el gallego en la escalera: lengua e identidad en los márgenes
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Arizona Journal of Hispanic Cultural Studies
El gallego en la escalera: Lengua e identidad en los márgenesAuthor(s): José del ValleSource: Arizona Journal of Hispanic Cultural Studies, Vol. 7 (2003), pp. 101-107Published by: Arizona Journal of Hispanic Cultural StudiesStable URL: http://www.jstor.org/stable/20641646 .
Accessed: 14/06/2014 20:08
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El gallego en la escalera: =?g
Lengua e identidad Bf
en los m?rgenes |H
Jos? del VaUe is Associate Pro
fessor of Hispanic Linguistics at the Graduate Center of the
City University of New York. He is the author ofEl trueque s/x en espa?ol antiguo: apro ximaciones te?ricas (Max
Niemeyer, 1996) and co-edi tor ?/The Battle Over Span ish Between 1800 and 2000:
Language Ideologies and His
panic Intellectuals (Routledge, 2002). His research focuses on
language ideologies in Spain's and Latin Americas recent
linguistic history.
El jueves 10 de mayo de 2001, se celebraba en ?
Galicia el "CorreLingua 2001," especie de ca- | ??
rrera pedestre popular organizada (como acto hihihi simb?lico en defensa de la lengua) por departamentos ^^^^^^ de gallego y equipos de normalizaci?n ling?istica de ^HB^H los institutos de la comunidad. Tras la carrera se ley? ^HhI^I ante la juventud asistente un singular manifiesto que, con ret?rica entre sensible e incendiaria, recurr?a a los
m?s manidos t?picos del discurso del victimismo y re- ^^^^
produc?a (con argumentos e im?genes de una ingenui- HH^^^H dad enternecedoras) la tan extendida concepci?n ro-
jj^ m?ntica de la relaci?n entre lengua y pensamiento: "Somos a voz dos sen-voz, a vangarda dos que rexeitan ^ usar falas prestadas para non ficaren orfos de pensa- ^^^^^^ memos." Pero no es el problem?tico concepto de "fala ^^^^^H prestada" lo que resulta m?s chocante, ni siquiera la
jHBHBI^B absurda idea impl?cita de que cualquiera que habla una j
lengua extrajera est? lelo. Lo que m?s sorprende es la ^^^^^H radicalmente excluyente actitud que impregna las pa- HCuuH
labras con que se cierra el manifiesto: "N?s somos o
futuro de Galiza. Somos galegas e galegos e falamos ^H
galego. Porque s? faland? galego somos galegas, somos L^^^^^
galegos." EH ?Qu? arraigo puede tener en Galicia esta herm?- H?^^^^l tica visi?n de la galleguidad? Notemos primero que la ^^h^^l rotundidad de esas palabras entra en abierto conflicto ^_ con la ambig?edad que la cultura popular atribuye a h^^^^5 veces a los gallegos. Esta supuesta ambig?edad se ma- P|fr?mm! nifest? de modo desconcertante durante las encuestas ?
Arizona Journal of Hispanic Cultural Studies Volume 7, 2003 I^Hiil
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que se realizaron para la elaboraci?n del
Mapa So ci? ling??stico de Galicia (publica do por la Real Academia Galega entre
1994 y 1996 y coordinado por Mauro Fern?ndez Rodr?guez y Modesto Rodr?
guez Neira). Los autores del proyecto di
se?aron una serie de preguntas destina
das a recabar informaci?n sobre la relaci?n
entre lengua e identidad en la Galicia con
tempor?nea. Las preguntas y los resulta
dos obtenidos fueron los siguientes:
1. A lingua dos galegos ?:
castel?n 1,8% as d?as 39,9%
galego 58,4%
2. Se deixase de fala-lo galego, a cultura e identidade de Galicia:
perderianse 76,8% manterianse 23,2%
3. ? mais galego quen: vive e traballa aqu? 21,4% naceu en Galicia 62,3%
fala galego 16,3%
(Fern?ndez Rodr?guez y Rodr?guez Neira 1996: 362, 390, 376, respectivamente)
Es dif?cil, a primera vista, no recibir
estos datos con cierta sorpresa, pues nos
presentan al gallego precisamente tal como
lo describe en ocasiones el gracejo/malicia
popular: en medio de una escalera y sin
dar se?as de si la sube o la baja. ?Por qu?? Pues porque si, por un lado, las respuestas a las preguntas 1 y 2 parecen indicar que buen n?mero de gallegos creen en la exis
tencia de una fuerte conexi?n entre len
gua gallega y cultura gallega, por otro, los
resultados obtenidos a trav?s de la tercera
parecen contradecir aquella identificaci?n
al plantar ante nosotros el hecho de que tan solo un 16,3% de los encuestados
opta por vincular en primer lugar el ni
vel de galleguidad al uso del gallego. Antes de enfrentarnos a este enig
ma, recordemos, a muy grandes rasgos, el contexto pol?tico en que se debe desa
rrollar toda interpretaci?n de la realidad
ling??stica gallega. Es innegable que, en
el ?ltimo siglo y medio, y hasta los pasa dos a?os ochenta, los esfuerzos m?s in
tensos por definir Galicia se han hecho
desde las organizaciones pol?ticas y cul
turales vinculadas al regionalismo y al na
cionalismo (v?ase, por ejemplo, Beramen
di y N??ez Seixas 1995 o M?iz 1997). El discurso del nacionalismo gallego de
corte cl?sico ha sido relativamente prede cible: se ha caracterizado por la defensa
de la existencia de un volksgeist gallego y, con el tiempo, del derecho inalienable de
este pueblo a decidir su destino y reali
zarse como naci?n. En t?rminos genera
les, la cultura nacional la define una his
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toria de opresi?n, unas tradiciones folcl?
ricas, alguna que otra instituci?n pol?tica
y cultural y, sobre todo, una lengua. Pues
bien, a riesgo de caer en la imprecisi?n y
provocar la ira de algunos, trabajar? aqu? con la hip?tesis de que, hasta la fecha, el
proyecto nacionalista ha fracasado. Si bien
es innegable que la historia pol?tica de
Galicia ha estado condicionada por la exis
tencia de un movimiento nacionalista, no
se puede obviar que, por un lado, no se ha
llegado a reconocer ni se ha podido ejer cer el derecho a la autodeterminaci?n, y
que, por otro, los proyectos pol?ticos arrai
gados en la defensa de tal derecho no han
cuajado entre el electorado gallego. El fracaso del proyecto nacionalista
en la Galicia actual se ha debido a m?lti
ples factores, de los cuales se?alar? dos
particularmente relevantes para el presente
ensayo. Primero, el escepticismo con que la poblaci?n gallega recibi? la teor?a de la
colonizaci?n y la percepci?n de Galicia
como pueblo oprimido por Espa?a. Pero
un factor quiz?s m?s relevante para la com
prensi?n del fracaso de aquellos proyectos es la espectacular apropiaci?n del discur so cultural del nacionalismo por parte de
las organizaciones gallegas de los partidos estatales (especialmente PP y PSOE), que hizo posible que lograran disociar el
galleguismo del nacionalismo. El episo dio m?s notable en la guerra por la apro
piaci?n de la defensa de la identidad cul
tural gallega fue quiz?s el traslado al Pan
te?n de Gallegos Ilustres en junio de 1984
de los restos de Alfonso Rodr?guez Castelao
(figura m?tica del nacionalismo gallego).
Aquel acto fue auspiciado por las fuerzas
pol?ticas de ?mbito estatal (con el bene
pl?cito del nacionalista Camilo Nogueira) y desat? las iras del nacionalismo: si la TVE
titulaba un reportaje sobre el tema "Caste
lao, volver a Galicia, volver a Espa?a," los
nacionalistas del BNG se echaban a las
calles enarbolando pancartas en se?al de
protesta: "Castelao ? dos nacionalistas, non
dos espa?olistas." A pesar del fracaso del programa
pol?tico que se condensa en el eslogan "Galiza naci?n, autodeterminaci?n," tan
coreado en las manifestaciones del BNG, no hemos de negar que, en la Galicia ac
tual, no es posible construir un proyecto
pol?tico viable que no est? fundado en el
reconocimiento de la existencia de Galicia
como entidad no s?lo administrativa sino
tambi?n cultural.
El car?cter regresivo que han tendi
do a adoptar los proyectos nacionalistas?
basados en la defensa a toda costa de una
supuesta identidad cultural colectiva que f?cilmente deriva en esencialismo y exclu
si?n?ha provocado el que, desde ciertos
sectores, se radicalice el antinacionalismo
y se promueva una guerra abierta contra
todo movimiento pol?tico de base identi
taria (para una respuesta a esta tendencia
v?ase Castells 1997). Lo que conviene pre
guntarse es si ser? posible articular proyec tos pol?ticos que incluyan el mantenimien to y desarrollo de una cultura gallega de
base ling??stica distinta de la propuesta
por el nacionalismo cl?sico y que, pudien do mantener como objetivo pol?tico la
profundizaci?n en el autogobierno, evite
caer en los esencialismos y actitudes exclu
yentes que, en parte, han hecho fracasar a
aqu?l.
Acerqu?monos a esta cuesti?n desde
el panorama ling??stico que contempl? bamos al principio de este ensayo. Las in
vestigaciones socioling??sticas sobre Gali
cia y sobre la pol?tica ling??stica en esta
regi?n est?n condicionadas por los esque mas interpretativos del nacionalismo cl?
sico y, a un nivel m?s abstracto, por los
principios del pensamiento monogl?sico
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(v?ase mi estudio del Valle 2000). La cul tura monogl?sica (y repito aqu? la defini ci?n que he propuesto antes en distintos
lugares) concibe las lenguas como gram? ticas altamente focalizadas, bien definidas
y m?nimamente variables. Concibe tam
bi?n la comunidad ling??stica "normal" a
partir de un modelo convergente en el cual se deben crear las condiciones para que
cualquier tipo de variaci?n tienda a des
aparecer. Los procesos de "normalizaci?n"
ling??stica promueven una imagen pira midal de la comunidad, en cuya cima se
encuentra la lengua est?ndar y en cuya base se disponen las variedades vulgares que presentan mayor grado de variaci?n.
La evoluci?n del colectivo ling??sticamen te "normalizado" debe obedecer a un do
ble movimiento que reduzca la distancia entre los extremos de la base y acerque la
base a la cima. En este modelo, la existen
cia de comunidades biling?es se acepta
(aunque no sin recelos). Eso s?, se acepta
siempre que responda a la misma limpie za geom?trica que las monoling?es; basta con proponer la coexistencia de dos pir?
mides menguantes en lugar de una.
Los modelos de pol?tica ling??stica desarrollados en la Galicia actual?tanto
el hegem?nico u oficial como los contra
hegem?nicos propuestos desde sectores
nacionalistas?son intensamente mono
gl?sicos y toman como punto de partida una situaci?n de crisis, una situaci?n anor
mal en la cual el gallego carece del nivel
de fijaci?n y de la presencia social propias de una lengua de pleno derecho. Desde el
pensamiento monogl?sico, el biling?ismo se tolera, como hemos dicho, siempre y cuando el comportamiento verbal de los
miembros de la comunidad responda a la
coexistencia equilibrada de dos pir?mides
ling??sticas. En los a?os setenta, se duda
ba que la lengua gallega configurara una
pir?mide y se sent?a con alarma la posible
desaparici?n del gallego. Se pensaba (y a?n se piensa, seg?n muestra el Mapa Sociolin
g??stico; v?ase Fern?ndez Rodr?guez y
Rodr?guez Neira 1994, 1995 y 1996) que la desaparici?n de los comportamientos verbales que toman como referencia el ga
llego tendr?a consecuencias fatales para la
preservaci?n de la identidad gallega. En
consecuencia, y de acuerdo con el pensa miento monogl?sico que inspiraba a los
protagonistas de la pol?tica ling??stica, la
"normalizaci?n" habr?a de producirse ne
cesariamente a trav?s de un movimiento
de tipo convergente. El conflicto radicaba en que mientras los nacionalistas favore
c?an la convergencia preferente en una sola norma (la del gallego), los no nacionalis
tas, en el poder, propon?an el patr?n bi
ling?e de convergencia en dos modelos
ling??sticos (v?ase por ejemplo Garc?a
1980; L?pez Valc?rcel 1990 y 1991; Pellitero Ramilo 1992; Rodr?guez 1991).
El hecho es que la observaci?n de la realidad ling??stica gallega nos presenta (en los setenta y ahora) una situaci?n
mucho m?s compleja que la que anhela
cualquier modelo monogl?sico. En Gali
cia, no s?lo coexisten dos lenguas sino que se despliegan comportamientos ling??sti cos complejos que van desde el uso de una
lengua est?ndar hasta las hablas h?bridas
que delatan la presencia e interacci?n de
las m?ltiples normas ling??sticas de la
comunidad y que poseen un gran valor
comunicativo y potencial simb?lico (v?a se Alvarez Caccamo 1989, Argente Giralt
y Lorenzo Su?rez 1991). Pero ante una
realidad compleja como ?sta, los esque mas interpretativos monogl?sicos nos fuer zan a identificar (a provocar) un movimien
to: ?sube o baja el gallego la dichosa esca
lera? Tal como hemos dicho, en los a?os
setenta, ante la inestabilidad de la norma
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culta del gallego se respond?a a esta pre
gunta interpretando la vida de la lengua
gallega como un proceso descendente, y se hac?a por lo tanto imperativo curar se
mejante anormalidad aplicando la profi laxis de la "normalizaci?n." ?Pero es ?sta
acaso la ?nica interpretaci?n posible de la
realidad ling??stica gallega, de esa reali
dad aparentemente descentrada y varia
ble? Veamos. La identidad grupal se con
figura a partir del desarrollo y aceptaci?n
general de una serie de instituciones cultu
rales, instituciones pol?ticas y s?mbolos. Las
primeras se desarrollan cuando un grupo de individuos cobra conciencia de la exis
tencia de patrones de comportamiento
compartidos convirti?ndolos en se?as de
pertenencia al grupo. Las instituciones
pol?ticas por su parte se crean para coor
dinar la acci?n colectiva y el funciona
miento en sociedad, pero a su vez generan
comportamientos y rituales que refuerzan
la conciencia de pertenecer a un colecti
vo. Finalmente, los s?mbolos representan de un modo arbitrario a la comunidad, y suelen incluir banderas e himnos. El ha
bla se convierte en instituci?n cultural
cuando los hablantes notan la existencia
de patrones de comportamiento ling??s tico comunes y los asocian con el grupo. Estos comportamientos verbales pueden efectivamente estar altamente focalizados
(al exhibir un m?nimo de variabilidad),
constituyendo la base de lo que com?n
mente conocemos como lengua. Pero la
relaci?n entre lengua e identidad no se
deriva ?nicamente del desarrollo de aqu? lla como instituci?n cultural. Las lenguas, casi siempre tras haber sido sometidas a
un proceso de estandarizaci?n, suelen con
vertirse tambi?n en valiosos s?mbolos. Este
doble car?cter de la lengua es clave para
interpretar el funcionamiento de la cui
tura monogl?sica, pues en ella se suele con
fundir la lengua como instituci?n cultu
ral y la lengua como s?mbolo de la comu
nidad. En otras palabras, se presume un
necesario isomorfismo entre el comporta miento ling??stico (instituci?n cultural)
y la lengua (s?mbolo). Una vez cumplida la normativizaci?n del gallego (no sin con
flictos a?n no resueltos), esa norma se con
vierte en uno de los modelos que condi
cionan el comportamiento ling??stico de
la poblaci?n, pero a la vez adquiere una
dimensi?n simb?lica que le confiere un
estatus especial como marcador de iden
tidad. Estos son, en l?neas generales, los
par?metros desde los que se ha analizado
la realidad ling??stica gallega y desde los cuales se han construido las pol?ticas
ling??sticas actuales.
Pero volvamos por un momento al
concepto de instituci?n cultural y a los
comportamientos verbales complejos pre sentes en Galicia a los que nos refer?amos
arriba. Existen comunidades cuyos miem
bros exhiben un comportamiento ling??s tico "normal" que s?lo puede ser califica
do (de hecho lo es; v?ase Le Page y Tabouret-Keller 1985) de difuso, es decir, se puede caracterizar no como la utiliza
ci?n de una gram?tica focalizada (o dos) sino como el uso de un complejo reperto rio pluriling?e y pluridialectal. El habla se representa en estos casos no como la
manifestaci?n de un sistema ling??stico bien definido, sino como haces de vectores
que apuntan en las m?ltiples direcciones
de las varias normas orales y quiz?s escri
tas que all? conviven. Por lo tanto, la iden
tidad ling??stica de una comunidad pue de estar basada no s?lo en la relativa esta
bilidad y homogeneidad de un compor tamiento verbal focalizado, como asume
el pensamiento monogl?sico, sino tam
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bi?n en el relativo dinamismo y variaci?n
de un comportamiento difuso, tal como
ocurre en las comunidades heterogl?sicas. La hip?tesis que aqu? quiero presen
tar es que en Galicia conviven una cultura
monogl?sica, difundida desde todas las
instituciones del poder pol?tico/cultural y desde el nacionalismo y aceptada por
amplios sectores de la sociedad, y un mo
delo heterogl?sico, cuya latente persisten cia entre ampl?simos sectores de la pobla ci?n gallega ha sido sentida apenas por
algunos socioling?istas. Si volvemos sobre
las preguntas que examinaban la relaci?n
entre lengua e identidad en el Mapa So
cioling??stico de Galicia podremos quiz?s
poner a prueba la hip?tesis. Las respues tas a las preguntas 1 y 2 demuestran que
gran n?mero de gallegos reconoce el ca
r?cter simb?lico del gallego y expresan su
galleguidad por medio de actos de lealtad
hacia "la lengua." Apoyan por tanto la
protecci?n del uso p?blico e institucional
del gallego. De hecho ?ser? responder como lo hicieron un acto de lealtad? Pero
los gallegos, a pesar de las presiones de la
cultura monogl?sica, parecen resistirse a
identificar la lengua/s?mbolo con su pro
pio comportamiento ling??stico. Saben
que su forma de hablar con frecuencia di
fiere del est?ndar gallego (ya sea porque utilizan alguna variedad del espa?ol de
Galicia, alguna variedad local del gallego o una variedad h?brida) y que se mueven
constantemente a lo largo y ancho del
amplio repertorio pluriling?e y pluri dialectal de que disponen. Pero se niegan a sentirse por ello menos gallegos. De al
guna manera, al hablar se niegan a elegir, como afirma Mauro Fern?ndez?el m?s
l?cido observador de la realidad ling??sti ca gallega y pieza clave en la elaboraci?n
del MSG a?en su art?culo "Lengua e iden
tidad en el tercer milenio." Es por esta
raz?n, sospecho, que muchos respondie ron como lo hicieron a la tercera pregunta arriba presentada.
En las elecciones al parlamento ga
llego, celebradas el 19 de octubre de 1997, el BNG obtuvo un 25,5% del voto, si
tu?ndose as? como segunda fuerza parla mentaria en Galicia. El eslogan de su cam
pa?a fue "Porque nos interesa este Pa?s," frase id?ntica, gramatical y ortogr?fica mente, en gallego y espa?ol. ?Querr? esto
decir que los nacionalistas gallegos van
asumiendo, poco a poco y en silencio, la
cultura heterogl?sica, y aceptando como
posibles fuentes de identidad la ambig?e dad, hibridez y apertura de las que los
gallegos saben hacer gala? Si es as?, con
vendr?a que se lo dijeran a los organizado res de los futuros CorreLinguas.
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