el mar, muy adentro. noche. semipenumbra. un ruido que se...

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dramaturgiamexicana.com obra protegida por INDAUTOR Yamaha 300 Cutberto López Personajes: Animal, Cananis, Vero, Capitán, Oficial, Tiburón, Sacerdote, Nachito, dos energúmenos, Raúl, Jorge. I El mar, muy adentro. Noche. Semipenumbra. Un ruido que se acerca, un pequeño y rítmico chapoteo sobre el agua que cada vez se hace más claro. Una lancha color oscuro como oscura la noche. A veces veremos sus contornos. Pequeñas luces. Un motor Yamaha 300 revolucionado. Si hubiera más luz se vería la espuma del mar. Animal.- Oye... Oye como ruge... ¡Vamos a volar! Cananis.- Lo vas a tronar. Animal.- Oye, esto sí es música. Haz de cuenta que mi Yamaha trae adentro a todas las bandas de Sinaloa. Oi, oi, está tocando “El sauce y la palma”. Ay, ay, ay, arriba Sinaloa, cabrones. Cananis.- No seas mamón si tu naciste en El Desemboque. Animal.- Uno es de donde quiere y yo quiero ser de Sinaloa, del meritito Aguaruto. Cananis.- En Aguaruto el que no es joto es puto. Animal.- Aguaruto es la tierra de los más cabrones. Ahí hay una mata en donde nacen los narcos más picudos. Ay, ay, ay... Oi, oi como toca “Los tres animales” mi Yamaha. Trescientos caballos de fuerza bien afinados. Todos llevan el mismo paso. Cananis.- Lo vas a tronar y nos vamos a meter en una bronca. 1

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Yamaha 300

Cutberto López

Personajes: Animal, Cananis, Vero, Capitán, Oficial, Tiburón, Sacerdote, Nachito,

dos energúmenos, Raúl, Jorge.

I

El mar, muy adentro. Noche. Semipenumbra. Un ruido que se acerca, un pequeño y

rítmico chapoteo sobre el agua que cada vez se hace más claro. Una lancha color

oscuro como oscura la noche. A veces veremos sus contornos. Pequeñas luces. Un

motor Yamaha 300 revolucionado. Si hubiera más luz se vería la espuma del mar.

Animal.- Oye... Oye como ruge... ¡Vamos a volar!

Cananis.- Lo vas a tronar.

Animal.- Oye, esto sí es música. Haz de cuenta que mi Yamaha trae adentro a todas

las bandas de Sinaloa. Oi, oi, está tocando “El sauce y la palma”. Ay, ay, ay,

arriba Sinaloa, cabrones.

Cananis.- No seas mamón si tu naciste en El Desemboque.

Animal.- Uno es de donde quiere y yo quiero ser de Sinaloa, del meritito Aguaruto.

Cananis.- En Aguaruto el que no es joto es puto.

Animal.- Aguaruto es la tierra de los más cabrones. Ahí hay una mata en donde nacen

los narcos más picudos. Ay, ay, ay... Oi, oi como toca “Los tres animales” mi

Yamaha. Trescientos caballos de fuerza bien afinados. Todos llevan el mismo

paso.

Cananis.- Lo vas a tronar y nos vamos a meter en una bronca.

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Animal.- ¿Cuál tronar? La máquina está nueva. Si falla, me voy nadando y mato al que

me la vendió.

Cananis.- ¡Ya! ¡Bájale! Nos va a oír el guardacostas y nos van a llevar al bote.

Animal.- ¿Por qué? Si nosotros solo estamos pescando.

Cananis.- ¿A esta velocidad?

Animal.- Es que andamos curricaneando pescados voladores.

Cananis.- Pinchi Animal, estás bien pasado. Si quiebras la máquina nos vamos a meter

en un broncón. Al Tiburón no le gustan las fallas. Acuérdate de las cachetadas

que te dio el otro día.

El Animal baja la velocidad. La Yamaha impulsa la lancha suavemente sobre el mar.

Cananis.- Así está mejor. Calmada la venada.

Animal.- Un día de estos me voy a comer al Tiburón. Lo voy a destazar en pedacitos

para inflarlos al disco. Zas, un chingo de salsa y pa’ dentro.

Cananis.- Huy, qué picudo. Si no te dejas de pendejadas el Tiburón te va a arrancar la

verga.

Animal.- Pero a mordidas.

Cananis.- Cómo eres de hocicón. Te van a coser la boca a puro plomazo.

Animal.- Mientras le siga chambeando bien no me va a tocar. No puede quedarse sin

mi.

Cananis.- Hay un chingo de pangueros.

Animal.- Pero yo soy el mejor. Nunca me van a agarrar.

Cananis.- Más te vale, no quiero verme en la grande de Nogales.

Animal.- Ni madres, primero muerto que preso.

Cananis.- Hasta eso.

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Animal.- Antes de que me agarren me enredo en el ancla y me tiro pa’l fondo.

Cananis.- Tu no te vas solo, si nos jodemos, nos jodemos los dos.

Animal.- ¿Pero quién nos va a agarrar? ¿Quién? (Poco a poco eleva la voz retando al

mar o a los dioses que se dice viven en él.) ¿Quién? ¡¿Quién?! ¡¿Quién?!

¿Oyes?

Cananis.- ¿Qué?

Animal.- Escucha.

Cananis.- ¿Qué?

Animal.- No responde nadie. Todos se quedan callados. Saben que no hay quien me

ponga la mano encima.

Cananis.- No seas mamón, si no hay nadie.

Animal.- Y aunque hubiera. A mí y a mi Yamaha trescientos nos hacen los mandados.

Cananis.- A veces las máquinas fallan.

Animal.- Sólo cuando las manejan los pendejos. A propósito, qué dice tu madriolita

esa.

El Cananis, guía experimentado en el manejo de gepeeses, sonares y radares, consulta

sus instrumentos que tiene delicadamente acomodados en un travesaño de “La Vero”,

que es como se llama la lancha en la que viajan nuestros personajes.

Cananis.- Vamos bien, estamos como a cuarenta millas. La cessna ya está en el aire,

debe venir por Caborca, al paso que vamos, vamos a llegar exactos.

Animal.- ¿No te da miedo que se equivoque esa pendejada?

Cananis.- ¿El gepeese? Nunca. Para eso lo inventaron, para corregir nuestras fallas.

Animal.- Pero y si falla. ¿Qué pasa?

Cananis.- Pues nos lleva la chingada.

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Animal.- Yo sé llegar a la playa.

Cananis.- Pero sin la carga y en menos de lo que canta un gallo el Tiburón te mete

cuarenta y un plomazos.

Animal.- ¿Y por qué cuarenta y uno?

Cananis.- Para matarte con todo y el puto que llevas dentro.

Animal.- ¿Qué?

Cananis.- ¿No le entiendes al chiste?

Animal.- No le veo la gracia.

Cananis.- Eso te pasa por meterte tanta droga. Se te quemaron las neuronas de la risa.

Animal.- ¿Y sabes cuáles se fueron también a ver gallos?

Cananis.- ¿Cuáles?

Animal.- Las de la paciencia, así que... ¡A mover el culo mi Yamaha! ¡Mi Yamajita

querida! (Comienza a cantar su versión de “La Yaquecita” y mientras canta

aumenta la inyección de combustible a su motor.) Yo tengo una Yamajita que

quise mucho en Sonora y cuando ella baila cumbia el que la ve se enamora.

Ay mi Yamajita, ay mi Yamajita, tu tienes un cuerpo hermoso que parece

sirenita. Y todos los Yaquis dicen pues que te traes hombre Yori y yo les

contesto a todos que yo me caso con Vero...

Cananis.- ¡Bájale! ¡Bájale a esa madre! Se acerca una patrulla. Bájale, que crean que

andamos pescando.

Animal.- Pinchis azules, un día de estos los voy a pintar de muerte. Por culeros.

II

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La noche cubre la panga, el Yamaha emite un breve ronroneo, parece quejarse por la

baja velocidad. El Animal habla por celular con la Vero, su prometida.

Animal.- Mi Vero...

Vero.- Te oigo muy mal.

Animal.- Es que no puedo hablar fuerte. Se espantan los pescados.

Vero.- No te oigo, vuelve a marcar.

Cananis.- Deja eso.

Animal.- Ni madres.

El Animal vuelve a marcar.

Animal.- Mi Vero, ¿ya oyes?

Vero.- ¿Armando?

Animal.- Sí, chiquita, soy yo.

Vero.-Ya te oigo mejor.

Animal.- ¿Fuiste?

Vero.- Sí.

Animal.- ¿Cuántas pusiste?

Vero.- Siete.

Animal.- ¿Segura?

Vero.- Claro.

Animal.- ¿Las contaste?

Vero.- Claro.

Animal.- ¿Cómo?

Vero.- ¡Armando!

Animal.- ¿No se apagó ninguna?

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Vero.- No.

Animal.- ¿Te dijo algo la Virgen?

Vero.- Sí, que te portes bien conmigo.

Animal.- No, en serio, ¿qué te dijo?

Cananis.- Pinchi Animal.

Animal.- Usted a lo suyo, no deje de mirar sus pinchis aparatos culeros.

Vero.- ¿Qué?

Animal.- Al pendejo de mi ayudante se le están enredando los anzuelos.

Vero.- ¿A qué horas regresas?

Animal.- Ya sabes que no hay hora chiquita. Depende de la pesca.

Vero.- ¡Cuídate!

Animal.- Todavía no voy a colgar.

Vero.- ¡Qué bueno!

Animal.- O qué, ¿quieres que cuelgue?

Vero.- No empieces.

Animal.- Ya, ya, es una broma. Parece que se te quemaron las hormonas de la risa.

Vero.- ¿Qué?

Cananis.- Como eres de bruto.

Animal.- Usted cállese o lo amarro al ancla y lo mando al fondo del mar pa’ que se lo

cojan los lobos marinos.

Vero.- Mejor voy a colgar.

Animal.- No es contigo mi’ja. Es con un pinchi pescadito metiche. Oye, ¿fuiste con el

putito del vestido?

Vero.- No seas, sólo es amanerado.

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Animal.- ¿A poco es hombrecito?

Vero.- Sí. Claro.

Animal.- ¿Y tu cómo sabes?

Vero.- Una sabe esas cosas.

Animal.- ¿Te echó los perros o qué?

Vero.- No. No seas pesado.

Animal.- ¿No?

Vero.- Ya, deja eso. Quedó muy bonito el vestido.

Animal.- A mi me vale madre el vestido. Tu de todas maneras te vas a ver bonita. Oye,

no quiero que te veas buenona. Sólo bonita.

Vero.- Se te va a caer la baba cuando me veas.

Animal.- No. No quiero que te veas buena, en una de esas se me para en la iglesia y

no dejo que el padre termine la misa. Te agarro del pescuezo y nos vamos en

chinga pa’ Sonoyta.

Vero.- No seas pesado. Te están oyendo.

Animal.- ¿Quién?

Vero.- Pues, no sé. ¿Quién está contigo?

Animal.- Ah, mi ayudante. No, él está desenredando anzuelos.

Vero.- ¿Quién es?

Animal.- Es uno nuevo. No lo conoces.

Vero.- Bueno...

Animal.- ¿Bueno qué? Ya quieres colgar.

Vero.- No, para nada.

Cananis.- Se acercan, hay que movernos.

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Animal.- Voy.

Cananis.- Órale, sin mucha prisa, dale pa’l poniente, que crean que estamos

curricaneando.

Animal.- Ya me voy chiquita, encontramos un banco.

Vero.- Ten cuidado, no quiero quedarme como novia de rancho.

Cananis.- Apúrate, pendejo.

Animal.- Adiós, mamacita.

III

En otro lado del mar un yate guardacostas acecha como acechan sus tripulantes.

Capitán.- ¿Siguen ahí?

Oficial.- Sí.

Capitán.- ¿No se mueven?

Oficial.- Poco, van despacio, quieren que creamos que son pescadores.

Capitán.- ¿Nos vieron?

Oficial.- Claro.

Capitán.- ¿Cuánto falta para que llegue la carga?

Oficial.- Todavía no salen.

Capitán.- Aléjate. Vamos a dejarlos un rato solos.

Oficial.- ¿Qué rumbo?

Capitán.- Pa’l puerto.

Oficial.- ¿Velocidad?

Capitán.- Déjate de mamadas, no estamos en una película gringa.

Oficial.- ¿Cómo a cuanto?

Capitán.- Un poco en chinga.

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IV

Cananis.- Ahora sí, puedes meterle la pata. Pero con calma.

Animal.- ¿Qué dicen tus maquinillas?

Cananis.- Que el capitán de la fragata es muy pendejo.

Animal.- ¿Se fueron?

Cananis.- Van rumbo al puerto.

Animal.- ¿Y ellos por qué no nos ven?

Cananis.- Sus aparatos son viejos, en cambio éste es lo último. Por eso nunca nos

atrapan. No tienen tecnología de punta como nosotros.

Animal.- La punta te atasco. Hablas como si eso fuera tuyo.

Cananis.- ¿Y tu no? ¿O de quién es la Yamaha trescientos?

Animal.- Pero va a ser mío, como esta lancha. Dos viajes más y el Tiburón me da los

papeles.

Cananis.- ¿Y qué vas a hacer con ella?

Animal.- Voy a pasear gringos pa’ ganarme unos dolarucos.

Cananis.- ¿Y esta chamba?

Animal.- Aquí hay que llevársela calmada. Si te avorazas te plaquean y tarde que

temprano te joden. Hay que hacer unos cuantos viajes más y luego a nadar de

muertito. Tu sabes de eso, ¿no?

Cananis.- Algo.

Animal.- ¿Dónde andabas? Te vas y luego apareces.

Cananis.- Me gusta chambear fuera del puerto.

Animal.- ¿Y ahora? ¿Por qué te mandaron por esta carga?

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Cananis.- Este es un encargo especial. La carga es delicada y pagan bastante bien.

Animal.- Pues sí, un diego es mucho dinero.

Cananis.- Por eso no puede haber fallas.

Animal.- ¿Qué mandan?

Cananis.- Ya sabes que eso nunca se sabe.

Animal.- ¿Viene de Colombia?

Cananis.- No me interesa. Sólo sé que es especial.

Animal.- A lo mejor es nieve de la reina.

Cananis.- No sé, ni quiero saber.

Animal.- Uta, qué mamón.

Cananis.- Será el sereno pero vale más no saber. Por eso a veces te va mal. No eres

discreto. Se te nota que estás metido en esto y es peligroso.

Animal.- Qué vas a saber tu.

Cananis.- ¿Por qué te pegó las cachetadas el Tiburón?

Animal.- Por una pendejada.

Cananis.- ¿Contratar a Los Tigrillos para tu boda es una pendejada? ¿Desde cuándo

un panguero tiene lana para pagar esa banda?

Animal.- Ese es mi pedo.

Cananis.- Pues sí, pero luego comienzan a investigar y caen cabezas.

Animal.- Si todo el puerto sabe cómo está el bisnes.

Cananis.- No. Ellos se imaginan pero no tienen ninguna seguridad. Y es mejor así.

Date de santos que el Tiburón nomás te pegó unas cachetadas.

Animal.- Mira, mira las estrellas.

Cananis.- ¿Y?

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Animal.- Mira, el mundo se mueve y las cosas cambian.

Cananis.- Pero no todo. Nosotros siempre vamos a seguir siendo los corre ve y diles.

Que no se te olvide eso, somos burreros, bien equipados, pero burreros al fin.

Uno de los aparatos sofisticados del Cananis comienza a emitir un sonido. Éste, se

coloca un audífono en la oreja. El Animal que no había visto el aparato que Cananis

trae bajo su sudadera, pregunta:

Animal.- ¿Y eso?

Cananis.- Espérate...

Animal.- ¿Qué es ?

Cananis.- Una radio, la más chingona de todas. Trae frecuencias fantasmas. Vámonos.

Cambia a treinta grados pa’l sur. Cambiaron el rumbo.

Animal.- ¿Por qué?

Cananis.- Yo no pregunto. Tu aplástale la chancla que si no llegamos al punto a tiempo

nos van a colgar de la verga hasta que se nos haga como tripa de leche.

Aplástale.

Animal.- Así. Me gusta, que haya emociones fuertes.

La Yamaha emite un ronroneo y la lancha se aleja a alta velocidad. Sus luces se

pierden rápidamente hasta que llega la oscuridad.

V

Una recámara en la casa humilde de la humilde Vero. Destacan un vestido de novia y

demás elementos relacionados con este tipo de ceremonias. Dos energúmenos a las

órdenes del Tiburón han invadido la casa de Vero.

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Tiburón.- Calma... Calma mi niña. No te va a pasar nada. Rápido, busquen eso. (Les

habla a dos energúmenos que desesperados buscan algo.)

Vero.- Yo no soy.

Tiburón.- Sí eres. No sean bestias, no rompan nada. Luego la gente dice que son unos

energúmenos. Busquen con calma.

Vero.- No soy.

Tiburón.- Sí eres. Ahí, debajo de la tele. Y de paso, cámbienle, no me gustan las

noticias, pasan pura violencia, este mundo está muy jodido.

Vero.- No soy.

Tiburón.- Oh que terca. Sí eres. Registren todo, en algún lado deben de estar.

Vero.- ¿Quién soy?

Tiburón.- Ah qué chingados, ahora resulta que hasta psicólogo voy a ser. Busquen

bien, o... ¿tu sabes dónde están?

Vero.- Sí.

Tiburón.- ¿Dónde?

Vero.- ¿Dónde qué?

Tiburón.- No te hagas la viva. De todos modos las vamos a encontrar.

Vero.- ¡Eso no! ¡Por favor! Son los arreglos. ¡No! ¡No los rompan! ¡No!

Tiburón.- Con clama mijita, sólo dinos dónde están las fotos y ya.

Vero.- Yo no soy.

Tiburón.- Otra vez. ¿Eres Verónica?

Vero.- Vero, soy Vero.

Tiburón.- ¿Eres la novia del animal?

Vero.- No soy.

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Tiburón.- ¿Eres novia de Armando?

Vero.- No.

Tiburón.- No te hagas vivita.

Vero.- Soy su prometida. El mes que entra nos vamos a casar. Por favor no rompan los

recuerdos, es que las mandamos traer de Guadalajara. Batallé mucho y son

muy bonitos. Yo siempre soñé con una pareja de palomas besándose.

Armando quería unas gaviotas pero las gaviotas no son para las bodas.

Tiburón.- ¿Y las fotos?

Vero.- Las va a tomar mi primo Tomás, tiene una cámara que le robó a unos gringos y

saca muy buenas fotos. La gente sale muy bonita.

Tiburón.- No te hagas la lista. Busquen bien, en alguna parte deben de estar.

Vero.- Yo no soy.

Tiburón.- Uno nunca sabe lo qué es. ¿Quieres agua? Tráele.

Vero.- ¿Qué buscan?

Tiburón.- Unas fotos. No están en su casa. El único lugar donde pueden estar es aquí.

Tal vez no sepas. ¿No te dio a guardar algo el Animal?

Vero.- A ese no lo conozco.

Tiburón.- Armando, ¿no te dio a guardar algo Armando?

Vero.- Sí.

Tiburón.- ¿Dónde están?

Vero.- Adentro del oso, el de peluche, el verde, el verde mar, el más grande, el más

gordo, el que tiene los ojos negros.

Tiburón.- Ya ves como si sabías.

Vero.- Es que no me acordaba.

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Uno de los energúmenos tiene en sus manos un oso de peluche, de esos que a veces

se ven muy cursis cuando los enamorados se los llevan a sus enamoradas.

Tiburón.- A ver, dame eso. (Hurga en el oso de peluche hasta que encuentra algo.)

Aquí está.

Vero.- ¿Qué es?

Tiburón.- Fotos... ¿Dólares? ¡Esto no es!

Vero.- Yo no sabía, él sólo me lo dio a guardar.

Tiburón.- Tu dices que no sabes muchas cosas. Yo voy a hacer que te acuerdes.

Vero.- ¿Qué me va a hacer?

Tiburón.- Te sabes el chiste del que tenía dolor de cabeza porque se le había perdido

la cabeza y no la encontraba.

Vero.- No.

Tiburón.- Era un hombre al que le dolía la cabeza porque se le había perdió la cabeza

y no la encontraba. Y mientras más la buscaba y no la encontraba, más le dolía

la cabeza. No te da risa.

Vero.- Pues...

Tiburón.- Imagínate un hombre al que le dolía la cabeza porque se le había perdido la

cabeza, alguien se la arrancó y no se dio cuenta. ¿No te da risa?

Vero.- ¡Sí! ¡Qué gracioso!

VI

En la lancha. Un navegar suave. Un navegar entre estrellas y ruido armonioso del agua

que se abre ante la fuerza impetuosa de la Yamaha.

Animal.- ¿Falta mucho?

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Cananis.- Calma.

Animal.- No, si por mi no hay bronca. Me gusta esta oscuridad. Así se ven mejor las

estrellas. Me gusta que no estorbe la luna.

Cananis.- Mientras menos luna, mejor para nosotros.

Animal.- Me jefe me platicaba de las estrellas, me hablaba de una osa. Yo me la

pasaba buscando a la osa, a la grande o a la chiquita, porque el decía que son

dos. Yo nunca las encontré. De vez en cuando las busco y nunca las

encuentro.

Cananis.- Ajá.

Animal.- Lo que si veo es un putero de estrellas fugaces. Me caen bien las estrellas

fugaces. Aunque duren bien poquito.

Cananis.- Pos sí.

Animal.- Lo que nunca he visto son extraterrestres. Me gustaría encontrarme con uno

de ellos.

Cananis.- ¿Y eso?

Animal.- Pa’ preguntarles si es cierto que jalándoles las orejas les crece más el pito.

Cananis.- Ese es un chiste muy viejo.

Animal.- No, neta. Además me gustaría preguntarles como nos ven desde arriba, si

parecemos hormigas.

Cananis.- Pues cuando los veas me los saludas.

Animal.-¿Solo eso?

Cananis.-¿Y que más?

Animal.- No, pues quien sabe. Mira, lo ves.

Cananis.- Es un avión.

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Animal.- No es cualquier avión, es mi avión.

Cananis.- ¿Tu avión?

Animal.- El mío y el de la Vero. En ese nos vamos a ir cuando nos casemos. Voy a

mandar construir un aeropuerto en Puerto Peñasco, uno bien chingón pa’ que

aterrice mi avión.

Cananis.- Seguramente.

Animal.- O le voy a decir al Tiburón que me preste su pista del ejido.

Cananis.- ¿Cuál pista?

Animal.- No te hagas pendejo. La pista en donde bajan las cessnas, allá cerca del

Pinacate.

Cananis.- Estás loco. ¿Pa’ qué quiere pistas si ya tiene esta ruta?

Animal.- Pues por vivo. Si no puede meter la droga por la internacional, la mete en las

cessnas, y si hay pájaros en el aire pues la tira en el mar.

Cananis.- Cómo inventas cosas. Ten cuidado, te puede ir mal.

Un breve silencio el suficiente para escuchar el silencio del mar.

Cananis.- Mira, ¿ves aquella lucecita?

Animal.- ¿A cuál?

Cananis.- Aquella que se mueve, allá bien arriba.

Animal.- Ajá.

Cananis.- Es un satélite espía de los gringos. Desde allá toman fotos y si hablamos

muy fuerte escuchan lo que decimos.

Animal.- ¿A poco?

Cananis.- ¿No sabías?

Animal.- No. No soy un cerebrito.

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Cananis.- Pinchis gringos nos tienen bien vigilados.

Animal.- ¿Ah, si? Pues miren putos, miren esta verga rinconera y metánsela por el

culo. Hijos de su pinchi madre.

Cananis.- Qué loco estás.

Animal.- Ahi les va un pinchi pedo pa’ que vean que tan chingones somos los

sinaloenses.

Cananis.- No seas asqueroso.

A lo lejos escuchamos un grito.

Nachito.- ¡Heyyyyy!

Animal.- Fackinyourmoters, hijos de sanamabich…

Cananis.- ¡Shit! ¡Shiiiiiit! ¡Ya nos torcieron!

Nachito.- ¡Heyyyy!

Los dos empuñan sus armas y acechan.

Cananis.- ¡Shiiiiit!

Animal.- Yo me llevo a unos cuantos.

Cananis.- No pueden ser los azules. A lo mejor son piratas.

Animal.- Ahorita no hay, estamos en veda.

Una luz de linterna viene del mar en donde se dibuja una panga pequeña y vieja.

Nachito.- ¡Heyyy! ¿Quién anda ahí? Soy Nachito el de los ojos chinitos.

Animal.- Heyy, soy Armando.

Nachito.- ¿Quién?

Animal.- Armando, el Animal, o me ves bien o te va mal.

Nachito.- Ahí voy, ya los vi.

Cananis.- No encandile.

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Nachito.- Si no los aluzo se me van y luego quién me da fuego.

Cananis.- ¿Y eso?

Nachito.- Que Nachito se quiere poner motito y se le mojaron los cerillitos.

Animal.- Guarda tu fierro, es un pescador.

Cananis.- ¿Seguro?

La luz se acerca poco a poco y se ve con un poco más de claridad la vieja panga del

viejo pescador.

Nachito.- Uta que bonita lanchita. Ahí les va la piolita pa’ encuatarme con ustedes.

Denme lumbre.

Cananis saca un encendedor y Nachito prende un gallito de canabis de manera

relajada.

Nachito.- Me estaba poniendo grave. Están rebuenas las colitas. ¿Quieren?

Animal.- A ver, preste. Está buena.

Nachito.- El mar es muy noble. No sólo da pescados. Ahora hasta motita y otras cosas

se pueden pescar. ¿Qué pasó? ¿Qué andan pescando?

Cananis.- Nada.

Nachito.- ¿Tónces?

Cananis.- Estamos aquí, aquí nomás.

Nachito.- Ahhh... pues yo ando por allí, allí nomás.

Animal.- ¿Cómo va la cosa?

Nachito.- Más o menos. Miren, tres Baquetas y dos anclas. Desde el anochecer y sólo

esto.

Cananis.- ¿Y cómo es que pescó dos anclas?

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Nachito.- Sabe, yo pensé que eran unos pinchis machorros y no, primero pesqué ésta

y luego esta otra.

Cananis.- Anda muy adentro y muy solo.

Nachito.- Así me gusta.

Animal.- ¿De dónde es?

Nachito. Sabe, un día salí de Puerto Peñasco y amanecí en El Desemboque, otro día

desperté en Puerto Lobos y después en Kino. El Pabellón Colorado, Altata,

Mazatlán... Quien sabe cuántos lugares, ahí me la he llevado.

Cananis.- ¿Pero dónde tiene su casa?

Nachito.- Aquí está. Esta es mi vieja, “La Micaela”. Tengo casa, vieja y chamba en un

mismo lugar. ¿No tienen un pistito? Les puedo dar a cambio una baqueta. Me

muero por un pistito.

Animal.- No traemos.

Nachito.- ¿Y una feria? ¿Algún doláruco? Con suerte y me encuentro al Noé y le

compro una pachita, él trae en su panga un ghingo de cosas. Es muy carero el

hijo de la chingada pero con tal de no regresar a puerto uno compra.

Animal.- Ahí le van diez dólares.

Nachito.- Quédense con una baqueta, pueden hacer un buen zarandeado.

Animal.- No. Está bien así.

Nachito.- Entonces un ancla. Esta se ve buena. Mira, mira los picos, están entrenados

para buscar piedras.

Animal.- Ahí déjela.

Nachito.- Esta otra la voy a usar para pescar a la osa.

Animal.- ¿A cuál?

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Nachito.- A la que está allá arriba, lleva años burlándose de mi, pero un día de estos

voy a pescar a la cabrona.

Cananis.- De seguro que sí, algún día.

Nachito.- Uno de estos porque no hay de otros. Cuídense chavalos. Ya casi es hora de

ir a donde están los pargos. A esta hora sacan la cabeza del agua para

descansar de la peste.

Animal.- No invente.

Nachito.- La neta, apesta mucho a pinchi muerto en el fondo del mar. Los pargos sacan

la cabeza porque si no luego se ponen a alucinar. Entonces, mientras toman

aire los agarro de la cabeza. Pásenla bien chavalos y si pescan una sirena

pronto, me gritan para venir a violarla junto con ustedes. Se mueven rechulo las

pescadas.

Nachito y su Micaela comienzan a moverse y a perderse en la oscuridad. Cananis saca

su pistola y apunta con un rayo infrarrojo a la cabeza de Nachito.

Cananis.- Un movimiento de mi dedo y pum, adiós pescador loco.

Animal.- Déjalo, no le hace daño a nadie.

Cananis.- Esos son los más peligrosos. Los que parece que no hacen nada.

Animal.- Déjalo. No estamos aquí para matar cristianos.

Cananis.- Hasta eso.

Animal.- A ver tu pistola. Presta.

Cananis.- No me gusta que agarren mi fierro. Me sala la puntería.

Animal.- No seas mamón, cuál puntería, con esa mira infrarroja no se necesita.

Cananis.- En serio. Es más, no me gusta ni que la miren. Es muy tímida.

Animal.- ¿Qué es?

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Cananis.- Es una “Jacquet 54”.

Animal.- ¿Dónde la conseguiste?

Cananis.- Me la vendió un judicial.

Animal.- ¿Bara?

Cananis.- Tener un fierro de estos es un lujo.

Animal.- La mía es muy chiquita pero muy culera. (Le enseña su arma.)

Cananis.- Las “Smith” se traban mucho.

Animal.- Sólo a los pendejos que no les dan su lubricadita. Yo siempre la traigo al

chingazo.

Cananis.- ¿Y nomás traes esa?

Animal.- Y pá qué quiero otra. Si me van a chingar lo van a hacer aunque traiga un

pinchi misil. Yo nomás la traigo por si acaso..

Cananis.- (Observando sus aparatos.) Uta, qué rápido va el viejillo. Mira, ya está en la

quinta madre.

Animal.- Estos pescadores son revagos. Se montan en una corriente y cruzan el

charco en un dos por tres.

Cananis.- ¿Tu sabes de corrientes?

Animal.- Algo.

Cananis.- Pues órale, busca una porque ahí viene el guardacostas otra vez.

Animal.- Con mi Yamaha 300 no necesito corrientes. A ver mi chiquita, vamos a jugar

un rato.

La Vero aumenta su velocidad mientras la Yamaha ruge de placer.

VII

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En una pista clandestina, bueno, es un decir, pues todos sabemos su existencia, allá en

el ejido Lázaro Cárdenas, cerca de la zona volcánica de El Pinacate.

Raúl.- No te acerques.

Jorge.- No voy a tocar anda.

Raúl.- No importa.

Jorge.- ¿Es muy cara?

Raúl.- Lo suficiente.

Jorge.- ¿A qué horas llegan?

Raúl.- Sabe.

Jorge.- ¿Y si no?

Raúl.- Pues nomás amanezca me voy a nadar un rato y después a dormir.

Jorge.- Dijeron que esperáramos.

Raúl.- Pues esperamos.

Jorge.- ¿Siempre está listo para volar?

Raúl.- Siempre estoy listo para todo.

Jorge.- Yo quiero aprender. Quiero ser como usted.

Raúl.- Dificilón.

Jorge.- ¿Cuando hace viento, se mueve mucho?

Raúl.- Lo suficiente.

Jorge.- Ha de dar un chingo de miedo.

Raúl.- Todo da miedo.

Jorge.- ¿Quiere fumar?

Raúl.- No.

Jorge.- Tardan mucho.

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Raúl.- Es su asunto.

Jorge.- Hasta eso.

Raúl.- Cuando despegue quiero que dejes la luz más tiempo.

Jorge.- Me dijeron que la apagara en chinga.

Raúl.- Tu haz lo que yo te diga. Cuando vaya a aterrizar fíjate muy bien pa’ donde sopla

el viento. Con la oscuridad no puedo ver las banderas y me puede agarrar uno

cruzado.

Jorge.- Siempre me dice lo mismo.

Raúl.- Siempre.

Jorge.- ¿Por qué va a salir cargado de aquí?

Raúl.- No sé, nunca pregunto.

Jorge.- Se supone que aquí llega con la carga.

Raúl.- Pues ahora es diferente.

Jorge.- ¿A dónde va?

Raúl.- Pa’ arriba.

Jorge.- ¿Y luego?

Raúl.- No sé.

Jorge.- A lo mejor la carga es el Tiburón. Dicen que a veces se va a Culiacán muy a la

sorda, a ver a su jefecita que está enferma.

Raúl.- ¿Eso dicen?

Jorge.- Y que también va a Chihuahua, con los Tarahumaras, a que le hagan una

limpia de vez en cuando.

Raúl.- A lo mejor.

Jorge.- Claro, él puede ir a donde quiera. Es el patrón.

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Raúl.- Hasta eso.

Jorge.- A veces me desespera esperar.

Raúl.- A mi se me hace que te da miedo el monte.

Jorge.- No’mbre. Me da más miedo la gente. Aquí ya sólo quedan coyotes flacos y un

que otro zorrillo.

Raúl.- Y víboras.

Jorge.- Ah, sí, un chingatamadral. Tardan mucho.

Raúl.- Es su pedo.

Jorge.- ¿Y cómo le hace para tirar la carga?

Raúl.- Muy fácil. ¿Ves este brazo? Pues es un brazo muy especial. Cuando voy a tirar

la carga se hace largo, largo, largo, y llega hasta la puerta de atrás, la abre. La

mano, ésta, agarra los bultos y comienza a tirarlos uno por uno.

Jorge.- No, en serio. ¿Cómo le hace?

Raúl.- No preguntes tanto. Ya ves lo que le pasó al Animal. (Se acota un silencio, uno

de esos en que entra un ángel gordo al cielo.) Mira, allá vienen.

Jorge.- Ya era hora.

Raúl.- Voy a hacer un último checup.

Jorge.- ¿Qué le pasó al Animal?

Raúl.- No preguntes de más.

Jorge.- ¿Por qué?

Raúl.- Mira plebe, tu sólo dedícate a lo tuyo. Ayudas a cargar la cessna y luego vas y

prendes los focos. Sólo eso.

Un carro se acerca. Nuestros personajes esperan. A veces la espera desespera. Luces

que se mueven a lo lejos.

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Tiburón.- Rápido trae la carga.

Raúl.- ¡Patrón! ¡A sus órdenes!

Tiburón.- Es una carga especial. No quiero errores.

Jorge carga en la cessna unos bultos envueltos en plástico. Todo se hace en un

silencio casi ritual.

Tiburón.- Ahora sí, ve y prende los generadores. (Jorge sale.) Ya sabes, no quiero

errores.

Raúl.- Claro que no, patrón.

Tiburón.- Es un regalito de bodas. Tiras la carga y te regresas en chinga.

Raúl.- Como diga, patrón.

Tiburón.- Nos vamos a Guadalajara. Se va a hacer un desmadre y tenemos que ir a la

cueva.

Raúl.- Lo que usted diga patrón.

Tiburón.- Sabes qué es lo más cabrón de todo esto. Ya no poder confiar en la gente. Y

si no hay confianza el negocio no va bien. Pero bueno, así es la guerra, esta

guerra en que no hay banderas blancas. Aquí te matan o matas.

Unas luces dibujan el principio de una pista. Se prenden y apagan de una manera

irregular.

Raúl.- Pinchi plebe, siempre hace su desmadre.

Tiburón.- Pues mátalo y consigue otro. Si nos descuidamos los gringos que están

arriba nos van a descubrir. Ya ves lo que dice el Cananis de sus satélites.

Raúl.- Esas son mamadas. Patrón, yo he volado miles de horas y nunca me he cruzado

con ninguno. Allá arriba no hay nada.

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Tiburón.- Por si las dudas vale más andarse con cuidado. Ve y deja eso que aquel

debe estar desesperado por ver correr la sangre.

Raúl.- ¿Habló?

Tiburón.- Las viejas no sirven pa’ nada. Nunca saben nada. No sabía ni quien era.

Un viento corre por el paraje desértico mientras las luces de la pista se encienden con

una fuerza que encandila.

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VIII

Ruido ensordecedor. Espuma. Diálogos a gritos y motores que dialogan entre ellos.

Capitán.- ¡Córtale el camino!

Cananis.- ¡A estribor, quiébrate!

Capitán.- ¡Súbele!

Cananis.- ¡Aplástale la chancla que nos chingan!

Capitán.- ¡Ya mero! ¡Ya mero! ¡No lo dejes ir!

Cananis.- ¡Más! ¡Más!

Capitán.- ¡No seas pendejo! ¡No lo ahogues! ¡Eso! ¡Eso!

Cananis.- ¡Síguele!

Animal.- ¡Veo su luz! ¡Vamos a chocar!

Oficial.- ¡Vienen derecho! ¡Vamos a madrearnos!

Cananis.- Tú síguele. A ver quién se arruga primero.

Capitán.- ¡Dale! ¡Que vea que tan grandes tengo los güevos!

Cananis.- ¡Se va a rajar! ¡Se va a rajar!

Capitán.- ¡Dale! ¡Que no te tiemblen las manos!

Animal.- ¡Ahí les va mi Yamajita culeros! ¡Vamos a volar encima de ellos!

Oficial.- ¿Qué hago?

Capitán.- ¡Dale! Vamos a ver quien tiene más güevos!

Cananis.- ¡Te vas a rajar!¡Te conozco!

Capitán.- No sabes quien soy, pinchi puto. ¡No me tientes! ¡No me tientes!

Animal.- ¡Ayyyyy ayyyy ayyyyy! ¡Arriba Aguaruto, cabrones!

Oficial.- ¡¿Qué hago?!

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Capitán.- ¡Agárrate fuerte y reza!

Cananis.- ¡Hasta el fondo! ¡Que se chorreé la Yamaha! ¡Exprímela!

Animal.- ¡Ahí están! ¡Ahí están!

Cananis.- ¡Te vas a rajar, cabrón! ¡Rájate!

El canto de los motores de las dos embarcaciones se mezcla ante la cercanía. Es

como si estuviéramos en medio de una Banda Sinaloense que toca la pieza más

violenta de la noche de bodas.

Capitán.- ¡Quiébrate! ¡Ya! ¡Ya!

Animal.- ¡Culeros! ¡Culeros! ¡Culo! ¡Culo! ¡Culo!

Cananis.- No que no. ¡Te faltan güevos cabrón!

Oficial.- ¿Y ahora?

Capitán.- Déjalos. Ya sé adónde van. Parece que el pescado mordió el anzuelo. Para

la máquina.

Cananis.- Allá están. No se mueven. Se les atascó la trasmisión.

Animal.- Te dije, te dije que mi Yamajita es la más chingona. La neta es que la vi

cerquita.

Cananis.- ¿A quién?

Animal.- A la calaca. Iba montada en la espuma con los brazos bien abiertos.

Cananis.- Las pendejadas que dices.

Animal.- No son pendejadas. Me estaba sonriendo. Yo he visto un chingo de cosas en

el mar. Un día, vi hasta la virgencita de Guadalupe.

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IX

En el Santuario Guadalupano de Puerto Peñasco, Sonora, allá entre el desierto y la

desesperanza.

Tiburón.- Perdón padre, es muy noche pero necesitaba verlo.

Padre.- No hay problema, tu eres siempre bienvenido. ¿Qué pasa?

Tiburón.- Me tengo que ir y quería hacerle un encargo.

Padre.- Si está en mis manos lo haré con gusto.

Tiburón.- No sé cuándo voy a volver y quiero seguirle cumpliendo a mi morenita.

Padre.- Dime.

Tiburón.- Van a decir cosas muy feas de mi y con razón.

Padre.- ¿Quieres confesarte?

Tiburón.- No. Ni Dios mande. No quiero que tenga broncas.

Padre.- Ya sabes que el secreto de la confesión es sagrado.

Tiburón.- No. Mejor no.

Padre.- ¿Y en qué puedo ayudarte?

Tiburón.- Tenga.

Padre.- ¿Qué es?

Tiburón.- Es para que termine el altar de la morenita. Póngale lo que necesite.

Padre.- Esto es mucho dinero.

Tiburón.- Es el suficiente. Hágale un altar bonito. Que se vea más chula. Quiero que

tenga el mejor altar de toda la costa.

Padre.- No es necesario el lujo.

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Tiburón.- Agarre un poco para usted. Váyase de viaje. Vaya a Roma y mire al Papa

aunque sea de lejos, y luego váyase al mundial de fútbol. Todos tenemos

derecho a cumplir nuestro sueños.

Padre.- Está bien lo del altar. Lo que quede será para aliviar un poco las penas de los

enfermos.

Tiburón.- Yo que usted me iba de viaje. Los enfermos de todas formas se van a morir.

Hay otra cosa que le quiero pedir. Quiero que la virgen tenga una veladora de

mi parte siempre prendida. Quiero que haya una veladora prendida hasta que

yo vuelva. ¿Podrá hacer eso?

Padre.- Bueno...

Tiburón.- ¿Sí o no?

Padre.- Claro que sí. Es lo menos que puedo hacer.

Tiburón.- No me gusta que la gente falle. Y me gusta la discreción. Quiero una

veladora como ésta. Ahí tiene mucho dinero.

Padre.- No hay problema.

Tiburón.- Después le hablo por si le falta más. Ahora quiero estar solo con la morenita.

Padre.- Bueno hijo, que Dios te bendiga.

Tiburón.- ¿Usted cree que Dios puede bendecir a alguien como yo?

Padre.- Todos somos sus hijos.

Tiburón.- Yo no.

Padre.- Si no crees entonces por qué vienes.

Tiburón.- Por si las dudas. Uno nunca está seguro de nada. Sólo de la muerte.

Padre.- ¿De verdad no quieres confesarte? Te vas a sentir mejor.

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Tiburón.- Eso es lo peor. No tengo remordimientos. No es que me guste matar pero se

siente una especie de placer. Yo debería de haber trabajado en un rastro,

todos los días tendría ese placer. Es la sangre. No su color. Es el calorcito que

se siente. Son las burbujas que forma y es su olor. Mejor déjeme solo.

Padre.- Tómate el tiempo que quieras.

El Tiburón se dirige a una imagen de la Virgen de Guadalupe que está iluminada por

siete veladoras. El Tiburón las apaga una a una. Prende la suya y se la ofrece a la

Guadalupana.

X

Animal.- Andaba buceando muy hondo. Ya ves que cada vez hay menos producto.

Buscaba callos de hacha. Cuando era buzo me divertía estar en el fondo del

mar. No me dan miedo los tiburones. Acá no hay grandotes. Pero y si hubiera,

pues tampoco. Te digo, estaba buscando los callos, más o menos sabíamos

donde, teníamos un banco solo para nosotros. Fue cuando la vi. En medio de

las piedras estaba la morenita. Mi virgencita estaba ahí.

Cananis.- ¿Y me vas a decir que te habló?

Animal.- No seas mamón. Las vírgenes no hablan, ellas sólo están ahí, pero no están.

¿Me entiendes?

Cananis.- Pues sí.

Animal.- Y ahí estaba. Muy morenita. Era de este tamaño. De piedra , era de piedra.

Tenía la cara muy chiquita y por supuesto con unas manitas. Una virgencita en

el fondo del mar.

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Cananis.- A lo mejor alguien la tiró allí. Tal vez era una manda. Dicen que en Acapulco

hay una y en San Carlos otra.

Animal.- Eso es puro negocio. Las ponen para que la gente tire dinero. Son

chingaderas lo que hacemos por ganar dinero.

Cananis.- ¿Y?

Animal.- Ah, la virgen. Pues la miré. La neta es que me asusté y ya mero me ahogaba.

Después me quedé un rato mirándola. Luego vino lo más chingón. De la arena

que rodeaba a la Virgen empezaron a salir burbujas. Unas burbujas de aire.

Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis y siete. Se formaron siete chorritos de

burbujas. Parecían siete veladoras. Esa fue la señal.

Cananis.- ¡Qué alucinado!

Animal.- Salí sin callos pero feliz. Por eso nunca me va a pasar nada malo. Yo le pongo

sus siete veladoras a la virgencita y su llama me protege.

Cananis.- ¿Y la volviste a ver?

Animal.- No’mbre. Con una sola vez tuve. Los milagros se viven una vez y ya.

Cananis.- ¿Y dónde está tu virgen?

Animal.- Sabe, se me olvidó el rumbo. Pero aquí traigo ésta, cerquita del corazón pa’

que sienta mis latidos.

Cananis.- A mi se me hace que son puros inventos.

Animal.- A lo mejor. Cuando estás allá abajo piensas en muchas cosas, es como si la

cabeza te creciera y es bien curado. A lo mejor inventé lo de la virgen.

Cananis.- ¿Oyes?

Animal.- ¿Qué?

Cananis.- Ya viene.

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Comienza a escucharse el ruido de una avioneta que se acerca.

Animal.- ¿Por dónde?

Cananis.- Por allá.

Animal.- Apenas se oye.

Cananis.- No tarda en llegar.

Animal.- ¿Y los azules?

Cananis.- No se ven. Dale derecho. Nos vamos a topar con la cessna.

Animal.- Ya era hora.

Cananis.- Sí, ya es hora.

Animal.- ¿Y después?

Cananis.- ¿Después qué?

Animal.- ¿Pa’ dónde la vamos a llevar?

Cananis.- Todavía no me dicen.

Animal.- De seguro que para el Golfo de Santa Clara.

Cananis.- En este negocio nada es seguro.

Animal.- Hasta eso. (Silencio. De pronto el Animal comienza a cantar su canción

favorita en voz baja.) Yo tengo una Yamjita que quise mucho en Sonora, y

todos los Yaquis dicen que el que la ve se enamora. Ay mi Yamajita, ay mi

Yamajita, tu tienes un cuerpo hermoso que parece sirenita.

Cananis.- ¡Qué loco estás!

Animal.- Y que me siga la tambora , culeros.

De pronto, la Yamaha comienza a fallar.

Cananis.- ¿Qué pasa?

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Animal.- No se cague. Voy a cambiar la tambulaca. Esta Yamajita es muy tragona.

Mira, ves, ya está comiendo otra vez.

Se escucha el ruido de la avioneta cessna que pasa por encima de ellos.

Cananis.- Pícale, ya está el pájaro en su nido. Sigue derecho nos vamos a topar con la

carga.

Animal.- ¿Y los azules?

Cananis.- Ni sus luces. Esos cabrones ya se chingaron.

XI

Llamada telefónica entre el Capitán y el Tiburón.

Capitán.- Todo en orden.

Tiburón.- No los pierda de vista.

Capitán.- Claro, patrón.

Tiburón.- Que hable. Quiero saber dónde están esas fotos. Nadie las puede ver. Se

nos caen todas las rutas.

Tiburón.- Cuando regrese nos chingamos una caguama.

Capitán.- Esa va por mi cuenta. Le vamos a decir al Negro que nos la prepare.

Tiburón.- Una que no esté muy grande. Más bien tiernita.

Capitán.- Como usted diga, patrón.

Tiburón.- Ya sabe, le encargo la casita.

Capitán.- No se preocupe patrón. La vamos a cuidar muy bien.

Tiburón.- Un último favor.

Capitán.- Diga, patrón.

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Tiburón.- De vez en cuando contrate un tacataca y que se pongan en el malecón a

tocar mi corrido. No quiero que se olviden de mi.

Capitán.- No se preocupe, ahí van a estar todos los fines de semana, van a estar un

chingo de horas hasta que les salgan ampollas en la mano y se queden sin

voz.

Tiburón.- De lo otro, ya sabe.

Capitán.- Sí, ya sé.

Fin de la llamada telefónica.

Oficial.- ¿Y ahora, pa’ dónde?

Capitán.- Calma, calma.

Oficial.- Ahí están.

Capitán.- Acércate despacio. Este arroz ya se coció.

XII

En La Vero, el Animal recoge del mar unos paquetes.

Animal.- Ayúdame con éste, pesa mucho.

Cananis.- Voy.

A lo lejos se escucha el ruido de una propela que abre el mar.

Animal.- ¿Oyes? ¡Ya nos chingaron los azules!

Cananis.- Cálmate. Los aparatos no ven nada.

Animal.- ¡Está muy cerca! ¡Oigoel ruido de su motor!

Cananis.- Ha de ser otro pescador loco.

El Animal termina de subir la carga.

Animal.- ¿Y los demás paquetes?

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Cananis.- ¿Cuántos son?

Animal.- Como seis.

Cananis.- Son todos.

Animal.- Pero siempre son como quince.

Cananis.- Pero ahora son éstos. Ábrelos.

Animal.- No’mbre. Ni loco. ¿Pa’ dónde?

Cananis.- Pa’ ningún lado. Ábrelos.

Animal.- Oye...

Una pistola en la mano de Cananis. Una luz roja en la frente del Animal. Una Yamaha

300 en neutral.

Cananis.- Abre esa.

Una amenaza. Unas manos con miedo abren un paquete. El horror. Una cabeza, la de

Vero, en las manos del Animal. Un grito. Un disparo. Paco tiempo después un cuerpo

que cae al mar amarrado a un ancla.

Cananis.- Ve a buscar a tu virgencita.

Un ruido de motor cada vez más cercano. Llegada del guardacostas.

Capitán.- ¿Listo?

Cananis.- Sí.

Capitán.- ¿Lo mataste?

Cananis.- No. Anda buceando.

Capitán.- ¿Dónde están las fotos?

Cananis.- No habló.

Capitán.- ¿Cómo chingados no?

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Cananis.- Pues no habló. Por más que lo torturé no habló. Lo despellejé vivo y no

habló.

Capitán.- Se va a encabronar el Tiburón.

Cananis.- No pude hacer más. Dame la bomba.

El Capitán le da a Cananis una carga de explosivos que colocan en la Vero. Luego el

Cananis sube al guardacostas.

Cananis.- Hasta luego Yamajita.

Capitán.- ¿Qué?

Cananis.- Nada.

Un guardacostas que se aleja. Una lancha con restos de un cuerpo destrozado. Un

Yamaha solitaria y nostálgica. Una explosión.

XIII

Cananis.- Dice mi informante que no era el Animal. Que el soplón es otro. Por eso no

me dijo lo de las fotos. Y yo que lo despedace vivo, pobre cabrón.

Tiburón.- ¿Quién es el hijo de su chingada madre que les da el pitazo a los gringos?

Cananis.- El Capitán.

Tiburón.- Pero, ¿cómo?

Cananis.- Los gringos lo tienen agarrado de los güevos. Dicen que tienen a su hijo en

la cárcel.

Tiburón.- Chingada madre. ¿Te gusta la caguama?

Cananis.- Algo.

Tiburón.- Vamos a Peñasco a comernos una.

Cananis.- Es muy peligroso volver. Está muy caliente la cosa. Hay mucho traidor.

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Page 38: El mar, muy adentro. Noche. Semipenumbra. Un ruido que se ...files.larendija.webnode.es/200000056-9630696735/yamaha300.pdfAguaruto es la tierra de los más cabrones. Ahí hay una mata

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Tiburón.- Ni pedo, de algo tiene que morirse uno.

El Tiburón inicia la salida dando la espalada a Cananis. Éste saca su pistola y apunta a

la cabeza del Tiburón.

Cananis.- Hasta eso.

Guarda su pistola.

Oscuro final.

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