el espíritu duerme en la piedra

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“El Espíritu duerme en la piedra…” La comprensión del Espíritu en el peregrinaje teológico de Leonardo Boff Por Nicolás Panotto Demás está introducir a Leonardo Boff como uno de los más importantes teólogos latinoamericanos de la última mitad del siglo XX hasta el presente. Su peregrinaje está caracterizado por una gran producción, reconocida no solo en el ámbito estrictamente teológico sino también en el militante y el académico. Esta producción abarca un amplio abanico de temáticas, la cual permite ver la continua actualización de Boff en su peregrinaje, así como su sensibilidad frente a aquellas circunstancias, interrogantes y problemáticas que representan cada época. El particular y rico abordaje de Boff de todas estas temáticas muestra su amplio conocimiento de la realidad, no solo en un sentido inmediato y circunstancial sino también retrospectivo e histórico. Podríamos decir que al ver la vida, la militancia, el compromiso y la producción de este teólogo nos enfrentamos ante aquellos temas que más caracterizaron las circunstancias de la última mitad del siglo XX. Dentro de todo este entramado de temas, la pneumatología y la espiritualidad fueron, sin duda, dos de los más importantes que Boff desarrolló. A lo largo de su peregrinaje se ven distintos puntos de partida. Pero la imagen del Espíritu acompañó dicha producción en relación a cada uno de ellos: la iglesia, la espiritualidad, la misión, la liberación, la ecología, etc. Podría animarme a adelantar la siguiente idea: el rol del Espíritu en la teología de Boff representa precisamente esa dinámica que le permite el abordaje teologal de las diversas temáticas y la construcción de una teología comprometida con la historia. La dinámica de la historia, según Boff, es la dinámica misma del Espíritu (aunque su esencia, su misterio, no se limita a ella). Y es en esa historia en la que Boff se mueve como cristiano, militante y teólogo. Así como es imposible comprender la historia sin su intrínseca dinámica vital (y mortal), de la misma forma todos los elementos que la componen y que viven en ella comparten dicha dinámica. Comprendiendo la dinámica de la historia desde una perspectiva pneumatológica, podríamos decir que no hay mayor pecado que la institucionalización, dogmatización y cosificación de la realidad y de sus respectivos elementos. De aquí las críticas de Boff a la iglesia-institución, al sistema- mundo capitalista y a las teologías opresoras que restringen la existencia. En este breve ensayo me centraré básicamente en el abordaje de la dinámica del Espíritu en la teología de Leonardo Boff. La propuesta es describir tres “estadios”, que se construyen desde tres momentos importantes del peregrinaje militante y teológico de Boff. Para dicha empresa, hay dos cosas importantes a aclarar. Primero, estos “estadios” no pretenden ser en absoluto estancos y consecutivos. Aunque se puede ver un abordaje particular de la dinámica del Espíritu en cada uno de los diversos momentos de la historia de Boff, ellos se muestran entrelazados a lo largo de su producción. Lo que pretendo es más bien realizar una esquematización sistemática en base de las diversas pistas de la producción pneumatológica de Boff. Segundo, en este ensayo utilizo un número reducido de fuentes en comparación a la gran producción de dicho teólogo. Por esta razón, reconozco que muchas de las aseveraciones no están lejos de ser (y ciertamente lo son) reduccionistas e incompletas. 1

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“El Espíritu duerme en la piedra…” La comprensión del Espíritu en el peregrinaje teológico de Leonardo Boff

Por Nicolás Panotto

Demás está introducir a Leonardo Boff como uno de los más importantes teólogos

latinoamericanos de la última mitad del siglo XX hasta el presente. Su peregrinaje está caracterizado por una gran producción, reconocida no solo en el ámbito estrictamente teológico sino también en el militante y el académico. Esta producción abarca un amplio abanico de temáticas, la cual permite ver la continua actualización de Boff en su peregrinaje, así como su sensibilidad frente a aquellas circunstancias, interrogantes y problemáticas que representan cada época. El particular y rico abordaje de Boff de todas estas temáticas muestra su amplio conocimiento de la realidad, no solo en un sentido inmediato y circunstancial sino también retrospectivo e histórico. Podríamos decir que al ver la vida, la militancia, el compromiso y la producción de este teólogo nos enfrentamos ante aquellos temas que más caracterizaron las circunstancias de la última mitad del siglo XX.

Dentro de todo este entramado de temas, la pneumatología y la espiritualidad fueron, sin duda, dos de los más importantes que Boff desarrolló. A lo largo de su peregrinaje se ven distintos puntos de partida. Pero la imagen del Espíritu acompañó dicha producción en relación a cada uno de ellos: la iglesia, la espiritualidad, la misión, la liberación, la ecología, etc. Podría animarme a adelantar la siguiente idea: el rol del Espíritu en la teología de Boff representa precisamente esa dinámica que le permite el abordaje teologal de las diversas temáticas y la construcción de una teología comprometida con la historia. La dinámica de la historia, según Boff, es la dinámica misma del Espíritu (aunque su esencia, su misterio, no se limita a ella). Y es en esa historia en la que Boff se mueve como cristiano, militante y teólogo. Así como es imposible comprender la historia sin su intrínseca dinámica vital (y mortal), de la misma forma todos los elementos que la componen y que viven en ella comparten dicha dinámica. Comprendiendo la dinámica de la historia desde una perspectiva pneumatológica, podríamos decir que no hay mayor pecado que la institucionalización, dogmatización y cosificación de la realidad y de sus respectivos elementos. De aquí las críticas de Boff a la iglesia-institución, al sistema-mundo capitalista y a las teologías opresoras que restringen la existencia. En este breve ensayo me centraré básicamente en el abordaje de la dinámica del Espíritu en la teología de Leonardo Boff. La propuesta es describir tres “estadios”, que se construyen desde tres momentos importantes del peregrinaje militante y teológico de Boff. Para dicha empresa, hay dos cosas importantes a aclarar. Primero, estos “estadios” no pretenden ser en absoluto estancos y consecutivos. Aunque se puede ver un abordaje particular de la dinámica del Espíritu en cada uno de los diversos momentos de la historia de Boff, ellos se muestran entrelazados a lo largo de su producción. Lo que pretendo es más bien realizar una esquematización sistemática en base de las diversas pistas de la producción pneumatológica de Boff. Segundo, en este ensayo utilizo un número reducido de fuentes en comparación a la gran producción de dicho teólogo. Por esta razón, reconozco que muchas de las aseveraciones no están lejos de ser (y ciertamente lo son) reduccionistas e incompletas.

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Primer estadio: una pneumatología dinamizante desde una cristología liberadora La actividad más intensa de Leonardo Boff comienza a principios de los ’70 en consonancia con la “efervescencia” de los movimientos liberacionistas en América Latina y el surgimiento de las teologías de la liberación. Hay tres aspectos que me gustaría resaltar de este contexto, que actúan como puntos de partida de la teología de Boff. En primer lugar, la situación de pobreza y dependencia de los países latinoamericanos a causa de la acción opresora de los países centrales. En segundo lugar, el surgimiento de una variedad de movimientos liberacionistas (entre los y las pobres, las mujeres, los pueblos originarios, etc.). En tercer lugar, la creciente crítica a la iglesia-institución por su complicidad a los sistemas opresores, legitimada a través de una rígida estructura lejos del contexto latinoamericano y carente de respuesta a sus problemáticas. En este momento histórico, las reflexiones teológicas de Leonardo Boff transitan por una variedad de temáticas circunscriptas en estos y otros factores contextuales. Principalmente, su trabajo se centrará en caminar junto a otros y otras compañeros y compañeras en la construcción de la joven teología de la liberación. Desde un comienzo, Boff ofreció reflexiones innovadoras y hasta críticas en torno al discurso “oficial” de las teologías de la liberación, especialmente en la relación entre teología y marxismo, y la relación de la teología con temáticas como la espiritualidad, la opresión de la mujer y temáticas clásicas de la teología sistemática y la historia. Como ya mencionamos, la temática del Espíritu está presente en medio de este camino tocando de cerca cada una de sus particularidades. No es un personaje secundario. Por el contrario, si algo impulsa este peregrinaje que yuxtapone la teología con las distintas problemáticas del continente latinoamericano es precisamente la acción del Espíritu. En esta línea, me gustaría abordar principalmente dos temáticas que me parecen centrales: el abordaje eclesiológico de la acción del Espíritu y la dinámica pneumatológica desde una comprensión trinitaria de la liberación socio-política. Antes de comenzar el desarrollo de estos dos puntos, me gustaría introducir el tema que da título a esta sección: la relación entre la cristología y la pneumatología de Boff. En realidad este tema lo veremos en el abordaje de los dos temas sugeridos. Lo único que quiero enfatizar en este momento es que, así como en todas las teologías liberacionistas del momento, la cristología liberadora era fuerte en Boff. En una de sus clásicas obras, titula uno de los capítulos de la siguiente manera: “Jesucristo liberador: el centro de la fe en la periferia del mundo”. Comienza diciendo:

Hablar de Jesucristo liberador supone algo previo. La liberación se halla en correlación opuesta a la dominación. Venerar y anunciar a Jesucristo Liberador supone pensar y vivir la fe cristológica desde un contexto socio-histórico de dominación y opresión. Se trata, pues, de una fe que se esfuerza por captar la relevancia de aquellos temas que implican una transformación estructural de una determinada situación socio-histórica. Esa fe elabora analíticamente dicha relevancia, dando lugar a una Cristología centrada en el tema de Jesucristo Liberador. Tal Cristología supone un determinado compromiso político y social en el sentido de una ruptura con la situación de opresión.1

1 Leonardo Boff La fe en la periferia del mundo. El caminar de la iglesia con los oprimidos Sal Terrae, Santander, 1980, p.17. Boff continúa arguyendo que la cristología liberadora desarrollada en América Latina es una temática central tanto para el contexto del continente como para la teología desarrollada desde dicho contexto: “En América Latina soñamos –siempre está permitido soñar- con el día en que la privilegiada intelligentzia de la teología europea tome conciencia de su importancia en el proceso de liberación para sus Iglesia y sus sociedades, dado que, por su situación ‘céntrica’ y su carácter de polo principal, ayudarían a los hermanos de nuestro continente a desencadenar su andadura liberadora. La Teología de la liberación y

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El ministerio de Jesucristo se transforma en el impulso para una práctica comprometida y liberadora con el contexto latinoamericano y sus conflictos socio-históricos. Por esta razón es el “centro de la fe en la periferia”: el Jesús de Nazaret, el Mesías liberador comprometido con los y las pobres, es quien camina entre los espacios de pobreza y opresión del continente. Esto se afirma gracias a una reconstrucción de la cristología tradicional desde una relectura del Jesús histórico, no en el intento de “llegar al centro de la cebolla”, como la escuela de la crítica histórica pretendía, sino de encontrar las prácticas de Jesús en su vivencia concreta y diaria. Me atrevería a decir que éste es el punto de partida de Boff: una relectura cristológica desde América Latina, en concordancia con las reflexiones y relecturas liberacionistas del momento. Ahora, como decíamos en un comienzo, Boff reactualiza la figura de Cristo, en esta relectura liberacionista, a partir de la incursión en la acción pneumatológica. Esto lo veremos en el desarrollo de los dos puntos sugeridos: la Iglesia y la Trinidad. El Espíritu y la iglesia Boff afirma en reiteradas ocasiones que la iglesia de los primeros cristianos y primeras cristianas fue impulsada no solo por el llamado de Jesús sino también por la fuerza de impulso del Espíritu Santo. En este sentido, hace una directa relación entre el fenómeno cristológico y el pneumatológico.”El Jesús carnal (sárquico: sarx = carne) era ya la presencia del Espíritu; el Espíritu Santo es la Iglesia es ya la presencia del Cristo (pneumático) en el mundo”.2 Este es el mismo Espíritu que llamo a los profetas del Antiguo Testamento como a todos y todas los/las personajes principales que efectuaron un ministerio de transformación y liberación en una situación de opresión, ya sea del pueblo de Israel como de otras naciones. Continúa diciendo: “La iglesia no tiene tan solo un origen cristológico, sino también y de modo particular un origen pneumatológico. Y en cuanto que tiene su origen en el Espíritu Santo, que es el Espíritu de Cristo, posee una dimensión dinámica y funcional; se define en términos de energía, carisma y construcción del mundo, porque ‘el Espíritu sopla donde quiere’...”.3 Esta es una de las ideas principales de Boff: los símbolos que representan la acción del Espíritu son “dinamismo”, “transformación”, “cambio”, “des-estructuración”, etc.

Podríamos resumir la idea de la siguiente manera: el Espíritu es aquella fuerza dinamizante de la estructura eclesial. Según Boff, siempre se ha comprendido la estructura de la iglesia desde una perspectiva cristológica (desde la idea del mandamiento de Jesús a sus discípulos). Ahora, su dinámica se entiende desde la acción del Espíritu. Esto no implica dejar de lado lo cristológico. Por el contrario, lo cristológico debe entenderse desde el suceso de la resurrección, hecho representante de la acción del Espíritu en la pasión de Cristo. De esta manera, la iglesia “posee las mismas dimensiones que Cristo resucitado. Y esas dimensiones son cósmicas. Sus funciones y misterios, sus estructuras y servicios, Jesucristo liberador representan el grito dolorido de los cristianos oprimidos que llaman a la puerta de sus hermanos ricos pidiéndolo todo y, en realidad, no pidiendo nada. Piden tan solo ser alguien; suplican ser acogidos como personas; se limitan a pedir que les dejen luchar para reconquistar su liberación perdida”. (Ibíd. p.47). 2 Leoardo Boff Iglesia, Carisma y Poder. Ensayos de eclesiología militante Sal Terrae, Santander, 1982, p.233 3 Ibíd., p.230

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deben, sin embargo, mantenerse, siempre abiertos al Espíritu, que sopla donde quiere y que es una permanente fuerza dinámica en el mundo”.4 Así, Boff aforma que el Espíritu es el que aproxima a la idea de democracia en la comunidad de fe, como derivación del poder del Espíritu.

Esta nueva comprensión de la iglesia desde la dinámica del Espíritu es lo que Boff llama Eclesiogénesis. “Las comunidades de base reinventan la iglesia”, es el lema de esta nueva realidad de la iglesia. Boff sostiene que la jerarquía eclesial se sostiene bajo una “visión jurídica” del eje Cristo-Iglesia (la comisión dada por Cristo a los Doce). Frente a este modelo, contrapone el axioma de la acción del Espíritu como “flexibilizante” de dichas estructuras que, según él, no dejan de ser esenciales. “La iglesia no nació sólo del costado abierto de Cristo, sino también del Espíritu Santo en el día de Pentecostés”.5 Hasta se podría decir que una cristología plena debería interpretarse desde el ministerio, la muerte y la resurrección de Jesús gestados en la acción del Espíritu.

(Eclesiogénesis, p.40)

Desde la perspectiva todos y todas los/las miembros de la comunidad de base son enviados y enviadas. Así es como entran en juego los carismas que cada uno y cada una “recibe”. Los carismas existen para servir al mundo. Las comunidades de base son el ejemplo plasmado de esta acción “carismática” del Espíritu. “Es realmente distinta la Iglesia en la que no se ahoga al Espíritu; en ella prosperan los diversos carismas, sale a la luz la creatividad que devuelve al mensaje de Jesús el carácter de buena nueva, las personas se sienten verdaderamente miembros y no meros feligreses de sus comunidades, y se posibilita el que haya espacio en el que todos, con sus diversas capacidades (carismas) puestas al servicio de todos y del Evangelio, se realicen religiosamente”.6

4 Leonardo Boff, Iglesia, Carisma y Poder, p.240-241 5 Leonardo Boff Eclesiogénesis. Las comunidades de base reinventan la iglesia Sal Terrae, Santander, 1986, p.38 6 Ibíd. p.251

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(Eclesiogénesis, p.44)

El Espíritu no solo dinamiza la estructura eclesial sino es también la iniciadora de

la misión transformadora de la iglesia en la historia. El Espíritu actúa con Cristo en la redención de la historia. El Espíritu de vida que acompañó a Jesús en su ministerio liberador y que lo resucitó de la muerte en la cruz es el mismo que está actuando hoy encarnando la persona de Cristo en su iglesia. “Entender la iglesia como Sacramento del Espíritu Santo supone poner la resurrección, los elementos de creatividad y de sintonía con la historia por encima de los institucionales, a la hora de comprender la naturaleza y la misión de la iglesia”.7 El Espíritu desde la experiencia trinitaria El abordaje que realiza Boff de la dinámica pneumatológica desde la experiencia trinitaria amplía la comprensión de la acción del Espíritu en la historia. Una de sus más importantes obras al respecto es La Trinidad, la Sociedad y la Liberación. En ella profundiza sobre la “relación perijorética” entre el Padre, el Hijo y el Espíritu. Boff no los concibe como seres aislados. Más allá de que cada uno posee su respectiva dinámica, los tres actúan conjuntamente. “La verticalidad (el Padre), la horizontalidad (el Hijo) y la profundidad (el Espíritu) no conviven en la experiencia, sino que se encuentran yuxtapuestas”.8

7 Leonardo Boff, Eclesiogénesis, p.145 8 Leonardo Boff La Trinidad, la sociedad y la liberación Ediciones Paulinas, Buenos Aires, 1986, p.24. “La concepción trinitaria de Dios nos proporciona una experiencia global del misterio divino. Cada uno de los seres humanos se mueve dentro de una triple dimensión: la de la trascendencia, la de la inmanencia y la de la transparencia” (Ibíd. p.34).

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Boff comienza diciendo que la trinidad es primeramente un hecho (histórico); luego una doctrina. Siguiendo a San Ireneo, dice que Jesús y el Espíritu son las dos manos del Padre. Por sobre todas las cosas, lo que Boff intenta recalcar durante toda la obra es que la esencia de la Trinidad tiene intrínseca relación con su “economía”. Por esta razón, dará un énfasis salvífico a la dinámica y la realidad trinitaria. Por ello dice:

Importa superar la comprensión de la Trinidad como misterio lógico y llegar a la de misterio salvífico. La Trinidad tiene que ver con la vida de cada persona, con su hacer cotidiano en el esfuerzo de dirigir la existencia de la conciencia recta, en el amor y la alegría, en el sufrimiento de la pasión del mundo y de las tragedias existenciales.9

La Trinidad económica es la puerta hacia la Trinidad inmanente, afirma Boff. Comprender la Trinidad divina desde su economía histórica lleva a una comprensión particular de la historia y de la sociedad. La historia que transita la humanidad está abierta, como comunidad histórica construida a través de las interrelaciones de la existencia, a la acción dinámica de la Trinidad divina. Dicha acción (revelación) irrumpe de una manera innovadora, transformadora y liberadora. “La sociedad no está definitivamente perdida en sus relaciones injustas y desiguales, sino llamada a transformarse a la luz de las relaciones abiertas e igualitarias que rigen en la comunión trinitaria, utopía realizada de todo caminar histórico-social”.10 Más aún, las mismas manifestaciones que surgen desde la misma sociedad en medio de circunstancias de opresión, como gérmenes de esperanza y liberación, representan en sí mismas la presencia de la Trinidad divina en la historia. Boff lo dice de la siguiente manera:

La presencia trinitaria se da también en el proceso histórico-social. Por su naturaleza, y más aún por la presencia del pecado estructural, la lucha de los oprimidos por su liberación tiene una especial densidad trinitaria. Siempre que en medio de las turbulencias se avanza hacia formas sociales más engendradoras de vida, es el hijo que está siendo allí “engendrado” histórico-socialmente en el seno del Espíritu, que anima y promueve la vida.11

Profundizando ahora específicamente en la acción del Espíritu, Boff describe cuatro

aspectos de dicha acción en la historia.12 En primer lugar, el Espíritu representa la fuerza de lo nuevo y la renovación de todas las cosas. El principio de la transformación de las cosas hace a la relación del Espíritu con el proceso de la vida. Pero este proceso también conlleva una ruptura con lo dado. En segundo lugar, la acción del Espíritu se basa en la memoria de la práctica y del mensaje de Jesucristo. Mantiene la unión entre “aquel” tiempo y el hoy. Tercero, la acción del Espíritu se concentra en la liberación de las opresiones en nuestra situación de pecado. Por último, el Espíritu es creador de diferencias y de comunión. Boff arguye que toda comunidad de fe está basada en dos columnas: la cristológica, que significa la continuidad de la tradición, y la pneumatológica, que implica el carisma que renueva la dinámica de la comunidad en su caminar por los tiempos y los contextos.

9 Leonardo Boff, La Trinidad, la sociedad y la liberación, p.194 10 Ibídem. 11 Ibíd. p. 274 12 Ibíd. pp.234-240

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Segundo estadio: una pneumatología en el encuentro con la espiritualidad de las culturas A partir de fines de los ’80 y principio de los ’90 se pueden ver nuevos rumbos en la produción de Leonardo Boff. Ya en la obra mencionada La Trinidad, La Sociedad y la Liberación resaltan algunos de los temas que trataremos a continuación. Me atrevería a decir que el trabajo de Boff en esta época comienza a encaminarse hacia una teología de las culturas y de las religiones. En su obra Nueva Evangelización, en conmemoración de los 500 años de la conquista española del continente americano, enmarca lo que yo identificaría como su “nueva cosmovisión”, o mejor dicho, la ampliación de su marco analítico. Los elementos de esta cosmovisión, ahira, son lo cósmico, lo personal, lo económico, lo político, lo simbólico y lo religioso. Nuevamente, esto no quiere decir que Boff no haya desarrollado estas temáticas anteriormente, o que no halla enmarcado su teología alrededor de estas temáticas. Pero sí podemos ver una profundización y un sobre énfasis en alguna de ellas, que en la ortodoxa comprensión de las teologías de la liberación latinoamericanas no habían sido tomadas de la misma manera. Esta ampliación y profundización también alcanzará al abordaje de la economía trinitaria y de la acción del Espíritu. Hasta podríamos decir que ésta es, precisamente, una de las principales lecciones a tomar de Leonardo Boff: la concepción de lo divino está siempre abierta a las nuevas cosmovisiones, a los descubrimientos y a los retos que presenta la historia; por todo esto, una visión inacabada de la economía divina y, por ende, de la definición de su esencia. Y esto no solo desde una comprensión inmanentista, en el sentido real (y positivo) de las circunstancias particulares de la historia, sino también retrospectiva, como una relectura de la misma historia pero desde los nuevos escenarios descubiertos (como por ejemplo veremos a continuación, en su abordaje de la historia de América Latina y las diversas religiones). El Espíritu santo: la fantasía divina en las culturas

“El Dios-Trinidad llega siempre antes que el misionero”, es una de las aseveraciones más importantes que resumen este nuevo enfoque pneumatológico de Boff. El brasilero hace una relectura de la historia del continente remarcando, primeramente, que los cristianos que llegaron y misionaron en América Latina no fueron concientes de la culturalidad de las imágenes y de la religión de los pueblos del continente. Pero por otra parte, tampoco fueron concientes (¡como si ello fuera posible!) de que el cristianismo era predicado desde un tipo de culturalidad determinado (la europea) como también del hecho de que Dios ya estaba obrando en aquel contexto a través de la religiosidad y la cultura de los pueblos autóctonos. Para comprender más en profundidad esta perspectiva, hay que partir del hecho de que religión y cultura no están separadas en la cosmovisión de los pueblos originarios, pensamiento opuesto al occidental. De aquí que Boff dirá que “... toda cultura ya significa una respuesta (positiva, negativa, ambigua) a la propuesta de Dios; entonces podemos admitir sin dificultad que dentro de ella siempre existen brotes del Reino, sacramentos de la gracia, señales de la presencia del Verbo y signos de la actuación del Espíritu”.13 Es aquí donde noto una de las más importantes profundizaciones que hace Boff. Como concluíamos al finalizar el apartado anterior, Dios se manifiesta a partir de aquellos gérmenes de 13 Leonardo Boff Nueva Evangelización LUMEN, Buenos Aires, 1990, p.51

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esperanza y de liberación que se gestan en espacios de opresión. Pero ahora Boff propone que la cultura no solo es un medio, en un sentido pragmático, sino que sus mismas formas y símbolos representan la manifestación de lo divino. La misma dinámica cultural, que se construye en la relacionalidad comunitaria de toda sociedad, representa la acción misma del Dios-Trinidad como comunidad divina. Boff lo dice de la siguiente manera:

El Espíritu siempre habitó el mundo humano y entusiasmó al corazón para las acciones generadoras de vida... la Sma. Trinidad misterio de comunión de las Tres personas, siempre se autoentregó a la creación y a la vida de cada persona y se reveló a las comunidades humanas bajo la forma de sociabilidad, apertura de unos a los otros, de amor y entrega y también como denuncia y protesta contra la ausencia de esos valores. Toda la humanidad es templo de la Trinidad, sin distinción de tiempo, espacio ni religión. Todos son hijos e hijas en el Hijo, todos son movidos por el Espíritu, todos son atraídos hacia arriba por el Padre.14

Esta idea se resume en el concepto de transparencia. Dicho término se presenta

como una alternativa frente a los polos inmanentista y trascendental de la comprensión de la divinidad. Dios atraviesa como una luz la creación, manifestándose y dándose a conocer a través de ella. En concordancia con lo que Boff viene desarrollando a lo largo de su peregrinaje, remarca distintas “dimensiones” de la realidad que muestran la acción del Espíritu en la cultura.15 Así enumerará una serie de aspectos donde ello se refleja: el Espíritu como principio de la trascendencia viva, como ruptura de lo institucional e instaurador de lo nuevo, actualización del mensaje de Jesús y como principio de la liberación de los oprimidos. Toda esta dinámica socio-cultural de la Trinidad divina se plasma en una mística que inspira una espiritualidad movilizada en la fuerza vital del Espíritu. En reiteradas ocasiones Boff relaciona la economía trinitaria con la creación. Dios se revela en su esencia creacionl, dadora de vida, como fuerza recreadora de la historia. Lo que hará Boff es relacionar este aspecto con un tipo de mística que se oriente hacia la restauración de todas las cosas. Habla de una mística que “afirma que tanto el Hijo que se encarnó, cuanto al Espíritu, tienen que ver con el misterio de la creación. Ellos están allí presentes, fermentando el proceso de ascensión rumbo al Reino de la Trinidad”.16 Una propuesta antropológica desde la dinámica del Espíritu

Para emprender una redefinición de la comprensión del ser humano, Boff comienza por definir la esencia relacional de la Trinidad:

No basta el frente-a-frente del yo (Padre) y el tú (Hijo), pues se caería en un narcisismo de dos. Decisivo es que el yo y el tú se encuentra en uno solo (Espíritu Santo) como en un tercero que supera la soledad de cada uno. De esta forma la dialéctica es perfecta, no apenas de dos términos, sino de tres, distintos, pero siempre entrelazados.17

De esta forma Boff define al Dios Trino como una tri-unidad, tres personas plenas que forman la divinidad. La relacionalidad y por ende la idea de comunidad es intrínseca a

14 Leonardo Boff, Nueva Evangelización, p.41 15 Ibíd. pp.115-118 16 Leonardo Boff y Frei Betto Mística y Espiritualidad CEDEPO, Buenos Aires, 1994, p.23 17 Ibíd., p.24

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la esencia del Dios Trino. Y es este “tercer término”, el Espíritu, el que define una relacionalidad dialéctica a dicha divinidad.

Es interesante la antropología que sugiere Boff a partir de su definición del espíritu humano desde la dinámica del Espíritu, dentro de la comprensión de su función en la perijóresis trinitaria. Esto lo desarrolla particularmente en un breve artículo llamado “Espíritu y cuerpo”. Primero trata de definir al “espíritu humano” no como un área más de la persona sino como expresión de la totalidad del individuo. “Espíritu es el ser humano en su totalidad en cuanto en cuanto a ser que piensa, que decide, que tiene identidad, que tiene subjetividad, es sujeto… espíritu es el modo de ser”.18 Así como el espíritu humano es representado por la libertad (Hegel) para la vida, de la misma manera el Espíritu tiene que ver con la totalidad de la vida. Es “aquello que produce vida, que está presente en todo, como afirma la Biblia: el espíritu se mueve en todas las cosas, penetra todo, recrea la faz de la Tierra”.19

Podríamos resumir, entonces, esta propuesta antropológica (o, mejor dicho, esta dimensión pneumatológica de la realidad humana) en dos caminos. En primer lugar, así como el Espíritu de vida alcanza la realidad completa y es la expresión de todo aquello que se crea y recrea, de la misma forma la realidad humana es la expresión de la completud de la persona en todas sus manifestaciones. En segundo lugar, la realidad humana se redignifica a través de la dinámica vital del Espíritu. Primero, según comprendamos el sentido de “vida”, así comprenderemos la integralidad de la vida humana. Así como el Espíritu representa la vida plena y justa, así debe comprenderse la realidad. En segundo lugar, la vida humana posee un aspecto esencial e intrínseco que tiene que ver con la creación de lo nuevo, la manifestación de su originalidad y la realidad de la transformación liberadora. Tercer estadio: hacia una pneumatología cósmica y ecológica

Llegamos a lo que propongo como un último estadio (“último” en el sentido de actual, no de final), que sigue aún vigente en los actuales días del teólogo. Es el estadio de lo ecológico. La temática de la ecología no es una “arista” del abordaje teológico (por lo cual no representaría una “teología del genitivo”, como se suele denominar). Más bien, es un marco a partir del cual se redefine completamente la empresa teológica en todos sus aspectos. Así define Boff “ecología”:

A nivel humano, la ecología exige una actitud básica: la de relacionar todo por todos sus lados; de esta forma se superan los saberes estancos y se evitan los “científico idiotas” que sólo saben acerca de su campo específico (el médico sólo de medicina, el economista sólo de economía y el sacerdote sólo de religión).20

Desde una perspectiva ecológica todo co-existe. Los tiempos están unidos desde lo

pre-existente, lo presente y hacia una visión de lo porvenir. Todos los espacios y las distintas temáticas abordadas por Boff en su peregrinaje teológico convergen en esta comprensión de lo ecológico. Es interesante la redefinición de la dinámica de las teologías de la liberación desde esta categoría. Primeramente, Boff parte del hecho de que las teologías liberacionistas están relacionadas con un abordaje ecológico ya que, al igual que 18 Leonardo Boff, Mística y Espiritualidad, p.50 19 Ibidem. 20 Leonardo Boff, Ecología, Política, Teología y Mística, p.1

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él, están comprometidas con las “catástrofes” de la realidad. Ellas parten de lo que Boff denomina una “ecología social”, una de las vertientes de la ecología que trata de uno de los elementos más complejos de la naturaleza: el ser humano y su relacionalidad.21

En lo estrictamente teológico, Boff dice que la “reflexión ecológica rompe con el marco clásico teísta”.22 Así es como propone comenzar a pensar en Dios desde el misterio del mundo, y no al revés. Tras la contemplación, la búsqueda y el descubrimiento del Dios que está en todas las cosas y es comienzo de ellas, tanto la ciencia como la mística y así las distintas religiones intentan “nombrar lo innombrable”: Dios, Tao, Atma, Alá, etc. Por esto, se comprende que Dios se descubre a partir de la cosmología contemporánea, las dinámicas, relaciones e imágenes que se gestan en la realidad. No se coloca al mundo y Dios frente a frente. Se descubre a Dios en el proceso del mundo y al mundo dentro del misterio divino. Dios y mundo están unidos “perijoréticamente”. Por ello,

En la palabra “Dios” está contenido lo ilimitado de nuestra representación y la utopía suprema de energía pura, de complejidad, de organización vital, de orden, de armonía sinfónica que incluye por consiguiente el caos junto al cosmos, de conciencia, de pasión y de sentido supremo que impregna el universo, todos los seres, las culturas y cada una de las personas.23

A pesar de esto, Dios sigue manteniendo su alteridad respecto a la realidad. En este

sentido, Dios no se identifica con el proceso cósmico sino en el. De la misma forma, el mundo no se identifica con Dios sino en Dios. Es así que Boff propone el entendimiento del panenteísmo: “todo lo existente está sostenido en Dios”. Así, no todo es Dios pero todo está en Dios. En una de sus más importantes obras, Boff propone una especie de prosecución de factores para intentar comprender esta dinámica entre el cosmos y la economía pneumatológica. Así la describe: del cosmos al espíritu, del espíritu al espíritu humano, del espíritu humano al espíritu divino, del espíritu divino a la tercera persona de la trinidad cristiana. Y concluye: el espíritu en la creación y la creación en el espíritu. En otro escrito lo resume de la siguiente manera:

El Espíritu, en su sentido originario (de donde viene la palabra espiritualidad), es el ser que respira. Por lo tanto, es todo ser que vive, como el ser humano, el animal y la planta. Pero no solo eso. La tierra y el universo son vivenciados como portadores de espíritu, porque de ellos viene la vida y son ellos quienes mantienen la vida y todo el movimiento creador.24

21 A partir de una comprensión más amplia del término “ecología”, Boff propone cuatro aspectos necesarios para actualizar las TLL. Primero, ampliar el sentido de liberación. El sentido de liberación y salvación no debe solo alcanzar a los pobres y oprimidos sino también a todo grupo social, a la diversidad de entramados que vivimos en nuestro contexto y, en especial, a los daños particulares del la madre Tierra. Segundo, redefinir el punto de partida: la opción por los pobres como los seres más amenazados. Propone partir de la Tierra como mayor víctima, lo cual a su vez amplía el alcance de la liberación hacia todo lo creado. Tercero reafirmar la opción por lo más pobres. Lejos de ser una contradicción con el punto anterior, la idea es crear un cambio de cosmovisión donde toda la humanidad se comprenda como una gran familia sobre la Tierra. Por último, una nueva propuesta de desarrollo. Un tipo de desarrollo que no fomente el consumismo sino que construya una economía de lo suficiente y que cuide el proceso de los ecosistemas. En definitiva, que no piense a corto o mediano sino a largo plazo. (Leonardo Boff Ecología. Grito de la tierra, grito de los pobres LUMEN, Buenos Aires,1996, pp.145-146). 22 Ibíd., p.180 23 Ibíd., p.181 24 Ecología, Política, Teología y Mística, p.15

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Desde estas redefiniciones de Dios y de las experiencias pneumatológicas descritas, surge también, por ende, una nueva forma de comprender la espiritualidad. Ella no debe ser la persecución de una serie de dogmas y de costumbres sino reflejar una experiencia global de religación con todas las cosas. A lo largo de la historia, la espiritualidad cristiana ha sido caracterizada por un claro antropocentrismo. De aquí que pensar la espiritualidad desde las diversas dimensiones propuestas por la ecología lleva a una eco-espiritualidad donde la dinámica de la vida en todas sus experiencias y sus espacios son campos de vivencia y de práctica de la relación y de encuentro con lo divino.

Todo esto también parte de una particular concepción de lo que es espíritu. Y es aquí donde encontramos una apertura respecto al estadio anterior.25 En la modernidad se comprendía el espíritu como el impulso y la condición de libertad intrínseca del individuo. Esto no es posible, arguye Boff, ya que el “espíritu de libertad” no se puede desprender del espíritu de la naturaleza, del cosmos y del cuerpo. A partir de aquí Boff define espíritu como

aquella capacidad de las energías primordiales y de la misma materia de interactuar entre sí, auto-organizarse, constituirse en sistemas abiertos, comunicarse y formar la trama complejísima de inter-retro-relaciones que sustenta a todo el universo”.26

Podríamos resumir diciendo que cosmos - espíritu divino - espíritu humano co-existen perojoréticamente. Y esta interrelación Boff la resume en un abordaje ecológico de la realidad y la teología, unidas en la dinámica pneumatológica. El cosmos refleja la dinámica vital del Espíritu, la cual también se concentra en el espíritu humano que es-en-el-todo. Así, podemos concluir con la siguiente definición que Boff hace de espiritualidad:

Partiendo de esta acepción, espiritualidad significa toda orientación que encuentre su punto central en la realidad-vida (no en la voluntad de poder, ni en la acumulación, ni en el placer), tomada en su sentido más amplio y globalizador posible como es el espíritu en el universo.27

Conclusiones Como hemos visto, la producción de Leonardo Boff es riquísima en su variedad, interdisciplinariedad y actualidad. De todas las temáticas más importantes para este teólogo, la pneumatología ocupa un lugar central. Creo que quedó comprobado en este trabajo lo que decíamos en un comienzo: la dinámica misma de la teología de Boff se debe en gran parte a la figura central que ocupa el Espíritu en sus pensamientos, abordajes y reflexiones. De todo esto, me gustaría rescatar algunas lecciones generales del abordaje pneumatológico de Leonardo Boff:

1. El concepto de la economía del Espíritu esta abierta a la dinámica de la historia. Hemos visto que la idea de la acción del Espíritu en Leonardo Boff va caminando junto a la historia de la humanidad y del mundo. Este caminar implica movimiento, encuentro con cosas nuevas y decisiones sobre rumbos a tomar. La idea de Espíritu,

25 Ver página 9 del trabajo para comparar con el abordaje de “espíritu” que Boff realiza en el artículo “Espíritu y cuerpo” ya mencionado. 26 Leonardo Boff Ecología, p.239 27 Ibíd., p. 239

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lejos de estar dogmatizada en una serie de prerrogativas teológicas e institucionales, responde a las mismas inquietudes, preguntas, malestares y desafíos del contexto. El Espíritu es eso: ruaj, viento fuerte que cubre todo rincón de la existencia.

2. La misma historia se redignifica en la dinámica del Espíritu. A su vez, la

representación de Dios y del Espíritu en los textos religiosos (en este caso, el judeo-cristiano) redignifica la historia misma ya que el hecho de que Dios se entregue al mundo en el Espíritu no tiene otra explicación que el hecho de que su misma persona representa el amor en forma pura, la justicia comprometida con las víctimas de la historia. El Dios que se une perijoréticamente con su creación se entrega como dadora de vida y de justicia, en lucha contra todo mecanismo de muerte y opresión.

3. El Espíritu se relaciona con lo nuevo. A lo largo del abordaje de Boff vemos que el

Espíritu se relaciona con la irrupción de lo nuevo, con el quiebre de lo establecido dogmáticamente, con la flexibilización de lo institucionalizado. Desde los textos bíblicos hasta en las diversas teologías y eclesiologías actuales esta imagen pneumatológica sigue vigente. Pero lo específico que propone Boff, en consonancia con su peregrinaje teológico, lo “nuevo” tiene que ver con la liberación de todo aquello que oprime y subyuga la existencia en todos sus sentidos: a la integralidad del individuo, a las culturas y a las naciones, a la madre Tierra como oikomene.

4. La acción del Espíritu implica la plenitud de la vida. La idea de “vida” impregna

toda la teología en América Latina desde sus comienzos. Ella se comprende, primero, en oposición a la situación de muerte y opresión del continente. Por otro lado, se predica como esperanza en medio de esta situación, como plenitud (“shalom”) de la existencia en todas sus características. La idea de Espíritu está completamente unida a este término. Es ella quien se mueve en medio de la creación, manifestándose en toda idea, esperanza y acción liberadora que intenta hacer real (crear y recrear) dichas circunstancias de paz, de justicia y de igualdad. Por ello, es el Espíritu el que inspira la vida plena y moviliza su ejecución.

Bibliografía de Leonardo Boff utilizada en el trabajo Primer estadio Eclesiogénesis. Las comunidades de base reinventan la iglesia Sal Terrae, Santander, 1986 Iglesia, Carisma y Poder. Ensayos de eclesiología militante Sal Terrae, Santander, 1982 La fe en la periferia del mundo. El caminar de la iglesia con los oprimidos Sal Terrae, Santander, 1980 La Trinidad, la sociedad y la liberación Ediciones Paulinas, Buenos Aires, 1986 Teología desde el lugar del pobre Sal Terrae, Santander, 1986 ... Y la iglesia se hizo pueblo. “Eclesiogénesis”: La iglesia que nace de la fe del pueblo Sal Terrae, Santander, 1986 Segundo estadio Nueva Evangelización LUMEN, Buenos Aires, 1990 Mística y Espiritualidad CEDEPO, Buenos Aires, 1994 (Co-escrito con Frei Betto)

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Tercer estadio Ecología. Grito de la tierra, grito de los pobres LUMEN, Buenos Aires,1996 Ecología, Política, Teología y Mística http://sociedad-teosofica.com.ar/links/ecología/boff-ecologia.html

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