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EL ESPECTADOR / VIERNES 10 DE ENERO 2020 / 11 El violín que normalmente toca Rabaglia es un Santo Serafino, construido en Venecia en 1740. Por su parte, Bronzi usa un chelo Vincenzo Panormo, fabricado en Londres en 1775. / Cartagena Festival de Música Trío di Parma: el sonido de la experiencia Esta agrupación llega al Cartagena XIV Festival de Música con sus 30 años de trayectoria y una larga carga musical encima. Sus presentaciones serán el 9, 10 y 11 de enero. GERMÁN GÓMEZ EL ESPECTADOR ste 2020 el Trío di Parma cumple 30 años. Para una persona, esa edad representa un sinnúme- ro de conflictos, se con- vierte, en muchos casos, en el verdadero abandono de la ado- lescencia y se entra, de lleno, en ese utópico mundo de la adultez, ese lar- go intento de entendimiento y bús- queda de razones para lo que resta de la vida. En la música puede significar lo mismo o todo lo contrario. Tres dé- cadas entre las notas musicales son si- nónimo de madurez y de estabilidad, o el inicio de un camino en la búsque- da de nuevos sonidos. Precisamente a esa edad llega el destacado trío italiano que arriba a Cartagena para el deleite de los aman- tes de las melodías y los ambientes que se logran con la conjunción del piano, el violín y el violonchelo. En ese respectivo orden, los instrumentos son interpretados por Alberto Miodi- ni, Iván Rabaglia y Enrico Bronzi, quien además dirige todo lo que suce- de en tarima, de todas esas combina- ciones que saben hacer de manera ar- mónica y que han puesto a hablar a los conocedores. Su formación empezó de la mano de Pierpaolo Maurizzi, en el conservato- rio de música Arrigo Boito, de la ciu- dad de Parma, ubicada a unos 128 km de Milán y a otros casi 500 km de Ro- ma. Luego vinieron más: su creci- miento musical estuvo acompañado del Trío di Trieste, en la Scuola di Mu- sica de Fièsole. Luego estuvieron en la Accademia Chigiana, de Siena. Inclu- so, en los albores de 2000, llegaron al E Isaac Stern Chamber Music Works- hop, en el legendario Carnegie Hall de Nueva York. Han intentado de todo, y eso solo lo da la experiencia. Como la reciente unión e interpretación musical que hicieron de Ludwig Van Beethoven (1770-1827) y el argentino Mauricio Kagel, en la que, en opinión de Bronzi, se intentaron resaltar los aspectos que vinculaban las escalas del hijo prodi- gioso de Bonn (Alemania) con los tiempos más modernos. “Es el testi- monio de un profundo y sincero amor por el compositor de Bonn. Y es un trabajo que muestra gran ironía y de- licadeza”, comentó el director de Trío di Parma en una reciente entrevista para la revista de la asociación italiana Sistema Musica. Claramente, como lo expresó la ca- beza del grupo de cámara, abordar el repertorio de Beethoven se convier- te en un paso “fundamental” para cualquiera y, especialmente en las partituras de ese autor, Trío di Parma fue calificado por Bronzi como una “alquimia de instrumentos siempre dosificados de una manera peculiar y con una lógica que puede ser iridis- cente”. “En los Fantasmas (op. 70 n° 1) o en el op. 70 n° 2 tenemos, por ejemplo, a veces una escritura casi cuarteto, a ve- ces una concepción sinfónica y un ins- tante después de un momento de con- trapunto puro. Es una música que pi- de ser camaleón, identificado, de vez en cuando, en diferentes situaciones. Así que sumergirte en este mundo es una de las bases para la formación del sonido de un trío”, señaló Bronzi en la misma entrevista. Además de los tríos de Beethoven, sus interpretaciones han abarcado las creaciones de Shostakóvich, Schu- mann, Dvorak y Brahms. Por eso, Trío di Parma se ha convertido en un refe- rente no solo por la limpieza de sus in- terpretaciones y la simplicidad de su composición, sino porque han reali- zado otras colaboraciones con músi- cos de la talla de Bruno Giuranna, Si- monide Braconi, Carl Melles, Vladi- mir Delman, Anton Nanut, Eduard Brunner, Guglielmo Pellarin y Ales- sandro Carbonare. Su carrera, ade- más, está fuertemente vinculada a la academia, en los conservatorios de Novata, el Mozarteum de Salzburgo y el conservatorio de la ciudad que los vio nacer. Su trabajo tiene el reconocimiento del público y de los expertos en el arte sonoro, pero también han logrado va- rios de los premios más prestigiosos. La Asociación Nacional de Críticos de la Música le entregó el premio Abbiati como Mejor conjunto de cámara en 1994. También tiene en sus vitrinas los reconocimientos otorgados por el Concurso Internacional de Música de Cámara de Melbourne (Australia), el Concurso de Música de Cámara de Lyon (Francia), el Concurso Interna- cional “Vittorio Gui” de Florencia (Italia) y el Concurso Internacional de ARD de Mónaco. Su participación en el Cartagena XIV Festival de Música será el 9, 10 y 11 de enero, con tres presentaciones de- nominadas “Schubert y la poética del atardecer”, “Un trío encantador” y “No solo Schubert III”.

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EL ESPECTADOR / VIERNES 10 DE ENERO 2 02 0/ 11

El violín quenormalmente tocaRabaglia es unSanto Serafino,construido enVenecia en 1740.Por su parte,Bronzi usa unchelo VincenzoPa n o r m o,fabricado enLondres en 1775./ Cartagena Festival

de Música

Trío di Parma:el sonido de laexperienciaEsta agrupación llega al CartagenaXIV Festival de Música con sus 30años de trayectoria y una larga cargamusical encima. Sus presentacionesserán el 9, 10 y 11 de enero.

GERMÁN GÓMEZ

E L E S PEC TAD ORste 2020 el Trío di Parmacumple 30 años. Parauna persona, esa edadrepresenta un sinnúme-ro de conflictos, se con-vierte, en muchos casos,

en el verdadero abandono de la ado-lescencia y se entra, de lleno, en eseutópico mundo de la adultez, ese lar-go intento de entendimiento y bús-queda de razones para lo que resta dela vida. En la música puede significar

lo mismo o todo lo contrario. Tres dé-cadas entre las notas musicales son si-nónimo de madurez y de estabilidad,o el inicio de un camino en la búsque-da de nuevos sonidos.

Precisamente a esa edad llega eldestacado trío italiano que arriba aCartagena para el deleite de los aman-tes de las melodías y los ambientesque se logran con la conjunción delpiano, el violín y el violonchelo. En eserespectivo orden, los instrumentosson interpretados por Alberto Miodi-ni, Iván Rabaglia y Enrico Bronzi,quien además dirige todo lo que suce-

de en tarima, de todas esas combina-ciones que saben hacer de manera ar-mónica y que han puesto a hablar a losc o n o c e d o re s.

Su formación empezó de la mano dePierpaolo Maurizzi, en el conservato-rio de música Arrigo Boito, de la ciu-dad de Parma, ubicada a unos 128 kmde Milán y a otros casi 500 km de Ro-ma. Luego vinieron más: su creci-miento musical estuvo acompañadodel Trío di Trieste, en la Scuola di Mu-sica de Fièsole. Luego estuvieron en laAccademia Chigiana, de Siena. Inclu-so, en los albores de 2000, llegaron al

EIsaac Stern Chamber Music Works-hop, en el legendario Carnegie Hall deNueva York.

Han intentado de todo, y eso solo loda la experiencia. Como la recienteunión e interpretación musical quehicieron de Ludwig Van Beethoven(1770-1827) y el argentino MauricioKagel, en la que, en opinión de Bronzi,se intentaron resaltar los aspectos quevinculaban las escalas del hijo prodi-gioso de Bonn (Alemania) con lostiempos más modernos. “Es el testi-monio de un profundo y sincero amorpor el compositor de Bonn. Y es untrabajo que muestra gran ironía y de-licadeza”, comentó el director de Tríodi Parma en una reciente entrevistapara la revista de la asociación italianaSistema Musica.

Claramente, como lo expresó la ca-beza del grupo de cámara, abordar elrepertorio de Beethoven se convier-te en un paso “fundamental” p a racualquiera y, especialmente en laspartituras de ese autor, Trío di Parmafue calificado por Bronzi como una“alquimia de instrumentos siempredosificados de una manera peculiar ycon una lógica que puede ser iridis-cente”.

“En los Fantasmas (op. 70 n° 1) o enel op. 70 n° 2 tenemos, por ejemplo, aveces una escritura casi cuarteto, a ve-ces una concepción sinfónica y un ins-tante después de un momento de con-trapunto puro. Es una música que pi-de ser camaleón, identificado, de vezen cuando, en diferentes situaciones.Así que sumergirte en este mundo esuna de las bases para la formación delsonido de un trío”, señaló Bronzi en lamisma entrevista.

Además de los tríos de Beethoven,sus interpretaciones han abarcado lascreaciones de Shostakóvich, Schu-mann, Dvorak y Brahms. Por eso, Tríodi Parma se ha convertido en un refe-rente no solo por la limpieza de sus in-terpretaciones y la simplicidad de sucomposición, sino porque han reali-zado otras colaboraciones con músi-cos de la talla de Bruno Giuranna, Si-monide Braconi, Carl Melles, Vladi-mir Delman, Anton Nanut, EduardBrunner, Guglielmo Pellarin y Ales-sandro Carbonare. Su carrera, ade-más, está fuertemente vinculada a laacademia, en los conservatorios deNovata, el Mozarteum de Salzburgo yel conservatorio de la ciudad que losvio nacer.

Su trabajo tiene el reconocimientodel público y de los expertos en el artesonoro, pero también han logrado va-rios de los premios más prestigiosos.La Asociación Nacional de Críticos dela Música le entregó el premio Abbiaticomo Mejor conjunto de cámara en1994. También tiene en sus vitrinas losreconocimientos otorgados por elConcurso Internacional de Música deCámara de Melbourne (Australia), elConcurso de Música de Cámara deLyon (Francia), el Concurso Interna-cional “Vittorio Gui” de Florencia(Italia) y el Concurso Internacionalde ARD de Mónaco.

Su participación en el CartagenaXIV Festival de Música será el 9, 10 y 11de enero, con tres presentaciones de-nominadas “Schubert y la poética delatardecer ”, “Un trío encantador” y“No solo Schubert III”.

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EL ESPECTADOR / VIERNES 10 DE ENERO 2 02 0 EL ESPECTADOR / VIERNES 10 DE ENERO 2 02 012 / / 13

Antonio Salieri:tras una j u star e i v i n d i ca c i ó n

Orquesta de Cámara de Colombia, bajo la dirección de Federico Hoyos. / Cartagena Festival de Música

El sonido de improvisoLa improvisación en la música clásica y popular será revisada en el Cartagena XIV Festival

de Música, en un recital titulado “Forma clásica popular e improvisación”, que incluyepiezas de cámara basadas en tradiciones brasileñas, venezolanas y colombianas.

JAIME ANDRÉS MONSALVE B.*

i la voz humana fue elprimer instrumento,improvisar fue la prime-ra pulsión. Qué otra cosapudo cantar el primerser humano sobre la tie-

rra si no tal vez una suerte de varia-ción imitativa de los pájaros, el río o elt r u e n o…

Hubo un tiempo en que no existíadistingo alguno entre compositor e in-térprete, básicamente porque todo loque se cantaba y tocaba nacía para sercantado y tocado en ese mismo instan-te. Si bien la tradición oral hizo de lassuyas en la preservación de algunas tra-diciones específicas (con alguna ayudade anotaciones que en su momento ser-vían más como guía que como vehículode posteridad), la música no estaba re-suelta como objeto de conservación orepetición. Y mientras eso fue así, losencargados de divertir o alabar por me-dio de los sonidos recibían, como eflu-vios sagrados, inspiración espontáneade algo que nunca emparentaron con lapalabra improvisación.

Dice la Enciclopedia Salvat de la Mú-sica que “desde los orígenes de la músi-ca, a través de los siglos hasta nuestrostiempos, la improvisación vocal e ins-trumental ha sido práctica constante yuniversal. Cuanto más nos remonta-mos en el curso del desarrollo de la mú-sica, más generalizado y extendido en-contramos el uso de la música espontá-nea, que brota del inconsciente musicalsin intervención del pensamiento o dela reflexión”.

Pese a la aparente rigidez de la músi-ca pensada para ser tocada sobre unapartitura, son muchos los ejemplos a lolargo de la historia de aquello conocidocomo cadenza, que no es sino un espa-cio determinado por el compositor -so-bre todo en las obras para orquesta einstrumento solista- para el lucimientoindividual. Las cadenzas grabadas porSalvatore Accardo, por ejemplo, en losconciertos para violín de Paganini, sontan intensas, originales y virtuosas queprácticamente hubieran podido serdisculpa para acusar coautoría.

El programa que ofrece el CartagenaFestival Internacional de Música paraeste viernes 10 de enero en el centro deconvenciones, bajo el nombre de “For -ma clásica popular e improvisación”,

S

ANDRÉS CHAMORRO AGUDELO

En una de sus tantas sentencias defini-tivas, Borges, recordando al poeta ro-mántico inglés Percy Shelley, aseguró:“…Somos griegos nacidos en el destie-r ro ”. La frase, disparada con esa con-tundencia cercana tan propia del fue-go amigo y, claro, de Borges, nos en-frenta a la sospechosa idea deentender a Occidente como un espaciocultural en donde la distancia y la cer-canía entre una región y otra es Grecia.Más allá del evidente eurocentrismoque olvida de tajo la presencia de “loso t ro s ”, es innegable que algo de verdadse asoma en la frase borgeana, Greciatiene esa costumbre adivinada en loshéroes, la de seguir naciendo.

Estas distancias y cercanías que per-miten construir el mapa cultural deOccidente, principalmente el europeo,conforman un entramado de conver-gencias en las que las fronteras con-vencionales ceden ante la presenciainapelable del mito clásico y sus conti-nuos resurgimientos. Así, por ejemplo,entre el Milán y la Viena del Romanti-cismo existe una ópera de distancia,L’Europa riconosciuta, una primera es-tación, el Teatro alla Scala, una última,la tumba vienesa de un compositor ve-neciano, y el nombre de un hombreque emprende el viaje, Antonio Salieri(1750-1825). Pero el nombre de Salie-ri ya no remite al hombre, está ligadoinevitablemente a su obra, así comoel nombre del continente europeoestá ligado al mito griego de Europa.Salieri, quien reconoció, como variossiglos atrás lo hiciese Heródoto, lapotencia de este mito, logró introdu-cirlo en su ópera por medio del libre-to de Mattia Verazzi y ofrecerle almundo una pieza que dignificó lainauguración de La Scala.

Antes de Antonio Salieri el composi-tor existió Antonio Salieri el hombre, yese hombre que supo ser y del cual po-seemos pocos y muy distorsionadosdatos ejerció entre otros oficios el deprofesor, y lo fue de Beethoven, así co-mo de Schubert (de los grandes, el úni-co compositor vienés en una Viena ca-pital de la música europea), quienesterminarían llevándose por méritopropio la gloria de ser recordados sina t e n u a n t e s.

Franz Schubert (1797-1828), quiencruzó por primera vez su camino conel compositor legnaghesi cuando estese convirtió en su maestro, no pudoadivinar que la distancia entre él y suinstructor se colmaría con algunas delas páginas más memorables de la mú-sica culta europea. Las fechas de susnacimientos y muertes comprendenun período trascendental de la historiade la composición musical, entre eluno y el otro transitaron, por nombrar

algunos: Mozart, Beethoven y Haydn,y el recorrido significó el esplendor deuna época.

Pero los nombres de Salieri y deSchubert estarían atravesados por eldestino que anuncia la imagineríagriega tan presente en sus obras.Ninguno pudo escapar a sus trage-dias personales, a Schubert se le es-capó el pleno reconocimiento en vi-da, y a Salieri se le fue la vida recono-ciendo el genio de otros. Pero el mitoes mito porque retorna, y si bien ladifamación, que es peor que el olvi-do, sería el destino de Salieri, y aSchubert lo esperaría El Parnaso, unacto más estaría por escribirse, ya nosobre los nombres que son simplescontingencias heredadas, sobre el le-gado de los hombres que soportaronen vida el peso de esos nombres.

Como vaticinio del regreso de unagloria pasada fue reinaugurado en elaño 2006, y con total éxito, el Teatroalla Scala de Milán con la mismaobra con la cual fue inauguradoaquel año de 1778, L’Europa riconos-ciuta, de Salieri.

Sin embargo, el sino marcó otrasuerte para la ópera Fierrabras, deSchubert, que en 2018 y en ese mismoteatro sería presentada con críticas en-contradas (por su puesta en escena einterpretación, y no por la calidad de lacomposición, cabe aclarar), conte-niendo así en un estado de perfectoequilibrio el momento de gloria de An-tonio Salieri, gracias al cual, su obra seerige donde otras encuentran dificul-tades, momento de gloria perpetuadopor una fortuna propia más de las sen-tencias definitivas del destino clásicogriego que del azar insospechado. Másallá de ese momento retornado, a laobra de Schubert no le faltan reconoci-mientos, y si el mundo ha de conservaralgo de justicia, nunca le faltarán, a laobra de Salieri, por su parte, no deberíaesperarle un futuro distinto que el dela justa reivindicación.

tiene entre sus muchos objetivos pre-sentar la invención espontánea comoun elemento orgánico en la música eng e n e ra l .

Pocos vehículos mejores para elloque las sonoridades populares del Bra-sil, país que acogió los principios de laimprovisación desde la aparición, aprincipios de siglo XX, de una impre-sionante escuela de virtuosos de lascuerdas pulsadas, en especial del ban-dolim (la mandolina) y la guitarra desiete cuerdas, hasta la aparición del fe-nómeno de la bossa nova, movimientoenormemente asociado con el jazz (gé-nero de la improvisación por antono-masia) en el que tuvieron responsabili-dad grandes exponentes como CharlieByrd y Stan Getz.

Ambas tradiciones y las que apare-cieron entre una y otra serán revisadaspor el trío Madeira. Con más de 20 añosde unión, cada uno de los integrantes deeste conjunto tiene una sólida carreraen su instrumento, y de manera indivi-dual han acompañado a grandes figurasde la llamada música popular brasileña(MPB) como Marisa Monte, ChicoBuarque, Wagner Tiso, Elza Soares, GalCosta y Ney Matogrosso. Luego de ellosviene la cuota colombiana, de la manode solistas acompañados por la Orques-ta de Cámara de Colombia, bajo la di-rección de Federico Hoyos.

En el Concierto para tiple y orquesta,de Lucas Saboya, el compositor explicaque el elemento de improvisación seencuentra en las cadenzas programa-das para el tiple. “En el estreno de la

obra en Bogotá, en el Teatro Mayor, hi-ce la cadenza del primer movimientoimprovisada totalmente -explica elcompositor y solista-, y la del tercer mo-vimiento la basé en una idea predeter-minada, pero que no estaba escrita”.

Más allá de ello, Saboya ha trabajadoen proyectos muy cercanos al jazz, enlos que la libre asociación de ideas es unelemento recurrente. Uno de dichosemprendimientos es su Cuarteto, con-junto multinacional con el que registróel trabajo discográfico Cita en París. Adiferencia de lo que ocurre en el jazz, entodo caso, las ejecuciones de Saboya noimplican necesariamente el tener quehacer improvisaciones sobre el mismotema, sino que el vuelo se da en un mo-mento determinado, independiente-mente de la idea central, para luego re-tomar el sentido original de la pieza.

Al cierre del programa se presenta elConcierto para arpa llanera, cuatro y or-questa, de Mauricio Lozano, compues-to por movimientos que remiten a loscantos de trabajo en el Oriente colom-biano, el merengue venezolano, el pasa-je, el joropo por corrido y el joropo porderecho. Todo un viaje por las ricas so-noridades del Llano colombo-venezo-lano. “En el quehacer del músico siem-pre la improvisación es el eje de su ma-nera de tocar -asegura Lozano-. Con elcuatro llanero generalmente se toca “deo re j a ” o se desarrolla una idea a partirde una cifra en la que no están definidaslas posiciones exactas y cuyo desarrollopuede desembocar en floreos, distintosgolpes con la mano o acentos que sonparte del juego”.

Acerca de la participación de ese ele-mento en su obra, comenta el autor:

“Para poner en sintonía una or-questa de cuerdas con un ar-pista y un cuatrista, obvia-mente hay que llevar las par-tes escritas, muy exactas.Desde el primer ensayo de laobra ya las notas sonaban talcual las había escrito. Peroen los dos últimos movi-mientos dejé mucha máslibertad para que los solis-tas se sintieran a su aire:para el cuatro escribí unasola cifra, algunas indica-ciones y una rítmica quees parte integral de laobra, pero en general se ledeja muy suelto. Al final dela obra hay un espacio parael cuatro de unos ochocompases y luego tambiénpara el arpa, en el que van apoder improvisar sobre unaarmonía, siempre en sintoníade la obra”.

Alguien dijo: “A decir ver-dad, no se improvisa más queprestando atención a lo que setoca, y esa es la mejor y la úni-ca manera de improvisar enpúblico”.

No lo dijo Louis Armstrongni Duke Ellington. Ni tampo-co Miles Davis, John Coltraneo cualquier otro genio decuantos ha dado el jazz. Lo es-cribió, en 1808, Ludwig vanBeethoven. Por algo sería.* Jefe musical de RadioNacional de Colombia.

El Pentagrama N° 8

Antonio Salieri (1750-1825).

El repertorio delTrío Madeiraincluye tanto loclásico como loe c l é ct i co,representando lomejor de la culturab ra s i l e ñ a . / Cartagena

Festival de Música

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EL ESPECTADOR / VIERNES 10 DE ENERO 2 02 014 / El Pentagrama N° 8

/ Cartagena Festival de Música

Auner Quartett: desde lamismísima tierra de Mozart

El pentagramaPeriódico oficial del CartagenaFestival de MúsicaPresidenta: Julia Salvi

Director General: Antonio MiscenàSocios Principales: Postobón, RCNRadio, RCN TelevisiónSocios: Cine Colombia, ElE s p e ct a d o r

Fundadora de El Pentagrama:Paula Ojeda PalacioDirectora de El Pentagrama:Ángela Martin LaitonEditor General: Juan CarlosP i e d ra h í t a

Redactoras de El Pentagráma:Melissa Mazuera, ManuelaGómez y Silvia Oviedo

Fo to g ra f í a : Tico Ángulo,Wilfredo Amaya, Felipe FlórezD i s e ñ o: William NiampiraG ambaColaboradores El Pentagrama:

Germán Gómez, Jaime AndrésMonsalve B. y Juliana Jaimes

La agrupación, conformada por músicos de Austria, Brasily Bielorrusia, nació en 2013 y con su repertorio decuarteto de cuerdas ha conquistado importantesfestivales de talla mundial. Barbara, Daniel, Nikita yKonstantin mostrarán su magia en Cartagena.

iena, la capital de Aus-tria, es conocida como“La ciudad de la músi-ca”. Título que no es pa-ra menos, pues desde losorígenes de su historia

este lugar es un referente cultural ini-gualable para los amantes del arte so-noro. El simple hecho de que maes-tros de la talla de Mozart o Haydn ha-yan crecido allí, resume la magia mu-sical que corre por sus calles. Y justode allá, de las lejanas tierras de Euro-

pa Central, también surgió en 2013 elcuarteto Auner Quartett, una combi-nación exótica que ha deslumbrado almundo entero con su interpretacióngenuina de violines y violonchelo.

El Auner Quartett, conformado porBarbara, Daniel, Nikita y Konstantinllega a Colombia en esta edición delCartagena Festival de Música. El con-junto, que realiza su propio ciclo demúsica de cámara en Viena, presentaun variado repertorio cada mes en lasala barroca del antiguo Ayuntamien-to de Viena, hoy Bank Austria Kultur-salon. La agrupación es reconocida

mundialmente por su inmensa explo-ración de las cuerdas.

Barbara, Daniel, Nikita y Konstan-tin estudiaron música de cámara conel profesor Johannes Meissl en laUniversidad de Música y Artes Escé-nicas de Viena. Su formación se cen-tró en el dominio del “Wiener Klang”,el famoso sonido vienés, y con eltiempo forjaron su esencia estable-ciendo su versión propia de obras delperíodo clásico.

El Auner Quartett es una combina-ción de artistas de Austria, Brasil yBielorrusia que supieron fusionar su

patrimonio cultural con la música queles llegó a mover el alma. Sus interpre-taciones se convirtieron en una cons-tante transmisión de experienciasúnicas y espontáneas que estos cuatrogenios de la música transportaron aun pentagrama.

Este año, el cuarteto Auner sor-prendió a su audiencia al interpretarel himno nacional de Alemania, unacanción popular croata que un com-positor de Baja Austria internaciona-lizó a través de un cuarteto de cuerda.La presentación se realizó en conjun-to con los cuatro músicos y la destaca-da pianista Magda Amara, quienespresentaron variaciones del himnoimperial. El show fue muy elogiado,incluso la revista Ö1 Intrada los exaltópor su “certeza estilística y disposi-ción a la emoción”, al tocar este temae m b l e m á t i c o.

Como se trata de una agrupaciónvienesa, sus principales interpreta-ciones se centran, principalmente, enobras que fueron escritas por compo-sitores que también tuvieron su ori-gen en esa ciudad. Sin embargo, sutrabajo incluye composiciones con-temporáneas, como las de JohannaDoderer, Serkan Gürkan y AlexeyIgudesman, así como obras del ro-manticismo de esa ciudad de Ze-mlinsky, Webern y Wellesz.

Aunque la carrera del Auner Quar-tett ahora es mundial, los músicosmantienen una fidelidad casi que reli-giosa al lugar que los vio nacer: Viena.El grupo actúa mensualmente en elsalón Bank Austria.

Kultursalon, y sin depender cons-tantemente de contratos con orques-tas, el colectivo siempre vuelve a apa-recer ante el auditorio que lo vio sur-gir. No obstante, es innegable que lostiempos han cambiado y la acogida dela música clásica no es la misma de an-tes. Por ello, los cuatro integrantes delconjunto vienés buscan cautivar a losmás jóvenes con las melodías que al-guna vez los enamoraron a ellos, a tra-vés de su proyecto “Rapsodia”, en laescuela fundado por el pianista ale-mán Lars Vogt, en el que el cuartetoorganiza talleres para generar un pri-mer acercamiento.

Desde 2013 han participado en nu-merosos festivales icónicos del plane-ta, como el Schubertiade Schloss At-zenbrugg, Schlosskonzerte Walpers-dorf, Festival Allegro Vivo, Schloss-konzerte Maria Enzersdorf, Som-merkonzerte Wienerwald, MuTh,Albertina (Austria), MozArt Festival(Suiza), entre otros. El Auner Quar-tett ha recorrido el mundo en produc-ciones de radio como ORF Ö1 y RadioKlassik en Austria, TRT de Turquía yRadio Cultura en Brasil.

De igual forma, han sido llamativaslas presentaciones en las que los mú-sicos han compartido escenarios conotros grandes de la escena clásica, co-mo el dúo de piano Ferhan y FerzanÖnder, los pianistas Christian Budu,Robin Green y Anna Magdalena Ko-kits, el clarinetista Simon Reitmaier,los violonchelistas Thomas Auner yRudolf Leopold, y el barítono ThomasWe i n h a p p e l .

El reconocimiento del colectivo seha fundamentado de la mano de gran-des compositores como Johanna Do-derer, Ernst Ludwig Leitner y SerkanGürkan, con quienes el Auner Quar-tett ha trabajado piezas que segura-mente seguirán marcando la historia.

VJULIANA JAIMES