el libro de hécuba - biblioteca virtual miguel de cervantes

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1 Del libro La fragilidad del bien de Martha C. Nussbaum. Edit. Visor. 1995 Col. La Balsa de la Medusa. Pág 491. El libro de Hécuba Edición de Margarita Borja Libreto de Hécuba, nómos y Música de las ciudadanas. Textos: Margarita Borja, según Eurípides, Martha C. Nussbaum y textos propios. Textos que sirvieron a las intervenciones músico-escénicas en la isla de Tabarca. Eurípides demuestra que nuestra auto-creación como seres políticos no es irreversible. Lo político que existe por el nómos y en el nómos, puede dejar de sujetarnos. Martha C. Nussbaum Los logros estéticos de Eurípides se hallan también en la zona de la lucha de las ideas y de las conquistas o dudas del pensamiento discursivo. Antonio Tovar Texto 1 TALTIBIO, el mensajero, recibe a los espectadores en el camino. El relato del Mensajero 1

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Page 1: El libro de Hécuba - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

1Del libro La fragilidad del bien de Martha C. Nussbaum. Edit. Visor. 1995 Col. La Balsa de la Medusa. Pág 491.

El libro de Hécuba Edición de Margarita Borja

Libreto de Hécuba, nómos y Música de las ciudadanas.

Textos: Margarita Borja, según Eurípides, Martha C. Nussbaumy textos propios.Textos que sirvieron a las intervenciones músico-escénicas enla isla de Tabarca.

Eurípides demuestra que nuestraauto-creación como seres políticosno es irreversible. Lo político queexiste por el nómos y en el nómos,puede dejar de sujetarnos.

Martha C. Nussbaum

Los logros estéticos de Eurípides sehallan también en la zona de lalucha de las ideas y de lasconquistas o dudas del pensamientodiscursivo.

Antonio Tovar

Texto 1

TALTIBIO, el mensajero, recibe a los espectadores en elcamino.

El relato del Mensajero1

Page 2: El libro de Hécuba - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Contemplamos a un niño acercarse flotando en el aire,como transportado por el viento. Un niño con vestido regios, elrostro resplandeciente de sencilla dignidad. Acaso sea un jovendios; o un niño humano divinizado a la altura de su hermosuray ligereza adolescente. «Héme aquí», anuncia con voz queparece expresar confianza y espontaneidad. La inhabitualaparición de un niño sobre el escenario trágico al comienzo deuna obra suscita en nosotros una reacción natural. Pensamos enlas posibilidades de la juventud, en la esperanza, en el futuro, enlos inicios de un carácter noble; en la relación entre la noblezade carácter y esta confiada sencillez infantil. Tal vez nosacordemos del amor que sentimos por nuestros propios hijos.Entonces le escuchamos decir: «Heme aquí. He venido de laoculta morada de los muertos y las puertas de la sombra. Yo,Polidoro, hijo de Hécuba y Príamo». Así, no estamos viendo aun niño, sino su cadáver en la forma adolescente del deseo de sumadre. Una sombra sin esperanza, con el futuro inmovilizadoeternamente, como él mismo revelará pronto, ha sidobrutalmente asesinado por el mejor amigo de sus padres, al queestos habían confiado para protegerlo durante la guerra.Asesinado, fue arrojado insepulto, a las olas que rompen en estacosta tracia.

Eurípides inicia la acción de un modo muy pococorriente. Ninguna otra tragedia griega contiene un prólogorecitado por un fantasma o por un niño; así pues, el autor evocaen nosotros deliberadamente -sólo por unos instantes- lasesperanzas y sentimientos que asociamos con la vida y elcrecimiento de los niños, para conmocionarnos después con larevelación de que este joven carece de futuro. Desde el primermomento son atacadas nuestras ideas más queridas sobre laseguridad del ser humano y su acción benefactora.

Texto 2

Hécuba (aparte brechtiano).

La actriz HÉCUBA sale al encuentro de los espectadoresen la explanada, con el ángulo de la torre entre el lado sol

y el lado sombra.

Page 3: El libro de Hécuba - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Troya ha caído. Su antigua Reina Hécuba, hecha esclavapor los griegos llega a la costa de Tracia con sus captores y suscompañeras de esclavitud. A pesar de su dolor por ladestrucción de la ciudad, de su poder desvanecido, de la muertede su esposo y de casi todos sus hijos, se consuela con elpensamiento de que los dos más pequeños han sobrevivido:Políxena -que viaja con ella- y Polidoro, el menor, que ha sidoconfiado a la protección de Polimnéstor, el rey tracio.

Políxena le es arrebatada.

El colérico fantasma de Aquiles reclama una esposa parael Hades.

A Odiseo: Ulises, conviene esa reclamación.

Poco después, en el cadáver mutilado de un niño que lasolas depositan en la playa Hécuba reconoce a su hijo Polidoroy adivina la traición de Polimnéstor.

Se hunde en la desolación y decide consagrarse a lavenganza.

HÉCUBA.- La sed de venganza me alcanzóinundándome como el reflujo del mar que depositó a mis pies elcadáver de Polidoro. ¡Tierno niño! el único que crecía alejadodel escenario de la guerra, custodiado por nuestro huésped.

¡Polimnéstor! ¡El más considerado huésped, por elnúmero de veces! ¡La más sagrada amistad que darse puedaentre dos habitantes de este mundo!

¡Príamo y yo le habíamos confiado al hijo y el oro de laciudad! ¡Infortunada de mí!

Sí, es cierto. Ayudada por mis fieles troyanas, concuchillos que ocultábamos bajo los peplos, dimos muerte a susdos hijos.

Y yo, con estas manos y la aguja de la fíbula quesostenía mi manto, le puncé los párpados a ese rey de lostracios, encegueciéndolo. Fue así.

Cuando el corazón de la barbarie llama brutalmente alcorazón de la barbarie, hay, al fin, respuesta y se devuelve alenemigo el mismo dolor y espanto que ha causado.

Yo cumplí la venganza que contuve cuando Aquilesmató a Héctor...

Que contuve, en la degollina que Pirro hizo de Polites yde Príamo, mi esposo, que sangraba su agonía en mi regazo...

Page 4: El libro de Hécuba - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

2Ibid. Martha C. Nussbaum.

Que contuve en el asesinato, instigado por Ulises, de minieto Astianax, hermoso como un astro: defenestrado meteoritodesde la más empinada torre de Ilión...

Que contuve en la violación de Ajax a la virgenCasandra. En la entrega de Casandra a Agamenón, despojada desus llaves, de las bandas y atributos de su profética autoridad...Que contuve en la inmolación de Políxena, tierna niña, donde denuevo Ulises inclinó la balanza de las decisiones...

Si... yo cedí, finalmente, a la sed de venganza,desbordada por la muerte de mi pequeño Polidoro, el últimopriámida.

(La venganza invade todo el universo del valor2).

Asistía a mi sentimiento el mismo derecho de simetríaque transformaba en héroes a los cumplidores de asesinatos porcausa ajena. Y algo más... (más serena)... Es el peor de losimpíos quien viola el nómos de la hospitalidad y el nómos de losSuplicantes.

Por qué el infame Polimnéstor tuvo potestad deresarcirse, pese a su inicuo proceder. La potestad de ser él...¡él!... quien dijera la última palabra, quien decidiera el final demi historia: de la mía.

¡Hasta el juicio del escurridizo Agamenón habíase vueltoen su contra!

¿De quién obtuvo el permiso, la facultad de condenarmea la forma de perra de ojos de fuego que atemoriza a losnavegantes desde el promontorio rocoso de Kinosema?

Y... ¿por qué Ulises, por su parte, por qué goza de ser elque los siglos nombran, el elegido, origen y espejo, Adán dellenguaje...?

Por qué, por qué él, y no yo, si su vida, si su Odisea a migenerosidad debe.

Por qué él: impío, ingrato y cruel.

¿Qué bien respetaron los infames para obtener favor deciudadanía? ¿Cuál?

Page 5: El libro de Hécuba - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Gemí muchas veces, naufragada en el mar de ladesdicha. ¡Ay de mí! Pero pronto se trocaron mis gemidos en lasinterrogaciones que ni yo, ni mis troyanas, ni las mujeres detodas las ciudades del orbe, ni los hombres que nos acompañanhemos olvidado. (Alza, potente, la voz) ¿Quién me defiende?(Eco del coro) ¿Qué linaje? (Eco) ¿Qué ciudad? (Eco). ¿Quéley? (Eco). ¿Qué decreto? (Eco).

Texto 3

Al pie de la torre.

El espectro de Polidoro.

He venido tras dejar la subterránea morada de los muertos y laspuertas de la sombra donde habita Hades apartado de los dioses,yo, Polidoro, que soy hijo de mi madre Hécuba y de mi padrePríamo, los cuales me enviaron por temor, furtivamente, desdela tierra troyana hacia la casa de Polimnéstor, su huésped tracio.Mi padre y mi madre mandaron conmigo mucho oro aescondidas, para que si un día caían las murallas de Ilión, notuvieran sus hijos vivos escasez de recursos.

Era yo el más joven de los priámidas, y también por esome enviaron fuera del país, pues ni lanza ni armadura podíasostener mi joven brazo. Crecía yo, ¡desdichado de mí!, comoun retoño bajo sus cuidados, en la mansión del tracio. Perocuando Troya y la vida de Héctor se perdieron y quedódemolido el hogar familiar y mi padre mismo cayó junto al altarconstruido por los dioses, degollado por el asesino hijo deAquiles, entonces el huésped de mis padres me asesinó a mí,¡desdichado!, y, tras matarme me echó a las olas del mar. Yazgounas veces tendido sobre la costa, otras veces en el reflujo

Page 6: El libro de Hécuba - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

3Eurípides, tragedias. Edt. Cátedra. Vol 1.Trad. A. Medina y J.A. López Hécuba pág 447 a 449.

marino, llevado de aquí para allá por los muchos vaivenes delas olas, sin ser llorado, sin tumba. Ahora me dirijo hacia mimadre, Hécuba, una vez que he abandonado mi cuerpo. Todoslos aqueos, están varados aquí junto a sus naves, inactivos, puesel hijo de Peleo, Aquiles, reclama a mi hermana Políxena pararecibirla como sacrificio grato para su tumba, y como honor. Eldestino conduce a mi hermana a morir en este día. Mi madretodavía ha de ver ante ella cadáveres de dos hijos, el mío y el demi desdichada hermana. ¡Madre, tanto mal sufres cuanto bientuviste en otro tiempo! De nuevo un varón te aniquilacontrapesando tu felicidad de antaño3.

BIS: (varias veces):

Mi madre todavía ha de ver ante ella cadáveres de doshijos, el mío y el de mi desdichada hermana. ¡Ay! ¡Oh madre!¡Tanto mal sufres cuanto bien tuviste en otro tiempo! De nuevoun varón te aniquila contrapesando tu felicidad de antaño.

Texto 4

HÉCUBA habla de pie desde lo alto, sobre las ménsulas dela torre.

Troya, la gran ciudad, ya no te dirás la nunca vencida.Tus torres muy altas de que estabas cercada, los muros, lostemplos, la casa real y los otros sus edificios muy grandes, entierra están todos humillados a la fortuna, y el suelo do estabas,adonde tantos grandes hombres nacieron, ahora será soledadpara bestias fieras. Ya no iré yo a deleitar mis ojos por tus calleshermosas, no veré más por tus plazas sentado tu pueblo, no veréya tus caballeros salir a las fiestas. ¡Oh noche triste, oscurecida

Page 7: El libro de Hécuba - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

con tinieblas infernales, que fuiste principio de mi perdición,cuando los griegos en descuido tomaron nuestra ciudad! ¿Cómonunca de mis ojos te partes? ¿Cómo no puede el sol echarte demí?: Siempre te veo, siempre te tengo delante, acordándome concuánto descuido, estando en mi casa, haciendo fiesta por lapartida de los griegos, que ellos con sus engaños nos habíanhecho creer, oímos decir que en los muros estaban. Más aún nolo habíamos entendido cuando en nuestras casas aparecieron consus armas resplandecientes y en las manos derechas las espadasdesnudas para herir y en las izquierdas fuego para quemar lasmoradas. ¡Oh, qué clamor sonaba por todo! ¿Qué de humo ypolvo subían mezclados! ¡Cuántos golpes se oían, cuántosgemidos, cuán grandes temblores de los hundimientos de lascasas! Y salí yo en medio de la calle y viendo las llamas queardían por todas partes me parecía que todos estábamos metidosdentro de una hoguera, a cuya lumbre veía yo a los griegosflacos y negros de los grandes trabajos, con las barbas crecidas.No creo yo que el infierno es de otra manera, que entoncesTroya me parecía; hasta que los enemigos, con los fuegos queles ayudaban, acabaron de matar a los que les daban estorbo yatar a los otros en duras prisiones, para llevarnos a ser esclavosen Grecia. ¡Cuán cara nos cuesta Oh Paris y Helena la libertadde vuestros amores!

Texto 5

HÉCUBA aterrada en la escalera.

Troya, rodeada de encinares, miraba hacia el Egeo, y elpalacio de Príamo, el esposo de Hécuba, miraba hacia el Egeo.¡El Egeo!… por donde Ulises inicia la travesía de la mar océanade regreso a su añorada Ítaca.

Imaginemos, como hizo Eurípides, que estamos en elúltimo día de la guerra de Troya, guerra que los aqueosacometen contra el pueblo frigio, que es el pueblo troyano, conel pretexto de que Paris, el de los pies ligeros, hijo de Príamo yde Hécuba, la de los pies ligeros, ha raptado a Helena: la mujerde Menelao, el espartano.

Durante la guerra, Pirro, el hijo de Aquiles, cruel comosu padre, ha degollado a Polites. Pirro ha degollado a Polites apresencia de Hécuba, su madre.

Page 8: El libro de Hécuba - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

4La Ilíada. Edic. Ibéricas, Mad.1965.

¡Desgraciada Hécuba: abraza en su regazo la agonía desu esposo al lado del cadáver aún caliente de su hijo!

Otro hijo de Hécuba, Héctor, el célebre, el deltremolante casco, héroe entre los héroes frigios, que daba decomer a su niño sentado en las rodillas, ha muerto a manos deAquiles.

Ulises, el astuto Ulises ha incitado a Aquiles a matar aHéctor.

Héctor: el exterminador de hombres, lo llaman, el quesentaba a Astianax en las rodillas y le daba papilla de avenastostadas con leche de cabra... mata al amigo de Aquiles:Patroclo.

Es entonces cuando los consejos de Ulises dan su fruto.

Y llega el funesto y postrero día. Príamo, golpeándosela encanecida cabeza gritaba desde lo alto de la muralla:Héctor, hijo querido, no aguardes solo a ese hombre. Hécubadesnuda su seno: Y mostrándole el pecho y derramando raudalesde lágrimas exclama: Héctor, hijo mío, respeta este seno y midolor y apiádate de mí4. La angustiada Hécuba, al ver desde lamuralla la hermosa cabeza de Héctor rodar por el polvo, searranca los cabellos; y arrojando lejos de sí el blanco velo,estalla en tristísimos sollozos. Hubiérase dicho que la ciudadentera era devorada por una fauce. El alma de Héctor voló,gimiendo, a los infiernos.

Hécuba ha presenciado las muertes de Héctor: su hijo, dePolites: su hijo y de Príamo: su esposo. Polidoro, el hijo púber,degollado por Polimnéstor, el desleal amigo.

Su nieto, Astianax: hijo de Andrómaca, la valerosa, y deaquel que lo sentaba en sus rodillas y lo llevaba ¡al trotecaballito!, ha sido lanzado al vacío desde la torre que quedaba.Ulises: Ulises, el astuto: instigador de la muerte del niñito.

A Hécuba le quedan dos hijas y una nuera: Casandra yPolíxena, las hijas, y Andrómaca, la nuera.

La ciudad está ya arrasada, en ruinas arde aún.

Page 9: El libro de Hécuba - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Texto 6

HÉCUBA recibe de ULISES la noticia del sacrifico dePOLÍXENA

(fragmentos adaptados de Hécuba desde el número 216 al388)

EL CORIFEO - MENSAJERO.- He aquí quellega Ulises a paso ligero, Hécuba, para comunicarte algunanoticia, etc.

Texto 6 bis

Las dos HÉCUBAS.

(fragmentos adaptados de Hécuba del nº 335 hasta el final dela respuesta de Ulises)

HÉCUBA.- (Aterrada.) ¡Oh hija! Mis palabras hansido pronunciadas en vano para evitar tu muerte. Pero tú, si enalgo tienes una influencia mayor que tu madre, date prisa, hablaen diversos tonos como el ruiseñor para que no te alcance lamuerte. Abrázate a las rodillas de Ulises y persuádelo, tambiénél tiene hijos y podría compadecerse de tu suerte.

HÉCUBA.- Has hablado con nobleza, hija, pero a lanobleza la acompaña el dolor. Si es necesario que se efectúe unaacción de gracias en provecho del hijo de Peleo y que tú, Ulises,evites el reproche, llevadme a mí. Clavadme el aguijón a mí. Nola matéis como hiedra a la encina me aferraré a ella.

Page 10: El libro de Hécuba - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

5Tucídides, en M.C. Nussbaum Ibib. Pág 501.

6M. Nussbaum Ibib. Fragmentos Págs 502-3.

Texto 7

Texto de Políxena

Simultáneamente en escena están presentes ULISES y lasdos HÉCUBAS. Durante el recitado de este texto salen losmúsicos de la Torre tras haberla hecho estallar en ruidos,

y cacofonías como si rugiera la maquinaria de guerraoculta en el interior del caballo de Troya.

POLÍXENA.- La loca temeridad se denominaba valory lealtad al partido; la espera prudente: disimuladapusilanimidad; la moderación y el dominio de sí mismo eranconsiderados el velo que oculta la cobardía. La ecuanimidad seinterpretaba como no actuar en nada (...). Los hombres pensabanmás en vengar las injurias que en no tener injurias que vengar.Triunfaron el recelo y la sospecha destruyendo toda confianza5.

Si no puedo seguir confiando en los discursos yjuramentos, si pongo todo en duda y temo la traición detrás detoda manifestación de amor, dejo de ser una persona noble; talvez no sea ya ni siquiera persona.

Políxena significa «la que da o la que recibe muchahospitalidad». Para ella en los ojos se asienta la confianza, tantola que se da como la que se recibe. Su luz abierta expresa laconfianza en el nómos, y, en el mundo del nómos.

Políxena confía en la expresión de la amistad, lahonradez y la piedad a través de los ojos de los demás.

(Pausa.)

Mirándose a los ojos estos personajes reconocen ununiverso moral común y se reúnen en él, (pero) los ojos puedenfingir lágrimas y lealtad, simular una confianza que no existe6.

Page 11: El libro de Hécuba - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Texto 8

TALTIBIO relata brevemente la muerte de POLÍXENA yañade otras reflexiones de orden más actual mientrasdesciende por el muro, igual que ha hecho ULISES.

TALTIBIO.- Yo soy Taltibio, heraldo de los hijos deDánao, que vengo a llevarte de orden de Agamenón. Vengo allevarte, oh Mujer, para que sepultes a tu hija ya muerta. Meencargan de ello los dos Átridas y el aqueo.

Me harás llorar dos veces, mujer, me harás llorar dosveces compadecido de tu hija. Ahora humedece mis ojosrecordarlo.

Y, al morir, lloré también junto al sepulcro.

El hijo de Aquiles la llevó de la mano hasta lo alto deltúmulo, teniéndome a su lado y la muchedumbre alrededor.

Cogió luego la empuñadura de oro de su espada ydesenvainándola hizo seña a los jóvenes griegos para quesujetaran a la víctima.

Ella habló de esta manera: «argivos que arruinasteis mipatria... os ruego que no me sujetéis. Para que muera yo debemorir una mujer libre».

Los ojos y las manos de los guerreros respondieron a lalealtad de la muchacha mientras Hécuba, su madre, soñaba a unajoven cierva desgarrada de su regazo por las zarpas del lobo enlucha tumultuosa.

Cuando caía Políxena, tras haber recibido el golpemortal, se arregló los vestidos para que su cuerpo no quedaraimpúdicamente al descubierto. En el momento mismo de morir,no dudó que los soldados griegos respetarían su castidad.

Esto es cuanto puedo decirte de la muerte de Políxena,mientras te considero la mujer de mejores hijos y la másinfortunada.

Page 12: El libro de Hécuba - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

HÉCUBA.- Oh hija, mis males se acumulan sindescanso. No puedo olvidarte pero no gemiré en exceso. Hasrespondido a la educación, que de mí y de tu padre recibías. Laantigua convención nos sacaba del infortunio con la tensión quealcanzan las trenzas de fuerte lino al izar a las naves. Pero veocosas en las que no puedo confiar, nuevas, nuevas. Y escucho lasalvaje melodía que acaba de enseñarme el espíritu de lavenganza.

Texto 9

La confesión de Andrómaca (dentro de la fosa).

ANDRÓMACA.- Soy, Andrómaca, Andrómaca lamujer de Héctor, la nuera de Hécuba, y la madre del pequeñoAstianax. Sí, Andrómaca, esa soy yo y tengo miedo.

Hécuba, mi suegra, en Las Troyanas: una escena en elsuelo. La ancianidad le deparó ese único privilegio tras eldesastre de la guerra, ceder al dolor y desplomarse.

Este miedo que tengo hoy pertenece a mi vida comomujer viuda, desterrada y esclava. Es el miedo de las mujeresviudas de Kabul. Un miedo que por una parte no me dejapermanecer quieta, en un punto, esperando lo que va aacontecer, y por otra me obliga a que el movimiento queimpulsa la inquietud que tengo sea cauteloso. Sin prisa pero sinpausa. No puedo delatar a las claras mi estado de ánimo: imitara Casandra, echar a correr.

Casandra, mi cuñada, la ménade, cuando supo que nosrepartían como esclavas a todas, incluso a la Reina Hécuba, sumadre, se concedió la locura. Picasso la utilizó en el Guernica:luego su sinrazón guiaba una razón de más alto vuelo, la razónde la metáfora. ¿No es así? Mi caso es otro. Y no voy a cometerel error de permitir que mi locura se asocie a la de Ofelia, tanromántica y débil.

Casandra tenía poder y su locura vino de sudespojamiento. Ella no estuvo atrapada por las ansias de libertadde las novias, en la cultura cristiana posterior. Hay mucha, peroque mucha diferencia entre una novia de la era cristiana y unavirgen griega. Las vírgenes en Grecia tenían porvenir social.

Page 13: El libro de Hécuba - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Recuerdo mis rabias juveniles ahora. Me subía calor deindignación por las mejillas cada vez que me amonestaba mimadre. «Ser una mujer casada supone supeditar tu voluntad ytodo tu ser a tu marido». Es decir, ser una mujer casada suponela total sumisión, la ausencia total de poder.

Ahora que este miedo me devora por dentro con lapaciencia de las hormigas, no tengo fuerza de rabia. Ni tieneoportunidad la idea que da coraje.

Yo amaba profundamente a Héctor. Mis rabias juvenilesse aplacaron por esa posibilidad de vida amorosa y porque entréa formar parte de una corte, la de Troya, donde el lugar de lasmujeres era respetado y valorado.

Mi suegra, la Reina Hécuba: un prodigio de coherenciay de alegría. «Tan importante como ganar la guerra es compartirtareas en la casa propia», solía decir.

Nos alcanzaba el alba haciendo música y danzando cadavez que Príamo y Héctor regresaban triunfadores del combate.Aprendí de ella muchas cosas. Sobre todo, a reclamar las mismaleyes que para ellos y para nosotras.

Eurípides: él lo vio como nosotras, está claro, fuepremonitorio, lo vio como nosotras lo vemos hoy.

Ella estará a la altura de mis ojos, en mi pequeño espejo,cuando yo le diga a Menelao, mi captor: tú eres capaz de hacergrandes males por causas pequeñas. (bis de la cursiva).

Texto 10

CASANDRA.- Madre, despídeme.

El ilustre Agamenón concierta conmigo una boda másinfausta que la de Helena que sumirá en la ruina total a la casade Atreo.

A mí me arrojarán desnuda y las torrenteras de nieveconservarán mi cadáver para festín de fieras.

Adiós bandas e insignias del evohé. Las entrego alviento. Adiós madre.

Antes de marchar demuestro a los troyanos que son másafortunados que los aqueos. Es mi visión: recorreré el orbeportando en una antorcha su clamor.

Page 14: El libro de Hécuba - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Por conquistar a Helena y someter su libertad, hanperdido millares de vidas.

Cuando llegaron al Escamandro comenzaron a morir entierra extranjera sin ver a sus hijos, y sin ser amortajados por lasmanos de sus esposas. Estas morían viudas y los ancianos,después de haber criado a sus hijos para otros, quedaban ensoledad.

¡Cómo va a ser su expedición digna de elogio!

En cambio los troyanos morían gloriosamente por supatria. A quienes derribaba la lanza eran amortajados en su casapor manos familiares y la tierra les acogía en solar propio. Losque regresaban del combate, gozaban saboreando aceitunas ypeces del Helesponto en adobo.

Héctor ha muerto con fama excelente porque el varónprudente evita la guerra en los espacios grandes y lo mismo lamujer en los más recogidos donde su vida transcurre. Pero si laguerra da con ellos, entonces mueren con honor. Y se vengancon honor.

En cuanto a Ulises, le aguardan peligros sin número. Ysufrimientos. Entrará vivo en el Hades y al volver, hallará en sucasa males interminables.

Madre, no te aflijas.

Con mi boda vengo a mis hermanos y a mi padre: es laúnica alternativa que nos dejan los hombres belicosos, y estaotra: ser para la historia imagen de mujer que clama sinderechos, sin voz.

Texto 11

Las ciudadanas troyanas dan razones de su alianza conHÉCUBA, en su venganza.

Al comienzo del camino de las chumberas. Texto coral delas mujeres.

LAS TROYANAS.- El mal por derecho antiguopertenece a la ontología de la deuda.

Page 15: El libro de Hécuba - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Y ella lo reclama como lo reclaman célebres guerrerosque lo obtienen.

Y nosotras la secundamos a ella, trocando oficio deplañideras por estatus de ciudadanas.

Hécuba no era un personaje, no, no lo era, era unaauténtica protagonista.

«¿Con mujeres vas a vengarte?»... le preguntaAgamenón a Hécuba, lavándose las manos en el asunto,desatendiendo la reclamación de simetría que ella solicita de supoder con justos razonamientos.

«Sí, con mujeres»... responde Hécuba.

En las guerras, se llama plañideras a las que derramanlágrimas en los duelos. Ese oficio es nuestro oficio más antiguo.

Porque: un varón que mata a otro varón es el hecho másantiguo descrito en los libros profanos.

Hécuba merece, nuestra alianza.

Nos declaramos sus aliadas.

Aliadas de una Reina sin Reino.

Aliadas de una Reina sin Reino que reclama con justiciael derecho al mal.

No somos nosotras coro del personaje, somos público,público, al fin, público protagonista.

Texto 12

Texto de reflexión sobre la mirada. HÉCUBA yPOLIMNÉSTOR y HÉCUBA y AGAMENÓN frente afrente. Tras de HÉCUBA, las TROYANAS. Tras de

POLIMNÉSTOR y AGAMENÓN: sus guerreros.

Page 16: El libro de Hécuba - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

(Se situó la acción en el entarimado de piedra del farosobre el que dispusimos la instalación de la escultora

Natividad Navalón, aparecía toda la superficie cubierta degrandes almohadones de terciopelo rojo superpuestos detres en tres, hendidos en su centro por tubos de hierro delos usados en las obras para sustentar un techo durante el

proceso de construcción. Tubos semejantes a picas sinpunta hiriente como un modo de simbolizar el heroísmo

de las TROYANAS sin derramamiento de sangre.)

HÉCUBA.- Vuestras pupilas no nos reflejan nitiemblan deslumbradas por el saqueo atroz que imponenvuestras guerras a nuestros cuerpos. No nos reflejan porque nonos contienen como ciudadanas.

No miraré a tus ojos, Polimnéstor, no osaría mi almacorromper el limpio valor de virtud que otorgamos a la mirada,fingiendo como tú has hecho. No me pareceré a ti.

Yo me sentía incluida en la ciudad. Ahora he averiguadoque tu mirada es un hueco que engulle figuras. Que philía noreúne a varón y mujer en un mismo proyecto de mundo. Queserá inviable el amor y la amistad entre nosotros durante siglos.

No te arrodillarás ante Agamenón, Polimnéstor. No loharás, ¿para qué, si no me concedes rango de enemiga, ni mecrees capaz de ganar fama heroica a costa de castigar tu vilacción? Tú no concedes valor a las mujeres. A fin de cuentas,qué soy yo más que una mujer, eso que suponéis carente devalor. Y quién soy, más que una reina desterrada de su paisajey de su gente, doblada al límite de su despojamiento materno.

¿Quién me defiende? ¿Qué ciudad? ¿Qué linaje?

¿Con mujeres vas a vengarte?, me respondes, cínicoAgamenón, en lugar de interponer la justicia de la ciudad yevitarme la venganza por mi mano.

Sí, con mujeres, míralas, mujeres sin derecho al mismomal que nutre y expande vuestra fama.

Page 17: El libro de Hécuba - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Texto 13

(Previsto en la selección de textos de Eurípides pero norealizado durante el montaje.)

POLIMNÉSTOR y HÉCUBA argumentan anteAGAMENÓN: El Juicio.

Texto 14

(De la simetría.)

(Parcialmente recogido en el montaje.)

Nota: Los textos de las Ciudadanas 2, 3 y 4 fueron transcritosdocumentalmente de un informe de Amnistía Internacional de1995 titulado Los derechos humanos, un derecho de la mujer.

HÉCUBA.- (Después de cegar a POLIMNÉSTOR, sedirige a las mujeres, con desesperación). ¿Por qué meseguisteis, por qué me habéis secundado? ¿Qué os ha llevado aello? No detuvisteis mi mano sino que, por el contrario, habéisañadido vuestra fuerza a la mía? ¿Por qué, mujeres Troyanas,por qué, ciudadanas de Medea, de Sri Lanka o de Kabul? ¿Cuáles el cúmulo de vuestras razones, decid? ¿Qué precisión furiosanos ha llevado a herir los ojos del malvado, para que no vuelvana gozar de la luz del día? ¿Qué voz interior aconsejaba: privarlede visión, sí, pero no de vida?

Evoco la escena... nuestras manos, actuaban con lapericia delicada que exigen los bordados. Vuestras manos y lasmías se mezclaban alternándose sin estorbarse, con el ritmoinconfundible de tanta costumbre de tejer juntas. De tejer ybordar cobertores, lienzos, alfombras que hacen la vida máscálida y confortable, más vida... No... nuestra fuerza no puedereconocerse en lo que dicen que es la fuerza. No, no puede.

Page 18: El libro de Hécuba - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Nuestra fuerza, amigas, oculta su cálculo en números. Hemospinchado las pupilas de Polimnéstor con lo único que teníamosal alcance de la mano sabiendo que la justicia de la ciudad deAgamenón no protegerá a las poblaciones de mujeres del mundodurante milenios. Porque la guerra no es una invención nuestra.Ni el orden de los vencedores corresponde a nuestros deseos...

Con una vara hicimos un telar, con una piedra, uninstrumento para moler el grano, y majar la aceituna, contablillas de barro tierno y un punzón, aprendimos a llevarcuentas e inventamos los logaritmos y engendramos formas queidearan palabras de garabatos. De la invención neolítica delbronce usamos campanas para celebrar nacimientos o duelos,cálices de vino o agua, cofres donde guardar telas o tesoros.Fíbulas...

Ciudadana 1.- ...para hundir la maldad en los ojos dePolimnéstor, decláralo, Reina Hécuba. Desde ahora, la fíbulaserá el arma menos utilizada y la más pequeña que la historia dela humanidad conoce. Su cualidad nos ha librado del traidor, delmendaz, del mayor infame, del que corrompe y saquea vidas ybienes ajenos en beneficio propio. Del que no ha dudado luegoen halagar y mentir para prosperar, aunque indigno, a la sombradel poderoso.

Hécuba.- ¿Tú, amiga, tú, porqué cumpliste mivenganza también tú?

Ciudadana 2.- En diciembre de 1991 el gobernadorde Jartum dictó normas de vestimenta. Las mujeres debíanocultar su cuerpo. Yo vivía en Omdurman. Por llevar pantalonesfui multada y condenada a 35 latigazos. Les pagué la multa perome negué a que me azotaran. El juez mandó entrar al policíainmediatamente. El policía tomó el látigo, me azotó en laespalda. La ira me cegó. Agarré el látigo y lo retorcí. Dos o trespolicías me sujetaron, me ataron las manos a la espalda y meazotaron. Miré al juez enfurecida, llena de odio. Él se dio cuentay me castigó con otros cinco latigazos más.

Otros miraban a través de las ventanas y las puertas y sereían de mí.

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Ciudadana 3.- Me llevaron de mi pueblo junto conotras diez muchachas en noviembre de 1992. Nos juntaron conotras cien aldeanas, de otros pueblos, todas mujeres. Nos dabancasi nada de comer, tan solo arroz sin descascarillar, por lo quepasábamos horas quitando la cáscara con los dedos con elestómago retorcido de dolor. A las jóvenes nos obligaban aacostarnos con los soldados toda la noche. Todas las nocheséramos violadas. Por la mañana teníamos que cavar refugios ala fuerza, limpiar sus uniformes, acarrear agua. Nos pegabancuando no podíamos con el trabajo Mi tía murió extenuada dehambre y fiebre.

Ciudadana 4 (Birmania).- Yo estaba en el grupode construcción y vigilancia de la carretera que va de Pa'an aHlaingbwe. Día y noche teníamos que permanecer despiertas. Silos soldados de la patrulla nos encontraban dormidas, nos hacíansaltar como ranas entre dos árboles. Una mujer muy anciana, de80 años tal vez, murió después de permanecer 10 días sin aguasentada bajo un árbol. Hacía mucho calor. Dos niños, de 10 y 12años murieron también.

Ciudadana 2.- Me llamo Saravanamuttu, ReinaHécuba y soy líder del Frente de las 25.000 Madres dedesaparecidos en Sri Lanka. «Las mujeres nos volvemos locasen casa, a solas con el dolor». «Llore la muerte de su hijo. Comomadre debe hacerlo. Pero si toma cualquier otra medida, laconsecuencia será su muerte inesperada. Sólo su silencio laprotegerá. Siga este consejo». Yo, como tú, Hécuba vivíahogada por la venganza. Enloquecida. Ahora somos muchas.Podemos ser escuchadas en el Washington Post.

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1Del libro La fragilidad del bien de Martha C. Nussbaum. Edit. Visor. 1995 Col. La Balsa de la Medusa. Pág 491.

El libro de Hécuba Edición de Margarita Borja

Libreto de Hécuba, nómos y Música de las ciudadanas.

Textos: Margarita Borja, según Eurípides, Martha C. Nussbaumy textos propios.Textos que sirvieron a las intervenciones músico-escénicas enla isla de Tabarca.

Eurípides demuestra que nuestraauto-creación como seres políticosno es irreversible. Lo político queexiste por el nómos y en el nómos,puede dejar de sujetarnos.

Martha C. Nussbaum

Los logros estéticos de Eurípides sehallan también en la zona de lalucha de las ideas y de lasconquistas o dudas del pensamientodiscursivo.

Antonio Tovar

Texto 1

TALTIBIO, el mensajero, recibe a los espectadores en elcamino.

El relato del Mensajero1

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Contemplamos a un niño acercarse flotando en el aire,como transportado por el viento. Un niño con vestido regios, elrostro resplandeciente de sencilla dignidad. Acaso sea un jovendios; o un niño humano divinizado a la altura de su hermosuray ligereza adolescente. «Héme aquí», anuncia con voz queparece expresar confianza y espontaneidad. La inhabitualaparición de un niño sobre el escenario trágico al comienzo deuna obra suscita en nosotros una reacción natural. Pensamos enlas posibilidades de la juventud, en la esperanza, en el futuro, enlos inicios de un carácter noble; en la relación entre la noblezade carácter y esta confiada sencillez infantil. Tal vez nosacordemos del amor que sentimos por nuestros propios hijos.Entonces le escuchamos decir: «Heme aquí. He venido de laoculta morada de los muertos y las puertas de la sombra. Yo,Polidoro, hijo de Hécuba y Príamo». Así, no estamos viendo aun niño, sino su cadáver en la forma adolescente del deseo de sumadre. Una sombra sin esperanza, con el futuro inmovilizadoeternamente, como él mismo revelará pronto, ha sidobrutalmente asesinado por el mejor amigo de sus padres, al queestos habían confiado para protegerlo durante la guerra.Asesinado, fue arrojado insepulto, a las olas que rompen en estacosta tracia.

Eurípides inicia la acción de un modo muy pococorriente. Ninguna otra tragedia griega contiene un prólogorecitado por un fantasma o por un niño; así pues, el autor evocaen nosotros deliberadamente -sólo por unos instantes- lasesperanzas y sentimientos que asociamos con la vida y elcrecimiento de los niños, para conmocionarnos después con larevelación de que este joven carece de futuro. Desde el primermomento son atacadas nuestras ideas más queridas sobre laseguridad del ser humano y su acción benefactora.

Texto 2

Hécuba (aparte brechtiano).

La actriz HÉCUBA sale al encuentro de los espectadoresen la explanada, con el ángulo de la torre entre el lado sol

y el lado sombra.

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Troya ha caído. Su antigua Reina Hécuba, hecha esclavapor los griegos llega a la costa de Tracia con sus captores y suscompañeras de esclavitud. A pesar de su dolor por ladestrucción de la ciudad, de su poder desvanecido, de la muertede su esposo y de casi todos sus hijos, se consuela con elpensamiento de que los dos más pequeños han sobrevivido:Políxena -que viaja con ella- y Polidoro, el menor, que ha sidoconfiado a la protección de Polimnéstor, el rey tracio.

Políxena le es arrebatada.

El colérico fantasma de Aquiles reclama una esposa parael Hades.

A Odiseo: Ulises, conviene esa reclamación.

Poco después, en el cadáver mutilado de un niño que lasolas depositan en la playa Hécuba reconoce a su hijo Polidoroy adivina la traición de Polimnéstor.

Se hunde en la desolación y decide consagrarse a lavenganza.

HÉCUBA.- La sed de venganza me alcanzóinundándome como el reflujo del mar que depositó a mis pies elcadáver de Polidoro. ¡Tierno niño! el único que crecía alejadodel escenario de la guerra, custodiado por nuestro huésped.

¡Polimnéstor! ¡El más considerado huésped, por elnúmero de veces! ¡La más sagrada amistad que darse puedaentre dos habitantes de este mundo!

¡Príamo y yo le habíamos confiado al hijo y el oro de laciudad! ¡Infortunada de mí!

Sí, es cierto. Ayudada por mis fieles troyanas, concuchillos que ocultábamos bajo los peplos, dimos muerte a susdos hijos.

Y yo, con estas manos y la aguja de la fíbula quesostenía mi manto, le puncé los párpados a ese rey de lostracios, encegueciéndolo. Fue así.

Cuando el corazón de la barbarie llama brutalmente alcorazón de la barbarie, hay, al fin, respuesta y se devuelve alenemigo el mismo dolor y espanto que ha causado.

Yo cumplí la venganza que contuve cuando Aquilesmató a Héctor...

Que contuve, en la degollina que Pirro hizo de Polites yde Príamo, mi esposo, que sangraba su agonía en mi regazo...

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2Ibid. Martha C. Nussbaum.

Que contuve en el asesinato, instigado por Ulises, de minieto Astianax, hermoso como un astro: defenestrado meteoritodesde la más empinada torre de Ilión...

Que contuve en la violación de Ajax a la virgenCasandra. En la entrega de Casandra a Agamenón, despojada desus llaves, de las bandas y atributos de su profética autoridad...Que contuve en la inmolación de Políxena, tierna niña, donde denuevo Ulises inclinó la balanza de las decisiones...

Si... yo cedí, finalmente, a la sed de venganza,desbordada por la muerte de mi pequeño Polidoro, el últimopriámida.

(La venganza invade todo el universo del valor2).

Asistía a mi sentimiento el mismo derecho de simetríaque transformaba en héroes a los cumplidores de asesinatos porcausa ajena. Y algo más... (más serena)... Es el peor de losimpíos quien viola el nómos de la hospitalidad y el nómos de losSuplicantes.

Por qué el infame Polimnéstor tuvo potestad deresarcirse, pese a su inicuo proceder. La potestad de ser él...¡él!... quien dijera la última palabra, quien decidiera el final demi historia: de la mía.

¡Hasta el juicio del escurridizo Agamenón habíase vueltoen su contra!

¿De quién obtuvo el permiso, la facultad de condenarmea la forma de perra de ojos de fuego que atemoriza a losnavegantes desde el promontorio rocoso de Kinosema?

Y... ¿por qué Ulises, por su parte, por qué goza de ser elque los siglos nombran, el elegido, origen y espejo, Adán dellenguaje...?

Por qué, por qué él, y no yo, si su vida, si su Odisea a migenerosidad debe.

Por qué él: impío, ingrato y cruel.

¿Qué bien respetaron los infames para obtener favor deciudadanía? ¿Cuál?

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Gemí muchas veces, naufragada en el mar de ladesdicha. ¡Ay de mí! Pero pronto se trocaron mis gemidos en lasinterrogaciones que ni yo, ni mis troyanas, ni las mujeres detodas las ciudades del orbe, ni los hombres que nos acompañanhemos olvidado. (Alza, potente, la voz) ¿Quién me defiende?(Eco del coro) ¿Qué linaje? (Eco) ¿Qué ciudad? (Eco). ¿Quéley? (Eco). ¿Qué decreto? (Eco).

Texto 3

Al pie de la torre.

El espectro de Polidoro.

He venido tras dejar la subterránea morada de los muertos y laspuertas de la sombra donde habita Hades apartado de los dioses,yo, Polidoro, que soy hijo de mi madre Hécuba y de mi padrePríamo, los cuales me enviaron por temor, furtivamente, desdela tierra troyana hacia la casa de Polimnéstor, su huésped tracio.Mi padre y mi madre mandaron conmigo mucho oro aescondidas, para que si un día caían las murallas de Ilión, notuvieran sus hijos vivos escasez de recursos.

Era yo el más joven de los priámidas, y también por esome enviaron fuera del país, pues ni lanza ni armadura podíasostener mi joven brazo. Crecía yo, ¡desdichado de mí!, comoun retoño bajo sus cuidados, en la mansión del tracio. Perocuando Troya y la vida de Héctor se perdieron y quedódemolido el hogar familiar y mi padre mismo cayó junto al altarconstruido por los dioses, degollado por el asesino hijo deAquiles, entonces el huésped de mis padres me asesinó a mí,¡desdichado!, y, tras matarme me echó a las olas del mar. Yazgounas veces tendido sobre la costa, otras veces en el reflujo

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3Eurípides, tragedias. Edt. Cátedra. Vol 1.Trad. A. Medina y J.A. López Hécuba pág 447 a 449.

marino, llevado de aquí para allá por los muchos vaivenes delas olas, sin ser llorado, sin tumba. Ahora me dirijo hacia mimadre, Hécuba, una vez que he abandonado mi cuerpo. Todoslos aqueos, están varados aquí junto a sus naves, inactivos, puesel hijo de Peleo, Aquiles, reclama a mi hermana Políxena pararecibirla como sacrificio grato para su tumba, y como honor. Eldestino conduce a mi hermana a morir en este día. Mi madretodavía ha de ver ante ella cadáveres de dos hijos, el mío y el demi desdichada hermana. ¡Madre, tanto mal sufres cuanto bientuviste en otro tiempo! De nuevo un varón te aniquilacontrapesando tu felicidad de antaño3.

BIS: (varias veces):

Mi madre todavía ha de ver ante ella cadáveres de doshijos, el mío y el de mi desdichada hermana. ¡Ay! ¡Oh madre!¡Tanto mal sufres cuanto bien tuviste en otro tiempo! De nuevoun varón te aniquila contrapesando tu felicidad de antaño.

Texto 4

HÉCUBA habla de pie desde lo alto, sobre las ménsulas dela torre.

Troya, la gran ciudad, ya no te dirás la nunca vencida.Tus torres muy altas de que estabas cercada, los muros, lostemplos, la casa real y los otros sus edificios muy grandes, entierra están todos humillados a la fortuna, y el suelo do estabas,adonde tantos grandes hombres nacieron, ahora será soledadpara bestias fieras. Ya no iré yo a deleitar mis ojos por tus calleshermosas, no veré más por tus plazas sentado tu pueblo, no veréya tus caballeros salir a las fiestas. ¡Oh noche triste, oscurecida

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con tinieblas infernales, que fuiste principio de mi perdición,cuando los griegos en descuido tomaron nuestra ciudad! ¿Cómonunca de mis ojos te partes? ¿Cómo no puede el sol echarte demí?: Siempre te veo, siempre te tengo delante, acordándome concuánto descuido, estando en mi casa, haciendo fiesta por lapartida de los griegos, que ellos con sus engaños nos habíanhecho creer, oímos decir que en los muros estaban. Más aún nolo habíamos entendido cuando en nuestras casas aparecieron consus armas resplandecientes y en las manos derechas las espadasdesnudas para herir y en las izquierdas fuego para quemar lasmoradas. ¡Oh, qué clamor sonaba por todo! ¿Qué de humo ypolvo subían mezclados! ¡Cuántos golpes se oían, cuántosgemidos, cuán grandes temblores de los hundimientos de lascasas! Y salí yo en medio de la calle y viendo las llamas queardían por todas partes me parecía que todos estábamos metidosdentro de una hoguera, a cuya lumbre veía yo a los griegosflacos y negros de los grandes trabajos, con las barbas crecidas.No creo yo que el infierno es de otra manera, que entoncesTroya me parecía; hasta que los enemigos, con los fuegos queles ayudaban, acabaron de matar a los que les daban estorbo yatar a los otros en duras prisiones, para llevarnos a ser esclavosen Grecia. ¡Cuán cara nos cuesta Oh Paris y Helena la libertadde vuestros amores!

Texto 5

HÉCUBA aterrada en la escalera.

Troya, rodeada de encinares, miraba hacia el Egeo, y elpalacio de Príamo, el esposo de Hécuba, miraba hacia el Egeo.¡El Egeo!… por donde Ulises inicia la travesía de la mar océanade regreso a su añorada Ítaca.

Imaginemos, como hizo Eurípides, que estamos en elúltimo día de la guerra de Troya, guerra que los aqueosacometen contra el pueblo frigio, que es el pueblo troyano, conel pretexto de que Paris, el de los pies ligeros, hijo de Príamo yde Hécuba, la de los pies ligeros, ha raptado a Helena: la mujerde Menelao, el espartano.

Durante la guerra, Pirro, el hijo de Aquiles, cruel comosu padre, ha degollado a Polites. Pirro ha degollado a Polites apresencia de Hécuba, su madre.

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4La Ilíada. Edic. Ibéricas, Mad.1965.

¡Desgraciada Hécuba: abraza en su regazo la agonía desu esposo al lado del cadáver aún caliente de su hijo!

Otro hijo de Hécuba, Héctor, el célebre, el deltremolante casco, héroe entre los héroes frigios, que daba decomer a su niño sentado en las rodillas, ha muerto a manos deAquiles.

Ulises, el astuto Ulises ha incitado a Aquiles a matar aHéctor.

Héctor: el exterminador de hombres, lo llaman, el quesentaba a Astianax en las rodillas y le daba papilla de avenastostadas con leche de cabra... mata al amigo de Aquiles:Patroclo.

Es entonces cuando los consejos de Ulises dan su fruto.

Y llega el funesto y postrero día. Príamo, golpeándosela encanecida cabeza gritaba desde lo alto de la muralla:Héctor, hijo querido, no aguardes solo a ese hombre. Hécubadesnuda su seno: Y mostrándole el pecho y derramando raudalesde lágrimas exclama: Héctor, hijo mío, respeta este seno y midolor y apiádate de mí4. La angustiada Hécuba, al ver desde lamuralla la hermosa cabeza de Héctor rodar por el polvo, searranca los cabellos; y arrojando lejos de sí el blanco velo,estalla en tristísimos sollozos. Hubiérase dicho que la ciudadentera era devorada por una fauce. El alma de Héctor voló,gimiendo, a los infiernos.

Hécuba ha presenciado las muertes de Héctor: su hijo, dePolites: su hijo y de Príamo: su esposo. Polidoro, el hijo púber,degollado por Polimnéstor, el desleal amigo.

Su nieto, Astianax: hijo de Andrómaca, la valerosa, y deaquel que lo sentaba en sus rodillas y lo llevaba ¡al trotecaballito!, ha sido lanzado al vacío desde la torre que quedaba.Ulises: Ulises, el astuto: instigador de la muerte del niñito.

A Hécuba le quedan dos hijas y una nuera: Casandra yPolíxena, las hijas, y Andrómaca, la nuera.

La ciudad está ya arrasada, en ruinas arde aún.

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Texto 6

HÉCUBA recibe de ULISES la noticia del sacrifico dePOLÍXENA

(fragmentos adaptados de Hécuba desde el número 216 al388)

EL CORIFEO - MENSAJERO.- He aquí quellega Ulises a paso ligero, Hécuba, para comunicarte algunanoticia, etc.

Texto 6 bis

Las dos HÉCUBAS.

(fragmentos adaptados de Hécuba del nº 335 hasta el final dela respuesta de Ulises)

HÉCUBA.- (Aterrada.) ¡Oh hija! Mis palabras hansido pronunciadas en vano para evitar tu muerte. Pero tú, si enalgo tienes una influencia mayor que tu madre, date prisa, hablaen diversos tonos como el ruiseñor para que no te alcance lamuerte. Abrázate a las rodillas de Ulises y persuádelo, tambiénél tiene hijos y podría compadecerse de tu suerte.

HÉCUBA.- Has hablado con nobleza, hija, pero a lanobleza la acompaña el dolor. Si es necesario que se efectúe unaacción de gracias en provecho del hijo de Peleo y que tú, Ulises,evites el reproche, llevadme a mí. Clavadme el aguijón a mí. Nola matéis como hiedra a la encina me aferraré a ella.

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5Tucídides, en M.C. Nussbaum Ibib. Pág 501.

6M. Nussbaum Ibib. Fragmentos Págs 502-3.

Texto 7

Texto de Políxena

Simultáneamente en escena están presentes ULISES y lasdos HÉCUBAS. Durante el recitado de este texto salen losmúsicos de la Torre tras haberla hecho estallar en ruidos,

y cacofonías como si rugiera la maquinaria de guerraoculta en el interior del caballo de Troya.

POLÍXENA.- La loca temeridad se denominaba valory lealtad al partido; la espera prudente: disimuladapusilanimidad; la moderación y el dominio de sí mismo eranconsiderados el velo que oculta la cobardía. La ecuanimidad seinterpretaba como no actuar en nada (...). Los hombres pensabanmás en vengar las injurias que en no tener injurias que vengar.Triunfaron el recelo y la sospecha destruyendo toda confianza5.

Si no puedo seguir confiando en los discursos yjuramentos, si pongo todo en duda y temo la traición detrás detoda manifestación de amor, dejo de ser una persona noble; talvez no sea ya ni siquiera persona.

Políxena significa «la que da o la que recibe muchahospitalidad». Para ella en los ojos se asienta la confianza, tantola que se da como la que se recibe. Su luz abierta expresa laconfianza en el nómos, y, en el mundo del nómos.

Políxena confía en la expresión de la amistad, lahonradez y la piedad a través de los ojos de los demás.

(Pausa.)

Mirándose a los ojos estos personajes reconocen ununiverso moral común y se reúnen en él, (pero) los ojos puedenfingir lágrimas y lealtad, simular una confianza que no existe6.

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Texto 8

TALTIBIO relata brevemente la muerte de POLÍXENA yañade otras reflexiones de orden más actual mientrasdesciende por el muro, igual que ha hecho ULISES.

TALTIBIO.- Yo soy Taltibio, heraldo de los hijos deDánao, que vengo a llevarte de orden de Agamenón. Vengo allevarte, oh Mujer, para que sepultes a tu hija ya muerta. Meencargan de ello los dos Átridas y el aqueo.

Me harás llorar dos veces, mujer, me harás llorar dosveces compadecido de tu hija. Ahora humedece mis ojosrecordarlo.

Y, al morir, lloré también junto al sepulcro.

El hijo de Aquiles la llevó de la mano hasta lo alto deltúmulo, teniéndome a su lado y la muchedumbre alrededor.

Cogió luego la empuñadura de oro de su espada ydesenvainándola hizo seña a los jóvenes griegos para quesujetaran a la víctima.

Ella habló de esta manera: «argivos que arruinasteis mipatria... os ruego que no me sujetéis. Para que muera yo debemorir una mujer libre».

Los ojos y las manos de los guerreros respondieron a lalealtad de la muchacha mientras Hécuba, su madre, soñaba a unajoven cierva desgarrada de su regazo por las zarpas del lobo enlucha tumultuosa.

Cuando caía Políxena, tras haber recibido el golpemortal, se arregló los vestidos para que su cuerpo no quedaraimpúdicamente al descubierto. En el momento mismo de morir,no dudó que los soldados griegos respetarían su castidad.

Esto es cuanto puedo decirte de la muerte de Políxena,mientras te considero la mujer de mejores hijos y la másinfortunada.

Page 31: El libro de Hécuba - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

HÉCUBA.- Oh hija, mis males se acumulan sindescanso. No puedo olvidarte pero no gemiré en exceso. Hasrespondido a la educación, que de mí y de tu padre recibías. Laantigua convención nos sacaba del infortunio con la tensión quealcanzan las trenzas de fuerte lino al izar a las naves. Pero veocosas en las que no puedo confiar, nuevas, nuevas. Y escucho lasalvaje melodía que acaba de enseñarme el espíritu de lavenganza.

Texto 9

La confesión de Andrómaca (dentro de la fosa).

ANDRÓMACA.- Soy, Andrómaca, Andrómaca lamujer de Héctor, la nuera de Hécuba, y la madre del pequeñoAstianax. Sí, Andrómaca, esa soy yo y tengo miedo.

Hécuba, mi suegra, en Las Troyanas: una escena en elsuelo. La ancianidad le deparó ese único privilegio tras eldesastre de la guerra, ceder al dolor y desplomarse.

Este miedo que tengo hoy pertenece a mi vida comomujer viuda, desterrada y esclava. Es el miedo de las mujeresviudas de Kabul. Un miedo que por una parte no me dejapermanecer quieta, en un punto, esperando lo que va aacontecer, y por otra me obliga a que el movimiento queimpulsa la inquietud que tengo sea cauteloso. Sin prisa pero sinpausa. No puedo delatar a las claras mi estado de ánimo: imitara Casandra, echar a correr.

Casandra, mi cuñada, la ménade, cuando supo que nosrepartían como esclavas a todas, incluso a la Reina Hécuba, sumadre, se concedió la locura. Picasso la utilizó en el Guernica:luego su sinrazón guiaba una razón de más alto vuelo, la razónde la metáfora. ¿No es así? Mi caso es otro. Y no voy a cometerel error de permitir que mi locura se asocie a la de Ofelia, tanromántica y débil.

Casandra tenía poder y su locura vino de sudespojamiento. Ella no estuvo atrapada por las ansias de libertadde las novias, en la cultura cristiana posterior. Hay mucha, peroque mucha diferencia entre una novia de la era cristiana y unavirgen griega. Las vírgenes en Grecia tenían porvenir social.

Page 32: El libro de Hécuba - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Recuerdo mis rabias juveniles ahora. Me subía calor deindignación por las mejillas cada vez que me amonestaba mimadre. «Ser una mujer casada supone supeditar tu voluntad ytodo tu ser a tu marido». Es decir, ser una mujer casada suponela total sumisión, la ausencia total de poder.

Ahora que este miedo me devora por dentro con lapaciencia de las hormigas, no tengo fuerza de rabia. Ni tieneoportunidad la idea que da coraje.

Yo amaba profundamente a Héctor. Mis rabias juvenilesse aplacaron por esa posibilidad de vida amorosa y porque entréa formar parte de una corte, la de Troya, donde el lugar de lasmujeres era respetado y valorado.

Mi suegra, la Reina Hécuba: un prodigio de coherenciay de alegría. «Tan importante como ganar la guerra es compartirtareas en la casa propia», solía decir.

Nos alcanzaba el alba haciendo música y danzando cadavez que Príamo y Héctor regresaban triunfadores del combate.Aprendí de ella muchas cosas. Sobre todo, a reclamar las mismaleyes que para ellos y para nosotras.

Eurípides: él lo vio como nosotras, está claro, fuepremonitorio, lo vio como nosotras lo vemos hoy.

Ella estará a la altura de mis ojos, en mi pequeño espejo,cuando yo le diga a Menelao, mi captor: tú eres capaz de hacergrandes males por causas pequeñas. (bis de la cursiva).

Texto 10

CASANDRA.- Madre, despídeme.

El ilustre Agamenón concierta conmigo una boda másinfausta que la de Helena que sumirá en la ruina total a la casade Atreo.

A mí me arrojarán desnuda y las torrenteras de nieveconservarán mi cadáver para festín de fieras.

Adiós bandas e insignias del evohé. Las entrego alviento. Adiós madre.

Antes de marchar demuestro a los troyanos que son másafortunados que los aqueos. Es mi visión: recorreré el orbeportando en una antorcha su clamor.

Page 33: El libro de Hécuba - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Por conquistar a Helena y someter su libertad, hanperdido millares de vidas.

Cuando llegaron al Escamandro comenzaron a morir entierra extranjera sin ver a sus hijos, y sin ser amortajados por lasmanos de sus esposas. Estas morían viudas y los ancianos,después de haber criado a sus hijos para otros, quedaban ensoledad.

¡Cómo va a ser su expedición digna de elogio!

En cambio los troyanos morían gloriosamente por supatria. A quienes derribaba la lanza eran amortajados en su casapor manos familiares y la tierra les acogía en solar propio. Losque regresaban del combate, gozaban saboreando aceitunas ypeces del Helesponto en adobo.

Héctor ha muerto con fama excelente porque el varónprudente evita la guerra en los espacios grandes y lo mismo lamujer en los más recogidos donde su vida transcurre. Pero si laguerra da con ellos, entonces mueren con honor. Y se vengancon honor.

En cuanto a Ulises, le aguardan peligros sin número. Ysufrimientos. Entrará vivo en el Hades y al volver, hallará en sucasa males interminables.

Madre, no te aflijas.

Con mi boda vengo a mis hermanos y a mi padre: es laúnica alternativa que nos dejan los hombres belicosos, y estaotra: ser para la historia imagen de mujer que clama sinderechos, sin voz.

Texto 11

Las ciudadanas troyanas dan razones de su alianza conHÉCUBA, en su venganza.

Al comienzo del camino de las chumberas. Texto coral delas mujeres.

LAS TROYANAS.- El mal por derecho antiguopertenece a la ontología de la deuda.

Page 34: El libro de Hécuba - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Y ella lo reclama como lo reclaman célebres guerrerosque lo obtienen.

Y nosotras la secundamos a ella, trocando oficio deplañideras por estatus de ciudadanas.

Hécuba no era un personaje, no, no lo era, era unaauténtica protagonista.

«¿Con mujeres vas a vengarte?»... le preguntaAgamenón a Hécuba, lavándose las manos en el asunto,desatendiendo la reclamación de simetría que ella solicita de supoder con justos razonamientos.

«Sí, con mujeres»... responde Hécuba.

En las guerras, se llama plañideras a las que derramanlágrimas en los duelos. Ese oficio es nuestro oficio más antiguo.

Porque: un varón que mata a otro varón es el hecho másantiguo descrito en los libros profanos.

Hécuba merece, nuestra alianza.

Nos declaramos sus aliadas.

Aliadas de una Reina sin Reino.

Aliadas de una Reina sin Reino que reclama con justiciael derecho al mal.

No somos nosotras coro del personaje, somos público,público, al fin, público protagonista.

Texto 12

Texto de reflexión sobre la mirada. HÉCUBA yPOLIMNÉSTOR y HÉCUBA y AGAMENÓN frente afrente. Tras de HÉCUBA, las TROYANAS. Tras de

POLIMNÉSTOR y AGAMENÓN: sus guerreros.

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(Se situó la acción en el entarimado de piedra del farosobre el que dispusimos la instalación de la escultora

Natividad Navalón, aparecía toda la superficie cubierta degrandes almohadones de terciopelo rojo superpuestos detres en tres, hendidos en su centro por tubos de hierro delos usados en las obras para sustentar un techo durante el

proceso de construcción. Tubos semejantes a picas sinpunta hiriente como un modo de simbolizar el heroísmo

de las TROYANAS sin derramamiento de sangre.)

HÉCUBA.- Vuestras pupilas no nos reflejan nitiemblan deslumbradas por el saqueo atroz que imponenvuestras guerras a nuestros cuerpos. No nos reflejan porque nonos contienen como ciudadanas.

No miraré a tus ojos, Polimnéstor, no osaría mi almacorromper el limpio valor de virtud que otorgamos a la mirada,fingiendo como tú has hecho. No me pareceré a ti.

Yo me sentía incluida en la ciudad. Ahora he averiguadoque tu mirada es un hueco que engulle figuras. Que philía noreúne a varón y mujer en un mismo proyecto de mundo. Queserá inviable el amor y la amistad entre nosotros durante siglos.

No te arrodillarás ante Agamenón, Polimnéstor. No loharás, ¿para qué, si no me concedes rango de enemiga, ni mecrees capaz de ganar fama heroica a costa de castigar tu vilacción? Tú no concedes valor a las mujeres. A fin de cuentas,qué soy yo más que una mujer, eso que suponéis carente devalor. Y quién soy, más que una reina desterrada de su paisajey de su gente, doblada al límite de su despojamiento materno.

¿Quién me defiende? ¿Qué ciudad? ¿Qué linaje?

¿Con mujeres vas a vengarte?, me respondes, cínicoAgamenón, en lugar de interponer la justicia de la ciudad yevitarme la venganza por mi mano.

Sí, con mujeres, míralas, mujeres sin derecho al mismomal que nutre y expande vuestra fama.

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Texto 13

(Previsto en la selección de textos de Eurípides pero norealizado durante el montaje.)

POLIMNÉSTOR y HÉCUBA argumentan anteAGAMENÓN: El Juicio.

Texto 14

(De la simetría.)

(Parcialmente recogido en el montaje.)

Nota: Los textos de las Ciudadanas 2, 3 y 4 fueron transcritosdocumentalmente de un informe de Amnistía Internacional de1995 titulado Los derechos humanos, un derecho de la mujer.

HÉCUBA.- (Después de cegar a POLIMNÉSTOR, sedirige a las mujeres, con desesperación). ¿Por qué meseguisteis, por qué me habéis secundado? ¿Qué os ha llevado aello? No detuvisteis mi mano sino que, por el contrario, habéisañadido vuestra fuerza a la mía? ¿Por qué, mujeres Troyanas,por qué, ciudadanas de Medea, de Sri Lanka o de Kabul? ¿Cuáles el cúmulo de vuestras razones, decid? ¿Qué precisión furiosanos ha llevado a herir los ojos del malvado, para que no vuelvana gozar de la luz del día? ¿Qué voz interior aconsejaba: privarlede visión, sí, pero no de vida?

Evoco la escena... nuestras manos, actuaban con lapericia delicada que exigen los bordados. Vuestras manos y lasmías se mezclaban alternándose sin estorbarse, con el ritmoinconfundible de tanta costumbre de tejer juntas. De tejer ybordar cobertores, lienzos, alfombras que hacen la vida máscálida y confortable, más vida... No... nuestra fuerza no puedereconocerse en lo que dicen que es la fuerza. No, no puede.

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Nuestra fuerza, amigas, oculta su cálculo en números. Hemospinchado las pupilas de Polimnéstor con lo único que teníamosal alcance de la mano sabiendo que la justicia de la ciudad deAgamenón no protegerá a las poblaciones de mujeres del mundodurante milenios. Porque la guerra no es una invención nuestra.Ni el orden de los vencedores corresponde a nuestros deseos...

Con una vara hicimos un telar, con una piedra, uninstrumento para moler el grano, y majar la aceituna, contablillas de barro tierno y un punzón, aprendimos a llevarcuentas e inventamos los logaritmos y engendramos formas queidearan palabras de garabatos. De la invención neolítica delbronce usamos campanas para celebrar nacimientos o duelos,cálices de vino o agua, cofres donde guardar telas o tesoros.Fíbulas...

Ciudadana 1.- ...para hundir la maldad en los ojos dePolimnéstor, decláralo, Reina Hécuba. Desde ahora, la fíbulaserá el arma menos utilizada y la más pequeña que la historia dela humanidad conoce. Su cualidad nos ha librado del traidor, delmendaz, del mayor infame, del que corrompe y saquea vidas ybienes ajenos en beneficio propio. Del que no ha dudado luegoen halagar y mentir para prosperar, aunque indigno, a la sombradel poderoso.

Hécuba.- ¿Tú, amiga, tú, porqué cumpliste mivenganza también tú?

Ciudadana 2.- En diciembre de 1991 el gobernadorde Jartum dictó normas de vestimenta. Las mujeres debíanocultar su cuerpo. Yo vivía en Omdurman. Por llevar pantalonesfui multada y condenada a 35 latigazos. Les pagué la multa perome negué a que me azotaran. El juez mandó entrar al policíainmediatamente. El policía tomó el látigo, me azotó en laespalda. La ira me cegó. Agarré el látigo y lo retorcí. Dos o trespolicías me sujetaron, me ataron las manos a la espalda y meazotaron. Miré al juez enfurecida, llena de odio. Él se dio cuentay me castigó con otros cinco latigazos más.

Otros miraban a través de las ventanas y las puertas y sereían de mí.

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Ciudadana 3.- Me llevaron de mi pueblo junto conotras diez muchachas en noviembre de 1992. Nos juntaron conotras cien aldeanas, de otros pueblos, todas mujeres. Nos dabancasi nada de comer, tan solo arroz sin descascarillar, por lo quepasábamos horas quitando la cáscara con los dedos con elestómago retorcido de dolor. A las jóvenes nos obligaban aacostarnos con los soldados toda la noche. Todas las nocheséramos violadas. Por la mañana teníamos que cavar refugios ala fuerza, limpiar sus uniformes, acarrear agua. Nos pegabancuando no podíamos con el trabajo Mi tía murió extenuada dehambre y fiebre.

Ciudadana 4 (Birmania).- Yo estaba en el grupode construcción y vigilancia de la carretera que va de Pa'an aHlaingbwe. Día y noche teníamos que permanecer despiertas. Silos soldados de la patrulla nos encontraban dormidas, nos hacíansaltar como ranas entre dos árboles. Una mujer muy anciana, de80 años tal vez, murió después de permanecer 10 días sin aguasentada bajo un árbol. Hacía mucho calor. Dos niños, de 10 y 12años murieron también.

Ciudadana 2.- Me llamo Saravanamuttu, ReinaHécuba y soy líder del Frente de las 25.000 Madres dedesaparecidos en Sri Lanka. «Las mujeres nos volvemos locasen casa, a solas con el dolor». «Llore la muerte de su hijo. Comomadre debe hacerlo. Pero si toma cualquier otra medida, laconsecuencia será su muerte inesperada. Sólo su silencio laprotegerá. Siga este consejo». Yo, como tú, Hécuba vivíahogada por la venganza. Enloquecida. Ahora somos muchas.Podemos ser escuchadas en el Washington Post.

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