el espanto como salida, no como aprendizaje

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Fragmento de: “ La relación psicopática con el Kirchnerísmo” El psicópata se plantea objetivos, sin la opción del fracaso. Y para conseguirlos utiliza sujetos, como si fueran objetos; sin ningún planteo moral. El psicópata es un amoral. Importa el objetivo, no cómo se llega a él. Respecto del rol del terapeuta, ante una “complementaria”, continúa el Dr. Marietan: “Cuando el anclaje es fuerte no se puede hacer nada. Cuando se rompe el vínculo generalmente es porque el psicópata deja a su pareja, siendo ésta la posibilidad que tiene el complementario de salir del sistema. De lo contrario es muy difícil. La otra forma es cuando el hartazgo es muy fuerte en el complementario, o sea que el sufrimiento supera ampliamente a los beneficios que obtiene de su psicópata. Aquí es cuando el complementario pide ayuda. La intervención del terapeuta en este caso, al ser un tipo de relación atípica, debe ser también atípica. No se puede tratar de manera estándar un vínculo que no lo es. La regla básica cuando se quiere mantener la separación entre un psicópata y un complementario es el "contacto cero", dado que el anclaje es irracional y apenas se avistan se vuelve a rearmar el circuito psicopático. El terapeuta debe ser creativo y ocupar un papel más activo que el standard para ampliar las posibilidades del complementario”. No se trata de una relación normal, la que se tiene con un estado populista. La presencia constante, es una de las formas que tiene el kirchnerísmo para no cortar ese vínculo anormal con el pueblo, al cual somete a su capricho. La cooptación de todos los estamentos del estado, la propaganda creciente y

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Page 1: El espanto como salida, no como aprendizaje

Fragmento de: “ La relación psicopática con el Kirchnerísmo”

El psicópata se plantea objetivos, sin la opción del fracaso. Y para conseguirlos utiliza sujetos, como si fueran objetos; sin ningún planteo moral. El psicópata es un amoral. Importa el objetivo, no cómo se llega a él.

Respecto del rol del terapeuta, ante una “complementaria”, continúa el Dr. Marietan: “Cuando el anclaje es fuerte no se puede hacer nada. Cuando se rompe el vínculo generalmente es porque el psicópata deja a su pareja, siendo ésta la posibilidad que tiene el complementario de salir del sistema. De lo contrario es muy difícil. La otra forma es cuando el hartazgo es muy fuerte en el complementario, o sea que el sufrimiento supera ampliamente a los beneficios que obtiene de su psicópata. Aquí es cuando el complementario pide ayuda. La intervención del terapeuta en este caso, al ser un tipo de relación atípica, debe ser también atípica. No se puede tratar de manera estándar un vínculo que no lo es. La regla básica cuando se quiere mantener la separación entre un psicópata y un complementario es el "contacto cero", dado que el anclaje es irracional y apenas se avistan se vuelve a rearmar el circuito psicopático. El terapeuta debe ser creativo y ocupar un papel más activo que el standard para ampliar las posibilidades del complementario”.

No se trata de una relación normal, la que se tiene con un estado populista. La presencia constante, es una de las formas que tiene el kirchnerísmo para no cortar ese vínculo anormal con el pueblo, al cual somete a su capricho. La cooptación de todos los estamentos del estado, la propaganda creciente y abrumante, la militancia religiosa, la presencia permanente de un apellido “Kirchner” en cada acto eleccionario, son ejemplos del agobio psicopático de mostrarse como omnipresente (la omnipresencia es una de las formas del poder coercitivo).

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El kirchnerísmo tiene como objetivo máximo el poder. No da señales de haber abandonado ese deseo (más bien todo lo contrario, intenta seguir tomando todo el poder que puede). Cuanto mucho tolerará un corto impase, que lo separe de su objetivo; para volver al poder nuevamente.

En este caso, se da una paradoja setentista. En aquel momento, la salida política para Montoneros, era descripta con una frase: “cuanto peor mejor”. Haciendo referencia a que cuanto mayor fuera el desgobierno, se incrementaría el descontento popular, y más pronto alcanzarían la llegada al poder (esquematizándolo de manera sucinta). Hoy, ante un pueblo que no se anima a llamar fascismo al populismo, y tampoco se anima a denominar populista al kirchnerísmo; estamos ante la incapacidad de compresión de la realidad, por parte de la complementaria. Por otra parte, la oposición política, que debería ser quien haga de corte en esta relación, tampoco comprende el fenómeno y se ve incluido en él (también son víctimas de la relación psicopática). Tanto la oposición, como los medios de comunicación críticos, han sido menoscabados, despreciados, tildados de inútiles los primeros, y de mentirosos los segundos. Destruida la autoestima de la política opositora, sembrado el descreimiento en los medios críticos, nos encontramos en el escenario de la mujer golpeada; que sufre el maltrato de su marido, y no tiene donde ir. El marido la maltrata, pero también tiene cosas buenas, le da de comer a diario y un techo; la otra opción es la calle. La opción menos mala es quedarse. Pero si ese maltrato se hace de una violencia tal, que corre riesgo su vida; ahí actúa el instinto de preservación, y lo mejor es huir (en estos términos; no irse, escapar). Por lo tanto, no habiendo percepción de la relación de cooptación por pare del pueblo, ni por parte de la oposición; la única salida es que las cosas empeoren. Que el daño sea tal, que no quede otra opción más que huir del kirchnerísmo.

Juan Manuel Ortíz

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12 de Octubre 2014