el movimiento obrero y la masonera (2)

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    EL MOVIMIENTO OBRERO Y LA MASONERA:EL ENCUENTRO DE DOS CULTURAS POLTICAS

    Y SUS REPRESENTACIONESAlberto Valn Fernndez

    (Alberto Valn es profesor de Historia en la Universidad de Vigo. Autor, entre otros, de los librosGalicia y la masonera en el siglo XIX y Laicismo, educacin y represin en la Espaa del XIX).

    Preludio (1)

    A pesar de haber tenido que estudiar en mi carrera la obligada disciplina deHistoriografa y gozar de la fraterna amistad de un amigo como Jos Carlos Bermejo

    Barrera y de sus magistrales y para nada pedantes charlas sobre la teora de la historia,nunca me he sentido muy inclinado, como de sobra sabe l, a profundizar en ese tipo denecesarias aunque complicadas y a veces del todo punto bizantinas discusionesteoricistas, tan en boga entre algunos de mis colegas todava no hace muchos aos.

    Desde que, en 1987, empec a redactar mi tesis doctoral, comenc a intuir o sentir lacerteza que, progresivamente, tuvo en mi convencimiento cada vez ms fuerza, de que elsoporte final de todos nuestros descubrimientos cientficos; es decir, lo que llamamos loshistoriadores el discurso, nos impeda en buena parte debido fundamentalmente a sunaturaleza literaria, conseguir que nuestras propias y trabajosas investigaciones lograran laansiada y tericamente exigida objetividad histrica.

    No haba duda pensaba yo al acercarme a cualquier tipo de sencilla lucubracin

    semiolgica, es imposible anhelar la total imparcialidad del discurso como utpica ycndidamente haba credo tantos aos y, sobre todo, cuando redact mi tesis delicenciatura, dado que ese sostn que contiene la totalidad del fruto de nuestro trabajo es,nada ms y nada menos, que pura literatura y, por lo general, de no excesiva calidad. Y que,entonces, sta por su obvia sujecin a la subliminal, subconsciente y caprichosa tirana delcomplejo pensamiento humano nos converta a los sacerdotes de Clo, en una suerte deoficiantes con cierto grado de crnica minusvala para el correcto desempeo de nuestrareputada profesin.

    Quien conozca mi obra, sabe perfectamente que, desde la redaccin de esa tesisdoctoral, siempre he sentido la necesidad de explicarle al lector de mis libros partiendo delobvio pensamiento de que no hay nadie mejor que l mismo para poder calibrar el pulso y

    las tendencias subjetivas del hacedor de ese discurso, no slo mi propia ideologa, de lacual siempre he estado y sigo estando egocntricamente o, mejor dicho, stirnianamenteorgulloso (mi incidental y reducidsimo Verein espero que siga eternamente activo), sinotambin si lo juzgo necesario para explicar cualquier hecho o situacin histrica, mispropias vivencias en algn caso, hasta infantiles, como hice en mi tesis en alguna ocasinpara que aqul comprenda, sencillamente, cul ha sido el origen de la posible cargaideolgica o, simplemente, ambiental o vivencial, que las interpretaciones de mi obracontiene. Coincidiendo entonces, de alguna manera, con uno de los mltiplesplanteamientos metodolgicos de la compleja e interesante obra del conocido historiadorfrancs Maurice Agulhon; del que alguien, recientemente, me ha convertido no entiendotodava por qu en fiel discpulo.

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    Antes de comenzar a desarrollar estas reflexiones sobre un tema histricamente tandifcil de constatar, calibrar y valorar y, por otro lado, tan problemtico para m a la hora depergear sobre l una suficientemente tejida malla terica, permtaseme iniciar este

    discurso con un breve circunloquio agulhonianamente egohistrico sobre el tema encuestin.

    En realidad, llevo ms de dos dcadas detrs de la realizacin de un ensayointroductorio como el que a continuacin ofrezco al lector. Desde que comenc estamasonolgica lnea de investigacin histrica hace ahora veinticinco aos, y debido alconocimiento y a las experiencias polticoideolgicas que me concedi la propia vida,desde el mismo ambiente familiar en el que me he criado y educado teniendo comomentores de gens a jacobinos, socialdemcratas o anarquistas como Gloria Fernndez,Domingo Valn, Abelardo Fernndez Blanco o Carlos Peregrn Otero, hasta el hecho dehaber sido estudiante y trabajador antifranquista en los setenta, primero, como militante aprueba de la clandestina Liga Comunista Revolucionaria que, como en los comienzos

    organizativos de losIluminati bvaros, posea, adems del exigido nombre de guerra, tresgrados o escalafones organizativos: simpatizante, militante a prueba y militante y,despus, como anarquista y sindicalista, reconstruyendo con otros jvenes y viejosentusiastas de la ms avanzada, romntica y mstica de las utopas, la ConfederacinNacional del Trabajo.

    Esta ltima y profunda experiencia, me posibilit el para m trascendental hechode poder llegar a conocer y ser compaero de viejos cratas de los aos treinta,impregnndome gracias a ellos, a mis propias lecturas y tambin al contacto personal conlos descendientes de asesinados lderes sindicales como fue la entraable amistad quemantuve con el inolvidable fasta Antoln Montes, de su profunda y cuasi religiosamentalidad bakuniniana, aquella moralista postura individual ante la vida que,

    paradjicamente, volv a encontrarme, con una semejanza a todas luces sorprendente, entrelos documentos y la publicstica masnica custodiados en el hoy denominado ArchivoGeneral de la Guerra Civil de Salamanca, barroco escenario donde empec a ser historiadore hice mis pinitos como tcnico archivero.

    Desde aquellos momentos iniciales de mi aprendizaje en el oficio de historiador,siempre me han rondado en la cabeza complicadas incgnitas empujadas o determinadaspor toda una compleja serie de concomitantes similitudes como, verbigracia:

    Por qu tanto smbolo idntico en la masonera y el societarismo; tanta aparenteconcordancia moral y hasta organizativa entre ambos; tanta semejanza a la hora de entenderal grupo con el mismo y tribal sentimiento identitario entre cratas y masones; tantochocante paralelismo mstico a la hora de entender la propia Idea por parte de cualquier

    masn o cualquier bakuninista?Sirvi la francmasonera de escuela filosfica, moral y hasta organizativa de una

    parte destacada del primer movimiento obrero?Por qu hubo tanto lder del societarismo que practic al mismo tiempo una

    especie de doble militancia al pertenecer y hasta destacarse en la organizacin masnica,conocido el hecho irrefutable de que esa secreta forma de sociabilidad fue siempredominantemente burguesa?

    No hay duda que, en el siglo XIX, un obrero, obviamente alfabetizado dado queesta es una de las condiciones imprescindibles para ser masn, aceptado en una logia,acceda paulatinamente si se aplicaba a la posibilidad de ir aprehendiendo, no slo lavariada y compleja serie de usos y maneras conductuales tpicas del ethos burgus (lo

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    indispensable para poder ir a su primera tenida era agenciarse comprarlo, alquilarlo opedirlo prestado un aparente y oscuro terno que, obviamente no tendra), sino tambinun verdadero abanico de conocimientos de cultura general, moral, esttica, filosfica,

    simblica y, obviamente, organizativa que, por otro lado, la clasista sociedad profana dela poca salvo algunas organizaciones del liberalismo radical y, quizs, algunasinstituciones cristianas, jams le brindara tan fcilmente.

    Es decir, que si uno cualquiera de los miles de proletarios que se iniciaron en lamasonera a lo largo del diecinueve, llegaba a ayudar en secretara o a ser secretario,orador, o cualquier otra dignidad del taller o, simplemente, a trabajar en logiatrazando piezas de arquitectura de cualquier ndole o temtica cultural, moral ofilosfica, se le ofreca con todo ello una excelente formacin prctica para, entre otrasmuchas cosas, saber hablar en pblico, desarrollar, defender o debatir cualquier temamonogrfico de discusin o formacin interna y llevar, burocrtica y orgnicamente,cualquier futuro tipo de sociedad reivindicativa, musical, cultural o de ocio y

    entretenimiento que l mismo quisiese crear con otros miembros de su clase social. Porquecon toda su inicitica experiencia en el misterioso y discreto crculo de la Acacia, noolvidemos que aquel humilde obrero aprenda tambin a: abrir libros de registro personal,de actas, de contabilidad, de cuotas, hacer expedientes, estadillos personales, llevar lacorrespondencia, etc., etc., etc.

    Adems, sus hermanos de logia le enseaban a practicar la democracia interna degrupo como han estudiado Ran Halvi, Luis P. Martn y yo mismo, a responsabilizarseen el respeto a las elegidas jerarquas ms tarde secretarios, representantes o delegados desu sindicato, agrupacin poltica u orfen si fuese el caso. Asimismo, lo educaban parasaber conducirse consigo mismo primero, por medio de una mstica e ntima moral interior,y con los dems integrantes de su grupo y de la sociedad en general despus, por medio de

    una laica, cvica y autodisciplinada prctica de tica social. Deontologa masnica deantigua tradicin humanista protestante que, a cualquier bien formado anarquista de lossiglos XIX, XX y actual, desconocedor de la idiosincrasia masnica, fcilmenteidentificara como tribalmente propia, as practicase la moral bakuninista, la spencerianao la kropotkiana.

    Quiz podamos aqu contestar a aquella cuestin dejada en el aire, en 1987, por elprofesor Ferrer cuando, al abordar el tema de la pertenencia masnica de Anselmo LorenzoAsperilla, se preguntaba por qu y cmo este anarquista lleg a la Masonera a la que ibaa pertenecer con una fidelidad y dedicacin extraordinaria (2). Es muy posible que fueseesta curiossima coincidencia de morales la que sorprendi positivamente a aquel tipgrafoanarquista llamado Anselmo Lorenzo, ayudndole a superar y olvidar sus iniciales

    prejuicios hacia la masonera como l mismo recuerda en su El proletariado militante,convirtindole desde entonces en un convencido y sobresaliente masn.

    Adems de esta coincidencia de morales y de criterios humanistas como tambinha detectado Jess Ruiz Prez y de parecidas msticas internacionalistas, Lorenzo saba,como tambin recuerda en su obra, el hecho relevante del apoyo que aquella asociacincosmopolitista le hizo a la Primera Internacional en los preliminares de su creacin (3). Y,al mismo tiempo como apunta Ferrer Benimeli con respecto a Bakunin, es ms queprobable que tambin conociese el relevante hecho de la pertenencia a la secreta sociedadde anarquistas como Proudhon, Bakunin, Faure, Elie, Elise y Paul Reclus, Louise Michel,etc.

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    No hay duda que una importante zona de la masonera europea del siglo XIXejerci, con respecto a la elitista porcin del proletariado que inici en sus logias, unapedaggica labor de formacin integral. Obviamente se podr aducir, llegados a esta

    categrica altura de la reflexin que intento explicar con estas lneas preliminares, que loscorrespondientes comits locales republicanos ejercieron una pedagoga similar sobre unazona del futuro proletariado concienciado y organizado en el societarismo. Esto tambinresulta completamente plausible; es ms, se sabe que en muchos de estos ambientes depoltica radical pequeoburguesa se form, tanto en Francia como en Espaa, una buenaparte del germen del primer obrerismo. Aunque sobre el respecto debo aclarar que no creoque el comit poltico antecitado impartiese con la misma intensidad, el mismo iniciticointeriorismo, el mismo trato socialmente igualitario y el mismo nivel de preocupada yparticipativa docencia filosfica, deontolgica y cultural, como se haca y se siguehaciendo en toda logia masnica.

    Asimismo, hay que subrayar el relevante hecho social de que, en muchsimas

    ocasiones, fue en estos crculos de sociabilidad poltica republicana donde fueron captadospara el hiramismo muchos de estos trabajadores, por medio de esa especie de simbiosis quetanto hemos visto entre republicanismo y cierto tipo de masonera, sobre todo la de ritoscomo el oriental o menfita y ya ms espordicamente en el escocs antiguo y aceptado.Pero volvamos a seguir con el abocetamiento de esa egohistoria comenzada ms arriba.Desde esos aos iniciales de aprendiz de historiador, he sentido siempre la casi irrefrenablepulsin de darle una explicativa y, obviamente cientfica, forma ensaystica a la lgicareflexin derivada de estas complicadas cuestiones.

    Si no me atrev en aquellos aos a llevar a cabo esa tarea fue, primero, por realizarla correspondiente autocrtica y saberme no preparado todava por carecer de lacorrespondiente madurez intelectual para poder desarrollar tan ambiciosa empresa y,

    segundo, por la escasa o, ms bien nula, presencia de precedentes historiogrficos recientesque abordasen, directa y generalmente, esta temtica.

    Siguiendo lo contenido en los tres volmenes de la exhaustiva y pormenorizadaBibliografa de la Masonera de Ferrer Benimeli y Cuartero Escobs, publicada en 2004(4), puede decirse exagerando ahora un poco la carga de tinta estilstica de mi literatura yhaciendo eco de lo sealado tambin sobre el tema por el propio Ferrer en su Bibliografade la Masonera de 1978, que da la impresin de que se escribieron ms obras generalessobre este tenor entre los aos 1899 y 1913 que en todo el resto del siglo XX hasta suspostrimeras. Esos inexistentes trabajos exhaustivos y generales sobre las posiblesinterconexiones o interrelaciones entre obrerismo y masonera que tanto ech en falta, mehubieran podido ayudar a seguir una senda, ms o menos trazada, y no tener que reprimir

    todo intento de accin por mi parte ante el alienante pensamiento de que, para llevar a caboesa tarea, tendra que desbrozar, ese oscuro, solitario y enmaraado monte, partiendo demis nicas reflexiones personales.

    Desconocemos el porqu de ese aparentemente drstico abandono por parte de loshistoriadores serios y mnimamente objetivos, no slo de esta interesante lnea deinvestigacin, sino tambin del resto de los variados temas de ndole masonolgica, aunquepresumimos que la Gran Guerra por un lado, el advenimiento paulatino de los distintosregmenes fascistas por otro y, sobre todo, el triunfo de la revolucin marxistaleninista deoctubre de 1917 y lo que trajo consigo, fue la causa de ese extrao y desidioso silencio.Con ese lo que trajo consigo la Revolucin de octubre, me refiero, por una parte, a lo querespecta a aquella suerte de impuesta moda que tanto inund hasta no hace mucho los

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    ambientes intelectuales con su por lo general siempre respetado totalizador paradigmacomunista y, por otra, a las desalienantes y laicistas condenas pontificales contra lamasonera, llevadas a cabo por la recin fundada Tercera Internacional, intentando con ellas

    dejar a la Orden del Gran Arquitecto completamente segregada del flamante movimientointernacionalista, a la vez que esta Internacional impona, culturalmente, en sus crculosintelectuales y acadmicos un fortsimo prejuicio sobre esta forma de sociabilidad,quedando escamoteada o completamente infravalorada en la mayor parte de lahistoriografa desde ese momento.

    Como fcilmente se deducir, todo esto provoc un manifiesto y general desintershacia la masonera por parte, tanto de los historia dores llamados sociales como de lamayora de los clilogos, salvo algunos investigadores la mayora profesoresuniversitarios como Combes, Ferrer, Ligou, Mola, Agulhon... que, desde los aos sesenta,comenzaron de nuevo a retomar este interesante objeto de estudio, siguiendo desarrollandohasta hoy la llamada masonologa.

    Esta nueva tendencia historiogrfica que, como decimos, tanto en Francia, Espaa,Italia, Blgica, Inglaterra, como en otras naciones europeas, viene realizando unaesclarecedora labor desde hace, sobre todo, tres dcadas, ha vuelto, tmidamente, a dirigirsu mirada sobre el atractivo objeto de estudio de las interrelaciones entre el movimientoobrero y el llamado hiramismo o masonera.

    Estos trabajos monogrficos que, por lo comn, se han realizado separadamente porlas tres corrientes ideolgicas ms relevantes de la llamada cultura proletaria; es decir, lasocialdemcrata o socialista, la marxista-leninista o comunista autoritaria y la libertaria,tratan, grosso modo, los distintos temas a estudio de una forma muy poco general y con noexcesiva exhaustividad en algunas ocasiones resultan meros trabajos periodsticos, sinpararse en profundidad salvo en algunos casos de autntica, aunque breve, excelencia

    intelectual, en estos temas monogrficos obviamente relevantes, aproximndose a ellos, endemasiadas ocasiones, sin la correspondiente reflexin terica o sin el bagaje mnimo deconocimiento politolgico.

    Por todo ello, este interesante objeto de estudio histrico se encuentra todava hoy,tanto a nivel nacional como, sobre todo, a nivel internacional, muy poco trabajado.Seguimos echando en falta, en una buena parte de los discursos hechos hasta el presente,una necesaria y fundamental teorizacin, partiendo, como decimos, de una visin generalsobre estas cuestiones, en relacin a las autnticas interrelaciones, adecuaciones o nexosentre estas trascendentales culturas polticas y, sobre todo, una fundamental, expositiva oconcluyente visin sinttica sobre todo ello.

    De todas formas, por la calidad de su factura o por el tratamiento dado al tema del

    que se han ocupado, son dignos de ser mencionados aqu los siguientes autores:En cuanto a la interrelacin habida entre la masonera y el socialismo destacan: en Francia,Andr Combes o Denis Lefebvre; en Blgica, John Bartier; los italianos Aldo Chiarle,Anna Maria Isastia y Aldo A. Mola; o los espaoles Vctor M. Arbeloa, Jos AntonioFerrer Benimeli y ngeles Gonzlez Fernndez.

    En lo que respecta a las relaciones habidas entre el marxismoleninismo y elhiramismo, descuellan plumas como las de los belgas Paul Van Praag o H. Dethier, ofrancesas como la de Christian Lauzeray.

    Y para estudiar los nexos histricos entre los anarquistas y la francmasonera, hayque recordar los trabajos publicados por autores franceses como el metodolgicamenteinefable Lo Campion o, ms recientemente, Edouard Boeglin, italianos como Aldo A.

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    Mola o Luigi Polo Friz, y espaoles como las monografas de Enric Oliv Serret, ngelesGonzlez Fernndez, Jess Ruiz Prez, Pere Snchez i Ferr o Leandro lvarez Rey.

    Adems de las obras de los autores aqu citados, es importante recordar que, sobre

    estas cuestiones, resultan dignas de ser reseadas las siguientes obras: el estudio realizadopor Alexandre Marius Des de Sterio sobre Mouvements syndicaux en Allemagne etsymbolique maonique, publicado en el libroLa pense et les hommes. Sous le masque dela Franc-Maonnerie, editado por Jacques Lemaire y publicado, en 1990, por las Editionsde lUniversit de Bruxelles; el monogrfico dedicado a la masonera por el numero 193 dela revista belga Cahiers Marxistes, de febrero-marzo de 1994; y las actas, todava sinpublicar, de las jornadas Conference We Band of Brothers: Freemasonry in radical andsocial movement 1700-2000, organizadas por el profesor Andrew Prescott y celebradas enla universidad de Sheffield en noviembre de 2004.

    Aclaro antes de nada que, con esta suerte de estudio introductorio o propeduticoque a continuacin desgloso sobre las ms que probables interrelaciones o influencias

    simblicas, y hasta ideolgicas, que llegaron a darse entre la denominada cultura proletariay la francmasonera, no parto de ningn principio teleleolgico o finalista a la hora debuscar, obsesivamente, cualquier indicio, atisbo o posible nexo demostrativo incidental uocasional en la historia de ambas culturas polticas que aparente o intente demostrarhiptesis de trabajo alguna. Tampoco es mi pretensin sentar ningn tipo de superflua baseterica o teoricista tan de moda por desgracia en mi profesin desde hace tres lustros, conel pedante pensamiento puesto en el absurdo anhelo de crear, a partir de estas sencillasreflexiones, una futura corriente o lnea de investigacin historiogrfica.

    Con este modesto trabajo slo y exclusivamente trato de mostrar o exponer, a nivelmeramente introductorio sin tan siquiera calibrar o valorar en profundidad la complejafenomenologa a estudio, toda esa complicada y diversa maraa de coincidencias,

    influencias y hasta apoyos que, hoy por hoy, sabemos que se han dado histricamente entrela Orden del Gran Arquitecto del Universo y el movimiento obrero; albergando eso scomo nicos y esperanzados logros de todo este esfuerzo que, siempre y cuando se juzguede inters por la comunidad cientfica correspondiente, se abra con todo ello un camponuevo de debate historiogrfico alejado de cualquier prejuicio de escuela o de ideologay, quizs, que se consiga tambin provocar o sugerir nuevos enfoques metodolgicos enciertas lneas de investigacin cruciales o tangenciales con esta temtica de la historiasocial y de las ideas; es decir, que los colegas que estudien el movimiento obrero a nivelorganizativo, social, biogrfico, ideolgico o iconogrfico, no olviden en susinvestigaciones al posible influjo que la masonera pudo haber tenido con sus respectivosobjetos o sujetos de estudio.

    PlanteamientoQue una forma de sociabilidad inicitica, esotrica, filantrpica, liberal y,

    fundamentalmente, burguesa, llegue a tener una clara influencia en la historia delmovimiento obrero desde sus mismos inicios, llama poderosamente la atencin de cualquiercurioso en el tema. Y, como ya hemos adelantado, a un inquieto universitario gallego deformacin intelectual y praxis trotskista, que deriv, el ao de la muerte del dictador, hacialas apasionadas y msticas aguas del libertarismo, le sorprendi todava ms cuando,realizando su tesis de licenciatura, se encontr con estas llamativas realidades histricas.

    Su viejo prejuicio o escrpulo obrerista con relacin a una sociedad secreta deaburridos burgueses con la reaccionaria mstica fraternalista de creer en la utpica idea

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    y fomentarla de un armonioso mundo sin lucha de clases, le empujaba si cabe todavams a seguir alucinado sin intermediacin de ningn tipo de psicotrpico cuandodescubra que en esa secreta y extraa asociacin esotrica y ocultista se haban dejado

    iniciar viejos ttems de su obrerista e internacionalista retablo personal como Lafargue,Buonarroti, Proudhon, Bakunin, Fanelli, Malatesta, Robin, Farga Pellicer, FermnSalvoechea, Ferrer y Guardia, Andrs Nin, etc.

    Qu pintaban en esa oscura y extraa sociedad gente tan cientfica como el yernode Marx, Andrs Nin o, seguramente, el propio Lenin, o tan racionalista y desmitificadoracomo los anarcos citados?

    Por qu infinidad y nunca mejor expresado, infinidad de agrupaciones o sindicatosobreros de los siglos XIX y XX, tanto marxistas como libertarios, eligieron preclarossmbolos o emblemas masnicos como distintivo de su sello asociativo?

    Por qu el consejo federal espaol de la misma Internacional eligi como insigniaalgo tan francmasnico como inscribir en un crculo smbolo del universo, del alma

    universal, del infinito y de la perfeccin, y en estrecho vnculo original con el comps unnivel iconogrficamente masnico (como una gran A mayscula), sabiendo que, enmasonera, el nivel es el smbolo de la igualdad social y la escuadra justa que, en teora,lo compone, recuerda siempre la va de la rectitud moral y, al mismo tiempo, la propiasilueta que este nivel dibuja es, nada menos, que una especie de delta o tringulomasnico divinidad, luz eterna de la sabidura, conocimiento o equilibriouniversal para los masones agnsticos o antitestas como los internacionalistas Blanc,Proudhon, o Bakunin, inscrito, como ya hemos dicho, en la circunferencia citada,hablando entonces esta insignia, exclusivamente, a todo iniciado en la masonera que laviese, de lo que, en puridad, pretenda la Asociacin Internacional de Trabajadores: buscarun utpico mundo universal o internacional de sublime, sabio y equitativo equilibrio por

    medio de la recta prctica moral del igualitarismo social?Por qu el viejo masn e internacionalista italiano Enrico Bignami, escribi, en

    1913, a la logia milanesa Carlo Cattaneo como ha descubierto mi amigo y colega Aldo A.Mola que fue bajo la bveda estrellada de un Templo donde pude constituir la primeraseccin italiana de la Internacional. Y que los detractores socialistas de la Masonerapodran acordarse de otros cien hechos como este? Por qu en la famosa fotografa del IVCongreso de la Internacional celebrado en Basilea en septiembre de 1869, donde sobresalela gigantona figura de Bakunin (sobrepasaba los dos metros de estatura), la pancarta querubrica el acontecimiento lleva como smbolo distintivo el masnico Delta luminoso oradiante, pareciendo ms el tpico estandarte de cualquier logia masnica que elcaracterstico carteln societario al uso?

    Por qu el autor de obras tan apocalpticamente demoledoras, iconoclastas eirreverentes como el Catecismo revolucionario,El Estado y la Anarqua o la pstumaDiosy el Estado, ocup su precioso tiempo de conspirador y revolucionario, escribiendo ypublicando el Catecismo de la Francmasonera moderna?

    Por qu este atrabiliario y luciferino antitesta de Mihail Bakunin permiti que lamasonera italiana lo exaltase desconocemos si por medio de la mera comunicacin oritualmente al grado 32, sabiendo de sobra que el lema de ese grado que iba a alcanzarreza: Spes mea in Deo est; es decir siguiendo lo confirmado por mi amigo latinistaAntonio Garca Masegosa, Mi Esperanza se funda se encuentra o est en Dios?

    Por qu el todava utilizado gesto de identidad anarquista: dibujar un arco con losbrazos por encima de la propia cabeza, cerrndolo arriba con las manos, enganchando

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    stas con los cuatro dedos de cada mano menos los pulgares, se asemeja tanto a dos seas ogestos de la liturgia masnica: el de peticin de auxilio con la salvedad de que en ste elmasn semientrelaza las manos formando una abierta y receptiva venera, y el del

    momento final de la psicodramtica ceremonia de exaltacin al tercer grado, el de maestro,cuando el venerable ayuda a levantarse al hermano recipiendario, sacndolo del atauddonde se le ha acostado, enganchando su mano derecha con la del que recibe esaemocionante iniciacin de manera exactamente igual que lo vienen haciendo losanarquistas, con sus propias manos, cuando realizan su saludo tribal?

    Por qu el cartel con las fotos y nombres de los delegados asistentes al Congresode Gotha celebrado en mayo de 1875 por la socialdemocracia alemana, centrado por unafoto principal posiblemente trucada de dos eglatras irreconciliables como fueron Marx yLasalle, es coronado con un smbolo tan antiguo y prototpicamente masnico como elfraternal saludo de manos, insignia tambin del sindicato espaol U.G.T.?

    Por qu la estrella roja comunista fue retomada de un smbolo repetido ad nauseam

    , desde el siglo XVIII (o desde el XVII, segn autores), por la iconografa masnica, laestrella flamgera de viejsima tradicin pitagrica, asociada ritualmente desde antiguoal grado de Compaero; es decir, a la camaradera o compaerismo, conocida ademsla declarada masnicofobia de Len Trotski, creador del Ejrcito rojo que toma dichoemblema?

    Por qu todava hoy en los sindicatos estadounidenses de mecnicos, ferroviarios,etc., se utilizan denominaciones como Logia para denominar a su sindicato local y Granlogia para referirse a su organizacin nacional?

    Posibles respuestas al planteamiento Ante todo que no se nos aduzca, de principio, ypor ese apasionado e irreprimible afn latino de impugnar por impugnar, la demoledora ytotalizadora refutacin de todo el planteamiento que resulta de estas incgnitas expuestas,

    alegando para ello rotundas y expeditas explicaciones como, por ejemplo, que laapropiacin de esa simbologa masnica no fue otra que el sencillo, intuitivo e inconscienteaprovechamiento de iconos psicoanalticamente atractivos y de sencilla e ilustrativa oconceptual grafa; alegando, verbigracia, la indudable realidad de que, tanto el delta otringulo como la estrella de cinco puntas dos de las imgenes masnicas ms reutilizadaso asimiladas, provocan, como tales imagos, una fortsima pulsin escpica en cualquiersujeto, como bien sabe hoy la tcnica publicitaria. No albergamos crtica alguna sobre lafamosa reflexin, recordada tanto en la obra de mi querido amigo Jos Luis Castro de Paz,de que no es el ojo el que mira, sino el objeto el que capta la mirada. No vamos a entrarpara nada en este tipo de polmicas, dado que, histricamente, no nos llevaran, con laexigida exactitud, a donde juzgo que, verdaderamente, me inclinan o nos inclinan las

    reflexiones conjeturales ante esas cuestiones trazadas.Las posibles respuestas a estas complejsimas y caudalosas preguntas han venido al

    investigador, paulatinamente, de una manera deductiva y por tres caminos diferentes. Tresdiferentes vas que, en realidad, pueden entreverarse triangularmente o conjugarse,explicarse o entenderse ensambladas; es decir, pueden quedar comprendidas como trespartes fundamentales de una misma explicacin, a la hora de poder descifrar el porqu detodas estas curiosas incgnitas.

    Vemoslos, entonces, por lados o secciones:A. Por la apodctica realidad histrica de que la masonera universal entendi, desde

    siempre, el apoyo a los proletarios como una accin ms de su autoexigida accinfilantrpica y su estatutaria prctica de igualitarismo social. Y, a medida que se va

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    desarrollando el movimiento obrero a lo largo del siglo XIX, ir trazando puentes entre ellay el mundo del trabajo incluido el del propio societarismo, reinterpretando su viejoespritu fraternalista y, socialmente, cohesionador o conciliador.

    B. A raz del descubrimiento histrico, realizado por el historiador que esto escribe,de la utilizacin de la organizacin masnica por parte de los conspiradores liberales de lasubversin antiabsolutista del Sexenio negro espaol y la tradicin, proyectada muy prontoa nivel internacional, que dicha instrumentalizacin polticoorganizativa inici, a raz deltriunfo de la revolucin liberal de 1820, en plena Europa de la Restauracin.

    Dentro, todo ello, del complejsimo paradigma revolucionario romntico, quedandoentendida la masonera por una buena parte de los variados colectivos de la subversin delsiglo XIX, como una asociacin cobijadora de la perseguida subversin liberal y, poramplia extensin y especialmente a medida que nos aproximemos al ideolgicamentetrascendente ecuador histrico de 1848 de todo revolucionario. Fuese ste liberal onacionalista como Mazzini o el primer Bakunin, socialista como Blanc o Blanqui,

    comunista como Buonarroti o anarquista como Bakunin, Fanelli o Lorenzo.C. Por llegar a sostener la lgica e intuitiva hiptesis de que aquellos

    internacionalistas pudieron seguir, conscientemente, la ya vieja tradicin revolucionarialiberal de apropiarse de ritos o usos y, sobre todo, iconos masnicos, con el fin de poderrepresentar as, emblemticamente, los nuevos valores ideolgicos de: igualdad,federalismo, solidaridad, fraternidad, trabajo, etc. Imitando entonces los obreristas, en ciertamanera, lo que antes haban hecho, una vez conquistado el poder, los Estados liberales,cuando stos sintieron la perentoria necesidad de proyectar pblicamente sus ilustradosmensajes polticos de pensamiento republicano, cvico o laicista, por medio de todo uncomplejo conglomerado ritual de referentes iconogrficos masnicos. Institucionalizandolos liberales entonces, ex novo, todo un complejo mundo simblico y protocolario oficial,

    que, volitivamente, se alejase de cualquier indicio de formalismo estatal y religioso quepudiese recordar las odiadas formas y boatos del Antiguo Rgimen.

    A continuacin, intentaremos ofrecer una cumplida o, por lo menos, introductoriaexplicacin a estas tres grandes secciones en las que desglosamos las posibilidades derespuestas que hemos deducido de aquellas preguntas sobre las influencias, interrelaciones,concurrencias y concomitancias entre el movimiento obrero universal y la francmasonera.

    A. Filantropa masnica y proletariadoEn cuanto al primer punto; es decir, lo que hemos llamado la seccin A de nuestra

    explicacin, hay que decir que, desde el mismo siglo de su creacin, el XVIII, la masonerao hiramismo britnico fue el primero en preocuparse, a nivel estrictamente filantrpico, de

    la cuestin obrera en su industrializado Reino Unido. La fundacin y sostenimiento deinstituciones de beneficencia como hospicios, escuelas y centros asistenciales donde seacogi a una zona menesterosa del primer proletariado moderno de la historia, fue y es unade las preocupaciones ms relevantes de toda su accin corporativa.

    Todo tipo de masonera, tanto la denominada regular como ha sido y sigue siendo laanglosajona como la irregular o liberal como casi siempre fueron, a lo largo de la historia,las llamadas masoneras latinas, han tenido la estatutaria obligacin de realizar,primordialmente, la prctica del altruismo; pero la masonera British ha hecho, desde lapropia fundacin de esta asociacin, ms hincapi en potenciar la caritativa labor de suorganizacin. El origen de todo ello est quiz en su propio rito masnico, el llamado Rito

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    de Emulacin, no olvidemos que para este rito, los tres principios en los que reposa laautntica masonera son, por su orden: el Amor fraternal, la Beneficencia y la Verdad.

    Ms tarde, ya entrado el siglo XIX, las logias inglesas irn asimilando en sus

    iniciticos misterios a elementos instruidos y cualificados de su proletariado nacional,llegando la masonera britnica en esta preocupacin proletarista al extremo de ofrecer suspropios locales para que dieran cobijo a una de las ms importantes reuniones preparatoriasde la Primera Internacional obrera, como recogen, tanto el historiador alemn Max Nettlaucomo el anarquista y masn espaol Anselmo Lorenzo citando ste la obra Garibaldi:Historia Liberal del Siglo XIX de Rafael Farga y Pellicer, cuando el engolado yprestigioso hiramismo britnico decimonnico cedi su Free Masons Tavern para queaquel clebre mitin, convocado por Karl Marx, la denominada Fiesta de la FraternizacinInternacional del 5 de agosto de 1862, pudiese llevarse a efecto.

    Coincidiendo con lo estudiado mucho ms tarde por Andr Combes, el citadohistoriador anarquista Max Nettlau, en su obra La anarqua a travs de los tiempos nos

    dice, cuando critica el psimo trabajo organizativo que realizara despus de este mitin de laHospedera de los Masones el internacionalista y tambin masn Henri Louis Tolain que, sino fuese por los francmasones socialistas organizados en las pequeas logias masnicasavanzadas de 1850 y 1858, que reunan socialistas internacionales (5), se refiere sin dudacomo ms adelante veremos cuando hablemos de la masonera francesa a las logiasmenfitas de la Grande Loge de Philadelphes formadas, en un principio, por exiliadosrepublicanos y socialistas franceses en Londres, no se podra llegar jams a la reuninfundacional de la Asociacin Internacional de Trabajadores del 28 de septiembre de 1864.

    Algo semejante va a ocurrir en otras naciones como Estados Unidos, donde suprimer sindicalismo de clase poseer una nomenclatura de clara influencia masnica,verbigratia: el sindicato de zapateros Los Caballeros de San Crispn, que se estructuraba

    por logias; los sastres de La Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, que seorganizaban al principio secretamente en logias, adoptando complejos rituales ydisimuladas seas y contraseas de reconocimiento con el fin de que, como recoge FlorencePeterson, ningn espa del patrn pudiese hallar la manera de entrar en el saln de la logiapara traicionar a sus camaradas (6), tambin hay que recordar que su ms alta jerarquasindical se denominaba Gran Maestre Obrero.

    En la Francia prerrevolucionaria, encontramos en la masonera de provincias alogias que, muy tmidamente, comienzan a aceptar entre sus columnas, es decir, dentrode sus logias, a pequeos artesanos. Durante el Primer Imperio, como recuerda AndrCombes, se inicia el tibio y lento proceso de aceptacin de proletarios en las logiasfrancesas que se ir acentuando, progresivamente, a partir de la Restauracin borbnica y

    durante la monarqua burguesa de Luis Felipe de Orleans donde, pensando en losproletarios, se rebajarn las tasas o gastos mnimos de iniciacin y habr una declaradapoltica de permisividad por parte de esta masonera con la citada exigencia de laalfabetizacin del nefito (7).

    Pero no habr directo y manifiesto inters por la clase obrera y por el societarismopor parte de la masonera gala hasta los mismos inicios de la segunda mitad del siglo XIXcuando, como ya hemos adelantado y siguiendo lo dicho por el profesor Combes, sern losmasones exiliados en Inglaterra despus del golpe de Luis Napolen Bonaparte, los quefunden, en el Rito de Menphis nico prohibido por el Estado imperial francs, la logiaPhiladelphes, cuyo ttulo ya anunciaba o recordaba viejos aires conspiradores, logiamadre de la que saldr la gran logia del mismo nombre.

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    Aqu, en este ambiente de masonera republicana y socialdemocrtica cada vez msextenso, con su recin fundada Gran Logia de Philadelphos, encontraremos a republicanosy socialistas clebres como Jean-Baptiste Boichot, Bradlaugh, el yerno ingls de Marx, o

    Louis Blanc, y de este entorno masnico saldr nada menos que la Sociedad Fraternal deDemcratas-Socialistas Franceses, amn de destacados internacionalistas de primera horacomo Le Lubez, Combault, Vsinier o Benoit (8), los autnticos organizadores de la A. I.T., si seguimos en esto lo dicho por el serio y positivista historiador libertario Max Nettlau.

    Estos masones entendan a su institucin como un autntico y arquetpico modelode democracia con la obligada praxis de ayudar a la transformacin de la sociedad humana,siguiendo la vieja y triangular divisa masnica de Libertad, Igualdad y Fraternidad, y a lalogia, como una escuela de formacin cultural y cientfica. Los objetivos inmediatoscontenidos en el programa de esta masonera menfita que, por otro lado, casi cuatrodecenios ms tarde, en plena Primera Restauracin borbnica, llegara a Espaa cobijando auna buena zona del republicanismo y del obrerismo espaol de final de siglo, eran, como

    nos dice Combes, dos: la lucha contra la ignorancia por medio de la escolarizacin, y laayuda al proletariado en su emancipacin, especialmente, por medio de la creacin de presumimos proudhonianas mutualidades.

    As se explica, como sigue apuntando Combes y ya hemos adelantado, la fuertepresencia de la masonera en el seno del movimiento societario y de la PrimeraInternacional; y, probablemente, tambin sto nos puede dar la clave del origen o delporqu de esa asuncin de parte de la simbologa masnica para representar la nuevaemblemtica de esta importante asociacin obrera. Dado que, al ser los masones de estehiramismo menfita los autnticos organizadores de la A. I. T., stos pudieron proponer oinfluir en dicha iconografa, obteniendo para ello la lgica aquiescencia o apoyo del restode los nada escasos internacionalistas masones.

    Recordemos que, en 1867, de esta corriente masnica que tendr como principalterico a un viejo utpico sansimoniano, amigo y hermano de Proudhon, Marie-Alexandre Massol, se separar un pequeo grupo anarquizante que crear la revistaLAction maonnique, caracterizado por un violento antitesmo y que pretender convocar ala masonera para que se comprometiese, directamente, en las luchas polticas y sociales(9).

    En Espaa, pas de tan tarda Revolucin industrial, la sociedad de la Acacia; esdecir, la masonera o hiramismo, no comenz a iniciar a proletarios, que sepamos, hastaentrado el llamado Sexenio Revolucionario o democrtico (1868-1874), en realidad, cuandocomienza su denominada edad de oro. Aunque en la anecdtica masonera de la eraisabelina, sabemos de logias como laLos Amigos de la Naturaleza y Humanidad, estudiada

    por Victoria Hidalgo Nieto, donde su cuadro logial posea un abultado nmero de operariosde la fbrica de vidrio de Gijn. A partir de 1868, el hiramismo hispano ir desarrollando paulatinamente y segn obediencias o masoneras, una autntica campaa depopularizacin de las logias, al dirigir manifiestamente su accin proselitista hacia losobreros, sobre todo durante el ltimo cuarto del siglo diecinueve y, ms tarde, durante elprimer tercio del veinte; en realidad, hasta el final de la ltima guerra civil, en 1939. En estahistoria un largusimo elenco de anarquistas, socialistas y algn que otro comunistaautoritario pasarn por las logias espaolas desde el siglo XIX hasta el blico final de laSegunda Repblica.

    Historiogrficamente, en este variado y hasta hoy no muy bien vertebrado conjuntode definidas etnias como Galicia, Catalua, Pas Vasco, Castilla o Andaluca que, desde

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    hace unos siglos, viene denominndose Espaa, nos encontramos, posiblemente, con la msabundante publicstica nacional sobre este tema en cuestin. Es ms, puede decirse que,gracias a la labor acadmica realizada por el profesor Ferrer, sus discpulos y los

    investigadores que han colaborado o colaboran en las actividades llevadas a cabo por elinstituto de investigacin histrica que el citado estudioso aragons fund en 1983, elCentro de Estudios Histricos de la Masonera Espaola, Espaa es, hoy por hoy, la nacindonde se ha estudiado, con mayor profusin a niveles generales, este tema de lasinfluencias y adecuaciones entre el societarismo y la masonera.

    En estos ltimos veinticinco aos se han venido publicando ensayos histricos sobreestas cuestiones. Trabajos iniciales como los de Vctor Manuel Arbeloa sobre el socialismo(10) o Enric Oliv Serret sobre el anarquismo (11); la ya citada monografa del masonlogoaragons Jos A. Ferrer La masonera espaola y la cuestin social(12); y, despus,trabajos como lo vertido en mi tesis doctoral, leda en 1989, en la Universidad de Zaragoza(13); lo publicado por Pere Snchez i Ferr y Jos Luis Gutirrez Molina (14); Pedro

    Fermn lvarez Lzaro (15); lo vertido en mi libro Laicismo, educacin y represin en laEspaa del siglo XX, lo dicho en el captulo que escrib para el libroLa sociabilidad en lahistoria contempornea(16); la sugerente y excelentemente vertebrada ponencia presentadaal X Symposium Internacional de la Historia de la Masonera Espaola celebrado enLegans (Madrid) en septiembre de 2003 por Jess Ruiz Prez (17); y, por ltimo, larelevante obra que, sobre estos temas, han publicado los profesores de la Universidad deSevilla ngeles Gonzlez Fernndez y Leandro lvarez Rey (18).

    B. La creacin del constructo romntico masn y revolucionario En lo querespecta al punto explicativo B, el correspondiente a ese imago construido en plenoromanticismo sobre la particular simbiosis revolucin=masonera tan fomentada, por otro

    lado y desde el siglo XVIII, por la propia publicstica antimasnica y por los EstadosUnidos de Norteamrica con sus institucionales glorificaciones washingtonianas, remitoal lector a mi propia obra sobre el tema, en especial, al captulo Masonera y ejrcito en laEspaa contempornea del libro publicado en Pars en 2004 y dirigido por ElizabethDelrue, Autour de LArme espagnole, 18081939, y a la comunicacin intitulada Demilitares y masones. Reflexiones en torno a la creacin del constructo: militar, liberal ymasn, que present, en el VII Congreso da Asociacin de Historia Contemporneacelebrado en Santiago y Ourense, en septiembre de 2004, y publicado en CDROM por laUniversidad de Santiago de Compostela (19).

    Este tipo de costumbres que, en politologa, nos hablan de conspiraciones anterioresy posteriores a esta a la que nos referimos la llevada a cabo por los subversivos oficiales

    artilleros de la logia militar coruesa Los Amigos del Orden, en pleno Primer periodoabsolutista fernandino, y que utilizan la estructura orgnica de las sociedades secretas paraintentar llevar a cabo su complot, como: los Iluminados de Babiera de Adam Weishaupt de nombre de guerra Spartakus, que haba copiado formas y maneras francmasnicas paracrear aquella subversiva asociacin con sus sobrenombres y sus grados; la orgnicamentetriangular Conspiracin de los iguales de Franois Nol Babeuf, de sobrenombre Gracchus;los Philadelphos con sus tres grados y sus nombres de guerra; la misma masonera espaolade la poca citada del Sexenio Negro que tambin utilizar el nombre simblico comomedida de seguridad, siendo la citada logia militar coruesa cuyos miembros eligieron aliascomo Washington, Filadelfo, etc., la que, por primera vez en la historia de las masonerasibricas, inicie esta tradicin; la Sociedad de los Sublimes Maestros Perfectos creada por el

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    discpulo de Babeuf, el francmasn Philippe Buonarroti; y despus, las sociedades secretasconspiradoras que, remedando parte de las formas y maneras francmasnicas, fueronapareciendo a lo largo de la primera mitad del siglo XIX, como el carbonarismo, los

    comuneros, los anilleros, las sociedades secretas republicanas en Francia, las mazzinianasJoven Italia y Joven Europa, las de los progresistas a lo largo de toda la espaola eraisabelina y, ya dentro del incipiente movimiento obrero internacional, la secreta FraternidadInternacional creada, en 1864 y en Florencia, por Mihail A. Bakunin (20).

    Esta sociedad secreta bakuniniana estaba proyectada, como ms o menos Weishaupthaba pensado la suya casi cien aos antes y Len Trotski discurrira, mucho ms tarde, susecreta tcnica partidaria de infiltracin denominada entrismo; es decir, para serutilizada como secretsima organizacin de iniciados con el fin de introducirse,clandestinamente, en otras asociaciones como lleg a intentar con la propia InternacionalBakunin, para as intentar manipular aqullas, granjendose simpatas o inclinando a esasorganizaciones hacia sus propias ideas o fines estratgicos. Como recuerda Nettlau, haca

    un ao que el romntico conspirador de origen ruso haba abandonado las causasrevolucionarias nacionalistas para centrar toda su energa en la causa social. Estasecretsima sociedad revolucionaria fundada y sostenida por Bakunin y denominada,curiosamente, de variadas maneras como: Sociedad Internacional Revolucionaria,Fraternidad Internacional, Societ dei Legionari della Rivoluzione Sociale Italiana y que,por otro lado, esta prolija forma de denominarla nos refleja una vez ms el apasionado ypulsional Nio que Bakunin tanto cuid y llev, cariosamente, siempre dentro, acabarasiendo el origen o la causa de las denuncias dirigidas contra l en el seno de laInternacional, por parte de un britanizado intelectual como Karl Marx, su yerno Lafargue,Engels y Utin, ocasionando la expulsin del carismtico lenfant terrible de la A.I.T., en1872.

    C. La apropiacin de iconografa y rituales masnicos por parte de las ideologascontemporneas revolucionarias Una de las ms viejas y usadas definiciones que lafrancmasonera ha dado de s misma, es la de que esta curiosa y antigua forma desociabilidad es un hermoso sistema de moral, velado por alegoras e ilustrado porsmbolos. Intentando darle base justificativa a esta tercera deduccin apuntada en laseccin C, sobre la apropiacin, adaptacin o utilizacin de simbologa genuinamentemasnica por parte del mundo poltico liberal y, siguiendo este histrico precedente, mstarde, por el propio movimiento obrero, trataremos de seguir extendiendo nuestro discursosobre este interesante tema, presentando ahora nuevos ejemplos de adecuacin de lasveladas alegoras y los ilustrados iconos francmasnicos por parte del liberalismo,

    tanto en su vertiente oficial o institucional como en la informal vertiente panfletaria.Posiblemente, y utilizamos aqu este conjetural adverbio dado que, despus de

    mprobos esfuerzos de autntica caza bibliogrfica en la British Library y en las msimportantes libreras londinenses, tanto de libro nuevo como de lance, seguimos sin haberdescubierto ningn icono constructivo en las insignias o banderas de aquellos puritanosradicales ingleses, los Levellers o Niveladores y los de su seccin protocomunista, losDiggers, los tambin llamados True Levellers aun que no nos extraara que la primerainstrumentalizacin poltica de la imagen del constructivo nivel, como referenteiconogrfico del igualitarismo social, proceda de estos revolucionarios tiempos de la Guerracivil inglesa (21), la primera apropiacin simblicopoltica que tengamos constadada deeste tenor, fue la que llev a cabo la repblica federal de los Estados Unidos de

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    Norteamrica. No podemos olvidar que en su revolucin participaron clebres ysobresalientes francmasones como Benjamin Franklin, George Washington, el marqus deLa Fayette, Thaddeus Kosciuszko, Thomas Adams, Joseph Warren, Richard Caswell, etc.

    Desde su misma gestacin como nacin y sobre todo durante los primeros aos desu historia, los correspondientes a los dos mandatos de su primer presidente GeorgeWashington, aquellos ex-colonos britnicos, padres de aquel nuevo Estado, careciendo delnecesario precedente protocolario e iconogrfico republicano y no queriendo remedar paranada, como ya hemos dicho, los smbolos, apariencias y frmulas institucionales de lasviejas monarquas, encontraron en parte de la emblemtica y el ritual masnicos la baseiconogrfica y algunos de los ritos protocolarios para aquel nuevo Estado federal dentro,todo ello, del lgico paradigma esttico del neoclasicismo, con la largusima proyeccin dereferentes iconogrficos y estilsticos que esta potica conlleva.

    Buena muestra arquetpica de todo esto que decimos la encontramos en el diseo desu misma bandera, la famosa Stars and Stripes, trazado iconogrfico que, todava hoy, a los

    masones les recuerda siempre a un conjunto de smbolos harto fundamentales de suinicitica asociacin.

    Primero, la masnica y universal Bveda celeste de su cantn estrellas flamgerasblancas sobre el azul firmamento pintada obligatoriamente en el techo del prototpicoespacio de sociabilidad hiramita: la logia.

    En segundo lugar, las citadas estrellas flamgeras, asociadas siempre ritualmente algrado segundo, el de Compaero; es decir, que nos pueden estar hablando como ya hedicho anteriormente en el planteamiento, de la prctica del compaerismo ocamaradera, adems de un sinfin de variadsimos significantes esotricos.

    Y en tercer lugar, al anfibolgico o plural significado simblico de que estasestrellas se van a utilizar como representacin de cada Estado y disponer en crculo, me

    refiero al primer diseo denominado Betsy Ross, por tres crpticas alegoras o motivosmasnicos que vienen a reforzar, iconogrficamente, la misma idea poltica de la unida,mutua y eternamente fuerte confederacin poltica. Uno, para recordar la idea federal de lamasnica y circular Perfecta unin de los trece Estados iniciales, otro, por recordar elarcano cabalstico del Ourboros (la culebra, dragn o lagarto, mordindose la cola), tanutilizado en su versin ofdica en la iconografa masnica desde el siglo XVIII y que habladel eterno retorno, del infinito y de la eternidad, aqu pudo o puede ser entendido comoamuleto de buen augurio para la nueva repblica y, el ltimo, para que esta constelacincircular sea comprendida, asociada o asimilada a uno de los signos alegricos msimportantes en el hiramismo, la denominada y cooperativa cadena de unin. Dado que esaimagen del principio republicano del mutualismo federativo se ver completamente

    reforzada por esta relevante figura simblica de la denominada cadena de unin quetodos los masones del mundo, despus de acabados los trabajos de logia, realizan de unamanera ntimamente fsica, al situarse todos los hermanos en crculo, abrazndoselateralmente unos con otros, subrayando con esta mstica figura que cada hermano es uneslabn de la recproca y cooperativa cadena universal de fraternidad que componen todoslos masones en el mundo. Recordemos que una de las primeras explicaciones constatadashistricamente del simbolismo de esta bandera fue la que, despus de la decisiva batalla deSaratoga, en octubre de 1777, donde el general Horatio Gates venci al polifactico generalingls John Burgoyne, Alfred B. Street le ofreci al vencido general britnico unainterpretacin de la Stars and Stripes, dicindole:

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    The stars were disposed in a circle symbolizing the perpetuity of the Union; thering, like the circling serpent of the Egyptians, signifying eternity. The thirteen

    stripes showed with the stars the number of the United Colonies, and denoted the

    subordination of the States to the Union, as well as equality among themselves .(22).

    Pero quizs las imgenes que mejor representan esto que intentamos explicar, noslas ofrecen, con esa rotunda y lacnica expresividad que slo poseen las mejoresinstantneas fotogrficas, cualquiera de los dos cuadros que conocemos representando lacolocacin de la primera piedra del edificio del Capitolio de los Estados Unidos.

    Uno es de J. Melins y el otro, de mejor factura artstica, se debe a la mano del pintory francmasn norteamericano Stanley M. Arthurs. Aunque desconocemos cul de las dospinturas refleja con total fidelidad cmo se desarroll aquel importante acontecimiento,dado que ambas no coinciden completamente en lo representado, deducimos que la de

    Melins es ms antigua por varios motivos conjeturables: la construccin de su exageradaperspectiva nos recuerda el tpico abocetado rpido salido de la utilizacin de una cmaraoscura, y su exhaustivsimo detallismo nos habla de la autoexigencia del pintor por dar fe,cuasi notarial, de lo acontecido sin sacrificar nada a la cannica o acadmica estructura dela obra y, por todo ello, este cuadro resulta obviamente ms fidedigno.

    El lienzo de Arthurs, por el contrario, se ve a todas luces que se pinta despus de unestudioso trabajo de reelaboracin, posiblemente orientndose lejanamente en lo descritopor la obra de Melins, cambiando de situacin y de atributos masnicos a los personajes, detamao a los postes que sostienen la polea, concedindole un esttico aunque intil podio opedestal de ladrillos a la cornerstone y atrevindose a rectificar el ritual masnico del acto,al incluir en la escena al arquitecto del edificio, con mandil masnico, retratndolo en el

    momento en que supervisa, escuadrndolo, el sillar ante el Gran Maestro, el propiopresidente de la flamante repblica. No siendo tampoco correcta esta revisin litrgica,dado que lo correcto sera que el arquitecto Thornton ofreciese los instrumentos plomada,escuadra y nivel al Gran Maestre para que este, una vez revisada por l la piedra, pudieseproclamar las tres cualidades de la misma: estar a nivel, ser firme y de buena forma,pasndose despus al momento de la consagracin.

    En el cuadro de John Melins, intitulado George Washington Laying the Cornerstoneof the United States Capitol, Sept, 18, 1793, el mismo marco dorado nos habla yaexultantemente de masonera, al estar embellecido en sus esquinas, a guisa de cantoneras,por cuatro deltas sagrados donde se inscriben cuatro estrellas flamgeras o radiantesinvertidas. La obra pictrica en cuestin, de dudosa calidad artstica para la poca la

    verdad es que, por su cuasi pueril sencillez, parece adelantarse al estilo naf nos describecon pormenor, como ya hemos adelantado, cmo se celebr la colocacin de la primerapiedra la piedra angular del nada menos que futuro templo de la democracianorteamericana, el Capitolio de los Estados Unidos. Proyecto arquitectnico de W.Thornton, seleccionado por Thomas Jefferson y que viene a recoger el estereotipoiconogrfico clasicista, de clara influencia palladiana, de la vieja iconografa masnica dearquitecturas en directa relacin con la hipottica o conjetural reconstruccin fisonmicadel templo de Jerusaln. Arquitectura pensada masnicamente que tanto agradaba aJefferson y que este singular poltico posiblemente tambin francmasn demostrconocer sobremanera cuando l mismo proyect, y en parte sufrag, su singularUniversidad de Virginia de Charlottesville.

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    Lo verdaderamente sorprendente de este cuadro es que da fe del ritual que aquellosbisoos republicanos eligieron para protocolizar aquel importantsimo evento. Laceremonia no fue otra que un ms o menos ortodoxo ritual masnico de fundacin de un

    edificio pblico, segn el Rito de Emulacin. Dicho de otra manera, que para colocar laprimera piedra del edificio fundamental de la nueva y revolucionaria democracia, su primerpresidente la va a ubicar ceremonialmente investido con los llamativos atributos masnicosde un Grand Master y no, como cabra esperar, como un victorioso militar o como unsencillo y democrtico presidente laico o civil. No olvidemos que, como ya hemosexplicado, aquella repblica convirti a Washington en el primer gran hroe romntico o, sise prefiere, protorromntico de la revolucin liberal, sentando con sus rococs y clasicistasglorificaciones que, en algunas representaciones, llegaron a ser autnticas apoteosis lasbases iconogrficas del constructo militar, liberal y obviamente masn.

    Pero volvamos a la descripcin de la apaisada escena del cuadro de Melins. En laesquina nordeste del hueco realizado para la ubicacin de los cimientos donde ha sido

    ubicado el smbolo universal de la masonera, el comps sobrepuesto a la escuadra, en elgrado de Maestro, el propio presidente de la repblica G. Washington, cabeza descubierta,vestido de ritual como Gran maestre, con sus guantes blancos, mandil, collar y joya mvilde su dignidad, hace descender el sillar aparentando que lo empuja con su mallete, mientrastres aclitos, tambin sin sombrero, vestidos masnicamente de ritual con mandiles,guantes y collares de los cuales pende la joya mvil de Venerable maestro, esperan,solemnemente, con el trigo, el vino y el aceite para derramarlos sobre la piedra,consagrndola y dando por terminada la ceremonia de fundacin.

    Alrededor de esta escena, el pblico: mujeres, nias, un nio, tres obrerossosteniendo la cuerda en polea que mantiene y hace descender el sillar, la bandera federal,un militar tocando el tambor, y muchos hombres, la mayor parte de los cuales son masones

    con el mandil atado a su cintura. Como se ve, la nueva repblica, quizs debido a la falta deun completo protocolo institucional republicano y al posible capricho personal de supresidente, se apropiaba de los usos y costumbres masnicos, permitiendo esta extraa yformal imbricacin simbitica de su Repblica con la Orden del Gran Arquitecto delUniverso.

    Posiblemente, el lgico proceso de desmasonizacin, es decir, la polticamentenatural desvinculacin formalista de la flamante repblica federal de los usos y manerasmasnicos y de manifestar un excesivo o un a todas luces polticamente incorrecto apoyohacia una discretsima elite de individuos juramentados para rendirse, sea donde sea, elcorrespondiente apoyo mutuo, empez con el mandato de su segundo presidente, JohnAdams.

    Si se analiza textualmente la calibrada, prudente, lisonjera y hasta temerosa cartaque, en 1798, este estadista les dirigi a los masones de la Gran Logia de Massachusetts encontestacin a la felicitacin por su nuevo cargo presidencial, vemos que este sopesadodocumento, redactado en un estilo literario que intenta estar prximo al de la masonera,refleja, en diplomacia, un elegante e interesado deseo de quedar bien con la influyenteasociacin posiblemente convertida en un autntico grupo de presin ideolgico o hastapoltico gracias a los favores otorgados a sta por la presidencia washingtoniana, al mismotiempo que nos puede estar hablando, por un lado, de esos posibles aires dedesmasonizacin de la nueva presidencia, al ubicar Adams a la masonera en su pasado(muchos de mis mejores amigos eran masones..) (23) y, por otro, de los lgicosdescontentos, recelos y crticas que se haban creado en los ambientes polticos

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    republicanos no masnicos con relacin a la discreta asociacin de los nuevosconstructores, tan protegida o, mejor dicho, mimada por el primer presidente. Veamos,como ejemplo, el fragmento que elDiccionario Enciclopdico de la Masonera de Lorenzo

    Frau nos ofrece, traducido, de este documento, en su entrada de Adams, Juan:

    No teniendo el honor de pertenecer a vuestra antigua Orden, es mayor an

    mi reconocimiento por vuestra afectuosa y atenta felicitacin. Muchos de mismejores amigos eran masones; y dos de ellos, mi maestro, el sabio Gridley, y mi

    ntimo amigo vuestro inmortal Warren, cuya vida, no menos que su muerte, son

    lecciones de patriotismo y filantropa, fueron Grandes Maestros, sintiendo cada vezno haber sido iniciado en vuestros misterios. Los ejemplos que acabo de citar y el

    ms elocuente an de mi venerable predecesor, seran bastante para constituirme

    en defensor del honor y buen nombre de la sociedad, aun cuando no estuviesepenetrado de su amor por las bellas artes, su entusiasmo en el ejercicio de la

    benevolencia y su abnegacin por la humanidad. Vuestra generosa calificacinrespecto a mi conducta y buenos deseos por el trmino feliz de mi perodopresidencial, son acreedores a todo mi agradecimiento. Las pruebas que habeis

    dado de amor a vuestra patria y la oferta de vuestros servicios para proteger laherencia de vuestros antecesores, no dejan duda de cun elevados son los

    sentimientos que os animan y de cun injusta es la opinin que muchos profesansobre los designios de vuestra sociedad.(24)

    Ms tarde, ser la Francia revolucionaria quien, emulando o remedando el bienconocido precedente revolucionario estadounidense, recoja, tanto a nivel de publicsticaoficial como a nivel de la correspondiente al mundo panfletario (25), infinidad de atributos

    simblicos o referentes iconogrficos masnicos, componiendo de esta manera unacomplejsima emblemtica revolucionaria preada de igualitarios niveles, moralizantesescuadras, deltas sagrados, estrellas flamgeras, compases, desticos Ojos omnividentes,colmenas con sus cooperativistas, constructiva y laboriosas abejas, estables y segurasncoras, pirmides, obeliscos, truncados fustes, estereotipados y virtuosos Templos deSalomn, etc. Despus, el Imperio napolenico volvera a oficializar o marchamizarestatalmente infinidad de iconos masnicos como tambin estatalizara a la propiamasonera francesa, empezando por una buena porcin de los smbolos de su propioejrcito: diseos de botonaduras, de numismtica o medallstica, etc.

    Coda

    Ms podramos aadir a esta introductoria investigacin sobre las concurrencias einflujos que la masonera lleg a tener con respecto al movimiento obrero y, sobre todo, enla gestacin o formacin de la denominada cultura proletaria o, mejor dicho, las culturasproletaristas. Podra a continuacin profundizar un poco ms en la interesante vidamasnica y revolucionaria de un personaje citado ya con cierta profusin, me refiero alincansable Mihail Alexandrovich Bakunin. Hacer, desde el conocimiento masonolgico, unprofundo y detallado anlisis textual de su obra, resulta a todas luces completamentenecesario y puede darnos una de las claves principales para poder entender esas paralelas oconvergentes similitudes ideolgicas o, por lo menos, msticas, entre el deontolgicohumanismo del pensamiento bakuninista y la masonera. Sin olvidar en esa investigacin asu secretsima Fraternidad Internacional, su estructura orgnica y las seales de

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    reconocimiento que tuvieron que utilizar sus entristas correligionarios (26), seas stas delas que, probablemente, alguna todava sobrevive hoy como el ya descrito gesto desalutacin anarquista.

    Podra tambin exponer sintomticos ejemplos de jovencsimos obreros iniciados enla masonera en la Galicia del siglo XIX que, despus de un tiempo de formacin integraldentro de las logias, acabaron siendo los fundadores del obrerismo marxista de este pas.Como fue el caso ya estudiado en mi libro Galicia y la masonera en el siglo XIX, delmecnico Francisco Fernndez Garca, de nombre simblico Ferreti, y una buena parte desus compaeros de la primera Agrupacin socialista gallega (27).

    Podra, en suma, seguir mostrando ms coincidencias y concomitancias entre estasdos grandes culturas polticas de la historia universal: el societarismo y el hiramismo, perocreo que, por esta ocasin, lo aqu presentado y sugerido viene a ser un sencillo, objetivo ysintomtico abanico de ejemplos que, por lgica deduccin, podrn ser motivo de unanecesaria y posterior reflexin que, espero, llegue a provocar la realizacin de futuros

    ensayos esclarecedores, nuevos descubrimientos o distintos enfoques sobre el fenmeno encuestin.

    NOTAS

    (1) A mis alumnos/as y exalumnos/as que, desde 1984 hasta el curso presente, hanseguido mi docencia, tanto en Corua o Lugo como en Ourense. En especial, a los hoy yadoctores scar Fren Hernndez y Juan Osuna Rey, formados por completo en la Facultadde Historia del campus ourensano.

    (2) Ferrer Benimeli, J. A. La masonera espaola y la cuestin social, en Estudios de

    Historia Social, Madrid, M. de Trabajo y Seguridad Social. Nms. 40-41, enero-junio de1987, p. 30.

    (3) Lorenzo, A. El proletariado militante. Memorias de un internacional. Madrid, Zero,1974, pp. 61-63. Interesante tema ste de las coincidencias ideolgicas salvando, como eslgico, las obvias distancias entre el internacionalismo o cosmopolitismo masnicoiniciado, en 1737, por las dos versiones del clebre Discours de Andr-Michael de Ramsayy el variopinto internacionalismo progresista de la A. I. T. Hay que recordar que aquellabreve pero relevante obra del discpulo de Fnelon, goz de un xito insospechado no sloen el discreto mbito de la masonera, siendo uno de los primeros alegatos reivindicativosdel internacionalismo de todos los tiempos adems de establecer las utpicas bases para la

    creacin de la moderna cultura poltica de la masonera. Veamos, del conocido Discurso,los siguientes fragmentos: ...El amor a la patria, mal entendido y llevado a veces al exceso,destruye con frecuencia, en esas repblicas guerreras, el amor y la humanidad. Lasdiferencias esenciales entre los seres humanos no radican en las lenguas que hablen, lasropas que lleven, las tierras en las que habiten, o los privilegios con los que hayan sidoinvestidos. El mundo no es sino una repblica, en la cual cada nacin es una familia, y cadaindividuo un vstago (...), donde los intereses de la Fraternidad se convertirn en los delgnero humano, de donde todas las naciones sern capaces de extraer conocimientos tilesy donde los sbditos de todos los reinos aprendan a apreciarse los unos a los otros sinrenunciar a su propia patria (...), y que, sin olvidarse de los diversos deberes que exige ladiferencia de los estados, formar, con el tiempo, una Nacin toda espritu. Se crear un

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    nuevo pueblo, que estando compuesto de varias naciones, se cimentarn todas, en ciertomodo, por los vnculos de la virtud y de la ciencia. Sobre este tema, Cfr.: Mellor, A. Lamasonera. Barcelona, Editorial AHR, 1968, pp. 279-287; Silva Dias, G. e J. S. Osprimordios da Maoneria em Portugal. Lisboa, Instituto Nacional de InvestigaoCientfica, vol. II, tom. II pp. 619-635; Lennhoff, E. The Freemasons. The history, Nature,Development and Secret of the Royal Art. Addlestone (Surrey), Lewis Masonic Books,1994, pp. 70-71; Touchard, J.Historia de las ideas polticas. Madrid, Tecnos, 1974, p. 303.

    (4) Ferrer Benimeli, J. A., Cuarteto Escobs, S. Bibliografa de la masonera. Madrid,Fundacin Universitaria Espaola, 2004. 2 tomos en 3 vols.

    (5) Nettlau, M.La anarqua a travs de los tiempos. Barcelona, Editorial Antalbe, 1979, p.111.

    (6) Peterson, F. El movimiento obrero norteamericano. Historia y Desarrollo. BuenosAires, Ediciones Marymar, 1968, p. 19. En relacin a este tema de la influencia que lamasonera pudo ejercer en el primer movimiento obrero de Estados Unidos, promete serinteresante, cuando se publiquen las actas, la lectura de la ponencia de Mark Lause TheOrder of Eternal Progress: the quasimasonic roots of the First International in the UnitedStates, presentada en la Conference We Band of Brothers: Freemasonry in radical andsocial movement 1700-2000 . Celebrada en Sheffield, en noviembre de 2004.

    (7) Combes, A. La massoneria in Francia, dalle origini a oggi. Foggia, Bastogi, 1986, p.64.

    (8)Ibidem, pp. 69-70.

    (9) Combes, A. Lcole de la Republique 1861-1939. (Daniel Ligou, director) Histoiredes Francs-maons en France. Toulouse, Editions Privat, 1987, pp. 245-246.

    (10) Arbeloa Muru, V. Los socialistas espaoles y la masonera, en Historia 16, n 35,marzo, 1976, pp. 37-48.

    (11) Oliv Serret, E. El movimiento anarquista cataln y la masonera en el ltimo terciodel siglo XIX. Anselmo Lorenzo y la logia Hijos del Trabajo. (Ferrer Benimeli, J. A.coord.)La masonera en la historia de Espaa. Zaragoza, Diputacin General de Aragn,

    1985, pp.131151.

    (12) Ferrer Benimeli, J. A. La masonera espaola y ... Op. cit., pp. 747. De este mismoautor, vide, tambin: La masonera espaola y la Revolucin bolchevique, enHistoria 16,n 155, marzo 1989, pp. 20-29; Socialisme et Franc-Maonnerie sous la Deuximerpublique espagnole: deux visions opposes. (Charles Porset, comp.). Studia Latomorumet Historica. Mlanges offerts Daniel Ligou. Pars, Honor Champion, 1998, pp. 109-129;Socialistas y masonera, en Tiempo, n 306, de 21-27 de marzo de 1988, p. 14; y Lamasonera. Madrid, Alianza Editorial, 2001, pp. 157-180. Este ltimo trabajo, el captuloMasonera y cuestin social del libro La masonera viene a ser, ampliado, el artculo Lamasonera espaola y... citado en primer lugar. Sobre la obra ferreriana en estos mbitos

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    de estudio sobre todo en el primero y en el ltimo de los trabajos reseados en esta nota,tengo que sealar que, si bien contrae autntica relevancia al ser de los primeros trabajos dela historiografa internacional en abrir este interesante objeto de investigacin

    masonolgica a niveles generales, sobre las interrelaciones, adecuaciones o nexos entrela masonera y el obrerismo, se sigue echando en falta en estos discursos la necesariateorizacin y, sobre todo, la fundamental, expositiva o concluyente visin sinttica.

    (13) Supra, segundo prrafo de la nota 1.

    (14) Snchez i Ferr, P. Anselmo Lorenzo anarquista y masn, en Historia 16, n 105,enero 1985, pp. 25-33; Masonera y movimiento obrero en Espaa, en Revista deExtremadura, n 4, eneroabril 1991, pp. 57-66; Francesc Ferrer i Guardia i la maoneria.Una aproximaci crtica (1901-1910), enRevista de Catalunya, n 50, marzo 1991, pp. 81-92; Maoneria, anarquisme i republicanisme.I Jornades sobre Moviment Obrer a lArs.

    Barcelona, Asociaci Amics Bibliotque Ars, 1991, pp. 31-38. Gutirrez Molina, J. L.Masonera y movimiento obrero: Vicente Ballester y la logia Fermn Salvoechea (1926-1930), en Papeles de Historia, n 3, 1993, pp. 83-93.

    (15) lvarez Lzaro, P. F. Francisco Ferrer y Guardia, pedagogo, librepensador y masn.La educacin en la Espaa contempornea. Cuestiones histricas. Madrid, Ediciones S.M., 1985, pp.126-133.

    (16) Supra, segundo prrafo de la nota 1.

    (17) Ruiz Prez, J. Masonera y posibilismo libertario: la actividad masnica de Marn

    Civera. (Ferrer Benimeli, J. A., coord.) La masonera en Madrid y en Espaa del sigloXVIII al XXI. Zaragoza, Centro de Estudios Histricos de la Masonera Espaola, 2004, pp.1.005-1.021.

    (18) Gonzlez Fernndez, A. Socialismo y masonera. (Vv. aa.) Los orgenes delsocialismo en Sevilla. 1900-1923. Sevilla, rea de Cultura del Ayuntamiento, 1996, pp.259-268; Masonera, republicanismo y anarqua: Pedro Vallina, (Ferrer Benimeli, J. A.,coord.). La masonera espaola y la crisis del 98. Zaragoza, Diputacin General deAragn, 1999, pp. 43-63; La masonera ante la cuestin social. (Braojos Garrido, A.,coord.) Masonera, prensa y opinin pblica en la Espaa contempornea. Sevilla,Ayuntamiento de Sevilla, 1997, pp. 71-98; Gonzlez Fernndez, A. y lvarez Rey, A.

    Actitudes y estrategias de la masonera sevillana ante los movimientos sociales (1912-1923), en (Ferrer Benimeli, J. A., coord.)La masonera espaola entre Europa y Amrica.Zaragoza, Diputacin General de Aragn, 1995, pp. 145-162.

    (19) Y que, en soporte papel y en versin ampliada, ofrezco con el ttulo Botas y espadasen la secreta sociedad de la escuadra y el comps: la masonera y los militares en la historiade Espaa, en el Anuario Brigantino 2004 , nmero 25 que, el Concello de Betanzos,publicar en 2005. ( Vid.: http://www.betanzos.net).

    (20) Justo cuando aquel arquetipo del revolucionario tardorromntico asista en esa mismaciudad de Toscana, el 21 de mayo de ese ao nada menos que como delegado del

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    Cnclave masnico toscano por el Rito Escocs Antiguo y Aceptado, a la primeraasamblea constituyente de la masonera italiana. En aquella efervescente masonera italianapostunitaria el camarade vitamine de Lo Ferr intent infructuosamente reformar de raz

    a este hiramismo, orgnica y teolgicamente. Cfr.: Patrucco, C. Documenti su Garibaldi ela massoneria nellultimo periodo del Risorgimento italiano. (Edicin facsmil de la deAlessandria de 1914). Sala Bolognese (Emilia Romagna) , Arnaldo Forni Editore, 1986, p.34. Sobre la activa y relevante vida italiana de Bakunin de estos aos, vide.: Mola, A. A.Storia della massoneria italiana. Dalle origini ai nostri giorni. Miln, Bompiani, 1994, pp.115-117, 127, 135; Damiani, F.Bakunin nellItalia postunitaria, 1864-1867. Miln, 1977;Nettlau, M. Bakunin e lInternazionale in Italia dal 1864 al 1872. Ginebra, Edizioni delRisveglio, 1928, pp. 209-233; Nettlau, M. La anarqua a travs... Op. cit., pp.114-118;Polo Friz, L. Mijal Bakunin y la Masonera italiana. (Ferrer Benimeli, J. A., coord.).Masonera, revolucin y reaccin. Alicante, Instituto de CulturaJuan Gil-Albert, 1990,pp. 195-212; Campion, L. Les anarchistes dans la F. M. ou les maillons libertaires de lachane dunion. Marsella, Editions Culture et Libert, 1969, pp. 58-66.

    (21) Como dice en su conocido libro sobre la historia de la masonera inglesa el historiadory exbibliotecario de la Gran Logia Unida de Inglaterra, John Hamill, en plena Guerra civilinglesa se tiene constancia ya de la existencia de logias masnicas de transicin; es decir,con masones aceptados ajenos completamente al mundo de la construccin dentro de sustalleres y de ideario, tanto parlamentarista como realista. Cfr.: Hamill, J. The History ofEnglish Freemasonry. Addlestone (Surrey), Lewis Masonic Books, 1994, pp. 3539.Agradecemos aqu la cariosa y solidaria acogida que he recibido en el Freemasons Hallde Londres, por parte del entraable Juan Antonio Vzquez (John Vzquez), delbibliotecario Martin Cherry y de Peter E. Holland, miembro de la Quator Coronati Lodge.

    (22) Las estrellas fueron dispuestas en crculo, simbolizando la perpetuidad de la Unin; elanillo, como la serpiente circular de los Egipcios, representa la eternidad. Las trece barrasmuestran con las estrellas el nmero de las Colonias Unidas, y denotan la subordinacin delos Estados a la Unin, as como la igualdad entre ellos mismos. Cfr.: Znamierowski, A.The World Encyclopedia of Flags. The definitive guide to international flags, banners,standars and ensigns. (S. l.), Anness Publishing Limited, 2003, p. 113. Sigue causndomeestupor o por lo menos sorpresa, el hecho de que todava hoy haya investigadores que,estudiando el atractivo mundo de las representaciones en el complejo y multivario entornosimblico de la Revolucin norteamericana, sigan olvidando en sus interpretacionesiconogrficas desconozco si por ignorancia o por volitivo nimo de escamoteo el fuerte

    influjo que la iconografa y emblemtica masnica ha ocasionado en todo este complejofenmeno de la relevante invencin de una Nacin. Por ejemplo, resulta a todas lucesllamativo que, en un libro recientemente publicado por una prestigiosa universidad inglesacomo el escrito por el profesor Hackett Fisher, donde hay captulos exclusivamentededicados a interpretar simblicamente constructos o imagos tan fundamentales como, porejemplo, la propia bandera (pp. 152-166), no se hable para nada de lo que trato en esteapartado de mi artculo, reduciendo la explicacin sobre el origen de esa singular eiconogrficamente revolucionaria new constellation de su cantn, a una sencilla ydomstica tradicin familiar de la influyente Adams family, haciendo David Hackett ensu abultada obra dos nicas y tangenciales referencias al hiramismo norteamericano, lasdos, curiosamente, en tiempos de la presidencia de Lincoln. Vid.: Hackett Fischer, D.

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    Liberty and Freedom (A Visual History of Americas Founding Ideas). Oxford, UniversityPress, 2005, pp. 152-166, 335, 369.

    (23) Originalmente, si seguimos lo transcrito por el historiador norteamericano SidneyMorse, el presidente Adams fue quiz ms rotundo todava al dejar a la masonera en supasado, utilizando el pretrito perfecto have been; es decir, han sido, vemoslo: Manyof my best friends have been Masons ... Cfr.: Morse, S. Freemasonry in the AmericanRevolution. (Edicin facsmil de la washingtoniana de 1924). (S. l., Gran Bretaa),Kessinger Publishings Rare Reprints, (s. a.), p. 45.

    (24) Frau Abrines, L., Ars y Arderiu, R.Diccionario Enciclopdico de la Masonera. T. I.,Mxico, Ed. del Valle de Mxico, 1976, p. 42.

    (25) Este ltimo relacionado, sobre todo, con los clubes jacobinos de provincias que

    imprimieron infinidad de panfletos preados de iconografa masnica donde, por logeneral, los smbolos ms repetidos sern el equilibrado y divino Delta y el igualitarionivel. Todava hoy es facilsimo, por ejemplo, encontrar en los anticuarios de Besanonabundantes colecciones por cierto carsimas para un biblifilo modesto de esta curiosapanfletstica. El porqu de estas influencias entre masonera y jacobinismo nos lo ofrece elexcelente trabajo del profesor Michael L. Kennedy ya citado por m en el discurso de miobra Galicia y la masonera en el siglo XIX (pp. 19-20), cuando declara que, Yet, wheneverything is considered, one cannot deny that the clubs owed much to the lodges. The

    fraternal embrace, the blackball, and the use of terms like frre and temple, while not

    strictly masonic in origin as Brinton stated, imply masonic influence. And there is

    something to be said for the Gaston- Martins contention that the Jacobin network was

    modelled on that of the masons. As early as 1790, Camille Desmoulins remarked of thesociety of the rue St.-Honor: It is the Grand Orient, the center with which all the

    Jacobins, all the friends of the constitution in the 83 departments, correspond. Masonicassociations, like clubs seeking certificates of affiliation, forwarded their membership

    rosters and constitutions to the capital, and secured letters of reference from nearby

    lodges. Their petitions, expressing devotion to masonry and their desire for admission intothe Grand Orient, sound remarkably like those written later by the provincial societies.

    Within both the Jacobin and masonic movements, regional networks, grouped around

    provincial urban centers, developed. And, although the Jacobins had nothing to comparewith the national assembly in the capital to which each lodge sent one representative, the

    club of Lille tried unsuccessfully to have the mother society institute such a system in the

    spring of 1790. Cfr.: Kennedy, M. L. The Jacobins Clubs in the French Revolution. TheFirst Years. Princenton (New Jersey), Princenton University Press, 1982, pp. 6-7.

    (26) Aun conociendo en profundidad el pensamiento y la personalidad de Bakunin, sigueparecindonos completa y moralmente contradictoria su aparentemente policial o jesutica en realidad, infantil tctica de infiltracin, por la necesaria hipocresa conductual querequiere en el miembro juramentado, yendo en contra de todo principio tico libertario y,obviamente, francmasnico. Todava recuerdo con asombrosa nitidez la para m en aquelmomento incomprensible tensin emocional y sufrimiento interior de aquel viejo amigo,Ruperto Pellegrini, cuando, en el verano de 1973, mi pulsional temperamento me llev adeclararme, sin ambages, como trostkista ante las preguntas de los viejos expartisanos y

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    dems militantes y simpatizantes estalinistas de la sede comunista hoy desaparecida delveneciano Campo de Santa Maria Formosa. Como fcilmente barruntar el lector, miosada y arrojada definicin poltica en aquella relajada tertulia vespertina, ocasion la ms

    sonora y latina hilaridad de todos los concurrentes menos l. Tres lustros ms tarde, supepor mi amigo y colega triestino Claudio Venza, que Ruperto practic el entrismo durantelos aos setenta en el P.C.I. de Venecia y reconozco que, en los cinco aos que dur nuestraamistad, siempre me ocult su verdadera y secreta militancia como miembro de la Cuartainternacional.

    (27) Valn Fernndez, A. J. V. Galicia y la ... Op. cit., pp. 207-221.