el espíritu santo restaura el corazón herido

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Page 1: El Espíritu Santo restaura el corazón herido

El Espíritu Santo restaura el corazón herido (Parte I)

     Para Memorizar: “El sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas” - Salmo 147:3.

     Lectura Bíblica: San Lucas 4:18; Génesis 3:12,13; San Mateo 6:12; 1Reyes 19:4; Romanos 12:3; Salmo 92:10; Isaías 10:27.

     Muchas veces oímos hablar del Espíritu Santo como “Consolador”, pero Su función es mucho más amplia. Y dado que uno de los símbolos que representa al Espíritu es el aceite, y simboliza Su unción,  comprendemos que también vino a ungirnos para restaurar las emociones dañadas, y el valor que tenemos como personas.

Síntomas de un corazón herido.o Resentimiento y amargura

El resentimiento es una de las principales causas por la que se retarda la sanidad interior. La persona afectada se encuentra en una cárcel emocional y espiritual. Le han dañado tanto que se siente incapaz de recibir y brindar afecto. Las ofensas que le han provocado sus familiares, amigos/as, compañeros/as de trabajo, etc., le han llevado a tal grado de endurecimiento que ha cerrado su corazón al poder del Espíritu Santo.

“No busque culpables” (Génesis 3:12,13).

No es la voluntad de Dios que busquemos culpables. En el Paraíso tanto Adán como Eva evadieron la responsabilidad. No somos responsables por las daños que nos causaron, pero si somos responsables de la amargura que guardemos en el corazón hacia los ofensores . Los cristianos/as que señalan con el dedo terminan acusándose a sí mismos. No mire a su alrededor, no proyecte sus culpas hacia los demás. Hay personas que dicen: “Fulano de tal no me quiere”, “Esta iglesia no tiene amor”, cuando en realidad deberían decir: “No me gusta Fulano de Tal” o “Yo no tengo verdadero amor”. Jesús habló de esta problemática emocional de enmascarar las culpas personales cuando dijo: Saquen primero la viga de su propio ojo y luego la paja del ajeno (San Mateo 7:5) (Paráfrasis del autor).

“Perdonar: el mejor antiséptico” (San Mateo 6:12).

La falta de perdón actúa como un nudo, como una atadura tan fuerte que bloquea nuestra comunión con el Espíritu Santo. Los traumas emocionales se agudizan cuando hay viejos rencores sin resolver, porque estos actúan como un freno al desarrollo espiritual, puesto que quien no perdona nunca puede experimentar la paz de ser perdonado.El autor del libro de los Hebreos nos ordena rigurosamente que: Nos aseguremos que en la mente no broten raíces amargas (Hebreos 12:15). Estas raíces de resentimiento y odio propagan una infección en la mente que contrista severamente al Espíritu Santo. Usted debe perdonar, cueste lo que cueste Perdonar habilita al creyente para que el Espíritu Santo le convenza de pecado y reciba restauración completa, al ser perdonado por Su Padre celestial.

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o Baja autoestima. “No se vaya a los extremos” (1Reyes 19:4).

Un síntoma característico de la baja autoestima es una personalidad dada a los extremos.Satanás confrontó a Jesús en reiteradas ocasiones con la expresión afirmativa: “Si eres Hijo de Dios”; Satanás estaba susurrándole al oído: “¡Demuéstrame quien eres!”. Jesús sabía quién era y que no tenía necesidad de demostrarle nada a nadie. Usted debe tener la misma conducta de Jesús. El Maestro era el mismo hombre en el momento que salía de las aguas del bautismo que en el momento que padecía hambre y sed en el desierto. Jesús permaneció inmutable.En cambio, el profeta Elías, cuando estaba sumergido en la tristeza, le cedió terreno al enemigo para que éste siembre semillas de auto conmiseración, a tal punto que le hizo creer que no era mejor que sus padres terrenales. El mismo hombre que momentos antes había matado a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, ahora quería renunciar al ministerio. ¿Por qué? Afloró un viejo sentimiento de baja autoestima a causa de no verse con la óptica divina.

“Véase como Dios le ve” (Romanos 12:3).

No sea una persona cambiante en su parecer de sí mismo/a. No puede verse hoy como invencible y mañana como la persona más débil. El Apóstol Pablo dice que debemos pensar con moderación acerca de nosotros mismos. El Espíritu Santo imparte la gracia para que seamos equilibrados en el modo de pensar.

o Indiferencia, cansancio y falta de motivación. Salmo 92:10.

Cuando el enemigo logra filtrar en nuestra mente pensamientos de incompetencia, el estado ánimo baja automáticamente y el cuerpo comienza a experimentar síntomas de debilidad y se hace frágil a los virus y las enfermedades. El agotamiento siempre es precedido por una sensación interna de conformismo; es esa voz extraña que nos dice: “Estás trabajando mucho deberías tomarte un descanso” (Como le pasó a Elías, que pensaba que era el único que trabaja para el reino de Dios, pero Dios le demostró que estaba completamente equivocado) (1Reyes 19:10). Pero, en realidad, no es el exceso de trabajo muchas veces, sino la falta de entusiasmo y de motivación para hacer las cosas lo que hace flaquear a los creyentes en el camino de la fe.El Salmo 92:10 nos habla del ministerio poderoso que cumplía el Espíritu Santo en el Antiguo Testamento impartiendo fortaleza mediante la unción. Hay una unción fresca para aquellos hombres y mujeres de dedican sus vidas al servicio para que sus fuerzas sean como las del búfalo: “inagotables”.

El aceite: “Ayer y hoy fuente de sanidad”.o Unción que rompe yugos (Isaías 10:27).

 Los asirios tuvieron cautivo a Israel por algunos años. Isaías impulsado por el ánimo de ver a su nación libre de la opresión e impulsado por Dios mismo profetiza a los israelitas que llegaría un tiempo en que ellos serían libres del yugo de los asirios. Ya no serían más esclavos, ya no trabajarían nunca más para otro, sus hijos los disfrutarían, serían libres. El yugo es la opresión que el enemigo ejerce sobre Su pueblo. Es aplicado sobre el cuello para

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controlar el resto del cuerpo. El cuello es la parte es más frágil del cuerpo y la más presuntuosa, porque une la cabeza con el tronco. Por ese motivo es que los profetas muchísimas veces hablaron de parte de Dios al pueblo para que este quiebre su cerviz, que representa el orgullo, e inclinaran definitivamente su corazón a Dios.La promesa de Dios para su pueblo en este tiempo es la misma que experimentó el pueblo de Israel al ser liberado de los asirios. La unción representa la presencia invisible del Espíritu Santo actuando directamente sobre los oprimidos. Cuando el creyente renuncia a los argumentos que el diablo colocó en su pensamiento, el Espíritu Santo responde pudriendo el yugo.

o Unción que alivia y cicatriza heridas.

Cuando Dios libertó a Israel del yugo de Egipto, inmediatamente comenzó a caminar con el cuello erguido, con la frente en alto, (Levítico 26:13). ¿Por qué? Porque el yugo limitaba el movimiento, así como los temores interiores producto de las heridas frenan el crecimiento de muchos/as cristianos/as. Fueron tantos los años que Israel estuvo en esclavitud que se acostumbró a los hábitos de los esclavos. Jesús vino para sanar a los quebrantados de corazón y para libertar a los cautivos, y como hijos de Dios debemos ser sinceros y dóciles para que el aceite de la unción sea aplicado en nuestros corazones. Hay que estar dispuesto y dejar que el Espíritu Santo remueva lo que infecta nuestra vida. Tantas veces una muela –cuya raíz está infectada- tiene como solución la vía “incómoda” de ser extirpada para que no vuelva a molestar ni a contaminar al  resto. Sin embargo, es cierto que, por temor al “tirón” o al hecho mismo de perder la muela, buscamos paliativos que son soluciones momentáneas. En lo espiritual, esos paliativos suelen ser actos de religiosidad o sobreesfuerzos o “buenas obras” que puedan compensar lo que “hacemos y no entendemos”. Las heridas del corazón no hay que taparlas, tenemos un Dios que no nos avergüenza.

o Unción que habilita para el servicio (Éxodo 40:15).

La unción sobre los sacerdotes era un momento solemne que repercutía al resto de las generaciones. De la misma manera, el corazón sano de un/a hombre o mujer de Dios repercutirán en el futuro de la iglesia. ¿Por qué? Porque un corazón sano absorberá hasta la última gota de la unción del Espíritu y la perpetuará a su familia. El Espíritu Santo es el pastor de la iglesia, Él sabe muy bien cuales son las ovejas que se han resistido al tratamiento de sus heridas, las cuales inevitablemente quedarán excluidas del servicio. En cambio, aquellos/as hombres o mujeres que sean valientes en aceptar el proceso de cambio y restauración verán la gloria de Dios, como lo dice el Señor a través del profeta Isaías: “Y la luz de la luna será como la luz del sol,  y la luz del sol siete veces mayor,  como la luz de siete días,  el día que vendare Jehová la herida de su pueblo,   y curare la llaga que él causó” (Isaías 30:26).

     Conclusión: Cuando renunciamos a las mentiras que el diablo sembró en nuestra mente, y abrimos el corazón al Espíritu Santo, recibimos sanidad en nuestras emociones dañadas,  nuestra voluntad es liberada, y tenemos entusiasmo para emprender nuevos desafíos.

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