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m Luis Mª García Domínguez, SJ El libro del discípulo El acompañamiento espiritual editorial Ediciones m Mensajero Sal Terrae

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Page 1: El libro del discípulo (SAL TERRAE)

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Luis Mª García Domínguez, SJ

El libro del discípuloEl acompañamiento espiritual

editorial

Ediciones m Mensajero

Sal Terrae

Page 2: El libro del discípulo (SAL TERRAE)

El libro del discípulo

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier formade reproducción, distribución, comunicación pública y transformaciónde esta obra sin contar con la autorización de los titulares de la propie-dad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede serconstitutiva de delito contra dicha propiedad (arts. 270 y s. del CódigoPenal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org)vela por el respeto de los citados derechos.

Imprimatur:✠ Vicente Jiménez ZamoraObispo de Santander25-01-2011

Diseño de cubierta:María Pé[email protected]

© Editorial Sal TerraePolígono de Raos, PARCELA 14-i39600 Maliaño (Cantabria)Apartado 77 – 39080 SantanderE-mail: [email protected]: 978-84-293-1910-1

© Ediciones Mensajero, S.A.U.Sancho de Azpeitia, 2, BilbaoApartado 73 – 48014 BilbaoE-mail: [email protected]: 978-84-271-3198-9

Depósito Legal:Impreso en España. Printed in Spain

Impresión y encuadernación:Grafo, S.A. Basauri (Vizcaya)

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Page 3: El libro del discípulo (SAL TERRAE)

ÍNDICE

Índice

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

I. Qué es el acompañamiento espiritual . . . . . . 15

1. Qué es el acompañamiento espiritual . . . . . . . . 18Tipos de acompañamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . 24

2. Empezar un acompañamiento . . . . . . . . . . . . . . 27

3. La relación de acompañamiento . . . . . . . . . . . . 32Perfiles distintos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35

II. De qué hablar en la entrevista . . . . . . . . . . . . 41

1. Los primeros encuentros . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41

2. La vida cristiana: escuchar y responder a Dios 46La respuesta cristiana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54

3. La propia historia y persona . . . . . . . . . . . . . . . 57Persona, imagen, motivaciones . . . . . . . . . . . . . 60Trabajos y actividades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64Familia, grupo cristiano, comunidad . . . . . . . . 67

4. Sexualidad y afectividad . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70

5. Conflictos de todo tipo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74

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III. Discernir la vocación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81

1. Dios nos llama a todos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82

2. Discernir la propia vocación . . . . . . . . . . . . . . . 85

3. Condiciones básicas para una vocación consagrada . . . . . . . . . . . . . . 90

4. Señales de una vocación . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96

5. Vivir la vocación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101Resistencias y decisión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106

6. Cuándo hacer un discernimiento vocacional . . 108

IV. Cómo hablar. El desarrollo de la entrevista . 115

1. Dificultades en la entrevista . . . . . . . . . . . . . . . 115La incertidumbre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116El silencio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118Hablar demasiado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123Dificultades en la relación . . . . . . . . . . . . . . . . 126

2. Actitudes del «discípulo» en el acompañamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130Para una comunicación más significativa . . . . 134

3. Preparar la entrevista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138Antes de la entrevista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138Durante la entrevista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140El diálogo en la entrevista . . . . . . . . . . . . . . . . 142Después de la entrevista . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145

V. Practicar lo hablado en la entrevista . . . . . . . 149

1. Practicar la vida cristiana . . . . . . . . . . . . . . . . . 149Instrumentos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 156

2. Discernir cada día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162Discernir la oración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162

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Índice

Discernir la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166Discernir lo bueno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 170

3. Tomar decisiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 174Disposiciones para elegir . . . . . . . . . . . . . . . . . 177Disponerse espiritualmente . . . . . . . . . . . . . . . . 180Tres procedimientos para elegir . . . . . . . . . . . . . 183

4. Terminar el acompañamiento . . . . . . . . . . . . . . 191

Epílogo:Dios nos acompaña en nuestra vida espiritual . . . 195

Dios nos acompaña . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195

La vida espiritual como camino . . . . . . . . . . . . . . . 197

El mundo interior . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 200

Referencia de las obras citadas . . . . . . . . . . . . . . . 205

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Presentación

Este libro trata sobre el acompañamiento espiritual yestá dirigido especialmente a las personas que buscano que quizá ya tienen ese tipo de relación espiritual.Pretende exponer qué es, en qué consiste este diálogoespiritual entre dos personas y cómo se pueden apro-vechar lo mejor posible las conversaciones y la rela-ción de acompañamiento.

El contenido del libro sigue las cuestiones quesuele plantearse una persona que desea ser acompa-ñada espiritualmente. En primer lugar, se indica (enel Capítulo I) qué se entiende por acompañamientoespiritual, en qué consiste esa práctica tan antigua enla Iglesia, qué objetivos pretende y qué medios utili-za. Luego se señalan (en el Capítulo II) los distintostemas de conversación que pueden ocupar el diálogode acompañamiento, con el fin de tener una referen-cia de las distintas áreas que antes o después convie-ne examinar en el diálogo espiritual. Además (en elCapítulo III) se proporcionan claves para abordar eldiscernimiento de la propia vocación, una cuestiónque muy frecuentemente conviene abordar en el

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Presentación

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El libro del discípulo

acompañamiento. Se trata de esa llamada particularque Dios nos hace, esa invitación a elegir un estadode vida o a ser fieles a la vocación ya elegida; en di-cho capítulo se señalan algunos criterios para com-prender una posible vocación sacerdotal o religiosa.

Los temas señalados para el diálogo de acompa-ñamiento se pueden tratar de muchas maneras, y poreso se añaden algunas orientaciones para preparar lasentrevistas y para desarrollarlas con más provecho(Capítulo IV). Posteriormente se hacen varias suge-rencias para llevar a la vida cotidiana las cosas trata-das en la conversación, para discernir por nosotrosmismos en la vida cotidiana y, en definitiva, paracomprometernos con nuestra vida cristiana segúnnuestra propia vocación (Capítulo V). En las páginasfinales del breve Epílogo se apuntan algunos funda-mentos del enfoque que se da en este libro al acom-pañamiento espiritual y a la vida espiritual, que tomamuchos de sus conceptos de una antigua tradicióncristiana llena de sabiduría, aunque los releemos hoycon categorías mentales actuales.

Estas páginas están pensadas y escritas para eldiscípulo1, para quien empieza o prosigue un itinera-rio espiritual con la ayuda de otra persona y que, dealguna manera, se pone en sus manos con el deseo deser guiado para acertar mejor con su camino. Por esoel libro se escribe en un tono llano y directo, sin in-troducir todos los matices en las afirmaciones que se

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1. Discípulo y discípula. Utilizaremos indistintamente el masculi-no o el femenino para referirnos tanto a acompañantes como aacompañados y acompañadas; es claro que tanto varones comomujeres pueden desempeñar ambos papeles.

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Presentación 13

ofrecen, con el fin de no dificultar el diálogo intelec-tual del lector o la lectora con la visión central que sepropone; se ha optado por la claridad, más que por laprecisión matizada y sutil. Por lo mismo, y para nodistraer al lector, no se incluyen notas bibliográficassobre la dirección espiritual, aunque subyacen nume-rosas lecturas a la síntesis que aquí se presenta. Sólose hacen algunas alusiones a la Sagrada Escritura y alConcilio Vaticano II, aunque se citan también textosconcretos de san Ignacio de Loyola y de santa Teresade Jesús. Y ello porque el primero inspira en muchamedida el enfoque del acompañamiento espiritualque aquí se presenta; y porque la santa de Ávila, ade-más de ofrecer una perspectiva de mujer, puede serun prototipo genial de una experiencia espiritual cul-minada, entrelazada de trabajos y gozos y narradacon una fuerza existencial quizá inigualable.

El libro quisiera animar a buscar un acompaña-miento espiritual a todas las personas interesadas ensu crecimiento personal y que no tienen ese tipo dediálogo espiritual, tal vez por falta de iniciación, pordesconfianza, por recelo, por timidez o por dejación;y todo ello desde el convencimiento de que un pocode acompañamiento espiritual puede ayudar mucho acualquier persona de buena voluntad que quiera se-guir a Jesucristo con ilusión. Este escrito también de-sea ayudar a quienes tienen ya alguna forma de di-rección espiritual y desean sacar todo el fruto posiblede esa relación. Pero estas páginas son solo una ayu-da y remiten necesariamente a cada discípulo y discí-pula a la relación personal con su acompañante espi-ritual, quien podrá proponer la palabra más precisa,aclarar los conceptos dudosos, aplicar la mejor peda-

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gogía y acomodar lo que aquí se dice o se omite; puesel acompañamiento espiritual es un camino vivo queno se puede suplir con libros.

* * *

Desde hace años, dedico bastante tiempo a acompa-ñar espiritualmente a otras personas, en distintas mo-dalidades. Ciertamente, tengo mucha confianza enese instrumento pastoral que es el acompañamientoespiritual, tan antiguo y tan usado dentro y fuera de laIglesia. He de decir que desde muy joven he experi-mentado los beneficios del acompañamiento sobretoda mi persona; también durante mi formación reli-giosa y sacerdotal recibí una atención muy personali-zada, basada en la escucha, el respeto, la propuesta,el discernimiento evangélico y la mirada al mundo.Quizá de esta experiencia, que otra gente también hatenido, me viene la seguridad de que merece la penabeneficiarse del acompañamiento espiritual por algúntiempo en la vida.

Personalmente, me siento profundamente agrade-cido a las personas que me han acompañado espiri-tualmente a lo largo de mi vida por su atención y porsu aportación a mi crecimiento humano y espiritual.Y agradezco también, a las personas que me han pe-dido que les acompañase espiritualmente, la confian-za que han depositado en mi persona y en mi minis-terio. De unos y de otros he aprendido todo lo que es-tá escrito en este libro.

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I. Qué es el acompañamiento espiritual

En este capítulo se trata de responder a la pregunta dequé es el acompañamiento espiritual y cómo se ins-cribe este diálogo entre dos personas en el conjuntode la vida espiritual cristiana que cada uno de noso-tros está invitado a vivir por sí mismo.

Los creyentes tenemos la convicción profunda deque Dios nos conoce, nos mira, nos escucha, nosatiende, está cerca de nosotros, nos espera tras nues-tros titubeos1. Esta seguridad es fruto de nuestra fe y,a la vez, alimenta la confianza que sentimos al saber-nos profundamente acompañados. Este sentimientonos hace mejores y nos mueve a mirar a los demáscomo hermanos, a orar con confianza y a ponernoscon libertad delante de ese Dios que conoce nuestrosmás íntimos pensamientos y los sentimientos denuestro corazón: «Tú me sondeas y me conoces»2.

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I

Qué esel acompañamiento espiritual

1. Tal es la experiencia de santa Teresa: «Sea bendito por siempre,pues tanto me esperó»: TERESA DE JESÚS, Libro de la Vida, Pró-logo 2; en Obras completas, Monte Carmelo, Burgos 20005. (Enalgunas citas de esta obra actualizamos ligeramente la ortografíaoriginal, para facilidad del lector).

2. Salmo 139,1.

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Pero el Dios con el que nos relacionamos con estaconfianza es mucho más que un interlocutor impor-tante en nuestra vida, pues, como dice san Pablo, «enÉl vivimos y nos movemos y existimos»3. Somos crea-dos por Dios como fruto de su amor, y por ese mismoamor estamos llamados a retornar a Él a través de uncamino espiritual que implica toda nuestra vida ynuestra persona. Un camino que recorremos, por asídecirlo, en nuestra vida espiritual, pero no entendidacomo vida inmaterial, sino como existencia histórica,concretamente relacionada con personas y objetos,con circunstancias y sentimientos, hecha de realidadesy fantasías, de expectativas y logros, de frustracionesy fracasos. Y así, una relación con Dios que se esta-blece necesariamente en medio de esas manifestacio-nes de la vida, y con todas sus ambivalencias, será untema central en nuestro acompañamiento espiritual.

El acompañamiento espiritual tan solo pretendeayudarnos en ese camino de retorno al Padre. Por esopodemos entender esa relación espiritual como unarelación triangular en la que no están presentes solodos interlocutores (el acompañante y el acompaña-do), sino que siempre hay un tercero, que es Dios, elcual siempre ilumina y mueve al acompañante, quediscierne lo que debe decir de parte de Dios; y, porsupuesto, Dios siempre mueve a la persona acompa-ñada a buscar y aplicar las mociones espirituales quesiente dentro de sí. La relación es triangular, porqueDios inspira por igual a ambos interlocutores y por-que el Espíritu está siempre presente en el procesoespiritual que se acompaña4.

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3. Hechos de los Apóstoles 17,28.

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I. Qué es el acompañamiento espiritual

Desde esta perspectiva, aquí entendemos fre-cuentemente nuestra relación con Dios como un ca-mino que se recorre, como un itinerario espiritual.Aunque existen otras muchas figuras posibles paraexpresar esta relación5, en las páginas siguientesacudiremos reiteradamente a la metáfora del camino,porque es una imagen que facilita la llamada a nues-tra iniciativa, a la búsqueda personal mediante el dis-cernimiento, a nuestra responsabilidad, a la necesi-dad de tomar decisiones cada día para elegir la di-rección de nuestra existencia. Pues el acompaña-miento espiritual cristiano no nos exime del ejercicioadulto de nuestra libertad.

De este modo, el acompañamiento espiritual se si-túa en la intersección de un sentimiento y una evi-dencia: por un lado, el deseo sincero de buscar perso-nalmente el camino espiritual que Dios quiere que re-corramos cada día; y, por otro, la convicción compro-bada de nuestra pobreza, ya que es mucho más difícilacertar en el camino cuando vamos solos, de modoque la ayuda respetuosa de un guía facilita nuestrabúsqueda.

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4. También el acompañante debe atender a esa presencia de Dios,porque es Él quien se comunica directamente a cada persona: IG-NACIO DE LOYOLA, Ejercicios Espirituales (edición de Cándido deDalmases), Sal Terrae, Santander 2004, n. 15.

5. Imágenes de fondo bíblico que iluminan la relación con Dios son,entre otras muchas, las de llamada, escucha, alianza, conversión,servicio, sabiduría, seguimiento, imitación, ascenso, crecimiento,maduración, amistad, etc.

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1. Qué es el acompañamiento espiritual

Lo que hoy se suele llamar «acompañamiento espiri-tual» ha tenido y tiene muchos nombres. Una expre-sión muy frecuente en el último siglo es la de «direc-ción espiritual», pero también podemos escuchar yleer otras expresiones, como «diálogo pastoral»,«diálogo o coloquio espiritual», «dirección de con-ciencia», «guía», «encuentro de ayuda espiritual»,«relación de ayuda»... y otras muchas. Cada expre-sión subraya algún aspecto específico, pero paranuestra consideración ahora mismo no importa tantoel nombre que le adjudiquemos, sino lo que sucedeen esas conversaciones. Lo que en estas páginas seentiende por acompañamiento espiritual es una rela-ción continuada entre dos personas en la que una deellas, mediante frecuentes conversaciones, ayuda a laotra a buscar y realizar la voluntad de Dios según suvocación particular, buscada mediante el discerni-miento espiritual, con el empleo de distintos recursosverbales y de otros instrumentos pastorales. Esta bre-ve definición puede entenderse mejor si detallamosalguno de sus elementos, mirando las cosas desde elpunto de vista de los que somos acompañados; lo ha-cemos a continuación.

El acompañamiento individual establece una rela-ción interpersonal entre dos personas; se apoya enuna serie de conversaciones, más o menos frecuentesy periódicas, en las que nosotros hablamos y la otrapersona (varón o mujer) nos escucha, en las que co-municamos aquello que nos inquieta, nos alegra o nosdesorienta de cara a nuestra vida cristiana. En elacompañamiento, buscamos ser comprendidos y que

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I. Qué es el acompañamiento espiritual

nos ayuden a comprendernos; buscamos explicarnosy que nos confirmen si estamos acertados o equivo-cados; buscamos orientación, aunque no deseamossoluciones hechas. Por eso nos sinceramos con nues-tro acompañante, sin esperar que él nos correspondacon sus propias confidencias o nos hable de sus preo-cupaciones. Por lo tanto, la conversación que se pro-duce en el acompañamiento no es una conversacióncomún entre iguales o entre amigos; la confianza quese genera es grande, aunque no es propiamente de iday vuelta. Se trata, por tanto, de una relación cercana,pero asimétrica.

Otro rasgo del acompañamiento es que en él pre-tendemos buscar y hallar la voluntad de Dios, paraluego llevarla a la práctica. Cada cristiano busca aDios en lo secreto de su oración y en la cotidianeidadde su vida; pero el acompañamiento nos ayuda a des-cubrir sus señales, a recordar su lenguaje ordinario yhabitual, a interpretar sus signos y a reconocer tam-bién nuestras resistencias. Aunque Dios se comunicade muchas maneras, la oración es considerada comouna forma universal y privilegiada de experiencia deDios, por lo que iniciar en la oración y ayudar a dis-cernirla suele ser una tarea habitual de todo acompa-ñamiento. Por eso se supone que la persona que nosacompaña tiene alguna experiencia personal de Dios,porque de lo contrario no podría enseñarnos ni enten-der del todo alguna de nuestras vivencias; pero tam-poco es necesario que haya vivido y conocido exac-tamente todas las situaciones que nosotros experi-mentamos. Tampoco Jesús era romano, publicano nipescador, pero entendió muy bien a centuriones, a re-caudadores y a pescadores de Galilea.

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Del acompañante pretendemos, sobre todo, quenos ofrezca un poco de luz para el camino, y no tan-to que nos aporte soluciones muy pensadas; sin reci-bir la seguridad que proporciona a corto plazo unacompañante más directivo, parece mejor que, comoacompañados, empleemos con frecuencia nuestra ini-ciativa personal, aun a riesgo de equivocarnos. Puesen el acompañamiento debemos ir más allá de nues-tra inseguridad timorata o de nuestra autonomía re-belde, para buscar decididamente la respuesta honra-da a nuestra inquietud cristiana; y esa respuesta siem-pre será personal, como es personal la palabra queDios dirige a cada corazón humano. Esa llamada yesa respuesta personales piden, en muchos momen-tos, que se emplee el discernimiento espiritual parabuscar y hallar la voluntad divina. Ciertamente, unbuen acompañamiento fomenta el discernimientopersonal en la vida; pero ese discernimiento, para sercompleto, necesita el contraste con otra persona espi-ritual6. De este modo, en el diálogo de acompaña-miento hay lugar para el discernimiento, pero tam-bién para la instrucción, la orientación y la confirma-ción del camino.

Lo que principalmente busca el acompañamientoes la voluntad de Dios para cada uno. Pero puede ha-ber también otros fines intermedios y otros efectosderivados de aquel objetivo principal que resultantambién convenientes. Por ejemplo, tenemos que sa-

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6. Pues con solo el propio criterio (o con malos consejeros) se pue-den perpetuar los errores: «duré en esta ceguedad creo más dediecisiete años, hasta que un Padre dominico, gran letrado, medesengañó en cosas»: TERESA DE JESÚS, Libro de la Vida, 5,3.

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I. Qué es el acompañamiento espiritual

ber serenarnos anímicamente antes de practicar laoración; o tenemos que conocernos mínimamente an-tes de luchar contra nuestros defectos; por lo cual, sa-ber serenar el espíritu y aprender a conocerse un po-co pueden ser objetivos parciales que se proponga unacompañamiento espiritual durante un cierto tiempo,para alcanzar otros objetivos importantes.

Otros fines parciales del acompañamiento puedenser mucho más instrumentales; por ejemplo, el acom-pañante de un estudiante puede proponerle (y propo-nerse) que estudie más seriamente, que colabore du-rante unas horas a la semana en algún voluntariado oque se lleve mejor con su hermano menor. También elacompañamiento de una religiosa puede buscar queacepte mejor su actual misión (que se desarrolla enun colegio en Europa, aunque ella querría ir a un dis-pensario en África), o que se integre mejor en su co-munidad. El acompañante de un profesional casadopuede pretender durante un tiempo que armonice me-jor su vida de trabajo y su atención a la familia. Y asísucesivamente. Pero todos estos, y muchos otros po-sibles, son solo objetivos parciales del acompaña-miento, aunque parezcan necesarios; y, de hecho, hayque asumirlos y plantearlos como importantes, consi-derando siempre el fin último de cada acompaña-miento. Pues tener muchos fines intermedios no ga-rantiza la búsqueda de un objetivo final, mientras queun fin claro sí puede servir para articular distintos ob-jetivos intermedios.

A esa luz sí es posible, y puede ser muy sensato,que nosotros como personas acompañadas, y nues-tros acompañantes con nosotros, nos propongamosalgunas de estas tareas a modo de etapas necesarias

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de nuestra respuesta a Dios. Dichas tareas se puedenformular en cuatro o cinco grupos de fines parciales.Un fin del acompañamiento es que nos conozcamoscomo personas y que conozcamos el mundo en el quevivimos, por lo que un cierto nivel de introspección yde análisis de la realidad que nos rodea parece nece-sario para nuestra vida espiritual. Otro fin del acom-pañamiento, en segundo lugar, es la aceptación rea-lista y madura de nuestra forma de ser y de nuestrahistoria personal, así como de las circunstancias his-tóricas y existenciales que nos toca vivir en el pre-sente; además de conocerse, también es importanteaceptarse. Y este trabajo de la aceptación propia pue-de resultar difícil, pero resulta importante para esta-blecer el diálogo evangélico con el Dios que se diri-ge a nosotros; aunque, por otra parte, el evangeliomismo puede ser un motivo para una mejor acepta-ción propia, a la luz de la Palabra de Dios.

En tercer lugar, nuestro acompañante nos puedeque señalar, cuando sea necesario, cuáles son las ver-daderas actitudes cristianas ante determinadas situa-ciones, cuáles son algunas implicaciones morales yprácticas de nuestra vida creyente; y nos ha de con-cretar cómo se manifiesta en nuestras circunstanciasparticulares una vida teologal de fe, de esperanza y decaridad. Pero sabiendo que no hace falta conocerse yaceptarse perfectamente para poder conocer y vivir elevangelio. La fe nos propone unos valores muchasveces contrarios a los valores sociales vigentes e in-cluso distintos de los criterios del sentido común. Pe-ro, una vez aceptados por nosotros esos valores, elacompañamiento se puede proponer un cuarto objeti-vo, que es el de ayudarnos a cambiar personalmente

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I. Qué es el acompañamiento espiritual

a la luz de esos valores. El evangelio pretende cam-biar al que lo acoge, pues es una semilla que tiene ensí misma una fuerza intrínseca de crecimiento7.

Todavía podemos añadir brevemente otra caracte-rística del acompañamiento espiritual cristiano, y esque ese diálogo de ayuda que buscamos se producedentro de la Iglesia, que es donde nace y crece nues-tra fe, y habitualmente se orienta en referencia a susparámetros doctrinales y morales; es lógico que elacompañante se mantenga en fidelidad a esa comuni-dad de sentido, aunque, como personas acompaña-das, a veces percibimos a la Iglesia a la vez como vi-sible e invisible, santa y pecadora, humana y divina,expresión y velo de la presencia de Dios en este mun-do8. Ciertamente, como acompañados nos podemossentir más o menos cómodos dentro de esa Iglesiaconcreta (universal y local) a la que pertenecemos;pero deberíamos al menos mantener el beneficio de laduda, en el sentido de desear, juntamente con nuestroacompañante, encontrar al Dios en quien tantos hancreído y respondido de tantas formas diferentes den-tro de la Iglesia9.

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7. Según Marcos 4,26-29.8. CONCILIO VATICANO II, Lumen Gentium, n. 8; Sacrosantum Con-

cilum, n. 2.9. «Creyendo que entre Cristo nuestro Señor, esposo, y la Iglesia, su

esposa, es el mismo espíritu que nos gobierna y rige [...], porquepor el mismo Espíritu y señor nuestro que dio los diez manda-mientos es regida y gobernada nuestra santa Madre Iglesia»: IG-NACIO DE LOYOLA, Ejercicios Espirituales, n. 365.

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Tipos de acompañamiento

Hay distintos tipos de acompañamiento, porque pue-de variar su duración, el orden de los objetivos pro-puestos, el método que inspira la entrevista, los re-cursos empleados y otras muchas variables. Respectoa la duración, ya hemos aludido a los encuentros es-porádicos que se emplean para consultas puntualessin intención de continuar. Pero, generalmente, la re-lación de acompañamiento espiritual se establece pa-ra un período de tiempo determinado (unos meses, uncurso académico, un año natural o un período forma-tivo), pues es preferible establecer un acuerdo tempo-ral que se puede revisar posteriormente, antes que de-jar el compromiso en un acuerdo absolutamenteabierto y sin una fecha final.

Por otra parte, podemos hablar de tres tipos prin-cipales de acompañamiento espiritual por el enfoqueglobal que adoptan tanto el acompañante como elacompañado. Simplificando estas perspectivas, deri-vadas de las ciencias humanas, podemos ver, en pri-mer lugar, que hay un enfoque más centrado en lostemas, donde el asunto o problema planteado se ana-liza de modo más o menos racional y espiritual, bus-cando las soluciones posibles. Se trata de un acom-pañamiento orientado a facilitar la resolución de unproblema más o menos duradero o de una situacióncompleja, como puede ser tomar una decisión concriterios cristianos sobre unos estudios universitarioso un trabajo estable; elegir el propio estado de vida; ola mejor solución a una crisis matrimonial. Hay otraspersonas que buscan en el acompañamiento una ayu-da para afrontar aspectos muy antropológicos, como

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I. Qué es el acompañamiento espiritual

puede ser una baja autoestima, una dificultad grandepara las relaciones, una etapa de tono un tanto depre-sivo, algún problema persistente de raíz afectiva o se-xual... Todos estos ejemplos parecen mostrar un en-foque centrado en el problema, de modo que el acom-pañamiento termina cuando el problema queda solu-cionado o, al menos, un tanto encauzado.

Otras veces, el acompañamiento no está orientadopropiamente a solucionar un problema, sino a iniciaro a consolidar una vida espiritual, por lo que el acom-pañante se propone una pedagogía de la interioridad,inicia a métodos distintos de oración o enseña a prac-ticar la lectio divina. También aquí existe un tema(iniciarse en la experiencia espiritual) que centra eltrabajo de los interlocutores y sus encuentros.

Pero existe un segundo tipo de acompañamientoque está más bien centrado en la persona, por cuan-to los temas planteados en la entrevista pierden pron-to su protagonismo, y el interés se va centrando pau-latinamente en la persona misma que plantea lascuestiones, y ya no en sus problemas. El acompañan-te, en este caso, procura fortalecer la capacidad de ha-cer frente a los conflictos desde las potencialidadesque tiene en sí misma la persona, recursos quizá dor-midos. La fuerza de este tipo de acompañamientoconsiste en responsabilizar a la persona de la soluciónde sus problemas, y crear las condiciones favorablespara que esa persona confíe adecuadamente en símisma. El acompañado, generalmente, adquiere esaconfianza poco a poco al sentirse escuchado, acogi-do, respetado y dejado a su libre iniciativa. Este tipode acompañamiento puede terminar cuando la perso-na se sienta suficientemente fuerte, comprenda que

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puede hacer frente a la vida por sí misma y quizá yano necesite continuar con los encuentros.

En tercer lugar, podríamos hablar de un acompa-ñamiento más bien centrado en el proceso espiritualque recorre el acompañado; en este enfoque, no sonpropiamente los temas los que centran el trabajo delacompañamiento, ni siquiera la seguridad personal ylas capacidades de la persona en cuanto tal, sino que,teniendo en cuenta los problemas y a la persona con-creta, el acompañante se fija más en la meta hacia laque tal persona concreta es llamada, atiende a la vo-cación a que debe responder, mira al crecimientocontinuo en Cristo... Y, mirando a aquella meta, en-tiende y señala con más seguridad el trecho de cami-no que en ese momento el acompañado debe recorrer.Por lo tanto, se entienden los distintos problemas quesurjan como piezas de ese proceso, y el sujeto puedehacerles frente con más o menos facilidad, pero siem-pre buscando seguir en el camino comenzado del ser-vicio divino. Lo importante es recorrer bien esta par-te del camino, que apunta a una meta determinada.Esta perspectiva puede apoyarse en itinerarios espiri-tuales conocidos que el sujeto incorpora en su espiri-tualidad, como puede ser el camino evangélico deldiscípulo, un recorrido espiritual inspirado en el ciclolitúrgico o un itinerario espiritual de alguna tradiciónespiritual formulada en clave de ciclos, semanas, mo-radas o subidas.

Aunque estos tres modelos de acompañamientoson visiones un tanto simplificadas, y cada uno de losmodelos puede integrar elementos de los otros dos, locierto es que esta mirada puede ayudarnos, como per-sonas acompañadas, a entender algo mejor cómo

El libro del discípulo26

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I. Qué es el acompañamiento espiritual

queremos situaros en el acompañamiento: si plan-teando diversas cuestiones, fortaleciendo nuestras per-sonas o afrontando los retos de nuestro largo caminocristiano. Aunque todo es beneficioso, el acento denuestro interés condicionará el tipo de acompaña-miento que llevemos y sus efectos.

2. Empezar un acompañamiento

El acompañamiento suele surgir a partir de alguna con-versación con otra persona que entiende la vida desdeuna óptica semejante a la nuestra; pues ayuda mucho aun creyente tratar con otros creyentes para ayudarsemutuamente a vivir cada uno su fe10. Y esas conversa-ciones pueden surgir en muy distintos contextos; dehecho, la Iglesia ofrece muchos espacios donde pode-mos encontrar a una persona que nos escuche, noscomprenda y nos proporcione alguna luz en nuestrocamino cristiano. Después de la familia, para algunosla parroquia es el ámbito natural de crecimiento de sufe y donde encuentran a una persona con la que tenerun diálogo pastoral orientador en algún momento de suvida. Puede ser el sacerdote, el catequista de confirma-ción, el monitor del grupo juvenil, la religiosa que di-rige algunas actividades... A veces, ese diálogo pasto-ral surge a partir de un encuentro casual, de la prepa-ración de una actividad, de una reunión de grupo espe-cialmente significativa o de la celebración sacramental

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10. «Porque andan ya las cosas del servicio de Dios tan flacas, que esmenester hacerse espaldas unos a otros lo que le sirven para iradelante»: TERESA DE JESÚS, Libro de la Vida, 7,22.