el mundo, ambito propio del laico

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EL MUNDO, ÁMBITO PROPIO DEL LAICO NOVENA A LA VIRGEN DE LA PAZ “Soportasteis múltiples combates y sufrimientos ya sea cuando os exponían públicamente o cuando os hacíais solidarios de los que así eran tratados” La carta a los hebreos hace referencia a los sufrimientos de los primeros cristianos que por el sólo hecho de ser cristianos eran perseguidos, insultados, dañados en sus bienes o incluso en su propia vida. Ya lo anunció el Señor Jesús en las bienaventuranzas: dichos vosotros cuando os persigan por mi causa. La persecución ha estado unida a la Iglesia y a los cristianos que han vivido la fe con autenticidad, con verdad y coherencia. Desde los comienzos hasta el día de hoy donde muchos cristianos son perseguidos de forma cruenta, violenta o más sutilmente, pero persecución al final. Como decía San Ignacio de Antioquia, la sangre de los mártires es la semilla de nuevos cristianos. La siembra en ocasiones es así, dolorosa, martirial, pero luego se torno en abundantes y generosa. Lo que no ha cambiado es la actitud de la Iglesia con respecto al mundo, acepte el mundo a la Iglesia o la rechace. La vocación de la Iglesia es universal porque así lo quiso el Señor: Id al mundo entero. Sois la luz y la sal del mundo. La Iglesia no puede ni debe vivir encerrada en sí misma, es como el sembrador de la parábola del Evangelio, tiene que ir por los campos esparciendo la buena semilla de Cristo, del Reino de Dios. Los bautizados laicos, que participan por el bautismo de Cristo Cabeza, que son cuerpo de Cristo, Iglesia viva del Señor, por su condición de sacerdotes, profetas y reyes tienen la ineludible misión de ofrecer sus vidas, anunciar el evangelio de Cristo y servir a los hermanos, tanto a los que nos quieren como a los que nos desprecian. ¿Dónde hacerlo? El concilio Vaticano II, en la Lumen Gentium, constitución que habla de la Iglesia lo dice claramente: “El carácter secular es propio y peculiar de los laicos” “viven en el mundo, esto es, implicados en todas y cada una de las ocupaciones y trabajos del mundo y en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, de la que su existencia se encuentra como entretejida.

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NOVENA A LA VIRGEN DE LA PAZ 2011.

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EL MUNDO, ÁMBITO PROPIO DEL LAICO

NOVENA A LA VIRGEN DE LA PAZ

“Soportasteis múltiples combates y sufrimientos ya sea cuando os exponían

públicamente o cuando os hacíais solidarios de los que así eran tratados”

La carta a los hebreos hace referencia a los sufrimientos de los primeros

cristianos que por el sólo hecho de ser cristianos eran perseguidos,

insultados, dañados en sus bienes o incluso en su propia vida.

Ya lo anunció el Señor Jesús en las bienaventuranzas: dichos vosotros

cuando os persigan por mi causa.

La persecución ha estado unida a la Iglesia y a los cristianos que han vivido

la fe con autenticidad, con verdad y coherencia. Desde los comienzos hasta

el día de hoy donde muchos cristianos son perseguidos de forma cruenta,

violenta o más sutilmente, pero persecución al final.

Como decía San Ignacio de Antioquia, la sangre de los mártires es la

semilla de nuevos cristianos. La siembra en ocasiones es así, dolorosa,

martirial, pero luego se torno en abundantes y generosa.

Lo que no ha cambiado es la actitud de la Iglesia con respecto al mundo,

acepte el mundo a la Iglesia o la rechace.

La vocación de la Iglesia es universal porque así lo quiso el Señor: Id al

mundo entero. Sois la luz y la sal del mundo.

La Iglesia no puede ni debe vivir encerrada en sí misma, es como el

sembrador de la parábola del Evangelio, tiene que ir por los campos

esparciendo la buena semilla de Cristo, del Reino de Dios.

Los bautizados laicos, que participan por el bautismo de Cristo Cabeza, que

son cuerpo de Cristo, Iglesia viva del Señor, por su condición de

sacerdotes, profetas y reyes tienen la ineludible misión de ofrecer sus vidas,

anunciar el evangelio de Cristo y servir a los hermanos, tanto a los que nos

quieren como a los que nos desprecian.

¿Dónde hacerlo? El concilio Vaticano II, en la Lumen Gentium,

constitución que habla de la Iglesia lo dice claramente: “El carácter secular

es propio y peculiar de los laicos” “viven en el mundo, esto es, implicados

en todas y cada una de las ocupaciones y trabajos del mundo y en las

condiciones ordinarias de la vida familiar y social, de la que su existencia

se encuentra como entretejida.

El Papa Juan Pablo II comenta este texto y dice:

El concilio considera su condición no como un dato exterior y ambiental

sino como una realidad destinada a obtener en Jesucristo la plenitud de su

significado. El mundo se convierte en el ámbito y el medio de la vocación

cristiana de los fieles laicos. No han sido llamados a abandonar el lugar que

ocupan en el mundo.

El bautismo no los quita del mundo, tal como lo señala el apóstol san

Pablo:

“Hermanos, permanezca cada cual ante Dios en la condición en que se

encontraba cuando fue llamado” (1Co7, 24)

El mundo no es por tanto enemigo, no es hostil porque también ha sido

creado por Dios. Más todavía, la Palabra que se hace carne se introduce en

el mundo para ser su luz, su salvación.

Aunque sabemos que no somos de este mundo pero no podemos olvidar

que estamos y vivimos en el mundo.

En el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, vosotros queridos fieles laicos,

tenéis la misión de transformar el mundo. Para poder hacer esto hay que

integrarse, hay que estar presente en todas las esferas, en todos los ámbitos.

Desde los más básicos hasta lo más estructurados y sofisticados. No por el

afán de representar, de dominar, de conseguir poder y fama.

Esas intenciones no proceden de Dios sino del mal, así de hecho tentó a

Jesucristo: Si te postras ante mí y me adoras te daré todos los reinos de la

tierra.

Estar presente en la sociedad para servir, no para servirse de ella y de los

demás. Servir iluminando desde la Palabra de Dios, desde el amor de Dios

a todos, desde la generosidad, la libertad de conciencia, buscando el bien

común, protegiendo a los más débiles de la sociedad, a los que ven su vida

incluso amenazad.

No replegarnos aunque nos persigan o desprecien, no dejarnos manipular

cuando nos ensalcen y halaguen.

La Virgen María, nuestra Virgen de la Paz bendita, nunca se ocultó, nunca

se retiró del mundo.

Vivió como una mujer de su tiempo, integrada en todos los ambientes de

una chica de aldea, de una mujer casada y madre de familia, de una viuda

recogida por los discípulos de su hijo.

Estuvo en los momentos felices, pero también en los momentos delicados y

comprometidos, en esos tortuosos días de la pasión y muerte de su Hijo,

hasta que la luz de la resurrección iluminó el rostro materno y lo llenó el

corazón de inmensa alegría.

Pues pidamos a ella, la mujer del mundo y para el mundo, la intercesora de

todos los hombres que os ayude a los fieles laicos a sembrar, iluminar y

fermentar este mundo al calor de Cristo Jesús. Que así sea.