el mundo, contigo (spanish edition)

510

Upload: others

Post on 31-Jul-2022

5 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: El mundo, contigo (Spanish Edition)
Page 2: El mundo, contigo (Spanish Edition)

EL MUNDO, CONTIGO Joana Arteaga

Page 3: El mundo, contigo (Spanish Edition)

© Joana Arteaga, septiembre 2015 Diseño de la portada: Isabel Jimeno y FernandoGómez ManchaFoto: MorganStudio Primera edición: octubre 2015 Corregido y editado por Correctivia “No se permite la reproducción total o parcial deeste libro, ni su incorporación a un sistema

Page 4: El mundo, contigo (Spanish Edition)

informático, ni su transmisión en cualquier forma opor cualquier medio, sea éste electrónico,mecánico, por fotocopia, por grabación u otrosmétodos, sin el permiso previo y por escrito deleditor. La infracción de los derechos mencionadospuede ser constitutiva de delito contra lapropiedad intelectual (Art. 270 y siguientes delCódigo Penal).

Page 5: El mundo, contigo (Spanish Edition)

ÍndiceCapítulo 1Capítulo 2Capítulo 3Capítulo 4Capítulo 5Capítulo 6Capítulo 7Capítulo 8Capítulo 9Capítulo 10Capítulo 11Capítulo 12Capítulo 13Capítulo 14Capítulo 15Capítulo 16Capítulo 17Capítulo 18EpílogoAgradecimientos

Page 6: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Para mi padre, que sigue en pie tras el temporal.

Para Isabel y Francisco, que siempre me hanconsiderado una más.

Page 7: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Te propongo inventarnos de nuevo.Deshacernos los dos de lo que fuimos.

Ser viento y tierra,agua y árbol,río y piedra.

Y en esta materia inútil que nos ata,encontrar el beso final que nos libere.

Page 8: El mundo, contigo (Spanish Edition)

ELLA, QUE TODO LO TUVO

(Ángela

Page 9: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Capítulo 1 Quedan diez minutos para las cinco y, como eshabitual, Marla ya está en pie, haciéndonos señaspara que vayamos acabando con lo que estemoshaciendo. Es un pedazo de pan y es imposible noquererla, pero cuando digo que Marla nos haceseñas me refiero a que se pone en pie y mueve losbrazos como si fueran la trompa de un elefantedesbocado, hasta que capta nuestra atención -cosaque logra en apenas tres segundos- y entoncesacompaña sus movimientos con susurros casi agritos, indicando la hora que, por supuesto, todaslas demás ya sabemos que es. Es imposible noquererla, sí, pero es imposible también no pasar unpoquito de vergüenza con sus cosas, todasllevadas al extremo.

Rosa me mira entornando los ojos, susurrando“ya estamos otra vez”, pero esboza una levesonrisa que le quita importancia a lasexcentricidades de Marla. Comienza a recoger su

Page 10: El mundo, contigo (Spanish Edition)

escritorio, lleno hasta los topes de todas las cosasque ha ido sacando poco a poco de su enormebolso desde que empezó la jornada laboral.

―No sé cómo puedes ir por ahí con tantascosas en el bolso ―le dice Miriam desde supulcra mesa en la que parece que nadie hayaestado trabajando ocho horas―. Luego te quejasde que te duele la espalda.

Rosa ni la escucha. Ha oído mil veces losalegatos de todas en contra de cargarse como unamula con sus bolsos-maleta, pero es que no sabevivir sin todo lo que mete dentro. Son bolsosgigantescos, con diseños florales o motivosgeométricos de colores imposibles y dudoso gusto,pero es que Rosa sin ellos se siente desnuda,huérfana. Dice que se los hace ella misma y quelos hace en proporción a las cosas que sabe quedeben incluir en su interior: un paraguas, unpequeño botiquín de urgencias, una botella deagua, un libro o dos, una cartera, un monedero,algún juguete de su perro, una bolsa para hacer lascompras en el supermercado, una carpeta con su

Page 11: El mundo, contigo (Spanish Edition)

documentación médica por si tiene una urgencia,un neceser con su maquillaje, alguna que otrabarrita energética y hasta bocadillos alguna vez...en fin, que la lista es infinita y que Rosa sin subolso no sabe vivir.

A mí hoy me toca aguantarme y esperar. En diezminutos las chicas saldrán por la puerta y yo tengoque acabar de cuadrar la agenda del señorColeman para mañana, que debe acudir a laBookExpo America. Llevo esperando desde elmediodía la confirmación de un vuelo paraChicago, pero a las chicas de la agencia de viajesno les funcionan hoy muy bien los sistemas. Miraque es fácil reservar en cualquier agencia online,pero aquí, en Coleman and Asociated Publishing,hay que hacer las cosas según dice el protocolo, yel protocolo dice que los viajes aquí se tramitanpor agencia de las de toda la vida.

Vuelvo a llamar con la esperanza de que todoles vuelva a funcionar perfectamente y yo puedaescaparme con las chicas para nuestro habitualritual de los viernes por la tarde.

Page 12: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―Susan, soy Martina de nuevo... dime que estásolucionado, por favooooorrr… ―digo con tonode súplica a la agente que me coge el teléfono enla agencia.

―Pues me temo que aún no. Al menos ya estánaquí los de mantenimiento, que se han tomado sutiempo para dejarse ver. Lo siento, Martina...calculo que aún falta un rato. Te llamo en cuantovuelva a funcionar todo por aquí. Te garantizo quevamos a meter a Saul Coleman en un avión rumboa Chicago mañana a las siete en punto de lamañana.

Cuelgo desolada... mi parte favorita de lasemana es sentarme en Antoine's y disfrutar de lacompañía desenfadada de mis cuatro compañerasde trabajo, frente a algún cóctel exótico. Nosreímos con las excentricidades de Marla,consolamos a Rosa por alguna pequeña desgraciaacaecida durante la última semana, animamos aMiriam a hacer aquello que desea y no se atreve, ogarantizamos a Georgie que hay vida más allá desu trabajo, su marido depresivo y sus gemelos

Page 13: El mundo, contigo (Spanish Edition)

hiperactivos. Conmigo no hay mucho que hacer,soy más bien la pasajera silenciosa.

No llevo mucho aquí, así que no tengo muchasmás amistades, si exceptúo a algunos de misvecinos, al hijo de mi casera, Paul, y al vendedorde comida turca que se pone en la esquina de miedificio y con el que mantengo charlas literariasprofundas mientras me como sus exquisitecescaseras. Las chicas son, pues, como mi familiaaquí, y nuestros ratos de los viernes, comonuestras comidas familiares de los domingos.

Yo no hablo mucho, pero escucharlas yparticipar de sus risas alocadas y contagiosas yame hace sentir como en casa. Es como volver aestar en compañía de mi padre en su rinconcito dela costa vizcaína, o viajar hasta el destino que encada momento se encuentre mi madre, Bombay oTel Aviv, Kinsasa o Quito.

Giorgie es la primera en levantarse. Se colocaun poco el pelo y se pinta los labios aprovechandoel reflejo de la pantalla de su ordenador. Es unapresumida sin remedio. Marla la sigue,

Page 14: El mundo, contigo (Spanish Edition)

comenzando su efusiva despedida de todos losdemás trabajadores que alargan su jornada enColeman and Asociated Publishing por una razón opor otra. Yo soy una de ellos este viernes y le hagoseñas, mucho más discretas que las suyas, paraindicarle que no me puedo ir.

Mi trabajo es, sobre el papel, simplemente deapoyo a la secretaria del señor Coleman. Pero enrealidad llevo la agenda del director, recibo a lasvisitas, envío sus correos electrónicos, atiendo suteléfono y le gestiono los viajes y las reuniones.Sin embargo es Claire, la glamurosa y altivaClaire, la que es, de nombre, la Secretaria conmayúsculas del señor Coleman. Claire no hacemucho en su puesto, pero a lo largo de treinta ysiete años ha sido la secretaria de tresgeneraciones de Coleman y eso ya, de por sí, le dauna solera difícil de disputar.

Su trabajo principal es hacer de mi jefa ycontrolar que todo se haga como a ella le gusta quesea hecho. No deja que nada parta de mi iniciativay está más pendiente de mis meteduras de pata que

Page 15: El mundo, contigo (Spanish Edition)

de hacer las cosas bien en provecho de nuestrosuperior, el señor Coleman. No es un secreto quele caigo realmente mal porque piensa que sólovalgo lo que un enchufe puede dar de sí. Porque sí,es verdad, soy una enchufada aquí en la editorial.

El padre del señor Coleman, Saul J. ColemanSenior, es muy amigo de mi madre y hasta serumorea que tuvieron una aventura hace algunasdécadas. De mi madre no me extrañaría. Creo quese conocieron en Tokio a comienzos de los años80, cuando mi madre aún ni conocía a mi padre.Pero no tengo muchos detalles sobre la historiaporque ella es muy hermética con respecto a suscontactos y relaciones. Sólo sé que tengo estetrabajo gracias a una simple llamada efectuada asu buen amigo Saul (senior) y que a mí me salvó lavida justo cuando más lo necesitaba.

Las chicas pasan por mi mesa, compungidas,una a una, deseándome que se me haga corto lo queme queda de jornada, y asegurándome queesperarán lo que haga falta para tomarse el cóctelde la semana en Antoine's.

Page 16: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―Martina, cielo, hoy tomaremos daiquiri, quele toca escoger a Miriam ―me dice Marla concara de pena pero voz alegre―. Espero que no sete haga muy larga la tarde aquí sentada junto alteléfono. Este señor no sabe la joya que tienecontigo, yo les diría a los de la agencia que mellamaran al móvil y adiós muy buenas.

―No puedo hacer eso. Si pasa algo se me caeel pelo. Tengo a Claire más encima de mí quenunca… ―respondo mientras pienso que tienerazón, pero que cualquiera se la juega con la jefaque tengo yo. Y además, por encima de todo, estáesa obstinación enfermiza que me obliga a serejemplar en todos los aspectos con respecto a estetrabajo. Sí, me han enchufado, pero eso nosignifica que no sea muy buena en lo que hago.Tengo más que demostrar por el hecho de no haberpasado una entrevista o haberme disputado laplaza con una veintena de rivales. Y por eso mequedo, lo que haga falta.

Veo desfilar a las chicas hasta el ascensormientras me dicen adiós con la mano, y yo las

Page 17: El mundo, contigo (Spanish Edition)

envidio a morir. ¡Qué injusticia! ¡No podíanhaberse caído los sistemas de la agencia ayer o elmartes, no!

La espera se me va a hacer eterna porque elresto de mis tareas profesionales están más quecumplidas.

Abro el correo electrónico corporativo ycompruebo que no hay mensajes ni para el señorColeman ni para mí, así que abro la cuentapersonal y decido dedicar un rato a escribir a mipadre, al que tengo ganas de contar mis últimasnovedades y, de paso, preguntarle si sabe algo demamá.

Para: [email protected]: [email protected]: De Bangladesh al Urdaibai

¡Mi chef favorito!No creas que me he olvidado de ti, que tu

pequeña te tiene siempre en sus pensamientos,pero es me gusta sacar momentos tranquilos paraescribirte y, últimamente, tengo pocos. El blog ha

Page 18: El mundo, contigo (Spanish Edition)

alcanzado los cinco millones de visitas ¿te lopuedes creer? Y no paran de contactarme paratemas publicitarios que yo, de momento, voyposponiendo. No sé si después de dar tantaslargas luego pueda hacer algo, pero aún no heescuchado nada que me convenza.

La entrada en el blog sobre Bangaldesh estábatiendo récord de visitas y comentarios. Nopuedo estar más contenta. Será un blog de viajesmás, pero a mí me llena tanto escribir sobre esasciudades y países que son mi patria... hablar deBangladesh es hablar de mi adolescencia, deaquel verano que pasé con mamá después deacabar el duro curso en el internado... en fin, queme alegro mucho de compartir mi visión sobreesos países y que esté gustando tanto.

¿Tú qué tal estás? ¿Cómo va el Napoleón?¿Sigues sin mesas hasta Navidad? El otro día leíun artículo sobre la gastronomía vasca y meofendió que no te nombraran. “Mi padre es elmejor chef del mundo”, pensé con orgullo, “y esun insulto que no lo tengan en cuenta en esta

Page 19: El mundo, contigo (Spanish Edition)

publicación mediocre de Manhattan”. Bueno, noera tan mediocre, era el Times, pero la ofensa esigual, venga de donde venga ¿no?

Sé que estarás muy liado, siempre lo estás,pero ya sabes que las puertas de mi casa estánabiertas para una visita siempre que necesites undescanso de tus fogones. Aquí estarás en lagloria. Ya conoces Nueva York de sobra, peroseguro que consigo descubrirte algunosrinconcitos que desconoces. Es algo que a mí meencanta, salir a explorar y encontrar oasis... sigosiendo una fan incondicional de WashingtonSquare Park ya lo sabes, pero en ocasiones le soyinfiel y busco otros tesoros escondidos aquí, enesta ciudad centro del universo.

Muchos de esos rincones me recuerdan amamá. Son escurridizos y misteriosos, pero teacogen con calidez una vez decides quedarte unrato a su lado. La echo de menos. Hace más deun mes que no recibo una postal suya. No sé enqué rincón del mundo está y me estoy empezandoa asustar. Tiene el móvil desconectado, como de

Page 20: El mundo, contigo (Spanish Edition)

costumbre, y no da señales de vida. Supongo quetú no sabrás nada ¿verdad?

La última noticia que tengo de ella es de sucumpleaños. Lo celebró en Bali con todo el boatoque tal acontecimiento requería. Me envió unapostal preciosa de un atardecer y me prometióque pronto nos veríamos. No sé por qué se niegaa usar las nuevas tecnologías. A mí me bastaríaun correo cortito en el que me diga que está bien.No sé ni siquiera para qué tiene un teléfonomóvil si nunca está encendido.

Si sabes algo de ella, por favor, házmelosaber. No quiero llamar a los S.W.A.T., al FBI y ala Interpol por una de sus travesuras.

Cuídate mucho, papá. Cuídate como siestuviera yo a tu lado para hacerlo... y envíamefotos de mi Urbaibai precioso, que echo de menoslas puestas de sol desde la terraza de tu casa. Yte echo de menos a ti. ¡Siempre!

¡Te quiero!Martina

Page 21: El mundo, contigo (Spanish Edition)

***** A las siete de la tarde, con toda la oficina yavacía, aún no han llamado de la agencia así que,muerta de aburrimiento y enfadada como una monapor la tarde de viernes perdida, decido llamar yo aver si queda mucho aún. Es eso, o acabarme milibro de sudokus, consultar por enésima vez miperfil de Facebook y volverme loca depreocupación por la falta de noticias de mi madre.

―Susan, soy Martina otra vez....―¡Martina! ―exclama ella― ¡Bendita

casualidad! Iba a llamarte yo justo ahora. Lossistemas vuelven a funcionar y el señor Colemantiene plaza en el vuelo de mañana a primera horapara Chicago. Te confirmo el código de reservapor correo electrónico y te envío por mensajero elbillete.

―¡Qué bien! ―no puedo evitar gritar un pocodemasiado alto― ¡Qué bien, Susan! No sabes lasganas que tenía de escucharte decir eso. Teconfirmo la recepción del código cuando me lo

Page 22: El mundo, contigo (Spanish Edition)

envíes, pero, por favor, envía el mensajero aldomicilio particular del señor Coleman, que yahace horas que se ha ido de la oficina.

―En realidad, vuelvo a estar aquí ―oigo unavoz a mi espalda. La voz del director de Colemanand Asociated Publishing que, contra todopronóstico, está de vuelta en la oficina a las sietede la tarde de un viernes.

―Disculpe, señor Coleman, no le he oídoentrar ―digo tapando el auricular―. Ha habido unproblema en la agencia con la reserva del vuelo demañana y acaban de formalizarlo. ¿Le hago llegaraquí el billete o prefiere recibirlo en su domicilio?

Saul Coleman Junior me mira con una especiede sonrisa burlona en sus labios. No sé si me gustaque haga eso, no sé si se está riendo de mí o es quealgo de esa situación le divierte.

Es un hombre que me impone desde el mismodía en que lo conocí, me intimida. Es alto, muyalto, y sus ojos te miran siempre como si pudieranleer en tu interior, como si te conocieran. Sonazules pero su reflejo es frío, y su boca se tuerce

Page 23: El mundo, contigo (Spanish Edition)

en un rictus de amargura en algunas ocasiones.Pese a todo, no puede decirse que sea feo, enrealidad, es bastante guapo. Tiene un espeso pelocobrizo, manos enormes y masculinas, y una narizde héroe griego.

―Pase a mi despacho, por favor, señorita Egia.Vale... algo he debido de hacer mal. Me ha

pedido que pase a su despacho sin abandonar esasonrisa burlona, pero es el jefe y, éste, enconcreto, no suele bromear. Me despidoapresuradamente de Susan prometiéndole que lallamaré en cinco minutos (no quiero alargar más sujornada laboral, tan dilatada ya como la mía) ycorro a la oficina del señor Coleman.

―¿Hay algún problema, señor Coleman?Él se ha sentado detrás de su impresionante

escritorio de estilo Luis XV y tiene el semblanteserio mientras me indica que tome asiento. Sudespacho es enorme y está coronado por unoslarguísimos ventanales que dan a la Sexta y a la42, y a donde, a esas horas en las que no tardará enanochecer, llegan los reflejos de las luces de

Page 24: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Times Square, que no están demasiado lejos,mientras la hermosura de Bryant Park va quedandoescondida tras la oscuridad. La decoración esexquisita y da hasta miedo entrar por temor amanchar o romper algo en su interior.

―¿Hace cuánto que está entre nosotros?―pregunta tras escrutarme en silencio duranteunos segundos eternos, que han hecho que micorazón lata de incertidumbre hasta casi salirse demi pecho.

―Siete meses, ya, señor Col...Me corta con un además de su mano y vuelve a

mirarme en silencio. Sus ojos se clavan fijamenteen los míos y hacen que el rubor me llegue de lapunta de mi pelo a los dedos de los pies.

―Es curioso. Apenas me había fijado en queusted estaba entre nosotros hasta que hoy mi padreme ha preguntado por sus progresos durantenuestro almuerzo ―dice con voz suave, comoqueriendo establecer algún tipo de confianzaconmigo―. Le he dicho que estaba usted muyintegrada y satisfecha con la compañía y, para

Page 25: El mundo, contigo (Spanish Edition)

subsanar mi mentira, me había propuestopreguntárselo de primera mano en cuanto surgierala ocasión. Mire qué curioso... la ocasión acaba desurgir.

Vuelve a esbozar esa sonrisa burlona, de mediolado, un poco lobuna, que me pone tan nerviosa yyo no hago nada más que cruzar las manos una yotra vez, y poner cara de idiota. Estoy segura deque estoy roja como un tomate y que en misemblante se puede leer claramente “Tierra,trágame” (por favorrrrrrr).

Está claro que sabe el poder de intimidaciónque ejerce sobre mí porque, después de una brevepausa, da por sentado que no voy a contestar ycontinúa, aunque sigo sin saber qué hago aquí.

―Sé que está con nosotros porque mi padre asílo dispuso, aunque no sabía el motivo que él setraía entre menos hasta hoy ―me mira sabedor deque ha despertado mi curiosidad―. Resulta que élcreyó en un principio que usted era hija suya...¡fíjese que novela tendríamos entre manos!

Si ya estaba incómoda antes de sus palabras,

Page 26: El mundo, contigo (Spanish Edition)

ahora sólo deseo correr a esconderme bajo mimesa y dejar que este hombre se olvide de miexistencia. ¿Qué se ha creído? Mi padre es mipadre y de eso no le pienso permitir que me hagadudar ni un momento. Me revuelvo incómoda en lasilla y noto que mi semblante ha pasado de sumisoy nervioso a claramente enfadado.

―Tranquilícese, señorita Egia ―tercia élampliando su sonrisa de lobo― y no se enfadeconmigo. Mi padre pronto se dio cuenta de queusted no podía ser una Coleman por fechas, aunquele confieso que consultó su ficha varias veces enbusca de su fecha de nacimiento y hasta estuvo apunto de llamar a su madre para confirmarlo, asíque la sangre no llegó al río. Pese a no llevar ustedsus genes, mi padre siente un profundo cariño porsu madre, de quien guarda el mejor de losrecuerdos. Así que hoy ha querido interesarse porusted... dígame, ¿se encuentra usted a gusto entrenosotros?

―Muy bien, señor Coleman, estupendamente.Soy seca y cortante a propósito, a sabiendas de

Page 27: El mundo, contigo (Spanish Edition)

que me puede costar una regañina de mi jefe o,incluso, algo peor. Pero él parece divertirse contodo esto y, claro, mi actitud a la defensiva esconsiderada la guinda del pastel.

―Me alegro mucho, señorita Egia. Detestomentirle a mi padre.

―¿Desea usted algo más? Tengo a la chica dela agencia esperando por el envío de su billete deavión para mañana ―digo intentando poner fin aesa situación tan incómoda.

Él me da permiso para irme con un asentimientode cabeza y yo me apresuro a irme de esedespacho que, de pronto, me parece el lugar másasfixiante del mundo.

Cuando ya estoy junto a la puerta y a punto derecobrar mi libertad, me doy cuenta de que miprimera pregunta ha quedado sin respuesta.Maldiciendo mi suerte, me giro sobre mis talonesy me las veo de nuevo con él.

―Disculpe, señor Coleman, pero ¿le hagollegar el billete aquí o a su domicilio particular?

―Lo recibiré aquí, aún me quedaré un rato,

Page 28: El mundo, contigo (Spanish Edition)

pero, señorita Egia ―dice despacio, cuando yocasi ya me estoy volviendo para salir de allí deuna vez― acabo de darme cuenta de quenecesitaré algo de apoyo corporativo en laBookExpo America y no me parece bien molestara estas horas a la señora Sontag, así que esperoque no tenga planes para este fin de semana porquemucho me temo que la necesito en Chicago. Pidaun billete para usted también y esté puntual mañanaa las seis en la terminal del aeropuerto.

Me quedo paralizada y no soy capaz de moverni un sólo músculo de mi cuerpo. ¿Qué? Perdona¿QUÉ? ¿Billete? ¿Fin de semana? ¿Me necesita?Vamos, no fastidies. Este tipo de cosas no sonhabituales, pero desde luego, sería un trabajo paraClaire, que para eso es su secretaria titular ¿qué eseso de que no le parece bien molestarla?¡Moléstala, hombre, y a mí déjame tranquila queno me apetece nada meterme en líos!

Porque en esto hay gato encerrado. Primero metrae a su despacho para decirme ¿qué? ¡Nada! Yluego me pide (¡no! ¡Me ordena!) que vaya con él

Page 29: El mundo, contigo (Spanish Edition)

a Chicago por trabajo al día siguiente. ¡Por dios, sison casi las siete y media del viernes!

¿Por qué me pasan a mí estas cosas? ¿No podíaser que hoy todo hubiera ido como debería yhaberme ido con las chicas a tomar ese daiquiri?¡No! Tenía que quedarme en la oficina yencontrarme con el jefe que me exige, aun, máshoras extras, con viaje a Chicago en fin de semanaincluido.

El enfado que soporta mi cuerpo es de magnituddescomunal cuando por fin logro moverme de lapuerta del despacho del señor Coleman y coger elauricular para hablar con Susan que, me imagino,estará con las mismas ganas de salir del trabajoque yo. Arreglo el tema de los billetes, confirmo elcódigo de reserva y la dejo ir a descansar o lo queella prefiera en una noche de viernes.

Recojo a toda prisa mis cosas y salgo pitandode la oficina, no quiero ni ver a mi jefe porque norespondo de mis actos. Soy muy temperamental,demasiado, y cuando algo me cabrea debo huir enretirada si no quiero acabar hablando de más. Y no

Page 30: El mundo, contigo (Spanish Edition)

quiero ni imaginarme lo que resultaría de unasituación así con el señor Coleman: recogida debártulos y a buscarse la vida lejos de aquí.

Ahora tengo que llegar a casa y prepararmepara el viaje de mañana en lugar de relajarme. Yanada podría salirme peor hoy.

Me acerco al ascensor y presiono el botón.Tarda una eternidad en llegar, lo que acrecienta mienfado, así que, cuando las puertas se abren, nisiquiera miro en su interior. Sé qué alguien más loocupa, pero no me interesa nada ni nadie en esosmomentos.

Coleman and Asociated Publishing está en elpiso doce del edificio, así que me separan apenas40 segundos de mi salida por la puerta de ese sitiopara olvidar mi viernes de pesadilla.

O eso creo yo, porque cuando el ascensor sedirige al séptimo piso y aún no ha dejado del todoatrás el octavo.... ¡Se para! Sí, se para con unbrusco tirón que hace que a punto esté de perder elequilibrio, a la vez que las luces parpadean y seapagan, y saltan las de emergencia, bastante tenues

Page 31: El mundo, contigo (Spanish Edition)

y hasta un poco tétricas. ¡Venga ya, hombre! ¡Loque me faltaba para rematar la jornada, una averíaen el ascensor a esas horas!

No puedo creer mi mala suerte. Qué mal karmahabré estado cultivando yo por ahí para que se medevuelva en esa forma de viernes de pesadilla...aunque el caso es que tampoco me suena haber idohaciendo el mal. Si yo sólo quería acabar mijornada a una hora normal y haberme ido con laschicas a tener un inicio de fin de semana habitualentre cócteles y risas.

Miro mi reflejo en el espejo del ascensor y medevuelve un rostro cansado por tantas horas en eltrabajo y asustado por el parón. Mi pelo, que no esun pelo espectacular y peca de ser soso pese a subonito color pelirrojo, está más lacio y mustio quenunca. Mis ojos color miel están rodeados de unasbolsas que esta mañana no tenían, y mi boca,pequeña pero carnosa, se tuerce en una horriblemueca de disgusto. Para completar el conjunto, soybajita y delgada, “poca cosa” dice mi madrecuando intenta que quepa en uno de sus

Page 32: El mundo, contigo (Spanish Edition)

espectaculares vestidos y todos me vayan gigantes.―No me hagas esto, bonito... ―suplico al

ascensor sin recordar que no estoy sola en suinterior. Y es que no razono muy bien en ese tipode situaciones... no soy exactamenteclaustrofóbica, pero me ahogo en los lugares delos que no puedo salir si lo deseo. Me pasa, porejemplo, en los trenes, de los que no puedes bajara demanda, pero no en los autobuses, porque sinecesitaras bajar aunque no haya parada, te valecon ponerte histérica para que te paren y de dejenbajar.

―No creo que funcione implorarle ―oigo unavoz a mi espalda que me sobresalta.

Me doy la vuelta y por fin reparo en el otroocupante de este ataúd de hierro sostenido a veintemetros sobre el suelo. Es un chico delgado y conel pelo muy corto que sostiene una especie delonganiza. Estupendo, al menos de hambre estamosseguros de que no moriremos.

Me mira con aire divertido pero, a diferenciadel señor Coleman, no hay ironía ni superioridad

Page 33: El mundo, contigo (Spanish Edition)

en esa sonrisa. No se está riendo de mí, nitampoco está jugando a meterme miedo,simplemente está intentando quitarle hierro alasunto. Y casi se lo agradezco, aunque mi nivel deahogo vaya en aumento.

―No puedo estar aquí ―digo con un hilo devoz, mientras miro a mi alrededor en busca de unasolución―. No puedo soportar esto.

Me acerco al cuadro de mandos del ascensor ypresiono el botón de alarma y el de llamada deauxilio. Como una loca. Venga a aporrear ambosbotones en busca de ayuda.

―Hola, disculpen el parón del ascensor―contesta una voz por el altavoz al cabo de unossegundos―. Estaba a punto de ponerme encontacto con ustedes. Ha habido un pico de tensióny ciertos puntos del edificio se han quedado enstandby, incluidos los ascensores. Acabamos dellamar al servicio técnico y no tardarán en arreglarel problema. Les rogamos que mantengan la calma,es una avería más común de lo que podríaimaginarse y no corren el más mínimo peligro.

Page 34: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Para mayor seguridad, hemos dado aviso a losbomberos y una unidad se dirige ahora mismohacia aquí. Es sólo por precaución. De nuevo lespido, no se alarmen. Podemos verlos por lacámara del ascensor, así que sabremos en todomomento qué tal se encuentran. ¿Necesitan haceralguna pregunta?

Mantener la calma. No corremos peligro. Voy apensar que, si quisiera, podría salir de aquí perono me apetece, así será más fácil. Me repito elmantra “mantener la calma. No corremos peligro.Puedo salir de aquí cuando quiera” una y otra vez,mentalmente, para intentar creérmelo un poquito.

―Gracias por la información. ¿Los demantenimiento le han dicho cuánto tiempo podríantardar en sacarnos de aquí, aproximadamente?―pregunta mi compañero de encierro muyeducadamente. Me asombro por la calma con laque habla, que parece real, como si hubiera creídoa pies juntillas las palabras de nuestro interlocutorinvisible y no tuviera que estar interiorizándolascomo estoy haciendo yo.

Page 35: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―Siento no ser muy preciso, discúlpenme―nos dice la voz en off―. Cuando lleguen aledificio los de mantenimiento, les daré másdetalles. De momento, relájense, recuerden que nocorren peligro.

La voz se desvanece en el aire y yo noto que mequedo desamparada y sola, sin conexión con elmundo exterior... espera... ¡mi móvil! Voy a llamara alguna de las chicas para contárselo y asímantener un contacto con la realidad lejos de eseterrible ascensor hermético, aunque sea mínimo.

Rebusco como una loca en mi bolso y por fin loencuentro. Marco el número de Miriam pero no datono de llamada. No hay cobertura. ¡Vaya! Melamento y, enfadada, a punto estoy de lanzar elmóvil contra la puerta del ascensor.

―No hay cobertura. Rara vez la hay en unascensor: es una perfecta jaula de Faraday ―meinforma mi compañero de encierro, que ya se hapuesto cómodo sentado en una esquina delascensor.

―¿Una jaula de Faraday? ¿Eso no es sólo para

Page 36: El mundo, contigo (Spanish Edition)

la electricidad? ¿No es eso de que a un avión esimposible que le afecte un rayo? ―no séexactamente cómo funciona, pero no soy tan tontacomo para no saber nada de Faraday y sus jaulas,cosa que deseo dejar absolutamente claro. Estoybastante orgullosa de mi educación y de mi nivelcultural, aunque sobre todo es alto en temas deletras, idiomas, viajes y arte. Las ciencias son miparticular talón de Aquiles y Faraday y su jaulasuenan, precisamente, a física pura.

―Sí es lo de los aviones ―dice tras unossegundos en los que la sonrisa ha vuelto y no hadejado de mirarme curioso―, pero también afectaa las ondas, no sólo a la electricidad. Y esteascensor es como un avión, no le afectará un rayo,pero tampoco esperes tener mucha cobertura en tuteléfono.

Un listillo. Vaya, al menos no me aburriré aquídentro.

―¿Eres científico o algo así? ―le pregunto,más que nada por seguir hablando y no pensar enel encierro.

Page 37: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Se ríe abiertamente ahora, antes de contestar.Está claro que él relajado está.

―¡No, qué va! Sólo soy campeón de mi barriode Trivial Pursuit ―me mira sin dejar de sonreír yyo me siento junto a él. Espero que se me peguealgo de su tranquilidad.

―¡Vaya! todo un campeón compartiendoascensor conmigo… ―bromeo―. Estoy segura deque los de tu barrio tampoco tienen mucho nivel,yo podría con todos vosotros sin daros siquierauna oportunidad, soy buenísima al Trivial.

―En ciencias está claro que no ―se mofa, conrazón.

―Soy Martina ―le digo tendiéndole mimano―. Será mejor que nos presentemos porquesi pasamos mucho tiempo aquí encerrados,seremos de todo menos desconocidos.

―Marie ―dice imitando mi gesto yestrechando mi mano. Su apretón es suave y, a lavez, enérgico, con personalidad. Me gusta deinmediato su forma de aceptar mi mano ysonreírme al mismo tiempo. ¡Este chico es todo

Page 38: El mundo, contigo (Spanish Edition)

sonrisas!―¿Marie? ―pregunto extrañada. No es para

nada un nombre para un tío, suena rarísimo si lojuntas con su cara y su cuerpo. No, no tiene cara deMarie.

―Es una larga historia.―Pues da la casualidad de que ahora mismo

tengo tiempo. De hecho, si no me cuentas estahistoria, tendrás que contarme alguna otra si noquieres que me ponga a sudar como en una sauna ya gritar como una loca... no respondo de mí ensituaciones de encierro como esta...

Está claro que el chico es risueño. De nuevo lasonrisa ensancha su rostro y yo no puedo estar másagradecida por estar aquí acompañada de alguienasí. Me da por pensar en qué hubiera sido de mí sien lugar de con él, estuviera encerrada con elseñor Coleman, y estoy segura de que, a estasalturas, ya sería chica despedida.

Lo vuelvo a mirar detenidamente. Es delgado ymás alto que yo (aunque para eso tampoco hacefalta mucho, que apenas alcanzo el 1,60). Tiene los

Page 39: El mundo, contigo (Spanish Edition)

ojos grandes y verdes y el pelo muy corto, decolor negro, salpicado por algunas canas que ledan un toque original. Tiene un aspecto muyjuvenil tanto por su rostro, siempre sonriente,como por su ropa informal, aunque supongo quetendrá alrededor de unos treinta y cinco años. Es,en conjunto, un chico normal, de esos que acabanpor llamar tu atención si los estudiasdetenidamente.

―Está bien. Tendrás tu historia, aunquerealmente no es tan larga, es cortísima, de hecho―concede por fin, dejando su longaniza a un lado.Sí, la curiosidad me está matando también por eltema de la longaniza―. Me crió mi abuela porquemi padre trabajaba en Alaska ocho meses al año ymi madre se iba con él casi siempre. Me dejabanaquí, en Nueva York, por no exponerme a aquelclima, así que mi abuela Marie me crióprácticamente durante toda mi infancia. En elbarrio era conocido como 'El chico de Marie', ypoco a poco, acortándolo según pasaban los años,se quedó sólo en Marie, como mi abuela. A mí no

Page 40: El mundo, contigo (Spanish Edition)

me importa, todos los que conozco responden anombres que no les pusieron al nacer y a mí, el demi abuela, me gusta muchísimo.

―Pero es un nombre de chica ―objeto yo,incapaz de entender que un hombre se sientacómodo con un nombre de mujer. Pocos, muypocos ejemplos deben de contarse por el mundo.

―Es el nombre de la persona más importantedel mundo para mí y con eso me basta.

Se queda callado y me mira por espacio deunos segundos, como retándome a decirle que nome gusta. Sonrío por su absoluta confianza en símismo y hasta lo envidio. ¿Qué se sentirá yendopor la vida con esa sensación de creer tanto en tique, siendo un hombre, puedes llevar tan orgullosay virilmente un nombre de mujer? Me gusta, megusta muchísimo. Su historia y... él.

―Además, a las chicas nunca les ha importado.De hecho, a mi prometida le gusta muchísimo.

Prometida. Claro. No podía ser tan bonito... elprimer chico que me gusta un poquito desde queestoy en la Gran Manzana no podía ser simpático,

Page 41: El mundo, contigo (Spanish Edition)

guapo y soltero. No, tenía que saltarse el atributode disponible...

Intento que no se me note la decepción, pero elincómodo silencio que sigue a su declaración,supongo que no ayuda mucho. Buscodesesperadamente en mi mente algo que decir parasalir del paso y ahí es donde la longaniza me echauna mano.

―¿Me puedes explicar qué es exactamenteeso? ―digo señalando el embutido, o lo que seaaquello con lo que ha subido al ascensor y que tanfascinada me tiene.

Mira la longaniza y la coge de donde la hadejado. Sonríe ligeramente sin quitarle ojo deencima y hasta noto cómo se estremece de placeral contemplarla.

―Esto, querida mía, es el inicio de algo grande―susurra como en trance. Da un poco de miedotodo, aunque quiero pensar que tiene unaexplicación lógica.

―No entiendo.Por fin desvía su mirada de la longaniza y la

Page 42: El mundo, contigo (Spanish Edition)

posa en mí, supongo que dándose cuenta de que nohe comprendido nada de lo que trata de decirme yde que el misterio de la longaniza sigue sinresolverse para mí.

―Esto es mi primera lección del curso'Cocinas del mundo'. Longaniza calabresa, unadelicia italiana que me ha quedado preciosa, ¿nocrees? ―hombre, no le ha quedado mal. Es comoun chorizo de los de toda la vida, pero más claritoy largo.

Asiento sin abrir la boca, no quiero chafarle lailusión al chico con algún comentario que élpudiera entender como desafortunado.

―¿Te gusta la cocina? ¿Eres cocinero? ―lepregunto para desviar el tema del embutido quesigue sosteniendo entre sus manos.

―¡No! ¡Qué va! ―exclama divertido, como sile hubiera preguntado algo disparatado― peroalgún día quiero serlo. No aspiro a ser un chefreconocido, pero sí a ser alguien que pueda vivirde esto y disfrutar cocinando para los demás.

Me recuerda inmediatamente a mi padre, creo

Page 43: El mundo, contigo (Spanish Edition)

que sus ojos han brillado del mismo modo que losde mi padre cuando habla de sus fogones, de suNapoleón, de sus platos... entiendo esas pasionesque suscita la cocina, aunque yo no logre sentirlas.

―¿Y estás yendo a clases de cocina?―pregunto de manera retórica.

―Son unas clases especiales de cocina detodos los rincones del mundo, aunque a mí lo quemás me interesa es la cocina del Mediterráneo.Estas clases son una especialización, por asídecirlo. Me hubiera gustado ser más valiente yhaber ido a aprender esas habilidades a loslugares en sí, en lugar de en una cocina de unedificio en Manhattan, pero nunca di el paso.Nunca fui a la Provenza, al País Vasco o a laToscana a aprender a cocinar. Y ya,probablemente, nunca lo haga. En ocho semanasestaré casado, y no me quiero ni imaginar aPriscilla si le digo que quiero pasarme un año enEuropa estudiando cocina.

Su semblante se queda triste y apagado porunos momentos, como lamentando su suerte y su

Page 44: El mundo, contigo (Spanish Edition)

posible oportunidad perdida. Pero no dura mucho,la sonrisa vuelve a dibujarse en su rostro, y escomo si volviera a la vida, con una alegríarenovada.

―Pero nada de lamentaciones, ¿eh? ―seresponde él mismo― que algo bueno pasará, quizáaunque no aprenda en esas cocinas, logre comer ensus restaurantes al menos. Y con estas clases algode todo eso tendré ganado, ¿verdad?

Me gusta este chico, de verdad que sí. Essincero, apasionado y tiene claras algunas cosasde su vida. Quizá le ha faltado un poco de decisiónantes, pero admiro mucho a la gente que le poneremedio a sus limitaciones.

Pasamos los siguientes cincuenta minutoshablando de lo especial que es la longanizacalabresa, de un hipotético torneo de Trivial en subarrio y hasta de la BookExpo America a la quetendré que volar en menos de doce horas. Mimiedo a los espacios cerrados ha estado todo elrato bajo control gracias a la charla y a su sonrisadulce, y cuando, finalmente el ascensor vuelve de

Page 45: El mundo, contigo (Spanish Edition)

nuevo a la vida, yo hasta lamento que mearranquen de allí y de la compañía de ese chico ysu longaniza.

―Me llamo Will, por cierto. Ese es mi nombrereal ―dice mientras se abren las puertas y memira de una forma que me hace estremecer.

Antes de que sea capaz de recuperar micapacidad de habla después de esa mirada tanintensa, noto cómo el jefe de seguridad viene hacianosotros. Nos pregunta si estamos bien y si hayalgo que pueda hacer por nosotros.

Pero no puedo dejar de mirarle, y sus ojos,enormes, preciosos, limpios, tampoco se van delos míos. Algo nos tiene enredados y nos impidedejarnos ir. Algo que es más intenso que laspalabras y la presencia de otros a nuestroalrededor.

Hasta que oigo que me llaman por mi nombre yse rompe el hechizo.

―Señorita Egia, ¿está usted bien? Tengo aquímismo su billete para mañana. No olvide quehemos quedado en la puerta de embarque a las seis

Page 46: El mundo, contigo (Spanish Edition)

en punto. Sea puntual. Y ahora, salga de ahí y vayaa casa, que necesita descansar.

Marie se levanta y me da la mano para hacer yolo mismo. Mi jefe se acerca a darme el billete y,como haciéndose cargo de la situación, me sujetade la cintura y me saca de allí.

Él se va, no mira atrás. No me da su número yyo tampoco se lo pido.

Page 47: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Capítulo 2

Salgo del taxi con una sensación de ahogo y miedoatenazándome el corazón. Le he tirado de malamanera cincuenta dólares al taxista y ni siquiera heesperado a por los cambios. Son las siete menosveinte de la mañana y aún debo pasar los controlesy llegar a la puerta de embarque. Un embarqueque, apuesto, ya ha comenzado y estará en susúltimos minutos a estas horas. Para terminar derematar, llueve a cántaros y el JFK está a tope,lleno de viajeros que no están tan apurados comoyo, pero que me impiden moverme por allí consoltura y rapidez.

Voy como una bala hacia el control y, tras unacola que se me antoja eterna, paso por losescáneres confiada en que lo más difícil ya estáhecho. No, por supuesto que no. he ido tanconcentrada en mi angustia por perder el avión,que no me he quitado las botas de agua que calzoen mis pies. Como no podía ser de otro modo,

Page 48: El mundo, contigo (Spanish Edition)

pitan por los enganches de metal que llevan en loslaterales. Hago amago de quitármelas, pero unapolicía con cara de malas pulgas me lo impide conun gesto. Está dispuesta a pasarme el detector demetales por cada centímetro de mi cuerpo en buscadel elemento infractor, y no atiende a razonescuando le señalo mis botas Hunter color fucsia.

No sé cuánto tiempo me hace perder esta mujer,pero casi lloro de alivio cuando deciden que nosoy ninguna loca que esconde cuchillos en la ropainterior y me dejan recoger mi maleta de mano ymi bolso, y salir de allí.

Empieza entonces una loca carrera por llegar ala puerta de embarque en un tiempo récord. Sonlas siete menos cinco y hace tiempo que pormegafonía han hablado de cerrar el embarque demi vuelo. Corro como alma que lleva el diablo porlos pasillos, las cintas mecánicas y las salas deespera, mientras a mi lado, por el rabillo del ojo,veo cómo un hombre de unos treinta y cinco años yaspecto de oficinista cansado, corre a mi lado conla misma cara de necesidad y urgencia que yo,

Page 49: El mundo, contigo (Spanish Edition)

arrastrando un trolley diminuto y la funda dondedebe de llevar su ordenador. Su pelo y su barbason pelirrojos y me mira un instante poniendo ungesto de entendimiento en su rostro, comodándome ánimos para lograr el mismo objetivoque él persigue. Tiene una sudada considerable yme imagino que yo no debo presentar mejoraspecto.

Finalmente llegamos a la puertacorrespondiente. Curiosamente, el pelirrojopretende embarcar en el mismo vuelo que yo. Esun alivio no pasar por este momento de vergüenzaen solitario. Las azafatas ya están recogiendo suscosas de la puerta y nos miran con cara de fastidio.Sí, somos los tardones de turno, los que lofastidian todo. Por sus caras veo que estánvalorando si llamar a los responsables de cerrar elembarque y dejarnos tomar nuestro vuelo odejarnos en tierra para que escarmentemos.

“Por favor, por favor” rezo mentalmente “ya esbastante malo tener que coger este vuelo, no medejéis aquí, que me quedo sin trabajo, por

Page 50: El mundo, contigo (Spanish Edition)

favorrrrrrrrrrr”.Al final, una de las azafatas coge el interfono y

avisa para abrir de nuevo la puerta. Toma nuestrastarjetas de embarque y nos dice que pasemos concara de “la próxima vez, os quedáis en casita”.

El alivio que se dibuja en nuestras caras nopuede ser mayor. El pelirrojo me cede condeferencia el puesto, a pesar de que él ha llegadoantes, y paso por delante de él. Cuando estamosante la puerta del avión, que se abre para nosotros,me sonríe y ambos nos dirigimos a nuestrosrespectivos asientos. Entonces me doy cuenta deque me suena de algo, pero como no logro saberde qué, se me olvida pronto.

Localizo mi sitio y coloco mi maleta en elhueco correspondiente, me siento y abrocho elcinturón mientras me envuelve un cansancioespectacular por la carrera, los nervios y la nochehorrible que he pasado. No he dormido apenasnada, y cuando lo logré era ya casi la hora dedespertarse, por eso he llegado tan pillada detiempo y con tanta angustia al avión.

Page 51: El mundo, contigo (Spanish Edition)

He pasado toda la noche envuelta en sueños queno tenían ni pies ni cabeza, que incluían unascensor bloqueado, a mi jefe y su escritorio LuisXV dentro de él y a Marie, vestido de novio ynervioso porque no llegaba a su propia boda,aferrado a su longaniza. Y yo, en medio de los dos,sin saber si debía estar trabajando pese al encierroo consolando al pobre chico que iba a perderse supropio casamiento.

Con semejante batiburrillo mental, no he oídoel despertador y, cuando he abierto los ojos, eranya las seis menos cuarto de la mañana y tenía aúnque ducharme y vestirme, pedir un taxi, llegar alJFK y lograr alcanzar el avión antes de quepartiera rumbo a Chicago. He bajado las escalerascasi volando y a punto he estado de morder a Paul,el hijo de mi casera, que me ha cerrado el pasocon su enorme corpachón y sus ojos inquisitivos, yque a saber qué hacía despierto y en la escaleratan temprano.

―Vaya horas de ir armando escándalo por lasescaleras. Deberías ir con más cuidado, es sábado

Page 52: El mundo, contigo (Spanish Edition)

y a la gente le suele gustar dormir ―me haespetado. No son raras estas salidas de tono delmuchacho. Es de lo más desconcertante, tan prontote dice que vas guapísima como te acusa dedespertar a todo el edificio. Depende del día quetenga, siempre un misterio para mí.

―Disculpa, Paul, lo siento en el alma, perodebo coger un avión y llego tardísimo ―le hecontestado atropelladamente, intentando pasar porsu lado sin conseguirlo―. Paul, por favor, déjamepasar, te lo ruego, mi puesto de trabajo está enjuego.

―¿A dónde vas? ―me ha preguntado trassopesar mi ruego.

―A Chicago.―Bonito lugar, no te olvides de traerme algo

―ha dicho mientras me dejaba pasar finalmente yyo huía todo lo deprisa que podía para evitar quevolviera a cerrarme el paso.

―Te lo prometo, Paul ―le he gritado ya casien calle, cerca de coger mi taxi que,pacientemente, llevaba cinco minutos esperando

Page 53: El mundo, contigo (Spanish Edition)

por mí.Paul no es mal chico, pero es de lo más

especial. Tiene un cuerpo enorme de cuarentaaños, aunque su mente está estancada en los siete olos ocho. Cuando quiere, es adorable: te ayuda conlas bolsas de la compra, se para a acariciar todoslos perritos que ve por la calle o te recita eltiempo que se espera para los siguiente cinco días.Su madre, la señora Martinelli, es todo locontrario, arrogante, despectiva, chillona yegoísta. Y se nota que el hijo, en un vano intentopor ganarse el cariño de su madre, que lodesprecia públicamente con todo tipo deimproperios, a veces toma las formas de suprogenitora y se porta de forma cruel y despóticacon los vecinos del inmueble. A mí,afortunadamente, me suele tocar la versiónencantadora de Paul, esa que te hace quererachucharlo como si fuera un osito de peluchegigante y tierno.

El avión despega con veinte minutos de retrasode los que me siento responsable, pero decido

Page 54: El mundo, contigo (Spanish Edition)

olvidar mi culpa sólo por el alivio que suponeestar ahí sentada y estar ya rumbo a Chicago. Y esverdad que volar no me apasiona (igual quequedarme encerrada en ascensores en los que nohay chicos maravillosos dentro), pero hoy el alivioes tan grande que hasta puedo disfrutar de lasensación de estar suspendida en el aire a miles demetros sobre el suelo.

Vuelo desde que tengo uso de razón, pero desdehace algún tiempo, la sensación que me invade enlos espacios de los que no puedo salir, se haextendido también a los aviones. Creo que tengoque empezar a ver a un psicólogo, porque estopuede ir a más y afectar gravemente a mi adoradapasión por viajar.

Cuando el avión alcanza la velocidad decrucero, me empiezo a preguntar si debo ir aprimera clase y hacerle saber a mi jefe que estoy abordo, por si se lo está preguntando. Por supuesto,el señor Coleman viaja en primera y yo le pedí aSusan, de la agencia, que me colocara en turista,que es donde se supone que debo viajar como

Page 55: El mundo, contigo (Spanish Edition)

empleada. Dudo durante un instante, perofinalmente decido echar primero una pequeñacabezadita para llegar lo más despejada posible aChicago y dar lo mejor de mí en este viaje detrabajo, ya que he empezado fatal, faltando a micita con mi jefe en la puerta de embarque.

Me recuesto, me pongo a fantasear con los ojosde Marie y el rato que pasamos juntos en elascensor, me quedo dormida enseguida... y se meva de las manos. Noto que una persona me toca enel hombro y vuelvo a la vida tras un reparadorsueño. Tan reparador, que ha durado todo el vuelo.Abro los ojos y me estiro como si hubiera dormidoen el más cómodo de los colchones. Creo quehasta tengo babas de haber disfrutado como unbebé. Miro a quien me ha despertado y misemblante pierde el color de inmediato. El señorColeman me observa desde su imponente alturacon una expresión muy difícil de descifrar. Genial.No sólo he llegado por los pelos a coger esteavión, sino que ahora este hombre, que es mi jefe yal que debo impresionar profesionalmente, me ha

Page 56: El mundo, contigo (Spanish Edition)

pillado en una situación embarazosa que me hacegritar interiormente... “¡Quiero hacer un agujero enel suelo, meter la cabeza y desaparecer!”

―Señorita Egia ―dice muy serio, como si deverdad esta escena le hubiera incomodado más quea mí―, no creí que fuera a regalarme su presenciaaquí en Chicago... Qué suerte estar equivocado.

Me mira un instante más y se da la vuelta paraabandonar el avión que, a estas alturas está yacompletamente vacío. Las dos azafatas de a bordome miran con una mezcla de pena y envidia,supongo que por la situación y por el aspecto deactor de Hollywood de mi jefe. Están yaadecentando el avión para el próximo vuelo y séque agradecerían que me pusiera en marcha yabandonara el aparato como todos los demás. Meincorporo y recojo todas mis cosas, mientraspienso en cómo afrontar todo un fin de semana encompañía de un hombre que me ha visto babearmientras dormía a pierna suelta en un avión que yaha aterrizado y se ha vaciado. Un hombre que esmi jefe y al que no sé muy bien cómo debo servir

Page 57: El mundo, contigo (Spanish Edition)

este fin de semana. Salgo con un tímido adiós a lasazafatas, que, lo juro, están chismorreando yriéndose mientras me miran.

Ya en el pasillo de salida, le veo. Está distraídomirando su teléfono, y lo miro durante unosinstantes sin poder evitar admirarlo. Va vestido demanera mucho más informal que cuando va a laoficina. Su porte sigue siendo elegante eimponente, pero se le ve más relajado, como ajuego con su indumentaria casual. Lleva la melenacobriza echada para atrás y sus manos, esas manosenormes que ayer ya me llamaron la atención,están ocupadas con la pantalla de su móvil, ágilesy veloces, como volando para contestar algúnmensaje o consultar una aplicación.

Levanta la mirada y me pilla de plenomirándole como alelada. Me recorre un escalofríopor la columna vertebral y no puedo evitar pensarque, aunque es un hombre muy atractivo, me da unmiedo atroz cuando me mira. A ver ahora cómoquedo delante de él por haber llegado tarde alvuelo y no haber ido a avisarle en el avión.

Page 58: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―Oh... ya aquí está ―me dice cuando meacerco acobardada hasta su posición.

Vuelve a pintar esa sonrisa de lobo en su rostroy juro que mis piernas comienzan a experimentarun ligero tembleque que me hace desestabilizarme.¿Por qué me da tanto miedo este hombre? ¿Por quéle tengo tanto apego a este trabajo que estoysufriendo tanto por la posibilidad de perderlo?

Nunca en toda mi vida me he sentido atada aninguno de los muchos puestos laborales que hetenido. De todos he aprendido algo y en todos, máso menos, me he sentido a gusto. Y no sé si es elhecho de haber entrado gracias a mi madre yquerer demostrar mi valía lo que me hace estar tanimplicada, pero desde luego algo pasa, porque espensar en ser despedida y me hundo en ladesesperación. Me imagino diciéndole a mi madreque tengo que buscar otro empleo en Nueva York yse me eriza la piel.

―Discúlpeme, señor Coleman… ―le digocasi en un susurro, procurando esconder la terriblevergüenza que siento en esos momentos ―he

Page 59: El mundo, contigo (Spanish Edition)

sufrido algunas contingencias para llegar alaeropuerto, pero como ve... he conseguido llegar aChicago, que es lo importante.

―Efectivamente, eso es lo importante. Eso yque haya descansado para un fin de semana repletode trabajo ―asegura mientras comienza a andarhacia la salida y yo le sigo. Sin darme tiempo areaccionar, comienza a hablar de su agenda y yopongo toda mi atención para no perderme ni undetalle que pueda ser importante para nuestrastareas en esta ciudad―. Tenemos que estar en laferia a las 11 de la mañana, así que iremos alhotel, nos refrescaremos y nos reuniremos a las10,30 para ir desde allí juntos. Es prioritario quenos reunamos con los representantes de lasimprentas a lo largo de la jornada, tal y como estáprevisto en mi agenda, pero más importante aún estantear a los nuevos autores. Necesitamos un buenpuñado de nuevos talentos que incorporar anuestra firma, pero sobre todo necesitamos untalento con mayúsculas, una novato con proyeccióny una buena obra. La quiero junto a mí en todo

Page 60: El mundo, contigo (Spanish Edition)

momento, señorita Egia, disponible y con los ojosmuy abiertos.

―Por supuesto, señor Coleman ―asiento yomientras le sigo casi a la carrera para poder seguirel ritmo que sus largas piernas están imprimiendoa nuestro recorrido hasta la salida del aeropuerto.

Hemos aterrizado en el AeropuertoInternacional Midway, el segundo más importantede Chicago, pero el más cercano al centrofinanciero de la ciudad, a sólo 10 kilómetros, porlo que en muy poco tiempo estamos en el hotel. Enla zona de llegadas nos estaba esperando un chófercon un cartel con el nombre de mi jefe y en apenasquince minutos estamos bajando nuestro equipajedel coche. En todo el trayecto, el señor Colemanha estado pendiente de su tablet, escribiendo notasy consultando la ajetreada agenda que tenemospara hoy. Mejor para mí, me ha dejado en paz y nohe tenido que pensar nerviosa en rellenar lossilencios.

Nuestro hotel es el Four Seasons y está en unazona inmejorable de la ciudad. Me recuerda a las

Page 61: El mundo, contigo (Spanish Edition)

películas de mafiosos de los años veinte, no sé porqué. Nuestras habitaciones están en la planta 19 ylas vistas del lago Michigan y la playa urbana, sonespectaculares. Me imagino esas mismas vistas denoche y me siento contenta, por un instante cortito,de haber sido elegida para realizar este viaje. Nohe estado en Chicago nunca antes y esto me puedeservir para una entrada interesante en mi blog. Apesar de que me he criado en ambientes de lo másdispar, siempre me sorprenden los lugares quevisito por primera vez.

A las diez y media de la mañana estoy puntualen el hall del hotel para reunirme con el señorColeman, no quiero meter más la pata con él, nopuedo permitírmelo. Me he puesto un pantalónnegro y una blusa fucsia que me dan un aspectoprofesional, a la vez que me siento cómoda. Soybajita, así que me he puesto un tacón discreto, decuña, que me hará aguantar más horas de pie y listapara la batalla.

Mi jefe sale del ascensor un par de minutosdespués y tiene un aspecto sensacional, como un

Page 62: El mundo, contigo (Spanish Edition)

modelo de Abercrombie en pleno descanso de unasesión de fotos. Bueno, un modelo de Abercrombiecon la camisa abrochada, lo cual es una lástima.¡Dios mío! ¿Qué me está pasando? ¡Tengopensamientos impuros con mi jefe! Que vale, estábastante bien, pero es mi jefe, además de unarrogante y un estirado. Llega hasta donde lo estoyesperando y me echa un repaso sin disimulo yasiente con aprobación. Me saca al menos treintacentímetros y me siento aún más pequeña cuandome mira así. Desvío la mirada, incómoda, y él mehace un gesto con la mano para que salga delantede él del hotel. Allí nos espera el chófer que nosha traído del aeropuerto y nos abre la puerta paraacomodarnos dentro.

McCormick Place, el lugar donde la BookExpoAmerica tiene lugar, está a quince minutos encoche del hotel. Otros quince minutos de silencio,intuyo. Pero no... mi jefe ahora está más hablador.

―Señorita Egia ―comienza y yo no tardo enponerme a temblar― ¿le gusta su habitación?

―Muchísimo. Gracias.

Page 63: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―¿Nada más? ―me pregunta. Claramente tieneintención de jugar un rato conmigo, estoyconvencida de que es un sádico que sabe que odioeste tipo de situaciones y no está dispuesto a dejarpasar la oportunidad.

―¿Nada más? No sé a qué se refiere―contesto con toda la inocencia que mi actualestado de pánico es capaz de mostrar.

Su altura hace que tenga las piernas plegadas enel coche, hasta que cambia de posición y me rozaal ponerse más cómodo. Siento una descarga deadrenalina máxima, los nervios van a hacer quesalga volando de mi asiento.

―Me refiero a si no es capaz de verbalizar dealgún modo más elocuente su respuesta.

Argggg ¡Pero qué esnob y estirado es! ¿Es queno puede hablar como una persona normal, sin usaresas palabras tan rebuscadas? No sé si pretendejugar al niño rico repelente o si es así siempre. Amí no me impresiona, más bien me repatea suactitud pedante. Estoy hasta el moño de pijos quese lo tienen creído y que se piensan que son más

Page 64: El mundo, contigo (Spanish Edition)

que nadie por saber usar el lenguaje de una maneraque resulta tan acartonada. No lo sabe, pero yo soygraduada con honores por la Universidad deOxford en Literatura Comparada, y jamás me oirádirigirme a otra persona con esos aires desuperioridad y con ese vocabulario propio de undiccionario de sinónimos.

―La habitación es amplia y muy bonita, lasvistas son espectaculares y el hotel, en general, meha gustado muchísimo ―respondo ya un poco demala uva. Casi me gusta que me haga enfadar,porque eso acaba de un golpe con la sensación deestar acobardada delante de él y ayuda a sacar a lamujer con carácter que se esconde detrás de miaspecto de chica asustadiza y frágil. Me pasó ayeren su despacho cuando puso en duda la paternidadde mi padre y vuelve a pasarme ahora que secomporta como el pijo engreído que,probablemente, no puede evitar ser.

―Me alegro mucho de que sea de su agrado.Aún no lo ha visto todo. Tiene una piscinaespectacular, un restaurante con una carta

Page 65: El mundo, contigo (Spanish Edition)

impecable y una azotea donde, ahí sí, las vistasson realmente espectaculares.

¿Hemos venido a trabajar o a disfrutar de unasvacaciones a Chicago? ¿Está tratando deimpresionarme? No sé si decirle que no necesitahacerlo, que he estado ya antes en hoteles de estetipo, que las compañías, el trabajo y los gustos demi madre me han ofrecido la posibilidad dealojarme en sitios de lo más dispar, incluyendohoteles de lujo y chozas en remotos poblados. Perome callo y me hago la impresionada, porque nosirve de nada ponerme a su altura en lo que aelitismo se refiere, y porque es mi jefe y nuestrarelación es estrictamente profesional, y no tengopor qué ir dándole detalles de una vida que,seguramente, a él no le interesa para nada.

―Lástima que todas esas instalaciones quedenfuera de mi alcance. Con lo apretado de su agenda,apenas pisaremos el hotel ―digo para dejar claroque yo aquí he venido a trabajar.

Él me mira intrigado, pensando en que, quizá,yo sea más sensata que las demás a las que, me

Page 66: El mundo, contigo (Spanish Edition)

imagino, haya intentado impresionar con hoteles delujo y viajes a Chicago por todo lo alto, sea en elámbito laboral o por mero placer. Una conquistaes una conquista y a los hombres no les gustaemplear sus esfuerzos para nada, aunque éstosvayan dirigidos a la secretaria de su secretaria.Porque, afrontémoslo, está jugando conmigo yambos lo sabemos. No sé si por el mero hecho dejugar o porque a la legua se ve que yo me estoyresistiendo. Me recorre un escalofrío sólo depensar en que me haya escogido como objeto de sujuego, e intento que mi mente se evada de talespensamientos. Es mejor volver a mi enfado y estara la defensiva, así puedo mantener la cabeza másfría.

―Sí, una verdadera lástima ―concede élpasados unos instantes.

Se instala el silencio entre nosotros, pero envez de parecerme incómodo, se convierte en unatregua para mí, para dejar de comerme la cabezacon las intenciones, ocultas o no, de mi jefe. Ojalálograra relajarme con él, como me pasó con

Page 67: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Marie. Recuerdo entonces el día anterior, cuandome quedé atrapada en el ascensor, y cómo elmiedo de estar allí se transformó en una sensaciónmucho más relajada al hablar con él. Y recuerdotambién nuestra última mirada antes de que éldesapareciera, con las ganas que me quedé depedirle el teléfono, hasta que recordé que estáfuera de mi alcance, que en nada será un hombrecasado y que ese barco, por desgracia, ya hazarpado para mí. En fin, la historia de mi vida...

Llegamos a McCormick Place y tengo quereconocer que, ahora sí, me quedo absolutamenteimpresionada. Qué sitio tan espectacular. Es elmayor centro de convenciones de Estados Unidos,y su diseño y estética son preciosos. El edificioprincipal, donde se celebra la BookExpo America,nos recibe con su inmenso voladizo, sus paredesde cristal y su aire de grandiosidad. Me quedoboquiabierta y, no puedo por menos que admitirque el viaje ha merecido la pena.

Entramos al recinto que ya es un hervidero degente. Se respira un aire especial, lleno de

Page 68: El mundo, contigo (Spanish Edition)

oportunidades, y yo quiero quedarme aquí dentropara siempre. Hay stands de toda clase de selloseditoriales, imprentas, empresas de distribución,agencias de corrección, cazadores de talentos,agentes literarios... el bullicio es ensordecedor,pero, a la vez, hay un cierto orden en todo, como sicada cual supiera cuál es su sitio y dónde deberíaestar para ver y, sobre todo, para dejarse ver.

Nos encaminamos al stand de nuestra firma.Coleman and Asociated Publishing tiene unespacio privilegiado en el lateral derecho delpasillo central. Allí, dos guapas azafatas contestana las preguntas más ligeras acerca del sello,mientras que algunos de los comerciales másreconocidos de la firma atienden a clientes de másconsideración. También está por ahí VirginiaOlsen, la directora de Comunicación de laempresa. Al vernos, se acerca solícita a saludar anuestro jefe y a darle cuenta de lo más destacadode lo que va de jornada.

―Señor Coleman ―dice a modo de saludo,mientras se pasa, coqueta, la mano por su salvaje

Page 69: El mundo, contigo (Spanish Edition)

melena― bienvenido a Chicago. Como ve, estátodo en marcha y el stand está siendo visitado demanera considerable. Tenemos la sala dereuniones C3 reservada para las 11, allí nosesperan los representantes de las imprentas, losrecibirá de uno en uno, y tendremos que haberacabado para las 13 horas. A esa hora deberácomer con Simon Todler, de STL Logistic, paratratar el tema de la distribución en la regiónoeste...

―Virginia ―le corta mi jefe― disculpa que teinterrumpa, pero conozco de sobra mi agenda.Aquí la señorita Egia se encarga de ello y lo hacerealmente bien. Así que, querida, háblame de loque me interesa... ¿qué se cuece por aquí? ¿A quéautores hay que hacer la pelota para atraerlos hastamis faldas?

¿Me ha echado un piropo? Bueno, a mí no, a mitrabajo... ¿Lo hago realmente bien? No puedoevitar sonrojarme, mientras la mirada de cobra deVirginia Olsen cae como una losa sobre mí. Vaya...¿y yo qué he hecho para ganarme su desdén si sólo

Page 70: El mundo, contigo (Spanish Edition)

estoy aquí parada como un monigote sin abrir laboca?

―Señor, he hecho trabajo de campo y hay unpar de nombres que suenan más que los demás:Dennis Kunnis y Andrea Campos. Son dos novatoscon muy buenas referencias y ya se habla de queRandom House y Pinguin están detrás de ellos. Lehe conseguido una cita con la señora Campos estatarde a las cinco. Con el señor Kunnis aún no hetenido el placer de hablar.

―¿Y a qué espera? ―le pregunta el señorColeman enarcando una ceja y mirando haciamí―. Señorita Egia, empecemos con las reunionescon las imprentas.

Yo, que ya he consultado el mapa del edificiodurante la conversación y ya tengo localizada lasala de reuniones C3, le indico con un gesto elcamino a seguir. Y allí deja a la directora deComunicación, con un gesto desconcertado y, denuevo, centrando en mí un odio creciente que, deverdad, no logro comprender.

La mañana discurre con mortal aburrimiento

Page 71: El mundo, contigo (Spanish Edition)

encerrada en una sala con proveedores, datoseconómicos, tiras y aflojas sobre precios y plazos,y bromas sin gracia que los hombres de negocioscreen que necesitan para ganarse a sus posiblesclientes. Yo tomo notas, recojo informes y ofertasque nos traen nuestros interlocutores, y les sirvocafé cuando me lo precisan.

La comida no es mucho más divertida, pero almenos no debo ser yo la que sirva nada y, además,he quedado exenta de tomar notas. De hecho, no séqué hago aquí sentada, podría estar disfrutando yosola de la feria y, algo que agradecería, alejarmeunos minutos de mi jefe, cuya presencia hoy estásiendo perpetua... creo que me cuenta hasta losminutos que empleo en ir al lavabo.

En una de mis excursiones al baño me doy demorros con Virginia Olsen. ¡Qué suerte la mía! Mevuelve a dedicar una de sus miradas de medusa, deesas que pretenden convertirte en piedra y yo sigoabsolutamente perdida sobe las razones de suinquina hacia mí. En la oficina apenas habremoscruzado alguna palabra en dos o tres ocasiones,

Page 72: El mundo, contigo (Spanish Edition)

todas cuando mi jefe la requiere en su despacho oella solicita verle a él. ¿Por qué, de repente, me haconvertido en su enemiga?

―Señorita... disculpe, pero no recuerdo sunombre, la falta de costumbre en el trato, ya sabe―dice con desdén, mientras me corta el paso en elpasillo del lavabo del que ella sale y yo pretendoentrar.

―Egia, Martina Egia ―le contesto en tonoconciliador. Que yo a esta señora no le he hechonada y no entiendo a qué viene su tono y su trato.Su rostro no se relaja, pese a que yo intento seragradable, y me fijo en ella, casi por primera vez.Es más alta que yo -rondará el metro setenta ycinco-, es delgada pero fibrosa, con un aspectosaludable, como de vigoréxica. Viste muy elegantey de acuerdo a su estatus laboral y a su edad, quedebe rondar los treinta y ocho o cuarenta años. Esguapa, sobre todo por la abundante cabellerarizada que enmarca su rostro ovalado y sus ojosrasgados y oscuros, que le dan un toque exóticoque casa a la perfección con su piel bronceada y

Page 73: El mundo, contigo (Spanish Edition)

sin una sola arruga. Es tan diferente a mí, con mifalta de sofisticación, con mi estatura de tapón ymi pelo ralo y liso, que llevo recogido en unacoleta sin mucha gracia...

―Eso es, señorita Egia ―corrobora―. Esperoque el señor Coleman esté siendo atendido con semerece... en los estrictamente laboral... espero.

¡Ay, que ya sé lo que pasa! ¡Que esta mujeronaestá celosa de que yo sea el perrito faldero denuestro jefe en vez de ella! Y, una de dos, o letiene ganas al señor Coleman y cree que yo me loestoy beneficiando, o es ella la que ya se lo habeneficiado y está rabiosa porque cree que ha sidosustituida.

―Vera... yo… ―qué le digo yo a esta para queno se crea que entre el señor Coleman y yo hayalgo más que trabajo― yo no creo que él tengaqueja.

¿Qué? O sea ¿qué? ¿Por qué he dicho eso? ¿Nohabía un modo más fácil de quitarse a esta tía deencima y entrar en el lavabo sin que su miradapasara, directamente, a modo mal de ojo y ganas

Page 74: El mundo, contigo (Spanish Edition)

de matar en uno? Mantiene su posición unossegundos y, tras echarse la melena hacia atrás conun gesto brusco, que a punto está de hacermeperder un ojo, se va del lavabo con paso airado ymanos crispadas.

Vuelvo a la mesa donde discurre la comida demi jefe con el proveedor de distribución,procurando olvidarme del episodio tan surrealistaque acabo de vivir. Pero es que cuesta, que esaseñora da mucho miedo y no sé si deboprepararme de algún modo para recibir un golpeen respuesta a lo que ella ha podido entender.

Paso lo que queda de tarde acobardada en unrincón, sin casi levantar los ojos de mis notas.Apenas soy consciente de la reunión con loscomerciales que tiene mi jefe, ni de la que, mástarde, mantiene con la autora que todo el mundodesea, Andrea Campos, que al parecer, es la másfirme promesa de la narrativa romántica de todo eleste de los Estados Unidos. No hay mucho quehacer con ella, al parecer ya se ha pre-comprometido con los de Random House y mi jefe

Page 75: El mundo, contigo (Spanish Edition)

no puede hacer nada para convencerla.A las ocho de la tarde, ya con el cielo

completamente oscuro y los pies hechos polvo detantas horas machacándolos, mi jefe y yo nosmetemos en el coche y nos dirigimos al hotel. Élno está contento, claramente. La nula posibilidadde convencer a Andrea Campos para firmar con éllo ha dejado tocado, por no hablar de la reunióncon los comerciales, donde se debían dar ideasnuevas según hubieran ido tanteando el terreno enla feria, y donde apenas se ha escuchado algo másque su voz enfadada y exigente.

Supongo que deseará irse a la cama y olvidar eldía. Mañana nos espera otra dura jornada antes detomar el avión de regreso a Nueva York. Yo nopodría desear nada mejor ahora mismo que unbaño relajante y un sueño reparador en esa camaimpresionante que me espera en el hotel. Salivosólo de pensarlo... de hecho, creo que de nuevo seme está cayendo la baba.

―Señorita Egia ―dice al apearnos del coche,en la entrada misma del hotel― la espero a las

Page 76: El mundo, contigo (Spanish Edition)

nueve en punto en el Allium, el restaurante delhotel.

¿Qué? ¡NO! ¿No puedo negarme? ¡Yo quieroquedarme en mi habitación, llamar al servicio dehabitaciones y cenar ¡sola! antes de irme a dormir.

Me deja allí plantada, con mi boca abierta ymis ganas de rechistar sin conseguirlo. ¿Por qué nome deja en paz este hombre? Pasado el shockinicial, me pongo en marcha y subo a mi habitaciónresignada... al menos probaré el Allium, que esalgo de lo que, seguro, no me voy a arrepentir.

Page 77: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Capítulo 3 ―Espero que disfrute de la experiencia en elAllium ―dice el señor Coleman nada másacomodarnos en nuestra mesa―. No conozco unsitio mejor en todo Chicago.

Son las nueve en punto y, a estas horas, yaquedan pocos comensales en el restaurante, apesar de que es sábado. El sitio es realmentebonito, con dos ambientes diferenciados, uno demadera oscura y más tipo taberna chic y otro, justoal lado, de mármol blanco y grandes ventanales.Nos decidimos por la primera instancia, másinformal y auténtica. Hay sofás de diferentesformas, sillones imposibles, mesas desiguales y unambiente íntimo que invita a la confidencia y a lareflexión.

He bajado hasta la séptima planta, donde seubica el restaurante, con el miedo instalado denuevo en mi cuerpo. No me he traído ropaadecuada para una cena de estas características,

Page 78: El mundo, contigo (Spanish Edition)

así que agradezco la elección de la zona informal.Me he puesto lo más apropiado que me heencontrado en la maleta, un sencillo vestido rojoque me llega un poco más arriba de las rodillas, yuna chaqueta negra que le da un toque más eleganteal conjunto. El señor Coleman, sin embargo, estáimpresionante. Ha elegido una camisa blanca dealgodón y unos pantalones de pinza oscuros, que lesientan como un guante. Lleva el pelo con unestudiado peinado desenfadado, que le da unaspecto muy juvenil y hace pensar que tienebastantes menos años de los casi cuarenta quedebe de tener ya.

Al encontrarnos en el ascensor no he podidodejar de evaluar su aspecto radiante, del que,afortunadamente, ha desaparecido su mal humordel final de la jornada en la BookExpo America.Me ha saludado con una sonrisa que, por fin, noiba acompañada de un rictus de amargura o burla yeso, debo confesar, me ha gustado mucho.

―Seguro que me gusta, es un sitio estupendo,señor Coleman ―contesto sin poder dejar de

Page 79: El mundo, contigo (Spanish Edition)

contemplar el ambiente tan relajado que nos rodea,absolutamente contrario al que hemos vivido en elMacCormick todo el día.

―Por favor, llámame Saul, me duele la cabezade escuchar hoy a todas horas eso de señorColeman por aquí y por allá... estoy hasta lacoronilla, necesito relajarme y quitarme lachaqueta de jefe por un momento. ¿Me darás esecapricho? ¿Me dejarás tutearte, Martina?

La verdad es que el sitio invita a dejarse llevary olvidarse de las etiquetas, aunque mi yo racionalme dice que es mejor dejar las cosas en un estrictotrato profesional, porque si me dejo llevar, puedoacabar liándola. Me remuevo inquieta en mi sillay, finalmente, accedo a complacerle porque, quierao no quiera, es el jefe, y las órdenes las siguedando él aunque vengan disfrazadas de peticionesen apariencia inocente.

―Puede tutearme, aunque a mí me costará unpoco hacerlo.

―Al menos, me llamarás Saul ¿verdad? ―pidecon un mohín infantil que consigue sacarme una

Page 80: El mundo, contigo (Spanish Edition)

sonrisa.Asiento divertida y siento que, poco a poco,

consigo relajarme un poco. Llega el camarero conla carta y nos pregunta sobre lo que deseamosbeber. Pedimos ambos un Prosecco y estudiamosla carta con detenimiento.

―Aquí la comida es sofisticada y deliciosa,pero pretende ser de lo más informal, todo snacksy cosas de picoteo. Te recomiendoencarecidamente que degustes la deconstrucciónde perrito casero al estilo Chicago, no tieneparangón.

Arrugo el morro al oírle hablar así. Aunquepretenda estar relajado, el esnob que lleva dentrose ha venido a cenar con nosotros. Él se da cuenta,porque deja la carta a un lado y reclama unaexplicación a mi gesto.

―No es nada ―contesto, intentando huir de loque puede ser una discusión muy fea.

―Pues has puesto cara de algo. Sé lo que hevisto. Algo no te ha gustado y exijo saber ahoramismo qué te ha perturbado.

Page 81: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―Eso es lo que me molesta ―exploto casi sinpararme a pensar― ¿Qué te ha perturbado?¿Parangón? ¿Degustar? No me parece natural queuses un vocabulario tan refinado para el día adía... está bien en momentos donde has de ganartea un cliente o a un autor, pero... ¡estamos teniendouna relajada cena informal! Me pone nerviosaescucharte hablar así, algunas personasnecesitarían un diccionario para seguirte y esono...

Me callo. Sí, tarde, pero me callo, porque seme ha ido de las manos. Me mira desconcertado ysé que está a punto de estallar. Que me va amandar de vuelta a mi habitación o, peor aún, devuelta a Nueva York para recibir mi finiquito. Mehe pasado, no tengo ni la mitad de confianza con élde la que hace falta para hablarle así y, encima,sólo hace un minuto que me ha pedido que lotutee... Dios, qué desastre.

De pronto y sin que me lo espere en absoluto,se echa a reír de manera clara y alegre. Es una risacristalina y llena de vida que me sorprende más

Page 82: El mundo, contigo (Spanish Edition)

que el hecho en sí de ponerse a reír. Tarda aún unrato en recuperarse y me mira con la sonrisatodavía pintada en los labios.

―Martina, ¡Me has echado la bronca! ―dicemientras se inclina sobre la mesa para acercarse amí― juro por Dios que nunca antes nadie se habíaatrevido.

Le miro asustada, no sé si debo unirme a sualegría, continuar con el rapapolvo, hacermechiquitina y desaparecer... este hombre es una cajade sorpresas.

―Pidamos, querida Martina ―se dirige alcamarero que acaba de acercarse a nuestra mesacon las copas de vino―. Yo tomaré un perrito yquisiera, además, que le diga al chef Hickey queSaul Coleman Junior desea saludarlo, si estádisponible. ¿Martina?

―Yo tomaré lo mismo, gracias ―le digo alcamarero devolviéndole la carta―. ¿Conoces aKevin Hickey?

Me mira tan sorprendido como yo a él. Vale quees un hombre con recursos y mucho renombre, y

Page 83: El mundo, contigo (Spanish Edition)

conocerá a gente de todos los estados, incluidoschefs con más o menos fama... pero ¿KevinHickey? ¡Qué casualidad! Mi padre hizo unrecorrido por América hace unos tres años,codeándose con algunos reputados cocineros, enbusca de intercambiar conocimientos y acercar losfogones europeos y americanos. En Chicago tuvola enorme suerte de aprender y enseñar a KevinHickey, un enamorado de la cocina vasca y un grantransgresor en términos culinarios. Entonces,estaba al mando de The Duck Inn, no sabía queahora era el Chef principal del Allium.

―Conozco a Kevin, efectivamente ―corroboraél― desde hace muchos años, de hecho. En mistiempos de Harvard tuve una novia aquí enChicago y ella adoraba cenar en su restaurante.Íbamos bastante a menudo y acabamos por trabaramistad con él. Es un tipo excelente. Un tipo guay.

Dice esto último guiñándome un ojo, comoanotándose un punto por haber rebajado tanto sunivel lingüístico. No puedo evitar reírme a gustomientras veo cómo mi pequeña regañina ha surtido

Page 84: El mundo, contigo (Spanish Edition)

unos efectos tan inmediatos y evidentes.―¿Y tú? ¿De qué lo conoces? ―inquiere él

tras unos segundos de pausa.―No lo conozco ―me apresuro a contestar―,

al menos no personalmente.Y es verdad. Todo lo que sé sobre Hickey es lo

que mi padre me ha contado. Nos escribimos mailscon todo tipo de detalles sobre nuestra vidacotidiana y nos llamamos muy a menudo. Me relatócon todo detalle su gira americana y, sobre todo, lagrata impresión que algunos cocineros le habíancausado, Hickey entre ellos.

Pero yo todo esto no se lo voy a contar a mijefe. Como ya me pasó ayer en el ascensor conMarie, no sé por qué, no quiero ir contando por ahíque mi padre es un chef famoso. Bastante tengocon que el señor Coleman (perdón, Saul) sepa quemi madre es una señora muy pudiente y con lacapacidad de influir en su poderoso padre paracolocarme en un puesto en su empresa. Quiero queSaul me vea como alguien capaz de gestionar suvida sin recurrir al nombre de sus padres (más allá

Page 85: El mundo, contigo (Spanish Edition)

del enchufe de mamá, claro).―He oído hablar muy bien de él. Me interesa

el mundo culinario, leo mucho sobrerecomendaciones, restaurantes y chefs ―y eso noes mentira, pienso satisfecha.

Él asiente y bebe un trago de su Proseccohaciendo un gesto de brindis. Yo le imito ysaboreo el vino. Está fresco y me hace cosquillasen el paladar.

―Háblame de ti, Martina ―me pide―, apenassé nada de nada, no te conozco. Eres.... española,¿no?

La pregunta del millón. Mi nacionalidad. Bufff,tendremos para debatir hasta los postres con estetema. Me arremango mentalmente y me pongo aello, intentando que sea comprensible.

―No sé cuál debería ser mi nacionalidad, si tesoy sincera ―comienzo―. Nací en Shanghai depadre vasco y madre húngara. Estaban en Shanghaide paso, y desde ahí, viví mi infancia entre Sidney,Pekín, Montevideo, Los Angeles y Moscú.

―Así que no tienes patria...

Page 86: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―No tuve claro lo que era una nacionalidadhasta los once años, cuando mi madre pensó queuna niña no podía estar trotando de país en país deese modo y me llevó a Edimburgo, donde me dejóinternada en un colegio de monjas.

Me mira alzando una ceja. No sé qué piensa,pero está claro que tiene que ver con mi educaciónreligiosa... o lo que fue el inicio de la misma.Decido ignorar su gesto y sigo con mi historia.

―Como era de esperar, odié el internado desdeel principio, pero mi madre se hizo la dura y medejó allí tres años, hasta que mi padre, del que ellase había separado cuando yo apenas tenía meses,la convenció para que me quedara con él en unrinconcito de Bizkaia, Sukarrieta, donde él trabaja,y allí me fui a vivir hasta los 19 años.

―¿Y no veías a tu madre? ―preguntaintrigado.

―Sí, desde luego. Mi madre siempre ha sidoun pilar fundamental en mi vida. Es agregadacultural del gobierno húngaro y ha vivido siempretrabajando para su país en diferentes embajadas.

Page 87: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Por eso ha viajado tanto. Ahora ya se ha retirado,pero mantiene su ritmo frenético, creo que deseavisitar los países del mundo que le quedan antesde no poder subirse a un avión. Yo pasaba todasmis vacaciones escolares con ella. Siempre.Estuviera donde estuviera.

En ese momento llega la comida que hemospedido. Tiene una pinta estupenda pero sé,inmediatamente, que me dará problemas. ¿Y quéme pensaba? He pedido un perrito y esas cosasnunca son fáciles de comer.

La verdad es que tiene un aspectoimpresionante. En una góndola veneciana deporcelana blanca está colocado el pan de semillasy, en su interior, la salchicha, muy tostada, gruesa yhumeante. Está acompañada de pepino y pimientosverdes y, al lado, en una bandejita, reposan tresrecipientes con tres salsas diferentes.

Antes de pararme a pensar siquiera en el granridículo que puedo hacer delante de mi jefe si seme escurre la salsa por la barbilla o si se mequeda pegada en la comisura de la boca, decido

Page 88: El mundo, contigo (Spanish Edition)

prescindir de la mostaza, la mayonesa y el kétchup,y lanzarme sin compasión sobre el perrito,agarrándolo con las dos manos y abriendo bien laboca. ¡A la porra la elegancia!

―¡Martina! No deberías...Pero ya es tarde. Ya le he dado un mordisco y

ya sé lo que no debería haber hecho... sí, pica,¡pica muuuuuucho! No son pimientos verdes, ¡sonjalapeños! Y yo he mordido dos o tres de losgrandes, y ahora están camino de mi estómago,arrasando todo a su paso. ¡Dios mío, quéquemazón siento en mi interior! Necesito pararesto como sea.

Con gestos, consigo hacerle saber a Saul quetengo que ir al baño y él me mira preocupadomientras me alejo. No sé si en el baño conseguiréque esto deje de quemarme la lengua y la garganta,pero al menos, dejaré de hacer el ridículo delantede un hombre refinado y elegante como él.

En el baño bebo todo el agua que cabe en miestómago y me como tres caramelos de fresa y dosde piña que he encontrado bailando en mi bolso, y

Page 89: El mundo, contigo (Spanish Edition)

que dios sabe cómo han acabado ahí. El picor nose calma pero, al menos, creo que puedo actuar yacomo un ser humano normal. Aunque mi aspecto esel de una loca total: tengo la cara roja, más queroja, encendida, a juego con mi gargantachamuscada, y los ojos de una demente que se hasaltado la hora de la medicación.

Decido retocarme un poco el maquille a ver siconsigo paliar los efectos tan nocivos del picanteextremo, y por fin me doy el visto bueno para saliry reincorporarme a la cena en la que, me temo, seme ha acabado el comer. Mejor así para evitarfuturos bochornos delante del jefe.

Vuelvo a la mesa y lo veo sentado mirando a misitio, donde ahora se encuentra sentada tancómodamente Virginia Olsen. ¿Qué hace aquí estamujer? ¡Lo que me faltaba!

Antes de retroceder y largarme de allí paraevitar cualquier tipo de conflicto, se gira y me ve.No hay escapatoria posible y sus ojos así loatestiguan. No habrá paz para mí, está claro queme tiene en su punto de mira.

Page 90: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―Señorita Egia ―saluda con los ojosentrecerrados, como si estuviera calibrando lasituación―. Disculpe que les haya interrumpidodurante su cena, pero tenía noticias importantespara el señor Coleman.

―Buenas noches, señorita Olsen. No sepreocupe, no interrumpe nada importante ―sonríode forma fría, haciéndole ver que no me intimida.Pero lo hace, por dentro me muero de miedoporque sé que esto lo voy a pagar de algún modo.No podía ser que ella estuviera hospedada en otrohotel, o que justo ahora estuviera poniéndose ciegaa tequilas en algún bar de Chicago... no, tenía quevenir aquí y pillarme cenando con Saul.

―Cuénteme las novedades, Virginia, no tengotoda la noche ―la apremia nuestro jefe, dejandoclaro que no le hace nada de gracia verla allí.

―He conseguido una entrevista para mañanacon Dennis Kunnis, el otro autor por el que seestán pegando todas las grandes. Le espera mañanaa las 16.30 horas ―informa muy satisfecha de ellamisma―. He oído que no tiene aún acuerdo con

Page 91: El mundo, contigo (Spanish Edition)

ninguna firma, aunque los de Random le estántentando con un contrato de lo más jugoso. Dicenque es supersticioso y que aún espera una señalpara saber con cuál irse.

Saul la mira con satisfacción, cambiandototalmente de sentimientos sobre su presencia allí.Le trae buenas noticias, y eso a él le alegrapoderosamente la noche.

Y yo noto, de repente, que sobro ahí, que ellaha ganado el juego y se lo va a llevar. Que yo nohe hecho los méritos suficientes y es mejor unaretirada a tiempo que hacer más el ridículo.

―Señor Coleman ―le digo, mirándole conalgo parecido a la pena por perderme la queestaba siendo, contra todo pronóstico, una nocheagradable―, le veré mañana a las nueve en el halldel hotel. Pasen una buena noche. Hasta mañana.

No doy opción a nadie a decir nada, cuandoquieren reaccionar, yo ya estoy en el ascensorcamino de la planta 19 y de mi maravillosa camaKing Size.

Page 92: El mundo, contigo (Spanish Edition)

***** A la mañana siguiente desayuno en mi habitaciónpor miedo a encontrarme con Saul, pero, sobretodo, con Virginia. Me ducho y me visto y, a lasnueve en punto, bajo a la entrada del hotel.

Él ya está esperando por mí y se me hace unnudo en la garganta al preguntarme la clase dereacción que tendrá conmigo por irme como me fuidel restaurante.

Me mira detenidamente y, tras calibrar miaspecto -pulcro y profesional como cada día-, mededica un solo gesto para indicarme que salgamosdel hotel, rumbo a nuestro coche.

No dice nada. ¡Nada! En todo el camino hastael McCormick. O está muy enfadado por mi huidade anoche, o ha cogido frío por culpa de un aireacondicionado mal calibrado en su habitación y seha quedado completamente afónico. Muy segura deque la opción correcta es la primera, me hundo enel cómodo asiento de cuero del coche e intentopasar lo más inadvertida posible para no darle pie

Page 93: El mundo, contigo (Spanish Edition)

a que me eche en cara nada. Al fin y al cabo, fue élquien le puso ojitos a la Olsen cuando le fue contan buenas noticias.

Sea como sea, sé que me he cargado la buenasintonía a la que, brevísimamente, llegamosanoche en el restaurante. Y, no sé por qué, pero meda una pena enorme y tengo que ponerme a mirarel paisaje con interés fingido para que no se noteque estoy pasándolo mal.

La mañana pasa frenética, como todo el día deayer, con más reuniones, una comida de negocioscon dos peces gordos de dos editoriales rivales, ymás contactos con autores noveles a los que echarel guante. Algunos firman con Coleman andAsociated Publishing y otros ya han sido tentadospor la competencia. Mi jefe, pese a no salir malparado en las pujas por los nuevos genios de laliteratura, aún siente que le falta algo: llevarse aun peso pesado, llevarse a Dennis Kunnis, elhombre del momento por el que todos se estánpeleando.

Ha quedado con él a las cuatro y media de la

Page 94: El mundo, contigo (Spanish Edition)

tarde y, ya en la comida, se le ve nervioso. Sé queestá meditando la estrategia a seguir para que nose le escape como Andrea Campos, y sé tambiénque no las tiene todas consigo.

A la hora acordada nos dirigimos a la salaasignada, Saul, Virginia y yo, los tres con ganas deacabar ya la larga jornada y con la esperanza deirnos a casa con buenas noticias. Virginia no mequita ojo y, cuando estamos ya a las puertas de lasala, se dirige directamente a mí con una sonrisade arpía pintada en los labios.

―Señorita Egia, acabo de darme cuenta de quehe olvidado mi portafolios en el restaurante. Leruego que vaya a buscármelo, sin él no soy nadie,todas las notas de mi trabajo están ahí ―se vuelvehacia Saul en busca de confirmación y como ésteduda, sigue sin remordimientos―. Iría yo, pero elseñor Kunnis está al llegar y yo soy con quien hahablado, lo lógico sería hacer yo laspresentaciones.

Mi jefe se ha convencido, ese argumento eraganador. Me dedica una mirada neutra y me indica

Page 95: El mundo, contigo (Spanish Edition)

con un gesto que vaya. ¡Qué bien! Ahora sí que mesiento como la secretaria de la secretaria. O,mejor aún, como la becaria de la secretaria de lasecretaria.

Convencida de que Virginia se ha dejado apropósito su portafolios, voy por el camino alrestaurante -que afortunadamente está en elpabellón de al lado- echando humo por las orejasy construyendo en mi cabeza mil frasesdemoledoras contra Virginia, para usar enmomentos de lucha dialéctica con ella. No sé sisus intenciones eran alejarme de Saul oaprovechar a estar a solas con él antes de lallegada del autor.

Cuando vuelvo a la sala de reuniones noobtengo mi respuesta, porque la puerta estácerrada pero las voces que se oyen incluyen a otrapersona desconocida para mí: el autor, asumo, queya está con ellos.

Muerta de vergüenza, llamo a la puerta y entrocon timidez. Le entrego el portafolios a Virginia yella me da las gracias con frialdad y una sonrisa

Page 96: El mundo, contigo (Spanish Edition)

de suficiencia en sus perfectos labios.―Señor Kunnis, le presento a mi secretaria, la

señorita Egia ―dice Saul, cuando voy a sentarmejunto a él. Antes de hacerlo, me acerco al autorpara tenderle mi mano y, por fin, reparo en supresencia.

Me quedo paralizada y, por un momento, no séqué hacer. Yo conozco a esta persona que medevuelve la mirada y me sonríe. Y él, desde luego,me conoce a mí. ¡Es el pelirrojo del avión! No melo puedo creer. Lo miro y le devuelvo la sonrisa,mientras le doy la mano con energía. El pelirrojoque casi no coge el vuelo y corría por la terminaldel JFK a mi vera es el deseado Dennis Kunnis yes, no sé cómo decirlo, alguien a quien yo yaconozco... pero ¿de qué?

Creo que él también piensa que me conoce,pero como no dice nada, todos tomamos asiento ycomienza la reunión.

―Asumo que le han ofrecido maravillas a estasalturas de la feria, pero, por favor, no nos descartesin oír lo que tenemos que decirle en Coleman and

Page 97: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Asociated Publishing ―comienza Saul, dispuestoa llevarse el gato al agua cueste lo que cueste.

Y cuesta, porque es cierto que a este hombre lehan puesto el mundo en bandeja en sus reunionesprevias con las otras grandes firmas, pero tampocoestá todo perdido, porque aún escucha con interésy está dispuesto a dejarse querer.

Cuando llevamos apenas veinte minutos dereunión y parece que las negociaciones se hanestancado, de repente, Dennis Kunnis se quedacallado, sus ojos se iluminan por algo que acabade venir a su mente y me mira con una sonrisaenorme en su rostro pelirrojo.

―¡Eres la chica del correo!Virginia y Saul se vuelven para mirarme con

una interrogación gigantesca en su rostro que, porun momento, hace juego con la mía. Hasta que sehace la luz también en mi mente y rescato alpelirrojo de entre mis recuerdos.

―¡Y tú el chiflado del bar de Mila! ―exclamorepleta de pronto de una alegría mayúscula alhaber conseguido ubicarlo, mientras mi jefe me

Page 98: El mundo, contigo (Spanish Edition)

mira lleno de horror por haber llamado chiflado ala cara al hombre al que él intenta hacer la pelotapara que firme con nosotros.

Y entonces recuerdo mis días en Korčula, en lacosta croata de Dalmacia, durante el veranopasado, cuando trabajé para una empresa local decorreo y repartía la correspondencia entre loscarismáticos habitantes de esa isla maravillosa.Entre ellos, el pelirrojo, un peculiar vecino que sepasaba las horas en el café de Mila, escribiendosin parar en una viejísima máquina de escribir.Este pelirrojo en concreto que ahora me miraencantado, como si estuviera enfrente de una primaa la que hace tiempo que no ve.

―Después de la carrera hasta el avión nopodía sacarte de mi mente... sabía que te habíavisto antes ―confiesa sin dejar de mirarme. Mijefe y Virginia no pueden cerrar sus bocas de loalucinados que están―. Incluso ahora me estabacostando concentrarme porque no hacía más quepensar “¿de qué te conozco?”

Nos reímos los dos con la risa floja y

Page 99: El mundo, contigo (Spanish Edition)

empezamos a hablar de la gente de la isla, decómo estaban nuestros conocidos en común y de sien el café de Mila estarían echando de menos elestruendo que Dennis provocaba con cada tecla desu prehistórica máquina de escribir que pulsaba.

Sé que Saul va a matarme por esto, pero es queDennis no para de hablar y no me parece correctocortarle. Finalmente se calla y nos mira a todoscon una sonrisa en los labios. Parece que estácomo en trance, y entonces, nos deja a todosanonadados.

―Voy a firmar con vosotros, 'La colina del mal'verá la luz con Coleman and Asociated Publishing.Estaba esperando una señal entre tantas atencionesy ha llegado. La presencia de Martina es, sin duda,una señal de que este es mi lugar.

Page 100: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Capítulo 4 El lunes por la mañana entro en la oficinaconsciente de que el cansancio está dibujado en micara y que todos deducirán por mis ojeras queapenas he dormido.

El vuelo llegó tardísimo y yo, además, heestado en vela casi toda la noche, dándole vueltasa lo diferente que es todo en apenas cuarenta yocho horas.

Al acercarme a mi mesa veo que Rosa y Marlame están esperando y se acercan raudas a miencuentro. No me he acordado de disculparme porno dar señales de vida desde el viernes y, quizá,estén intrigadas por mi falta de noticias.

―Muy calladito te lo tenías, bonita ―sueltaMarla a pleno pulmón cuando por fin llego a misitio.

La miro con desconcierto mientras Rosa le pideque baje la voz. La sutilidad y Marla no son

Page 101: El mundo, contigo (Spanish Edition)

precisamente combinables en una misma frase.―No sé de qué me estás hablando

―respondo―. Si te refieres al viaje a Chicago, nohe tenido opción. Supe que debía ir a las siete ymedia del viernes.

―¿Chicago? ―vuelve a levantar la voz, lo queinmediatamente atrae al atención de los pocos queaún no se habían enterado de que Marla estabacompartiendo chismorreos a las ocho en punto dela mañana―. ¿Chicago, eh? ¿Ahí es donde te hallevado? ¡Qué suerte, chica!

―¿De qué diablos estás hablando, Marla? ―lepregunto ya un poco enfadada― He estado enChicago, sí, por trabajo, pero no me ha llevadonadie, he ido yo solita.

Mi cara de pocos amigos parece que haceefecto en las ganas de chismorrear de mi amiga,porque se calla completamente y me mirasorprendida. Nunca he sacado mi carácter conellas, y supongo que eso es lo que la estádescuadrando.

―No quiero que te enfades, Martina ―me

Page 102: El mundo, contigo (Spanish Edition)

intenta tranquilizar Rosa, poniendo un tono decordura en esta conversación―, pero se estárumoreando por ahí que has pasado el fin desemana con el jefe.

―Sí, lo he pasado con él, ¿qué pasa? ―intentosonar de lo más relajada con la afirmación.

―¿Ves? ―vuelve a casi gritar Marla― Teenfadas conmigo y yo tenía razón.

Hace un mohín como si tuviera tres años y tratade conseguir que Rosa le dé la razón.

―Verás, Martina, no sé si me has entendido…―intenta explicarse Rosa.

Y de repente la entiendo. ¡Creen que he pasadoel fin de semana con Saul en plan romántico! Loque me faltaba para que se una a mi historial deenchufada...

―He estado en Chicago de apoyo, en laBookExpo America. Me lo pidió el señor Colemancuando me estaba yendo el viernes, porque noquería molestar a Claire a esas horas. ¡Es mi jefe,por el amor de dios! ¿Cómo podéis creer algo así?

Ambas se acobardan por mi grito final y bajo la

Page 103: El mundo, contigo (Spanish Edition)

voz para hacer las preguntas que más miedo me dahacer:

―¿Quién os lo ha dicho y, sobre todo, quiénmás lo piensa?

―A mí me lo ha dicho Marla ―responde Rosarápidamente.

―Y a mí Joe, el de recepción. A él se lo hadicho Tania, de Compras y a ella, Tommy, deComunicación. Creo que, a estas alturas, lo sabetodo el mundo...

Giro a mi alrededor para ver lo que me habíapasado desapercibido hasta entonces, y descubroque sí, que lo saben todos, porque todos miscompañeros están en grupitos, de cháchara y,ocasionalmente, me miran y siguen con suscuchicheos. Perfecto, soy la comidilla de laoficina... y ni siquiera he hecho nada... o bueno, nohe hecho 'casi' nada...

Porque debo reconocer que el día de ayer fuede lo más intenso y que, sólo desde la aceptaciónde Dennis Kunnis a formar parte de nuestraplantilla de autores, el día comenzó a mejorar.

Page 104: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Mi jefe casi salta de alegría al escuchar alescritor decir que firmaría sin condiciones nireparos gracias a mi relación con Kunnis delverano pasado. Porque, seamos sinceros, ¿quéprobabilidades había de haberlo conseguido almodo tradicional?

Para celebrarlo, fuimos a tomar una copa conDennis y, después de hacer que firmara el contratoy amarrarlo por fin a Coleman and AsociatedPublishing, nos fuimos corriendo al aeropuertopara no perder el último vuelo a Nueva York. Lahistoria de mi vida, llegué con prisas y me ibaigual.

En pleno vuelo, mi jefe se acercó a mi asiento yme pidió que, por favor, le acompañara a primeraclase. Estaba ya en plan autoconvencimiento deque volar no era malo y que podría salir de eseavión si quisiera, mi mantra de siempre, cuando supropuesta llegó y me sonó a música celestial.Necesitaba distraerme y no pensar en mi encierroen ese cubículo de metal.

―No sé cómo agradecerte lo que has hecho hoy

Page 105: El mundo, contigo (Spanish Edition)

por la empresa, Martina ―me dijo nada mássentarme en el amplio y cómodo asiento que habíajunto al suyo.

―Bueno, técnicamente yo no he hecho nada―le respondí divertida―, simplemente aparecer.El resto lo ha hecho el señor Kunnis.

Me miró como si me viera por primera vez,deteniéndose en los detalles de mi rostro. Parecíaque deseaba aprendérselo de memoria y esoempezó a hacer que me volviera a dar un poco demiedo. Sus ojos, siempre azules y fríos, tenían uncalor desconocido para mí hasta ahora. Jamás lehabía visto mirar a nadie con algo parecido alafecto y, realmente, aquello no estaba nada mal. Lehacía parecer cien veces más guapo que cuando ensus ojos sólo había frío y distancia.

Una azafata se acercó a nuestros asientos conuna bandeja y dos copas de champagne, y Saul lastomó y me pasó una.

―Dime cómo lo haces ―me preguntó con unasonrisa enorme que llegó al centro de mi corazón,mientras hacía un gesto de brindis y bebía de su

Page 106: El mundo, contigo (Spanish Edition)

copa.Yo le imité, encantada de estar viajando en

primera clase, acompañada de un hombre guapo ybebiendo champagne.

―¿Cómo hago qué?―Hacer que todo sea tan fácil. Apareciste y, al

cabo de unos minutos, Kunnis era nuestro. Esincreíble.

―Bueno, ha influido el hecho de que ya nosconociéramos, ¿no?

Me sentía absolutamente cómoda allí con él, yde verdad, apenas unas horas antes no daba unduro por intercambiar ni una sola frase más con mijefe en lo que me quedaba en la empresa. Dehecho, hasta dudaba de tener un futuro en laempresa.

―Es que aún no puedo creérmelo... ¿qué hacíastú en una isla de Croacia?

―Pues lo mismo que hago en Nueva York.Trabajar, vivir, conocer sitios... si supieras en loslugares en los que he estado y trabajado...

―Herencia nómada de tu madre, supongo.

Page 107: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―Sí, seguro. Nunca me ha gustado mucho estardemasiado tiempo en un lugar y he vivido enlugares que ni te imaginarías: he estudiado enOxford, Madrid y Londres. He trabajado en unaheladería en la Alta Sajonia alemana, he sidoayudante de un fotógrafo de mascotas en Tokio, helavado platos en un restaurante en Islandia, he sidoguía turística en Bogotá y, como ya sabes, herepartido el correo a los habitantes de Korčula...

Me miró boquiabierto. Creo que estabacalibrando si creerme o no, sin pensar que estabaloca o, por el contrario, era una valiente. No sé aqué conclusión llegó porque se quedó callado y asus labios afloró una sonrisa pequeñita y dulce.

―¿De qué te ríes? ―no pude evitar preguntarledivertida.

―De ti. De haber estudiado en un montón desitios ¿has dicho Oxford, verdad?― preguntórisueño― Y dar vueltas por el mundo sirviendohelados en Alemania o repartiendo el correo enCroacia... eres una caja de sorpresas. ¿Por qué haselegido vivir como una hippy en lugar de buscar tu

Page 108: El mundo, contigo (Spanish Edition)

lugar en el mundo y trabajar seriamente?Mi rostro se desdibujó entonces. Adoro mi vida

tal y como ha sido hasta ahora. No doy pormalgastado ni un sólo minuto de mis peripeciaspor todos esos países en los que he decidido pasaruna temporada, así que su pregunta, de algúnmodo, dejó ver el enorme abismo que había entreambos a la hora de concebir lo auténtico de estemundo. Él se dio cuenta de que no había sido muyacertado, sobre todo cuando cambié la direcciónde mis ojos y los clavé en el asiento que teníadelante.

―No quiero decir que no hayas sacado nadapositivo de todo eso... pero ¿qué pretendes hacercon tu vida?

―Siempre he querido vivir el mundo, no verlo,vivirlo en toda su esencia. Al acabar mis estudiosme propuse disfrutar de lo que este planeta podíaofrecerme y dejar para más adelante lo deasentarme y trabajar de algo que me permitiera unacierta estabilidad. Hace unos meses, sentí quenecesitaba un cambio 'más maduro' y por eso llamé

Page 109: El mundo, contigo (Spanish Edition)

a mi madre. Ella me consiguió el puesto en tuempresa y en ello estoy. Aunque quiero dejar claroque nunca descarto volver a las andadas, la vidaque tú llamas 'hippy' me ha enseñado mucho másde lo que te puedas imaginar. Y desde luego, esmucho más enriquecedora que estar sentada en unasilla de oficina ocho horas cada día.

―¿Tienes en mente a dónde quieres llegar?Lo miré sorprendida por la pregunta. ¿Lo

sabía? Desde luego que no, esa hoja de ruta nuncase me ha mostrado con mucha claridad.

―Sé que estoy a gusto ahora donde estoy. Y sihago un esfuerzo, hasta me veo en Coleman andAsociated Publishing a largo plazo... aunque megustaría, cuando demuestre mi valía en este puesto,aspirar a algo más acorde con mi formación.

Asintió complacido con mi respuesta y bebió unsorbo de su copa, apurando el contenido yhaciendo un gesto a la azafata para que nossirviera más.

―¿Y qué hay de ti? ¿A dónde quieres llegar tú?Ahora el que puso los ojos como platos de la

Page 110: El mundo, contigo (Spanish Edition)

sorpresa fue él. Estoy convencida de que jamás delos jamases nadie le había hecho semejantepregunta.

―¿Yo? ¡No tengo ni idea!― y rompió a reírcomo si fuera un niño pequeño, con una risa claray genuina que lo iluminaba entero.

Sentí un escalofrío en mi interior. Por muydiferentes que pudiéramos ser, estaba claro quehabía dentro de él algo muchísimo más valioso delo que se esforzaba en mostrar. Y es cierto quetenía un carácter de mil demonios y que era unsnob, pero también tenía sentido del humor y habíabondad en sus ojos. Supe al instante que podríaamarle si me lo proponía y, justo en ese instante,quise interponer dentro de mí una barrera que meimpidiera enamorarme de él. “No es buena ideaenredarse con el jefe”, pensó mi parte másracional.

―Me conformo con saber a dónde va laempresa y no creas que lo tengo claro. Ayer en lareunión con los comerciales no surgieron ideasnuevas y siento como si Coleman and Asociated

Page 111: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Publishing se estuviera estancando, como si nosfuera a atropellar una locomotora. No se lo digas anadie, pero estoy aterrado por cómo puedenponerse las cosas en los próximos años si no nosponemos las pilas. Y tiene que ser ya mismo.

―¿Ideas? ―casi grité― !Yo tengo miles!Sin duda, tenía toda su atención con tan

expresivo y ferviente arranque. Hizo como si seestuviera acomodando y me indicó con un gestoque le contara mis ideas sobre la editorial.

―Verás ―comencé sin, curiosamente, nada demiedo por cómo podría reaccionar él ante misdesvaríos― creo que la empresa debe redefinirse,como bien acabas de decir. Hay que mirar haciaadelante y ahora mismo, deberíamos centrarnos endos frentes: primero, potenciar la presenciadigital, con más títulos, buenos precios y unadivisión especializada en captar autores en la red,y segundo, buscar talento entre los blogueros.Abrir un camino en el que los blogs tengan máspresencia y podamos exportar ese modelo a laeditorial.

Page 112: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Asintió despacio, como considerando ambasopciones con seriedad. Mi corazón iba a mil porhora y pasamos el resto del vuelo enredados enperfilar estas y otras ideas que fueron surgiendo.En todo ese tiempo, sentía cómo me ibasumergiendo en sus preciosos ojos azules y lasonrisa tonta afloraba a mis labios de formacontinua. El champagne también ayudaba en eso.

Al llegar a Nueva York, su chófer, Joseph, leestaba esperando, y se ofreció a llevarme a casapara evitarme la tediosa tarea de coger un taxi. Selo agradecí, estaba realmente cansada y, además,así aprovechaba algunos minutos más con él.

Cuando el coche paró frente a la puerta de micasa, él se bajó solícito y me ayudó a subir elequipaje hasta mi piso.

―No puedo alegrarme más de haber decididollevarte conmigo a Chicago. Gracias, Martina, portodo.

Y en ese momento, en el rellano de mi piso,junto a la puerta sin abrir de mi casa, cansada yemocionalmente disparada, fue cuando se inclinó

Page 113: El mundo, contigo (Spanish Edition)

sobre mí y dejó en mis labios un suave beso dedespedida.

*****

A lo largo de la mañana, el tema del supuesto líocon mi jefe es ya trending topic. Nadie queda yasin saber todos los detalles del tema (inventados al95 por ciento) y, sobre todo, sin dedicarme susmiradas, disimuladas o no, da igual.

Las chicas se han pasado por mi mesa una auna, en un vano intento de borrarme el cabreo y elbochorno que siento. Todas juran y perjuran que sefían de mi versión y que no me creen capaz deligarme al jefe para escalar posiciones en laempresa, tal y como se está adornando el rumor.

Intento concentrarme en el trabajo, pero es tareacasi titánica. Y es que entre que apenas he dormidopensando en ese beso junto a la puerta y esto de laoficina, la cabeza no quiere ponerse en modotranquilo, y estoy que me subo por las paredes.

Claire, por supuesto, también ha oído los

Page 114: El mundo, contigo (Spanish Edition)

chismorreos y se pasa por mi puesto cada dosminutos a darme órdenes estúpidas y sin sentidocomo que riegue las plantas o que le pida hora enla peluquería. A ambas cosas me niegoeducadamente y ella, que no es tonta, no haceningún comentario porque sabe que yo sé queahora estoy que muerdo y que no son, de ningúnmodo, mis tareas.

Para centrarme en algo distinto, intento llamar ami madre, que sigue desaparecida y ya me empiezaa preocupar. Su teléfono móvil ni siquiera dallamada. Apagado o fuera de cobertura. Doy unrepaso a mi cuenta de correo personal en busca denoticias de mi padre, por si supiera algo de ella.Efectivamente, tengo un correo suyo, respuesta alque yo le envié el viernes. Para: [email protected]: [email protected]: Del Urbaibai a Nueva York

¡Mi querida niña!

Page 115: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Todo igual en el Napoleón, muchas reservas,más allá de Navidad, estamos completos, peromuy contentos, ya lo sabes.

Tengo apenas unos minutos para escribirte,pero no quería pasar la oportunidad derecordarte lo orgulloso que estoy de ti. Laentrada sobre Bangladesh en tu blog me pareciómaravillosa. No dejes de escribir, hija mía,porque cuando te leo, te veo reflejada en esaspalabras y sé que es tu esencia la que quedaimpregnada en cada artículo.

Y no llames al F.B.I. todavía... ya conoces a tumadre. No te preocupes por ella, algo me diceque está bien allá donde esté, rumiando suparticular crisis de los sesenta.

Te quiero, Martina.A. Él me pide tranquilidad, no sé si tiene noticias

que desconozco o su intuición así se lo dice, perodecido darle un voto de confianza y creer quemamá no está más desaparecida de lo que ella

Page 116: El mundo, contigo (Spanish Edition)

quiere estarlo.A la hora de comer no sé si quiero escaparme a

tomarme mi sándwich de queso y salmón a algúnrincón donde nadie se me acerque o si coger eltoro por los cuernos y comerme mi sándwich dequeso y salmón a plena vista de todos. Escojo lasegunda opción porque, por los genes de mi padrevasco, soy un poco de Bilbao, y a mí a bruta no megana nadie. Así que cuando llega la hora delalmuerzo, asiento a los gestos desmesurados deMarla para unirme a ellas en el comedor de laempresa.

―No les hagas caso, Martina ―me recomiendaMiriam cuando nos sentamos en nuestra mesahabitual, después de hacer un repaso visual ycomprobar que nueve de cada diez usuarios delcomedor están, sin duda, hablando de mí.

―Es difícil no hacerles caso. Míralos, parecenzombies, no me quitan ojo, al menos podríancortarse un poco.

Le doy un mordisco lleno de rabia a misándwich y procuro centrarme en otras cosas. Les

Page 117: El mundo, contigo (Spanish Edition)

pregunto qué tal el viernes y ellas,invariablemente, vuelven la conversación alchismorreo general.

―Lo mejor que puedes hacer es noavergonzarte, aunque no haya pasado nada, tú vetecomo si fueras la reina de la oficina. Seguro que amás de una le bajas los humos ―afirma muyconfiada Marla, tras tragarse medio litro de zumode arándanos de una sentada.

―Chicas... ¿qué tal lo pasasteis el viernes?―insisto a ver si las alejo del tema.

―Ojalá te lo hubieras tirado de verdad, estámuy bueno...

―¡Georgie! ―exclamo ya harta― No tengointerés en tirarme al señor Coleman... ¿cómo tengoque decirlo? Además, el otro día conocí a un chicoy...

―¿Conociste a un chico? ―grita Marla sinpudor, total, para qué― Cuenta, cuenta.

No pretendía hablarles de Marie, pero es queme parece que la única manera de no hablar de miposible lío con un hombre es hablarles de mi

Page 118: El mundo, contigo (Spanish Edition)

posible no lío con otro. Así que les cuento miencierro en el ascensor y luego, para pena deGeorgie que deja escapar un suspiro como si deuna novela rosa se tratase, les cuento que elhombre de la longaniza que me dejó tandescolocada, se casa en apenas ocho semanas.

―¡Oh, qué romántico! ―no puede evitar decirMiriam, con el asentimiento general y las lágrimasbrillando en la comisura de los ojos de la sensibleGeorgie, para redondear al escena.

―De romántico nada, no voy a volver a verlo.¿Qué más da?

Mi historia del ascensor me procura unmomento de paz y me permite cambiar de tema, asíque acabamos la comida con algo de normalidad,que, de verdad, me viene bien para calmarme unpoco.

Después del almuerzo decido que no meimporta lo que se piense de mí y de mi jefe,cuando, como no podía ser de otro modo, élaparece, desmontando mis intenciones.

Lo veo entrar y se hace el silencio más absoluto

Page 119: El mundo, contigo (Spanish Edition)

en la oficina. Una cosa es chismorrear sobre lasecretaria de la secretaria, algo así como el últimomono de la empresa, y otra sobre el directorGeneral, máximo poder y presencia imponentedonde las haya.

Compruebo, con horror, que no se dirige a suoficina con paso decidido y mirada al frente comocada día, sino que viene directo a mí ¡y con unasonrisa de oreja a oreja dibujada en los labios!¡No, por favor, no me hagas esto. No te pares, nome hables, no alimentes más esto! Mi instinto másprimario me grita en mi cabeza que me metadebajo de la mesa, como si alguien hubiera gritado¡terremoto!, y quedarme ahí abajo hasta que Saulhubiera decidido que estoy definitivamente loca, yse hubiera metido en su despacho. Pero a ver quiénes la valiente que hace semejante tontería, con laoficina entera mirando como audiencia enganchadaa una telenovela.

―Martina ―(sí, me ha llamado por mi nombrey encima en alto, ya veo cómo se hacen quinielassobre nuestra futura fecha de boda)― Pasa a mi

Page 120: El mundo, contigo (Spanish Edition)

despacho, por favor.Ya está, la puñalada final. Ya está confirmado

por el mismísimo Saul J. Coleman Junior el clichémáximo en cualquier oficina del mundo: el jefe setira a la secretaria.

Me pongo de pie muy despacio, me atuso elpelo para terminar de darme la estocada mortal ycamino todo lo digna que puedo tras mi jefe. Atrásdejo vía libre para lanzarse a la carrera delchismorreo despiadado entre casi cien personas.Tierra, trágame.

―Martina, he estado toda la noche despierto―empieza mientras me indica con un gesto quetome asiento enfrente de él―. No podía parar depensar en las ideas de las que me hablaste. Creoque son muy interesantes y deberíamos lanzarnos apor ellas.

―Estupendo ―digo en un susurro apenasaudible que hace que, por primera vez, Saul se décuenta de que pasa algo y le salten las alarmas.

―¿Te encuentras bien? Creí que estarías másemocionada con esto, son tus ideas al fin y al

Page 121: El mundo, contigo (Spanish Edition)

cabo… ―se para de pronto y me mira muyserio― ¿Es por lo de anoche? ¿Por el beso? Mepasé ¿verdad? Siento mucho si te hice sentirincómoda...

―No, no es eso ―le interrumpo. No quieroque piense que su beso no me gustó. Porque megustó, me gustó mucho―. Es sólo que yo tambiénhe dormido poco.

Se relaja al oír mi disculpa y vuelve a las ideasde las que hablamos ayer, exponiendo algunasmejoras, y aportando él su propia visión sobrealguno de mis argumentos.

―Voy a crear un nuevo organigrama en laempresa, con nuevos puestos de responsabilidadcentrados en la división digital, la caza de talentosentre los autores independientes y el seguimientode blogueros para incorporarlos como autores deinterés social. Y uno de esos puestos deresponsabilidad, va a ser tuyo.

―¡NO! ―grito como una poseída y me levantode la silla como si me lanzara un resorte. Él, queen todo momento tenía la mirada teñida de ilusión,

Page 122: El mundo, contigo (Spanish Edition)

se queda boquiabierto y no sale de su asombro.―¿No? ¿En serio acabas de gritar no a mi

propuesta de promoción dentro de la editorial?―está enfadado, puedo sentirlo. Y lo va a estarmás si no se lo explico.

―No puedes ascenderme justo ahora. No conlo que se está comentando hoy en todos losrincones de la oficina.

Sé que él no va a entenderlo, que como hombretodopoderoso al que nadie le tose encima, le va aquitar hierro al asunto, pero es que yo no puedopermitirme que me crean capaz de acostarme conmi jefe para conseguir un ascenso. Es una cuestiónde amor propio, el mismo que me hace trabajar eldoble y con más ahínco para callar las bocas delos que me acusan de ser favorecida por unenchufe en toda regla.

―Hoy he llegado a la oficina a primera hora yya era la comidilla de toda la planta mi supuestoromance de fin de semana contigo. No puedesascenderme, Saul, no después de eso.

―¿Cómo se han enterado tan pronto de que has

Page 123: El mundo, contigo (Spanish Edition)

venido conmigo a Chicago? ¿De dónde ha partidoel rumor? ―se le nota clarísimamente enfadado,pero creo que ya no es conmigo, sino con losdemás. O quizá con él mismo, por no preverloantes.

―Según mis indagaciones, la cadena dechismes partió de Comunicación.

―Virginia― no hace falta que diga más.Nos miramos por un momento, ambos

calibrando qué daño puede hacernos que Virginiavaya hablando así de nosotros. A él poco, aunquetambién lo tuviera a él en el punto de mira, soy yola más perjudicada. La que ve su nombrearrastrado y todo lo que haga, ya de por símonitorizado, va a ser mirado al detalle y conlupa.

―No le demos más vueltas. Hablaré con ella yzanjaré este asunto.

Y ya está. ¿Qué es zanjar el asunto para estehombre? ¿Va a someter a un lavado de cerebro atodos en la oficina? Porque si no, ya me dirás tú amí cómo se zanja el asunto. Que la semilla ya está

Page 124: El mundo, contigo (Spanish Edition)

plantada...Saul se queda callado, como cavilando la mejor

forma de abordar a Virginia y (espero) hacerlepagar la travesura malintencionada. Y yoaprovecho para levantarme y salir del despacho.

―Te llamaba para otra cosa ―me dicedeteniéndome a medio camino hacía la salida―.Mi padre me ha pedido que te invite a cenar elsábado. A eso no te puedes negar, nadie en laoficina te verá allí.

Salgo finalmente del despacho tras asentir ensilencio. No puedo negarme, aparte de ser amigode mi madre, Saul Coleman Senior ha sido quiénme ha colocado aquí, y no puedo escaquearme oinventarme alguna excusa. Debo ir.

Page 125: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Capítulo 5 La semana pasa mientras se va reinstalando lacalma, y yo dejo de ser la protagonista delmomento en la oficina. Me siguen mirando como sifuera la mayor aprovechada de la historia de laempresa, y siento que ahora nada de lo que hagaserá visto como esfuerzo personal, sino comomedio para ganarme al jefe.

Saul, conocedor de mi malestar, apenas memira, y ni mucho menos se le ocurre acercarse a mimesa de nuevo. Mantiene las distancias y a mí meva bien esa actitud, cuanto menos alimentemos a lahiena de la rumorología, mejor para mí.

El martes a primera hora vi pasar a Virginia asu despacho. Estaba imponente la tía. Llevaba untraje de chaqueta y falda de esas pegadas al cuerpoy por debajo de la rodilla que le quedan bienexclusivamente al 2 por ciento de la población.¡Qué asquerosa! ¿Por qué tendrá que estar tan

Page 126: El mundo, contigo (Spanish Edition)

buena?Antes de entrar se paró en el escritorio de

Claire, la secretaria oficial, que era quien le iba aanunciar a Saul su llegada. Estuvieron hablando enplan cuchicheo unos minutos en los que bien sé quehablaban de mí. Yo me limité a esconder la cabezaen mi trabajo y a fingir que no me importaba, pero¡es que sí me importaba! Que yo no le he hechonada a esta mujer, que si Saul no está con ella, ¡poralgo será!

Al salir de su despacho pasó por delante de mimesa y, sin decir nada, clavó sus ojos rasgados ysu sonrisa malévola en mí, estaba claro que no sehabía dejado amilanar por el jefe (o que laprocesión iba por dentro, que todo puede ser).

Hoy ya es jueves, y al acabar mi jornada,decido volver a casa andando en lugar de coger elautobús. Desde la 42 hasta Bleecker Street (que sellamaba así pero también es la 2), tengo cuarentacalles para bajar, algo así como cinco kilómetros,pero tengo el ánimo andarín y la tarde deprimavera invita a estar en la calle y abandonar la

Page 127: El mundo, contigo (Spanish Edition)

idea de coger el transporte urbano. Si sigo la sextahacia la Downtonw, llegaré sin problemas a micasa. Después de siete meses, aún me sorprendo eldía que consigo orientarme por la ciudad sin mimapa todo ajado en la mano.

Nueva York es una auténtica pasada. Es laciudad centro del mundo y eso no admitediscusión. Por más que he visto el mundo, laverdad es que no hay nada como la sensación devivir esta ciudad (y digo vivir la ciudad, y no viviren la ciudad, que para mí no es lo mismo).Supongo que la mayor parte de la culpa la tienen elcine y la televisión, porque paseando por aquí nopuedes evitar pensar en que estás dentro de'Descalzos por el Parque', 'CSI Nueva York','Friends' o 'Algo para recordar'. Es una sensaciónmágica.

El paseo me sirve para evadirme de la oficina,pero no puedo evitar colar entre mis pensamientosa Saul, porque desde el domingo por la noche,pienso mucho en él y eso no sé si me gusta.

Llego a mi casa una hora después, con los pies

Page 128: El mundo, contigo (Spanish Edition)

doloridos (hoy justo he decidido ponerme tacones,bajitos, pero tacones) y un agujero en el estómago.Al pie de mi edificio soluciono ambosinconvenientes: me descalzo (esto es Nueva York,todo el mundo hace cosas raras) y abordo a Onur,el vendedor turco que suele poner su puesto en laesquina de mi casa.

El olor que sale de su diminuta cocinaambulante hace que me ponga a salivar sinremedio y llego casi babeando a su lado.

―¡Onur! ―exclamo, y casi lo mato del susto―Creo que te amo. Estás justo donde necesitaba queestuvieras. ¡Necesito que me alimentes!

Cuando se recupera de la sorpresa, no duda esreírse a carcajada limpia. Onur es el ser másbueno e inteligente que he conocido desde quellegué a esta ciudad. Es, como yo, licenciado enLiteratura, aunque él no tuvo suerte en la búsquedade empleo (o no tuvo un buen enchufe como mepasó a mí) y al poco de llegar a la Gran Manzanasu hermano Ihan le colocó con el puesto decomida. No lo volvió a intentar, y creo que el

Page 129: El mundo, contigo (Spanish Edition)

mundo se pierde un gran experto en letras.Mientras me prepara mi plato favorito -cordero

con especias y limón, con un toque picante y arrozbasmati- saco de mi bolso el libro que acabo deleerme.

―Gracias por la recomendación para leer aMircea Cărtărescu, no conocía la poesía rumanahasta ahora. ¡Me ha encantado! Creo que ahora meanimaré con su prosa, que he leído que tampoco esmala.

―¿No es mala? ―exclama Onur desde elinterior de su puesto― Te gustará si has disfrutadode su poesía. Tiene un cuento corto, llamado 'ElRuletista' que te va a maravillar.

―Lo buscaré.Al poco, me da mi comida y, antes de subir a mi

casa, ávida por zampármela de tres bocados, lehago un par de recomendaciones de mis últimosdescubrimientos literarios.

Onur tiene 49 años y ha leído más libros quenadie que conozca. Sus ojos son pequeñitos, yocreo que de tanto como los ha esforzado en sus

Page 130: El mundo, contigo (Spanish Edition)

lecturas, no importa las condiciones. Es alto, demirada limpia, labios anchos y nariz enorme.

―Este es el último libro que he cogido de laeditorial― digo recordando de pronto que lohabía sacado del bolso y aún no se lo había dado.Siempre le doy los libros cuando los cojo de allí,algunos los leo yo antes, otros directamente se vancon él.

―Mi hermano Ihan me va a matar. O a echar desu casa, y no sé qué es peor.

―Tienes que buscarte una casa para ti, y unanovia, que te hace falta la compañía ―le aconsejocon confianza.

―Novia no.… ―se ríe― después de mi Doraya no quiero más novias. Ella era mi ángel, nosabría cómo querer a otra persona a estas alturas.Además, Ihan sin mí, se moriría...

Una vez me contó que su hermano siempre le haayudado mucho, pero que también se haaprovechado de él a lo largo de todos los años desu vida. A veces pasa eso con los gemelos, queuno es más espabilado que el otro y se acaba

Page 131: El mundo, contigo (Spanish Edition)

aprovechando del débil. Sus nombres ya loprofetizaban Onur (honor) e Ihan (deshonesto).

Cuando estoy a punto de despedirme de él, yacon daño físico en el estómago por culpa de unhambre desquiciante, noto que los ojos de Onur seabren como platos al mirar hacia algo que está amis espaldas.

―Dame todo lo que tengas en la caja ―diceuna voz detrás de mí―. Y tú, dame el bolso.¡Ahora!

No lo dice muy alto para no llamar la atención,aunque a esas horas la calle está soprendentementepoco transitada. Pese al poco volumen que emplea,a mí se me ponen los pelos de punta. No creo quehaya ninguna fibra de mi ser que ose resistirse asus demandas, así que, poco a poco, me quito elbolso y se lo doy. No sé si entregarle también labolsa con mi comida recién cocinada y miszapatos, que aún siguen en mis manos. Al finalgana la cordura y me los quedo, no quieroenfadarle con preguntas impertinentes como“¿Quiere llevarse también mis zapatos, señor

Page 132: El mundo, contigo (Spanish Edition)

atracador, aunque veo que difícilmente sean sunúmero?”.

Al girarme para entregarle el bolso veo quelleva una pistola semi escondida y nos mira conalgo parecido a rabia en los ojos. Es joven, esapenas un niño, no tendrá más de diecisiete años,pero en sus ojos y en su voz hay más experienciaen esta clase de vida que en cualquiera de su edad.Está flaco, sucio y apesta a desesperación.

Me engancho en su mirada y siento una penaque me invade entera. Tan joven y con un caminotan marcado ya. Siento la necesidad de ayudarle dealgún modo, y soy incapaz de apartar los ojos deél. El chico está inmóvil, atento a los movimientosde Onur, que está dentro de su pequeño puestocogiendo su recaudación del día.

Con el dinero, saca un recipiente con comidapara llevar que le tiende con una sonrisa tristepintada en los labios. Mi corazón quiere besarlo,ha pensado lo mismo que yo.

El chaval se queda paralizado ante el gesto deOnur y es incapaz de coger ni el dinero ni la

Page 133: El mundo, contigo (Spanish Edition)

comida. Da la sensación de que pasa una eternidadsin que nadie haga nada.

―¡Tiene una pistola! ¡Policía! ¡Policía! ¡Quealguien llame a la Policía! ―se oye justo al ladode mi edificio. Esa voz inconfundible, mitad dehombre, mitad de niño.

El grito de Paul hace reaccionar al chico, quese lanza a por el dinero de Onur, pero también learranca la comida antes de echar a correr comoalma que llega el diablo.

La calle, de repente vuelve a estar llena degente, gente que exclama ante la huida del ladrón,gente que se nos acerca, que nos pregunta siestamos bien... ¿cómo estamos? ¿Conmocionadospor el atraco o por ese niño perdido que, a ladesesperada, se pasea por las calles de NuevaYork con una pistola y ningún miedo?

Se oyen sirenas cada vez más cerca. Handebido de llamar a la Policía muy rápidamente yellos estarían cerca, porque no han pasado nicuatro minutos desde que el chico ha desaparecidopor la esquina de la calle, cuando una patrulla se

Page 134: El mundo, contigo (Spanish Edition)

para y de ella salen dos agentes.La que conduce es una mujer policía de color,

alta y robusta. De la puerta del copiloto sale unhombre delgado, alto y con el pelo muy corto. Susojos se encuentran con los míos, y yo siento que elatracador, además de llevarse mi bolso, se hallevado mi cordura, porque ese hombre es ¡micompañero de encierro en el ascensor!

Si el destino es caprichoso, yo creo que másque nada es un cachondo mental. ¡Venga ya,hombre!

Marie se acerca a nosotros sin quitarme ojo. Séque él está pensando justamente lo mismo que yo yambos nos dedicamos una sonrisa sin dejar dedibujar en nuestros rostros la sorpresa másmayúscula.

―¿Qué ha pasado aquí? ―brama la compañerade Marie al llegar a nuestra altura.

―Nos han atracado, agente. A esta señorita, ala que estaba atendiendo en mi puesto, y a mí―explica Onur nervioso. No le gusta la Policía,no sé por qué motivo, pero no le caen bien.

Page 135: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―¿Estás bien? ―dice Marie. La preocupaciónse deja ver en su voz y su compañera lo miraconfundida. No es normal tutear a una víctima, ymenos esa confianza al preguntar sobre su estado.

Yo asiento, muda como sigo por el impacto deverlo ahí. Desde el pasado viernes ha aparecidoen mis sueños más de una vez, y su presencia a milado me impone tanto, que hasta me sientoculpable por haber dejado que Saul me besara...¡Pero qué digo! ¡Si este chico no me tiene por quéimportar, que se casa en siete semanas!

La compañera de Marie, la agente Donaldson,nos toma declaración y nos hace detallar loocurrido, incluyendo una lista de cosas que iban enmi bolso robado y el montante económico que haperdido Onur en el atraco.

Yo no tengo ni la más remota esperanza derecuperar nada de lo mío, pero le recito conpaciencia todas las cosas que recuerdo quellevaba dentro de mi bolso (que me gustabamucho, eso sí me fastidia), y quedan registradas enel informe.

Page 136: El mundo, contigo (Spanish Edition)

En todo momento, Marie no me quita ojo, y yo,de vez en cuando, le echo alguna miradita también.Dios, es que es muy mono, y el uniforme le quedafenomenal.

Cuando su compañera acaba conmigo, él seacerca y vuelve a preguntarme si estoy bien.

―Salgo en una hora. Si necesitas compañía mepuedo pasar al acabar el turno, no me cuesta nada―se ofrece.

¿Quiero que venga a verme al salir del trabajo?¿De verdad quiero verlo y conocerlo aún más,sabiendo que no está disponible?

―Te lo agradezco mucho, pero creo que no esbuena idea. No lo haces por todas las víctimas quete encuentras por la calle, ¿no? Pues yo no soynada especial ―le respondo tras hallar algo decordura en mi interior.

No se lo espera. Se ha quedado descolocado,seguro como estaba de que no podría rechazar suoferta. Pero es que yo no estoy para complicarmela vida, bastante malo es ya que mi jefe me hayabesado y me haya dejado así de confundida como

Page 137: El mundo, contigo (Spanish Edition)

estoy, como para añadirle a él a la ecuación.―¿No quieres ni siquiera tomarte un café

conmigo? ¿Crees que eres como las demásvíctimas para mí? Nos conocemos, ¿recuerdas? Ysé muchísimas cosas de ti, como que tienes fobia alos lugares cerrados o eres mala en las preguntasde ciencias del Trivial. Y tú me conoces a mí,sabes que no tengo pudor en pasearme por ahí conuna longaniza calabresa, ¿hay algo más íntimo queconocer ese detalle escabroso sobre mi vida?

No puedo evitar reírme ante su alegato. Nosquedamos mirando otra vez como alelados, igualque cuando se abrió el ascensor. Sus ojos verdesson aún más intensos a la luz del día y su sonrisaes tan radiante que te llega al corazón.

―¡Duquette! ―grita su compañera, rompiendoel hilo invisible entre los dos― ¡Mueve el culo yentra en el coche!

―Vamos, un café, eso no se le niega a nadie...―Lo siento, Marie. Será mejor dejar esto como

está.Su sonrisa se torna triste y la risa, que le

Page 138: El mundo, contigo (Spanish Edition)

llegaba a los ojos, le abandona para ausentarse desu rostro, que se niega a aceptar la derrota.

―Está bien ―concede―, no te lo pediré otravez. Al menos no hoy ―y vuelve a sonreírabiertamente―. Te haremos saber si lo cogemos ysi se recuperan tus cosas.

Se mete en el coche donde su furibundacompañera ya le espera con el motor en marcha.Al abandonar la calle, me dice adiós con la manoy yo siento que, otra vez, el destino se estácarcajeando de mí.

*****

―¡No me lo puedo creer! ―exclama Marladurante la comida, cuando les cuento el incidentede ayer― ¿Te atracaron a plena luz del día y enuna calle como la tuya? ¡Dios mío! ¿A dóndevamos a ir a parar?

Marla es así, de verdad que sí. Que esimposible exagerarla porque ella misma es lapropia definición de exageración. Todo en ella es

Page 139: El mundo, contigo (Spanish Edition)

excesivo: sus gestos, su volumen de voz, sus ropaschillonas, su corpachón regordete, su melenasalvaje llena de rebeldes rizos color arena...también es exagerada su sonrisa, enorme, rojacomo el carmín con el que se pinta los labios cadamañana. Esa sonrisa por la que es imposible queno se te meta en el corazón y se te quede ahíacomodada.

―Si el West Village no es seguro, nada enNueva York lo es ya ―asegura Miriam haciéndosela interesante.

A Miriam le gusta apostillarlo todo, comodejando caer frases indolentes que, en realidad,pretender ser sentencias que sienten cátedra. Es lamás joven de las cinco, la promesa deldepartamento de Soporte Informático, una valienteen potencia, pero sólo tras convencerla durantehoras de que puede con todo lo que se propone. Yes capaz porque es lista, preciosa y tiene corazónde guerrera, y con esas credenciales, comerse elmundo es facilísimo.

Giorgie la mira con los ojos entrecerrados. Ya

Page 140: El mundo, contigo (Spanish Edition)

se conoce las frases lapidarias de Miriam. Ella esmás pragmática. Si en su barrio hay violencia, nolo extiende a todo Nueva York y sus cinco grandesbarrios. Vive en Staten Island, en una casa conjardín y vistas a la Bahía, donde se crían dosgemelos que son dos demonios de cinco años y seencierra un marido depresivo que tuvo que dejar laenseñanza por miedo a sus alumnos. Es unaromántica empedernida, que no cree que suhistoria de amor esté acabada y que no se da porvencida con la idea de alcanzar un final feliz.

Marla pone su mano sobre la mía en undramático gesto de apoyo emocional a mi traumadel atraco, a la vez que asiente con caracompungida. A veces me dan ganas de enviarla ahacer un casting para participar en Saturday NightLive[1], estoy segura de que lo bordaría.

Yo le doy unos golpecitos a su mano sobre lamía y la retiro con esfuerzo. Sigo conmocionadapor lo que me ocurrió ayer, pero también por elatracador, ese niño desvalido con una pistola ynada que perder. Y por volver a ver a Marie.

Page 141: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Sobre todo por negarme a tomar un café con él,por no saber si he cometido un error o mi sensatezme ha librado de sufrir en el futuro.

He pasado la noche en vela con mi concienciaempeñada en darme la lata sobre mi negativa aquedar con él. Los clásicos ángel y demonio queatosigan al personaje principal en los dibujosanimados se me han aparecido para llamarmecauta o tonta, depende de quién vinieran loscalificativos.

Porque el chico sólo quería saber si estababien, comprobar que no padecía ningún shock o loque sea que te pase después de vivir unaexperiencia semejante. Sólo se había ofrecido paratomar un café, que hay pocos planes másinofensivos que sentarse a tomar una infusión o uncapuchino. Otra cosa hubiera sido salir de copas...

No se me ha ido de la cabeza en toda la nochesu mirada al irse en el coche patrulla. Una mezclade resignación y pena que se me ha quedadodentro. Pero no puedo remediarlo, lo mejor serádejar las cosas como están.

Page 142: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―Teníais que haber visto al atracador ―lessigo contando la historia mientras Rosa, que teníaque efectuar unas gestiones en Compras, se une anosotras en el almuerzo―, era casi un niño,aunque daba miedo. Y a la vez unas ganas terriblesde abrazarlo y llevártelo a tu casa a dejarle queusara tu ducha y se comiera tu cena.

Marla pone a Rosa en antecedentes y se quedaboquiabierta, como se han quedado las demás alsentarnos a comer y contarles la historia.

Rosa resopla con ímpetu, indignada por laviolencia en las calles y porque se eche la culpade ello a las minorías étnicas. Es hija deportorriqueños, y aunque nació en Estados Unidos,es una activista sin medida por los derechos de lapoblación latina. Ella, pequeña, menuda, de tezoscura y pelo platino, con enormes gafas de pastay sus bolsos llamativos y gigantes, da un miedoterrible cada vez que se lanza a protestar antecualquier pisoteamiento de los derechos másfundamentales de las personas, vengan de dondevengan.

Page 143: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―No te preocupes, Rosa ―la tranquilizo antesde que se lance a un speech atropellado―, notienes que defender el honor de nadie. Era rubio,de ojos claros, más caucásico que DavidBeckham. Un chavalito perdido, yo qué sé... mellegó al corazón, ¿sabéis? Te daban ganas de darleel bolso y mucho más. De hecho Onur, mientras leatracaba, tuvo tiempo de prepararle un recipientecon comida para llevar. Y se lo llevó...

―Ays, cómo está el mundo… ―suspiraMiriam― ¿Y qué ha dicho la Policía?

Me quedo callada y me pongo más roja que untomate. No tengo ni idea de por qué reacciono así,pero claramente me delato a mí misma delante demis cotillas amigas. Ya no tengo escapatoria...

―¿Qué ocultas, Martina? A mí no se me escapani una, ya lo sabes… ―pues eso, sin escapatoria,al menos con Marla a mi lado.

Vacilo unos instantes, pero sé que yo misma melo he buscado por reaccionar como una niña dequince años ante el chico que le gusta.

―Resulta que la Policía llegó en cuatro

Page 144: El mundo, contigo (Spanish Edition)

minutos, aunque el chico ya estaría dios sabedónde... el caso es que... yo conocía a uno de losdos agentes. Era Marie, el chico del ascensor.

Las chicas se quedan mudas. Lo entiendo, quiénno lo haría. Hasta que todas rompen a habar a lavez.

―Pero... ¿no era cocinero?―Ohhhh, eso da para una película romántica de

esas con Meg Ryan. De joven, claro.―¿En serio? ¿O es que estabas demasiado

traumatizada por el shock del atraco y viviste unaalucinación?

―Le pedirías el teléfono esta vez, ¿no?Intento tranquilizarlas y les detallo nuestro

encuentro y su invitación a tomar café. Mi rechazoa quedar con él las pone a todas al borde de lahisteria.

―Pero bueno... ¿qué clase de amigas soisvosotras? ―las recrimino con dureza― Se va acasar en mes y medio, ¿queréis que me partan elcorazón o que me meta en un triángulo amoroso?¿Qué pensaríais si yo fuese la que se fuera a casar

Page 145: El mundo, contigo (Spanish Edition)

y se metiera otra en el medio? Estoy segura de queme aconsejaríais matarla por robarme el novio asemanas de la boda... no puedo hacerlo. No puedocausarle dolor a ella ni exponerme a que me lohagan a mí.

Las he acobardado con mi alegato encendidosobre preservar mi felicidad por encima de lo queese chico pueda ser para mí. Se quedan calladas ycada una mira hacia su plato, sin atreverse arechistar.... al menos hasta que una idea cruza lacabeza llena de historias de color de rosa deGeorgie.

―Pero... ¿y si es el hombre de tu vida y dejaspasar la oportunidad? ¿Y si la otra no le hace felizy están juntos por rutina? ¿Y sí su destino es que leimpidas casarse? ¿Y sí...

―Basta ya, Georigie, por favor, no me metaspájaros en la cabeza ―la corto en seco―. Hetomado una decisión y la voy a mantener. Yaencontraré al hombre adecuado en otro sitio.

―Y sino, siempre puedes tirarte al gran jefe―suelta Miriam cuando ya daba por zanjada todas

Page 146: El mundo, contigo (Spanish Edition)

las conversaciones que giraran en torno a mipersona.

El almuerzo se convierte en una búsqueda dehombres con los que yo debería acostarme paraolvidarme del cocinero-policía y de mi jefe, pocoa poco, con sus comentarios cada vez másdisparatados, consiguen que se me pase el enfadoy hasta me olvide de pensar en Marie o Saul demanera seria.

Nos levantamos de la mesa entre risas y cadauna nos encaminamos a nuestro puesto, quedandopara nuestro cóctel de la semana en Antoine's a lahora de la salida.

La tarde pasa sin más incidentes, salvo lasalida de la oficina de mi jefe, que se va a eso delas tres.

Al salir de su despacho, y pese a que sé quedijo que no lo haría, se acerca a mi mesa y haceque deje lo que estoy haciendo para atenderle.

―Martina, me marcho ya, tengo que ocuparmede unos asuntos en Brooklyn y se me ha hechotarde. No me pases llamadas al móvil y si, por

Page 147: El mundo, contigo (Spanish Edition)

casualidad, llegan los contratos sobre los derechosinternacionales de la saga de Peter Raymond,pásaselos primero a Legal, yo firmaré lo que seael lunes.

Se queda un instante callado como si dudara enencomendarme una última tarea.

―Sobre lo de mañana por la noche ―dice alfin tras su vacilación inicial― será algo informal,aunque la cena se celebrará en nuestra casa de losHamptons. Ya sabes lo que eso significa:informal... pero formal. Te recogeré a las siete.

Yo asiento, incapaz de rebatir nada de lo queme dice. ¿Formal? Vale pues a ver qué me pongoque se pueda catalogar en esa definición... seguroque no acierto con la etiqueta y hago el ridículo.Porque ahora mismo no sé si he captado elmensaje y si hay que ir de etiqueta o como paratomar una copa en Tribeca un jueves por la noche.

Se despide de Claire hasta el lunes con unademán, y yo sigo con mis tareas y la cabeza hechaun lío.

Cuando quedan apenas cinco minutos para salir,

Page 148: El mundo, contigo (Spanish Edition)

y Marla ya ha empezado su ritual de gestos de losviernes a estas horas, el ascensor de acceso a laplanta se abre y veo que Marie sale de él. Mira asu alrededor y, cuando finalmente me localiza, mesaluda desde lejos con timidez y se acerca a mícon paso decidido.

No puedo creerme que esté allí. En mi oficina.Con su sonrisa amplia y sus ojos verdes... y ¡conmi bolso!

―¡Lo has encontrado! ―digo casi lanzándomeen plancha a por él― No sabes la alegría que medas.

―¿Tanta alegría como para tomarte un caféconmigo?

Dios... ¿por qué, por qué, por qué me tientas asíde esta manera tan cruel?

―Creí que había quedado claro ayer....―Eso era antes de jugarme la vida por

recuperar tu bolso.Le miro y veo que se está divirtiendo mucho,

que me tiene donde quiere.―No te hagas ilusiones. El dinero y el móvil

Page 149: El mundo, contigo (Spanish Edition)

han desaparecido, pero al menos tienes todo lodemás ―me advierte mientras me entrega miadorado bolso.

La verdad es que estoy tan contenta de haberlorecuperado y, por qué no admitirlo, de que hayasido él quien me lo haya traído, que estoy a puntode saltar de alegría.

Le sonrío, pero sigo sin decirle sí al café. Hagouna apuesta conmigo misma: si lo vuelve a pedir,le voy a decir que sí. Porque se lo ha ganado,porque me apetece y porque si el destino me loestá pintando tan claro, es que algo me quieredecir.

―La recuperación del bolso corre a cargo dela ciudad de Nueva York, que es quien paga minómina. Pero la entrega a domicilio debesabonarla tú, y ya sabes el precio.

En ese momento, las chicas, que ya hanrecogido sus cosas y están listas para irse aAntoine's, se acercan para ver qué ocurre con esedesconocido que se ha parado en mi mesa.

―Chicas, ahora estoy con vosotras. Tengo que

Page 150: El mundo, contigo (Spanish Edition)

solucionar un asunto antes.Pero ninguna de las cuatro se mueve y yo

suspiro por la frustración. ¡Son unas cotillas decampeonato!

―Este agente me ha traído mi bolso, que alparecer ha aparecido milagrosamente.

―Hola chicas, soy Will Duquette. Pero podéisllamarme Marie.

Las cuatro confirman sus sospechas sobre suidentidad, y sonríen como idiotas ante el queconsideran el hombre que el destino ha elegidopara mí.

―Le decía a vuestra amiga que, por el servicioprestado, deberá tomarse un café conmigo, pero noestá de acuerdo con la tarifa ―les dice divertido.Las tiene en el bote y lo sabe. Georgie hasta lehace ojitos.

―Está bien ―accedo por fin, haciéndome ladura, como si me estuviera viendo obligada aaceptar por puro chantaje emocional―. Mañana alas tres de la tarde en mi casa.

Él asiente satisfecho y se despide de las chicas

Page 151: El mundo, contigo (Spanish Edition)

con sonrisas para todas. ¡Menudo seductor estáhecho!

―Me voy a clase de cocina. Hoy toca Mousakagriega. Si se estropea el ascensor espero que tengatanta suerte como la semana pasada y me toque unabuena compañera.

Se va, pero antes me guiña un ojo y hace queGeorgie se mee en las bragas del gusto de estarviviendo una escena digna de una de sus películasrománticas.

Yo estoy como idiotizada. Y no sé si es porquehuelo problemas o porque estoy deseando que losproblemas me alcancen ya.

Page 152: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Capítulo 6

A las tres en punto estoy lista para encontrarmecon Marie y tomarme ese café.

Estoy más nerviosa de lo habitual y no entiendomuy bien por qué. No me he querido prepararmucho -unos vaqueros, una camiseta y una simplechaqueta por si refresca- para que él no saque laconclusión de que quiero llevar lo que sea queestemos haciendo más lejos. No se me va de lacabeza que se va a casar, pero tampoco la formaen la que me mira o insiste en verme. No logroentenderlo.

Me he pasado la mañana haciendo la colada enla lavandería de enfrente de mi casa,aprovechando esas interminables dos horas delavado y secado para escribir una entrada en miblog sobre Chicago.

Estuve en la ciudad apenas treinta y seis horas,y la mayoría me las pasé en un centro deconvenciones trabajando, pero la esencia la capté

Page 153: El mundo, contigo (Spanish Edition)

y eso quiero dejarlo registrado. Cuando por finacabó la secadora, había más de veintecomentarios de usuarios en el blog.

Cuatro horas después, bajo las escaleras queme separan de la calle envuelta en mispensamientos y no reparo en que suben las vecinasdel cuarto hasta que las tengo encima. Son Selma yAgatha Tillman, dos hermanas sexagenariasencantadoras pero que pueden llegar a ser muyinsistentes y pesadas. Rezo a todos los dioses queconozco para que me dejen pasar sin entretenerme,pero no debe de ser mi día de suerte.

―¿A dónde vas con tanta prisa, señorita? ―meinterpela Agatha, la mayor de las dos y la máscotilla. Tiene el pelo completamente blanco,cortado en un bonito peinado de estilo años veinte,y unas gafas de nácar que lleva sujetas con unacadena de metal. Tiene el aspecto justo de unabibliotecaria, que es lo que ha sido toda su vidahasta su jubilación, sólo un par de meses atrás.

―Sólo voy a dar un paseo. Hace un díaestupendo, ¿no creen? ―intento moverme

Page 154: El mundo, contigo (Spanish Edition)

escaleras abajo mientras digo esto, pero no cuela,son más listas que el hambre.

Estratégicamente, se colocan en los huecos dela escalera que me impiden una huida limpia einocente, así que, o salgo de ahí a puñetazos, o lasescucho hablar un rato.

―A quitarte el susto del cuerpo, ¿verdad, hija?―pregunta compungida Selma, que me mira conuna cara de pena que no sé a qué viene. Se acercamucho a mí para verme bien porque es miope total.Lo curioso es que trabaja en el departamento deTráfico, dios sabe por qué esta mujer aún no estájubilada― Fui yo la que llamó a la Policía,¿sabes?

Quieren cotillear sobre el atraco. No podía serde otro modo. A pesar de las distancias(kilométricas y culturales) siempre me ha parecidoque estas señoras poseen alma de portera españolade posguerra. Son entrañables a su modoamericano, te hacen tartas de limón y queso,coleccionan gatos y más gatos, y han ido a clasesde defensa personal para no ser pasto de los

Page 155: El mundo, contigo (Spanish Edition)

violadores que recorren la ciudad. Pero soncotillas, y disfrutarían como nadie si las bajarandel cuarto piso a una inexistente portería, y desdeallí vieran la vida de sus vecinos pasar.

―Pues se lo agradezco mucho, señoritaTillman, llegaron enseguida.

―Lo hubieran pillado con el botín en la manosi el hijo tonto de la Martinelli no le hubierapuesto sobre aviso gritando que llevaba unapistola ―rezonga Selma.

―Yo estaba en la ventana justo en ese momentoy lo vi todo. Qué susto, señorita, qué susto debióde llevarse usted… ―añade Agatha, ajustándosesus gafas nacaradas.

―¿Y saben algo del ladrón? ¿Lo han cogido?¿Está fichado? ¿Es peligroso? ―pregunta ávida suhermana.

―No, no se sabe nada del chico. Pero ojalátenga algo de suerte en la vida y suelte esa pistola.Porque algún día va a lastimar a alguien, quizá a símismo...

Me miran escandalizadas por mi comentario

Page 156: El mundo, contigo (Spanish Edition)

sobre el atracador. No se les pasa por la cabezaque una víctima vea más allá de su asaltante, y séque ahora mismo piensan que estoy completamenteloca. Mejor, así quizá me dejen en paz. Me estoyempezando a impacientar.

Aprovechando que se han quedado mudas, leshago un requiebro y paso junto a ellas por unhueco mínimo que han abierto. Las he pillado enun renuncio y celebro mentalmente el gol que lesacabo de colar por toda la escuadra.

―Me pasaré hoy mismo por la Comisaría paraver si saben algo. Se lo haré saber ―gritomientras bajo las escaleras de dos en dos en mihuida desesperada. Son mayores, pero no me fío.

El día me recibe radiante y soleado. Es elprimer día de junio, mi mes favorito, y no haymejor manera de recibirlo. Buen tiempo, un buenplan para la tarde y una cena en los Hamptons...desde que llegué a Nueva York creo que nuncahabía estado tan contenta.

Me pongo las gafas de sol y me aprieto bien loscordones de mis zapatillas. Hay que estar

Page 157: El mundo, contigo (Spanish Edition)

preparada por si hay que salir corriendo.Cuando me incorporo, Marie está parado justo

a mi lado. Va vestido de manera muy similar a lamía, con vaqueros, camiseta y zapatillas, y luceunas gafas de sol que le ocultan esos preciososojos verdes que tiene (qué pena). Me sonríeabiertamente y me tiende una margarita enorme queno sé de dónde se ha sacado.

Yo me ruborizo porque, a veces, reacciono así,como una adolescente boba. Y sé que el se dacuenta, siempre se dan cuenta.

―¿Lista para ese café?―Lista.―¿En cafetería o para llevar?―Ummmm... Para llevar.―¿Paseo o sitio concreto?―¿Washington Square?―Perfecto.Nos miramos un segundo con una complicidad

infinita y nos encaminamos hacia el Starbucks quehay en mi calle, unos bloques más allá.

―Gracias por devolverme el bolso. Es un

Page 158: El mundo, contigo (Spanish Edition)

regalo de mi madre. No me hubiera gustadoperderlo.

―Estamos para eso. Yo, personalmente,pertenezco a la brigada especial de recuperaciónde bolsos con alto valor sentimental. Como ves,hago muy bien mi trabajo― me guiña un ojo y yole doy un golpe cariñoso en el hombro.

―¿Dónde lo habéis encontrado?Me cuenta que mi bolso ha viajado unos pocos

kilómetros, hasta Roosevelt Island, y que aparecióayer por la mañana detrás del teleférico que llegaa la isla. La documentación estaba intacta y, alhaber denuncia por su sustracción a mi nombre, lohicieron llegar a su comisaría.

Llegamos a la cafetería y pedimos nuestroscafés. Insisto en pagar por la buena acción dellevarme el bolso en persona hasta la oficina, peroél asegura que la invitación partió de él y es suobligación pagar. Nos enzarzamos en unadiscusión amistosa que acaba con él coqueteandocon la chica de la caja para que cojaexclusivamente su dinero y rechace el mío.

Page 159: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―Si quieres pagar, te dejo. La próxima vez―dice cuando abandonamos el local con nuestroscafés para llevar en la mano.

―¿Qué te hace pensar que habrá próxima vez?―y no sé si estoy contenta o si debería correr yescapar de ahí y de futuras citas con alguien queno está a mi alcance y con el que me siento tanbien.

Porque me siento como en casa. Y eso hacemucho tiempo que no lo sentía. Y es agradable.Pero también da mucho miedo.

Seguimos caminando hasta mi lugar favorito dela ciudad, con su arco, su fuente y la cantidad degente diferente que lo habita en busca de sol,música o inspiración. Washington Square Park meencanta desde que descubrí la ciudad. Y no podíahaber mejor escenario para mi cita con Marie.

―Este sitio me recarga las pilas. No sé, esespecial ―le digo cuando llegamos y nossentamos en la fuente central, con vistas al arco.

―¿Sabías que fue un cementerio antes de ser unparque? Y no sólo eso. No era un cementerio

Page 160: El mundo, contigo (Spanish Edition)

cualquiera. Se utilizaba para enterrar aquí a losindigentes y a los que no llevaban documentación yno podían ser identificados.

Miro a mi alrededor con sorpresa,imaginándome que lo que dice es cierto. Y no séqué pensar, un lugar tan bonito sí me cuadra comodescanso eterno, pero lo imaginaba de más postíny no sólo para recibir los cuerpos de losindigentes.

―Dicen que bajo este asfaltado hay más de20.000 cuerpos. Imagínate el día que llegue elApocalipsis Zombie ―añade divertido.

―Me da igual lo que haya debajo. Sigue siendomi lugar favorito de la ciudad.

―Te entiendo, tiene magia, ¿verdad? ―dicecon la mira perdida más allá del arco.

No sé en qué está pensando ahora, si en nuestraconversación banal, o en algo más profundo. Susojos se llenan de algo que no sé muy bien cómodescifrar ¿Pena? ¿Nostalgia? ¿Tristeza?

Intento rescatarle para que nuestra cita continúepor el mismo buen camino que llevaba hasta ahora,

Page 161: El mundo, contigo (Spanish Edition)

aunque soy consciente de que, a veces, cuando nosperdemos en nuestro mundo interior hasta dueleque nos saquen de ahí.

―Así que…agente de Policía ¿eh? Y yo que tehacía un pobre niño extraviado que acababa dedescubrir su vocación culinaria…―bromeo a sulado y, al instante, el Marie alegre y jovial quelleva siendo toda la tarde reaparece ante mis ojos.

―¿No te lo dije? ―sonríe pícaro mientras yoniego divertida― Bueno, hay que dejar algunassorpresas para la segunda cita. Si te lo hubieracontado todo en el ascensor, ¿de qué hablaríamoshoy?

De pronto soy yo la que siente cómo sedesvanece algo dentro de mí y mi rostro seensombrece. Él lo nota y me toca la pierna, queestá junto a la suya, con un gesto tierno y cariñoso,intentando borrar de mi cara esa expresión triste.

―No digas que esto es una cita, por favor ―ledigo muy seria, retirando su mano de mi pierna.Puede que yo piense internamente que esto es unacita, pero no quiero que él lo piense. No es una

Page 162: El mundo, contigo (Spanish Edition)

cita, no mientras él esté prometido.Marie es listo y sabe a qué me refiero, así que

continúa como si esta frase no hubiera salido demis labios, quitándole hierro al asunto y luchandopor sacarme la sonrisa otra vez.

―¿Nunca habías visto a un policía barracocinero? Somos una rareza al borde de laextinción, especie protegida, diría yo… quedamosmuy pocos.

Y lo consigue. La sonrisa vuelve a mis labiosporque es imposible no estar de buen humor con unhombre como este al lado.

―Venga, en serio… cuéntame por qué policía.Lo de ser cocinero ya me lo sé ―le apremio,muerta de curiosidad.

―De pequeño y, sobre todo, de adolescente,me metí en muchos líos. Algunos más gordos queotros, y estuve a punto de entrar en el reformatorioen un par de ocasiones. Si no hubiera sido por miabuela, seguro que mi vida se hubiera torcidodefinitivamente. Pero me enmendó. Me presentó aun amigo suyo que era inspector de Policía y, no

Page 163: El mundo, contigo (Spanish Edition)

sé, se interesó por mí, me hizo caso, me dioopciones… y acabé en el cuerpo, fue algo natural.

―Así que eras un pequeño delincuente… ―lepico yo.

Se ríe con ganas y niega con la cabeza. Estabaclaro que me iba a quedar con ese dato sobretodos los demás. Y me lo imagino de joven,perdido y desnortado, como el chiquillo que meapuntó con su pistola dos días atrás. Si al menos éltuviera la misma suerte que Marie, si alguien seinteresara por él…

―Entré en el cuerpo de Policía más porafinidad con el inspector Roth que por vocación. Ycomo no era mi vocación, al final acabó surgiendola verdadera… y esa es toda mi historia.

―Apuesto a que eso no es cierto. Apuesto aque hay mucho más detrás de la placa y de lasganas de llegar a ser chef.

Son casi las cuatro y a mí la tarde se me estápasando como si de un suspiro se tratara. ¿Mehabía pasado antes? Yo creo que, con estaintensidad, jamás.

Page 164: El mundo, contigo (Spanish Edition)

He salido con chicos desde la adolescencia,pero ninguno de ellos ha hecho mella en mí hastala fecha. En Islandia, cinco años atrás, tuve mirelación más seria y larga. Se llamaba Hallbjörn,un robusto marinero de ojos profundamente azules,amante de los libros, las risas en compañía de losamigos y el montañismo. La verdad es quepasamos muy buenos ratos juntos, pero yo sabía,desde antes de llegar allí, que Islandia no iba a sermi destino definitivo, y cuando dejé la isla,Hallbjörn se quedó allí sin mayores efectosnegativos para mi corazón.

Al llegar a Nueva York no tenía ningunapretensión amorosa, pero tampoco llegaba cerradaa nada. Cierto es que lo que ahora me importa esmantener mi trabajo y descubrir si yo tambiéntengo una vocación más allá de la de trotamundos,pero la verdad es que nunca se sabe…

―¿Y tú? ¿Qué hay detrás de la chica de laoficina que es atracada en la misma puerta de sucasa?

―Qué difícil tu pregunta ―le contesto. Es que

Page 165: El mundo, contigo (Spanish Edition)

yo misma estoy aún tan perdida… no sé lo quequiero, no sé lo que busco. Y no sé dónde puedenhallarse las respuestas.

―No puede ser tan difícil, alguna idea tendrás.―Quiero hacer algo importante, pero no sé aún

en qué sentido. Es todo lo que puedo decirte hastaque yo misma me aclare ―me mira asintiendo,como si realmente me entendiera―. Lo másimportante que he hecho en mi vida es mi blog deviajes, 'El mundo, contigo'.

Algo es algo. Lo he dicho en voz alta,internamente le doy la más alta importancia a mipequeño rincón en la red, y creo, que al decirlo enalto, he hecho un minúsculo alegato en favor de mímisma. No sé qué significará, pero estoy contentacon las palabras que han salido de mi boca.

―Me encanta el nombre de tu blog ―medice― ¿Te gusta viajar?

―Es lo que llevo haciendo toda la vida.Y entonces le cuento mi caótica vida nómada y

sé que eso no se lo esperaba. Me mira con los ojoscomo platos y disfruta de mis historias como si

Page 166: El mundo, contigo (Spanish Edition)

fuera un niño pequeño al que le estuvierancontando un cuento emocionante.

―No me extraña que no hayas descubierto aúntu vocación. Creo que debes dejar de correr paraque tus propios pensamientos te encuentren y,juntos, lleguéis a un acuerdo― dice cuando yatiene un cuadro, más o menos detallado, de lo queha sido mi vida hasta ahora.

―Lo sé, sé que tengo que parar en algúnmomento. De algún modo, sé que no soy como mimadre, que nunca ha querido que su viaje tuvieraun final. Pero el mío ha de tenerlo, lo siento así. Yno sé si será una vocación o una persona, pero conel tiempo, siento que algo o alguien conseguiránque eche raíces.

Me mira muy serio, con la sonrisa que le llegahasta sus ojos, increíblemente verdes y llenos deconfianza en mis palabras. Y siento un deseoirrefrenable de besarlo y de que él me bese a mí,que me recorra toda entera y me haga olvidar quees cierto, que no tengo raíces, pero que todo puedecambiar si encuentras a la persona adecuada.

Page 167: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Pero el deseo es una cosa, y la realidad es otra.Y pese a que leo en sus ojos que él también sientealgo, ambos desviamos la mirada porque entramosen arenas movedizas que es preferible vadear.

―Creo que es mejor que me vaya yendo a casa.Esta noche tengo una cena fuera de la ciudad y noquisiera llegar tarde ―le digo tras ponerme enpie.

Tengo la mitad de los huesos de mi cuerpoentumecidos por la postura en la que llevamossentados tanto tiempo, así que no dudo enestirarme, como los gatos. Él me imita y nosparamos en seco, ambos a mitad del estiramiento,y rompemos a reír como dos niños en medio deuna travesura.

―Venga, te acompaño, que yo no tengo planes.¿No tiene planes? Es sábado por la noche y no

tiene planes con su novia ni con nadie. Interesante.Me lo apunto.

―Por cierto, si no quieres ser como tu madre,aunque la quieras mucho, puedes no serlo, y eso nosignificará nada, ni bueno ni malo ―dice de

Page 168: El mundo, contigo (Spanish Edition)

pronto, cuando ya hemos empezado a andar rumboa mi casa, que no queda muy lejos.

Me quedo callada más tiempo del normal trasescucharle decir eso. Y es que hablar de mi madreme ha hecho recordar su ausencia de noticias, y lacreciente angustia que cada día voy sintiendo, sevuelve a instalar en mi pecho.

―¿He dicho algo malo? ―preguntapreocupado antes mi silencio.

―¡No! No, no ―me apresuro atranquilizarle―. Es sólo que no hablo con elladesde hace unas semanas ni tengo noticias suyasy… estoy un poco preocupada, eso es todo.

―Seguro que está bien. Ya sabes lo que dicen,las malas noticias vuelan. Así que atente al dicho“Si no hay noticias, son buenas noticias”.

Sonrío ante su forma de darme ánimos, yaunque creo que esa afirmación suele ser siemprecierta, no las termino de tener todas conmigo.

―Mentalmente me he dado un plazo para noponerme histérica del todo ―le confieso―. Endos semanas será mi cumpleaños. Si no se pone en

Page 169: El mundo, contigo (Spanish Edition)

contacto conmigo… entonces pondré una denunciaen la embajada húngara.

Me mira boquiabierto. ¿Qué he dicho? ¿Le heofendido por decir que pondría la denuncia en laembajada en lugar de en su comisaría? ¿Quésentido tendría hacer eso?

―¡Mi cumpleaños también es la próximasemana! ¡El domingo 16! ―exclama riendo, sinacabar de creérselo.

―El mío es el 15. No coincidimos, sería muchacasualidad, y te aseguro que encontrarte vestido depolicía cuando me atracaron, ya fue suficientecasualidad.

―Bueno, a mí me parece una gran casualidad,aunque no sea exactamente el mismo día. Algotendrá que significar― intenta convencermecuando entramos en mi calle.

―Significa que ambos somos géminis y quetenemos la gran suerte de que, este año,celebramos nuestros cumpleaños en fin de semana―bromeo para desviar el tema de los significadosrelacionados con el destino y todas esas cosas a

Page 170: El mundo, contigo (Spanish Edition)

las que sé que él da mucha importancia.―¡Exactamente eso es lo que significa! ―se

ríe al llegar a la puerta de mi casa.No quiero que se acabe la tarde, no quiero que

se vaya y me deje pensando en él como unaadolescente obsesionada. Pero soy consciente deque no me lo puedo quedar, que tengo quedevolvérselo a su legítima dueña, aunque me duelamucho verlo marchar.

Nos quedamos callados, uno frente a otro. Seacaba el tiempo de las risas y entramos en terrenopantanoso.

¿Cómo se despide uno en estos casos? si por mífuera, yo lo agarraría por los hombros, loacercaría a mí y le daría el beso que estoydeseando darle desde esta tarde en el parque. Ledaría un beso valiente, de los de acercarme y nodejarle escapar, un beso lleno de todas las cosasbuenas que me hace sentir, un beso deconfirmación de ese destino que nos sobrevuela ynos está retando desde que nos encerrara en unascensor una semana atrás.

Page 171: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Pero no lo beso. Sólo le miro a los ojos,anclada en ellos. Y le sonrío, porque me saca lasonrisa con sólo mirarlo y sé que yo se la saco aél. Cualquiera que mire en nuestra direcciónseguro que se queda sorprendido al ver a dospersonas mirarse, sin decirse nada y sonriéndosecomo dos locos.

Y es bonito. Es bonito estar en sus ojos, y yoser parte de los suyos. He hecho un amigo enNueva York, otro más para mi colección depersonas que llevo dentro de mí. Va en la mismasaca que mis chicas de la oficina y que mi adoradoOnur. Quizá también en la misma que Saul, así, unojunto al otro.

―Será mejor que suba… ―rompo el hechizoque nos une ―de verdad que tengo que hacer unmontón de cosas y la cena es fuera de la ciudad…una locura.

―¿Vas acompañada? ―pegunta de pronto.¿Está celoso? Sus ojos se han vuelto

perspicaces, como interrogando mis intenciones.No sé qué decirle, porque sí voy acompañada.

Page 172: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Dudo entre ser sincera o no contarle nada de Saul.Si le digo que sí, pensará que alguien más seinteresa por mí y eso está bien para que no me dépor sentada. Si le digo que no, le confirmoplenamente que estoy sola y disponible.

―Voy acompañada ―digo en un tono neutro,optando por la sinceridad.

Me mira tranquilo, calibrando la información,calibrándome a mí. Y sé que he escogido la opcióncorrecta.

Sin más preámbulos, se acerca y me da un besoen la mejilla. Me quema su tacto contra mi piel yyo acerco instintivamente mi cuerpo al suyo.Durante un instante, estamos tan juntos quepodríamos pasar por una sola persona. Surespiración está en mi oreja, su mano rozando lamía y mi corazón, latiendo como si estuvieradesbocado.

Dura un instante, pero se me queda clavadodentro. Ya tengo su esencia grabada en missentidos y no se me va a olvidar jamás.

Cuando nos separamos, una última mirada se

Page 173: El mundo, contigo (Spanish Edition)

cruza entre nuestros ojos, cargada de algoparecido a la pena por dejar pasar la oportunidadde tener más. Yo subo las escaleras que meseparan de la puerta del portal y le digo adiós conla mano.

Él se va sin volver la vista atrás. Como el díadel ascensor. Y vuelvo a pensar en que, otra vez,se ha ido sin darme su número de teléfono, y yotampoco se lo he dado a él.

Page 174: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Capítulo 7

Estoy nerviosa por un millón de razones. Laprimera de ellas es la certeza de que no heacertado con ese look informal pero formal que losHamptons exige. Llevo un vestido púrpura conencaje por los hombros, escote en v, ajustado y porla rodilla. Lo acompaño con unos tacones negrosde diez centímetros y bolso de mano del mismocolor. Llevo el pelo recogido en un moño alto ymuy estirado, que me un aspecto más maduro.

No le voy a hacer sombra a una veterana de lazona, pero tampoco me veo mal. La cuestiónprincipal es si me habré pasado o si me hequedado corta con la formalidad exigida.

A las siete en punto llega Saul, que me esperaen la calle con el chófer. Hasta los Hamptons haydos horas y media en coche desde mi casa,supongo que los Coleman son de cenar tarde.

Saul está muy guapo, como siempre. Aunque ahíparado, en mi calle, esperando junto a la puerta

Page 175: El mundo, contigo (Spanish Edition)

abierta del coche, parece un príncipe azul quellega a recoger a su princesa. Qué pena que yo deprincesa no tenga mucho, y menos hoy.

Me he pasado toda la tarde desde la despedidade Marie pensando en él. Irremediablemente. Ensus palabras, su beso, su calor al acercarnos…pero también en su compromiso y en las razonespara querer pasar esas horas conmigo, suinsistencia en tomarnos ese café.

Según ha ido avanzando mi preparación para lacena, mi humor se ha vuelto más negro, sin llegar acomprender del todo el por qué. Si le sumamos losnervios que han ido creciendo en mi tripa por elviaje a los Hamptons de esta noche… no llevobuen cóctel ahora mismo en mis emociones.Espero no estropear nada y no hacer el ridículo,con eso me conformo.

―Creo que has sabido descifrar el código de lainformalidad formal de los Hamptons ―me saludaSaul cuando llego a su lado―. Estás estupenda.

Me ha repasado de arriba a abajo en mi caminohacia el coche y parece que le ha gustado lo que ha

Page 176: El mundo, contigo (Spanish Edition)

visto. Yo he hecho lo propio, porque mi jefe estápara echarle el ojo y no quitárselo en toda lanoche. Lleva unos pantalones blancos de estilomarinero, muy adecuados para la noche veraniegaque hace y para la región a la que vamos a cenar.Acompaña el conjunto con una camisa ajustadaazul claro con estampados imposibles perodiscretos, y unas americana azul marino que lequeda impecable. No hay pegas que ponerle a suatuendo, informal y formal al mismo tiempo. Él síque ha dado en el clavo, pero claro, se ha criadoentre los Hamptons y Nueva York.

Lleva el pelo con un moderno peinado que lehace parecer salvaje y muy sexy, y juraría que aldespertarse no se ha pasado la maquinilla deafeitar. Está rabiosamente guapo y más moreno queayer, definitivamente, ha aprovechado la mañanapara coger algo de color.

―Tú sí que estás estupendo, pero claro, juegascon ventaja, conoces el código ―le respondodevolviéndole el cumplido.

Saludo a Joseph, el chófer que ya nos llevó del

Page 177: El mundo, contigo (Spanish Edition)

aeropuerto a casa el domingo pasado, y nosacomodamos para un viaje largo. Esta vez no tengomiedo de que los silencios incómodos nosenvuelvan, al menos en eso, he ganado confianza.

―¿Crees que el lunes volveré a ser lacomidilla de la oficina? ―le preguntobromeando― Espero que de esto no se enteren, sino, creo que te pediré que me dejes trabajar desdecasa.

―Hasta donde yo sé, Virginia no aparecerá porlos Hamptons esta noche ―me tranquilizasiguiéndome el rollo, y riendo a gusto por poderbromear por fin sobre el asunto que me ha traídode cabeza durante toda la semana.

Sé que le ha costado mantener las distancias enla oficina después del fin de semana en Chicago. Yjustamente ha sido peor porque no había habidonada realmente entre nosotros, nada más quehabladurías malintencionadas que buscabanperjudicarme y separarnos, y ambas cosas hanpasado. Me alegro de que nuestra relación, vaya adonde vaya, no se haya visto truncada por la

Page 178: El mundo, contigo (Spanish Edition)

distancia abierta esta semana en la oficina.―No te habrá vuelto a molestar, ¿verdad?

―pregunta preocupado cuando se da cuenta de queno voy a añadir nada a su comentario.

―No, tranquilo ―me apresuro a responder―,no la he visto desde que la mandaste llamar a tudespacho el martes.

―De verdad que siento que te hayas vistoimplicada. Virginia puede ser una mujer muyretorcida.

Y seguro que Saul lo dice con conocimiento decausa, que se habrá hecho la retorcida más de unavez en sus brazos. Evito pensar en Virginia y Sauljusto esta noche. No me va a fastidiar también lanoche del sábado sin estar siquiera presente.

Cuando llevamos poco más de diez minutos,noto que el coche se para y que Joseph se bajapara abrirnos la puerta. Al salir, veo que estamosen el centro de la ciudad. Parece ser que por aquíse va a los Hamptons y que debemos hacerlo a pie.Pues vamos allá, con taconazos de diezcentímetros incluidos.

Page 179: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Estamos en la Quinta, a la altura de la 54, y veocómo Saul se encamina hacia el edificio en el quehemos aparcado justo enfrente. Le sigo sinrechistar y cogemos el ascensor hasta la azotea.

Estar en el ascensor a solas con él me hacepensar, automáticamente, en Marie. En nuestroencierro y en su beso tierno y suave en mi mejillade esta tarde. Pero también me doy cuenta de que,desde que Saul subió hasta la puerta de mi casa eldomingo por la noche y se despidió con un beso,no habíamos vuelto a estar a solas.

Destierro a Marie de mis pensamientos y mecentro en el hombre que está a mi lado ahora. Lacercanía que nuestros cuerpos tienen ahora mismoes peligrosa y no me importaría nada que volvieraa besarme… aunque espero que la chispa no surjajusto ahora o llegaré a la cena hecha unos zorros.

¿Se puede ser más racional e idiota? Rechazarun arranque pasional en mi mente por llegar monaa la cena… ¿qué me está pasando? De todosmodos, no rechazo el ramalazo pasional despuésde la cena. Nunca se sabe cómo irá la noche que

Page 180: El mundo, contigo (Spanish Edition)

sólo acaba de empezar.Llegamos a la azotea y veo que hay un

helicóptero en marcha esperando por nosotros.Vale, estoy un poco lenta esta noche, era obvio yno he sabido verlo. ¿Por qué mi jefe, con lacantidad de dinero que tiene, iba a comerse doshoras y media en coche pudiendo cogerse elhelicóptero y llegar a la cena con mucho másestilo? Pues eso, que ni entrando en el edificio hesabido verlo, me falta entrenamiento.

Nos subimos al helicóptero y yo procurotaparme bien la cabeza para que la fuerza de lashélices no me mueva de su sitio ni un solo pelo.Sólo faltaba que hubiera rechazado mentalmente ami jefe en el ascensor para llegar digna y perfectaa la cena, y que ahora me hiciera la faena elhelicóptero.

Nos sentamos ambos atrás, mientras el copilotonos entrega cascos y auriculares a los dos, y elpiloto nos da la bienvenida una vez está todoconectado y en su sitio.

He recorrido muchas partes del mundo, pero

Page 181: El mundo, contigo (Spanish Edition)

nunca he volado en helicóptero. ¡Y me encanta! Nosiento la opresión que me da en los sitios cerradosde los que no puedo salir porque aquí sé, con todaseguridad, que a una palabra de Saul, elhelicóptero volvería a tierra de inmediato. Lasensación es una vorágine en mi estómago y, porprimera vez en años, vuelvo a experimentar unvuelo sin la sensación de dolor en mi pecho queme impide disfrutar plenamente de mis viajes.

―Gracias ―le digo a Saul a través delintercomunicador, casi con lágrimas de la emociónen los ojos.

Él asiente y me estrecha la mano con ternura.Creo que entiende exactamente lo que me estápasando y le agradezco que me dé espacio paraexperimentarlo.

―Allí es ―señala una casa enorme y preciosaque vemos desde el aire, pasados unos cuarentaminutos de viaje―, esa es la casa de mi padre. Yahemos llegado.

El helicóptero nos deja en un jardín inmenso,junto al que se ve una piscina, una edificación más

Page 182: El mundo, contigo (Spanish Edition)

pequeña junto a ella, y la entrada trasera de lacasa. Es toda blanca, con toques neoclásicos yventanales gigantes que deben de aportar muchaluz. Hacia el otro lado, desde donde nosencontramos, se ve un embarcadero y el acceso ala playa. Está anocheciendo y las vistas desde aquíson, simplemente, espectaculares.

Nos encaminados hacia la casa trasdespedirnos de la tripulación de vuelo. Yo me voyclavando los tacones en el césped y debo parecerun poco torpe, andando como un pato. Saul se paracada poco a esperarme y creo vislumbrar en sucara una sonrisa de autosuficiencia.

Vale, no pretendo parecer ordinaria y falta declase, pero así no se puede seguir. Me detengo yme quito los zapatos. Los cojo en la mano y meacomodo a su paso. ¡Esto es otra cosa! Su sonrisaha cambiado a una iluminada por la sorpresa quese puede apreciar en sus ojos. Lo malo es queahora soy diez centímetros más baja otra vez ySaul vuelve a sacarme cuarenta, por lo menos.

Llegamos a la altura de la entrada de la parte de

Page 183: El mundo, contigo (Spanish Edition)

atrás, donde nos reciben unas elegantes puertasfrancesas blancas y preciosas. No se puede tenermás gusto. Entramos sin llamar, después derecolocarme los zapatos y cogerme del brazo deSaul. Las entradas se hacen como dios manda o nose hacen.

Nos recibe una doncella (sí, tienen doncella,apuesto a que más de una. Me siento un poco comoen un episodio de 'Donwton Abbey') y yo leentrego mi única pertenencia prescindible: miminúsculo bolso. Acto seguido, nos conduce alespléndido salón principal donde nos estáesperando el clan Coleman al completo (ahora escuando discrepo de mi anterior sentimiento: estono es un episodio de 'Donwton Abbey', es uno de'Falcon Crest').

Parece que todos están sacados de un posadopara la revista Hola o algo así. En un sillónorejero muy chick y de aspecto carísimo, estásentada una mujer preciosa de no más de 30 años.Está visiblemente embarazada, lo que no quitapara que esté radiante, guapísima, delgadísima y

Page 184: El mundo, contigo (Spanish Edition)

con una sonrisa de oreja a oreja. Lleva el pelo,moreno y lleno de unas ondas largas y brillantes,suelto sobre su hombro izquierdo, y luce unvestido color plata ajustado, que no hace otra cosaque realzar la belleza de su estado.

De pie junto a ella, apoyado en el sillón dondela mujer descansa su embarazo, un hombre de unos65 años, me mira con una copa de licor en lamano. Está vestido de forma muy parecida a Saul,pero aún más desenfadado, se nota que está en sucasa. Me mira con una sonrisa muy parecida a lasprimeras que Saul me dedicó en su despacho antesde ir a Chicago. Esa clase de sonrisas que nosabes qué significan y hacen que te tiemblen laspiernas por el miedo que provocan.

En el sofá de su izquierda, descansan muytiesos dos adolescentes de unos catorce años.Idénticos. Llevan el pelo color arena peinado a loJustin Beaver, y sus atuendos marineros son uncalco del resto de los hombres a mi alrededor.Triunfa el look marinero en los Hamptons estatemporada, está claro. Ambos me miran con

Page 185: El mundo, contigo (Spanish Edition)

curiosidad, como si me estuvieran escaneando, yme parecen tan inquietantes, que tengo que dejarvagar mi mirada lejos de ellos si no quiero queSaul note que me están dando escalofríos(pasamos de 'Falcon Crest' a 'El Resplandor', nocreo que me aburra esta noche).

―Papá, Fanny ―dice Saul mirando hacia elsillón donde la embarazada descansa ―esta esMartina. Martina, este es mi padre, Saul J.Coleman Senior; su esposa, Fanny; y mishermanos, Phillip y Duncan.

No sé si acercarme a saludarles uno a uno oesperar a que alguno de ellos se mueva.Finalmente es Fanny la que rompe el extrañoestado de posado de revista en el que estánposicionados. Se levanta de su trono y se acercasaludándome como si me conociera de toda lavida. Es agradable y parece que su sonrisa no erapor el posado de bienvenida, es sincera.

Luego se le une el padre de Saul, otro Saul, meharé un lío, seguro. Me saluda con un gesto decabeza y abre su sonrisa a una mucho más

Page 186: El mundo, contigo (Spanish Edition)

simpática. Se le ve que igual ya lleva un par dewhiskys, pero tampoco he venido yo a juzgar a lagente en su propia casa.

Los gemelos ni se mueven. Hacen una leveinclinación de cabeza y siguen en su posición.Espeluznante.

Fanny me indica el sofá de su derecha -blanco,mullido, enorme- y yo tomo asiento junto a Saul(hijo). Desde esa posición no puedo dejar deadmirar la maravilla que es ese salón, el gusto conel que está decorado y la cantidad de dinero quecostará todo. Mi madre se sentiría súper a gustoentre esas cuatro paredes. A mí, sin embargo, meintimida.

Llevamos a cabo una charla banal sobre elviaje desde Nueva York mientras nos tomamos unacopa de vino, hasta que la doncella que nos harecibido nos indica que la cena está lista.

Nos dirigimos al comedor, una estancia nomenos impresionante que la anterior, y yo tomoasiento justo entre los dos Saul, el padrepresidiendo la mesa con su esposa al lado, y el

Page 187: El mundo, contigo (Spanish Edition)

hijo a mi derecha. Los gemelos ocupan los otrosdos sitios libres sin cambiar su expresión, como entrance. Apuesto lo que sea a que estos dos noabren la boca en toda la cena.

―Espero que disfrutes del menú de esta noche―empieza diciendo el anfitrión.

Seguro que sí, no hay más que ver el postín deesta casa, no me imagino que sirvan nada que noesté a la altura.

―Y dime, querida, ¿cómo está tu madre? ―mepregunta Saul (padre) mientras nos sirven elentrante, una sofisticada ensalada llena de color yaromas.

―Pues hace tiempo que no hablo con ella, peroestá como siempre. De un lugar a otro, buscandonuevas aventuras.

―¡Ah, la bella Dorottya! ―exclamaevocador― ¡Qué recuerdos tan preciosos tengo deella! Una mujer verdaderamente admirable. Muyguapa, preciosa, y con una cultura y un estiloexquisitos.

Miro de reojo a su esposa, que sigue

Page 188: El mundo, contigo (Spanish Edition)

mirándome con una sonrisa sincera en los labios.O no está prestando mucha atención a laconversación de la mesa o le trae sin cuidado quesu marido piropee a otras mujeres de ese modo,aunque se trate de mujeres ausentes y de ya sesentaaños.

―Dile, cuando hables con ella, que me acuerdomucho de Tokio, de lo bien que lo pasamos y de lofelices que fuimos en aquella ciudad. Me gustaríamucho volver a verla… quizá algún día volvamosa coincidir en algún rincón. Al fin y al cabo, dicenque el mundo es muy pequeño, ¿no? ―me sonríenostálgico y cada vez tengo menos dudas de queeste señor fue novio o amante de mi madre.

―Se lo diré, señor Coleman.Se queda satisfecho y su mirada se pierde por

unos instantes en unos recuerdos queverdaderamente deben de serle muy gratos.

―¿Qué tal la vida en Nueva York? ―mepregunta Fanny― Junior nos ha dicho que no hacemucho que llegaste a la ciudad.

Junior debe ser Saul hijo, y así no se lían en

Page 189: El mundo, contigo (Spanish Edition)

casa con los nombres. Él no se ha inmutado alescuchar este nombre de labios de Fanny, así quesupongo que es su nombre habitual cuandocomparte estancia con su padre.

―Estoy muy contenta, gracias. Es una ciudadmaravillosa en la que cada día encuentras algonuevo.

―Aún recuerdo mis primeros días en la GranManzana ―se ríe como si algo verdaderamentegracioso se asomara a su mente al decir esto―.Estaba realmente perdida y eso que siempre estabarodeada de gente.

Fanny me cuenta su historia a grandes rasgos.Es canadiense y llego a Nueva York hace sieteaños contratada por una agencia de modelos demuchísimo prestigio. Vivió de las pasarelas hastaque lo dejó todo tras su boda con Saul J. ColemanSenior, y ahora está feliz en su nueva etapa comoesposa y, muy pronto, madre. Un cuento made inUSA sobre cómo casarte con un millonario, sinimportar que te doble la edad.

Pese a todo, no me cae mal ni me parece

Page 190: El mundo, contigo (Spanish Edition)

superficial. Su sonrisa me sigue pareciendo francay ella es encantadora. No puedo juzgarla porcasarse con un hombre treinta y cinco años mayorque ella, quizá esté enamorada de veras y es felizcon la vida que ha elegido.

Ya han servido el plato principal, medallonesde ternera en salsa de oporto. Hueledeliciosamente y su aspecto es el de un plato derestaurante de cinco estrellas.

―Junior me ha dado muy buenas referenciassobre tu trabajo con nosotros. Y me ha dicho queestás muy contenta en la editorial. Me alegramucho oír eso ―toma la palabra el señor Colemandespués de que todos hayamos probado la carne yestemos de acuerdo en que está exquisita.

―Me gusta mucho mi trabajo, estoyverdaderamente agradecida por la oportunidad queme ha dado, señor Coleman, muchas gracias ―lerespondo cortés. Aunque evito decirle que la metade mi vida no es quedarme de secretaria de lasecretaria para siempre, aunque sea en unaeditorial tan prestigiosa como la suya.

Page 191: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―Papá, Martina es una trabajadora infatigabley muy eficiente. Pero es que, además, tiene unasideas muy concretas que creo que van a serdecisivas en el devenir de los nuevos tiempos paraColeman and Asociated Publishing ―al decir esto,Saul me mira con algo parecido al orgullo pintadoen sus ojos azules.

Le sonrío agradecida por sus palabras y agachola cabeza para que nadie note que me heruborizado.

―Eso es estupendo. Hace ya tiempo queestamos buscando renovarnos. Espero oír prontoesas ideas ―dice complacido el señor Coleman.

La conversación gira en torno a otros temas másfrívolos, como si la próxima gala benéfica a la quehan prometido asistir les coincidirá con elnacimiento del nuevo bebé o si los gemelos irían aestudiar a Europa el curso siguiente. Yo aporto misconocimientos sobre colegios británicos y sé quecon eso me gano un punto más a ojos del padre deSaul.

Cuando nos retiramos de nuevo al salón a tomar

Page 192: El mundo, contigo (Spanish Edition)

el café, ya son las once de la noche y pienso que lavelada no ha sido tan mala como me había temido.Creo que he hecho buenas migas con Fanny y queel señor Coleman ha comprobado que no se haequivocado con la chica que metió en su empresa apetición de una vieja amiga. De los gemelos noopino. No han abierto la boca desde que llegué,así que gano la apuesta que hice conmigo misma yme doy palmaditas mentales en la espalda.

Tras el café, Saul me invita a conocer losalrededores de la casa, y yo acepto encantadaporque me muero de curiosidad.

Nos levantamos y salimos al exterior por lamisma puerta trasera por la que accedimos a lavivienda al llegar. Se ha levantado un poco deviento que ha refrescado el ambiente, así que Saulse quita la chaqueta y me la coloca por loshombros con mucha delicadeza. Completo miestilismo de paseo nocturno quitándome loszapatos otra vez, si hay que pisar césped de nuevo,no quiero volver a parecer ridícula. Los dejo juntoa al puerta y empezamos nuestra caminata.

Page 193: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Nos dirigimos primero a la piscina, de diseñoimposible y líneas modernas. Es un sueño hechorealidad, y me imagino despertándome cadamañana para nadar y empezar bien el día.Cualquiera podría acostumbrase a esa buena vida.

―Gracias por venir a esta cena ―dice Saulcuando dejamos atrás la piscina y me enseña unacasita de invitados preciosa, decorada con ungusto exquisito y con un aspecto, por fuera, delmismo estilo que la casa principal.

―Gracias a ti y a tu padre por invitarme. Hasido un placer conocer a tu familia.

―¿Incluidos los gemelos? ―bromea, porque seha dado cuenta de lo mucho que han llamado miatención con su mutismo.

―¿Alguna vez hablan?―Pocas ―dice, y se pone serio.Puede que estemos ante un tema delicado, así

que lo dejo y no sigo con la broma sobre suspeculiares hermanos.

―Antes eran muy risueños y estaban dando lalata todo el tiempo. No sé si es la adolescencia o

Page 194: El mundo, contigo (Spanish Edition)

si es algo más. Pero desde el divorcio de mi padrey su madre, no han vuelto a ser los mismos.

Asiento. Lo comprendo totalmente y eso que yola separación de mis padres no la viví porque eramuy pequeña. Pero siempre pensé que me faltabaalgo en mi vida, verlos juntos y saber lo que eratener una familia reunida, que se quisiera yestuviera a mi lado en momentos especiales.

―¿Y tú? ¿Qué tal llevaste el divorcio? ―meimagino que él tampoco lo pasaría muy bien.

―Yo era mayor que ellos cuando se separó demi madre y, de algún modo, fue liberador. Cuandose separaron volvió la calma a mi vida, discutían atodas horas y estaba claro que no se soportaban.Con los gemelos fue diferente. Su madre era mássumisa que la mía, Cora se dejaba manejar mejorque mi madre y, aunque aguantó menos, se fue sinhacer ruido. Ellos tenían sólo diez años cuando lespasó, a mí me quedaba uno para irme a launiversidad. No son historias comparables.

Hay tristeza en su voz y en lo poco que alcanzoa ver de su mirada velada por la oscuridad de la

Page 195: El mundo, contigo (Spanish Edition)

noche. Me coge de la mano entonces, y echamos aandar rumbo al embarcadero.

Sentir su mano dentro de la mía hace que merecorra un escalofrío por dentro. Es placentero, mehace sentir atada a algo, y un sentimiento confusopero imparable, comienza a invadirme entera.

―¿Y Fanny? ―pregunto para desviar el temade los fantasmas que le están reclamando― ¿Creesque es la definitiva?

―Con mi padre nunca se sabe. Siempre lasquiere, a todas. Siempre se emociona cuando leanuncian que va a ser padre. Pero siempre seacaba yendo todo al garete ―dice esto último conuna nota de amargura en la voz― Supongo que poreso yo no me lanzo a la aventura del matrimonio.No creo mucho en él dados los ejemplos que hahabido en mi casa.

―No puedes pensar así. No eres él, puedestomar tus propias decisiones y que sean correctas.

―¿De verdad lo crees?Asiento mirándolo. Nos hemos parado y me

devuelve la mirada con intensidad, cargada de

Page 196: El mundo, contigo (Spanish Edition)

algo indescifrable que me hace estremecer pordentro. No ha soltado mi mano y se la lleva a loslabios para besarla. Ninguno dice nada, envueltosen algún tipo de hechizo paralizador.

Entonces se inclina sobre mí y repite el gestoque ya hiciera junto a la puerta de mi casa eldomingo, tras acompañarme desde el aeropuerto.Me besa con ternura, deja su fuego sobre mislabios y yo le respondo convencida de que esemomento era inevitable.

Se separa de mí y comenzamos de nuevo acaminar. La playa está muy cerca.

―¿Sabes que Fanny fue mi novia antes de serla de mi padre? ―me suelta de repente.

―¿Cómo?―Es gracioso, ¿verdad?― y rompe a reír como

si nunca se hubiera dado cuenta antes del hecho dehaber compartido novia con su padre.

Nos reímos los dos. Nos reímos como niñospequeños ante una travesura hilarante y corremoshacia la playa que nos recibe tranquila, con elrumor de las olas de fondo.

Page 197: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Nos sentamos en la arena al llegar, muy juntos,y volvemos a enlazar nuestras manos. No sé quépasa por su mente ahora mismo, pero la mía es unhervidero de emociones encontradas y depensamientos confusos.

No sé si quiero que me vuelva a besar o que melleve a casa ahora mismo. No sé si debo sentirmeculpable por estar tan a gusto con quien es, enrealidad, mi jefe, o dejarme llevar y disfrutar delmomento. Mi mente, confundida por el día y losacontecimientos vividos hoy, me devuelveimágenes de la tarde con Marie, y del beso dulceen mi mejilla.

―¿Quieres quedarte mañana a pasar el día?―me pregunta, y creo que lo tenía planeado desdeel día en que me anunció la invitación― Podemossalir a navegar y te puedo enseñar todo esto.

La verdad es que me encantaría, aunque esobvio que tengo un problema de logística. Notengo ropa ni para dormir ni para pasar el día enlos Hamptons. Y sé que él lo tiene todo previsto yque no habrá problemas al respecto.

Page 198: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Le miro a los ojos, ocultos tras la oscuridad dela noche, sólo visibles por el leve brillo queaporta la media luna. Le miro y sonrío y él toma elgesto por una invitación. Vuelve a besarme,primero lentamente, con la misma ternura que la desus besos anteriores, pero pronto se vuelve másvoraz y ambos subimos el ritmo.

Me abraza y me sienta de costado sobre él. Nossonreímos entre beso y beso y sus manoscomienzan a recorrerme toda entera. Siento que lodeseo, que es irremediable que eso ocurra y queno hay mejor manera de acabar un día así que deese modo, en la playa y entre sus brazos.

Pero ese día también ha sido, en parte, deMarie. Y algo dentro de mí hace que desconecte delo que Saul me está haciendo y piense en otrobeso, en otros brazos que a punto estuvieron derodearme.

Y con esos pensamientos, llega una especie decordura que se interpone entre los besos de Saul ylos míos. Porque de repente me acuerdo de que esmi jefe, me acuerdo de que hemos sido objeto de

Page 199: El mundo, contigo (Spanish Edition)

rumores toda la semana, y que ahora mismo losestoy convirtiendo en una realidad que no leconviene a mi deseo de demostrar mi valía.

Mi mente es un batiburrillo ahora mismo y micuerpo se para. Saul lo nota y me separa de él. Memira con un gesto de preocupación y me interrogacon los ojos confusos y cargados aún de un deseoque ha quedado a medias.

―¿Seguirá en pie tu invitación para pasar eldía aquí contigo si te pido que dejemos las cosascomo están, de momento?

Sé que está decepcionado, pero también que nova a exigirme nada que no pueda darle. Me ayudaa levantarme y, con su mano protectora sobre mihombro, nos dirigimos a la casa, mientras reprimolas ganas de llorar que me están anegando pordentro.

Page 200: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Capítulo 8

El lunes por la mañana estoy tan cansada como ellunes anterior tras regresar de Chicago. Pero estecansancio es mucho mejor que el agotamiento portrabajar hasta tarde y viajar casi de madrugada.Estoy cansada porque no he parado de divertirmey eso es algo que echaba muchísimo de menos.

El domingo en la Hamptons ha sido,simplemente, fabuloso, y no me arrepiento nada dehaberme quedado.

La noche del sábado fue intensa y reconozcoque me fui a dormir con cierta preocupación por siSaul me haría pagar que hubiera cortado en seconuestro rollo en la playa. En el desayuno me sentécon Fanny y los gemelos, que intercambiaronalguna frase con su madrastra, hasta que él llegó,recién afeitado, con pantalón corto blanco y unpolo rojo que le quedaba como hecho a medida.

Me sonrió con los ojos limpios de reproches,aunque con un anhelo que yo también sentía por

Page 201: El mundo, contigo (Spanish Edition)

dentro. Y todo empezó a ir estupendamente otravez. Su padre se había ido a jugar al golf y Fannytenía planes para comer con unas amigas, así quenos preparamos para ir a navegar, que es algo quesuelo hacer a menudo cuando estoy con mi padreen casa.

Cuando estábamos a punto de irnos a preparar -yo con ropa prestada que juro por dios no sé dedónde había salido y que Saul me había entregadocon la sentencia “no preguntes”- él se giró y sedirigió a la mesa donde los gemelos aún estabanapurando su desayuno.

―¿Os apetece venir, chicos? ―y los gemelosabrieron mucho los ojos a modo de sorpresa y selanzaron escaleras arriba a sus habitaciones paraprepararse también.

En el barco lo pasamos muy bien. Es un veleroprecioso, muy diferente del de mi padre. Este esmucho más grande y complicado, así que recibíunas prácticas clases de cómo manejarlo de lassabias manos de Saul. Nos bañamos en el mar,tomamos el sol, jugamos con los gemelos a

Page 202: El mundo, contigo (Spanish Edition)

batallas de agua y nos relajamos como siestuviéramos de vacaciones.

Y por la noche, hechos polvo pero con el solaún brillando en nuestra piel, volvimos a NuevaYork, y el fin de semana más intenso que he vividoen años, llegó a su fin.

Al entrar en la oficina el lunes a las ocho de lamañana no puedo dejar de mostrar una sonrisa deoreja a oreja. Sé que estoy más morena, que se menota la alegría en el cuerpo y que los chismorreosvolverán a señalarme hoy, pero esta mañana no meimporta, porque estoy relajada y todo me resbala.

Saul está fuera, de viaje, tiene la reunióngeneral del Consejo Editorial y de Administraciónde la empresa en Los Angeles, y no vuelve hasta eljueves por la noche. Aprovecho para ponerme aldía con varias tareas relacionadas con su agenda ysus contactos, y sigo concertándole citas para lasemana siguiente y recibiendo documentos que lereenvío por correo electrónico, para que no pierdael hilo durante su viaje.

En cierto modo, su ausencia me viene bien.

Page 203: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Necesito distancia para pensar en lo que estáocurriendo en mi vida últimamente y hacerme unaidea general de mis sentimientos.

Primero está Marie. Es guapo, alegre,sorprendente, me saca una sonrisa con sólomirarle, me hace sentir muchas cosas y, además,parece que está siempre cerca en momentosdelicados como el encierro en el ascensor o elatraco. Cuando estoy con él me siento como encasa, muy a gusto, como si todo el asunto deldestino, con sus encuentros y coincidencias,tuviera todo el sentido del mundo.

Me encanta que no haya dejado de lado suvocación pese a tener la vida resuelta. Que sigasoñando con llegar a metas altas, que ponga losmedios para lograrlas. Me gusta que se esfuerce yque, pese a lo que le digan, él siga aferrado a ello.

En contra, claro está, no me puedo olvidar desu compromiso. No dejo de pensar en él, pero esque no es una persona libre y sin ataduras. No estáa mi alcance por más que, a veces, se comportecomo si lo estuviera. Y eso me exaspera de él,

Page 204: El mundo, contigo (Spanish Edition)

porque nunca me he fiado de la gente que le haceeso a sus parejas. Jugar a tres bandas no es miestilo y con eso debería descartarlo de mispensamientos de una vez por todas… aunque estannnnnn difícil…

Y luego está Saul. Es el prototipo de hombreideal si nos ceñimos a la definición física deltérmino. Está como un tren, es alto, guapo y tieneun magnetismo que es imposible pasar por alto. Lamitad de las mujeres de Manhattan matarían porestar con él como yo estuve la noche del sábado yla otra mitad, matarían por haber sido presentadasa su familia y poder relacionarse con ellos.

Pero es que además de todo eso, he descubiertoen los últimos días que es un ser humano sensible,atento y con un gran sentido del humor. Es unprepotente a veces, y un snob de cuidado, perotambién tiene mucha capacidad de análisis y me haescuchado en todo momento. Valora mis ideas y noha dudado en darme el espacio que le he pedidopara no ser perjudicada en la oficina. Y ha sido,sobre todo, un perfecto caballero cuando yo he

Page 205: El mundo, contigo (Spanish Edition)

decidido no seguir adelante con la situaciónpasional de la playa la noche del sábado.

Su pero es simple. Es mi jefe y justo en estemomento de mi vida es más importante para mídemostrar mi capacidad en este puesto quecualquier otra cosa. Porque llevo mucho tiempobuscando mi camino y parece que, por fin, se memuestran las baldosas amarillas por las que andareste trayecto. No puedo permitir que nada medesvíe de mi propósito de encontrarme a mímisma.

La opción más fácil sería centrarme en mitrabajo, si es lo que quiero, y dejar de pensar enestos dos hombres. O buscar un trabajo por mímisma y abrirle la puerta a Saul. O colarme en alboda de Marie y echarla abajo con un alegato en laiglesia para que se venga conmigo. Son buenasopciones. Lo que pasa es que soy demasiadocobarde como para llevar a cabo ninguna de ellas.

El martes por la tarde, cerca de la hora de salir,recibo una llamada de Saul. Está eufórico y puedosentir la alegría en su voz y en su respiración

Page 206: El mundo, contigo (Spanish Edition)

entrecortada.―¡Martina! ―exclama tan alto que casi puedo

escucharle sin teléfono desde Los Angeles― ¡Lesha encantado! ¡Todo!

No tengo ni idea de qué me está hablando y mequedo muda con el teléfono pegado a la oreja. Sino fuera porque me ha llamado por mi nombre,juraría que se ha equivocado de persona al marcarel número.

―El Consejo Editorial y el de Administraciónhan sido hoy. Todos los consejeros estaban unpoco disgustados por los resultados del trimestre,que han sido buenos, pero no tanto como seesperaba. La cosa se ha puesto fea porque mipadre ha aparecido cuando dijo que no lo haría yno hace buenas migas con algunos de los pecesgordos del Consejo.

“Mi padre nunca se ha caracterizado por ser unhombre con mucho tacto. Pero esa es otra historia.En fin, que en la reunión se ha empezado acuestionar mi forma de dirigir la empresa y mipadre, sin pararse a pensar, ha soltado lo que le

Page 207: El mundo, contigo (Spanish Edition)

contamos en la cena del sábado, sobre las ideastan buenas que me diste para reflotar la parte de lacompañía que se está quedando desfasada.

Se calla un momento para coger aire. Puedosentir cómo la emoción le impide contarme lo queha pasado de forma más pausada y coherente, asíque le dejo que se recupere y continúe.

―¿Sigues ahí?―Sigo aquí ―le confirmo.―Les he contado tus ideas, y todos han llegado

a la misma conclusión que yo. Tenemos queponernos a trabajar ya. Lo hablaremos el viernesen la oficina y te cuento todos los detalles. Ahorame era imposible seguir con las reuniones sincontártelo.

Es como un niño la mañana de Navidad,demasiado ansioso para contener su ilusión.Sonrío para mí misma e, incluso después decolgar, mantengo ese estado de satisfacción.

―¿Una llamada romántica en horario laboral,señorita Egia? ―me sorprende Claire con cara depocos amigos― Le quedan diez minutos para salir,

Page 208: El mundo, contigo (Spanish Edition)

reprímase hombre, que aquí está para trabajar y nopara perder el tiempo.

La dama de hierro de la oficina, lo que mefaltaba. No puedo decirle que hablaba con su jefe,y el mío, porque esa cara de colegiala tonta con laque me ha pillado, delataría que entre Saul y yohay, efectivamente, algo tal y como se rumorea.Pero tampoco quiero que se salga con la suya.

―Era una llamada personal, efectivamente,pero sin gasto para la empresa y la he contestadotras haber concluido todas las tareas pendientes.¿Y usted? ¿Puede decir lo mismo de su paseo hastami mesa?

Me mira como si yo fuera un insecto,magnificando su figura que, desde su posiciónestando de pie y yo sentada, es mucho másintimidante. Arruga el morro aunque, si pudiera,estoy segura de que me escupiría fuego por la bocapara borrarme del mapa.

―Es usted una insolente, señorita Egia.Y diciendo esto se aleja de mi escritorio y yo

no puedo evitar pensar “Martina 1, Vieja Bruja

Page 209: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Amargada 0”, lo que me provoca, incluso, unaleve carcajada que debo reprimir si no quierometerme en más líos.

******

La semana pasa tranquila tanto en la oficina comoen mis tareas. Se nota cuando Saul está fueraporque mi volumen de trabajo se ve drásticamentedisminuido. Pese a todo, procuro que no me faltenlos quehaceres, y voy organizando y adelantandootras tareas y así estar entretenida.

Las chicas me han estado preguntandoinsistentemente por el café que me tomé con Marieel sábado, pero sólo les he dado unas pequeñaspinceladas. Supongo que no lograré tenerlascontroladas más tiempo y en nuestro momento decóctel en Antoine's el bombardeo será adiscreción.

No saben nada de la invitación de Saul a cenarcon su familia del domingo, y no sé si sacar eltema. Porque de hacerlo, confirmaría que puede

Page 210: El mundo, contigo (Spanish Edition)

que haya algo entre nosotros pese a que les heestado diciendo que no desde que se iniciaron losrumores. Pero es que necesito aclararme y paraeso están las amigas, ¿no? Siempre es bueno tenerpuntos de vista diferentes y, sobre todo, alejadosde una misma, que yo para estas cosas no sé sernada objetiva.

El viernes llego temprano a la oficina. Hoyvuelve Saul de Los Angeles y quiero estar presentepara que me hable de cómo ha ido todo y de cómose va a proceder con las nuevas ideas ya enmarcha.

Me ha llamado un par de veces a lo largo de lasemana para darme alguna indicación sobre temasde agenda y para contarme pequeños detalles mássobre lo que se está cociendo en las intensasreuniones de Los Angeles.

Y me llamó a casa. Anoche. Fue extraño ver sunombre en la pantalla de mi teléfono, nunca anteslo había hecho.

―Hola ―saludó y se quedó callado.―Hola ―saludé yo. No sabía qué pensar.

Page 211: El mundo, contigo (Spanish Edition)

¿Negocios o placer? Se le podía haber olvidadodecirme algo importante que hubiera que hacercomo enviar un correo a alguien o pedir unmensajero o… ¿qué se yo? O podía ser, que sóloquisiera hablarme a mí, a la chica y no a lasecretaria.

―Estoy esperando para embarcar, vuelvo acasa por fin.

Su voz era suave y se le notaba muchísimo másrelajado que los días pasados. Definitivamente, setrataba de una llamada personal y no profesional.Me alegré. Mucho.

―Al menos estás contento con los resultadosdel viaje, ¿no?

―Mucho. Martina, creo que vamos a tener unaño excepcional si ponemos en marcha la mitad delo que llevo cuatro días hablando ―exclamófeliz― Y una parte enorme, te lo debo a ti.

Sonreí aunque no pudiera verme. Este Saul quereconocía los méritos de los demás, que semostraba cercano y cálido, estaba a mil años luzdel jefe distante y snob que conocía hasta dos

Page 212: El mundo, contigo (Spanish Edition)

semanas atrás. Parece mentira lo mucho que puedellegar a sorprenderte una persona cuandorealmente la conoces. Y supongo que él podríadecir lo mismo de mí.

―¿Te he interrumpido? ―preguntó, de prontopreocupado por si estuviera entrometiéndose enalgo importante― Me apetecía charlar contigo y nisiquiera me he dado cuenta de que allí son treshoras más.

―No te preocupes ―me apresuré acontestar―. Estaba leyendo.

―Será un libro de una buena editorial, ¿verdad―bromeó.

―¡Claro! De hecho es uno que he cogido de losfondos de la editorial para la que trabajo, pero nose lo digas a mi jefe ―era agradable conversarcon él de ese modo tan relajado, que me daba otrafaceta del hombre que estoy conociendo poco apoco.

―Y tengo ganas de verte. No he dejado depensar en ti todos estos días. Debería haberteobligado a venir, como en Chicago.

Page 213: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Me quedé callada. Sentí en mi pecho algo queme impedía respirar por un segundo, como si micorazón se hubiera saltado un latido, y pinté en mislabios una sonrisa bobalicona que agradecí que élno pudiera ver.

―Yo también he pensado mucho en ti estosdías, y no siempre porque tuviera que coger tusrecados ―me reí.

―Mi padre quedó encantado contigo en lacena. Me dijo ayer que tienes el espíritu de tumadre dentro, y que le creyera si me decía que esoera algo muy especial. Y le creo, claro que sí.

La comparación con mi madre hizo que se meanegaran los ojos de lágrimas. La echo de menos yla quiero matar con mis manos por no dar señalesde vida. Me estoy volviendo loca depreocupación. Así que se lo conté a Saul y élintentó tranquilizar mi ánimo desmoralizado.

Y así, entre mi madre y las reuniones, las vistashorrorosas desde su hotel, el tiempo maravillosoque hace en Nueva York y los recuerdosfantásticos del fin de semana en los Hamptons,

Page 214: El mundo, contigo (Spanish Edition)

llamaron a embarcar a su vuelo y nos despedimos.No se me va de la cabeza la conversación ni lo

que me hizo sentir recibir su llamada, mientrasreviso la bandeja de entrada corporativa de Saulpor si hubiera algún correo electrónico urgente.

La oficina se va llenando poco a poco de gente.Los ánimos están altos, es viernes y las vacacionesde verano, para muchos, ya casi se puedensaborear. Así que el bullicio va envolviéndome yyo sólo busco entre los que entran, la cara de quienme interesa.

Para matar el rato, entro en mi cuenta de correopersonal, quizá haya noticias de mi madre y puedaempezar a relajarme con ese tema. Hay un correode mi padre, que leo por encima sólo para saber sicontiene alguna cosas sobre ella y, como no es así,lo cierro para leerlo más tarde, con tranquilidad.

Cuando estoy a punto de cerrar la aplicación decorreo electrónico, veo que tengo un mensaje sinleer cuyo destinatario desconozco. Lo abrointrigada.

Page 215: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Para: [email protected]: [email protected]: De gran interés para usted y su blog Estimada señorita Egia,Mi nombre es Alexander Martin y soy editor

senior en TrendingBooks Publishing. He leído dearriba a abajo su excelente trabajo en su blog deviajes 'El mundo, contigo' y no me queda másremedio que felicitarla sinceramente.

En TrendingBooks hemos iniciadorecientemente una campaña de captación detalento entre los blogueros con más proyeccióndel panorama actual y usted es, sin duda, nuestramás firme apuesta para el género de viajes.

Creemos que el futuro del mercado editorialestá evolucionando y son ustedes, los creadoresde tendencia y opinión a través de sus sitios Web,los que ahora merecen que se les dé la palabraen las editoriales.

Me gustaría poder mantener con usted unareunión para detallarle nuestra oferta y tratar en

Page 216: El mundo, contigo (Spanish Edition)

persona la posibilidad de trabajar juntos parahacer cosas más que interesantes. ¿Se imagina'El mundo, contigo' en formato libro?

Quedo a su disposición para tratar estapropuesta y, sobre todo, concertar una cita paraconocernos y hablar de este asunto con laprofesionalidad que el tema requiere.

Sin otro particular, reciba un cordial saludo.Suyo, sinceramente:Alex Martin Tengo que leer dos veces el mail para estar

segura de que lo que pone en él es como creo quelo he entendido la primera vez. Se me cae el almaa los pies y no consigo ordenar mis pensamientospara lograr que mi cabeza trabaje con claridad.

He de levantarme y salir a la terraza defumadores del piso de arriba para volver arespirar con normalidad. A esas horas, la terrazaestá completamente desierta y lo agradezco. No megustaría que nadie me viera tan alterada como loestoy ahora mismo.

Page 217: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Esto no puede ser casualidad. Es la primeracosa con sentido que logro esbozar en mi cabeza.No puede ser que la misma semana que la ideasale de labios de Saul, otra editorial tenga losmismos planes para lanzar una línea basada enblogueros que despuntan.

Y no cualquier editorial. TrendingBookPublishing es una de las más nuevas del país, perosu crecimiento ha sido meteórico y ahora es una delas diez editoriales norteamericanas con mejorcatálogo y proyección.

No doy crédito. Sigo sin creerme que la ideapululara por más cabezas. Y no es que yo seavisionaria, pero ¿la misma semana que nosotros loponemos en marcha, ellos nos cogen la delantera?No, simplemente no lo creo.

Tengo que pasar más de media hora en laterraza para que mi corazón vuelva a latir connormalidad y mis nervios permitan a mis manosdejar de temblar. No sé cómo se lo va a tomarSaul.

Cuando bajo, veo que la luz de mi teléfono

Page 218: El mundo, contigo (Spanish Edition)

parpadea. Tengo una llamada perdida y es deldespacho de Saul, que ha debido de llegar en miausencia.

―Ven a mi despacho, por favor ―su voz suenacordial y me siento fatal por lo que voy a decirle.Estoy segura de que no volverá a estar así decontento en días. O semanas.

Imprimo el correo electrónico de AlexanderMartin y me dirijo a su despacho con el corazón enun puño.

―Pasa, Martina ―dice con una sonrisa enormeen los labios cuando llamo a la puerta y paso alinterior de su despacho. Pero algo ve en misemblante, porque enseguida la sonrisa se le muerey me mira preocupado― ¿Pasa algo?

Tengo un nudo en el estómago que me impideabrir la boca. Le tiendo el papel con el correoelectrónico impreso y él comienza a leerlo. Puedover cómo su semblante va perdiendo color y susojos se abren como platos.

―¿Qué significa esto? ―su voz es dura, sumirada se ha quedado sin vida. Ha vuelto el Saul

Page 219: El mundo, contigo (Spanish Edition)

distante que conocía antes de Chicago.―He recibido esta misma mañana ese correo

electrónico. Me he quedado tan sorprendida comotú.

―No es posible que esto te haya llegado estamisma mañana. Simplemente no puede ser…

―Pues lo es.No sale de su estupor. Sé que no entiende nada

y no sé si está calibrando la situación en general oestá enfadado conmigo por ser la portadora de lamala noticia.

―Esto sólo puede significar una cosa y es lopeor que podría pasarle a una compañía…

―Tenemos un topo ―digo en voz alta,confirmando lo que ambos pensamos.

Asiente y deja la mirada fija en un punto másallá de mí. No sé qué hay en su cabeza ahoramismo. A mí la noticia me ha trastocado, pero nosoy yo quien ha apostado por ella al cien por cieny la ha hecho pública a su Consejo deAdministración y a su Consejo Editorial.

―Tenemos un topo en Coleman and Asociated

Page 220: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Publishing ―corrobora él mismo, devastado y contoda la tristeza del mundo en su voz.

Me gustaría tanto acercarme a él y consolarlo.Me gustaría tanto que supiera que estoy aquí paraél, para lo que sea que necesite de mí. Pero no lohago, temo su reacción y, además, no seríacorrecto. No aquí en la oficina, en su despacho.

―¿Tienes idea de quién puede ser? ―preguntomientras intento reprimir mis ganas de consolarlo.

―Sólo puede ser una persona, y daría todo loque tengo por equivocarme.

Lo miro expectante, dispuesta a esperar lo quehaga falta para que me lo cuente, para que sedesahogue, para que saque de dentro la amarguraque ahora sé que lo está recorriendo todo entero.

Saul me indica la silla para que me siente frentea él, mientras hunde la cabeza entre sus enormesmanos. Se echa el pelo para atrás y vuelve amirarme.

―En las reuniones de esta semana ha habidomucha gente. Pero todos tienen intereses en nuestracompañía. No creo que uno sólo de ellos tenga

Page 221: El mundo, contigo (Spanish Edition)

intenciones suicidas contra la empresa, porquesería ir contra ellos mismos. No estaremos enhoras altas, pero seguimos siendo el tercer grupoeditorial de Estados Unidos.

―Alguien ajenos a los consejos, pues.―Sólo había una persona que no pertenezca al

Consejo de Administración y sí lo esté en elEditorial: Virginia Olsen.

Me quedo de piedra y, por un instante, soyincapaz de reaccionar. Virginia es una zorra sinescrúpulos con ganas de llegar a lo más alto sinimportar a quién pise en su camino, pero no me laimagino vendiendo secretos de Coleman andAsociated Publishing al mejor postor.

―¿Estás seguro? Es una acusación muy seria.―No, no estoy seguro de nada, Martina. Pero

en alguna dirección tendrán que ir las sospechas, yella es quien más papeletas tiene.

―Creo que deberías pensarlo bien antes deactuar contra ella, si esa es tu intención. Podríasequivocarte y hacerle mucho daño.

Me mira incrédulo. Sé que es raro que yo

Page 222: El mundo, contigo (Spanish Edition)

interceda por la persona que ha despertadorumores (cada vez más ciertos, todo hay quedecirlo) contra mí, pero es que no me gustaría quese precipitara y pusiera las cosas peor de lo queya están.

―No sabía que escribieras un blog y, menosaún que fuera tan importante como para que tecontacten a ti ―me impreca con tono duro trasunos segundos.

―No quería decirte lo de mi blog después dehablarte de las ideas que tenía para no influirte.Tiene muy buenos datos, pero no creí que fuera tanpopular como para que me escribieran un mailproponiéndome nada.

Presiento que no me cree. En su cara puedo verque se siente utilizado, que le he propuesto lo delos blogueros en el medio de mis ideas con vistasa colocarme yo entre ellos. Pero nada más lejos dela realidad. Si compartí con él mis ideas fue paraver plasmadas algunas de las cosas que a mí, comolectora, me gustaría ver en una empresa como esta.

La decepción en sus ojos me paraliza por

Page 223: El mundo, contigo (Spanish Edition)

dentro. No puedo creer que esto se vuelva en micontra, pero sé que él necesita culpar a alguien y,la verdad, prefiero ser yo, que lo conozco, a quelance toda su bilis contra Virginia Olsen y queluego se arrepienta si resulta estar equivocado.

Salgo de su despacho dejándolo solo y muyenfadado. Se acabó el caballero encantador yatento. Se acabó verlo sonreír y dedicarmepalabras sinceras y bonitas. Salgo de allí y sé queme dejo algo propio dentro. Las lágrimas seagolpan en mis ojos y no sé si seré capaz deretenerlas o tendré que salir corriendo de ahí.

Page 224: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Capítulo 9

Saul se pasa en su despacho encerrado toda lasemana. No paran de venir abogados,representantes de los dos consejos y,desgraciadamente, Virginia, que entra y sale de allícon un aspecto lamentable, la cara transformada enuna mueca de horror, pálida y ojerosa.

Me alegra ver que, aunque desmejorada, sigueen la compañía. Eso significa que Saul no la haechado aún, aunque se lo está haciendo pasarrealmente mal a la vista de las numerosas vecesque la ha hecho llamar a lo largo de toda lasemana.

A mí Saul no me mira, ni me habla. Secomunica conmigo por correo electrónico paracuestiones laborales y el resto de tareas lasgestiona con Claire. La Vieja Bruja me miraresentida porque, otra vez, debe volver a trabajary no delegar en mí gran parte de susresponsabilidades, pero ¡Oye! ¡Qué más quisiera

Page 225: El mundo, contigo (Spanish Edition)

yo que estar trabajando con un Saul J. Colemanque se comunicara conmigo como lo hace con ella!

El jueves recibe la visita de Dennis Kunnis, elautor croata que captamos en la BookExpoAmerica, y ni siquiera me lo hace saber. Misorpresa es mayúscula cuando le veo acercarse ami mesa antes de reunirse con Saul.

―¡Mi chica del correo de Korčula! ―exclamaen alto y con su característico acento cuando llegaa la altura de mi escritorio. Todos en la oficina sevuelven para mirarnos curiosos. En fin, qué se leva a hacer, otro día como centro de atención...

―¡Dennis! ¡Qué sorpresa! ―le digolevantándome para darle un abrazo. Que me miren,ya me importa poco.

―Vengo con la lengua fuera como quien dice.Todo está lejísimos en esta ciudad…. Menos malque ya me voy mañana.

Está igual que la última vez que nos vimos.Lleva su desenfadado look de oficinista, con unosvaqueros, una camisa blanca arremangada y unacorbata negra con el nudo flojo. Llevamos dos

Page 226: El mundo, contigo (Spanish Edition)

semanas con mucho calor para ser principios dejunio, pero a él se le ve fresco como una lechuga.¿Y viene con la lengua fuera? ¡No se lo cree ni él!

―¿A qué hora tienes la cita con el señorColeman?

―A las once y media. Pensé que eras susecretaria.

―Sí, bueno. En realidad soy la secretaria de susecretaria, y te habrá citado ella. Y no sé por qué,ha decidido pasar de apuntarlo en la agenda.

―Eso dice mucho de ella, ¿no? ―diceguiñándome un ojo divertido.

Su barba pelirroja le da un aspecto de duendetravieso y sus gestos rápidos y un pelín exagerados(no al estilo Marla, sino algo más discretos) hacenque te caiga bien de manera inmediata.

Consulto el reloj y veo que son las once yveinte. Es mi hora de descanso.

―Tengo diez minutos libres, y tú parece quetambién hasta la reunión, ¿te apetece tomar uncafé?

―Mejor algo que esté frío, estoy seco.

Page 227: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Le indico el camino para llegar a la pequeñasala para empleados donde se puede tomarrelajadamente un café o lo que sea que te apetezca.Hay máquinas expendedoras con toda clase desnacks y sándwiches, y también de bebidas, frías ycalientes.

Después de elegir dos botellas de agua, casiheladas, nos sentamos en una de las mesas delfondo. A esas horas hay mucha gente disfrutandode su descanso y apenas hay sitio libre.

Dennis lo mira todo con ojo crítico, comoescaneándolo y guardándolo en el disco duro de sumemoria por si lo tuviera que utilizar más tardepara recrear algún escenario en sus obras. Megusta verle ese brillo en la mirada de escritor a labusca de inspiración.

―¿Dices que te vas mañana? ―le preguntorecordando de pronto la frase con la que mesaludó.

―Sí, no tengo más remedio. Llevo ya mes ymedio aquí. Primero intentando colocar la novela,luego con la feria de Chicago y la expectativa que

Page 228: El mundo, contigo (Spanish Edition)

creó y, ahora, con los detalles del lanzamiento convosotros. Llevo dos semanas hablando a diariocon el editor que me habéis proporcionado,Samuel Dinkle, y parece que ya está todo pulido.Puedo irme y dejar en vuestras expertas manos 'Lacolina del mal' ―responde de carrerilla.

―Pero yo pensé que venías a vivir el sueñoamericano.

―¿Estás loca? ¿Y por qué iba yo a dejar mipequeña y preciosa isla por esta ciudad infernal, sipuedo dejaros aquí mis creaciones y yo seguircreándolas allí? No, ni hablar, yo soy croata y allíme voy a quedar ―alega enfervorecido.

Me río con ganas de su alegato. Está claro quelos humanos somos impredecibles y cada unosomos como somos. ¿Cuántos no darían la mitadde sus posesiones por la oportunidad de vivir,trabajar y triunfar en una ciudad como NuevaYork?

―Yo sólo sé escribir allí. Con mi viejamáquina Olivetti que está que se cae a cachos, enel Café de Mila, con las vistas sobre la playa y los

Page 229: El mundo, contigo (Spanish Edition)

atardeceres más bonitos del mundo ―admitenostálgico.

―Para escribir thriller psicológico, llevas todoun poeta dentro.

Nos reímos ambos y trata de explicarme lo quesu isla y su gente son capaces de provocarle en suánimo de escritor. Y yo le entiendo. Cuandoescribo, me gusta que mi ambiente sea eladecuado. Quizá no una isla de la costa Dálmatapero sí mi rincón, sea donde sea, creado con laarmonía de mis cosas, de mi propio caosordenado. No concibo hacerlo de otro modo.

―Tendré que venir después del verano para lapromoción, pero para entonces, mi siguientenovela estará ya encaminada ―dice cuando yacasi es la hora de su reunión con mi jefe.

Nos levantamos y le acompaño de nuevo a lazona de oficinas, hasta casi la puerta del despachode Saul. Ahí aparece Claire con su aire avinagradoy saluda a Dennis con reverencial cortesía,mientras que a mí me dedica una de sus clásicasmiradas de desprecio y desdén.

Page 230: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Nos despedimos con pena y prometemos quedaren septiembre, cuando regrese a la ciudad, para ira cenar. Le doy recuerdos para mis conocidos deKorčula y le deseo suerte para su próxima novela.

******

El día pasa sin más sobresaltos y, por fin,

llegan las cinco menos diez y, con ello, loscaracterísticos y poco discretos gestos de Marlapara que vayamos recogiendo y nos dirijamos aAntoine's.

Tengo ganas de ir. Mi ánimo no está en su mejormomento, pero es que el viernes pasado, con todoel disgusto de la propuesta por mi blog y el lío delas ideas robadas, no tuve valor paraacompañarlas y me fui a casa a rumiar mi disgustoal salir del trabajo. No quiero que se convierta enun hábito, las tardes de los viernes con las chicassiempre han sido sagradas.

Empiezo a recoger y, mientras despejo mi mesade las cosas que tengo que llevarme conmigo, veo

Page 231: El mundo, contigo (Spanish Edition)

cómo Saul sale de su despacho y se despide deClaire. Él también acaba la jornada y se va adonde quiera que sea a seguir rumiando esaamargura. Al pasar cerca de mi mesa, se giraligeramente y clava sus ojos azules en mí. Sonfríos y como sin vida, llenos de algo que jamásantes había visto en ellos: rencor. Me deja sinrespiración y, por un momento, necesito quedarmeen mi silla sin mover ni un sólo músculo.

Cuando llega la hora de salir y las chicas yaestán dispuestas, yo aún estoy tratando derecomponerme. Tengo unas odiosas ganas de llorarpor lo que los ojos de Saul me han transmitido enapenas dos segundos. Pero no le voy a dejar queme haga eso, porque yo no soy la culpable, yo nohe hecho otra cosa que dar mis ideas e intentar queél pasara el mal trago de la mejor manera posible.Y no sólo no me ha dejado, sino que encima, no sépor qué extraña razón, me he convertido enculpable de algo que no logro comprender.

¡Pues no señor! Que se comporte como un niñode ocho años si quiere, que yo voy a seguir con mi

Page 232: El mundo, contigo (Spanish Edition)

vida tal y como estaba antes de conocerle, que meiba muy bien. Y de paso, meteré en el mismo sacoa Marie, porque hace ya dos semanas que no sénada de él y es un hombre prácticamente casado.Así que ¡hala! Voy a liberarme de dos pesosmuertos ahora mismo y a convertirme en una chicasoltera, disponible y abierta a cualquier buen planque se me ponga por delante. Que ya está bien esode no dejarse llevar.

Entramos en Antoine's con nuestro habitualalboroto y nos colocamos en una mesa del fondoen la que podremos disfrutar a gusto de cócteles,risas y confidencias sin molestar a los demásclientes.

―Te toca elegir cóctel, Martina ―me diceMiriam mientras nos acomodamos―. En realidadte tocaba la semana pasada, pero como noviniste… Rosa decía que se te había pasado la vezpor escaquearte, pero yo te defendí porque teníasuna carita ese día… seguro que algo te pasaba.

¿Me toca elegir cóctel? Pues voy a elegir unabomba, algo con mucho alcohol que me quite las

Page 233: El mundo, contigo (Spanish Edition)

penas, porque encima mañana es mi cumpleaños ylo voy a celebrar yo sola en mi casa. Qué plan tanmiserable, creo que debería empezar a considerarla posibilidad de adoptar un gatito. Si voy a ser laclásica solterona, la vieja de los gatos, creo quedebería empezar a ver si se me da bien eso de laconvivencia con un minino. Decidido, ¡voy aadoptar un gato!

Cuando el camarero se acerca a nuestra mesatodas me miran impacientes por saber qué nostomaremos hoy. La tradición de este curioso grupode mujeres en el que me vi incluida apenas unosdías después de llegar a la editorial, dicta quecada semana una elije el cóctel de todas, para lascinco el mismo, y que da igual que te guste o lodetestes. La ley te obliga a terminártelo.

Gracias a esta tradición que algunas de ellasllevan años poniendo en práctica, ha probadoauténticas delicias y lo más asqueroso que tepuedas llevar a la boca. Si decides tomarte unsegundo cóctel (o un tercero o cuarto) has deelegir, necesariamente, el cóctel seleccionado para

Page 234: El mundo, contigo (Spanish Edition)

ese día.―¿Qué cóctel me recomiendas que me deje

frita en menos tiempo? ―pregunto al camareroque, enseguida, esboza una sonrisa de sabelotodo.

Las chicas me miran incrédulas. Siempre soy delas que me gusta tomármelo con calma, de las quesi el cóctel huele a alcohol de quemar, no paso delprimero. Soy la mosquita muerta del grupo y nuncaantes había hecho una pregunta tan opuesta a laidea que tienen de mí.

―¿Qué tal un Sidecar? ―propone el camareroque, por cierto, no está nada mal. Creo que esnuevo, no lo recuerdo de antes y me preparo parahacerle ojitos, aunque creo que él ya ha fichado aMiriam a la que lleva mirando de reojo un rato.

―¿Es fuerte?―Dicen que lo inventaron para un capitán del

ejército que llegaba en moto todas las noches a unclub y pedía algo que le hiciera entrar en calor.Siempre, siempre, tenía que volver a casa en elsidecar, porque coger la moto era tarea imposible―nos explica con una sonrisa enorme en su cara.

Page 235: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Guapo, listo y con verborrea. Todo un partidazo.―Pues me vas a poner cinco sidercares, y que

estén bien cargaditos. Queremos irnos a casa comoel capitán.

―¿Cómo? ―pregunta Marla asustada.La miro con cara de buena, si ella se opone a

algo, es normal que las demás suelan dar suspalabras por buenas. Y si ella dice que decargados, nada, que más bien de estilo normalitotirando a suave, pues la juerga será sólo para mí,porque las demás la seguirán.

Le hago un gesto al camarero para que se retireantes de que Marla haga que las demás lasecunden, y vuelvo a poner cara de buena mirandoa mi amiga.

―Marla, no me juzgues, por favor. He tenidouna semana horrible, nada me sale bien, estoy solay tengo que adoptar el primer gato de muchos, novoy a conseguir ser nada más que la secretaria dela secretaria por mí misma, mi madre lleva más deun mes sin dar señales de vida y estoy realmentepreocupada, y... mañana es mi cumpleaños y lo

Page 236: El mundo, contigo (Spanish Edition)

voy a celebrar sola. ¿no te parecen suficientesrazones para que hoy el cóctel toque fuerte ycargado?

Me mira con una pena infinita en los ojos, conuna compasión inmensa. Y es que Marla esextrema y exagerada hasta cuando le llegas a suenorme corazón. Me abraza sin previo aviso. Unabrazo de oso que me deja sin respiración por unmomento, pero que me llena de un amor y un afectoque hacía tiempo que no lograba sentir.

Las demás, una a una, se acercan también aabrazarme, como si estuviéramos formando partede un ritual secreto o algo así.

―No te preocupes, niña, que todos esos males,te los resuelvo yo ahora mismo. O casi todos.Primero, si has tenido mala semana, piensa en queya ha pasado y que empieza ya mismo otra nueva―las mira a todas en busca de aprobación y todasasienten, yo incluida―. No estás sola, estásesperando, porque eso es lo que hacen las chicas atu edad. ¿Podrías decir que yo estoy sola? No,¿verdad? Pues te saco 15 años y sí, yo también

Page 237: El mundo, contigo (Spanish Edition)

estoy esperando.Me río de sus maneras, de sus gestos, de sus

palabras de aliento. Porque con Marla al lado esimposible mantener el ánimo negro por muchotiempo.

―¿Quieres un gatito? Pues ya tendrás tu gatito,eso se arregla fácil ―continúa―. Y créemecuando te digo que no te veo rodeada de gatos,llámalo intuición pero no, no te veo. Sobre lo deprosperar… ¿crees de verdad que alguien con tucapacidad y tu entrega va a estar siempre a lasombra de auténticas cacatúas como ClaireSontag? No, hija… eso ni te lo plantees. Tú valesmucho y sé que lo sabes aunque hoy te empeñes enno verlo.

Aprecio de verdad este comentario sobre micapacidad, porque es verdad que a veces soy yomisma quien se obceca en no ver las cosa buenasque tengo dentro. Soy mi propia enemiga, como mipadre me ha dicho en más de una ocasión.

―En el tema de tu madre, ahí no te puedo decirnada, pero sabes que si le hubiera ocurrido algo

Page 238: El mundo, contigo (Spanish Edition)

malo… no sé, alguien te avisaría de algo así, ¿no?Así que ten fe, algo la estará reteniendo lejos de ti,pero te aseguro que no puede estar en peligro. Y,finalmente… ¿Mañana es tu cumpleaños y nos lodices ahora? ¿Qué pasaría si todas tuviéramos eldía completamente ocupado y no pudiéramos nisiquiera estar contigo un ratito? ¿No te parece muyirresponsable por tu parte?

La miro con una mezcla de miedo y cautela poreste último estallido. Con Marla nunca se sabe, tanpronto te está abrazando como te echa la bronca detu vida.

―Mañana, yo comeré contigo en una auténticacelebración de cumpleaños. Y hasta te llevaré unregalo ―concluye su discurso, dejándonos a todascon la boca abierta.

―Yo también comeré contigo ―se uneMiriam― no tengo planes hasta la noche, así queuna comida me viene de perlas.

―Yo no puedo ―se disculpa Georgie conpena―. Mañana tengo piscina con los gemelos yluego psicólogo con John.

Page 239: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―Pues yo también me apunto ―se animaRosa―. Es imperdonable que no hayas avisadocon antelación, pero también lo es dejarte sola enuna ciudad donde no tienes a nadie en un día comoese.

Las miro como si fueran las personas másespeciales del mundo. Nunca nadie me habíahecho el regalo de su compañía de un modo tandesinteresado. Y es verdad que para mí, elcumpleaños es una fecha importante, pero nopensaba decirlo en alto para no obligarmoralmente a nadie a dedicarme el día. Y más unsábado, con todas las cosas geniales que la gentepuede hacer un sábado.

―No sé qué decir, chicas ―confieso con laslágrimas ya queriendo aparecer en escena,mientras el camarero deja delante de cada una denosotras un precioso cóctel color ámbar―.Gracias.

―Pues si no sabes qué decir, vamos a brindar―exclama Miriam levantando su cóctel― ¡PorMartina!

Page 240: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Brindamos las cinco divertidas, chocando concuidado nuestras copas y llevándonos a los labiosel líquido dorado que quema al bajar por lagarganta. ¡Dios, sí que está fuerte!

Todas dejamos la copa al lado y nos miramosunas a otras antes de romper a reír. No sé cuántosde estos podría aguantar mi cuerpo antes de caerredonda, pero hoy me siento intrépida. Así queacabo el primero enseguida y me pido otro.

Empiezo a notar el efecto del alcohol mientraslas chicas comentan las últimas novedades que hancirculado esta semana por la oficina. Yo memantengo al margen, en mi habitual segundo plano,hasta que oigo a Georgie hablar de los rumoressobre mí de hace un par de semanas.

―Al menos ya nadie habla de ello ―dice― yno me extraña, con la cara que trae últimamente elseñor Coleman yo diría que anda de todo menosmetido en un romance clandestino en la oficina.

―Todo es culpa mía ―me oigo decir sin sercapaz de controlarme―, yo le he borrado lasonrisa a Saul.

Page 241: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―¿Qué? ¿Saul? ―oigo decir a Marla― ¿Dequé demonios estás hablando? ¿Y por qué llamaspor su nombre de pila al señor Coleman?

Puedo callar y hacerme la tonta, que es unacosa que siempre funciona y más si estás influidanotablemente por los efectos del alcohol, o puedosoltar por esta boquita todo lo que tengo dentro yque no me hace más que causar sufrimiento ylevantar dolor de cabeza. Por supuesto, loscócteles estos no vienen con un seguro contra lafalta de sensatez y acabo largando todo lo que mehe callado con ellas estas últimas semanas.

―Lo llamo Saul porque se llama Saul y es unapersona encantadora. Es atento y, por alguna razón,he pasado de temer su presencia a echarlo muchode menos ―me miran todas con la cara cubiertapor la sorpresa y sé que ahora no puedo dejarlasasí.

―Dijiste que no había nada entre vosotros―me replica enfadada Rosa.

¿Las he mentido? Sí, supongo que omitir laverdad es como mentir, así que intento explicarme

Page 242: El mundo, contigo (Spanish Edition)

con la boca pastosa y mi cerebro funcionando enpiloto automático.

―No os he mentido. En Chicago no pasó nada.Eso se lo inventó Virginia Olsen porque estabacelosa, pero de verdad que no pasó nada. Pasóaquí, en Nueva York, después del vuelo a casa, meacompañó y me dio un beso de buenas noches,pero fue sólo un gesto al que no quise darleimportancia…

―¿Saul Coleman te besó y no quisiste darleimportancia?―interviene Georgie― Martina, hija,eres una caja de sorpresas.

―No pasó nada más hasta la semana siguiente.Su padre me invitó a cenar porque queríaconocerme…

―Espera, espera… ¿Quería conocerte el señorColeman en persona? ―casi grita Marladejándome completamente sorda por unossegundos.

―Sí, es amigo de mi madre, se conocieronhace años y yo conseguí el empleo a través de ella.

Me miran con una mezcla de sorpresa y

Page 243: El mundo, contigo (Spanish Edition)

incredulidad ¿Ellas también piensan que no puedollegar a nada si no es dependiendo del enchufe queme han regalado mi madre y el señor Coleman?

―No tienes que justificar el modo en el queentraste en la empresa, cariño ―me consuelaMiriam mientras me da un ligero apretón en elbrazo para infundirme ánimo.

La miro con cara de agradecimiento supremo yapuro mi segundo Sidecar para buscar el valor deseguir con la historia. Ahora que he empezado, sela merecen entera.

―No quiero justificarme, pero tampoco mesiento muy orgullosa ―puntualizo―. El señorColeman quería conocerme y no podía negarmedespués de acceder a darme un trabajo. Así quepasé el fin de semana con ellos en los Hamptons…

―Dime que es una broma ―pide Marla con losojos fuera de las órbitas―. Dime que no hasestado en la mansión de los Coleman en losHamptons… ¡Dios mío! ¿Y por qué te hasguardado todo esto para ti? No tienes corazón.

―¿No te lo estarás inventando, verdad,

Page 244: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Martína?―pregunta Rosa con la mirada encendidapor la duda.

¿Qué? ¡Sólo me faltaba que encima que estoyabriéndome a ellas como, seguramente, deberíahaber hecho hace días, ahora me tachen deembustera! Siento que me empieza a invadir miproverbial enfado, y como estoy medio borracha,no sé qué puede salir de todo esto.

―Voy a continuar con la historia y me vais adejar terminar de una vez, si no queréis que mecalle y me lo lleve a la tumba ¿vale?

Todas asienten un poco acobardadas por el tonode sentencia de mi voz y, aprovechando que lastengo expectantes, retomo mi historia y les cuentoel fin de semana en los Hamptons con tanto detallecomo mi discreción me permite (aunque el alcoholnunca NUNCA ayuda a ser discreta).

Veo que la mirada de Georgie se ilumina con suclásica predilección por el romance y empieza adibujar en sus ojos los anhelos que podría vivir através de mí si esta historia no se hubiera torcido.

―Vale, es todo muy bonito, pero ¿qué ha

Page 245: El mundo, contigo (Spanish Edition)

pasado para que ahora él ande como vaca sincencerro? ―pregunta Marla que no puede tener laboca cerrada.

Esta es la parte complicada, ¿cómo hago paracontarles lo que pasa sin entrar en el terreno de lossecretos que no pueden ser contados? No puedohablarles de las ideas que le di a Saul y que hoyson las ideas de la discordia, porque estaríahaciendo algo parecido a lo que hizo el topo… ¿ono?

―Digamos que él cree que no he sido honestacon él.

―¿Sólo lo cree o no has sido honestadirectamente? ―sin duda, Rosa es la que más cañame está metiendo. Habla la activista que llevadentro, sin lugar a dudas.

―Es difícil, chicas y estoy un pelín borracha―intento hacer que me entiendan, pero cada vezme noto más enfadada por la gran impotencia queme invade―. A ver… tengo un blog de viajes queha sido contactado para formar parte de otro selloeditorial, justo cuando el nuestro iba a hacer algo

Page 246: El mundo, contigo (Spanish Edition)

parecido con otros blogs. Parece que hay alguienvendiendo secretos de la compañía y yo,desgraciadamente, estoy en el fuego cruzado porculpa de esa oferta que ha llegado en el peormomento posible.

Las miro una a una y no sé si he conseguidocontar mucho o poco, sin desvelar los grandessecretos de la editorial o desvelándolo todo. Loque sí es cierto es que mi enfado está creciendo yya sólo tengo ganas de gritar. Pero no de gritarles aellas, no. Quiero decirle a él un par de cosas.

Todas permanecen en silencio cuando me hagocon mi teléfono móvil y busco su número. Estátodo un poco borroso y encima no ayuda queMiriam y Rosa estén tratando de arrancarme elteléfono de las manos. Consigo zafarme de ellas ymarco su número. ¡Ja! ¡Lo conseguí!

―Soy Saul J. Coleman Junior y ahora mismono puedo atender tu llamada. Deja un mensaje y encuanto me sea posible, te llamaré.

Podría haber colgado. Debería haber colgado.Pero después del pitido que me da paso para

Page 247: El mundo, contigo (Spanish Edition)

hablar, ya no hay marcha atrás.―Saul, soy Martina. Soy la chica a la que has

conseguido hundir en la miseria y ¿sabes qué?Pues que no me lo merezco. Que he sido unatrabajadora leal, que te he defendido a muerte, quete tenía por un buen amigo y hasta pensaba quequizá podría repetir eso de besarte en la playa.Pero parece que se te ha olvidado, y ya no soy másla chica de Chicago, ni la que te dio unas ideas conlas que estabas entusiasmado. ¡Yo no tengo laculpa de lo que ha pasado! ¿Me oyes? Yo no le hevendido secretos a nadie ni he jugado con lacompañía… yo sólo tengo un humilde blog que leha llamado la atención a un editor de otra empresa.No me puedes castigar por eso, ¡No me lomerezco! ¿Y sabes qué? Que me das igual, tú y tusojos azules, aunque ahora me miren con frialdad, yme da igual tu sonrisa que ahora está muerta, ni tucuerpo ni tus manos enormes, que me da igu…

PiiiiiiiiiiEl pitido marca el final del tiempo permitido

para dejar el mensaje y, tras mirar el teléfono

Page 248: El mundo, contigo (Spanish Edition)

medio alelada, me dispongo a darle a larellamada. Que todavía no he acabado y mequedan muchas cosas por decirle…

Pero mi estado de estupor es bien aprovechadopor Rosa que, no sólo consigue arrancarme elteléfono de las manos, si no que aprovecha paradarme un buen golpe en la cabeza, buscando, sinduda, espabilarme.

―¡Auuuuuuu! ―grito como una poseída―¿Pero qué haces?

―Intentar devolverte un poco de cordura.La miro enfadada y, luego, rompo a llorar como

una niña pequeña. Definitivamente he entrado en lafase de las lágrimas de esta borrachera. Rosa meabraza mientras intenta que me calme.

―Es que todo me sale mal ―llorodesconsolada como si tuviera nueve años― Saulno me habla, no he visto a Marie desde quetomamos café, en el trabajo Claire vigila cadapaso que doy…

―¿Vas a empezar otra vez? ―pregunta Marlamuy seria, con los brazos cruzados bajo su

Page 249: El mundo, contigo (Spanish Edition)

voluminoso pecho― Será mejor que te metamosen un taxi y demos por concluida prematuramentetu aventura con los sidecares. Te has tomados dosy ya han acabado contigo.

No puedo hacer otra cosa que darle la razónentre sollozos. Mi mente nublada sabe que deboirme de allí antes de que acabe cometiendo máslocuras, así que salen conmigo y me paran un taxiantes de abrazarme y quedar para mañana. Yo lasbeso a todas como si fueran mis ángeles de laguarda y les digo lo mucho que las quiero (fase deexaltación de la amistad también alcanzada en estaborrachera). Entro en el taxi y consigo darle midirección al conductor.

En apenas veinte minutos, el coche aparca en laacera junto a mi edificio y salgo a la tarde que yaes casi noche. El viento en la cara durante eltrayecto me ha hecho espabilar un poco y parte dela borrachera se ha ido de mi cabeza. Sé quemañana me dolerá un montón, pero al menos laserenidad está luchando por volver.

Cierro los ojos como si algo me doliera cuando

Page 250: El mundo, contigo (Spanish Edition)

me recuerdo a mí misma apenas un rato atrásllamando a Saul. Eso ya es imposible desolucionar. Creo que debería plantearme estar muyenferma los próximos días para evitar ir a trabajarhasta que a él se le haya podido olvidar elmensaje. ¡Qué vergüenza!

Camino todo lo erguida y derecha que puedopor si me encuentro con alguien conocido. No hedado mucho que hablar en esta casa, siexceptuamos el atraco, y será mejor que la cosacontinúe así.

Pero no tengo mucha suerte esta tarde. Cuandoestoy intentando abrir la puerta de mi casa, que seresiste más de lo habitual, aparece Paul detrás demí.

El hijo de la casera me mira con ojosjuguetones y una sonrisa de oreja a oreja, mientrasoculta sus manos detrás de su espalda. Me recorreun escalofrío de arriba a abajo por lo que estechico pueda proponer ahora mismo. Es tanimpredecible que hasta puede pedirme que baje ajugar a la pelota a la calle con él.

Page 251: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Pero no dice nada, simplemente saca un sobrede su espalda y me lo entrega de forma muyceremoniosa. Y se va. Sin decir ni mu. Sin borraresa sonrisa en sus labios que es bastanteinquietante.

Entro en casa cuando logro recuperarme de lasorpresa y me quito los zapatos. Me siento en elsofá y reprimo mis lágrimas por enésima vez hoy.Me estoy convirtiendo en una sensiblera y eso síque no lo voy a consentir.

Miro el sobre que he dejado sobre la mesa y nosé si me da más miedo o curiosidad. Finalmentereúno el valor suficiente para abrirlo y salir dedudas sobre su contenido:

“Espero que mañana no hayas hecho planes

después de las 9 de la noche. Tengo un regalo decumpleaños para ti. Ponte ropa cómoda y no

esperes volver temprano”. Dejo escapar un gritito de alegría y mi corazón

da un triple salto mortal dentro de mi pecho. La

Page 252: El mundo, contigo (Spanish Edition)

nota la firma Marie y abajo del todo, en la esquina,está apuntado su número de teléfono.

Page 253: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Capítulo 10

Vale, ropa cómoda. Espero que no me lleve ahacer senderismo a las nueve de la noche. Medecido por unos shorts vaqueros con puntillablanca en la parte delantera (cómodo, sí, perotambién sexy y con un toque chic) y una camisetanegra de tirantes (sencillo, pero de nuevo, sexy).Completo el conjunto con unas botas planas decuero negro, y una cazadora vaquera por si acasorefresca, aunque llevamos dos semanas en lo quepodríamos llamar una ola de calor tempranera.

A las nueve en punto suena el timbre de mi casay mis nervios se disparan. No sé qué espero deesta noche, pero desde luego, una invitación comola que me envió ayer Marie, para un plan desábado noche, no puede ser nada inocente.

Me he debatido mucho entre llamarle y anularlo que tuviera pensado o dejarme llevar por lo queese chico me hace sentir desde el encierro en elascensor. Ha ganado la segunda opción, porque

Page 254: El mundo, contigo (Spanish Edition)

aparte de atraerme de una manera más queevidente, soy curiosa por naturaleza y quiero sabercuál es ese regalo de cumpleaños que tiene paramí.

Seguro que no se parece en nada al regalo quelas chicas me han hecho esta tarde durante nuestracomida.

Ha sido una comida genial en una terraza cercadel Flatiron, con muchas risas y muchacomplicidad, a pesar del bochorno con el que hellegado por culpa de mi “indisposición” de ayer.Pero todas se han apiadado de mí, me hanfelicitado con besos y abrazos y me han aseguradoque fue gracioso verme perder los papeles por unavez.

Hemos comido, reído, comentado midesafortunada llamada a Saul y, sí, les he habladode la cita que Marie me ha propuesto para estanoche. Todas me han felicitado, salvo Rosa, quemuy seria, mucho más de lo habitual, me haprevenido y pedido que vaya con cuidado. Hequerido tranquilizarla, pero ni yo misma estoy

Page 255: El mundo, contigo (Spanish Edition)

tranquila, así que he optado por darle las graciasde forma silenciosa por preocuparse por mí, yseguir con la comida como si nada.

Con el postre ha llegado un chessecake gigantecon treinta velas encendidas encima. Casi hay quellamar a los bomberos para evitar la tragedia, peroal final he conseguido acabar con todas y pedir mideseo: No equivocarme.

Marla se ha ausentado un momento y ha entradoen el restaurante a buscar mi regalo. Ha vuelto conla que ha resultado ser la sorpresa más agradableque podía imaginarme: ¡un gatito! Han decididoque sí, que debo empezar a coleccionar mi propiacamada de gatos si soy tan desastrosa en mi vidaamorosa como el mensaje que le dejé a Sauldemostró, o eso es lo que me han dicho entreburlas y risas.

Es precioso. Pequeñito y suave, con el peloblanco y gris oscuro, y los ojos también grises,pero del color del cielo cuando hay tormenta. Essúper cariñoso y enseguida me he enamorado deél. Bueno, de ella, que ha resultado ser chica.

Page 256: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―¿Cómo la vas a llamar? ―me pregunta Marlaimpaciente, dando saltitos y palmas de la emociónque le da que me haya gustado tanto el gatito.

―Hummmmm… ¡Buffy! ―exclamo tras unsegundo de vacilación― Cuando era adolescentesiempre quise tener una mascota, pero no parabamucho tiempo en el mismo lugar. Pero una cosa eraconstante, estuviera donde estuviera, en casa conmi padre o por el mundo, con mi madre, siemprepodía encontrar en las teles de todos los sitios porlos que pasaba a Buffy la Cazavampiros. Me dabauna especie de seguridad seguirla… y como estapequeñaja me va a defender del mundo y de lasoledad, además de ayudarme a convertirme en unbicho raro, pues no se me ocurre mejor nombrepara ella.

Todas se ha quedado satisfechas con laexplicación y hemos seguido nuestra celebraciónimprovisada hasta bien entrada la tarde, cuando lacercanía de la noche y los planes y compromisosadquiridos, nos han obligado a separarnos.

Al llegar a casa, he visto un sobre en el buzón y

Page 257: El mundo, contigo (Spanish Edition)

enseguida he pensado en mi madre.Si mi madre está bien y a salvo, da igual en qué

rincón del planeta se encuentre, sé que va aponerse en contacto conmigo hoy. Me he acercadocon miedo al buzón, como evitando acelerar elmomento de romper esa burbuja donde heinstalado mi esperanza, y he abierto despacio lapuertecilla.

Había un sobre. Blanco, pequeño y con ladirección escrita en color violeta. Es la letra de mimadre… ¡Es la letra de mi madre! He queridogritar cuando he comprendido que sí, que es ellarealmente quien está detrás de esas palabras queme han llegado al buzón en un día tan importante.Sabía que no era posible que se olvidara o que lodejara pasar.

He abierto el sobre ahí mismo, incapaz deesperar más para saber algo de ella, y he roto allorar al leer lo que tenía que decirme:

Hija…Sé que estas últimas semanas no he estado ahí

Page 258: El mundo, contigo (Spanish Edition)

para ti. Para nadie en realidad. No me encuentromuy bien (no te alarmes, es un padecimientomeramente anímico) y he decidido retirarme ameditar para encontrarme a mí misma. Creo quedebo reconsiderar muchas cosas, empezando poresta forma de vida nómada, que tantas alegríasme ha dado.

No soy la misma. Siento que ya no tengo lasganas ni la vitalidad de seguir con este ritmo, yla vida me está empezando a enseñar, quizádemasiado tarde, que hubo muchas cosas que nosupe apreciar.

Ahora estoy tratando de saber qué quiero. Y yacasi lo tengo claro. Cuando lo sepa con todaseguridad, iré a por ello y no lo dejaré escapar.

Mientras tanto, tú disfruta de Nueva York y deesa etapa tan bonita. Cumples treinta años yentras en la mejor edad de tu vida. Si quieresplantarte, si deseas parar y contemplar lo que tequeda de vida desde ese único escenario, hazlo.No eres como yo… no tienes que seguir buscandoalgo que, quizá, ya has encontrado.

Page 259: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Te quiero, hija. Te quiero y te echo de menos.Muy pronto nos veremos. Mientras tanto, sé feliz.Prométemelo.

Te quiero.A. Las lágrimas que caían por mis mejillas me

iban impidiendo ver por dónde pisaba, mientrasintentaba subir por las escaleras cargando con lacaja donde iba metida Buffy sin caerme.

Ahora, mientras bajo esas escaleras de nuevopara encontrarme con un chico que me hace sentirtan especial, pienso en ella. En mi madre y en elregalo de su presencia en la distancia, y no puedoevitar dibujar una sonrisa que me llena de paz yamor.

Cuando llego a la calle lo veo esperándomeapoyado en una moto enorme. Se incorpora y seacerca a mí, entregándome el casco que tiene en lamano.

―Veo que me has hecho caso en lo de la ropacómoda. Temía que te hubieras puesto un vestido

Page 260: El mundo, contigo (Spanish Edition)

de gala y tuvieras que montarte en la moto comolas amazonas en las películas de época ―dice portodo saludo.

―¿A dónde piensas llevarme? ―preguntorecelosa mientras examino el casco -negro,discreto, liviano- que descansa entre mis manos.

―Es una sorpresa ―sonríe y se dirige hacia sumoto, invitándome a subirme detrás de él.

Coge otro casco, idéntico al mío, que estáapoyado en el manillar y se coloca en la moto,esperando a que yo haga lo mismo. Pero es quenecesito que alguien pulse la tecla de play paravolver a poner en marcha esta escena de tananonadada como estoy. Él me mira impaciente yyo, resignada, me pongo el casco y me subo a lamoto con él.

―Por cierto, Feliz Cumpleaños ―me susurrajusto antes de poner la moto en marcha e irnos deallí a un destino incierto.

Recorremos la ciudad hacia el este. Primeropor Houston Street y luego por Bowery. Pareceque nos dirigimos al Puente de Manhattan, uno de

Page 261: El mundo, contigo (Spanish Edition)

mis puntos favoritos de la ciudad, con vistasprivilegiadas sobre su hermano, el Puente deBrooklyn. La noche acaba de caer y todo estáiluminado con esas luces que hacen tan populartodas las estampas nocturnas que se toman de laciudad desde el East River.

Nueva York de noche es un espectáculobellísimo y excesivo, marcado por el skyline queescogen las luces y las sombras para remarcar laciudad contra el cielo oscuro.

Atravesamos el puente y llegamos a Brooklyn.No he estado muchas veces aquí, pero siempre mehe sentido a gusto. Creo que si vivierapermanentemente en Nueva York, escogeríaBrooklyn como mi lugar de residencia. Me gustasu ambiente, su frescura, su calma y la manera dereinventarse tan auténtica que ha tenido.

Cuando llegamos a la otra parte del puente,Marie dirige su moto a los muelles, a la zonaconocida como DUMBO, donde se tienen lasmejores vistas entre los puentes. Se para en elMain Street Park y me ayuda a bajar de la moto.

Page 262: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Es un lugar increíble. Había estado una vez, undomingo que salí a pasear y atravesé el Puente deBrooklyn en busca de esas vistas de postal. Peronunca he estado aquí de noche y lo que contemplanmis ojos en estos momentos no puede gustarmemás.

Hay unos bancos dispuestos hacia el Puente deBrooklyn, dándole la espalda al de Manhattan. Ydelante, una escalinata de piedra, ancha y enorme,que está llena de parejas y de turistas, en busca dela foto que llevarán de regreso a sus casas. Yfrente a nosotros, en los muelles del otro lado deuna pequeña bahía que se mete en tierra cerca denosotros, el famoso carrusel de Jane, que davueltas y vueltas con sus luces antiguasencendidas.

Marie y yo nos sentamos entre el resto deparejas y observamos en silencio la grandiosidadde Manhattan. Sus altos edificios, su solemnidadde piedra y metal. Y me siento pequeñita y feliz,porque eso es lo que esas vistas te hacen sentirirremediablemente.

Page 263: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Marie me mira y me sonríe. Y yo le sonrío a ély le digo gracias por señas, sin articular palabra,por este regalo, por este escenario de películapara darles la bienvenida a mis treinta años.

―Has acertado de pleno con el regalo ―ledigo tras un largo silencio.

―¿Quién ha dicho que esto sea mi regalo?―pregunta con una falsa inocencia pintada en susojos, que brillan de una manera intensa y preciosa.

Nos quedamos mirándonos un tiempodemasiado largo y por mi columna vertebral mesuben escalofríos de miedo y de ganas. Megustaría tocar su cara risueña, besar sus labiossiempre curvados en una sonrisa, volver a oler sucuello como en nuestra anterior despedida. Yvuelvo a contenerme con él, porque es sólo miamigo. Aunque tontee conmigo, aunque me traiga asitios mágicos, aunque me vuelva loca. Sólo es miamigo porque, a mes y medio de su boda, estáclaro que no puede ser nada más.

Se pone en pie y me ofrece su mano. Elcontacto hace que surjan chispas invisibles,

Page 264: El mundo, contigo (Spanish Edition)

pequeñitas y llenas de una electricidad cargada devatios. No sé si ha sido buena idea acceder a esto,me siento demasiado vulnerable y sé que podríapasar cualquier cosa sin que mi racionalidadintentara siquiera intervenir.

Me da el casco otra vez y montamos en la motorumbo al interior de Brooklyn. Tras cinco minutoscallejeando, nos paramos delante de una típicataberna de barrio, de la que salen risas y muchoambiente. Entramos y me sorprende un estallido degritos y colores. Esto es una auténtica locura, perome encanta.

Hay gente de todas las edades sentados a unasmesas al fondo, pasando la barra. Todos llevancamisetas de colores llamativos y se nota que elalcohol, las ganas de divertirse y la camaradería,son los protagonistas allí.

Nos dirigimos directamente a una de las mesas,donde cuatro hombres, vestidos todos de naranja,se levantan al vernos llegar.

―Chicos, esta es Martina ―me presenta― elarma secreta de la que os hablé.

Page 265: El mundo, contigo (Spanish Edition)

¿Qué? ¿De qué va todo eso? ¿Soy un armasecreta? ¿No me habrá metido en algún rollo raro,un juego de rol o algo así? Mi cara ahora mismodebe de ser todo un poema, y no sé si tomarasiento o salir corriendo.

Aún estoy decidiendo qué opción escoger,cuando el más alto del grupo, un chico risueño,con gafas y muy poco pelo, me tiende una camisetanaranja igual que la que ellos llevan, y le da otra aMarie, que se la pone mientras me presenta a loschicos.

―Martina, estos son Victor, Marcus, Fred yRonnie, el equipo a batir esta noche.

―El equipo ¿de qué? ¿Qué es todo esto,Marie? ―le digo en bajito, procurando que losdemás no se enteren de lo perdida que meencuentro ahora mismo.

―Somos los actuales campeones del barrio deTrivial Pursuit. Te lo dije en el ascensor. Y túdijiste que podrías con todos tú sola, que eresbuenísima. Palabras textuales. Pues bueno, notienes que ganarnos, tranquila, sólo ayudarnos a

Page 266: El mundo, contigo (Spanish Edition)

ganar ―y se queda tan satisfecho con su sonrisablanca e inocente pintada en los labios.

Recuerdo exactamente el momento en el quemantuvimos esa conversación durante nuestroencierro en el ascensor y se me contagia su buenhumor inmediatamente. Estallamos ambos en unascarcajadas que sus amigos creo que no alcanzan aentender.

―Te cuento rápidamente, aunque lo irás viendosobre la marcha ―trata de explicarme Marie―.Victor es bueno es Geografía. A Ronnie le va elArte y la Historia. Fred es nuestro hombre de losDeportes. Yo me quedo con las Ciencias yMarcus… bueno, Marcus es bueno en todo. Túpuedes cubrir sus lagunas en Espectáculos yLiteratura ¿te parece?

Asiento divertida mientras me pongo lacamiseta naranja y Victor, el alto, nos cede su sitiopara que podamos sentarnos al lado. Vayacamisetas, naranjas chillonas, imposible huir conesto puesto. En la espalda pone nuestro nombre yla forma en la que han decidido llamar al grupo:

Page 267: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Brooklyn Peaches. Incomprensible.―¿Melocotones de Brooklyn? ¿En serio?

¿Quién eligió este desafortunado nombre?―pregunto muy seria mirándoles a los cinco unopor uno.

―Culpable ―dice el que me han presentadocomo Ronnie, un hombre de mediana estatura yojos vivaces remarcados por las cejas másespesas que he visto en mi vida.

―No le tortures, que bastante le hemos dadonosotros ya con el tema ―intercede Marie―. Fuea estamparlas y como no habíamos escogidonombre, pensó lo primero que se le vino a lacabeza.

―Los melocotones son naranjas ―intentajustificarse Ronnie encogiéndose de hombros ycausando las risas de todos nosotros.

―No os metáis más con el nombre, que nos hadado dos victorias consecutivas y puede que hoyrevalidemos título ―tercia Victor, aunque esimposible que se apaguen nuestras risas.

De inmediato, esta pandilla de hombres que

Page 268: El mundo, contigo (Spanish Edition)

juega a Trivial un sábado por la noche, me gusta.Son agradables desde el primer vistazo. Victor esatento y servicial y nos trae algo para beber;Ronnie es inocente y jovial y deja que los demásse rían de sus ocurrencias, sabiendo que no lohacen con maldad. Fred es el más mayor, rondarálos cincuenta y cinco años, y es el más calmado delos cinco. Marcus está gordito y la camiseta leaprieta mucho, pero su rostro enrojecido y su peloaplastado, le dan un aspecto entrañable que haceque quieras achucharlo al momento. Es, además, elcerebrito del grupo, el de sobresalientes, elsabelotodo… es la verdadera arma (no tansecreta) de los Brooklyn Peaches.

Está previsto que la partida empiece a las diezy media, así que nos da tiempo justo a pedirnosunas hamburguesas y cenar a todo correr. Estándeliciosas, con su pan tostado, su carne en el puntojusto y unas salsas muy sabrosas que le dan untoque francamente especial.

No sé ni cómo me atrevo a comer una comidaque puede perjudicar inmediatamente mi imagen

Page 269: El mundo, contigo (Spanish Edition)

pública, después de lo que me pasó en Chicagocon el perrito de Kevin Hickey. Pero siento queaquí nadie está para juzgarme, y pasoolímpicamente de lo que esa hamburguesa puedahacerle a mi reputación.

Nos las acabamos justo cuando bajan las lucestenuemente y una mujer de unos 45 años y entradaen kilos, sube al pequeño escenario que se ve alfondo y coge un micrófono que le tienden.

―¡Bienvenidos a la final de Trivial Total deBrooklyn! ―grita y hace que todos a mi alrededorcomiencen a silbar y aporrear las mesas comocavernícolas.

Detrás de ella se ha encendido una pantalla detela donde se proyecta un panel gigante de Trivial.Los chicos me explican que cada categoríaconquistada vale dos puntos, y completar el juegocentral, una vez conquistadas las seis categorías,diez más.

―¿Estáis preparados para preguntas realmentecomplicadas, mucha emoción y un trofeo que es elorgullo de todo Nueva York?

Page 270: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! ―corea todo elmundo en el local.

―Pues vamos a empezar, los diez equipostirarán el dado por orden de puntuación obtenidaen la liguilla anual, así que empiezan losFishermen.

Veo que los primeros en jugar son los delequipo morado -los diez equipos los conformanlos colores blanco, negro, amarillo, rojo, azul,verde, rosa y turquesa, además de los morados ynosotros, los naranjas- y noto que mis compañerosde equipo miran con suspicacia hacia el lugardonde se inicia el juego.

―Creía que erais los mejores y que veníais arevalidad el título ―digo con sorna mirando aMarie.

―Y es verdad. El título nos lo vamos a llevar,aunque esos tíos de ahí nos van ganando ahoramismo por tres miserables puntos― se lamenta él.

―La verdad es que es más interesante así. Latemporada pasada no tuvimos rivales dignos, peroeste año los Fishermen están haciendo interesante

Page 271: El mundo, contigo (Spanish Edition)

la competición ―interviene Fred con una miradallena de ganas de ganar, pese a que hasta ahorasólo había demostrado candor e inocencia.

Me echo a reír porque, de repente, la cosa se hapuesto emocionante. Es evidente el pique que hayentre morados y naranjas, y eso va a hacer que lapartida sea intensa. ¡Estoy deseando que empiece!

Comienzan los morados y aciertan trespreguntas seguidas, ninguna con opción a puntos.Nosotros somos los siguientes y nos toca azul. Esuna casilla simple, así que tampoco puntúa.Geografía. Victor es nuestro hombre en estacategoría.

―¿Dónde se encuentra el delta del Okavango?¡Dios! Sí que se han tomado en serio la

dificultad de las preguntas en esta final de barrio.¡Eso no lo sabe nadie! Nos tocará esperar a lasiguiente ronda, diez equipos después.

―En Bostwana, África ―responde Victor conmucha seguridad, dejándome muda.

Lo miro como si fuera un extraterrestre y él seencoje de hombros.

Page 272: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―Es Patrimonio de la Humanidad, tampoco estan difícil.

Vale. Estoy rodeada de auténticos profesionalesdel Trivial Pursuit. Al lado de estos figuras yopareceré una estudiante de preescolar. Empiezo arezar a todos los dioses a los que alguna vez les heprometido mis creencias y mi fe para que lacategoría de Espectáculos nos toque lo menosposible.

―¡Espectáculos! ―bien, me siento ninguneadapor los dioses― ¿Cuántos años después del debut de Mickey Mouse se presentó a Minnie Mouse?

Mierda. No me la sé. Es difícil. Los chicos memiran con la cara esperanzada, como si yo fuera laWikipedia o un diccionario enciclopédicoLarousse. Pero no, no soy más que una chicanormal sin esos conocimientos en la cabeza. Yo deDisney conozco sus películas, no la cronologíaexacta de creación de sus personajes.

Les devuelvo la mirada compungida, sobre todoa Marcus que, al ser considerado el arma secreta,quizá se lo sepa y así nadie recuerde que yo no

Page 273: El mundo, contigo (Spanish Edition)

tenía ni pajolera idea. Pero él también está enblanco, sin nada que aportar, y finalmenteclaudicamos.

―La respuesta correcta es: Ninguno. Los dosdebutaron el mismo día, el 15 de mayo de 1928.

Perdemos nuestro turno y yo agacho la cabezaintentando pasar desapercibida.

―Era difícil ―intenta disculparme Marie. Quémono… la verdad es que es adorable lo mires pordonde lo mires.

Para evitar sentirme mal y que ellos seencuentren en la obligación de disculpar miignorancia, me presto voluntaria para ir a por otraronda de cervezas. No debería beber muchodespués del espectáculo de ayer, pero la cervezano suele sentarme mal. Soy una gran bebedora decerveza y me digo a mí misma que puedo aguantar.Aunque, siendo sincera conmigo misma, lo mejorsería que moderara todo uso de alcohol encompañía de un hombre que me hace sentir comolo hace Marie y con el teléfono móvil a un sólotoque de distancia, y con ello, la posibilidad de

Page 274: El mundo, contigo (Spanish Edition)

cagarla aún más con Saul.A medida que avanza la noche, todo se vuelve

más divertido y comienzo a sentirme realmente agusto. No logro contestar a todas las preguntas queme asignan, pero en las de Literatura no fallo, loque me hace sentirme más integrada y eufórica.

Contesto correctamente cuando me preguntanquién fue el Primer Premio Nobel de Literatura -Sully Prudhomme en 1901-, cuántos cantoscomponen el poema Don Juan de Lord Byron -diecisiete- y cuál fue la primera novela de Miguelde Cervantes -La Galatea.

Tras casi dos horas de juego, hemos acumuladoya diez puntos y sólo nos falta la categoría deDeportes, tenemos los nervios a flor de piel.Estamos empatados con nuestros máximos rivales,los Fishermen, a los que les falta por conquistar lacategoría de Ciencia.

En la siguiente ronda, ellos aciertan lacategoría que les falta y toman la delantera, perofallan en una pregunta sin puntos, cuando sedirigen a la casilla central a por la ronda completa

Page 275: El mundo, contigo (Spanish Edition)

y los diez últimos puntos. Ahora no podemosfallar.

Perseguimos con ahínco la categoría que nosfalta y logramos caer en Deportes. Estamos con losnervios al máximo. Todos miramos a Fred y élparece sentirse confiado. Creo que nunca, en todami vida, he estado más tensa que en este momento.Marie me mira con algo parecido a la ansiedad ensus ojos y creo que los míos le devuelven elmismo sentimiento. No hay nada en este momentomás que la concentración de Fred y la ayudapuntual que pueda llegar de Marcus.

―En toda la historia del deporte profesionalnorteamericano ¿qué equipo cuenta con el mayorrécord de victorias consecutivas?

Se hace el silencio y en nuestra mesa se puedecortar la tensión con un cuchillo. Parece que todosucede a cámara lenta y mis ojos van de miscompañeros, a la mesa de nuestros rivales, dondeestán cuchicheando en busca de la posiblerespuesta entre ellos, o haciendo apuestas sobre sinosotros la contestaremos correctamente, vete tú a

Page 276: El mundo, contigo (Spanish Edition)

saber.Fred duda entre los equipos de fútbol

americano New York Giants y de baloncesto LosAngeles Lakers. Es Marcus quien cree tener eldato exacto. Y pide permiso para ser el quien dé larespuesta bajo su cuenta y riesgo. Todos confiamosen él, incluso Fred, que le da un pequeño apretónen el hombro como muestra de apoyo.

―Los Angeles Lakers, ganaron 33 partidosconsecutivos entre noviembre del 71 y enero del72.

El silencio se hace en todo el local. Laprecisión de la respuesta nos hace teneresperanzas, pero la pregunta se las trae y nopodemos dar nada por seguro. La conductora deljuego se hace de rogar y vemos a los morados, másnerviosos si cabe que nosotros, mirando conansiedad hacia ella.

―¡Es correcto! ¡Los Brooklyn Peaches hanconseguido su sexta categoría y juegan ahora porllegar al círculo central y ganar el juego!

Saltamos de alegría y felicitamos a Marcus por

Page 277: El mundo, contigo (Spanish Edition)

su respuesta. Sí señor, ahí está la utilidad de lasarmas secretas cuando se las necesita, justo en esemomento en el que hay que jugárselo a todo o nadaen una sola respuesta.

Con los nervios en el cuerpo y la mayor cauteladel mundo, vamos dando cuenta de las trespreguntas que nos hacen -Ciencias, Historia yGeografía- hasta alcanzar, sin fallar, el círculocentral.

Ha llegado el momento crucial de la noche. Loschicos están listos para enfrentarse a esas seispreguntas finales y demostrar a todos que, si hanflaqueado en algún momento durante la liguilla delos meses anteriores, era sólo para dar emoción aesa gran final que, hasta yo estoy viviendo como sila vida me fuera en ello. Es emocionantísimo, ysólo deseo que estos chicos se lleven el trofeo acasa por tercer año consecutivo.

―Os haremos, a continuación, seis preguntas,una por categoría y sólo se admitirá el pleno parapoder conseguir los diez puntos y acabar el juego.Si falláis, deberéis logar llegar, de nuevo, a esta

Page 278: El mundo, contigo (Spanish Edition)

casilla central para poder volver a intentarlo.No se oye ni una mosca en todo el bar. La

conductora del juego es consciente de que estamosen el momento culminante de la noche, cuando losvigentes campeones pueden revalidar su título oponerle en bandeja la posibilidad de arrebatárseloa su máximo rival.

Me bebo lo que me queda de cerveza de mijarra y me dispongo a escuchar las preguntas y aayudar a mis compañeros, si es que tengo laoportunidad.

―Primer pregunta. Geografía. ¿En qué regiónitaliana podemos visitar la ciudad de Mantua?

Victor cree que es el Veneto, porque es laciudad a la que huye Romeo tras matar a Tebaldodesde Verona, y Verona pertenece al Veneto. PeroMarcus, de nuevo nuestros salvador Marcus,discrepa y le damos la palabra.

―Lombardía.―¡Correcto!¡Fantástico! Este chico está salvando la noche,

qué portento. Veo cómo los Fishermen se

Page 279: El mundo, contigo (Spanish Edition)

retuercen nerviosos en sus sillas. No es paramenos. Vamos a por la siguiente que es micategoría.

―Espectáculos. ¿Qué grupo musical europeotuvo que cambiar su nombre de masculino afemenino para publicar su trabajo en EstadosUnidos por culpa de un registro previo delnombre?

¡Dios mío! ¡Esta me la sé! En mi época deIslandia era uno de los grupos más seguidos yescuchados y todos comentaban esa curiosaanécdota que sólo les afectó en su primer álbum.

―Es el grupo finlandés HIM, que tuvo quepublicar aquí con el nombre de HER su álbumRazorblade Romance.

―¡Correcto!¡Sí! Ya nos hemos quitado dos de encima, y muy

difíciles las dos. Me siento genial por habercontribuido en la ronda final con esta respuestaque, para mí, ha sido tan sencilla. Marie me sonríede forma enigmática, seguro que pensando en queal menos por esto, ha merecido la pena traerme.

Page 280: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―Arte e Historia. ¿Qué museo francés seencuentra situado en la orilla izquierda del Sena?

―Esa es fácil ―asegura Ronnie convencido y,dirigiéndose a la conductora del juego, grita― ElMuseo de Orsey.

―¡Correcto!¡Venga que ya tenemos la mitad del camino

recorrido! Chocamos las manos unos con otros yfelicitamos a Ronnie, que le quita importancia alasunto. Los morados se están poniendo poco apoco de ese color. Debe de ser desesperanzadorestar tan cerca de arrebatarle la victoria a loscampeones y ver que, poco a poco, se teescapan… aunque aún no hemos ganado, novendamos la piel del oso antes de cazarlo.

―Literatura ―otra para mí― ¿Quién fue elilustrador con el que contó Lewis Carroll paradibujar a sus personajes de Alicia en el País delas Maravillas?

Buffff, voy a fallar una pregunta de literatura,justo cuando más falta nos hace una respuestacorrecta. Si fallo, nos despedimos de las tres

Page 281: El mundo, contigo (Spanish Edition)

respuestas que ya tenemos y nos enfrentamos a laposibilidad de perder delante de los morados.

―John Tenniel ―exclama en alto Victor, sinque ninguno de nosotros sospechara que una cosaasí pudiera saberla el experto en Geografía delgrupo.

―¡Correcto! ―grita la conductora y los seisexhalamos con alivio todo el aire contenido. Estova a acabar conmigo.

―Las ilustraciones de este dibujantealcanzaron hace poco una cifra astronómica en unasubasta. Y se me quedó el dato. Nada más ―seexplica Victor.

Creo que hablo por todos cuando digo quetenemos ganas de besarlo y achucharlo hastaacabar con el poco pelo que le queda. Nos hasalvado y de qué manera. Quedan dos.

―Deportes. ¿Por qué fue sancionada MartinaHingis en 2007?

―Qué fácil. Dio positivo en cocaína durante suparticipación en Wimbledon ―exclama Fred. Yluego, más bajo, para nosotros― Menuda la

Page 282: El mundo, contigo (Spanish Edition)

pequeña Martina, cómo le daba a la farlopa.―¡Correcto!Nos falta una y está todo en manos de Marie.

No me lo puedo creer, estos chicos son increíblesy yo estoy muriendo por culpa de los nervios. Nosqueda una, nada más que una. Si fallamos ahora,nos sentiremos tan decepcionados que no sé conqué animo jugaríamos la siguiente ronda central.Eso, si los morados nos dieran esa opción, claro.

―Ciencia. ¿Quién formuló el principio quedice que las cargas en un conductor sólo se sitúanen su superficie sin influir en el interior?

No puede ser verdad. No. La casualidad nopuede darse a esta escala. Me niego a creerlo. Heentendido la pregunta y sé la respuesta. Miro aMarie que me está mirando a su vez, fijamente, conuna intensidad increíble, y sé que piensa lo mismoque yo. Que es imposible. Que no pueden habernoshecho esa pregunta.

―Michael Faraday― dice en alto Marie, paraque todos lo oigan. Pero no desvía su mirada. Susojos en los míos, y una sensación de miedo y

Page 283: El mundo, contigo (Spanish Edition)

alegría me recorre toda entera.―¡Correcto!Hemos ganado. Sí, hemos ganado gracias a una

caja de Faraday, una caja como un ascensorcualquiera, como uno en el que nos quedamosencerrados ambos y donde, justamente, hablamosde este principio que dice que a un avión no lepueda afectar un rayo o un ascensor no puede tenercobertura.

Nos seguimos mirando mientras nuestroscompañeros saltan de alegría a nuestro alrededor ylos demás participantes se acercan a felicitarnos.Cuando, finalmente, nos unimos a la celebración,nos abrazamos durante un rato que parece eterno yen el que vuelvo a sentirlo cerca y me dan ganasde retenerlo así para siempre.

La alegría nos embarga y todo el mundo en ellocal está gritando y saludando. La músicaempieza a sonar de fondo y nos acercamos arecoger el trofeo que, de nuevo, se va con losBrooklyn Peaches para descontento de losFishermen.

Page 284: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Alguien trae un par de botellas de champagnepara inmortalizar el momento con un brindis y unafoto. Marie me coge de la mano por un instante yes como si todo el barullo desapareciera y sóloestuviéramos él y yo. Y no sé cuánto tiempohubiera durado esa sensación, si no fuera porqueel mundo, de repente, estalla en mi cabeza.

En mi cabeza no. En mi ojo derecho que,inesperadamente, se ve bombardeado por unproyectil envenenado. Es la primera botella dechampagne que Marcus abre en su vida y como tal,le tengo que perdonar que haya atentado contra miojo, el cual no sé muy bien si sigue formando partede mí.

El golpe, que en un principio me sorprende yque no consigo comprender del todo, finalmenteme afecta con toda la fuerza con la que me haimpactado y caigo redonda al suelo.

Page 285: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Capítulo 11

―Es Marcus otra vez ―me dice Marie a travésde la cortina del box donde me ha dejado tumbadala enfermera que me ha atendido desde quellegamos al pequeño hospital donde nosencontramos, hace ya una hora y media― Mepregunta si hay daños graves.

He llegado semiinconsciente y no recuerdomucho más allá de la celebración por la victoria,la mano de Marie dentro de la mía y un dolorinsoportable en mi ojo derecho.

Al entrar en el hospital, me han atendidoinmediatamente y me han realizado algunaspruebas, todo muy profesional y rápido. Ahoraestamos esperando a que algún médico venga ahablar con nosotros y nos digan lo que han visto enlas pruebas.

Una enfermera me ha tapado el ojo y me haadministrado un calmante porque la zonaaccidentada me estaba matando de dolor.

Page 286: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Reconozco que un ligero miedo se ha instalado enmi interior ante la posibilidad de que sea algorealmente grave.

Marie no se ha separado de mi lado. Me hadicho que, en cuanto me caí al suelo, enseguidallamaron a un taxi y me ha traído volando. Todosquerían venir, pero él les ha parado los pies paraevitar nervios y barullo aquí dentro, así que los hadejado en la taberna y, cada pocos minutos, lescuenta cómo va la cosa, a través de mensajes.

―Dile a Marcus que se tranquilice ―le digopor enésima vez―. Él no ha tenido la culpa, hasido un accidente.

―Ya se lo digo, pero le da igual, se sientefatal.

Ya me imagino, ya. Casi doy gracias de nohaberle hecho yo esto a alguien, porque ahoramismo estaría rogando perdones por activa y porpasiva. Entiendo a Marcus y no quiero culparle, hasido un accidente, como acabo de decirle a Marie.

Él está casi tan nervioso como Marcus, se lonoto en la voz y en que no para de cambiar de

Page 287: El mundo, contigo (Spanish Edition)

posición, inquieto. Ha corrido la cortina paradarme un poco de intimidad, pero me resultaincómodo y le pido que la vuelva a poner comoestaba para poder verle la cara (con mi único ojosano) mientras hablamos y esperamos a losmédicos.

―Gracias por quedarte conmigo.―¿Bromeas? ―dice muy serio― Yo te he

metido en esto. Te saqué de tu casa esta noche y esmi deber devolverte allí. Sana ya no, pero sídejarte a salvo.

Sonrío con dulzura. Es tan atento que casiparece un niño cuidando de su perrito o algo así.Es tierno, cariñoso y se preocupa un montón porlos demás. No hago más que sumar cosas a la listade todo lo que tiene que me gusta. A este paso, mevoy a volver loca de desesperación por tenerlo tancerca y ser tan inalcanzable al mismo tiempo.

―Me ha encantado la partida de Trivial y tusamigos. Ha sido genial.

―Salvo el fin de fiesta, ¿no? Vaya manera dearruinar un momento perfecto.

Page 288: El mundo, contigo (Spanish Edition)

¿Se refiere a la victoria en el juego o a nuestrasmanos unidas y el cosquilleo que sentíamos porese roce justo cuando el corcho de la botella medio? Es imposible descifrar qué hay detrás de susojos, que están un poco tristes y un poco ansiosos.

En ese momento, se acerca un médico muy serioy se presenta como el doctor Meyer.

―Tengo buenas noticias, señorita Friedmann―he dado el apellido de mi madre para que Marieno me relacione con mi padre―. El nervio ópticoestá ligeramente inflamado, pero no presentadaños mayores. Le vamos a dejar ese ojo tapadopor espacio de diez días, en los que seadministrará cinco gotas cada noche de unasolución que le voy a recetar. Pasado este tiempo,deberá volver para una revisión y calibrar elalcance real, que como le digo, no creemos quesea de consideración. Le ruego, no obstante, queno haga esfuerzos porque el golpe le ha causadouna pequeña conmoción, y requiere descanso.

―¿Significa eso que debo quedarme en casa?¿No ir a trabajar? ―pregunto con un nudo en la

Page 289: El mundo, contigo (Spanish Edition)

garganta. Es una buena ocasión para mantenermealejada de Saul y su actual mal humor y, sobretodo, de los efectos de esa llamada de teléfonoabsurda de ayer. Una llamada que, por cierto, noha provocado una devolución por su parte. Mejorasí, creo.

―Le recomiendo reposo. Durante diez días almenos. Después de volver a verla, calibraremosde nuevo la situación y seguramente podrá volvera su vida normal ―dice tendiéndome la hoja conla prescripción del líquido cuyas gotas habré deadministrarme todas las noches, y los parches parataparme el ojo―. Y no se preocupe, la lesión tal ycomo está ahora, remitirá.

Le doy las gracias y me levanto de la cama.Gracias a dios, me han hecho todas las pruebas ylos reconocimientos sin ponerme batas ni pijamasde hospital, y sólo debo calzarme. Aunque allevantarme sufro un pequeño mareo, no me sientoparticularmente mal.

Marie me ayuda a ponerme las botas y, luego, aponerme en pie. Salimos poco a poco hasta la

Page 290: El mundo, contigo (Spanish Edition)

salida, donde tomamos un taxi entre algunos queesperan en la puerta.

―Al 87 de Bleecker Street, por favor ―le pideMarie al conductor.

Nos ponemos en marcha y a mí me da pena quela noche se acabe. No entraba en mis planes salir adivertirme y pasar por el hospital antes de irme acasa, pero tampoco estoy para continuar la juerga,obviamente.

De pronto, en el silencio de los primerosmomentos en el taxi, me doy cuenta de una cosa.

―Disculpe ―contradigo la primera instrucciónque le hemos dado al taxista― ¿Podría dar unrodeo y pasar antes por el 42 de Mercer Street?

Marie me mira esperando una explicación queno quiero darle. Y es que en ese sitio al quevamos, en el SoHo, hay una cafetería que meencanta y que cierran tardísimo. Quiero comprarun poco de su maravillosa tarta de zanahoria parallevar y darle una pequeña sorpresa a Marie ycompensar así el mal trago de la última hora en elhospital.

Page 291: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―Bueno, ya es día 16, así que ¡Felizcumpleaños!. Ahora te toca a ti la celebración…aunque si te soy sincera, sólo te he preparado esto―digo tendiéndole la tarjeta del restaurante de mipadre.

Se queda confundido al verlo y no acierta acomprender el significado.

―En el ascensor dijiste que, si no podías ir aaprender cocina a algunos sitios, al menos tegustaría comer en ellos. Sé que está lejísimos,pero si algún día vas al País Vasco, busca estesitio y di que vas de mi parte. Aunque no hay mesadisponible en meses, sé que te sentarán y teatenderán muy bien.

Mira la tarjeta anonadado. No sé si le hagustado o considera que este es el regalo más cutredel mundo. Si al menos tuviera en sus planescruzar el Atlántico, podría ser un regalo útil ycoherente, pero si se va a quedar en Nueva Yorktoda su vida… ¿de qué le puede servir una tarjetacomo esa a canjear en mi nombre por una comidaen el restaurante de mi padre? Al pensar en qué

Page 292: El mundo, contigo (Spanish Edition)

podría gustarle, no me paré a pensar mucho en queen realidad, hay bastante distancia entre NuevaYork y Bilbao.

―Siento si no es gran cosa…―¿Bromeas? ¿En serio me dices que puedo ir

DE TU PARTE a Napoleón Etxea y que me daránmesa sin reserva? ¡Pero si tiene tres estrellasMichelin! ¡Y lo lleva nada más y nada menos queAndoni Egia! Es un maestro, me encanta su manerade entender la gastronomía, cómo cuida la materiaprima, cómo se esmera con los detalles…

Vaya, un fan de mi padre. Ahora ya no puedodecirle lo que me une a él o quedaré fatal por nohaber sido sincera antes.

―Tengo mucha ilusión por ir a Europa, si no esa aprender, al menos a conocer algo de allí. Es unviaje que sé que acabaré haciendo y para el quellevo ahorrando años. Y cuando vaya, ten porseguro que aprovecharé tu regalo. ¡Mil gracias!―exclama dándome un sonoro beso en la mejilla,justo junto a la comisura de la boca.

Está tan contento y su cara ha adquirido un tono

Page 293: El mundo, contigo (Spanish Edition)

sonrosado tan bonito, que me quedo embobadamirándolo. Me quedaría así siglos, de hecho.Viéndole sonreír y disfrutar como si fuera un niñopequeño que consigue por fin un juguetelargamente deseado.

―¿De verdad que sólo diciendo que voy de tuparte me recibirán? ―pregunta sacándome de miembobamiento.

―Sí… ―comienzo, aunque me cuesta inventaralgo verosímil― ya sabes que he dado muchostumbos por el mundo. Pasé allí una buenatemporada fregando cacharros en su cocina y mirelación con el chef es inmejorable. Me llama hija.

Sé que le cuesta creerse su buena suerte y yo noquiero mentirle, así que, técnicamente no he dichomentiras. He fregado mucho en la cocina de mipadre y por supuesto, me llama hija.

―Ya que sacas el tema de tus viajes… heechado un vistazo a tu blog.

Lo dice muy serio. Y se calla. No sale ni unasola palabra más de su boca y dirige su mirada através de su ventanilla, como desentendiéndose del

Page 294: El mundo, contigo (Spanish Edition)

mundo.―¡Venga ya! ―le doy un pequeño empujón―

No me dejes así. Di algo.―Pues verás… ―comienza en plan

dubitativo― ¡Me ha encantado! Escribes muybien, tienes gancho, enseguida arrastras contigo encada uno de tus post y las anécdotas son fabulosas.Se nota que has vivido las ciudades, no las hasrecorrido simplemente, y eso se agradece porquete las hace comprender de otra manera más alládel simple destino turístico. Aunque tengo unpero…

―Tú dirás…―No hablas de lo que más me podría interesar

(y a mucha otra gente) ―hace una teatral pausa―¡La comida! No das una visión personal de lacomida, de la cocina de los sitios de los quehablas y yo necesito saber si, culinariamente, tusdestinos me pueden interesar o son prescindibles.Si incluyeras eso, sí que me darían ganas dedecirte, “El mundo, contigo. Nena”.

Me guiña un ojo y se echa a reír. Yo esbozo una

Page 295: El mundo, contigo (Spanish Edition)

leve sonrisa que no logra disimular el vuelco alcorazón que me ha dado al oírle decir el título demi blog como si fuera toda una declaración deamor. Y sé que es una broma, pero en mi interiortengo tantas ganas de que esas palabras puedan serciertas, que creo que debo cortar por lo sano estosi no quiero hacerme verdadero daño, comovaticinó Rosa esta misma tarde durante la comidacon las chicas.

Llegamos a la cafetería y les digo que meesperen un momento. Pido para llevar dos racionesgenerosas de tarta de zanahoria y crema de queso yvuelvo a entrar en el taxi con el paquete.

―No deberías hacer esfuerzos, podríashaberme dicho qué necesitabas coger, que ya mehubiera encargado yo. Ya oíste lo que dijo eldoctor…

Le hago callar con un gesto y me acomodo en elcoche para hacer el tramo final hasta mi casa, queya casi está aquí al lado. No tardamos nada enllegar y nos quedamos callados junto a mi edificio,mirando cómo el taxi se aleja en la solitaria noche

Page 296: El mundo, contigo (Spanish Edition)

de Manhattan. Nada que ver con la frenética yjubilosa juerga nocturna de Brooklyn, eso estáclaro.

Con un gesto, le invito a sentarse en lasescaleras que dan acceso a mi edificio, donde nocreo que nos moleste nadie dado que son ya lastres y media de la madrugada.

Saco los dos paquetes con la tarta, dos velasque llevo en el bolso y un mechero. Le paso untenedor de madera que me han proporcionado en lacafetería y coloco las velas en su porción antes deencenderlas.

―Y ahora, pide un deseo, sóplalas y comamosesta delicia antes de decirnos adiós esta noche.

Se le ve encantado con el gesto y yo me alegrode haber acertado con mi pequeña celebración. Meparecía poco darle la posibilidad de comer en elrestaurante de mi padre, porque vete tú a sabercuándo podrá canjear ese regalo. Así que esto eslo menos que puedo hacer para agradecerle quehaya sido un anfitrión perfecto para mi propiocumpleaños. El anochecer entre los puentes, la

Page 297: El mundo, contigo (Spanish Edition)

partida de Trivial, el conocer a sus amigos… hoyme lo he pasado en grande, pese a que casi pierdoun ojo en la celebración.

Antes de soplar su vela y pedir su deseo, élcoge una de ellas y la coloca en mi porción detarta. Me sonríe cómplice y me invita a imitarle.Su acción desinteresada y tan bonita, hace que meden unas ganas terribles de abrazarlo y besarlo.Quizá pida eso en mi deseo.

Soplamos ambos las velas a la vez. Y ambosdibujamos sonrisas satisfechas antes de hincarle eldiente al pastel que, como no podía ser de otromodo, está de muerte.

―¿Qué tal se te da la repostería? ―preguntomientras comemos con ganas.

―No se me da mal, aunque es una de las cosasque me gustaría mejorar si tengo oportunidad.

Habla con tanta pasión cuando se refiere a lacocina… me gusta el chico en que se convierte,con ese espíritu de conquista que le invade y la luzque inunda sus ojos de una manera tan intensa.

―Realmente te gusta la cocina, ¿eh?

Page 298: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―corroboro más que pregunto.―Me encanta. Me hace sentir vivo, saca lo

mejor de mí y me vuelvo hasta más listo, creativo,eficaz… ―enumera contento.

―¿Y por qué no vives el sueño al completo?¿Por qué no te lanzas y lo aprovechas? Eresjoven…

Me mira con tristeza, él mismo se está poniendolas limitaciones. Unos días atrás pensaba en élcomo el chico que sabía lo que quería e iba a porello. Y le envidié por su determinación. Peroahora veo que estaba equivocada, que no estáluchando, que tiene miedo de lanzarse a la piscinay probar realmente su valía.

Al darle la tarjeta de mi padre, se le hailuminado la cara, y sé que no es únicamente por laposibilidad de sentarse allí y comer unos platosque sólo le saciarán una clase de hambre, pero nola que causa el conocimiento.

Y no sé si será porque va a casarse y debecontar con otra persona para tomar esas decisionestan importantes, o si es simplemente miedo. Pero

Page 299: El mundo, contigo (Spanish Edition)

creo que Marie necesita un empujón hacia elabismo o, de otro modo, cerrar los ojos a su sueñoy olvidarse de alcanzar la maestría que persigue,si no quiere que su vida se llene de tristezas yfrustraciones.

―Aunque ahora ya es tu día y no el mío, queríaagradecerte que me hayas regalado una noche tanestupenda. Creo que hoy he pasado mi segundomejor cumpleaños de toda mi vida ―le digocambiando de tema para no perpetuar la tristezaque se ha instalado en su preciosos ojos verdes.

―¿El segundo? ¡Venga ya! Con lo que me lo hecurrado…

―El segundo, lo siento. Gana la celebración delos quince.

―¿Qué hay mejor que ganar un prestigiosocampeonato de Trivial y que te taladren el ojo enla celebración? ―pregunta él disfrutando tambiénde la tarta y del momento.

―Bon Jovi. En mi quince cumpleaños fui a unconcierto suyo y fue una pasada.

―Bah, un concierto.

Page 300: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―Y mi madre, que me había regalado lasentradas y vino conmigo, me llevó a su hoteldespués, y me los presentó. A todos. Los habíaconocido unos meses antes en un concierto enTaiwan y, para mi sorpresa y estupor, habían hechobuenas migas. Tengo unas fotos con Jon Bon Jovi yRitchie Sambora que fueron la envidia de miscompañeras de instituto durante años.

Se ríe a gusto sin importarle que la tarta le entrepor mal sitio y casi se atragante. No puede pararde reír durante un rato eterno, lo que hace que mecontagie a mí la risa también.

―Lo justo es lo justo. Bon Jovi son como de larealeza, considero que un concurso de Trivial noes rival para ellos ―claudica por fin tras contenerlas risas.

―¿Y tú? ¿Tu mejor celebración decumpleaños?

―¿Te refieres a la siguiente a esta que más meha gustado? ―bromea, o eso pienso. No quierohacerme ilusiones y creo que todo lo que diceforma parte de su idea de la amistad, porque esto

Page 301: El mundo, contigo (Spanish Edition)

tiene que ser sólo amistad aunque me estémuriendo de ganas de besarlo.

Pero a él no logro analizarlo. No sé si éltambién se muere de ganas y se está conteniendoporque no debe hacerlo, o realmente soy sólo unaconocida, una amiga casual con la que iniciar eldía de su cumpleaños y tontear como si estuvieradisponible.

Asiento para darle pie a que me cuente su mejorcumpleaños. Tengo mucha curiosidad por saberlo.En realidad, quiero saberlo todo de él porque megusta, me encanta todo de él.

―Mi mejor cumpleaños fue el de los nueve.Mis padres estaba en Alaska y, días antes, mipadre nos hizo llegar a mi abuela y a mí dosbilletes de avión para pasar allí con ellos micumpleaños. Fue mágico. Fue el único cumpleañosque recuerdo que pasé con ellos, el único en el queme abrazaron, me besaron y me quisieron enpersona, y no a través de una postal escrita a todaprisa.

La pena inunda ahora su semblante y es difícil

Page 302: El mundo, contigo (Spanish Edition)

descifrar sus pensamientos. Me reprendomentalmente por haberle hecho desenterrar unosrecuerdos que, quizá, no son tan felices comopretende hacerme creer.

―Siento si no era una buena pregunta… ―tratode disculparme.

―¡No! ―casi grita para tranquilizarme,pintando en su rostro otra vez su sonrisa devitalidad y buen humor― Era una preguntalegítima. Y no me ha causado dolor, tranquila, essólo que pienso poco en ellos y, a veces, me sientoculpable. Es mi abuela la que me ha criado, la queconsidero mi padre y mi madre y, como ella jamásme ha faltado, pues no tengo nada que lamentar.

¿Le debo creer? Por más que su abuela hayallenado vacíos más que evidentes, un padre esimportantísimo, y no digamos ya una madre, lafigura central en el infancia de cualquier persona.

Basándome en mi propia experiencia, sé que loque pienso tiene todo el fundamento del mundo.Apenas vi a mi padre en mis primeros años, hastaque me fui a vivir con él. Y mi madre dejó de ser

Page 303: El mundo, contigo (Spanish Edition)

la protagonista de mi vida cuando me inscribió enel internado y ya sólo podíamos estar juntasdurante mis vacaciones escolares. No, la falta detus padres te marca demasiado y, aunque noquieras reconocerlo, es importante saber que estánahí pese a todo.

―¿Dónde están ahora?―Siguen en Alaska. Hace ya años que

descubrieron que allí está su verdadero hogar y, enlugar de regresar durante algunos periodos detiempo, cuando yo acabé el instituto, decidieronquedarse. Ya no tenían trabajo que hacer conmigo,supongo, así que era el momento justo para tomaruna decisión así.

―¿Y los ves a menudo?―No mucho. Alguna vez me acerco a verlos,

cuando tengo ganas de desconectar ―explica―.Aquello es precioso, sobre todo en verano, y megusta ir de vez en cuando para renovar energías yvolver como nuevo.

Por mucho que sus palabras digan que no leafecta, está claro que, en su corazón, guarda algo

Page 304: El mundo, contigo (Spanish Edition)

que no me está contando. No sé si resentimientopor no haber contado con la presencia de suspadres de forma más intensa durante su infancia, odolor por no haber compartido con ellos esa etapay todo lo que ello supone.

Lleva una coraza alrededor y sé que seráimposible de penetrar mientras él no dé permisopara entrar. Y me da por pensar en si yo guardoalguno de esos sentimientos en mi interior, si leguardo algún tipo de rencor a mi madre por nodejar de recorrer el mundo y quedarse en un sitiopara vivir conmigo. O si esa forma de vida medejó secuelas, carencias o fobias que ahoramarquen mi actual forma de ser. Y creo que no,sobre todo porque yo crecí en un ambiente muyliberal donde mi madre trató de inculcarmesiempre el respeto por las decisiones y la libertadde los demás, empezando por los suyos propios. Yyo siempre entendí que mi madre era así y que mivida podría ser, con el tiempo, del mismo modoque la suya, si ese era mi deseo.

Luego, al vivir con mi padre, me di cuenta de

Page 305: El mundo, contigo (Spanish Edition)

que parar, estarse quieto, echar raíces y renegar dela vida nómada, también podía ser una opción.Sólo debía elegir la forma de vida más acorde conmis necesidades y siempre, siempre, contar con lapresencia, apoyo y amor de unos padres que,aunque atípicos, siempre antepusieron misnecesidades ante todo.

―¿Y tu madre? ―dice de pronto, comoentrando en mi cabeza y adhiriéndose a mispensamientos como si fuera parte de mí misma―¿Ha aparecido?

―Sí ―digo con mucha dulzura, agradecidaporque haya recordado mi tristeza por culpa de suausencia―. La hecho mucho de menos, y ahoraque sé que está bien, sólo tengo ganas de ir aabrazarla.

―¿Y qué te lo impide? Yo a quien quieroabrazar es a mi abuela. Con mi madre jamás tengoese sentimiento.

―Me lo impide ella. Está bien, me ha escritouna nota. Pero está en una especie de retiro. Asaber qué será exactamente lo que ella llama

Page 306: El mundo, contigo (Spanish Edition)

retiro. Pronto volveremos a vernos, estoy segurade que en breve la tendré delante de mi puerta, devisita ―y lo digo de corazón, porque así lo creo.Porque a mi madre le suelen durar poco las crisis,aunque nunca me había dejado fuera en ninguna delas anteriores, como ha hecho con esta.

Sigue pensativo y sé que no se le va de lacabeza el tema de sus padres. Puede ser muy durosi las bases no están realmente bien asentadas.

―Me das envidia ―dice meditativo―, ojalámi madre se molestara más. Tú has crecidotambién con sus ausencias y mírate…

―No me tengas envidia. Estoy convencida deque lo único que le falta a tu caso en particular, eshablar, comprender a la otra parte y convencertede que nada de esto fue por tu culpa. En lo demás,somos iguales.

Se queda pensativo unos segundos más y sepone de pie, deshaciéndose de los restos denuestro pequeño banquete en la papelera quetenemos al lado.

―Somos iguales ―susurra―. Las señales

Page 307: El mundo, contigo (Spanish Edition)

siguen apareciendo, ¿eh? Como la jaula deFaraday de esta noche. Algo tiene que significar.

Me da la impresión de que desea que signifiquealgo, y no soy capaz de entenderle del todo.Porque cada vez tengo más claro que ha estadotonteando conmigo desde el día en que nosconocimos y empiezo a sentirme estúpida pordejar que un chico con novia se me meta tan dentrode la cabeza.

La noche ha ido perfecta, pero en mi mente nohan dejado de sonar alarmas en todo momento. Sí,este chico me gusta, y me da rabia que se me estéponiendo en bandeja de una forma tan apetecible yque no pueda hacer nada más que jugar al Trivial ocomer tarta de zanahoria con él.

Así que yo también me pongo en pie, a su ladoy, justo cuando la situación podría ponerseincómoda por no saber cómo despedirnos, mepongo el traje de pantera y voy directa a layugular.

―¿Y qué tendría que significar? ¿Que somosalmas gemelas? ¿Que estamos predestinados? ¿Y

Page 308: El mundo, contigo (Spanish Edition)

dónde dejaría eso a tu novia? ―hecho. Lo hedescolocado porque apuesto a que, según iba lanoche, él ya veía que se iría sin tocar el temadelicado de la prometida.

He sido dura a propósito, porque quiero saber aqué atenerme. Si estoy ante alguien sincero,alguien que no va a jugar conmigo o con su novia,o alguien que busca una última conquista antes depasar por el altar. Tengo que saberlo ya, porqueme está empezando a gustar demasiado.

―No creo que tengamos que hablar de Priscillaahora ―se intenta escaquear.

―Pues yo creo que deberíamos haber habladode ella lo primero de todo. Más que nada paradejar las cosas claras y saber qué quieres de mí yqué puedo esperar de ti.

Se queda mudo. No sabe qué decir y, si está lamitad de confundido de lo que estoy yo, loentiendo perfectamente.

―Mira, no quiero mentirte. Desde que teconocí en el ascensor no he parado de pensar en ti.Sentí muchas cosas ahí dentro y te juro que no me

Page 309: El mundo, contigo (Spanish Edition)

ha pasado nunca con nadie a quien apenasconozco. Estaba dispuesto a dejarlo pasar, a noprovocarlo, y mira que podría haberte ido a buscara la oficina, porque era obvio que sabía dóndetrabajabas. Pero el destino o como deseesllamarlo, no quería que lo dejara pasar. ¿Quéposibilidades había de que fuera mi unidad la queacudiera a la llamada por un atraco a la chica delascensor? ¡Una entre un millón! Pero sucedió… yono digo que estemos predestinados, pero sí quenecesito conocerte y saber qué me está pasandocontigo.

Lo miro con los ojos al borde del llanto, porquesé que está sufriendo por dentro. Sé que se debateentre dos mares y que no quiere hacer daño aninguna de las dos. Lo que, con el tiempo, seráinevitable.

―Quiero a Priscilla y no quiero engañarla. A titampoco, pero necesito saberlo. Necesito saber siesto es miedo por la boda o si es algo especial yreal, porque eres como la cocina: has llegadotarde a mi vida, pero con la misma fuerza que un

Page 310: El mundo, contigo (Spanish Edition)

huracán.Se calla y me mira, y yo siento que tengo que

abrazarlo. Y lo abrazo. Porque le entiendo, porqueveo en sus ojos que no miente, que está sufriendo yporque quiero, necesito abrazarlo, sentirlo cerca ydejarle claro que a mí me pasa lo mismo, que yotambién creo que hay algo especial entre los dos,aunque no acierte a definirlo.

Y entonces ocurre. El abrazo se deshace poco apoco y sube su mano hasta mi cara. Me acariciacon ternura y dibuja en su rostro una sonrisa tristey esperanzada al mismo tiempo. Yo asiento, comohablándole a su corazón y, entonces, él busca mislabios y siento su aliento, su boca sobre la mía.

Me besa despacio, deleitándonos en ese besoque puede ser primero y último, que sella algo quepodemos llamar destino y que me deja anhelante.Porque quiero más, y cuando sus labios se separande los míos, siento que acabo de firmar misentencia y que ya no seré libre nunca más.

Page 311: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Capítulo 12

Me muero de aburrimiento por culpa del reposoque el doctor Meyer me ha impuesto.

No salgo mucho, sólo cuando desfallezco dehambre y de ganas de charlar e intercambiar libroscon Onur. Menos mal que tengo a Buffy conmigo,si no, sería la mayor condena que me hubieranimpuesto en mis treinta años de vida.

Llevo así nueve días y, afortunadamente, mitiempo de reclusión acabará, espero, mañanadespués de mi visita al pequeño hospital deBrooklyn, donde me atendieron tras mi accidentecon el corcho del champagne.

Al principio no puedo negar que la situación megustó bastante, y no lo digo por escaquearme detrabajar, sino por evitar a toda costa a Saul tras mibochornoso mensaje del viernes por la tarde. Nohubiera sabido reaccionar bien el lunes al verle yquizá, me hubiera enfrentando a su ira y a un malhumor aún más acusado que la semana anterior. O

Page 312: El mundo, contigo (Spanish Edition)

peor, quizá me hubiera tratado con indiferencia yeso me hubiera matado un poquito por dentro,porque ya sabéis lo que dicen, “lo opuesto al amorno es el odio, sino la indiferencia”.

Pero no tuve que enfrentarme a él y sólo poreso, ya mereció la pena el haber recibido el brutalimpacto que a punto estuvo de hacerme perder mivalioso ojo derecho. No quiero sonar frívola, peroa grandes males, grandes remedios.

Sin embargo, no todo el mundo estaba igual decontento que yo por no acudir a trabajar el lunespor la mañana. Sobre las diez y media, unaenfadadísima Claire Sontag me llamó parahacerme partícipe de su malestar por estasituación. Con el enfado de Saul, su trabajo sehabía incrementado, pero es que mi ausencia ladejaba a ella al pie del cañón como únicaresponsable, y eso era algo que no podía hacer sindejarme claro su total y absoluto rechazo a miaccidente.

―He recibido una llamada de su aseguradorapara comunicarme su baja médica, señorita Egia

Page 313: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―dijo con un siseo escalofriante―. No sé qué sehabrá creído, pero quiero hacerle saber que sufalta a sus obligaciones laborales, hará que suscompañeros deban esforzarse el doble por suplirsu ausencia.

―Por compañeros se refiere a usted misma,¿verdad, Claire? ―le contesté con la gransatisfacción de darle un mayúsculo zas en toda laboca― Le aconsejo que bucee en sus recuerdospara volver a ponerse a trabajar como solía hacerantes de delegar en mí todas y cada una de sustareas. Mire que si falto yo, usted no tendrá detrásde quien esconderse para no dar ni palo al agua.

Y diciendo esto, colgué satisfecha porque sabíaque había dado en el clavo. Lo que le fastidiabaera que ahora debía trabajar porque, no hacerlo, ladescubriría ante Saul y, a unos años de sujubilación, no podía jugarse el puesto.

Saboreé el momento con una complacencia talque no pude evitar reírme a carcajadas yo sola enmi apartamento. Asusté incluso a mi pequeña gatitaque, de un salto, salió huyendo de mis risotadas

Page 314: El mundo, contigo (Spanish Edition)

histéricas. Sentaba tan bien quedar por encima deesa insoportable mujer…

Desde el día que entré por la puerta deColeman and Asociated Publishing me colocó enel ojo del huracán. Sabía que llegaba con enchufey no se molestó ni un minuto en disimular laprofunda repulsión que este hecho le causaba. Asíque se dedicó a descargar todas sus obligacionesen mí, a convertir el supervisarme en su únicatarea diaria y a ponerme la zancadilla,metafóricamente hablando, a la más mínimaocasión.

Es un ser despreciable que se aprovecha de suelevado estatus en la empresa gracias a suscontactos con el padre de Saul, a quien sirvió desecretaria desde sus inicios al frente de la empresay que ya venía recomendada por el padre de éste.Toda una institución la señorita Sontag en lacompañía.

Se pasea orgullosa como si la editorial fuerasuya y tiene subyugados a varios trabajadores -yono soy su única víctima- para encubrir su nulidad

Page 315: El mundo, contigo (Spanish Edition)

para el puesto que ocupa.Creo que si algún día llegara a verla salir de la

empresa, me alegraría mucho por la compañía.Perder un lastre siempre es motivo de alegría.

Las llamadas no se quedaron sólo en Claire,afortunadamente. Las chicas también se interesaronpor mi ausencia en la oficina y Marcus me llamabacada poco para preguntar si necesitaba algo. Creoque tardará en írsele de la cabeza la certeza de suculpa en todo el asunto de mi ojo. Y es que nologro convencerle de que lo olvide, así que preveoque Marcus permanecerá en mi vida hasta quelogre pagar la deuda que cree haber contraídoconmigo.

Al final de mi primera jornada de reposo llegótambién la llamada de Saul. Ver su nombre en lapantalla del teléfono me llenó de un terror agudo,pero también de una estúpida esperanza, no sé muybien de qué.

―Hola, Martina ―saludó escuetamente.―Señor Coleman ―le correspondí yo

volviendo a tratarle de usted y estableciendo una

Page 316: El mundo, contigo (Spanish Edition)

barrera invisible para protegerme de lo quetuviera que decirme.

―He oído que estás de baja laboral. Queríasaber si te encuentras bien o..

¿O qué? Seguro que pensaba que me lo habíainventado para no ir a trabajar y así poderevitarme el bochorno de encontrármelo en laoficina y enfrentarme al hecho de mi ridículo alllamarle el viernes. Pues no le iba a dar lasatisfacción de que se creyera tan importante…

―No me encuentro bien. Nada bien. Tras miaccidente, el médico me ha impuesto un rigurosoreposo y no quiero abusar respondiendo llamadasasí que…

Le noté incómodo al otro lado de la línea.¡Misión cumplida! Exclamé para mí con un júbiloimpropio de mi persona. ¿Qué me estaba pasando?

―Siento oír eso. No te molesto más. Sólodeseaba comprobar que estabas bien.

Y colgó.Dentro de mí se volvieron a encontrar cientos

de sensaciones y sentimientos diferentes. Iba a

Page 317: El mundo, contigo (Spanish Edition)

volverme loca a este paso con la montaña rusa enla que vivía desde hacía unas semanas. Todo medaba vueltas en la cabeza, y Saul y Marieocupaban todo el espacio libre. Cada vez estabamás convencida de que ninguno de los dos erapara mí, a la vez que no había otra cosa quedeseara más que la puerta se me abriera con… nosé, ¡con alguno! Era difícil incluso decidirse.

Saul seguía en modo enfadado, pese a sullamada. Que, realmente, aún no sé si fue decortesía o de control. Tenía miedo y ganas a la vezde volver a la oficina y verlo. Quería comprobarsi la presión de los últimos días por fin comenzabaa darle un respiro y si, poco a poco, dejaba deestar tan tenso y enfadado. Deseaba que supieraque yo quería estar a su lado de nuevo, recuperarnuestra complicidad y nuestro buen rollo, que nosoy rencorosa ni creo que esto que ha pasado seaun escollo insalvable. No sé si llegará laoportunidad para todo eso, y de ahí que el miedo alo que me encuentre a mi vuelta aún gane lamayoría de las partidas dentro de mi cabeza.

Page 318: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Pensar en Saul ocupaba parte de mi tiempodurante mis primeros días de reposo. Pero tambiénpensar en Marie. Pensar en la noche de micumpleaños, en nuestra despedida junto a mi casa.

Tras separarnos del primer beso real quecompartimos, el mundo estalló en mil pedazos.Estaba tan a gusto, sentía tanto bienestar en esemomento, que sólo deseaba que se alargara parasiempre, convencida como estaba de que no habríamodo mejor de pasar los siguientes cien años demi vida.

Y él también debió de pensar algo parecido,porque no estaba dispuesto a parar en un simplebeso. Había desatado su corazón con susconfidencias sobre lo que estaba sintiendoconmigo y no quería ponerse limitaciones ahora.Así que me giró ligeramente y me apoyó contra lapuerta de mi edificio. Sin mediar más palabrasentre nosotros y sólo mediante el poder que danlas miradas intensas que todo lo dicen, me sacó unasentimiento para continuar lo que habíaempezado.

Page 319: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Paseó su mano por mi mejilla y me sostuvo elmentón durante unos instantes, antes de volver afundir sus labios con los míos y robarme unpequeño gemido de placer. Su otra mano, enlazadacon la mía, se soltó y empezó a explorar micuerpo, con timidez primero, con ganas, después.Sus caricias consiguieron hacerme olvidar todo:que yo no tenía nada claro con respecto a missentimientos, que quizá estaba jugando conmigo,que se casaba en unas semanas, que me dolería sillegaba a enamorarme del todo…

Sólo era capaz de sentirle cerca, de saborear sualiento dentro de mi boca y de pegarme a sucuerpo como si fuéramos uno solo. No importabanada más.

Yo también me volví audaz entonces, y metí mismanos por debajo de su camiseta y sentí su cuerpocomo si no hubiera ropa entre los dos. Sentí sucalor y su fuerza, y también las mismas ganas quese desprendían de él.

No sé cuánto duró aquel arrebato a la puerta demi casa, quizá fueron sólo segundos o una

Page 320: El mundo, contigo (Spanish Edition)

eternidad, lo único que sé es que, llegado unmomento, sólo podíamos parar o subir a mi casa yacabar lo que habíamos empezado.

Nos fuimos separando poco a poco, nuestrasrespiraciones irregulares, como si hubiéramoscorrido una maratón, y en sus ojos la pregunta,muda, de si le dejaba acompañarle a mi casa.

―Será mejor que suba e inicie ese reposo queme han prescrito ―dijo una voz extraña que salióde mi boca. La sensatez había ganado dentro de micabeza y el punto final a una noche increíble no ibaa ser entre las paredes de mi habitación.

Él me miró con una ternura infinita, con algoparecido al respeto. Y sé que en el fondo meestaba agradeciendo que mi decisión le ayudase ano cargarse su vida, así, de un plumazo, y a nohacer daño a la mujer con la que se habíacomprometido.

Ver eso en sus ojos me provocó un intensodolor en mi interior. Pero ¿qué esperaba? Él lohabía dejado claro, quería a esa mujer, sinimportar lo que pasara en su cabeza cuando yo me

Page 321: El mundo, contigo (Spanish Edition)

cruzaba por ella. Y así, lenta y dolorosamente, nosseparamos del todo y la magia se fue disipandopoco a poco.

El sabor de sus besos aún me quemaba en miinterior cuando saqué las llaves de mi bolso y medispuse a abrir la puerta de mi edificio.

―¿Puedo llamarte? ―me pidió bajito, casi enun susurro.

¿Podía? ¿Quería que lo hiciera? Con Marienada es racional, yo no soy racional, así que asentícon mi cabeza y le prometí que le mandaría unmensaje con mi número porque él aún no lo tenía.

Esa noche no pude dormir. Entre el lío de micabeza con respecto a los acontecimientos queacababan de suceder, el malestar interior por laausencia de noticias de Saul (sí, me esperaba queme devolviera la llamada, aunque hubiera sidopara llamarme psicópata y pedirme que lo dejaraen paz) y el dolor que, poco a poco, fue llenándolotodo cuando el efecto de los analgésicos que mehabían dado en el hospital fue remitiendo, dormirse convirtió en un imposible esa noche.

Page 322: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Marie me llamó al día siguiente, sumándose aesa lista de llamadas interminable del primer díade descanso obligado. Se ofreció, incluso, a venira ponerme las gotas de la noche, pero yo le pedíque me diera espacio para pensar en todas lascosas que nos habían pasado, y le prometí quequedaríamos para hablar en persona cuandovolviera a estar bien.

Así que, ahora mismo, mi vida no es sólocaótica, sino que con todo el tiempo del mundo ami disposición, sólo he logrado armarme aún máslío en la cabeza con respecto a todo. ¿Quién diríaque tener tiempo para pensar era más perjudicialque beneficioso para los líos mentales en fasecreciente? Pues es así, y es horrible.

Mi lío mental con Saul ha llegado hasta elextremo de pensar que con él toda posibilidad seha acabado, porque las circunstancias nos hansobrepasado. Y con Marie, que se ha acabadoporque no puedo entrometerme (más) en unarelación consolidada como la que él tiene.

Saul ha dejado claro que, ahora mismo, no me

Page 323: El mundo, contigo (Spanish Edition)

quiere en si vida y no seré yo quien intente entrarpor la fuerza, cuando hasta ha echado el pestillo aesa puerta.

Y Marie... Marie es ese helado de chocolateque entra en tu vida cuando estás a dieta y sabesque no te conviene en absoluto. Aun así, en tucabeza sólo existe ese helado, y eres infeliz hastaque das rienda suelta al placer de hincarle eldiente y devorarlo.

Su novia es lo único que me frena. Una noviaque, seamos francos, ha estado muy poco presenteen mis pensamientos. Porque pese ser un elementoimportante en esta historia, no la hemos tenido muyen cuenta. Marie casi no la ha mencionado,supongo que para no sentirse mal, y yo, por malque me sienta al respecto, evitaba sacar el temapor puro egoísmo. Porque, aunque me muriera deganas de saber las motivaciones de Marie paracoquetear conmigo, evitaba hablar de su prometidapara no cargarme los momentos perfectos quehemos pasado. Sí, debería haber sacado el temaantes, debería haberle dejado claro que no me

Page 324: El mundo, contigo (Spanish Edition)

hacía gracia el hecho de que su presencia, sinnombrarla, nos acompañara siempre, pero estandocon él, sólo lo quería para mí, y hablar de ella noentraba en mis planes. Creo que tampoco en los deél.

Se acaban mis días de darle vueltas a las cosasen la soledad de mi apartamento, y creo que si nofuera así, estaría a menos de dos pasos decortarme las venas.

*****

Antes de dirigirme al hospital -tengo cita a las tresy media de la tarde con el doctor Meyer- me paroen la esquina de mi calle a charlar con Onur.

Mi proveedor de alimentos y recomendacionesliterarias ha sido más que un amigo estos díasinterminables. Onur ha subido a mi casa paracharlar conmigo y hacerme compañía, me ha traídolibros de la biblioteca con un criterio impecable, yme ha proporcionado una dieta rica y variada de lo

Page 325: El mundo, contigo (Spanish Edition)

mejor de su carrito, para que la rutina y la apatíano se cebaran también con mis comidas.

Tengo que agradecerle profundamente susatenciones, que incluso incluyeron leerme durantelos dos primeros días de mi baja, ya que eraincapaz de leer o escribir en mi blog debido aunos terribles mareos que me dejaban fuera dejuego. Afortunadamente, ese malestar inicial acabópasando y fui otra vez capaz de leer y devorar todolo que él me iba trayendo, y de sentarme aactualizar mi blog con unas cuantas entradas sobrela comida y la cocina de varios de los destinos queya había reseñado.

El blog va fenomenal, mejor que nunca, yAlexander Martin, de TrendingBooks me ha escritootros tres correos electrónicos a pesar de que le hedejado bastante claro que no deseo reunirme conél. Onur me ha ayudado mucho con el tema, cuandole he contado por encima los detalles de la oferta yde la pequeña revolución que hay montada en lacompañía por este tema. Siento que, con él, puedohablar de muchísimas cosas, porque siento que me

Page 326: El mundo, contigo (Spanish Edition)

entiende con sólo estar sentado a mi lado.Desde el atraco, además, hemos desarrollado

una empatía aún más especial y es raro el día queno hablemos de lo que nos pasó y de lo que esechico nos hizo sentir a ambos. Es nuestro temafavorito, aunque nos duele que se quede todo enpalabras ya que, realmente, no podamos hacernada para evitar cosas como esa.

―Tendrás ya ganas de quitarte el parche pirata,¿no? ―me recibe él con una sonrisa enorme ysincera pintada en su rostro curtido.

―Ni te lo imaginas ―le digo imitando susonrisa y haciendo un gesto de hastío máximo―.Creo que ya no recuerdo mi cara sin esto. No sé sime reconoceré la próxima vez que me mire en elespejo. Bueno, eso si es que puedo quitármelo yade una vez.

En los últimos días, el dolor ha remitidobastante y estoy casi segura de que la revisión dehoy me traerá el alta médica sin un solo problema.O eso espero, ¡por favor!

―Pues como hoy vas a recibir buenas noticias

Page 327: El mundo, contigo (Spanish Edition)

y, además, volverás a la normalidad, quierocomentarte una cosa que sé desde hace unos días.Me la he guardado porque no sabía qué harías alsaberlo y no quería alterarte en tu reposo.

Me pongo en guardia inmediatamente. Esaspalabras de alerta no suelen traer cosas tranquilasy bonitas detrás… antes al contrario. Cruzo losdedos para que no sea algo grave y asiento paradarle a entender a Onur que tiene toda mi atención.

―Hace ya unos días, mi hermano empezó aayudarme a indagar sobre el muchacho que nosatracó. Él piensa que tenemos que darle unescarmiento para que deje de hacerlo, pero yo nocreo que esa sea la forma correcta. En cualquiercaso, otros compañeros también han sidoatracados de una manera parecida y el sospechosocoincide…

Es sólo cuestión de tiempo que alguien dé conel chico y se acaben sus peligrosas incursiones enbusca de comida y dinero. Si no es la Policía, seráuno de los compañeros de Onur que se tome lajusticia por su manos o, peor aún, que alguien vea

Page 328: El mundo, contigo (Spanish Edition)

invadido su territorio de operaciones y decidaeliminarlo de un plumazo sin pararse a pensarmucho.

―Dios mío, Onur. Esto va a acabar mal…―susurro con una pena dura y oscuragolpeándome la garganta.

―Muy mal, creo yo ―corrobora él―. Alparecer, tienen algunos indicios. Algunas de lascosas robadas a clientes o compañeros han sidorecuperadas, tiradas por ahí. En dos ocasiones, almenos, en el mismo lugar que las tuyas.

Roosevelt Island. Vale, tenemos una pista, pero¿qué diablos podemos hacer con eso si notenemos, ni siquiera, un plan de rescate para unchico que se ha quedado clavado en el recuerdo delos dos?

―Déjame pensar en algo, Onur ―le pido paraganar tiempo y dar con alguna solución― y si a tise te ocurre algo, soy toda oídos.

Nos despedimos hasta el día siguiente y yo medirijo a Brooklyn. Voy en bus porque evito elmetro y el tren siempre que puedo, aunque hoy el

Page 329: El mundo, contigo (Spanish Edition)

tráfico está particularmente lento.En mi camino hasta la cita con el médico,consulto mis mensajes, y compruebo que elgrupo de Whatsapp que tengo con las chicasde la oficina está que arde. Más de quincemensajes en apenas cuatro minutos.

Muerta de curiosidad entro y veo que no espara menos, que hay montada toda unarevolución...

Marla: Se confirman los rumores, chicas. Se lahan cargado (14:22)

Giorgie: ¡NO! ¡Lo sabía, te dije que lo sabía!Esa cara de mustia era por algo y mira… (14:22)

Miriam: ¿De qué estáis hablando? No meentero de nada (14:23)

Giorgie: Se han cargado a la Olsen. Eshistoria. (14:23)

Miriam: ¿Qué dices???? (14:23)Marla: Lo que lees… esta mañana ya se

sospechaba algo, había un silencio a primerahora y mira qué era. (14:23)

Georgie: Marla y yo hemos hecho una apuesta

Page 330: El mundo, contigo (Spanish Edition)

sobre qué podía ser, pero no la hemos podidollevar a cabo, porque las dos creíamos que erapor Virginia y hemos acertado. (14:24)

Miriam: Pobre mujer… después de lo mal quelo ha pasado estas dos semanas… me pareceinjusto. (14:24)

Marla: Venga Miriam, si tú no la puedes niver. (14:24)

Miriam: Ya, pero eso no quita para que undespido no me afecte. (14:25)

Georgie: En Comunicación ya lo veían venir.Ascenderán a John o a Andrew. (14:25)

Rosa: ¿Se saben los motivos? (14:25)Marla: No. (14:25)Georgie: De hecho, se rumorea que ha sido

ella la que se ha ido. (14:25)Rosa: A mí me da pena. No es manera de salir

de una empresa. (14:26)Marla: Otra igual. ¿Sois santas ahora o qué?

(14:26)Los mensajes se cortan a partir de ese

comentario de Marla y ya no hay más detalles. Me

Page 331: El mundo, contigo (Spanish Edition)

quedo absolutamente boquiabierta y, también, unpoquito triste por Saul, la compañía y, sí, porVirginia Olsen. No sé si al final es la culpable ono de la filtración de las novedades de la editorial,pero desde luego, no creo que su vida sea fácilahora que ha sido señalada, con o sin razón.

Decido no meterme en la conversación yhablarlo mañana en persona, cuando, quizá, ya setengan más detalles.

Llego un poco tarde a mi cita con el doctorMeyer, pero, al final, salgo realmente contenta deallí. Me examina mi ojo y lo ve recuperado al cienpor cien. Me ha costado acostumbrarme a la luztras llevar el ojo tapado diez días, pero no puedoestar más exultante y feliz. ¡Vuelvo a ser yo!

No sé si llamar a las chicas para darles lanoticia, aunque, con el tema de Virginia de rabiosaactualidad, imagino que me tendrán horas alteléfono. Decido saltarme este paso y le mando unmensaje a Marcus para hacerle saber que ya nohay más que hablar del tema de mi ojo y que un díade estos le dejaré que me invite a un par de

Page 332: El mundo, contigo (Spanish Edition)

cervezas porque, según me ha dicho entropecientos mensajes, qué menos que eso paracompensar su torpeza con el champagne.

A Marie también le pongo un mensaje paracontárselo y, al instante, me responde con unacarita feliz y un plan: “¿Quedamos para hablarmañana?”

Pues sí que está impaciente. Quedamos en quehablaríamos de lo que ha pasado entre nosotros encuanto me quitaran el parche y, por lo que parece,no va a dejar pasar ni un día… ¿Quiero hablar conél? ¿Estoy preparada para plantarme y dejarle serfeliz con su prometida? Eso espero… si no, creoque realmente lo voy a pasar muy mal en el futuro.

Le contesto que sí, que mañana por la tardepodemos quedar para una cena informaltempranera a eso de las siete y media de la tarde, yme empiezo a preparar mentalmente para una citadevastadora de ruptura antes de empezar siquiera asalir con él.

Aunque debo reconocer que, por un instante,fantaseo con la posibilidad de que desee hablar de

Page 333: El mundo, contigo (Spanish Edition)

que ha roto su compromiso y quiere intentarloconmigo, vuelvo pronto a fábulas más reales yasumo que quiere hablar para acabar con lo quesea que pudiera haber empezado entre los dos.

Page 334: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Capítulo 13

Volver a la oficina me llena de una satisfacciónque nunca antes creí poder sentir.

Nada más entrar por la puerta, las chicas mehan bombardeado a preguntas de todo tipo, desdelas más educadas y protocolarias, por mi recienteestado de salud, a las más peliagudas y cotillas, enrelación a mi cumpleaños y Marie.

Quiero emplazar a las cuatro a la hora de lacomida para hacerles saber los detalles másjugosos y, así, empezar a ponerme al día con loque sea que haya en mi mesa. Pero reconozco queel tema de Virginia Olsen me tiene muy intrigada yno puedo esperar hasta la comida.

Les pido que me hagan un resumen de lo que haocurrido y todas se lanzan a contarme chismorreosde lo más dispar sobre todo lo que pasó ayer en laoficina.

―Antes de tu accidente ya habías visto algunavez a Virginia Olsen como alma en pena por la

Page 335: El mundo, contigo (Spanish Edition)

oficina, ¿no? Pues ha pasado lo que tenía quepasar. Se la han cargado ―afirma categóricaMarla, imponiendo su voz sobre las demás.

―Pero… ¿se ha ido o la han echado?Todas se miran sin saber muy bien qué decir. Al

parecer, y siempre según los rumores, no está deltodo claro este punto en particular, aunque lamayoría se decanta, con morbo y mala leche, haciaun despido fulminante por su falta de rendimientoen las últimas semanas.

No saben nada. No saben qué ha ocurridorealmente, nada en absoluto de la situación quepuso una espada de Damocles sobre el bronceadocuello de Virginia Olsen. Y yo, claro está, memuerdo la lengua. Con todo lo que ya se ha dicho,no haría más que echar combustible a un fuego queya está bastante crecido. Yo sé las razones por lasque Virginia estaba tan ausente y desmejoradaúltimamente, pero decirlas no sería más que otroargumento en esa colección de chismes que hoyson la comidilla de la oficina.

Escucho un par de minutos más lo que las

Page 336: El mundo, contigo (Spanish Edition)

chicas tienen que decir sobre este tema y medespido de ellas hasta la hora de la comida, no sinantes prometer que les contaré qué tal fue lacelebración de mi cumpleaños con Marie y lospormenores de mis días de baja laboral.

Me encamino a mi escritorio para retomar misfunciones como secretaria, con el gusto agridulcede no saber exactamente qué ha pasado conVirginia. Claire no ha llegado, así que tengo unosminutos aún para hacerme con el control de mitrabajo, antes de que empiece a mangonearme yhacerme sentir como su esclava.

Compruebo la agenda de Saul para ese día yveo que estará de reuniones hasta bien entrada latarde, y todas son lejos de Coleman and AsociatedPublishing. No sé si respirar de alivio o maldecirmi suerte por estar otro día más sin verlo.

Veo, para mi satisfacción y, probablemente, lade Claire también, que muchas tareas que Saul mehabía retirado la semana antes de mi baja, vuelvena estar bajo mi control total, como la agenda (nosólo puedo verla, sino editarla), los correos, las

Page 337: El mundo, contigo (Spanish Edition)

citas y la correspondencia. Eso puede significar(quiero que signifique) que Saul poco a poco haperdonado lo que tuviera que perdonarme y yavuelve a confiar en mí. Quiero creerlo y empiezomi jornada de vuelta con una sonrisa en los labios.

La mañana pasa volando mientras me pongo aldía y retomo mis viejas responsabilidades. Claireapenas se me acerca y yo lo agradezco horrores.

Cuando vuelvo de mi descanso de mediamañana, veo que la luz de mi teléfono parpadeacon una llamada perdida. No reconozco el número,así que le doy a la rellamada, esperando nohaberme perdido alguna cosa relacionada con laagenda de Saul.

―¡Martina, querida! ―oigo que gritan minombre tras llamar y presentarme― Pensé que mehabía equivocado con el día de tu vuelta a laoficina. Saul me aseguró que era hoy.

Reconozco la voz jovial y alegre de Fanny, lamadrastra de Saul, y una sonrisa cruza mi rostro.Me gusta mucho esta mujer, con su alegría de viviry su trato cercano.

Page 338: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―No te has equivocado, he vuelto hoy. Me haspillado en el aseo.

―¡Qué oportuna soy! ―se ríe― En fin,querida. Necesito que comas conmigo hoy. Y noadmito excusas. No voy a volver por la ciudadhasta dentro de dos semanas, y será para dar labienvenida a la nueva Coleman, a la que ya no lequeda nada para nacer. Casi no puedo moverme yay estoy asfixiada con este calor, así que no puedesnegarte a comer con esta pobre embarazada de másde ocho meses.

No puedo negarme y, además, no quierohacerlo. Me apetece comer con Fanny porqueirradia buen humor y porque, quizá, logre descifrarel estado de ánimo de Saul antes de verlo en laoficina.

Quedamos a la una al lado de la oficina, en unrestaurante con vistas a Bryant Park donde se comebastante bien.

Las chicas ponen pucheros cuando les digo quelos cotilleos sobre Marie quedan relegados paramañana, y salgo camino de mi cita con Fanny

Page 339: El mundo, contigo (Spanish Edition)

cuando sólo quedan diez minutos para la una.Ella llega puntual, bajándose trabajosamente de

un coche oscuro y que me resulta familiar,conducido por Joseph, el chófer que ya conozco yque suele trabajar para Saul. Está, ciertamente,enorme. Mucho más que hace veinte días cuando laconocí en los Hamptons. Sigue conservando suporte y su esbeltez, pero su barriga es gigantesca ytengo mis dudas sobre cómo es capaz de soportarese peso extra con la delgadez del resto de sufigura.

Nos sentamos a comer y ella comienza a hablarsin parar sobre las molestias de estar embarazada,las ganas que tenía de venir a Nueva York y dejarel retiro al que su marido la somete en losHamptons, para que pase un embarazo tranquilo, ydel drama que se está viviendo en casa porque losgemelos están poniendo trabas a irse a estudiar alReino Unido.

Me habla como si fuera su confidente, su amigadel alma y, en cierto modo, ella hace que te sientasasí. Es preciosa, pero sobre todo es agradable,

Page 340: El mundo, contigo (Spanish Edition)

divertida y abierta. Y no puedes evitar querer sersu amiga y estar sentada en un restaurante oyendotodas esas cosas. Todo ese poder tiene.

―Y dime… ¿sabes qué le pasa a Saul?― mesuelta de pronto.

¿Qué? Yo que venía a esta comida intentandosonsacarle sobre él y resulta que ella ha tenido lamisma idea… sonrío para mí y niego con la cabezaal mismo tiempo.

―Llevo días sin verle y sin hablar con él. Dehecho, hoy no ha venido aún a la oficina, está dereuniones. Así que no sé a qué te refieres.

―Lleva semanas rarísimo. Apenas habla con supadre, y si viene a casa, sólo está unos minutos yenseguida pone excusas para irse corriendo. Y yole noto ausente, triste… me da pena ―me mirafijamente y hace una pausa dramática― ¿Puedoserte sincera?

Asiento con un gesto. Se ha puesto muy seria derepente y casi hasta tengo miedo de lo que vaya adecirme.

―Cuando lo vi contigo, lo vi diferente. Estaba

Page 341: El mundo, contigo (Spanish Edition)

radiante, relajado, era él mismo por primera vezen años. Pero ahora, no sólo ha vuelto el Saulestirado de antes, sino que está perpetuamenteenfadado. Estoy preocupada… y quería saber sitenía algo que ver contigo.

―Pasan cosas en la editorial y sí, de rebote mehan tocado a mí. Él no está muy contento y ahoraprácticamente no me habla ―contesto con muchapena y mucho dolor en mi voz.

Ella lo nota y pasa su mano por encima de lamesa para tocar la mía en un gesto reconfortante, ala vez que me dedica una sonrisa sincera y con supropio puntito de tristeza.

De repente, su rostro se queda blanco, el miedose instala en sus preciosos ojos claros y se llevalas manos instintivamente a su vientre. Algo vamal y yo no sé qué hacer. Entro en pánico, melevanto de mi sitio, me acerco a ella y trato desaber qué le ocurre.

―¡Dios, cómo duele! ―grita, doblada por loque parece ser un dolor intenso que no le datregua― ¡Por favor, llama a mi marido!

Page 342: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Tiene lágrimas en sus ojos y en el restaurante yase han levantado a nuestro alrededor para intentarayudar. Alguien llama a una ambulancia y yo hagolo único útil que se me ocurre, y no es llamar a sumarido, del cual desconozco su número deteléfono.

―¿Sí? ―dice la voz de Saul a la defensiva.Sabe que soy yo y se ha tomado su tiempo en cogerel teléfono― Estoy ocupado ahora mismo, así quesé breve, por favor.

―Saul, tienes que venir inmediatamente alVirgil, te envío la dirección por Whatsapp, está allado de la oficina. Estoy con Fanny y no está bien,creo que hay problemas con el bebé. Por favorven, no sé qué hacer. Y avisa a tu padre.

Me cuelga apresurado, prometiendo que estaráaquí en minutos, que no está lejos. Mientras,algunos comensales han tumbado a Fanny paraevitar que la postura de sentada le provocarapinchazos y dolor, y está hecha un ovillo, sin soltarlas manos alrededor de su vientre.

La ambulancia y Saul llegan prácticamente a la

Page 343: El mundo, contigo (Spanish Edition)

vez y salimos todos volando al hospital. El máscercano es el Lower Manhattan y allí la llevan.Los paramédicos no han puesto buena cara y a míse me está empezando a poner un nudo en lagarganta que me impide hasta hablar.

Saul sube con ella a la ambulancia y yo lesprometo que los sigo en taxi, pero él se niega y medice que suba con ellos. No quiero retrasar elingreso en el hospital por discutir cómo vamoshasta allí, así que me dejo ayudar por un técnicosanitario, y me acomodo en una esquina, junto aSaul.

Él coge a Fanny de la mano y trata detranquilizarla con palabras suaves. Ella estáaterrada. El miedo se ha instalado en su cara y ensu cuerpo, y va a ser difícil que desaparezca. Devez en cuando, no es capaz de reprimir un grito dedolor, y la piel de todo el cuerpo se me eriza. Noquiero ni imaginarme lo que estará pasando ahoramismo por su cabeza.

Llegamos al hospital y, justo cuando la van acambiar de la camilla de la ambulancia a la que

Page 344: El mundo, contigo (Spanish Edition)

han sacado los doctores del hospital, veo cómotoda su falda está teñida de un rojo intenso y cruel.

Fanny entra en el hospital llorando casi ensilencio, y cuando a Saul lo frenan y no lo dejanacompañarla, se une a mí y nos cogemos de lamano.

―Se va a poner bien ―intento consolarle―, esfuerte y está sana, van a salvarla, ya lo verás.

Él no dice nada, se limita a apretarme la mano ya mirar a algún punto indeterminado de la pared.Está realmente afectado y no sé cómo se tomaría siFanny, finalmente, no lograra superar estemomento.

Saul ha avisado a su padre sobre el hospital alque veníamos desde la ambulancia, y el señorColeman llega poco después que nosotros. Entradispuesto a conseguir noticias de quien sea sobreel estado de su esposa, pero nadie puede decirlenada de momento.

La angustia que se pinta en su rostro escomprensible. No debe de circularle la sangre porel cuerpo con el shock de la noticia y, de repente,

Page 345: El mundo, contigo (Spanish Edition)

se le notan todos los años que tiene. Se le ve viejoy desolado, y a mí me nace una ternura inmensa,que me empuja a consolarlo.

No lo hago porque no tengo la confianzanecesaria, pero lo miro e intento transmitirlefuerza, ánimo y muchísimo cariño.

Dos horas después de la entrada de Fanny en elquirófano, seguimos esperando sin una palabra porparte de nadie. Saul y su padre están en silencio,abatidos y con la mirada enterrada entre las manoso mirando al suelo.

Al poco de llegar, y pese a que no sabía cómodecirlo, me acerqué a Saul y le susurré que debíavolver a la oficina. Pero él me retuvo a su ladocon sólo una mirada, y no fui capaz de llevarle lacontraria.

Claire me ha estado llamando desde entoncescon insistencia y, como no quiero tener que decirledónde estoy ni mentirle, decido no cogerle elteléfono pese a que eso encenderá (aún más) suira.

Como las noticias no llegan, me levanto y me

Page 346: El mundo, contigo (Spanish Edition)

ofrezco a ir a buscar unos cafés. El señor Colemanagradece el gesto y me pide un café sólo doble,bien cargado. Saul, sin embargo, se pone de pie yme acompaña en silencio hasta la cafetería.

Es curioso lo poco que hemos hablado hoy,pero lo siento más cerca que en todas estassemanas que hemos pasado distanciados, física yemocionalmente.

Al llegar a la cafetería, me indica una mesapara que tome asiento y él se encarga de pedir ypagar los cafés. Pide el de su padre para llevar ylos nuestros para tomar en el local. Le hace faltaun respiro de esa sala de espera blanca, fría yclaustrofóbica, y me alegro de que decidaquedarse un rato lejos de ella.

―Gracias por avisarme tan rápido ―dice porfin―. Ha sido un milagro que estuviera contigo yno sola por ahí, de tiendas o dios sabe dónde.

―No tienes por qué darlas, cualquiera hubierahecho lo mismo.

―Sí, pero yo fui muy borde cuando te contestéal teléfono y tú sólo querías ayudar… ―se

Page 347: El mundo, contigo (Spanish Edition)

lamenta― lo siento de verdad.Lo miro con un cariño inmenso. A veces se

comporta como un hijo que ha hecho daño a sumadre con algo absurdo y que no tiene la mayorimportancia. Le quito hierro al asunto con unasonrisa que espero crea que es sincera y ledevuelva el ánimo, al menos en lo que a mírespecta.

―Te debo una disculpa. Iba a dártela de todasformas, tarde o temprano, o eso quiero creer.

―¿Quieres disculparte por contestarme mal alteléfono o…?― tanteo el terreno.

―Quiero disculparme por hacerte pagar mienfado y mi impotencia con el tema del robo deideas a ti… ¿qué culpa tenías? Fuiste solamente elmensajero, y yo me salí por la tangente y te ataqué,te acusé y te aparté como si lo hubieras causadotodo tú ―me dice de carrerilla, como si temieradejarse algo en el tintero.

¡Por fin! ¡Las palabras que llevo esperandoescuchar tres semanas! Sé que Saul no ha sido élmismo estos días, pero tenía tantas ganas de que

Page 348: El mundo, contigo (Spanish Edition)

entendiera mi falta de culpa en todo este asuntoque casi tengo ganas de gritar de alegría. No seríamuy apropiado en este caso concreto, en unhospital y con Fanny en la situación en la que está.

―Tenías tus motivos para desconfiar―concedo―, pero debiste haber creído en mí.Precisamente no te conté nada del blog para que nopensaras que intentaba abrir camino para colártelocuando la idea estuviera en marcha.

Sé que me cree y siento un alivio inmenso porrecuperar al Saul cómplice, cercano y amistosoque tanto he echado de menos. Nos sonreímos demanera tonta e infantil, como dos adolescentesidiotizados, y con eso queda claro que nos hemosperdonado los hechos de las últimas semanas.

―Y dime ¿nos dejarás por TrendingBooks? ¿Yatienes una oferta en firme encima de la mesa?―pregunta medio en broma, con cautela por si ledigo algo que, realmente, no quiere escuchar.

―Les he dado largas. No me interesa trabajarpara una gente que se sirve de soplones y topospara conseguir ideas, en lugar de generar las suyas

Page 349: El mundo, contigo (Spanish Edition)

propias. No me parece correcto ―digo convehemencia, dejando claro de parte de quién estánmis lealtades. No en vano, Coleman and AsociatedPublishing me ha dado una buena oportunidad y,además, Saul me ha escuchado y tenido en cuenta.No puedo olvidarme de eso.

Sé que le ha gustado mi respuesta. Espero queno pensara ni por un momento en que me iba a ircorriendo con la competencia, después del modotan deshonroso de hacerse con la idea. Aunque conel enfado de los últimos días, seguro que algúnpensamiento negro con respecto a mí y mi decisiónsobre la oferta, se le ha pasado por la cabeza.

―Me alegra escuchar eso. Buenas noticias, porfin. Quizá yo pueda ofrecerte algo parecido omejor que TrendingBooks…

¿De verdad? ¿Lo dice porque realmente creeque merece la pena mi trabajo o por mantenermeen la compañía y atarme como un valor seguro,dado que la competencia se ha interesado por mí?No es normal que yo peque de insegura, pero conSaul y su humor a raíz del robo de las ideas, no sé

Page 350: El mundo, contigo (Spanish Edition)

si fiarme mucho.―Ya hablaremos de ello. Ahora lo importante

es consolidar las ideas. ¿Seguirás adelante conellas pese a la jugada de TrendingBooks?―pregunto con una curiosidad legítima.

―Por supuesto ―asegura con énfasis―. Alprincipio me vine abajo, me desmoroné. Busquécausas, culpables, removí cielo y tierra y… no mesirvió de nada. Al final, comencé a darme cuentade que no importa lo que otros hagan, siempre ycuando nosotros lo hagamos mejor. Y de verdadque estoy en ello…

―¿Y despedir a Virginia Olsen era realmentenecesario? ―pregunto de sopetón, incapaz demorderme la lengua.

Me mira con sorpresa primero y con penadespués. No está contento con el tema de Virginiay no es para menos. Tras una pausa de algunossegundos, se pasa la mano por sus cabellosrebeldes y bebe un sorbo de su café.

―Nadie ha despedido a nadie, dado que nadieha encontrado al culpable de la filtración.

Page 351: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―Pero Virginia no está…―Presentó su dimisión ayer mismo. Se veía

venir, no estaba en su mejor momento ―asegura,con muchísima tristeza en la voz―. Tengo quereconocer que no la he tratado muy bien desde quese filtraron las ideas, que ella siempre ha sido miprincipal sospechosa. La interrogué y la sometí amuchísima presión… y al final no ha podidosoportarlo.

Me quedo boquiabierta. La gran abeja reina dela oficina tratada como una vulgar delincuente yobligada a dimitir, por orgullo o por hastío, de unode los puestos más importantes de la compañía.Me compadezco verdaderamente de ella si es queal final no es culpable de nada. Debe de serhorrible que te señalen y que nadie te dé el másmínimo voto de confianza.

Mi curiosidad ha quedado saciada, ya sé lo queha pasado con Virginia, y estoy contenta con lo queme ha dicho Saul porque, desde el principio, no hecreído que ella fuera el topo, mi intuición me decíaque no lo creyera. Ojalá hubiera un modo de

Page 352: El mundo, contigo (Spanish Edition)

demostrarlo y de que todo quedara aclarado. Perolo veo muy difícil.

Decidimos volver junto al señor Coleman ycomprobar si alguien ha salido a dar noticias. Ennuestro camino de vuelta todo es diferente, ya nohay silencios incómodos y una distancia abismalentre nosotros. Ahora vamos cogidos de la mano eintercambiamos miradas y palabras llenas designificados.

―Por cierto, me encantó tu llamada borracha―dice antes de llegar a la sala de espera, con unguiño travieso en los ojos que hace que meruborice desde la punta de los pies hasta el finalde cada uno de mis cabellos.

Nos toca esperar otras dos horas para quealguien salga por la puerta de quirófanos y seacerque a darnos alguna novedad. El señorColeman está lívido completamente, como si lehubieran licuado toda la sangre de su interior.

Cuando el médico se acerca, él se pone de piecon dificultad y le mira a los ojos. Le pidementalmente que diga lo que deba decirle rápido,

Page 353: El mundo, contigo (Spanish Edition)

sin paños calientes, no está dispuesto a oír mediasverdades y tener esperanzas vacías.

―Señor Coleman ―comienza el doctor (joven,sereno y, a todas luces, agotado)―, debo darle laenhorabuena. Es usted el feliz padre de una niña de2 kilos y 600 gramos. Su esposa ha demostradouna fortaleza asombrosa y ha conseguido saliradelante y dejar que la niña naciera con todas lasgarantías de viabilidad. Su hija está en laincubadora pero perfectamente sana, y su mujer,despertará en unas horas.

―¿Qué ha ocurrido exactamente? ―inquiereSaul, que no quiere perderse ni un detalle de loque ha pasado.

―La señora Coleman ha tenido undesprendimiento de placenta. Lo debía de estarsufriendo desde hacía unos días, pero no dijo naday, al final, el cuadro se complicó. Ha sido unasuerte que actuaran tan rápido, las consecuenciasde no haberlo hecho, podrían haber sido letalespara la madre y el bebé.

Saul J. Coleman Senior se desploma en brazos

Page 354: El mundo, contigo (Spanish Edition)

de su hijo, llorando como un niño pequeño,dejando escapar la tensión acumulada y llenándosede un alivio inmenso que le deja sin fuerzas.

Yo también lloro, de alegría, porque al finaltodo ha salido bien. Porque Fanny está fuera depeligro y porque hay una niñita en este mundo queva a recibir mucho amor de un padre y un hermanotan contentos de este feliz desenlace.

―Ya tienes a tu nena, papá ―le consuelaSaul―, ya has tenido a la niña que tanto deseabas.

―Pueden pasar a verla, si lo desean, a lamadre aún tardarán, porque está bajo los efectosde la anestesia y faltan horas hasta que despiertedel todo ―concluye el médico, señalándonos elcamino hacia la zona de prematuros del hospital.

Dos pisos más arriba, en una habitación llenade incubadoras (la mayor parte vacías,afortunadamente), y rodeada por las paredessalvadoras de su propio recipiente hermético, unapersonita pequeña, preciosa y dulce se aferra almundo que acaba de descubrir.

Las lágrimas no quieren dejar de fluir y

Page 355: El mundo, contigo (Spanish Edition)

contemplamos al bebé como tres alelados que sólosaben llorar y sonreír con cara de tontos.

―Bienvenida al mundo, Olivia KatherineColeman ―se le oye susurrar al padre de Saul,mientras éste me coge de la mano y me saca de allícon sigilo.

Dejamos al señor Coleman con su pequeña ySaul se ofrece a llevarme a casa. La verdad es queestoy rendida y necesito ir a mi casa, darme unaducha y descansar. No era así como imaginaba quesería mi primer día de vuelta al trabajo después dediez días de baja laboral.

De camino a mi casa, Saul está entusiasmadopor la llegada de su hermana. La verdad es que esrarísimo ver a un hombre de treinta y cinco añosmostrándose tan contento por tener una hermana…básicamente por los pocos casos que habrá ¡treintay cinco años de diferencia! ¡Hay nietos que sellevan menos con sus abuelos!

Cuando llegamos, sale del coche para abrirmela puerta y ayudarme a salir. Se me queda mirandofijamente y me sonríe con mucha ternura. No acabo

Page 356: El mundo, contigo (Spanish Edition)

de creerme que Saul vuelva a ser el de antes y yome sienta de nuevo tan a gusto a su lado.

Me quita un mechón de mi cara y la acaricia.Acerca su rostro al mío y me besa despacio, condulzura, como aquel primer beso que compartimosen la puerta de mi casa, casi en ese mismo sitio.Parece que ha pasado una eternidad desdeentonces, pero han sido sólo unas pocas semanas.

―Cena conmigo el sábado ―me pide casi enun susurro tras separar sus labios de los míos.

Yo no digo nada. El alma ha abandonado micuerpo. Por detrás de Saul veo que los ojos deMarie están clavados en los míos, y no hay másque dolor y decepción en ellos. ¡He olvidadocompletamente que habíamos quedado para hablarde nuestra extraña relación hoy mismo!

Saul me mira extrañado por mi reacción y mifalta de respuesta a su pregunta, y se gira paraencontrarse cara a cara con Marie. Ambos sesostienen la mirada unos segundos y luego, los dosla posan en mí, como cargándome de reproches yhaciéndome sentir un ser traicionero y malvado.

Page 357: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Trato de articular palabra, pero soy incapaz dedecir nada. ¿Qué podría decir para solucionar unasituación que no podría ni imaginar en mis peorespesadillas? Sólo sé mirarlos a los dos e intentarcontener unas lágrimas que, por desgracia, noquieren quedarse detrás de mis párpados ycomienzan a rodar por mis mejillas.

Marie se queda un segundo más y luego, conpaso lento y una tristeza que me parte el almarondándole sus preciosos ojos verdes, se pone elcasco y se sube a la moto.

Cuando ya sólo se oye el ruido de su motoralejándose y mi corazón únicamente desea dejarde latir y olvidarse de todo lo que le estoyhaciendo sentir, miro una vez más a Saul y pasopor delante de él para ir a llorar a gusto a mi casa.

No tengo ni idea de cómo va a afectar esteencuentro a mi vida futura, lo que sí sé es queahora mismo sólo deseo hacerme muy pequeñita,meterme en la cama y desaparecer para siempre.

Page 358: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Capítulo 14

Volver a la oficina es un tormento del que nopuedo huir. ¡Qué diferente a mi entrada de ayer porestas mismas puertas! Tenía miedo, sí, perotambién esperanza. Hoy no tengo nada más quenegros presagios y la seguridad de que el episodioque Marie, Saul y yo vivimos ayer frente a micasa, va a pasarme factura.

Las chicas me preguntan sobre mi ausencia dela tarde, y yo no sé qué contarles. Me ven triste,ojerosa y cabizbaja, que es mi estado naturaldesde que anoche no pude parar de llorar ymaldecirme por haber sido tan descuidada comopara olvidarme de mi cita con Marie.

Porque, vale, no salgo con ninguno de maneraoficial y no le debo ni fidelidad ni explicacionesni a uno ni a otro, pero sé que he perdido algo conlos dos, y me duele tanto que no logrosobreponerme.

Marie es, quizá, el que menos derecho tenga a

Page 359: El mundo, contigo (Spanish Edition)

enfadarse, y el que peor se lo ha tomado. Le mandéun mensaje para volver a quedar y tener esaimportante conversación que, ahora y a la luz de loocurrido ayer, tendría que incluir este tema en elorden del día. Pero no me ha contestado. Y dudoque lo haga. Creo que no voy a volver a sabernada de él y eso me da tanta pena que se me parteel corazón.

No me imagino perderlo, no me imagino que lascosas queden así entre los dos. Sin que esaconversación pendiente se produzca y sin aclararlo que él siente verdaderamente por mí.

Y Saul… de Saul no sé qué pensar. Justocuando habíamos vuelto al punto en que nuestrarelación era cordial de nuevo y la puerta volvía aabrirse, ocurre esto. A él no le he enviado unmensaje porque ni siquiera sé qué decirle yporque, inevitablemente, tengo que verlo hoy en laoficina.

Tengo el estómago revuelto por esta inmensaincertidumbre que me tiene loca. Casi deseo queentre ya por esa puerta y enfrentarme a lo que sea

Page 360: El mundo, contigo (Spanish Edition)

que tenga que pasar.Pese a sentirme fatal por dentro, y fiel a mi

determinación de no perder más viernes decócteles, les digo a las chicas que mañana se locontaré todo con pelos y señales en Antoine's. Nosé si lograré que me dejen en paz hasta entoncespero, de momento, no les doy más opciones y meencamino a mi mesa.

Diez minutos después llega Claire y sé quelleva preparando su discurso contra mí desde laprimera vez que ignoré sus llamadas de ayer por latarde. Gracias al cielo, esto no es algo que mepreocupe ahora mismo y, con hastío y bastanteindiferencia, la espero en mi mesa para oír lo quetenga que decirme.

―Supongo que se creerá muy importante enesta compañía, señorita Egia ―comienza―, tantoque se piensa que puede faltar a su puesto detrabajo cuando su baja médica claramente hafinalizado. ¡Y sin dar ninguna clase deexplicación! ¡Qué poca formalidad!

Dice todo esto de manera altanera, como

Page 361: El mundo, contigo (Spanish Edition)

confirmando que ella es mejor que yo por el merohecho de no hacer este tipo de cosas. Como si yofuera una trabajadora poco profesional y mienchufe en la empresa, el mayor error cometidodesde su creación, allá por el año 1945.

Y yo no digo nada. Me quedo callada, dejandoque hable, dejando que ella crea que tiene razón,dejando pasar la oportunidad de volver a callar suboca y sin darle la respuesta hiriente que, sin duda,se merece.

Sé que mi silencio consigue hacer que ella seenfade aún más, pero ¿qué hago? ¿Le cuento queestuve toda la tarde en el hospital con la familiaColeman? ¿Eso me convertiría a sus ojos en unachismosa o en una cobarde que se acurruca tras lasfaldas del jefe para no hacerse cargo de susresponsabilidades?

―No sé qué verían en usted para darle estepuesto, pero que sepa que, si por mí fuera, hacíatiempo que la hubiera puesto de patitas en lacalle…

―Afortunadamente, no depende de usted―

Page 362: El mundo, contigo (Spanish Edition)

oigo tras de mí la inconfundible voz de Saul. Ysuspiro de alivio por quitarme a esta horriblemujer de encima sin delatarle, y por comprobarque no me odia tanto como para dejarme a mercedde la Vieja Bruja―. La señorita Egia tenía mipermiso expreso para faltar a su puesto pormotivos estrictamente personales. Así que, siquiere poner una queja por ese comportamiento,haga el favor de ponerla contra mí.

Saul pasa por delante de nosotras sin dirigirnosni una sola mirada más y yo le sonríoinocentemente a Claire, para invitarla a que sevuelva a su mesa y me deje trabajar en paz.

―Has podido deshacerte de Virginia, pero yono voy a parar hasta verte salir por esa puerta―dice con todo el odio del mundo concentrado enesas pocas palabras.

Me quedo muda de asombro y mi sonrisa muereen mis labios, mientras asumo lo que acaba dedecirme. ¿Cree que tengo algo que ver en la salidade la compañía de Virginia Olsen? ¿Lo creerátambién la propia Virginia? Esto era lo que me

Page 363: El mundo, contigo (Spanish Edition)

faltaba ahora… volver a ser la reina de larumorología en la oficina por culpa de la dimisiónde la jefa de Comunicación.

Antes de que pueda contestar y alegar miinocencia en este aspecto, Claire se da la vuelta yse sienta en su sitio con aire de haber sidodesairada por algún rival menor. ¡Dios, qué pocome gusta esta mujer!

Bajo su constante supervisión y ojo crítico, conun malestar creciente por la falta de noticias deMarie y la actitud amable pero distante de Saul,creo que no voy a pasar por mis mejoresmomentos.

Al día siguiente, Saul constata que no ha vueltoa su modo enfadado conmigo, pero sí mantiene unaextraña cordialidad a distancia conmigo, unadistancia que me mortifica y me hunde aún más enmi propia miseria.

Me llama a su despacho un par de veces y allíme habla exclusivamente de trabajo, dejando claroque vuelve a confiar laboralmente en mí, pero quelo de ser amigos o lo que sea, no va a prosperar

Page 364: El mundo, contigo (Spanish Edition)

lejos de esas cuatro paredes. No ha mencionadonada de la cena que me propuso, ni creo que vayaa hacerlo a estas alturas. Empiezo a sospechar quelo de sacarme del entuerto con Claire fue más paraque no aireara los secretos de la familia Colemanque por hacerme el favor de quitarme de encimasus inquisitoriales formas.

Por la tarde vamos a Antoine's y pongo a laschicas en antecedentes de todo. No pueden evitarponerse tristes por mi mala suerte con el encuentrode los dos, aunque Rosa me mira con másreprobación que pena.

Siguen pensando que es imposible que Marieno se ponga en contacto conmigo para hablar denuestra situación, aunque yo no las tengo todasconmigo. Supongo que lo que pasó el miércolesfrente a mi casa acabó por confirmar sussentimientos y ahora nada le impide entregarse aesa boda que está a sólo tres semanas. Ya notendrá dudas y estará absolutamente convencido deque el destino se la intentó jugar al cruzar en sucamino a una chica tan díscola como yo.

Page 365: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Vuelvo a estar como en mi periodo de bajalaboral, atacada por los pensamientos sobre doshombres que me importan y con los que no puedoestar por una o cien razones diferentes. Todo seríamás fácil si empezara por analizarmepormenorizadamente y, al menos, consiguierasaber por cuál de los dos sufrir.

La semana pasa volando sin ninguna novedad.Saul se mantiene lejos de mí emocionalmente yMarie no responde a mi mensaje de ningunamanera, ni siquiera para decirme que lo deje enpaz, que no tengo ya cabida en su vida.

El jueves, abatida, celebro con Marla el Cuatrode Julio, pero apenas me entero de nadarelacionado con las festividades. Soy como unalma en pena, un zombie sin cabeza ni corazón quevaga a su lado asintiendo a todo y sin prestaratención a nada. Es mi primer Cuatro de Julio enesta ciudad y apenas puedo hacer una valoraciónreal de la fiesta, de la gente en las calles, deldesfile, de los fuegos artificiales… “quédesperdicio” pienso con mucho dolor.

Page 366: El mundo, contigo (Spanish Edition)

El viernes es día no laboral y decido dar unlargo paseo por la ciudad para intentar recuperarun poco de la antigua Martina, la que era dueña desu vida y no estaba hecha polvo por la ausencia dedos hombres que, realmente, nunca fueron partereal en ella.

A mediodía, me encuentro cerca del hospitaldonde Fanny sigue ingresada a la espera de su altamédica, y me animo a visitarla. Cuento con que, aesta hora, no tendrá más visitas y pueda saludarlacon tranquilidad. La he llamado a menudo parainteresarme por su recuperación y por su pequeña,pero tengo ganas de verla antes de que la liberende su habitación de hospital y el señor Coleman sela lleve lejos de aquí, a los Hamptons, donde meserá casi imposible verla.

Está radiante en su cama, peinada y maquilladacomo si formara parte del elenco de una película.Supongo que haber sido modelo le ha dejado esetipo de secuelas en la vida: la incapacidad de estarpoco menos que espectacular pese a estar en unacama de hospital.

Page 367: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Su sonrisa, blanca, enorme, sincera, me recibeen cuanto entro en la habitación. Después del sustotremendo del día de su ingreso, verla así hace quelos malos rollos que no me dejan en pazúltimamente, se desvanezcan casi por completo. Escasi un milagro que sobreviviera al nacimiento desu hija y saber eso, cambia las perspectivas másdispares.

―¡Martina! ¡Qué alegría verte! ―exclamacuando me acerco a su cama y le doy un beso en lamejilla― Tenía muchísimas ganas de que vinieras.Ya sé que te he dado las gracias en cada una de tusllamadas, pero quería decírtelo en persona.

―No tienes nada que agradecer, Fanny ―leaseguro―, no me digas que tú no hubieras hecholo mismo.

Me acomodo en la silla para las visitas que hayal lado de su cama y nos enfrascamos en unaconversación unilateral en la que ella me relatapormenorizadamente todos y cada uno de losgrandes progresos que su pequeño bebé harealizado desde su problemático nacimiento. Me

Page 368: El mundo, contigo (Spanish Edition)

enseña fotos en su móvil que le ha hecho en suincubadora, me repite las ganas que tiene detocarla sin todo ese plástico de por medio y meanuncia emocionada que sólo le queda coger 150gramos para que la liberen de su prisión y se laentreguen definitivamente.

De ella no habla. No me cuenta lo mal que sedespertó de la anestesia, de las dos operacionesmás a las que la tuvieron que someter y de lapérdida irreversible de la totalidad de su aparatoreproductor, sacado de su interior por unashorribles complicaciones que la pusieron, denuevo, al borde de no poder contarlo.

Me encanta la fortaleza y la positividad de estamujer. Capaz como fue de sobrevivir a algo así ytener la fuerza necesaria para luchar por su hija nonacida.

―La niña llevará tres nombres, porque no hesido capaz de convencer a mi marido para querenuncie a los dos que ya había elegidoanteriormente. Pero yo no quiero que le falte eltuyo, Martina, porque sin ti, ella no estaría aquí.

Page 369: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Así que al final será Olivia Katherine MartinaColeman… suena rarísimo, larguísimo yextrañamente descoordinado, pero a mí no puedegustarme más.

Río abiertamente y con placer al comprobarque su sentido del humor y su filosofía del buenrollo siguen instalados en ella. Me da la sensaciónde que esta mujer y yo vamos a ser amigas parasiempre. Y más después de tener una hija con minombre, cosa que, aunque parezca una tontería,logra emocionarme y llegarme al corazón.

―Saul está a punto de llegar, me ha llamadoesta mañana ―dice de pronto, mirándomeexpectante para ver cuál es mi reacción―. Es lahora que mejor le va dada su agenda últimamente.

Me quedo muda porque no sé qué decir, perome pongo extrañamente nerviosa de repente. Creoque lo mejor que puedo hacer es irme antes de quevenga, para evitar un encuentro incómodo.

Y aunque Fanny intenta retenerme con algunahistoria más sobre su hija y con la promesa de unpaseo hasta Prematuros para ver lo mucho que ha

Page 370: El mundo, contigo (Spanish Edition)

mejorado desde el día en que nació, yo consigodespedirme, prometiendo que intentaré verla antesde que le den el alta o, en su defecto, viajar a losHamptons para verla allí.

Mi suerte se acaba en la misma puerta delhospital, donde me doy de morros con mi jefe, quellega apresurado a su cita con su madrastra yapenas es consciente de mi presencia hasta queestamos frente a frente.

―Vaya… hola Martina ―saluda con elasombro pintado en su rostro―. No sabía que teencontraría aquí.

Está guapísimo, como siempre que deja de ladosu look más profesional y se deja llevar por elestilo casual y más juvenil. Sus ojos azules casime sonríen con su saludo, y mi corazón da unvuelco involuntario cuando los clava en los míos.

―Fanny acaba de decirme que venías, así queme marchaba ya para no hacer que te sintierasincómodo si me veías.

―¿Y por qué iba a sentirme incómodo si teveía? ―pregunta con voz inocente, aunque su

Page 371: El mundo, contigo (Spanish Edition)

mirada, mucho menos candorosa, diga todo locontrario a lo que acaba de salir de su boca.

No sé si esta situación puede calificarse deincómoda realmente. En mi interior, creo que estoyfeliz de habérmelo encontrado, siempre me gustaverlo y más si está de buen humor, como pareceque es el caso de hoy. Y a él, tampoco parece queesto le esté poniendo en una situacióndesagradable.

Nos miramos un instante en silencio, calibrandoel significado de ese encuentro y de lo que nosprovoca, quizá cosas muy diferentes a cada uno delos dos.

―Ya sabes a lo que me refiero, Saul, no hagascomo si no lo supieras.

Vuelve a su rostro aquella sonrisa lobuna de losprimeros días, la que me dejaba helada de miedopor dentro, la que me dejaba a ciegas sobre lo queestaba pensando realmente de mí cuando memiraba con esa expresión. Ahora no me da miedo,pero sigue sin dejarme ver lo que hay detrás de suspensamientos, y eso me llena de un extraño

Page 372: El mundo, contigo (Spanish Edition)

desasosiego.―Sí, supongo que lo sé. Te refieres a la

situación realmente incómoda, esa sí, de que tunovio o lo que fuera, nos pillara besándonosdelante de tu casa.

―No es mi novio.―No me extraña que no lo sea después de eso

―dice bromeando, y sé que, claramente, estádisfrutando con la situación.

―No era mi novio antes ni lo es ahora. Tútampoco lo eres ni lo eras ―intento justificarmemientras él me mira con más interés si cabe―. Nofue una situación cómoda, eso no te lo niego, peroestoy harta de sentirme mal por algo que, al fin y alcabo, no he hecho.

Cambia el peso de un pie a otro y se pasa lamano por el pelo. No sé si la conversación le estáempezando a no interesar o algo de lo que le hedicho le ha hecho reaccionar. Su rostro se apaga unpoco y su mirada lobuna muere en sus ojos azules.

―¿Y qué no has hecho? ―me pregunta con lavoz cargada de algo indefinible, algo que me hace

Page 373: El mundo, contigo (Spanish Edition)

estremecerme por dentro.―No he hecho nada malo. Tú ni siquiera me

hablabas hasta ese día, así que no me puedes decirque te deba nada. Y él… ¡dios! Él tiene aún menosderecho a estar enfadado. No podéis culparme poralgo tan poco definido como lo que estamosviviendo.

Creo que esta conversación debería acabarseahora mismo por mi propio bien. Noto cómo elenfado se va haciendo con el control de esasituación y no quiero que Saul, además de vermecomo una traicionera y una persona poco leal,vuelva a retirarme la palabra por ser demasiadobrusca o dura con él.

―No te estoy culpando, Martina, ni siquiera tehe pedido una explicación.

―¡Sí, sí me culpas! ―exclamo con vehemenciaprovocando que algunas personas a nuestroalrededor se giren para mirarnos― Me culpáisambos y no tenéis ningún derecho. ¿Qué queríasque hiciera después de que empezaras a interesartepor mí, me hicieras sentir la mujer más especial

Page 374: El mundo, contigo (Spanish Edition)

del planeta y, luego, de la noche a la mañana, meretiraras tu palabra y tu confianza por algo que nisiquiera era mi culpa? Y ahora vuelves a hacerlo.Me hablas, sí, pero me tratas como si estadistancia que impusiste cuando te enfadaste ya nose pudiera salvar. Y no es justo… no es justo queme trates así.

Digo las últimas palabras en un tono mucho másrelajado, en voz más baja, casi en un susurro. Yagacho la cabeza, hundo mis ojos en el suelo,donde descansan mis pies, y deseo huir de esesitio y no volver a ser juzgada por él ni por nadie.

Siento su mano, de pronto, bajo mi mentón,animándome a mirarle a los ojos. Su contacto mesigue haciendo sentir un millón de cosas diferentesy no puedo evitar albergar algún tipo de esperanza,al menos de que deje de tratarme como si fuerainvisible. Levanto la cara y me encuentro con susonrisa triste.

―No es justo, tienes toda la razón ―dice conuna voz dulce y profunda―, pero no estoy pasandopor mi mejor momento, ya lo sabes. Y quizá estoy

Page 375: El mundo, contigo (Spanish Edition)

pagando contigo demasiadas cosas.Es agradable oírle descargarme de culpas, igual

que hizo apenas una semana atrás en la cafetería deeste mismo lugar, cuando reconoció que enfadarseconmigo por el robo de las ideas no había sidorazonable ni justo para mí. No sé si este vas a serel modo habitual de relacionarnos, pero no dejo depensar en lo mucho que me gusta Saul cuando escomprensivo y deja de lado su lado hosco yorgulloso.

―Este fin de semana tengo que salir fuera de laciudad ―dice con dulzura―, pero ¿qué te perecesi quedamos para esa cena que nunca aceptaste nivolví a proponerte el sábado que viene?

¿Quiero ir a cenar con él? ¿Quiero volver asubirme en la montaña rusa que supone tenersentimientos por mi jefe? ¿Quiero dejarle queejerza ese tipo de control sobre mí? Me encuentroperdida ahora mismo, debatiéndome sobre laidoneidad de perpetuar este tipo de relación oponer una barrera real entre ambos.

―Saul ―me atrevo tras unos segundos de

Page 376: El mundo, contigo (Spanish Edition)

auténtico caos mental― deja que ponga en ordentodas las cosas que hay ahora en mi cabeza. Dejaque descubra lo que deseo de verdad y luego,cuando lo sepa, te prometo que correré acontártelo.

Me mira sin inmutarse, sin mudar su gestocalmado y dulce. Y sé que me va a dar la treguaque le estoy pidiendo, una tregua que, de algúnmodo, sabe que me debe.

―Tómate tu tiempo, Martina ―concede― yluego ven a contármelo. Te prometo que voy adejar de ser un capullo y mi actitud no va acambiar para mal nunca más.

Se inclina sobre mí y posa un beso suave en mimejilla, dejándome absolutamente maravillada. Sugesto, una clara muestra de nuestra entente cordial,hace que algo por dentro se coloque en su sitio ysienta, por fin, que puedo relajarme al estar a sulado.

Nos despedimos con la promesa de continuarpronto esa conversación, y me dirijo a mi casa conla satisfacción de haberme desecho de un gran

Page 377: El mundo, contigo (Spanish Edition)

peso que, hasta entonces, estaba oprimiendo unaparte importante de mi corazón.

Pienso en todo lo que me ha dicho Saul y en quehe tomado la decisión correcta al no querer teneruna cita con él hasta que me aclare del todo, ypueda dedicarme en cuerpo y alma a una relacióno, al menos, al cortejo que supone el inicio de una.

Aún me queda el asunto de Marie, con el quequisiera poder tener una charla similar, al menospara dejar claro en qué punto estamos cada uno.Pero con él sé que no será tan fácil. No estádispuesto, ni siquiera, a tener la más mínimaintención de comunicarse conmigo y, sin eso, esimposible llegar a alguna conclusión sobrenosotros y lo que ha pasado.

Me desespero por momentos, indefensa ante lossentimientos que su negativa a responder a miúnico y solícito mensaje producen en mí. No sécómo cerrar esa puerta si ni siquiera él me ofreceesa posibilidad, y detesto la idea de quedarme elresto de mi vida con la sensación de que todo conél puedo haber sido diferente.

Page 378: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Y sí, sé que se va a casar, que quedan apenasdos semanas para que lo suyo sea algo definitivo yque, ni en mis peores pesadillas, me imaginabapensando del modo en que lo hago en un hombreque pronto dejará de estar disponible. Pero es quedel mismo modo que no puedo evitar sentir cosasarrolladoras por el jefe de un trabajo que mesiento obligada a mantener, no puedo quitarme dela cabeza a un hombre que va a casarse,probablemente, con el amor de su vida.

Maldigo al destino o lo que fuera que colocó aMarie en mi camino aquella tarde interminable deviernes, cuando nos encerró en un ascensor e hizoque nos diéramos cuenta, como si fuera lo másnormal del mundo, de que en realidad existenpersonas fascinantes a nuestro alrededor y, a vecespodemos, simplemente, perder la oportunidad deconocerlas.

Con estas dudas en la cabeza y con el calor enel pecho que me causa la conversación con Saul,llego a mi casa sin apenas darme cuenta. En lapuerta del edificio, sin su habitual carrito de

Page 379: El mundo, contigo (Spanish Edition)

comida, me espera Onur, vestido con una ropacómoda que le sienta de maravilla y que hace que,casi, parezca otro. Creo que nunca le había vistosin su delantal y su vestimenta de trabajo.

Me sonríe cuando me acerco a él y se levantapara recibirme. Siempre es agradable que no todoslos hombres de tu vida salgan despavoridos a lavez y que alguno se quede para reconfortarte.

Le devuelvo la sonrisa y compruebo que tienealgo que decirme, que me está esperandoimpaciente porque tiene que compartir noticiasimportantes conmigo.

―Han vuelto a aparecer cosas en RooseveltIsland ―comienza―. Supongo que al no ser grancosa, la Policía no va a hacer nada al respecto,pero creo que nosotros no debemos quedarnoscruzados de brazos.

Asiento. Tiene toda la razón del mundo. Sillevamos semanas con esa sensación imperiosaque nos empuja a hacer algo, tenemos que tomarcartas en el asunto y ponernos en marcha ya.

―La Policía quizá no haga nada porque son

Page 380: El mundo, contigo (Spanish Edition)

hurtos menores ―digo―, pero en algún momentohará daño a alguien. O alguna banda o delincuentecon ganas de ajustar cuentas irá a por él porapropiarse de su terreno. Tenemos que ir allí.

Onur me mira con la convicción escrita en susoscuros ojos negros, como asintiendo a cada unade mis palabras. Sé que con él a veces sobrahablar, porque nuestras almas están conectadasdesde el día que fuimos apuntados por la mismapistola y los mismos ojos infantiles colmados dedesesperación nos miraron como suplicandoayuda.

Y sé también que, por extraño que puedaresultar, por inverosímil que le parezca a quienesno nos conocen, que la necesidad de ir a buscar aese muchacho, salvarle de lo que sea que necesiteser salvado, y alejarlo de esas papeletas quellevan su nombre en la lotería del infortunio, esalgo que tengo que hacer si quiero ser fiel a mímisma y respetarme.

Onur también lo siente y por eso, ahora mismo,con determinación y toda la fortaleza del mundo,

Page 381: El mundo, contigo (Spanish Edition)

vamos a ir a rescatar a un niño a Roosevelt Islandy a devolverle la oportunidad de tener una vida deverdad.

Page 382: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Capítulo 15

Me siento una súper heroína a punto de salvar elmundo, o una agente del FBI muy molona que va aresolver un caso importantísimo. Mientras nosmovemos por Manhattan de autobús en autobús -tenemos que hacer dos transbordos para llegar alTram de Roosevelt Island desde el West Village-Onur y yo estamos eufóricos por llevar a cabo estaaudaz misión de rescate.

Sé que es estúpido pensar que somos héroes oque estamos haciendo algo muy bueno, porque,realmente, aún no hemos hecho nada de nada. Sólohablar y lamentarnos por la suerte de un muchachoque nos encañonó con una pistola y nos robónuestras cosas. Y habrá quien piense que somosestúpidos, o dos pobres soñadores que no tienenen cuenta la realidad de la vida, pero estamosjuntos en esto, y si nos tienen que llamar estúpidoso algo peor, que lo hagan doble, que ambosestamos en el mismo barco.

Page 383: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Ya en el teleférico, intento que mi horror porlos sitios cerrados no me amargue el viaje. Nuncahe hecho antes este recorrido, y sé que mis propiaslimitaciones para viajar a gusto en ciertos mediosde transporte, me van a impedir disfrutar de cosascomo este viaje de tres minutos sobre el EastRiver, con unas vistas increíbles de los edificiosde la ciudad y del puente de Queensboro.

Lo paso verdaderamente mal pensando en quela puerta del Tram no va a abrirse cuando yo deseeque lo haga, y agradezco con sinceridad la manode Onur en mi hombro, dándome ánimos. Él es unade las pocas personas en el mundo a la que le hecontado esta fobia reciente que me está amargandomi adorada pasión por viajar.

Cuando llegamos al otro lado y salimos de laenorme cabina de cristal y metal que nos ha tenidosuspendidos en el aire, respiro de formaostensible. Tardo un par de minutos enrecuperarme y volver a ser (y parecer) la chicanormal que no se derrumba ante nada, y menos aúnante un viaje minúsculo en un teleférico precioso.

Page 384: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Onur saca un papel donde tiene apuntadas unasnotas que ha ido tomando desde que se empezarona obtener pistas. Según me indica, mis cosasaparecieron tras la propia estación del Tram, asíque estamos en el lugar correcto para empezarnuestra investigación.

Recorremos la pequeña estación en busca dealguna pista que nos ayude a tirar del hilo. Escomo buscar una aguja en un pajar, lo sé, pero poralgún lado hay que empezar.

En pleno mes de julio, Nueva York es unacaldera a punto de estallar. El calor es mortal y, aestas horas de la tarde, la gente huye de los lugaresabiertos para refugiarse en el interior de sus casaso de cafeterías fresquitas, al amparo de unreparador y revitalizante aire acondicionado.

Onur y yo apenas nos cruzamos con nadiemientras inspeccionamos la estación o cuando,luego, nos acercamos al centro de recepción devisitantes de la isla, justo al lado, para recabaralguna información válida.

El centro de recepción es una minúscula

Page 385: El mundo, contigo (Spanish Edition)

edificación de una sola planta, con forma dequiosco, donde una señora mayor y algo sorda,atiende las preguntas de los turistas que lleganhasta allí. Está la mujer más que harta de que lacuestión que más preocupa a los viajeros queeligen Roosevelt Island sea la localización exactade los baños más cercanos, pero es que es la vidamisma: la necesidad antes que el turisteo.

Nos recibe con una sonrisa, pensando que nospueda vender algún pequeño souvenir, aunqueantes deba informarnos de dónde acudir paraaliviar nuestras vejigas.

Onur le pregunta sobre el chico, ajustándose lomejor que puede a la descripción que ambosguardamos de él en nuestras cabezas. En cuantonos oye preguntar por él, la señora cambia suexpresión amistosa a otra mucho más cerrada ydura.

―No conozco a nadie que encaje en esadescripción ―cacarea con visible mal humor―.Si no van a comprar nada, y no desean ningunaclase de información más, les recuerdo que pueden

Page 386: El mundo, contigo (Spanish Edition)

encontrar baños públicos en el parque Southpoint,al sur, y en el parque del Faro, al norte.

Casi nos da con la puerta en las narices y nonos permite continuar con el interrogatorio, pese aque no conoce en absoluto nuestras intenciones.No sé si no quiere hablar de él porque no loconoce de nada o si lo conoce pero no quiere quelo encontremos. En este segundo supuesto, puedeque sufriera también un atraco que haya venido deél y le tenga miedo, o lo conozca, le caiga bien, ysienta la necesidad de protegerlo de dosdesconocidos que han ido a husmear sobre él aesos lares.

Onur y yo nos miramos sin mucho ánimo. Ahíhay una pista, y ambos lo sabemos. Seguro que laseñora sabe muchísimo más de lo que ha dicho,pero es difícil hablar con quien no quiere hacerlo.

Así que tomamos la determinación de seguir elresto de pistas que tenemos apuntadas en el papelque Onur ha traído consigo. Pistas que nos llevanal parque Southpoint, en el extremo sur de la isla(donde, efectivamente, se pueden encontrar y usar

Page 387: El mundo, contigo (Spanish Edition)

con alivio unos fabulosos y limpísimos baños). Noencontramos nada, ni gente, ni rastros que seguiren esa zona.

Decidimos ir al norte y recorrer lo que nosqueda hasta el extremo norte de la isla. Al fin y alcabo, mide sólo tres kilómetros de largo y no es unpaseo excesivamente extenso (si lo hacemos por lasombra, claro).

―¿Crees que conseguiremos algo aquí o que esun callejón sin salida? ―le pregunto a Onur con laesperanza algo diluida. ¿Qué esperaba yoencontrar aquí? Vale, no es muy grande, pero es unsitio con casi diez mil habitantes y, si todos soncomo la señora del quiosco, lo llevamos crudo.

―No perdemos nada por intentarlo. Aúnpodemos mirar en un par de sitios más de la listay, luego, ya trazaremos un plan B ―me contestaOnur con una sonrisa triste que vela sus ojos. Sí, éltambién está un poquito decepcionado… tambiénpensaba que las pistas nos llevarían a más indiciosy, de ahí, al paradero del chico.

Recorremos la isla al completo de sur a norte y,

Page 388: El mundo, contigo (Spanish Edition)

muertos de calor y prácticamente desfallecidos,comprobamos que todas las pistas que tenemos nonos sirven de nada.

En nuestro triste regreso al teleférico (yo másque triste, voy ya sudando de horror por volvermea meter ahí dentro otros tres minutos) apenasintercambiamos palabras. Nos paramos en la calleprincipal. Ambos, sin saber por qué, miramos a laedificación de ladrillo rojo y planta baja quetenemos justo delante. Destaca por su sobriedad yla falta de concordancia con el resto de elementosde esa importante calle de la isla.

'Capilla del Buen Pastor' reza una placa marrónjunto a su puerta, que nos habla de que estamosante un edificio incluido en el Registro Nacionalde Lugares Históricos. Probamos a empujar lapuerta y comprobamos que el acceso a la capillaestá abierto. Ni nos lo pensamos, nos metemosdentro, agradeciendo el frescor absolutamenteredentor que nos recibe al pasar a su interior.

La capilla está completamente desierta. Esamplia y luminosa gracias a las seis ventanas de

Page 389: El mundo, contigo (Spanish Edition)

medio punto que abren su planta circular. A laderecha tiene un órgano gigante, de aspectoantiguo, muy bien cuidado y brillante. El altar quepreside la estancia es amplio y está despejado. Adiferencia de las iglesias católicas, aquí no hay unsanto o una virgen dominando la sala, y sólodestaca un elaborado mueble de madera coronadocon tres cruces a diferentes alturas.

―Es una iglesia episcopaliana ―aclara Onur,que es un buen conocedor de las religiones debidoa sus muchas horas de lectura sobre el tema.

Nos sentamos hacia la mitad de la capilla, máspara descansar y aprovechar ese fresco imprevistoque sienta tan bien después de recorrerse toda laisla a pleno sol, que por hacer turismo espiritual.La verdad es que no sé, ninguno de los dossabemos, por qué hemos entrado ahí sincuestionárnoslo cuando ya íbamos camino delteleférico.

Pasados unos minutos, y cuando ya estamos apunto de levantarnos y seguir nuestro camino fuerade esa isla, vemos que la puerta lateral que da,

Page 390: El mundo, contigo (Spanish Edition)

probablemente, a una especie de sacristía, se abre.Aparece un hombre pequeño, vestido de gris, conbarba espesa que ya clarea, y paso lento ysosegado.

Nos mira y nos sonríe, y decide sentarse en elmismo banco que nosotros.

―Bienvenidos a mi humilde casa ―saluda, yen su voz hay matices de un acento extranjero, deleste de Europa―. Soy el pastor Luka Djukic.

Le saludamos con un gesto y le damos lasgracias por el recibimiento. Es un hombreagradable, de sonrisa fácil, y los ojos claros yllenos de un candor que es difícil de encontrar hoyen día. Creo que no debemos dejar pasar laoportunidad de preguntarle por nuestro chicomisterioso, y Onur tiene la misma idea que yo.

―Disculpe pastor ―comienza micompañero―, estamos buscando a un chico.

El pastor nos invita a continuar y Onur ledescribe con los mismos detalles que la vezanterior, cuando hablamos con la anciana delcentro de recepción de visitantes. Y al igual que

Page 391: El mundo, contigo (Spanish Edition)

pasara entonces, el semblante amable del pastor,torna en algo más velado, poniéndose de inmediatoa la defensiva.

―¿Por qué lo buscan? ―bueno, al menos esteha hecho la pregunta lógica antes de cerrarnos lapuerta en las narices (en este caso, mejor seríadecir, antes de echarnos sin miramientos de suiglesia).

―Le seremos sinceros ―intervengo yo―, nosrobó a punta de pistola hace unas semanas.

El pastor baja la mirada y emite unos sonidosapenas audibles, como si lanzara una oración entresusurros para dios sabe qué oídos. Luego nos mira.Primero a uno y luego a otro, y se encoge dehombros.

―Son muy valientes si vienen a enfrentarse aun muchacho armado. ¿No han pensado en llamar ala Policía?

El hombre sabe algo y está tanteando el terreno.No nos va a decir nada, pero mi instinto me diceque es buena persona y que, probablemente, éltambién se preocupe por el chico si en realidad lo

Page 392: El mundo, contigo (Spanish Edition)

conoce.―Mire, pastor ―inicio mi alegato,

jugándomelo todo a una carta―, nos atracó. Perotambién nos convenció, mientras lo hacía, de quenecesitaba ayuda. Y no lo hizo con palabras, perosu cara, sus ojos… si usted lo conoce sabe de loque le hablo. Hemos venido a ayudarle, se loprometo.

―Ayudarle ¿cómo?Me quedo callada. Buena pregunta para la que

no tengo respuesta apropiada, porque realmente nose me ocurre cómo hacerlo.

El pastor se da cuenta. Creo que sabe quetenemos muy buenas intenciones, pero pocacapacidad real para llevar a cabo el rescateheroico que en nuestras mentes se ha dibujadofácil y efectivo.

―Se llama Chris ―dice tras unos segundos desilencio― y es huérfano o, al menos, eso creemos.Se ha criado aquí, en el orfanato de la isla. Perotodo con él se ha torcido.

«Llegó a Manhattan con su padre, que procedía

Page 393: El mundo, contigo (Spanish Edition)

de algún país de Europa del norte, Suecia oNoruega, no estamos seguros. No tendría ni tresaños cuando lo encontraron sólo en casa, con supadre muerto de un disparo en la cabeza y nadiemás en casa. Una tragedia.

«No había documentación en la casa, así que nopudieron contactar con nadie de la familia. A supadre, o al que creen que era su padre, loenterraron con una lápida donde no hay nombre. Élmismo no lo tenía hasta que llegó aquí.

«Creció feliz, era un niño alegre y muy listo.Pero, según fue creciendo y conociendo esosorígenes tan siniestros y desafortunados que habíatenido, fue encerrándose en sí mismo.

«Hace medio año, la única persona en la queconfiaba, una de las encargadas del orfanato,sufrió un accidente de tráfico y falleció. Chris seescapó y estuvo varias semanas desaparecido.Cuando volvimos a verlo, estaba cambiado. Susojos eran dos pozos de desesperación. Iba sucio,estaba delgadísimo y no dejó que nadie le tocara.

“Huyó cuando se habló de volverle a dar cobijo

Page 394: El mundo, contigo (Spanish Edition)

en el orfanato y, desde entonces, vive en la calle.Guardamos silencio, asimilando las palabras

del pastor. Su relato confirma nuestropresentimiento inicial. Un chico más perdido quepeligroso, más desesperado que malvado. Pobreniño…

―¿Sabe dónde se encuentra ahora? ―preguntaOnur rompiendo ese silencio y llenando la estanciacon una esperanza que me encoge el corazón.

―No tiene más que dieciséis años y ya hasufrido tanto…―dice el pastor con los ojosclavados en el suelo― deben ayudarle si es queestá en sus manos. Lo pueden encontrar en elalmacén de viejos autobuses que hay un par demanzanas al norte de aquí.

¡Conocemos el sitio! Hemos pasado hace muypoco por ahí y, realmente, está muy cerca de lacapilla. Le damos las gracias de corazón al pastory le prometemos que haremos lo que esté ennuestras manos para ayudar a Chris.

Casi volamos en busca del sitio donde seesconde el chico. Pasamos por los edificios que

Page 395: El mundo, contigo (Spanish Edition)

acabamos de recorrer en sentido inverso sinfijarnos en nada, despreciando hasta el calor que,poco a poco, empieza a remitir con la llegada delatardecer.

El almacén de viejos autobuses queda detrás deuna valla alta y maltrecha, por la que se puedeotear el interior por algunos resquicios. En suparte frontal, un edificio anodino y viejo, pasadesapercibido, pero en el lado de atrás, por dondevinimos de camino desde el lado más al norte dela isla, se vislumbran desdibujados algunos de losautobuses ya abandonados y en desuso que albergael viejo almacén.

Apartando la valla, que está desprendida en unpar de zonas por la falta de mantenimiento, Onur yyo nos colamos dentro. Procuramos ser todo losigilosos que nuestros pies nos permiten y, trasechar un vistazo general desde la entrada, nosdedicamos a la búsqueda más pormenorizada.

El lugar, al aire libre, está sucio y es bastanteevidente que hace tiempo que no se usa ni paratraer más vehículos. No se aprecian huellas de

Page 396: El mundo, contigo (Spanish Edition)

neumáticos ni de pies, y parece que por ahí hacesiglos que no pasa nadie.

Hasta que las vemos. Sí, unas huellas más omenos recientes, en el lado más interior delalmacén, que llegan hasta uno de los autobuses queestán aparcados al fondo. Tras fijarnos, nuestrabúsqueda consigue los resultados deseados: hayuna figura difuminada que puede verse a través delos sucios y polvorientos cristales del vehículo.

¡Bingo! ¡Lo tenemos! Casi saltamos de alegría ynos ponemos a lanzar hurras al aire para celebrarnuestro hallazgo. Pero tenemos que conformarnoscon celebrar silenciosamente la victoria yretroceder sobre nuestros pasos con sigilo, hasta elexterior de la valla, para elaborar un plan deacción que nos acerque a él y nos permita ponerleun final feliz a nuestro rescate.

―Vale… y ahora ¿qué? ―pregunta Onur con laimpaciencia de quien tiene a tiro algo que nopuede tocar― ¿Qué hacemos? No podemos ir sinmás, acabará huyendo. Y, además, ¿qué vamos adecirle si, milagrosamente, se queda a

Page 397: El mundo, contigo (Spanish Edition)

escucharnos? Hemos venido sin nada preparado,qué desastroso equipo de rescato formamos…

―No tan desastroso ―nos defiendo―, que almenos hemos dado con él.

Nos quedamos callados intentando hallar lasolución y, así, evitar irnos por donde hemosvenido con un ataque severo de frustración. Depronto, sé exactamente lo que tenemos que hacer.La forma de que nuestro rescate se complete y nose quede en una mera aventura de viernes por latarde.

―Dame tu teléfono, Onur ―le pido convehemencia.

Se me queda mirando como alelado, como si nocomprendiera nada de nada. Y es verdad que mehe puesto en modo enigmático, pero necesito quese espabile si queremos hacer las cosas bien. Leapremio con un gesto y él me pasa su móvil conuna mirada interrogativa cruzando por sus ojosnegros.

Saco el mío y consulto la agenda. Antes demarcar, cojo aire y pienso bien cómo hacerlo para

Page 398: El mundo, contigo (Spanish Edition)

que todo salga bien.―Voy a llamar a un número y vas a contestar tú

―intento explicarme―. Es Will Duquette, elagente que vino a nuestra escena del atraco. Esmejor que yo no le llame porque ahora mismo noestamos en muy buenos términos. Le dices quiénessomos y me lo pasas, ¿vale?

Onur asiente un poco dubitativo. Hemoscomentado que la Policía no está por la labor de ayudarnos y que no eran una opción. Sé que no loentiende, pero le pido paciencia con un gestomientras le paso el teléfono, que ya da llamada.

―Buenas tardes, agente Duquette ―saludaOnur con educación cuando le responden a lallamada―. No sé si me recuerda. Me llamo OnurKaya, y fui víctima de un atraco hace unas semanasen Bleecker Street… Sí, exactamente… necesitoque hable con alguien, espere un segundo, que lepaso.

Onur me da su teléfono móvil y mi corazóncomienza a latir a mil por hora. Estoyextrañamente nerviosa por hablar con él otra vez

Page 399: El mundo, contigo (Spanish Edition)

después de nuestro último encuentro fallido. No sépor qué, pero tengo un miedo atroz a que cuelguesin escucharme y a quedarnos sin opciones por miculpa.

―Marie… soy Martina.Silencio. Sólo silencio y su respiración

irregular. Empiezo a sudar y no sé si continuar ocolgarle y pensar en un plan B o C o D.

―Sé que no quieres hablar conmigo, pero tengoque pedirte un favor ―digo tras unos instantes―.No es para mí, necesito que me escuches.

Más silencio y mis nervios disparados, lo queprovoca que me den ganas de tirar el teléfono lejosy hasta de subir al teleférico para olvidarme detodo.

―Hemos encontrado al chico que nos atracó.Necesitamos tu ayuda.

―Llamad a la Policía ―dice con una vozgélida que me parte el alma―. Hoy tengo el díalibre.

¿Dónde está el muchacho dulce y divertido queme ha llevado de la mano por una de las

Page 400: El mundo, contigo (Spanish Edition)

excursiones emocionales más impactantes de todami vida? ¿Dónde está el chico risueño que me harobado tantas risas y me ha dado tan buenosmomentos? Sé que es culpa mía, que puedomerecer parte de su desdén, pero yo no he sidopeor que él y su vigente compromiso con la quepronto será su esposa.

―No puedo llamar a la Policía. Ese chiconecesita ayuda. Esa ayuda que sé que tú eres capazde comprender. La ayuda que tú recibiste a suedad… la que te ha llevado a ser lo que eres.

Más silencio.―Por favor. Olvídate de que soy yo quien te lo

pide. Te vuelvo a pasar a Onur, si quieres, que élte lo cuente y te olvidas de que has habladoconmigo. Pero no pagues tu enfado conmigo coneste chico, porque sé que no te lo vas a perdonarcuando lo pienses fríamente.

Tras unos instantes de vacilación en los quecreo que habrá más silencio y yo deberé debatirmeentre colgarle o seguir implorándole, tragándomemi orgullo por el bien del chico, me pregunta

Page 401: El mundo, contigo (Spanish Edition)

dónde estamos. Cuelgo dándole las gracias y leenvío la localización exacta gracias al gps, así nohabrá dudas de nuestra ubicación.

Tarda algo más de cuarenta minutos en llegar.En ese tiempo hemos vigilado bien el perímetropara no perder de vista al chico y no hemos notadoque haya abandonado el lugar. Cuando veo queMarie se acerca a nosotros, mi corazón se pone abailar una polca dentro de mi pecho de tan agitadocomo se pone.

Trae ropa de deporte, con un pantalón cortonegro, camiseta del mismo color y zapatillas derunning de color amarillo chillón. Tiene toda lapinta de haber sido interrumpido por nuestrallamada justo cuando estaba corriendo y, de ahí, surespiración entrecortada llenando sus silenciosvacíos de palabras.

Saluda a Onur con un apretón de manos y, a mí,con un leve gesto de cabeza, pero no establececontacto visual. No quiere mirarme, me rehúye yacude a mi amigo para saber los pormenores detodo lo que le hemos pedido por teléfono.

Page 402: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―Gracias por venir ―le digo cuando ya va aintroducirse por las grietas de la valla en buscadel muchacho.

Se para de pronto y, lentamente, se da la vueltay sí, ahora sí, por fin, me mira a los ojos.

―No me sigáis. No entréis. Dejadme solo conél o le asustaréis. Sé por experiencia que laconfianza se tarda en ganar y se pierde con sóloescuchar que hay más gente detrás… pase lo quepase, esperad a que yo regrese.

Y se va. Se va con paso decidido y las ideasmuy claras sobre cómo llevar a cabo un rescate enel que, nosotros, ya estamos de más. Hemosfracasado estrepitosamente y, de no ser por laayuda de Marie, toda esa aventura no hubieraservido para nada.

No sé cuánto tiempo se pasa dentro. Yo memuerdo las uñas, me hago trenzas en el pelo,repaso los clásicos de la literatura rusa con Onur,nos contamos secretos inconfesables de lo másinfantil, como si estuviéramos en la fiesta depijamas de una niña de trece años y nos

Page 403: El mundo, contigo (Spanish Edition)

preguntamos, sobre todo, qué estará pasando ahídentro.

Casi una hora después, con el sol yacompletamente abandonando el cielo, Marieintenta salir por el mismo lugar por el que haentrado. Viene solo y su cara es inexpresiva,imposible determinar qué ha pasado allí dentrosimplemente con examinarle el rostro. Nos mira yambos debemos de parecer lo más ansioso que havisto nunca, pero permanece callado hasta que saledel todo del recinto.

Cuando está completamente fuera, se oye unruido detrás de él, y el chico que nos atracó sale yse coloca a su lado, con los ojos hundidos en latierra bajo sus pies y la actitud de un gatitoasustado.

No puedo evitar una sonrisa de oreja a oreja ysoy consciente de que me cuesta no darle unenorme abrazo de oso a Marie por haberconseguido que saliera de su madriguera. Onurtambién se alegra, me aprieta el brazo en señal devictoria y sus dientes, blanquísimos en contraste

Page 404: El mundo, contigo (Spanish Edition)

con la tarde que cada vez es más noche, aparecenen su cara en clara muestra de estar sonriendotambién abiertamente.

―Este es Chris, chicos. Hemos hablado muchoy he decidido darme una oportunidad. Así que nosvamos a acercar a la casa de una buena amiga míay vamos a acomodarle allí, a la espera de empezara trabajar en algunos aspectos de los que hemosestado debatiendo todo este rato.

Sin decir nada más, ambos echan a andar endirección al teleférico, esperando que los sigamos.Chris se mantiene ligeramente rezagado conrespecto a Marie, pero no pierde pie ni se separade él mucho más que unos centímetros. ¿Qué lehabrá dicho para haber conseguido eso de unmuchacho más escurridizo que un conejo asustado?Qué capacidad y qué corazón tan grande paravencer su reticencia a verme y venir a salvar elfuturo de un pobre chico perdido...

En el Tram, ya de vuelta a Manhattan, cierro losojos para superar el trance de esos tres minutos. Sipienso poco en ello, seguro que consigo que no se

Page 405: El mundo, contigo (Spanish Edition)

me hagan tan eternos como en la ida.De pronto, noto que alguien se acerca a mí y

puedo sentir cómo ese alguien quiere hablarmemuy de cerca.

―Abre los ojos ―dice Marie casi en unsusurro―. Te estás perdiendo las vistas de lamejor ciudad del mundo por las propiaslimitaciones que le pones a tu mente.

Asimilo sus palabras, pero cuando quiero abrirlos ojos, él vuelve a estar lejos, junto a Chris. Ytengo que convencerme, sin resultado, de que esaspalabras susurradas en mi oído, no han sido unsueño.

Cuando llegamos a la estación de Tram del ladode Manhattan, Onur se despide para tomar un taxi yvolver a su casa. Marie tiene la moto cerca, perosólo tiene un casco y decide tomar otro taxi paraacercarse con Chris al sitio donde pretendellevarle.

No me invita a ir con ellos y, y tras despedirsecon un “ya te contaré qué tal pasa la noche”, semete en el coche con el chico y yo les pierdo de

Page 406: El mundo, contigo (Spanish Edition)

vista.El siguiente taxi que pasa es para mí. Me monto

y recorro el espacio que hay hasta mi casa en unaespecie de duermevela en la que Marie me susurracosas al oído para luego desaparecer y Saul meinvita a cenas a las que decide no acudir.

Cuando llego a mi casa estoy verdaderamenteagotada. Las emociones del día se me echanencima y sólo deseo dormir y hacer desaparecerde mi mente las dudas y la falta de calidez en eltrato que hoy ha tenido Marie conmigo. Ha sido tandiferente a nuestros anteriores encuentros (siexceptuamos el de la semana pasada, claro).

Me doy una ducha fresquita y relajante y mevisto con mi cómodo pijama de verano.

No sé muy bien qué me apetece hacer ahora, ycasi me da pena no tener mucha vida social,porque con la intensidad de este día, no meapetece irme a dormir ahora mismo. Decidotumbarme en la cama un rato a leer uno de losúltimos libros que Onur me ha recomendado y asídescansar mentalmente de ese día de locos.

Page 407: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Buffy está esperándome en la habitación, que haconvertido en su refugio. La acaricio con cariño yle pido, mentalmente, que ella no me deje nunca.

El timbre de mi casa suena cuando llevoleyendo en mi cama unos cuarenta minutos. No esuna hora razonable, pasan de las diez, aunque seaviernes y pleno mes de julio. Inmediatamente mepongo nerviosa, no espero a nadie y, a veces, no eslo más recomendable salir a abrir a esas horas,pese a que este barrio tiene un índice decriminalidad muy bajo (aunque no lo parezcadespués de haber sido víctima de un atraco en lamisma puerta de mi edificio).

Me recojo el pelo en una coleta y me calzo laszapatillas. No estoy muy orgullosa, pero cojo unbate de béisbol que encontré en la casa cuando memudé, y lo dejo al lado mismo de la puerta, antesde poner la cadena y abrir con precaución.

Y entonces lo veo allí plantado, en el umbral demi puerta, con cara de estar sufriendo un lío mentalde los grandes y los hombros soportando todo elpeso del mundo. Y mi corazón quiere saltar del

Page 408: El mundo, contigo (Spanish Edition)

pecho y correr una maratón o algo así.―¿Puedo pasar o estás acompañada?

―pregunta Marie con algo parecido al miedo y laesperanza pintado en sus preciosos ojos verdes.

Page 409: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Capítulo 16

Sin salir aún del asombro que me tiene paralizada,le dejo pasar al interior de mi casa. Agradezcoinmensamente que estos dos días de fiesta algo herecogido, limpiado y ordenado. No mucho, pero sílo suficiente como para que no me avergüence elrecibimiento de una visita inesperada a estashoras.

Cuando me recupero algo del impacto inicial deverlo allí, le invito a que tome asiento y, comobuena hija de mi padre con inmejorables dotes deanfitriona, le ofrezco algo de beber.

Me acerco al sofá con dos cervezas bienfresquitas y procuro que mi estado de nerviosagudos no se me note mucho. Aunque estar a puntode derramar el contenido de las dos botellas alposarlas en la mesita de café que tenemos delante,no ayuda mucho a mi propósito.

Marie me mira y no dice nada. Lleva una ropa diferente -un pantalón vaquero y una camiseta

Page 410: El mundo, contigo (Spanish Edition)

negra de los Ramones-, y me asombra que hayapodido cambiarse y presentarse en mi casa en tanpoco tiempo.

―La casa de mi abuela está al lado de dondehe dejado a Chris ―explica como si me leyera elpensamiento―. No me ha parecido bien venir devisita con mi ropa de correr y sin darme unaducha.

―¿Y dónde has dejado a Chris, exactamente?―En una casa de acogida. Es un buen lugar, la

lleva una ex policía, Mandy Petersen. Es dura perocariñosa, y los chicos acaban adorándola.Tenemos una especie de convenio de colaboracióncon ella, y muchos agentes participamos en elprograma social de Hermano Mayor con los chicosde Mandy.

Me quedo callada, asimilando su respuesta. Ypienso en que hice muy bien al llamarle, que si esechico puede llegar a tener una oportunidad, esgracias a que Marie ahora lo va a vigilar. Él oalgún compañero, alguien que le dé una esperanzay algo por lo que luchar, que le saque de esa

Page 411: El mundo, contigo (Spanish Edition)

desesperación que se podía ver en sus ojos tristesy apagados.

―Va a estar bien ―dice poniendo su mano enmi rodilla, intentando darme esa confianza que yoya tengo, porque confío en él pese a todo.

―Lo sé.Volvemos a quedarnos en silencio una vez más.

Damos un trago de nuestras cervezas y miramos alsuelo. La situación es bastante incómoda, yo no séqué decir, al fin y al cabo, no tengo ni idea de porqué se ha presentado en mi casa ahora… me gustaque esté aquí, sí, pero me encuentro absolutamentedescolocada. ¿Querrá hacer las paces? ¿Habrávenido sólo a informarme sobre Chris? ¿Tendráintención de echarme en cara mi beso con Sauljusto cuando había quedado con él? Sea lo quesea, ruego a los dioses que lo suelte ya, porquevoy a acabar atacada del corazón si esta situaciónse dilata más en el tiempo.

―Quería disculparme por cómo me fui el otrodía ―comienza―, no tenía ningún derecho aenfadarme. Lo siento.

Page 412: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―En realidad un poco de derecho sí tenías,porque precisamente habíamos quedado parahablar de lo que había pasado entre nosotros…

―Sí, pero no es justo que te culpe por estar conotro chico. Teniendo yo lo que tengo encima.

―Bueno, lo cierto es que has estado muy bordehoy al llegar a Roosevelt Island. Y no contestar ami mensaje, con lo bonito que me quedó…―intento quitarle hierro al asunto, porque lasituación no es fácil. Vale que él no está en unasituación en la que pueda exigirme nada, pero almenos nunca me ha ocultado que hubiera otra.

Esboza una sonrisa triste, como si se dieracuenta de que tengo razón y se resistiera adármela. Es bonito verle sonreír, es como sentir enla piel una oleada de lluvia fresca en un día muycaluroso.

―No estoy con otro. No mientras mi cabezaesté hecha un lío. Pero no negaré que mi corazónpiensa en otro chico… tanto como en ti.

Me mira directamente a los ojos y veo quedentro de ellos anida una esperanza… algo. Pero,

Page 413: El mundo, contigo (Spanish Edition)

¿qué? ¿Qué es exactamente lo que tiene dentro?¿Qué es lo que quiere de mí? Me pregunto conrabia por qué no me deja en paz si aún sigue consu novia. Y luego, muerta de miedo, me consuelopensando en que está aquí, cerca, conmigo, a milado, y no hay sensación más bonita en el mundoentero.

―¿Has cenado? ―pregunta de pronto.―Eh… no ―Y es cierto, ni se me ha ocurrido

hacerme la cena y eso que no pruebo bocado desdemi ya lejana comida ―¿Y tú? ¿Tienes hambre?¿Quieres que pida una pizza o algo?

―¿Lo dices en serio? ¿Una pizza? ¿Teniéndomeaquí, en tu casa, y no se te ocurre aprovecharme?―me dice con una sonrisa pícara en sus labios,esos labios que me muero por volver a besar y alos que no quito ojo.

―¿Quieres cocinar? ¿Ahora?―¿Por qué no? Nos ayudará a destensar la

situación y conseguir que se nos borre de la caraesta sensación tan incómoda por superar unasituación complicada… ¿no te parece una gran

Page 414: El mundo, contigo (Spanish Edition)

idea? ―y sin esperar mi respuesta, le da un trago ala cerveza hasta acabarla, se levanta del sofá yempieza a revolver entre mis cajones en busca dedios sabe qué.

Me pregunta por algunos ingredientes y se ponemanos a la obra en cuanto se los pongo delante. Vaa hacer pasta con salsa arrabiata, y sólo depensarlo, ya me estoy chupando los dedos. Laverdad es que, de repente, tengo un hambre vorazque hasta ese momento había ignorado.

―Esta es la primera receta que aprendí. Me laenseñó mi abuela con ocho años. Y desdeentonces, la uso para impresionar a todo el mundo,porque me queda de rechupete ―dice con unbrillo precioso y cálido emanando de su mirada.

―Cuando hablas de cocina… te transformas.Se queda parado por un momento, sonriendo

para sí mientras prepara la salsa. De pronto, memira a los ojos y su sonrisa se hace más amplia, lellega a los ojos, que es como más guapo se pone.

―La cocina es como una droga para mí. Es mimotivación. Es algo en lo que soy muy bueno y en

Page 415: El mundo, contigo (Spanish Edition)

lo que pocas veces fallo. Algo que me da muchasalegrías y que me ayuda a desconectar… es mipropia esencia ―dice de carrerilla―. Sin lacocina estaría bastante perdido y no me gusta esasensación, ya me acompañó demasiado tiempo enmi vida.

―Y si tantas cosas te hace sentir… ¿por qué nole dedicas tu vida? ¿Por qué no te lanzas y vives elsueño? Es estúpido que te pongas limitaciones conalgo que te encanta y, además, se te da tan bien…hay tantas oportunidades por ahí para alguien contu pasión…

Sigue cocinando en silencio y no sé si se hamolestado o está pensando en mis palabras. ConMarie, a veces, ocurre eso. Supongo que es suparte policía, esa parte que debe vestir con lamáscara de jugador de póker, la que no deja ver alos demás lo que le cruza la mente. Esdesesperante porque la cotilla que tengo dentrodesea saberlo todo, ¿qué piensa? ¿Qué siente?¿Qué le están provocando mis palabras?

―En un mundo perfecto, yo me liaría la manta

Page 416: El mundo, contigo (Spanish Edition)

a la cabeza y a mis ya talluditos treinta y cincoaños, me iría a recorrer el mundo en busca dealguien que quisiera enseñarme. Visitaría todosesos lugares que gastronómicamente son unparaíso para mí, y hasta mendigaría por comidas yclases magistrales a los más grandes de losfogones. Pero… tengo los pies en la tierra. Sé quetengo responsabilidades y que no puedo irme sinmás e incumplirlas.

―¿Te refieres a la boda?―Me refiero a la boda, sí. ¿Qué clase de

persona sería si no cumpliera ahora mi promesacon Priscilla?

―¿Y qué hay de ti? Si ella te quiere deberíacomprender que no estás satisfecho con tu vida taly como es ahora. La Policía puede gustarte enparte, pero la cocina es lo que te hace sentir vivo.¿Se lo has contado? Si no lo has hecho ya, no dejesde hacerlo. Porque si ella no sabe a estas alturasnada de todo esto, es que no te conoce en absoluto.

Calla como asimilando mis palabras, y sé queél sabe que tengo razón.

Page 417: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―¿Por qué no te sientas con Priscilla, lecuentas todo esto y la convences para que teacompañe a cumplir tu sueño?

―Tú no lo entiendes…―¿Qué hay que entender? ¿Que no eres sincero

con lo que sientes? ¿Qué eres capaz de dejar pasarla oportunidad de tu vida?

―¡¿Qué oportunidad?! ―grita de repente,dejando de lado el cuchillo con el que estáacabando de partir el tomate en dados― ¿Quéoportunidad tengo yo por ahí? ¿Y si lo dejo todo yluego sólo obtengo negativas? ¿Y si fracaso?

―Si fracasas, vuelves a intentarlo. Y si teduele pero logras levantarte después de caer, puesvuelves a lo que eres y tienes ahora. Pero losabrás, sabrás que lo intentaste y, créeme, eso teproporcionará una paz increíble y volverás asentirte a gusto contigo mismo.

Se ha quedado sorprendido tanto por suspalabras como por las mías. Creo que nunca habíaverbalizado sus miedos, su terror al fracaso. Susverdaderas limitaciones. No es faltar a su promesa

Page 418: El mundo, contigo (Spanish Edition)

con Priscilla lo que le mantiene atado a ella. Esque Priscilla es la seguridad de una vida sinsobresaltos, fácil, rutinaria… gris. Gris ypequeñita, pero sin caídas, sin fallos, sindecepciones.

Qué ganas me entran de abrazarlo y de decirleque en este mundo, los saltos al vacío sin red sonlos más impactantes y bonitos. Que intentarlo datal vértigo y te genera tal adrenalina, que el viajemismo ya merecerá la pena, incluso en el caso deno alcanzar la meta. Quiero abrazarlo y no soltarlonunca, susurrarle al oído que yo le cogeré de lamano cuando dude, cuando flaquee, cuandocaiga…

No hago nada, por supuesto. Sólo le observodesde el otro lado de la cocina y le doy el espacioque necesita ahora mismo para ordenar suspensamientos. Creo que necesitaba a alguien quepusiera en palabras cosas que él tiene dentrodesde hace mucho tiempo y ahora, justo ahora, séque precisa estar a solas consigo mismo.

Me retiro a mi diminuto saloncito a poner mi

Page 419: El mundo, contigo (Spanish Edition)

modesta y minúscula mesa de comedor decentepara la cena. Retiro los libros que tengoesparcidos por delante, le coloco un pequeñomantelito de cuadros rojos -muy italiano, muy ajuego con la cena que me está preparando- y abrouna botella de un vino tinto que me encanta y delque ya sólo me queda esta botella.

Le acerco una copa de vino a la cocina y veoque la salsa ya está en pleno proceso de cocción.Huele de maravilla y mis sentidos se abren yexpanden de una manera única, sobre todo cuandoél roza mis dedos al tomar la copa de mis manos.

Siento que debo darle ejemplo y ser valiente yotambién. Tirarme a la piscina, aunque fracase,aunque lo asuste con mi curiosidad y mi necesidadde saber las cosas, y salga huyendo de mi casa.

―¿Por qué has venido? ―casi susurro.Me mira un instante que parece eterno y sus

ojos me dicen mil cosas, pero no sé interpretarninguna. Veo anhelo, pero no sé si es por mí. Veotristeza, y no comprendo si la he causado yo. Veodecisión, y no sé si se ha vuelto valiente.

Page 420: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―No lo sé. Supongo que necesitaba quealguien me dijera cosas como las que tú acabas dedecirme.

―Esa no es una respuesta. Y lo sabes.Me sonríe tenuemente mientras echa la pasta a

cocer. Vuelvo a darle una tregua y me acerco acoger los platos, los vasos y los cubiertos con losque vestir la mesa del comedor para nuestro festínparticular.

Decido ponerme algo más presentable que micómodo pijama de verano y me voy a cambiar. Mepongo un vestido fresco y desenfadado de colormorado y me deshago la coleta que me habíapuesto después de haber estado leyendo en lacama. No quiero pasarme poniéndome maquillajey que piense que quiero seducirlo. Así que mequedo como estoy, a cara lavada, y que sea lo quelos dioses quieran.

Cuando termino de prepararme, Marie ya estáultimando los detalles de nuestra suculenta cena.El olor a la salsa de tomate especiada inunda todala casa y mi escala de hambre ha subido hasta el

Page 421: El mundo, contigo (Spanish Edition)

límite. ¡Qué ganas de probar la pasta!Nos sentamos a la mesa y me doy cuenta de

que, quizá, me he pasado un poco. Sólo le faltandos velas para encontrarnos en un escenario depelícula romanticona, de esas que son auténticospasteles. Y soy consciente de que, ahora mismo,estamos viviendo una escena de auténtico pastel,se mire por donde se mire. Así que no tengo másremedio que reírme de mí misma, de los clichésque critico y de la expresión de 'no escupas paraarriba…'

―Ahora te toca a ti ―dice Marie cuando estoytratando de llevarme los espaguetis a la boca sindesmerecer el resto de mis atributos― ¿Cuándovas a tomar una decisión sobre tu vida?

Me quedo a medio camino, con la boca abierta,y no llego a probar la pasta, que vuelve a su sitioen mi plato.

―¿A qué te refieres?―No tenía que haber preguntado hasta después

de cenar. Come y luego hablamos, que eres capazde quedarte sin cenar…

Page 422: El mundo, contigo (Spanish Edition)

¿A qué se refiere? ¿Va a hacerme mirar cara acara a mis demonios interiores y hacer que meenfrente a ellos? ¿O va a darme un sermón sobre lodesencaminada que va mi vida hasta la fecha?Hace un gesto para que coma, condición sin la queno hablará más, y yo obedezco.

¡Qué maravilla! ¡Los espaguetis están demuerte! Son, con diferencia, el mejor plato depasta que he probado en mi vida. La salsa es sutily jugosa, y la pasta está justo en su punto decocción. El maridaje entre ambas es, simplemente,perfecto.

―¡Dios mío! ―no puedo evitar exclamar― ¿Ydices que tienes miedo al fracaso?

Nos echamos a reír ambos y yo me relajo unpoco. Por lo que él ha podido sentir antes con mispalabras y por el creciente miedo que se haalojado en mi pecho por las suyas.

Cuando acabamos de comer, recogemos todo y,con nuestras copas de vino, nos volvemos a sentaren el sofá del salón.

―Ya me he comido tu comida… habla ―le

Page 423: El mundo, contigo (Spanish Edition)

exijo.―Creo que sabes perfectamente a qué me

refiero. No eres tonta. Llevas toda la vida dandotumbos y nunca has querido echar raíces, hastallegar aquí y trabajar de secretaria en unaeditorial, no sé… no me cuadra.

―¿Qué es lo que no te cuadra?―Nada. Que la chica que me habla de sus

cosas con este entusiasmo, la que ha recorrido elmundo y es capaz de dibujarlo para los demás ensu increíble blog… esa chica no puedes consideraresto que tiene ahora como el final del camino. Noeres una chica de oficina.

¿Lo soy? La verdad es que, durante un tiempo, ypor la novedad que supuso, mi trabajo en Colemanand Asociated Publishing me tenía encantada. Peroluego, tengo que reconocer que no es lo que deseoa largo plazo para mi vida. No creo que me veaencerrada en las cuatro paredes de un despacho yesa es, precisamente, la razón por la que no le dejéa Saul darme ese ascenso del que habló cuandoquiso poner en marcha mis ideas.

Page 424: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―Supongo que tienes razón.―Claro que la tengo ―asiente convencido―

¿Y sabes desde cuándo lo sé? Desde el día en queme hablaste de tu blog, de la pasión que tedespertaba hacerlo, de tus ojos, que echaban unaschispas súper adorables… y del propio blog. 'Elmundo, contigo' es fabuloso, deberías convertirloen la prioridad de tu vida.

―No puedo hacer eso.―¿Por qué?―Porque yo no soy como mi madre.Una impotencia enorme crece dentro de mí. Y

me doy cuenta de que estamos pisando terrenoinestable y que no sé lo que aguantaré sin ponermea la defensiva, o a gritar o a llorar. Y no sé cuál deesas opciones es la menos mala en estosmomentos, junto a él.

No quiero que me psicoanalice ni me diga sisoy o no feliz. Al menos mi vida laboral no estáafectando a mi vida personal hasta el punto deestar paralizado por el miedo ante la decisión desi casarse por amor o por una seguridad que será

Page 425: El mundo, contigo (Spanish Edition)

sólo ficticia. Yo no soy él y no quiero que se tomela revancha conmigo.

Mi rostro debe de decirlo todo por sí sóloporque él me sonríe y trata de cambiar de temapara que la sangre no llegue al río. Y se loagradezco, vaya si lo hago.

―A ver, necesito saber más de ti, cuéntamealgo que nadie sepa. Por ejemplo, después de vermedio mundo en tus viajes, ¿cuál es tu rincónfavorito del planeta?

No tengo que pensar mucho. He estado enalgunos sitios verdaderamente alucinantes en estemundo, pero si tengo que elegir, hay uno que tengoclavado a fuego en mi corazón.

―Emocionalmente el mejor lugar de este locoy maravilloso planeta es el Urdaibai. Es una zonapreciosa de la costa vizcaína… un paraíso deacantilados, playas, la desembocadura de una ría,una reserva de aves, un castillo de cuento, una islamágica, un equipo de remeros de leyenda, unasolas para el surf más que perfectas… la mejorpuesta de sol que he visto en mi vida.

Page 426: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Me escucha embelesado y creo que entiendopor qué me ha hecho esa pregunta. Queríademostrarme que tiene razón, que cuando hablo delo que conozco, de mis viajes y mis historias delmundo, me transformo en quien soy realmente. Meda una rabia terrible pero, a la vez, me siento tan agusto y relajada aquí, con él, hablando de todoesto… no puedo fingir, con Marie no.

―Vale, me has convencido. Lo tengo quevisitar… aunque yo me refería más a ese rincónperdido, pero perdido de verdad. Habrásdescubierto sitios que casi nadie conocerá, ¿no?

Claro, de esos también tengo muchos, algunoscasi tan especiales como mi Urbaibai. Los otros nome hacen soñar como mi casa, la única que heconocido como constante a lo largo de mi vida.Pero quiero complacerle y busco el rincónespecial, el desconocido que se lleva la palma.

―Verás, hay una isla diminuta en elMediterráneo. Se llama Comino y pertenece aMalta. Tiene un hotel y poco más, y en inviernosólo viven en ella los guardeses, un hombre de

Page 427: El mundo, contigo (Spanish Edition)

unos cuarenta años, su madre, su tía y su prima.“Sus aguas son azules como si estuvieras en

plena Barrera de Coral australiana, increíbles.Pasé allí una época intentando encontrarme a mímisma. Me hacían compañía cuatro ovejas, losguardeses y poco más. Es un rinconcito hermosode este mundo y creo que es uno de esos sitiosdonde se puede pensar con claridad y hallarrespuestas.

Sonrío al recordar mis días en aquel islotedesierto y anhelo, de pronto, volver a estar allí.Dejar que mis líos mentales se diluyeran entreaguas cristalinas y paisajes paradisíacos.

―Preguntarme estas cosas es como preguntartea ti por tu comida favorita. Como si nosadentráramos en la raíz de todo ―bromeo.

―Buena pregunta. Mi comida favorita. Es unapregunta fácil si realmente tu intención era hacerla.

―Lo era ―le digo riendo.―Pues bien. Hay un sitio en Nolita, en una

calle en la que ya casi sientes que estás enChinatown, que tienen unas deliciosas gominolas

Page 428: El mundo, contigo (Spanish Edition)

artesanales que me vuelven loco. No te rías ―memira con un falso enojo pintado en sus ojosverdes―, son realmente espectaculares. Déjameque te hable de ellas.

«Cuando era pequeño, mi abuela me lasregalaba los domingos. Me gustaban todas, cadauna sabía de manera increíble a la fruta de la queestaba hecha. Y todas tenían forma diferente: la deplátano tenía forma de cohete; la de limón; deestrella; la de uva, era un círculo y, mi favorita, lade frambuesa, era un corazón rosa precioso. Misamigos se reían porque apartaba los corazones ylos dejaba para el final… lo que tuve que aguantar.

«Pues confieso que, a día de hoy, nada me gustamás que las gominolas de frambuesa de Nolita, yeso que hace ya mucho tiempo que no tengo elplacer de saborear ninguna.

Dice esto con los ojos entornados, volviendo,supongo, a algún punto muy feliz de su niñez. Yestá tan atractivo así, tan cerca y tan dulce, que nopuedo evitar que mi mano adquiera vida propia ypretenda alcanzar sus suaves labios.

Page 429: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Le rozo apenas y él clava su increíble miradaverde en mí, alzando su mano hasta sujetar yrodear la mía. No deseo nada más que sentir esetacto que envuelve mi mano, por todos losrincones de mi cuerpo, y me estremezco sólo depensar a dónde pueden ir las cosas si hoy no lasfrenamos.

―¿Por qué has venido? ―vuelvo a preguntarde nuevo en un susurro.

Se acerca despacio a mí y siento su aliento enmi mejilla. Mi corazón ya está bombeandoadrenalina por todas mis terminaciones nerviosasy a punto está de estallar cuando sus labios seposan sobre los míos en un beso suave y perfecto.

Su cuerpo está pegado al mío y yo no puedopensar en otra cosa que en sus labios en mislabios, su boca dentro de mi boca y sus manos,enlazadas con fuerza y deseo a mis manos. Estoyen el paraíso y no quiero que esto se acabe.Necesito que esto no se acabe porque si no, voy avolverme loca.

―He venido a por ti, porque ya no puedo evitar

Page 430: El mundo, contigo (Spanish Edition)

estar lejos de ti ―dice en mi oído, con la vozronca de deseo, cuando se deshace nuestro beso.

Nos miramos a los ojos y asentimos. Esa es larespuesta correcta a la pregunta, porque yotampoco puedo evitar dejar de pensar en el chicodel ascensor a punto de casarse y, aunque me matapor dentro toda la situación, dejarlo pasar meduele mucho más.

Me vuelve a besar con más fuerza esta vez,alentado por su confesión y mi naturalentendimiento. Me sienta encima de él y mearrastra por una sensación de bienestar que anheloprologar entre sus brazos toda la noche.

Le acompaño en el beso, me uno a su fuerza y asu pasión, y nos entregamos a una vorágine decaricias y besos que nos lleva hasta mi dormitorio.

Allí no puedo evitar desvestirlo del todo ydejar que él me quite el vestido por encima de micabeza. Me recorre el cuerpo con sus dedossuaves, trazando círculos que me erizan todos ycada uno de los poros de mi piel.

Me abraza, me besa, me marca y yo me dejo,

Page 431: El mundo, contigo (Spanish Edition)

porque sé que esto es lo que se supone que debeser. Sé que esto es correcto porque los corazonesde dos personas no pueden cometer el mismoerror. Cuando finalmente le siento dentro, todo lodemás deja ya de importar.

Nos dormimos enlazados, después dededicarnos a acariciarnos durante una eternidad.Mi mente se pasea por todos los escenariosposibles y me pregunto si esto es una confirmaciónpara él o es su última juerga de soltero antes depresentarse ante el altar y ante Priscilla en sólodos semanas. Y aunque puedo hacerle laspreguntas que me sacarían de dudas, la partecobarde de mi corazón me insta a callarlas denuevo, animándome a disfrutar, aunque esosmomentos con Marie sean los últimos quepodríamos tener juntos.

Page 432: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Capítulo 17

No es que me arrepienta de nada, pero desde queme acosté con Marie me inundan una serie desensaciones encontradas. Y vale, yo me lo hebuscado por dejar que se meta en mi cama unhombre prácticamente casado, pero es que a vecesla mente se queda de auténtica actriz secundariacuando el corazón hace su aparición en escena.

Llevo una semana sin apenas dormir,machacando mi cabeza con opciones,posibilidades y mil variables que podrían hacerque mi vida se decidiera en uno u otro sentido.Porque siento que estoy ante un momento decisivo,y no sólo en lo que se refiere al terreno afectivo.

No dejo de darle vueltas y más vueltas a laspalabras de Marie sobre lo que me hace feliz enesta vida y sobre mi sitio, mi búsqueda del sitioque debo ocupar. Y no hay nada claro, nada sedefine en mi interior como la opción más acertada.¿Cuándo me volví tan insegura? ¿Cuándo me

Page 433: El mundo, contigo (Spanish Edition)

aficioné a darle tantas vueltas a las cosas? Antesno era así, antes era más decidida y directa, antessabía que estaba de paso… ¿Y ahora? Ni eso sé,más perdida no se puede estar.

Hoy es viernes por la mañana y tengo unareunión con Saul en su despacho a las 11,30. No séexactamente para qué me ha citado, porque no haincluido ningún orden del día de la reunión en suagenda. No sé si es personal o laboral. No sé sidebo ponerme nerviosa por demás, o entrartranquilamente en su despacho, tal y como sería lohabitual.

Su cita para esta mañana me llegó anoche,mediante un mensaje de texto, y eso, quizá, inclinela balanza más por el lado de lo personal, perocon Saul, nunca se sabe. Es extraño, no obstante, yme tiene más intrigada de lo habitual.

Él aún no ha llegado, tenía una reunión con dosagentes literarios en Madison Garden, así que nopuedo ir deduciendo nada de nuestra cita de las11,30 si no puedo ver la forma en que me recibe,me habla y me trata.

Page 434: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Tengo algunas cosas que hacer antes de lareunión, así que me pongo manos a la obra paraque mi cabecita deje de dar vueltas y más vueltas,y evitar así el mareo y el vértigo que últimamenteme acompañan tan a menudo.

Pero una cosa es decirlo y otra hacerlo. Porquemi mente, alentada por un corazón atolondrado ysin ningún control, me lleva de nuevo a la nochedel viernes y los momentos tan perfectos que paséen brazos de Marie. Su tacto, sus besos, supresencia en mi cama después de hacer el amor…todo me hace pintar una sonrisa bobalicona en mislabios sin que pueda evitarlo.

Las chicas ya me han pillado en esta tesitura unpar de veces esta semana y, aunque he sidoprudente y me he callado la boca, supongo que, enalgún momento algo les tendré que contar. Estatarde en Antoine's sé que voy a ser sometida altercer grado, y me muero de ganas por contarlestodo, a la vez que me aterra lo que puedan pensarde mí.

Y es que estamos ante una historia que se ha

Page 435: El mundo, contigo (Spanish Edition)

quedado sin final. Y si alguien me pregunta sobrecómo estamos ahora Marie y yo, sólo puedoencogerme de hombros y morderme el labio paraevitar que hasta las lágrimas me visiten.

La mañana del sábado, cuando yo ya meimaginaba un bonito despertar acompañada, me dicuenta de que estaba sola, y que en la casa ya noquedaba ni rastro de la presencia de Marie. Mehizo hasta dudar de que hubiera sucedido lo quehabía pasado entre los dos la noche anterior. Peroel sabor de sus labios aún me quemaba por dentro,así que deseché pronto esa estúpida idea.

Miré mi teléfono para ver la hora que era, ydescubrí con una alegría infantil ydesproporcionada, que tenía un whatsapp de élesperando a ser leído:

“Perdona que me vaya así, como si recorrierael camino de la vergüenza y no quisiera que nosvolviéramos a ver despiertos. Entro a trabajar alas 8, tengo turno, así que me he ido pitando y ensilencio, porque ayer tuviste un día duro y noquería despertarte. ¿Hablamos después?”

Page 436: El mundo, contigo (Spanish Edition)

(06:55)No supe qué pensar en ese momento. Estaba

como atontada aún, sin espabilar del todo trasabrir los ojos. Me levanté despacio, me di unaducha, me calenté un café, y volví a leer elmensaje.

Me quedé con ese “¿Hablamos después?” comohilo de esperanza al que acogerme, aunque teníaclaro que lo de tener esperanzas con un chico queva a casarse, quizá no fuera la mejor idea delmundo.

Me quedé esperando su llamada todo el sábadoy, con enorme tristeza, comprobé que no iba aproducirse ese día. Quizá él esperaba que yo dierael paso, pero dado que el que tenía novia era él yquien se había ido de mi cama sin avisarme,también era él, estaba en su tejado la pelota y lallamada: Sí o sí, debía partir del propio Marie,¿no?

El domingo aún esperaba su llamada, al menoshasta la noche, cuando bastante cabreada conmigomisma por haber caído en ese juego tan peligroso

Page 437: El mundo, contigo (Spanish Edition)

y que tanto daño hace a los corazones de quienesse exponen a él, acabé por tomar una decisión quepodría ahorrarme bastante sufrimiento futuro: dejarde tener esperanzas.

Como si el destino siguiera burlándose denosotros y nos hubiera puesto en el centro de sumacabro pasatiempo, justo cuando tomaba esadecisión, mi teléfono me indicaba que estabaentrando una llamada. De Marie, por supuesto.

―Hola ―saludó con su habitual voz dulce―.Sé que ayer tenía que haberte llamado, pero nopude…

―Claro, esto de acostarte con otra teniendonovia, complica las conversaciones telefónicas sino estás solo.

Lo pilló al vuelo. Estaba enfadada. Y mereprendí por hacérselo notar. Quería parecermadura y racional, que no se me notara que estabaresentida por haber llegado, por fin, alconvencimiento de que era 'La Otra', lo que nuncahabía querido ser, lo que siempre había repudiado.

―No me has entendido ―intentó aclarar,

Page 438: El mundo, contigo (Spanish Edition)

claramente confundido―. Nadie me lo haimpedido. Era yo, que no podía coger el teléfono yllamarte porque estaba hecho una mierda. Me lo hebuscado sólo, lo sé, pero tus palabras, primero, ylo que pasó entre nosotros, después… no sabes eltsunami que me recorre entero desde que salí de tucasa.

Me quedé callada. No sabía qué decir. Nopodía estar enfadada con él por tener dudas, poranalizar lo que había pasado, porque le estabaafectando… si me afectaba a mí de este modo,¿qué le estaría pasando por la cabeza a él que erael que más tenía que perder en todo eso?

Lo justo hubiera sido dejarlo ir, dejar que élmismo encontrara su norte primero. Y luego,después de saber su respuesta, tomar yo ladecisión correcta. Es lo mismo que me habíapasado con Saul al pedirle tiempo. En este caso,era Marie quien lo necesitaba y quien,probablemente, no me lo pediría nunca por temor aperder algo. Creí que debía echarle una mano y,así, de golpe, supe lo que tenía que hacer, también

Page 439: El mundo, contigo (Spanish Edition)

en mi propio beneficio, y en el de mi salud mental.―Will…―Nunca me llamas Will. No lo hagas, no me

gusta cómo suena ahora mismo, sé que precede amalas noticias.

―Will ―repetí― necesitas tiempo. Necesitasno verme, no hablar conmigo. Necesitas saber quées lo que quieres y te quedan menos de dossemanas para averiguarlo. Es una carreracontrarreloj y el único que va a perder si no tedecides, eres tú mismo.

Más silencio. Sabía que había entendido quetenía razón, que no podíamos seguir así. Que nodebíamos vernos o hablar hasta que tuviéramos lascosas claras. Porque se lo había pintado de colorgris a él, como si sólo él debiera tomar unadecisión al respecto. Pero yo también tenía muchoen qué pensar. Porque en mi cabeza había otrosjugadores, sobre todo Saúl y mi futuro que, desdeel viernes por la noche, era más incierto quenunca.

―¿No quieres que te llame?

Page 440: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―Claro que quiero que me llames… pero creoque no debes hacerlo. Yo también tengo quepensar. Necesito saber qué es lo que deseo.Necesito alejarme, ver la foto completa de mi vidaahora mismo, y volver a hacer zoom en la parteapropiada. Es la única manera de hacer bien lascosas. Es el único modo para conseguir la claridadmental que ahora, los dos, necesitamos.

Sé que no le gustó del todo mi decisión, perotambién sé, que en el fondo, era lo que más lebeneficiaba para resolver su vida. Desde eldomingo por la noche no sé nada de él y, aunqueme muero de ganas por conocer cómo va superegrinaje por el interior de sus emociones, aúntengo que resolver yo mi propio puzle emocionalsi no quiero morir en el intento de descubrirme amí misma. Queda una semana para la boda, aveces me da por pensarlo y el corazón se meencoge lleno de dolor.

Apenas quedan tres minutos para las 11,30 y nose ve a Saul por ningún lado. Suena el teléfono demi escritorio, sacándome de mi ensoñación con

Page 441: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Marie y nuestra actual situación deincomunicación. Veo en la pantalla que se trata delpropio Saul y cojo sin pensármelo mucho.

―Martina, lo siento, me ha surgido algo y nopodré ir a la oficina hasta la tarde. Es una comidacon la CEO de TrendingBooks, quizá consigamosllegar a un acuerdo para no sacar los dos toda laartillería que manejamos a la vez.

―Eso es estupendo, Saul. No te preocupes pormí, tengo tarea hasta la tarde. Te esperaré.

Me parece una muy buena idea que ambospeces gordos se sienten a hablar civilizadamentede los pasos a seguir para no pisarse el terreno o,al menos, evaluar por dónde irán los tiros de susrespectivas nuevas líneas de negocio. Creo queSaul necesita cerrar ese capítulo para volver acreer en sí mismo y en su capacidad para gestionarla compañía de su abuelo y de su padre.

Las horas parecen no correr y yo, mientrastanto, sigo dándole al coco. Sí, podría presentarmea las olimpiadas en la categoría de darle vueltas alas cosas si algún día un lumbrera decidiera

Page 442: El mundo, contigo (Spanish Edition)

crearla. Ganaría sin complicaciones a quien osaracompetir contra mí y mi gran capacidad de nodejar quietas a mis neuronas. Lo peor de todo, esque me da la sensación de hallarme en unaencrucijada perpetua, con tres caminos a elegir:Saul, Marie y estar sola. Y de los tres hay cosasque me gustan y que me echan para atrás.

Además, por si no fuera poco, a esosenrevesados y nada fructíferos pensamientos, seune una muy poco sana afición recién adquiridapor pensar en mi futuro que, como ya he dicho, hansurgido tras las palabras de Marie.

Después de horas y horas pensando, llego a unacuerdo conmigo misma y me alío a la religiónapócrifa de Dennis Kunnis y me prometo que ladecisión que tome será la guiada por una señal,sea la que sea. Aunque yo no tenga ni idea deinterpretar señales ni nada parecido.

Saul aparece por fin en la oficina. Son las cincomenos cuarto, casi me hace esperarle más allá delhorario laboral y, lo que es peor, del platón a laschicas. Ahora espero que no me líe mucho.

Page 443: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Me hace pasar de inmediato a su despacho,pero no lo veo acomodado detrás de suimpresionante escritorio Louis XV. Ha dejado suportafolios y se ha deshecho de su americana, yestá sentado con cara de agotado en uno de lossillones de piel color tabaco que se encuentran enuno de los laterales de la estancia.

Se le ve realmente cansado, como si llevaratodo el día de aquí para allá, cosa queprobablemente haya sido así. Creo que necesitaunas vacaciones y, si ha logrado finiquitar sudiscordia con TrendingBooks Publishing, estepodría ser un buen momento para cogerse unosdías libres y olvidarse de todo.

―¿Qué tal ha ido? ―le pregunto mientras tomoasiento enfrente de él haciendo caso a suinvitación muda― ¿Habéis conseguido llegar aalguna clase de acuerdo?

―Hemos llegado a algunos pequeños acuerdos,sí ―dice masajeándose el puente de la nariz―,pero antes de contarte nada de la comida con losde la otra editorial, creo que debería empezar

Page 444: El mundo, contigo (Spanish Edition)

contándote algo más importante. De hecho, es elmotivo por el que te he citado.

Se me pone una especie de nudo en la garganta.Me siento sumamente insegura cuando se me citaen un despacho para tratar un tema del que lodesconozco todo. Mis pies inician un ligerotraqueteo que muestra, a las claras, que no estoynada tranquila.

―Ya sé quién filtró a los de TrendingBooksnuestras intenciones. Y no, si vas a preguntarmepor Virginia Olsen, no fue ella. Tuviste razón entodo el tiempo.

Me alegro de no haberme equivocado, aunquecon ella el mal ya está hecho.

―¿Quién fue entonces?―No te lo vas a creer, a mí me cuesta y eso que

lo he escuchado de su propia boca.Me mantiene en ascuas y yo quiero gritarle para

que lo suelte ya. Saul sí que sabe cómo mantenerel suspense en sus relatos.

―Anoche estuve en los Hamptons. Les handado el alta a Fanny y a la pequeña, y quería ver

Page 445: El mundo, contigo (Spanish Edition)

cómo estaban. Tuvimos una cena muy agradable y,tras ella, mi padre me pidió que charláramos unrato. Lo vi cambiado, como más relajado, máscentrado. No probó ni una sola gota de alcohol entoda la noche, ¿te lo puedes creer? Pues estábamoslos dos tan a gusto en el salón cuando me soltó labomba. Él fue quien les contó a TrendingBooksnuestras ideas.

―¡No! ¿Te estás quedando conmigo?―pregunto sin darme cuenta de que, quizá, mi tonoy el contenido de mis palabras suena un pocomenos elegante de lo que me hubiera gustado.

―No bromeo. Ojalá lo hiciera, pero no… alparecer, durante los días que celebramos elConsejo de Administración en Los Ángeles, en elhotel en el que él se alojaba los de TrendingBookscelebraban su convención anual… ¿no escasualidad? Ni siquiera le hicieron caer en unatrampa. Estaba bebiendo en el bar y se puso ahablar de forma casual con un tipo, que resultó seruno de los comerciales de la otra editorial y al quele soltó, casi palabra por palabra, lo contento que

Page 446: El mundo, contigo (Spanish Edition)

estaba de que su querido hijo, o sea yo, les hubieradado en las narices a todos los del consejo contodas esas fabulosas nuevas ideas.

No puede ser. ¡Qué mala suerte irte de la lenguaen plena borrachera con un tipo de una editorial dela competencia sentado justo al lado! Y no sóloeso, Saul J. Coleman Senior… ¡era nada más ynada menos que Saul J. Coleman Senior! Esascosas no les pasan a los dioses de laspublicaciones ¿o sí?

Saul está claramente afectado, pero sé que en elfondo, se siente aliviado por haber desvelado elgran misterio en que vivía envuelto desde elfatídico día en el que me presenté, en ese mismolugar, con un correo electrónico con una ofertaimposible.

―Lo peor de todo es la forma en la que hetratado a Virginia ―se lamenta―. He sido unmiserable con ella. Me da rabia haberla perdido.

―Pues recupérala. Es una zorra y una bruja,pero es buena en su trabajo, y ha demostrado quees leal. Al menos mientras aguantó tus desaires…

Page 447: El mundo, contigo (Spanish Edition)

otra lo hubiera dejado mucho antes.Asiente en silencio. No sé cómo lo hará, pero

sé que va a conseguir que Virginia Olsen vuelva aentrar por esa puerta y que lo haga, además, conbuen talante y una amplia sonrisa.

―Bueno, el caso es que solucionado elmisterio, y más aún después de hablar con la CEOde TrendingBooks, quería que retomáramosnuestra conversación sobre tu ascenso. Voy a crearun nuevo departamento para localizar nuevosautores entre los creadores independientes y losblogueros, y te quiero a ti al frente.

De pronto, mi mente se despeja como por artede magia y veo claro mi futuro. Me veo lossiguientes años, y veo que tengo algo por lo quemerece la pena luchar. Tengo que contener laslágrimas de la emoción por haber desenredado eseovillo y haber encontrado el inicio de la madeja.Sí, ahora ya lo sé.

―Saul, gracias por confiar en mí de ese modo.Sé que me lo ofreces porque me crees capaz dellevarlo a cabo y no porque pienses que me lo

Page 448: El mundo, contigo (Spanish Edition)

debes por darte la idea o por lo que ha pasadodespués ―él me mira satisfecho, dándome larazón―, pero tengo que rechazarlo y me duelehacerlo, porque no quiero traicionar tu confianza.

Su sonrisa no muere en los labios según me estáescuchando, y sé que tiene preparado otro cartuchoporque preveía que me iba a negar en su primeratentativa.

―Hace semanas que no hay rumores sobrenosotros. No puedes negarte a ascender por el quédirán. Yo sé que este puesto es para ti, me da iguallo que los demás piensen.

―No lo entiendes, Saul. No deseo el puestoporque no quiero trabajar aquí, no en este lugar―se ha quedado blanco de repente y sé que seimagina que me largo con la competencia― y no,no es lo que piensas. No he aceptado otras ofertas.Pero sí escucharía otra que venga de ti… quieroque me ofrezcas que me quede en Coleman andAsociated Publishing como autora. Quiero que miblog se quede con vosotros, no quiero estar connadie más.

Page 449: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Está desconcertado y se le nota. Pero es que asíes cómo me siento. Tengo que salir de esta oficinacomo trabajadora y volver al mundo, ese mundoque no ha dejado de llamarme, aunque durante casinueve meses haya decidido no escucharle. Por másque me he repetido lo contrario, soy hija de mimadre y necesito irme a vivir mis aventuras, aseguir poniendo mi alma en mi blog, a quererdescubrir cada rincón de este precioso planeta.

Porque sí, soy digna hija de la mayortrotamundos que he conocido y, pese a habérmelonegado durante mucho tiempo, sé que para ser felizdebo ser como ella. Vale, no al nivel desofisticación y glamour que ella maneja -no meveo frecuentando a amigos jeques o tomando el técon condesas y marqueses- pero sí con las ganasde no dejar nada por pisar, esas que la empujarona hacer del mundo su hogar y de sus andanzas, supropia biografía.

―Esto no me lo esperaba… pensaba quedeseabas quedarte en Nueva York y hacer carreraen el mundo editorial ―dice con la voz preñada

Page 450: El mundo, contigo (Spanish Edition)

de desilusión―, supongo que la nómada que viveen ti, ha acabado por ganar la partida.

Eso es, exactamente eso es lo que ha pasado. Yno puedo estar más feliz de haberlo descubierto.Aunque me haya llevado tiempo, al menos ahora lotengo claro.

―¿Y qué hacemos con tu puesto?Por segunda vez esa tarde, un rayo de luz

ilumina mi cerebro para darme la respuestaadecuada a una pregunta de Saul. Tengo a lapersona ideal para ese puesto, y espero que él,pese a mi negativa, sepa apreciar mi criterio.

―Tengo al candidato ideal. Es licenciado enLiteratura, pero el título debería importante poco.Es la persona más inteligente que he conocido enmi vida, tiene un don especial para captar eltalento y es sumamente minucioso con su trabajo,al que se entrega en cuerpo y alma. Se llama OnurKaya, es turco, y ahora mismo empuja un carritode comida por el Greenwich Village por falta deoportunidad para demostrar lo que vale.

―¿Un carrito de comida? ¿Estás segura de que

Page 451: El mundo, contigo (Spanish Edition)

estará a la altura?―No lo veas por lo que hace, sino por lo que

tiene en la cabeza. Es una joya, no lo dejesescapar, Saul.

Me mira y sopesa mis palabras. Sé que cree enmí. Cree en mí desde que le conté mis ideas y vioque tenía capacidad para ver más allá. Él tambiénla tiene, y espero que lo sepa aprovechar.

―Entonces… ¿te vas?Su voz suena apenada. Supongo que piensa que

una trotamundos no puede encajar con él. Igualpiensa en su padre y en mi madre, hace casicuarenta años, y se imagina a sí mismo,añorándome como el señor Coleman añora a vecesa mi madre. Me parte el corazón pensar que lo quepudimos tener no pueda realizarse por mi elecciónde vida, al fin y al cabo, en cuarenta años elmundo ha cambiado y las distancias son muchomás cortas.

―¿Sabes lo que decía mi abuelo? Que un hiloinvisible conecta a aquellos que están destinados aencontrarse, sin importar tiempo, lugar o

Page 452: El mundo, contigo (Spanish Edition)

circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer,pero nunca romper. Entiendo que tu destino es elmundo, y a él estás unida aunque lo hayas dejadode lado unos meses. Me alegro por ti, Martina,quiero que seas feliz, de corazón.

Y ahí está, la señal que esperaba. Saul me dejair, sabe que no es nuestro destino. Pero como esedestino es juguetón, la señal está apuntandodirectamente hacia quien ha estado siemprecolocado por él en mi camino. Sí, mi deseo esrecorrer el mundo, pero el destino no quiere que lohaga sola.

De pronto, siento una enorme urgencia por salirde allí e ir a jugar mi última carta en estepasatiempo de los hados en el que me he vistoenvuelta. Le doy un beso apresurado a Saul en lamejilla, le prometo que luego hablaremos y medespido a todo correr. Tengo muchas cosas quehacer para cumplir mi destino y no tengo muchotiempo.

Lo primero de todo es llamar a las chicas ydisculparme con ellas por perderme la tarde en

Page 453: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Antoine's. Ya era tarde al entrar al despacho deSaul y tarde he salido, así que en la oficina noqueda ni un alma. Lo siguiente es llamar a mipadre, contarle lo que me pasa y pedirle suparticipación en mi loco plan de conquista de unhombre que se casa en ocho días.

Cojo un taxi que justo pasa vacío por mi lado(¿ves? El destino está de acuerdo conmigo) y ledoy al conductor una vaga dirección, al sur,mientras busco en mi navegador del teléfono elsitio exacto que busco. Localizo mi objetivo, lepido al taxista que me lleve a él y que me esperemientras hago una compra urgente.

Después, con mi munición secreta cargada, asalvo en mi bolso, le pido al conductor quedeshaga nuestros pasos y que me lleve de nuevo allugar donde me recogió. No es tan sencillo, alparecer, un atasco en la Quinta ha relentizado todoel tráfico de manera drástica y apenas nosmovemos ¿destino? ¿Estás ahí? ¡Por favor, que nollego!).

Cuando llevamos más de veinte minutos

Page 454: El mundo, contigo (Spanish Edition)

parados, tengo que reunir todo el valor que recorremi cuerpo y salir del taxi. Sólo hay una solución.Coger el metro, por mucho terror que eso meproduzca.

Corro hasta la primera boca de metro que meencuentro, y me cuelo enseguida en su interior.Debo adquirir la tarjeta de viajero, cargarla ypasarla por los tornos. Espero en el andén, muyquieta, preguntándome qué querrá decir esto. ¿Queno vaya? ¿Que supere los miedos? ¿Que el destinono lo controla todo y, a veces, una tramasecundaria lo complica todo?

Cuando llega el metro, entro con ciertaangustia. Pero es cierto que tengo más ansiedadpor la posibilidad de llegar tarde y estropear todoslos planes que he ido tejiendo en la mente demanera vertiginosa, en apenas unos minutos, quepor estar ahí encerrada. Y poco a poco, como porarte de magia, mi mente se libera y dejo de ver elvagón del metro como una caja hermética que meimpide moverme con libertad.

Y vuelvo a escuchar en mi mente las palabras

Page 455: El mundo, contigo (Spanish Edition)

que Marie me susurró en el Tram, cuandovolvíamos de Roosevelt Island. “Abre los ojos, teestás perdiendo las vistas de la mejor ciudad delmundo por las propias limitaciones que le pones atu mente”. Sonrío y sé que estoy venciendo esaslimitaciones sólo con usar mi fuerza de voluntad yel amor propio. Porque si voy a volver a lacarretera, necesito no tener dudas, no ponermetrabas, no paralizarme por el miedo. Soy valiente,puedo con todo.

Llego a mi parada sorprendida por lo bien quehe llevado ese viaje en metro, y me felicito porempezar a poner las baldosas amarillas que vayanconstruyendo ese camino para mis pies, para misilusiones.

Miro el reloj y veo alarmada que sólo quedantres minutos para las siete y media de la tarde.Necesito correr si quiero llegar a tiempo. No estoylejos del edificio de la Editorial, pero decidocorrer por si acaso. Llego con la lengua fuera y meacerco al mostrador de los chicos de seguridad.

―¿En qué piso se imparten las clases de

Page 456: El mundo, contigo (Spanish Edition)

cocina? ―les pregunto jadeando.Me conocen de sobra, no sólo porque me vean

todos los días entrar y salir, sino también porquedesde el incidente del ascensor me saludan conmucha más efusividad que antes. Son un chico muyjoven y otro que rondará ya los cincuenta. Ambosmuy amables y siempre sonrientes, la verdad esque como vigilantes, imponen poco.

―Piso veintiuno ―me dice el mayor de losdos.

Salgo corriendo hacia el ascensor (veintiúnpisos, otra prueba de fuego) y le doy al botóncorrespondiente. Mientras subo, voy pensando enmi discurso, en mis posibilidades, en el miedo y elvértigo que produce estar a punto de abrirle tucorazón a alguien.

Cuando llego al piso correspondiente, veo quela clase acaba de terminar porque algunos alumnosestán saliendo por la puerta. Escruto con avidezlos rostros que pasan cerca de mí, pero ninguno esel de Marie. ¿Y si hoy no ha venido? ¿Y si todoeste correr loco por el centro de Manhattan no ha

Page 457: El mundo, contigo (Spanish Edition)

servido de nada?Cuando todos han salido, mis esperanzas están

por los suelos. Han cogido todos el ascensor yMarie no ha aparecido. Me dispongo a llamar yotambién al ascensor para bajar y rumiar mis penas.No ha servido de nada. El destino me la ha jugado.

El ascensor llega y me meto dentro de él. Ledoy al botón del piso de la entrada y las puertascomienzan a cerrarse. Tengo ganas de llorar. No séqué hacer a continuación.

Una mano se cuela entre los dos bordes de lapuerta cuando ésta está ya casi cerradacompletamente. Un gesto arriesgado. Las puertasvuelven a abrirse y veo frente a mí a Marie. Conun tupper… hoy no trae longaniza.

Me mira tan sorprendido como yo a él. Eldestino, después de todo, sigue estando de nuestrolado, y yo no puedo evitar esbozar una sonrisillatraviesa mientras le doy las gracias mentalmente.

―Hola ―dice cuando consigue dominar lasorpresa de verme ahí.

―Hola ―le digo, con la emoción traspasando

Page 458: El mundo, contigo (Spanish Edition)

claramente mi voz.Está terriblemente guapo esta tarde. Lleva unos

pantalones negros y una camisa azul arremangada.Está moreno y sus ojos brillan de una formaespecial. Sé que le ha alegrado verme, que no selo esperaba pero no le disgusta que haya ido averlo. Algo es algo… puedo empezar por aquí.

―¿Otra vez te ha liado el jefe hasta tarde?―bromea.

Sé que él sabe que no, que estoy aquí por él.Tomo aire y me lanzo al mayor precipicio por elque me he tirado en mi vida. El vértigo me taponalos oídos. Tengo que hacerlo, tengo que decirlo.

―Marie… Te quiero.Me mira sin reaccionar. No sé qué pensar, me

tiembla todo el cuerpo y hasta se me nubla lavisión. Pero soy valiente, si he conseguido veniren metro sin morir de miedo, puedo hacer esto.

―Te quiero y deseo que estés conmigo. Esegoísta e inapropiado a una semana de tu boda.Pero creo que en este ascensor nos juntó eldestino, como tú siempre has dicho, y por algo

Page 459: El mundo, contigo (Spanish Edition)

tendrá que ser. Digo yo que por un polvo de unanoche no se habría molestado tanto, ¿no?

Estamos a punto de llegar al piso de abajo y mitiempo con él puede acabarse. Cuando estamosentre el piso uno y el cero, le doy al botón de stop.No quiero distracciones en medio de mi discursoemocional.

―Sé que no son las mejores circunstancias y séque estás confuso, pero te ofrezco vivir la vida quemereces vivir. Quiero que descubras el mundo dela cocina en esos sitios donde de verdad quierescocinar; quiero que vivas tu sueño sin miedo afracasar, y si fracasas, yo te ayudaré a levantarte ya volverlo a intentar.

Sigue mudo, ni pestañea. Y yo comienzo aperder la confianza en mi precioso discursoensayado mil veces en el taxi y en el metro.

―¿Te acuerdas de la tarjeta del NapoleónEtxea que te regalé por tu cumpleaños? Te aceptanallí para recibir clases. Para aprender. Dijiste queese sitio era una motivación para ti. Andoni Egiate quiere con él, ¿no es genial?

Page 460: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Ahora sí reacciona. Abre sus ojos como platos,como si no se creyera ni una palabra de miproposición, y me mira con un anhelo distinto.

―¿Lavaste allí platos una temporada y erescapaz de hacer que Andoni Egia desee que yo vayaa aprender de pinche a su restaurante de tresestrellas Michelin?

―Marie… Andoni Egia es mi padre.El nivel de sorpresa sube y sube y sube.―No te lo dije antes para que no me vieras

como un medio para un fin. Quería que meconocieras como soy y no como la hija de una delas personas que desearías tener como maestro.Espero que lo entiendas, quería protegerme.

―Sin embargo, para no querer que te utilizarapara un fin, tú sí estás usando a tu padre para tupropio beneficio.

―No, Marie, la uso para el tuyo. No te pidoque te quedes conmigo, aunque me encantaría queme eligieras y me quisieras como yo te quiero.Puedes no estar conmigo, pero sí debes ir a ver ami padre y aprender de él. Hasta ese punto te

Page 461: El mundo, contigo (Spanish Edition)

quiero que puedo renunciar a tenerte para quevivas tu sueño. Te conozco y sé que esto es lo quete hará feliz, y no una vida anodina y rutinaria conuna mujer que ha demostrado no conocerte y a laque usas como escudo para no lanzarte a lapiscina.

Hala, ya lo he dicho. Ya le he dejado claro quepienso que es un cobarde. O al menos, que lo hasido hasta ahora. En su mano está cambiar de viday vivir realmente la que desea.

―Yo me voy de Nueva York. Ya he presentadomi renuncia. Tenías razón sobre mí y sobre lo pocoque una chica como yo está hecha para una oficina.Vuelvo al mundo… vuelvo a trotar. Así que, comoves, yo sí he decidido ser valiente. Ojalá lodecidas tú también.

No dice nada, no se mueve siquiera. Así que meacerco a él y le pongo en la mano una bolsita depapel de la que sale un delicioso olor a frambuesa.Son sus gominolas de la infancia en forma decorazón, las que he ido corriendo a buscar a Nolitapara entregárselas y hacerle un poquito más feliz.

Page 462: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Desbloqueo el ascensor y salgo de allí,dejándole solo con los dulces y sus pensamientos.No ha querido reaccionar, no ha dicho nada. Sientoque he perdido la partida.

Page 463: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Capítulo 18

“...Inside my heart is breakingMy make-up may be flakingBut my smile still stays on.

Whatever happens, I'll leave it all to chanceAnother heartache, another failed romance

On and on, does anybody know what we are livingfor?

I guess I'm learning, I must be warmer nowI'll soon be turning, round the corner now

Outside the dawn is breakingBut inside in the dark I'm aching to be free

The show must go onThe show must go on...”[2]

Las notas de la archiconocida canción de Queenretumban en mis oídos a todo volumen, mientrasintento acomodar su filosofía de continuar pese atodo en mi lamentable estado de ánimo actual.

Me siento un poco como Mónica Naranjocuando cantaba eso de “Voy llorando en un taxi, no

Page 464: El mundo, contigo (Spanish Edition)

importa la dirección”. Aunque en mi caso, voyllorando en un avión y la dirección sí que meimporta, voy a mi casa, al Urdaibai.

Apenas tuve que pensarlo cuando salí delascensor y dejé tras de mí a un Marie callado yhermético. Sabía que mi siguiente destino eravolver a casa, abrazar a mi padre y, luego, intentarlocalizar a mi madre en ese retiro suyo tanmisterioso, e ir a abrazarla también a ella.

Han pasado apenas quince horas desde que salídel edificio de la editorial, quince horas en las quehe intentado sin éxito empaquetar mi vida enNueva York y despedirme de estos casi nuevemeses de alegrías, sorpresas, grandes amigos y unabuena dosis de destino. Sé que voy a volver, quetengo que volver. Pero, de momento, necesitoalejarme de todo.

Esta mañana, antes de coger el vuelo, hellamado a Saul para decirle que me voy unos días,que siento la forma tan precipitada de irme, peroque necesito tomar aire y respirar antes de ponerpatas arriba todo lo que conozco. Y le he

Page 465: El mundo, contigo (Spanish Edition)

prometido que volveré para firmar mi contrato conél y a resolver lo que quede por resolver ennuestra relación. En nuestra relación laboral, seentiende, que en lo sentimental nos ha quedadoclaro a ambos que vamos a tomar caminosseparados.

―¿Estarás bien? ―me ha preguntado, concierta preocupación, cuando le he dicho que no sécuánto tardaré en recomponerme.

―Quizá no mañana mismo, pero te prometo queme sobrepondré ―le he dicho con la determinadaconvicción de que yo misma acabaría por creer enmis palabras.

Porque es cierto. Pase lo que pase, voy a estarbien. Sé lo que quiero y voy a ir a por ello, comohice ayer con Marie. Y, a veces, no lo conseguiré,pero no me arrepentiré jamás de no haberlointentado.

La canción de Queen acaba y vuelve a empezaren mis auriculares. La tengo puesta en bucle, meparece la única banda sonora que mi vida puedetener ahora mismo. Es el estribillo de mi vida,

Page 466: El mundo, contigo (Spanish Edition)

todo debe continuar, no importan los baches, tepones la máscara y hala, al escenario otra vez.

La canto en silencio, sentada en mi asiento delavión, gesticulando al máximo mientras lloro comouna magdalena, y doy gracias al cielo por nocompartir asiento con nadie que ponga en duda micapacidad mental y mi cordura.

El viaje dura seis horas hasta Madrid y una máshasta el aeropuerto de Bilbao. Muchas horas parauna sola canción, así que mi cabeza está a punto deestallar. No me quedan lágrimas y lo agradezco, noquiero que mi padre tenga que soportar a laMartina llorona y deprimente que he sido durantelas últimas horas.

Hago caso a Freddie Mercury y me coloco esasonrisa en la cara que la vida me pide parademostrar que el show continúa. Me atuso el pelo,recojo mi equipaje y me dirijo a la puerta desalida.

―¡Martina! ¡Mi amor! ―mi padre grita comoun loco en la puerta de llegadas del aeropuerto. Seviene como una bala hacia mí y me da un abrazo

Page 467: El mundo, contigo (Spanish Edition)

de oso que me roba hasta mi último aliento.Mi padre es corpulento, es un vasco tipo. Con

su nariz de vasco, su pelo de vasco y sus ¡Ahí vapues! Tiene su diente partido, su buen comer ybeber, y la brutalidad de quien se ha criado enestas tierras que, tanto él como yo, adoramos. Peroluego es el chef más exquisito del mundo, tiene undon para la sensibilidad culinaria y la creación dedeliciosos y delicados platos que son aclamadospor comensales de todo el mundo. Me encanta lacontradicción que supone ser mi padre.

Yo he salido más a mi madre, pequeña ymenuda (mucho más que ella, eso sí), de pelocobrizo y ojos color miel. Pero tengo el carácterbonachón de mi padre y mi puntito de mala lechecuando me tocan las narices.

Sin soltarme del todo, se hace con mis maletasy nos encaminamos al coche. Es un viaje de algomás de media hora y me encanta hacerlo, porquesaliendo de Loiu se pasa por Laukariz, Mungia,Bermeo y Mundaka, y se va descubriendo, poco apoco, el mar Cantábrico y la fabulosa vista inicial

Page 468: El mundo, contigo (Spanish Edition)

del Urdaibai. La desembocadura con sus playas,sus acantilados, San Juan de Gaztelugatxe, elcastillo de Arteaga… ¡Cómo me gusta miUrdaibai!

―¿Estás bien, Martina? ―me pregunta mipadre según recorremos kilómetros y nosacercamos a casa.

¿Qué debo contestarle? ¿La verdad? ¿O lo quedesea oír? A un padre es difícil mentirle, se lassaben todas para sacarte la verdad, así que denada sirve mentir. Es curioso, Saul no hace muchoque me ha hecho una pregunta similar. Sonríoporque eso me indica que hay gente que sepreocupa por mí.

―He estado mejor, aita[3]. Pero no tepreocupes, nada como unos días aquí, contigo, y yaverás que todo vuelve a la normalidad.

Me mira con muy poca confianza en suspalabras. No le culpo, me ha quedado bastantechapucera la contestación.

―Pensé que te acompañaría el chaval ese quequerías que entrara de aprendiz.

Page 469: El mundo, contigo (Spanish Edition)

―No sé, aita, igual acaba viniendo con eltiempo. Cuando se dé verdadera cuenta de queaquí es donde se inicia su verdadera vida.

―Hija, qué enigmática.―No me hagas caso, estoy divagando. No creo

que venga de momento.―Él se lo pierde.Y yo, yo también me lo pierdo. Y me duele

pensar que ese viaje podría haberlo hecho con él ami lado, enseñándole todo lo que amo de estatierra, presentándole a mi padre y aprovechando loque ese destino en el que él tanto creía, tenía paranosotros.

En una semana, Marie será un hombre casado.Enjaulado en un matrimonio en el que sí habráamor, pero ninguna esperanza de una vida acorde asus sueños. Pobre Marie… y pobre Martina que,por una vez, quería al compañero de viaje tantocomo al viaje en sí.

―Y tú, aita, ¿no tienes ninguna novedad quecontarme?

Se queda mudo de repente y hasta se pone rojo.

Page 470: El mundo, contigo (Spanish Edition)

¡Tiene algo que contarme! ¡No me lo puedo creer!Por su reacción diría que se trata de una mujer…con las pocas novias que se ha echado siempre hareaccionado así. ¡Qué pillín! Y no me ha contadonada en sus correos electrónicos o cuandohablamos por teléfono.

―Cuenta, cuenta… nada de quedarse callado―le exijo entre risas.

Pero él no suelta prenda. Se queda callado conuna sonrisa burlona entre los labios, comodándoselas de interesante. Por más que le intentosonsacar, no suelta prenda y mi intriga aumentasegún aguanta él su silencio.

Cuando aparcamos en la entrada de su casa,sigo con la mosca detrás de la oreja. Me ayuda abajar el equipaje, y entre los dos lo metemos en laque siempre ha sido mi habitación. Noto que en lacasa hay un aire distinto, un toque femenino que esmuy sutil, pero perceptible si se sabe mirar en loslugares adecuados. El secreto amoroso de mipadre, ya está instalado en la casa.

―¿En serio vas a dejarme así? ―casi le grito

Page 471: El mundo, contigo (Spanish Edition)

cuando se va y me deja para que me instale.―La curiosidad mató al gato, pequeña. Ya te

enterarás a su debido tiempo. Descansa un rato,que vendrás muerta.

Y se va, así sin más. Sin soltar ni una solapalabra y dejándome ansiosa por saber el secretoque oculta su silencio.

Cuando me deja sola hago lo que estoydeseando hacer desde que me he montado en elavión. Pese a jet lag, pese a mi tristeza interior,pese al dolor causado por el rechazo de Marie, séque salir al balcón de mi habitación y ver lasplayas y el mar, me va a hacer sentir un poquitomás feliz.

Laida, Mundaka, casi Bermeo, Gauteguiz deArteaga, Busturia… todo se contempla desde elbalcón de la casa, privilegiadamente construidasobre ese paraíso vizcaíno. Respiro el airecargado de salitre y me empapo de la luz de eseprodigioso día de verano. Las playas seguro quehan estado llenas todo el día y el cielo es de unazul oscuro perfecto, sin una sola nube, sin nada

Page 472: El mundo, contigo (Spanish Edition)

que lo enturbie. El atardecer se está comiendo aese sol precioso, que hoy ha pegado con fuerza.

Tras empaparme de esas vistas y sonidos,decido que, lo mejor, es echarme una siesta porqueno he dormido nada durante el viaje y estoyrealmente rendida. Por la diferencia horaria escasi la hora de cenar, pero creo que una pequeñacabezada no me vendría nada mal.

Cierro los ojos y sueño con Marie, plantado enel medio del ascensor, esperando a que alguienvaya a buscarlo porque es incapaz de moverse. Ycomo no puede salir de allí, al final decide casarseallí dentro. Y toda la ceremonia se traslada alascensor y la gente se vuelve loca porque apenascaben unos pocos… una locura. En medio de lamisma, él acaba chillando como un loco y, ahorasí, sale a todo correr, vestido de novio, endirección a ninguna parte.

Cuando me despierto, es casi noche cerrada yla habitación está completamente a oscuras. Notoque no estoy sola en mi cuarto y, aunque alprincipio me pongo en alerta, una mano suave me

Page 473: El mundo, contigo (Spanish Edition)

acaricia el pelo en un gesto de tranquilidad. Esetacto, ese olor… ¡Cómo lo echaba de menos!

―¡Anyuka![4] ¿Qué estás haciendo tú aquí?―exclamo loca de alegría y lanzándome a losbrazos de mi largamente añorada madre.

―¡Hija! ¡Qué ganas de abrazarte! Tu padre esterriblemente cruel y no me ha dejado verte cuandohas llegado porque decía que estarías cansadísimay que conmigo cerca no serías capaz de echar unacabezadita...

Me abraza con fuerza y yo me doy cuenta de lomucho que la he necesitado todos estos meses.Porque es verdad que no nos vemos muchoúltimamente, pero sé que siempre he sabido dóndeestaba y que, en caso de necesidad, nunca mehubiera faltado su consuelo y su cariño. No se meocurre nada mejor que el volver a casa buscandoesas cosas y encontrarme con ella.

―¿Eres el secreto de aita?Se ríe y su risa es pura y tan cristalina como la

recordaba. Mi madre es de naturaleza alegre ysiempre ve el lado positivo de las cosas. Nunca te

Page 474: El mundo, contigo (Spanish Edition)

la podrías imaginar triste y con ojeras. Supongoque lo habrá sido a lo largo de su vida, pero yonunca la he visto así.

―Puede decirse que soy su secreto, sí. Yo se lopedí y lo ha hecho muy bien.

―¿Cuánto tiempo llevas aquí?―Llegué poco después de mi cumpleaños.

Como te dije en mi carta, necesitaba encontrarme amí misma y reconsiderar mi vida. Tu padre meofreció amablemente que viniera aquí a pasar unosdías a descansar y, bueno… la terapia aquí hadado sus frutos.

―¿Qué quieres decir?Se queda callada un instante y hasta se ruboriza.

¿Significa eso que…?―Tu madre quiere decir que parece que esta

casa va a ser su próximo destino por un tiempoprolongado ―oigo la voz de mi padre desde lapuerta.

Y veo que sus ojos emiten unas chispasbrillantes y bonitas, de esas que saltan cuando loque anida en tu corazón es hermoso. Los miro a

Page 475: El mundo, contigo (Spanish Edition)

ambos, actuando como un padre y una madre a lavez, y mi corazón quiere gritar con una alegríaloca.

―¿Por qué no me lo dijisteis?―Al principio no había nada que contar. Pero

luego reconectamos y descubrimos que las mismascosas que nos hicieron enamorarnos la primera vezhace más de treinta años, siguen viviendo ennosotros ―explica mi madre sin quitarle ojo a mipadre.

―Y además, Dorottya parece que ha dejado demoverse por el mundo, la causa que nos hizosepararnos entonces. Ninguno de los dos está connadie más… no se nos ocurría por qué nointentarlo ahora que parece solucionada la únicacosa por la que no funcionó entonces.

No se me hubiera ocurrido este final para mispadres ni en un millón de años. Y debo confesar,que nada me hace más feliz en este momento quever la manera en la que se miran y se anhelan.Deben recuperar casi treinta años de su vida, y nocreo que estén desaprovechando mucho el tiempo.

Page 476: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Les sonrío y les abrazo, y me reconcilio unpoquito con el mundo. Al menos alguien a mialrededor ha tenido su final feliz.

Mi madre quiere que hablemos de mí y de lacausa de mi regreso tan inmediato, pero pongo laexcusa del cansancio y los dos me dejan a solas.Prefiero posponer esa conversación todo lo queme sea posible. Aún no sé qué contar.

Los días siguientes pesan lentos y el dolor vaanidando en mi pecho de una manera que meentorpece y me impide avanzar. Supongo que elperiodo de duelo por haber perdido unaoportunidad de estar con quien realmente quiereses bastante largo. No tengo mucha experiencia eneste terreno, la verdad.

Por las mañanas suelo pasear por losalrededores, y por la tarde voy con mi madre a laplaya. Nos ponemos al día de los últimos meses,aunque evito hablarle de los momentos dolorososde los últimos días.

En cambio, sí le hablo del señor Coleman y delagradable recuerdo que mantiene de ella. Le

Page 477: El mundo, contigo (Spanish Edition)

cuento lo de su nueva hija, le hablo de Fanny, ytambién de Saul, de la gran persona que haresultado ser y de lo mucho que hemos aprendidoel uno del otro.

Y tras una semana a su lado, le cuento eldescubrimiento personal sobre mí misma que hehecho, y el miedo que me producía ser como ella.No se lo toma muy bien hasta que se lo explico.

―Verás, anyuka, siempre te he visto disfrutarde esa vida nómada, pero también veía cómo tefaltaba algo. Te faltaba aita, o alguien como él conel que compartir todo lo que vivías. Te he vistofeliz, pero incompleta toda la vida, y nunca hesabido cómo podían darse las dos cosas a la vezen una persona.

―Pensabas que fingía, entonces.―Bueno, me daba la impresión de que a veces

actuabas como si tu modo de vida fuera la fuentemisma de la felicidad sin discusión. Como que loforzabas demasiado para que resultara creíble y yono sufriera si te veía triste.

Me mira con una dulzura infinita y me acaricia

Page 478: El mundo, contigo (Spanish Edition)

la mejilla. Gestos de madre que lleva realizandotoda su vida. Porque aunque no haya estadopresente durante tanto tiempo como me gustaría, mimadre siempre ha sido una madre estupenda,cargada de amor y dueña de unos principios muysólidos que me han ayudado a regirme toda lavida.

―Cariño, no se puede ser feliz siempre. Haymomentos duros, pero eso no significa que la gentea tu alrededor deba vivir también tu tristeza. Poreso siempre quise darte mis sonrisas, incluso enlos días en los que me mataba esbozar algunas deellas.

La abrazo con fuerza, sabiendo que puedoconvertirme en ella sin que me produzca rechazoporque ella es la poseedora de la vida másfascinante del mundo. Y su capacidad para darsecuenta de las cosas que perdió por el camino yvolver para recuperarlas, la hace aún más grande amis ojos.

Cuando estamos volviendo desde la playa,vemos que mi padre nos ha enviado un whatsapp

Page 479: El mundo, contigo (Spanish Edition)

hace un par de horas para que pasemos por elrestaurante a por algo para cenar en casa esanoche. Normalmente la lleva él, pero como hoy ensábado, las mesas se suelen levantar más tarde y, aveces, él se queda hasta el final del servicio parasupervisar que todo esté bien.

El restaurante está cerca de nuestra casa y tieneunas vistas desde los ventanales de suimpresionante comedor, tan bonitas o más que lasque yo disfruto desde mi habitación. La verdad esque su enclave es una de las mejores razones paravisitar el Napoleón Etxea, además de la cocinasabrosísima de mi padre.

Cuando entramos en la sala principal, vemosque está desierta. A esas horas es normal, cuandoya se han levantado las mesas de la comida y aúnno han comenzado a llegar los comensales de lanoche.

En la cocina se oye ajetreo porque mi padre yahabrá puesto a algunos pinches a preparar materialpara las cenas. Así se trabaja en una cocina tanaltamente cualificada como la de mi padre, nunca

Page 480: El mundo, contigo (Spanish Edition)

se deja nada al azar, todo se prepara con premuray previsión para que nunca falte ni un soloingrediente de los extraordinarios platos quecomponen su carta.

Me acerco a la cocina en busca de mi padre ynoto que mi madre se queda rezagada. Entre losfogones hay un único pinche, atareado en cortarcebolla y llenar un bol grande con ella.

―Perdona, busco a Andoni, ¿lo has visto?Cuando el pinche levanta la cabeza y deja de

picar cebolla, mi corazón deja de latir por uninstante. Sus ojos verdes me miran lanzandopícaros destellos y sus labios dibujan la sonrisamás bonita del mundo.

―Ya era hora de que aparecieras ―y no sepuede ser más guapo y estar más atractivo vestidode pies a cabeza de blanco, incluido un gorro quelleva ladeado, con mucha gracia.

―Marie… ¿Qué haces aquí?―¿Tú qué crees que hago?Me quedo muda, paralizada, sin capacidad de

reacción. Está aquí, en la cocina de mi padre,

Page 481: El mundo, contigo (Spanish Edition)

vestido como uno de sus ayudantes. Está aquícuando debería estar preparado para recorrer elcamino al altar y contraer un matrimonio al quepensé que no iba a renunciar ni por la cocina nipor mí.

Y entonces pienso que igual no ha venido a pormí, y sólo está aprovechando la oportunidad dehacer realidad su sueño en unas cocinas de altonivel como estas. No puedo culparlo, y mealegraría mucho por él, incluso aunque me dijeraque había hablado con Priscilla y se la hubieratraído con él a vivir esa vida que siempre haanhelado.

―Tú boda es hoy.―Iba a ser hoy, sí ―responde acercándose a

mí y haciendo que todos las terminacionesnerviosas de mi cuerpo se activen a la vez―. Peroen vez de eso, decidí escuchar la voz de la razóndentro de mi cabeza y ella me recomendó no tenermiedo de ir a buscar lo que realmente quiero. Yaquí estoy.

Ha venido por la oportunidad que le ha

Page 482: El mundo, contigo (Spanish Edition)

ofrecido mi padre. Creo que la desilusión se hareflejado en mi cara de una manera notable porqueél da un paso más hacia mí, cuando yo lo doy haciaatrás en dirección a la salida.

―Me alegra que estés aquí, ya verás lo muchoque aprendes con mi padre. Bueno… ya nosveremos.

Cuando me giro para irme, me sujeta de lamano y me atrae hacia él con seguridad. Sus labiosse encuentran con los míos y me besa como sifuera lo que lleva deseando hacer durante siglos.Cuando nos separamos, veo que me mira divertidoy sé que esta es la versión más feliz que existe deMarie.

―¿A dónde te crees que vas? ¿Pretendes irtesin repetirme esas palabras que me dijiste en elascensor?

―¿A cuáles te refieres? Dije muchas. Y tú casininguna, por cierto.

―Me refiero a esas dos palabras que vanjuntas, por las que empezaste tu discurso.

“Te quiero”, re refiere a eso. Pues no sé si se

Page 483: El mundo, contigo (Spanish Edition)

merece que se las repita después de dejarmemarchar pensando que él no me quería a mí. Migesto enfurruñado le debe de dar alguna pista.

―Lo siento. Sé que no debí quedarme callado,pero no me esperaba nada de eso. Aún estabadándole vueltas a todo y tú entraste como unhuracán y me descolocaste. Cuando reaccioné eratarde. Y primero debía hablar con Priscilla, nopodía hacer las cosas aún peor de lo que ya lohabía hecho. Cuando fui a buscarte, te habías ido.

―No podía quedarme allí sabiendo que nopodría tenerte.

―Lo sé, y no sabes lo mucho que me detestopor haberte hecho sufrir estos días. Pero queríahacerlo todo bien, estar contigo como debe ser, sinmás ataduras y sin otros compromisos. He pedidoexcedencia en la Policía y he arreglado las cosascon Priscilla.

―¿Cómo se lo ha tomado?―Imagínate. A sólo unos días de la boda y le

salgo con estas. Casi me mata… ―dice con unasonrisa llena de tristeza.

Page 484: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Sé que siente el dolor que le ha podido causar ala mujer que, hasta entonces, compartía su vida.Pero también sé que no se arrepiente de sudecisión, porque va a empezar a vivir la vida quelleva años deseando.

―El destino te metió en un ascensor conmigo ycreo que lo hizo por algo importante. Creo queeras el mensajero de algo grande que estaba porllegar. No sabes la luz y la alegría que has traído ami vida. Y aunque sé que no me he portado bienenamorándote sin estar libre, creo que nocambiaría ni uno solo de los momentos que hepasado contigo.

Nos miramos por un instante y nos besamos conla alegría de sellar ese destino especial que quisounirnos y regalarnos esta nueva oportunidad paraser felices. Y yo, que tengo unas ganas horribles dellorar de la alegría y de la emoción, me abrazomuy fuerte a él para que el vértigo del momento nome gane la batalla.

―¿Y cómo vamos a hacerlo ahora? No va a serfácil tampoco… ni siquiera sé muy bien cómo va a

Page 485: El mundo, contigo (Spanish Edition)

ser mi vida a partir de ahora.―No te preocupes, encontraremos el modo

―dice confiado sin soltarme de las manos―. Séque se nos va a ocurrir la manera de llevar esto,porque no me imagino esta aventura sin ti a milado. El resto de nuestra vida está a nuestros pies.Y también el mundo, contigo.

Me guiña un ojo tras parafrasear el título de miblog y se inclina para darme un beso dulce en loslabios.

―Me encantaron las gominolas, por cierto―dice―, dulces y preciosas, como tú.

Me ruborizo por sus palabras y me acaricia lamejilla.

―Te quiero.―Te quiero ―le digo con la mirada vidriosa,

intentando ya sin ningún éxito contener laslágrimas.

Me mira con ese amor que acaba de confesarmeinundando la inmensidad de sus ojos verdes, y medejo llevar por el futuro que ha dibujado para mí.El mundo, con él.

Page 486: El mundo, contigo (Spanish Edition)
Page 487: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Epílogo

La vida no ha sido fácil desde que Marie aparecióen las cocinas de mi padre en el mes de julio. Perotampoco la cambiaría por nada del mundo.

Vivir un amor a distancia no es la cosa máscómoda que exista, pero es algo a lo que al final,nos hemos acostumbrado, sobre todo, ahora quelas cosas vuelven a cambiar un poco.

Marie lleva ocho meses de prácticas con mipadre, mientras yo he pasado temporadas más omenos largas en diferentes lugares del planeta pararealizar algunos reportajes para mi blog. Tambiénhe tenido que ir a Nueva York por negocios un parde veces. Primero, a firmar el contrato y luego, asupervisar las galeradas del primer libro quesaldrá de la idea de 'El mundo, contigo'.

Es un proyecto precioso sobre la SelvaAmazónica y será el primero de lo que se esperasea una serie larga y fructífera. Ya están enmaquetación los siguientes, dedicados a Machu

Page 488: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Pichu, La Gran Barrera de Coral australiana y lossecretos de la cultura china. No puedo estar máscontenta.

En estos meses, Marie ha adquirido muchísimaconfianza en sus habilidades como cocinero y mipadre le ha cogido mucho cariño. Y no sóloporque sea el hombre que hace feliz a su hija adiario, sino porque Marie se hace querer y,además, pone muchísimo empeño dentro de lascocinas.

Mi padre es el hombre más dicharachero y felizdel mundo desde que duerme todas las noches conel único amor de su vida. Y mi madre, por la queno daba ni dos duros, está a gusto con la vidapausada y sencilla de mujer de un cocinero vasco.Están pensando en casarse de nuevo en otoño y nohay nada que haga sombra a su felicidad reciénrecuperada.

Hablo muy a menudo con Saul, nos hemosconvertido en algo así como en confidentes,confirmando esa corriente de buen rollo que nacióy creció entre nosotros desde nuestro fin de

Page 489: El mundo, contigo (Spanish Edition)

semana en Chicago.Coleman and Asociated Publishing ha

remontado sus números de principios de año yahora se encuentra luchando por ser la segundacompañía editorial del país. Todo un logro tras lacrisis del robo de ideas. Ahora, son dueños de lamitad de TrendingBooks Publishing y eso hafacilitado las cosas con el tema de las ideasrobadas.

Lo veo feliz porque, además de la compra departe de las acciones de la editorial de lacompetencia, Saul se ha interesado también por sudirectora, Sandra Templeton, una mujer de armastomar que, como yo hiciera una vez, no se corta endecir lo que piensa ni le baila el agua, como hanhecho siempre el resto de sus novias.

Está tan contento que eso hace que mi corazónbaile de alegría. Es un buen hombre, con muchoque ofrecer a la mujer adecuada, y espero que, siSandra lo es, no la deje escapar con facilidad.

También me habla de su familia, de lo contentosque están en casa de su padre con el diablillo de

Page 490: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Olivia, que crece preciosa y feliz. Y con losgemelos, que finalmente aceptaron su suerte deirse al Reino Unido a cumplir sus estudios.

A menudo, le pregunto por Onur, de quien nopara de hablarme maravillas. Cuando estuve laúltima vez en la oficina apenas reconocí al hombrealto, elegantísimo y lleno de confianza en sí mismoy que vino a abrazarme en cuanto me vio entrar porla puerta.

Onur está viviendo por fin el sueño americanocomo sus conocimientos y capacidad se merecen.Sí, él también entró por un enchufe, por unarecomendación a ciegas de una colega, pero soyconsciente de lo mucho que demuestra, cada día yde lo bien que se ajusta al perfil que su puesto detrabajo precisa.

Se le veía radiante, y me consta que sudepartamento, pese a ser de nueva creación, es delos que mejores réditos le dejan a la compañía.Verlo feliz y, por fin, desarrollando un trabajo quele encanta y se le da tan bien, no pudo hacer otracosa que llenarme de una sensación de bienestar

Page 491: El mundo, contigo (Spanish Edition)

maravillosa.Claire Sontag ya no está en Coleman and

Asociated Publishing, y yo me alegro mucho.Cuando desaparecí tan repentinamente y tuvo quevolver otra vez a trabajar para que su falta decapacidad no fuera descubierta, le pidió a Saulque me reemplazara de inmediato. Pero Saul, queya la tenía calada, se negó en redondo aproporcionar una secretaria a su secretaria, y ellasolicitó la prejubilación, poniendo así fin a treintay siete años de relación laboral con la compañíaen la que había pasado toda su vidaaprovechándose del trabajo de los demás.

Virginia Olsen ha recuperado su trabajo en laeditorial, pero se ha dejado parte de sus humos ysus aires de grandeza en casa. Parece ser que lossucesos que la apartaron de la compañía han hechoverdadera mella en su carácter arisco y prepotentey, aunque sigue siendo implacable en su trabajo,sus modos y formas en el trato directo con el restode trabajadores han sufrido una ligera mejora quetodos agradecen.

Page 492: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Esto me lo cuentan las chicas, con las que nopierdo oportunidad de hablar por Skype cadaviernes desde Antoine's. A veces nos puede ladiferencia horaria y, depende de dónde esté yo encada momento, hablo con ellas a las once de lanoche o a las tres de la mañana. Pero es algo queno me pierdo porque me mantiene conectada a esaparte de Nueva York que siempre conservaré en untrocito de mi corazón. Mis chicas, todas ellas,hablando casi a la vez, me ponen en antecedentesde todo, incluso de los secretos mejor guardados,como que Marla le ha echado el ojo a Onur,aunque parece que él se le resiste un poco.

Chris sigue en la casa de acogida de la exagente de policía Mandy Petersen. Ha entrado enel programa social de Hermano Mayor que tienenmontado algunos de los compañeros de cuerpo deMarie y, por recomendación de éste, es el propioagente Roth, el mismo que le sacó a él del pozo ensu adolescencia, quien se encarga de acompañar yasesorar a Chris.

Sabemos por Mandy que está haciendo grandes

Page 493: El mundo, contigo (Spanish Edition)

progresos, que han conseguido meterle en elsistema educativo, en un programa especial quecombina conocimientos con el aprendizaje de unoficio, y que ha escogido el trabajo con madera,para el que tiene unas dotes bastante buenas. Siguepintando en sus ojos la tristeza de cuando loconocimos, pero cada vez en menor grado, y nosconsta que no ha vuelto a pensar en coger unapistola y actuar a la desesperada desde que llegó acasa de Mandy.

Hemos prometido ir a verlo pronto, en cuantoMarie y yo saquemos tiempo para volar a NuevaYork, algo que ambos tenemos muchas ganas dehacer juntos. Él tiene un poco de miedo porregresar a los escenarios de su antigua vida por sidescubre que Priscilla no es feliz por culpa de sudecisión, pero sé que, en algún momento, acabarápor volver, aunque sólo sea para abrazar a suabuela, de la que no para de hablar y a la quetengo muchísimas ganas de conocer.

Ahora, entre Marie y yo va todo muy bien,aunque espero que aún mejore más la situación y

Page 494: El mundo, contigo (Spanish Edition)

es que, por fin, podremos estar juntos los sietedías de cada semana. Mi padre ha estado hablandocon algunos colegas de Grecia, Francia, Italia,Croacia y Túnez para permitirle a Marie tomarclases con ellos, en una especie de viaje itinerantea lo largo del Mediterráneo, con el que seampliarán sus horizontes gastronómicos de estaregión que tanto adora, mientras yo vivo cadalugar en que estemos para retratar su idiosincrasiaen mi siguiente proyecto: las gentes y los sitios dela cuenca de este mar tan cálido y cercano.

Estamos emocionados por vivir juntos laexperiencia y, además, compartir mucho más quenuestro amor y nuestra necesidad de estar juntos.Marie va a escribir para mi libro desde el puntode vista de la comida, los ingredientes y losfogones de los países mediterráneos que pisemosy, si va bien, continuaremos el proyecto con elresto de libros que salgan del blog.

No sé cómo nos irá en esta aventura, pero lavamos a recorrer juntos, de la mano, viviendo elsueño de ambos, estando uno al lado del otro para

Page 495: El mundo, contigo (Spanish Edition)

ayudarnos, querernos y completarnos. Sólo poreso, ya merece la pena subirse al acantilado ytener el valor de lanzarse. Y es que esta vidaerrante, en compañía, es la mejor opción a la quepodría aspirar. Mi madre, a veces, hasta me miracon envidia por haber encontrado el equilibroperfecto que a ella siempre le faltó.

Marie tiene ganas de lanzarse ya a la aventura,y sé que le va a fascinar todo lo que va a aprendery los sitios que le tocará recorrer tras de mí.Aunque, a veces, sienta que lo estoy sacando de suzona de confort.

―¿Estás seguro de embarcarte en esta aventuraconmigo? ―le pregunto una tarde, mirando elatardecer desde la playa de Sukarrieta, envuelta ensus brazos que me protegen del viento de marzo.

―El mundo nos espera, y no puedo estar másansioso de recorrerlo y vivirlo contigo.

Page 496: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Agradecimientos

Escribir la parte correspondiente a losagradecimientos de cualquier trabajo es, para mí,la parte más complicada. Es por eso que, quizáhaciéndome la despistada, no los incluí en'Clávame las uñas en el corazón'. Pues bien…ahora me toca hacer éstos e incluir aquéllos.Doble dificultad.

Porque tengo que agradecer, antes de nada, atodos aquellos que leyeron y creyeron en miprimera novela, los que me empujaron con suscomentarios y sus palabras de aliento. Porquegracias a ellos, a vosotros, me creí que eraescritora y de creérselo, salen las segundasnovelas como esta.

Gracias, en especial, a toda la gente deValderas, mi pueblo del alma, que me ha llevadoen volandas durante el lanzamiento en papel de'Clávame las uñas en el corazón' y del que nopuedo estar más orgullosa. Esta segunda novela es

Page 497: El mundo, contigo (Spanish Edition)

un poquito vuestra por todo lo que me disteisentonces.

Gracias a Raúl por empujarme a hacerlo, porobligarme casi a publicar la novela que estabaescondida en el cajón. Gracias por insistir hasta elaburrimiento, pues ese es un acto de amorprecioso. Gracias por ser mi pilar y mi roca, y porhaberme dado a mi niña, a nuestra Olivia, ella sí,lo mejor que yo he hecho en mi vida.

Gracias a Jesús, mi padre, por el apoyo, y a mimadre, Charo, que aunque no esté, sé que hubierasido la madre más orgullosa del planeta Tierra. Amis suegros, Isabel y Francisco, por ilusionarsecon esto también (especialmente a Isabel, miagente especial de ventas para la zona deVillahibiera). Gracias a mis hermanos, Begoña,Arantza y Roberto, por hacerme la publicidad, porhablar tan bien de mis libros, por querercomprarlos (todos), antes de que salgan.

Gracias a mi cuñada Isabel, mi otra hermana,por ponerle rostro a mis libros. Por hacer esasportadas tan bonitas y aguantarme cuando quiero

Page 498: El mundo, contigo (Spanish Edition)

cambiar algo. Por hacerlo siempre sin pedir nada acambio y todo con una sonrisa.

Gracias a Fernando Gómez Mancha, autor del'El viejo cocinero', por coger esta portada yhacerla aún más interesante. Y por hacerlo desdeel corazón y porque sí. Ha quedado tan bonita, quedan ganas de comérsela.

Gracias a Pilar Pomarino, por ser arquitecta demis sueños, por coger mi primer libro (y sé quecon este también lo hará) y ponerlo en su preciosoBaúl (tenéis que visitar su bonita tienda si pasáispor Valderas, en la provincia de León) regalandorecomendaciones y palabras maravillosas sobremi obra a todos sus clientes. Gracias, Pili, decorazón.

Gracias a Chris M. Navarro, por ser lectoracero sin reservas, por leer rápido, por aportarsiempre, por ayudarme con su visión de veteranaen un género al que me acercaba por primera vez.Soy tuya para siempre.

Gracias a Cesidio Blanco por hacer de mivaledor delante de todo un pueblo, por

Page 499: El mundo, contigo (Spanish Edition)

presentarme a su primo Richard y hacer entre lostres la presentación más bonita que podía imaginarde 'Clávame las uñas en el corazón'.

Gracias a todas aquellas personas que habéishablado, comentado, alentado a través de las redessociales, mis particulares promocionadores, a losque siempre habéis hablado bien de lo queescribo, a los que me decís que queréis leer lopróximo ya: Ana Pilar, Tati, Miriam (autora de'Marafariña'), Taide, Tiquio, Chuseta, Laura, Rosa,Txema, la amatxo de Txema, Eduardo (del blogAlgunos Libros Buenos)...

Gracias por la confianza a ti también, tú queacabas de terminar este libro, gracias por haberloadquirido y haberlo leído. Gracias a todos los quehabéis decidido darme un voto de confianza coneste género que no es el mío, el que no sabía sipodría dominar. Seguro que me queda mucho poraprender, pero me lo he pasado estupendamenteescribiendo esta historia.

Los dramas me encantan, son mi natural espaciopara escribir, mi género de referencia. Pero, para

Page 500: El mundo, contigo (Spanish Edition)

los puristas, para los que consideran que sólo esashistorias merecen ser contadas y no estas, lanzo unruego al aire. Dejadme volver a las historiasrománticas, bonitas y dulces, las de los finalesfelices, aunque sólo sea de vez en cuando, porquea veces es lo que necesito, precisamente. A veces,como me ha ocurrido con 'El mundo, contigo', tupropio corazón te pide que te deshagas un poquitode la oscuridad para que lo llenes de luz y trazosde felicidad con una historia sencilla y honestacomo lo es esta.

Gracias. Gracias de verdad por leerme.Gracias por acercarme al sueño y ser, cada día, unpoquito más eso con lo que fantaseaba de pequeña:una escritora.

Page 501: El mundo, contigo (Spanish Edition)

¿Te ha gustado 'El mundo, contigo'? Pues ayúdame a que otras personas también

conozcan mi obra dejando un comentario sobreella. Puedes hacerlo en Amazon, Google Play ocualquier otra plataforma que te apetezca.

Los autores independientes nos nutrimos de

esos comentarios para poder hacer llegar nuestrashistorias a más gente. Es por eso que te pido quedediques unos minutos y me hagas, así, muy feliz.

Si quieres decirme algo personalmente, te dejo

mi relación de medios de contacto. Contesto a todoel mundo, y procuro no tardar mucho en hacerlo. Mail:[email protected] Twitter:@ParvatiEnserie y @ClavameCorazon

Page 502: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Facebook:https://www.facebook.com/joanarteagautora Instagram:@Correctivia

Page 503: El mundo, contigo (Spanish Edition)

OTROS TÍTULOS DE LA AUTORA

Clávame las uñas en el corazón

Page 504: El mundo, contigo (Spanish Edition)

(Disponible en digital y papel en las principalesplataformas de venta: Amazon, Casa del Libro,

Page 505: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Bobuk, Google Play, iBook Store, El Corte Inglés)

Escapar del pasado no es fácil y más cuando hasdecidido anidar en él. Cuatro mujeres pasan por lavida de puntillas, aferradas a una vida triste quetiene su origen veinte años atrás. Combatir sudestino o dormirse en los brazos de una existenciainfeliz, un dilema que hará que las cuatro seenfrenten a sí mismas al son de una vieja copla y auna súplica, que alguien les clave las uñas en elcorazón para dejar de sentir dolor.

"Es muy complicado encontrar novelasdestacables en el caos de Amazon. Pero merece lapena para topar con joyas como ésta, que te clavanlas uñas en el corazón, con tal fuerza, que hastason capaces de detenerlo de hiriente dolor. Yhermosura." LAS MENTIRAS QUE ESCRIBÍ

"Aparte de la forma de narrar Joana Arteaga tieneun estilo muy ligero lo cual hace que la lectura se

Page 506: El mundo, contigo (Spanish Edition)

vuelva muy amena y la disfrutes, por autores comoella es que adoro que se atrevan a publicar susnovelas por cuenta propia" TORMENTA y CAFÉ

"Una novela perfectamente armada, de narrativagrandiosa, diferente, real, donde incluso losfantasmas juegan un papel importante, al igual queel miedo, el silencio, la ausencia, la muerte, unbeso inocente, la soledad, la frialdad, los errores,el perdón y el desamor" LEYENDO POR LASNUBES

Page 507: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Siete versos sueltos

Page 508: El mundo, contigo (Spanish Edition)

(Disponible en digital en las principales

plataformas de venta: Amazon, Casa del Libro,Bobuk, Google Play, iBook Store, El Corte Inglés)

'Siete versos sueltos' son siete pedacitos del alma,relatos escritos con luz, con arte, con sentimiento.Siete historias de personajes que superan miedos,que aprenden, que sufren, que se caen, quelevantan el ánimo y la moral, que se dejan vencer,que ganan y que pierden... historias de amor yvida, historias cercanas y tan lejanas que están asiglos de distancia.

Con prólogo de Miriam Beizana Vigo, esta es lanueva obra de la autora de 'Clávame las uñas en elcorazón', disponible para Kindle.

Page 509: El mundo, contigo (Spanish Edition)

Esta historia empezó a escribirse el 23 de juliode 2015

en Villahibiera, León,y se concluyó el 23 de septiembre de 2015

en Lezo, Gipuzkoa.

[1] Programa de la cadena de televisiónamericana NBC que lleva más de cuarenta años deemisión y combina sketches, comedia, variedad actores, músicos, e invitados especiales.

[2] “...Por dentro, mi corazón se estárompiendo, mi maquillaje quizá se esté desconchando,pero mi sonrisa se mantiene. Pase lo que pase, dejarétodo en manos de la suerte. Otro desamor, otroromance fallido. Una y otra vez ¿sabe alguien para quévivimos? Supongo que estoy aprendiendo, ahora debo deser más amable,pronto daré la vuelta a la esquina, fuera estáamaneciendo, pero dentro en la oscuridad, anhelo serlibre. El espectáculo debe continuar, el espectáculo

Page 510: El mundo, contigo (Spanish Edition)

debe continuar...”

[3] Padre o papá en euskera.

[4] Mamá en húngaro.