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1 EL FENÓMENO MIGRATORIO. EXIGENCIAS DE LA INTEGRACIÓN S U M A R I O Cuestiones a plantearnos con hondura, para poder reconocer que las personas valen por sí mismas, cualesquiera que sean sus orígenes, su pertenencia étnica o religiosa, las condiciones económicas, culturales o sociales en que se encuentren. Hemos de empeñemos con ahínco en buscar modos de convivencia respetuosos de todos en los diversas ámbitos de la vida social, de la economía, de la cultura, de la salud, de la educación y de la política. 1. LA CONDICIÓN INMIGRANTE. 1.1. Las migraciones no constituyen de por sí un fenómeno propio de las últimas décadas 1.2. Las migraciones, elemento estructural y permanente del sistema económico: mano de obra al servicio de la coyuntura económica. 1.3. Flujos migratorios regulados. 1.4. No se trata de una presencia temporal sino permanente. 1.5. La inmigración como mano de obra en función del empleo. 1.6. La dimensión antropológica de las migraciones. 2. UNA SOCIEDAD URBANA, COMPLEJA Y CAMBIANTE 3. EXIGENCIAS DE LA INTEGRACIÓN. 3.1. Los pilares de todo proceso integrador. 3.2. Servir al hombre en la sociedad. 3.3. Necesidad de la mediación social. A. S. T. I. * En nuestros Cuadernos de Formación encontrarán más materiales para profundizar esta reflexión

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EL FENÓMENO MIGRATORIO.

EXIGENCIAS DE LA INTEGRACIÓN

S U M A R I O

Cuestiones a plantearnos con hondura, para poder reconocer que las personas valen por sí mismas, cualesquiera que sean sus orígenes, su pertenencia étnica o religiosa, las condiciones económicas, culturales o sociales en que se encuentren.

Hemos de empeñemos con ahínco en buscar modos de convivencia respetuosos de todos en los diversas ámbitos de la vida social, de la economía, de la cultura, de la salud, de la educación y de la política.

1. LA CONDICIÓN INMIGRANTE.

1.1. Las migraciones no constituyen de por sí un fenómeno propio de las últimas décadas

1.2. Las migraciones, elemento estructural y permanente del sistema económico: mano de obra al servicio de la coyuntura económica.

1.3. Flujos migratorios regulados.

1.4. No se trata de una presencia temporal sino permanente.

1.5. La inmigración como mano de obra en función del empleo.

1.6. La dimensión antropológica de las migraciones.

2. UNA SOCIEDAD URBANA, COMPLEJA Y CAMBIANTE

3. EXIGENCIAS DE LA INTEGRACIÓN.

3.1. Los pilares de todo proceso integrador.

3.2. Servir al hombre en la sociedad.

3.3. Necesidad de la mediación social.

A. S. T. I.

*

En nuestros Cuadernos de Formación encontrarán más materiales para profundizar esta reflexión

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EL FENÓMENO MIGRATORIO

EXIGENCIAS DE LA INTEGRACIÓN

Cuestiones a plantearnos con hondura, para poder reconocer que las personas valen por sí mismas, cualesquiera que sean sus orígenes, su pertenencia étnica o religiosa, las condiciones económicas, culturales o sociales en que se encuentren.

Hemos de empeñemos con ahínco en buscar modos de convivencia respetuosos de todos en los diversas ámbitos de la vida social, de la economía, de la cultura, de la salud, de la educación y de la política.

El conocimiento del hombre, que la Iglesia tiene en Cristo, la impulsa a anunciar los derechos humanos fundamentales

y a oír su propia voz cuando éstos se ven atropellados. Por eso no se cansa de afirmar y defender la dignidad de

la persona, destacando los derechos irrenunciables que de ella se desprenden.1

1.1. LA CONDICIÓN INMIGRANTE

1.1. Las migraciones no constituyen de por sí un fenómeno propio de las últimas décadas, pero sí que lo son en cuanto al volumen de los flujos y a la forma en que se plantean y realizan.

En el comienzo del tercer milenio, las migraciones se han convertido en un fenómeno global en el mundo actual e implican a todas las naciones, ya sean países de salida, de tránsito o de llegada, y a todas y cada una de las Iglesias particulares.

No constituyen de por sí un fenómeno propio de las últimas décadas, pero sí que lo son en cuanto al volumen de los flujos y a la forma en que se plantean y realizan.

Se ven alimentadas por la concentración de la riqueza y los medios de producción en determinadas áreas, que crea expectativas de mejor empleo y mayores ingresos, oportunidades de educación y promoción, posibilidades de gozar de más y mejores servicios; y también por las graves crisis demográficas por las que atraviesan las sociedades más ricas. Se difunde cada vez más la forma de concebirlas como el mecanismo regulador de la mano de obra necesaria al servicio de la coyuntura económica.

Revisten una compleja problemática e interpelan, hoy más que nunca, a la comunidad internacional y a todos y cada uno de los estados sobre el sentido del hombre, de la sociedad, de la cultura y de las instituciones en la forma en que se plantean y conciben entre nosotros.

España no es una excepción. Los flujos migratorios hacia nuestro país se han diversificado y han crecido aceleradamente en muy pocos años.

La población inmigrante en España era hasta 1990 sobre todo europea y latinoamericana. En los años noventa España se convierte decididamente en un país receptor. A partir del proceso de regularización de 1991, la inmigración cambia de signo atendiendo a las zonas de origen y el nivel de desarrollo de éstas :

1 Cf. Juan Pablo II. MENSAJE JORNADA MUNDIAL DE LAS MIGRACIONES, 2001.

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El Padrón continuo2 a 1 de enero de 2007 cifraba en 4.482.568 los extranjeros en España, de los cuales 1.887.920 (42,12%) procede de países europeos, de ellos 1.702.613 (37,98 %), de la UE.; 1.532.403 (34,65 %) de Latinoamérica; 707.592 (17,79 %) de África; 219.578 (4,89 %) de Asia y Oceanía.

Los movimientos migratorios se producen en el contexto internacional de la globalización, que ha acelerado de manera espectacular su evolución y su diversidad. Aceleración de la evolución y diversidad que no supone una modificación causal y esencial del fenómeno migratorio. El cambio en realidad es sólo aparentemente.

En efecto, la globalización: la interconexión financiera, económica, comercial, social, política y cultural entre las diversas zonas geográficas del planeta a través de la relación entre las empresas o mercados, (hecha posible gracias a que el desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación, el abaratamiento de los transportes y la desaparición del bloque comunista han favorecido la desregulación y liberación del mercado de trabajo, la apertura de los mercados de capitales, de bienes y de servicios), ha impreso ciertamente, un gran impacto de aceleración y diversificación en los flujos migratorios.

Pero no debemos llamarnos a engaño. La globalización no está en el origen de los flujos migratorios modernos. Habría que precisar, más bien, que, porque la revolución tecnológica ha favorecido la desregularización, la globalización ha podido reforzar la tendencia liberizadora y los flujos migratorios3

El estudio del OIT sobre el Impacto de la Globalización en las Migraciones, publicado en marzo de 2000, afirmaba que, a la vez que crece sin interrupción el número de inmigrantes en el mundo, (los 50 millones de 1965 se han convertido en 120 millones; una cifra que triplica la población española), aumenta la complejidad y la diversidad del fenómeno migratorio (se ha ampliado de 39 a 67 el número de países clasificados como países de acogida y de 29 a 55 el de países de inmigración y han aumentado de 4 a 15 los países que son a la vez de emigración e inmigración).

En consecuencia, aceleración y diversificación de los flujos son provocadas, hoy como ayer, por la localización espacial del capital y, consecuentemente, por el creciente empobrecimiento del Tercer mundo.

En 1850, antes de que empezara el proceso de globalización, la diferencia entre los países más ricos y los más pobres era de 4 a 1; en 1913, al final de la primera etapa de la globalización, la diferencia era de 10 a 1; en la segunda etapa, en 1960, la diferencia entre los países de la OCDE y los más pobres era ya de 30 a 1; en 1997, de 74 a 1. En el interior de los países, la riqueza se acumula en un sector cada vez más pequeño de la población. Consecuentemente las desestabilizaciones, la guerras, las persecuciones y la opresión de las minorías, la esperanza de conseguir un salario más elevado, una vida más digna, la recesión económica en un país y el despegue económico en otro, constituyen la principal incitación a éxodo. Los movimientos migratorios se 2 INE. 01/01/2007 3 JOSEP F. MÀRIA I SERRANO. LA GLOBALIZACIÓN. Cristianisme y Justicia. Cuaderno nº 103. Barcelona, 2000. Los seres humanos tenemos tendencia a fabricar palabras ídolo a las que atribuimos un contenido no del todo verdadero y que nos sirven de excusa para mantener nuestros privilegios. La globalización se ha convertido en una palabra ídolo: responde en parte a la verdad de un fenómeno y de un proceso; pero es también el arma que esgrimen algunos para mantener o prolongar situaciones injustas. Esta manipulación es precisamente lo que denuncia la frase de Robert M. Solow: ¡Ah, sí, la globalización! Es una maravillosa excusa para muchas cosas... “Globalización es la excusa de algunos pensadores, hombres de negocios o políticos para volver a situaciones de capitalismo feroz”

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producen en todas las direcciones de Sur a Norte, a Este a Oeste y de Sur a Sur, incluso al interior de un mismo país.

En el marco de un liberalismo sin controles adecuados, se ahonda en el mundo la brecha entre países «emergentes» y países «perdedores». Los primeros disponen de capitales y tecnologías que les permiten gozar a su antojo de los recursos del planeta, pero no siempre actúan con espíritu de solidaridad y participación. Los segundos, en cambio, no tienen fácil acceso a los recursos necesarios para un desarrollo humano adecuado; más aún, a veces incluso les faltan los medios de subsistencia4. La. concentración de la riqueza y medios de producción en determinadas áreas crea expectativas de mejor empleo y mayores ingresos, oportunidades de educación y promoción, posibilidades de gozar de más y mejores servicios5

Esta nueva situación, creada por la diversidad y el crecimiento acelerado de los flujos migratorios, nos lleva a plantearnos una serie de preguntas ¿qué tenemos que hacer para regular los flujos migratorios, para detener la migración ilegal, qué medidas hemos de adoptar para conseguir su integración? Preguntas que preocupan a la sociedad española, al Estado, a las Autonomías, a los municipios, a las instituciones y a los ciudadanos..

Abordar el fenómeno migratorio con responsabilidad y en toda su integridad exige tener en cuenta variadas perspectivas: políticas, socioeconómicas, culturales...; pero también y en primer lugar, las éticas y morales, que tienen como punto normativo y supremo de referencia: el bien, la dignidad y el respeto que se debe a toda persona humana y a su primero y fundamental entorno social: la familia.

Pero, a mi entender existen otras cuestiones previas que deberíamos plantearse con toda seriedad. Tendríamos que pararnos a contemplar la realidad más de lo que lo hacemos, conocer mejor el fenómeno migratorio: sus causas, sus características y sus implicaciones sociales. Cuando estas cuestiones no se abordan con hondura, existe el peligro de desvirtuar la acción y fallar en el planteamiento de lo que debería ser una política de inmigración respetuosa de los derechos humanos integrada -y a la vez integradora- en la política social de un país, de una autonomía o de un municipio.

Llegados a este punto, si la inmigración -presente en muchos cambios históricos- exigió en cada momento a la sociedad la adecuada respuesta y los contenidos antropológicos necesarios para andar nuevos caminos, hoy, si la historia es memoria futuri, se reclama de nosotros una nueva actitud: inmigrantes y autóctonos, juntos, por encima de las diferencias de nuestros orígenes y nuestra condición, hemos de construir en la vida diaria, con gestos de respeto, de solidaridad, de mutua ayuda, de amistad y de fraternidad, realizados con sencillez y constancia, una convivencia profundamente humana.

Quizás por no haber sabido situarnos de esta forma y no haber cambiado nuestra mirada, las políticas de inmigración llevadas a cabo en España y Europa sólo han servido para orientar la dirección de los flujos. No han sido verdaderas políticas de regulación e integración de los flujos, sino, a la inversa, han propiciado el crecimiento de la inmigración clandestina.

1.2. Las migraciones, elemento estructural y permanente del sistema económico: mano de obra al servicio de la coyuntura económica.

4 JUAN PABLO II. JORNADA MUNDIAL DE LAS MIGRACIONES, 2001 5 ANTONIO MARÍA ROUCO VARELA, SALIR AL ENCUENTRO PARA VIVIR JUNTOS, 2

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El fenómeno migratorio no es nuevo en la Historia de la Humanidad, pero en cada época reviste formas nuevas. En nuestros días, las migraciones modernas echan sus raíces en el sistema económico. Están ligadas de manera estructural a la economía de libre mercado, aunque no puedan olvidarse las migraciones forzadas por los regímenes políticos dictatoriales y por ciertas estructuras culturales y sociales de los pueblos.

No son un fenómeno coyuntural. Su evolución está ligada a la coyuntura económica y su existencia ligada a la persistencia del sistema. No parece fácil que se pueda prescindir de ellas en la estructura de los sistemas productivos actuales.

No se puede prescindir de ellas en la estructura de los sistemas productivos. Se planifican con una racionalidad meramente económica en función del crecimiento económico y de la realización rápida de beneficios. No se tiene en cuenta el costo humano que conllevan para quienes se ven forzados a abandonar su entorno, su pueblo, su cultura y su familia, y menos aún la necesidad de eliminar de la superficie del planeta las causas profundas, las injustas y crecientes desigualdades entre pueblos ricos y pobres.

Los hombres y mujeres inmigrantes no vienen sólo porque ellos tengan necesidad, sino también, y sobre todo, porque nosotros les necesitamos. E, incluso, su necesidad, nacida de la dependencia del Tercer Mundo y su progresivo empobrecimiento, está generada por nuestros propios intereses. Las migraciones no se han inventado para resolver el problema del hambre del Sur, sino para hacer más rico al Norte y en todos los países por pobres que sean hay un Norte y un Sur.

Dicho de otra manera, los procesos de internacionalización y concentración espacial del capital en determinadas áreas, unidos a los procesos de dominación económica y de mantenimiento del subdesarrollo en otras, favorecen las migraciones de la fuerza de trabajo al servicio de las exigencias del desarrollo de los países industrializados.

Los flujos migratorios se deben, en consecuencia, al proceso de reindustrialización y a la política seguida para conseguirla en los países ricos, a la dependencia y desorganización de la economía en los países pobres y a la reestructuración del mercado de trabajo en función de la precariedad de los empleos. Acentuados todos estos fenómenos por la revolución de las técnicas de la información y comunicación, que permite:

• la deslocalización de la producción intensiva en mano de obra en tramos según las ventajas que ofrezca cada país; es decir, la traslación a los países con mano de obra barata de las fases de producción que implican más intensidad de mano de obra,

• la demanda de mano de obra barata para aquellos sectores productivos de bienes intensivos en trabajo, que no puedan ser desplazados a otras áreas, caracterizados por la peligrosidad, penalidad, dureza y precariedad6,

6 La división de los trabajadores en dos categorías: los trabajadores auto-programables y los trabajadores genéricos. Los primeros son los que saben manejar las TIC y adaptarse a los cambios que estas imponen: generan la parte más importante del valor añadido de los procesos y son difíciles de sustituir. Los segundos realizan trabajos menos importantes y son prescindibles a nivel individual, si bien no como colectivo. Esta división está comportando un incremento de las diferencias salariales: los trabajadores autoprogramables "no se pueden dejar escapar" y por lo tanto su fidelización en una empresa les permite obtener salarios (u otros incentivos económicos) mucho más elevados que los trabajadores genéricos. Además, el paro y la precariedad se están convirtiendo en problemas crónicos para las economías industriales y han afectado sobre todo a estos trabajadores genéricos en tanto que son individualmente prescindibles. De hecho, el paro y la precariedad del trabajo son problemas económicos, pero tienen consecuencias culturales: baja autoestima, reducción de as posibilidades de realizar proyectos de pareja,

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• la liberación y libre circulación de capitales. La integración a escala global de los mercados financieros acentúa el anonimato y la deshumanización de las decisiones empresariales, guiadas por una racionalidad meramente económica en la que no cuentan los costos humanos que se desencadenen, como es el caso de la inmigración. Por otro lado, el poder de regulación económica de los Estados se ha reducido también por causa de los movimientos de capitales7.

Por todo ello, queda claro que, si los flujos migratorios se han diversificado y acelerado de manera espectacular como consecuencia de la globalización, en modo alguno son su consecuencia. En modo alguno podemos pensar que las migraciones han cambiado de signo y ya no son la mano de obra que necesitan nuestros mercados laborales, sino el grito de los pobres del mundo entero, víctimas de la miseria y de la violencia, que resuena en el corazón de nuestra sociedad opulenta8.

Las migraciones se planifican con una racionalidad meramente económica en función del crecimiento económico9, como perfectamente reflejan tanto el pensamiento y la actuaciones de los responsables políticos, como los responsables de las organizaciones empresariales a lo largo de las últimas décadas: a). Los responsables políticos.

• Si en 1963, Georges Pompidou afirmaba en la Asamblea Nacional Francesa:

La inmigración es un medio de crear una cierta distensión sobre el mercado del empleo y de resistir a la presión social10. Si en 1966, Mr. Jeanney, afirmaba también en un debate parlamentario: La misma inmigración clandestina no es inútil ya que, si nos atuviéramos a la aplicación estricta de los reglamentos y acuerdos internacionales, tal vez nos faltaría mano de obra11.

mayor inestabilidad de las formas de familia, aumento de la delincuencia, etc. Cf. JOSEP F. MÀRIA I SERRANO. LA GLOBALIZACIÓN. Cristianisme i Justicia, nº 103. Barcelona. 2000.

Constatamos que actualmente la competencia internacional por puestos de trabajo de baja cualificación es muy limitada. Pero la tendencia de futuro es que las TIC y el desarrollo de los transportes vayan posibilitando una competencia antes insospechada. Por ejemplo, en 1997, la megafonía , del aeropuerto de Berlín era gestionada, a partir de una determinada hora de la tarde, desde los Estados Unidos: desde California, una trabajadora de origen alemán daba los avisos a los pasajeros berlineses.: es que su trabajo en California no implicaba horarios "nocturnos" y además tenía un contrato menos protegido socialmente que en Alemania. Y, huyendo de la pobreza y de la opresión, están llegando trabajadores de los países pobres a los ricos. Entonces se da el caso de un país en el que conviven índices de paro elevados con entrada de inmigrantes que encuentran ocupación. De hecho, estos inmigrantes aceptan o bien trabajos sin cualificación que la población nativa no quiere realizar, o bien trabajos profesionales para los cuales determinados segmentos de la población nativa no están preparados (profesiones de grado medio, como informáticos, por ejemplo).

7 Ibídem. Cf. IGNACIO SOTELO. El concepto de globalización desmenuzado. La Correspondencia, papeles de nuestro tiempo. Nº 9. Septiembre 2002

8 Cf. COMITE EPISCOPAL DES MIGRATIONS. UN PEUPLE EN DEVENIR. Francia.1995 9.On oublie souvent que les migrations sont la plupart du temps un puissant facteur de développement non seulement pour les migrants eux-mêmes, mais aussi pour les pays et les sociétés qui les accueillent, et quelquefois pour les pays d'émigration. Du point de vue économique, les migrations peuvent être un moyen de répartir plus efficacement entre les régions et les pays le facteur de production (et de consommation) essentiel qu'est la main-d'oeuvre, contribuant ainsi à alimenter et à renforcer le développement et la croissance économiques. Sachant également que la mobilité de la main-d'oeuvre est souvent un moyen d'opérer des transferts technologiques, on comprendra le rôle essentiel joué par le phénomène migratoire en tant que moteur historique de développement" . BERNARD WOOD, Stratégies de développement et migrations: liens et enseignements possibles, Migrations et coopération internationale: les enjeux pour les pays de l'OCDE, Conférence organisée par l'OCDE, Le Canada et l'Espagne, Madrid, 1993.

10 GEORGES POMPIDOU. Debate Asamblea Nacional. Francia. 1963 11 MR. JEANNEY, Debate Asamblea Nacional. Francia. 28-II-66.

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• En 1994, treinta años después, el Consejo de Ministros del Gobierno Español, presidido por Felipe González, al aprobar el Plan de español de Integración Social de los Inmigrantes, afirmaba:

Naturaleza estructural y no coyuntural del fenómeno migratorio: A pesar de la existencia de altas tasas de desempleo la configuración y fragmentación del mercado de trabajo provoca que existan “nichos laborales”, que, por su precariedad, informalidad o naturaleza de la prestación, serán rechazados por los trabajadores nacionales y, en cambio, resultarán atrayentes para nuevos inmigrantes. Su presencia, en un mercado caracterizado por rigideces estructurales, introduce un factor de flexibilidad y representa una aportación, desde el punto de vista productivo, nada despreciable

Y un año antes, se afirmaba que la fijación del contingente, o número máximo de trabajadores extranjeros autorizados de forma previa y organizada a residir y trabajar en España, establecida por primera vez por Acuerdo del Consejo de Ministros de mayo de 1993, tenía como finalidad alcanzar tres objetivos esenciales: - Atender de forma rápida y eficaz las ofertas de empleo que no pudiesen ser cubiertas por trabajadores españoles o extranjeros residentes en España.

- Evitar el efecto llamada que las oportunidades de empleo provocan entre los inmigrantes, respondiendo varios demandantes a cada oferta, lo que da lugar a frecuentes situaciones de irregularidad.

- Garantizar una vía segura a los inmigrantes, como alternativa a la actuación de redes para el tráfico clandestino de inmigrantes 12.

• Y en el 2004, cuarenta años después, al definir las líneas maestras del nuevo Reglamento de Extranjería y de las líneas de la política migratoria del Gobierno de Rodríguez Zapatero, se afirmaba: ...cuando se trate de ocupaciones laborales de difícil cobertura, vía libre para la contratación de extranjeros.

En 2001, el Gobierno Español, al adoptar determinadas medidas de reforma del mercado de trabajo para el incremento del empleo y de mejor de su calidad, determina que los trabajadores extranjeros, durante los dos primeros años de vigencia de su permiso de trabajo, podrán ser contratados por medio de un contrato de formación; lo que implicaba que los trabajadores extranjeros sólo percibirían el 70% del sueldo base, no tendrían derecho al paro y los patronos sólo pagarían 5.000 pesetas al mes en concepto de Seguridad Social. Es decir, de nuevo se contemplaba la inmigración como un sistema de aprovisionamiento de mano de obra barata.

Lo que significaba que los inmigrantes en sus dos primeros años podían ser contratados en contrato de formación, cobrando el 70 % del sueldo base, no tenían derecho al paro y los patronos sólo pagan 5.000 pesetas al mes en concepto de Seguridad Social. Es decir, de nuevo se contemplaba la inmigración como un sistema de aprovisionamiento de mano de obra barata.

• Y en el Plan Global de Regulación y Coordinación de la Extranjería y la Inmigración en España (Greco) definía del siguiente modo las acciones previstas para el diseño global y coordinado de la inmigración como fenómeno deseable para España1:

1 Estudio de las necesidades de mano de obra de acuerdo con la situación nacional del empleo en cada momento y la necesidad de cubrir puestos de trabajo según sectores, perfiles profesionales y, en su caso, áreas geográficas de origen El objetivo de esta

- 12 Cfr. MINISTERIO DE ASUNTOS SOCIALES. DIRECCIÓN GENERAL DE MIGRACONES, PLAN PARA LA INTEGRACIÓN SOCIAL DE LOS INMIGRANTES, pág. 30-39. 1994.

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medida es la cuantificación de las ofertas de empleo y características de las mismas, sectores de actividad profesionales, localización geográfica en España de la oferta, e incluso lugares, zonas geográficas dónde irán destinadas las mismas.

2 Concreción numérica de la necesidad de trabajadores de temporada o permanentes. Se establecerán mecanismos e instrumentos de coordinación e intercambio de información entre la autoridades administrativas competentes en materia de extranjería, las Organizaciones empresariales, y sindicatos, al objeto de concretar y determinar las necesidades de oferta del mercado laboral español que no pueden ser cubiertas con nacionales ni con extranjeros residentes.

Se constituirá una bolsa de ofertas de trabajo con indicación de número de puestos ofertados, sectores profesionales, cualificación necesaria, lugar geográfico en el que existe la necesidad, y condiciones, de la oferta, que se actualizará permanentemente.

3 Concreción numérica de la necesidad de trabajadores de temporada o permanentes.

b). Los responsables de la economía:

• Si el 20 de marzo de 1970 la patronal francesa en su hebdomadario «L’usine nouvelle» afirmaba que: «La presencia de esta inmigración imprime agilidad a nuestra economía, al tratarse de gentes sin estabilidad, dispuestos a cambiar de ocupación, de región y, si llega el caso, a convertirse en parados indemnizados. La inmigración es también útil en la medida en que permite que nuestro país economice una parte de los gastos de capacitación (que corren a cargo del país de origen) y el regular mejor las cargas de la nación: por su juventud, los inmigrantes, con frecuencia hacen mayores aportaciones en el concepto de cotizaciones que lo que reciben por vía de prestaciones»»13

• En 1999, la Cámara de Comercio y de la Industria de París reclamaba el recurso de nuevo a la inmigración.

De manera oficial, la Cámara de Comercio y de la Industria de París (CCIP), ante la escasez de mano de obra que pesa sobre algunos sectores industriales, afirmaba que hay que relanzar la inmigración de trabajadores. Para el CCIP, «las dificultades de contratación duramente experimentadas en determinados sectores, podrían convertirse -sin un nuevo recurso a la inmigración- en un estrangulamiento del desarrollo de la empresa y frenar el crecimiento económico».

La CCIP pone en efecto los puntos sobre las íes al añadir que, «si se redujeran las cargas sobre los bajos salarios, si se impulsara la movilidad y la flexibilidad del empleo, esto sería una buena cosa. Pero no sería suficiente. Pues buscar en la reserva de mano de obra del mercado francés comporta límites. Cuanto más el paro disminuya, mayores serán las dificultades de contratación».

• En julio de 1999, la patronal francesa por medio de Denis Gautier Salangac, delegado general de la Unión de las Industria metalúrgicas y mineras (UIMM) que en los años setenta ya recurrió a mano de obra extranjera masivamente, «juzga que no sería absurdo invertir los flujos migratorios». Al mismo tiempo, Jean Louis Girol, personalidad bien conocida en el mundo de la construcción y de las obras públicas, repetía lo mismo ya crudamente sin trabas: «es necesario renovar el stock de la mano de obra extranjera en Francia. Dicho de otra manera, ha llegado el tiempo de deshacerse de una población inmigrada envejecida y desgastada por jóvenes»14.

13 CF. L’USINE NOUVELLE, SEMANARIO PATRONAL, 20-03-1970 14 Migrations et Société, nº.

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Se insistía en consecuencia, en la necesidad de relanzar importación de mano de obra barata y de autorizar, a la vez, incluso a los estudiantes, ya presentes en Francia, a cambiar de estatuto para que puedan ser contratados como trabajadores.

No se trataba de abrir las fronteras de par en par, sino simplemente de abaratar la mano de obra deficitaria en los sectores que tienen dificultades de contratación: hostelería, restauración, construcción, transportes y reducir la falta de enfermeras y de matronas, cubrir los puestos de mantenimiento y conservación y algunos empleos para la grandes superficies comerciales. Es decir, se trata de reclutar personal para los sectores en los que la peligrosidad, la penalidad, la precariedad y la dureza del trabajo es mayor y los salarios son generalmente bajos.

• El 12 de febrero de 2001, la patronal española, en un texto remitido al Gobierno concebía la inmigración como mano de obra al servicio de la coyuntura económica según las necesidades de los distintos sectores de producción

Durante los últimos años, afirmaba, venimos asistiendo a un fenómeno de creciente importancia para las sociedades más avanzadas en general y para la europea en particular... , graves problemas de desempleo y bienestar social con otras que presentan, como es el caso de Europa, un acusado déficit en determinados sectores, con mano de obra intensiva en los que la oferta desde el punto de vista del mercado de trabajo es muy superior a la demanda, al tratarse de trabajos que los nacionales de estos países no desean cubrir ... Este problema se ha agravado a lo largo de los últimos años como consecuencia del envejecimiento generalizado de la población europea... Además, en muchas ocasiones, las demandas de trabajadores efectuadas por los empresarios en nuestro país o no se cubren o de cubrirse, no se hace en el campo necesario que se precisa, especialmente cuando se trata de actividades productivas que por su propia naturaleza son de carácter estacional...

.../...El fenómeno de la inmigración y la falta de mano de obra cualificada que se da en la UE y especialmente en España, requieren políticas concretas destinadas a formar trabajadores para facilitar una inmigración regulada ..., y adecuada a las necesidades del mercado de trabajo donde se insertan para así:

- Ordenar la afluencia de trabajadores inmigrantes en condiciones de legalidad, - Canalizar la afluencia de trabajadores en función de las ofertas existentes y de los países de origen, .../...Teniendo en cuenta que no todos los sectores de actividad económica presentan la misma problemática. En concreto, sectores como la construcción, la agricultura, la hostelería o cualquier otro como las nuevas tecnologías, plantean o pueden plantear en el futuro una situación compleja y que justifica el desarrollo de un plan de acción entre organizaciones empresariales y Administraciones Públicas competentes para conseguir que la oferta y la demanda de mano de obra inmigrante se realice en todo momento de acuerdo con criterios detallados que tengan en cuenta cuestiones como el número de trabajadores necesarios en cada sector, su cualificación, tipo y periodo de contratación, etc...

Para cumplir este objetivo las organizaciones empresariales pueden cumplir un papel decisivo garantizando una información lo más aproximada posible sobre el número necesario de trabajadores extranjeros, el sector en cuestión y la formación requerida, de forma que la inserción del inmigrante en el mercado laboral y por ende en la sociedad se desarrolla de forma rápida, real y positiva para ambas partes.

c). El análisis de la segmentación del mercado de trabajo y la segregación sectorial en España

10

El análisis de la Segmentación del Mercado de Trabajo y la Segregación Sectorial de los inmigrantes en España confirma también que éstos son la mano de obra que necesitamos, así como la naturaleza estructural de los flujos migratorios15

En efecto, entre 1985, año de la promulgación de la primera Ley de Extranjería, la Ley O. 7/85 de 1 de julio, y 1995 la transformación de la fuerza de trabajo autóctona por el aumento del nivel educativo ha producido un desplazamiento en su “poder social de negociación” y de aceptabilidad de los puestos de trabajo:

En 1985 el 61% tenían estudios primarios o inferiores mientras que sólo el 39% tenían estudios secundarios o superiores. En 1995, diez años después, esta distribución se ha invertido: sólo el 38% de la población activa tiene estudios primarios o inferiores frente al 62% que tienen estudios secundarios o superiores.

El cambio más relevante se ha producido además en los estudios superiores: de haber en el mercado de trabajo español menos de 593.000 titulados superiores en 1985 se ha pasado a 4.636.301 en 1997.

Lo que implica un aumento del 421% y un aumento del peso relativo de este segmento desde el 4% del total de la población activa en 1985 al 20% una década después.

Estas transformaciones tan profundas en la estructura educativa conducen a una reducción del número de personas “dispuestas” a incorporarse al mercado de trabajo secundario. Este parece ser el caso en actividades como el servicio doméstico, la agricultura, la construcción, la hostelería y el comercio al por menor.

Junto con el aumento del nivel de educación, otros cuatro factores relacionados entre sí han contribuido también a cambiar considerablemente el concepto de “carrera en el de trabajo”, la visión del logro y de la deshonra, el nivel de lo aceptable, el poder social de negociación de los trabajadores españoles:

- El incremento del nivel general de bienestar y desarrollo de la sociedad española.

- El rápido desarrollo del Estado de bienestar keynesiano (EBK) que ha tenido lugar en España con la democracia: garantía de la enseñanza gratuita; garantía del sistema nacional de salud; garantía de las pensiones mínimas (no contributivas, etc.); prestaciones por desempleo, etc.

- El mantenimiento de las redes familiares, que tienen gran importancia sobre todo si sus efectos se acumulan con los del EBK como ocurre en España.

- Las expectativas que los elementos anteriores han generado en los diferentes estratos sociales y segmentos laborales autóctonos y en como estas expectativas se trasladan a sus hijos. Las expectativas crecen considerablemente en períodos de cambio acelerado.

El incremento del nivel de bienestar, la consolidación de las instituciones del Estado de bienestar y su contribución a la "desmercantilización" de la fuerza de trabajo, las transformaciones de la mano de obra autóctona (sobre todo en cuanto a su nivel educativo), el mantenimiento de sólidas redes familiares y la existencia de expectativas sociales ascendentes en la población española de ciclos sociales expansivos han elevado el "nivel de aceptabilidad" del tipo de trabajo que parecen dispuestos a aceptar los trabajadores autóctonos.

15 LORENZO CACHÓN RODRÍGUEZ, Simposio Iglesia, Sociedad y Migraciones, DDM. Abril, 1998

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El "nivel de aceptación" de las condiciones de trabajo viene definido básicamente por la posición que ocupan los trabajadores en el sistema de reproducción social tanto en la familia como en la estructura de clases. El estatus que ocupan los trabajadores en este sistema "delimita la posición que ocupan los trabajadores en el mercado de trabajo, definiendo su 'nivel de aceptación' de las condiciones de trabajo, por debajo del cual tenderían a considerar sus oportunidades de empleo 'socialmente' inaceptables. En otras palabras, esto define su poder social de negociación... Se puede presentar otra aproximación al "nivel de aceptación" de los trabajadores a partir del concepto de "carrera en el trabajo" de Sabel: otra forma de llamar a la "visión del mundo" del trabajador. Cada grupo de trabajadores tiene una idea diferente del éxito o de la carrera en el trabajo, es decir, "que discrepa en cuanto a las capacidades que definen la dignidad, los puestos de trabajo que' se consideran una deshonra y los que se consideran un logro" (Sabel, 1985). A partir de esa cierta idea de la dignidad, del logro y de la deshonra los grupos sociales delimitan lo que es aceptable y lo que no lo es para los miembros del grupo..

Por el contrario, el 70% de los trabajadores extranjeros con permiso de trabajo en España se concentran en las cinco ramas de actividad indicadas: servicio doméstico, agricultura, hostelería, comercio al por menor, construcción, que tienen unas condiciones de trabajo notablemente peores que la media del mercado laboral español, encontrándose, por tanto, entere las ramas menos deseables para los trabajadores autóctonos.

Resumiendo podríamos decir con Pioré que "las sociedades industriales parecen generar sistemáticamente una variedad de puestos de trabajo que los trabajadores a jornada completa del país rechazan directamente, o aceptan solamente cuando los tiempos son especialmente difíciles... (Son puestos de trabajo que) ofrecen poca seguridad, pocas posibilidades de promoción y poco prestigio. Muchas veces, se consideran degradantes. Encontrar gente para cubrirlos plantea un continuo problema a cualquier sistema industrial. Añade, además: (Es falso que) la pobreza y la presión de la población existentes en las áreas subdesarrolladas son las causas principales de la emigración a gran escala... El verdadero determinante de los flujos de emigración es el proceso de desarrollo económico de la región industrial, especialmente el número y las características de los puestos disponibles16.

Así pone de relieve las verdaderas causas estructurales de la inmigración dentro del sistema económico y desmiente a quienes intentan culpabilizar del paro existente en los distintos países europeos desarrollados, precisamente al fenómeno de la inmigración. Es esta una apreciación tan falsa como simple.

En consecuencia, hoy como ayer, los flujos migratorios no dejan de ser la mano de obra que demanda nuestro mercado para aquellos nichos laborales que no quieren ocupar los nacionales o para los sectores faltos de mano de obra especializada, y cuya presencia, a pesar de las altas tasas de desempleo, encuentra su justificación en la segmentación de mercado laboral y el gran desarrollo que ha experimentado el sector servicios. Afirmar lo contrario supondría ignorar la elación estructural de los flujos migratorios modernos con el sistema económico que los ponen en marcha y no podríamos luchar por una política migratoria y un estatuto digno del inmigrante.

En este contexto, los mecanismos que ponen en marcha las migraciones, alimentadas por la concentración de la riqueza y medios de producción en determinadas áreas, son: de orden económico, las expectativas de mejor empleo y mayores ingresos; de

16 Piore. INVESTIGACIONES SOBRE LAS MIGRACIONES LABORALES (1983).

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orden cultural, más oportunidades de educación y promoción, y de bienestar social, mayores posibilidades de gozar de más y mejores servicios.

Estos mecanismos, una vez activados, continúan ejerciendo su función impulsora de los movimientos migratorios independientemente de que la coyuntura económica sea de expansión o de recesión.

1.3. Flujos migratorios regulados.

Es evidente que este sistema es inaceptable, pues en él se ignora prácticamente la dimensión humana del trabajo17.

Los flujos migratorios deben ser regulados. No es posible una política de fronteras abiertas. No se puede afirmar que circule libremente la mano de obra como circulan libremente los capitales. Como ya hemos indicado, las migraciones se organizan con una racionalidad meramente económica, sin tener en cuenta los costos humanos. Están al servicio de un capital que busca en todo momento el mayor y más rápido beneficio. Por lo demás, no hay país alguno que pudiera resistir el efecto llamada de una política de fronteras abiertas. No habría trabajo ni medios de subsistencia para todos, ni se pueden improvisar las infraestructuras necesarias, ni se dispondría de los medios para crearlas.

Actuar de otro modo, sería convertir a estos trabajadores “en siervos de la gleba, vinculados al capital móvil que con una racionalidad meramente económica selecciona de entre las muchas situaciones de pobreza aquellas en que la mano de obra es más barata. Se ignora la dimensión humana del trabajo. Semejante sistema es inaceptable. Semejante concepción de las migraciones entraña grave deterioro humano y altos grados de exclusión social.

Por el contrario, hay que afirmar y defender la dignidad de la persona, destacando los derechos irrenunciables que de ella se desprenden: el derecho a tener una patria y a vivir libremente en ella; a vivir con la propia familia; a disponer de los bienes necesarios para llevar una vida digna; a conservar y desarrollar la propia cultura, a profesar la propia religión, y a ser tratado siempre conforme a la dignidad de ser humano”.

«En consecuencia, el primer derecho a defender es el derecho a no emigrar. Ciertamente, estos derechos encuentran una aplicación concreta en el concepto de bien común universal. Éste abarca a toda la familia de los pueblos, por encima de cualquier egoísmo nacionalista. Y, en este contexto, precisamente, cabe considerar el derecho a emigrar en el doble aspecto de la posibilidad de salir del propio país y la posibilidad de entrar en otro, en busca de mejores condiciones de vida. Pero, el ejercicio de ese derecho ha de ser reglamentado, porque una aplicación indiscriminada ocasionaría, como hemos indicado, un grave deterioro humano para las mismo inmigrantes y perjuicio para la convivencia y el bien común de las comunidades que acogen al emigrante»18.

17 Juan Pablo II. IV CONGRESO MUNDIAL SOBRE LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES Y REFUGIADOS. 09 Octubre 1998 18 Cf. JUAN PABLO II, MENSAJE JORNADA MUNDIAL DE LAS MIGRACIONES, 1998.

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Hemos de saber conjugar y armonizar una cultura madura de la acogida que, teniendo en cuenta la igual dignidad de cada persona y la obligada solidaridad con los más débiles, exige que se reconozca a todo migrante los derechos fundamentales y el respeto a las leyes, considerando las exigencias del bien común.

Puesto que las migraciones, como hemos indicado, no se han inventado para resolver el hambre del Sur, sino para hacer más rico al Norte y en todos los países por pobres que sean hay un norte y un sur, habría que afirmar que «juzgamos lo más oportuno que, en la medida de lo posible, el capital busque al trabajador, y no al contrario. Porque así se ofrece a muchas personas la posibilidad de mejorar su situación familia, sin verse constreñidas a emigrar penosamente a otros países, abandonando el suelo patrio, y emprender una nueva vida, adaptándose a las costumbres de un medio distinto»19.

Consecuentemente, la articulación de una política de inmigración, respetuosa de los derechos humanos, reclama saber conjugar en un Estado democrático no sólo las compatibilidades económicas, demográficas internas, sino también las laborales, las educativas, las culturales, las sanitarias, de vivienda y bienestar social, y la lucha contra la economía sumergida, junto con la posición geopolítica de España, sus obligaciones y lazos históricos con Iberoamérica, Filipinas, Guinea Ecuatorial, Marruecos, Unión Europea, las nuevas causas de éxodo, derecho de asilo y motivos humanitarios, la definición de un plan de integración, que garantice la equiparación en derechos y deberes, la asociación a un proyecto común de sociedad y el derecho a vivir en familia, los acuerdos bilaterales con los países de origen para la canalización de nuevos flujos y el reconocimiento en ambos países de los derechos sociales y laborales, y la definición y puesta en marcha de una política exterior de invertir para el desarrollo.

1.4. No se trata de una presencia temporal, sino permanente.

La Iglesia como sacramento de salvación ha de significar, por sus realizaciones,

el amor incondicional de Dios a todo hombre y a todo el hombre. En consecuencia, la pastoral inmigrante debe estar integrada

en el plan pastoral de toda Iglesia diocesana.

Concebidas como un fenómeno transitorio al servicio de la coyuntura económica, las migraciones se convierten en un fenómeno permanente, en un movimiento de población. El arraigo cada vez mayor de la población inmigrante es puesto de relieve por los siguientes indicadores: el aumento de la reagrupación familiar, el número de nacimientos entre la población inmigrante y de los matrimonios entre inmigrantes y mixtos; el aumento del porcentaje de alumnos extranjeros en todos los niveles de la escolarización obligatoria; el número creciente de inmigrantes que han adquirido permisos de residencia y de trabajo ilimitado; el importante volumen de inmigrantes que han adquirido la nacionalidad española, el aumento de la población no activa y un hecho considerable, el incremento de inmigrantes en paro con permisos ilimitados.

Van a permanecer y van a permanecer en la diferencia. La diferencia la marcamos nosotros. Les imponemos directivas, tratados, leyes y normas que condicionan su presencia entre nosotros. La desaparición de las fronteras interiores en la U.E. debería haberse expresado en una política de integración de los trabajadores inmigrantes ya

19 Cf. JUAN XXIII. PACEM IN TERRIS, nº 102.

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asentados, que llevara a la equiparación de derechos sociales, laborales y ciudadanos con los trabajadores comunitarios, incluidos el derecho a la libre circulación y el voto en el ámbito municipal. Sin embargo, no ha sido así.

Una política de integración no ha sido posible y no será posible mientras al situarnos ante la persona inmigrante:

• La contemplemos sólo en función del empleo y del paro, como fuerza de trabajo y no seamos capaces de descubrirla como un movimiento de población: hombres y mujeres que por vocación son hacedores de historia; hombres y mujeres, sujetos de su historia y no sólo objeto de la de otros, de la economía y de los cambios por ella determinados.

• Magnifiquemos las características de identidad de las comunidades en presencia: la nacionalidad, la etnia, la religión, que les diferencian, y que, sobre todo, nos oponen por cuanto simbolizan. Es decir, mientras privilegiemos lo simbólico con relación a lo social, que se encuentra, por el contrario, en la base de todas las relaciones y de la convivencia en los barrios, en la escuela, en el trabajo, y que nos iguala por sus problemas comunes.

Van a permanecer siendo diferentes. Si les mantenemos en la diferencia excluyente, permanecerán diferentes. Se verán obligados a afirmarse en su diferencia, porque no pueden negarse a sí mismos aceptando como natural un estatuto y un trato social, jurídico y político discriminatorios. Estatuto del extranjero que es concebido diferentemente en función del concepto de "nación", mantenido por cada uno de nosotros. Si la nación es considerada, como es lógico, como el espacio donde se fragua la identidad social del hombre, es natural que todos tengan en gran estima su historia, su cultura y el futuro de éstas. Resulta también normal que se la quiera defender de toda agresión injusta, pues la condición del hombre histórico se halla en juego. En este sentido, nacionales e inmigrantes, tenemos el derecho y la responsabilidad de defender la propia identidad.

Cualquier acción que busque una respuesta ética al fenómeno de la inmigración, deberá abordar el sentimiento nacionalista que mira al otro como inferior y peligroso, cerrando el camino de una auténtica igualdad. Es responsabilidad de las instituciones de una sociedad democrática denunciar esta mirada perversa y propiciar caminos que conduzcan a una visión correcta del inmigrante como portador de una cultura diferente.

Que las migraciones se convierten en un movimiento de población lo revela muy bien la frase de Schifer: Pedimos mano de obra y nos llegaron personas. Los trabajadores inmigrantes no son una herramienta que hoy se alquila y mañana se devuelve, sino personas, que echan raíces, establecen un tupido mundo de relaciones, han de recomponer su escala de valores y necesitan hacer un proyecto de vida personal y familiar.

1.5. La migración, como mano de obra en función del empleo

Las migraciones pierden así la dimensión de desarrollo económico, social y cultural

que poseían históricamente20

Con demasiada frecuencia, el trabajador inmigrante es contemplado desde una racionalidad meramente económica y, por tanto, como un simple “recurso humano” para nuestro beneficio, como un plus social del que nos aprovechamos sin muchos 20 JUAN PABLO II. MENSAJE JORNADA MUNDIAL DE LAS MIGRACIONES, 2002

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miramientos, minusvalorando incluso el tiempo que haya pasado entre nosotros, su contribución innegable a nuestro bienestar, y no apreciando suficientemente sus raíces familiares, culturales y religiosas. Con lo cual se olvida que ellos también son personas con una vocación y un proyecto de vida que tienen el derecho -y el deber- de desarrollar..

Para afrontar este reto, «frente a la utilización de los seres humanos como recurso para el consumo (del mercado, del trabajo, de la política) se hace, efectivamente, urgente cubrir el déficit creciente de humanidad de las sociedades actuales y situar a las personas en el centro de las preocupaciones, de las estrategias, de las políticas. No la persona en cuanto consumidor/a, trabajador/a, contribuyente, etc.; sino el ser humano en tanto que ciudadano/a solidario/a. Solidario con su grupo -en los distintos ámbitos- pero también con el conjunto de la comunidad humana y con las generaciones futuras»21.

Hemos de ser conscientes del riesgo que implica para la convivencia, para una convivencia verdaderamente humana, la concepción generalizada del inmigrante como mano de obra disponible. Es una visión utilitarista que reduce a la persona inmigrante a un recurso para nuestro beneficio: ocupará los nichos laborales que por su precariedad, informalidad o naturaleza de la prestación no son apetecibles para los trabajadores nacionales, se decía hace cierto tiempo; hoy se les destina a desempeñar ocupaciones de difícil cobertura a la vista de la amplia lista de las mismas confeccionada. La inmigración es calificada como un plus social, porque su aportación desde el punto de vista productivo no es nada despreciable.

Como señala Petrella alertando sobre el peligro que supone esta tendencia, el hombre no es más que un costo a reducir, en comparación con los demás recursos, o una oportunidad de beneficios, tanto cuando se le emplea, como cuando se le aparta por inservible22. Por eso, demasiadas veces les miramos como rivales, como competidores desleales como acaparadores de servicios y prestaciones sociales, como extraños, extranjeros, como diferentes, como desiguales. En consecuencia, una convivencia enriquecedora por ser profundamente humana resulta imposible y crecen así los sentimientos de xenofobia.

No podemos olvidar que ser ciudadano supone la voluntad decidida de no conformarse con las imágenes, actitudes y modos de proceder que se presuponen en las designaciones anteriormente consideradas (usuarios, consumidores, recursos humanos, etc), y ejercer el derecho y el deber de participar en las construcción de nuestras sociedades y nuestro mundo, sin limitarnos a los espacios cercanos ya que estamos, necesariamente, interrelacionados23.

1.6. LA DIMENSIÓN ANTROPOLÓGICA DE LAS MIGRACIONES.

El cometido fundamental de la Iglesia en todas las épocas y fundamentalmente en la nuestra

es dirigir la mirada del hombre, orientar la convivencia y

la experiencia de toda la humanidad hacia el misterio de Cristo

El éxodo migratorio implica también para el inmigrante un profundo cambio cultural. Cambio cultural que Ricardo Alberdi describía como un cambio de civilización y un vacío peligroso hasta que él mismo, en una síntesis nueva, organice su nuevo sistema de valores:

21 CASSEN, Berta Marco Stiefel Coord). Educación para la ciudadanía. 2002. 22 Citado por Berta Marco Stiefel Coord. Educación para la ciudadanía. 2002 23 Ibídem

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"El hombre está arraigado, el hombre está enraizado en una tierra, el hombre está enraizado en una cultura, en una manera de ser, en un sistema de valores, en un sistema de actitudes, y cuando hay un cambio espacial como las migraciones, o cuando hay un cambio de estilo de vida, como, por ejemplo, en la transferencia de un sector agrícola y ganadero a un sector industrial y de servicios, de un mundo rural a un mundo urbano, que significa un cambio de civilización, se produce inmediatamente un hecho considerable que merece nuestra atención, y es que la gente pierde la base de sustentación, que la gente pierde aquel substrato sociológico que sostenía toda su vida y su vida religiosa también. De aquí que el inmigrante en el sentido más amplio cuando se traslada a otro sitio se encuentra prácticamente en el vacío, aquello es otra manera de vivir, aquello desde el punto de vista religioso incluso, aun cuando encuentre una tierra y cuando encuentre una manera de ser religiosa todavía, es profundamente distinto. Se produce un vacío peligroso hasta que él mismo, en una síntesis nueva, organice su nuevo sistema de valores"24.

También para el inmigrante las migraciones son, ciertamente, una encrucijada de credos y culturas. Son interpelados en lo más profundo de sí mismos: su identidad, sus pautas de comportamiento, sus hábitos y costumbres han sufrido un profundo cambio y su vivencia religiosa está profundamente cuestionada. Está en búsqueda. Nosotros, cristianos del lugar y de reciente inmigración, también. En el fondo con una dialéctica diferente, deben darse siempre ambas cosas. Debemos respetar la búsqueda del hombre, sostenerla, hacerle sentir que la fe no es simplemente un dogmatismo completo en sí mismo, que apaga la búsqueda, la gran sed del hombre, sino que por el contrario proyecta la gran peregrinación hacia el infinito; que nosotros, en cuanto creyentes, al mismo tiempo buscamos y encontramos. Debemos sostener a las personas en su búsqueda, sabiendo que también nosotros buscamos, y, a la vez, darle también la certeza de que Dios no ha encontrado y que por consiguiente nosotros podemos encontrarle a él25.

El inmigrante está urgido a contemplar, a escuchar, a comprender la vida, a encontrar las razones de vivir, de amar, de participar, de soñar, de creer y de esperar. En modo alguno deben resignarse a ser meros instrumentos de producción. Antes que mano de obra son personas y para nosotros hermanos. Ni se han de dejar guiar por la sola racionalidad económica que preside el mundo inmigrante, a fin de que puedan con constancia desarrollar día a día un proyecto personal y familiar de vida, que les permita crecer con equilibrio en la dignidad de los hijos de Dios y participar en la vida social del pueblo que les acoge; y, por supuesto, para los católicos en el marco de la vida de la Iglesia, que es la suya. En realidad, el hombre se hace libre cuando se vincula, cuando tiene raíces, porque entonces puede crecer y madurar26.

Sin duda ninguna, tienen derecho a participar del bienestar que con su trabajo contribuyen a crear, pero no han de dejarse deslumbrar por el bienestar que descubren al llegar a nuestro país y cuyas bases no deben ignorar.

Disponemos de muchos bienes que han mejorado nuestras condiciones materiales de vida. La publicidad nos ha convencido de sus ventajas, nos los ha hecho desear e incluso ha creado en nosotros la necesidad de poseerlos. Fascinados por su aspecto atrayente, trabajamos, ahorramos y gastamos para adquirirlos. Cuanto más compramos, más bienes nuevos se producen y más nos instan a seguir comprando. Simultáneamente se ha desarrollado en la sociedad una supravaloración del bienestar material y de los

24 RICARDO ALBERDI, CAMBIOS HISTÓRICOS E IDENTIDAD CRISTIANA, Salamanca 1978. 25 Benedicto XVI. DISCURSO EN EL ENCUENTRO CON LOS OBISPO DE ALEMANIA, 21-08-2005 26 Ibídem.

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medios más eficaces para conseguirlo en el máximo grado y con la mayor rapidez. Otras dimensiones de la persona, no relacionadas con el interés individual por los bienes materiales, son desestimadas por muchos. La vida sólo se valora si es placentera; importa más el aprendizaje técnico y la instrucción que la educación y la formación espiritual de la persona. En tales circunstancias, su participación en la ciudad no puede quedar relegada y la fe no puede quedarse en un simple recuerdo para el inmigrante. Tiene que cultivarla y con su luz leer su nueva historia27.

Llegaron, como indicábamos al principio, con proyectos temporales y se establecen definitivamente, reagrupando a sus familias o formando nuevos hogares. Les creíamos provisionales, ellos se creían provisionales. No podemos considerarles como extraños, como forasteros.

En la comunidad cristiana no cabe dualidad, ni exclusión, porque nadie es extraño al corazón de la Iglesia. Nadie es indiferente para su ministerio28. Ellos, parte integrante de nuestra sociedad y de la comunidad cristiana, están también llamados a asumir su responsabilidad en la tarea.

2. UNA SOCIEDAD URBANA, COMPLEJA Y CAMBIANTE.

La población se concentra hoy en las grandes urbes. Grandes urbes donde surgen nuevas costumbres y modelos de vida, nuevas formas de cultura, que luego influyen sobre la población, donde nace una humanidad nueva con nuevos modelos de desarrollo, donde los problemas humanos a menudo se agravan incluso por el anonimato en que se ven sumergidas las masas humanas. El futuro de las jóvenes generaciones se está formando en las ciudades.

Hasta los años sesenta-setenta, en que con los planes de desarrollo comienza el gran éxodo del campo a la ciudad y de unas regiones a otras y más allá de las fronteras, la vida de la población española transcurría en espacios social y culturalmente uniformes y estables y se tenía una idea vaga de la existencia de otros modos de vida y de comportamiento.

Ciertamente la urbe ya no es la ciudad. En la ciudad uno es conocido y conoce, uno participa, se compromete y vive un sentido de pertenencia que le da seguridad a pesar de todas las limitaciones humanas.

La urbe es generadora de modernidad, de pluralidad. En ella se establecen grupos diversos con orígenes y modos de vida diferentes, tradiciones y costumbres diversas, con ideologías y escalas de valores distintos, que hacen de la sociedad moderna una sociedad estructuralmente pluralista. Al ponernos en contacto con ellas, nos hace cobrar conciencia de la existencia de otras culturas y de la necesidad de salir al encuentro y reconocer al otro sin dejar de ser nosotros mismos.

Sociedad urbana, compleja y cambiante que ciertamente incide sobre todas las dimensiones de la vida de las personas y las cuestiones de sentido.

27 ANTONIO Mª ROUCO VARELA. ACOGIDA GENEROSA E INTEGRACIÓN DIGNA DEL INMIGRANTE Y SU FAMILIA, nº 2, marzo 2001

28 PABLO VI. ECCLESSIAM SUAM,88.

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No podemos responsabilizar a los trabajadores inmigrantes del pluralismo social, cultural y religioso que existe en nuestra sociedad. Ellos no son más que el catalizador. Ellos se hallan también envueltos por ese mundo plural y urbano.

Esta nueva sociedad está propiciando un intenso y vasto éxodo e intercambio de personas por motivos culturales, sociales y políticos, tales como: la ampliación de las relaciones sociales; la mayor disponibilidad de tiempo libre, el bienestar difundido; un interés más vivo por la cultura de los demás pueblos; la búsqueda de formas nuevas de empleo y modelos de vida más adecuados por grupos cada vez más numerosos de las áreas más desarrolladas fuera de las fronteras de su propia nación; la protección más amplia que ofrecen a los extranjeros los ordenamientos civiles; la eficiencia y rapidez de los medios de información y el progreso y perfeccionamiento de los medios de transporte; así como la posibilidad de múltiples itinerarios formativos en las universidades de los diferentes países. Surgen así los asentamientos de ciudadanos originarios de países desarrollados.

Una nueva sociedad: urbana, compleja y cambiante en la que los medios de comunicación de masas inciden fuertemente «a la hora de poner en contacto mundos y culturas, tipos humanos y comportamientos, ideologías y tendencias. Son el nuevo mercado mundial del pluralismo de las ideas y de las modas. Convierten en moda efímera casi todo; comercializan desde los refrescos a las ideologías o la última novela del reciente premio nobel. Pero mediante esta ambigua mezcla de difusión, mercado y estilos de vida predominantemente occidentales (norteamericanos), se da también un acceso al conocimiento de lo que sucede en la otra esquina del mundo. Ahora los antípodas se tocan»29.

Si en este nuevo contexto social, no sabemos hacer la lectura y entresacar las conclusiones de lo que supuso para nosotros nuestra experiencia de éxodo, nos incapacitaremos para salir al encuentro y brindar -en lo que de nosotros depende- una acogida generosa y una integración digna de los trabajadores inmigrantes y de sus familias, trabajando juntos para hacer de la urbe un ámbito de convivencia y participación integrado, como espacio cultural, social, económico y político.

1.3. LAS EXIGENCIAS DE LA INTEGRACIÓN

La integración es el proceso por el cual se asocia a los inmigrantes a un proyecto común de sociedad. Así, llegan a ser miembros activos en la vida económica, social, cívica, cultural y espiritual del país de residencia. Exige una adaptación recíproca de autóctonos e inmigrantes y, en su mismo devenir, transforma tanto a las personas que se deben integrar como a la misma sociedad que les acoge. La representación gráfica de cuanto acabamos de decir se manifiesta en las líneas convergentes, que sólo se encuentran en el infinito. Implica una dinámica de continua creatividad. Sólo será posible:

- si los trabajadores inmigrantes y sus familias son contemplados, no como un problema, sino como hijos de un pueblo, portadores de su cultura y su historia que les constituyen en hombres concretos; no como indigentes, destinatarios de la limosna o de la acción social, sino como obreros que merecen su salario, justo y digno; no como extraños, sino como socios, y

- si ellos mismos manifiestan su voluntad de integración y de participación, abandonando todo proyecto provisional de vida.

29 MARDONES, ANÁLISIS DE LA SOCIEDAD Y FE CRISTIANA, pags.147-165

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Implica, por tanto, aceptar el desafío de una sociedad pluricultural y las exigencias que conlleva: poner el acento en las semejanzas que aproximan entre sí a los diferentes componentes étnicos y culturales en presencia, con el fin de crear entre ellos una estrecha solidaridad; no negar las diferencias, pero tampoco permitir que nadie las absolutice ni mitifique y ofrecer a todos la posibilidad de participar plenamente en la construcción del proyecto de sociedad y de ser ciudadanos.

Es un proceso gradual. Para conseguirlo no bastan las leyes. Es necesario la colaboración de todos. Se realiza en la vida de cada día, en la escalera, en el barrio, en el mercado, en la escuela, en el trabajo, en la asociación de vecinos, en la pandilla, en la parroquia, en las comunidades, en los movimientos. Sólo es posible si el inmigrante es reconocido allí donde vive y, en consecuencia, si el inmigrante es asociado al proyecto común de sociedad.

Cada vez que el inmigrante es contemplado como un problema y no como hijo de un pueblo; como un indigente y no como un obrero; como un extraño y no como un socio. Cada vez que se crean programas específicos, sin reconocerle la equiparación en derechos y deberes. Cada vez que reducimos nuestro compromiso con ellos a entrega generosa y paternalista, ahondando su condición de dependencia y olvidando que es responsabilidad de todos abrir la comunidad humana, para que el inmigrante tenga acceso a los recursos básicos existentes. Cada vez que no contribuimos a devolver al inmigrante la capacidad de ser un auténtico sujeto de su historia y una visión positiva de su dignidad. Cada vez que nos centramos en la pobreza, que acompaña a muchos de los trabajadores extranjeros, olvidando que lo específico de este grupo humano es su condición inmigrante: condición obrera y cambio de civilización. Cada vez que actuamos así estamos haciendo imposible su integración.

Confundir la condición inmigrante con la pobreza, o resaltar ésta y olvidar la otra, lleva a que los inmigrantes sean tratados como destinatarios de la caridad o acción social y no como sujetos de derechos y deberes. Esto provoca, como respuesta, el sentimiento por su parte de ser «usuarios» de unos servicios que la sociedad y la Iglesia les prestan, pero no despierta la conciencia de ser miembros activos en la vida económica, social, cívica, cultural y espiritual de nuestro país. Consiguientemente, se opone al concepto de asimilación y va mucho más allá de lo que abarcan los conceptos de inserción y adaptación.

El concepto de asimilación, en cambio, no responde a las exigencias de una sociedad pluricultural. Implica la inculturación unilateral del inmigrante en los modelos de compor- tamiento de la sociedad de acogida, que se impone al inmigrante como cultura dominante, obligándole a despojarse de todo elemento cultural propio.

Se sitúa sólo en el ámbito cultural. No contempla en modo alguno la participación activa en la construcción de la sociedad. Conlleva un juicio de valor: considera superior la cultura dominante con relación a la cultura del inmigrante.

La inserción se refiere simplemente al acceso del inmigrante en aquellos aspectos funcionales de la existencia tales como el acceso y la estabilización en lo laboral y en la vivienda, el acceso a los servicios sociales, a la escuela, etc. Es un concepto que se refiere a procesos relativos a las áreas instrumentales. En modo alguno abarca la globalidad de la existencia, ni incluye la reciprocidad del intercambio.

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La inserción puede realizarse en el ámbito de lo social, dejando intactos los de la identidad cultural y de ciudadanía. La inserción no se contrapone a integración, sino a exclusión y a la marginación social.

El concepto adaptación se refiere más bien a la habilidad de un hombre o una mujer para hacer frente a una nueva situación o a un nuevo medio de vida. En el caso de la inmigración supone el hacer frente a una nueva cultura: nuevas pautas de comportamiento y distinta escala de valores. Y hacer frente a una situación hostil.

Que el trabajador inmigrante se adapta, quiere decir que aprende a introducirse en las estructuras existentes y a utilizar los medios. No implica por tanto un intercambio cultural. Es un proceso de dirección única: el inmigrado es el que debe adecuar sus pautas de comportamiento al funcionamiento de las estructuras, el que debe ingeniárselas para vencer las dificultades, el que debe vencer la hostilidad. Puede realizarse en una posición de desigualdad y de falta de participación. No abarca de forma global la totalidad de la existencia. Es un proceso que se utiliza sobre todo en el campo psicosocial.

¿Pero qué significa empeñarse en un proceso de integración? La respuesta hemos de ir desgranándola día a día a la luz de unos comportamientos concretos que veremos a continuación.

3.1. Los pilares de todo proceso integrador.

Que estos trabajadores venidos de otros países sean aceptados plenamente y encuentren su sitio entre nosotros, no es sólo una cuestión de tiempo.

Los ecuatorianos, colombianos, rumanos, filipinos, dominicanos, polacos, por citar algunos de entre ellos, con facilidad acusados de rebajar los salarios y las condiciones laborales y de aumentar la precariedad -cuando a veces carecen de lo más elemental para la supervivencia lejos de su tierra y de su familia-; los marroquíes, subsaharianos y chinos, a los que se considera de difícil integración por determinados sectores, y tantos otros que han llegado buscando trabajo o huyendo de la persecución, necesitan ser comprendidos y estimados por su inalienable dignidad y porque, además, estos hombres y mujeres son -y van a ser- los que cuiden de nuestros ancianos, de nuestros enfermos, atiendan a nuestros niños, construyan nuestras casas y nos presten servicios que nos facilitan la vida cotidiana.

Superar todas las incomprensiones y las dificultades propias de una convivencia entre personas y grupos que no tenemos la misma historia, ni las mismas costumbres, que no hablamos la misma lengua, incluso, que no profesamos la misma religión y que, en último término, no nos conocemos, no es evidentemente una mera cuestión de tiempo; sobre todo, si como acabamos de ver, lo que nos impulsa a encontrarnos es la mera e inevitable vecindad, forzada por las circunstancias, en un contexto de asimetría social, impuesta por la condición de inmigrante. Supone e implica, antes que nada y principalmente, el empeño incansable de españoles e inmigrantes en la promoción de los auténticos valores que son la base de una civilización digna del hombre.

Como afirma Moltmann, «cuando muere la esperanza en la humanidad del hombre -incluso del enemigo- los hombres se hacen duros en el dar y en el recibir. No hemos caído en la cuenta de que la dignidad humana y cuanto ella conlleva «no es un privilegio que se pueda regatear a los demás, para dejar a salvo la nuestra. Los derechos humanos representan una totalidad. No se les pude ni recortar ni asilar,

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ni valorarlos por separado. Sólo mediante el equilibrio entre ellos se respeta la dignidad humana30. No existe mejor defensa de la propia dignidad que la estima de la dignidad de los demás hombres

Ésta es tarea nuestra, de todos y cada uno de los autóctonos. Nuestra tarea primordial, para hacer posible una convivencia verdaderamente humana y enriquecedora. Tarea pendiente en buena medida y que no podemos declinar en «el poder estatal para hacer intangibles nuestros privilegios y lo que poseemos y negar de esa manera el deber humano, que está sobre todos los demás».31

Aunque no sólo tarea de los autóctonos, sino también de los propios inmigrantes, pues en este ámbito de la construcción de una convivencia verdaderamente humana ellos tienen también su propia responsabilidad, ya que, «en el sentido ético, a los derechos corresponden también obligaciones. Si hay derechos humanos, sin cuya aplicación el hombre no puede vivir, entonces hay también deberes humanos, sin cuyo cumplimiento el hombre no puede vivir de modo humano. Los derechos sin deberes se convierten en privilegios. Los deberes sin derechos son sólo exigencias vacías. Por eso, desde el punto de vista ético, los derechos y los deberes del hombre han de situarse en una relación equilibrada»32. Los inmigrantes han de manifestar su voluntad de pertenencia y de participación en nuestra sociedad, manifestación que no puede reducirse al ámbito formal, y reclamar sus derechos desde el cumplimiento de sus deberes.

El camino para una convivencia pacífica y enriquecedora, integrando estos nuevos compatriotas nuestros y conciudadanos y construyendo una sociedad que se caracterice por no ser excluyente para nadie, pasa por la afirmación práctica de cuatro pilares éticos y espirituales: la verdad, la justicia, el amor y la libertad. La verdad será fundamento de una convivencia, auténticamente democrática y humana, cuando cada individuo tome conciencia rectamente, más que de los propios derechos, de los propios deberes con los otros: La justicia edificará la nueva sociedad cuando cada uno respete concretamente los derechos ajenos y se esfuerce por cumplir plenamente los mismos deberes con los demás. El amor será fermento de una sociedad integradora, cuando la gente sienta las necesidades de los otros como propias y comparta con ellos lo que posee, empezando por los valores del espíritu. Finalmente, la libertad alimentará el crecimiento humano y lo hará fructificar cuando, en la elección de los medios para alcanzarlo, los individuos se guíen por la razón y asuman con valentía la responsabilidad de las propias acciones33.

Trasformar la sociedad es ciertamente una ardua tarea. Pero posible. Juntos, inmigrantes y españoles, hemos de contribuir decididamente a hacer de nuestra sociedad, una comunidad de hombres y pueblos. Es la tarea común.

3.2. Servir al hombre en la sociedad.

Debemos de estar dispuestos, por encima de nuestros orígenes a defender la dignidad de toda persona, fundamento de la justicia y de la paz, principio ético máximo e indispensable de la vida económica y política, y único camino para un futuro digno del hombre. Esto implica reconocer que las personas valen por sí mismas, por ser hijos de Dios, no por concesión graciosa de ninguna instancia humana, incluido el Estado, sino en virtud de su condición de persona. A este principio debe supeditarse incluso la debida consideración al bien común cuando se trata de regular los flujos migratorios, conjugando

30 JÜRGEN MOTLMANN . LA DIGNIDAD HUMANA. Sígueme. 1983 31 Ibídem 32 Ibídem 33 Juan XXIII. PACEM IN TERRIS, 35

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la acogida que se debe a toda persona con la consideración sobre las condiciones indispensables para una vida decorosa y digna, tanto para la población autóctona como para la foránea.

La dignidad de la persona es intocable e indivisible. «El hombre en su dignidad ante Dios y ante el mundo, es intocable y sagrado. El hombre se halla destinado a vivir con la cabeza alta y a caminar erguido»34. Practicar esta verdad sólo es posible si crece en nosotros el convencimiento de que «defender y apreciar la dignidad humana es, en primer lugar, un deber de todos y de cada uno de los hombres y después del poder estatal, y si se tiene fe y esperanza en el hombre y en su humanidad»35.

El contexto de tensiones, de manipulaciones de los miedos y de recelos mutuos en que vivimos ¿no estará poniendo de manifiesto que no hemos caído en la cuenta de que la dignidad humana es inalienable y a la vez indivisible y, por lo tanto, que no podemos negar la igualdad a los seres humanos en nombre de su diferencia?

«Igual no se opone a diferente sino a jerarquizado; diferencia no se opone a igualdad sino a idéntico, a similitud. El postulado de igualdad hace referencia a derechos de los seres humanos. Podría decir a la dignidad de los seres humanos»3632.

Cuando llegamos a aceptar al inmigrante como trabajador hasta en nuestros propios hogares, pero no le hacemos sitio en la convivencia diaria y en las tareas de la ciudad, ¿no será que lo que determina nuestros comportamientos no es precisamente la esperanza en el hombre, sino el miedo, la angustia, los recelos, las desconfianzas?

«Cuando muere la esperanza, afirmaba Moltmann, en la humanidad del hombre –incluso del enemigo- los hombres se hacen duros en el dar y en el recibir. No hemos caído en la cuenta de que la dignidad humana y cuanto ella conlleva «no es un privilegio que se pueda regatear a los demás, para dejar a salvo la nuestra. Los derechos humanos representan una totalidad. No se les pude ni recortar ni asilar, ni valorarlos por separado. Sólo mediante el equilibrio entre ellos se respeta la dignidad humana37. No existe mejor defensa de la propia dignidad que la estima de la dignidad de los demás hombres.

Ésta es nuestra tarea común, de todos. Nuestra tarea primordial, para hacer posible una convivencia verdaderamente humana y enriquecedora. Tarea pendiente en buena medida y que no podemos declinar en «el poder estatal para hacer intangibles nuestros privilegios y lo que poseemos y negar de esa manera el deber humano, que está sobre todos los demás»38.

Del principio de la igual e inviolable dignidad de toda persona humana se deriva para la sociedad y su ordenamiento jurídico el postulado de adecuar sus estructuras y funcionamiento a esta exigencia fundamental. Sólo así se logrará una convivencia verdaderamente humana y socialmente fecunda. Convivencia que, de este modo, podrá ir naciendo y desarrollándose en la vida diaria a través de los gestos de respeto, de fraternidad y de mutua ayuda y amistad, realizados con sencillez y constancia, capaces de producir un auténtico cambio en la relación interpersonal.

Los españoles hemos de sentirnos interpelados en nuestra relación con los inmigrantes por esta verdad del hombre y hemos de saber despojarnos de actitudes de

34 Jürgen Motlmann. LA DIGNIDAD HUMANA. Sígueme. 1983. 35 Ibídem. 36 TERESA SAN ROMÁN. LOS MUROS DE LA SEPARACIÓN. 1996 37 JÜRGEN MOTLMANN. LA DIGNIDAD HUMANA. Sígueme. 1983 38 Ibídem.

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«repliegue egoísta, que en nuestra sociedad se han hecho hoy muy sutiles y penetrantes, de modo que favorezcan que los inmigrantes por su parte y como un deber se abran a los valores, cultura y las tradiciones de nuestro pueblo y al respeto de nuestras leyes»39. De este modo sí reinará la armonía social.

Es nuestra tarea común. Inmigrantes y autóctonos, juntos, por encima de las diferencias de nuestros orígenes y nuestra condición, hemos de construir en la vida diaria, con gestos de respeto, de solidaridad, de mutua ayuda, de amistad y de fraternidad, realizados con sencillez y constancia, una convivencia profundamente humana. Hemos de sentirnos interpelados por esta verdad del hombre.

3.3. Necesidad de la mediación social.

En el actual contexto de tensiones e informaciones tantas veces confusas y de preocupante degradación de la imagen del inmigrante en un amplio sector de la opinión pública, es necesario que las instituciones adopten cuanto antes iniciativas para reconducir el debate en torno a los derechos fundamentales de la persona; y, sobre todo, promuevan la creación de espacios de encuentro donde quienes son de origen cultural diferente aprendan a conocerse, a superar los miedos y a entrar en una dinámica de diálogo constructivo y fraterno, como hemos visto en el apartado anterior.

Las instituciones sociales tienen en este orden de cosas el papel decisivo de procurar servir de mediadoras entre esos grupos sociales que se ignoran o que desconfían los unos de los otros, muy especialmente cuando sus procesos de integración avanzan tan trabajosamente.

Pueden y deben conformar un espacio privilegiado donde pueda llevarse a cabo una verdadera pedagogía del encuentro entre inmigrantes y autóctonos, auténticos laboratorios de convivencia civil40 y de diálogo constructivo, ayudando a superar el desafío de pasar de la mera tolerancia en relación con los demás al respeto real de sus diferencias; de vencer toda tendencia a encerarse en sí mismos y de transformar el egoísmo en generosidad, el temor en apertura y el rechazo en solidaridad41.

Con este trasfondo es fácil de comprender que esa labor de mediación sólo puede llevarse a la práctica mostrando una gran capacidad de escucha y una gratuidad total en la acogida, para posibilitar el intercambio de experiencias y dones y que todos, autóctonos e inmigrantes, sepan plantear las grandes y pequeñas cuestiones de la vida -de su sentido último, de las exigencias de la ley moral, de su relación con Dios, etc.- y de abordarlas, abriendo horizontes de solidaridad y de esperanza. Su lógica requiere respetar, en todo momento, los principios de alteridad, reconocimiento, interacción solidaridad y cooperación.

A. S. T.I.

Madrid,

39 JUAN PABLO II. MENSAJE JORNADA MUNDIAL DE LAS MIGRACIONES, 2003 40 JUAN PABLO II. MENSAJE JORNADA MUNDIAL DE LAS MIGRACIONES, 2003 41 JUAN PABLO II. MENSAJE A LA ASAMBLEA PLENARIA DEL PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES,18-05-2004

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