¿el fin de las encuestas de salida? a diferencia de las democracias liberales a las que nos...
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¿El fin de las encuestas de salida?
Francisco Abundis
Una característica de las democracias liberales es que sus ciudadanos tienen acceso casi
irrestricto a la información pública. Se asume que el ciudadano es un individuo consciente
que podrá discriminar de lo que se entera y que incorporará aquello que le sea útil para su
toma de decisiones. Tal vez el supuesto es demasiado optimista, pero es coherente con su
diseño institucional.
En esta tarea los medios de comunicación —y más recientemente las redes
sociales— pasan a tener un papel fundamental. Los medios filtran y difunden información
que consideran útil para el público. Si bien este esquema funciona de manera cotidiana,
durante los periodos electorales pasa a ser más que relevante.
Una crítica cada vez más frecuente hacia las campañas electorales es que difunden
información no validada y frecuentemente dolosa. Se les conoce como campañas negras o
negativas. Este fenómeno es cada vez más preocupante y es uno de los argumentos más
serios para cuestionar el triunfo del actual Presidente de una de las democracias más
poderosas del mundo. Así de grave el problema.
La información sobre las preferencias electorales es sólo una parte de estos
insumos durante estos periodos. Pero, a diferencia de otros tipos de información que se
difunde, ésta está muy regulada y supervisada por la autoridad electoral. No sólo se
regulan sus condiciones de publicación, sino también sus tiempos.
Todo aquel dato que sea público debe de tener un patrocinador, una metodología
y una entrega con su base de datos correspondiente. Si bien esto no garantiza calidad en
la medición, por lo menos permite supervisión y saber que la medición sí se realizó.
A diferencia de las democracias liberales a las que nos referimos, en México hay un
momento que se restringe la información. Este periodo de tiempo se conoce como “veda
electoral” e incluye también la medición de preferencias políticas. En ese momento se
deja de difundir la información y pasamos a esperar los resultados en la noche del día de
la elección.
Es una especie de apagón informativo en el que cinco días antes de la elección se
detienen las campañas y toda la información disponible. En lo que se refiere a los temas
electorales no significa que no haya más información, sino que ésta ya no es pública. Los
tomadores de decisión y la clase política siguen teniendo información, solo el ciudadano
no tiene acceso a ella.
En las democracias referidas este flujo de información continua incluye la
publicación de encuestas de salida y de conteos rápidos durante las elecciones. En Estados
Unidos, Francia o Reino Unido las cadenas de televisión más importantes tienen
coberturas especiales para hablar del desarrollo de las elecciones, lo que incluye
estimaciones de la preferencia electoral de los votantes.
Estos medios invitan a analistas para dar explicaciones que ayuden a entender
cada elección, y tienen además la participación de pollsters que en el transcurso del día
dan a conocer estimaciones sobre los posibles resultados de cada proceso. Los ciudadanos
norteamericanos, franceses o bien ingleses, por mencionar algunos, tienen información
casi en tiempo real y van conociendo la historia de la elección, hasta que finalmente
aparecen los resultados oficiales que indican qué partido y candidato obtuvo el triunfo.
Gracias a las encuestas de salida realizadas a las personas que acudieron a las urnas se
pueden hacer lecturas posteriores sobre qué temas influyeron, cuál fue el perfil de los
votantes y otros datos que permite conocer más a los electores y sus motivaciones.
Desafortunadamente, en México nuestra historia es otra, derivado de los
cuestionamientos que han surgido sobre las encuestas que se realizan para conocer las
preferencias electorales de la ciudadanía el día de la elección. Cada vez menos medios de
comunicación reportan encuestas de salida para analizar las elecciones en lo que se
conoce como la noche electoral.
Una manera de abordar el fenómeno puede haber sido a través de acercamientos
entre los comunicadores y las encuestadoras para definir criterios. Acordar mejores
estrategias de informar a la ciudadanía sobre para qué sirven estas encuestas, cómo
deben ser leídas, cuáles son sus alcances y en qué pueden beneficiarnos si hacemos un
uso responsable de éstas. Este ha sido el caso de Estados Unidos y Francia.
Otra opción pudo ser abrir espacios de debate para evaluar si nuestra actual ley
electoral en materia de encuestas electorales realmente contribuye a que la ciudadanía
esté mejor informada para la decisión de su voto. Si la regulación ha hecho que haya
menos encuestas de calidad cuestionable al reportar la metodología usada. O si, por el
contrario, estas restricciones a la publicación de encuestas tres días antes de las
elecciones son un obstáculo informativo sólo para los ciudadanos. Otro tema más que
relevante es lo que está pasando con las encuestas difundidas por redes sociales, lo cual ni
siquiera se menciona.
En cambio, lo que está ocurriendo en el país es que los medios de comunicación
han tomado medidas de protección para que aquellos críticos de las encuestas no puedan
desacreditar el trabajo que se intenta hacer, al menos por una parte importante de las
encuestadoras. Críticas que lamentablemente carecen de información o rigor
metodológico. Las críticas por las diferencias entre encuestas preelectorales, encuestas de
salida, y los resultados finales son lugares comunes.
La forma de abordar estos problemas en muchos otros lugares del mundo es
distinta. Tenemos varios ejemplos, el más reciente fue la elección presidencial de EU
donde, a diferencia de las estimaciones electorales, el candidato Donald Trump resultó
electo. Sin embargo, ABC, CBS, NBC o FOX no optaron por cuestionar la publicación de
información, ellos tienen claro la utilidad de la misma para la ciudadanía. Si en estas
democracias se utilizara el mismo criterio que en México, ya no se publicarían más
encuestas de salida.
Resulta importante señalar el esfuerzo realizado por MILENIO Televisión en las
elecciones locales de 2016. En la cobertura en la que se reportaron los 12 estados que
renovaron gobernador, decidimos informar con mucha precaución las tendencias
electorales de las encuestas. Siempre presentando las mismas como estimaciones
estadísticas. Durante la transmisión se recordó constantemente al televidente que debía
tener cautela con los datos reportados de encuestas de salida, y que los conteos rápidos
se caracterizan por tener mayor precisión. Sin embargo, un día después del ejercicio las
críticas de algunos comunicadores fueron las mismas: “las encuestas se equivocaron”.
No importa que al final de la noche se haya estimado de manera correcta a los
ganadores de las 12 elecciones. Para estos críticos las encuestas habían fallado.
Desestimaron los resultados que se dieron a conocer, inventaron un récord. Se dio
ganador acertado en nueve estados con encuestas de salida, en un estado solo se reportó
conteo rápido (Tamaulipas), y en otras dos entidades se corrigió al ganador según el
conteo rápido (Durango y Quintana Roo). Al final de la transmisión de la noche electoral
todas las mediciones fueron correctas.
No poder contar con información pública durante las elecciones es una pérdida
para la ciudadanía, no para la clase política que seguirá teniendo información sobre cada
elección. Esta falta de información no se da por una decisión ciudadana. La ausencia de
información electoral es consecuencia de una ley electoral restrictiva y de unos medios de
comunicación que desconocen del tema y no observan cómo funcionan las democracias
en el mundo. Nuevamente otro ejemplo del excepcionalismo mexicano.
Artículo Publicado en Milenio el 6 de junio de 2017
Disponible en: https://goo.gl/Ae4ia2
Nota: El record de la información dada a conocer por Parametría en las elecciones locales
de 2016 puede ser consultado en este link https://goo.gl/Y5Kg5P. Las imágenes de las
imágenes del Exit Poll que se realizó y reportó en Milenio son las siguientes.