el fingimiento feliz - marqués de sade

Upload: eduardo-gonzalez-pimentel

Post on 30-May-2018

218 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 8/9/2019 El fingimiento feliz - Marqus de Sade

    1/3

    Marques De Sade

    El Fingimiento Feliz

    http://www.librodot.com

  • 8/9/2019 El fingimiento feliz - Marqus de Sade

    2/3

    Hay muchsimas mujeres que piensan que con tal no llegar hasta el fin con unamante, pueden al menos permitirse, sin ofender a su esposo, un cierto comerciode galantera, y a menudo esta forma de ver las cosas tiene consecuencias ms

    peligrosas que si su cada hubiera sido completa. Lo que le ocurri a la marquesade Guissac, mujer de elevada posicin de Nimes, en el Languedoc, es una pruebaevidente de lo que aqu proponemos como mxima.

    Alocada, aturdida, alegre, rebosante de ingenio y de simpata, la seora de Guissaccrey que ciertas cartas galantes, escritas y recibidas por ella y por el barnAumelach, no tendran consecuencia alguna, siempre que no fueran conocidas yque si, por desgracia, llegaban a ser descubiertas, pudiendo probar su inocencia asu marido, no perdera en modo alguno su favor. Se equivoc... El seor deGuissac, desmedidamente celoso, sospecha el intercambio, interroga a unadoncella, se apodera de una carta, al principio no encuentra en ella nada que

    justifique sus temores, pero si mucho ms de lo que necesita para alimentar sussospechas, coge una pistola y un vaso de limonada le irrumpe como un poseso en

    la habitacin de su mujer...

    - Seora, he sido traicionado -le ruge enfurecido-; leed este billete: l me lo aclara,ya no hay tiempo para juzgar, os concedo la eleccin de vuestra muerte.

    La marquesa se defiende, jura a su marido que est ,equivocado, que puede ser, esverdad, culpable de una imprudencia, pero que no lo es, sin lugar a duda, decrimen alguno.

    - Ya no me convenceris, prfida! -le contesta el marido furibundo-, ya no meconvenceris! Elegid rpidamente o al instante esta arma os privar de la luz delda.

    La desdichada seora de Guissac, aterrorizada, se decide por el veneno; toma la

    copa y lo bebe.

    - Deteneos! le dice su esposo cuando ya ha bebido parte-, no pereceris sola;odiado por vos, traicionado por vos, qu querrais que hiciera yo en el mundo?

    -y tras decir esto bebe lo que queda en el cliz.

    - Oh, seor! -exclama la seora de Guissac-. En terrible trance en que nos habiscolocado a ambos, no me neguis un confesor ni tampoco el poder abrazar porltima vez a mi padre y a mi madre.

    Envan a buscar enseguida a las personas que esta desdichada mujer reclama, searroja a los brazos de los que le dieron la vida y de nuevo protesta que no esculpable de nada. Pero, qu reproches se le pueden hacer a un marido que se cree

    traicionado y que castiga a su mujer de tal forma que l mismo se sacrifica? Sloqueda la desesperacin y el llanto brota de todos por igual.

    Mientras tanto llega el confesor...

    - En este atroz instante de mi vida -dice la marquesa- deseo, para consuelo de mispadres y para el honor de mi memoria hacer una confesin pblica y empieza aacusarse en voz alta de todo aquello que su conciencia le reprocha desde que naci.

    El marido, que est atento y que no oye citar al barn de Aumelach, convencido deque en semejante ocasin su mujer no se atrevera a fingir, se levanta rebosantede alegra.

    Oh, mis queridos padres! -exclama abrazando al mismo tiempo a su suegro y a susuegra-, consolaos y que vuestra hija me perdone el miedo que la he hecho pasar,tantas preocupaciones me produjo que es lcito que le devuelva unas cuantas. Nohubo nunca ningn veneno en lo que hemos tomado, que est tranquila;

  • 8/9/2019 El fingimiento feliz - Marqus de Sade

    3/3

    calmmonos todos y que por lo menos aprenda que una mujer verdaderamentehonrada no slo no debe cometer el mal, sino que tampoco debe levantarsospechas de que lo comete.

    La marquesa tuvo que hacer esfuerzos sobrehumanos para recobrarse de suestado; se haba sentido envenenada hasta tal punto que el vuelo de su

    imaginacin le haba ya hecho padecer todas las angustias de muerte semejante.Se pone en pie temblorosa, abraza a su marido; la alegra reemplaza al dolor y lajoven esposa bien escarmentada por esta terrible escena, promete que en el futurosabr evitar hasta la ms pequea apariencia de infidelidad. Mantuvo su palabra yvivi ms de treinta aos con su marido sin que ste tuviera nunca que hacerle elms mnimo reproche.