el libro es como la cuchara

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EL LIBRO ES COMO LA CUCHARA “El libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez se han inventado, no se puede hacer nada mejor. No se puede hacer una cuchara que sea mejor que la cuchara. El libro ha superado la prueba del tiempo. Quizá evolucionen sus componentes, quizá sus páginas dejen de ser de papel, pero seguirá siendo lo que es”. Umberto Eco En los últimos 20 años hemos asistido más evoluciones tecnológicas, que en toda la historia de la humanidad. Mayor almacenamiento en menor espacio, facilidad de consulta, bajo costo, solo por mencionar algunas ventajas de los soportes digitales, parecen indicar que al libro le tocará mudarse de los estantes de las bibliotecas a las vitrinas de los museos arqueológicos, a la derecha de los pergaminos y a la izquierda de las tablas de arcilla. Cuando hablo de Libro , tomo la definición de Aidan Chambers , quien considera al libro, como una secuencia de páginas en las que aparecen marcas que comunican significado, todas ellas ligadas en un orden autorizado. Este es el tipo de libro que para algunos está en peligro de extinción Hoy, tenemos lectores electrónicos en los que pueden almacenarse para su lectura cientos de volúmenes, conectarse a internet, sacar fotos, reproducir videos, etc. Gracias a estos dispositivos, se ahorra espacio, no se cortan árboles y principalmente, las publicaciones digitales, sobre textos científicos, están exentas de la obsolescencia del soporte impreso. Claro está que puede suceder lo que plantea la que plantea la película. “El libro de Eli”, protagonizada por Denzel Washington , habla de un mundo tras una catástrofe nuclear. La gente vive prácticamente en la Edad Media: los aparatos están inservibles, no hay red eléctrica, no hay pilas, no hay ordenadores que puedan funcionar. Y uno de los objetos más preciados en ese futuro nada imposible, solo los libros en papel siguen “funcionando”. Pero más interesante que fantasear sobre el riesgo de un futuro apocalíptico, me gustaría analizar el impacto social de los adelantos tecnológicos en la comunicación. Se cuenta que cuando Hermes -o Theut, el supuesto inventor de la escritura- le presentó su invención al faraón Thamus, recibió muchos elogios, porque esa técnica desconocida les permitiría a los seres humanos recordar lo que de otro modo habrían olvidado. Pero el faraón Thamus no estaba del todo contento. "Mi experto Theut -le dijo-, la memoria es un gran don que debe vivir gracias al entrenamiento continuo. Con tu invención, las personas ya no se verán obligadas a ejercitarla. Recordarán las cosas, pero no por un esfuerzo interno sino por un dispositivo exterior." Este nuevo objeto tecnológico, era temido, porqué “atrofiría” la misma facultad humana que fingía sustituir y reforzar. La historia se repite varios siglos después con la aparición de la imprenta, la iglesia se ve amenazada por el avance de los libros, ahora la gente se va a distraer de los valores importantes como “la salvación eterna”, comenzarán las libres interpretaciones y las curiosidades insanas. Si seguimos en una imaginaria línea del tiempo, nos encontramos con el surgimiento de la TV, en ese momento también pesaron sobre la misma la “etiqueta” de “asesina de libros”. Estas cuestiones analizadas desde nuestro contexto sociohistórico, parecen inverosímiles y tragicómicas. Pero hoy no faltan los agoreros que nuevamente vaticinan la muerte del libro consumada por el asesino de turno “el libro digital” y su poderosa arma: el hipertexto acompañado de los nuevos modos de leer. Algo parecido ocurrió con las pinturas al aparecer la fotografía o los diarios con la radio, por citar otros ejemplos. En realidad los libros, aun después de la invención de la imprenta, los libros nunca fueron el único medio de adquirir información. También había pinturas, imágenes populares impresas, enseñanzas orales, etcétera. El

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Page 1: El Libro Es Como La Cuchara

EL LIBRO ES COMO LA CUCHARA “El libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez se han inventado, no se puede hacer nada mejor. No se puede hacer una cuchara que sea mejor que la cuchara. El libro ha superado la prueba del tiempo. Quizá evolucionen sus componentes, quizá sus páginas dejen de ser de papel, pero seguirá siendo lo que es”. Umberto Eco

En los últimos 20 años hemos asistido más evoluciones tecnológicas, que en toda la historia de la humanidad. Mayor almacenamiento en menor espacio, facilidad de consulta, bajo costo, solo por mencionar algunas ventajas de los soportes digitales, parecen indicar que al libro le tocará mudarse de los estantes de las bibliotecas a las vitrinas de los museos arqueológicos, a la derecha de los pergaminos y a la izquierda de las tablas de arcilla. Cuando hablo de Libro, tomo la definición de Aidan Chambers, quien considera al libro, como una secuencia de páginas en las que aparecen marcas que comunican significado, todas ellas ligadas en un orden autorizado. Este es el tipo de libro que para algunos está en peligro de extinción Hoy, tenemos lectores electrónicos en los que pueden almacenarse para su lectura cientos de volúmenes, conectarse a internet, sacar fotos, reproducir videos, etc. Gracias a estos dispositivos, se ahorra espacio, no se cortan árboles y principalmente, las publicaciones digitales, sobre textos científicos, están exentas de la obsolescencia del soporte impreso. Claro está que puede suceder lo que plantea la que plantea la película. “El libro de Eli”, protagonizada por Denzel Washington, habla de un mundo tras una catástrofe nuclear. La gente vive prácticamente en la Edad Media: los aparatos están inservibles, no hay red eléctrica, no hay pilas, no hay ordenadores que puedan funcionar. Y uno de los objetos más preciados en ese futuro nada imposible, solo los libros en papel siguen “funcionando”. Pero más interesante que fantasear sobre el riesgo de un futuro apocalíptico, me gustaría analizar el impacto social de los adelantos tecnológicos en la comunicación. Se cuenta que cuando Hermes -o Theut, el supuesto inventor de la escritura- le presentó su invención al faraón Thamus, recibió muchos elogios, porque esa técnica desconocida les permitiría a los seres humanos recordar lo que de otro modo habrían olvidado. Pero el faraón Thamus no estaba del todo contento. "Mi experto Theut -le dijo-, la memoria es un gran don que debe vivir gracias al entrenamiento continuo. Con tu invención, las personas ya no se verán obligadas a ejercitarla. Recordarán las cosas, pero no por un esfuerzo interno sino por un dispositivo exterior." Este nuevo objeto tecnológico, era temido, porqué “atrofiría” la misma facultad humana que fingía sustituir y reforzar. La historia se repite varios siglos después con la aparición de la imprenta, la iglesia se ve amenazada por el avance de los libros, ahora la gente se va a distraer de los valores importantes como “la salvación eterna”, comenzarán las libres interpretaciones y las curiosidades insanas. Si seguimos en una imaginaria línea del tiempo, nos encontramos con el surgimiento de la TV, en ese momento también pesaron sobre la misma la “etiqueta” de “asesina de libros”. Estas cuestiones analizadas desde nuestro contexto sociohistórico, parecen inverosímiles y tragicómicas. Pero hoy no faltan los agoreros que nuevamente vaticinan la muerte del libro consumada por el asesino de turno “el libro digital” y su poderosa arma: el hipertexto acompañado de los nuevos modos de leer. Algo parecido ocurrió con las pinturas al aparecer la fotografía o los diarios con la radio, por citar otros ejemplos. En realidad los libros, aun después de la invención de la imprenta, los libros nunca fueron el único medio de adquirir información. También había pinturas, imágenes populares impresas, enseñanzas orales, etcétera. El libro sólo demostró ser el instrumento más conveniente para transmitir información. Este tipo de libros de consulta como enciclopedias o manuales ya han sido reemplazados por enciclopedias en Cd o DVD, pero lo mismo le ocurrió a estos últimos, ej. Encarta que fueron reemplazados por la búsqueda en la web o wikis, como la wikipedia. Pero existen otros libros, a los que Umberto Eco denomina “libros para leer”, este tipo de libros, nunca podrá ser reemplazado. En palabras de Chambers “ en ninguna otra forma de comunicación verbal, en ningún otro arte, más que aquel al que llamamos literatura, está el comunicador tan al mando del medio como cuando compone un libro; en ningún otro tiene el receptor tanto control sobre un medio como el lector cuando lee un libro”. Sin duda, existen y existirán otras formas o soportes de difundir el contenido de un libro. Desde la piedra, la madera, las tablillas de arcillas, los jeroglíficos, los rollos de papiro, son algunas de estos medios que representan el concepto del “libro”. Más allá de la capacidad de almacenamiento o acceso a la información, leemos un texto presentado en determinado formato de manera distinta a como leeríamos el mismo texto presentado en un formato diferente. En estos días, cuando los textos electrónicos no poseen la integridad de las páginas separadas, el aspecto físico del libro lo hace especial y diferente, la relación con el autor, es diferente, es otro el “contrato tácito” y requiere que se reflexione sobre él, no sólo porque afecta la comprensión del lector, sino porque afecta al escritor también. La textura y el olor de las páginas, hacen del acto de leer una relación única entre libro y lector, una práctica de lectura diferente que no podrá ser reemplazada. La literatura está hecha de lenguaje autorizado, producto de la relación autor lector y pensada para la contemplación controlada por este. Ésa es su esencia, la diferencia del Libro respecto de todo los otros “tipos de libros”. El libro persistirá, porque son de esa clase de instrumentos que, una vez inventados, no pudieron ser mejorados, simplemente porque son buenos, como la cuchara. Bibliografía: - Chambers, Aidan (2006) “El futuro del libro” en Lecturas México: Fondo de Cultura Económica. - Eco, Umberto. “Resistirá” Diario Página 12, Buenos Aires, 7 de Diciembre de 2003.