el mundo, ambito propio del laico
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NOVENA A LA VIRGEN DE LA PAZ 2011.TRANSCRIPT
EL MUNDO, ÁMBITO PROPIO DEL LAICO
NOVENA A LA VIRGEN DE LA PAZ
“Soportasteis múltiples combates y sufrimientos ya sea cuando os exponían
públicamente o cuando os hacíais solidarios de los que así eran tratados”
La carta a los hebreos hace referencia a los sufrimientos de los primeros
cristianos que por el sólo hecho de ser cristianos eran perseguidos,
insultados, dañados en sus bienes o incluso en su propia vida.
Ya lo anunció el Señor Jesús en las bienaventuranzas: dichos vosotros
cuando os persigan por mi causa.
La persecución ha estado unida a la Iglesia y a los cristianos que han vivido
la fe con autenticidad, con verdad y coherencia. Desde los comienzos hasta
el día de hoy donde muchos cristianos son perseguidos de forma cruenta,
violenta o más sutilmente, pero persecución al final.
Como decía San Ignacio de Antioquia, la sangre de los mártires es la
semilla de nuevos cristianos. La siembra en ocasiones es así, dolorosa,
martirial, pero luego se torno en abundantes y generosa.
Lo que no ha cambiado es la actitud de la Iglesia con respecto al mundo,
acepte el mundo a la Iglesia o la rechace.
La vocación de la Iglesia es universal porque así lo quiso el Señor: Id al
mundo entero. Sois la luz y la sal del mundo.
La Iglesia no puede ni debe vivir encerrada en sí misma, es como el
sembrador de la parábola del Evangelio, tiene que ir por los campos
esparciendo la buena semilla de Cristo, del Reino de Dios.
Los bautizados laicos, que participan por el bautismo de Cristo Cabeza, que
son cuerpo de Cristo, Iglesia viva del Señor, por su condición de
sacerdotes, profetas y reyes tienen la ineludible misión de ofrecer sus vidas,
anunciar el evangelio de Cristo y servir a los hermanos, tanto a los que nos
quieren como a los que nos desprecian.
¿Dónde hacerlo? El concilio Vaticano II, en la Lumen Gentium,
constitución que habla de la Iglesia lo dice claramente: “El carácter secular
es propio y peculiar de los laicos” “viven en el mundo, esto es, implicados
en todas y cada una de las ocupaciones y trabajos del mundo y en las
condiciones ordinarias de la vida familiar y social, de la que su existencia
se encuentra como entretejida.
El Papa Juan Pablo II comenta este texto y dice:
El concilio considera su condición no como un dato exterior y ambiental
sino como una realidad destinada a obtener en Jesucristo la plenitud de su
significado. El mundo se convierte en el ámbito y el medio de la vocación
cristiana de los fieles laicos. No han sido llamados a abandonar el lugar que
ocupan en el mundo.
El bautismo no los quita del mundo, tal como lo señala el apóstol san
Pablo:
“Hermanos, permanezca cada cual ante Dios en la condición en que se
encontraba cuando fue llamado” (1Co7, 24)
El mundo no es por tanto enemigo, no es hostil porque también ha sido
creado por Dios. Más todavía, la Palabra que se hace carne se introduce en
el mundo para ser su luz, su salvación.
Aunque sabemos que no somos de este mundo pero no podemos olvidar
que estamos y vivimos en el mundo.
En el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, vosotros queridos fieles laicos,
tenéis la misión de transformar el mundo. Para poder hacer esto hay que
integrarse, hay que estar presente en todas las esferas, en todos los ámbitos.
Desde los más básicos hasta lo más estructurados y sofisticados. No por el
afán de representar, de dominar, de conseguir poder y fama.
Esas intenciones no proceden de Dios sino del mal, así de hecho tentó a
Jesucristo: Si te postras ante mí y me adoras te daré todos los reinos de la
tierra.
Estar presente en la sociedad para servir, no para servirse de ella y de los
demás. Servir iluminando desde la Palabra de Dios, desde el amor de Dios
a todos, desde la generosidad, la libertad de conciencia, buscando el bien
común, protegiendo a los más débiles de la sociedad, a los que ven su vida
incluso amenazad.
No replegarnos aunque nos persigan o desprecien, no dejarnos manipular
cuando nos ensalcen y halaguen.
La Virgen María, nuestra Virgen de la Paz bendita, nunca se ocultó, nunca
se retiró del mundo.
Vivió como una mujer de su tiempo, integrada en todos los ambientes de
una chica de aldea, de una mujer casada y madre de familia, de una viuda
recogida por los discípulos de su hijo.
Estuvo en los momentos felices, pero también en los momentos delicados y
comprometidos, en esos tortuosos días de la pasión y muerte de su Hijo,
hasta que la luz de la resurrección iluminó el rostro materno y lo llenó el
corazón de inmensa alegría.