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El Espíritu Santo, cuya presencia es tan silenciosa por ser interior, ve nuestros pensamientos, oye nuestros suspiros y cumple nuestros deseos. El aliento mismo de Dios respira dentro de nosotros, que somos sus templos vivos. Mueve nuestra voluntad pero nunca interfiere con su libertad. Corrige nuestras debilidades con amable persuasión e inspira en el Presencia Silenciosa Por: Madre Angélica

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Page 1: El Espíritu Santo, cuya presencia es tan silenciosa por ser interior, ve nuestros pensamientos, oye nuestros suspiros y cumple nuestros deseos. El aliento

El Espíritu Santo, cuya presencia es tan silenciosa por ser interior, ve nuestros pensamientos, oye nuestros suspiros y cumple nuestros deseos. El aliento mismo de Dios respira dentro de nosotros, que somos sus templos vivos. Mueve nuestra voluntad pero nunca interfiere con su libertad. Corrige nuestras debilidades con amable persuasión e inspira en el pensamiento santos deseos y obras llenas de celo.

Presencia Silenciosa

Por: Madre Angélica

Page 2: El Espíritu Santo, cuya presencia es tan silenciosa por ser interior, ve nuestros pensamientos, oye nuestros suspiros y cumple nuestros deseos. El aliento

Él procede del Padre y del Hijo, y toca nuestras almas con un rayo de luz que ilumina nuestras mentes, aumenta nuestra fe, anima nuestra esperanza y pone fuego a nuestra débil caridad. Los buenos pensamientos que tenemos no son sino simples susurros de Su voz amable; nuestra conciencia: el aguijón de Su guía; nuestros deseos de santidad: la chispa de Su amor; la fortaleza de nuestras almas: el poder de su omnipotencia. Llena nuestras almas de bondad, paz, amor, gozo, amabilidad y misericordia.

Page 3: El Espíritu Santo, cuya presencia es tan silenciosa por ser interior, ve nuestros pensamientos, oye nuestros suspiros y cumple nuestros deseos. El aliento

Con suaves pensamientos de peligro nos advierte de las ocasiones de pecado. Nos infunde deseos de establecer metas y de trabajar por el Reino. Nos susurra palabras de amor para que podamos hablar con el Padre, y actos de heroísmo para ser realizadas en nombre del Hijo. Nos vigila cuando dormimos y pone nuestros pies sobre el suelo al comienzo del nuevo día. Mientras no lo echemos fuera de nosotros con el pecado, Él vive en nuestras almas para infundirnos un espíritu de amor que nosotros no podríamos ni siquiera soñar.

Page 4: El Espíritu Santo, cuya presencia es tan silenciosa por ser interior, ve nuestros pensamientos, oye nuestros suspiros y cumple nuestros deseos. El aliento

Fuimos creados para amar, pero Él nos transforma en amor al hacernos como Él es, y nos hace posible parecernos cada vez más a Jesús en pensamiento y en obra. Lo que a nosotros nos corresponde en la obra de nuestra propia santificación es permitirle actuar en nosotros con toda libertad, entregarle nuestra voluntad para que la suya se cumpla en nosotros y darle nuestro corazón para que Él lo utilice para amar. Él, y sólo Él, puede hacer que Jesús dé fruto en nuestros corazones.

Page 5: El Espíritu Santo, cuya presencia es tan silenciosa por ser interior, ve nuestros pensamientos, oye nuestros suspiros y cumple nuestros deseos. El aliento

Él, y sólo Él, puede otorgarnos la gracia, puesto que sólo Dios puede entregar a Dios a los hombres. Su Espíritu piensa con nuestro pensamiento y respira con nuestro aliento, porque Su deleite es estar con los hijos de los hombres. Él sabe que está de visita en nuestra casa, como un amigo; nunca dispone de nosotros a su antojo. Viene a nosotros en el bautismo y permanece en nosotros con Sus dones mientras nosotros así lo queramos. Nuestra voluntad es la única que puede echarlo fuera, cuando nos preferimos a nosotros mismos y al pecado más que a Él.

Page 6: El Espíritu Santo, cuya presencia es tan silenciosa por ser interior, ve nuestros pensamientos, oye nuestros suspiros y cumple nuestros deseos. El aliento

Los siete dones del Espíritu Santo me son dados para engrandecer Su templo: mi alma.

Los cimientos de Su templo son la fe, la esperanza y la caridad, y los siete dones son las herramientas y el material usado por el Espíritu para construir un lugar digno para que Jesús habite en él.

En el bautismo yo fui hecha hija de Dios y templo de Su Espíritu. Esa es la Buena Noticia. Jesús logró para mí este privilegio en el cual yo ni siquiera había soñado

Page 7: El Espíritu Santo, cuya presencia es tan silenciosa por ser interior, ve nuestros pensamientos, oye nuestros suspiros y cumple nuestros deseos. El aliento

Es Él quien infunde gracia en mi alma y paulatinamente me transforma en Jesús.. Por su misma naturaleza se trata de un trabajo oculto, de modo que no interfiera con nuestra voluntad, nuestra personalidad, nuestros talentos y nuestros deseos

Page 8: El Espíritu Santo, cuya presencia es tan silenciosa por ser interior, ve nuestros pensamientos, oye nuestros suspiros y cumple nuestros deseos. El aliento

Si no sintonizamos Su presencia silenciosa acabaremos pensando que nosotros somos los que nos santificamos a nosotros mismos- así de oculta, callada y suave es Su obra en nosotros. Pero si educamos el oído para escuchar Sus murmullos silenciosos, pronto nos percataremos de cuán poderoso y amante es Él en nosotros. Él es quien arranca los velos de la imperfección que ocultan la presencia de Jesús en nuestro prójimo. Obrando en nosotros, Su amor sale en busca de las necesidades de nuestro vecino. Su fuerza nos da valor para pelear contra el enemigo, el mundo y nosotros mismos, de modo que podamos "revestirnos de la mente de Cristo".

Page 9: El Espíritu Santo, cuya presencia es tan silenciosa por ser interior, ve nuestros pensamientos, oye nuestros suspiros y cumple nuestros deseos. El aliento

Es Él quien nos enseña a amar con amor desinteresado, hasta la muerte. Es Él quien inspira en nuestros débiles cuerpos un espíritu nuevo, un corazón nuevo y una mente nueva.

Cuando leemos la Escritura, Su presencia ilumina lo que antes estaba en la oscuridad.

Cuando estamos en pecado, Su voz nos inspira pensamientos de arrepentimiento.

Cuando nos sentimos incapaces de amar, Él envía una chispa de Su fuego para calentar nuestros corazones congelados.

Page 10: El Espíritu Santo, cuya presencia es tan silenciosa por ser interior, ve nuestros pensamientos, oye nuestros suspiros y cumple nuestros deseos. El aliento

Dios trabaja silenciosamente; Su gracia es silenciosa e imperceptible; Su poder vivificante es silencioso; Su providencia es silenciosa; los milagros que realiza diariamente en la creación son silenciosos; Su poderosa mano, al guiar los destinos de los hombres y las naciones, también es silenciosa; Su presencia, que nos rodea como el aire que respiramos, es silenciosa.

Es en el alma que nos parecemos a Él, de modo que debe ser en el alma donde se realiza nuestra unión con Dios, como Espíritu.

Page 11: El Espíritu Santo, cuya presencia es tan silenciosa por ser interior, ve nuestros pensamientos, oye nuestros suspiros y cumple nuestros deseos. El aliento

Las máquinas inventadas por el hombre para llevar a cabo las tareas que él no puede realizar son pesadas, grandes y ruidosas

Día y noche trabajan los gigantescos generadores que producen toda la electricidad necesaria para iluminar varias ciudades. Y sin embargo, cada día, la mitad del mundo se ilumina desde temprano al salir el sol envuelto en dorado resplandor en hermoso silencio. En silencio y en total invisibilidad.

Page 12: El Espíritu Santo, cuya presencia es tan silenciosa por ser interior, ve nuestros pensamientos, oye nuestros suspiros y cumple nuestros deseos. El aliento

Frecuentemente no somos conscientes de esa presencia porque no ponemos atención a ella. Hay ocasiones en que debemos redoblar nuestro sentido del oído, para escuchar a Dios, lo cual hacemos cuando hacemos un esfuerzo para ser conscientes del silencio que está dentro de nosotros y a nuestro alrededor. Es así como tocamos la esencia de Dios, presente en todas partes. Donde Él no está,solamente está la nada.

San Pablo nos dice que "en Él vivimos, nos movemos y somos“ (Hechos 17,28).

Page 13: El Espíritu Santo, cuya presencia es tan silenciosa por ser interior, ve nuestros pensamientos, oye nuestros suspiros y cumple nuestros deseos. El aliento

El amor debe manifestarse, y el Dios que habita en mi alma

es amor.

Él ya ha derrotado la muerte y retornado a

Su gloria, y nosotros vivimos en Su Espíritu y debemos

conversar con Él "en espíritu y

en verdad" (Juan 4, 23).

Con cariño, Betty