el mar de la oscuridad

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    En los linderos de Osaka, en los albores de la primer maana de primavera de la segundamitad del primer siglo, Kiyoaki camina entre la densa y espesa nieve que a medida queavanza le va robando sensibilidad a sus pies.

    Mientras camina entre la increblemente blanca nieve de primavera va percibiendo a supaso reflejos de la reciente destruccin; vehculos abandonados, casas desiertas, aparatossepultados, pantallas transparentes, cables tirados, materiales para construccin, incluso alo lejos, a su izquierda, est seguro de que advierte las extremidades plateadas congeladaspor el fro de uno de esos hbridos animales androides que tanto furor ocasionaron laNavidad pasada, Kiyoaki est casi seguro de que hay un macabro orden en todo este caosglido matinal, imagina que antes de que l pisara este remedo de bosque alguien (oalgunos) acomodaron cada uno de los escombros y objetos inservibles enterrndolos en ellugar especfico que les corresponda, como se ordenan todos los elementos de unaescenografa antes de que inicie la obra.

    No haba sido la primera tormenta magntica solar pero si la ms furibunda de la que setuviera memoria, prcticamente toda la tecnologa haba fenecido sumisamente al enojo desu majestad solar. El asistente personal Mashimi-Y de quinta generacin que orbitaba sobresu hombro derecho funcionaba a la perfeccin pues haba sido activado despus de latormenta solar. Inmediatamente despus de la tragedia magntica una masa invernalcomenz a tragarse Japn, avanzaba con premura, como si tuviera la encomienda deconvertir a la isla principal en un cadver helado lo ms rpido posible. Los habitanteshuyeron despavoridos al sur, los vientos voltearon las plsticas viviendas vaciando su interiorcomo un nio vaca la caja de sus juguetes slo para ver que hay al fondo.Lo ltimo que supo de Satoko es que ya haba podido llegar a Kyoto hace dos das por loque tena la esperanza de que pudiera haber alcanzado refugio en Osaka, segn el

    Mashimi, Kyoto haba colapsado hasta los -19 grados centgrados en la madrugada deayer. La situacin era crtica.Para olvidarse de que no recordaba a partir de qu momento ya no senta sus pies sedeleitaba en el bello rostro de Satoko, siempre era una incgnita, se preguntaba cmo serasu cabello cuando la viera Sera ese largo y profundamente oscuro lago de cabellos negrossin ningn aditamento como se sola portar a finales del siglo pasado o portara ese capuchahasta el hombro de cabellos dorados impregnada al azar de hilos plateados que sonabancomo cascabeles cuando ella rea y agitaba la cabeza graciosamente? No lo saba y le erabueno no saberlo pues eso mantena su espritu distrado; distrado del hecho de que cadavez que tosa y cubra su mano con la parte inferior de su codo como de costumbre ste sellenaba de flemas con sangre que limpiaba con la otra mano y restregaba en la nieve,distrado de que cada 3 minutos el Mashimi le alertaba de los anormales 40 gradoscentgrados de su temperatura corporal, antes de la tormenta hubiera mandado con xito unmensaje a la estacin mdica ms cercana y de sta saldra una ambulancia que lerecogera y atendera, pero ahora con el espectro electromagntico daado y la estacinmdica a cientos de kilmetros slo se limitaba a advertir a su amo de la gravedad de sucondicin sin obtener respuesta. Kiyoaki no portaba ropas suficientemente abrigadoras puesdespus de haber salido de Shiso hacia Kyoto a mitad del camino se enter de que Kyoto

    http://jediael.blogspot.mx/2012/08/solo-en-el-eco.html
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    haba cado por lo que el refugio urbano ms cercano (para l y se podra decir que tambinpara Satoko) era Osaka, as que intercambi su abrigo con un compatriota de Kyoto poruna minivespa que fall a 35 kilmetros de Osaka segn estimaciones del Mashimi; suesperanza era que Satoko hubiera logrado llegar hasta ah. En eso radicaban todas susesperanzas.

    Realmente en ese hecho improbable se agrupaban todas sus esperanzas, improbableporque Satoko iba sola y con pocos crditos en su cuenta e improbable tambin porquerealmente no saba si Satoko querra estar ah, de hecho era ms probable que estuviera enNara treinta y tres kilmetros al este de Osaka, Por qu en Nara? Porque vivi gran partede su infancia ah y le encantaban la multitud de templos en ella pero era ms probable quefuera porque Kiyoaki le haba pedido que se fuera a Osaka, y estando prcticamente a lamisma distancia Nara y Osaka de Kyoto es probable que se hubiera refugiado en la msticaNara para evitar que Kiyoaki la encontrara en Osaka porque Quin querra verse con unhombre furibundo que en pleno acto de desconfianza descarga una pltora de palabrasaltisonantes por un acto que ni siquiera existi mas que en la malsana y celosa imaginacinde l? Kiyoaki saba todo esto pero prefera distraerse imaginando como sera el cabello deSatoko cuando la viera.Estaba ya entrando a la ciudad. A lo lejos, totalmente cubierto bajo el imponente yterrorfico manto blanco, el alargado, benvolo y otrora siempre verde monte Ikoma seperfilaba frente a l como una frontera inalcanzable, atrs de l se encontraba Nara.Conforme iba avanzando sus sentidos iban menguando, alternaba la vista entre uno y otroojo pues las pasivas lgrimas no dejaban de brotar y nublarle la visin, el interior de su narizestaba al rojo vivo lacerada por tantos embates de aire fro, respirar se haba vuelto unadolorosa necesidad.Ni siquiera pensaba en qu le dira cuando la viera, pues sus esperanzas eran slo verla,verla y despus... quin sabe. Solo necesitaba verla para impregnar su vista con su imagen.

    Cul sera el marco de esa imagen? Negro imponente o Rubio dorado?Distrado pisa una rama seca y su propio peso es suficiente para romperla, el crujido serepite varias veces despintndose gradualmente conforme avanza por el aire. Kiyoaki creeque el crujido es tan fuerte que el sonido viaja hasta el muro del monte Ikoma y ste como enreverencia le devuelve el sonido debilitado. Kiyoaki tiembla y deja de razonar.Aunque lleva otro trozo de rama en su brazo para usarlo como bastn se olvida del mismo ycae de rodillas sobre la nieve, estira el brazo de la rama e intenta apoyarse pero al estirar larama hacia el piso impacta contra un objeto metlico cuyo sonido estruendoso vuelve aproducir eco. Esta vez el sonido viaja hasta el guardin Ikoma como una peticin de unvisitante para poder entrevistarse con la Abadesa, el guardin responde en voz ms baja:"no". Con lo poco de cerebro que le queda a Kiyoaki sabe bien que si no la encuentra en

    Osaka caminar hasta Nara porque tambin sabe con certeza que ah est, en estemomento Kiyoaki lo sabe todo.Intenta levantarse pero de nuevo cae, esta vez de costado y queda tendido sobre el lechonevoso que en cuanto detecta el cuerpo ardiente de Kiyoaki sobre de s se lanza sobre l adevorarlo con mordidas de fro, sobre l diminutos copos de nieve aterrizan sobre su febril yblanca piel derritindose casi al contacto pero dejando su picadura para luego morir comokamikazes abejas de hielo. Cierra por un instante los ojos lagrimosos y de repente, ocurre;

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    desde el suelo y a pesar de su vista ya nublada percibe una silueta acercndose casiflotando con cabellos de oro, brillantes como el sol que se supone est detrs de las gruesasnubes blancas y grises como escondindose avergonzado. Era Satoko que se vea al menoscinco aos ms joven, como de quince, vena caminando con las manos juntas juntas sobresu regazo con un vestido blanco casi transparente, sin mangas, de primavera. En su cara

    haba una expresin de asombro y duda como quien no sabe qu es lo que tiene enfrente,pero pronto cambia y se dibuja una sonrisa del tamao del mundo y grita "Kiyo!"Kiyoaki grita el nombre de su querida y el sonido de su voz sale de su interior y corre haciaella sobre el viento apenas un poco ms rpido que el mismo Kiyoaki, le toma la delantera,llega hasta la primaveral y radiante Satoko, la atraviesa y la desvanece, sigue viajandoimpvido, llega hasta la meta, le ofrece una referencia al guardin quien le confiesa unmensaje para su dueo, regresa apresurado para comunicrselo, se encuentra al Mashimiflotando solo gritando desesperado y encendido en rojo, se da cuenta que su dueo no est

    y que pronto l tambin morir solo en el eco.

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    Satoko crey escuchar su nombre fatalmente pronunciado. La bella y morena Satokoenvuelta en una felpuda y larga cortina arrancada de una casa habitacin vaca hace 5

    kilmetros crey percibir en sus frgiles y tiernos odos cada una de las letras que conformansu nombre. Estaba casi segura de que sobre las glidas ondas blancas invernales viajmoribundo su nombre ilustre. Pero con ese terrible dolor de cabeza causado por suprolongado insomnio no pudo discernir si en verdad fueron reales aquellos sonidos. Hubierasido ms fcil haberlos visto.Pobre Satoko, por intentar dormitar un poco se alej del grupo de viajeros que se diriganhacia el sur y qued sola en el camino hacia Nara. En verdad era difcil ser Satoko en esemomento, desde hace poco ms de dos das se ha visto envuelta en un peregrinajeapocalptico hacia alguna clase de esperanza difusa. No poda dormir pues tena que viajartanto de da como de noche porque as lo haba dispuesto el grupo de sobrevivientes a los

    que se ali en Kyoto.Pero entre pasos y pasos uniformes, constantes, aburridos y desgastantes su conscienciaentraba en modo automtico y su irracionalidad afloraba. Desde hace casi tres das unaparte de su mente trata neciamente de concluir el sueo que inici. Sueo dudoso y confusoque consista ms en destellos fnicos que epifanas visuales como la mayora de los sueos,cuando el cerebro de Satoko se escapaba de su crneo para tomar aire fresco sufra unadeliciosa sinestesia armnica, sinfnica y colorida.Crea ver el aire y distinguir los diferentes colores de los sonidos que por lo regular sloescuchamos pero no vemos. Cuando usaba esta visin metafsica, el cielo diurnoaparentemente blanco por las nubes apelmazadas all arriba que reflejaban la palidez totalde la nevada extrema que cubra ms de medio Japn se vea completamente oscuro, como

    si mirara el negativo de las cosas.Pero no slo era ese el cambio extrao que perciba la blanqusima Satoko, como ya semencion vea las ondas del aire, poda observar con esos finsimos y delicados ojos suyosque el aire que sentimos est en realidad conformado por ondas vectoriales de trayectoriaespiraloide, que el viento en realidad est formado de multitud de hebras que se enredan yse encuentran y chocan contra las cosas. Las haba de diferentes tonalidades pero lamayora era de una tonalidad rosada purprea extremadamente brillante y hermosa que encontraste con el cielo y suelo oscuros generaban una contradiccin cromtica elegantsima.Ella vea el viento.Pero no slo eso sino que a lo largo de estos das haba aprendido a diferenciar los diversostipos de vientos segn la saturacin de color de las ondas. Satoko haba identificado porejemplo al viento dbil, que es aquel que es muy plido, casi gris cuya capacidad no pasade hacer temblar unas cuantas hojas, al viento invernalque se alimentaba del calor de laspersonas y cuyas hebras eran ms gruesas y de tonos violentamente violceos, el vientodragnque era el ms grueso de todos, de un prpura muy intenso y era el que volteabacasas y mova escombros segn su catica voluntad, y por ltimo estaba el por ella llamadoviento divino, fue el ltimo que pudo identificar y nombrar segn sus designios. As eraSatoko que tomaba como natural el derecho de bautizar a los vientos.

    http://jediael.blogspot.mx/2012/09/el-sueno-de-satoko-alejandotealejo.html
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    El viento divino(llamado as en remembranza de aquel cmic tan famoso del lustro pasadosobre aquellos antiguos samuris locos e insurrectos) de principio poda confundirsefcilmente con el viento dbil pues su color es muy plido y grisceo pero al observarlofijamente se puede apreciar cmo conforme avanza sobre el espacio se va engrosando y sucolor se va tornando plateado brillante, pero a pesar de que puede llegar a ser casi tan

    grueso como el viento dragn este viento tiene la particularidad de no poder mover nisiquiera un pice a la ms dbil y pequea de las hojas pues este viento transporta sonidos,sonidos visibles en forma de palabras que se dibujaban sobre las ondas plateadas conformestas se van desenvolviendo, era importantsimo tener la vista fija sobre estas ondas puesconforme se mantena la vista fija stas iba engrosndose, tindose del glorioso plateadode las katanas de antao, aparecindose sobre ellas lneas, lneas que formabanideogramas, ideogramas que se unan para armar palabras, y as montando mltiplesondas, las palabras cabalgaban hasta que como caballos desbocados se apelmazabansobre un punto de fuga distante en el horizonte y formaban frases, y si se les seguaobservando con vista inmvil pareca que las frases dibujaban siluetas pero la ms leve delas distracciones era suficiente para interrumpir el mstico concierto y destruir todo paravolver a ver cielos grises y suelos nevados.Satoko intentaba vivir entre la desdicha de seguir huyendo hacia el sur para alcanzar lasupervivencia o el inexplicable deleite de ver palabras cabalgando como caballosdesbocados sobre el viento divino.Cuando caminaba semiconsciente, intentaba que una parte de su cerebro dirigiera sus pasos

    y que la otra parte tratara de recordar las palabras y frases que crea haber visto:Pero es que yo nunca __ _____ herir\Yo siempre _____ protegerte\Ahora _____ distante,_____ lejos, yo ____ y t all\Veo ___ me alejas, veo que te _____ y lloro\Hablas,__________ y pruebas ___ ___ te fall\Y te vas _____\ Muy lejos\ ______ de m\Yo soycomo __\Sufro de la_____ ______ que t\Lloro _____ ___ t\Pero esta ___ ____ la ltima

    ___\Morir ___ ti ___ ltima vez\ Y ser ____ tuya__ ltima _______La ltima vez que pudo aguantar con la fija vista hasta que ambos ojos se le llenaron delgrimas por el esfuerzo visual crey distinguir que todas estas frases entrecortadasformaban a pedazos la silueta de un joven varn vestido a la usanza del siglo antepasado.Por supuesto que ese joven era Kiyoaki.Kiyoaki, ese joven imperfecto que seguramente Satoko conocera mejor que nadie, ese chicoque la ltima vez le grit en un arranque de celos enfermizos, ese chico que la haba dejadoplantada en el retroteatro no una sino dos veces, ese tipo del que se avergonzaba ante susamigos por la extravagante mana de usar kimono como hace casi doscientos aos, esemismo al que le propinaba el castigo extremo dirigindose hacia Nara en vez de Osakacuando las distancias hacia las dos ciudades eran casi iguales y cuando le haba pedido,

    rogado, explcitamente que se dirigiera a Osaka. Ese muchacho dueo de su corazn auncuando se engaaba a s misma dicindose que jugaba con l porque se lo mereca. Porqu era as? S, es cierto, Kiyo era estrafalario, impulsivo y hasta quiz anticuado, pero ellaacaso no era poseedora de una no menos extensa lista de vicios que en conjunto con susmltiples y bellas virtudes conformaban la perfeccin a los ojos de Kiyoaki?Ella saba que un sentimiento tan profundo y devoto como el de Kiyoaki no lo encontrara

    jams en ningn otro talento, no lo encontrara porque no existe afecto tal para m

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    engabase Satoko. Ella saba que aun estando en Nara l avanzara los 33 kilmetros slopor verla, incluso ella sabe que l slo se conformara con verla, ella sabe que podra perderla vida slo por verla, vivir en estos tiempos era un lujo cada vez menos frecuente y sabaque Kiyoaki no dudara en intercambiarlo por un lujo mayor como consideraba la belleza desu mirada. Ella saba que probablemente Kiyo sera el nico ser viviente que se interesara

    tanto por hallarla. Satoko lo saba todo.De repente se cans de saber tanto, de usar tanto ese lado del cerebro casi hasta el puntodel desgaste y advirtiendo un viejo y hermoso ciruelo seco se postr sobre su inclume tronco

    y en pocos parpadeos entr en esa visin alternativa de cielos negros y ondas prpuras.Desde el extremo opuesto al horizonte se escuch un choque de espadas y Satoko al voltearpudo ver cmo al blandirse partieron el viento hacindolo sangrar destellos violceos, queatravesaron temerosos todo el cielo oscuro. Pudo ver ntidamente los sonidos agudos quproducan. Detrs de stos cabalgaban hebras de viento divino, volaban hacia el este,provenan de las faldas del monte Ikoma y Satoko vea tambin a lo lejos, al pie del granguardin Ikoma, una silueta, una silueta que se pareca a ella, era como su reflejo, se veams joven y con los cabellos de oro "me cambiar el cabello para cuando me vea" dijo paras Satoko la bella. Y atravesando su silueta, con direccin al horizonte vea las palabrascabalgar el viento: perdn, amor, reconciliacin, llenura, superar, perdonar, empezar,soar, obviar, aceptar, comenzar los verbos brillaban tanto que lastimaban su vista, y aslas palabras que provenan del oeste pasaban frente a sus ojos y ella las segua emocionadacon rumbo al horizonte. Pero acaso Satoko no saba que persegua slo una ilusinalejndose cada vez ms de la fuente primigenia, real y original? S, como lo dijimos Satokoera la reina en ese entonces, lo saba todo, pero se deca a s misma que estaba soando.Y debajo del ciruelo disecado, sobre la fastuosa alfombra blanca yace la princesa nbil ygraciosa como ninguna que es Satoko.Y Satoko suea que suea aunque por ahora slo duerme y se aleja, est casi por perderse

    cuando reacciona y voltea hacia el oeste y lo ve, ve como Kiyoaki, su Kiyoaki, valiente ygallardo salta sobre las hebras de viento divino para avanzar ms rpido, ve cmo vaavanzando rebanando enemigos a su paso con su brillante espada de luz, llegando haciaella que se ve casi transparente. Y Satoko piensa Creo que esta ser mi ltima sonrisa. Tement y me ment a m misma. Quin me cre? Cmo fue que me cre capaz de hacer elsacrificio de soportar mis propias mentiras? Le ment, te ment y me ment. Por qu lo hiceas? Pero al ver a Kiyoaki tan cerca todo lo olvida y al escucharlo pronunciar su nombre sucorazn se inflama, Satoko ve y escucha su propio nombre y se da cuenta por primera vezde lo hermosa que es y quiere pintar con su voz el nombre de Kiyoaki, quiere pronunciarlocomo nunca nadie lo ha pronunciado en agradecimiento, quiere que su valiente nombrecabalgue sobre el viento divinopero al despegar sus hermosos labios slo el silencio de la

    nada sale de ellos.

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    La noche era insegura y cada vez ms fra. En lo alto de ese edificio casi totalmenteabandonado, la joven pareja se acurrucaba solemnemente disfrutando de su mutuacompaa y completo aislamiento del resto del mundo. Bajo sus pies ululaba la vieja y

    siempre alborotada Tokio, ensimismada en sus mltiples quehaceres y casi cotidianasprevisiones; desde all arriba el miedo, el temor, la desolacin, la pobreza el abandono y ladesesperanza se oan muy lejanos y se vean muy pequeos y distantes.Frente a ellos, a lo lejos, se vislumbra el inamovible monte Fuji (Fujisan) y sobre l laincontenible luna de octubre. A pesar de la artificial iluminacin que subsiste sobre lacansada y ptrea piel del Fujisan (y que le da una brillantez imposible de inadvertir) larebosante luna le opaca con sus majestuosos y plidos rayos que baan a todo el Japn.-Definitivamente se ve mejor as el Fujisan- exclama Kiyoaki sin dejar de rodear con su brazoa la nbil Satoko quien slo le responde con una tmida sonrisa-De las cosas buenas que dej el huracn del mes pasado sta precisamente fue la mejor,

    sin publicidad pero con los leds rotos aun prendiendo y apagndose de noche sobre susfaldas se ve maravilloso- Satoko slo suspira y vuelve a sonrer acurrucndose ms junto aKiyoaki.En ese momento Satoko le escucha pero escucha tambin a su corazn y a sus sentidos quesin querer compiten con la voz de Kiyoaki -Se ve como un enorme rbol de Navidad-contina Kiyoaki -Y si la luna se posar exactamente sobre la cumbre sera como la estrellaque va hasta arriba- Y Satoko lo escucha pero escucha tambin el brillo intermitente de lasfaldas del Fujisan, escucha el calor que no se escapa de sus cuerpos para no morir en elfresco de la noche, escucha el aroma varonil que impregna el kimono de Kiyoaki, escuchatambin los rayos de la luz de luna cayendo sobre su cutis dotndole de extrema belleza ybrillante lozana a la vez que enmarcaba en plida gallarda el rostro de su amado, escucha

    el infortunio de todos los que estn all abajo lamentndose (piensa Satoko) por no estar enese preciso momento en la cima de la torre Ying Chan contemplando la luna sobre el Fujisanabrazados a Kiyoaki Ayakura; se senta a la vez tan triste por ellos y a la vez tan feliz aldescubrirse poseedora de una felicidad tan nica que no poda dejar de sonrer.Escucha tambin los recuerdos de su infancia en Nara cuando miraba desde su cama por laventana a esa misma luna a travs de la minscula cuadrcula del mosquitero elctrico. Lecausaba una gran gracia el saber que la misma compaera de muchas de sus solitariasnoches de infancia en casa de su abuelo estaba ahora sobre el Fujisan atisbandomorbosamente como una cmplice mejor amiga adolescente y sonrea.Kiyoaki por el contrario se admiraba del Fujisan, tan ufano, sabedor de que aunque maanamismo toda la raza humana se extinguiera l seguira tan alto como siempre, tan fuerte comosiempre, su blanca cabellera (aunque cada mes menos extensa) seguira existiendo,realmente no se inmutara en lo ms mnimo pues sabe que a l le quedaran muchos mssiglos de existencia, -Qu decir de la luna- pensaba para s Kiyoaki, -An despus de que elFujisan sucumba ante el prolongado pero inevitable colapso ella seguir triunfante reinandosobre el cielo- Definitivamente la luna resultaba ser la vencedora en este supuesto duelo delongevidad que la mente de Kiyoaki maquilaba.

    http://jediael.blogspot.mx/2012/12/luz-de-luna-que-dure-hasta-el-alba.html
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    Contemplaba con envidia a estos dos pues saba que su situacin como ser humano era tanimpredecible como le de cualquier compatriota suyo; la economa tan fluctuante, losdescontentos sociales y la naturaleza y el clima que se comportaban cada vez msfrecuentemente como el casero que intenta por cualquier medio deshacerse de sus molestosinquilinos. Saba que a sus 23 aos la vida era cosa frgil que casi a diario temblaba

    timorata como la hoja otoal mecida por el viento.Satoko an en medio de tantas voces poda or su felicidad, le costaba un poco de trabajoreconocer su raro timbre de voz pero saba que era ella y estaba seguro que con Kiyoaki asu lado lograra muy pronto identificarla fcilmente.Kiyoaki albergaba pensamientos terribles pues al ser l varn, lder de la relacin y alprodigarle un amor tan sincero a Satoko se preocupaba por ella y por su futuro; saba de lascada vez ms agresivas presiones internacionales, y de la incertidumbre que traa consigo el2050. Antes no le preocupaba nada, se podra decir que era un nihilista como tantos de hoyque tratan de sacarle el mayor provecho al da de hoy pues no poseen la certeza delmaana pero eso era antes, antes de Satoko; ahora el hecho de estar enamorado leconfera preocupaciones y ansiedades jams previstas. Y de repente estos pesares leasaltaban a tropel y lo llenaban de ansiedad pero debajo de esa ansiedad se podaencontrar el orgullo que Kiyoaki senta de s mismo por acojinar dentro de s un amor tanresponsable.Parece que todos los sentidos de Satoko no son suficientes para consumir toda esta felicidadapacible y nocturna, de repente se le ocurre tener seis, siete u ocho sentidos pues los quetiene no le alcanzan. Es por eso que su entendimiento se embota y slo percibe que aqu yahora est en el lugar ms hermoso, con el hombre ms hermoso, sintiendo el calor mshermoso y bandose con los rayos de luna ms hermosos. Los ojos de Satoko brillan detanto gozo y parte de l escapa por su boca en forma de clido y hmedo suspiro.Kiyoaki siente celos del Fujisan y de la luna pues quisiera tener aunque sea una pizca de su

    fortaleza, de su incolumidad; ser tan fuerte como la montaa y proteger a su amada; ser tanradiante como la luna para guiarla y alumbrarla, y es entonces cuando le invade el miedomenos malsano de todos, el miedo de no poder cuidar ni proveer a su amada como lquisiera y su pensamiento apesadumbrado le quiere atrapar cuando siente en su mejilla elclido y suave tacto de los labios de Satoko y escucha el tronido del ms dulce de los besosprodigados y Kiyoaki encuentra valor y sabidura en ese beso.-El Fujisan es tan fuerte porque jams podr enamorarse, su fortaleza radica en suinmovilidad y es por eso que es tan fuerte; la luna es hermosa porque es inalcanzable, nadie

    jams llegar a dominarla para s. Su naturaleza obedece as porque no son seres vivientescapaces de amar o rer. Si el Fujisan se enamorara de la luna sera eternamente infelizporque no podra hacerla suya nunca y si la Luna fuera seducida por la fortaleza del Fujisan

    morira de angustia sabedora de que la distancia es mucha para ser amada. Resultaentonces una grande bendicin el ser humano! Resulta una agradable ventaja el ser tanfrgil y efmero pues al ser tan ligeros somos capaces de movernos y encontrarnos unos aotros y entregarnos mutuamente-. Kiyoaki hace este gran descubrimiento y re slo. Satoko lomira feliz y aunque no tiene idea de lo que pasa por su mente no le inquieta saberlo puesmientras su amado est con ella y sea feliz Qu objeto tiene saber algo ms?

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    Satoko le besa de nuevo y se dio cuenta de que ambos son bendecidos pues cuentan con unmedio de comunicacin ms efectivo que cualquier asistente personal de quinta generacin(dbiles ante el embate de las tormentas solares). Tenan a la luna que fungira como unaespecie de espejo que permite visualizar lo que pasa a nuestros lados sin siquiera movernada ms que la vista. Qu oportuno descubrimiento! Justo la ltima noche antes de que se

    separaran (l tena que hacer un viaje a Shiso y se veran en Kioto das despus)! Estuvieranen la latitud que estuvieran ambos podran mirar a la luna sabiendo que en algn otro lugarde este mundo los ojos del otro podran posarse sobre el disco de la hermosa doncellaplateada y sus ojos, sus vistas, convergeran en un mismo punto en el cielo. Qumaravilloso! Nunca ms estaran incomunicados pues ahora la luna sera su invenciblemensajera. Quiso comunicarle este gran hallazgo a Kiyoaki y cuando volte a verlo tom surostro con sus delicadas manos y al verlo tan tranquilo recibiendo los rayos de la luna le besapasionadamente confiando en que sus labios le contaran a los de l su descubrimiento. Erademasiado amor entre aquellos dos jvenes que la comunicacin flua entre ellos de formadiferente. Era tanto el amor que se anidaba en sus cuerpos tibios unidos al tacto, que el froinsolente trataba de destruirlo con envidia y ellos lo notaban pues en sus rostros (los nicoselementos de su cuerpo que no estaba propiamente abrigados) podan sentir frecuentementelos severos embates de las fras rfagas de las alturas.-Quisiera amarte as siempre, bajo la luz de la luna- Atina a decirle sonriente Kiyoaki -Peroel da siempre tiene que llegar- Contestle Satoko -Pues en tu piel blanca podr encontrarsiempre el recuerdo plido de la luz de la noche. Y aunque el da llegue si despierto y estsa mi lado sabr entonces que la luz de la luna me bendice an en el alba- Y con una mediasonrisa hundi su mano en el brillante cabello de tras su nuca y se acerc hacia ella. YKiyoaki y Satoko eran felices. Pero la noche era cada vez ms fra...

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    ngeles revoloteaban sobre aquellos dos. Aunque separados, los una en sus corazones laconfianza irremplazable, inconmovible e indescriptible de saberse y sentirse amados, unopor el otro respectivamente. Las bondades del amor verdadero los perseguan, las virtudes

    del sacrificio de priorizar la existencia de otro por encima de la suya les bendecan y leshacan ser felices siempre.Pero todo cambi (o dejaron que cambiara).Se ha dicho siempre que lo simple es hermoso, por lo que, cuando aparece la complejidadla fealdad tambin se hace presente y lamentablemente el amor cromado que haca posiblela relacin de Kiyoaki y Satoko comenz a ser complicado. Y cuando las complicaciones seapilan y son algo as como cinco o ms la debacle es casi inminente.Injusto sera hacer partcipe de este desgarre emocional a la distancia pues al principio y envarias ocasiones su ubicacin geogrfica ya haba sido distinta y haban hecho realidadaquel adagio occidental que dice que "la distancia es al amor como el viento al fuego,extingue el superfluo pero aviva el intenso"

    ; no, lamentablemente as como su romance fueconstruido slo por ellos dos, la culpa de la derrota tambin se reparta en partes iguales. Encuanto se separaron en Tokio la degradacin comenz.Al pertenecer ambos a cierto crculo (o polgono) social era obvio que hubiera mltiplesrelaciones en comn con conocidos y amigos de ambos, y lamentablemente a travs de estemedio consistente en terceras personas Kiyoaki se enter de la interaccin que hubo entreToru y Satoko justo al otro da que el parti hacia Shiso. Interaccin fortuita y por demsmnima pero que sirvi como vlvula de escape para todo lo que se ocultaba bajo lascaricias y las palabras dulces de ambos. Satoko saba que si haba una persona que eraconsiderada non grata para Kiyoaki era precisamente Toru (ese muchacho alto, delgado,fornido de piel blanqusima y cabello negrsimo) por aquellos episodios que tuvo que ver con

    l en el internado hace algunos aos, ella lo saba pero ansiaba dentro de s que Kiyoaki selo expresara directamente que le dijera "ese tipo me cae mal" y sentirse celada, sentirsepropiedad de alguien, sentirse capaz de nublar el raciocinio de un hombre y provocarsentimientos malsanos por un amante anterior, Satoko anhelaba eso pero Kiyoaki trataba deno ser fiel a sus propios ideales anticuados (as los llamaba Satoko) y pretenda ser uncompaero sentimental moderno que no daba pie a conceptos tan en desuso como los celos.Kiyoaki soaba despierto con traspasar a Toru con una katana (objeto tambin antiguo)cada vez que su memoria (o Satoko muy adrede) lo resucitaba. Pero queriendo simpatizarcon la moderna Satoko ocultaba su verdadero resentimiento en un esfuerzo de agradarlems a ella y conformarse a su personalidad. Pero esa vez fue demasiado y el completamentealeatorio encuentro de Toru con Satoko en la casa de los tallarines flotantes y compartir conl el brunch (un amigo en comn que sala de ah en ese instante los vio y le coment aKiyoaki) fue la aguja que revent el frgil globo de la farsa de Kiyoaki que contena ira yresentimientos, y con tanta presin Kiyoaki se exasper y su imaginacin se embot y secrey sus propias mentiras al extrapolar los hechos e inventando prfidas historias infieles einexistentes. Pobre Kiyo, debi de haber hablado directamente con su querida Satoko hacetiempo y no hasta ahora con una pantalla y lejos de ella. Satoko aunque en la pantalla seoa y se vea molesta por dentro era inmensamente feliz, se regodeaba al ver la cara

    http://jediael.blogspot.mx/2012/12/la-corrupcion-de-lo-hermoso.html
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    furibunda de su amado y se jactaba de su victoria dicindose a s misma "yo saba queestaba celoso", pero sin saberlo (como casi siempre) Satoko se estaba metiendo en terrenoscomplejos, terrenos donde habitaba la maldita confusin y mientras estaba discutiendo conel joven del kimono en su pantalla se le ocurri que esta sera una excelente oportunidadpara "darse un tiempo" y descansar un poco de su anticuada pareja y sus gustos

    estrafalarios porque de ese mismo crimen era culpable la bella Satoko: tampoco haba sidodel todo sincera, pues internamente no comparta los ideales del siglo pasado que Kiyoakienarbolaba casi a diario. De repente se le haba hecho lindo haber encontrado a un hombreque hablara de modales, caballerosidad y conceptos tan ambiguos hoy en da y como todanovedad y rareza tienen un brillo inicial fue atractivo para Satoko pero esto resultaba seralgo muy alejado de una comparticin de ideales, en su interior Satoko pensaba queKiyoaki estaba loco pero no le coment nada nunca porque...para qu hacerlo? Adems,que no era obvio que ella no crea en nada de lo que Kiyoaki siempre peroraba? QueKiyoaki no se haba dado cuenta de que ella no comparta sus ideas raras? adems si l losaba (segn Satoko) y no haba dicho nada hasta entonces No poda Satoko dar porentendido que l no tena problema en que ella no creyera ni un pice de lo que l crea?Aparte ya haba sido mucho tiempo y muchas las ocasiones en que Kiyoaki se habaconvertido en una molestia y un obstculo para sus mltiples eventos sociales con sus amigashijas de los amigos de su padre. Ya se haba cansado de que Kiyoaki aprovechara cadamomento para expresar su "condena para con el estilo de vida de la juventud del Japn del2050", ya haba sido demasiado. Lo quera? Claro que lo quera, ni siquiera ella sabacunto lo quera pero en ese entonces no lo saba no quera saberlo y se decidi acomunicarle con tres frases y un meneo de cabellera que su relacin haba terminado.Porque Satoko pensaba que tena que seguir con el guion socialmente establecido en el queella como mujer esplendorosa deba hacerse respetar y abandonar a ese maniticocelotpico, adems Ya iban dos veces seguidas que la dejaba plantada en el ltimo mes!

    Esto definitivamente tena que terminar. (Hasta esa excusa hubiera sido mejor pues otrarazn se asomaba tmidamente dentro del corazn de Satoko y era que ella misma no secrea capaz de poder despertar en un hombre como Kiyoaki un sentimiento tan profundo ygenuino) Desafortunadamente Kiyoaki haba escuchado un discurso similar en el cual se leinvitaba de la manera ms atenta a abandonar a esa insensible y soberbia arpa que slopensaba en s misma y hacerse respetar y valer como el hombre que era."Ya tuvo su oportunidad" se deca Satoko, "No es justo que me est desgastando as" sedeca Kiyoaki. "Soy muy joven y muy bella para estar con ese tipo", "Es muy hueca ysuperficial, no creo que me entienda", "Estoy hart@, no puedo ms" y dems mentirasbaratas y repetitivas se regalaban a s mismos.Pero a pesar de todos estos demonios alados (pues se mueven con rapidez) su amor aunque

    daado segua vivo, el golpe definitivo y funesto fue cuando se abandonaron a sumediocridad y ambos bajaron los brazos al mismo tiempo. Obviamente haba habido peleas

    y discusiones con anterioridad pero siempre uno era ms fuerte que el otro, se permitacargar con ms dolor y menos orgullo y haca las gestiones necesarias para salvar larelacin y el otro no tena opcin mas que acceder embelesado por el espectculo de amorrutilante que el otro le haba obsequiado. Pero esta vez ambos fueron engaadosmutuamente, uno por el otro, y decidieron abandonar la paciencia y abrazar la valenta de

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    recuperar su soledad y cometer el crimen ms humano y ms mortal de todos: mentirse a smismos. Mentirse y no ser sinceros consigo mismos, engaarse los dos pensando que susdiferencias, vicios y defectos eran ms grande que su amor pero no era as, su amor lo podavencer todo. El verdadero amor siempre puede.Y en el momento en que ella decidi irse y l no volver para buscarla los ngeles que les

    acompaaban (a veces para cuidarlos y a veces para divertirse) murieron ofuscados ante laavalancha de maldad que entr cuando la fortaleza de su amor fue derrumbada porcompleto.Cuando ambos resolvieron eso el sol se enfureci por la estulticia de estos dos jvenes quelanz furibundo un rugido flamgero de ondas magnticas y elctricas que con el tiempoarrasara a todos los archipilagos del pacfico. Sera as como morira el ltimo amor sincerodel Japn y con l toda la nacin. El sol estall y despus la nieve lleg.