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El movimiento estudiantil mexicano del 68. Orígenes, su contexto y su representación en el imaginario. Israel Ramírez 1 . Resumen: El movimiento estudiantil de la década del 60 transforma el ideario tradicional con el cual se entendía la acción política de los jóvenes. Las protestas estudiantiles del 68 re-enmarcan la forma en la cual se constituyen los jóvenes, ya no más como espectadores de su contexto, sino que como activos protagonistas de las reivindicaciones políticas de la sociedad. El joven es consciente, el joven entiende su realidad, el joven quiere transformar, el joven es esencialmente un ser político. Palabras clave: movimiento estudiantil, 1968, México, joven. El siguiente informe no desea narrar en detalle qué y cómo fue el movimiento estudiantil mexicano del 68, sino que más bien pretende revisar cuales son las causas y consecuencias de dicho movimiento, y a su vez hacer mención del contexto en que se desarrolló, modo del cual –y sólo de esa forma- será posible entender el por qué de esta agitación social. La década de los sesenta constituye un parte-aguas sin precedente en la historia universal del siglo XX. El "Mayo Francés" de París, la "Primavera de Praga" de Checoslovaquia, 1 Estudiante de Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales. Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Artículo enmarcado en un trabajo de investigación desarrollado en la Cátedra América Latina, desafío a la democracia y la globalización. Profesor Manuel Fernández. 1

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El movimiento estudiantil de la década del 60 transforma el ideario tradicional con el cual se entendía la acción política de los jóvenes. Las protestas estudiantiles del 68 re-enmarcan la forma en la cual se constituyen los jóvenes, ya no más como espectadores de su contexto, sino que como activos protagonistas de las reivindicaciones políticas de la sociedad. El joven es consciente, el joven entiende su realidad, el joven quiere transformar, el joven es esencialmente un ser político.

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El movimiento estudiantil mexicano del 68. Orígenes, su contexto y su representación en el imaginario.

Israel Ramírez1.

Resumen: El movimiento estudiantil de la década del 60 transforma el ideario tradicional con el cual se entendía la acción política de los jóvenes. Las protestas estudiantiles del 68 re-enmarcan la forma en la cual se constituyen los jóvenes, ya no más como espectadores de su contexto, sino que como activos protagonistas de las reivindicaciones políticas de la sociedad. El joven es consciente, el joven entiende su realidad, el joven quiere transformar, el joven es esencialmente un ser político.

Palabras clave: movimiento estudiantil, 1968, México, joven.

El siguiente informe no desea narrar en detalle qué y cómo fue el movimiento estudiantil mexicano del 68, sino que más bien pretende revisar cuales son las causas y consecuencias de dicho movimiento, y a su vez hacer mención del contexto en que se desarrolló, modo del cual –y sólo de esa forma- será posible entender el por qué de esta agitación social.

La década de los sesenta constituye un parte-aguas sin precedente en la historia universal del siglo XX. El "Mayo Francés" de París, la "Primavera de Praga" de Checoslovaquia, la Guerra de Vietnam, la lucha integracionista de Estados Unidos, el asesinato de Martin Luther King, así como las diversas protestas y motines ocurridos en Italia, Reino Unido, Yugoslavia, Japón, Alemania y Sudáfrica son sólo una muestra de los diversos movimientos sociales cuyo común denominador era la reivindicación de la libertad, los derechos fundamentales y la no represión2. Por otro lado en América Latina se vivía desde

1 Estudiante de Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales. Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Artículo enmarcado en un trabajo de investigación desarrollado en la Cátedra América Latina, desafío a la democracia y la globalización. Profesor Manuel Fernández. 2 1968: la utopía universal. Revista Humanidades, n° 35, octubre de 2008. Disponible en http://revista.humanidades.unam.mx/revista_35/revista_35_tema05.htm?PHPSESSID=ngjo153q3t7hf1tqjihnfvh0e4 (consultado el 10 de diciembre de 2014).

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la década del 50, también una etapa de agitación social y reivindicativa que tenía como ícono la revolución cubana de 1959.

Es claro que la composición del mundo había cambiado rápidamente desde el término de la Segunda Guerra Mundial en 1945. La victoria aliada sobre Alemania había dado cabida a otro proceso de gran significación como lo fue la Guerra Fría. Ahora la confrontación no era solamente propia de Europa, sino que se abrió a una polarización a nivel planetario en donde unos y otros proponían modelos a seguir completamente opuestos. El mundo de la posguerra se constituía como una época de cambio, en donde los valores estaban siendo objeto de revisión y cuestionamiento, las nuevas generaciones demandaban cambios significativos al modo de ser de la sociedad; esto es impulsado por las transformaciones que se dan en el siglo XX, tenemos que considerar la enorme migración campo-ciudad la que produce un abismo entre padres (con valores rurales que viven en un medio urbano) e hijos (que se ven desgarrados por la oposición entre valores familiares ruralizados y los valores que asimilan en el medio extrafamiliar como la escuela, barrio, etc.)3. En este contexto los jóvenes protestan en contra del tradicionalismo reinante, el cual aboga y mantiene una férrea y creciente represión en contra de estos jóvenes “convulsionados”, había una condena moral hacia la juventud4, una que protestaba y no se conformaba con la desigualdad, el papel del Estado o los roles sociales. El progreso era palpable, los electrodomésticos, la tecnología, la urbanización y modernización de la ciudad, se vivía en una época en donde los adelantos invadían por completo la panorámica. Pero por otro lado comienzan a hacerse visibles las grandes desigualdades5, el autoritarismo político, el tradicionalismo casi feudal de las universidades; cuestiones que impulsan –en esta época principalmente a los estudiantes- a mostrarse críticos y a movilizarse en fin de terminar con prácticas que según ellos eran abusivas y contrarias al ideal de progreso que se pretendía alcanzar. Hay una crisis en la educación, hay una crisis de las relaciones sociales que se daban al interior de las universidades, hay una contradicción con el medio profesional, es un momento en que se entiende la necesidad de realizar una transformación social significativa.

Claramente la década del 60 es representada como un período de álgida agitación social pero principalmente estudiantil. Desde 1950 es que se vislumbra un mayor ingreso de estudiantes a las universidades. Por ejemplo en Francia, en

3 Guevara, Gilberto. “La democracia en la calle. Crónica del movimiento estudiantil mexicano”. Siglo XXI editores, Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM, México, 1998, p.244 Ibíd. p.25. 5 Laurent, Virginie. “Mayo del 68, cuarenta años después. Entre herencias y controversias”. Revista de Estudios Sociales, n° 33, agosto de 2009, p.31.

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1945 la cantidad de estudiantes no superaba los 100.000, ya para 1960 estaba en los 200.000, cantidad que se triplica a 651.000 hacia 19706. Esta “avalancha” supone un ingreso de múltiples posturas y por consiguiente genera una tensión entre los nuevos estudiantes y los que ya estaban al interior de los centros de estudio. Esta tirantez se debe también a que se rompe la homogeneidad social de los estudiantes que accedían a la universidad, puesto que ya no solo unos pocos tenían acceso a estas instituciones7, sino que más espectros de la sociedad estaban representados, y por ende, sus demandas. En todo ese contexto, vemos a este actor, el joven, que por esencia ve el mundo desde la óptica del “puede mejorar”, y así siguiendo la lógica del mayo del 68 francés con ese poderoso eslogan del “prohibido prohibir” es que la movilización estudiantil encarna ese calificativo paradigmal de la sociedad, “es el mal y la opresión la que debe ser confrontada”, esto debe ser dejado atrás, es algo que debe evolucionar. Estas fueron las banderas que enarbolaron los jóvenes franceses el 68, y las que en cierta forma, movilizaron la sociedad occidental.

México representa un engranaje importante en esta década de protesta. El contexto latinoamericano es distinto, y como señalamos en un comienzo, tiene sus propias particularidades que lo diferencian de Francia o de Estados Unidos –por nombrar algunos ejemplos-. Obviamente el país está integrado a esta ola de protestas generalizadas, pero sus orígenes tienen diferencias –y también similitudes- del caso francés. La migración campo-ciudad que se vuelve tan fuerte desde el período finisecular y en el primer cuarto del siglo XX golpea fuertemente los países latinoamericanos8. Uno de los puntos de desencuentro en América Latina es la fuerte desigualdad, la que se ve expresada en cada ámbito de las vidas de las personas, cuestión que cala profundo en las clases bajas y trabajadoras las cuales observan con desdén este ideario progresista que poco llega a sus vidas. Por otro lado hay que considerar que formar parte de una institución como la universidad para 1968 es algo significativo, no muchos tenían acceso a la educación superior, por lo cual para los jóvenes que formaban parte de estos planteles era muy necesario comenzar grandes transformaciones para cambiar dichas lógicas excluyentes que la sociedad mantenía. Es así como es posible entender que las movilizaciones de la década del 60 son por esencia reivindicativas, buscan igualdad de derechos, los jóvenes desean alejarse de las estructuras tradicionales de la sociedad, buscan también una democratización del Estado, todo ello encuentra un espacio dentro de las demandas del movimiento

6 Hobsbawm, Eric. “Historia del siglo XX”. Crítica, Buenos Aires, 2013, p.262. 7 Es evidente que la cantidad de estudiantes en el sistema aún no es tan significativa en comparación con la población, pero de igual manera esta entrada de nuevos estudiantes genera una fricción. 8 Bethell, Leslie, ed. “Historia de América Latina”. Tomo XI. Crítica, Barcelona, 1997.

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estudiantil. México vivía –al igual que el mundo- un momento de su historia en que se dieron fuertes presiones de las clases trabajadoras por conseguir diferentes demandas, ahora bien, estas acciones fueron rápidamente reprimidas por el Estado, el cual impidió que los movimientos de trabajadores alcanzaran gran convocatoria que les permitiese movilizar al país. Así se entiende que desde fines de la década del 50 se da un proceso de repliegue de la clase obrera en relación a sus demandas, en ese contexto se logra comprender la independencia política con la cual los estudiantes llevaron adelante su movilización –ésta es muy vertiginosa9 en su comienzo-.

Es importante también hacer mención a la forma en que la sociedad de consumo incide en la mentalidad juvenil de la época, es decir, esta generación parece en todas partes caracterizada por un “coraje” particular, por una sorprendente voluntad de acción y por una no menor sorprendente confianza en la posibilidad de cambios. O sea, esta generación está más consciente de la posibilidad de la catástrofe10, en palabras simples, los jóvenes visualizan un mundo cooptado por la diferencia ideológica de dos grandes superpotencias, ésta diferencia es tan general que llevaría al mundo a la hecatombe. Es por eso que se requiere un cambio paradigmal, se hacía imperativo posicionar este contexto en la opinión pública, para así hacer frente a este realidad.

Ahora en su misma esencia, el movimiento mexicano del 68 tuvo entre sus características un alejamiento de la estructura política tradicional, su objetivo principal era lograr la democratización del país, cuestión que los diferenciaba de los grupos sindicales quienes buscaban su emancipación como organizaciones frente al control oficial. Esa premisa de los grupos estudiantiles de buscar una democratización de la sociedad es por donde se entiende su capacidad de emplazar y convertirse en un movimiento de masas, de carácter unitario, independiente de las fuerzas oficiales, y político si atendemos a la naturaleza de sus demandas11. Es así que logran convertirse en una expresión social, ya que polarizan al país, en el sentido –y en voz de Gramsci- logran constituir una crisis de autoridad, hay una ruptura del pacto social12. Esa característica que toma el movimiento lo distancia enormemente del poder estatal, y por ende, lo transforma en un “problema importante para la estabilidad del país” –en ojos del Estado-, ya que la radicalización de los estudiantes genera una airada reacción gubernamental, en donde la brutalidad de la policía –y del Ejército- en sus

9 Guevara, Gilberto. Op. Cit. p.24.10 Arendt, Hannah. “Sobre la violencia”. Alianza Editorial, Madrid, 2006, pp.28-29. 11 Guevara, Gilberto. Op. Cit. p.46. 12 Ídem.

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intervenciones que son esencialmente no violentas13, posicionan a los estudiantes en la vereda opuesta, como “enemigos” del Estado. Es así entonces como en el caso de Francia, el detonador del descontento estudiantil fueron una serie de incidentes aparentemente triviales unidos por una lógica inexorable. Un pleito callejero entre estudiantes, una intervención desmesurada de la policía, etc. crearon en Ciudad de México una convulsión mayúscula14, la que acumulada, deriva en una agitación universitaria nacional. Ahora bien, no es menester de este artículo hacer una cronología de los acontecimientos del 68, pero no podemos obviar algunos hitos importantes que le dieron un realce a la movilización, y que a su vez nos ayudan a entenderla. Uno de estos es la reacción del gobierno mexicano, que en una primera instancia se mostró más bien desligado de las demandas estudiantiles, pero poco a poco –al pasar el tiempo- fue entendiendo que esta “simple agitación” era más que eso, era una movilización de masas. En esto, la violencia de las fuerzas del Estado toma un papel importante, ya que la reacción desmesurada decanta en una simpatía15 social hacia el estudiantado. El Estado mexicano al ver esta reacción social frente a la movilización estudiantil detiene sus acciones represivas lo que da un tiempo precioso para la organización de los universitarios, así nace el Consejo Nacional de Huelga (CNH). La lucha estudiantil se orienta desde ese momento a una acción coordinada de los planteles universitarios; con un organismo aglutinador se facilitan las relaciones con la sociedad civil, sindicatos de obreros y de trabajadores, etc. se amplía en universo de manifestantes, los cuales al ver el movimiento de los estudiantes se pliegan y así se amplían las demandas. La reacción del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz es bastante común en la primera etapa, esto es obviar que en el país existe un descontento social, para ello busca reprimir con las fuerzas de orden cualquier intentona de convertir esto en un problema mayor, al fallar esta estrategia, va a la segunda etapa, es decir, el Estado preocupado ya de que esto se salga de control orienta su discurso a deslegitimar las acciones del estudiantado, poniendo énfasis en la violencia y el descontrol que propagan los manifestantes al hacer este tipo de acciones. Aquí el control de los medios de comunicación es vital para invisibilizar lo que sucedía en el país. Hacemos mención a esto, porque fácilmente es posible hacer una comparación y ver que los letargos del Estado en estas situaciones persisten en la actualidad. Como es sabido, el movimiento estudiantil mexicano del 68 termina de manera abrupta con la matanza de Tlatelolco del 2 de octubre. Aquí el reinado del terror logra acabar con la protesta estudiantil, las masas reaccionaron con temor ante la masacre, esto las hace alejarse de la

13 Arendt, Hannah. Op. Cit. p.30. 14 Guevara, Gilberto. Op. Cit. p.38.15 Ibíd. p.39.

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actividad política16, lo que redunda en la disolución del CNH y la “vuelta a la normalidad” con el retorno a clases.

Para algunos historiadores lo que pasó en 1968 en México no es una “simple” protesta, sino que muy por el contrario, los hechos acaecidos posicionan al movimiento estudiantil a la vanguardia de un proceso de transformación nacional17, el cual debía integrar a los grupos obreros –y otros actores sociales- a un proceso de renovación nacional, el cual debía re-posicionar un nuevo proyecto de época que viniera a contravenir la cooptación e institucionalización de las dirigencias sociales por parte del Estado, todo ello en el México pos-revolucionario en manos del PRI. En ese sentido, el movimiento del 68 constituyó una serie de acciones diversas en lo ideológico, pero que tuvieron la virtud de interpelar al movimiento obrero y a amplios sectores populares18, esto conduciría a un inminente proceso de democratización del sistema político mexicano19. Esto entendiendo que la juventud movilizada con una diversidad clasista y con un espíritu radical propone un camino efectivo de transformación, esto es la unión de los grupos sociales, los cuales necesariamente debían renovarse. Una de las cuestiones que vuelven singular el movimiento mexicano del 68 es que en una óptica marxista, difiere de la responsabilización que le otorga Marx a la clase trabajadora de encabezar el proceso de transformación20. Hay otras interpretaciones que cuestionan la capacidad revolucionaria combativa del movimiento del 68, debido a que no se desarrolla como acción, Rosalío Wences critica esta aseveración, puesto que lo que hacen los estudiantes es abrir el horizonte de posibilidades de un movimiento revolucionario de masas, es decir, da el primer atisbo de la emergencia de una democratización efectiva de la sociedad mexicana21. Estas críticas también se orientan a la actitud del estudiantado luego de Tlatelolco, su actitud “pasiva” después de la masacre. Aquí hay una contradicción en el hecho que para la academia mexicana, el movimiento del 68 más que necesario, era inminente, por lo que el movimiento no fue derrotado, ya que éste emplea armas pacificas para demostrar el descontento, utiliza la huelga y la propaganda, en esta perspectiva es el Estado el que utiliza la ilegalidad, puesto que viola sus propias leyes al infringir muerte y dar penas efectivas de cárcel sin 16 Ibíd. p.44. 17 Jiménez, Héctor. “El 68 y sus rutas de interpretación: una crítica historiográfica”. Tesis para obtener el grado de Maestría en Historiografía de México. Universidad Autónoma Metropolitana de Azcapotzalco, mayo de 2011, p.80. 18 Ibíd., p.81. 19 Ramírez, Ramón. “El movimiento estudiantil de México (julio/diciembre de 1968)”. ERA, México, 1969.20 Jiménez, Héctor. Op. Cit. p.82.21 Wences, Rosalío. “El movimiento estudiantil y los problemas nacionales”. Editorial Nuestro Tiempo, México, 1971.

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procesos, en esto se nota la contradicción, que no es del movimiento sino de la acción del aparato estatal. Los estudiantes del 68 logran que la sociedad se concientice y se mantenga en alerta22. Para algunas interpretaciones, la acción violenta del Estado constituye un punto de inflexión en relación al período pos-revolucionario, ya que esta movilización da pie a un nuevo proceso, puesto que representa una iniciativa de una confrontación política en medida del diálogo público, el que exige una respuesta gubernamental, y en donde se intenta mover la relación entre Estado y sociedad a otra categoría23.

La conclusión que se saca de estas interpretaciones es que el movimiento del 68 representa una ruptura, hay un antes y un después. El antes son los procesos de insurgencia que se venían dando de finales de la década del 50 en México, reducidos y no alejados de la estructura tradicional de lucha, el después es constituido como una renovación de los métodos de lucha, el joven como actor social y político logra posicionarse a la vanguardia del proceso, estableciendo otro medio de inflexión, la movilización del estudiantado, el cual como manifestación logra converger no solo sus demandas, sino que también las de los trabajadores.

Desde una perspectiva más global, el 68 representa un momento de crisis de la izquierda tradicional, la movilización es el momento en que arrancan nuevas tendencias en la izquierda, unas más renovadas24. Hay una retorno a los postulados de Marx, para re-encaminar a la izquierda en aras de mantenerse como tendencia convocante. A partir de otra mirada, una más bien ligada a los Annales, sería posible periodizar el siglo XX -entendiendo que la temporalidad de 100 años para el estudio riguroso de la historiografía carece de sentido- a partir de 1870 hasta el 2050, dentro de esta periodización sería posible encontrar sub-periodizaciones, en ellas se identificarían las de 1914/17 y 1989/90 como etapas de inicio y término del bloque socialista en el globo, instalando así un período temporal definido con un énfasis en la izquierda. Decimos tal cosa, porque desde esta perspectiva las movilizaciones del 68 no tendrían cabida en una periodización, ya que éstas desencadenan –para algunos- otros hitos como por ejemplo la crisis de 1973/74, caracterizada como un momento de crisis capitalista por lo cual no estaría involucrada en esta categorización temporal25. Esta 22 Carmona, Fernando; Carrión, Jorge; Cazés, Daniel. “Tres culturas en agonía”. Editorial Nuestro Tiempo, México, 1969. 23 Jiménez, Héctor. Op. Cit. p.85. 24 Aguirre, Carlos. “Immanuel Wallerstein: Crítica del sistema-mundo capitalista. Estudio y entrevista”. LOM Ediciones, Santiago, 2004, p.20. 25 Id. “Balance crítico del siglo XX histórico. ¿Breve, largo o muy largo siglo XX?”. Revista Historia Agenda, n° 3, noviembre-diciembre. 2003, México, CCH/UNAM. Disponible en http://www.cch.unam.mx/historiagenda/3/contenido/st1.htm (consultado el 15 de diciembre de 2014).

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perspectiva minimiza el movimiento del 68, soslayando su importancia como hito de participación juvenil, debido a que es desde el 68 en que el joven es entendido como un actor político relevante, eso en palabras de Hobsbawm, el que afirma que la forma de ver al joven cambió a partir de ese año, puesto que cualquier pasión revolucionaria que motivara a los estudiantes universitarios a revelarse en contra del Estado o las instituciones sociales era visto como algo natural de la juventud, un hipo de conciencia social que prontamente iba a desaparecer. Así es entonces que en muchos países se daba por sentada la militancia estudiantil, incluso hasta la lucha armada de guerrillas de las jóvenes generaciones, lo cual, en todo caso, era prueba de una personalidad más enérgica que apática26, esta última era la definición que por antonomasia se le daba al joven contestatario. Discrepamos entonces de ver el 68 como un simple sub-hito de la historia del XX, afirmamos en contra, que ese año representa el punto de partida de la entrada del joven como un ente político capaz de establecer con fuerza su opinión, capaz de movilizar a la sociedad en base a sus demandas, muy bien lo sabe De Gaulle, otrora figura de liderazgo tradicional, triunfador de la resistencia francesa contra los nazis, quien luego de mayo del 68 debe dar su brazo a torcer, disolviendo el congreso y llamando a elecciones. Y aunque en esas elecciones gana su partido, es evidente que la movilización estudiantil presupone el punto de partida de la capacidad del estudiantado de aunar criterios en pos de demandas convergentes para la sociedad.

Conclusión.

Muchas pueden ser las lecturas del movimiento estudiantil del 68, según nuestro análisis, es cierto que el accionar del estudiantado logra generar un cisma dentro del Estado mexicano, instalando la necesidad de una gran transformación política pos-revolucionaria en un país que se encontraba en el constante contraste del ideario de progreso versus la necesidad de preocuparse de las cuentas que aún no estaban saldadas del pasado27. Hay un proyecto de modernidad que encuentra una inflexión manifestada en la movilización estudiantil. La herencia de este hecho es la capacidad de convergencia que tienen los estudiantes para con las demandas sociales, la impronta con la cual encabezan el malestar general respecto al sistema democrático mexicano de la época. Sacan la voz manifestándose públicamente contrarios a la instrumentalización de un Estado que se veía a sí mismo como heredero de la revolución. Los estudiantes logran coagular procesos sociales de distinta índole, dándoles una cara visible de lucha, logran trascender los límites de la reivindicación social, otorgándole un prisma espontáneo y paralelo a la organización política tradicional. El movimiento

26 Hobsbawm, Eric. Op. Cit. p.261. 27 Jiménez, Héctor. Op. Cit. p.86.

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estudiantil del 68 instala en la sociedad la necesidad de modernizar las relaciones para con el Estado, la importancia de la protección de las libertades políticas de una sociedad que debe y tiene que ser el actor principal de la institucionalidad política. Abre también la crítica a la figura presidencial omnipotente, cuestiona ese principio de autoridad plena, otorgándole a la sociedad ese poder y no al Estado. Y aunque el movimiento es sangrientamente aplacado y silenciado, logran trascender para siempre a la sociedad mexicana, concientizándola en un papel claro, ser la garante y protectora de la democracia y la libertad de expresión.

Bibliografía.

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Aguirre, Carlos. “Balance crítico del siglo XX histórico. ¿Breve, largo o muy largo siglo XX?”. Revista Historia Agenda, n° 3, noviembre-diciembre. 2003, México, CCH/UNAM. Disponible en http://www.cch.unam.mx/historiagenda/3/contenido/st1.htm (consultado el 15 de diciembre de 2014).

Aguirre, Carlos. “Immanuel Wallerstein: Crítica del sistema-mundo capitalista. Estudio y entrevista”. LOM Ediciones, Santiago, 2004.

Arendt, Hannah. “Sobre la violencia”. Alianza Editorial, Madrid, 2006.

Bethell, Leslie, ed. “Historia de América Latina”. Tomo XI. Crítica, Barcelona, 1997.

Carmona, Fernando; Carrión, Jorge; Cazés, Daniel. “Tres culturas en agonía”. Editorial Nuestro Tiempo, México, 1969.

Guevara, Gilberto. “La democracia en la calle. Crónica del movimiento estudiantil mexicano”. Siglo XXI editores, Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM, México, 1998.

Hobsbawm, Eric. “Historia del siglo XX”. Crítica, Buenos Aires, 2013.

Jiménez, Héctor. “El 68 y sus rutas de interpretación: una crítica historiográfica”. Tesis para obtener el grado de Maestría en Historiografía de México. Universidad Autónoma Metropolitana de Azcapotzalco, mayo de 2011.

Laurent, Virginie. “Mayo del 68, cuarenta años después. Entre herencias y controversias”. Revista de Estudios Sociales, n° 33, agosto de 2009.

Ramírez, Ramón. “El movimiento estudiantil de México (julio/diciembre de 1968)”. Era, México, 1969.

Wences, Rosalío. “El movimiento estudiantil y los problemas nacionales”. Editorial Nuestro Tiempo, México, 1971.

1968: la utopía universal. Revista Humanidades, n° 35, octubre de 2008. Disponible en http://revista.humanidades.unam.mx/revista_35/revista_35_tema05.htm?

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