aves, respondi la

    gallina. Pero no pienses en ello. T y yo somos diferentes de ella.

    De manera que el guila no volvi a pensar en ello. Y muri creyendo que era una gallina de corral3.

    Preguntas para los grupos

    Reconocemos a Cristo como el gran sacra-mento de Dios?

    Hay cristianos que mueren, como la vieja guila, sin haber conocido su dignidad de cristianos en la Iglesia?

    3 MELLO Anthony de, El canto del pjaro, Sal Terrae, Madrid, 1988, pp. 129-130.

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  • Qu hacemos para que nuestra Iglesia con-creta sea cada da un sacramento ms transparente de Jess en el mundo?

    EL POBRE, SACRAMENTO DE CRISTO

    Un cuento de navidad

    Era la noche de navidad. Un ngel se apareci a una familia rica y le dijo a la duea de la casa:

    Te traigo una buena noticia: esta noche el Seor Jess vendr a visitar tu casa.

    La seora qued entusiasmada. Nunca haba credo posible que en su casa sucediese este milagro. Trat de preparar una cena excelente para recibir a Jess. Encarg pollos, carnes, conservas y vinos importados.

    De repente, son el timbre. Era una mujer mal vestida, de rostro sufrido, con el vientre hinchado por un embarazo ya muy adelantado.

    Seora, no tendra algn trabajo para darme? Estoy desempleada y en gran necesidad.

    Pero esta es hora de molestar? Vuelva otro da, respondi la duea de la casa. Ahora estoy muy ocupada con la cena para una importante visita.

    Poco despus, un hombre sucio de grasa, llam a la puerta.

    Seora, mi camin se freg aqu en la esquina. Por casualidad no tendra usted una caja de herra-mientas para poderme prestar?

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    La seora, ocupada como estaba limpiando los vasos de cristal y los platos de porcelana, se irrit muchsimo:

    Usted piensa que mi casa es un taller mec-nico? Dnde se ha visto importunar a la gente as? Por favor no ensucie mi entrada con estos pies inmundos.

    La anfitriona continu preparando la cena: abri latas de caviar, puso el champn en el refrigerador, escogi de la bodega los mejores vinos.

    Mientras tanto alguien bati palmas afuera. Ser que ahora llega Jess, pens ella emocionada y con el corazn acelerado fue a abrir la puerta. Pero no era Jess. Era un nio de la calle, harapiento.

    Seora, dme un plato de comida. Cmo te voy a dar comida si todava no hemos

    cenado? Vuelve maana, porque esta noche estoy muy atareada.

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  • Al final, la cena estaba a punto. Toda la familia emocionada, esperaba la ilustre visita. Sin embargo, pasaban las horas y Jess no apareca. Los cockteli-tos comenzaron a hacer su efecto en los estmagos vacos y el sueo hizo olvidar los pollos y los platos preparados.

    A la maana siguiente, al despertar, la seora se encontr, con espanto, frente a un ngel.

    Un ngel puede mentir? grit ella. Lo pre-par todo con esmero, aguard toda la noche y Jess no apareci, por qu me hizo esta broma?

    No fui yo quien ment, fue usted que no tuvo ojos para ver dijo el ngel sonriendo. Jess estuvo aqu tres veces: en la persona de la mujer embarazada, en la persona del camionero y en el nio hambriento. Pero usted no fue capaz de reconocerlo y acogerlo4.

    Dios se ha manifestado en Jess, y Jess nos ha dejado a la Iglesia como su comunidad, su smbolo, su cuerpo, como sacramento de salvacin. Pero estos grandes smbolos de Dios, con ser los ms importan-tes, no son los nicos.

    Ya vimos que la misma naturaleza, creacin de Dios, revela la gloria del creador. Pero es sobre todo el hombre varn y mujer creado a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,27) el sacramento humano de Dios.

    Todos los seres humanos gozan de igual dignidad, cualquiera que sea su raza, sexo, religin o condi-cin: todos son hijos del Padre, hermanos de Jess, enriquecidos con el don del Espritu.

    Pero la realidad histrica es muy diferente. Hoy da hay discriminacin racial, sexual, religiosa, cul-

    4 BETTO fray, La comunidad de fe, en Catecismo popular, Sao Paulo, 1989, pp. 50-52.

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    tural y sobre todo econmica. Vivimos en un mundo profundamente injusto, con grandes diferencias entre pases ricos (el Norte) y pases pobres (el Sur), y en stos, entre sectores minoritarios muy ricos y grandes masas cada vez ms empobrecidas.

    En esta situacin, fruto del egosmo humano, aun-que todo hombre es imagen de Dios, con mayor razn lo es el pobre.

    Para el mundo burgus y capitalista que nos rodea, la imagen perfecta de Dios coincidira con la imagen de la felicidad mundana, con la del poder, placer y bienestar, que nos presenta la publicidad de la socie-dad del consumo: un buen coche, un perfume caro, una comida oppara, una casa cmoda y moderna, un tabaco aromtico. Pero a los ojos de Dios todo es diferente. El pobre la mujer embarazada y desem-pleada, el trabajador grasiento, el nio de la calle harapiento encarna mejor la imagen de Jess, el crucificado.

    Por esto Jess constituye a los pobres en la corte suprema de justicia de la historia y se identifica con ellos: lo que hagamos o dejemos de hacer con nues-tros hermanos ms pobres, lo hacemos o dejamos de hacer a Jess (Mt 25,31-45).

    Desde el xodo, Dios se ha inclinado hacia los ms pobres, ha hecho su opcin preferencial por ellos. El pobre, el sacramento de Cristo y de Dios, un sacra-mento amargo y duro de recibir, pero en realidad el nico sacramento necesario. Todos los dems sacramentos de la Iglesia, como luego veremos, tie-nen excepciones y no pocas, el sacramento del pobre es obligatorio para todos, incluso para los no cristia-nos. El solidarizarse con los pobres es condicin para salvarse.

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  • Por esto mismo toda sacramentalidad religiosa y cristiana deber, en ltima instancia, medirse y juz-garse por la capacidad de solidaridad con los pobres.

    Lamentablemente, todos conocemos ejemplos de personas y grupos que se llaman cristianos, asisten al templo, reciben sacramentos, pero cuya vida es injusta y poco sensible al clamor de los pobres. La verdad de una vida cristiana, sea de pobres o de ricos, no se mide por el nmero de sacramentos que se han recibido, sino por la sensibilidad hacia la justicia y la fraternidad.

    Tampoco sera correcto, por el contrario, deducir de lo dicho que basta solidarizarse con el pobre para ya ser cristiano, sin cultivar la fe en Cristo y la vida en la Iglesia. El encuentro con el pobre slo ser pro-fundo si nos lleva a comulgar con el Seor y su Iglesia, y el encuentro con el Seor en su Iglesia slo ser autntico si lleva al pobre. La justicia brota de la fe y la fe florece en la justicia. Ser cristiano implica seguir a Jess plenamente. El sacramento es don de la fe y gracia de Dios, pero exige una respuesta personal: la justicia.

    Preguntas para los grupos

    Buscamos a Jess slo en la Iglesia o tambin en nuestros hermanos, sobre todo en los ms pobres?

    Qu reaccin ha causado en nosotros la lec-tura del cuento de navidad?

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    El rostro de cada hombre es el rostro de Cristo

    "Y si recordamos, venerables hermanos e hijos todos aqu presentes, cmo en el rostro de cada hom-bre, especialmente si se ha hecho transparente por sus lgrimas y por sus dolores, podemos reconocer el rostro de Cristo (Mt 25,40), el hijo del hombre, y si en el rostro de Cristo podemos y debemos, adems reconocer el rostro del Padre celestial: 'Quien me ve a m dijo Jess ve tambin al Padre' (Jn 14,9), nuestro humanismo se hace cristianismo, nuestro cristianismo se hace teocntrico, tanto que podemos afirmar tambin: para conocer a Dios es necesario conocer al hombre"5.

    "La situacin de extrema pobreza generalizada, adquiere en la vida real rostros muy concretos en los que deberamos reconocer los rasgos sufrientes de Cristo, el Seor, que nos cuestiona e interpela:

    Rostros de nios, golpeados por la pobreza desde antes de nacer, por obstaculizar sus posibilida-des de realizarse a causa de deficiencias mentales y corporales irreparables; nios vagos y muchas veces explotados de nuestras ciudades, fruto de la pobreza y desorganizacin moral familiar.

    Rostros de jvenes, desorientados por no encontrar su lugar en la sociedad; frustrados, sobre todo en zonas rurales y urbanas marginales, por falta de oportunidades de capacitacin y ocupacin.

    Rostros de indgenas y con frecuencia de afro-americanos, que viviendo marginados y en situacio-

    5 PABLO VI, Alocucin de clausura del concilio Vaticano II, 7 diciembre 1965.il 16.

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    http://1965.il

  • nes inhumanas, pueden ser considerados los ms pobres entre los pobres.

    Rostros de campesinos, que como grupo social viven relegados en casi todo nuestro continente, a veces, privados de tierra, en situacin de dependen-cia interna y externa, sometidos a sistemas de comercializacin que los explotan.

    Rostros de obreros frecuentemente mal retri-buidos y con dificultades para organizarse y defen-der sus derechos.

    Rostros de subempleados y desempleados, despedidos por las duras exigencias de crisis econ-micas y muchas veces de modelos de desarrollo que someten a los trabajadores y a sus familias a fros clculos econmicos.

    Rostros de marginados y hacinados urbanos, con el doble impacto de la carencia de bienes mate-riales frente a la ostentacin de la riqueza de otros sectores sociales.

    Rostros de ancianos, cada da ms numerosos, frecuentemente marginados de la sociedad del pro-greso que prescinde de personas que no producen"6.

    6 Puebla, nn. 31-39.

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    3. Smbolos de la Iglesia

    Una vez hemos visto el rico pluralismo de smbo-los humanos y religiosos y de haber visto cmo Cristo, la Iglesia y el pobre son los grandes smbolos de Dios , veamos ahora ya los smbolos de la Iglesia, que se llaman habitualmente sacramentos.

    Pero queremos abordar este tema de forma gra-dual, comenzando por los sacramentos ms popula-res y sencillos (tcnicamente se llaman sacramenta-les), para pasar luego a los siete sacramentos clsicos de la Iglesia catlica. Pero aun stos los expondre-mos de forma gradual, dejando para el final el gran sacramento que es la eucarista.

    SMBOLOS POPULARES: LOS SACRAMENTALES

    La fiesta de Santa Vera Cruz

    A pocos kilmetros de Cochabamba, camino de Santa Cruz, se halla el santuario de Santa Vera Cruz.

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  • Se trata de una capilla de una antigua hacienda donde se venera una imagen colonial del Seor (o Tatita) de Vera Cruz.

    La noche del 2 de mayo acuden los campesinos de la comarca, y aun de ms lejos, y pasan toda la noche en vigilia en el canchn junto a la capilla, sentados en grupos, por familias, con velitas o pequeas hogue-ras, mientras rezan y cantan coplas al Seor de Vera Cruz.

    Es una fiesta sobre todo de campesinos, que piden al Seor buena cosecha, fecundidad para sus gana-dos y tambin fertilidad para su familia. En seal de gratitud por los beneficios concedidos el ao ante-rior, se ofrecen al Seor algunos frutos de la tierra (grandes papas), pequeas figuritas de vaquitas y a veces tambin de muequitas (wawitas), que simbo-lizan la fecundidad de la tierra, de los animales y de sus mujeres. Si alguien desea tener buena cosecha o que sus animales tengan cras o poder tener hijos, recoge uno de los objetos que otros han dejado en ofrenda.

    De alguna manera el punto culminante de la cele-bracin, casi ms que la misa, es la veneracin de la cruz. Campesinos con emocin esperan en largas filas para besar el Cristo, tocarlo con flores, llevar a sus casas una estampa con la efigie del Cristo, recibir la bendicin.

    Para los sectores populares, ms importantes que los siete sacramentos de la Iglesia catlica son estos ritos de bendiciones y devocin popular que se lla-man sacramentales.

    Por navidad el pueblo lleva a la Iglesia a sus imgenes del nio, que luego con la bendicin reci-

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    bida en el templo, son veneradas en la casa durante todas las fiestas navideas.

    En cuaresma, la ceniza es un rito importante, que el pueblo entiende como rito penitencial, ligado a la tierra de la que uno nace y a la que uno volver un da.

    El domingo de ramos no puede faltar la bendicin de las palmas que luego se veneran en la casa.

    El jueves santo, el pueblo atiende con devocin al rito del lavatorio de los pies, muy popular y expresivo.

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  • El viernes santo, la adoracin de la cruz y los viacrucis tienen la preferencia del pueblo.

    La vigilia pascual se concentra popularmente en el rito de las velas y del agua bendita.

    Aadamos a esto todas las bendiciones (de la casa, de animales, de establos, del campo, del camin, de nios, de enfermos, de ancianos, del pan, de frutos de la tierra...), todo el mundo de los muertos tan rico de simbolismos religiosos, el ciclo de las fiestas de los santos (Candelaria, Sta. Cruz, S. Juan, S. Antonio...), las procesiones, peregrinaciones, fiestas de la Virgen con sus ceremonias devocionales... y tendremos un pequeo panorama de los sacramentales.

    El pueblo, los prefiere de algn modo a los grandes sacramentos, porque son ms sencillos, ms com-prensibles, ms cotidianos, ms ligados a la vida de cada da, ms cercanos, ms humanos. Todo el mundo comprende el simbolismo de poner una vela a la Virgen para pedir alguna gracia. O de llevar flores a la Iglesia para luego dejarlas en el cementerio en la tumba de un ser querido fallecido. O que el agua bendita es como la gracia de Dios que nos llega, nos roca, nos llena de bendicin.

    Podemos decir que los sacramentales son los sacramentos de los pobres. Pero cul es su sentido?

    Muchas veces se habla con desprecio de estos ritos, como si fueran pura supersticin, magia, fol-klore, egosmo, que favorecera la pasividad del pue-blo, lo alejara del trabajo serio y comprometido.

    Tampoco la predicacin, la catequesis, ni la misma teologa se ha preocupado mucho de esto, dejndolo un poco a la buena voluntad de los agentes pastorales.

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    Sin embargo, estos ritos tienen importancia y tanto el Vaticano II, en su constitucin dogmtica sobre la liturgia (SC, 60,61,62,79), como el nuevo Derecho cannico hablan de ellos, y se ha publicado un ritual de bendiciones renovado hace poco (se llama Bendicional).

    Para comprender mejor estos ritos deberamos tener en cuenta algunos elementos importantes.

    Hemos dicho que la Iglesia es sacramento de Cristo, sacramento de salvacin, un smbolo vivo de la presencia de Jess en medio del mundo. Todos los gestos de la Iglesia tienen valor simblico y de algn modo sacramental. Tambin los sacramentales, aunque no sean tan importantes como los siete sacramentos de los que luego hablaremos.

    Por una parte, son una forma de oracin del pueblo dirigida a Dios, sobre todo del pueblo pobre. Es la oracin de los sencillos y pequeos, para los que la vida es difcil, que tienen problemas de trabajo, de salud, de familia, de todo. El pueblo pobre y sencillo confa en el Seor, como creador y dador de vida y sabe que, aunque le fallen todos los otros medios, Dios no puede fallarle. Es una oracin muy creyente y humilde, confiada, que tal vez pueda ser criticada por aquellos que no necesitan de las cosas vitales y porque ya las tienen resueltas. Pero la viejita que est sola, la madre de familia que no tiene comida para sus hijos, el campesino angustiado por la falta de lluvia, el padre que ve morir a todos sus hijos peque-os al poco tiempo de nacer... acuden al Seor en busca de salud y bendicin. Es un acto de confianza en el Dios de la vida.

    Reproducen el gesto de aquella pobre mujer del evangelio, con flujos de sangre, la hemorrosa, que

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  • haba gastado todo su dinero en mdicos sin obtener curacin y toca con fe la orla del manto de Jess y Jess, que ha sentido que ha salido de l una fuerza sanante, al ver a la mujer le dice: Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz (Me 8,48).

    Esta oracin simblica no es una oracin simple-mente privada, sino que forma parte de la oracin de la Iglesia, es oracin eclesial, pues es una plegaria en relacin con la Iglesia, y hecha por miembros de la Iglesia. Es el clamor del pueblo que por medio de la Iglesia sube al Seor.

    Pero para comprender mejor el valor de estos ritos simblicos deberamos recordar que estn ligados a la bendicin de la misma Iglesia.

    En la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, la bendicin juega un papel muy impor-tante. Es la comunicacin de la fuerza y del poder de Dios, a travs de su palabra y de sus ministros, al pueblo o a personas concretas. La bendicin de Dios produce fertilidad, salud, libera del mal, es signo de vida (Gn 1,9; 12,17; 22,26; 28,48; 49; Nm 6,22-26...). Jess bendeca a nios, enfermos, expulsaba demonios (Me 1,21-28; Mt 12,28) y llamaba biena-venturados a los pobres (Le 6,2), lo cual es una forma de bendicin. Los apstoles y sus sucesores conti-nan esta obra de bendicin y de liberacin del mal, que anticipa de alguna forma el juicio y el reino de Dios.

    La raz ltima de esta benevolencia de Dios para todos los que se acercan a l con fe es su bondad y misericordia, pues es compasivo y tierno, misericor-dioso y se compadece del pueblo que anda como ovejas sin pastor (Mt 9,36).

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    Ciertamente que habr que evitar que estos ritos degeneren, habr que enfocarlos al compromiso per-sonal (Puebla 962), y orientarlos a su plenitud en los sacramentos y la eucarista, la gran oracin de la Iglesia y la gran bendicin de Dios al pueblo. As habra que enlazar el agua bendita con el agua bau-tismal, el rito penitencial de la ceniza con el sacra-mento de la reconciliacin, las bendiciones a los enfermos con el sacramento de la uncin de los enfermos, etc.

    Pero estos pequeos gestos simblicos hay que apreciarlos y situarlos dentro de la sacramentalidad eclesial: son como la orla del manto de la Iglesia. Ms tarde, cuando hablemos de la historia de los sacra-mentos, se comprender mejor todo cuanto aqu hemos explicado.

    Preguntas para los grupos

    Qu importancia tienen los sacramentales en nuestra vida cristiana?

    Qu aspectos de nuestros sacramentales deberan mejorar?

    Rito de la bendicin del agua

    En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espritu Santo. Amn.

    Dios, que del agua y del Espritu Santo, nos ha hecho nacer de nuevo en Cristo, est con todos ustedes.

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  • Y con tu espritu

    Con esta bendicin del agua, recordamos a Cristo, agua viva, as como el sacramento del bautismo, en el cual nacimos de nuevo del agua y del Espritu Santo. Siempre, pues, que seamos rociados con esta agua o que nos santigemos con ella al entrar en la iglesia o dentro de nuestras casas, daremos gracias a Dios por su don inexplicable, y pediremos su ayuda para vivir siempre de acuerdo con las exigencias del bautismo, sacramento de la fe, que un da recibimos.

    Lectura de la palabra de Dios

    El ltimo da el ms solemne de las fiestas, Jess, en pie, gritaba:

    El que tenga sed, que venga a m, el que cree en m, que beba. Como dice la Escritura, de sus entraas brotarn torrentes de agua viva.

    Deca esto refirindose al Espritu que haban de recibir los que creyeran en l (Jn 7,37-39). Palabra de Dios.

    Oremos: Seor, Padre Santo, dirige tu mirada sobre nosotros, que, redimidos por tu Hijo, hemos nacido de nuevo del agua y del Espritu Santo en la fuente bautismal; concdenos, te pedimos, que todos los que reciban la aspersin de esta agua queden renovados en el cuerpo y en el espritu

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    y te sirvan con limpieza de vida. Por Jesucristo, nuestro Seor.

    LOS SMBOLOS DE LOS MOMENTOS IMPORTANTES DE LA VIDA:

    SACRAMENTOS

    Una graduacin

    Hace poco me invitaron a la fiesta de graduacin de Rubn. Por la maana la ceremonia acadmica tuvo lugar en la facultad de Agronoma de la Univer-sidad, donde entre discursos y aplausos, cada fla-mante egresado recibi su diploma de ingeniero agrnomo.

    El joven agrnomo era hijo de una familia campe-sina. Todos los invitados fuimos al pueblo donde vivan sus padres. Desde el amanecer, la madre, familiares y vecinos haban estado preparando un rico almuerzo para todos los invitados. La familia se senta feliz: por fin el hijo mayor llegaba a ser univer-sitario, ingeniero agrnomo. Todos los sacrificios de largos aos quedaban compensados, los sueos se realizaban. Haba que celebrarlo con una pequea fiesta familiar. La fiesta acab con gran alegra de todos y con ms nimo para seguir adelante, luchando por la vida. Rubn a la semana encontr trabajo en una empresa de promocin campesina.

    Los sacramentales, como hemos visto ya, son sm-bolos sencillos y populares de la Iglesia, sobre todo para los das de cada da.

    Pero hay otros smbolos ms importantes para momentos ms solemnes. Porque la vida tiene

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  • momentos ms importantes que otros. Hay aconte-cimientos que marcan la vida de las personas y de la comunidad. Estos acontecimientos se celebran con ceremonias y ritos simblicos especiales. Los sacra-mentos son los smbolos de la Iglesia para los momentos ms importantes de la vida humana y cristiana.

    Momentos ms importantes de la vida

    El primer hecho importante de la vida es el nacimiento: una vida nueva se abre al mundo, llena de promesas y tambin de interrogantes: qu vida le espera a este nio? tendr que sufrir tanto como sus padres? ser feliz? tendr sentido su vida? llegar a viejo? El sacramento del bautismo celebra esta nueva vida a la luz de Jess, pide para este recin nacido la bendicin de Dios y lo introduce en la comunidad de Jess, la Iglesia, para recibir por medio de ella la vida de Dios.

    Despus del nacimiento viene la etapa de cre-cimiento, el paso de la niez a la adolescencia, la salida de la escuela, la apertura a una vida ms madura, el ingreso en la vida social. Es un momento difcil, de crisis e incertidumbre. Qu camino esco-ger en la vida? Cmo hacer de la vida un servicio a los dems? El sacramento de la confirmacin sella este momento importante con la fuerza del Espritu, para poder seguir las opciones de Jess.

    Nuestra vida est llena de errores, fracasos, fal-tas y pecados que nos acompaan como sombras oscuras. Frente a esta situacin caben varias postu-ras: el sentirse abrumado y lleno de tristeza y amar-

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    gura, el creerse inocente enterrando as los remor-dimientos, el considerarse vctima de la sociedad... Pero hay otra postura: acudir a la Iglesia para pedir el perdn de Jess. Este es el sacramento de la peniten-cia o de la reconciliacin. Gracias a l, renovamos la gracia bautismal y la alegra de seguir nuevamente a Jess.

    La enfermedad muchas veces se presenta de forma imprevista: un accidente, una operacin. Otras veces llega al final de la vida, cuando las fuerzas se debilitan. Es un momento difcil y crtico. El sacra-mento de la uncin de los enfermos nos da la fuerza del Seor para sobrellevar pacientemente estas situaciones y aumenta nuestra esperanza en Jess resucitado, que venci el pecado y la muerte.

    El amor de una pareja y su unin en matrimonio constituye uno de los momentos ms decisivos de la vida personal y social. Es un gran riesgo, que slo se afronta con una gran confianza en el otro y en Dios, fuente de todo amor. El sacramento del matrimonio bendice este amor y da la fuerza de Cristo para que pueda dar frutos permanentes en la familia y el mundo.

    Toda sociedad necesita responsables que velen por la unidad y cohesin del grupo. Tambin la Iglesia necesita estos dirigentes o ministros al servi-cio de la comunidad de Jess. El sacramento del orden confiere la gracia del Seor para que estos ministros lleven adelante con alegra su misin eclesial.

    Finalmente, tanto las personas como los grupos necesitan continuamente recuperar fuerzas a travs del alimento. Pero la comida es mucho ms que algo

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  • biolgico o individual, es un hecho humano y comu-nitario, un lugar para reforzar los vnculos de la comunidad. La eucarista es el sacramento en el que compartimos el cuerpo y la sangre del Seor, como alimento y comunin entre nosotros y l. Por esto es el sacramento ms importante de todos.

    De este modo, los momentos ms importantes de la vida son celebrados en la Iglesia con una fiesta o un rito comunitario, con estos grandes smbolos que llamamos sacramentos.

    Estos sacramentos no son ritos automticos o mgicos (como una especie de mquina en la que depositamos una moneda y nos sale un dulce...). Ni tampoco una simple costumbre que hay que cumplir para evitar males o castigos. Ni algo al margen de la vida o de la historia del pueblo. Ni una compraventa sagrada, como si la Iglesia fuera un mercado en el que pago y tengo derecho a exigir un sacramento. Ni se reducen a algo individual y privado.

    El sacramento, como iremos viendo, tiene que ver con Jess, con la comunidad eclesial y con nuestra tarea en la vida y en la historia. Es un don de Dios, pero exige respuesta y compromiso. Nos debemos preparar a los sacramentos, conocer su sentido, su historia, sus consecuencias prcticas. Cada sacra-mento tiene su propia significacin, que aparece en el smbolo propio que utiliza. Tiene mucho de fiesta comunitaria, y en toda fiesta hay que saber qu se celebra y por qu.

    Esto es lo que intentaremos explicar en cada uno de los siete sacramentos de la Iglesia.

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    Preguntas para los grupos

    Analizar qu elementos haba en la fiesta de graduacin de Rubn, que se pueden aplicar a los sacramentos.

    Cules han sido para cada uno de nosotros los momentos ms importantes de nuestra vida?

    Qu sacramento, de los que cada uno de nos-otros ha recibido, es el que ms nos ha impactado?

    La Iglesia es sacramento de Cristo

    "El hombre es un ser sacramental, a nivel religioso expresa sus relaciones con Dios en un conjunto de signos y smbolos. Dios igualmente, los utiliza cuando se comunica con los hombres. Toda la crea-cin es, en cierto modo, sacramentos de Dios porque nos lo revela.

    Cristo es 'imagen de Dios invisible' (Col 1,15). Como tal, es el sacramento primordial y radical del Padre: 'el que me ha visto a m, ha visto al Padre' (Jn 14,9).

    La Iglesia, a su vez sacramento de Cristo para comunicar a los hombres la vida nueva. Los siete sacramentos de la Iglesia concretan y actualizan para las distintas situaciones de la vida esta realidad sacramental.

    Por eso, no basta recibirlos de forma pasiva, sino vitalmente, insertndonos en la comunin eclesial. Por los sacramentos Cristo contina, mediante la accin de la Iglesia, encontrndose con los hombres y salvndolos"1.

    1 Puebla 920-923.

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  • LOS SIETE SACRAMENTOS

    BAUTISMO,

    El gimnasio

    En un barrio suburbano, la parroquia compr para lugar de reuniones y encuentros parroquiales, una pequea casita que antes haba sido gimnasio. Por esto toda la gente del barrio continuaba llamando a ese local parroquial "el gimnasio".

    Un da, un padre de familia recin llegado al barrio, fue a la parroquia a pedir el bautismo para su hijito. El prroco le dijo que los bautismos se cele-braban cada domingo, pero que era condicin indis-pensable para el bautismo ir durante los dos das anteriores, de 6 a 8 de la tarde, al gimnasio.

    El padre de familia puso dificultades: Mire, padre, yo soy trabajador, y llego muy

    cansado a casa cada noche. No importa, dijo el prroco, todo este barrio es

    popular. Pero es necesario venir al gimnasio dos das antes del bautismo.

    Bien, repuso resignado el padre de familia. Si es necesario que durante dos tardes venga a hacer gim-nasia, lo har, con tal que bauticen a mi hijito.

    Moraleja: el pueblo desea bautizar a sus hijos, est dispuesto a hacer todo lo necesario para que lo bauti-cen, pero no acaba de entender que haya que prepa-rarse con alguna reunin o charla previamente a la celebracin del bautismo.

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    Los smbolos del bautismo

    Para comprender el sentido del bautismo, hemos de comenzar por fijarnos en sus smbolos. Y el sm-bolo principal es el agua.

    El agua tiene en todas las culturas y religiones un rico simbolismo. El agua simboliza la vida: la vida de la tierra, la vida de las plantas y de los animales, la vida de los hombres. El mismo nio nace envuelto en una bolsa de agua. El agua nos refresca, apaga nues-tra sed.

    Pero el agua tambin puede significar muerte: cuando hay lluvias torrenciales, inundaciones o nau-fragios en el mar, el agua simboliza muerte.

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  • Tambin en la Biblia el agua posee este doble sentido: el agua vivifica y mata. El agua es fuente de fertilidad (Gn 49,25; Dt 33,13; Ez 31,4), pero el agua tambin simboliza el reino de la muerte, el abismo (Jon 2,2-11). Entrar en el agua significa morir, salir del agua significa renacer.

    En el Antiguo Testamento hay hechos ligados al agua, que anticipan el bautismo cristiano y nos ayu-dan a comprender mejor su sentido:

    El diluvio, en el que el agua fue muerte para la humanidad, pero vida para No y su familia, salva-dos en el arca (Gn 6-9; ver 1P 3,18-22).

    El paso del mar rojo, cuando el agua fue muerte para el ejrcito del faran que persegua a los israelitas, y vida para el pueblo de Dios, guiado por Moiss (Ex 14; ver ICo 10,1-6).

    El ro Jordn, que separaba a Israel de los pueblos paganos del alrededor, como una frontera de vida y muerte (Jos 3,7; 4,23).

    Jons, que sumergido en el vientre del mons-truo marino, es salvado por Dios del abismo (Jon 2,2-11).

    Pero es en el Nuevo Testamento donde podemos comprender mejor el sentido del bautismo cristiano. El bautismo de Jess es importante para ello. Jess es bautizado por Juan el Bautista a orillas del Jordn, junto con otros muchos que iban a pedir un bautismo de penitencia y conversin (Me 1,9-11; Mt 3,13-17; Le 3,21-22; Jn 1,32-34). Jess al descender a las aguas simboliza y anticipa su propia muerte futura y al salir de ellas simboliza su resurreccin y glorifica-cin por el Padre (Me 10,3 8). Jess, como otro Jons, va a ser sumergido en las aguas de la muerte en su pasin y cruz, pero al resucitar es salvado del abismo

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    por el Padre y as pasa de la muerte a la vida (Mt 12,40; Le 11,29-32).

    El simbolismo principal del agua del bautismo es significar el paso de la muerte a la vida, es decir, participar de la muerte y resurreccin de Jess (Rm 6), nacer de nuevo por la fuerza del Espritu (Jn 3).

    Qu es pues ser bautizado?

    Ser bautizado es morir al pecado y vivir la vida de Dios.

    Ser bautizado es ser arrancado de la comuni-dad del pecado y ser introducido a la comunidad de Jess que es la Iglesia, para poder vivir como Jess (ICo 12,27-31).

    Ser bautizado es morir a una conducta de injus-ticia, de mentira y corrupcin, de flojera, de inmora-lidad, para comenzar a vivir una vida de justicia, de verdad, de honestidad, de trabajo, de fraternidad, siguiendo la vida de Jess (Mt 12,50; 25,40).

    Ser bautizado es ser acogido por Dios como hijo, y poder llamar a Dios, Padre (Rm 8,15-17).

    Ser bautizado es recibir el don del Espritu para poder trabajar en la construccin de un mundo nuevo, donde haya ms justicia, ms fraternidad, ms solidaridad (Ga 5,16-26; Me 2,23-28).

    Todo este rico simbolismo apareca ms clara-mente en la Iglesia primitiva, cuando se bautizaba por inmersin: los que iban a ser bautizados entraban al agua (en el llamado baptisterio) y salan de ella renovados. La palabra "bautizar" significa precisa-mente, en su origen griego, sumergirse.

    51

  • Otros smbolos del bautismo son:

    La vela, que simboliza la luz de Cristo que ilumina la vida del recin bautizado: hay que vigilar para que esta fe nunca se apague, sino que siempre gue sus pasos.

    El vestido blanco, que simboliza la alegra y la novedad de la vida nueva recibida en el bautismo: hay que procurar que esta blancura no se manche con el pecado.

    Un poco de historia

    Los apstoles de Jess pronto comenzaron a bau-tizar a los que queran formar parte de la Iglesia y as salvarse (Hch 2,37-40; Mt 28,16-20). La primera comunidad cristiana comenz a vivir de una forma nueva: compartan la fe, los bienes de la tierra, el gozo de seguir a Jess y de estar en su comunidad, la Iglesia (Hch 2,42-47; 4,32-37).

    Al principio slo se convertan y bautizaban las personas mayores, pero, seguramente muy pronto, tambin comenzaron a bautizar a los nios de las familias cristianas, para que tambin ellos participa-sen de la vida de Jess en la Iglesia.

    En los primeros siglos de la Iglesia, ser bautizado significaba un riesgo: el ser marginado de la sociedad juda y pagana, y ser perseguido. Durante tres siglos la Iglesia vivi en un clima de persecucin y martirio.

    Pronto la Iglesia organiz el catecumenado para los que se bautizaban de adultos. Eran tres aos de intensa preparacin, con introduccin a la Biblia, iniciacin a la vida cristiana y preparacin inmediata

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    al bautismo, que se celebraba solemnemente en la vigilia pascual, junto con la confirmacin y la euca-rista, como luego veremos.

    A partir del siglo IV, al pasar la Iglesia a ser la religin oficial del imperio, hubo muchas conversio-nes en masa y el bautismo de nios se generaliz, aunque durante algn tiempo muchos todava se bautizaban de adultos. De este modo al aumentar los bautismos de nios y disminuir los de adultos, el catecumenado fue desapareciendo.

    El evangelio lleg a Amrica Latina hace 500 aos, y pronto comenzaron los primeros bautismos de adultos. Pero tanto la primera evangelizacin como los primeros bautismos estuvieron marcados por la ambigedad y la contradiccin. Los misione-ros anunciaban el amor, el perdn y la libertad de los hijos de Dios, pero los conquistadores cristianos que los acompaaban, en nombre del mismo Dios mata-ban, violaban, esclavizaban, destruan tradiciones y culturas. Los indgenas si no se convertan eran con-siderados enemigos del rey y si se bautizaban pasa-ban a ser vasallos del rey y perdan su libertad y sus tierras.

    Hubo voces profticas de obispos como Bartolom de las Casas, o Domingo de Santo Toms (primer obispo de la actual Sucre), que levantaron su voz en defensa de los indios, criticaron la conquista, los malos tratos, las conversiones forzadas. Pero sus voces fueron como la voz del que clama en el desierto.

    Despus de 500 aos nos encontramos con un continente de mayora de bautizados, donde ha cre-cido la Iglesia, y la evangelizacin ha dado sus frutos,

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  • pero donde tambin reina la injusticia y la desigual-dad social. Parece como si el bautismo se hubiera convertido ms en un rito social que en un llamado a la justicia y a la libertad de los hijos de Dios. La nueva evangelizacin que se programa para estos aos tiene que comenzar por devolver al bautismo todo su sentido liberador de toda esclavitud y muerte. El bautismo tiene que volver a ser el sacramento que nos hace pasar, en Cristo, de la muerte a la vida.

    ALGUNOS PROBLEMAS PASTORALES

    Los que viven y mueren, fuera de la Iglesia sin culpa suya, se salvarn?

    El bautismo es camino necesario de salvacin para aquellos que conocen la fe cristiana. El bau-tismo es la puerta de la Iglesia. Pero los que sin culpa suya desconocen el evangelio y la Iglesia, buscan a Dios con sinceridad de corazn y obran el bien segn su propia conciencia, se pueden salvar, pues Dios quiere la salvacin de todos (lTm 2,4). Esta es la doctrina actual de la Iglesia, expresada en el Vati-cano II3.

    Los nios muertos sin bautismo, se salvan? Lo dicho antes vale tambin y todava ms para los

    nios muertos sin bautismo, ya que ellos evidente-mente no tienen culpa personal. La misericordia de Dios los acoge, sin duda, en su seno. La teora del limbo, que nunca fue doctrina oficial de la Iglesia, hoy se ha abandonado. Tampoco hay que creer que los nios muertos sin bautismo den vueltas por el

    2 Puebla 2S. 3 Lumen Gentium (LG) 16.

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    mundo o sean causa de desgracias (granizo...). Los "angelitos", aun muertos sin bautismo, estn con Dios, y ruegan por nosotros (Mt 18,10-11). Pero de aqu no hay que deducir que no haya que preocu-parse del bautismo de los nios. Los nios de familias cristianas han de ser bautizados y mucho ms si estn en peligro de muerte.

    Tiene sentido bautizar a los nios? S, con tal que la familia se comprometa a educar-

    los cristianamente, para que los nios, ms adelante puedan hacer suya la fe recibida y se comprometan a vivir como cristianos. En la confirmacin y primera comunin se renuevan las promesas del bautismo que los padres y padrinos hicieron el da del bautismo en su nombre.

    Qu significa que el bautismo borra el pecado original?

    Todos nacemos en un mundo marcado por el pecado, respiramos un ambiente contaminado por el pecado. El pecado original es este pecado del mundo (Jn 1,29) que nos rodea e influye negativamente en nosotros. Es la injusticia, la corrupcin, el narcotr-fico, la mentira, el machismo, el consumismo, el egosmo, etc. El bautismo no nos separa de este mundo, pero s nos introduce en un mundo de gracia, en la Iglesia, donde la fuerza de Cristo vence al mal y al pecado del mundo. Como algunos nios que nacen dbiles o incluso enfermos se curan con la leche materna, de modo semejante, los nios por el bau-tismo, en la Iglesia, reciben la fuerza para luchar contra el pecado del mundo y vivir como Jess.

    Cul es la funcin de los padrinos? El compadrazgo es una institucin de mucha tra-

    dicin, pero que no debera ocultar la verdadera

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  • funcin de los padrinos: ayudar a los padres en la educacin de sus hijos, concretamente en la educa-cin cristiana. Ms importante que el nivel social de los padrinos es su fe y su ejemplo de vida cristiana. Por otra parte, muchas veces los padrinos abusan de sus compadres y les exigen una serie de servicios y ofertas en especies, claramente injustas. Hay que purificar el compadrazgo de todos los abusos y exce-sos y mantener su valor positivo de comunidad y ayuda en la fe.

    Hay que prepararse para el bautismo? S, es conveniente una preparacin de los padres y

    padrinos, para que conozcan el sentido del sacra-mento y sus exigencias. De lo contrario hay peligro de que el bautismo se reduzca a un mero rito social, a una ocasin para una fiesta pagada por los padrinos. Hay que ir al "gimnasio".

    Preguntas para los grupos

    Cules son las motivaciones ms comunes por las que la gente bautiza a sus hijos?

    Nosotros, adultos, hemos tomado conciencia de lo que significa ser cristianos bautizados?

    Qu exigencias sociales, eclesiales y sociales debe tener el ser bautizado hoy en Amrica Latina, un continente marcado por la injusticia y la muerte?

    Proclamacin de la fe bautismal

    En la parroquia de San Bernardo del Campo (Bra-sil) se bautiza un obrero metalrgico llamado Zenil-

    56

    ton, la noche de la propia vigilia pascual. Al acabar la ceremonia recita su propio credo:

    Quiero compartir con ustedes, hermanos en Cristo, la conviccin de que la liberacin integral de la humanidad se hace siguiendo el camino que nos dej la vida de Jess de Nazaret.

    Ahora comulgo la misma fe de ustedes, soy miem-bro de este mismo cuerpo que es la Iglesia y quiero abrazar la cruz de Cristo asumiendo las luchas obre-ras, las huelgas, los perodos de desempleo, las perse-cuciones, los fracasos.

    Quiero abrazar la muerte de Cristo, sepultando con l todos mis pecados, mi comodidad, mi cobar-da, mi miedo, mi falta de esperanza.

    Quiero abrazar la resurreccin de Cristo, con-fiando en la victoria de la vida sobre la muerte, de la liberacin sobre la opresin, de la verdad sobre la mentira, de la justicia sobre la injusticia.

    Fortalecido por la gracia del Padre, renuncio a todos estos demonios que me rodean y me envuelven: el capitalismo, el deseo de hacer carrera, la falta de espritu crtico, la vanidad personal, la ambicin individual, la politiquera, la mana de hablar de la vida de los dems.

    Unido a todos ustedes, me siento comprometido con Cristo en la lucha por la vida, por una sociedad justa y fraterna, por un futuro de libertad y de paz4.

    4 BETTO fray, Catecismo popular, p. 88.

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  • CONFIRMACIN

    Cese la represin!

    En 1986 visit El Salvador. Adems de orar ante la tumba de monseor Romero en la catedral de San Salvador, estuve en el hospital de cancerosos, donde l viva. Visit la iglesia del hospital donde fue asesi-nado y la casita donde habitaba.

    La religiosa que me acompaaba me dijo que la noche del sbado 22 de marzo al domingo 23 de marzo de 1980, monseor Romero estuvo traba-jando en su casa hasta altas horas de la madrugada. La religiosa, al ver la luz prendida en su despacho, fue a preguntarle si se encontraba mal o necesitaba algo. El le dijo que no, que estaba preparando una homila muy importante para la misa de la maana en la catedral. sta homila, pronunciada el 23 de marzo acab con estas palabras:

    "Yo quisiera hacer un llamamiento de manera especial a los hombres de ejrcito y en concreto a las bases de la guardia nacional de la polica, de los cuarteles. Hermanos, son de nuestro mismo pueblo! matan a sus mismos hermanos campesinos! Y ante una orden de matar que d un hombre, debe prevale-cer la ley de Dios que dice: no matar! Ningn sol-dado est obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios. Una ley inmoral nadie tiene que cum-plirla. Ya es tiempo de recuperar su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado.

    En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo

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    cada da ms tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno: en nombre de Dios, cese la represin".

    Al da siguiente, lunes 24 de marzo, monseor Romero caa asesinado mientras celebraba la euca-rista en la iglesia del hospital de cancerosos donde viva. La monja que nos acompaaba fue una de las que alz del suelo el cuerpo ensangrentado y malhe-rido del obispo.

    Monseor Romero era de natural sumamente tmido e indeciso. De dnde sac tanta fuerza y tanto valor?

    El simbolismo de la confirmacin

    El aceite es un elemento muy comn en muchos pueblos y culturas, que adems de sus usos domsti-cos y medicinales, se utiliza tambin como smbolo religioso.

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  • En Israel eran ungidos los reyes con aceite para expresar su consagracin por el Espritu (1S 10,1; 16,13; IR 1,39). Ms tarde tambin los sacerdotes sern ungidos.

    Esta uncin se orientaba a que los reyes cumplie-ran fielmente su misin. Cul era esta misin? La de practicar el derecho y la justicia en su pueblo, sobre todo con los pobres y desvalidos (Sal 72,1).

    Pero, lamentablemente, en Israel, la mayora de los reyes no cumplieron esta misin, sino que practi-caron la injusticia y abusaron de su poder con los pobres. Por esto los profetas anuncian que vendr un mesas que realizar esta misin de practicar el dere-cho y la justicia que los reyes no cumplieron. Sobre este mesas reposar el Espritu de Ya v (Is 11,4) inaugurando as un tiempo de paz, justicia, reconci-liacin (Is 11,6). Vendr un siervo de Yav que, ungido por el Espritu, llevar la buena nueva a los pobres y libertar a los cautivos (Is 61).

    Estas profecas mesinicas se cumplen en Jess, el cual se aplica a s mismo el texto de Isaas 61 en la sinagoga de Nazaret: l ha sido ungido por el Espritu para anunciar la buena nueva a los pobres y liberar a los cautivos (Le 4,16-19). De Jess se dir que fue ungido por el Espritu y pas por el mundo haciendo el bien y curando a todos los oprimidos del diablo (Hch 10,38). Jess es el mesas, el Cristo. Mesas (palabra hebrea) y Cristo (palabra griega) significan lo mismo: Ungido.

    Jess prometi a sus discpulos que este Espritu tambin descendera sobre ellos y el Espritu les fue enviado despus de la resurreccin de Jess (Jn 20; Hch 2). La Iglesia nace en pentecosts como la comunidad del Espritu.

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    El simbolismo de la uncin, que se utiliza en la confirmacin significa la uncin del Espritu en orden a practicar el derecho y la justicia, sobre todo con los pobres y desvalidos, comunica la fuerza del Espritu para poder llevar adelante la misin del mesas, realizando un reino de derecho y justicia, implantar la justicia en la sociedad.

    A este simbolismo se aade, en la confirmacin, la imposicin de manos, que tambin significa la comunicacin del Espritu para una misin (Hch 8,15-17; Hch 19,6).

    El sacramento de la confirmacin dice, pues, rela-cin con el Espritu, en orden a proseguir la misin de Jess en la Iglesia y el mundo: realizar el derecho y la justicia en medio de un mundo injusto y cruel para los pobres y desvalidos.

    Este es el Espritu que dio fuerza a monseor Romero para cumplir su misin pastoral, denunciar las injusticias y anunciar el reino de Dios en su pueblo salvadoreo.

    Confirmacin e iniciacin cristiana

    La confirmacin se debe entender dentro de la iniciacin cristiana, es decir, dentro del proceso por el cual un fiel es incorporado progresivamente a la Iglesia.

    En la Iglesia primitiva, entre el bautismo y la participacin a la eucarista, tena lugar en la vigilia pascual, una uncin a los recin bautizados, que simbolizaba el don del Espritu y que es el ncleo de la actual confirmacin. Si el bautismo simbolizaba la incorporacin al misterio pascual de la muerte y

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  • resurreccin de Jess, la confirmacin simbolizaba que la vida cristiana es el don del Espritu. Si el bautismo introduce en la Iglesia, la confirmacin recuerda que esta Iglesia es la Iglesia del Espritu, la Iglesia de pentecosts, la Iglesia misionera, la Iglesia de los profetas, de los dones y carismas. El Espritu es el que da fuerza para proseguir la misin de Jess, su accin liberadora y salvadora, con atencin especial al derecho de los pobres.

    La confirmacin debe verse, pues, en relacin ntima con el bautismo al que completa, y orientada a la eucarista, trmino final de la iniciacin cristiana.

    A partir del siglo IV cuando aumenta el nmero de los bautizados y crece la Iglesia en zonas rurales, se plantea un problema pastoral. Hasta ahora el minis-tro de la iniciacin cristiana haba sido el obispo, pero ahora ya no puede con tanto trabajo. Hay que buscar alguna solucin.

    En oriente, la Iglesia decide que el sacerdote sea el ministro de toda la iniciacin cristiana (bautismo, confirmacin y eucarista), mientras que la Iglesia latina opta por dejar al sacerdote el bautismo y la eucarista, mientras que reserva al obispo la confir-macin, para expresar as mejor la vinculacin con la Iglesia local y universal. Esto explica que en la litur-gia sacramental de la Iglesia latina, bautismo y con-firmacin se hayan separado, mientras que en oriente se confieran conjuntamente.

    Esto tambin ha planteado a la Iglesia latina el problema de la edad y sentido de la confirmacin. Hoy da se tiende a que se reciba no slo con uso de razn, sino cuando la fe tenga una cierta madurez humana y cristiana y el joven pueda ser consciente de

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    lo que recibe y a qu se compromete. En este sentido afirman los obispos reunidos en Puebla:

    Como tiempo fuerte para la maduracin de la fe que necesariamente llega a un compromiso apos-tlico hay que destacar la celebracin consciente y activa del sacramento de la confirmacin, precedida de una catequesis y siempre de acuerdo con las orien-taciones de la S. Sede y de las conferencias episcopa-les. Por esto algunos llaman a la confirmacin el sacramento de la madurez cristiana, de la juventud, del compromiso cristiano.

    Lo importante es destacar siempre que la confir-macin tiene tres dimensiones:

    Su relacin con el bautismo, al que completa. Por esto actualmente en la confirmacin se renuevan las promesas del bautismo, para indicar que la con-firmacin complementa la iniciacin bautismal (SC 71) y que es un sacramento unido al bautismo.

    Su relacin con la Iglesia, a cuyo dinamismo misionero incorpora.

    Su relacin con el Espritu, que es el gran don que se recibe en la confirmacin.

    El Vaticano II resume as el sentido de la confirmacin:

    "Por el sacramento de la confirmacin, los fieles se vinculan ms estrechamente a la Iglesia, se enri-quecen con una fortaleza especial del Espritu Santo y de esta forma se obligan con mayor compromiso a difundir y defender la fe, con su palabra y sus obras, como verdaderos testigos de Cristo"6.

    5 Puebla 1202. 6 LG11.

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  • El don del Espritu en Amrica Latina

    Amrica Latina est viviendo momentos de dolor, pero tambin de esperanza. Por todas partes surgen grupos, comunidades (CEBs), catequistas, agentes de pastoral, nuevas iniciativas, nuevos estilos de pas-toral cercanos al pueblo, religiosos y religiosas inser-tos en medios populares y miles de mrtires que con su sangre riegan el suelo latinoamericano.

    De dnde surge tanta fuerza y vitalidad? Del Espritu, que es quien da vida al mundo (Gn 1,2), al hombre (Gn 2,7), a la Iglesia (Hch 2) y a toda la humanidad que gime en dolores de parto (Rm 8,11-27).

    La confirmacin en Amrica Latina es el sacra-mento que celebra esta poderosa accin del Espritu y nos da fuerza para ser fieles a ella. El viento y el fuego de pentecosts sacude hoy al continente. No hay que extinguirlo, sino dejarlo avanzar.

    Pero hay que distinguir el autntico Espritu de otros espritus que aparecen por todas partes. El genuino Espritu de Jess lleva a vivir la opcin de Jess por los pobres, a integrarse ms en la Iglesia, a mantener la comunin obediente con los pastores, a promover el derecho y la justicia. No basta cantar aleluya para tener ya el Espritu, hay que seguir las huellas de Jess.

    El Espritu mueve los corazones, sacude las comunidades, rompe barreras, abre caminos, denun-cia injusticias, anuncia el reino, hace milagros, acompaa el caminar del pueblo, da fortaleza a los mrtires, anticipa la nueva tierra. De este Espritu es sacramento la confirmacin, no de otros espritus

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    que provocan miedo, cobarda, huida de compro-miso, cismas, individualismo, cerrazn y desinters por los pobres.

    Preguntas para los grupos

    Qu signos del Espritu vemos en nosotros, en nuestra comunidad, en el pueblo?

    Cmo vivimos el compromiso de la confir-macin?

    Cmo podemos ayudar a que los dems vivan este compromiso de la confirmacin?

    El viento del Espritu en accin

    Al viento de su Espritu que sopla donde quiere, libre y liberador, vencedor de la ley, del pecado y de la muerte.

    Al viento de su Espritu que se remans en el corazn y en el vientre de una aldeana de Nazaret.

    Al viento de su Espritu que se apoder de Jess para enviarlo a anunciar la buena nueva a los pobres y la liberacin de los cautivos.

    Al viento de su Espritu que se llev en pentecosts los prejuicios, los intereses y el miedo de los apstoles y abri de par en par las puertas del cenculo,

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  • /

    para que la comunidad de los seguidores de Jess fuera siempre abierta al mundo y libre en su palabra y coherente en su testimonio e invencible en su esperanza.

    Al viento de su Espritu que se lleva siempre los nuevos miedos de la Iglesia y abraza en ella todo poder que no sea servicio fraterno y la purifica con la pobreza y el martirio.

    Al viento del Espritu que reduce a cenizas la prepotencia, la hipocresa y el lucro y alimenta las llamas de la justicia y de la liberacin y es el alma del reino.

    Para que seamos viento en el viento, hermanos7.

    PENITENCIA O RECONCILIACIN

    Una confesin postuma

    Una joven viaj varios das a travs de ros y caminando, hasta llegar a San Ignacio de Moxos. Busc un sacerdote de la parroquia de S. Ignacio y le dijo:

    7 CASALDALIGA Pedro, Fuego y ceniza al viento, poesas.

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    Padre, mi pap muri hace una semana, lejos de aqu, en Mercedes del ro Cabitu, donde vive toda la familia. Antes de morir me llam y me dijo: "Hija, aqu no hay sacerdote, slo tenemos a los doctrine-ros. Yo te voy a contar a ti mis pecados. Despus t vete a San Ignacio, busca un sacerdote y pdele a l, en mi nombre, el perdn de la Iglesia". He venido, pues, a confesar los pecados de mi padre.

    Pecado y perdn

    Todas las culturas y religiones han tenido^de alguna forma, la conviccin de que hay acciones rhalas^jDgcados, que ofenden a Dios, hieren a Tos hermanos y nogjjaan a nosojr^mi^nys^~To~ns profundo de nuestro corazn. Por esto, todTTas reTjgToiei2IeHeii5^^ iturgias^enitenciales. A veces suben a los cerros llevando piedlrlTque van botando como smbolo de sus pecados. Otras veces ofrecen sacrificios de ani-males para pedir su purificacin.

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  • Israel tambin tuvo conciencia de su pecado, que seresma en la idolatra^confar en los dolos de oro, plata T)arroTri vez de fiarse de Dios. Esta idolatra no slpjconsista en adorar una figurilla construida por manos humanas (como e Tcaso del becerro de ofoVEx 3Z)7sTno en adorar al dinero, al poder, al^exo, en vez de servir al Seor T a v. ~ KsprimerosT'elats del Gnesis nos hablan de una historia de pecado (Gn 3), que desemboca en la muerte del hermano (Abel, Gn 4), en la destruccin de la naturaleza (el diluvio, Gn 6-9), en la ruptura de relaciones comunitarias y sociales (Babel, Gn 11).

    La historia de Israel es una historia de pecado e infidelidad del pueblo y de sus jefes. Los profetas denuncian con fuerza el pecado del pueblo y el cas-tigo que todo pecado lleva consigo. El exilio de Israel es consecuencia del haber abandonado a Dios: pecar es caer en esclavitud.

    Pero en Israel la denuncia del pecado va acompa-ada del anuncio del perdn, si el pueblo se arre-piente. La ltima palabra de Dios no es su clera, sino su misericordia.

    Dios protege a Can (Gn 4,9-16), hace una alianza con No despus del diluvio (Gn 8,20-22) y elige a Abraham despus de la dispersin de Babel (Gn 12). El profeta Natn que acusa a David de su adulterio y homicidio, le anuncia el perdn de Dios, una vez que el rey ha confesado su pecado (2S 11), pues Dios no quiere la muerte del pecador, sino su conversin y su vida(Ez 18,32).

    Por esto todo el Antiguo Testamento est lleno de liturgias penitenciales y de ritos de purificacin: el da de la expiacin con la expulsin de un macho cabro al desierto (Lv 16), la penitencia de Nnive

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    ante la predicacin de Jons (Jon 3), la invitacin a la, penitencia de Joel (Jl 1), la gran liturgia penitencial de los desterrados (Ba 1-3), la ceremonia expiatoria al regreso del exilio (Ne 9). ^-~^

    Pero en re^lidad,^lo j^cm

  • S _Jess dio a su Iglesia, y en concreto a sus dirigen-tes^ lqs_apstoles^e[jxxler de perdonar pecados en n^mbre,^uyx: lo que ellos aten en la tierra, quedar atado en el cielo y lo que desaten en la tierra ser desatado ea-ef-ekjo (Mt 18,18). Para ello les dio el Espritu (JnJ>0,21-253)

    Desde entcesrer nombre de Jess, los ministros de la Iglesia pueden perdonar pecados, reconciliar con Dios, acoger con misericordia a los pecadores, como el padre del hijo prdigo; en otras palabras, celebrar el sacramento de la penitencia o" de la reconciliacin.

    Una larga evolucin histrica

    Desde el poder concedido a los apstoles por Jess de perdonar los pecados, hasta el penitente que hoy da se acerca al confesionario a confesarse con el prroco, ha habido una larga historia.

    Al^rinch2o_mucho^ristianos creyeron que des-pus djelMujto^ SroJaJ^lesia^mnitva es^testigo .dje_gray.es pecados dejos cristianos (por ejemplo el de Ananas y Safira, Hch 5,1-11; el del incestuoso de Corinto, ICo 5). Otrosjns rgidos crean que a los pecadores habra que expulsarlo^ definitivamente de a comunidad eclesial.

    Pero la Iglesia, iluminada por el Espritu, busc el camino de la misericordia.

    La Iglesia primitiva estableci la llamada/?e/zte-cia cannica o pblica. Por ella los pecadores pbli-cos que haban comejido jjecadqs graves (idolatra, homicidio, adulterio), eran apartados temporal-

    70

    mente de la comunidad y de la eucarista (eran excomulgados), deban hacer penitencia pblica-mente durante toda la cuaresma, para poder ser reconciliados con la Iglesia el jueves santo y partici-par de la comunin en la pascua. Pero esta forma sacramental era muy dura y slo se poda recibir una vez en la vida. Por esto muchos retrasaban el bau-tismo hasta la hora de la muerte, para tener la seguri-dad de un perdn eclesial al fin de sus das.

    En la edad media, lajglesia comenz otro camino PjejmtejiciaiJLa penitencia^^ada^Jndividual, hecha en secreto al sacerdote,el cual impona apehiten-da r^ la^ura j ;qmo antes y daba ja absolucin. "Adems se poda acudir a este sacramento cuntas veces fuese necesarioTEste sistema se regul de forma definitiva en el concilio de Trente (siglo XVI): el penitente, como un reo, acuda al tribunal de la penitencia, donde el sacerdote, como juez escuchaba la confesin detallada de los pecados y lo absolva en nombre del Seor, dndole una penitencia.

    Estejistiles^]que pennanece hasta nuestros das, pero e^goncilio Vajicancijl lo_ enriqueci con ele-mgjjsjris comunitari_ojs_jejnojguque hoy da hay tres formas de celebrar la reconciliacin (que es el ivo^om_5r^ique2^|l_ia_ aj ^cr^ajr^entc^de~la r^njj__ncia): '"""

    1) Reconciliacin de un solo penitente, con confe-sin personal y absolucin individual.

    2) Celebracin comunitaria de la penitencia, donde toda la comunidad se prepara con lecturas bblicas, preces penitenciales y luego cada penitente se confiesa personalmente, recibe la absolucin per-sonal, a la que sigue una accin de gracias y una oracin de toda la comunidad.

    71

    http://dje_gray.es

  • 3) Para situaciones donde no hay suficientes con-fesores para la multitud de penitentes, o en casos extremos de peligro de muerte, puede haber una confesin y absolucin comunitaria (sin previa con-fesin personal), aunque permanezca la obligacin de confesar a un sacerdote los pecados que ya han sido perdonados, cuando haya oportunidad.

    En esta larga historia, la Iglesia ha intentado en cada momento mantener y expresar los elementos fundamentales del sacramento de la reconciliacin: la necesidad de conversin personal, el reconocerse pecador ante la Iglesia y sus representantes, mostrar la misericordia de Dios que perdona, la exigencia de reparar el dao injustamente cometido a otros, el propsito de cambiar de vida.

    La penitencia es un sacramento doloroso ("bau-tismo de lgrimas", se llama en los primeros siglos), por el que renovamos la gracia bautismal. La recon-ciliacin es una renovacin de la gracia del bau-tismo. Pero es un sacramento consolador y reconfor-tante. Es un acercarse al Seor, como cuando los enfermos iban a Jess, para pedirle la salud. Y el Seor nos sana y nos dice: Tu fe te ha salvado, no peques ms!

    ALGUNAS CUESTIONES PASTORALES

    ^QJ^conjieso^ectameMecon Dios^j Muchas veces se escucha esta frase de boca de

    catlicos, para justificar su rechazo de la penitencia. Muchas sectas tambin atacan la confesin y los mismos evanglicos no admiten este sacramento, por creer que no est en la Escritura. Ante esta

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    dificultad hay que decir que ejLp_ecado nunca es algo njcariieJite^indiyidyS1 iHH l^P lXl^ -S i 0 - ^ 6 ae^ajULcjjmiu^^ comunidadjritervenga en el perdn, prmedio de sus representantes. Esto tiene fundamento bblico, como hemos visto, y sta ha sido la tradicin de la Iglesia desde sus orgenes, en formas variables. , Se perdona el pecado cuando hay arrepenti-miento sincero?

    S, y tal vez sta sea la parjte^e_verdadjde los que acentan la dih^rTsioTrpersonal de la conversin. De aquTTa~mip^taiica~deI acto de cTStrTcorT cuando uno ha pecado. Pero_sj_seJr^a_dejp^_c_aJoj_graves, hay que buscar ujisacerdate^onfesarse y recibir la absolucin, antes de acercarse a la comunin. Para los bautizados lareconciliacin con Diosjig^alcazg su plenitud hasta rjasarpor la reconciliacin con la Iglesia. Esta actitud profimo*a^la~q1je^prsaba el padre de aquella joven moxea que envi a su hija a buscar a un sacerdote para confesar sus pecados, aunque en realidad Dios ya le haba perdonado al arrepentirse y si no haba sacerdote no tena por qu confesarse. y Qupecados hay que confesar?

    Hay que confesar los pecados graves, que han roto la amistad con Dios. Esto es condicin para comul-gar (si hay algn sacerdote para poderse confesar). > Hay que confesarse antes de cada comunin?

    ' Nj^jioesjieejanOjji^^ Pero si hay pecados graves ay que .confesarse anteas d comulgar. ~

    Tiene sentido confesarse de slo pecados leves (o weniales)?

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  • S, para purificarse y obtener la gracia del Seor para poder vivir ms cristianamente. j Cul es el sentido de la penitencia que el confesor impone?

    Ayudarj_curariasJiexidasJeipecadoen nosotros y en los dejms-V_fortalecei el espritu para no volver a caer. * Por qu muchos tienen miedo o vergenza ante la confesin?

    Porque piensan ms en s mismos que en el perdn de T)ios que vM^JTfecibTF. ETTnjo prdigo no se avergenza" desvolver a su padre y decirle que ha pecado, y el padre lo abraza. La reconciliacin es una fiesta, la celebracin del perdn y de la mis