el libro vacio - los años falsos vicens, josefina

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El Libro Vacio - Los años

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EllibrovacíoLosañosfalsos

JosefinaVicens

PrólogodeAlinePettersson

EllibrovacíoPrimeraedición(CompañíaGeneraldeEdiciones),1958Segundaedición(EdicionesTransición),1978

LosañosfalsosPrimeraedición(MartínCasillasEditores),1982Segundaedición(MartínCasillasEditores),1985

EllibrovacíoyLosañosfalsosPrimeraedición(UNAM),1987Segundaedición(FCE),2006

Segundareimpresión,2009Primeraediciónelectrónica,2011

Ellaportada:ilustracióndeJoséLuisCuevasespecialmenteparaestaedición.

D.R.©2006,HerederosdeJosefinaVicensMaldonado

D.R.©2006,FondodeCulturaEconómicaCarreteraPicacho-Ajusco,227;14738México,D.F.EmpresacertificadaISO9001:2008

Comentarios:[email protected].(55)5227-4672Fax(55)5227-4694

Seprohíbelareproduccióntotaloparcialdeestaobra,seacualfuereelmedio.Todosloscontenidosqueseincluyentalescomocaracterísticastipográficasydediagramación,textos,gráficos,logotipos,iconos,imágenes,etc.sonpropiedadexclusivadelFondodeCulturaEconómicayestánprotegidosporlasleyesmexicanaeinternacionalesdelcopyrightoderechodeautor.

ISBN978-607-16-0778-2

HechoenMéxico-MadeinMexico

Acercadelaautora

Jose na Vicens nació en Villahermosa,Tabasco, en 1911 y murió en la ciudad deMéxico en 1988. Estudió filosofía, letras ehistoriaenlaUniversidadNacionalAutónomadeMéxico.Fuecronistadetorosyeditorialistapolítica y desarrolló una larga carrera comoguionistade cine.Publicódosnovelas:El librovacío (1958), que le valió el Premio XavierVillaurrutiayfuetraducidaalfrancésen1963,yLosañosfalsos(1982).

Prólogo

NousarlavozíntimasinoelgranrumorEllibrovacío

YesohizoJosefinaVicensensuescriturayensuhabla,prodigarseenunrumor envolvente y seco a la vez, sin el oropelde los adornos. Sinhaceralardedesuintimidadquesabiamentesereservó.Sucasoespeculiarporlas fechasdepublicaciónde susnovelas:El libro vacío (1958) yLosañosfalsos(1982),entrelasquemediaunagrandistancia.Peculiarloesporlasactividades de su autora.Y por los años que han transcurridohasta estanuevaedicióndelFondodeCulturaEconómicaqueyocelebro.

CuandoEl libro vacío salió a la luz fue ampliamente comentado. Sutemática se distanciaba de las búsquedas de ese entonces, muy ceñidasaúnaciertostonosprovincianosqueempezabanadesvanecerse.¿Ycómono siLa región más transparente se publica ese mismo año? Y losinmarcesibles libros de Juan Rulfo, si bien de corte rural, su forma,desarrollo literario del habla y su trasposición del tiempo los eleva a unespacio que va a eximirlos de la etiqueta de costumbrismo. La miradacomenzóaextenderseporhorizontesmásvastos.

LoqueresultasobresalienteenEllibrovacíoessutemaytratamiento.El libropuede abordarsedesdedos ángulosque, al complementarseunocon el otro, le otorgan enorme fuerza. Se puede hablar del personaje—JoséGarcía,escritorfrustrado—,quiennocejaensuintentoporalcanzarla palabra, el cómo, la historia que quisiera narrar. Acosado por lafatalidad,obedeceelmandato interiorque lomartirizade laprimeraa laúltimapáginadel texto.Está conminado a escribir. Su vida insignificantedeempleadodepocorangoconmueveallector,alreconocerseésteensusreflexiones.LapersistenciadesubúsquedaeslapiedradeSísifo.Ypesea

quelaciudadysuscostumbressehanmodificado—ytanto—,alhurgarellibro en los entresijos de la naturaleza humana, inevitablemente loshacemosnuestros.

Sin embargo, detrás de la pluma torpe de José García se perfila lapluma espléndida de Josefina Vicens. Entonces, si se lee desde lapropuesta de su autora, la novela se transforma, además, en unameditación—que rebasa al protagonista—: el oscuro acto de escribir, laescrituracomopersonajecentral,sinqueporellosedescuidenloshilosdelatramasobrelosiresyveniresdeGarcía.

Muchos se han detenido a reflexionar acerca de la amenaza querepresentalapáginaenblanco,acercadelaurgenciaparallenarlamásalláde cualquier otra consideración. Se ha hablado también de lamusa y eloficioyde suentrelazamientoparaalcanzar elobjetivo.Este asunto,quepudieraresultarárido,lejanoquizáalasmirasdellector,enEllibrovacíose traduce en el desarrollo luminoso del relato, pero, asimismo, en labúsqueda inmisericordepara que quien tenga—en este caso— lanovelaentrelasmanosseapasioneconellaynolasuelte.Ésteessugranmérito.

Yesquede losdoscuadernosdeJoséGarcía,elbueno,elquevaserpulidoparaserpublicado,nollegaráaalbergarniunasolaletra,mientrassupropiavida irá transcurriendoconsuspequeñosaccidentescotidianos.Peroellibroverdadero,éstequehatomadocuerpoaquí,sedespliegaconelatractivodeunainteligenciaquenosehacetrampasyquehurgaenlasrazonesdevidayescritura.Elquécontaryelcómo.¿Quées lodignodeserdicho?¿Cuáleslapalabraquelorefleja?

Entresuspáginassedisecaloquesuelesucederleaquienesseasomanalactodelaescritura.Yloqueenunmomentoparecerelevante,enotromuestra su ineficacia ante losmismos ojos de quien lo forja. Se trata—para Josefina Vicens— de una exploración alrededor del proceso de lacreaciónenamplio.Perosetrataasimismodelacerteza—ladeGarcía,lade Vicens, la nuestra— de que no hay forma de esquivarla cuando, aveces, dicho impulso nos visita. El ansia que suele rondarnos en labúsquedainevitabledetrascendencia.

“Pues, ¿qué es loquenosdice tuhéroe, esehombreque ‘nada tienequedecir’?Nosdice:‘nada’,yesanada—queesladetodosnosotros—seconvierte,porelmerohechodeasumirla,en todo:enunaafirmacióndelasolidaridadyfraternidaddeloshombres.”

TomoestefragmentodelacartadeOctavioPazquesirviódeprefacioa la segunda edición deEl libro vacío. Y es precisamente eso lo que noshace cómplices de su lectura. El vacío quenoshabita y al que queremosdarle la espalda, aunque estemos ciertos de que todos lo padecemos, dequeeltránsitohumanoseacompañaprimerodenuestraúnicaverdad: lamuerte, y después, de un deseo más allá de lo razonable: el buscarlibrarnosdelaestrechezdeloslímitesdelavida.

En la época en que se hizo la novela estaba en auge el pensamientoexistencialista que hablaba de la futilidad de la vida. Muchos años hanpasado desde entonces, pero la vida contemporánea nos inclina apensamientos similares.Y siEl librovacíonuncahaperdidovigencia,meparecequehoymenosquenunca,yasíseirradiaconperenneactualidad.

JosefinaVicensnotuvoestudiosformales,suculturafueproductodesu ávida lectura, de su curiosidad insaciable, de su espíritu de lucha“fraterna”,diríaPaz.Porqueellaluchó,desdemuyjoven,encontradelainjusticia, y fue generosa para entregarse a los proyectos que se lepresentaron, a los que dedicó tiempo y valor. Vicens fue una mujerarrojada en la palabra escrita y en el habla. Y si bien publicó sólo doslibros,sudesempeñodeluchadorafueconstante.Lohizo,porejemplo,enfavor de las mujeres, primero las campesinas, para luego extenderse enotrasdirecciones alrededordel tratodesigual.Y ello la condujo a apoyarconentusiasmoelingresoalmundodelasletrasdenuevasescritoras.Olohizoen la industriacinematográfica,obregóen favorde laexcelenciadelas artes taurinas tan manchadas por las negociaciones turbias de losparticipantes.

Sí, JosefinaVicens—menuda comoera— fue cronistade toros,PepeFaroles era sufirma, y estuvo apuntode ser golpeadaporunboxeador,amigodeuntoreromuyfamoso,quienresintiósuscomentariosadversos.

Sorprende su interés en la fiesta taurina, que se explica por su obsesiónconelactodemorir.Ahí—enlaplaza—sedaunenfrentamientoqueellaresumía como “acto metafísico”. Fue, también, escritora de guionescinematográficosydepolíticabajoelsobrenombredeDiógenesGarcía.

Pero,enrealidad,loqueaquínosocupaessuobraliterariaysudeseode explorar en los caminos de la libertad. José García está preso por suentornode trabajoy familia,peroesa frustradavocación suyadeescritorlollevaaperseguirunespaciomásamplioparadejarsesentir,parasentirseser.

Ysibienaveceslacríticaseapoyaenlabiografíadelautoryaveceslarechaza,amímeparecequesiempreestaránpresenteslosintersticiosqueforjanaquienescribeyqueseasomanapartirdesusobsesiones.AunqueJosefinaVicenstuvoelbuengustodenoincurrirenloquecomentaSergioPitol: “Novelar a secas la propia vida resulta, en lamayoría de los casos,unavulgaridad,unacarenciadeimaginación”.

Ellanuncasepermitiótalsalida,sinembargonoesposibleborrarsedeltodo. Así, el placer mórbido de Vicens por la muerte va a permearLosaños falsos. Aquí también el personaje central del relato serámasculino.PeromientrasJoséGarcíaesunhombremaduroqueseacercaa lavejez,Luis Alfonso es apenas un joven a quien la vida empuja a asumir unamadurezimpuestaporlascircunstancias.

Losañosfalsosponealavistaelmalendémiconacional:lacorrupcióny las componendas del poder. Su lectura lleva a pensar que con loscambiosqueelpasodeltiempoimprimeenlaaparienciaymaticesdelospolíticos presentes en la novela, las cosas quedaron atrás. Pero esta lacrasubsistecontristeperseveranciayel libro ilustra loquenosharodeadoyrodea.Todosepudre:lasrelacionessepudren,sepudrenloshuesosbajolatumba,sepudrelaconciencia.

Conlamuertedelpadredel jovenLuisAlfonso,éstevaaserorilladopor los amigos del difunto y por su propia familia a suplantarlo. Asuplantarlo en las prebendas y hasta en el hecho de heredar la amantepaterna. Y con el medio tono de su escritura, Vicens recorre las

triquiñuelas que han ensombrecido la vida pública por tantasgeneraciones.Ysisuprimer librotieneuncorte intimista,Losaños falsosdespliegalayapúblicadescomposicióndelsistemaaprincipiosdelosañosochenta,cuandosepublica.

Pero el libro no se detiene ahí, ya que, envueltos por el relato, laescritora hurga en los conflictos de la identidad, identidad que alpersonaje se le deshace. ¿Qué marca sus límites cuando tan fácilmentepueden alterarse los ejes que le dan coherencia a una vida? ¿Dóndeempiezan y dónde se borran las fronteras del ser? ¿Es la identidad algomás que la apariencia? ¿Puede ser transferible como un título depropiedad?¿Sepuedeaprenderaserotro?

Antesmencionéque enLosaños falsos JosefinaVicensdacaucea suobsesión en torno a lamuerte y a los panteones,mismos que ella visitódurante años buscando acercarse a un entendimiento del final. Y quémejorformaparaorganizarelrelatoquefrentealatumbadelpadre.Ahí—durante la visita obsesiva del hijo— discurre la novela. Y ya que lamuerte modifica y anula la vida de Luis Alfonso, bajo la sombra de labugambilia, el lector va a ir conociendo los conflictos del personajedespojadodesucalidaddehijoparaconvertirseenunaespeciedemaridodesumadre,padredesushermanasyamanterealdelaotramujerdesuprogenitor.Suspropiosdeseosquedaránenterrados.

Elmanejode laspersonasnarrativasesmuyinteresante,elyocambiade rostro, hay tambiénunnosotros que abarca a hijo y padre al haberseextraviadolos límitesentreunoyotro.JosefinaVicensalteraelcaucedeltiempo,yseráelmuertoelverdaderamentevivomientraselhijoquedarámarchitodentrodelsepulcro.

Tusamigosmehanhechodetiunretratofiel:eras“elmásmachodetodos,elmásatravesadoyelmásdisparador”.Denohaberocurridoeseaccidenteestúpido,prontohabrías“pisadofuerteyllegadomuyalto”.Ahorayotengoquehacerlo.¿Porqué,papá?

El conflicto que se suscita con la suplantación despoja al joven de laindividualidad de su existencia. Éste —como José García en El libro

vacío—desea huir de las cadenas que lo sujetan a una vida que, en sucaso,noeslapropia.Vicensbuscarádenuevoindagarenlasbarrerasdelalibertad.Ysibienambasnovelasvanaceñirsealplanteamientodelrelatoyal temade la libertad,aaquellosaconteceresquesenarran, laescrituradeJosefinaVicensinvitaaunareflexiónmuchomásambiciosa.

LapersonalidaddeLuisAlfonso,de tintessuavesynobrutalescomolos paternos, debe asumir, además, otra de nuestras lacras culturales: elmachismo, la violencia que toma por la fuerza lo que le es vedado. Lapistola—causadelamuerteaccidentaldelpadre—llegaráalasmanosdelhijocomosímbolodeautoridadycomounemblemadelofálico.Esdecir,delascaracterísticasvirilesensuacepciónmáspedestre.

Lalibertad—suslímites—nohasidoniseránuncaclara.Seleañora,se le persigue, pero se sabe, también, que es inalcanzable. EnLos añosfalsos,JosefinaVicensindagaalrededordeotrodiquequelaconstriñemásaún: las imposicionescon lasque la religión suele cercaral individuo.LafamiliadeLuisAlfonsomanifiestaunaobedienciaciegaalafatalidadquela religión propicia. Y el libro va a concluir con un “amén” amargo delpersonajevencido.Lavidaterrenayelengañocompartensurazóndeserconlosrezosquediluyencualquierotraopción.Losañosfalsoscobrahoynuevo aliento. Y lo que del libro haya podido quedar fechado, por eltiempo de su escritura, se desvanece, las circuntancias actuales lodevuelvencontodasufrescurabrutal.

LohondoqueJosefinaVicenssesumergeensusnovelas lepermiteaéstasadecuarsesinobstáculoa laépocadequien las lea.Así,el lectornopuedemenosqueadmirarlaagudezadelaautoraquelepresentaasuntosdonde el paso del tiempo radicará apenas en ciertas circunstanciasexternas bastante irrelevantes. En el fondo, aquello que preocupaba aVicens no caduca. Esmás espeso que la sombra de la enredadera de latumba del padre ymás acuciante que la necesidad de JoséGarcía en suempeñoporexprimirsusexperienciasysulenguaje.

Si algo enfatizó siempre ella fue la certeza de que la pasión debeacompañar losactosqueseemprenden.Pasiónquemanifestónosóloen

sus actividades profesionales, sino también en su mirada interior, en sucapacidad para observar las cosas nimias que en su escritura cobransentidoyaltura.

Y es por eso, porque más allá de hechos concretos, su pensamientomerodeótantoenlavidaysusgozosytrampas,comoenlamuerte,quelefueposiblehablarde loquenosatañeatodos.Esdecir,alsituarseen lasencrucijadasvitales,dejódoslibrosqueviajanporlacomplejidadhumana.A través de su lectura se nos despliega una forma intensa, audaz, paradejarenelpapelaquel“granrumor”quepermealasdudasdelaespecie.Vicensnoofrecerespuestas, loquehaceesobligarnosapensaral tiempoquedisfrutamoselrecorridoporlostonosdesnudosquelasingularizaron.

YsiEllibrovacíoseasomaalaintimidadmássecretadesupersonaje,Losañosfalsos seapoyaen losacontecimientosexternosquevanaponeren entredicho la propia identidad. Finalmente somos ese interiorindividual y somos, asimismo, el producto de los sucesos exteriores quenosmarcanindefectiblemente.

En sumomento, elprimer libro recibió la tercera emisióndelpremio“XavierVillaurrutia”,despuésdeJuanRulfoyOctavioPaz,yelsegundo,el“JuchimándePlata”.Ambosfuerontraducidosalinglésy,enelcasodeEllibrovacío,previamentetambiénalfrancés.

La publicación de este volumen es un acontecimiento para las letrasmexicanas. Una merecida recuperación de una obra que debió estarsiempre al alcancede lamano.Las reflexionesde JosefinaVicens siguensiendolasnuestras.

AlinePettersson25defebrerode2006

Ellibrovacío(1958)

Aquienviveensilencio,dedicoestaspáginas,

silenciosamente.

Nohequeridohacerlo.Meheresistidoduranteveinteaños.Veinteañosdeoír:“tienesquehacerlo…,tienesquehacerlo”.Deoírlodemímismo.Peronodeeseyoqueloentiendey lopadecey lorechaza.No;delotro,delsubterráneo,deesequefermentaenmíconunextrañohervor.

Lodigosinceramente.Créanme.Esverdad.Además, loexplicaréconsencillez. Es la única forma de hacérmelo perdonar. Pero antes, que seentienda bien esto: uso la palabra perdonar en elmismo sentido que lausaríaunfrutocuandoinevitablemente,apesardesímismo,sepudriera.Élsabríaqueeraunatransformacióninexorable.Detodosmodos,creoyo,se avergonzaría un poco de su estado; de haber llegado, cierto que sinimpurezasoriginales, aunaespeciede impurezafinal.Es algo semejante,muysemejante.

Al decir “hacérmelo perdonar”, me refiero al resultado, pero no altránsito, no al recorrido. Hay algo independiente y poderoso que actúadentrodemí,vigiladopormí, contenidopormí,peronuncavencido.Escomoserdos.Dosquedanvueltasconstantemente,persiguiéndose.Pero,avecesmehepreguntado:¿quiénaquién?Llegaaperdersetodosentido.Lo único que preocupa es que no se alcancen. Sin embargo debe haberocurridoya,porqueaquíestoy,haciéndolo.

¡Ah,quisierapoderexplicarlopatéticodeesteenlace!Nosésiesestamitaddemí,éstaconlaquecreocontartodavía,éstaconlaquehablo,laque,agotada,sehasometidoalaotraparaquetodoacabedeunavez,osieslaotra,ésaquerechazoyhostigo,ésacontralaqueheluchadodurantetantotiempo,laqueporfinseyerguevictoriosa.

No sé; de todos modos es una derrota. Pero tal vez una derrota

buscada, hasta anhelada. ¿Cómo voy a saberlo ya? Sé que solamentebastaría unmomento, éste, o éste, o éste… cualquiermomento. Pero yahanpasadovarios; yahanpasado losquegasté endecirquepodrían serlos finales. Bastaría con no escribir una palabramás, ni unamás… y yohabríavencido.

Bueno,noyo,noyototalmente;perosíesamitaddemíquesientoami espalda, ahora mismo, vigilándome, en espera de que yo ponga laúltimapalabra;viendocómovoyalargando la explicaciónde la formaenquepodríavencer,cuandoséperfectamentequeelexplicaresaformaesloquemederrota.

No escribir. Nadamás. No escribir. Ésa es la fórmula. Y levantarmeahoramismo,lavarmelasmanosyhuir.¿Porquédigohuir?Simplementeirme.Tengoquesersencillo.Deboirme.Asínotengoqueexplicarnada.Debo poner un punto y levantarme. Nada más. Un punto común ycorriente, que no parezca el último. Disfrazar el punto final. Sí, eso es.Aquí.

Eso es, pero ¿para quién? Deseo aclarar esto. (Es sólo un pequeño,momentáneoretorno,despuésmeiré.)Yonoquieroescribir.Peroquieronotarquenoescriboyquieroquelosdemáslonotentambién.Queseaundejardehacerlo,nounnohacerlo.Parece lomismo,yaséqueparece lomismo.¡Esdesesperante!Sinembargo,séquenoesigual.Porlocontrario,sé que es absolutamente distinto, terriblemente distinto. Porque el dejardehacerloquieredecirhabercaídoy,noobstante,habersalidodeello.Eslaverdaderavictoria.Elnohacerloesunavictoriademasiadogrande,sinlucha,sinheridas.

¡Ahíestáotravez!Esloquepasasiempre.Despuésdeescritaunacosa,o hasta cuando la estoy escribiendo, se empieza a transformar y me vadejando desnudo. Ahora pienso que lo importante, lo valioso seríaprecisamentenohacerlo.Esalucha,esasheridasdequehabléantestan…ampulosamente,nosonmásqueelescenarioyeldecoradodelaactitud.

¿Para qué voy a emprender una batalla que quiero ganar, si deantemanoséquenoemprendiéndolaescomolagano?

Esmuchomásfácil:sencillamentenoescribir.Peroentoncesresultaquequedaenlasombra,ocultaparasiempre,la

decisióndenohacerlo.Y esa intención es la queme interesa esclarecer.Necesitodecirlo.Empezaréconfesandoqueyaheescritoalgo.Algoigualaesto,explicandolomismo.Perdonen.Tengodoscuadernos.Unodeellosdice,enalgunaparte:

Hoyhecomparado losdoscuadernos.Asínopodré terminarnunca.Meobstino en escribir en éste lo que después, si considero que puedeinteresar,pasaréalnúmerodos,yacernidoydefinitivo.Perolaverdadesque el cuaderno número dos está vacío y éste casi lleno de cosasinservibles.Creíqueeramásfácil.Pensé,cuandodecidíusarestesistema,que cada tres o cuatro noches podría pasar al cuaderno dos una parteseleccionadadeloquehubieraescritoenéste,quellamoelnúmerounoyqueesunaespeciedepozo tolerante,bondadoso, enelquevoydejandocaer todo lo que pienso, sin aliño y sin orden. Pero la preocupación essacarlo después, poco a poco, recuperarlo y colocarlo, ya limpio yaderezado,enelcuadernodos,queseráellibro.

No;creoquenoloharénunca.Me sorprende poder escribir: “creo queno lo haré nunca”. Pero esta

nocheestoytranquilo,sereno,resignadomansamentealfracaso.Tambiénme sorprende poder escribir la palabra “mansamente”, aplicándola a mímismo, porque la tenía reservadaparamimadre. Pensaba: cuando yo ladescriba en alguna parte del libro, usaré varias veces el término“mansamente”.Acostadeesapalabratengoquerevelarla.Paramíhabíapreparado otras. Hoy no importa usar aquélla. Esta noche soy verídico.(No me gusta esta última palabra: es dura, parece de hierro, con ungancho en la punta. En el cuaderno dos la suprimiré.) Soy sincero. Estanochesoysincero.

Séquenopodré escribir. Séque el libro, si lo termino, seráunomásentre losmillonesde librosquenadiecomentaynadierecuerda.Avecesrepitominombre:JoséGarcía.Loveoescritoencadaunadelaspáginas.

Oigoalasgentesdecir:“ellibrodeJoséGarcía”.Sí,loconfieso.Hagoestocon frecuencia y me gusta hacerlo. Pero de pronto, violentamente, serompetodo.

¡Quéabsurdo,Diosmío,quéabsurdo!Siellibronotieneeso,inefable,milagroso,quehacequeunapalabracomún,oídamilveces, sorprendaygolpee; sicadapáginapuedepasarsesinque lamanotiembleunpoco; silas palabras no pueden sostenerse por sí mismas, sin los andamios delargumento; si la emoción sencilla, encontrada sin buscarla, no estápresenteencadalínea,¿quéesunlibro?¿QuiénesJoséGarcía?¿Quiénesese José García que quiere escribir, que necesita escribir, que todas lasnoches se sienta esperanzado ante un cuaderno en blanco y se levantajadeante,exhausto,despuésdehaberescritocuatroocincopáginasenlasquetodoesofalta?

Hoydescanso.Hoydigo laverdad.Nopodréescribir jamás.¿Porquéentonces esta necesidad imperiosa? Si yo lo sé bien: no soymás que unhombremediano,conlimitadacapacidad,conunarazonableambiciónentodoslosdemásaspectosdelavida.Unhombrecomún,exactamenteeso,un hombre igual a millones y millones de hombres. ¡Ah, quisiera quealguien me contestara! ¿Por qué entonces esta obsesión? ¿Por qué estedolordesajustado?¿Porquéunlibronopuedetenerlamismaaltamedidaque la necesidad de escribirlo? ¿Por qué habita esta espléndida urgenciaentanmodesto,oscurositio?

Pensé que era fácil empezar. Abrí un cuaderno, compradoexpresamente.Preparéunplan,hiceunaespeciedeesquema.Conletradeimprentaynúmerosromanos,muybiendibujados,puse:CapítuloI.—Mimadre.Peroinmediatamentesentíeltemor.No,nopuedocomenzarconeso.Pareceríaquecomonotengonadaimportantequedecirempiezoporlosprimerospasos,porelbalbuceo.Pensaríanqueparanocaermeaferroalafaldademimadre,comocuandoeraniño.

Así, parapoder escribir algo, tuvequementirme: escriboparamí,nopara losdemás,ypor lo tantopuedorelatar loquequiera:mimadre,miinfancia,miparque,miescuela.¿Esquenopuedorecordarlos?Losescribo

para mí, para sentirlos cerca otra vez, para poseerlos. El niño, como elhombre,noposeemásqueaquelloqueinventa.Usaloqueexiste,peronoloposee.Elniñotodolohacealtravésdesuinvoluntariainocencia,comoel hombre al través de su congénita ignorancia. La única forma deapoderarnos hondamente de los seres y de las cosas y de los ambientesqueusamosesvolviendoaellosporelrecuerdo,oinventándolos,aldarlesun nombre. ¿Qué sabía demimadre cuando tenía yo nueve años?Queexistía,solamente.“Mamáestádurmiendo…,mamáhasalido…,mamáseva a enojar…” Éramos entonces demasiado reales, demasiado actualesparapoderdarnoscuentadeloqueéramosydecómoéramos.

Pero claro, yo mentía deliberadamente. No escribo para mí. Se diceeso,peroenel fondohayunanecesidaddeser leído,de llegar lejos;hayun anhelo de frondosidad, de expansión. Entonces pensé que no podíausarsituacionesysentimientospersonalesquereducirían,quelocalizaríanel interés.Y empezó la lucha por atrapar el concepto, la idea amplia, deentre elmontón de paja acumulado enmi cuaderno número uno. Es lodifícil.Del párrafo anterior, por ejemplo,me gusta esto: “regresar, por elrecuerdo, para poseer con mayor conciencia lo que comúnmente sólousamos”. Pienso: ¡en torno a esto, en torno a esto hay que poner algo!Perolafrasesemequedaasí,seca,muerta,sinelcalorquetienecuandolaempleoparajustificarme.

Algunavezcreíquenoerabuenoelsistemadetenerdoscuadernos.Parael número dos no encontraba nada digno, nada suficientementeinteresante y logrado.Tiene que ser directo, decidí, ymepuse a escribirconvalor,sintitubeos,resueltoaempezar.Aldíasiguientetuvequevolveralantiguométodo.Sólohabíaescrito:

“Estoyaquí,tembloroso,preparado,enesperadelaideaquenollega.Esunmomentodifícil.Alprincipiounonosabecómohacerparaatraparalos lectoresdesde laprimerapalabra.A los lectoresoaunomismo.Unopuedesersulector,suúnicolector,esonotieneimportancia.Escriboparamí;quequedebienentendido.

”Escucho con avidez los ruidos de la casa; dirijo la mirada a todaspartes.Dealgunatendráquevenirunasugestión,unrecuerdo,unavoz…

”¡Los ruidos! ¿Qué puedo recibir de ellos, conocidos hasta elcansancio?Hayuno:elmurmullotiernodeunamujerquevayquevienehaciendo cosas mínimas. Por el número de pasos sé perfectamente endónde se encuentra y a dónde se dirige. En la cocina, el discreto ruidopersonal se acompaña de otro, peculiar y molesto. Parece que el simplehechode que alguien entre en la cocina pone enmovimiento los platos,los cubiertos, la llave del agua.Hay un tintineo y un gotear enervantes.Además,fatalmente,algocae.Menosmalsiserompe,porqueentonceselruido termina pronto y tiene una especie de justificación dramática. Loterrible es cuando caen esas tapas de peltre o aluminio que siguentemblando en el suelo, en forma ridícula, y que no sufren daño algunocon el golpe. Es inevitable; cuando ella entra a la cocina tengo quepermanecerquieto,prevenidoparaquenomesorprendaelestrépito.Esto

me hace perder tiempo pero, debo decirlo, en el fondo me agradaencontrarunaexcusaparaquedarmeunratoenblanco,paralegalizarunmomentáneodescanso.”

Esoeratodo.Naturalmentenoloutilicé.Notieneinterés.Nosécómoempecéahablardeesosruidosdomésticosquedetanoídosnadieescuchaya.Saliótalvezporelmiedoquetengoa loqueocurredespués:ellaquese acerca y entra enmi habitación secándose lasmanos. Luego, todavíahúmedas,lasponesobremicabezaypregunta,comotodaslasnoches:

—¿Estáscansado?Antes de oír mi respuesta lanza unamirada al cuaderno, casi vacío.

¿Para qué ve el cuaderno? ¿Para qué me pregunta? ¿Cómo voy acontestarle que sí, que estoy rendido, exhausto de no haber escrito unasola línea? ¿Cómo lo va a entender si ella,mientras tanto,hahechounaserie de cosas rudas; ha caminado por toda la casa, llevando, trayendo,lavando, limpiando…? ¿Cómo va a entender que esas cosas, que sepueden hacer pensando en otras, no agotan como las que no puedenhacerse ni pensando constante, profunda, desgarradoramente en ellasmismas?

Lo real, lo que se ve, no obstante, es que ella ha trabajado y yo no.Que ella viene a preguntarme si estoy cansado y que yo no sé quécontestarle. Entonces hago a un lado, rabioso, el cuaderno; me irrita suternurayaunsabiendoquenoexiste,simulopercibirunfondoirónicoensupregunta,ycontestoconviolencia:

—¿Cansado de qué? Ya lo has visto, no he hecho nada. ¡Tú, encambio,debesestar rendida! ¡Desdehacedoshorasestáshaciendocosasimportantes!

Permanececalladaunmomento.Despuésdice:—Importantesno,perohayquehacerlas…Ysí,estoycansada.Buenas

noches.¡Ya está! ¡Ahora la vergüenzadehaber sido injusto! La severidad, la

razón, la eficacia están con ella siempre. Todo lo limpio y claro lepertenece.Es,hasidotodasuvida,unbellolagosinelpudordesufondo.

Seasomaunoaélylovetodo;lanzaunolapiedraypuedecontemplarsurecorridoyelsitioenqueporfinsedetiene.Noquedanuncazozobraniduda;sóloremordimiento.

Ydespuésbuscarlareconciliación,darlaexcusa…Lomejoresrecurrira explicaciones comunes: fatiga, nervios. Aunque la realidad sea biendistinta.Megustaríadecirle:

—Te trato mal porque me molesta tu equilibrio, porque no puedotolerar tu sencillez. Te tratomal porque detesto a las gentes que no sonenemigasdesímismas.

Pero… ¡cómovoy a decirle esto a quien vive sostenidapor supropiaarmazón,alimentándosedesurectitud,delcumplimientodesudeber,desudignaysilenciosaservidumbre!

Perotampocopuedodecirle:—Perdóname, tienes razón. Te trato mal porque he pasado toda la

nocheempeñadoenhaceralgoimposible,superioramisfuerzas…porquelosorprendisteymeavergoncé.

Nopuedoporqueprovocaríaunadeesasescenassentimentalesquelaobligan a decir cosas falsas, en las que ella no cree y que me dan laimpresióndequemeestánuntandopomadasenlacara:

—No lo tomes así, no te desesperes… ¡Claro quepuedes escribir! Loquepasaesquehoyestáscansado,mañanasaldrámejor,yaloverás.

¡Mentira!Enelfondoellatampococreequeyopuedaescribirunlibro;¡ni le importaqueescribaono!Esdecir,no le importa loqueescriba.Legustaría que pudiera hacerlo, pero sólo como forma de tranquilizarme.Todo lo ve al travésdemi cuerpo:mipeso,mi estómago,mi garganta…No se decide a interponerse directamente, pero tiene un sordo rencorporqueintuyemidesaliento.

Undíaseatrevió,elúnico:—¡Dejayaesalocura,teestásacabando!¡Noséporquéteempeñasen

escribir!¡Lahubieramatadoenesemomento!Perotodolohacepormibien,porloqueellacreequeesmibien.Lo

comprendo perfectamente; por eso esmás difícil la situación, porque nopuedo evitar tratarla con aspereza cada vez queme ve escribiendo ymeinterroga,creyendohalagarme.

Ydespués las explicaciones, las excusas, la vigilancia sobremímismoparanodejarmecaerenlanecesidaddeserconsoladoyconfesarleloqueno quiero confesar a nadie. Entoncesme damiedo hablar.Quisiera quebastaraconacercarmeaellaymirarlaprofundamente. ¡Laspalabras!Laspalabras que tienen que explicarse, que matizarse, que contestarse. ¡Ypedirleperdón!Estoesloquetemo,porqueentoncesafirmasusideas,quesonjustas,peroquenoloson.Estoloentiendoyo.Nopuedoexplicarlo.

Miabuelamepidióperdónundía;unperdón tiernoyaltivoquenoolvidaré nunca.Yo era su nieto preferido ymerecía la distinción porqueellaeramiabuelapreferida.Ciertoquenoconocíaa laotra,quevivíaenEspañayquenome interesaba lomásmínimo,pero teníabuencuidadodehacerlonotar:

—Mishermanasdicenquetenemosotraabuelita….latendránellas….paramítúereslaúnica.

Lodecíaparahalagarla,perocuandoundíarecibimosdeEspañaunacarta de luto, anunciando que mi abuela había muerto, yo sentí unextraño remordimiento. Estome hizo recordarlamuchomás tiempo delque mis hermanas, que nunca la negaron, emplearon en olvidarla porcompleto.

Mi abuelita me decía unas cosas que cuando estábamos solos megustaban,peroquemeavergonzabanenpresenciademishermanasodelosmuchachosvecinos.Siempremecomparabaconflores.Parecíaquenohabía belleza en el mundo más que en las flores. Pero eso daba a suternurauntonoexcesivamentefemenino,queyonopodíatolerarmásqueenlaintimidad:

—¡MirositadeCastilla,mirositadeJericó,mibotónderosa!Yonomeatrevíaapedirlequenomedijeraenpúblicoesascosas.Un

día,sinembargo,fuirodeándolaconpreguntas:—Abuela,¿quéesJericó?

—Jericó,hijo,esdondesedanlasrosasmásbonitas.Seguramente ella no sabía dónde estaba Jericó, porque

inmediatamenteexplicaba:—Son unas rosas preciosas, lo dicen los libros. Tú eres mi rosita de

Jericó.—Pero…abuela.¡Nomedigasasí,porfavor…!Nohabíaforma.Ellasereíadeestosbrotesdehombría,meabrazabay

volvía a llamarme su rosita de Castilla, de Jericó y de otros lugares queahoranorecuerdo.

Nopuedo seguir. Ya siento en el ánimo de quien lea esto ese despreciotolerante que suscita el que cuenta cosas que sólo a él interesan. Veoescritas,escritaspormí,esasfrasescuyorecuerdotodavíameestremece,yque sin embargo sequedandesnudas,dulzonas,porqueno tienenya,nipuedo lograr que tengan al escribirlas, eso que las hacía respetables yconmovedoras:eltemblordeloslabiosdemiabuela,sugravetonodevoz;sunegrovestido,pobreydigno;susmanoshuesosas,susgestoscansados.Yolosé;dichoasí,todoestonoesmásqueunalistadecaracterísticasqueno tienen sentido. Sime fueraposibledar la impresión exacta, conjunta,deloquesedesprendíadeaquelporte,deaquelladignidad,deaquelolorespecial, de aquel temblor, de aquellos trajes siempre de la mismahechura, de todo aquello que formaba su personalidad discreta,voluntariamenteescondida.Simefueraposiblerevelarloqueellatratabade conservar oculto y que no obstante, por su fuerza, surgía con granvigor; si todoesomefueraposible,cualquierrelatoquesobreellahicieratendríalaintensidadylamedidajustas.

Pero así, no puedo hablar de ella. Sería como desmantelarla, comoexhibirlasinrecatoalguno.Nopuedohacerlo.

Me pidió perdón un día. Un perdón improvisado y tierno que noolvidarénunca.Estodoloquepuedodecir.

Ycreoqueasícontinuaré,sintenernadaquedecir,porqueloprimeroque anoté con grandes letras, comouna flecha que anunciara el peligro,fue:“Nohablarenprimerapersona”.Esoarrastrainevitablementealrelatodecosasparticulares,reducidasaltamañoexactodelacasafamiliar,delosparientes cercanos, del barrio, del vecino. Yo pretendo escribir algo que

intereseatodos.¿Cómodiría?Nousarlavozíntima,sinoelgranrumor.¡Qué difícil es! Necesito una vía estrechísima. Necesito detenerme,

detenermeconstantemente.Sielprimercapítulo,quetodavíanoescribo,lotitulé“Mimadre”,fue

porque consideré que al describirla con fidelidad, quedarían explicadasmuchas cosas de mí mismo, de mi madurez, que me interesa subrayar.Quise,precisamenteporhuirdemí,queellamesirvieradeclave,designoinicial.

Necesito explicarlo. No es que deseara contar mi vidacronológicamente,consuraízysusfrutos,principiandoelrelatoasidoalafalda demimadre y terminándolo conmis hijos prendidos de lamano.¡No, Dios mío! ¿Qué puede contar de su vida un hombre como yo? Sinunca, antes de ahora, le ha ocurridonada, y lo que ahora le ocurrenopuedecontarloporqueprecisamenteesoes loque leocurre:quenecesitacontarloynopuede.Peronose tratadesucesos,deacontecimientosconfecha, personajes y desenlace. No. ¿Cómo decirlo? Se trata de escribir yentonces, necesariamente, hay que marcar un tema, pero más quemarcarlo, porque no tengo el tema que interese a todos, hay quedesvanecerlo, diluirlo en las palabras mismas. ¡Otra vez las palabras!¡Cómo atormentan! La verdad es que yo no puedo inventar algo ni aalguienyentoncesnecesitollenarconpalabrasesehueco,esevacíoinicial.Pero con talespalabras, tan convincentes, queno seperciba la existenciadelhueco.Quenoseaunirponiendo,rellenando,dejandocaer,sinountransformar,hastaquesintema,sinmateria,elvacíodesaparezca.

Ciertoqueesta idea fueconsecuenciademi faltade imaginación.Mipropósito,alprincipio,eraescribirunanovela.Crearpersonajes,ponerlesnombreyedad,antepasados,profesión,aficiones.Conectarlos,trenzarlos,hacerdependeraunosdeotrosylogrardecadaunounejemplarvigorosoyatractivoorepugnanteotemible.

¡Fueespantoso!Lorecuerdocomounapesadilla.Estabaobsesionado.Apuntaba frases que se me ocurrían de pronto y que —pensaba—quedarían muy bien, muy adecuadas para el momento en que “Elena

emprendierael viaje”.Observabaen la calle, en los camiones, enel cine,las caras de la gente, para ir formando después, con aquella boca y estanariz, los rostros de mis personajes. Si tenía la suerte de encontrar unnotable rasgo físico,me sentía feliz y desde luego, con gran entusiasmo,empezabaaredactarelpasaje:

—“…eraunanarizinsolentequenoqueríamezclarseconelrestodelacara. Los ojos, la barba, la boca, los pómulos, iban siempre comopersiguiéndola. En esa persecución envejecieron: la nariz era lo únicojovenenelrostroaquel…”

Yesomeparecíaoriginal.¡Eso,tanrecargadoytanabsurdo!A fuerza de desear que algunos de mis personajes resultaran

simpáticos,losorillabaadecirconstantementecosasamables,hastaquedepronto me percataba de que al escamotearles la compleja totalidad delhombre,losprivabadevida.Incurríaenelterribledefectodesubrayar,deextremar, creyendoqueconellodabavigoral rasgo.Deallí salíaque losprotagonistas resultaran, naturalmente, falsos. Sucedía, además, quedespués de haber trazado, en mi opinión reciamente, el carácter de mipersonaje, no sabía qué hacer con él. Yo hubiera podido moverlo sihubieraconcedidoqueseparecieraamitíoAgustín,porejemplo,aquienconocí en lo íntimo y que era un sujeto bastante atractivo e interesante.Pero mi pretensión de crear, no de relatar o aprovecharme de tipos yacreados,meimpedíaesaconcesiónquejuzgabaunadeshonestidad.Nosetratabadeusar laexperienciayelconocimiento,sinola imaginación;unaimaginación de la que carezco en absoluto, porque no pude, a pesar detodosmisesfuerzos,urdirunatramamedianamenteinteresante.Comonopude, tampoco, lograr siquiera un escenario.Yomedaba cuenta de queera indispensable crear un ambiente adecuado y amueblarlocorrectamente para que mis personajes se movieran con naturalidad,dandoacadaunosucategoríaysuatmósfera.Sí,eranecesario.Peroyonosé nada de estilos, de épocas. He tenido siempre una casa conmodestísimascomodidades,quefuncionayquesevallenandodeobjetosa medida que la familia aumenta, como sucede en la mayoría de los

hogares.Aveces,porexcepción,secompraalgosuperfluo;casisiempreloabsolutamente indispensable. Por eso, al tratar de crear el ambiente,aparecía el obstáculo. Yo comprendía que “en la casa señorial de donAugusto de la Rosa”—un personaje al que inventé con gran esfuerzo—tenía que haber porcelanas y marfiles. Mas no era posible decir así,escuetamente,revelandopocorefinamiento:“habíaporcelanasymarfiles”.No;deunacasahumildesepuededecir:“habíaunviejosofáytressillas”,y resulta muy bien, porque la pobreza de la descripción ahonda eldramatismode lamiseria que se pretende remarcar; la falta de adjetivosdaunamedidamásjustaalapobrezadelambiente.Peromeparecíaquela opulencia sólo podía ser descrita con lenguaje opulento y que lasporcelanas y los marfiles merecían, por lo menos, una cita de suantigüedadyprocedencia.

Mover exclusivamente a personajes demi clase social ymis recursoseconómicos para queme resultaramás fácil y exacto, era una ilegalidad,era tomar el camino trillado y conocido. Y ponerme a consultar librosespecialistas para copiar fechas, dinastías, regiones industriales y otrosdatos, me parecía artificioso y deshonesto. De ese modo, en ningúnambiente lograba nada real: las casas de los ricos me resultabandesmanteladas, vacías, irrisoriamente adornadas con “lujosos”muebles y“finas”tapicerías,adjetivosquesólorevelanunaabsolutaignorancia.Ylasde clase media me resultaban igualmente irreales, por la vigilancia queponía en no incurrir en la copia exacta de mi casa. En mi deseo deoriginalidad falseaba, imaginando, lo que hubiera salido bien con sóloobservaryrelatardespuésconsencillez.

Por todo eso no pude, claro está, lograr personajes vivos, niargumentos interesantes,ni ambientes adecuados.Ahora lodigo así, confacilidad, libertado ya de la preocupación de conseguirlos. Pero durantemucho tiempomeempeñéangustiosamente, en interminablesnochesdeesfuerzocontinuo,enponerensituacionesabsurdasaunosseresabsurdostambién, queno sentían, ni hablaban, ni gesticulaban como lohacen losseres humanos; que si se enfermaban era siempre para morir; que si

lloraban no era sencillamente porque vivían, como lloramos a veces loshombres, sinoporquealgo terribley truculento leshabíaacontecido;quenoesbozabanunasonrisaporel recuerdodeunagradablesuceso lejano,sino que tenían siempre una risa actual, provocada por lo que otropersonajehabíadichotresrenglonesarriba;quenohablabandecualquiercosa, que, por ejemplo, no escupían; que no hacían nada común,improvisado,instintivo.

Y no es que yo opine, en estemomento, que la evidencia es lomásadecuadoparalograrlarealidad.Noesqueyopretendaqueparaqueunpersonajeresulterealtengaqueescupirenpúblico.No;esquecomprendoque debe ser trazado con tan naturales y sueltos caracteres, que dé lasensacióndequeencualquiermomentopuedeescupir,auncuandonolohagadurantetodoelrelato.

No logré nada. Ésa es la verdad. Ahora no pretendo imaginar, nopretendo inventar. Sólo queda esta atormentada necesidad de escribiralgo,quenoséloquees.

Entro a estepequeño cuarto en el que escriboy tomo los cuadernos y lapluma con movimientos recelosos, mirando hacia todas partes, como sifuerayounladrónsinexperiencia,unprincipiante.

Enelfondohayalgodeeso.Soyunpocoeso.Sólounpocoporqueallítambiénmedivido.Me robo amímismo.Comoun ladrón, le robounagota a mi seca convicción de no escribir; esa gota última que quedasiempre cuando la resequedad acontecede afuerahacia adentro, yno alcontrario.Nosésimeexplico.Quierodecir:cuandounonosesecaporsímismo,sinoporunomismo.Secarseporsímismoescarecerdelelementoquehumedece y conserva la frescura.Y secarseporunomismo eshacerdesaparecervoluntariamenteeseelemento,extraerlodeunoparaprovocarlaresequedad.Enelprimercasonuncaquedaesagotaúltima;enelotroqueda siempre, escondida, traicionando el propósito, lista para brotar,expuestafácilmentealrobo.

Y eso es lo que hago.Un “yo” se ha secado por élmismo, no por símismo,yelotro,quelosabe,sabetambiénquesiempreencontraráalgunaforma de robarle su última gota. Cuando eso ocurre empiezan los dos aescribir.

Ya quisiera nombrarlos; poner un nombre a cada uno, igual que hepuestounnúmeroacadacuaderno.Saberencuálpuedoconfiarydecuáldebodefenderme.Porqueaveces,el“yo”quehaceloquenoquierohaceresalqueenrealidadamo,porquemedesatadeeseno tercoyherméticoalqueestoysujeto.

Yavecesalqueadmiroesalotro,alquetratadeapretarsusnudosyponer llave a sus puertas. Pero ocurre que aunque los dos persigan

propósitos distintos, siempre se encuentran en el mismo sitio: en uncuaderno donde uno escribe para explicar, para demostrar por qué nodebeescribir,yelotrolohaceparanegarelderechoademostrarlo,siesademostraciónrequiereserescrita.

Es bien claro; son sólo dos frases. Una: tengo que escribir porque lonecesitoyauncuandoseaparaconfesarquenoséhacerlo.Yotra:comonoséhacerlotengoquenoescribir.

Noobstante, lasdosaparecenescritas.Una,poresamanotorpe,perolealymodesta,alaquenuncahepodidodetener;ylaotra,poresamanoconsciente y fría, que siempre toma la pluma segura de que lo hace porúltima vez y que de reincidir será únicamente para contrarrestar elimpulsodesuenemiga.

Aesosdos“yo”quisieraponerlesnombre,familiarizarmeunpococonellos, tratarlos. En apariencia esto carece de sentido, puesto que son yomismo.Peroesqueenrealidadenciertomodoyanoformanpartedemí,ni uno ni otro. Parece que los dos se lanzan a lo suyo, apresurados,despiadados,yyosientoquemevandejandoatrás.

Enocasionesestanevidenteyviolentasulucha,quemeveoprecisadoaintervenirparaapaciguarlos.Yoquisiera,naturalmente,darlelarazónalqueopinaquenodeboescribir.Yseladaríasilodijeraconloúnicoqueesopuededecirse:conelsilencio.Perocomoquierehacerseoír,caeenelprocedimientodel otro, sólo que sin suhumildad.Entonces es el otro alqueme acerco, conmovido, porque comprendoquepor lomenosusa suvozparadecir loquenosabehacer,noparadecirqueno lodiceporqueno sabe. En aquél veo una sinceridad, una expresión honesta y viva. Enéste,queeselquetendríalarazónsisecallara,veoseriedadyconciencia,pero también cobardía. Lo terrible es que uno y otro saben lo mal quehacenalescribirsóloesto,sóloestoquenoesnadayqueningunodelosdospuederemediarlo.

HaceunmomentoentróalcuartomihijoJosé.Enmuchasocasionesvieneavermecuandoestoyescribiendo;mehacepreguntasydemuestrainterés:

—¿Vamuyadelantadotulibro,papá?¡Adelantado! Me quedo pensando: ¿Cómo puedo adelantar en un

librorígidamentecontenidoparaocultarestaimpotenciadeescribiryésta,mayoraún,denoescribir?

Mihijo,claro,creequecadanuevorenglónesunadelanto.Nopuedodecirlequecadanuevapalabraesunmachacanteretrocesoalaprimerayque ésta es tan intrascendente e insegura como la última. Que ningunatieneunsentidoimportantequelajustifiqueyquetodasjuntas,lasqueyaestán escritas y las que faltan por escribir, serán únicamente el burdocontornodeunhueco,deunvacíoesencial.

—Esnovela,¿verdad,papá?Yluego,conesainfluenciacinematográficanaturalasuedad:—¿Acababien?Lo he despedido violentamente. Abrió sus grandes ojos, asombrado.

Confío en que no le habré hecho daño. Confío —¡qué vergüenzaescribirlo!— en que deducirá con su joven imaginación generosa: “¡Losescritoresson tanraros, tandistintosa losdemás!”Yyoquedaréanteél,nocomounpadreinjusto,sinooriginal,aquienhayquetolerarporqueesunescritor.

Talvezlocuenteasusamigosconunlevetonodeorgullo:“¡Mipadreescribe;yavamuyadelantadosulibro!”Ytalvezunodeesosamigos,hijodeunempleadoodeuncomerciante,sientaenelfondociertaenvidiayeldeseodequesupadretambiénfueseescritor.

¡Quéfraude!Deberíacorresponderlegalmenteasuinterésydecirle:¡Nosoyescritor!No losoy;estoquevesaquí,estecuaderno llenode

palabrasyborronesnoesmásqueelnuloresultadodeunadesesperantetiraníaquevienenosédedónde.Todoestoytodoloqueiréescribiendoessóloparadecirnadayelresultadoserá,enúltimocaso,muchaspáginasllenas y un libro vacío. No es una novela, hijo mío, ni acaba bien. Nopuedeacabarloquenoempiezaynoempiezaporquenotengonadaquedecir.Tupadrenoes escritorni lo seránunca.Esunpobrehombrequetiene necesidad de escribir, como otro puede tenerla de beber. Sólo queéste lo hace y sacia la sed. A nadie da cuenta de ese acto que tiene unrecorridoíntimo:nace,secumpleymuereenél;sellamaembriaguezysedisfruta o se padece solo. Pero escribir es otra cosa. Escribir es decir aotros, porque para decirse a unomismo basta un intenso pensamiento yundistraídosusurroentre los labios.Ynosepuededeciralgoa losotroscuandosetienelaconcienciadequenoseposeenadaqueaportar.Perosila conciencia es lo suficientemente agudapara entender esto,nodeberíasertandébilanteelapetitodedeciryéstedeberíasertanmoderadoqueresultaraposiblevencerlo.

Yde allínace la trampa.Comonopuedovencerlo,dejo vivir enmishijos,enmimujer,enmímismoaveces,cerrandocobardementelosojos,esa equivocación, esa mentira y me irrito cuando no me tratan con latolerancia que los demás destinan para aquellos de quienes esperan algoimportante y distinto. Yo mismo, que lo sé todo, me he sorprendidosolapándomeactitudesviolentasyarbitrariedadesque intentoexplicarmecomo propias de quien considera que tiene una más alta misión que lacomúnycorrientedeestaralcuidadoyalserviciodesufamilia.Esunfeoengaño,yolosé.Mimujer,consuaterradoraintuición,losabetambiény,noobstante, se calla. ¡Peromis hijos! José, burlado, y Lorenzo, el pobre,tanpequeñoaún,reprimidoacadamomentoporsumadre:

—¡Niño,porDios,cállate,tupadreestáescribiendo!—¡Niño,nomolestesatupadre,estáescribiendo!Yo,profundamenteavergonzadodeestacooperación,deesterespeto,

merevuelvocontraella,contraél,contralacasa,contratodo.—¡Hacesmásruidotúalcallarlo.Déjaloenpaz!Yalniño:—¡Veteaacostar,nohayquienteaguante!Yelinaguantablesoyyo.Laverdadesquenopuedoaspirarmásquealanaturalconsideración

que se le tiene a cualquiermarido. Podría sin duda habermejoradomisituación, haberme preocupado por aumentar un poco mis ingresos. Mimujerestácansada;Josénecesitacadadíamáscosas,yavaensegundodeLeyes; Lorenzo ha sido siempre tan enfermizo que el médico y lasmedicinasestánconsideradoscomogastofijoennuestropresupuesto.Meinquietaesteniño: tieneunamiradaextraña,unaexpresiónausente,unamelancolíaquenocorrespondea suspocosaños. ¡Fue tan inesperado sunacimiento y tan poco deseado en realidad! No me lo perdono. Estoyseguroqueinfluyóenélnuestrocobarderechazo.

Ciertoqueyotambiénexperimentoavecesextrañassensacionesdelasqueme da vergüenza hablar. Una, lamás frecuente, es ésta: a pesar dequedesdehacetantosañossoyelmismoyhagolomismo,noséporquémesientoajenoamí;comosiaccidentalmentehubierayocaídodentrodemicuerpoydeprontomedieracuentadelsitioenquehabito.

Mimujermepregunta por qué en lamañana, cuandodespierto,memiro insistentemente las manos. Claro está que no puedo contestarle.¡Cómo voy a saber lo que hago en ese borde sutil del despertar! Pero aveces también lo hago en plena vigilia, en la oficina, y tampoco puedoexplicarlo. Es algo como realizar para mí mismo una identificación, unarápida comprobación de verdadera existencia física. Como si hubiera ungravedesajusteentreloquesoyyloquemerepresenta,ynecesitarayo,depronto,notarme.

Nome gusta mi cuerpo: es débil, blando, insignificante. No, no megusta.Talvezporesonuncamehaimportadoylodescuido.Elresultadoes que se me impone siempre, en fracciones, en pequeñas o grandesmolestias: dolor demuelas, gripes, arritmia, una serie de achaques. Pero

sobretodo,untemblorpermanente,pordentro,unquebranto.Escomolaseguridaddequealgovaaocurrir,eltemordequeocurraylaimpacienciadequeyaocurra.Avecespienso si esaangustiano será lagranangustiadelmiedoalamuerte,sóloqueatenuadaporelhábitodesentirla.Porquenoesqueseaexcesivayqueyotengaqueocuparmededisminuirla.No;lasiento de mi tamaño exacto. Lo que tiene de desesperante no es sudimensión,sinosupermanencia,suresidenciadefinitivaenmí.

Otra angustia, esta de no poder dejar de escribir, por ejemplo, tienealternativas.Pormomentossientoquenolapadezco.Séquehaypequeñasseparacionesprovisionalesquemehacenexperimentar esa limpia tristezadeestar lejosdealgoquemepertenece,a loquevolveré,perodeloque,no obstante, puedo alejarme por algún tiempo. ¡Pero aquélla! ¡Aquellaangustiapersistente,inexplicable,adheridacomoelhombreasumuerte!

En ocasiones, para adormecerla, me emborracho. Y sí, durante laembriaguezsientocomoundenuedointerior,unarrojoquemecontentaymeexalta.¡Mevoydemí,mevoydemitemblor,mevoydemimuerte!¿A dónde? A lo mismo tal vez —el hombre no puede inventarsetotalmente—,peromesientoarmado.Nosabría,cuandoregreso,describiresasarmas.Nicuandoestoyallápodríahacerlo,porquenovanañadidas,puestasencima,sinoqueformanpartedemí.Nosécómoson;sóloséquesonadecuadas.Simepreguntaran:¿quésientes?,únicamentepodríadecir:¡siento que no me importa! Pero si insistieran en qué es lo que no meimporta, ya no podría contestar. Es una idea muy delgada; me sigueinteresando todo, pero sin importarme. Hay una gran diferencia, loaseguro.Talvezlapodríaexplicar,peroséqueentonceslaideacrecería,seensancharíayyanopodríapasarpordondepasacuandoestoyallá.

Pero ¡cómome gustaría poder trasladarla y explicarla, sin hacerle elmás levedaño!Esunpocoesto: laembriagueznomequitamicondicióndehombrequesufre,peroledaalsufrimientootrosentido:eldeundolorincorporado a mí naturalmente, cuya persistencia no me hace sufrir,porque no la percibo. Es decir, encuentro natural que exista enmí, tannaturalcomoexistiryomismo.

Acá,nohepodidoacostumbrarmenuncaalaideadeexistir.Siempreestoy preguntando, siempre inquieto, sorprendido demi existencia. Alláno es así: ser es ser. No es como acá, un fenómeno rodeado deinterrogaciones. Es un hecho claro, sin el escollo del porqué. Un hechocomprendido, explicado por símismo.Allá no tiembla nunca.No sientomiedo de morir, porque la muerte tiene el mismo sentido natural,incorporado, que tiene todo lo demás. Es otro hecho sencillo, no unapregunta.

A medida que la embriaguez se va apoderando de mí, yo voyapresandoalgoquesupongoeslaverdaderapaz:noinquietarseporquesees,niatemorizarseporquesepuededejardeser.Haycomounacomodointerior,unajuste,ytodoaquelloqueacásonsalientesypuntasduras,allásonpertenencias,aceptadas,heredadastalvez,queintegranplácidamentealhombre.

Además, la atmósfera es otra. Esmuydifícil poderdar la ideadeunambiente cuando éste no se produce con los elementos habituales, sinopor lo contrario, con todos aquellos a los que no se está habituado: lafacilidaddeactuar,porejemplo.Haycasasen lasqueunosemuevecondificultad, que cohiben; hay otras en las que el movimiento se facilitadesdeelprimerinstante.Aveceslaembriaguezcoincideconlasensacióndeentraraunacasaenlaquetodosepuedehacer,sisequiere,odejardehacer. Hay hasta un fenómeno auditivo, créanme. Yo lo he escuchadomuchas veces: el ruidoqueproduceuna cadena al caer. Es entonces, enesemomento, cuando el hombre se yergue y empieza amoverse conunsentido distinto. Los pasos que usualmente lo conducen a su casa, a sutrabajo, a determinado sitio, se dirigen a otro, no con la sensación deculpabilidad que en ocasiones implica una elección gozosa; no con lasensación de dar la espalda a algo. No; sencillamente se camina en lamismadirecciónqueeldeseo.Si algonecesarioquedóatrás,no importa,porquenosesientenecesario.Suubicaciónnoprovienedequelohemospospuesto,sinodequeallíestá.

Enmí,laembriagueznoespropiamenteperderelsentidodelascosas;

escambiarelsentido.Peroquieroaclarar:nosoyyoelquelocambia.Esoequivaldríaaunasuplencia,aunaprovisionalidad.Esquelascosastienenporsímismasotrosentido,ycomoyonopercibolamecánicadelcambio,me encuentro de pronto ante ellas y las siento permanentes, exactas,adecuadas.Mesientobien,noporquerecuerdequeantesmesentíamalynoteladiferencia.No;mesientobien,sencillamente.

Loséporqueelconocimientodeesasensaciónempiezacuandoyanola percibo; cuando ya estoy acá, temblando nuevamente, con la cabezabaja; oyendo los reproches de mi mujer y los discretos consejos de misamigos.

Porque,¿saben?,elalcoholmehacemuchodaño.

Hetenidounapequeñavictoria.Hoyhaceexactamenteochodíasquenoescribo.Estarecaídaessóloparaconsignarlo.Ochodías.Recuerdoqueelpasado miércoles estuve a punto de escribir y pude evitarlo. Usé,naturalmente,untruco.Cuandoya ibayoaentrarenmidespacho…¡estan presuntuosa esta expresión! En ese despacho están también lamáquinadecoser,unarmarioyunascajasendondemimujerguardalascosasmásinverosímiles,lasqueparecequejamáshandeservirparanadayque,noobstante,sirvensiempre.Lasesposasdeloshombrespobressonun pocomágicas. Recuerdo que José quería unsmoking cuando cumpliódieciocho años; yo no tenía dinero, pero se compró porque mi mujervendióunaseriedeobjetosquehabíaguardadoprecisamenteenesascajasy que jamás pensé que pudieran interesar a nadie. ¿A quién las vendió?Nolohesabidonuncaymehadadopenapreguntarle.Laverdadesquees ella la que resuelve siempre todo lo práctico. Yo no sirvo para nada.Trabajo y la amo.Y amoamishijos.Es todo loquehago en la vida. Séquemuchasgentesprosperan;genteambiciosaycapaz.Perorealmente,yono sé cómo lo consiguen.No tengo ninguna idea de los negocios.Nadapercibodeellos.El comercio,aunelmás lícito,medavergüenza.Séqueesto es una tontería, una verdadera tontería, pero es la verdad: me davergüenza.Antescomprabayoalgunascosas.Siempreresultabanmal.“Terobaron”,medecíamimujer.Ahora prefierono comprar nada.Cuandovamos juntos a la tienda o al mercado, yo siempreme quedo fuera. Lolamento;nopuedosoportarlo.Sufroporelquevendeyporelquecompra.Meparece que aquél hace un esfuerzo para ponderar sumercancía; quetieneque vencer sumodestia y subuengustopor lanecesidadde ganar

algomás;yqueelcompradortienetambiénquerealizarunesfuerzoparaocultar su pobreza; toma entonces una anticipada postura altanera, paraqueelregateoparezcamaliciaynomiseria.

Pero ya estoy hablando de otra cosa. Decía que durante ocho díaspude no escribir y esa noche, cuando ya iba a hacerlo, me contuve eintempestivamente invité a mi mujer al cine. Le dio mucho gusto; casinunca podemos ir. Iba tan contenta que suscitó en mí una especie degenerosa audacia. No tenía yo, después de pagar las entradas, más queocho pesos, pero guardaba en la cartera noventa y cinco queme habíandado varios de los compañeros de la oficina para que comprara unosbilletesdelotería.Despuéslosrepongo—pensé—;avercómohago.

Al salir del cine, decidido, adopté un gesto misterioso. Me sentíimportante,latomédelbrazoyledije:

—¡Nosvamosdeparranda!Subimosauncochey cuandoella esperabaqueyodiera ladirección

delacasa,dijeentonomuynatural,muymundano:—AlGranVals,porfavor.—¿Quésitioesése,José?¡Hijo,estásloco!¡Miraenquéfachasvengo!Me la quedé mirando y apreté su mano. Cierto, podía hablarse de

fachas.Mi invitación apresurada, hasta un poco impaciente, no le habíadadotiempoparacambiarsedevestidoyponersealgunodelosdosotresquetieneparacuandosale.Elabrigoconelquecubríaelvestidodecasa—y que no se quitó durante toda la función, a pesar del calor— estababastanteviejo.

LlegamosalGranVals.Escogimosunamesaaislada.Enotrasestaban“losclásicos”:gritan,golpeanlamesa,beben,juranquesonmuymachosydanexageradaspropinas.Porqueeldineronoimporta;porquelasmujeresdizque son inferiores; porque en su trabajo no pueden gritar; porque elalcoholespiadosoy¡porquesufren,porquesufren!¡Ytodoparacreerquenosufren!

EnElGranVals,unosopacosmúsicos tocanvalses,yyomandétocaralgunos.Quería quemimujer los oyera y que soñara, y queolvidara las

constantes enfermedades de Lorenzo, y que José, desde hace algunassemanas, golpea las puertas y llega tarde.Yo sé que ya tiene unamujer;perolamíanolosabe.Esunamesera:ladelcaféqueestáenlaesquinadelacasa;sellamaMargaritaymihijolaquiere.Ysétambiénquecualquiernoche,mañana tal vez, entrará enmihabitación con la cabezabaja, rojode vergüenza y me dirá eso que todos los hijos dicen alguna vez a supadre:

—Papá…quierohablarcontigo…¡dehombreahombre!¡De hombre a hombre! ¿Qué supondrá mi hijo que es un hombre?

Piensoqueélpiensa:elhombreloesenelprecisomomentoenquetieneyaunamujer.

¡José,José,hijomío,sisupierasloqueesunhombre!Elhombre es…pero, ¿lo sé yo acaso?Loúnicoquepuedodecirte es

queelhombreeres tú, Joséadolescenteyamoroso.Yyo, JoséGarcía, tupadre, que a pesar de mis años sigo tan inseguro y asombrado einterrogante.Elhombreesesemeseroquenosdetestayqueseburlaunpocode lazozobraconqueestoypagandomiconsumo,temerosodequenomealcanceeldineroquetraigo.Elhombreesesemúsicodepelocanoy traje raído quemira con avidez el pequeño billete que lemando paraquetoque,tanmecánicamentecomolohacetodaslasnoches,unvalsquecasinadieoye.Elhombreestumadre,quesílooye,sóloqueyaconunailusión que se ha ido diluyendo a base de años tristes e iguales, deenfermedades, de trabajo, de deudas, demuebles viejos y crujientes. Tumadre,queapesardetodoeso,hoytieneenlosojosuntenuebrilloyunamínima sorpresa. El hombre es ése que está en aquella mesa, solo,desaliñado, agobiado,bebiendoconprisa ypreguntando sinohavenido“ésa”. Podría quedarme aquí el tiempo necesario para seguir suembriaguez,paraveraesosdoshombresquehayenél.Perotodoloséya:caminabaporlascallesporquenoqueríairabuscarla,¿sabes?,elhombretiene siempre un pequeño residuo que lo conforta: su dignidad. Le dice“ésa”,condesprecio,pero“ésa”quieredecir“ésa”precisamenteyningunaotra. ¡Allíestáelmisterio!Elmisteriomáshondo.Transitanporlascalles

milesdemujeres,haymujeresencualquierparte;peroes“ésa”alaqueélquiere;“ésa”,consubocaysusojosysuspalabras,“ésa”nadamás.Ynopuedebuscarlaporquesabequeparaella,élnoes“ése”.Entoncescaminay siente un opresivo dolor, un dolor cuyo peso no puede soportar solo.Perosíconseisosietecopas.Vaentoncesaunsitiodondeesposibleque“ésa”vayatambién.Noirá,peroéllaesperaráhastamuytarde,hastaqueel alcohol, tan tierno, tan caluroso, tan compañero, le adormezca ladignidady ledé fuerzaspara ir a tocarunapuerta, precisamenteuna, laque no quisiera tocar jamás. Mañana se sentirá muy mal. Pero hoy ymañanahabrásidoeso:unhombre.

Elúnicoquetalveznoseaelhombreeselquenoseparecealosotros.Elquerebasaonoalcanzaalosdemás.Elquecreceosedisminuyehastaquedar fuerade las estaturasnormales.Éseno,porquepierde lamedidacordialdelasemejanza.

¡Lasemejanza!Loquehaceposibleelamor.

¡Cuántoheescritoestanoche!Todoparadecirqueaquelmiércolespudeno hacerlo. ¿Y qué hice hoy? Contar deshilvanadamente que llevé amimujeraoírmúsicayquemihijoyatieneunaamante.¿Paradecirsóloeso,Diosmío?

¿Cómo harán los que escriben? ¿Cómo lograrán que sus palabras losobedezcan?Lasmíasvanpordondequieren,pordondepueden.Cuandoya las veo escritas, cuando con una vergüenza golosa las releo, me danpena.Sientoquevandesprendiéndosedemíycayendoenmicuaderno.Cayendosolamente,sinforma,sinpremeditadacolocación.

Yoquisieraalgodistinto.Porejemplo,alverunabonitatarde,pensar:veoqueesta tardeesbella.Megusta la tarde.Megustasentir loquemehacesentirestatarde.Megustaríadescribirlatardeyloquesiento.¿Quéhayquehacerentonces?Primero,creoyo,sentir latarde.Después,hacerel intento de ir cercando sus elementos, la luz, la temperatura, latonalidad.Despuésobservarsucielo,losárboles,lassombras,enfin,todolo que le pertenece. Y cuando estos elementos queden reflejados enpalabras y expresado ese temblor gozoso y esa estremecida sorpresa quesiento al contemplarla, entonces, seguramente quien me leyera, o yomismo,podría encontrar enmi cuadernounabella tardey aunhombrequelapercibeyladisfruta.

¿Ysilointentaraasí,conesesistema?Bueno, tendría que contemplar esas tardes o inventar o recordar un

poco,porquehacemuchotiempoquenolasveo.Salgode laoficinaa lasnuevede lanocheytancansado,queyanotengoesasensibilidadávida,necesariaparapercibirloquemerodea.Delatardesólocontemplolaluz

queentraporunapequeñaventanaquequedafrenteamiescritorio;unaluzqueparecenovenirdeningunaparteporquenoveo el cielo.Pocoapoco va siendo menos brillante, menos, menos, hasta que encendemosunalámparafluorescentequelavence.

Nosési losotrosempleadossientan loqueyocuandoesa lámparaseenciende. Es lógico que así ocurra; no podemos trabajar de otro modo;pero lo que no puedo creer es que no sufran en el momento en queocurre;que sehayanacostumbradoaque lanecesidad, así sin rodeos, lanecesidad, les robe, y lo que es peor, les sustituya el uso y goce de lonatural,deloestremecedoramentenatural.

Ninguno de nosotros se acuerda ya de cómo muere un día. Ni decómonace,nidecómonosparece,alascincodelamañana,quenovaapoder nacer; y en el rotundomediodía, que no habrá demorir, y a lasagónicasseisdelatarde,quenopodrásalvarse.

Noséparalosdemáshombres,peroparanosotros,losquedesdehacetantos años trabajamos allí, desalentados, vencidos, el día tiene horasmágicas que uniforman nuestras sensaciones. Llegamos, en la mañana,limpios y alegres, hacemos algunas bromas y empezamos a trabajar.Hayunaespeciederitmovivo,útil;unesfuerzodedicadoaalguien,anuestramujer, a nuestros hijos, que nos hace sentirnos satisfechos y hastaimportantes. A las dos de la tarde, agobiados por el encierro y el calor,todos tenemosuna expresiónde fatiga innoble, esencialmente física, queresta sentidoy justificaciónal esfuerzo.Hay comounodio al cuerpoportener que alimentarlo y vestirlo; hay un deseo violento—lo diré con lacruda palabra exacta— de que reviente de una vez. La obligación, lapobreza, se enredan al cuello como una soga. Cambiamos palabras ymiradashostilesyelcompañero,tandesdichadoyfatigadocomonosotros,noescompañeroya,sinoenemigo.Lodetestamosporlomismoqueélnosdetesta: por igual, por inevitable, por semejante. Es decir, por lomismoqueenlamañana,alllegar,loamamos.

Y a las ochode la noche,mansos ya, sin protestas, suavizados por elcansancioy la ideadequeprontovamosa salir, todos tenemos lamisma

expresióndecondenacumplida,poresedía,ylamismaansiosanecesidaddeirarefugiarnosprecisamenteenesacasaendondenosesperannuestramujer, nuestro hijos, aquellos por los que hemos hecho, y haríamosdurante toda la vida si fuera necesario, este esfuerzo gris, anónimo, liso,peroquenospermitevivirjuntos,connuestroscaloresjuntos,connuestroamorjunto.

¡Ah, ese entrañable círculo de empezar el día por ellos y terminarloconellos!

Un día, lo recuerdo muy bien, estuve tentado de escribir con grandesletras:“Avecesmearrepientodehabermecasado”.Mealegranohaberlohecho, porque esmentira; no estoy arrepentido. Lo que pasa es que enocasiones,cuandomequedosolo,cuandoellosduermenyayséqueestándescansando,segurosytranquilos,retrocedoeneltiempoyenmímismoymeencuentroconquienerayoantes,cuandoaúnnolostenía.Cuántosdeseosnorealizadossobreviventenuementeenmíyaparecendepronto,aunqueamortiguadosporlalargayespesadistancia.

Recuerdo,porejemplo,midecisióndesermarino.Nadaenelmundome hará cambiar de idea—pensaba yo entonces—. Tenía catorce años.Vivíamos en la costa. Una noche, mientras cenábamos, anunciéfirmementemi propósito.Aún veo los ojos demimadre; expresaban talcongoja, que me dio la impresión de que en el tiempo brevísimo quetranscurrióentremispalabrasysumirada,habíapresentidomidestinoycontemplabaaunhijomuerto.Peronodijonada.Mipadre, en cambio,pronuncióundramáticodiscursodelquesólopudeentenderqueyoeraelúnico hijo hombre, la esperanza de su vejez y el protector de mishermanas.Recuerdoqueamedidaquemipadrehablabameinvadíaunaespeciedeasfixia:porloquedecíayporcómolodecía.Fuelaprimeravezquesentíelhorrordeestarencarcelado,condenadosinremedio.

Esa misma noche, cuando todos se acostaron, salí de casa. La playaestabasolitariayoscura.Metendíenlaarena.

Sollocé inconsolable por lo que se me moría, antes de vivirlo. Sinsaberlo,creyendoque llorabapormí,enrealidad llorabapor losdosmásagriosdoloresdelhombre:elamoryeladiós.

No me gusta acordarme de aquello. No me gusta referirme a eseadolescentedeentoncesquenopodíaimaginarquemuchosañosdespuésestaríahablandodesímismoenestetonosordoyapagado.Medesesperanopoderescribirmásqueconmiedadactual.Creoquealgunascosassólopuedenescribirseconmanotersa,ylamía—laestoyviendoahoramismo— tiene ya las arrugas y las manchas de mis años. Tengo miedo detraicionaralmuchachoque fui. ¡Lorecuerdo tanbien!Losiento temblardentrodemí, limpioybrioso.Pero sé, por esonopuedohacerlo, que alpretenderhablardeélenestecuadernotardío,escritoconmanodeviejo,aparecerían mis años, mi tedio, mi pequeñez, y que aquel jovenespléndidosaldrácubiertodemicenizayempañadoporella.

Y como no pude darle aliento; como lo ahogué dentro demí; comopoco a poco lo fui cubriendo con esta tierra caliza que ha sidomi vida;comosólopudeproporcionarleunsitio tibio,acambiode losardientesyvariadosqueéldeseaba,noquierohablardeél,nopuedo.

Perotambiénpiensoquesinohablodeél,quehasidolomejordemí,¿de qué voy a hablar? ¿De éste que soy ahora? ¿De éste en queme heconvertido? ¿De este hombre oscuro, liso, hundido en una angustia quenopuedoaclararni justificar,porque losmotivosque laprovocannosonexplicables?

Imagino que proviene de que en muchas ocasiones me sientoprofundamente solo.Nomebasta la compañíaentrañableydiariademimujer ymis hijos. ¿Por qué no puedo tener también la de otro hombrecualquiera, la del ser humano que pase a mi lado casualmente, en elpreciso instante en que yo siento un cálido e imperioso anhelo de

comunicación?¿Porquénopuedeserasí?¿Porquénopuedebrindarseacualquiera, en su momento único, la frescura de una palabra, de unabrazo,deunapregunta?

No;todologuardamosparacompartirlo,siacaso,conunreducidísimonúmero de seres humanos, como si los demás no existieran o fueranincapacesdeentendernosyamarnos.

Caminoporunacalle cualquiera.Otroshombrespasanami lado.Nilosmironimemiran.Somosiguales,peroextraños,tanlejanoscomosinotransitáramosporlamismacalle,conelmismopasoytalvezconelmismopensamiento.Somosigualesyyonuncasabrénadadeellos,nisunombresiquiera.Esentoncescuandomesientoextrañamentesolo;piensoquelosdemás se sienten igualymeasaltauncasi irresistibledeseodedeteneraalguienypedirleconnaturalidadyconmitiernocalorhumano,¿conquécosamejor?,quehablemosunrato.

¿Quéme impide hacerlo? ¿Qué timidez o qué durezame detienen?¿Qué frío paraliza mis manos tan dispuestas a tenderse y estrechar otracualquiera, sin selección, sin premeditación ni antecedente? Pero no lohago, no lo he podido hacer nunca. Y el impulso se me queda dentro,quieto,silencioso,sinatreverseavivir,queescomomorirantesdelahora.

Caminounpocomás, dejopasar todo.Apenas simirode soslayo entornomío.Y llegoamicasacon lasensacióndeungranvacíoquepudollenarseconsólodecirunapalabraotenderlosbrazos.

Noesunaformadepiedad,deconmiseraciónalosdemás.Quieroquese entienda: es, por lo contrario, una avidez, un incontenible anhelo dehombres,devoces,devidas.

Entonces me hundo en mí mismo. Pero yo soy para mí como unpequeñositiovisitadoanteriormente,conocido,repasado,caminadohastalaúltimafatiga.Noobstante,esallí,esamímismoadondellegosiempreymedetengoparahablar.

—Deberías haberle preguntado algo, cualquier cosa, a aquel hombreque parecía tan desdichado. Tal vez estaba solo; tal vez, como tú, teníanecesidad de hablar; deberías haberlo hecho; deberías hacerlo todos los

días.Piénsalo,seríacomoviajar.Túnoviajarásnunca,JoséGarcía.Túnopodrásdecirdentrodealgunosaños:“esomerecuerda loqueviunavezen tal lugar”. Pero sí podrás recordar: “… lo que me dijo tal día aquelhombre…”

¡Quélección,Diosmío,quélección!Lebastóunasolapalabra.Salí ayer de la oficina, al mediodía. Durante toda la mañana estuve

preparándolo. Y lo hice.Me fui caminando despacio; en la calle no eraposible, porque todos iban apresurados. Pensé entonces que tal vez unparque,conbancasyárboles,eraelsitioadecuado.LleguéalaAlamedaylarecorrílentamente,observandoconatención.Porfinmedecidí.

Enunabancaestabaunhombreconcaraadusta,malvestido;teníalaspiernasestiradasylasmanosenlasbolsasdelpantalón.Mirabaalolejos,distraídamente, como pensando en algo. No en distintas cosas. No.Cuando el pensamientopaseadeun lado a otro, la expresión cambia.Avecesllegaaunbuenrecuerdooaunbuendeseoyentonceslosmúsculosde lacarasesuavizan imperceptiblemente.Oseendurecen,depronto, sielpensamientohatropezadoconaquelloenqueduelepensar.

Pero si la expresión permanece igual, si los labios no se entreabren,ligeramente anhelantes, o se cierran como para tapar la salida a unapalabra; si los ojos quedan fijos y muertos y los párpados caen con elmismo ritmo, acompasados, sin alteración, es que el pensamiento estáinmóvil.

Aquelhombrepensaba enalgo.Enuna sola cosaque evidentementenoeraagradable.Mesentéjuntoaél; lomirévariasveces.Élnonotómipresencia ni los forzados movimientos que yo hacía para llamar suatención. Entonces le ofrecí un cigarro. Me miró, lo tomó y dijoescuetamente, con una voz opaca: “Gracias”. Se lo encendí con gransolicitud.“Gracias.”

—Nosésilegustandeestamarca.Sonmuyfuertes.

—Sí,gracias.¿Quémáspodíadecirle?Peroteníaquehablarconél;estabadecidido.

Inclusive le había yo avisado a mi mujer que no me esperara a comer;quería contar con tiempo suficiente para cualquier situación imprevista.Era imposiblequetodose limitaraaobsequiaruncigarro,en labancadeunparque,aundesconocido,yaoírtresveceslapalabra“gracias”.¿Quiénera?¿Dedóndevenía?¿Enquépensaba?

—¿Esusteddeaquí?—¿Dedónde?—Deaquí…deMéxico…delacapital…—No.Habíavuelto ameter lasmanos en losbolsillos.El cigarro colgabade

sus labios. Yo observaba cómo iba creciendo la ceniza a medida quefumabaycómocaía sobre su ropa sinqueaélparecierapreocuparle.Deprontohizounmovimiento;seincorporó.

Yo pensé que se iba a levantar y a dejarme allí, solo, sin haberlepodido decir nada, con toda mi compasión inútil, frustrada. No podíapermitirlo.Sentíquedebíahablarlesinrodeos,categóricoydirecto.Sentíquedebíaabrazarloydecirlequenosufriera,quenoestaba solo,queyoerasuamigo;quevivíamosenelmismoplaneta,enlamismaépoca,enelmismopaís;queahoraestábamoslosdosenelmismoparque,enlamismabanca;quelossereshumanosdebenhablarse,sentirse,quererse;quetodohombrequepasa juntoanosotrosrepresentaunaocasióndecompañíaydecaloryquelaindiferenciayeldesdéndeunosaotrosesunpecado,elpeordelospecados.

Sentí que debía decir todo esto y lo dije, atropelladamente, aborbotones,trémulodeemoción.Amedidaquehablabaexperimentabalasensacióndequeporfinhabíaencontradoelcamino;sentíaqueyoerayomismo, pero almismo tiempo otro; otro queme reconciliaba conmigo ymelibertaba.

No sé en qué momento ni en qué palabra el hombre aquel meinterrumpió.Sólorecuerdosuexpresiónduraysufrasecortante,helada:

—¡Noestoyparasermones!Selevantóysefue.No podría expresar lo que sentí. Ahora que trato de escribirlo y

despuésdehabérsemereveladodeprontoelgranerror,puedodecirquemi sentimiento era de desconsuelo, de decepción; pero almismo tiemposentí heridami vanidad.Pensé quenohabía sido comprendido; quemehabíadefraudado;quemibuenavoluntadnohabíasidoestimada;quemehabíadirigido,infortunadamente,aalguienquenomemerecía.Mesentísuperior.

Pasadosunosmomentosmelevanté,caminévariascuadrasytoméuncamiónquemellevaraamicasa.Enel trayectocontemplabaa lasgentesque iban en él; caras inexpresivas, soñolientas, sudorosas. Lo confieso,sentíciertarepugnancia.

Alllegarpedíconexigencialacomida.—Dijistequenovenías—merecordómimujer—;nosésitegustarálo

quehice.—Perovine,quisevenir,cambiédeidea—lerespondíduramente.Ellasóloexpresabasutemordeque lacomidanomegustara.Nome

hacíaningúnreproche.Erayoinjusto,losabía,ynopodíaremediarlo.Comodecostumbre,nocontestó,nosedefendió.Lacomidamegustó,peronolodije.Pensaba:“Sinoledejanaunoser

bueno,pues a sermalo. ¿Eso es loquequieren?Pueshayque serlo,hayqueseregoísta”.

Y lo era con quien menos lo merecía. Comí apresuradamente, meencerré enmi cuarto,me dejé caer en la cama y cerré los ojos para quecreyeranquedormíaynomemolestaran.Noteníaquevolveralaoficinaen la tarde; era sábado. No sé cuánto tiempo estuve así, fingiendo quedormía y en realidad repasando, palabra por palabra, toda la escena conaquel desconocido. Poco a pocome fui suavizando. Sentía, no obstante,una gran amargura y tenía la seguridad de que nunca repetiría laexperiencia.Pensaba:

Claro, por algo no me había atrevido antes; era mejor cuando

sencillamente lo deseaba; entonces todos, cualquiera, me parecía elseñalado,elnecesario,elúnico.

Hedichoquedeprontoentendí.Recordélafrase:—¡Noestoyparasermones!Sermones.Esapalabra,quealoírlamehabíaparecidotanofensiva,tan

dura,ahorameloexplicabatodo.¡Claro,noeraeso,noeraasí!¿Qué sentido tiene para un hombre, uno solo, para un hombre

destruido,lastimado,atrapadoenquiénsabequéproblemasytorturas,elconcepto abstracto, ampuloso, demasiado amplio, de que todos los sereshumanos deben acercarse, hablarse, quererse? Tal vez llegue a entendereso algún día, tal vez. Pero el conducto, el canal fácil para llegar a esaverdadmayor,tienequeserdesutamaño;y lamedidadeunhombreesotrohombre.Poreso, laspalabrasquese ledirijandebenserexclusivasydedicadas;elnombrequesepronunciedebeserelsuyo,yelcaminodebeser tan angosto y tan recto que inevitablemente provoque el encuentroauncuandocadaunolorecorraenopuestadirección.

¿Quéhiceyoencambio?Nomeloperdono;quéirritacióndebehabersentido.

Tal vez no tenía a nadie, no tenía a uno, y yo le hablé de todos.Miverdadero propósito era ofrecerme yo, yo solo, y lo asalté con unamultitud,loshombres,entreloscuales,precisamente,élsesentíaperdido.Yenvezdetenderlemimano,sólolamía,consushuesos,susarrugas,susuñas descuidadas y su calor, le tendí la mano de todos, que él,naturalmente,tuvoquesentircomounagarra.

¡Y mi tono! Hablar de amor, de cercanía, en ese tono de sermónardoroso,imperativo,cuandoparahablardeamor,deeseamortersoquenoeseldeunoaotro,sinoeldeunoacualquierotro,senecesita lavozmásapagadaylapalabramásmodesta.

Yonodeberíahaberledichotodoeso.Ahora,sóloahora,hastaahoraque loheperdido,quenunca lovolveré a ver, sé loquedeberíahaberledicho. ¡Qué distinto hubiera sido si las cosas hubieran ocurrido así, porejemplo!:

—Leenvidiosuszapatos…,sevequelequedancómodos…¡Yoyanoaguantolosquetraigo…!

Entonceshabría lanzadounamiradarápidaamiszapatosnuevos.Nocomentaríanada,peroyohabríainsistido:

—Sí, están nuevos, pero son tan corrientes que la suela me estáquemandolospies.

Conesohabríaprovocadounacierta igualdadentrenuestroszapatos:los de él eran viejos, pero finos y cómodos; los míos, nuevos, perocorrientes,insoportables.Yparainsistirenqueyoeratanpobrecomoélyenqueayermismoestabatanmalcalzadocomoél,debídecirle:

—Los compré hoy…; a los otros ya tenía que ponerles unos cartonesparataparlosagujerosdelasuela…

Esimposiblequeélnomepreguntaraalgo,lousual:—¿Cuántolecostaron?Yo bajaría considerablemente el precio de mis zapatos nuevos para

garantizar sumalacalidadydiría,además,que loshabíacompradoen laoficinaaunseñorquelosvendeenabonos.

Estoesverdad.Entonces,aldecir lode losabonos,yapodríahaberlehabladodecómomelasarregloparacomprarloquevannecesitandomishijos, mi mujer, mi casa. Y él se hubiera enterado, sin notarlo, comodeslizándose suavemente,deque soy casado,deque tengohijos,dequetrabajoenunaoficinaydequesoypobre.Esdecir,demivida,deloqueen realidad esmi vida. Porque ahora que lo escribo, veo que no podríacontar otra cosa de mí. No iba a decirle, ¡ni pensarlo!, que tengo estecuadernoenelqueescribo,yelotro…elotro…elvacíoaún.

¡Ay,otravezeso…!Pareceunadeesasnavajascuyahojasaltaconsólopresionar levemente… ¡Los zapatos, el hombre aquel…! ¡Eso es lo únicoquemeimporta…!¿Paraqué?Tampocoeso…Yano…Loquequieroesdormirynopensarmás,ni enelhombre,ni enel cuaderno;menosquenadaenelcuaderno,menosquenadaenelcuaderno.

Lorenzo está enfermootra vez. ¡Quéharé, qué haré con esa criatura! Esinjusto, pero a veces sientomolestia al ver a José tan sano, tan alto, tanfornido. Me parece que soy culpable de un mal reparto. Acabamos deinyectarloydarleunbañoparaque lebaje lafiebre. ¡Qué raquítico,quéindefenso!Seleseñalantodosloshuesos.

Mi mujer se ha quedado con él, cuidándolo. No tengo sueño; hetomadomuchocafé,mesientonervioso.Meavergüenzaestarescribiendo,tener ganas de escribir, pero así es. No podría hacer otra cosa.Emborracharmetalvez.Peronipensarahoraeneso.¡No,no,nipensarlo!

Acabo de releer lo que escribí el otro día acerca de aquel hombre. Meparece imposible, tal como me siento ahora, que sea yo mismo quienpiense que puedo ayudar a alguien. ¡Ah, qué necesidad de lo contrario;quéurgentenecesidaddedejarmecaerenunabancadecualquierparqueodecualquiercantinayesperar,esperarnoséqué!

Escribo falsedades. Todo lo equivoco, todo resulta inadecuado y, loqueespeor,todotieneunfondodeinterésysoberbia.

¡¿Quién soy, por Dios, quién supongo que soy para que mi simplecercaníayunascuantasfrasesconsuelenaunhombrequenomeconoce?!¿Porqué,conquéderechoelijoydecidoocuparelsitioprivilegiado,eldelqueda,ycolocoalotroeneldelquerecibe?¡Ytodavíamelastimaquenoacepte y que rechace violentamente esa elaborada fraternidad! Elverdaderoamoraloshombresnoeseso.Noeselsermónelocuentenilatrampa piadosa de los zapatos. ¿Pero qué sé yo lo que es el verdaderoamor? Sin embargo, siento que la fraternidad, el amor, no puedenprepararse;quesucedensimplementeyquedebentenerlainminenciaylafluidezdeunsucesocomúnenelqueseparticipaconnaturalidad.

¿Por qué no me acerqué a cualquiera, al primero? ¿Por qué escogíprecisamenteaaquelhombredeaspectomiserableyexpresióndura?Hayque admitirlo: porque yo necesitaba complacerme con la idea de queayudabaaalguienquesufría.Esdecir,yodeseabahaceralgoquetuvieramérito.Hacerloyo.

¿Porquénomepuseensituacióndequeotrolohiciera,dequefueraotroelquedierayyoelqueaceptaraconhumildad?¿Porquéenvezdemissermonesoen lugarde la imaginadaconversaciónde loszapatos,no

pudedecir?:—Perdone que me atreva, señor; tengo necesidad de hablar con

alguien…Ycreoqueusted…siquisiera…Talvezmehubieradichoque teníaprisa,que teníaque irse;pero tal

vezmehubierapreguntadoquéeraloquemepasaba.Yyohubieraescogido,paraayudarloaayudarme,mispenassencillas.

Noquierodecirlasmáspequeñas,sinolasmásfácilesdeentender.Nolehabríadichoquesoyunhombreatrapadoentrecuatroparedes

lisas; ni que a veces siento que me ahogo por el hecho de saber dememoriaelnúmerodepeldañosquetienen lasescalerasdemicasay lasdemioficina; ypor conocer elnombrey la vozy lospasosde todosmisvecinos;yporhaberagotadolaposibilidaddedescubrirnuevasfigurasenla granmancha que una gotera dejó en el techo demi recámara; y porencontrarme desde hace ocho años, todos los días, en el camión, a unseñorquesebajaunacuadraantesqueyo;yporqueRosendoArellanovatodoslossábadosdetodoslosmeses,sinfaltarunosolo,acobrarelabonodelaropaquelecomproacrédito;yporquecadavezqueelgerenteentraa mi departamento y pasa a mi lado, dice lo mismo, exactamente lomismo:

—¡Hola, hola… usted siempre entre montañas de papeles, amigoGarcía!

¡Amigo García! ¡Tan impersonal, tan indiferente como si dijeracualquiernúmero!

Pero nada de eso le habría contado. Eso no lo comento nunca;únicamenteaquí, enmicuaderno.Noquiero inspirar lástimaanadie;yaes suficiente con la que yo me tengo. Además, normalmente, uno nopuede quejarse de eso. No es un dolor, no es una desdicha: se llamaestabilidad,seguridad,ymuchoshombreslaanhelanyhastaladisfrutan.¿Cómoiba,pues,aquejarme?¿Cómoibaahablardeesaspenasextrañas?

No. Le habría hablado de… ¿de qué? Tal vez de Lorenzo, de susenfermedades, de nuestra angustia; tal vez de José, de los peligros quecorre en la difícil edad en que se encuentra, de lasmalas compañías, de

esascosasdelosjóvenes;olehubieradicho…sí,talvez,esounemuchoalos hombres, que tenía yo una pena de amor. Le habría contado cómoluchoparano ira tocarunapuerta;cómo,cuandonopuedomás,marcotemblorosamente un número en el teléfono, escucho una voz y memuerdo los labios para no gritar un nombre; cómo sufro de celos, esedolorácidoquequemaalhombreensucentro;cómo,apesardeeso,mideseo sigue inmóvil, posado en un solo cuerpo; y cómo, por eso, elconcepto de imposible ha llegado a ser el único que entiendo y el únicoquenoentiendo.

Yoséquesihubierainventadoycontadoestoacualquierhombredelparque, me habría comprendido. Seguramente habría contestado comotodos:

—¡Olvídese,amigo,vamosatomarnosunacopa!Y nos hubiéramos metido a una cantina y frente a nosotros se

hubieranidoacumulandovasosybotellasvacíasyélhabríaaseguradoque“nohaymujerenelmundoquevalga las lágrimasdeunhombre”yque“hayquesermacho”,ymehabríaobligadoaapuntarunadirección.Yolehabríadichoqueestabaenlojusto,paraquesintieraquesusconsejosysucompañíameayudabanymelevantabanelánimo.

Pudoserdeestemodo.Perotalvezeldelparquehubierapodidoserunhombrequenomedijera loque todos.Entoncesnohabríamos idoaunacantina,avaciarbotellasyadecir clásicas “frasesdemacho”, sinoalfondo de nosotros mismos, a nuestros sitios turbios y doloridos, a esossitios donde el hombre padece la angustia de serlo y de no serlo en lamedidaideal.

Ése síhubierapodido entenderunamor imposible yqueunhombrepuedamorirsedesedalaorilladeuncuerpo.

Con ése sí habría yo podido hablar de cómome asfixia la tranquila,metódica,acompasadarepeticióndemisactosydecómomeavergüenzayoprimeelconocimientodemímismoylaconviccióndequejamástendréel valor dedar la espalda a esa estabilidad, a ese pequeñoorden enquevivoyhagoviviramifamilia.

Aésesíhabríapodidodecirle:—Soy José García, ¿sabe usted?, el muy honorable y oscuro José

García; el destinado a la esquela de 15 × 7 centímetros en un soloperiódico: “Ayer tantos de tantos, falleció el señor José García. Suinconsolable esposa, sus hijos y hermanas lo participan con profundodolor”.

¿A quién lo participan? Se murió José García. Se morirán todos ysiemprehabránuevosJoséGarcíaquelosreemplacenyocupensumínimositioenlavida.

Falso,todofalso.El encuentro con lo que he escrito algunos días antes, siempre me

desagrada.Digo, conaparentemodestia: “murió JoséGarcía: ¿aquién selo participan?” Y con eso, seguramente quise dar la impresión de queconozcomi pequeñamedida y,me conformo con ella. Y ahora, en estemomento,unoscuantosdíasdespués,estoysintiendolatrascendenciademimuerte,de lamía, sí,precisamentepormía.Ysientoqueme importatanto,queesteinteréstienequesercompartidopormiles,pormillonesdegentesaquienesmimuertetienetambiénqueinteresaryestremecer.

Escribotambién,confalsa,conmodestaamargura,que“cualquierotroJoséGarcíapuedeocuparmisitiomínimo”.¿Locreorealmente?No,nolocreo; no lo siento. Por lo contrario, me parece que el hueco que cadahombredejaalmorirnopuedeserllenado,jamás,pornadie,porningúnotrohombre.Precisamenteporeso,lamuertepermaneceenlavidacomounaaterradoraoquedad.

Sinembargo,siemprequeescribodigoloquesiento,aunqueunacosanieguelaanterior.Soyunhombrecontantasverdadesmomentáneas,quenosécuáles laverdad.Talvezel tener tantasseamiverdadúnica,perodetodosmodos,quisierasermásfirme,másrotundo.

He visto los árboles en invierno, la época del rigor: troncos escuetos,desnudos, silenciosos. Los he visto en primavera, cubiertos de follaje,rumorosos,llenosdefrutos.Perotodoesto,elfollaje,elrumorylosfrutos,esloquecae,lonuevocadavez,loinexperto.Larealexistenciadelárbol,sucontinuidadysustento,estáneneltroncoinvariable.

¡Ah, quisiera tener por lo menos una idea, una creencia a la que

pudiera recurrir permanentemente!No cuento con un solo pensamientofijo, endurecido. Todos caen demí, en este cuaderno sumiso, como unfollaje provisional, como pensamientos “de la estación”. ¿De qué van aservir?¿Aquiénvanaservir?¿Porquéinsistoenescribirlos?

Elotrodíapensabaenesaenfermedadquepadezco.Nomemolesta;siacaso un poco, a veces, como una fatiga muy soportable. Pero en esosachaques del corazón siempre hay peligro de algo repentino. Pensaba: simuriera un día, de pronto, y alguien, mi mujer, mis hijos, un amigo,encontraramiscuadernosytuvieralacuriosidaddeleerlos…

Si fuera José el que los encontrara, se sentiría defraudado de la“novela” de su padre y tal vez diría a sus amigos que antes demorir yohabíadestruidotodosmispapeles.

Si fuera mi mujer, los guardaría, sí, estoy seguro, los guardaríallorando,lomismoquemipipa,misanteojosymistrajes.

Siporalgunacausaespecial,nosérealmentecuál,algúncompañerodelaoficinatuvieraoportunidaddeleerlos,moveríalacabezacomprensivo:

—PobreGarcía, tanbuenagente;ahoramedoycuentadeporqué,aveces,sequedabacomotonto,pensando.

Y nadie entendería que no puedo romperlos, que no he podidohacerlonunca;queenlasnochesllegoaellostímidamenteylostomoconun tierno, conun triste amory acaricio suspastas, ymealarmoante sushojasllenasymeextasíoantelasquetodavíaestánenblancoypiensoquealgunavez, enalgunadeellas, escribiréporfinalgo,no séqué, algoquenotengaquequedarenlasombra,comotodoesto.

Cierto que desde hace algún tiempo escribo con más comodidad.Antesteníaqueescondermeporquetodavíametomabaenserioyesomedaba vergüenza. Pero ahora, como mi costumbre de escribir se hatransformadoparatodosen“mimanía”,en“michifladura”,laejerzoconciertocinismo.Cuandomerespetaban,mecohibían,naturalmente.Ahoraentroamidespachoconnaturalidad,condesparpajo,a lavistadetodos.Sólo cuando he cerrado la puerta y saco demi lugar secreto la llave delescritorio y abro mi cuaderno y tomo la pluma, vuelve a aparecer esa

angustiosaatracciónqueseexperimentaalbordedeunprofundoabismo.Quisiera, por lo menos, poder explicar lo que siento, para que se

comprendaporquéescribo,porquénopuedorompernada.Hablo de angustia, de atracción, de abismo, pero estas palabras no

reflejan lo que quiero decir; son burdas, burdas aproximaciones. Lo quequierodeciresotracosa.

Mimanonoterminaenlosdedos:lavida,lacirculación,lasangre,seprolongan hasta el punto de mi pluma. En la frente siento un golpecaliente y acompasado. Por todo el cuerpo, desde que me preparo aescribir, seme esparce una alegría urgente.Mepertenezco todo,meusotodo;nohayunátomodemíquenoestéconmigo,sabiendo,sintiendolainminenciadelaprimerapalabra.

Enel trazodeesaprimerapalabrapongounaespeciedesensualidad:dibujolamayúscula,laremarcoensusbordes,laadorno.Esasensualidadcaligráfica,despuésmedoycuenta,noesmásque la formaderetrasarelmomento de decir algo, porque no sé qué es ese algo, pero el placer deeste instante total, llenode júbilo,deposibilidadesyde feenmímismo,no logra enturbiarlo ni la desesperanza que me invade un momentodespués.

Pienso entonces que algo, algo físico, falta. La pipa está muy sucia,hace varios días que no la limpio. ¡Cómo voy a poder escribir si estamalditapipaestátapada!Mepongoalimpiarla,maquinalmente,ypocoapoco la esperanza solícita, piadosa, vuelve a aparecer. ¡Eso era, claro!¡Ahora sí…! Mejor una hoja nueva, limpia, y otra vez, lentamente, lamayúsculadegala.

Allíempiezaloqueunashorasdespuésmehabrádejadoexhausto.Elcuerpo, que me acompañaba con tanta cordialidad, empieza aindependizarse; los dedos de los pies se encogen nerviosamente; merecorre laespalda,a lo largode toda lacolumnavertebral,una línea fría;me duele la nuca y dentro de la cabeza siento como una espiral querápidamentegiratratandodeencontraralgo,esealgoqueexpresealgo.

Y lo único que honestamente puedo expresar es que lo que quisiera

escribir, o ya está escrito en los libros queme conmueven, o será escritoalgúndíaporotroshombres, enunos cuadernosqueno separeceránennadaa losmíos, tan tristemente llenos, éste,de impotencia, y elotro,deblancaeinútilespera.

De laesperamásdifícil,de lamásdolorosa: ladeunomismo.Yahetenido suficiente tiempoparadarmecuenta,para saberhondamentequenopuedohacerlo.¿Quées loqueesperoentonces?¿Porquémeempeñoenmantenervivo,abiertoyávido, esecuadernoenelque todavíanohepodido escribir una sola línea? Sé que me está esperando; su vacío meobsesiona y me tortura, pero si algo pudiera escribir en él, sería laconfesión de que yo también me estoy esperando desde hace muchotiempo,ynohellegadonunca.

Talvezporesoestoysiempretriste.Puseenmímismounaconfianzaabsurda, nacida de no sé qué vanidad. Así como tracé un plan cuandopretendíescribirunanovela,delmismomodo,desdemuyjoven,hiceunapasionanteproyectodemivida.Esquemas,proyectos,siemprelomismo.

Primero soñé con sermarino.Ya lo he contado aquí. Fue imposible.Uno a uno vi alejarse de mí todos los barcos.Me quedé en tierra y yosentía que no sobre ella, sino bajo ella, ¡tan grande era mi dolor! Merefugiéentonces,mehundí,apesardemiscatorceaños,enunamujerdecuarenta que me acariciaba casi brutalmente. Fue mi primer amor.Hubiera dado la vida por ella, por su voz grave que en la noche, en laoscuridad, me decía queda, tiernamente, las mayores obscenidades. Yosentía que la cara me quemaba de vergüenza; sentía que iba cayendo,cayendovertiginosamentealinfiernoymequeríadetenerpensandoenmimadre, en mis hermanas, que a esa hora dormían tranquilas, con lacreencia de que yo lo hacía también, sin saber que todas las noches, tanprontoseacostabanyseibanapagandolaslucesdesuscuartos,yosaltabapeligrosamentelaventanaquedabaalpatioymeescapabacorriendo,sindescanso,hastallegarjadeanteasucasa.Para“hacermereponerfuerzas”,segúndecía,medabaunvasodeaguardiente.Enlamadrugadameexigíaquemefuera.Yolerogabaquemedejaravivirallí,conella,parasiempre.

Peromerespondíaque todo loquemeamabaen lanochemedetestabaen lamañanayquemi juventudsóloen laoscuridaderasoportable.Meiba,pues,meibamaldiciendomisañosyadorandolossuyos,quehabíandejadoensupielmaltratada,ensusgestos,ensumirada,ensuspalabras,en su cuerpo rotundo, un regusto de vida, un algo que yo percibía peroquenopodíaentenderniapresar.Eracomositodoloquedecíalohubieradichoya,antes,yyosóloescucharaeleco;eracomosinadameestuvieradedicado, sino que se me daba accidentalmente, durante unas cuantashoras; como si sus caricias no derivaran de su deseo, sino del casualencuentroconmicuerpo.

Yo percibía todo eso, allá, lejos, en el fondo de mí, y ella,adivinándolo,tratabadehacérmeloolvidardándoleamipequeñocuerpoinexperto una categoría de amante elegido, admirado, capaz deproporcionarloshondosplaceres.Ydeesto,quemeotorgabacadanoche,me despojaba cada mañana, cuando yo estaba convencido ya de miscualidades extraordinarias y de la eternidad de nuestro amor; eternidadquedeprontorompíauntoscorelojcromado.Alascincodelamañana,alascincoycuarto,alomás:

—Anda,niño,vísteteyvete.Yo protestaba imperativo, con la seguridad y la arrogancia que me

dabaelrecuerdodeotraspalabras,oídasunahoraantes.Peromiprotestaydespuésmisúplicatímidaydesvalidaseestrellabancontrasurepentinafrialdad.

—¡Que te largues, te digo, y no vuelvas nunca! ¡No quiero volver averteenmivida!

Me daba la espalda y no decía una palabra más. Yo me levantabaasustado, herido profundamente. Con los ojos llenos de lágrimas, sinhacerelmenorruido,mevestíaamediasparanotardarme.Enrollabamicamiseta ymis calcetines y losmetía en la bolsa del pantalón. Antes deirme, haciendo acopiode todamidignidad, de todamihombría, de esahombríaelogiadaporellamismamomentosantes, le lanzaba laamenazaque a mí me hacía temblar apenas pronunciada, y que a ella la dejaba

indiferente:—Tejuroquenovolverénunca.Comonisiquieramecontestaba,yofingíacreerquenomehabíaoído

y gritaba desde la puerta con la esperanza de que se suscitara unadiscusiónquemeobligaraapermanecerconellaunratomás:

—¡Novolverénunca!¡Nunca!¿Looyes?—¡Sí,niño,perfectamente;yalárgate!Tal vezningúnotroniñohabríavuelto,peroyo sí, esamismanoche,

inevitablemente, llevándolederegalounpedazodeaquel tiernopanquehacíamimadre.

Todocambióconlallegadadeaquelbarcoholandés.Unfuertehuracánloaveriódurantelatravesíayhuboquerepararlo.Latripulaciónpermanecióen el puerto cerca de tres meses. Un marino rubio y alto, que siempreestaba riéndose y tomando ginebra, pasaba con ella las noches. Yo, encambio, a solas, llorandoquedamente para quenome oyeran y jurandoquejamásvolveríaaquereraunamujer.

Muchos años después la encontré en una cervecería. Por nada en elmundo la describiría aquí. Pero la sensación que experimenté me hizocomprenderque sólo en el cuerpodel serprofunday largamente amadonopercibimoselpasodel tiempo,yqueelenvejecer juntosesuna formade no envejecer. La diaria mirada tiene un ritmo lento y piadoso. Lapersona que vive a nuestro lado siempre está situada en el tiempo máscercano:ayer,hoy,mañana,yaestasdistanciasmínimasnopuedenverse,noseven,losefectosdelosaños.

Yo sólome doy cuenta de quemimujer ha envejecido cuando veoantiguos retratos. Y ni aun así, porque están tomados en ambientes tandistintos del actual y con trajes tan olvidados, que los miro como si nofuerandeella,comosilafotografíarepresentaraaunpersonajeparecido,peronoamimujer.Ellaeslaqueayer,sentadafrenteamí,contemplabael retrato y se reía de “aquel sombrero extravagante”; o la que hoy meinstaba a queno saliera desabrigadoporquehacía frío; o la quemañanamereclamará:¡telodije,yapescasteuncatarro!

Susmanosviejas,susojosrodeadosdearrugasysupelocanoso,nimesorprenden,nimedesagradan,nimehacenrecordarsutersuraysunegrocabello de otros tiempos. El cambioha ocurrido con tanta lentitud y tan

entrañablemente acompañado del mío, que ni ella ni yo hemos podidonotarlo.

Creoqueelnopercibirbrutalmente ladestrucción,el aniquilamientodelcuerpoqueseama,eselgranmilagrodelaconvivencia.

Megustalaconvivencia.Algunasvecesledigoamimujerqueelhombredebe vivir solo y libre para no debilitarse. Pero se lo digo para darmeimportancia;paraquesupongaquenoheperdidomisinquietudesyparaquenomesientaviejoyancladodefinitivamente.

En realidad, no sé qué haría si de pronto, por algúnmotivo, tuvieraquevivirsolo.Sienmicamasintiera,envezdesutibieza,suausencia;sinopudierareclamarleunmovimientobruscoquemedespierta;siamedianochenopudiera impacientarmeydecirleque se retireunpoco,porquetengocalor,oenlamadrugada,quedamente,apretandosumano,queseacerque.Noséquéharíasiacadamomentonolaoyeraprotestarporalgode la casa; o, de vez en cuando, amenazarnos con que un día nos va adejar,paraverquéhacemossolos.Sí,todoesoquedicefuriosa,yqueamíyamishijosnoshacereír,porquedeloúnicoqueestamoscompletamentesegurosesdequeellanonosdejaránunca.

Noséquéharíasinopudiéramosseguirviendojuntoslamaneracomovan deteriorándose y perdiendo su color y su forma los objetos quedurantetantosañosnoshanservidoyacompañado.

Tenemos un florero que alguien nos regaló cuando nos casamos. Estan feo, tan implacablemente feo, que durante las primeras semanas nossirviódediversión.

—Recuérdamequelorompamañanasinfalta—ledecíayo.—Déjameamíesegusto—mepedíaella.Después decidimos que sería el primer objeto que haríamos pedazos

ennuestroprimergranpleito.Luego loolvidamos. José, que cuando erapequeño lo rompía todo, incluso su propio cuerpo, respetó

misteriosamenteesefloreroqueesgrande,evidenteytentador.Lorenzoloutilizómástardeparaguardarenélesaseriedeobjetossorprendentesconque jugó mucho tiempo: carretes de hilo, huesos de pollo y de frutas,clavos, trocitosdemadera,pedazosdevidrio, corchos, ¡qué séyo!Ahoradesempeña su verdadera función ymimujer coloca flores en él cuandopuedesustraeralgodelgastoydarseelpequeñogustodeadornarlacasa.Nohalogradogustarnos,claroestá,perohallegadoatenerparanosotrosunsentidotanhondo,uncaráctertaníntimodecompañero,detestigo,desuperviviente, que sin duda sufriríamos si por alguna de esascircunstancias que antes deseábamos y hasta proyectábamos, ahora serompiera.

Parece que no nos damos cuenta y en realidad así es. Los objetossimplementeestányenvejecenanuestrolado.Peroenestemomentoquelopienso,que lo escribo,mepercatode la tierna importanciaque tienenparanuestroamorydecómoloanudanyloprotegen.

Cuandonos casamos compré una batería de cocina: vasijas, sartenes,cucharones; todo flamante, de magnífico aluminio. Estaba yo muysatisfechoymuysegurodelentusiasmoquemiadquisiciónibaaproducirenmimujer. Pero cuando ella vio todos los objetos, nuevos y brillantes,dijoconunaespeciedeinquietud:

—¡Ay,quisieraqueyaestuvieranviejos!No era precisamente la frase que yo esperaba, pero era, sin duda, la

frase del buen amor.Del amor quemás que en disfrutar las sorpresas ygoces iniciales, piensa en lo duradero, en lo permanente. Nuevas,brillantes, esas vasijas no eran nuestras aún. Viejas ya, ahumadas,deformadas,sí loseríanysudeteriorosignificaríanuestrofuego,nuestrosalimentos,nuestrotiempo,nuestraconvivencia.

¡Ynuestroshijos!Esemilagroanteelcualvivoabsorto.Nosé,esalgoextraño.Claro queno siempre estoy consciente de ello; trato amis hijoscon naturalidad, como cualquier padre. Pero a vecesme ocurre que losoigo hablar y siento dentro demí algo como el eco de su voz, omejor,comosiyomismohablarayelecofueranellos.Noesamordepadre;no

es orgullo. Es una extraña sensación física que me conmociona y measusta.

Cuando nació José, mi mujer vivió el acontecimiento con grannaturalidad. ¡Nunca la he visto más contenta! Tomaba al niño en susbrazos, lo bañaba, lo cambiaba, lomecía, le hablaba. Se reía demí ymedecía que estaba enamorado de mi hijo, porque yo permanecía horasenterasanteél,serio,silencioso,mirándoloúnicamente.

—¡Porfavor,José,déjalo,lovasahipnotizar!Dejabayodemirarloymealejabatemblandodemiedo.Nodequele

pasara algo, no de perderlo, sino de tenerlo, de que estuviera allí,viviendo, y de haberle dado vida en un profundo instante ajeno porcompleto a él, porque ni mi pensamiento ni mi corazón le estuvierondedicados.

Mesentíaenculpa,teníaremordimientosypensabaenloshombresyen sugran soledad.Pensabaque llegamos almundo solos, terriblementesolos.Pensabaenquesiunhombreyunamujerqueseamanyseacercan,nosientenqueeseinstantepuedeprovocarnadamenosqueunser,ynopuedenacompañara ese serni siquiera conuna ráfagade conciencia,nide amor, ni de júbilo, ni de ternura, ni de terror, ni de piedad, quieredecirqueelhombrenacesolo.Yqueigualquenace,permaneceymueresolo.

Porqueloquesigueyaesdistinto,añadidoyprovocado.Yaeselamora una conmovedora presencia sin remedio; ya es el natural cuidado a loindefenso;yaeslazozobraanteunllantooído;yaeslasensacióndeestarantealgo,tangibleynuestro,quenosprolonga.

Yo sentía remordimiento por no haber pensado en mi hijo, aunquefuera vertiginosamente, pero dentro del vértigo mismo. Sentíaremordimiento por no haberle dado, desde ese instante, o precisamenteeneseinstante,miconciencia.

Pero nome di cuenta; no pensé en eso durante los largosmeses deespera,quepasamosdedicadosafrívolasconjeturas:¿seráunniño?,¿seráunaniña?,yen labúsquedadeunnombrey laconfeccióndeunaropita

espumosa,dedeterminadocolor.Sólo cuando lo vi y pensé que él me veía también, y cuando oí su

llanto, el llanto con que se inicia la vida, me sentí culpable. Y pararesarcirlo del tiempo que lo había dejado solo, sobre todo de aquelinstante en que no había pensado en él, lo acompañaba siempre, a todahora;lomirabaprofundamenteydentrodemílepedíaperdón.

Pero apesardemidedicación exagerada, yo sabíaqueyanada teníaremedio.Que había estado solo en su primer instante; que había estadosolo después, que lo estaba ahora y lo estaría siempre, hasta sumuerte.Crecería, se sentiría cuidado y amado; se rodearía, más tarde, de otrosseres, elegidos por él; amaría a su vez, tendría hijos con la mismaindiferenciaconqueyolotuveaél,ymoriríasolo,tansolocomonació.

Entonces me angustiaba pensar en ello. Ahora sé que en esos dossolemnes momentos del hombre, cuando nace y cuando muere, nadiepuede acompañarlo. Y lo sé porque, como siempre, ella, mi mujer, quesabetodoloquenotienequeaprenderse,melorevelósindarsecuenta.

UnanochequeJosélloraba,lepregunté:—En esos momentos, mientras nos amábamos, dime la verdad,

¿pensasteenelniño?Yellamecontestóconvozqueda,acercándoseamí:—Enesosmomentosnopienso.—Yo tampoco —le contesté para no avergonzarla en su amor. Pero

después,paraavergonzarlaensumaternidadinconsciente,igualqueyoloestabaenmipaternidad,dijecontodaintención:

—¡Pobreniño!Fuecuandoellarepusoinmediatamente,convencida:—Pobreniñosienesosmomentoshubiéramospensadoenél;creoque

jamásnosperdonaríalapremeditación.Sentícomoungolpe.Después,tambiéncomoungolpe,sentíqueella

tenía la verdad. Y supe que era la verdad porque me tranquilizó y mecerródeprontoelcamino.

Desdeesanochepudeveramihijoalegremente.Porque,claro,noes

la conciencia, sino el olvido de la conciencia, lo que abre la puerta almilagro. La más ligera sombra de conciencia en ese gran momentomisterioso equivaldría a la soberbiamáxima.Y no es la soberbia, sino elestadode gracia, lo inefable, lo jamáspensado, la inocencia total, lo quenospermite soportar la aterradora verdaddequehemosdadovida aunserconsciente.

Avecesmesirvequelapipaseapague.Eltiempoqueempleoencargarlayencenderla de nuevome obliga a releer la última frase. Esta vezme heencontradoconunrematesuntuoso:“Laaterradoraverdaddequehemosdadovidaaunserconsciente”.

¡PorDios, porDios! ¿Por quéme empeño en escribir? ¡Debohablar,hablarynadamás!Cuandohablonuncadigoesascosas.Lohagoconmispalabrassencillas,queexpresanmisverdadesymivida,sencillastambién.

Eselescribirloquemecomplicaymealtera;yesnatural,sóloquenopuedo todavía, o no quiero, darme cuenta de que mi única expresiónauténtica es la hablada de todos los días; la que no preparo, la que salenaturalmente: el canturreo en el baño; el apresurado “hasta luego” decuando en las mañanas salgo con prisa; el improperio en el camiónatestadodegente;el“buenosdías”,ligeramentecordial,decuandollegoalaoficina;elmanso“sí,señor”,“comoustedordene,señor”,anteeljefe;lausual conversación familiar durante la comida, salpicada de esas inútilesreconvenciones paternales: “¡acábate eso, Lorenzo…, tienes quealimentarte…, estás muy flaco…!”, o los fingidos elogios a un platillomodestoycomún,cuyoúnicoméritoconsisteenelesfuerzoquemimujerha hecho para que, cambiando algún ingrediente, tenga un sabor y unaspectodistintos; o el “sí, vengo temprano”de cuandomevoy a trabajarnuevamente,en la tarde;yen lanoche,yaacostados,el repasodiariodenuestros problemas domésticos: el carácter de nuestros hijos, su inciertoporvenir, los conflictos económicos; todo eso en un susurro íntimo quepocoapoconosvaarrullandohastaqueunodelosdossequedadormidoyyanocontestalasúltimaspalabrasdelotroque,aldarsecuenta,apagala

luzyseduermetambiénalospocosmomentos.Éseesmilenguaje,eltenuelenguajedemidestino.Yclaro,cuandomeempeñoenalterarloenestecuadernoydarleun

tono distinto y matizarlo con reflexiones y preguntas que estáncategóricamente contestadas en mi realidad, tengo que retractarme yavergonzarmedeloqueescribo.

“Laaterradoraverdaddequehedadovidaaunserconsciente”essólola versión ampulosa de lo que, en mi verdadero lenguaje, diría de estemodo:“tengodoshijos;doshijosquepocoapocovanapoderándosedesuvidayexcluyéndomedeella;tengomiedo;haríacualquiercosaporverlosfelices”.

Ésas sí son mis palabras y expresan cabalmente mi amor, miintranquilidadymidisposiciónalsacrificio.

Pero cuando escribo, el deleite de lograr una frase, de encontrar unadjetivo, de redondear el párrafo, deforman la expresión de misverdaderos sentimientos, que son exactamente iguales a los de cualquierotropadre,peroqueenesetránsitoporlo…literario,diremos,pierdensufuerzaysuautenticidad.

Comprendo que si yo supiera escribir, todo ocurriría a la inversa:cualquier sentimiento cobraría fuerza y alcanzaría su claridad total al serexplicadoorevelado.Perocomonosé,envezderevelarlosoexplicarlos,losdeformoenmiafándeescribirlos.Me siento satisfechodemomento,cuando encuentro el vigoroso calificativo de “aterrador”, y lo aplico alnaturalsucesodequetengounhijo.

Si en realidad ese suceso me pareciera aterrador y si, sobre todo,consideraraestrictamenteque“hedadovidaaunserconsciente”,yo,serconsciente, no podría vivir. ¡Qué distinto pensar, como pienso paracuandohablo,noparacuandoescribo,quenohesidomásqueuncanal,sumiso y ciego, por el que no sé, ni sabré nunca cómo, se deslizó unalientodevidaquedesembocóenmiarrogantehijoJoséyenmitriste,midesmedradohijoLorenzo!

Por eso, pordesear teneruna voluntaria intervención en este suceso,

no aterrador, sino natural, sufrí algún tiempo. Ya lo he contado antes.Peroahora,quelosientotanclaro,nosésiescribílaverdad;sirealmentesufrí cuando nació mi primer hijo, o si fue algo que imaginé paraescribirlo,porquemeparecióprofundoypropicioalareflexión.

Mideseoesdecir laverdadsiempre,aquí, enestecuaderno tanmío.Pero a vecesme ocurre, o que he olvidado la verdad, o que creo que loque escribo es la verdad, o que escribo lo queme gustaría que fuese laverdad. Al revisarlo encuentro contradicciones que no corrijo porquepienso,cadadíaconmayorconvicción,quenadievaaleerestonunca,yaqueunanochecualquieratendréelvalorsuficienteparaquemarlotodo.

Eldíademicumpleañosestuveapuntodehacerlo.Mesalvó—omeperdió—laideadequeeraunactoheroico,tanheroicoquenopodíaserrealizado por mí. Me puse a meditar hondamente en lo que sucederíacuando yo vieramis cuadernos convertidos en unmontón de ceniza. Ytuvemiedo.Noporquecreaqueloqueheescritotienealgúnvalor;perosíporque supongo que quemarlo, precisamente por ese motivo, es decir,porque no vale nada, revelaría tan espléndido esfuerzo, que no podríavencerlatentacióndeconsignarmigesto.

Y abriría un nuevo cuaderno y quedaría preso otra vez, alargando yalargando el relato de mi sacrificio. Un cuaderno que empezaría,naturalmente,conunagranmentira:

“Por fin tuve el valor de dejar de escribir; por fin comprendí que nopodíahacerloyrompívalientementeaquelloscuadernosenlosque…”

Y volvería a pedir perdón, a todos y a nadie, por esta recaída,asegurando que sólo iba a escribir, como recuerdo, la sensación queexperimenté al romper, por fin, definitivamente, para siempre, miscuadernosinútiles,perotanmíosytanqueridos.

Todalamañanaheestadopensandoenloúltimoqueescribí.Escierto.Sirompo loscuadernos,measaltará la ideadeescribirotravez,paracontarque lo hice. No debo, pues, desorbitar ni prestigiar demasiado el gesto.Pero, en cambio, podría hacer algo menos riguroso, menos heroico ymuchomásefectivo.Sí,creoqueestaríamuybien.

Debo guardarlos, no escribir ni una letra durante un año entero—bueno, seis meses serían suficientes— y emplear todo ese tiempo enobservarme con el mayor detenimiento, con absoluta honradez, día pordía.

Comprar una libretita corriente, de esas que usan en las escuelas, ytodaslasnoches,antesdeacostarme,anotarenella,consinceridad,simitentacióndeescribirhasidomuyfuerteesedía,sihasidosoportable,osinolahesentido.

Podré, a veces, ampliar unpoco el dato, siempreque ello sirva al finquepretendo.Esdecir,quieroaveriguar,peroseriamente,científicamente,por estadística, cuántos díasme siento bien y cuántosmal, durante esosseismesesdeabstención.Siresultanmásdíasbuenos,significaquepuedosoportarla perfectamente y que sólo es cuestión de hacer un pequeñoesfuerzodevoluntad.Siresultanmásdíasmalos,entonces…no,peronolocreo.

Al decir que algunas veces podré ampliar un poco el informe, merefiero a que en ocasiones le ocurren a uno cosas extraordinarias,imprevistas, que, naturalmente, alteran el ritmo diario. Cuando esosuceda, me estará permitido consignar el acontecimiento, para poderdescontaresedíaenlaoperaciónfinal.

Porqueescierto:aunquemividaesmuymonótona,puedesucedermealgo que absorba por completomi atención yme impida pensar en otracosa.Entonces,sinoloanoto,nosabréconprecisiónsientalfechatuveono deseos de escribir, y en el resumen quedarán flotandomuchos días.Estoalteraríaelpromedioyarrojaríaunresultadoerróneo.

Y no quiero exponerme; ya que voy a hacer el sacrificio, quiero quetodo salga exacto. Porque, realmente, es un sacrificio. Me da penaescribirlo, pero para mí constituye un terrible esfuerzo tomar cualquierdecisión.Mefaltacarácter,valor.Soyasídesdemuyniño.

Recuerdoloquesufríaparaelegirunsolodulceentrelosmuchosque,enaquelcajoncitoadornadoconpapeldechina,vendíadoñaLolaUrrutiapara “ayudarse con los gastos”. Eran de almendra y en forma de frutas:piñas, peras, manzanas, naranjas; pequeñitos y hechos con verdaderamaestría.Megustabanmucho;peroelegiruno,unosolo,disminuía,hacíadesaparecer, casi, el placer de la compra, porque después siempre measaltaba la idea de que los desechados eran más grandes y mejores. YdoñaLola, inflexible:“Ver, loquequieran,peronadadeandar tentandouno y otro”. El tocado era, pues, el definitivo, el implacable, el sinremedio. Me quedaba con él, pero mi deseo permanecía en los otros.Empezaba a roerlo lentamente, con una especie de amargura por esaposesión sin alternativa. Pero era undulce, sabía bien y poco a pocomeibareconciliandoconél.Asímehapasadosiempreenlavida.

Igual era con el traje que cada año, a principios de diciembre, mecomprabamimadreparaquemesirvieraenlasposadasydespuéssólolosdomingos.¡Quétormento!Luego,yaconélenmicasa,anteelespejo,quéseguridad de que el otro, aquel “azulito” que mi mamá me recomendótanto, era el que debía haber comprado. Me lo ponía y salía a la calletemblando,esperandoloselogios.Nuncafaltabaunabuenavecinaquemedijera: “¡Conquede trajenuevo, José!”Y aunque en realidad esono eraun elogio, sino una simple observación, yo la tomaba por tal, sonreía, ypasaba tenuemente los dedos sobre la manga de aquel áspero y baratocasimir.

E igual para elegir a mi primera novia, cuando tenía yo once años.Juntoami casavivíandoshermanas,másomenosdemi edad, rubiasyregordetas. Su padre era un alemán que atemorizaba a todos con suscarcajadas estruendosas. Un buen hombre que tomaba la vidaplácidamenteysólopensabaenbebercervezayenregresaralgúndíaasupaís. Yo quería una novia —en la costa todos los muchachos la tienendesdemuypequeños—,peronosabíasidecidirmeporElsaoporGerda.Las dos me gustaban, a las dos las quería. Escribía en el colegio, aescondidas,micartadedeclaración,ydejabaenblancoelnombre:

“Querida…”Desdehacemuchotiempoquieropedirtequeseasminoviayqueno

vayasconnadiemásqueconmigoalmar…”Yotrascosasdeabrazosydebesos…

Pero cuando ya estaba firmada y trazado el complicado signo de larúbrica,surgíaeleternotitubeo:¿Elsa?¿Gerda?Yelpropósitoseaplazabaunavezmás.

Y así se aplazó hasta que una tarde, en la playa, Elsa escribió en laarena, con una varita: “¿Quieres ser mi novio?” Y yo sólo tuve quecontestar, con lamismavarita,que ellapusoenmimano: “Sí”.Entoncesmeordenó:“Escríbemeunacartaytemedeclaras”.

Asílohice.Despuéssupequeeldíaanterior,Gerdahabíarecibidounacarta como la que Elsame pedía, no porque tuviera interés enmí, sinoparaestarenigualdaddecondicionesquesuhermana.

Así se decidiómi primer noviazgo, del que forzosamente tendré queacordarmesiempre,porquetodavíaconservoenelbrazo,debilitadaporeltiempo,unaletra“E”.Melahicetatuarydespuéshetenidoquesoportarpreguntas. Pero ¿cómo no iba yo a ir, como los marineros, a que megrabaran en la piel, para siempre, el nombre de mi primer amor?Felizmente,sólopudepagarunainicial.Dehabertenidodineroentonces,ahora luciríasunombreyapellido(Elsa…Elsa…¿Elsaqué?),encerradosenungrancorazón.Eneste corazónqueyano recuerda completoaquelnombre que pronunciaba en la noche, secretamente, como un turbio

pecado.Ynoeratimidez.No;eraavidez.Loqueríatodoynomeresignabaa

elegir, porque la elección significaba un corte al total anhelado. Ahorapiensoquequizá,muydentrodemí,presentíaquedespuésnoibaatenercasi nada de lo que entonces deseaba con tanto ardor. Que tal vez medefendíadelamediocridadenquedespuésibaahundirme.

Pero¿quéhacer?Sinnotarlo,sinsentirlocasi,lavidamecolocóenesteprimerpeldañodelqueyanopuedopasar.

Todo lo que voy a escribir hoy es rigurosamente cierto. Lo digo porqueparecequehagotrampas.Ynoesasí.Laotranochesemefueunpocolapluma, es verdad, y sin darme cuenta conté esas tonterías acerca de losdulcesydeElsa.

Pero al cerrar el cuaderno, como a las diez y media, lo guardé conllave, solemnemente, y me fui a acostar. No podía dormir pensando enque desde esa fecha empezaba a correr el plazo de seis meses que mehabíaimpuesto.Diolaunadelamañana.Comoesnatural,enesashorasdevigiliacruzaronpormicabezamuchascosas.Tratéderecordar,yaqueloibaatenerguardadoduranteseislargosmeses,cuáleralaprimerafrasequeaparecíaenelcuaderno,ycuállaúltima.Delaprimeranomeacordé,por más esfuerzos que hice, pero la última, como acababa de escribirla,quedó grabada en mi mente y podía repetirla una y otra vez, conexactitud: “Pero ¿qué hacer? Sin notarlo, sin sentirlo casi, la vida mecolocóenesteprimerpeldañodelqueyanopuedopasar…delqueyanopuedopasar…nopuedopasar…”

De pronto sentí algo, no sé exactamente qué. Era una especie dedesdoblamiento;comosiotrohombreseirguieradentrodemí,secalzaraunasbotasduras,conclavosen lasuela,yempezaraacaminaragrandespasos, nervioso, tratando de salir de algún lugar, para ir a otrodeterminado, aunque desconocido. Estaba yo incómodo, temeroso porsentir en mi interior a ese personaje grueso y estridente. Recuerdo quepensé:ojalásesalga,ojalásevayacuantoantes;meestorba,medesagrada.Pensétambién:loquesucedeesqueestoynervioso.Fuialacocina,puseacalentar agua y esperé pendiente del momento en que surgieran las

primerasburbujasdelhervor.Preparéeltéylotoméapequeñossorbos.Pasó un rato, pero seguía sintiendo exactamente lo mismo: alguien

dentrodemíqueríadeciralgo,decíaalgo.Comonopodíadejardeoírlo,tratédeoírlo.Peronoentendínada.

Sé que todo está muy mal explicado; sé, además, que podríasimplificarlo y decir sencillamente: sentía yo una gran inquietud. Si lodijeraasí,locomprenderíantodos.Peronoeraeso.

Unavezviuncuadroenelaparadordeunagrantiendadearte:desdeunaloma,unhombreyunamujer,deespaldas,abrazados,contemplabanelpaisajede supueblo,uncaseríopequeño.Empezabaaoscurecer; todoestabaenvueltoenunasombratenue.Sóloeraeso,peroyosabíaque,deesperar un poco, en el cuadro aquel seguiría oscureciendomás ymás, yque al caer la noche el hombre y lamujer se tomarían de lamano y seirían.Loestuvemirandolargorato.Depronto,comosidespertara,mediomuchavergüenzaymealejéapresuradamente.

Esanoche también sabíaquede esperarunpoco,dentrodemí iba asucederalgo,

Yocurrió:Eranlasdosymedia.Sinsaberenquémomentoniporqué,mevestíy

me salí a la calle sin avisar a mi mujer. Nuestra casa está en un barriolejano y populoso, pero a esa hora ya no había nadie en la calle. Decuandoencuandoelsilbatodelveladorrompíaelsilencio.Caminabasinrumboyoíamispasosdistintamente;peroqueríaoírlosmejor,sentirqueeran más fuertes, y empecé a marchar de un modo extraño, un pocomarcial, levantando mucho los pies y dejándolos caer pesadamente, almismotiempoquecontaba:uno,dos,uno,dos,uno,dos.Mefatiguémuypronto.Casinuncacamino,ymenosdeesamaneraenérgica.Laspiernasme temblabany el corazónme latía apresurado. “Todoesto es absurdo”,dijeenvozalta,ymedetuve.Peroaloírmecomprendíquenoloerayquenodebía,porningúnmotivo,perderesevigor.

Reanudémimarcha.Uno,dos,uno,dos.Lleguéporfina lacalzada,llena de luz y de ruidos. De una cantina salía una ríspida música de

sinfonola. Fui hacia allá y sin pensarlo, como si fuera un movimientohabitual, empujé fuertemente las puertas de goznes, que quedaronbalanceándosedetrásdemí.Alprincipionovimásqueunaespesanubede humo.Me acerqué a la barra, arrojé un billete de cinco pesos en elmostradorygrité:

—¡Untequiladoble!Noeranecesariohablarenvoztanalta,puestoqueelcantineroestaba

enfrentedemí,peromi tonodebióser impresionante,porqueelhombremesirvióenelactounagrancopa,queyovaciédeuntrago.

Pedí otra y a fin de tomarla más despacio busqué una mesa. Todasestaban ocupadas, pero no me importó. Me acerqué a unos hombrestorvos,preguntandoconunacortesíaquemásbieneraunreto:

—¿Molesto?Memiraronextrañados.Unodijo:—No;siquiere,siéntese.Lohice.Ellosdejarondehablar.Pensé levantarme. ¿Qué hacía yo en esa mesa, junto a esos

desconocidos? Pero era tan humillante alejarme así, despedido por unsilencio indiferente…No,preferíaprovocarlosparaquepor lomenosmeinsultaran:

—¿Quépasa…?¡Siganplaticando!Nopuedoexplicarporquéactuéasí,peroenesemomentomeparecía

natural.Y en realidadno estaba esforzándome, no estaba representandoningún papel. Al contrario, poco a poco me sentía más seguro, comoincorporadoaesepersonajequenoerayo,peroquemandabaenmí.

Pedí más alcohol. De lo que ocurrió después, sólo me acuerdovagamente: carcajadas, una música ensordecedora, una mujer sentadajunto amí tarareandouna canción,mi credencial del Seguro que iba demanoenmano;unvendedordeanimalitosdeceluloide…,nosémás.

Al día siguiente desperté enmi cama ymimujerme dijo que era elcolmo: que unos hombres con caras de asesinosme habían llevado a lacasa, “ahogado de borracho”, y que, gracias a Dios, los muchachos

dormíanprofundamenteynomehabíanvistoeneseestado.Ellacreyóque,comootrasveces,meibaaquedarencama,silencioso,

llenodevergüenza, yquepodría cuidarmeyhacerme reprochesdurantetodoeldía.Sesorprendiómuchocuandomelevanté,mebañéymepusemitrajenuevo.

—¿Vasaseguirtomando,José?—No,voyatrabajar.—¿Yparaquéteponeseltrajenuevo?¿Adóndevas?Nocontesté.Lleguéalaoficinayfuidirectamentealdespachodelgerente.Antela

puerta de su privado sentí que las piernasme flaqueaban, pero hice unesfuerzo,mearreglélacorbatayentré.

Novoyarepetirtodalaconversación.Nopuedo,nolarecuerdobien.Habléatropelladamente:“ustedcomprende,señorAndrade…,unhombrenopuedequedarsesiempreenelprimerpeldaño”.

Él no comentaba nada, movía la cabeza, fumaba, jugaba con unlapicero.Peroalfindijo:

—Escierto,García…;ustedtrabajabien,escumplido…¡Ymediounaumentodedoscientospesosmensuales!Mimujersequedósorprendida.Lecompréenabonosunrefrigerador.

Noesmuygrande,pero¡estanbonito!

Hecontado estopara explicar loquedije al principio:no estoyhaciendotrampas. Este fue un suceso imprevisto, agradable, digno de anotarse.Mañanaempezaránacorrerlosseismeses.Total,undíamásomenosnotiene importancia.Yrealmente fue imprevisto.Siesanochemehubierandicho que me iba a emborrachar y que al día siguiente lograría unaumento de sueldo, me habría reído. No sé qué me pasó. Tal vez, alescribirlo, sentí vergüenza de estar colocado en un sitio tan bajo; tal vezpretendí olvidarme de mí mismo y quise fingir un poco, entredesconocidos.O tal vez… ¿podrá ser?No, entonces sí sería una trampa;pero lo cierto es que acaba de ocurrírseme: ¿será que quise provocar unsucesoimportante,distinto,paratenerqueescribirlo?

No,miresoluciónesfirme,miplazoestáfijado:seismeses,seismesesdecompletaabstención.Sóloasímeseráposiblesabersipuedonoescribir;si puedo olvidar ese absurdo proyecto del libro; o si debo aceptarhumildementequeloquemásamoenelmundo,loquemásmeinteresa,lo único que me consuela de mis fracasos, de mi pequeñez, de mioscuridad; loqueponeansiedadenmicorazónyalegríaenmivida, sonmiscuadernos,miscuadernosdelosquehoy,estanoche,medespido.

Pero tengo que hacerlo. Durante todo ese tiempo, ni siquiera losabriré, para no caer en la tentación de escribir. Si acaso, algunas nochespodré releerlos un poco, cambiar algunas palabras si encuentro muchasrepeticiones,y,sobretodo,revisarmuybienlaortografía,quesiempremehapreocupado.Estoy seguroque tienenmuchas faltas.Nuncahe sabidolas reglas y cuando tengo dudas, que es con frecuencia, lo que hago esescribir la misma palabra, con diferente ortografía, en un papel aparte.

Luego comparo, y opto por la que me parece mejor. Pero esto,naturalmente,nomedaseguridadalgunaytalvezelcuadernoestállenodeerrores.Compraréunbuendiccionarioy,aprovechandoquenovoyaescribir, puedo revisar bien, palabra por palabra, asegurándome de sucorrección.

Estomerecuerdaunfracasoquesufrícuandoestabaenelúltimoañodeprimaria.Laprofesora,JosefinaZubieta,delaqueyoytodoslosdemásniños estábamos perdidamente enamorados, tenía sin duda un granespíritudeportivo,porqueentodas lasmateriasorganizabacompetencias,usando el que ahora supongo nada buen sistema de dividir el grupo endosbandos rivales y ensañados: competenciade aritmética, de geografía,de historia, de todo. El supremo esfuerzo de derrotar a nuestroscontrarios, cierto que nos hacía estudiar, pero lo que ganábamos encultura lo perdíamos en fraternidad, en camaradería, por lo menosparcialmente, porque si el grupo constaba de cincuenta muchachos, lamitad eran nuestros amigos, casi nuestros hermanos, y el resto nuestrosenemigos mortales, irreconciliables. Y lo que nuestra profesora suponíaqueeraunanoblejusta,noloeraenrealidad,niterminabaenlaescuela,sinoenloscallejonesyapedradas.

En lacompetenciadeortografíayohiceperderamibandoalescribirunapalabraquejamáshepodidoolvidar:“escasez”.Meeratanfamiliar,laoíaenmicasacontantafrecuencia,quecuandopaséalpizarrón,laescribírápidamente y con gran seguridad. ¡Ay!, creo que sólo en las vocales nomeequivoqué.

Aquelerrormepreocupódurantemuchotiempo.Hastapensé,algunavez, tomar clases para escribir correctamente. Pero ese propósito, comomuchosotros, se fuediluyendoen la rutinadiaria, en laescasez—desdeentonces laescribobien—dedinero;enelproblemadoméstico,entodasesas cosas que, poco a poco, han ido recortando mis ambiciones y missueños.

Noquieroqueamishijos lessuceda lomismo.Esdifícilque logreverlosya formados,maduros. Sobre todo a Lorenzo.No soy ningún joven. TalvezaJosé.Sí,secasarápronto;nopiensamásqueenelamor.¡Pobrehijomío!Poramorsufreahora,conesebroncodolordelaadolescencia.

HacepocofuialrestaurantedondetrabajaMargarita,ydesdeunsitiodiscreto estuve observándolo, sin que advirtiera mi presencia. No sé sisentíayoporél lamásprofundalástima,yporesolloré,osimislágrimaseranpormímismo,pormisveinteaños,tanlejanosya.¡Cómolaseguíansus ojos por todas partes; cómo se suavizaban cuando pasaba a su lado;cómo se volvían torvos y angustiados cuando ella le sonreía a algúncliente; cómo veía a cada momento su reloj, calculando el tiempo quefaltaba para que cerraran el café; cómomiraba a la puerta, temeroso deque a última hora entraran otras personas y la muchacha tuviera queservirles!¡Yquécarapusoelpobrecuandomevio!Yomehiceeldistraídoypasé junto a él contando el dineroquemehabíandadode cambio.Élabriórápidamenteunlibroyfingióqueleía.

Esanochenoledijenada;dejépasaralgúntiempoyentoncestratédeconvencerlo de que esa mujer no le convenía. Utilicé tímidamente losargumentosqueusantodoslospadres:tedistraedetusestudios,necesitasterminartucarrera,debesbuscarunanovia,unachicadetuedad.

¡Quéhuecodebehaberlesonadotodo,quésinsentido,quédébilantesutumultuosoprimeramor!

Meescuchósininterrumpirmeyluego,comosiélfueraelviejoyyoeljoven,dijo:

—Nopuedesentenderlo,papá.

Talveztengarazón.Élsientequeyonopuedoentenderlo.Consideraquemiscincuentayseisañossoncapacesdeconservarelrecuerdodeunamordeveinte,perono losmatices.Queguardodentrodemí el sucesoenconjunto,compacto,comopetrificado,peroqueyanopuedosepararydarlessuvalorexactoa todas lasemocionesqueeseamorsuscitaba.Queya no entiendo las lágrimas, ni la esperanza, ni el deseo, ni esa verdadabsolutadequeelmundoprincipiaen lacabezay terminaen lospiesdeunamujer.Nohayotroscontornos,nohayotrohorizonte.Ella,sóloella,supequeñadimensión,locontienetodo.

Así es.Así era paramí también. Podría decírselo y asegurarle que lorecuerdo claramente. Podría confesarle que con esos recuerdos ardienteshepobladomivida,mitenuevidasinfulgores.

Peroéltampocopodríaentenderme.Meconocióvencidoya,uncidoamirutina,ynuncalehedadoelespectáculodeunahazañabrillante.Nosoy el héroe de mi hijo. No he podido serlo. Al principio le parecíainteresante y misterioso que por las noches me encerrara a escribir.Esperaba mi libro, y con él, al padre del que hubiera podidoenorgullecerse.Hapasadomucho tiempo.No le importa ya.Como tienetodalavidapordelante,nohaaprendidoaesperar.

Noloculpodenada.¿Cómovaapensarqueloentiendosiparahablarde su amor menciono edades y estudios? Pero, ¿qué otra cosa puedohacer?Hayun lenguajede años, de experiencia, que es el obligatorio, elentrañable y leal, y que, no obstante, resulta frío y árido. Un lenguajesabio, el único adecuado, pero que en vez de acercarnos, nos aleja deaquellosaquienestratamosdeprotegerconél.

Yo lo entiendo yme avergüenza usarlo.Mi impulso sería decirle: loquetusentimientoconsideraesencial,esoesloesencial.Nohagascasodemisconsejos; laexperienciaestáalfinaldelcaminoyyonodeboquitartenielgustodel camino,ni la triste riquezaquevasa encontrarcuando lohayas recorrido.Porque la experiencia es eso:una triste riquezaque sólosirve para saber cómo se debería haber vivido, pero no para vivirnuevamente. Yo podría protegerte, pero ¿te interesa mi protección?

Lánzateatuvidadesnudo, inexperto, inocente.Ysaldeellamaltrechoovictorioso. Eso, al fin y al cabo, es igual. Lo importante es la pasión quehayaspuestoenvivirla.

Pero,enrigor,¿puedo,debohablarleasí?Siempreestoyenduda.Laverdadesquenosécómotrataramishijos.

Avecesmegustaríanodudartantoyconcretarmeaimitarlafirmeactituddemimujer.

Para no preocuparla le oculté la relación de José con Margarita.Cuando me preguntaba: “¿Por qué andará ese muchacho de tan malhumor?”, yo, invariablemente, esquivaba la respuesta: “La edad…. así seponensiempre…yaselepasará”.

Perohacealgunosdías,unavecinalaenterócrudamentedetodo.Nohizo nada de lo que yo esperaba: ni llanto, ni escenas, ni tragedias.Conunagrannaturalidadseenfrentóa suhijoy loamenazócomoyonomehubieraatrevidoahacerlojamás:

—¡Queyomeenteredequesiguesenlíosconesafulanayyapuedesprepararte!

Enella, esaamenazaeraprotección, tal vezunpoco feroz.Dichapormí,esamismafrasehubierasonadoatiranía.

¿Por qué? No lo sé; pero creo que es porque ella tiene el valor desentirse dueña de sus hijos, mientras ellos o la vida no le indiquen locontrario. Yo, en cambio, siento que no me pertenecen; que no puedotener la soberbia de sentirlos míos; que su dependencia de mí esaccidental,yquesólopuedodirigirmeaellosconeltemorquenosinspiratodolomisterioso.

Pero fue ella, directa y arbitraria, la que logró lo que yo no pudeconseguirconmirespetuosa,recatadaintervención.

Una noche, durante la cena—Lorenzo ya se había acostado—, Josénosdijo:

—¡Yaestaráncontentos;terminéconMargarita!Viqueletemblabanloslabiosyquehacíaesfuerzospornollorar.Sentí

unagranpenaymeapresuréaexplicarle:

—Yonoestoycontentodealgoquetecausadolor,hijo,pero…Ellameinterrumpió:—Yo sí, contentísima. Comprendo que es un dolor, pero te faltan

muchos,José.Elpobremuchachonosmiróconlosojosllenosdelágrimas.Yoestaba

indignadopor ladurezademimujere ibaadeciralgoquesuavizarasuspalabras,peroellaseadelantó:

—Tefaltaeldeverlloraraunhijo.Y entonces ocurrió algo que me dejó aislado, como si fuera yo un

extrañoquenadateníaquehacerentreellos:Josécorrióhaciasumadreylaabrazócontalansiedadqueparecíaque,almismotiempo,seaferrabaasuinfanciaysedespedíadeella.Mimujercerrólosojos.Comprendíqueeneseinstantelosdosestabanlejosdemí,comofueradelmundo.

Fue sólo unmomento, porque ella, sorprendiéndome otra vez, cortóensecolaemocióndesuhijo:

—Anda,adormir;ysacadeunavezloquetevasaponermañana…;luegoandasalascarreras.

—Sí,mamá—dijoéldócilmente,comounniñito.Demísedespidióalaligera.—Buenasnoches,papá.Norecuerdosilecontesté.Mimujerempezóalevantarlosplatos;yolaobservaba.Queríadecirle

algo,perootraveztemíahacerledaño.Finalmentemedecidí:—¿CreesqueJosénovolveráaveraesamujer?—No, ¡qué voy a creer!; la buscarámañanamismo.No puede hacer

otracosaelpobre.—Pero…¿yentonces?—Levolveréaregañar.Yotampocopuedohacerotracosa.Después,sintransición,comosinohubierasucedidonada:—Acábateesecafé,yadebeestarfrío.

Volvió a verla, naturalmente.Creoque es inútil decirle nada.Yo, por lomenos, no loharé. Sé queno es feliz, quedeseanoquererla. Pero si nopuededejarla,¿paraquéatormentarlo,paraquéagravarsusituación?

Además,yestoes locierto,no tengoautoridadmoralparaexigírselo.É1 no sabe que no la tengo, pero yo lo sé.Mimujer puede hablarle derectitudydefuerza,porqueesrectayfuerte.¿Peroyo?

Fuehacecincoaños.¡Ytaninesperado!Tengounamigo,talvezelúnicorealmenteíntimo:PepeVarela.Entró

a la empresa después que yo, y como nuestro trabajo se relacionaba, loorienté un poco. Me agradecía cualquier indicación con un expresivo:“¡Muchísimasgracias,tocayo!”

Yasí, insensiblemente,comomeocurresiempre,noshicimosamigos.Unanocheloinvitéacenaralacasa.Amimujerlesimpatizómucho.Esunhombresano,alegre,cordial.Otrodíafuimosacomerconél.Suesposale desagradó profundamente a lamía. Y lo entendímuy bien.No quisotener en lo sucesivo ni siquiera un simple trato con aquella mujerpintarrajeada, frívola, que hablaba a gritos y pasaba horas enteras en lasestacionesderadio,contemplandoalosqueellallamabasus“ídolos”.

—TraeaPepea lacasa,peroaesaseñoranoquierovolveraverlaenmivida.

Él viene con frecuencia, le regala juguetes a Lorenzo y mi mujer loaconseja,loregañayloconsiente.Ellosnotienenhijos.

Cuandocumplierondiezañosdecasadoshicieronunafiesta.Elpobreinsistió en que fuéramos los dos, pero mi mujer, que no habría ido deningúnmodo,pudodarelpretextodequeLorencitoestabaenfermo.Fui

solo.¿Cómopudoocurrir?Aúnmelopregunto.Eraunaamigadelaesposa

dePepe;unaseñorabastantejoven,guapa,alegreyestrepitosa.Viudadeunmilitar, vivíamodestamentede lapensiónque lepasaba elGobierno.Porlomenosesomedijo.

Fue absurdo creer que se interesaba en mí. Tenía yo entoncescincuentayunañosy,yalohedicho,noposeoelmenoratractivo.Enesetiempo ya no me preocupaba de gustar a ninguna mujer. Cualquiergalantería, cualquier intento, me parecían grotescos. Estaba, creía yo,definitivamente agotada mi inquietud. Tenía a mi mujer, la amabaplácidamente y llevaba la vida normal de los hombres, si no decrépitos(teníaunhijodedosaños),sícansadosysituadosyaenunaedadmadurayresignada.

Durante la cena seme insinuó abiertamente.Yo estaba sorprendido,peronadamás.Loatribuíaquehabíamostomadovariascopasynoledilamenorimportancia.

Recuerdoquealllegaramicasa,bromeando,ledijeamimujer:—Hiceunaconquista.Yqueellamecontestó:—¡Québueno!,peromelacuentasmañana,porqueyaesmuytarde.Meacostéyempecéasentirmemal.Lepedíquemedieraunpocode

bicarbonato.Selevantóymedijoriendo:—¡VayaTenorio!¡Situconquistatevieraconesacara!Yotambiénmereí.Ynovolvíaacordarmedelasunto.Alosdosdíasmehablóporteléfonoa laoficina.Cuandomedijeron

quemellamabaunaseñora,semedoblaronlaspiernas.—¡Lorenzo!—pensé.Mimujer sólomehabla al trabajo cuando ocurre algo grave: aquella

vezqueJosésecayóyseabriólacabeza;cuandoleavisaronquesupadrehabíamuerto;eldíaenquelacriadasequemólasmanosconelgas.Sóloparaesascosas.Yelniñoestabaenfermo.

Pero era ella, Lupe Robles, y quería invitarme “al santo de una

sobrina”.SelocontéaPepeymedijoquecuandomefuidelafiesta,ellahabía

habladomuybiendemí.Yluego,conesaespeciedevoracidadmasculina,meaconsejó:

—Yoquetú,iba.Total,unaaventuraanadielecaemal.Por primera vez desde hacía muchos años, mentí a mi mujer. El

corazónmelatíafuertementemientrasleexplicaba,conmásdetalledelosnecesarios, que no había podido encontrar una diferencia y que iba aquedarmedespuésdelashorasdeoficinapararevisarvariaspartidas;quePepe se había ofrecido a ayudarme y que al salir cenaría con él encualquierparte.

—Venganacásiquieren,lestendréalgo.—No,quiénsabeaquéhoraterminaremos.—Notedesvelesmucho,hijo,demasiadotrabajasya.Nosésisentívergüenzaoiraalescucharla.¿Porquénodudabademí

ytratabadeimpedirquemefuera,paraqueyopudieraexaltarme,pelearyapaciguarunpocomiconciencia?Mehabría idode todosmodos,peronoconesasensaciónderemordimiento.Ymehabríaidoporquenopodíahacerotracosa.Aquelllamadodespertabaenmíunazonadormida,seca,aletargadapormisproblemasymi fatiga.Peroallí estabaaúny ahora sedesperezabalentamente,temblandodesorpresaydemiedo.

¡Me había buscado una mujer! Iba, pero no precisamente aencontrarme con ella, sino conmigo mismo. No me interesaba comomujer, en un aspecto natural, erótico, sino como el personaje que mehabíabuscado,quemehabíaelegido.Estomeprovocabatantaemociónyagradecimiento,quenadaninadiehabríapodidoimpedirqueacudieraalllamado.

Quise hacer bien las cosas, aparecer galante y entendido. Antes deentrar a la oficina pasé a una florería y ordené un gran ramo para lasobrinayuncorsageparaella.Cuandomeindicaronloquecostabansentíque se me oprimía el corazón y recordé a mi mujer, ahorrando,regateando, cuidando hasta el último centavo para “acabar bien la

quincena”. Por un instante pensé en cancelar la orden; luego, endisminuirla,peromediovergüenzaconlaempleada,esaseñoritaaquienno conocía y a quien seguramente no volvería a ver en todami vida. Ypagué,fingiendogranaplomo,unacantidadqueequivalíaacuatroocincodíasdegastoenmicasa.

Exigí que arreglaran las flores en mi presencia; quería ver cómoquedaban. Se tardaron mucho, llegué tarde a la oficina y estuve tannervioso que no pude hacer nada; después fui a buscar a Pepe a sudepartamentoyhablamosdeella.

—Aprovéchate,peronolavayasatomarenserio.—¿Porquémediceseso?—¡Hombre,porquéhadeser…!Noquisequeme explicaramás.Algo,no séqué,mehizo cambiar la

conversación. Tal vez me defendía instintivamente para después poderalegarignorancia.

Pepe no advirtió nada. No esmuy sensible, es un hombre común ycorriente,comoyo,queenestecaso,másquenunca,lodemostré.

No sólo la tomé en serio, sino que me enamoré de ella como unadolescente. ¿Por qué digo esto? Me enamoré como un hombre decincuenta y un años, deficiente, temeroso, atormentado por losremordimientos,por loscelos,por lapobreza,por la faltade tiempoparaestarsiempreasulado,porelterrordequemeabandonaray,sobretodo,por la absoluta imposibilidad de dejarla. Lo intentaba, luchaba conmigomismo, ardientemente, con verdadera ferocidad… ¡y volvía, volvíasiempre! ¿A qué? A tolerar sus exigencias, a esforzarme por aparecermenos viejo, a fatigarme estúpidamente siguiéndola en su incansableperegrinajeporcines,carpas,díasdecampo,ferias,cabaretuchos,vulgaresfiestasdecompadres,parientes,vecinas.

Todo eso, que para mí era torturante, lo soportaba tan sólo por sucuerpo,enelqueelmíoestabaancladosinesperanzaysinsosiego.

Muchasveces,desesperado,asqueadodemímismo,le jurabaqueibaa dejarla para siempre. Ella se reía y con una voz helada y segura,

pronosticaba:—Nopuedes.Yavolverás.Yportuspropiospies,porqueyonohede

buscarte.Yeraverdad.Nuncamebuscaba.Loquenosabíaeraqueyotampoco

la buscaba a ella, sino a lo que representaba para mí: la inquietud; mifugaz erotismo; mi sensación de pecado; mi vanidad alimentada por laideadequeaúnpodíatenerdosmujeres;lazozobra;miúltimaactuaciónen ese turbiomundomasculino de la conquista, la posesión y el alarde.Meaferrabaaella,escierto,peroenrealidadmeasíaa todoaquelloqueprontoibaadesaparecerenmí.Dejarla,losabíamuybien,eradespedirmepara siempre de esa vida anhelante, subterránea, violenta, torva,imprevista,ilegalyatractiva,conlaqueloshombresinferioresacreditamosnuestravirilidad.

Me adhería a ella desesperadamente, sabiendo que era mi últimaprovisiónapasionada.Sentíaquealrompereseamarrecaeríaotravezenlacalma,enlarutinaasfixiante,eneltroteacompasadodetodoslosdías.

Aveces, cuandosucrueldadmeatormentabademasiado, corríaamicasa y sentía hondamente que ése era mi sitio, mi único sitio.Experimentabaungranjúbilocuandooíalavozdemishijos,ocuandomimujer,ignorantedetodo,meprodigabasucuidadohabitual.

—¡Estoeslomío—pensaba—,jamásvolveréconesamujer!Y así pasaba algún tiempo, entregado por completo a ellos,

mimándolos, tratando de resarcirlos de mi engaño, aunque lodesconocieran.

Peropoco a poco iba irguiéndosedentrodemí su recuerdo: primerotenuemente, amortiguado por el rencor; luego con mayor contextura;despuésclaroy rotundo,hastaque se convertía enuna inexorableordenderegreso.Mimujerempezabaasermeintolerable,mishijosmeirritaban;sentíayoa lostrescomoenemigos,comocadenasquemeimpedíantodomovimiento. No lo podía decir y eso me hacía detestarlos aún más.Comprendía que la única forma de no abandonarlos para siempre erabuscaraquienmeapartabadeellos.

Lohacía.Regresabavencidoysuplicante.Yaempezarotravez.Unsábadonosvioenelcineunaseñoraquevivíaenlamismaprivada

que nosotros y frecuentaba la casa. Estoy seguro de que se lo dijo amimujer,porqueunosdíasdespués,cuandoduranteeldesayunoy frenteamishijosyoinventabatorpementeelmotivoporelcualhabíallegadotantardelanocheanterior,ellamemiróconfijezayselevantódelamesasindecirunapalabra.Perojamásmereclamónada.

Avecesyoextremabamisausencias,misretrasos,mimalhumor,paraprovocarunaaclaración.Nuncasesuscitó.Yosabíaqueeraculpableanteella, pero creoque sólo los quehan estado enuna cárcel, encerrados enuna celda estrecha y fría, pueden entender esa otra cárcel en la que, apesardequeelcuerposedesplaza,enrealidadpermanecefijo,atadoaundeseoquenosedeseasentir.

Nosésilasilenciosaactituddemimujereracorrecta.Sindudaloerapara nuestro matrimonio, para nuestros hijos. Para mí, para midesesperaciónymiimpotencia,eradespiadada.Yoasílosentía.

Puede uno escuchar y soportar los reproches, lo insoportable es noescucharlos y saber que están allí, mudos, hiriendo el corazón de unamujerquenosquiereyqueconsusilenciotrataderetenernosasu lado,porquesabequeéseesnuestrositio.

Hubieradadocualquiercosaporoírundíasuqueja,osullanto,osuinjuria.Sentíaimpulsosdematarlacuandofingíacreerqueibayoacenarconeljefedepersonal,ymedecía:

—Ponteeltrajenegro,yateloarreglé.Debespresentartebien.Hay en esas mujeres resignadas, en eso que llaman la actitud digna

paraconservarelhogar,unainconscienteyrefinadísimacrueldad.Talvezparaalgunoshombresesaactitudresultecómoda.Paramíerainsoportableyme provocaba un dolor distinto a todos los que había sentido. Era undolor iracundo, envenenado, porqueme parecía que era ella la quemeestabatraicionando.Nopuedoexplicarlobien.Noencuentropalabras.

Yono confesabami infidelidadporque teníaque suponerque ella laignoraba; pero si la conocía ya y deliberadamente fingía ignorarla, me

estaba marcando el camino y me obligaba a seguir mintiendo. Ycorresponder amimentira con atenciones y cuidadosme parecía lamáselaboradadelasvenganzas.Enesosmomentoslaaborrecíacontodasmisfuerzas.Ésaeslaverdad.

Entonces pensaba con alivio en la otra y salía apresurado a buscarla.Llegabaasucasaysindecirleunapalabra,laabrazabahaciendoesfuerzospara olvidar todo lo que no fuera ese contacto desesperado. Pero deinmediatorecordabaamimujer,comosisusabiavenganzaseprolongarahasta allí, hasta mi intimidad más recóndita. Y cuando Lupe proponía,comodecostumbre,queparaanimarnosfuéramosatomarunascervezasconsuscompadres,sentíaelimpulsodeasfixiarconmispropiasmanossujovialidadestúpidaycorreramicasa,amicuarto,dondeella,mimujer,ésasímía,estaríasola,silenciosa,esperandomiregreso.

Peronolohacía.Acababa,comocasitodaslasnoches,tomandocopasconsuscompadresenuncabaretestridente,llenodeprostitutas,devagosy de mariachis. Todo eso para hacer méritos y pedirle que se acostaraconmigodespués.

Noséporquéinsistíatantoeneso.Enrealidad,nosiempredeseabaelacto mismo; incluso iba a él temeroso y muchas veces mi temor estuvofundado.Loquedeseabaconunaurgenciaarrolladora,incontrolable,erasudecisióndeentregarseamí,porquemásqueelplacer,yonecesitabauntítulo, un nombramiento de hombre capaz aún de tener una amante; yjustamente una amante que no entendiera nada de esto, sino que meexigieraymeagradecierabrutalmentesusatisfacción,comoellalohacía,oque sequejara, cuandono lograbadársela,nodemi realidad física, sinodeque“yanolaquería”,de“queseguramenteestabayopensandoenmimujer”odeque“teníaotrasqueridas”.

¡Ah,cómomeexaltabaesteengañosoyburdolenguajedelassábanas!Ycómomeatormentabaelotro,deentre sábanas también, cuandoa lasdosotresdelamañanallegabaamicasaymemetíaalacama.

Muchas veces mi mujer fingía dormir, otras dormía realmente —lonotabaobservandosurespiración—,perolasmás,meesperabadespierta.

—¿Porquénoteduermes?—lereclamabayoexasperado.—Sí estaba dormida—mentía—, es que me despierto con cualquier

ruidito…¿Cómotefue?—Bien.¡Duérmete,porfavor!—contestabasecamente.—Lorenzosepusounpocomalo.Yoestallaba.—¿Qué quieres decirme, quemientrasmi hijo está enfermo yo ando

enlacalle?¡Dilo,dilodeunavez!—¡Por Dios, ya contigo no se puede hablar! Desde mañana vas a

empezaratomaralgoparalosnervios.De ese modo soslayaba deliberadamente el problema y diluía las

discusiones con sus eternas actitudes de enérgica protección física.Protecciónque,por lodemás,meeraabsolutamentenecesariaporqueyoestabaapuntodevolvermelocodecansancioydeangustia.

Dosañosduróestasituación.PepeVarela,queabsurdamentesesentíaunpocoresponsabledeella,hacíaesfuerzosinauditosporayudarme.

Me hablaba en todas las formas, con suavidad, con impaciencia, concrudezabrutal:

—¡Te está tomando el pelo…! ¡Yo ya la conozco! No te quiere.Siempreha tenidounhombreparaque lapaseey le resuelvaproblemas.El día que no le des ni un centavo, temanda al diablo y se busca otroimbécil. Haz la prueba; dile que por una temporada no la vas a poderayudar.¡Verásloquehace!

Looía,ledecíaqueteníarazón,leofrecíaqueibaahacertodoloqueme aconsejaba, pero loque en realidadhacía era solicitar anticiposde laempresa,empeñarsubrepticiamentemirelojymi juegodeplumas,pedirprestado,aceptartrabajosdecontabilidadparticulares,quedesempeñabaaescondidas,enlapropiaoficina.TodoparapoderdarlealgúndineroyquenofueraaocurrirloquePepepronosticabacontantafirmeza.

Llegó un momento en que estaba hundido económicamente y noencontrabaformaalgunadesalir.

¡Jamás podré pagar a Pepe su generosidad! Una de sus hermanas,

dueña de una hacienda en no sé qué parte de Zacatecas, le facilitó lonecesario para saldar todo lo que yo debía.Desde entonces le he estadoabonando,cuandopuedo,sinqueél jamáshagamenciónami lentitudeimpuntualidad. Llevo minuciosamente las cuentas en una libreta queescondoenlaoficinaytodavía,despuésdetresaños, leadeudoalgomásde cuatro mil pesos, que no sé cuándo le podré liquidar. Ahora estáempeñadoenquepongamospornuestra cuentaundespachoy llevemoscontabilidadesprivadasdedistintasnegociaciones.Measeguraquevamosa ganarmuchomás, pero yo nome atrevo a renunciar ami empleo sinteneralgomásseguro.

Un día pude dejarla. No digo olvidarla. Todavía ahora, mientras loescribo, su recuerdomealtera vivamente.Yno sedebe aque lo escriba,no. La verdad es que ella ha quedado fija, no en mi sentimiento, nisiquieraenmicuerpo,comopodríasuponerse,sinoenalgunaconcavidadoscuraeintrincadademímismo,delaquenohepodidoextirparla.

No supo nunca por qué la dejé. Me despedí con las palabrashabituales.Lodistintodeaquelmomentono lopercibió.Ciertoque sólofueuna largamirada,pero tanprofunda, tandirecta, y,noobstante, tannostálgica ya, queno comprendo cómono sintió que con ella tratabadeguardarlaparasiempreenlosojosyqueleestabadiciendoadiós,tambiénparasiempre.

SupequevariassemanasdespuéslepreguntóaPepeporquénohabíayovuelto.

—Le dije que andabas con otra —me informó radiante—. Y ahoraaguántatecomoloshombres.Yahassoportadobastantetiempo,novayasaregresar.

No,no volví nunca, a pesar de que lo únicoquedeseaba era tenerlaotravezjuntoamí.Ladejéporqueenelmundohayvariosmundos,yelsuyoerataninhabitableparamícomoparaellaelmío.

Nuestro único sitio común era una cama que yo compartía con misremordimientos, mi edad desesperada, su juventud y su mentira. Contodo eso que únicamente yo comprendía y padecía, y que sólo en el

brevísimoinstantetotallograbaolvidarporcompleto.Esdifícil, imposiblecasi, explicar loquesentíesanochecuandocerró

lapuertaquenuncamásvolveríaaabrirseparamí,porqueyoasílohabíadeterminado.No sé si almorirse, el cuerpoquede tan vacíodeuno, tanausente de todo recuerdo, que no sienta algo, aunque sea unareminiscencia vaguísima del temor, en el momento en que la tierra caesobre él. Si lo siente, puedo decir que eso era lo que yo experimentabafrenteasupuertacerrada,antelacualmequedénosécuántotiempo.

Ahí, tras ella, se quedaba aquel brote de vigor, aquel apasionadoesfuerzo de todosmis sentidos y la última posibilidad de desviarme delcamino único, polvoso y árido, para tomar la vereda que no se sabe adóndenoshabrádellevar.

Caminémás de dos horas. Llegué ami casa, helándome, cuando yaempezaba a amanecer. Me avergüenza confesarlo, comprendo que escobardee infantil,pero loquedeseabacontodasmis fuerzaseraquemeatacaraunapulmoníayqueesamismanochePepefueraaavisarlequeyohabíamuerto. Nome importabamimujer, ni José, ni siquiera Lorenzo,tanpequeño.Loúnicoqueanhelabaeraqueellapensaraenmíysufrierapormí.

Rechacéeltécalienteylacopaderonquemimujer,alarmadísima,medio para que reaccionara. Tenía que dejarle a la enfermedad todas susoportunidades.Peroni siquieramediounresfriado,queeraunodemispadecimientosmásfrecuentes.

Caírendido,dormípesadamenteunratoya lasnuevedelamañana,como todos los días, llegué a la oficina, quité la funda de mi máquinasumadorayempecéatrabajar:

14312976

1345

Esedíasólosediferenciódelosdemásenqueantesdesalirycuando

ya todos loscompañeros sehabían ido, saqué su retratodelúltimocajóndemiescritorioylohicepedazos.

Los mozos de la oficina empezaban a hacer el aseo a las siete de lamañana.Aesahorayoestabaenmidepartamento, sacandodelcestodepapeles,unoporuno,hastaelúltimofragmentodesuretratoparacorregiraquelactoingenuoyheroicoquemeobsesionólanocheentera.

Lo conservo aún y su rostro, cruzado como por terribles cicatrices,tieneunextrañoaspectodeaccidenteodevenganza.

Cuántas noches, solo en este cuarto, lo contemplaba y unmomentodespuésmesalíaalacalle,resueltoabuscarla.Enelcaminomearrepentíay regresabaa enfrentarmecon la interrogantemiradademimujery consuslabios,cerradossiempre.

Otrasveces llegabaa sucasaymequedabacontemplando laventanade su cuarto.Nunca había luz. Lo natural era suponer que había salidoconsuscompadresoconalgúnotrohombre.Peroyonecesitabacreerqueestabaallí,dormida, enaquellacamanuestra, conaquel terriblecamisónrojo,transparente—queyodetestabayellaprefería—unpocolevantado.

Con esa imagen, y un dolor torvo y punzante,me acostaba todas lasnochesanodormiroasoñarconella.

Ahoravivomástranquilo.Permaneceenmí,ya lohedicho,perotanenelfondo,quesientosuexistencia,peronosupresencia.¿Cómopodríaexplicaresto?Séqueestáenmí,constantemente,porquebastaquedeseerecordarla o que algo me la recuerde, para que aparezca con la mayorclaridad.Esodemuestrasuexistencia.Ahorabien,sielrecordarlanofueraunactovoluntarioocasual, sinopermanenteyobsesivo,esdecir,apesarde mí mismo, sentiría yo, además de su existencia, su presencia. Y enrealidad casino la recuerdo.Loquenoheolvidadoniolvidaré jamás esmi desesperado amor por ella.No sé si esto equivale a seguir amándola.Talvez.

Esdemasiado.Sientoqueestoycayendoenalgoqueno sé calificar,peroqueno está bien; definitivamente, no está bien.Más adelante relataré elsuceso,peroparaaliviarunpocomiconcienciayparaanalizarmehastaelfondo quiero decir que mientras se desarrollaba y no obstante quecompartía el sufrimiento de Reyes, mi compañero de oficina, a quienafectaba directamente, pensaba en que iba a escribirlo y en que, parahacerlo bien, tenía que poner atención en todos los detalles. Así, endeterminadosmomentos, eran simultáneos e igualmente apasionadosmipesadumbreporelacontecimientoymientusiasmoantelaperspectivadereferirlo.

Parece que a medida que el tiempo pasa, el cuaderno se me vaadhiriendomásymásy sehacepresenteaunencasoscomoésteenquemiobligaciónmoraleranopensarmásqueenelterribleconflictoenquemi compañero de tantos años se veía envuelto. No es que no me hayaportadobienconél,noesquelohayadescuidadoenningúnaspecto.Porlocontrario,hice cuantopude, igualque losdemás, yhastaalgoquemecostó verdadero esfuerzo: hablar en público, en un juzgado, y ante mispropios jefes, que me miraban iracundos. Por ese lado estoy tranquilo;peroenelfondoséquenomeentreguédeltodo,porqueendeterminadosinstantes sentía como una ola caliente que me subía a la cabeza y unaespeciedehambre—sí,eraesasensación—deescribir loqueocurría,deexplicar loqueyo sabíaqueReyespensaba;dedescribirminuciosamentela expresión de su cara, su palidez, los nerviosos movimientos de susmanos, su respiración agitada; de transcribir con la mayor fidelidad suspalabras y, sobre todo, de apresar y poder escribir después, sin que

perdiera fuerza,aquelmomentoenqueélconvirtiósumiserablevida,supobreza, su dolor, en un pedestal sobre el cual se irguió y desde el que,dignoyarrogante,contemplóensilencioasusacusadores.Todoslosdelaoficinaestábamosemocionados,peroseguramenteningunotuvoeldeseo,comolotuveyo,deescribirlaescenaparaquenosedesdibujaralaimagendeaquelhombrequedeprontorecobróladignidaddesurangohumano,que estaba adormecida por su nivel social. Estoy seguro que todos losdemás teníanpuesta su total atención en elproblema; sólo lamía estabainterferida como por ráfagas que pertenecían a otro problema, míoúnicamente, y en el quemi amigo y su conflicto no teníanmás funciónqueladeproporcionarme,sinsaberlo,untemayunpretextoparaescribir.“Quenosemeolvideanotaresto”,pensécuandoél,acosadoapreguntas,pálidoycon losojosbajos, sacóelpañuelode labolsadesupantalón, loextendió, lo miró un instante y, sin hacer uso de él, volvió a guardarloapresuradamente. Era evidente que necesitaba enjugar el sudor que lecubríalacara,perosindudavioquesupañueloestabarotoynoquisoquenadiesedieracuenta.Levantólacabezayseajustóelnudodelacorbataconciertaaltanería.Detrásdeesegestoescondíaelpañueloroto,el trajeraídoenelbordedelasmangasyenelsitiodeloscodosylasrodillas,loszapatos deformados por largosmeses de uso continuo, cuya duración seprolongaafuerzadeburdasyfrecuentescomposturas.

Mientras veía yo su indumentaria, apenas decorosa, pensaba en quejamás hacemos comentarios cuando algún compañero llega con traje ozapatos nuevos. No es que nos pase inadvertido, es que cualquier fraserelacionadaconelestrenoseríaunatácitaalusiónalaprendasustituida.Yno nos gusta hablar de esos trajes y esos zapatos que sólo desechamoscuandosudeteriorolastimanuestradignidad.

Recuerdo la vergüenza que sentí el día que Clarita, la ayudante delcajero,medijodelantedetodos:

—¡Québonitoestásusweaternuevo,donJosé!Mihijo lohabíausadovariosmeses, pero con las lavadas se encogió;

mimujer lomandó teñir deun color “más serio” y quedóbienparamí,

quesoybajoyangostodehombros.El sencillo elogio, dicho en el tono más natural del mundo, me

sobresaltóymehizopensarquetodosconocían lahistoriademisweater,porlodemástancomúnenloshogarespobres,dondeunamismaprendaesacondicionadayheredadavariasveces.

YoentendíqueReyesescondierasupañuelo,delatordeunapobrezaque pudorosamente trataba de recatar. Por eso me da vergüenza haberaisladoyreservadoesegestocomobuenmaterialparamirelato.Noestábien.Mi deseo de escribir no debe filtrarse así, demanera subrepticia ysolapada, e inquietarme precisamente en losmomentos en que requierode todamicapacidadymienterezaparaserviraalguienquenecesitademi ayuda. Si se tratara de algún suceso en que fuera yo simple y casualespectador, estaría más justificado, pero éste me atañe y me ha dolidosinceramenteporqueLuisFernandoReyestrabajadesdehacetiempoenelmismodepartamentoqueyoysiemprenoshemostratadoconsimpatíayafecto.Todosloestimamos.Cuandosedescubrióeldesfalconopodíamoscreerlo. Es un hombre modesto, metódico, un empleado más. Llegapuntual, cumple con su trabajo, a veces nos cuenta algo de su familia;compra en abonos, como todos. Por lo único que se ha significado concierta frecuencia es por su buena suerte en las rifas que organizan lasmuchachas de la sección de Correspondencia, que son muy jóvenes yalegres. Un día se sacó un corte de casimir. Durante algún tiempoesperamos verlo llegar con traje nuevo. Luegonos contó que se lo habíavendidoasucuñado.Otravezsesacóunrelojdepulseraparamujer.Fuecomo por el mes de febrero y tuvo la paciencia de guardarlo en suescritoriohastaeldeseptiembre,pararegalárseloasuesposaeldíadesusanto. Me conmovía que todas las tardes, a la misma hora, abriera elpequeño estuche de terciopelo rojo, sacara el reloj y le diera cuerda consuaveycariñosomovimiento.Seguramentenuncahabíapodidohacerleasumujerun regalo tan llamativo: en tornoa la carátula el reloj teníauncírculo de microscópicos diamantitos que brillaban convincentemente.Cuandoseloentregaronexclamómuyemocionado:

—¡Parecejoya,¿verdad?!Recuerdo que Rafael Acosta —que por cierto ahora se ha portado

comounverdaderoamigo—ledijo:—Loimportanteesquecaminebien.Yqueéllecontestómirandoarrobadolaprenda:—Esonoimporta:mirencómobrilla.Los demás se rieron. Yo entendí lo que quería decir: que el reloj

caminara bien era lo normal, era su función, como la de él y lamía eratrabajarenesaoficina;peroqueademásbrillaraeraloinesperadoy,sobretodo,losuperfluo.Élsabíaquelamaquinaria,oculta,fríayexacta,noeralo que iba a conmover a sumujer, quien seguramente nunca ha tenidomásquelonecesario.Eraelbrillo,losuntuoso,loinútil,loaparentementeelegido para su deleite y no para su necesidad, lo que haría valioso ydistintoelregalo.

Lavísperadeaquelesperadodía,unpocoantesdesalirymientrasunade las compañeras, bajo la mirada vigilante de él, sacaba brillo a lapulseritaechándolevahoy frotándolaconunpedazodepaño,ydespuésenvolvía “para regalo” el pequeño estuche, nos dijo nervioso yconfidencial,comosifuéramossuscómplices:

—Voy a decirle que todo este tiempo estuve ahorrando paracomprárseloyqueyomismoloescogí.

Aldíasiguiente llegódemacradoa laoficina.Yopensé lopeor:queasu mujer no le había gustado el regalo o que se indignó al pensar quehabíagastadoenalgoinútilloquenecesitabanparacosasmásurgentes.

—¡Estásloco,García!¡Niqueríacreerlo!Entoncesmeexplicó:estabadesvelado,habíatomadocopas.Elfamoso

reloj era la causa de todo. Los años anteriores le había regalado objetoscomunes: medias, una plancha eléctrica, un juego de vasos. Como esascosas no valían la pena, se las entregaba en lamañanamientras tomabaapresuradamente el desayuno. Pero esta vez su regalo era distinto yameritabaunmarcoadecuado.Convariosdíasdeanticipacióncontratóaunoscancioneros,compróbotellaseinvitóalosvecinos.

—Mesaliómáscaroquesideveraslohubieracomprado—comentabariendoyoprimiéndoselacabeza,queledolíaterriblemente.

Escurioso;todasestassemanasenqueporfaltaabsolutadetiemponopudeescribir,yhaceapenasunosinstantes,cuandomereprochabahabertenidodeseos de hacerlo en elmomentomismo en queReyes declarabaeneljuzgado,estabasegurodequeescribiríaelrelatodeldesfalcoconunagran fuerza yminuciosidad. Y ahora, después de haber contado eso delreloj, no sé por qué no quiero dar detalles. Siento que es aprovechar elerror de un hombre, de un amigo, para proporcionarme un gusto.Además,meparecetambiénquelospormenoressuavizarían,ablandaríanelrelatodeunasuntotandramático,quemerecesercomentadoenformarecatadayescueta.Asílointentaré.

Luis Fernando Reyes, que toda su vida había sido un magníficoempleado,dispuso indebidamentede cincomil pesos.Esto fuehacemásde dos años. En el momento en que el desfalco se descubrió ya habíaabonadocercadedosmil, a costademuchasprivacionesque losdueñosdelaempresanopudieroncomprendercuandoél,comoatenuantedesufalta, principió a relatarlas sordamente en el juzgado. A nosotros, losdemás empleados, no nos parecieron falsas, porque son semejantes a lasquepadecemos,sóloqueextremadas;peroellosdijeronquenoeranmásque“lloriqueosparadespertarcompasión”.

FueentoncescuandoReyesseirguió,losmirófijamenteynovolvióapronunciarunapalabra.Hizobien.Nuestrarealidadnopuedeexpresarsefácilmente: sentida, vivida, es recia y conmovedora; narrada, aun con lamás legal sobriedad, se deforma extrañamente y adquiere algo de quejaindigna.Reyeslocomprendióasíyguardósilencio,unsilencioconelqueagrupaba más estrechamente, y protegía, a los únicos que podíamosentenderqueensuspalabrasnohabíaindignidadalguna.

Larealidaddeellosesdistinta,sulenguajeesotro.Nosotrostampocolo entendemos. Ellos creen estar en lo justo; nosotros también. Lodolorosoestenerquehablarasí,de“ellos”y“nosotros”,enlugardehablarde “todos”. Lo terrible es que sean precisamente los elementos

superficiales, transitorios, esos que siempre estarán superpuestos,añadidos, esos que forman la realidad modificable del hombre, los quelogrendesvirtuaraquelloquedeberíasersurealidadconstante,suesenciaysunaturalexpresión:elamor.Deserasí,habríanpodidoentenderaLuisFernando Reyes, un ser humano como ellos, y no acosarlo tandespiadadamentecomolohicieron.

Cuando solicitó un préstamo porque su mujer necesitaba operarseurgentemente, le contestaron que para eso pagaban cuotas al SeguroSocial.Escierto,estrictamenteteníanrazón.Élhubieraqueridoexplicarles,perosabíaquenoloibanaentender,quenoqueríallevarallíasumujer;que el Seguro Social, por demasiado grande, por excesivamente poblado,seleconvertíaenunsitioabstractoincapazdeacogerlaconlaexclusividadque él deseaba para ella. Su caso podía ser semejante a otros muchos,inclusomenos grave, pero era el suyo; y era suyo también, y terrible, elmiedodeperderasumujer;ysuyalazozobradetenerqueconfiarlaaunmédico desconocido, que no sabía, y al que hubiera sido ridículo hacersaber, que esa mujer gorda, envejecida, desaliñada, era a quien él másqueríaynecesitabaenelmundo.

SéqueReyesnohizobien;quecometióunafaltagrave.Loquenosées si en circunstancias semejantes hubiera yo hecho lo mismo. ¿Cómopuedo entonces juzgarlo? Ellos pueden porque su realidad es otra y tandistintaquenohayposibilidaddeque se encuentrenenuncaso similar.Pero nosotros somos, en cierta forma, él mismo: problemas semejantes,idéntico ritmo cotidiano, igual cansancio y la misma intermitente ylevísimaesperanza.

Seguramentepor eso, ynoporgenerosidad, lodefendimoscon tantocalor y reunimos entre todos, pidiéndolo prestado, el dinero necesarioparaliquidarsuadeudo.LaempresaretirólaacusaciónyReyesquedóenlibertad.

Ahoraandaporahí, libre,buscandodesesperadamenteunempleoendondenoleexijancartaderecomendación.Mientrasloencuentra,vadeaquíparaallá,libre,empeñandoyvendiendotodoloquetiene.

Porcierto,mecontóqueenelMontedePiedadlehabíandadocientocuarenta pesos por el relojito aquél, que está flamante, porque sumujernunca encontróunaocasión lo suficientemente solemneparadecidirse alucirlo.

ElasuntodeReyesmetuvoocupadomásdetressemanas.Teníamuchosdeseosdeescribirlo,yalohedicho,peromehabíafaltadotiempo.Llegabaamicasatarde,preocupado,nerviosoycaíarendido.

Estomehacepensarquelamejorfórmulaparanoescribiresligarmealos demás, interesarme en ellos, vivir intensamente sus problemas.Claroestá que sentiría la imperiosa necesidad de comentarlos, pero de todosmodos resultaríamejor, porque escribiría algonuevo, ajeno; algo quenofuera este rodeo constante en torno a mí y a mi particular conflicto deescribironoescribir.Avecesparecequevoyatratarasuntosenlosquenoparticipo o, por lomenos, de los que no soy el centro. Al final, siempreterminoconelmismotema.Situvieraelvalorderevisartodoelcuaderno,comprobaríaestavergonzosaconclusión.Siempreyo,mimujer,mishijos,micasa,mitrabajo.Siempreloquemeatañe,loquemeimporta.Siemprelo mismo. Como un rumiante. Creo que precisamente por eso no hepodidoempezarellibro.Hellenadopáginasypáginassóloparadecirquemi mundo es reducido, plano y gris; que jamás me ha ocurrido nadaimportante; quemimediocridad es evidente y total. Y todo esto, ya enconjunto, únicamente para explicar por qué no puedo escribir algo queintereseatodos.

Quien leyera esto y el cuaderno entero podría pensar que soy unhombre modesto y sincero, que confiesa humildemente su incapacidad.Yo también estaba convencidode ello ymuy satisfechodemihonradez.Peroahorapiensoqueesasdeclaraciones,aparentementemodestas,estánllenasdesoberbia.

¿Por qué en lugar de escribir para demostrar que soy unmediocre y

quenodeboescribirpara losdemás,no intentoescribir algode loqueamíyaotrosmuchoscomoyonosgusta?¿Porquénotenerlamodestiadelimitarme a relatar esas cosas sin importancia que nos distraen y nosayudan a olvidar nuestramedianía?Amíme agrada leer; a los que soncomoyolesgustarátambién.Pero,sinceramente,nocreoqueniamíniaellos nos interesara leer ese libro que yo sueño escribir para decir a losdemásalgodistintoy trascendente.Talvezni loentenderíamos.Porotraparte, ¿es que en esosdemásno incluyo a los hombres comunes, a esosmillonesdehombresalosquemeparezco?

Es verdad que fracasé enmi inicial propósito de escribir una novela,perotambiénesverdadquedíaadíaestoyfracasandoeneldeescribirellibroquetantomepreocupa.

¿Por qué, si a pesar de todo insisto en llenar páginas, no hago unesfuerzoporescribirunrelatoameno,intrascendente,quegustealosquecomoyo,hartosdel trabajo,hartosdevivir siempre igual,buscamosesoslibros sencillos, ligeros, que nos ayudan a olvidarnos de todas nuestraspreocupaciones?

Lanovelayaséqueesmuydifícil,peropodríaescribirunrelatocorto,unaanécdotagraciosa,unsucesointeresantequeacapararalaatencióndellector.PrecisamenteesteasuntodeReyespodríahabermeservidodetemasi hubiera querido contarlo con todos sus detalles. El escenario, unjuzgado penal, es distinto al ya fatigoso de mi casa y mi oficina; alprotagonista, si bien compañero mío en la actualidad, le habría hechohablar de ese tiempo en que aún no lo era, de su vida anterior, de lascircunstancias que propiciaron su ingreso a la empresa en que ahora losdostrabajamos;yasíhastadesembocarenesemomentoterribleenqueseapoderódeundineroqueno lepertenecía.Después, y como siempre esconvenientedarunrematemásprofundoa lasimplerelacióndehechos,haría algunas consideraciones de cómo el acto que se realiza en unmomento, y por razones que sólo a ese momento pertenecen, puedequedarfijoennosotrosycondicionartodanuestravida.Lascircunstanciasque lo motivan desaparecen, jamás vuelven a presentarse, todo cambia,

todovaquedandoatrás,todovacayendoenlasombra,yaquelactosiguea nuestro lado, a nuestro paso, como si lo lleváramos de lamano hastanuestropropioentierro.

Reyesnopodráolvidarnuncaelmomentoenquetomóesedinero.Sucastigo no había que buscarlo en la cárcel, ni fue haberle quitado suempleo; ni será su conciencia, que sabe que su falta tiene atenuantes. Elverdadero castigo es sumemoria, que revivirá en cualquiermomento elsucesominuciosamente,contodossusdolorososdetalles.

Peroigualqueelcastigomayor,lamemoriapuedesertambiénelmástibiorefugioy lamássuntuosariquezadelhombre.Paraminuevoymásmodestopropósitodeescribir relatoscortosy fáciles,deborecurriraella,igual que si se tratara de esa caja largamente guardada que un día nosdecidimos a abrir. Recuerdo perfectamente los relatos de mi abuela,lánguidos,interminables,poéticos.Recuerdolasnostálgicasnarracionesdelos marineros, salpicadas de palabras crudas que yo interpretaba comosímbolo de hombría y que después intercalaba profusamente en miconversación. No hacía caso de reconvenciones y castigos; lo importanteera hablar comohombre y tratar con rigor a lasmujeres. Pronto tendríauna en cada puerto y era necesario empezar a actuar como un marinoverdadero. Recuerdo los exuberantes relatos de mi tío Agustín: laanécdota más trivial, en sus labios alcanzaba categoría de hazaña,especialmentesihabíatenidoparcialoprincipalintervenciónenelsuceso.

Sí,estoydecidido.Duranteunaodossemanas,envezdeescribir,voyarecordar.Seráunaactituddistinta.Yahoramismo,enestemomentoenque lapreparo,yasientoquevaagustarme,que tendráalgodeviaje,desorpresa,noantelodesconocido,sinoantelonuevamenteencontrado.Nomeasaltaránlosrecuerdos,comoescomúnquesuceda;seráalcontrario,ytodas las nochesme prepararé para asaltarlos igual queme preparo paraescribir.

Sé que la aparición y la búsqueda de los recuerdos, y éstosmismos,tienen incontables formas y matices. Imposible, por lo menos para mí,apresarydescribirsuvariedadysusutileza.Sólopuedohablardeloquea

mí me ocurre. Cuando el recuerdo viene por sí solo, sin que yo loprovoque,me llegacompacto,apartado,compendiado.Unavezpresente,loretengoyamplíoconlosdetallesquelepertenecenperoqueélnotrajoconsigoensuinesperadaaparición.Ahoranomelimitaréaesperarlosniaretenerlos, sino que los provocaré, iré en su busca y los recorreréacuciosamentecontodossuspormenoresyrelaciones.

Ydespués, escribir. Pero escribir para los que son como yo, esos quejamás podrán hacer un libro para todos. Es posible, ¿por qué no?, quedespués de cierto entrenamiento en narraciones pequeñas, adquiera yosoltura, confianza, hasta cierta ligereza que me permitan volver a miintento. Un libro no puede redactarse fácilmente. Si hubiera empezadoantes,sinohubieradesperdiciadoveinteañosencontenermiimpulsoporun ambicioso, por un vanidoso escrúpulo, tal vez ya hubiera podidoescribirlo.Quizáloquemefaltanoesimaginación,sinoaudacia.

No sé, no sé nada ya. Estoy terriblemente cansado. Lo mejor esabandonarlo,olvidarlotodo.

Hace una hora que estoy ante esta página sin decidirme a formular lapregunta.Debohacerlo.

¿Creotodavíaenellibro?Melopreguntomuchasveces.Enocasionespienso que podría aprovechar algo de lo que he escrito si me decido ahacerunarigurosísimaselección.Peromedamiedo leerloporqueséquenada tiene continuidad. ¿Cómo voy a ordenarlo? A menos que miprotagonista sea el pensamiento, con toda su ilimitada y espléndidalibertad,noveolaformadehilvanaralgodetodoesto.

Además,hastaelmomentonohehechomásquehablardemímismo,que fue justamente lo que al principio declaré que quería evitar. Ahoracomprendo que no tenía lamenor idea demis verdaderas posibilidades.Por un lado afirmé que no poseo imaginación; por otro, queme parecíailegalaprovecharmedeloqueyaestácreadoylimitarmeaverterloenmicuaderno; expliqué tambiénquenopodía contar algodemividaporquenuncamehaocurridonadadignodeespecialmención;declaréasimismoquepretendíaescribirun libroque interesaraa todos,cadaunadecuyashojas no pudiera pasarse sin que la mano temblara emocionada. ¡Todoeso!

JoséGarcía,leetucuaderno,borraesasfrasesabsurdasypresuntuosasysustitúyelascon laúnicaquerealmenteteesposiblefirmar:“Nopuedodejardeescribir”.Confiesaquetunecesidaddehacerloesmásfuertequetú, olvida tu desorbitada ambición de escribir un libro que a todosinterese; acepta tu verdaderamedida y comprende que si no has escritootra cosa es porque sólo puedes referirte a lo que es tuyo: los recuerdosqueestremecen,contentanolastimantucorazón,losopacossucesosdetu

vidadiariayturelaciónconunoscuantossereshumanosquecoincidieronen tu pequeña órbita. Eso es lo único que te pertenece, lo único queconoces, lo único que comprendes y, por tanto, lo único que puedesexpresar.Talvez logresalgúndía inventarunsuceso.Loqueno lograrásinventar es la emoción que te habría producido ese acontecimiento si lohubieras vivido. En un dolor inventado, aunque lo derives del máspatéticoydesgarradordelossucesosqueimagines,jamáspodrásponerelcalor, la verdadque tal vez logres imprimir en el relatoquehagasdeuntristeacontecimientoquetepertenezca.

Enrigor,esdeturealidaddeloúnicoquepuedeshablar.Ysideellano te es posible extraer lo que requieres para un libro distinto ytrascendente, renuncia a tu sueño. Y si no puedes dejar de escribir,continúahaciéndoloenestecuadernoyluegoenotro,yenotro,siempresecretamente,hastaeldíadetumuerte.

Memolestadirigirmeamímismocuandoescribo. ¡Quéautoridad! ¡Quétono rotundo y ampuloso! Cuántos argumentos obvios, cuántos titubeosparadecirmequenosoyescritor,quenosoyartista,quenopuedohacerelmilagrodecrearotra realidadode sublimar laqueexiste.Ya lo sé.Perotengoelderechodedecirloquecreoquedebohacer,loqueséquedebohacer,aunquenopuedahacerlo.Enúltimoanálisis,esaeslacondicióndelhombreylaluchaconstanteentresuanhelodeperfecciónysudebilidad.

Otra vez la trampa. No debo escudarme en una verdad que no esaplicableal caso.Funcionaenotro terreno, en la luchaentreelbienyelmal, perono en ésta de escribir algo importante o no escribir.A escribirbien, podría llegar por la inteligencia, no por la convicción de lo que esimportanteniporlaperseveranciaenelpropósitodeescribirlo.

Sémuybien, lo sédesde siempre, por esome resistí tanto, quenadaimportantedirénunca.Sétambiénqueapesardeelloseguiréescribiendo.Miesfuerzo,enlosucesivo,debeaplicarseúnicamenteavencerelanhelode ser leído, de vermi nombre escrito en cada página, de oír a la gentedecir:“ellibrodeJoséGarcía”.

Esta lucha sí puedo emprenderla y ganarla porque acontece en unazonaíntima,susceptibledeperfeccionamiento.

Séquemeserámuydifícil;séqueyanoabrirémicuadernoconigualalegríayquecadanochelocerraréconlasensación,nodequeheescrito,sinodequehe enterradoen élmispalabras.Pienso en estoymeparecequeyotambiénmueroconellas.Hacemuchosañosquemeacompañanyque las acompaño. Primero vivían sólo en mi pensamiento y todo miesfuerzo se aplicaba a resistir la tentación de escribirlas, pero llegó un

momento en que nome fue posible contenerlas. Poco a poco se fueronindependizando;hecontadoalgunascosas,hereferidoalgunosrecuerdos,mehanayudadoaconfesar estaobsesióndeescribirqueme inquietadecontinuo,mehanservidoparaexpresarmiarrepentimientoporhacerloapesardequenotengonadaquédecir.Yaquíhanidoquedando,unatrasotra,enestecuadernoescondido.Nimimujer,nimishijos,nisiquieraunamigo, han leído jamás una sola línea. Cuántas veces, entusiasmado poralguna idea, he deseado comentarla con alguien, pedir ayuda, estímulo,compañía. Pero, ¿a quién puedo dirigirme?Mimujer tolera que escriba,como tolera todo lo que hago, pero no tiene elmenor interés.Dice queesas horas podría emplearlas en aprender inglés que en estos tiempos esmuy necesario. Puede ser que tenga razón. Pero no puedo culparla. Yohabloaquídemis frustraciones,demicansancio,demissueños.¿Yella?Tal vez deseaba, como yo, una vida más intensa o sencillamente máscómoda.Ha compartido lamía sin quejarse nunca. También debe tenerunagranfatigadesusdías iguales,desusrudastareassiemprerepetidas,de ver que pasan los años y envejecemos y nuestros hijos crecen y todosigue igual, desesperantemente igual. ¿Qué le he dado? Ni siquiera laesperanza de que algún día cambien las cosas, porque yo también la heperdido.¿Cómopuedopretenderqueseintereseporunlibroenelqueyomismonocreo?¿Cómo,aunqueme lopidiera,voyaenseñarleunaseriedepáginasenlasquenohagomásquecontradecirmeydiscutirconmigomismomiposibilidadymiderechoaescribir?¿Yparaesto—medirácontoda razón— te encierras por las noches y no permites que nadie temoleste?Nopodráentendernuncaquenomeesposiblehacerotracosa.Notengoderechoaculparlaniapedirlequemecomprenda.Peroelcasoes que jamás conocerá mi cuaderno, ni el gozo y el dolor con queinexorablementeescribo.

AlgunavezpenséquepodríahablardeestoconJosé.Alprincipiomepreguntabapor el libroyqueríaque ledijera “másomenos cómoera elargumento”. ¿Quépodíadecirle?Después fueperdiendo interés,yahoranohacenunca lamenoralusión.Tampocopuedoculparlo.Tieneencima

sus radiantes veinte años y casi no puede con ellos.Quiere amar, viajar,tener automóvil, ganar mucho dinero, llegar a ser un personajeimportante. Me fatigan su exuberancia, su avidez, su deseo de poseercosas. ¿Cómo va a perder unminuto en leer unas líneas que no tienenargumento ni truculencias? ¿Y cómo voy a esperar de él, que está en elumbral de todo, que se interese pormí, queme quedé en el umbral detantas cosas? No; a él no debo enseñarle nunca lo que escribo, aunquealguna vez expresara su deseo de leerlo. Él no debe enterarse de que lavidapuedeatraparnose irestrechandodíaadía losamplioscaminosquesoñábamos recorrer. Él no debe saber que los sueños de los veinte añospueden seguir siéndolo toda la vida, y que a su recuerdo no puedeañadirse ningún otro que corresponda a la realidad. Su vigor de hoy noentendería que al mío de ayer, que se le parecía tanto, no le haya sidoposiblevencer todos losobstáculos.Demicuadernoélsólodestacaríamifracasoylojuzgaríaconsuedad,conesaedadqueestáseguradeavasallartodoloqueencuentreasupasoporqueignoraquealpasoseencuentranmuchas cosas de las que nos es grato, urgente e inevitable dejarnosavasallar. Son aquellas que después nos harán pensar con nostalgia ennuestros sueños de juventud, pero si ésta nos pudiera ser devuelta, nosola, sino con lamemoria de lo vivido, volveríamos a recorrer elmismocaminoparallegarávidamentealosbrazosdeaquellosquenosavasallarantanplenayentrañablementeydelosquenossentimospertenencia.AJosétodavíanoleesposibleentenderesto,yamí,enrealidad,meabrumaunpocosuestrepitosaambición.Claro,es laépoca, locomprendomuybien,peroyo soñaba conunviejobarcoy con recias y generosashazañas, y élsueña con tener dinero y un automóvil último modelo. Cuando lo hesentidomáscercademífueenaquellosdíasenquesufríaporMargarita.Casihubieradeseadoprolongarlosparapoderdarleconsuelo.Peroyapasótodo.Ahoraseríede“aquella tontería”ypersigueenconadamenteaunamuchacharica,queseleresiste.No,mihijoJosénopuedeacompañarme.

Tampocomis amigos, ni siquiera Pepe Varela, a quien quiero tanto.Nuestro trabajo es igual, nuestros problemas muy semejantes, pero él

nuncahapensadoquesuvidahubierapodidoserdistinta.Loúnicoquedesea transformares sueconomía;con todo lodemásestá tanconforme,que jamás lo menciona. La noche en que le hablé de mi cuadernoestábamos enuna cantina; las copas exaltaronmi afecto por él y sentí lanecesidaddehacerleparticiparenmisintimidades,sobretodoenésa,tanprofunda y tan sola, de mis cuadernos. Pero apenas había empezado ahablarledeelloscuandocomprendíqueunmurofríonosseparabayqueél, tan bueno, tan generoso, tan cuidadoso de mi vida y de nuestraamistad, no podría comprender nunca una obsesión que él mismo nofuera capaz de padecer. Tampoco puedo culparlo. Pero tampoco puedeacompañarme.

Con los demás compañeros de trabajo llevo una amistad, si bien nopropiamente superficial porque el trato diario va anudándonosimperceptiblemente e interesándonos en nuestras mutuas y similaresvidas, tampoco tan honda que pueda yo decidirme a inquietarlos o afatigarlosconelrelatodeunconflictoajenoaellos,perotanincrustadoenmíquemedoleríaoírlocomentarenformabanal.

¡Simi Lorenzono fuera tan pequeño aún! Él también se esconde enlos rincones menos accesibles de la casa y pasa horas enteras absorto,fascinadoantequiénsabequé.Éltambiéntieneyocultavariaslibretasenlas que ha dibujado unos animales que inventó. Un día que yo estabaenfermoentróamicuarto,sesentóalbordedemicamaymedijoquesinoselocontabayoanadiemás,meenseñabasusanimalesymedecíaelnombre de cada uno. ¡Qué dolor me causaron sus pocos años que meimpidieroncontestarle:ysitúnoselocuentasanadie,voyaleertetodasestaspáginasquenomehasidoposibledejardeescribir!Pero,¿quéhabrásidodemí cuando él tenga la edadnecesaria para poder decirle esto?Ysobre todo, ¿qué habrá sido de él mismo? ¿Seguirá conservando sufantasía,surecato,susilencioysucapacidaddeasombrarseantelascosasquelosdemásnoperciben?¿Seguiráconsiderándomedignodeconocerloqueél imaginaydenomina? ¡DaríaalgoporqueLorenzohubierasidomiprimerhijo!Piensoeneltiempocomodramáticoabismoentreyoyél,que

eslaúnicapersonaquepodríaacompañarmeenestaparticularsoledad.Simemuero antes de que él pueda entenderlos, le dejaré mis cuadernos.Cuandollegueaestaslíneassabráquepudohabersidoelúnicotestigodeestapartesecretademivida.

Peroquizávivayoalgunosañosmásyquizáélnocambiedemasiado.¡Ennadahepuestonuncamásfervienteesperanza!

Verdaderamente no sé qué sería del hombre si no tuviera dentro de sí,escondidos, superpuestos, sumergidos, adyacentes, provisionales, otrosmuchos hombres que no sólo no destruyen su personalidad, sino que laconstituyenalampliarla,repetirlayhacerlaposibledeadaptaciónalasmásvariadascircunstanciasdelavida.

Yoséquehaygentefuerte,rígida,quesemarcauncaminoyvaporélsin titubeos, con paso firme y sin desviar los ojos de un punto fijo. Sonpersonasquesabenloquequieren,queexponenclaramentesusconceptosyno se contradicennunca;quepueden repetirofirmar loquedijeronoescribieronañosantes,porqueparaellascontinúateniendovigencia.

Si alguien desglosara mi cuaderno y me pidiera que ratificaraaisladamente sus páginas, me negaría. No obstante, sí lo haría en suconjunto porque de todos modos, deshilvanado, torpe y hastacontradictoriomuchasveces,contienemisideas,misacontecimientos,misemociones.Puedenointeresaralosdemás,peroamí,ensutotalidad,meexpresa. En cambio, desmembrado, no sólo nome expresa, sino quemedesvirtúaymetraiciona,porquecadaunademisverdadesdejadeserlosiselaprivadesurelaciónconlasotras.

Parece que siempre estoy justificándome por escribir lo que unascuantaspáginasmásadelantetengoquenegar.Escierto,pero¿quépuedohacer?

Mis primeras consideraciones fueron más serias, menos personales.Declaré que no debe escribirse cuando se tiene la conciencia de que nopuede uno decir algo importante a los demás. Lo sigo pensando. Perotambién es un hecho al que debo enfrentarme, que no obstante mi

declaracióncategóricaysentida,nohepodidodejardeescribir.Nopuedovivirúnicamentedemisverdadesfrías,delosconceptosque

puedo sintetizar en tres líneas. Tengo que vivir también de misdebilidades, de mis dualidades y admitir que esas tres líneas, lógicas yrectas, que en determinado momento me reflejan fielmente, en otraocasión no muy distante, o en un estado de ánimo turbulento eintrincado,me resultan escasas o estrechas o dolorosas, sin que por ellodejen de ser verdaderas. Sobre todo, no estoy imponiendo esto a nadie.Estoydiciendosencillamente,conlamismafaltadesentidoydeobjetivo,peroconelmismoincontrolable impulsoyeldeleiteconlosqueunniñose asoma al brocal de un hondo pozo, grita su nombre y escuchaemocionado que aquella misteriosa oquedad lo repite. No lo grita paraalguien,nolorepitealguien; logritaélmismo, loescuchaélmismo,perosunombreha sido lanzado aunaprofundidadde la que regresa conuntono solemne, telúrico y tan distinto de aquél en que fue pronunciado,quetehacepensarnoenqueesuneco,sinounarespuestaounllamadosobrenatural.Hace entonces, delnegro vacío, un interlocutor, y vuelve agritar su nombre, y luego frases cada vez más largas, cuya repeticiónescuchaatentoyconmovido.

Yo escribo y yo me leo, únicamente yo, pero al hacerlo me sientodesdoblado, acompañado. Cuando incurro en contradicciones soy miinterlocutor y oigo sorprendido las respuestas que surgen de miprofundidadmásíntima,deesazonademímismodelacualyonoteníaconcienciayquesehacepresentecuandoestocadaporunadeclaraciónoporunpropósitomíosqueesapartedemírechazaonopuedecumplir.

Mispromesasrotas,miscambiosdeopinión,misdualidadesemotivas,todasmis contradiccionesparecenmenos graves cuando simplemente laspiensoolashablo.Laexpresiónoralyelpensamientotienenunaesenciaefímeraquenocompromete.Loquedaunaimpresióndeinformalidadeinconsistencia es la frecuente rectificación de los conceptos que seconsignan por escrito, como supuesto fruto de largas y concienzudasmeditaciones, o la de una verdad que nos parece incontrovertible y que

afirmamoscomotal,conigualfirmezaqueunosdíasdespuésafirmaremosotraqueniegalaanterior.

Poreso,yauna riesgodeparecer inconstante, tengoquerectificar loqueescribíhaceapenasdosotressemanas.

Tampoco Lorenzo puede acompañarme.No quiero que conozca sólomicuaderno.Esunlibro,milibro,loquemegustaríaponerensusmanos,orgulloso. Lo sentí claramente cuando me dijo en secreto durante unafiestecitaquelehicimosantierparacelebrarsusochoaños:

—Papá,inventaalgo,porqueledijealosotrosniñosquetúerasmago.Lasorpresamehizoreaccionarconunagranincomprensión,hastacon

impaciencia:—¿Quéquieresqueinvente?Yonosoymago.Semequedóviendoatónito:—¡¿No?!Losojosdemihijoysumonosílabointerrogante,queeranunamezcla

de asombro, de incredulidad, de decepción, de dolor, de no sé qué,meprodujeron una conmoción indescriptible y una sensación deagradecimientoquecasimedolíadetanintensa.

Mihijome creía poderoso y provocabaque otrosniños esperarandemíalgoexcepcional.

Lohice,naturalmente.NuncahevistoaLorenzomáscontento.La casa quedó en completo desorden. Todos los utensilios de cocina

fueron trasladados a la sala para organizar la orquesta másdesesperantementeruidosadequesepuedateneridea.Uncolchón,pesea las protestas de mi mujer, fue arrastrado hasta la azotehuela paraefectuar sin peligro varios números de acrobacia con los que, por cierto,volví a sentir esa molestísima arritmia que hacía tiempo no me daba.Confeccioné para Lorenzo, hurgando en todos los cajones y echandomano de cuanto podía servir, seis disfraces distintos que causaron laadmiracióndesusamigosyqueaél lohicieronsentirseelpersonajemásimportantedelmundo.Dejé constituiday funcionando la “Bandade losTigres”,eimpuseacadaniñosugrado,suapodoysutarea.Lorenzo,por

ser el que cumplía años, fue designado Tigre Supremo y adoptó deinmediatoungestodemandosuaveperofirme,quemesorprendióymeagradómucho.

Yoestabasegurodeque,alquedarnossolos,meabrazaríaymedaríalas gracias por no haberlo hecho quedarmal.Después comprendí que sihubiera actuado en esa forma, lo habría destruido todo. Para él yo nohabía simuladoque eraunmago.Yoeraunmagoy élno teníaporquéagradecérmelo.Nimeabrazónihizoalusiónalgunaamiesfuerzoyamiéxito.Se limitóapreguntarmequecuántofaltabaparaquefueraotravezsucumpleañosyadarmelasbuenasnochesconelfieroademánqueyolesugeríparaqueseidentificaraconlosdemás“tigres”delaBanda.Ymuydigno, muy solemne, caminando con estudiada lentitud, se fue a sucuarto.

Yomequedépensandoprofundamenteenél. ¡Esunniñotantenue,tan silencioso, tan imaginativo! Sabe jugar, y contar cuentos, y quedarsecallado ante los insectos y tener los ojos abiertos en la oscuridad. No legustan los juguetes comunes; prefiere esos objetos vagos que él puedetransformarasuantojo,consóloafirmarlo.Sucreaciónmásextraordinariaes un tubo de lámina, pintado de blanco, del que informa con absolutanaturalidad que de día es su amigo y se llama Riqui, y de noche es suhermano y se llama Micaelo García. Cuando hace algún tiempo lepreguntélarazóndeesadualidad,mecontestóquesiRiquinosevolvieraMicaelotendríaqueirsetodaslasnochesadormirasucasa.¡Yquecomoloqueríatanto…!

Lorenzo,túsíqueeresmago.No,noseríajustodefraudaramihijoconestaspáginasenlasquesólo

hepodidoanotarmifracaso;conestecuadernoquenoesnadao,siacaso,el camino, la esperanza hacia el otro que aún permanece en blanco.TampocoLorenzopuedesermitestigo.Noquierocompartirconnadiemitrayecto áspero; siento que este dolor, esta especie de asfixia, estadesesperada sensación de encontrarme siempre en elmismo sitio, sólo amímepertenecenysóloyodebosufrirlos.Noquierodisminuirsupesoni

compartir mi fatiga de soportarlo. Tal vez eso sea, en toda mi vida, loúnico mío, definitivamente mío. La compañía, el estímulo, no puedenrecibirse,nisiquieradesearse,eneseprofundomomentoenquealgo,nosesabequé,estáocurriendodentrodelhombrequetratadeexpresarse.Ycada palabra de mi cuaderno representa uno de esos momentosindescriptibles. Si Lorenzo lo leyera algún día, ¿podría comprender esto?¿Podríaverenél todoloquenodigoytodoeldolorquemecausaelnopoder decirlo? Está vacío, lo sé muy bien, no dice nada. Pero yo sé, yoúnicamente, que ese vacío está lleno de mí mismo. Esto no lo puedoexplicarenotraformayesimposibleexigiroesperarquealguienescucheloquenohepodidodecirnunca,apesardemisesfuerzos.

No,nopuedodejarleaLorenzoestecuadernoinútil,estanada.Bastóun acontecimientomínimopara convencermedequeno esposible.Estome hizo entender que un suceso, una pregunta, unameditación, puedemodificar lasque suponíamosfirmesconclusiones, yque laúnicaverdades laqueresultadetodasa lasquevamosllegandodurantenuestravida.Esdecir,quenadaesfijonipermaneceinmóvileneltrémulocorazóndelhombre.

Estosmomentos son desesperantes. Éstos en queme pregunto: ¿pero esposiblequenopuedaescribirnada,absolutamentenada?Yaheaceptadoquenoencuentrountemageneral,quenopuedohilvanarunrelatomásomenos completo. Pero me parece demasiado no tener a qué referirmecuando durante tantas horas he estado esperando ansiosamente elinstantedeponermea escribir. ¿Cómopodría curarmeestaobsesiónquecadadíaesmásfija,másvehemente,ycadanochemásfracasada?

Desdehaceratomimujerduermetranquila.Hizo todo loquehoy lecorrespondíahacer.Lodemañanaperteneceamañanaytambiénquedarácumplido.

Nuestrosvecinoshanapagado las lucesdesuscuartos.Losconozcoatodos; tienen problemas, algunos bastante graves. Pero duermen.Yo, demomento,nolostengo.Lorenzohaestadomejorenlosúltimosmeses,mimujerhacemilagrosconeldinero,miempleoesseguro.Podríadescansartranquiloycolocarencadadía la tareaqueacadadíacorresponde. ¿Porquémeacuestosiemprecon lasensacióndequenodeberíahacerloaún,de que algo faltó, de que a la mañana siguiente tendré dentro de mí,acumulado, loquedejédehacereldíaanterior?Si,comomeocurreconfrecuencia, dejo de escribir durante varias noches, por cansancio, porsueño,porque llegaunavisita,porcualquiercosa imprevista, siento igualquecuandonohepodidopagaratiempounadeudayvienenacobrarmeinsistentemente.Enesasocasiones,porlomenospuedoponerunpretextoo solicitar un nuevo plazo. Pero en esto de escribir, ¿quiénme obliga, aquién tengo que rendir cuentas, con quién me he comprometido? Nisiquiera conmigomismo, porque jamás he estado conforme con hacerlo.

Loentenderíasifuerayocomoesosartistasquesabenysientenquesobretodolodemás,siempre,encualquiercircunstancia,estásuobligaciónysuplacer de expresarse. Pero yo no soy un artista. Si realmente lo fueratendría dentro de mí la certeza, aunque tal vez por modestia no loexteriorizara.Mimujer,mis hijos,mi trabajo, no serían el centro demivida,sinoelcontorno,lalínea;tenuequelaenmarcara,peronoelmarcorígido e inalterable. El artista es un ser distinto, vulnerable, asombrado,trémulo, herido de nacimiento y por vida, difícilmente incorporable a larealidaddiaria.Claroqueexisteelquedeesarealidadextraesusmejoreselementos.Peroelnotarla tantocomoparapodermanejarlayconvertirlaen obra de arte, es la mejor demostración de que no ha podidoincorporarseaella,dequenohasidodevoradoporella.Ladescribecontalverdadqueescomosilearrancarauntrozo.Loquetienededistintoesloquesóloelgranartistalogra:queesarealidadlaconocemosdesiemprey,noobstante,lanotamosporprimeravez.

En este momento comprendo perfectamente que una personaobsesionada por la necesidad de hacer algo determinado, y presa en lasobligacionesdeunempleo,deuna familia, abandone todopara siempre.¡Estoy tan harto, tan cansado de esta vida estúpida!No tengo tiemponicalmaparahacernadadistinto.Mevuelvo locoentre tantosdíasexactos,cortadoscomoporunmolde.Sientocomosimearrancaranunpedazodemí mismo cada vez que Rafael Acosta, que tiene sobre su escritorio uncalendariodehojasmovibles,desprendelacorrespondientealafecha.Undíamásde trabajo;undíamenosdevida.Mejor.Avecesmedanganasdemorirmeparanoveramicompañeroarrancar lahojadel calendario.Despuéspiensoqueaunqueyonolovea,elactoserepetiráundíayotroyotroyqueloimportantenosoyyo,sinoelactomismoyelhechodequeexistasiempreunhombreprisioneroqueloejecuta.

¡Irme, irme lejos! ¡Si pudierahacerlo!Unanoche cualquiera anuncioque voy a salir un rato y no regreso jamás. O mejor, para que no mebusquen, dejo una carta en sitio visible, en la que explico mi absolutanecesidaddeaislarmeparapodermededicarporenteroaescribirunlibro

importante.Ruegoamimujerquemecomprenda,meperdone,expliqueamishijos,nomepongaobstáculos…

Me voy. Soy libre. He tenido el cuidado de dejar en mi casa lascredencialesdeidentificación,elreloj, losretratosquesiemprellevoenlacartera. Apenas salga de mi barrio, donde todos me conocen, puedo, siquiero,convertirmeenotrohombre,darseñasfalsasenloshoteles,oírmellamarseñorRodríguez,oseñorLópez,enlugardelgastadoseñorGarcía.Pareceque resulta igual,quenohaydiferencia.Paramí sí lahay.Tengoganas de estrenar cosas: nombre, un pantalón de pana, una mujerdesconocida,unacantina,unbastóndenudos,unaplayasolitariajuntoaunmarhoscoybravío.

Sí,meinstalaríaenunpequeñopuerto,enunacasamuymodestaquequedara cerca de la playa y desde la que pudiera oírse el mar. Sólonecesito una cama, una silla y una mesa muy grande. Compraría docecuadernosgruesos,peroantesdeencerrarmeaescribirestaríaunasemanaentera vagando sin rumbo, sin prisa, acostumbrándome a la libertad.Pasaríalasnochesenlaplayamirandoelmar,elcielo,elampliohorizonte;hundiría las manos en la arena húmeda, nadaría desnudo en ese maragitado y negro de la medianoche. En las madrugadas ayudaría a lospescadores a lanzar las redes y luego a tenderlas al sol y a separar lospescadosportamaños.Enelmediodíaquemanteiríaconellosalacantina,tomaría aguardiente y hablaríamos. Sin duda me preguntarían si iba aquedarme allí y cuál era mi oficio. Y yo, por primera vez en mi vida,contestaríaenvozalta,bastantealtaparaquemeoyerantodos:

—Soyescritor.Estoyhaciendoun libroynecesito tranquilidad.Voyaquedarmeaquíhastaquelotermine.

La expresión de ellos cambiaría inmediatamente, me mirarían conrespetoysesentiríanhalagadosdequehubieraescogidosupuertolejanoeignorado.Talvezunodeellosloexpresaríaanombredelosdemás.Yyoinvitaríaunabotellaytodosbrindaríamospormilibro.

Porfinmeencerraríaaescribirlo.Esaprimeranocheenminuevacasadormiríaprofundamente,agotadoporunasemanadelibertadydeolvido.

Despiertoenlamañana,bastantetarde.Abrolosojos,miróentornomío.¿Estoysoñando?Dentrodeunosmomentostendréqueoír:

—Hijo,setevaahacertarde.Siento como un golpe en el pecho.De pronto todo se ordena enmi

mente.No,yanosemevaahacertardenunca.Soydueñodemitiempo,soymipropiodueño.Melevantaréysólotendréquecaminarunospasosysentarmeante lamesadondemeesperandocecuadernosnuevos.Nadieme va a interrumpir. Puedo, si quiero, escribir todo el día, dos, tres díasseguidos.Cuandomecanseiréalaplayaytendidoenlaarenapasarétodala noche. O me iré a la cantina con mis amigos pescadores, quienes alvermellegarmepreguntaránpormilibrocongraninterés.

Tengoquedarme cuenta. Soyunhombre libre, unhombre sin reloj,sin calendario, sin medida. Puedo hacer lo que quiera. ¿Quién va aimpedírmelo? No será mi mujer, que ha quedado tan lejos y queprecisamente en estemomento—¿quéhora será?—estarápreparando lacomida de los muchachos. Una comida muy sencilla, ya no tiene queesforzarseenquedarbienconmigo.Habráhechoarrozyhuevos…,no,lehacendañoaLorenzo.Bueno,quehagaloquequiera;novoyapensarenesastonterías.Mimujeresfuerte,decidida,siempreharesueltotodoslosproblemas. Ya encontrará algún medio que le permita sostener la casa.Además,Josépuedeayudarle;muchosmuchachosestudianytrabajanenlashoras libres.Ciertoque elmíonoesmuy responsable y, si empieza aganardinerodesdetanjoven,seguramenteperderáinterésporsucarrera.Tendríayoqueevitarestoenalgunaforma,porquenoquieroserculpablede que José no se prepare convenientemente para luchar en la vida. Talvezpodríayoescribiralgunosartículosocuentoscortosparaperiódicosdeprovincia,quenosonmuyexigentes.Odarclasedearitméticaalosniñosdel puerto; o alguna otra cosa que me proporcionara cierta cantidadmensualmente. Por conducto de PepeVarela y recomendándole que nodijera de qué sitio le enviaba el dinero, lo haría llegar a mi mujer paraayudarla. Claro que no podría ser gran cosa. ¿Y si ella, a pesar de susesfuerzos, no pudiera conseguir algo? Es una buena ama de casa, pero

nadamás.Tendríaqueemplearsecomoadministradoradealgúnhotelodeunsanatorio.Peroentoncesestaríaausentedurantelamayorpartedeldía. ¿Y si Lorenzo se enfermara? Por lo general llega de la escuelanervioso, no se adapta fácilmente a la compañía de los niños; le cuestatrabajo poner atención en las clases y eso lo agota y lo excita. Seencontraría solo, se volvería más taciturno. He notado —o será que loquiero tanto y nos entendemos tan bien—que cuando llego a la casa seruboriza.Nodicenada;esperaaquesaludeasumadre,aquemequiteelsaco,mepongalaspantuflas,melavelasmanos.Élcontinúaenloqueestáhaciendo o me sigue a distancia. Cuando lo considera oportuno se meacerca;sabequevoyaacariciarlelabarbaoalevantarlohastalaalturademicabezaparabesarloypreguntarlesiemprelomismo:

—¿Yahicistetutarea?Yyoséqueélmevaacontestarlodesiempre:—“Nomás”mefaltanlassumas.Olasrestas,olasmultiplicaciones.Comoestáenteradodequetrabajo

ennúmeros,hadecididoquelatareadearitméticadebohacerlayo.Ydeseguro para provocar mi cercanía y sentir que le dedico a élexclusivamenteunapartedemitiempo,fingecongranastuciaunatorpezaimpresionante.Yofinjocreérselayleregaño:“cabezadepalo”,“pedazodeburro”, “niño de alcornoque”, “piedra con sombrero”. Y él semuere derisa.

Nopuedoseguir.Noquieropensarahoraenestascosas.Alcontrario,necesito olvidarlas. Si algún día pudiera irme y vivir solo y libre, tendríaqueescribirsintregua,hastadespedazarme,hastasentirquemeestallabala cabeza. Únicamente así podría ahuyentar los recuerdos y soportar lasoledad.Megusta imaginarque soy librepero, almismo tiempo, sólodeimaginarlo,algoserompedentrodemí.Estoytanatado,tanfuertementeunidoamimujeryamishijos,queyanosientomispropios linderos.Esverdadquecadauno tiene suvidapropiay sudestinoy su soledad;quealgúndía ellos se irán y con sumujer y sus hijos formarán ese apretadonudo que yo siento ahora. Pero es que ese nudo únicamente puede ser

desatado por lo natural, por lo inexorable, como son el instinto y lamuerte.

Escriboesto,tanrotundo,ypiensoquesiunartista lo leyeramediríaqueelarteestannaturaleinexorablecomolamuerteyel instinto.¿Quépodríacontestarle?Siyo,quenosoyunartistaverdadero,quesólosientoesta imperiosanecesidadde escribir, estoy imaginandodesdehace variashoras la forma en que podría abandonar a mi familia y hundirme parasiempre en mis cuadernos, ¿cómo podría refutar el argumento de unhombreparaquienelarteeslavidaylamuerte?No,nopodríahacerlo.Siacaso le diría que el arte, la vida y lamuerte son el hombremismoy surelación con los demás, y que el artista es aquel que nace con todos lossignosdelhombreyunomásquelodistinguey loobliga.Algunosdaránpreponderancia extrema a ese solo signo, mutilarán los restantes,dolorosamente,yelegiránlasoledadparaentregarseaélporentero;otrosle encontrarán sitio y expresión en el centro de su vida; otros más nopodránsalvarloyloveránahogarseenlascircunstanciasdeunaexistenciaardua y oscura; otros, incluso, lo sentirán dentro sólo como una extrañaangustiaynosabránreconocerlo.

Demí,¿quépodríadecir?Nada,nosé,noséloquemepasa.Peroeneste instante, después de haber imaginado una libertad que tal vez mepermitiría escribir, que es una forma de expresarme, pero que meimpediríavivirmirealidaddiariayentrañable,queesotraesencialformadeexpresión,séqueantesqueescritor,suponiendoquellegaraaserlo,soylo que he sido y seré siempre: un hombre que necesita escribir y vivirencerradoensucárcelnaturaleintransferible.

Necesito dejar de fumar tanto o procurar dormir un poco más. Estoyperdiendolamemoria,medistraigo,mitrabajocadadíamecuestamayoresfuerzo.Elsolohechodeabandonarunaodossemanasmicuadernomehaceolvidarloqueheescrito.Todomeresultadeshilvanadoyanárquico.

Digo esto porque hace algunas noches, releyendo unas páginas, meavergoncéanteaquéllasenqueprometoformalmentenoescribirduranteseismeses.Después,comosinuncamehubieracomprometido,empecéahablardemishijosyluegoarelatarhechospasados,tanlejanosya,quenojustifican la violación de mi formal promesa. Y es que, en realidad, laolvidé. Ésta es la verdad. Lo que no sé es si deliberadamente hicereferencia a aquella relación de José conMargarita, para que el acto deescribir pareciera un interés por mi hijo y no una necesidad de seguirescribiendo.Luego, yaotravez en ladeleitosapendiente, conté esa largahistoriadeLupeRoblesque,porcierto,alreleerla,mehahechodaño.

No sé, pero mientras la escribía, y aunque en alguna parte diga locontrario, me sentí desligado totalmente de la situación. Me limité anarrarla, como si el personaje no fuera yomismo. Fue al leerla cuandosentí que todo eso me había ocurrido a mí, que era yo el que habíapermanecido a su lado durante dos años y el que había sufridohondamente su ausencia. Sobre todo, sentí que esa mujer existía aún yque,enrealidad,nolahabíayoolvidadoporcompleto.

Sólo así puedo explicar el vehemente deseo de verla que de prontosurgióenmí.Pensé, incluso,en irabuscarla,peroantes,yestomesalvódehacerlo,juguéunpococonlaideaeimaginélaescena.

Sólo han pasado tres años desde que la dejé. Claro que a muchas

gentes, en ese lapso, les suceden muchas cosas; pero como a mí, encincuentay seisañosmehanocurrido tanpocas,esnaturalquesupongaqueentresanadiepuedecambiarleradicalmentelavida.

Pensé,pues,queellallevaríaladesiempreyqueseríafácil llegarasucasa, tocar el timbre dos veces, como era mi costumbre, y escuchar eltaconeode esos incómodos zapatos altos queusaba a todashoras. Penséquemientras looíayhastaque lapuertaseabriera,elcorazónme latiríaapresuradamenteyqueenelmomentoenquenosenfrentáramosellaibaanotarmiintensapalidez.

Hastaallímefuefácil imaginar,perodespués,curiosamente,nopudeseguir el juego. Yo sé muy bien lo que me diría mi mujer si volvieradespuésdetresañosdeausenciaycualquieraquehubierasidoelmotivodeésta:

—¡GraciasaDios!Entraríayoamicasaylodemásllegaríaconnaturalidad,porsímismo.Encambio,nopuedosaber, imaginarsiquiera, loqueLupediríasiyo

regresaradespuésde tanto tiempo. Igualesprobabilidades existendequesaltara a mi cuello dando exageradas muestras de alegría, o de que melanzara un insolente “¡qué demonios vienes a hacer aquí!” Todo esposible. Y es que la acogida no sería el resultado de su verdaderosentimiento ni el de la emoción de ese instante preciso, sino el de suscircunstancias.Sihabíaotrohombre,merecibiríaaltaneraysegura; sinolohabía,jubilosayexpresiva.

Estafaltadeorientación,esta imposibilidaddedeslindaryescoger loselementos que funcionarían en la escena del regreso; este no poderinclinarme ni al franco dramatismo, ni a la ahogada emoción, ni a laabiertafrivolidad,meimpidieronjugarconlaideay,portanto,aferrarmea ella. Sediluyó enotrasmeditaciones ynome atormentómás.Eso estáliquidado.

Mividasedeslizatranquila.Yolaagitoaveces,¿artificialmente?,conesta lucha entre el escribir y el no escribir. En ocasiones pienso que elhacerlo proviene de que es el único medio del que dispongo para no

olvidarmedemímismoporcompleto;quetalvezmiempeñoenconsignarlossucesosmásimportantesdemividatengaporobjetoreconciliarmeunpococonellaydescubrirquenohasidotanmediocre.

Porqueesverdadquenohetriunfadoennada,quenohesidonuncaunhombreimportantenihegozadodeprosperidad;quenohecometidoningúnactoheroiconihesidocitado jamásenningúnperiódico,niparabienniparamal;quenadiesefijaríaenmíparadesempeñarunpuestodemásaltaresponsabilidadniparaunarepresentaciónpolítica;quetampocoanadie se le ocurriríaproponer tomara yoparte enun actodelictuosoopor lomenosque loencubriera.Enfin,minombrenopodría subrayarsenunca. Está destinado a figurar solamente, con tranquilizadoraperiodicidad,enunanóminadeempleados.

Esoesloquesellama,sinatenuantes,serunmediocre.Ybien, loacepto.Loquequierodeciresqueaveces,muydentrode

mí,ynosésiparaconsolarme,sientoqueelmediocrepuedesertambiénuntriunfador,siportriunfoentendemosnosólolabrillanteapariencia,lafama o la prosperidad, sino la paz íntima y la falta de avidez por loselementos estridentes quedanun suntuoso contorno a la existencia.Merefieroalhombremedio,quesesabemedioyqueaceptaconhumildadsudimensión. Yo he conocido a algunos y me parece que viven con grandignidadytersura.

Pero esta deducción no puede servirme. Yo no acepto mi medidahumildemente. Dentro de mí siempre estoy despreciándola osustituyéndola por otra que acuse rasgos sobresalientes. Me ocurre conmucha frecuencia, casi podría decir que con una reiteración alarmante.Más claro, más sincero: me gusta jugar al héroe. Y para hacerlo utilizocircunstanciasmuy variadas. El resultado es elmismo que,más limpia ydirectamente,obtieneLorencitocuandosecolocatresplumasenlacabezaydeclaraconénfasis,segurodesutransformación:

—¡Soyunpielroja!Igual. Pero yo, pobre adulto, tengo que recorrer otros caminos para

llegaramispersonajes.Porejemplo:yahedichoquesoymuypropensoa

la gripe; me ataca agudamente y me produce fiebre durante dos o tresdías.Puesbien,cuandolaestoypadeciendoymeduelelacabezaytengolosojosirritados,escuandosemeocurredecirleamimujer,yatarde,enlanoche:

—Voyamidespacho.Quieroescribirunrato.Deantemanosésurespuesta:—Lo que necesitas es dormir y no meterte a ese cuarto helado, a

perdereltiempo.Aloírla, automáticamente seproduce la situaciónquedeseo:discuto,

ellatratadehacermeentrarenrazón,meobstino,logromipropósito,memetoal cuarto, cierrocon llaveyprincipiadentrodemíel juego: soyunartista incomprendido que, venciendo todos los obstáculos, llega a sucuadernoconánimoheroico.

Como es lógico, no puedo empezar a escribir inmediatamente.Entoncesme concentro e imagino condicionesmiserables, circunstanciasdramáticas,melodramáticasmás bien: que si estoy gravemente enfermo;que si habito en una fría buhardilla en un viejo barrio de París; que sitengo que luchar enconadamente contra la hostilidad y la pobreza paraescribirunlibroquealgúndíaseráfamoso…

Todopara conservar el ánimoheroicoque,por instantes ydentrodemiambientereal,mevaabandonando.

Pasa un rato. Trato de empezar. No puedo, ésa es la verdad. Teníarazónmi mujer.Me estoy helando en este maldito cuarto, me duele lacabeza horriblemente, me arden los ojos, y lo único que anhelo esmetermea lacamaqueyasucuerpohabráentibiado.Sólomedetieneelpensamientodequeaúnestarádespiertaymerecibirá,aunquealmismotiempo me abrace materialmente para darme calor, con su despiadadorazonamiento:

—Ya sabía que no ibas a poder quedarte allí. Pero siempre has dehacertucapricho…

Todavíatratodedefendermeunpoco:—¡Túnoentiendes!…

—¡Lo que entiendo es que estás enfermo y que mañana vas aamanecerpeor!Tápatebienyprocuradormirte.

Y así, bajo dos cobijas raídas y decoloradas y bajo una frase cortanteperoamorosa,desapareceelbellojuegodelartistaincomprendidoque,enrealidad,loquenecesitaesdormir.

No sé, es una especie de manía. O tal vez es una necesidad detransformarlascosasyamímismo.Séqueesridículohablardeesto,peroa veces, cuando me estoy bañando, el grueso chorro de agua que megolpealacaramehacepensarentempestades,enmaresembravecidos.Miimaginación se desorbita al grado de que se me olvida que soy unempleado que tiene que llegar a hora fija y dispone de unos cuantosminutosparadarseunregaderazo,ymesustituyoporunintrépidocapitánque, timoneando con gran pericia y arrojo su barco, logra salvarlo de lafuriosa embestida de las olas. Soñando en estas absurdas hazañas,permanezcoenelbañomástiempodelqueacostumbro.

De pronto el juego queda roto por la voz de mi mujer, que meapremia:

—¿Piensasestarteahítodoeldía?Vasallegartarde.Prefiero no hablar de la vergüenza que siento cuando esto ocurre y

regresobruscamentealarealidaddenuestratinadeteriorada,deloxidadotubo de la regadera, demi toalla que todavía conserva restos de aquellagran inicialque lebordómimujer, y, sobre todo,demi cuerpoendeble,incapazdeningunaproeza.

Enlaoficinalogrodominarestastonterías.Ciertoqueelambientenoesmuypropicio y que, además, cualquier sumamal hecha e inadvertidapuedecostarmedineroolargashorasdetrabajoadicional.Peroenlacasaoenlacallecualquierincidentemesirvedehuidaduranteunbuenrato.Si me duele una pierna y me recuesto para inmovilizarla y atenuar lamolestia,cierrolosojosypiensoquelatengoatravesadaporlasbalasquerecibí en campaña, en una acción que salvó la vida a varios camaradas.Ahora estoy sufriendo enunhospital,mi familia ignorami paradero, talvezmuera,peroalgúndíaseconocerámihazañaycomentarán:

—¡Quiénlohubieracreído.Parecíaincapazdeunactoasí!Una tarde, hace dos o tres semanas, estaba yo tendido en el sofá,

imaginandocosas,jugandoalhéroe.Mimujermepreguntódeimproviso:—¿Enquépiensas?—Ennada.—Noescierto.Teníasunacara…¡Dímelo!Hice mal en confiarme: en ese momento, exponiendo la vida, yo

acababadesalvardelasllamasadosniños.Mimujerserió:—¿Ynopensasteenlostuyos,quepudieronquedarsehuérfanos?Lecontétodo:Noexistían.Yoacababadefugarmedelacárcel.Hacía

dosañosqueestabaencerradoenunamazmorraporcuestionespolíticas.Eraeljefedeungruporebeldequesehabíaenfrentadoaltirano.

—PeroJosé,¿notedavergüenza…atuedad?—Sí.—EstáspeorqueLorenzo…—Sí.Lepregunté,pordeciralgo,siellanuncasoñaba.—Aveces.Perosiempreconcosasquepuedanconvertirseenrealidad.¡Ahorasímeinteresabasurespuesta!—¿Ycreesquenuncapodríayosalvardelasllamasadosniños,oser

perseguidoporidealespolíticos?—No,hijo.Yatutiempopasó.Deduje que ella, si no hubiera pasado mi tiempo, me consideraría

capazderealizarproezasdeesetipo.Osea,queenalgunaépocafuicapaz,que pude haberlo hecho.No lo hice porque no hubo ocasión, porque eltiempo fue pasando, pero no porque estuviera yo incapacitadoesencialmente.Lamejorpruebadeello—dedujetambién—esquedentrodemíhaquedadovivoesepersonajeheroico,yquemi imaginaciónestásiemprealserviciodesusvariadasymúltipleshazañas.

No puedo hacer nada para que éstas se conviertan en realidad, poreso,porqueel tiempoyapasó.Antes,cuandoaúnnopasaba,yonosabía

que pasa tan rápidamente que ni siquiera lo sentimos, ni que después,cuandoempezamosanotarsupaso,esquehapasadoya.

Esmuydifícil,realmente.Quedaunoatrapadoporlosacontecimientosdel corazón, del instinto, de la esperanza; luego por los deberes, por lacasa, por los hijos. No sabe uno, no siente cuál es el día exacto en quedebeponerunamarcaohaceruntajohondoycambiarelrumbo,peseatodoslosvientos.

¿Cómo iba yo a saber que la acumulación de esos “mañana” que nisiquieradistinguía,yquesinnotarloyaeran“hoy”y“ayer”,haríanpasarnosóloeltiempo,sinomitiempo,elúnicomío?

¿Quién va a vigilar el tiempo y a medirlo entre esa serie de sucesoscotidianos,detiernosproyectos,dedeberesinaplazables,defechastristes,de otras ansiosamente esperadas, de otras perdidas en otras y en otrasmás,igualessiempre,queformanlavidadelhombrecomún?

¿Cómo iba yo a pensar en la trascendencia y el peligro del paso deltiempo,cuandoundíadefebreroexclamabaabrazandoamimujer:“¡Enoctubre, antes de que nazca el niño, nos cambiamos a una casa másgrande,quetengasol!”?

¡Nueve meses, nueve meses de mi propia vida, que para mí nosignificabanmásquelaesperademihijoylaoportunidaddeinstalarloenuna casa amplia y asoleada! Si entonces pensaba en el tiempo, así, comoconcepto aislado e inexorable, era sólo para desear que pasararápidamente.

Ydespuésigual:quepasararápidamenteparaqueelniñocreciera;quepasaracuantoantesparaacumularmásañosdeservicioytenerderechoamejor sueldo; que pasara de prisa cuandomimujer sufrió tanto con susegundo embarazo; quepasen losmesesparaque acabemosdepagar lasdeudaspendientes;quepase,quepaseeltiempoparaqueLorenzosalgaalfindetantasenfermedadesdeinfancia.

Y así, deseando que pase el tiempo para que pasen también losproblemas diarios que nos agobian, nos encontramos un día con que hapasadonuestrotiempo.

Yquealmargenhanquedado, intactos, sin edad,nuestrabuhardillaenParís,nuestrolibrofamoso,nuestrobarcoenplenatempestad,nuestraproezaenelcampodebatalla…,nuestronombre.

Somos unos mediocres. No pudimos evitarlo o no tuvimos con quéevitarlo. No fuimos dotados con los elementos o los talentos que nopueden frustrarse. Los nuestros, mínimos, comunes, se hundieron en eltiempoynoseránnotadosnicomentadosjamás.

Algunos, como yo, tal vez se den cuenta de ello y lo lamentensecretamente en las páginas de un cuaderno.Otros tal vez no tengan nitiempo de notar que su tiempo pasó ya. Pero estoy seguro de que, igualqueyo,sinpoderloevitar,milesdeelloscierranlosojos,seolvidandesufamilia,desutrabajo,desusenfermedades,desuedad,yrealizanconlaimaginación esas magníficas proezas de que aún se creen capaces.Cualquiercosa,elllantodeunniño,elsonidodeunreloj,elruidodeunplatoalcaer,elgolpedeunapuerta,unavozconocida,cualquiercosalosreintegrará a su realidad espesa y gris. Pero hallarán siempre nuevosmomentos para evadirse, para jugar al héroe, y prender en su propiopecho, en una secretísima ceremonia a la que sólo asisten ellosmismos,acompañadosde esosotrosquehubieranquerido ser, lamedallaque lespermitesubrayarsunombreyabandonarlafila.

Esa larga, interminable fila uniformada, de la que sólo podemos salirpara entrar a otra, más anónima, más abstracta aún: la tambiéninterminable de losmuertos que únicamente seremos recordados, algúntiempo, por cuatro o cinco parientes que vivirán unos cuantos añosmásque nosotros. Después nadie. Nada. Ni un pensamiento casual, ni unahuellaenningunamemoria.¡Nada!

Pero,¿esquepuedevivirse,esquepuedemorirseasí?Ycomoúnicodesahogoestecuadernosubterráneo,vergonzante,que

algunavezpenséquepodríatransformarseenunlibroyenelqueescriboalgunas noches, cuando no estoy rendido por esas tareas y esaspreocupacionesenlasquesemefuemitiempo,parasiempre.

Yadebesermuytarde,porquemimujerhaencendidolaluz.Essuformadeavisarmeque sedespertóyquedebo irmeadormir.No tengosueño.Quiero seguir escribiendo. Mejor dicho, empezar a escribir, porque estanocheeltiemposemehaidoenfantasías,endivagaciones,enrecuerdos.No es así, lo sé perfectamente. Si encontrara una primera frase, fuerte,precisa, impresionante, tal vez la segundame seríamás fácil y la terceravendría por símisma. El verdadero problema está en el arranque, en elpuntodepartida.

Esa luz, ¡qué fastidio! En fin, voy a acostarme y a seguir pensando.Tengoqueencontraresaprimerafrase.Tengoqueencontrarla.

Losañosfalsos(1982)

AAlaídeFoppa,ausente,perosiemprepresenteenmí.

Estevivirnoesvivir,estansólounexistirsinloqueelvivirreclama:elhoy,elaquí,elmañana.Vivoadistanciadeti,detuvoz,detupresencia,yporestacruelausenciavivoadistanciademí.Vivirasí,deestasuerte,nosésiesvidaoesmuerte.

Todoshemosvenidoaverme.Latareadealiñoserálargaporqueesfechaespecial: aniversario. El tercero, el cuarto, ya no sé. Tenía quince años yacabodecumplirdiecinueve.Elcuartoaniversario.

Comosiempre,yonohagoabsolutamentenada.Mecruzodebrazos.Estoydevisitaconmicorbatanegra.Vengoaverme,mereciboensilencioy me agradezco las flores que traje: hortensias, mis predilectas. Esashortensias tumultuosas, apretadas, jóvenes, cuyo color está casi pordespuntar,peroqueaúnnosesabesiseránazulesolilasorosadas.

Ellas —mi madre y mis dos hermanas, gemelas, de trece años ydesesperantementeiguales—sonlasquehacenlohabitualenestoscasos:remuevenlatierra;cortanlashojassecas;cambianelaguadelosfloreros;lavanlapequeñalápidaylacruz;podanlabugambiliaquetrasplantaronyquesediotanbien,ypintannuevamentelarejitadealambrónquebordeala tumba. Yo las observo.Ahí están las tres, fatigadas, sudorosas, sucias;como en la casa, los sábados que “escombran”. Cuando terminen sebajarán las mangas y se sacudirán la tierra que ha puesto grises susvestidosnegros.Luegomoveránlos labiosensilencio,comosirezaran.Otalvez,enefecto,recen.Esoyanomeincumbe.Rezanporél.Lodemássí,sobre todoporquenuncaquedoconforme.Unatumbanoesunacocina,peroellaslaarreglanylafrotanylapintancomosilofuera.Treseficacesyactivasamasdecasaarrancándome lashojas secas,quesonprecisamentelasquemegustan,ypodándome labugambiliaparaquenotapenuestronombreynotrepeporlacruzylaoculte.

No digo que la cruz no sea bonita. Yomismo la diseñé, muy ligeraparaquenolepesarademasiado.Peroahoraprefieroquelabugambiliala

abrace y esconda, porque desde allí me gustan más las flores que laspiedras.Comonotieneobjetoquelodiga,dejoquehaganloquequieran.Alomejoraél legustaqueseluzcasucruzyquenosetapesunombre.No lo dudo. Mejor dicho, tengo la seguridad de que le agrada porquerecuerdo aquellas tarjetas de visita, de las que mandaba hacer varioscientos, y en las que aparecían sunombre, su aparente puesto oficial, sudomicilio y sus teléfonos, todo con letras y números grandes, decomplicado trazo. Las daba a cualquiera con cualquier motivo. Por eso,claro,ahoranodebegustarleque labugambilia tape sunombrerealzadoenlalápidademármol.

Si él hubiera podido escogerla habría sido más grande, con algunaalegoríayunaextensa leyendaquehablaradeleternodesconsuelode suesposa y sus hijos, y de la pérdida irreparable que su muerte constituíaparaellos.Tambiénmimamálahubierapreferidoconjuramentosyfrasesdedolor.Peroamímepareciómásserioponerúnicamentesunombreylasfechasdesunacimientoydesumuerte.

Ahorame alegro de haberlo hecho, porque así quedó bien. Nuestronombre,eldelosdos,LuisAlfonsoFernández,sinmás.Aunquelasfechasnomecorrespondanamíyelnombrecasinolepertenezcaaélporquelefuedisminuidoydenigradodesdequenació:elniño“Ponchito”,eljoven“Poncho” y después, para todos y para siempre, “Poncho Fernández”.NadieledecíaLuisAlfonso,niLuis,niAlfonso,niFernández,asecas.Enrealidad agregaron el apellido al diminutivo convencional del nombre yconlosdosformaronunapodopermanente,cariñososinduda,peroqueamímeparecíadespectivo.NofuinuncaelhijodedonLuisAlfonsoodelseñor Fernández. Lo fui de “Poncho Fernández” siempre, desde aqueltiempoenqueserloeraunaespeciedeéxtasis,detrémulaysecretadicha,hastaestetiempoclausurado,quenomeperteneceyquenotranscurre.

Yahí siguenmimamáymishermanas, lavando las letrasdenuestronombre y cortándome las amarillas, las rumorosas hojas secas que sonprecisamentelasquemásmegustan.

Hace unos días vine a vernos, solo. Había llovido. La bugambilia,aglomeradayespesa,estabahúmedatodavíaydestacabainsolentejuntoalos alcatraces yamuertos pero erguidos aún en los cuatro floreros de lasesquinas. Yo no traje esos alcatraces. Debe haber sido mi mamá, quientambién viene con frecuencia, sola, para poder decirnos después,suspirandoprofundamente:

—Hoyfuialpanteónyestuvehablandodeustedesconsupadre.Siempredicelomismoysiempreocurrelomismo:mishermanasbajan

lacabezayyosonrío.Entoncesellamepregunta:—¿Porquéteríes?Sindejardesonreírlamirofijamenteynolecontesto.Una de mis hermanas, cualquiera de las dos, indistintamente, me

reprocha:—Siquieracontesta,LuisAlfonso,noseasgrosero.Ydeinmediatomimadrelareconviene:—Nolehablesasíatuhermano.Y guardamos silencio. Ninguna de las tres puede “hablarme así”

porque ahora yo soy el hombre que sostiene la casa. Eso soy nadamás.Peroesohaacabadocontodo.

La mejor prueba es que aquí estoy, ahora, con los brazos cruzados,mientras ellas pintanmi reja de alambrón. La van a dejar horriblementeverde.Ojalálluevaantesdequelapinturaseseque.

Cuandovengosolonoesparahablarconélsinopara…noséqué.Me siento en la tumba de nuestra vecina, una pobre solterona

(EsperanzaLarios)aquiennadierecuerda.Algunasveceslepongoflores.Si hubieran dejado un pedazo de tierra en torno almonumento, podríasembrarleuncoditodemibugambilia.Perodebehaber sidoúnicamentela tía rica que heredó a sus sobrinos y éstos se lo agradecieron con unpesadoycostosomausoleosobreelquenuncahanpuestounaflor.Yolequito la tierra con mi pañuelo y me siento a contemplar desde allí minombreenlalápida.

Casi nunca le hablo ni le reprocho nada. ¿Para qué? Permanezco ensilencio,cerca,mirándoloúnicamente.

Sólounavezpasóalgoytuvequereírme.Fueporlalagartija.Saliódela bugambilia y corría por todas partes: por la reja, por la lápida, por lacruz; semetía a los floreros, salía, y luego recorrió en toda su extensión,unayotravez,latierraquelocubreyqueestásembradadeunpastofino.Yoibacalculando:ahoraestásobresucabeza,ahoraen lospies,ahora latiene en el pecho. Y empecé a sentir una leve vibración, primero, ydespuéscosquillasfrancas,intolerables,quemehicieronreíracarcajadas.

Cómoreíamosantes,cuandosolamenteéramostúyyo,rodeadosdetodoslosdemás.Nadieentraba.Yyo,desdeadentrosiempre,nopodíapercibirquesianadiepermitíaslaentradaeraparaqueyopermanecieramientrastútesalías.

—Voyallegartarde,hijo,perosipiensasenmítodoeltiempo,talvezregresemástemprano.

Regresabas a la hora que querías, naturalmente, y me encontrabasdormido.Un niño se cansa pronto de un solo pensamiento y yo nomepermitíaningúnotro.Aldíasiguiente,cuandomimamáse levantaba,yoiba a tu cuarto muriéndome de vergüenza por no haberte esperadodespierto.Peroentonceserastúelquedormías, fatigadode loqueahorayoloestoy.Meacostabaatuladoycontemplabainterminablemente,conuna especie de arrobo, tu pelodesordenado, tus cejas pobladas, la barbacrecida,laspestañas,labocaentreabierta,elpechoquesubíaybajabaconelritmodetusueño.Después,conmuchacautelaparanodespertarte,meibaacercandoati.

¡Jamáshevueltoasentir igual tibieza!Erauncalorquetepertenecía,quenomeimponías,quemetocabasininvadirme.Noeraelcalorespesoy cerrado de los abrazos de mi madre, que me asfixiaba, y que ellaagravabaconfrasesmimosasytontas,exactasalasquedespuéslesdecíaalas gemelas. Tú me hablabas. Mi mamá hablaba solamente. Yo noentendía que pudieras dormir con ella, en la misma cama. Cuando tepreguntaba por qué lo hacías,me contestabas que lasmujeres eranmuymiedosas y que las asustaba la oscuridad. No supiste nunca que en lasnoches, cuando no estabas en casa, yo seguía a mi madre como una

sombra, esperaba a que estuviera sola en alguno de los cuartos, entrabasigilosamente,apagaba la luzymeescabullíasinelmenorruido.Dejédehacerlo cuando me convencí de que se aguantaba el miedo y, por elcontrario,pensandoqueyolotendría,megritabaquenomeasustara,quelaluzvolveríaenunmomento,quemiángeldelaguardaestabaconmigo,ynosécuántascosasmás.Yosabía,porquetúmelohabíasdicho,quelamiedosaeraella,yquesihablabatantoeraparadarsevalorconsupropiavoz, no para tranquilizarme. Como también me dijiste muchas veces:“Déjala que hable, hijo, a las mujeres les gusta hacer ruido”, la dejabahablar,cerrabalosojos,muyapretados,ypensabaenti.

Igualqueenestemomento:hacemediahoraqueestádiciendoquesele olvidó traer ese polvo que es tan bueno para tallar elmármol; que lodejó sobre la mesa de la cocina; que ella tiene que acordarse de todoporque con “esas hijas” no puede contar; que ya están en edad deayudarla;quenuncavaapoderdescansar…

Mis hermanas no protestan ni se defienden. Simplemente la dejanhablar,peronocreoquelohagan,comoyolohacía,parapensarenti.

Ellasterecuerdanmuyvagamente,noporquefuerandemasiadopequeñascuando sucedió todo —tenían nueve años—, sino porque tú nunca lastomasteencuenta.¡Ycómodisfrutabayoesedesdén!Cuandonacieronloúnico que te entusiasmó fue que eran dos. Hablabas de eso con tusamigos, ameritando tu virilidad y justificando que en los seis añosanterioresnohubieras tenidohijos.Yo estabahorrorizado con la llegadade esas dos niñas tan flacas, tan feas y tan iguales, pero como todosopinabanqueeranpreciosas,queparecíandosmuñecas,empecéa temerqueme suplantaran. Entonces, para evitar que tú las quisieras yo fingíaquererlas.Sólocuandoestabaspresente,yconverdaderarepugnancia, lasbesabaylesdecíalasmismaspalabrastiernasquemimadrelesdedicaba.Ahora comprendo que obedecía a un instinto oscuro, turbio, femenino,paraprovocartuscelos.Ylolograba.

—¡Dejaenpazaesosmonigotes!—Nolesdigasasí,papá,pobrecitas.—Estásigualquetumadre.VámonosadarunavueltaElcorazónmelatíaapresurado.Enesemomentomehubieralanzadoa

tusbrazosytehubieraconfesadoquedetestabaa lasniñas.Sinembargo,haciendounesfuerzo,meatrevíaaseguireljuego:

—¿Lasllevamos?Túcargasaunayyoalaotra.Teenfurecías,queeraprecisamente loqueyodeseabacon todasmis

fuerzas.—¡Quésomosviejas,osusnanas,oqué!¡Ándale,vámonos!Antes de salir, disimulandomi felicidad, lanzaba a las pobres niñitas

una mirada de gratitud. Eran mi instrumento para lograr tu atención

exclusivaytucompañía.Todos losdías lepedíaaDiosque regresaras tempranoyesperaba tu

llegadaconunaexcitaciónextraña.Megustabaverlatransformaciónquese operaba en la casa desde el justomomento en que tú entrabas. Todoempezaba a funcionar; todo sonaba; todo se movía: en un sentido sillegabas contento, en otro, si enojado. Parecía que personas y objetosestuviéramos silenciosos, contenidos, inmóviles, esperando queaparecieras, porque tú traías la fórmula para que todos cobráramos vida.Mimamáempezabaamoversedeunladoaotroparaservirte;lasgemelas,según tu estado de ánimo, eran llevadas a sus cunas o volaban por losaires,lanzadasportusbrazosvelludos,entrecarcajadas,enunosestúpidosjuegosdeacrobaciaquepudieronmatarlas,perocontralosquemimadrenuncaprotestónoobstanteelevidenteterrorquelecausaban.Yotambiénsentía miedo, pero no de lo que pudiera pasarle a las niñas, sino delremordimiento que sentirías o del cuidadoque tendrías queprestarles siportuculpaselastimaran.

Amedidaquecrecíannos íbamosdesinteresandomásymásdeellas.Hastaque laspobres admitieron inconscientementeque la familia estabadividida:deun lado,elprepotenteyruidosomundode loshombres;delotro, el sumiso ymínimo de lasmujeres. En el nuestro, nimimadre niellasteníannadaquehacer.

Después,cuandolasnecesitétanto,cuandolocomprendítodoyquisecompensarlasdeesainfanciadesleídayarrinconadaaquelassometimos,yanofueposible.

Por eso ven connaturalidad que yo permanezca aquí, con los brazoscruzados, mientras ellas limpian nuestra lápida y podan nuestrabugambiliaparaquenooculte lacruzquetediseñé,muy ligeraparaquenotepesarademasiado.

Talveznodebiósertanligera.Debessentirtemal.Escurioso,peronosemehabíaocurridohastahoy.Túme lohicistenotarenestemomentoporquelopensécontuspalabras:

¡Esacruzdeseñoritaquemepusisteencima!

¿Peroesquenoentiendestodavía?¿Telapuseati?¿Lacargastú?Yopodríahablartedeloqueesestaralláabajo,contigo,entuaparente

muerte,ydeloqueesestaraquíarriba,contigo,enmiaparentevida.Undía cualquiera, por algoque sucedeopor alguienque loordena,

unodejade ser loqueera.Dejade respiraro sigue respirando.Es igual.Otrosmiden el cuerpo, lo colocan en una caja negra con forros de rasoblanco, lo meten en una fosa honda y lo cubren de tierra. O miden elcuerpo, lovistenconuntrajedeluto, lollevanaunsitioextrañoyahí lodejan, a la intemperie. Allá abajo el cuerpo espera quieto y a su tiempoempieza a vivir su transformación. Acá se queda quieto también,sorprendido,atemorizado,invadido,peronosetransformaniseaniquila:permaneceigualyyanoesigual.

Noprotestesportu“cruzdeseñorita”niportulápidaconcisa.Hoyesnuestro aniversario, no me obligues a hablar. Cállate y deja que esasmujeresquemeheredastealiñennuestratumba,eficientemente.

Mi traje de luto fue aquel negro que usabas para las fiestas de “altacategoría”,comotúdecías.Mequedómuybien,yavesqueéramosde lamismaestatura;sólotuvieronquemeterleunpocoenlaespalda.Tambiénesto quisiera explicártelo.No era ponerme tu ropa, era vestirme de ti.Acadamomentopasabalamanoporlateladelamanga,acercabalanarizalasolapa,buscandoeneltejidotuolorrezagado,metíalasmanosentodaslas bolsas, cuidadosamente, acomodándolas en elmismo sitio enque tusmanosestuvieron. ¿Teacuerdasque siempremedecíasquenocaminarajorobado? Tu traje negrome obligó a caminar erguido, arrogante, comotú.Ydesde elprimerdíaqueme lopuse empecé ausar cadenapara lasllaves y a jugar con ella, como tú lo hacías. Las gentes se ponían tannerviosascomomeponíayocuandoteveíadarvueltasa lacadenahaciaunladoyhaciaotromientrashablabas.Observabasumolestiaymedabapena; además, se me cansaba el brazo. Pero la pena y el cansancioquedabanolvidados cuando lasoíadecir: “Es exacto a supadre en todo,hasta en las manías”. O cuando mi mamá se me quedaba mirandofijamenteydeprontosetapabalosojosexclamando:“¡Diosmío,siparecequeloestoyviendo!”

Entonces iba de prisa a mi cuarto, cerraba con llave la puerta y mesentaba ante el espejo a escudriñarme, a analizar minuciosamente misrasgosyaimitartusexpresionesquerecordabatanbien:sonreía,reía,mepasaba lamano por la barba, contraía el entrecejo, entrecerraba los ojosconpicardía,adoptabaungestodepreocupación,mefrotabalanucacomosi estuviera cansado, soltaba una carcajada imprevista, simulaba quemeestabarasurandoytarareabaochiflaba lascancionesquea ti tegustaban

tanto.¿Por qué yo no te encontraba en mí? ¿Por qué aseguraba la gente,

inclusomimadre,queéramosexactos?Yosóloveíaenelespejounacaragrotesca, sin vida, haciendomuecas absurdas. ¿Será porque lo preparo yme vigilo?, decía. Entoncesme retirabadel espejo, pensaba enotra cosa,tomabaunlibroyleíaunascuantaspáginas,omequitabaloszapatosyloscepillabatenazmente.Depronto,cuandocalculabaqueyahabíaquedadorotalapremeditación,corríaalespejoparasorprenderme.

¡Perosóloveíalacaraansiosadeunjovenquetebuscaba,papá,quetebuscaba!

Me devolvieron la pistola, ¿sabes? Al principio me dieron otra, tambiénColt,pavonada,perodedistintocalibre.Reclamé, investigaronydespuésdemuchosdías ymuchas gestiones logréqueme entregaran la tuya.Mimamá no la quiso ver. El Chato Herrera, que se portó muy bien y meacompañóentodoslostrámites,mepidióqueselaregalaraporquequeríaguardarlacomorecuerdotuyo.Nisiquiera lecontesté.Desdeentonces lallevoconmigo,bajolacamisa,pegadaalapiel.Esunaformadenoolvidarlo que me hiciste; de volver a esa línea divisoria, a esa frontera dondecambiamoslostrajesyordenastequemeaprehendieran.Enesemomentoseinicióelproceso.Despuéslasrejas.Luegovinoelsilencio.

Nuncahepodidoreconstruirlaescenacompleta.Veoelcomedordelacasa,lamesa,losplatosylasbotellasdecerveza.Teveoatiyatusamigos,muycontentos.Oigolasrisasestrepitosas,excesivas.Después,fugazmente,te recuerdo con laColt pavonada en lamano,mostrando conorgullo tuadquisición.Luegoelestallido.Ynorecuerdomás.

Perosientotodavía,yprecisamenteenlosoídos,aquelinstanteenquedejaste de hablar.Mientras todavía hablabas ni yo ni nadie prestábamosatención a tus palabras. Vivías aún. Todos asentían, todos prometían,todostedecíanquenotuvierascuidado,quenopensaraseneso,queerauna herida leve, que ya no tardaba en llegar el doctor. Nadie se dabacuentadeloqueestabasrecomendandoentrecortadamente.Tuspalabrasnoteníanmássentidoqueeldeconfirmarnosquetodavíaestabasvivo.Yesobastaba:tuvoz,elsonidodetuvoz,nolasórdenesqueconelladabas.¿Quién iba a analizar o a rebatir tus palabras, que para todosrepresentabanúnicamente la esperanzadequeno cesaran? ¿Quién iba a

tenerenesemomento la frialdaddemeditaren lasconsecuenciasde tusrecomendaciones? Exigías a tus amigos que prometieran, que juraran, yellosprometíanyjurabanenformaatropellada,sincera,vehemente,enundesesperadodeseodetranquilizarteparaquepudierasmorirenpaz.

Hancumplido.Meayudaron.Puedentenerlaconcienciatranquila.Peroyomepreguntoaún:¿cómohicieronpararecordaryentender?Si

nadieoíaloquehablabasporquetodosestábamosviéndotemorir,¿cómodepronto recordaron con tanta exactitud tus demandas y sus promesas?¿Cómo se ordenó todo, súbitamente, con tu último aliento, y cada unosupo lo que le habías pedido que hiciera y lo que te había prometidohacer?

Noloentiendo.Talvezelestarmuriendoseaunrumorquepuedenooírse,peroelmoriresunsilencioquetienequeserescuchado.

Nohubo dificultades. Sólo se llevaron la pistola para confrontar huellas.Tus amigos son muy influyentes y lo arreglaron todo con dos o tresllamadastelefónicas:“ustedsiemprehasidocuate…”,“cuentoconusted,nosemeraje…”,“elDiputadotiene interés,escuestióndeunafirmitayyasabe,luegohablamos…”

Te velamos en la casa y no me separé de ti un solo instante. Ainstancias de mi madre y para que no me molestara más, accedía asentarmepormomentos,perocasideinmediatovolvíaacolocarmedepiejuntoalacajaparaverteporelcristal.

Nodejéquetepusieranlatelablancacomoseacostumbra:tapandoelpeloydejandoaldescubiertosólolacara.Yoqueríacontemplartecomolohacíadeniño,cuandomemetíaentucamaconmuchocuidadoparanodespertarte.Queríavercadaunode tuscabellos,yamásescasosporunaincipientecalvicie;queríavercadapuntodetubarbacerradaydura,delaquerenegabastodoslosdíasyqueteobligabaahaceraquellosgestosrarosalrasurarte;queríavercadaunode losporosde tucara,másabiertosenlasaletasde lanariz;queríaver las líneasquese tehabían ido formandoenlafrente,entornoalosojos,enlascomisurasdeloslabios;esaslíneasalas que jamás llamaste “arrugas” sino “marcas de la risa”.Quería ver tuscejas, tan espesas que tenías que peinártelas con saliva para que no sedesordenaran. Quería verte la boca, que te había quedado entreabierta,igual que cuando dormías, y de la que estaba seguro que en cualquiermomentoibaasurgiraquelresoplidounpocoanimalconquedespertabassiempre. Quería ver tus manos velludas, fuertes, de uñas estriadas ydisparejas, a pesar de quenome gustó la forma en quemimadre te las

acomodó:conlosdedosentrelazados,comolasdeloscuras.Túnuncalashabrías puesto de esa manera y sin duda te avergonzaba esa actitudbeatíficaquenadateníaquevercontumaníademover lacadenadeunladoaotro,niconlospuñetazosquedabasa losmueblescuandoestabasenojado,niconlosapretonesdemanosquedejabanlosdedospegadosyadoloridos.

Conste que yo traté de separártelas y ponértelas de otromodo, mástuyo,perolasvecinas,quenosécómonienquémomentoaparecieronenlacasa,empezaronalloraryagritarqueeraprofanarelcadáveryfaltarleel respeto a un muerto. Debí haberlo hecho, a pesar de todo, pero measustécuandomerodearonyunadeellas,con losojosdesorbitados,mepreguntóque“sinoteníayocompasióndemipobremadre”.

Lasmanossetequedaronasí,papá,comolasdeuncura,yyoevitabavértelas porque sabía que tú te sentías incómodo. En cambio mirabainterminablementetuspárpadoscaídos.Losobservabasinparpadearparanoperdereseinstanteenquetútendríasquehacerlo.Porquetendríasquehacerlo. Ya estábamos en el panteón, ante la fosa abierta; ya iban aempezarabajarlacajayyotodavíapedíquelaabrieranunaúltimavez,laúltima,esperandoverunlevísimo,imperceptiblemovimientodeunasolade tus pestañas. Y lo vi, y grité que habías parpadeado, que estabaabsolutamente seguro. Pero el doctor del Diputado, el Chato Herrera yPepeLarameretirarondetucaja.

Eneseinstante,comosilehubieranabiertolapuerta,entróeldolor.

En el velorio fue distinto. Todos me miraban con lástima y a cadamomentounaseñoradiferenteydesconocidamedabaunatacitade tila.Lasdosnoviasqueteníayoentonces(únicamenteparadartegustoyparaquepudierasdeciratusamigos:“¿loventanescuincle?,puesesuntipazo,tiene una suerte bárbara con las chamacas…”) se desvivían porconsolarme. Yo las traté con tanta indiferencia que ni siquiera pudierondarse cuenta de mi engaño. A los pocos días terminé con ellas. ¿Quéobjetoteníanya?

ElDiputadoestuvounrato,nomásdemediahora,hizounaguardiamuysolemne,mediotrespalmadasymedijo:

—Tu padre fue todo un hombre y tú tienes que ser como él. Ya losmuchachos me informaron cuál fue su último deseo. Ve a verme lasemanaentrante.

Yoasentíconunmovimientodecabeza.Mi mamá le dijo, sin duda para disculparme de que no lo atendí

debidamente,nileplatiqué,nileofrecícafé,nilofuiadejaralapuerta:—¡Paraélesungolpeterrible,señorDiputado,teníaadoraciónporsu

padre!Pero lo cierto esqueyono sufríaporqueno creía ennadade loque

estaba viendo. Sencillamente no podía ser verdad. Actuaba como si lofuera, pero estaba convencido de que todo eso iba a desaparecer depronto,comounadecoración.

Nopodíaserverdadporquelascosasestabanarregladasportidemuydistintamaneraydesdehacíamuchotiempo:

—Cuandoseasunpocomásgrandedejamosa tumamáya lasniñas

enDurango,conmitíaLupe,ynosotrosnosvamosacorrermundo.Yotepreguntaba,temblandodeesperanza:—¿Yyanoregresamosnunca?—Notanto,hijo,notanto…¡peroveráscómonosvamosadivertir!Después, a medida que fui creciendo, se modificaron un poco los

planes:—CuandotermineslaSecundariadejamosatumamáyalasniñasen

DurangoynosvamosaEuropa.Mimamáinterveníadeinmediato:

—NadadeEuropa.LuisAlfonsotienequeestudiaryrecibirsedemédico.Loteníaresuelto,noséporqué.Yonuncadijequequeríasermédico.

Desdemuy pequeño cambiaba de afición casi diariamente. Y de eso túerastambiénelignoranteresponsable.

Decidí ser cartero aquella vez —tendría yo cuatro años— en queestuvisteenojadomuchosdíasporqueno llegóa tiempounacartaqueteinteresabaespecialmente.Lanzastemaldicionesalcorreo,a loscarteros,alaporteradeledificioenquevivíamos.Regañasterudamenteamimamáporquenohabíaestadopendiente:

—¡Piénsalo, acuérdate…! ¿No la habrás dejado tirada por allí y eseniñolarompió?—lerepetíasunayotravez.

“Eseniño”erayo.¡Conmispropiasmanos,delfondodelatierra,hubieraqueridosacar

lacartayentregártelaconungestodetriunfo! ¡Cualquiercosa, todo,pornooírtedecir“eseniño”!

Elcarterodelrumbo,unviejomuyafableycumplido,semeconvirtióen una verdadera obsesión. Lo esperaba diariamente y le reclamaba tucarta, inclusodespuésdeque tú lahabíasolvidadoporcompleto; inclusodespués de que, con un retraso de varias semanas, la recibiste. Mireproche llegó a constituir unmotivo de diversión para el cartero, y mitemor de que el incidente se repitiera afirmó mi propósito de serlo yo.Entre los trebejos encontré un viejo portafolios tuyo, le puse un cordónparacolgármeloenbandoleraytodoslosdíasterecibíaconunasupuestacarta:unpedazodepapelenqueyohabíadibujadoalgo,unanuncioquehabía caído en mis manos, un viejo programa de cine, un recorte de

periódico:—Tellegóestacarta,papá.Tú examinabas el papel muy atento y yo experimentaba la inmensa

dichadeoírtedecir:—Ah,justamentelaestabaesperando.Ustedsíesunbuencartero.Sí,losería.Estabaresuelto.Pero poco tiempo después decidí ser bombero. Entonces trabajabas

como cobrador de una casa comercial y recorrías la ciudad en un viejoautomóvil que la compañía te proporcionaba.A veces, accediendo amisruegos, tímidosalprincipioycasihistéricosdespués,me llevabascontigo.Bajabasahablarconlosclientesyyoteesperabaenelcoche.Meaburría,sudaba, luchaba heroicamente contra el sueño que, sobre todo en lashorasdemás calor,me invadía.Peronuncame encontrastedormido,nimequejé,nitehiceningúnreprocheapesardequeestabasegurodeque,enfrascado en la conversación con tus amigos, tehabías olvidadodequeyoestabasolo,muertodecalor,esperándote.

Un día íbamos por el rumbo de Nonoalco y de pronto tuviste quehacer una rápidamaniobra para dejar paso a los carros de los bomberosque se aproximaban a gran velocidad sonando estrepitosamente lassirenas.Conunaexpresióninfantilmepropusistelaaventura:

—¿Losseguimos?Yoasentíentusiasmadoyemprendimosunavelozcarrerahasta llegar

al lugar del incendio. Unas barracas de madera ardíanimpresionantementey laspobresgentesque lashabitabancontemplaban,en un silencio más impresionante aún, cómo el fuego destruía susmiserablespertenencias.Mientraslosbomberosmaniobrabanconrapidez,supliendo con heroicidad la falta de elementos, tú elogiabasvehementementesuvalor,susacrificio,sutemeridad.Cuandodijistequedebían levantarles una estatua, yo decidí mi destino: sería bombero yalgúndíatúpodríascontemplarorgullosolaestatuadetuhijo.

Notedijenada,perodesdeesedíaloscerillosylamanguerajugaronsecretamente un importante papel en mi vida, y la casa estuvo mucho

tiempobajounaconstanteypeligrosaamenaza.Mástarde,yapartirdeaquellanocheenquedeclarasteque“estabas

aburrido de trabajar como negro y que te ibas a largar solo, sin rumbofijo”,yodecidíhacerlomismo,solotambién,puestoquetúnomehabíasincluidoentuproyecto.Proyectoque,naturalmente,noloera,porquealdíasiguientelohabíasolvidadoyhablabas,congranasombrodemiparteyconindiferenciaporpartedemimadre,acostumbradayaatusvaivenes,detudecisiónde“hacertericoacualquierprecio”.

Así,durante todami infancia, fui variandode aficiones ydecidiendomi destino, siempre a la sombra de tus falsos proyectos, o de tuscircunstancias, o de tus elogios, o simplemente de tus exclamacionesfugaces.Bastabaquedijeras,despuésdeunabuenacomidayestirándotevoluptuosamente: “Ah, qué ganas de tener mucho dinero y no ir atrabajar…”,paraquemialcancíaadquirieralamáximaimportancia.Comoun avaro guardaba cuanto centavo caía en mis manos, y no constituíaningún sacrificio el vencermi apetito por los dulces. Esa labor de urracadurabahastaquecualquierotrodíadecíasriéndote,apropósitodealgunajuiciosa reconvención de mi madre: “El dinero es para gastarlo, si loguardassetevuelvecarbón”.Pálido,ansioso,corríayoasacarmialcancíadelinsospechablelugardondelaguardaba,ylahacíapedazossinelmenortitubeo, sorprendiéndomede quemi dinero no se hubiera transformadotodavía.

Sólo una demis aficiones de niño, tan implacable que perdura hastahoy,quieta,escondidaenmimemoria,notuvosuorigenenti:ladebuzo.

Resolví serlo aquel día que vi un documental en el que un hombreencontraba accidentalmente un barco hundido desde hacía muchísimosaños.Duranteeltiempoquedurólapelículayofuiesehombre;yohabíaencontrado ese barco, no hundido sino dormido en el fondo del mar,reclinado en la arena, carcomido, herrumbroso, herido, atrapado ydevorado por plantas carnosas y ondulantes que al mismo tiempo loadornabancomoguirnaldas.

Ahorapuedo explicarlo: sentí que el fondodelmar erami sitio ymi

destino;quehabíayomuertoyquecaminaba ingrávido, comounángel,por ese cielo sumergido donde todo era lento, oscilante, cadencioso,trémulo.Sentíquehabíayollegadoalcentromismodelsilencioyqueeraahídondedebíapermanecer.

Cuando la película terminó y se encendieron las luces y la genteempezó a hablar y a abandonar ruidosamente las butacas, me tapé losoídosysentíquehabíasidodevueltoaunlugarhostilenelqueyanomeseríaposiblerespirar,nimoverme,nivivirenpaz.

Muchos días guardé silencio. Con nadie, ni siquiera contigo, quisecompartir esa emoción que entonces paramí sólo era eso: una emociónextraña, nueva. Pero una noche, tal vez porque estuviste especialmentecariñoso,tepreguntécasiconmiedo:

—Papá,¿tegustaríaqueyofuerabuzo?Ynuncavolví ahablarde elloporque recuerdoque conungestoun

pococínico,elmismoqueyahabíaobservadoenticuandotomabascopas,medijiste:

—Sí,perosóloquemetraigasunasirenagordita.Pasóeltiempoymiemociónsefuedebilitando,peroaquellamañana

quemellevasteavolarsobrelaciudadenunaavioneta,sentínuevamenteelencuentroconalgoquemepertenecía.Tambiénahípodríapermanecersiempre:enelaire,posándomebrevementeen lospicosde loscerros, enlasaltasmontañas,enlosvolcanesnevados.Entodosaquellossitiosdesdeloscualespudieracontemplarse,peromuyalolejos,latierra.

—Nada de Europa. Luis Alfonso tiene que estudiar y recibirse demédico.

Para que se callara de una vez, para que no interrumpiera tusproyectos,paraquenosdejaratranquilos,lecontestabaimpaciente:

—¡Sí,mamá,sí,perocuandoregresemosdelviaje!Entoncestú,quelodecidíastodo,nosmirabassorprendidodenuestro

atrevimientoynosdecías:—De modo que ustedes ya resolvieron por su cuenta… ¡Pues no,

señor, no vas a ser médico! Qué quieres, ¿quemarte las pestañas

estudiandoparaacabardeempleadillodelSeguroSocial?¡No,hijo,túvasapisarfuerteyallegarmuyalto!

Yonotepreguntabacómoibaalograresascosas;simplementeasentía,temerosodedisgustarte:

—Sí,papá.Otras veces, cuando estabas contento y te había gustado la cena,

abrazabasamimadreymedecías:—CuandotushermanassecasennosvamoscontumamáaEuropa.Mimamásonreíaincrédulayafirmaba:—LuisAlfonsosecasarámuchoantesqueellas.Ytúprotestabasindignado:—¡Primerotienequeconocerlavida…yadespuéssentarácabeza!Naturalmente yo estaba de acuerdo contigo. Lo que no te decía era

que no pensaba casarme nunca para no separarme de ti, pero que tecompensaría creándome una espectacular fama de mujeriego, difícil deatrapar.

Algunasnoches,cuandoestábamosabsortosenelmapamarcandoconun lápiz rojo la ruta del viaje—interminable porque a cadamomento laprolongabas con otro país “que sería una lástima no conocer estando yatancerca”mimamádejabacaerlafraserazonableyhelada,eliminándosedelproyecto:

—¿Yconquédinerovanairatodasesaspartes?Yo levantaba los ojos y los clavaba en ti, que siempre tenías la

respuestaesperada:—Yaveremos…Ydeinmediato,comorepresalia,prolongabaslalínearojaparaabarcar

tresocuatropaísesmás.Entonces yo creía firmemente en ese “ya veremos” que nunca me

parecióambiguosinocategórico.Ahoracomprendoque jamáshabríamospodidohacerelviajeporque

“Poncho Fernández sí sabía vivir”, porque “Poncho Fernández era elprimero en sacar la cartera”, porque “Poncho Fernández gastaba en una

parranda lo que ganaba en unmes”, porque “Poncho Fernández era loquesellamaunhombre…”

Tusamigosmehanhechodetiunretratofiel:eras“elmásmachodetodos, elmásatravesadoy elmásdisparador”.Denohaberocurridoeseaccidenteestúpido,prontohabrías“pisadofuerteyllegadomuyalto”.

Ahorayotengoquehacerlo.¿Porqué,papá?¿Teacuerdasdeaquellavezquefuimosalllanoavolarelpapalote?Se

balanceaba en el aire, negligentemente, como simulandouna libertaddelaquenodesearahacerusoexcesivo.

Si a mí me hubiera sido posible, o si tú hubieras querido soltar elamarre,ahorayoseríaelquepodara,amorosamente,tubugambilia.

Yloharíaensilencio,pensandoquecadahojateníaalgodetiyquedebíatratarlaconcuidado.Ellaslasarrancandespreocupadamente,hablandodebotánica casera, de plagas y desinfectantes. Después, cuando hanterminado “el quehacer” y se disponen a rezar, mi mamá suspira,contempla la tumbaydice lánguidamenteque jamásseconsolarádequetehayasido.

Cada vez que la oigo tengo que hacer un gran esfuerzo para noencarármeleyexplicarle todo.Admitomidebilidad,admitoqueno supedefenderme,admitoquesoyelculpablede laextrañarelaciónque tengocon ellas, admitohaberlasperdidopara siempre. Lo admito todo,menosquepiensequetehasidoyqueseatrevaadecirloenmipresencia.

¿Quédiferenciaexisteentre túyyo?¿No lograstequeno lahubiera?¿Enquéhacambiadosuvida?Porquéselamentacomosienefectofueraunaviudasinconsuelo?

Durante losúltimosdosaños túno ibasadormira la casao llegabasen la madrugada alegando que salías de México o que tenías muchotrabajo “con eso de que el Diputado ya andaba picando piedra para lacampaña”. Ellamisma, acatando como siempre tus órdenes, te arregló elcuartodel fondoporquedijiste queno era justodespertarla a esashorasdespuésdequesepasabaeldíabatallandoenlacasa.Lacostumbrequedóestablecida y ella hubiera sido incapaz de modificarla provocando unarelación que tú eliminaste con argumentos tan persuasivos. Durante elúltimo año, con frecuencia pasaban dos y tres semanas consecutivas sinque supiéramos nada de ti. Algunas veces,mirando tu lugar vacío en lamesa,mimamáprotestabavagamente:

—El Diputado debería tener un poco más de consideración, no esposibletrabajarenesaforma.

Yo pensaba lo mismo, convencido de que nos decías la verdad. Eradifícil dudarde tuspalabras cuandoal regresarnosdescribías con tantosdetalles los motivos de tu ausencia: el desarrollo de la campaña, laspruebasdeconfianzaquetedabaelDiputado,tufatiga,lasangustiasquepasabasen“esospueblosrabonesdondenohayteléfonos,nitelégrafos,niforma alguna de saber de ustedes”; los sacrificios que tú y los demásayudantesestabanhaciendoahora,ytodoslosbeneficiosquemuyprontolesreportaríaeltriunfodelDiputado.

Cuando yo te hacía alguna pregunta concreta sobre tan misteriosacampaña y tan seguro triunfo, tú evadías la respuesta ymuy hábilmentenos convertías en cómplices de esa oscura política futurista que no eraconvenientecomentarabsolutamenteconnadie:

—El Diputado se las sabe todas y le tira a Ministro, no a mugrechícharo.

(Tenías razón. No llegó a Ministro, pero el actual Presidente de laRepública, escogido por el anterior, naturalmente, y “apoyado por todoslos sectores”, lo designó Subsecretario. Seguirá ascendiendo: con lossuperioresseportacomosiervoyconlosdeabajocomopatrón.¿Protestarpor algo, cambiar algo? Sí, cómo no. “Se las sabe todas.” Tenías razón,papá.)

—Niunapalabradeesto,¿entienden?Nosotros te obedecíamos y guardábamos el secreto. Cuando alguien

nosvisitabaypreguntabaporti,larespuestaerasiemprelamisma:“nohadetardarenllegar”.

Pero claro, no podías llegar. Ahora sé que no es fácil separarse deElena. Cuando lo hago es, o porque efectivamente el Subsecretario memandafueradeMéxico,oporremordimientodedejartantotiemposolasamimamáyamishermanas,oporqueaparecestú.

Eranaturalque simularas esas continuasgiraspolíticas, eseagobiantetrabajo, esa imposibilidad de comunicarte con nosotros y ese indudable

triunfoquenostraeríatantosbeneficios.LomismohagoyoparapoderdormirconElena:lasengañocomome

engañabas,ymecreen,comoyotecreía.Miento con igualmaestría que tú.Me imaginoque estarás orgulloso.

Todavía no “piso fuerte ni he llegado muy alto”, pero sólo tengodiecinueveaños.Nopierdaslaesperanza.Ahora,porlomenos,yanomeescondoallorarenlosexcusadosdelascantinas,comoalprincipio.

¡Esquenopodíaentenderlo,papá,nopodía!ElDiputado, cumpliendo tu último deseo, se hizo cargo demí yme

nombrósuayudante.—Haremosdetiotro“PonchoFernández”—medijo.Había que olvidar la escuela. Tú dijiste siempre: “el dinero es para

gastarlo y los que ahorran son unos coyones que le tienen miedo a lavida”.Ycomonoerascoyón,nonosdejasteniuncentavo.

—Ahora tú eres el señor de la casa—me dijo mi mamá el día queempecéatrabajar.

Peronomedijoquedesdeesemismodíadejabadesermimadre.Esonomelodijo.

Meacuerdodelaprimeravezquetusamigosmellevaronajugardominóyatomarcerveza.Hacíaunmesquetehabíasmuertoyunasemanaqueyo trabajaba con el Diputado. No le preguntaron si sabía jugar y lescontestéqueno.

—Tienesque aprender,Poncho, tupapános “sonaba” a todos—dijoPepeLara.

No sé si el sentirme por primera vez en una cantina y con tu pistolaestorbándometerriblementeenlacintura,mediovalorparaprotestar:

—MellamoLuisAlfonsoyasíquieroquemedigan.—¿No te gusta Poncho, como tu papá? —me preguntó el Chato

Herrera.Yorepetícategórico:—MellamoLuisAlfonsoyasíquieroquemedigan.“El Quelite” Vargas, un norteño flaco que debía su apodo a que la

cancióndelmismonombrelegustabaespecialmente,semequedóviendoycomentóconlosdemás:

—Habla “golpeao”. Se me hace que se le va a quedar lo de LuisAlfonso.

Animadoporaquellolancéunamiradaretadoraydije:—Semehacequeyasemequedó.A esa frase bravucona debo el haber conservado, por lo menos, mi

nombre.Al principio estaban interesados en el dominó: golpeaban las fichas

sobrelamesa,insoportablemente,losvencedoressereíandelosvencidos,éstosseechabanlaculpaunosaotros,ytodoshablabanalmismotiempo.

Peroamedidaquetomabanmásymáscervezas,empezaronarecordarteenternecidos y a elogiarte extrañamente. Así pude enterarme de quehabíassido“unamigoatodamadreymásreataquelachingada”.

Yo sentía una especie de náusea y un casi incontenible deseo degolpearlosysalircorriendodeallí.Noesquemeasustaran las leperadas,¿comprendes?;enlaescuelalasoíaacadamomentoaunqueyo,noséporqué, nunca las decía. Lo que no me gustaba era que las usaran paraelogiarte con tanta admiración y nostalgia, porque eso me impedíareclamarparaticalificativosdelosquepudierayosentirmeorgulloso,yuntipodeconversaciónañoranteenlaquepudierayoparticipar.

Cuando ya estuvieron completamente borrachos empezaron losconsejos:loúnicoqueyoteníaquehacereraparecermeatientodo;trataralDiputadocomotúlotratabas,hacermesimpático,comotú,paraquemellevaran, como a ti, a las fiestas donde los “gallones” arreglaban sus“enjuagues”;taparletodoalosmandamasesporqueesoalalargafacilitaba“lasbuscas”ylodemás.

Yo contestaba conmovimientos de cabeza. Teníamiedo de confesarquenoentendíanadade loquehablabanyque loúnicoquequería erasalircorriendoogritaromorirme.

Melevanté,empujandobruscamente lasilla,perodosmanoscayeronsobre mí, y Gabriel Martínez, que era el más antiguo Ayudante delDiputado,medijo:

—¡Negraalquesevayaprimero!Y de inmediato el Chato Herrera, Pepe Lara y “el Quelite” Vargas

sentenciaron:“¡Negra!”Entonces yo dije que iba a “hacer pipí”, como decíamos en la casa

desde chicos, y todos soltaron la carcajada. Parece que el término lesparecióafeminadoyridículoporquemehacíanburlafrunciendoloslabiosyponiéndoselamanoenlacintura:

—Eljovenseretiraahacerpipí…—Cuídate,luegohaymuchoshombresenelwater…Nohabíaningunoypudellorardesconsoladamenteenaquelexcusado

sucio, maloliente, cuyas paredes estaban llenas de letreros y dibujosprocaces. Pasado un ratome eché agua fría en los ojos y fui a reunirmeconellos.Temblabapensandoenlasbromasquemeharíanporhabermetardadotanto,pero“elQuelite”se levantótambaleándose,meagarródelbrazoymellevóaunamesadelfondo.

—Mira,LuisAlfonso…constequetedigocomotegusta.—Comomellamo—lerepliqué.—Bueno, como te llamas,poresonovamosaalegar…Mira, aquí en

esterincónnossentábamostupapáyyoa jugarvencidasdeacienpesoscuandoyaestábamos“bientapados”.

Yo quería ir aprendiendo el exacto significado de los términos paraentenderloquemecontarandeti.Lepregunté:

—¿Bientapados?—Hastalasmanitas…Tejuegounaenrecuerdodeél.Y acomodó el codo sobre lamaderadeunamesa raspada y llenade

quemadurasdecigarro.Yo me eché hacia atrás instintivamente y me pegué al respaldo del

mueble.—Qui’hubo,¿terajas?¿Porquélohice?¿Paraquedarbiencontigo?¿Paraque“elQuelite”no

pensara que tu hijo era un cobarde? El caso es que puse el codo en lamesa, apreté aquellos dedos amarillentos por el tabaco y empecé aforcejear estúpidamente. Cuando estaba a punto de ganarme sentí unacólera feroz, que me dio en el último instante la fuerza suficiente paravoltearlelamanoyestrellárselasobrelamesaconungolpeseco.

“El Quelite” se me quedó viendo fijamente y sin hacer el menorcomentariosacódesucarteracienpesosymelosentregó.Noslevantamosyfuimosareunirnosconlosotros.Aellossílesdijoalgoquenohepodidoolvidarnunca:

—¡DiablodePonchoFernández!Claritosentícuandoentróalquiteymedioeljalón.

Todavíaestuvimosdosotreshorasenlacantina.

Yo no volví a pronunciar una palabra. Contemplaba fascinado mimanoderechaconlaquehabíasvencidounavezmásal“Quelite”Vargas.Tú,esodijerontodos.¿Yyo?

Al día siguiente te traje cien pesos de flores. La tierra de la tumbaestababastantefloja todavía.Empecéaescarbarparameterdirectamentelos tallos, porque aúnno tenías floreros ni nada.Mi intención era hacermuchospequeñosagujerosy repartir enellos lasflores.Sóloquecavéenun mismo lugar, sin darme cuenta, pero sintiéndote más cerca a cadamomento.Comosiestuvierasvivo,atrapadoenunaminayesperandoqueyoterescatara.

Mesobresaltólavozdeunchamaco:—¿Vaaquererqueletraigaagua?Me lequedéviendosinentender.Mecontemplé lasmanos llenasde

tierraysentíquepor lacarayelcuellomecorríanhilosdesudor.Habíacavado un hoyo bastante grande en el centro mismo de la tumba y losuficientementeampliocomoparaquetúpudierassaliryyoentrar.

Ylosdoslohicimos.

Estágoteandolapinturadelarejayvaacaersobreelpastoylovaasecar.Creo que voy a reclamar amis hermanas. ¡Sí, que ponganmás cuidado,porDios!Lohacentodosinfijarse,paraacabarprontoypensandoenotracosa.A ver si a ellas les gustaría que alguien fuera a chorrear la pinturasobre la pared de su recámara. Esa reja de alambrón es mi pared, ellinderodemicasa, laquemeseparadeEsperancitaLariosydelGeneralJiménezPuente,misvecinos.

Pero no se les puede decir nada aquí. ¿Con qué voz? ¿Con quépresencia? Si les hablara tendrían que gritar asustadas, y si no gritaran,nada tendría sentido.Tengoqueesperarhastaque lleguemosa la casaopor lo menos hasta que salgamos del panteón, porque aquí todos meconocen y saben que no puedo comunicarme naturalmente. Sería unfraude, sería como aprovechar un disfraz para sacar ventaja. No estaríabien.

AlGenerallehanhechodosceremoniasmuyaburridas:cuandollegó,yensuprimeraniversario;lohanagobiadoconunaletaníadeelogiosquenuncaledijeronenvida;hatenidoquesoportarlafalsaconsternacióndesus más encarnizados enemigos, y claro, nunca ha dicho una palabra.Tampoco pudo protestar don Enrico Andreani, el del monumento demármol negro, cuando vino su esposa con gran escote y gran prisa adejarleaquellashorriblesfloresartificialesquegarantizabanelpermanenteornatodelatumba,sinmayoresmolestias.Tampocodijonadaelcorredorde automóviles que murió en competencia, cuando sus acongojadospadres le pusieron encima una réplica en granito de su destrozadovehículoyunainscripciónqueeternizabasulamentableerror:“Anuestro

amadohijoquebuscabalagloriayencontrólamuerte”.Amímeapenaunpocoelprivilegiodehaberpodidoelegireltamaño

demilápidaydemicruz,elespacioparasembrarelpasto,elsitiodondela bugambilia se vemejor, la altura de la reja y el estilo de los floreros.Ningunode ellos pudo escoger susmonumentos, ni sus inscripciones, nisus flores. Todo quedó al arbitrio de los deudos que en el primermomentosiempreexageranydejan testimoniosdeamorydoloreternos,quealpocotiemposeconviertenenlavisitaanualobligatoriaymástardeeneltotalabandono.

Es entonces cuando las tumbas olvidadas empiezan a actuar por símismas: una maleza recia y abundante, enviada coléricamente desdeabajo, va esparciéndose sobre las lápidas para cubrir las promesas nocumplidas: “Vivirás eternamente en el corazón de tu inconsolableesposa…” “Abnegadamujer, tierna compañera, jamás te borrarás demirecuerdo…” Luego, nutrida y guiada siempre por los decepcionados, lamaleza fortalece sus raíces para que éstas se expandan y desnivelen ydestrocenlosmausoleos.

Noqueremosmentiras.Nosfastidiacargarconlapesadadesorbitaciónde un dolormomentáneo. No es que estemos en contra del olvido, no,inclusonosgustaynosalivia.Perolosquesequedandeberíanpensarenlo absurdo que resulta grabar la expresión de un instante en una piedracolocadaaperpetuidadsobreunapersonacondenadaaperpetuosilencio.

Estoyhablandodenuestrosvecinosmáscercanos:deEsperancita,delGeneral,dedonEnrico,deldoctorEsparza,delmuchachoautomovilista,de doña AsunciónGorbea de Antúnez, la delmonumento con el ángelque abre la puerta del cielo; de don Clemente Rivera, el charro, con sureata,susespuelasysusombrerodemármol,colocadosenunángulodelalápida;delProfesorZendejas,consu librodebronce,ydePablitoLópez,muertoalnacer.Estoyhablandotambiéndemí,conmipequeñacruz,milápidasobria,mibugambiliaymirejadealambrón.Nodeti,porquetúnosabesloqueeselsilencio.Nolohasguardadonunca,niantesniahora.

Yo sí sé lo que significa el no pronunciar las palabras que me

devolverían la vida. Las tengo ensayadas, desesperantemente ensayadas.En el momento en que me decidiera surgirían fluidas y rotundas.Inapelables. Son redondas, pulidas. La frase completa es comouna joya.La tengo, es mía. La veo brillar en medio del silencio. Con sólopronunciarlatodomeseríadevuelto.Peroallípermanece,albordedemislabios,comoalbordedeunríocrecido,imposibledecruzar.

¿Sabesloqueesquedarsealaorilladeunomismo,contemplándose?

Alprincipiomedefendíaunpoco,retrocedía,ibaamiencuentro.Cuandomedaban alguna comisión,me robabaunas horas para ir a ver aCarlosChavira,mi compañero de la Secundaria y con el que siempreme llevémuybien.ColocabalacamionetadelDiputadoenlapuertadelaescuelayesperaba. Mientras tanto me asaltaban los pensamientos máscontradictorios:yoqueríaseraquelestudiantequereíaylanzabapiroposyalbures a lasmuchachas que pasaban a su lado; o el que se improvisabaunavoluminosabarrigametiéndose los librosbajoel suéterparasosteneren las manos una coca-cola y una gigantesca torta que devoraba conavidez. O aquel que parecía el jefe del grupo y que estaba recibiendo ycontandoeldineroconquecadaunocooperabaparaalgúnplanquedebíainteresarles mucho a juzgar por sus expresiones exaltadas. O aquel otroque,recargadoenlapared,abstraído,ausente,tocabaunorganillodebocacon verdadera maestría. Quería ser un estudiante, como cualquiera deellos,peromeimpresionabaserloqueera:unjovenextrañoquealternabacon políticos, que iba a las cantinas con hombres que le doblaban otriplicabanlaedad,queusabapistolayqueseparabafrenteaunaescuela,enunratoquelequedabalibre,paraesperaraunmuchachoquenosabíanadadelavida.

Misdudasdurabaneltiempodelaespera,porqueeratallaexcitacióndemiamigoalvermeenla lujosacamionetaúltimomodelo,alexaminartuColtpavonadacalibre38,yalenterarsedequeandabamuymetidoenla cuestión política, que de momento quedaba yo convencido de miimportanciaymedabacuentadequemicompañeroestabasintiendopormí la misma admiración que yo sentía por ti. Entonces ponía especial

cuidado en imitarte convincentemente y en el curso de la conversaciónrepetíaloquetúledecíasamimamá,conelmismoairedeaburrimientoycomosielasuntomefatigaraporfrecuente:

—Anoche tuve que acompañar otra vez al Diputado a una de susparrandasidiotas…

ComoCarlosexigíadetalles,yodejabacaer,despectivo,lafrasequelehabíaoídodeciraPepeLaraenunaocasión:

—Total:lasviejasmáselegantes,el“chínguere”importadoyelcolchónderesortes…perolomerobuenoesigualentodaspartes.

¿Por quéme ponía a llorar desesperadamente después de dejar amiamigoenlapuertadelavecindaddondevivíaydelaquesalíanentropeltodoslosvecinosparaadmirarlacamioneta?

Nosé,peroapenasmeencontrabasolonuevamente,sentíaquealgosedesprendíademí,algoquenodebíadesprenderseporquesinello,quenosabíaloqueera,mesentíaindefenso.

Almismo tiempo experimentabaungran remordimientoporhaberloengañadoconfrasesajenas,yunaespeciedenostalgiaporlascosasquenolehabíadichoapesardequeeran,precisamente, lasquequeríadecirleylasquemeimpulsabanabuscarlo:

—Mesientomuyraro,Carlos,comosinofuerayo…¿Porquéno se lodecía inmediatamente, antesdeque él empezara a

elogiar la camioneta y a desear “una pistola tan padre” como la que yotraía?¿Porquénoledecíaqueprecisamenteesapistolaeralacausantedetodo?Sentíaelimpulsodehacerlo,perocuandoestabaapuntodehablarpensabaquetúmeestabasescuchandoydecíaloquetúhubierasdeseadoquedijera:

—ComprenderásquenomevoyaquemarlaspestañasparaacabardeempleadillodelSeguroSocial…Yovoyapisarfuerteyallegarmuyalto.

Surespuesta,provocadaporlacamioneta,porlapistola,porel falsoyestúpido relato de mis parrandas y mis “influencias”, me llenaba deangustia:

—Tienestodalarazón,mano.Eslaúnicaformadequeterespetenen

estepinchepaís.Entonces yo trataba de componer las cosas y de ameritar lo que él

hacía:—Nodigas eso, cualquier carrera esmuchomás respetable que lade

político…¡Cómovasacomparar!Pero ya había yo desatado en él esa turbia ambición del poder

ilimitadoydelafácilyrápidariqueza:—Notehagas,unacredencialdeDiputadoounsaludodelPresidente

sirvenmuchomásquelosestudiosylostítulos.—Bueno,puessí,perotambiénentucarrerapuedesdestacary…Peroélmeinterrumpíaparaexponerlosargumentosqueyomismole

habíasugeridoconmiaparenteprosperidadymiensayadaprepotencia:—Destacar, sí, dentro de veinte años y quemándome las pestañas,

como tú dices. No, mano, sólo hay dos carreras productivas: la deinfluyente y la de amigode influyente.Cuando tú “las poderosas” no teolvidesquesomoscuates.

Enesemismoinstantedecidíolvidarlo.¡Mi cuate, mi amigo amado! Esa noche, en su ardiente cama de

estudiantepobre,pensaríaenmí.Enti.

Poco tiempo después ya no tuve que usar frases ajenas para reseñar lasjuergas delDiputado.Con cierta ingenua solemnidad, como si se trataradeunaceremonia en laqueyo recibiría el espaldarazodehombre cabal,tusamigosmesometieronauncrudointerrogatorioantesdellevarmealaprimera parranda. Al principio me negué a contestar sus preguntas,indignadopor loque considerabaun atraco ami intimidad, peroprontomedicuentadequeensurudezahabíaunapeculiarternurayhastaciertatimidezqueloshacíabordeartorpementeeltema,comosituvieranmiedodellegaralapreguntaprincipal.

Enrealidadno la formularon.ElChatoHerrera ladioporcontestadacuandomedijo:

—Apuestoaquenuncatehasacostadoconunamujer.Eracierto.Peroloneguérotunda,agresivamente,pensandoqueatite

disgustaríaqueelloslosupieran.En ese terreno no tenía más experiencias que las solitarias, las

imaginadas y lasmágicas. Esta clasificación la hago ahora; entonces paramítodaseranpecadomortal.

De las mágicas recordaré siempre una, que me afectó gravementedurantemuchotiempo.

EstabayoensextodeprimariaeibaconfrecuenciaaestudiaracasademicompañeroManuelRequena.Unatardefui,comodecostumbre,peroélhabía salido.Lacriadanosupodecirmesi regresaríaprontoymehizopasar al cuarto de la señora para que ella me informara. Entré a unahabitación indescriptible y sentí que entre esas cuatro paredes queríaquedarme para siempre. Era absolutamente distinta a todas las que yo

habíavisto.Loquemásmeimpresionófuerondosgrandesjaulasdoradasen las que revoloteabanmuchos pájarosmudos.Durante todo el tiempoquepermanecíallí,ningunocantóniemitióelmenorsonido.Únicamentese oía el batir de las pequeñas alas. Ahora me parece natural que nocantaran:lavidanoteníasitioenaquellaorganizadaagonía.Lasventanasestaban cerradas y las gruesas cortinas, corridas. Una lámpara pequeñaalumbraba tenuemente la estancia llena, colmada, abigarrada de todo loimaginable.Lopeculiar,losobrecogedor,eraquenadaeraviejoperotodoestaba como prematuramente, urgentemente envejecido. La habitaciónparecía un desván, uno de esos cuartos resignados donde se vaalmacenando loquenoseusaperoque seguardaporquehaparticipadoenuninstantefeliz,otriste,oespecial.Sinembargo,eraevidentequeallíse usaba todo, porque las cosas parecían estar, no en sus rinconespermanentes,noenunconquistadolugarfijo,sinoenelúltimoqueseleshabíaasignado.Apesardesudiversidadyhastadesuincongruencia,nohabíadudadequeesosmueblesyobjetospertenecíanaunasolapersona,y que ésta se servía de todos, cotidianamente, porque ninguno daba lasensación de haber sido olvidado. No obstante, aunque todo parecíafuncionar,aunqueentodosepercibíauntemblordemudanza,habíaunaespecie de trasfondo indolente, desmayado, narcotizado más bien.Cualquier movimiento normal habría resultado inadecuado en esahabitación donde el tiempo parecía detenido.De este estancamiento deltiempoproveníasindudaaquelolordulzón,quesehabíaidoelaborandoa símismo y enriqueciendo con lamezcla de todo lo que allí agonizabaencerrado,sinsalvaciónposible.

De pronto, de entre el montón de cobijas y cojines que llenaban laenormecamacolocadaenunángulodelcuarto,surgióunamujer.Vestíaun camisón ligero que transparentaba las muy salientes clavículas. Eraimpresionantementedelgada,pálida, angulosa, y teníaunosgrandesojoshundidosyrodeadosdesombras.Seapoyóenel respaldoyencendióuncigarro. El humo espeso que salía lentamente de su boca, apenasentreabierta,seleadheríaalacarayparecíaformarpartedeella.

Yo la contemplaba fascinado, sin poder decir una sola palabra, y ellaveía sonriendo mi fascinación, también en silencio. Jamás he sentido elencantamiento con mayor conciencia de que lo era, de que me habíahechosupresa,ydequetodolodemáshabíadesaparecido.Loúnicoqueyodeseaba, conuna súbita ydeliranteurgencia, erametermeen aquellacama excesiva y decirle a aquella mujer que desde ese instante y parasiempre,lepertenecíayoporentero.

Era absolutamente necesario que lo supiera, pero cuando iba adecírselooísuvozgrave,densa,quenoparecíasalirdeellasinodelhumoquelaenvolvía.

—¿VienesaestudiarconManuel?¿Quién era Manuel? En ese momento no existía. Pero después, y a

causadeesahabitaciónmoribundaydeesamujeraparecida,fueparamíunapresenciadesquiciante,deseadayesquivada.

Aquella vez que elmaestro nos llevó de excursión y que pasamos lanocheenel campo,yomeacostéal ladodeManuel, y cuando sequedódormidolebesélevementelaboca.

Las parrandas de los políticos eran muy distintas a lo que yo habíaimaginado.¿Quépodríadecirdeesoshombresyesasmujeresquedejabandeserloacausadesuvoracidaddepoderydedinero?

Estacomparaciónresultaráextraña,peroasílaestablecílaprimeravezquemellevaronalacasadondesecelebrabanlasjuergas.

UnamañanafuiaChapultepec,muytemprano,conunoscompañeros.Íbamosa“hacerpulmones”paraparticiparenlascompetenciasdeportivasestudiantiles, pero el espectáculo era tan sorprendente que todos nosolvidamosdeentrenar:unaneblinaespesa,quesindudaenlamadrugadaenvolvía por completo el bosque, había ido descendiendo y haciéndosemenos apretada. En esemomento se arrastraba ya por la tierra, como sifuerahumoenmovimiento,yocultabalahierbaylabasedelosárbolesdetal formaqueéstosdaban la impresiónde estar truncadosy suspendidosen el airemilagrosamente.Nuestros pies desaparecían en esa especie degrannubecaída,queseagitabayesparcíaanuestropaso.Recuerdoqueyocaminaba cautelosamente para queno se ahuyentara y desapareciera esehumo reptanteque seme adhería a los tobillos.Noqueríadesgarrar, noquería lastimar a aquellamateria ligera yuntuosa,pero almismo tiempome sentía invadido por un temor extraño, porque sentía que la neblina,lejos de desaparecer, iría subiendo y espesándose hasta cubrirme porenteroyahogarme.

Lo mismo sentí en aquella casa: algo extraño, pero que no era unatenuenube caída, sinouna especie de vaho caliente y ácido, salía de lasparedes,de lascortinas,de losrincones,de lasbotellas,de lasbocasydelas palabras. Yo sentía cómo iba llenando la habitación, cómo iba

esparciéndose y untándose por todas partes y cómo iba subiendopaulatinamentepormicuerpoyparalizándolo.

—¿Noestáscontento?—mepreguntóelChatoHerrera.Moví la cabeza afirmando, porquemeparecía que de estemodo, sin

hablar,lamentiraeramenor.Entonces él me indicó, señalándolas descortésmente, como si fuesen

animales,a lasmujeresdequepodíayodisponerya lasquenodebíaniacercarmeporque“eranpropiedaddelosgallones”.

Sólo que los gallones tampoco se les acercaban porque estabantomandoalcoholydiscutiendodepolítica,esdecir,deesapolíticaturbiayanhelantequeconsistíaenotearcomobestiasparapercibir,avariosmesesde distancia, quiénes serían “los elegidos”. Cualquier error significaría elostracismo, la pérdida de las influencias y de las prebendas. Significaríaconvertirse durante seis años en ciudadanos comunes y corrientes,atenidosasímismos,víctimasde laarbitrariedadde lasautoridadesydela indiferencia de los poderosos. Con esas preocupaciones, con esapunzante obsesión, con ese terror, ¿cómo iban a perder el tiempo enatenderaaquellasatractivasysinuosasmujeresqueestabanallísóloparadarambienteyparadisfrazaranteellosmismoselverdaderoobjetodelareunión?Sialguna se lesacercaba lehacíanautomáticamenteunacariciaprocazyseguíanhablandodeloúnicoquelesimportaba:

—NohayqueperderdevistaalSenadorMontes,andamuycercadelcandidato.

—No,hombre,leestádandosucoba.—Seguro… qué apuestan a que lo manda de Embajador a una

republiquitaparaquitárselodeencima.—Noseconfíen.Yolotengoenmilista,porsiacaso.—Pues bórralo y apunta a Rafael Ampudia. ¿Sabías que fue de

invitadopersonalalmitindeTlaxcalayquedesayunaronsolos?—¿ElChuecoAmpudia?¿Eldelescándaloaquel?—Esemero.—¡Pero si es un imbécil! Yo lo conocí hace años, cuando era

achichincledeTrinidadSánchez,elquefueDiputadoporSinaloa.—Puesdeimbécilnotieneunpelo.AhoraesTrinidadelqueleanda

lambisconeando.—¿Ydicesquedesayunaronsolos?—Meconsta,yoibaenlacomitiva.Ycuandosalióllevabaunacarade

“yasemehizo”quenosdejó“deaseis”.—Puesestábuenosaberlo.Oye,¿yaéseporquéleda?—Porlacacería.Yolemandélasemanapasadaunaescopetaalemana

muybuena.Era evidente que el Chueco Ampudia recibiría de inmediato otras

muchas escopetas alemanas, y que desde ese momento quedabanolvidadasparasiempresusproezasdemachobelicoso.¡Habíadesayunadosoloconelcandidato!Esoborrabasuspasadasculpasyenlofuturo,“sisele hacía”, todos dirían de él: “donRafaelAmpudia,muy amigomío porcierto,unhombredehumildeextracciónquehallegadoatanaltopuestograciasasutalento,asuesfuerzoyasuintachableconducta”.

Me era imposible seguir oyéndolos, seguir observando cómo se ibandesintegrandopordentro,acadafrase.

—SeñorDiputado,¿mepuedoir?Todos estaban borrachos. Eran ya las tres de lamañana. Dos de las

mujeres “disponibles” dormían en unos sillones. Las otras tratabaninútilmentede interesaraaquelloshombresque,unahoradespués,bajolos efectos del alcohol, hablabande sushogares, de sus “viejas” y de sus“muchachos”,comodesignabansiemprealaesposayaloshijos.

Resultabamuyextrañaesazonadeternura,esaespeciedeislafamiliaralaqueellosaludíanprecisamenteenesesitio;esereductoqueelogiaban,amabanyrespetabanasumodo.

—SeñorDiputado,¿mepuedoir?—¿Oraquesevaaponerbueno?—preguntóasuvezabrazandoa la

robustamujerqueteníaasulado.—Esqueyaesmuytardeymimamádebeestarconpendiente.¿Quéhabíadicho?Unacarcajadaestrepitosadistorsionabalosrostrose

iba extendiéndose y llenando la habitación, como si una chispa hubieraprovocadoun fuegoviolento.Yo estaba allí, inmóvil,mudo, atrapado enesarisa, igualquesiestuvieraenvueltoenllamas.Ysentíclaramentequecuando ellos terminaran de reír no quedaría de mí sino un pequeñomontóndecenizas.

Pero fue al llegar a la casa cuando comprendí que eso era yo en todaspartes:unmontóndecenizas.

Porqueno fuiyoelque regresóen lamadrugada, temerosodel justoregañodemimadre.Nieraamíaquienellaesperaba.Llegastetú,ydeti,eljefedelafamilia,ellanuncaesperóexplicacionesniexcusas.Yopensabadárselas y convencerla de que me había sido imposible regresar mástemprano.Ellamediría—pensaba—que“erayounhijodesconsiderado,quelateníadespiertahastaelamanecerconlaangustiadequealgomalome hubiera sucedido”. Pero nada de eso ocurrió. Las palabras se mequedaron muertas, como si ya no pertenecieran a mis actos, ni a mitiempo,niamivida.

—Perdóname,mamá,nopude…—Pero si no te estoy diciendo nada, tú puedes llegar a la hora que

quieras.Acuéstate,voyalacocinaatraertealgo.—No,mamá,notelevantes.—Nofaltabamás,conlocansadoquedebesestar…Atupapásiempre

ledabayounvasodelechecalientecuandollegabatarde.Se levantó, fue a la cocina y me trajo a mi cuarto el vaso de leche.

Mientras lo tomabame dijo que “me había esperado a cenar hastamuytarde,peroquecomolasniñasteníanqueiralcolegioaldíasiguiente,yano quiso que se desvelaran más”. Después, con el mismo gesto y en elmismotonomansoytierno,medijoexactamenteloquetedecíaati:

—Yo todavía te esperé mucho rato, hasta que materialmente se mecerraronlosojos.

Allíestaba,sentadaalbordedemicama,cubiertaconsuchalecitode

estambre. Y de pronto sentí un violento rechazo por aquella mujerdesconocida,poraquellaesposaqueparecíaestaratendiendoaunmaridotrasnochador y autoritario, no a un hijo asustado que esperaba sureprimendayquequeríapedirleperdón.

—¡Déjamesolo,porfavor!Saliódelahabitaciónycerrósuavementelapuerta.Comprendoqueavecessufrapormi indiferencia,pormirudeza,por

mísilencio.Sobretodopormisilencio.Lolamento.Nopuedoremediarlo.Fue ella la queme abandonó y la que convirtió amis hermanas en esasdos señoritas cobardes y blandas que me respetan, me sirven y memienten.

Esanoche,tanluegocomosaliódemicuarto,medesnudéymetendíenla cama, estirado como un muerto. Coloqué las manos en la mismaposición que tú las tenías, y en un lento, lentísimo recorrido,me puse aobservarmi cuerpopensando en las transformacionesquehabría sufridoel tuyo. Me gustaba imaginar que me iba yo descarnando, como tú, yseguíaelprocesoeliminandopocoapoco,comosiquitaralacáscaraaunafruta, lamateria que cubríamis huesos. Casi veíami esqueleto, íntegro,ordenado, tendido en los despojos de la caja. No hacía el menormovimiento:alprincipio,voluntariamente;después,porqueestabasegurodequeerainútilintentarlo.Estabaparalizado,imposibilitadoparatodoloquenofueraesaquietudtotal,cotidianamenteensayada.Cuandoeldolory el frío eran ya muy intensos, empezaba a mover imperceptiblemente,comosinotuvieraderechoahacerlo,losdedosdelospiesydelasmanos.Yeracomoresucitarunpoco,a

escondidasdemímismo,paravolveraesconderme,deinmediato,enelsueño.

Esa noche, como todas, creo que soñé contigo. Digo “creo”rabiosamente, porque al despertar el sueño se me rompía en jirones yaunque hacía esfuerzos desesperados por recordarlo y ordenarlo, sóloquedabandeélpequeñosfragmentos,ráfagasnebulosasque,noobstante,eran como una pista queme llevaba a ti. Retenía, recordaba, entre unaserie de acontecimientos y personajes que habían huidoirremediablementedemimemoria,lacadenadetusllaves;olasmanosdeunademishermanaspegandounvasoquetúhabíasroto;o lasespuelasde plata que te regalaron enGuadalajara y que te gustaban tanto; o a ti

mismo,fugazmente,peroqueeneseabsurdoposiblequeeselsueño,erasotrapersona.

Aldíasiguiente,temprano,vineaverte.Mequedéparadomuchotiempo,contemplando la tumba. Igual que ahora. Sólo que aquel día ellas noestaban afuera, como en este momento, sino adentro. Las tres adentro,enterradas, una sobre otra, de cualquiermodo. Y yo solo en elmundo,inacabablementesolo:sinellas,sinti,sinmí.

Recuerdo que dije en susurro una frase tonta, más adecuada a unaccidente de aviación o a un terremoto que a lo que en realidad meacontecía:

—Semuriótodamifamilia.Ydeinmediatosentíquesitodosmehabíandejadoparaestar juntos

alláabajo,apretados,comogatosreciénnacidosdentrodeuncajón,yonoteníaporquéveniraverlos,niporquéestarahí,contemplandolatumbaypensandoentiyenellas.

Peronoera eso.Noera eso.Túnoestabas ahí.Estabayo.Y estabantambién mi madre y mis hermanas. Afuera habían quedado, contigo,conmigo, tu mujer y tus hijas. Esas desconocidas, esas tramposas, esasdócilesqueesperabanmisórdenes.

Retrocedí a mi frase: “se murió toda mi familia”. Ya no me parecióequivocada.Estrictamenteesohabíaocurrido.Yonoqueríaaceptarloparano tener que señalar al culpable. Si crees que trato de encubrirte, teequivocas. Tú lo hiciste todo siempre, pero esto lo hice yo. Por culpa deella,claro.

Quieroencontrarleatenuantes:suhijo,tanjoven,ycargandoyaconelpesodetodalacasa.Yentonces:

“Niñas,nomolestenasuhermanoquevienecansado…”

“Teesperéhastaquematerialmentesemecerraronlosojos…”“Túpuedesveniralahoraquequieras…”“Comotúloordenes…”“Comotúdispongas…”“¿PermitesquelasniñasvayanalafiestadeCarmen…?”“Pensabasacarunastelasenabonos…¿túquédices?”Yosóloledecíaqueresolvieraella,quenoteníaporquéconsultarme.

Pero jamás le grité, desesperado, que yo era su hijo, que tú te habíasmuerto,yquedejaradefastidiarmeconsusconsultas,susatencionesysuobediencia.

Pobre. Sí, pobrecita. Como mi comportamiento se parecía al tuyo;comoellaveíaqueyoreaccionabaigualati(“túsabrás;yonoentiendodeeso, resuélvelo como quieras”) tal vez se confundía y no podíadiferenciarnos. Había en la casa otro hombre, la familia tenía otro jefe,pero nadie notaba, por imperceptible, esa hendidura que señalaba elcambio.¿Cómoibaanotarloellasiyomismolasoslayaba, laocultaba, larecubríaypulíalosbordesparafacilitarelpasodetiamí?

Sinembargoyosentíaqueestabaentodomiderechodeprolongarte,deprorrogarte,de imitarte,hastade calcarte simedaba la gana.Eso eraasunto mío. Pero me parecía que ella no tenía derecho a mezclarnosporque al hacerlo yo era el que desaparecía y, no obstante, tú seguíassiendo el ausente, el recordado, el insustituible. ¿Comprendes? No eraposibletolerarquemetrataracomosiyofueratú,yquetelloraracomositúnofuerasyo.Siallíseguías,enmí,eraqueestabaspresente.Entonces,¿quéausencia lamentaba?Lógicamente lamía, ladesuhijoquesehabíaperdidodentrodeti.¿Noeseso?Perosiyonohabíapodidosustituirte,siyonoeratú,siyoseguíasiendoyo,¿porquémetratabacomoati?

Detodosmodosyonoexistía.Yella,ellas,mimadreymishermanas,tambiénhabíandejadodeexistir.Lacabezamedabavueltas.Nosabíasiestaba yo ausente o si estabamuerto.No sabía si eso era la soledad o lanada.Comoteníaqueencontrarunsitioparamí,escogítucaja,tupedazode tierra, tusgusanos, tus lagartijasy tubugambilia.Comoalgunode los

dosteníaqueprotegeratusmujeres,terepresentéensilencio.Comoteníaque elegir entre la soledad y la nada, decidí ser mi propio compañeroporque a nadie que no fuera yo mismo, o tú, podía permitirle que meacompañara.

Quedéasícomodivididoentres:elherederodeti,elhuérfanodeti,yel encargado de acompañarme y consolarme. El primero vivía tu vidaresignado,con tupesoacuestas;el segundosufría tumuertey supropiamuerte, y el tercero, recién nacido, torpe, no sabía si hacerte reproches,paradarmealivio, o sufrir conmigo tu ausencia.Eraun serdependiente,sin la menor iniciativa, cándido, cálido y fiel. Yo lo abandonaba orescataba,algunasvecesamiantojo; lasmás,altuyo.Sindudatúestabassatisfechodequesemehubieraocurridoencontrarcompañía,intimidadyconsueloenmímismo,enunapartedemí,ynoenalgunodetusamigos—quesedesvivíanpordármelos—,oenunamujer,oenel trabajo,oenlas copas. Sí, tú estabas contento; pero a causa de ti, de tus constantesintervenciones,yonopodíalograrqueélcobraralafuerzasuficienteparaacompañarme realmente. Eras más fuerte que él y que yo. La más levealusióna ti, aunque lahiciera yopara asegurarlequepronto lograríamosolvidarte, loahuyentaba.Yeras tú, lopercibíayode inmediato,quienseplantaba,imperiosoycómodo,enelsitioquemomentosantesélocupabalevemente.

A veces, escapado de ti, y por ello sintiéndome solo, le pedía quepermaneciera junto a mí más tiempo para que juntos fuéramosolvidándote, borrando tus fechas, destruyendo tus objetos. Pero tú, alacecho siempre, aparecías de pronto y me invadías tumultuosamente,arrasándolo todo. Él huía asustado. Cuando al fin te alejabas, yocontemplabamisdespojosy tus señales, tusgrandeshuellas, imperativas,renovadas.

En voz muy baja lo llamaba y él iba saliendo de mí, temeroso. Seinstalabaamiladoparaacompañarme…¿acompañarmeaqué?Apadecerlosamaneceresvacíosdespuésdeunsueñollenodeti;asufrirlanostalgiairacunda; a soportar tu ausencia y tu presencia tenaces, pegajosas, casi

impúdicas, porque se posaban de continuo, como unamirada, en todosmis pensamientos, hasta en aquellos que premeditaban tu muerte total.Esamuerte acontecida para quienes podían dar cada día el paso que losiba alejando de ti. No para mí, en quien todo propósito de olvidoremarcabaelrecuerdo.Noparamí.

Sinembargodialogabaconél,conesealiadoinútil,esperanzadamente:—Yano lo recuerdoni lonecesito.Ahoranoesmásqueunmontón

dehuesosygusanos.Residuos,basura.¿Teinteresaatilabasura?—No,nomeinteresa.—Amítampoco,aunqueesabasuraseaél,aunqueesosresiduossean

deél.¿Teinteresaatiqueseandeél?—No,nomeinteresa.—Novamosapermitirquevuelva.—No,novamosapermitirquevuelva.—¿Nopuedesdeciralgotuyo?¿Vasapasartelavidarepitiendoloque

yodigo?Yparanorepetirlo,guardabasilencio.

Un10deabril,durantelacampaña,lorecuerdomuybien,estuveapuntoderecuperarmivida:elDiputadomecesó.Alosochodíasvolvióadarmeelempleo,“noporquetelomerezcas;loquehashechonotienedisculpa,sinoporquetupadrefueungranamigo”.

Habíamos idoaunpueblodelestadodeMorelosdondesecelebrabaunaceremoniaenhomenajeaEmilianoZapata.Anteloscampesinosdelaregión, graves, silenciosos, austeros, el Diputado pronunció, más bienrepitió,eldiscursoquedecíaentodoslospoblados:

“… la reivindicación de los sufridos hombres del campo que son elnerviovivodelapatria…”

“…lagenerosasangrederramadaenlastrincherasrevolucionarias…”Y al final, eso de que “el señor Presidente es nuestro guía, nuestro

paladín,ysupatrióticoejemploesfarodeluzparatodoslosmexicanos…”Enlospreparadossilenciosloscampesinosaplaudíantibiamente,como

autómatas.Yo pensaba —pero pensaba solamente— en la diferencia que existe

entreelPresidentequedescribenlospolíticos,sentadopocomenosqueala diestra de Dios Padre, y en el transitoriamente sentado en PalacioNacional,rodeadodelacayos,yoscilandoentreescribirsunombreenlaspáginasdelahistoriaoenlosbancosdeSuiza.

Yo pensaba que todo aquello era una farsa indignante, pero uncampesinolodijo.Ydijootrasmuchascosas:

“… el nervio vivo de la patria se va a morir esperando la mentadareivindicación…”

“… mientras nos despojen y nos asesinen, mejor ni le hagan

homenajesaEmilianoZapata…”“…y que no crea el señor Presidente que vamos a pensar que él es

honradomientrastengaachichinclesrateros…”Yo lo aplaudí larga y ostensiblemente. Tan ostensiblemente que el

Diputadomecesó.—¿Notedascuenta?¡ImagínatenomássielseñorPresidenteseentera

de que uno de mis ayudantes aplaudió esa sarta de idioteces! Todos ledebemos lealtad al señor Presidente y no podemos estar con quien loataca.

—Perosinoloatacó…dijoloquedebehacerse…—¿Yquiénesesehuarachudoparadecirleal señorPresidente loque

debehacerse?—Bueno…esunciudadano…—¡PuesestaríajodidoelseñorPresidentesi lehicieracasoatodoslos

ciudadanos!¿NovesquesonagitadoresquevivencriticandolaobradelaRevolución?

El Diputado estaba furioso, jamás lo había visto tan alterado. Sentítemor.VolteéaveralChatoHerrerayal“Quelite”Vargas,demandandosuapoyo,peroambosmehicieronseñasdequemecallara.

Entoncesrecurríatiydijeconfirmeza:—Mipapátambiénhubieraaplaudido.Comositedefendiera,elDiputadocontestórápidoycategórico:—¡Tupadrenoeraningúnpendejo!¡Yaquisierassercomoél…!Guardé silencio. Poco a poco fui bajando la cabeza. ElDiputadome

diolaespaldaysealejó.Todoslosiguieron.Mequedésolo.Entonces,¿noerayotú?

No quise confesar que había perdido el empleo. Dije que me sentíaenfermoyestuvedosdíasenlacama.Mimamánoseseparódemiladoyaprovechóvorazmenteeltiempoparahablarmedeloorgullosaqueestaba,yquetúdebíasestar,demí.Mehablótambién,enuntonodeconfidenciaque me turbaba, de lo que habías sido para ella, de lo feliz que fue sumatrimonio,delafaltaquelehacíasydequesuvidahabíaterminadoeldíadetumuerte.

Poco apoco iba creciendo enmíuna especiede ira celosapero yo ladejaba crecer porque sentía que me estaba conduciendo a la verdad:ningunode los dos aceptaba tumuerte; yomehabía transformado en tiparaquesiguierasviviendo;mimadrelosabía,lodisfrutaba,yfomentabaesa transformación que le permitía contemplarte, servirte, cuidarte,obedecerte.

En voz baja (para que no me oyeras), arrastrando las palabras,dándoleseluntuosotonodelaperversidad,ledije:

—Pero acuérdate que nunca te sacaba a pasear, ni te traía ningúnregalo… acuérdate cómo te gritaba cuando estaba enojado… acuérdatequetodoselogastabaconlosamigos…acuérdate…

También perversamente, pero en tono suave y con una estúpidasonrisallenadenostalgia,contestó:

—Meacuerdo,meacuerdo,eraigualqueunniño.Nomerescató,nomesalvódemímismo.Medejóhundirmeenesa

ruindadrepentina,improvisada,quesóloelamorpuedeprovocar.Si túnoshubieses escuchado, en esemomento te sentiríasmás cerca

de ella. No sólo me utilizaba para conservarte, sino que me obligaba a

traicionarte. Y además, con fingida inocencia, simulando una actitudmaternalygenerosaqueestabamuylejosdesentir,desbaratómiplandefijarsuatenciónentusdefectosyfabricarleunrencorparaqueteolvidara.Entonces tú verías, desde allá, que yo era el único que seguíarecordándote.

Apesarde susprotestasme levanté yme fui a la calle.Hubiera sidoimposiblepermanecerunminutomásjuntoaella,enesaintimidadturbia,en esa rivalidad, en ese forcejeo que tú provocaste, que yo percibía yaceptaba,yqueellafingíaignorar.

¿Quetúprovocaste?No losé.Ahoramismo,despuésdecuatroaños,no lo sé. ¿Realmente me disgusta ser tú, suplirte y recibir de todos elmismo trato que a ti te dieron? No lo sé. Yo habría podido decirle alDiputado que me recomendara en otra parte o que me diera una becaparaestudiarunacarreracorta.Habríapodidoaceptarelofrecimientodemi tíaLupe e irnos a vivir aDurango.Pero túdejaste instruccionesynome atreví a desobedecerlas. ¿O no quise? De cualquier manera, esto lohicimosentrelosdos.Somoscómplices.

¿Medisgustasertucómplice?Cuando estoy con mi mamá o con Elena lo veo todo más claro:

cometiste un error, un gran error que ha quedado erguido como unacolumna en torno a la cual vivimos todos en una promiscuidad extrañaque únicamente yo percibo y confieso. No, Elena la percibe también,cuandohacemosel amor,que es cuandonos sentimosmás solos a causade tu compañía. La percibe en mi repentino intento de abandonar sucuerpo,oeneltajoqueasestoinesperadamenteaunapalabracuyaúltimasílaba,nopronunciada, le anuncia tupresencia.Alprincipio luchabaporahuyentarte.¡Ah,cuántodolor,ternura,remordimientoyrepugnancia—todo mezclado, revuelto, como un guiso plebeyo— me causaban susesfuerzos para improvisar, para sorprenderme y retenerme con actitudesque ella suponía eróticas y que le resultaban nauseabundamenteinfantiles!Despuéscomprendióquetodoerainútilyterecibíaensilencio,grave,paciente,atisbandoenmisojosyenmispalabraselmomentodetu

partida.

—“SeñorDiosquenosdejastelaseñaldetupasiónymuerteenlasábanasanta en la cual fue envuelto tu cuerpo santísimo cuando por JoséNicodemus fuiste bajado de la cruz, concédenos Señor, ¡oh piadosísimoSeñor!, que por tu muerte y sepultura santa sea enviada el alma de tusiervoPonchoFernández…(¡eselcolmo,carajo,Poncho,Poncho,carájo!)adondetúvivesyreinas,porlossiglosdelossiglos,amén.”

Mis hermanas repiten mecánicamente. Yo guardo silencio, tenso,iracundo. Mi mamá me observa pero hasta el final de cada oraciónreclama:

—¡Ay,LuisAlfonso,porlomenosdi“amén”!—Amén.Yluegolapreguntaestúpida.—¿Porquénolerezas?Yyopienso:¿aquién?Rezanporsualma.Lamía,distorsionada,yyo,

partidoendos,vivoymuerto,nopuedorezarme…aunquepodríahacerlopormitad.

Siguen, siguen… “Torre de marfil… ruega por él… (¿hablan denuestro escondrijo?)…” “Arca de la Alianza… ruega por él… (nuestraalianza,papá)…”

Yyocontestofuerte,mirándolasfijamenteyremarcandomirespuestaconuninfinitodeseodequemeentiendan:“¡ruegapormí!”

Pero no entienden nada. Son una viuda y unas huérfanas falsas,disfrazadasdeluto,quejamáscomprenderánloquenossucede.

La letanía es eterna, las oraciones son tontas, complicadas,inadecuadas para nuestra situación. Están murmurando algo absurdo y

ajenoporcompletoanuestravidayanuestramuerte.Seríapreferiblequecantaranunacanciónrancheraparati,yparamíunadeesasrománticasydesesperadasenlasqueelamoryelodiosemezclantannaturalmente.

Peropobrecitas,¿cómolovanaentendersiyoestoydepie,vivo,conmicorbatanegraymitrajeheredado,y tú,segúnellas,estásenvueltoenunamortaja, desintegrándote, con las manos putrefactas y entrelazadas,conlasque,sipudierasy,sobretodo,siyaloentendiste,lasgolpearíasenla boca para que no siguieran inventando que estásmuerto y rezándotemecánicamente?

Suspirosfinales, llantomoderado,unaúltimamirada a la tumbaquehaquedadoregada,limpia,cubiertadeflores,“atododar”—diríastú—,ya emprender lamarchahacia la casa en la que volverás a estar presente,vivo, autoritario, obedecido. No tú, yo. Es igual. Allí las dejaré,descansandodelarudafaena,ysinexplicaciónalgunameiréareunirconElena, donde también te encontraré presente, vivo, instalado. Ya hasucedido,seráigual:fingiremosquenoesasí,queyanoexistes,hastaquepor mi conducto te aparezcas para exigir tu parte en todo, hasta en losmomentosmás íntimos que esperanzadamente imaginamos deleitosos, yquetúyyoconvertiremosenunaatormentadarivalidad.Yaenlacamalediré:

—Vengodelpanteón,esaniversario.—Ah,sí,hacecuatroaños.—Québienteacuerdas.—No,túmelorecordaste,enrealidadlohabíaolvidado.—¡Júramequelohasolvidado,quejamáspiensasenél,quegozasmás

conmigo,quenohaycomparación!—Telojuro,créeme,muchomás,nohaycomparación.—Puesloestásofendiendo,¿tedascuenta?¿Porquéteacostabascon

élsinotegustaba?—Noeseso,amor,megustaba,perotú…—¡Ah,tegustaba,¿noacabasdedecirmequeno?¿Noacabasdedecir

quenohaycomparación?Entoncesnoscomparas,noloniegues!

—¡Porfavor,entiéndeme!—No,nolopuedoentender.Quédatepensandoenél,yomevoypara

siempre,notengonadaquehaceraquí.Esinútil,esimposible.Seapretarálassienes,comodecostumbre,ydirá:—¡Sí,creoqueesimposible,lohicisteimposibledesdesiempre…cada

vezeslomismo,mevoyavolverloca!Measustaré,mesuavizaré:—Lohaces imposible tú, amormío; sería tan fácil: él estámuerto, yo

estoyvivo…Selanzaráamisbrazos,meabrazaraapasionada:—¡Esoes,amor,túestásvivo,yoestoyviva,olvídalo!—¿Lohasolvidadotú?—¡Sí,sí,completamente!—Pues concuánta facilidadolvidas; élno semerece esto,pareceque

hablarasdeuncualquiera,deunaaventura.Entoncesgritaráhistérica:—¡Teodio,loodio,déjenmeenpaz,lárguense!Ytúyyo,ofendidos,tomadosdelamano,saldremosdeesacasayde

esamujer que tampoco entiende.Daremos un portazomuy fuerte,muyvaronil, para que se asuste, y volveremos, papá, cuando ya esté máscalmada. ¿Cómo vamos a abandonarla? Te quedarías solo, me quedaríasolo. Y entonces, al olvidarla, tú y yo nos separaríamos… que esjustamente lo que voy a hacer, pero lo voy a hacer yo, no tú, porque yaestoyhartodeti,harto,harto.Yotambiénteodio,yElenaytodos.Loquemimamá dice son purasmentiras y cursilerías, y amis hermanas no lesimportas absolutamentenada, ¿looyes, looyes? ¡PonchoFernández!Meestoyriendodeti,antetupropiatumba,mecarcajeo,¿meoyes,meoyes?No,papá,noescierto,palabraquenoescierto.Quedópreciosalatumba,mira cuántas flores húmedas, frescas… y todo tan limpio… brilla tunombre,LuisAlfonsoFernández.Cualquieraquepase loveráypensará:“a estehombre sí que lo recuerdany loquieren”. ¿Yano estás enojado?Compréndeme, por favor, a vecesme desespero… ¡Es que sin ti todo es

tandistinto…ytanigual!

Fuecuandocumplimosdosañosdemuertos.Meacuerdoquenoquiseiren lamañana al panteón, con ellas, porquememolestaba esa procesiónfamiliarymeaburrenlosrezos.Nosóloporeso,laverdadesqueprefieroir solo. A veces, sin hablar, naturalmente, te platico de tus amigos y teinformo que ya los quiero un poco porque sonmuy buenos conmigo.Avecestereclamo;aveces lloro,peroalratitomeseco las lágrimas,digo lapeor de todas las leperadas que conozco, doy una patada a la reja dealambrónymevoycorriendo.Cuandoyaestoyfueradelcementerio,enlacalle,empiezoahacerpurasvulgaridades: ledigounpiropoobscenoa laprimeramuchachaquepasajuntoamí;sihayunacantinacercamemetoygolpeolabarraparaquemeatiendan,pidounacubalibreyluegogritoqueesunaporquería,avientounbilleteydejolabebidaintacta.

Aesonoheaprendido,deplanonomegustatomar.Laúnicavezquelohiceyquemepuse“hastalasmanitas”,comodice“elQuelite”Vargas,se me olvidó que te habías muerto, llegué a la casa muy tarde,tambaleándome,ylepedíamimamáquenotedijeranadaporqueteibasaenojar.

Semequedóviendo,asustadísima:—¿Quédices,hijo?—Quenovayasconelchisme,ahoritameacuestoysemepasa.Meacostéymedormíinmediatamente,comountronco.Cuandodespertéa lamañanasiguiente,yamuytarde,viamimadre

sentadaenlaorilladelacamamirándomecongranangustia.Nosehabíaseparado de mí un solo instante. Ya la iba a abrazar, agradecido,conmovido, cuando la muy torpeme contó lo que yo le había dicho al

llegar.Yluego,antesdequeyopudieradecirnada:—¡Pobrecito mío, no te haces a la idea! Yo tampoco, hijito, yo

tampoco;desdequesefueescomosiyotambiénmehubieramuerto.Sentícomoungolpeenlacabezaylepreguntéabrupta,ferozmente:—¿Yporquénotematas?—¡Ay,hijo,quécosastanhorriblesdices!—Notienennadadehorribles;nosepuedevivirmuerto,¿osí?—SetienequevivirhastaqueDioslodisponga.—Ah…Siempre está actuando, siempre se mete, nunca nos deja en paz.

Dizque se sientemuerta, sí, cómono…¿qué sabe ella de eso?Lodice yme ofende. Entonces, ¿yo qué soy? ¡No puedo, no puedomás con estetriángulodeldiablo!¿Estontaoperversaoqué?

Jamáshevueltoatomarunacopa.Nolevoyahacereljuego.Sí, era el segundo aniversario. Fui al panteón solo, en la tarde, te

llevabaunasflorespero al llegarmequedé sorprendidoporqueElena—entoncesnosabíaquiénera—estabaallí,vestidadenegro,con lacabezabaja,talvezrezando.

PasédelargoymedetuveenlatumbadeEsperancitaLarios.Elenanomevio,estuvotodavíaunrato,sepersignóysefue.YoledejélasfloresaEsperancitaylaseguí.Afueralaesperabauntaxi.MemetíapresuradoalacamionetaylaseguíhastaquellegóalacoloniaSantaMaría.Mefijémuybienenlacalleyenelnúmerodelacasa.

Pensémuchascosas,menosloqueaverigüédespués.NosemeocurrióporqueElena esmuy joven; ahora tiene veintinueve años, demodo quehacedosteníaveintisiete,sólodiezmásqueyo.Nomefijésierabonitaofea,laverdad.Loúnicoquemeinteresabaerasaberquiénera.

Me fui directamente a buscar al “Quelite” que es el quemás platicaconmigo, elmás sincero, como buen norteño, y el único que a veces seatreveadecirlasverdadesyaponerdelascoalSubsecretario,atodoslospolíticosyhastaalPresidentedelaRepública.Claroquenoensuspropiascaras, pero los otros ni en presencia, ni en ausencia y creo que ni en

pensamiento.Loquecuidan,enloqueseesmeran,esenqueeljefeconfíeen ellos. Así, según vaya ocupando cargos más importantes, ellosprogresarán y, sobre todo, serán más influyentes. No mejores,simplemente más poderosos. Les preocupa el poder, que casi nunca segana porméritos propios (nuestro jefe es tonto,mentiroso y ratero) sinoporlamanipulacióndeotros,máspoderosos.

Yo todavíano sémuchasde esas cosas.Aveces los ayudantes andanpreocupados y a veces muy contentos. No me dicen por qué y yo nopregunto.Peronadade loqueveomegusta.Caminancomopor túnelesoscurosquenoséadóndeconducen.

Odio al tal Subsecretario, sobre todo cuando se acuerda de ti y teelogia: “¡Ah, cómoextrañoaPonchoFernández, tan chingón!” ¿Porquénodice:“cómoextrañoamiamigoPoncho”?

Siyomemueronomeextrañará,nadiemeextrañaráporqueyonosoychingónnipiensoserlonunca.Bueno,tampocopensabaserAyudantedePolíticoyesoesloquesoy.Esoymuchasotrascosasquesóloyoentiendo.Simimamá se enterara semoriría de veras, no de palabra, como ahorapresumedequeloestá.Yalomejorledaríatantasvueltasalasunto,diríatantasmentirasyharía tantosaspavientos,queyonomeenteraríanuncasileimportabaono.

Al“Quelite”lepregunté:—Oye,¿quiénseráunamuchachaqueestabarezandoenlatumbade

mipapá?Notésusobresalto,perosecontuvoymedijo:—Sepa…—Túhasdesaber,“Quelite”,erasmuysuamigo.—Suamigo,nosugendarme.Yonosénada.—ViveenlacoloniaSantaMaría.—¿Yquéconeso?MuchasgentesvivenenlacoloniaSantaMaría.—Peronovanarezarleamipapá.Quierosaber,tengoderecho.—No,notienesderechoynoestésfregando.—Tevoyafregarhastaquemelodigas.

—Puesnotevoyadecirnada.—Entonces levoyapreguntara ella.La seguíyvi cuandoentróa su

casa,consullave.“ElQuelite”cambióporcompleto;abandonósuaparenteindiferencia,

pasósubrazosobremishombrosymedijo:—Vamos.Fuimos, naturalmente, a la cantina de siempre y nos sentamos en el

mismositiodondeaquellavezjugamosalasvencidas.—¿Quéquierestomar?—Nada.—Tómateuna,muchacho.—No,niuna…Yadime,“Quelite”.Él pidió su tequila, pero insistió en que fuera triple, no doble como

acostumbra.Meextrañó.—Yadime.—Nocomasansias.Loúnicoquetevoyadeciresquenovayasaverla.

Nodebesir.Porningúnmotivo,¿entiendes?—No,noentiendo,ysinomedices,voy.¿Quiénes?—Pues no sé, chingao… alguna pariente, alguna amiga, alguna

conocidadetupapá.—¿Yporquénopuedoverasusparientasoasusamigas?Hoymismo

voyadarlelasgraciasporvisitarloyrezarle.Laamenazalodecidió:—Nonoshagamospendejos.Tupapáerahombre,¿no?Puesconeso

estádichotodo.Claro, con eso estaba dicho todo. Ser hombre, para ellos, es tener

muchas mujeres: esposa y todas las que se puedan tener.Mientras másmujeressetenganmáshombresees.

MeacordédeloquedijounavezPepeLara,enesamismacantina:“Semeamontonóelquehacer;voyaecharunvoladoparavercuálgana”.Yluego,riéndoseestrepitosamente:“Sólosicaedecantomevoyamicasa”.

Y recordé también que, para darle gusto, yo tenía dos novias, y que

terminé con ellas cuando él semurió. (Por cierto, una de ellas se llamaElena…sí,Elena…quéchistoso.)

Deprontotodasmisurgentespreguntasal“Quelite”,ysobretodomiamenazay la situacióndedelatorenqueconella lopuse,meparecieroninjustas.Ymesentícomounniñoimbécil,caprichoso,chantajista,aquienelnoble amigodemipadredeberíahabermandadoaldiablo, envezdetratardeprotegerlo,comolohizo.

—Perdóname,“Quelite”,soyunreverendopendejoytúeresuncuateatodamadre,¡palabra!

Deliberadamenteuséel lenguajedeellosparaquesesintierabien.Onosési,enelfondo,paraqueseconfiaraypoderaveriguarlotodo.

—¿Ynomásesatenía?—Sí,seclavódeafeo,lotraíadeunala.—¿Yporquénosedivorcióysecasóconella?“ElQuelite”abriólosojoscomoplatos:—¡Válgame!,siguespendejo,¿cómocrees?—¿Ylaotraseconformaba?—Más le valía. Poncho nunca soltó rienda, se las traía cortitas y a

Elena —allí reveló el nombre sin fijarse— más que a ninguna pa’ nodemostrarsudebilidá.Yasabescómoson:tenotanquelasquieresysetetrepan.

No, yo no sabía. Entonces no había ni querido ni tenido a ningunamujer.Yahoraquelatengo,comoesdelosdos,debotratarlaamimodoyaltuyo,comoyosoyycomotúeras.Sialgúndíallegasamorirteledirécuánto la amo. ¡Cuánto te amo, Elena, ah cuánto te amo, Elena, amor,cuántoteamo!¡Quénecesidaddeacurrucarmeentresusbrazosydecirtecuántoteodio,papá,cuántoteodio!

Jamás había visto palidez igual. En algunos libros he leídomuchas vecesesas cosas en que uno ni se fija: “al oírlo palideció”, “su palidez erasemejante a la de un muerto”, “la revelación lo dejó pálido y mudo”,etcétera.Y eranpuras frases. ¿Cómova uno a saber si el escritor dice lociertoosóloinventaparaimpresionar?

Cuandome abrió la puerta se pusopálida comounamuerta. Esto lodigoyo, loviyoyescierto.Soydelamismaestaturademipapá,conunparecido notable y llevaba puesto su traje negro, el que me arreglaron.Además,jugabaconlacadenadelasllaves.

Palabra, se puso pálida, yo creí que se iba a desmayar. Sobre todocuandofingiendolamayornaturalidadymirándolafijamentelepregunté:

—¿Puedopasar,Elena?Nocontestó, claro,pero como lapuerta estabaabierta yo entréy ella

tuvoqueseguirmeycerrar.Lasalaeragrande,bienamuebladaperocomúnycorriente.Nohabía

nadaquepudierallamarlaatención.Creoquehastaseparecíaunpocoalasalademicasa.Busquéconlosojosalgúnretratotuyo.No,ninguno.

Elladijoporfin:—Siéntese.—Gracias.Lo hicimos, quedamos en silencio. Yo esperaba, esperaba.No estaba

asustado ni me sentía tímido. Todo lo contrario: firme, dueño de lasituación,perverso,observandocasisonrientesutotaldescontrol.

Porfin,conunhilodevoz,nopreguntósinodijo:—LuisAlfonso.

Yyolecontestélomástrivial,loverdaderamentemanidoyestúpido:—Paraservirle.Cuandooímifrasehubieraqueridodarmecontralasparedes.¿Cómo

para servirla? ¡Para reclamarle,paraacusarla,paradestrozarla,para todo,menosparaservirla!

Ydesdeesemomentoellafueladueñaabsolutadelasituaciónyyoelasustado,eldescontrolado,elimbécildesiempre.

—LuisAlfonso, LuisAlfonso…qué inesperado tenerte aquí, podertever. ¿Sabes que en esta casa se hablaba de ti constantemente? Conozcotodatuvida,erasloquetupadremásqueríaenelmundo.Loquejamáscreíeraqueseparecierantanto,aunqueéllodecíasiempre.

—Todoslodicen.—Esquesonexactos.Tupadreestabaorgullosísimodeeso.—Amimamáhastaledoymiedo.Bajólacabezaynohizocomentario.Yocomprendíydije:—Mishermanasnoseparecennadaamipapá.Semequedóviendocongranextrañeza.—¿Tushermanas?—Sí.—¿Dequéhablas?—Puesdemishermanas.—¿Hermanashermanastuyas?—Sí,máschicasqueyo.¿Noselodijo?—Me dijo que eras su único hijo. Nuncamencionó a tus hermanas,

creoqueestásinventando.—No,songemelas,yolesllevoseisaños.Quedóensilencio,comopensandoprofundamente.Luegodijoparasí:

“increíble”.—¿Porquéincreíble?Leestoydiciendolaverdad.—Sí,sí,tecreo.Yluego,mirándomealosojos,enuntonodistinto,rencoroso:—Paratupadrenoexistían.Creoquetúerasloúnicoqueexistíapara

él.Después,bruscamente:—¿Quieresuncafé?Yyo,enotromundoya,ennuestromundo,infinitamentefeliz,como

siestuvierassentadojuntoamí,otravezlafrasecortésytonta:—Sinoesmuchamolestia.Mequedésolo,noenunasala,nocontuamante.Nadadeeso:entre

nubes, como flotando en esa revelación de tu amor por mí, de tupreferencia, tanmarcada,tanconfesada,quehabíasidocapazdequitarlela vida a mis hermanas, a tus propias hijas. Yo era tu personaje único,como tú eres elmío. Y ahora lo sabía por Elena, ellame lo había dichoabierta,naturalmente.Ellamisma se colocabaenunplano inferior: “erasloquetupadremásqueríaenelmundo”.

Yo entonces no entendía bien eso de la inmensa gama de lasreacciones que hay en el amor de un hombre y una mujer, peroinstintivamente sentía que sintió celos. Tampoco sabía que los celospuedenllevaralcentromismodelosinfiernosyqueunapersonatiernaynoblepuedeconvertirsesúbitamenteenunsatánicoyrefinadoverdugo.Oen asesino.O en un solitario si no puede razonar su iracundo dolor, enocasiones tan infundado y tan injusto y tan justo, porque el amante quenocelaalamadoactúaelamorperonoha tocadosu fondodevoradorymisterioso. Tal vez digo tonterías: hay seres humanos tan diferentes queno puede existir unmodelo de amor. Cada uno lo siente y lo vive a sumodo.Yosólopuedohablardemisamoresymisodios:es lomismo.Delosquetetengoati,papá,pormuertoyporvivo;delquemetengoamí,por lasmismas causas demuerte y vida, y del que le tengo a Elena, portuyaypormía,porelinefable,deliciosohorrordecompartirla.

Regresóa la sala.Seguramente losmomentosque sealejó los empleópara suavizarse. Yo, después de lo que había dicho, le estaba tanprofundamenteagradecido,quemideseodeagredirlasetransformóeneldehalagarla,eneldeacercarmeaella,eneldequehabláramosdeti.Losdos,tuamanteytuhijo,recordándote,haciéndoteviviresteencuentroen

el que tú nunca pensaste y que en vida (hablo como si no la tuvieras)habríasevitado.

Sin embargo, corté la visita bruscamente. Estaba demasiado turbado.Teníaquedisfrutara solasmi importanciayallá,muyenel fondo, teníaqueocultarmigratitudhaciaElenayciertaexcitacióndistintaa todas lasqueyohabíasentidoantes.

Elenamegustó,así,rotundamente,Elenamegustó,perocomoenesemomentono sabía si eraporquea ti te gustaba,meeranecesario estar asolasparaaveriguarsieramipropiogustoounreflejodeltuyo,olasdoscosas.

Todavía lo estoy averiguando,papá,hoyque se cumplen cuatro añosdetumuerte,dosdequeviaElenaporprimeravezyunañodiezmesesdequeesmiamante.

Aquégradohesidosinceroyfalsodurantetodoestetiempo,sóloyopuedo saberlo, Elena sufrirlo y gozarlo y tus amigos desconocerlo. Estánasustados.Noentiendennadayquierenentender.Yomedivierto.Ahoratodosellossonlosadolescentesyyoeladultoqueescuchasuspreguntas,no las contesto, sonrío y les doy en la espalda unas palmadas paternalesquelossacandequicio.“ElQuelite”Vargassesienteculpabledetodo,elChato Herrera opina que deben encerrarme en un sanatorio paraenfermosmentales,yPepeLaraestáconvencido,ymelodice,dequesoy“undegeneradoyunreverendohijodeputa”.AElenaladetestan.Segúnellos está jugando conmigo, soy un corderito entre sus garras sabias ymalignas.Caíensutrampa.

Y la verdad es que yo, sin que Elena pudiera defenderse niexplicárselo, la hice caer en tu fosa y en tu cama, y que en ambas nosamamos, nos torturamos y nos gozamos los dos, los tres, intensamente,desesperadamente inseparables… hasta que yo quiera matarte, papá,porque si vives aún es porque yo así lo dispongo, así te lo ordeno. Esoquiero que lo entiendas bien.No soy tu esclavo, soy tu dueño, y puedoquitarteodartelavida.SoyDios.EsmagníficoserDios.¡Resucita,PonchoFernández! ¡Muérete, Poncho Fernández! Y a ti no te queda más que

obedecer.¡Tanarrogantequeerasymiraaloquehasllegado!Disfrutaelpoderdetuhijo.Queríasquefuerapoderoso,pisarafuertey llegaramuyalto,¿teacuerdas?Pueslleguéaunaalturaquejamáspudistecalcular,niimaginarsiquiera.SoyDios.

Sí,Dios.Pero ¿sabes, papá?, Te lo digo quedito, al oído, sin queme veas, sin

quenadienosoiga.Loqueyoquisieraes:noserelmaridoyelhijodemimamá;nielpadreyelhermanodemishermanas;ni,porserhijotuyo,elamigodetusamigos;nielprotegidoyayudantedeunpolítico;niturivalytucómplice;niyo-tú,ni tú-yo;nielamanteamediasdeElena.Loqueyo quisiera, papá, es tener otra vez seis años y oírte decir: “vámonos daruna vuelta”, o “verás cómo nos vamos a divertir”, o “voy a llegar tarde,hijo,perosipiensasenmítodoeltiempotalvezregresemástemprano”.

Eso,papá,queyanopuedeser,oqueenestejustomomento,hoyquees tu cuarto aniversario, aquí, de pie ante la tumba, suceda lo que hedeseado intensamente, todos, todos los días:morirme, tenermi caja,milápida,mi reja de alambrón,mi cruz,mi bugambilia,mi lagartija, ymispropiosgusanos,mispropiosgusanos,míos,míos.

Tengoderecho,yaquenolotuvealavida,atenerunamuerteentera.¿Mecomprendes,papá?Enteramentemía.

Entonces…—¡Ay,LuisAlfonso,porlomenosdiamén!—Amén.

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PortadaPreliminaresPrólogoEllibrovacío(1958)Losañosfalsos(1982)Contraportada