el mal detras de la cerca
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Unos niños descubren en vísperas de Navidad, que están suceden cosas terroríficas en el pequeño pueblo de Danville. En la colina, una casa, detrás de su cerca, se oculta un poderoso mal.TRANSCRIPT
EL MAL DETRÁS DE LA CERCA
Las navidades son peligrosas: pero el día previo puede ser (es) peor.
La señora Heller prendió la radio con rapidez, sin soltar su tejido a crochet,
quería informarse por la tormenta, pero tampoco era tan importante
como para dejar sus quehaceres.
Había estado todo el día armando ese tejido para su nieto y una tormenta
no la detendría << Una odisea con un final ya escrito >> pensaba; ya que
aunque en ese instante se fuera a cortar la luz de toda la cuadra, ella no
pensaba soltar su tejido. Había trabajado muy duro.
La estática de la radio se arregló luego de unos segundos y la agradable y
festiva voz de BOBWGH72 comenzó a resonar en los viejos parlantes.
De fondo una de esas inolvidables canciones de Johnny Cash que todos
disfrutan, iba bajando mientras era ahogada por la voz del locutor.
- BOB (Los sonidos de inodoro, chistidos y onomatopeyas tan
típicas interrumpian e intercalaban entre letra) W
<<Bauunnggg!!!!>> G << Ssschhhuirrtt >> H << kuiiijjtsss >>
¡SETENTA Y DOS!
- ¡BOBWGH72! – Repetía ligeramente, con una audaz voz de fiesta.
- Les habla su fiel servidor, acaban de escuchar The Beast in Me del
fantástico Johnny Cash. En breve vamos a trasladarlos al mundo
del Rock’n Roll con Stooges, Iggy Pop y Sabbath.
- ¡FALTA UN DÍA PARA LA NAVIDAD! ¡Así es! Ya pasadas las doce;
buenas noches radioescuchas. La fecha exacta es veinticuatro de
diciembre de 1973 y espero que Santa ya esté preparado, mañana
será un día movido. ¿Alguna novedad de la tormenta?
- Sí Bob – Contestó el compañero – Desde la central meteorológica
llegan informes del acercamiento de la tan temida y esperada
tormenta que pasará esta noche por Danville.
- Mis conejos son: atranquen bien las ventanas, metan al perro
adentro, desconecten el televisor para evitar que se queme por
una de esas casualidades y disfruten de la música. ¿Nevará
mañana? No puedo esperar para averiguarlo.
Milda Heller cruzó sus arrugadas piernas, las tapó con su camisón de seda
y dejando el tejido de lado se durmió ante el resplandor de su vieja
chimenea. <Soñó con su esposo muerto>
Henry había fallecido hace 3 años y esa noche se le presentó en un sueño
a base de recuerdos, lindos recuerdos, jóvenes.
- No corras, te vas a lastimar – Repetía por alguna razón Henry.
- No lo haré. Pero no porque tú me lo digas, sino, porque no quiero.
- Aún estás enojada conmigo; lo siento en tu voz, cariño.
- Sí… porque te fuiste; me dejaste sola en esta maldita casa. Soy vieja,
no quiero estar sola. – Decía Milda, llorando. En su sueño lucía
joven, pero la angustia era inevitable de todas formas.
- Cuidado.
- ¿De qué?
- De las ramas.
- No hay ramas, Henry. Estamos parados sobre el océano.
- Pero las habrá.
Contra toda explicación, el Henry de ensueño acertó. Las ramas excitadas
por el lamento del viento irrumpieron en el ventanal de la señora Heller.
Una lluvia de diminutos cristales calló sobre la alfombra y ráfagas de
ventisca apagaron la chimenea. El radio voló, los tejidos y la arrugada piel
de Milda quedó estropeada por incontables cortes.
Una horda de inquietas hojas, mojadas por lluvia invadió la alfombra y
hasta llegaron a la cocina (Casi parecía él Diablo). La señora Heller, atónita
y atemorizada no llego a ponerse de pie cuando uno de los cristales se
enterró con extrema fuerza en su cuenca derecha.
Se desvaneció sobre el sillón de tela morada, ahora cubierto por hojas y
un crujido se oyó, casi mudo ante la convulsión del viento.
<… Y ahí quedó tendida, en sus propios jugos>
La mañana siguiente fue ajetreada…
La calle Neyland parecía un cementerio de árboles y postes de
electricidad. Las cercas, previamente blancas, ahora estaban bañadas en
fango y pasto.
Cadáveres de arbustos surcaban la calle, impidiendo el paso a los
bomberos, las ambulancias y patrulleros. Incluso los árboles más viejos
habían sido vencidos en batalla por la tormenta de la noche anterior. ¡Y
qué tormenta!
‘’El Ombu de la señora Mosby había destrozado la camioneta Peugeot de
Malcom, el hijo de la familia McCardy; cuando llegara de sus vacaciones,
va a ponerse muy feo’’ – Pensaba Nicky mientras apoyaba sus cachetes
sobre el pálido vidrio, los levantaba y hacía nubes de vapor corporal para
luego destruir con dibujos de penes.
- ¡MAAAAAAAAAAA! ¡NICKY ESTA DIBUJANDO ESAS COSAS DE
NUEVO! - < Cállate tonto > pensaba Nicky. Las ganas no faltaban de
pegarle a Tommy. Siempre se metía donde no le incumbía: El año
pasado le había contado lo de los sapos.
< Tengo una idea; pongamos una bolsa de sapos muertos en la
chimenea del director Tennant > Había estado todo un día juntando
sapos y Tommy había arruinado el plan cuando se lo con a Má.
- ¡Cállate tonto!
- No, cállate tú.
- ¡Te voy a pegar Tommy; si no te callas te voy a pegar!
Tommy corrió a avisarle a Má y para cuando ella llegó, Nicky ya había
borrado la evidencia del crimen.
- ¡TOOOOMMY! ¿Qué dije de mentir? Debes dejar de acusar a tu
hermano.
- Pe-pero, él había…
- ¡Pero nada! Ve a la mesa que ya está el desayuno; Nick, tú
también… - Sin ninguna respuesta, vuelve a repetir - ¡NICHOLAS
RYAN PARKER!
- ¿Q-QUÉ? – Volteo asustado el pobre niño.
- ¡A DESAYUNAR!
- Ya voooooy… - ¡YA! – Fue la respuesta inmediata de su madre.
Entonces tuvo que pararse, ponerse sus ridículas pantuflas lanudas,
acomodarse el salto de cama bordó y caminar recto, cual dictadura,
hacía la mesa a comer su desayuno – Ricos huevos, cereal y jugo.
- <Un momento… ¡No me lavé los dientes!> - Pensó Nicky – Tal vez no
se de cuenta esta vez.
¡Oh no, ahí estaba! - ¡NICHOLAS! Los dientes… ¿Los lavaste?
- ¡Sí!
- No me mientas.
- No… - Nicky bajó la cabeza.
A paso lento fue al baño mientras rosaba la pared con sus dedos, haciendo
líneas imaginarias. Subió las escaleras y se dirigió al baño al lado de su
habitación; abrió el botiquín, tomó su pasa dental y cuando lo cerró, el
espejo enfocó en su reflejo, la vieja casa de Rodrerick.
A la cuál ningún niño se animaba a ir, a la cual ningún padre se atrevía a
hablar y de la cual nadie sabía nada ‘’Sólo sé que es del viejo Rodrerick:
Esta vivo, creo, pero nunca sale de su casa’’.
Cogió el cepillo, lo bañó en mucha pasta dental y comenzó la rutina.
De momento algo le llamó la atención y lo interrumpió: Ladridos.
Volteo y se dirigió a la ventana, húmeda por el rocío y la abrió – Esta muy
frío este mango – Pensó. Y era así, estaba helado: CASI CONGELADO.
Sacudió sus pequeños dedos y al compás bajó la vista hacía la casa de la
vieja Heller. - ¡MADRE MÍA! – Pensó.
El cuerpo de la señora Heller era trasladado en una bolsa negra y brillosa
hacía el interior de una ambulancia; los perros no paraban de ladrar y un
tumulto de viejas chusmas comenzaban a organizarse alrededor.
De nuevo la distracción: Justo en la casa de al lado, se asomaba por la
puerta Mindy Campbell ‘’La hermosa, preciosa, perfecta Mindy Campbell’
- Nicky tiró su cepillo y se escondió tras la cortina mientras se
atragantaba con la asquerosa pasta dental.
Esperó unos minutos y asomó su ojo para ver si ya había vuelto a dentro.
Tiró un tonto suspiro y relajó los hombros; al voltear la vista abajo vio que
su cepillo de dientes había caído en el inodoro – ¡DIUUUUG! No pienso
volver a usarlo.
Cuando volteo para irse, Nicky quedó helado del susto: Una extraña
sensación corrió su brazo izquierdo.
Como si alguien hubiese pasado su mano por su brazo, lo hubiese rozado y
lo hubiese retirado en seguida. Como si… - Como si fuera el fantasma de la
señora Heller - ¡NO! ¡YO NO CREO EN ESAS COSAS! En eso cree Tommy… -
Pensó nuevamente.
Tomó coraje, volteo y observó que no era más que la cortina. Que
ondulaba de afuera a adentro y se había topado con su muñeca – Te lo
dije – se dijo a si mismo.
Bajó las escaleras, se sentó en su silla y terminó su desalluno.
Cuando lo recordó, mencionó – Ha, la señora Heller esta muerta. –
Su madre se detuvo de repente, soltó los platos que aún no había
terminado de fregar y volteó hacía Nicky.
- ¿Qué?
- Sí, se la llevaron en una bolsa negra.
- ¿En serio? – La madre se dirigió a la puerta de entrada y el pequeño
Tommy
(Era un niño muy pequeño, siempre andaba en piyamas y tenia rulos de
color dorado como el sol en la mañana… pero era muy travieso)
Quiso pasar por los lados, pero al ver que su madre mantenia la postura,
intentó pasar por debajo de sus piernas; Tommy empujó tanto mientras
Má estaba distraída que hizo que tirara su café sobre la nieve.
- ¡Tommy!
El crimen estaba hecho: Tommy corrió riéndose a carcajadas, se dirigió a la
puerta trasera y se escondió en el cobertizo, aún riéndose.
Su madre atrás intentaba adivinar el camino que tomó.
Abrió repentinamente las puertas del armario del Living, creyendo que
estaba escondido ahí - ¡TE ENCONTRÉ!
Pero no lo estaba. Así que vio la puerta trasera abierta y se enojó:
- ¿Tommy? Tommy, no llevas tus pantuflas. Vas a resfriarte,
¡TOMMY!
Tommy espiaba a su ma, con una sonrisa entre labios desde atrás del
cobertizo cuando fuera de su cerca, allá a lo lejos, más allá de la casa de la
señora Heller. En la vieja colina, vio lo que vio.
Una avioneta zurcaba los cielos tormentozos en ese instante, y al llegar a
la colina, simplemente desapareció.
Tommy intentó advertirselo a su madre, que cuando lo vio,
intantaneamente corrió, lo alzó sobre ella y empezó a torturarlo con
cosquillas – No debes salir afuera si no estás vestido, puedes enfermarte.
- Pero… - Tommy no quitó ni un segundo la vista de la vieja colina y
no lograba poder completar ni una sola palabra.
- ¿Pero? Querrás decir ‘’Perdón’’. – Su madre lo sacudió lo suficiente
para hacerlo reír a carcajadas nuevamente y el pequeño volteó la
vista hacía ella y apolló su cara sobre su cuello riéndose.
Cuando volvieron adentro, Tommy se puso sus pantuflas y corrió a su
habitación, que también era la de Nicky.
Se escabulló por debajo de la cama de su hermano y tomó una vieja
caja empolvada – Al igual que su hermano, Tommy era un niño
inteligente y valiente – Una gigantezca araña dormitaba sobre unos
relucientes cómics guardados en folios. Tommy sin pudor, la tomó con
sus pequeños dedos y la lanzó sobre la alfombra: La misma se perdió
en la oscuridad de las hendiduras de los muebles.
Había una colección de la más variada dentro de esa vieja caja: The x-
Men, The Invisible Man, Flash Gordon, Batman y Robin, Tales from the
Crypt y algunos que Tommy ni siquiera podía pronunciar y que se
negaba a pronunciar de tan difíciles que eran.
Mientras revolvía los cómics, los iba arrugando de manera
irresponsable: Su objetivo era encontrar uno que ya había leído.
Nicky terminó su desalluno y corrió a su habitación para cambiarse la
ropa – Debía ir al centro comercial.
Cuando entró, se encontró con su hermano ¡ARRUINANDO SUS
CÓMICS FAVORITOS! – Esta vez no se salvaría.
Se los quitó de la mano, mojó su dedo en su asquerosa saliva mezclada
con huevos y tocino y perforó su oreja.
- ¿Qué te dije de tocar mis cómics? ¿Qué te dije de tocar mis cómics?
- ¡BASTA NICKYYYY!
Nicky esperó a que Tommy se parara para nalguearlo mientras corría a
quejarse con su Má.
- Diablos… mis cómics.
Los tomó, los devolvió a su empaque y esta vez los guardó sobre el
armario. Justo cuando terminaba, se encontró con su madre apoyada
sobre el marco de la puerta… muy enojada.
Bajó de la silla y esperó el peor reproche – El de navidad.
Pero para su sorpresa, no fue así. Su madre lo tomó del hombro, se
sentó con él en su cama y le explicó de la mejor manera que Tommy
era pequeño, que le gusta explorar y que cometerá errores toda su
vida. Como ella, como él y… y como papá. Papá se había ido y ahora
mamá los cuidaba. Nicky ya entendía eso hace años, pero Tommy aún
era pequeño para comprenderlo.
No había un Pá que estuviera todas las mañanas en casa y le hiciera las
cosquillas que ahora Má le hacía. Y no había alguien que lo protegiera
de las maldades de Nicky.
Así que tenía que aprender que él era el que tenía que protegerlo y no
molestarlo. Nicholas entendió eso, frunció el ceño, bajó los hombros y
comenzó a vestirse – Debía ir al centro comercial antes de las nueve,
pues Adam (Su mejor amigo), Edward/ Ed (El que le gustaba Star Trek y
no Star Wars) y Jonathan (El de los lentes raros) habían acordado ir a
buscar a Benjamin (El que era Rico) y jugar guerra de bolas de nieve
extrema ‘’Como él le llamaba’’. Obviamente, Tommy no estaba
incluido.
Bajó las escaleras, su madre tomó su abrigo y el de Tommy, se
dirigieron al garaje, ajustó su cinturón, abiró la puerta del garaje y
emprendió camino.
Pero cuando llegó al final de la cuadra se encontró con una barricada
de coches de bomberos.
Un oficial se acercó a la camioneta y le explicó que no podía salir de la
calle.
- ¿Disculpe?
- ¿Ve los arboles al final del camino? Hay unos cables de alta tensión
enredados, no va a poder salir de la cuadra hasta que retiremos
esos árboles. Lo siento señora…
- Parker.
- Señora Parker. Nosotros notificaremos a todos los vecinos cuando
terminemos el trabajo.
- Oficial, muchos de nosotros debemos ir al centro comercial –
Interrumpió una anciana.
- Es cierto, algunos incluso tenemos que ir a trabajar – Comentó un
hombre.
De repente el pequeño Tommy desabrochó su cinturón y miró por la
ventana trasera. El avión volvía a sobrevolar la colina y volvía a
desaparecer cuando llegaba.
- ¡Nicky, Nicky! ¡Má! – Intentó advertir sin que le prestaran atención.
- ¿No lo viste Nicky? ¿No lo viste?
- ¿El qué? ¿Tu? ¿Comiéndote los mocos? ¡Sí! Mamá, Tommy se come
los mocos de nuevo – Acusó injustamente a su hermano por
diversión.
- Tommy, te dije que no hagas eso, es asqueroso – Volvió la atención
al grupete de molestas personas.
- Lo siento, entiendo sus problemas pero nosotros también estamos
trabajando. Ni bien quitemos la arboleda del camino, ustedes
podrán salir de la calle principal.
- Mientras tanto, agradecería que liberen la zona para permitir a mis
hombres trabajar.
- Má, hazle caso al señor.
- Señora, hágale caso a su hijo.
- Y usted hágale caso a su jefe… Lo está llamando.
El Oficial se alejó y entonces retrocedieron la camioneta. La volvieron a
meter al garaje y se quedaron sentados en la cocina, tratando de batallar
el aburrimiento que les esperaba.
Media hora más tarde...
Se hicieron las diez de la mañana y había comenzado a nevar. Nicky tomó
su abrigo, su gorro y sus guantes y corrió a la casa de Adam. Mientras
escuchaba los pasos de la madre de Adam acercarse hacía la puerta
principal, vio que al final de la calle había un caballo… un extraño caballo.
Casi idéntico al caballo del profesor Richards ‘’Un viejo loco que vivía en la
casa siguiente’’. Pero ese caballo estaba muerto; lo habían sacrificado. –
Hola señora Jordison ¿Está Adam?.
Llamó a Adam, que apareció detrás de su madre repentinamente y le dio
un espantoso susto. - ¡QUÉ DEJES DE HACER ESO! TE LO DIJE MIL VECES.
- Lo siento Má.
- Vuelve a las once ¿Escuchaste?
- Síiiii má.
(Adam era un niño esbelto, con un enorme jopo ‘’atrapado en la historia’’
sobre su cabeza.) Mientras se alejaban de la puerta, Nicky repetía ‘’Fsíiiii
Maaa’’ Con una voz extraña para molestar a su amigo. Quien se defendió
tirándole bolas de nieves.
Cuando las aguas se calmaron, Nicky le contó del caballo y Adam se burló
– Te dije que dejes de mirar Twilight Zone antes de ir a dormir. Te lo dije.
Camino a la casa de Jonathan (El de los Lentes raros y pelirrojo) ‘’Que
quedaba casi al final de la calle’’ dibujaron penes por doquier en las
ventanillas de los automóviles bañados en nieve y la señora Mong (era la
asiática) les gritó, lo que ellos querían creer, insultos en chino, mandarín,
japonés y todas las lenguas asiáticas.
Al llegar a la puerta de la casa de ‘’El loco Johnny’’ o ‘’Red Johnny’’, se
encontraron con todo abierto de par en par y un sinfín de gritos, ladridos e
insultos.
- Ho, otra vez los padres de Johnny.
- Sí… Siempre dice que cuando sea grande, va a mudarse a Canadá o
algo así.
- ¿Canadá? ¿No es donde están esos esquimales raros?
- Na, eso es Alaska.
- Alaska… algún día deberíamos ir Adam.
- Tenemos 12 años y apenas nos dejan ir a la escuela.
- Habla por ti; yo no quiero ir a la escuela.
- La educación es importante.
- ¿Sí? Y tú te comes los mocos.
- No, tú.
- Tú.
En ese momento interrumpió Red Johnny - ¿Adivinen quien se come más
mocos? ¡LOS 2!.
Rieron inexplicablemente – Teniendo en cuenta que la broma no era tan
buena.
Red Johnny tomó sus botas, su campera lanuda con cuadros rojos y
marrones, un gorro, desempañó sus lentes y con un portazo enorme al
ritmo de – Ma, a las 11 vuelvo. – Partió con sus amigos.
- Espera, espera, espera – Alzó la voz Nicky.
- ¿Qué? – Respondieron Adam y Red Johnny al mismo tiempo.
- ¿Lo trajeron? ¿Lo trajeron?
- ¡Ho, no! Lo olvidé… Esperen aquí – Exclamó frustrado Red Johnny
corrió media cuadra hasta su casa.
- ¿Y tú?
- Sí, mira ‘’Avion Cessna Brushless A Radio Control Remoto Rc Electrico
Modelo 933’’
- ¡WOOOOH! Es fantástico viejo. ¿Cómo lo sacaste sin que tu padre se
enterara?
- ¿Por qué crees que llevo una campera tan grande?
- Ahí viene Johnny…
Johnny se acercó corriendo, de nuevo con sus lentes empañados y sacó del
interior de su campera lanuda, una ‘’perfecta, sí, esa era la definición’’ gomera.
- Miren chicos, la armé ayer.
- ¿Ayer? ¿Y qué pasó con la anterior? La… Scout.
- La tiré; esta es mejor. La mejoré en todos los aspectos. Mira – Tomó una
piedra congelada, estiró el elástico hasta más allá de su cabeza, apuntó y
destrozó el ventanal de una vecina de la que ni siquiera sabían el
nombre.
Corrieron hasta saltar la valla de la casa de Adam y llega al conservatorio
abandonado, salir por la puerta trasera directo al callejón que llegaba a dos
cuadras de la calle principal de Danville.
- Woh, nunca corrí tanto en mi vida.
- Sí – Soltó una risa Nicky mirando a Adam.
- Sí… – Tomó aliento – Si corriéramos así en la clase de gimnasia del
señor McCardy, seguramente nos aprobaría a todos.
- Sí – Todos soltaron una risa.
- Sí pero es un cretino – Volvieron a reír pero esta vez a carcajadas.
Cuando llegaron al centro de Danville, tomaron un autobús hasta la casa
de Edward del otro lado del centro.
Al llegar, se encontraron con Big-Mike, un bravucón de poca monta que
los molestaba siempre; especialmente a Eddie. Medía como dos metros,
pesaba una tonelada, tenía un ojo bizco y los puños parecían bolsas de
boxeo de carne. De esas que lastiman si no usas guantes.
- No bajaré aquí – Exclamó Red Johnny.
- ¡Ni yo! – Le siguió Adam.
- Vamos chicos, es nuestro amigo. ¿Vamos a dejar que ese gordo lo
siga molestando?
- Sí – Respondieron en dúo.
Discutieron tanto que Eddie y su bravucón se fueron esfumando en la
esquina de la última ventanilla del autobús. Bajaron dos calles adelante
con la esperanza de no cruzárselo y de que Eddie siga vivo.
‘’Pobre Eddie… Él no tenía la culpa de ser judío.’’
Al llegar a la esquina, observaron que a mitad de cuadra se encontraba
tendido en un charco de sangre, el cuerpo de Eddie.
- Oh no, lo mató, lo mató, por fin lo hizo. – Exclamaba Red Johnny
mientras corrían a socorrer lo que quedaba de él.
- ¡CÁLLATE JOHNNY Y AYUDA!
- Está muerto, oh dios mío, está muerto… murió. Oh Dios, murió.
- ¡Que te calles idiota!
Los mocasines marrones de Eddie, se encontraban ahora con unas
enormes manchas de sangre proveniente del rostro del pobre Eddie.
Tendido en un charco que se esparcía en los pliegues de la vereda y
escapaba a la corriente casi congelada del cordón. Su moño estaba
desatado y fundido en la indescriptible forma que tomó su rostro por
tantos golpes que había recibido.
Algunos dientes estaban esparcidos por todo el lugar, perdidos y casi
indescriptibles en la nieve, si no fuese por esas pequeñas gotas de sangre
que emergían de él.
Adam comenzó a llorar y movía el cuerpo de su amigo. Red Johnny se
agarraba su pelirroja cabellera y se desempañaba los lentes con
nerviosismo, intentando repetirse a sí mismo que todo iba a estar bien.
En las cercanías, algunos peatones comenzaban a llegar debido al alboroto
que provocaba Adam mientras Nicky intentaba calmarlo. Sin perder más
tiempo, decidieron llamar a la mamá de Eddie, que vivía a dos casas de
ahí. Justo encima de un viejo local chino.
Nicky tocó el timbre tantas veces como su dedo pudo y llamaba a gritos a
la madre de Eddie por la apertura donde van las cartas. Manchando de
sangre todo el vidrio; dejando marcas de su palma.
En la lejanía se escuchó un – Ya voy. – Muy preocupado.
El resonar de los tacos de la mamá de Eddie bajaron a tal velocidad que
formaron una repugnante melodía entre el eco de las paredes.
- Oh dios ¿Eso es sangre? Oh dios ¿EDDIE?
Gritaba la madre mientras bajaba por las interminables escaleras,
observando las manchas de sangre sobre el vidrio de la puerta principal.
- Es Eddie, está herido. Esta herido – Exclamó Nicky llorando.
- ¡EDDIEEEEE! – Gritó la madre y por fin llegó a la puerta.
Al intentar abrirla, la llave se trabó y tuvo que intentar dos veces más.
- Eddie… lo vimos desde el autobús, lo estaban molestando y lo
golpearon y… y… murió.
De repente la madre abrió con ímpetu la puerta y para la sorpresa de
Nicky, lo recibieron con una sonrisa. Tras ella, se asomaba Edward.
Adam, Red Johnny y Nicky miraron atemorizados. Cuando voltearon para
advertir que el cuerpo de Eddie estaba tendido en un charco de sangre, se
encontraron con… nada. No estaba allí, había desaparecido y de alguna
forma, estaba bien, dentro de su casa. Sano y salvo.
- ¿Qué pasa chicos? – Exclamó la madre de Eddie.
- N-n-nosotros… estábamos.
- ¿No es muy temprano para juegos? Ha… pero bueno. Es víspera de
navidad. ¡Eddie!
- ¿Sí ma? – Respondió Edward sin quitarle la vista a la extraña
actuación de sus amigos.
- Termina tu desayuno y puedes salir con tus amigos.
- Sí ma.
La madre se alejó con una molesta sonrisa, subió las escaleras con su gran
vestido amarillo y peinado extravagante y se perdió en la esquina de la
subida.
- ¿Chicos…? ¡CHICOS! – Exclamó Eddie.
- Tú… tú estabas…
- ¿Qué?
- Tú estabas muerto Eddie – Tartamudeo Red Johnny y desempañó
sus lentes de nuevo.
- ¿De qué hablan?.
- Nosotros te vimos Eddie. Estábamos en el autobús con Adam y
Johnny y los quería convencer de bajar para ayudarte.
- ¿Ayudarme de quién? ¿Los monstros?
- ¡BIG-MIKE! – Aclamaron los tres juntos.
Eddie entrecerró la puerta y miró por el borde asustado - ¿Big-Mike está
aquí?
- Lo estaba Eddie. Nosotros te vimos; te estaba golpeando hace dos
minutos. Bajamos del autobús y estabas muerto. Ahí, mira – Señaló
el lugar donde previamente se encontraba el desaparecido cuerpo
de Eddie. El viejo Eddie; el nuevo estaba a salvo.
- Chicos ¿De qué hablan? Mi madre me levantó hace cinco minutos.
¿Y por qué vienen tan temprano?
- ¿Temprano? ¿De qué hablas? Son las… - Nicky miró su reloj
sabiendo que iba a marcar las 9:30. Pero en su lugar, marcaba las
7:45. Él sabía que el reloj marcaba las nueve, pero en su lugar, se
había atrasado dos horas con cuarenta y cuatro minutos.
- Son las…
- Sí Nicky, son las siete de la mañana.
Nicky miró a Adam y a Red Johnny sabiendo que algo malo estaba
pasando y ellos tampoco entendieron.
Esperaron a que Eddie termine su desayuno, sentados en el escalón de su
departamento. Pensando y re-pensando una y otra vez lo que había
pasado…
…¿Qué diablos había pasado?
Eddie bajó por las escaleras y sus mocasines ya no estaban manchados
con sangre y él ya no estaba muerto. Su madre ya no estaba histérica y
Adam, Red Johnny y Nick, aún no entendían que había pasado, o peor,
CÓMO había pasado.
Al salir, Eddie tomó su abrigo del perchero, se lo abrochó como le había
prometido a su madre y abrió la puerta para encontrarse con una leve
nevada frente a él.
Se dirigieron en silencio hasta la casa de Ben o ‘’Benjamín el Rico’’: El plan
era juntarse todos para poner en marcha un elaborado plan que constaba
de tirar cohetes a la fuente del centro comercial principal de Danville y
salir corriendo.
Benjamín era el encargado de traer los petardos. Adam la avioneta para
atacar por los lados. Red-Johnny la gomera y Nick era el elaborador del
plan maestro.
No tardaron mucho en cruzar el pueblo y llegar a la parte snob del lugar.
Durante el viaje, Eddie mencionaba que estaba tranquilo de que estos días
Big-Mike no lo molestó.
<< Siempre le tomaba los calzones por sorpresa y se los estiraba hasta
rasgárselos. O le vertía toda la leche del almuerzo en sus orejas de golpe>>
Pobre Eddie; sufría más abusos de su bravucón que cualquier niño del
pueblo con un padre alcohólico.
Su madre siempre se quejaba con el director principal, o al menos eso
creía Eddie. Hasta que un día los encontró teniendo ‘’el sexo’’ en la
dirección.
<< Pobre Eddie, mi pobre Eddie. Estaba charlando con el profesor cuando
entraste y me resbalé.>>
¡JA! Cómo no. Estabas metiendo su sucia lengua en su sucia boca –
Pensaba Nicky. Intentando distraerse de la pesadilla que vivieron hace un
momento y de la que nada sabe el pobre Eddie.
- Hace una semana que no veo a Big-Mike. Debo estar en mi racha.
- ¿De qué hablas Eddie? Si hace dos días te empujó desde una
montaña de nieve. – Acotó Red Johnny.
- Johnny, te dije que dejes de comer azúcar. Te hace mal.
- Sí, Eddie, es cierto. Hace dos días te empujó. Todos estuvimos ahí.
- Es cierto, Eddie.
- Chicos… – Soltó una risa nerviosa. – No veo a esa bestia come-niños
hace una semana.
- Algo anda mal – Murmuró Nicky.
- Lo sé – Respondió Adam… – Algo muy malo.
- Sí – A la par de los dos, respondió Johnny.
- Chicos ¿De qué hablan?
- Eddie… ¿En serio no te acuerdas?.
- ¿De qué?
- ¡Estuviste muerto, por dios!
- Una risa nerviosa y un tartamudeo ligero le dieron paso a la
respuesta – Chicos… estoy bien. Solo estuve resfriado unos días.
¿De qué hablan?
- Nada, déjalo – Respondió Nick.
- Okay… lo que ustedes digan, chiflados. Voy a buscar a Ben, no se
vayan. – Eddie subió las escaleras del enorme chalet donde el
Benjamín vivía y se perdió en los arbustos bañados en el blanco de
la nieve.
Nick, Adam y Johnny se miraron frustrados y asustados. Eddie no se
acordaba de que había muerto… por supuesto ¿Quién lo haría?
Estaba pasando algo muy raro y terrorífico y ellos estaban en el medio de
todo.
- Tal vez sea el frío.
- O tal vez seas estúpido Johnny – Respondió Adam con el ceño
fruncido.
- O tal vez el estúpido eres tú.
- No, tú.
- Tú. – Un puñetazo sorpresa llegó al rostro de Red Johnny rompió
sus enormes lentes y lo tiró al duro suelo de concreto. Ahí, Adam y
él comenzaron a forcejear para ver quien ganaba una inútil pelea
provocada por tontos insultos.
Nick los separó con orden y trató de explicar que si algo realmente raro y
espantoso había sucedido, no podía ser un caso aislado.
Con doce años cada uno, a excepción de Eddie que tenía 11, estaban en
presencia de un episodio de Twilight Zone (La dimensión desconocida).
Esperaron por varios minutos bajo la nevada, pero Eddie jamás bajó y Ben
tampoco. – Seguramente se quedó jugando con sus juguetes. Estúpido
niño. – Pensaron.
Subieron la mitad de los escalones y vieron como Red-Johnny se
adelantaba a paso ligero sobre ellos y se perdía también en los arbustos.
Un repentino – ¡CHICOS! – resonó a sus espaldas. Al voltear pasmados, se
encontraron con Eddie mirándolos con su inagotable risa pegada a su
rostro: De nuevo, sin entender porque sus amigos reaccionaban con tal
sorpresa.
- ¿No me esperan?
Sin poder decir una palabra por varios segundos, Nick tartamudeo del
susto hasta lograr sacar una palabra de su boca…
- ¿C-c-cómo? – Trago saliva.
- Chicos, no me esperaron.
- ¿D-d-e qué hablas? – Tragó de nuevo.
- Salí a la entrada y ustedes ya se habían ido. Pensé que iban a
esperarme, come mocos.
Un portazo se escuchó desde la cima de las escaleras. Y al ritmo, venía
bajando Johnny, Benjamin… y Eddie con una charla de por medio.
Adam y Nick voltearon sin aliento y quedaron blancos del susto al ver que
sin ninguna explicación, Eddie estaba bajando de las escaleras.
Al voltear a la reja de entrada, el Eddie que los había sorprendido, ahora
había desaparecido.
Nick golpeo en el hombro a Adam para hacerlo reaccionar, tragó saliva y le
advirtió que se callara la boca. Solo podían hablar de esto con Johnny,
pero no ahora.
La nevada aumentaba y algo raro y terrorífico comenzaba a suceder en el
pequeño pueblo de Danville… y los chicos eran los únicos enterados.
Continuará…