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iJornada de Evangelización y Cultura Digital “Conectando iMisionerosPalma de Mallorca, 8 de junio de 2019 «El Hijo de Dios, en su encarnación, nos invitó a la revolución de la Ternura» Evangelii Gaudium, 288

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Page 1: «El Hijo de Dios, en su encarnación, nos invitó a la ... · los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes». Lc 9,1-2.6 En estos días, Jesús les ha repetido

iJornada de Evangelización y Cultura Digital

“Conectando iMisioneros” Palma de Mallorca, 8 de junio de 2019

«El Hijo de Dios, en su encarnación,

nos invitó a la revolución de la

Ternura»

Evangelii Gaudium, 288

Page 2: «El Hijo de Dios, en su encarnación, nos invitó a la ... · los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes». Lc 9,1-2.6 En estos días, Jesús les ha repetido

XI

«Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado’. Su señor le dijo: ‘¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor’».

Mt 25, 19-21 Jesús no nos pide que conservemos su gracia en una caja fuerte. Jesús no

nos pide esto, sino más bien quiere que la usemos en beneficio de los demás. Todos los bienes que hemos recibido son para darlos a los

demás, y así crecen. Es como si nos dijera: «Aquí tienes mi misericordia, mi ternura, mi perdón: tómalos y haz amplio uso de

ello». Y nosotros, ¿qué hemos hecho con ello? ¿A quién hemos «contagiado» con nuestra fe? ¿A cuántas personas hemos alentado con

nuestra esperanza? ¿Cuánto amor hemos compartido con nuestro prójimo?

Ángelus del 16 de noviembre de 2014

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X

«Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido. Llega a Simón Pedro; éste le dice: “Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?” Jesús le respondió: “Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde”. Le dice Pedro: «No me lavarás los pies jamás.» Jesús le respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo”».

Jn 13, 5-8 El Señor nos ama con ternura. El Señor sabe la bella ciencia de las

caricias. La ternura de Dios: no nos ama de palabra; Él se aproxima y estándonos cerca nos da su amor con toda la ternura posible. Se hace cercano y da todo su amor también en las cosas más pequeñas con ternura. Cercanía y ternura nos hacen ver la fuerza

del amor de Dios.

Homilía en la misa diaria en Santa Marta, 7 de junio de 2013

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I

«Al acercarse él a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna; al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello. Le informaron que pasaba Jesús el Nazoreo y empezó a gritar, diciendo: ‘¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!’ Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: ‘¡Hijo de David, ten compasión de mí!’ Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó: ‘¿Qué quieres que te haga?’ El dijo: ‘¡Señor, que vea!’ Jesús le dijo: ‘Ve. Tu fe te ha salvado’. Y al instante recobró la vista y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios».

Lc 18, 35-43

¿Soy capaz de hablar con el Señor de este modo o tengo miedo? Que cada uno responda. Pero alguno puede decir, puede preguntar: ¿Cuál es el lugar teológico de la ternura de Dios? ¿Dónde se puede encontrar bien la ternura de Dios? ¿Cuál es el lugar donde se manifiesta mejor la ternura de Dios? La herida: mis heridas, tus heridas, cuando se

encuentra mi herida con su herida. En sus heridas hemos sido salvados. Homilía en la Casa de Santa Marta, 14 de diciembre de 2017

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II

«Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: ‘Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva’».

Lc 10, 30-35 ¿Tenemos el coraje de acoger con ternura las situaciones difíciles y los problemas de quien está a nuestro lado, o bien preferimos soluciones

impersonales, quizás eficaces, pero sin el calor del Evangelio? ¡Cuánta necesidad de ternura tiene el mundo de hoy! Paciencia de Dios,

cercanía de Dios, ternura de Dios. Homilía de Nochebuena del 24 de diciembre de 2014

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IX

«En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno».

Lc 1,39-44

Hay un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia. Porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo

revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los

fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes.

Evangelii Gaudium, 88

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VIII

«Y al subir a la barca, el que había estado endemoniado le pedía estar con él. Pero no se lo concedió, sino que le dijo: “Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti”. El se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados»

Mc 5, 18-20

¿Dejas que su fuego inflame tu corazón? Si no le permites que él alimente el calor de su amor y de su ternura, no tendrás fuego, y así ¿cómo podrás inflamar el corazón de los demás con tu testimonio y tus

palabras? Gaudete et exsultate, 151

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III

«Se ponía ya en camino cuando uno corrió a su encuentro y arrodillándose ante él, le preguntó: ‘Maestro bueno, ¿ qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?’ Jesús le dijo: ‘¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino solo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre’. Él, entonces, le dijo: ‘Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud’. Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: ‘Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme’. Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes».

Mc 10, 17-22

En cambio, si el cristiano se deja llevar por las comodidades, las vanidades, el egoísmo, si se convierte en sordo y ciego ante la petición de «resurrección» de tantos hermanos, ¿cómo podrá comunicar a Jesús vivo,

como podrá comunicar la potencia liberadora de Jesús vivo y su ternura infinita?

Ángelus del 19 de abril de 2015

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IV

«Convocando a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes».

Lc 9,1-2.6

En estos días, Jesús les ha repetido con insistencia la invitación a ser sus discípulos misioneros; han escuchado la voz del Buen Pastor que les ha llamado por su nombre y han reconocido la voz que les llamaba (cf.

Jn 10,4). ¿No es verdad que, en esta voz que ha resonado en sus corazones, han sentido la ternura del amor de Dios? ¿Han percibido la belleza de seguir a Cristo, juntos, en la Iglesia? ¿Han comprendido mejor que el evangelio es la respuesta al deseo de una vida todavía más

plena? (cf. Jn 10,10). ¿Es verdad? Jornada Mundial de Jóvenes en Río de Janeiro,

8 de julio de 2013

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VII

«Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra»

Hch 1,8 Hoy todos nosotros estamos en continuidad con ese grupo de Apóstoles que recibió el Espíritu Santo y luego fue en «salida», a predicar—, es

enviada a llevar a todos los hombres este anuncio del Evangelio, acompañándolo con los signos de la ternura y del poder de Dios.

Audiencia del 17 de septiembre de 2014

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VI

«Los pastores se decían unos a otros: “Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado”. Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían ».

Lc 2, 15-20 El mensaje que todos esperaban, que buscaban en lo más profundo de su alma, no era otro que la ternura de Dios: Dios que nos mira con ojos llenos de afecto, que acepta nuestra miseria, Dios enamorado de

nuestra pequeñez. Esta noche santa, en la que contemplamos al Niño Jesús apenas nacido y acostado en un pesebre, nos invita a reflexionar. ¿Cómo acogemos la ternura de Dios? ¿Me dejo alcanzar por él, me

dejo abrazar por él, o le impido que se acerque?

Homilía de Nochebuena del 24 de diciembre de 2014

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V

«Se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con vosotros”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: “La paz esté con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío”. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo”».

Jn 20,19-22

Llevemos en el corazón su sonrisa y entreguémosla a todos los que encontremos en nuestro camino, especialmente a los que sufren.

Abriremos así horizontes de alegría y esperanza a toda esa humanidad desanimada y necesitada de comprensión y ternura.

Homilía en la Casa de Santa Marta, 4 de septiembre de 2016