el distanciamiento de la ética en una economía de mercado
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Cristóbal I. Aguilera Alvial
Ayudante: Andrés MadariagaSección 05
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El distanciamiento de la ética en una economía de mercado
Cristóbal I. Aguilera Alvial
La economía y la ética para el bienestar, debieran entenderse como ciencias sociales que
sirven a la sociedad para ser utilizadas en pos del bienestar común. En este sentido, pueden
considerarse como útiles herramientas para la sociedad al poder aplicarse en distintos
ámbitos, desde la creación de políticas públicas hasta para analizar hechos del diario vivir.
Tomando en cuenta la idea anterior, ¿se toman realmente en consideración ambas ciencias
en conjunto cuando se busca servir a la sociedad? En este ensayo pretendo analizar algunos
aspectos del paradigma económico-ético que rigen hoy en día y cómo la economía podría
complementarse a través de una consideración más cercana de la ética al estudiar la
sociedad.
Hoy es visible que la ética ha sido desplazada a un puesto inferior respecto a la teoría
económica. Esto, por la predominancia histórica de escuelas económicas liberales
sustentadas en teorías éticas-morales como el utilitarismo e individualismo.
De acuerdo a Guzmán (2005), el desapego de la economía positiva con los criterios éticos
tiene su origen en el siglo XIX al buscar asimilarse con las ciencias naturales o científicas.
Joseph Ramos (2009) plantea que los economistas han intentado hacer una distinción entre
economía positiva y normativa1 para liberarse de la crítica que sugiere que la actividad
económica es una forma de promover el interés propio.
Para entender el distanciamiento de la ética en una economía de mercado, primero hay que
considerar las siguientes interrogantes: ¿Qué es la economía y cuáles son sus objetivos?
¿Qué entendemos por ética y qué es la ética económica? En esta misma línea, ¿se puede
afirmar si existe la ética en la ciencia económica?
“La economía se refiere esencialmente a la producción e intercambio de bienes y servicios
en el mercado” (Ramos, 2009). Lionel Robbins define a la economía como una ciencia
1 La primera estudia el comportamiento económico sin emitir juicios, mientras que la
segunda enjuicia la economía en base a criterios éticos.
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basada en el "estudio del comportamiento humano relacionado con la asignación de medios
escasos para la consecución de fines" (citado en Menchaca, T. 1992).
Por otro lado, Tomás Menchaca (1992), define la ética como “aquella ciencia que trata de
bien en general, y de las acciones humanas (libres) en orden a su bondad o malicia.”
Complementando los conceptos anteriores, la “ética económica es la parte de la ética que
trata del comportamiento de las personas, de las empresas y de las instituciones en el
ámbito económico, es decir, aquel que hace referencia a la producción, al intercambio y a la
distribución de bienes y servicios que se lleva a cabo en una sociedad.” (Miren, 2005)
Así, la ética económica viene a ser una rama de la ética que estudia a la sociedad y que vive
bajo un sistema económico. En sentido, se puede afirmar que tanto la ética como la
economía estudian a la sociedad existiendo una relación de dependencia entre ambas
ciencias sociales. Menchaca (1992) clarifica esta relación: “el estudioso de la ética
económica debe valerse, para realizar sus juicios morales, de los antecedentes de hecho que
le proporciona la ciencia económica, pues de lo contrario sus conclusiones, al carecer de
una base real, serán erróneas. Ello es evidente, pues para poder juzgar una realidad,
cualquiera que sea ésta, que es lo que pretende la ética, es necesario conocerla y saber cómo
funciona. Lo mismo ocurre al realizar juicios morales acerca de la economía”. De este
modo, la economía requiere valerse de la ética económica para poder realizar juicios
morales sobre la ciencia económica.
La economía estudia los sucesos que ocurren a nivel microeconómico y macroeconómico
para maximizar el bienestar social. El bienestar social se refiere al nivel alcanzado en la
satisfacción de las necesidades básicas fundamentales de la sociedad, que se expresan en
los niveles de educación, salud, alimentación, seguridad social, vivienda, desarrollo urbano
y medio ambiente. El bienestar es cuantificado por los distintos agentes involucrados en la
creación de política pública (economistas, estadistas, ingenieros, etc.), y cuyo trabajo da
como resultado índices económico-sociales. Estos indican por ejemplo, la variación del
nivel producto, gasto público, empleo, distribución de ingreso, entre otros, permitiendo
analizar el nivel de bienestar en una sociedad.
En este sentido, más adelante describiré cómo la economía maximiza el bienestar social y
sus implicancias en una sociedad en que la ética se ha subvalorado.
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Para estudiar cómo la economía analiza el bienestar de la sociedad, hay que tener presente
que la economía predominante hoy, son “refinamientos que vienen haciendo a las bases de
la teoría económica -desarrolladas principalmente por las escuelas clásica, neoclásica y
keynesiana-, bases que han dado forma al núcleo teórico hoy vigente y a partir del cual los
gobiernos fundamentan sus políticas económicas.” (Laza, 2006).
Dado lo anterior, se puede afirmar que la economía simplifica la realidad en su marco de
investigación, dado que se apoya en teorías éticas-morales como el utilitarismo e
individualismo. Miren (2005), refiriéndose a los principios libertarios, “señala que su
justicia se basa en la auto propiedad, transferencia justa y derechos de propiedad. Si estos
se respetan para y por todos, poco importan: el bienestar agregado, las desigualdades de
renta…” Por otro lado, “Sen juzga inadecuadamente la tradición utilitarista clásica, porque
se fundamenta en dos creencias falsas: el supuesto de que cualquier placer o utilidad se
pueden medir y cuantificar, y la creencia en que los placeres se pueden valorar y comparar
de acuerdo con sus intensidades respectivas.” (Hernández, 1998). Sandel (2013), concluye
que los argumentos a favor de los mercados se basan en promover a la libertad individual y
a la maximización del bienestar o utilidad social.
El problema está en seguir estos principios al pie de letra, puesto que algunos economistas
los consideran verdades absolutas, cuando es evidente que estos se han traspasado al
mercado al promover el libre actuar del mercado. Según Joseph Ramos (2009), “se
considera que la actividad económica no sólo va dirigida a satisfacer los apetitos menos
nobles del ser humano sino que apela a las motivaciones más bajas: en economías de
mercado, al interés propio.”
Para vislumbrar la predominancia de los principios clásicos de libertad económica junto a
la carencia de ética, se pueden observar las crisis financieras. Martínez (2004), explica que
“la crisis de 2007 en España, Europa y Estados Unidos, es éticamente relevante por una
serie de comportamientos irresponsables, imprudentes y opacos. Por ejemplo: Directivos de
bancos y cajas de ahorro olvidaron las precauciones y asumieron riesgos. Falta de
regulación en el terreno de los productos financieros.” Motivados por principios
dominantes por la búsqueda de interés individual y de libertad de competencia, la falta de
ética puede provocar crisis, e incrementar la desigualdad. La economía que busca
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maximizar el bienestar social, considerando la suma de la maximización de las utilidades
individuales, olvida la parte humana de la ciencia económica, puesto que el bienestar es
más que la mirada utilitarista. De acuerdo a Amartya Sen (citado en Hernández, 1998), el
utilitarismo es un enfoque limitado para la valoración ética debido a las restricciones
informacionales que imponen a la hora de juzgar los intereses y ventajas de las personas.
“Lo que añade la ética a la economía es una concepción más rica de las motivaciones
humanas y, por tanto, explicaciones no siempre distintas, pero sí más completas, en las que
se pueden perfilar mejor las consecuencias. Y esto sirve para identificar los problemas, para
entender mejor la naturaleza de los fallos y, para diseñar mejores soluciones.” (Argandoña,
2010).
La búsqueda la maximización de la utilidad individual, lleva a las personas y empresas en
una sociedad a competir de forma indiscriminada, además de producir externalidades
negativas, las que terminan desreguladas debido la influencia de la ciencia económica y los
economistas como creadores de política pública (policymakers).
Hay economistas liberales muy convencidos de sus ideales, quienes sostienen que en una
economía de mercado existen muchas situaciones donde se requiere cooperación y no sólo
competencia. Así se defiende la idea que el mercado no corrompe la moral ni de las
personas. Sin embargo, Michael S. (1998), plantea que, “los mercados no reprueban nada.
No discriminan entre las preferencias admirables y las bajas.”. Este aspecto más íntimo de
la economía de mercado en la sociedad, se ve día a día, y se refiere a que la inmersión de
las personas en un mercado libre, lleva a comercializar casi todo para poder subsistir, lo que
refleja las posiciones diferentes para competir en el mercado. “Donde todas las cosas
buenas se compran y se venden, tener dinero supone la mayor de las diferencias.” (Sandel,
1998). Guzmán (2005), expresa que “el sistema de valores ha quedado en la práctica
reducido al paradigma de la competencia, cuya hegemonía impregna y condiciona todo el
nivel sociopolítico y, a su vez, todo el nivel tecno económico, donde la actividad
económica se desencadena en el ámbito del mercado.”
La nociva competitividad y libertad del mercado, debe limitarse y ser discutida tomando la
consideración de aspectos morales. Según Ramos (2009), la economía se basa en la
eficiencia, pero la ética permite tomar decisiones entre políticas igualmente eficientes. Lo
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lamentable al tratar estos importantes temas, es que existen unos problemas que han
persistido en el tiempo: “en primer lugar, el prestigio del pensamiento mercantil incluso
después del mayor fracaso del mercado en los años ochenta. Y segundo, el lamentable
estado del discurso público.” (Sandel, 1998). Pese a esto, hay que comenzar por discutir y
promover la ética en la economía para el bienestar de la sociedad actual, si no, como
planteó Georges (1993), la economía seguirá justificando el status-quo cuando debería
enfocarse a los problemas y la acción2.
En conclusión, la sociedad actual presenta un desafío de grandes proporciones, al buscar un
bienestar superior a lo que puede dar el resultado del libre mercado que no tiene límites o
una pauta moral que sirva de guía para la sociedad. Esto puede ser de forma consciente a
través de la discusión o de forma no tan visible, como la acción que pueden promover los
economistas limitando ciertos aspectos del mercado para una sociedad más “saludable”. La
economía requiere tomar nuevas prácticas, basadas en una teoría enriquecida por la ética.
En la creación de política pública (con el objetivo de aumentar el bienestar social), se
debiese tomar mayor consideración a las consecuencias de la política pública en la
sociedad. Por ejemplo, en Chile y en el marco del mercado global, los gobiernos han dado
pie a al desarrollo de la flexibilización laboral. La subcontratación laboral, es una
consecuencia de esto, sin embargo al permitir el trabajo bajo subcontrato, se han generado
distintos resultados según la regulación de diferentes países. En Chile, el subcontrato se ha
implementado para favorecer los intereses de las empresas, es decir, bajo los principios de
utilitaristas de libre mercado. Este casi no tiene límites en su forma de operar y, como
resultado, se dan fenómenos sociales como la precarización laboral del trabajo. Mientras
que en países desarrollados como Bélgica y Dinamarca, existe mayor regulación. En estos
países, el subcontrato puede durar un tiempo determinado y sin renovación. Así se evitan
males sociales como los que ocurren en Chile y a la vez se protege el bienestar de los
trabajadores.
Esto implica, que los policymakers deben analizar cuidadosamente las externalidades que
puedan sucederse de sus políticas, considerando la ética económica al momento de aplicar
la teoría económica a la realidad. Así, se puede evitar el sesgo perjudicial de una sociedad
2 Anexo al final.
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motivada por los principios éticos preponderantes de libre mercado. De este modo, si se
toma en cuenta un espectro más amplio de “bienestar” (mayor igualdad o justicia, salud,
autorrealización, etc.) se pueden lograr mejores resultados para la sociedad. Como hemos
visto, la economía no sería ética al permitir un libre mercado, donde las personas no se
encuentran en posiciones relativas iguales para competir en él, lo que incrementa la
desigualdad, se corrompe el sistema y las personas. La economía ética debe limitar el
mercado, y poner al Estado en actuación para promover el bienestar de la sociedad, así
puede abrirse un camino para que los economistas influyentes promuevan lo que es bueno
para maximizar el bienestar social a través de propuestas gubernamentales mejoradas.
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Bibliografía
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Sandel, M. (2013). Lo que el dinero no puede comprar: los límites morales del mercado.
España: Random House Mondadori S.A.
Anexos
1. Diagrama explicativo de la orientación a los problemas y acción de la economía.
Enderle, G. (1993).