el diseño de un brindis - revista diseÑa · con los alimentos nutra el espíritu, el sentido...

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25 DISEÑA PROYECTOS 24 Renato Bernasconi Licenciado en Arte de la Pontificia Universidad Católica de Chile _ escritor _editor de Revista DISEÑA. 1 Bachelor of Art, Pontifica Universidad Católica de Chile _ writer _ editor of Diseña Magazine. 1 El texto está basado en una entrevista a Ricardo Lang y, por consiguiente, las ideas de este artículo son suyas. 2 La Escuela Nacional Superior de Creación Industrial (ENSCI-Les Ateliers) es un establecimiento ubicado en París que depende de los ministerios franceses de Cultura e Industria. Fue fundada en 1982. Debe su nombre a que ocupa los talleres de la Maison Jansen, la primera oficina “global” de diseño (Maison Jansen, dedicada al diseño interior, fue fundada en 1880). Por quinta vez consecutiva, Ricardo Lang estuvo a cargo del “brindis inaugural” de la Bienal de Diseño. No es casualidad que su nombre se repita una y otra vez. Por el contrario, los motivos de su constante participación son indiscutibles: nadie ha reflexionado tanto, a través de la práctica, sobre los modos de comer y beber y el diseño asociado a ellos. Asimismo, gran parte de su experiencia está relacionada con el ritual de comer en comunidad, tanto en inauguraciones, actos y celebraciones académicas como en las reconocidas travesías que realizan los alumnos de la Escuela de Arquitectura y Diseño de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. En todas sus intervenciones, Lang procura que acontezca algo propio del diseño. Su propósito es que la experiencia con los alimentos nutra el espíritu, el sentido estético, el “gusto” en su sentido más amplio y tenga una dimensión de encuentro y fraternidad. Por eso para él es importante formular un objeto único e irrepetible para cada ocasión. Una vez más, Lang trabajó con alumnos de un taller de diseño industrial de la Escuela de Arquitectura y Diseño de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, donde es profesor desde 1980. For the fifth consecutive time, Ricardo Lang was in charge of the inaugural toast for the Design Biennial. It is no coincidence that his name is repeated over and over. In fact, the reasons for his constant participation are undeniable: no one has reflected as much, through his practice, about methods of eating and drinking as wells as the design that is associated with them. Additionally, a large part of his experience is related to the ritual of eating in community, as much in inaugurations, ceremonies and academic celebrations as in the well-known adventures of the students of the School of Architecture and Design at the Pontificia Universidad Catolica of Valparaiso. In all of his commentaries, Lang makes sure that something typical of design occurs. His goal is that the experience with food nurtures the spirit, the aesthetic sense, and “taste” in its broadest sense so that it has a meeting and fraternity dimension. For this reason, it is so important to him to produce an object for each occasion. The design of these elements are unique and unrepeatable. Once again, Lang worked with students in an industrial design workshop at the School of Architecture and Design at the Pontificia Universidad Catolica of Valparaiso, where he has been a professor since 1980. Lang _ brindis _ celebración _ pulso _ experiencia _ gesto. Lang _ toast _ celebration _ pulse _ experience _ gesture. Antecedentes Ricardo Lang pertenece a la tradición de la inauguración de la bienal. Estuvo en la primera, celebrada en el año 1991 en el Centro de Extensión UC, y no ha cesado hasta la quinta. Lang diseña a partir del gesto. Lo suyo es el acto, la celebración, el rito, el pulso. Y la comida, más específicamente, las formas de comer y beber. Por eso cuando Isabel Baixas lo invitó a hacerse cargo del “cóctel” de la primera bienal, hace más de veinte años, él propuso diseñar un acontecimiento que formara parte de la muestra, como una obra más de diseño, pero efímera. El responsable del brindis había participado en un workshop sobre los modos de comer en Les Ateliers 2 y tenía la intención de diseñar un objeto para cada invitado, un elemento que reuniera a la gente y diera cuenta de una dimensión del diseño. Y se lanzó. Aunque ya era reconocido por su trabajo en torno a la mesa y el ritual relacionado con ella, era la primera vez que hacía, junto a los alumnos, una intervención para personas externas a la Escuela de Arquitectura y Diseño PUCV. THE DESIGN OF A TOAST El diseño de un brindis En las tres primeras bienales el brindis inaugural se hizo al interior de la mues- tra. El primero fue un experimento que no alcanzó a encontrar su propio espacio. El segundo, en cambio, contó desde un primer momento con una superficie para desplegarse. En esa ocasión ocurrió un hecho que determinaría el formato de to- das las intervenciones siguientes: los bo- cados estaban al alcance de la mano y los invitados fueron retirándolos apresura- damente y de manera espontánea, lo que perjudicó el rito y la celebración colectiva. Por este motivo, en la tercera bienal el di- señador y sus alumnos proyectaron unas torres abatibles de seis metros de altura que mantenían la comida distanciada has- ta el momento del brindis. Así volvieron a controlar el pulso de los acontecimientos. La cuarta bienal llegó en otro contexto (catorce años después de la tercera) y el brindis fue tan numeroso que se llevó al exterior. Y lo mismo ocurrió en la última, cuando los invitados sumaron dos mil. Esta vez, el brindis inaugural fue parte de la muestra. Lang tiene muy claro que no diseña objetos para comer, sino experiencias, secuencias de actos. El objeto es una par- te, pero lo importante, al igual que en un espectáculo, es pensar cómo acontece el evento completo. En otras palabras, el objeto cobra vida cuando se diseña la di- mensión temporal del brindis. Sólo así se controla el pulso del acontecimiento. Pero sólo hasta cierto punto, ya que el brin- dis inaugural es un episodio inscrito en un acto mayor, la ceremonia de apertura completa (que incluye los discursos y el protocolo). El diseñador sabe que, aunque lo suyo tiene su propio tiempo, inevitable- mente lo que ocurra durante el brindis se deberá ajustar al ritmo de la ceremonia, es decir, a un contexto. El trabajo cruzó dos funciones: comer y beber, por un lado, y cobijar, por otro. La premisa fue que la comida y la bebida debían ser portables en una unidad que las fusionara.

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25DISEÑA PROYECTOS 24

Renato BernasconiLicenciado en Arte de la Pontificia Universidad Católica de Chile _ escritor _editor de Revista DISEÑA.1

Bachelor of Art, Pontifica Universidad Católica de Chile _ writer _ editor of Diseña Magazine.

1 El texto está basado en una entrevista a Ricardo Lang y, por consiguiente, las ideas de este artículo son suyas.

2 La Escuela Nacional Superior de Creación Industrial (ENSCI-Les Ateliers) es un establecimiento ubicado en París que depende de los ministerios franceses de Cultura e Industria. Fue fundada en 1982. Debe su nombre a que ocupa los talleres de la Maison Jansen, la primera oficina “global” de diseño (Maison Jansen, dedicada al diseño interior, fue fundada en 1880).

Por quinta vez consecutiva, Ricardo Lang estuvo a cargo del “brindis inaugural” de la Bienal de Diseño. No es casualidad que su nombre se repita una y otra vez. Por el contrario, los motivos de su constante participación son indiscutibles: nadie ha reflexionado tanto, a través de la práctica, sobre los modos de comer y beber y el diseño asociado a ellos. Asimismo, gran parte de su experiencia está relacionada con el ritual de comer en comunidad, tanto en inauguraciones, actos y celebraciones académicas como en las reconocidas travesías que realizan los alumnos de la Escuela de Arquitectura y Diseño de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.En todas sus intervenciones, Lang procura que acontezca algo propio del diseño. Su propósito es que la experiencia con los alimentos nutra el espíritu, el sentido estético, el “gusto” en su sentido más amplio y tenga una dimensión de encuentro y fraternidad. Por eso para él es importante formular un objeto único e irrepetible para cada ocasión.Una vez más, Lang trabajó con alumnos de un taller de diseño industrial de la Escuela de Arquitectura y Diseño de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, donde es profesor desde 1980.

For the fifth consecutive time, Ricardo Lang was in charge of the inaugural toast for the Design Biennial. It is no coincidence that his name is repeated over and over. In fact, the reasons for his constant participation are undeniable: no one has reflected as much, through his practice, about methods of eating and drinking as wells as the design that is associated with them. Additionally, a large part of his experience is related to the ritual of eating in community, as much in inaugurations, ceremonies and academic celebrations as in the well-known adventures of the students of the School of Architecture and Design at the Pontificia Universidad Catolica of Valparaiso. In all of his commentaries, Lang makes sure that something typical of design occurs. His goal is that the experience with food nurtures the spirit, the aesthetic sense, and “taste” in its broadest sense so that it has a meeting and fraternity dimension. For this reason, it is so important to him to produce an object for each occasion. The design of these elements are unique and unrepeatable.Once again, Lang worked with students in an industrial design workshop at the School of Architecture and Design at the Pontificia Universidad Catolica of Valparaiso, where he has been a professor since 1980.

Lang _ brindis _ celebración _ pulso _ experiencia _ gesto.Lang _ toast _ celebration _ pulse _ experience _ gesture.

Antecedentes

Ricardo Lang pertenece a la tradición de la inauguración de la bienal. Estuvo en la

primera, celebrada en el año 1991 en el Centro de Extensión UC, y no ha cesado hasta la

quinta. Lang diseña a partir del gesto. Lo suyo es el acto, la celebración, el rito, el pulso.

Y la comida, más específicamente, las formas de comer y beber. Por eso cuando Isabel

Baixas lo invitó a hacerse cargo del “cóctel” de la primera bienal, hace más de veinte

años, él propuso diseñar un acontecimiento que formara parte de la muestra, como una

obra más de diseño, pero efímera. El responsable del brindis había participado en un

workshop sobre los modos de comer en Les Ateliers2 y tenía la intención de diseñar un

objeto para cada invitado, un elemento que reuniera a la gente y diera cuenta de una

dimensión del diseño. Y se lanzó. Aunque ya era reconocido por su trabajo en torno a la

mesa y el ritual relacionado con ella, era la primera vez que hacía, junto a los alumnos,

una intervención para personas externas a la Escuela de Arquitectura y Diseño PUCV.

THE DESIGN OF A TOAST

El diseño de un brindis

En las tres primeras bienales el brindis inaugural se hizo al interior de la mues-tra. El primero fue un experimento que no alcanzó a encontrar su propio espacio. El segundo, en cambio, contó desde un primer momento con una superficie para desplegarse. En esa ocasión ocurrió un hecho que determinaría el formato de to-das las intervenciones siguientes: los bo-cados estaban al alcance de la mano y los invitados fueron retirándolos apresura-damente y de manera espontánea, lo que perjudicó el rito y la celebración colectiva. Por este motivo, en la tercera bienal el di-señador y sus alumnos proyectaron unas torres abatibles de seis metros de altura que mantenían la comida distanciada has-ta el momento del brindis. Así volvieron a controlar el pulso de los acontecimientos.

La cuarta bienal llegó en otro contexto (catorce años después de la tercera) y el brindis fue tan numeroso que se llevó al

exterior. Y lo mismo ocurrió en la última, cuando los invitados sumaron dos mil. Esta vez, el brindis inaugural fue parte de la muestra.

Lang tiene muy claro que no diseña objetos para comer, sino experiencias, secuencias de actos. El objeto es una par-te, pero lo importante, al igual que en un espectáculo, es pensar cómo acontece el evento completo. En otras palabras, el objeto cobra vida cuando se diseña la di-mensión temporal del brindis. Sólo así se controla el pulso del acontecimiento. Pero sólo hasta cierto punto, ya que el brin-dis inaugural es un episodio inscrito en un acto mayor, la ceremonia de apertura completa (que incluye los discursos y el protocolo). El diseñador sabe que, aunque lo suyo tiene su propio tiempo, inevitable-mente lo que ocurra durante el brindis se deberá ajustar al ritmo de la ceremonia, es decir, a un contexto.

El trabajo cruzó dos funciones: comer y beber, por un lado, y cobijar, por otro. La premisa fue que la comida y la bebida debían ser portables en una unidad que las fusionara.

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El procesoComo siempre, el diseño del brindis in-

augural de la bienal fue un trabajo acadé-mico, de modo que respondió a una doble misión: por un lado, resolver el encargo recibido desde la dirección de la bienal; y, por otro, ofrecer una ocasión de aprendi-zaje para los estudiantes involucrados en el diseño de la muestra. En esta ocasión participaron dieciocho alumnos de un taller industrial de la Escuela de Diseño de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso3. Durante cuatro meses, los estudiantes fueron conformando grupos de trabajo de acuerdo a las diversas eta-pas del proceso: anteproyectos, maqueta, prototipo, producción, armado, montaje, etc. Cada equipo asumió roles específicos: unos estudiantes se hicieron expertos en pliegues, otros en el manejo de la máqui-na láser, otros en prototipos. Cada cual profundizó y desarrolló al máximo sus habilidades y destrezas.

El acto del brindis inaugural también comprende el diseño del bocado. Esta vez, el diseño partió por ahí. El taller definió la forma, el tamaño y el peso. Los alumnos moldearon un ovoide largo compuesto por seis medallones o segmentos de dis-tintos tamaños con el propósito de gene-rar distintos sabores, todos inscritos en la misma geometría. Luego se dieron a la tarea de crear un soporte para este bocado, siempre considerando la gestualidad de la mano y sin perder de vista en ningún mo-mento que un elemento nuevo para comer, diferente al servicio de mesa con el que lle-vamos cuatrocientos años de convivencia, puede levantar suspicacias (o abiertamen-te rechazo) si no está bien resuelto.

A partir de las proposiciones de los alumnos, las que fueron evaluadas como ecuaciones específicas, surgió una idea nueva que no correspondía a ningún pro-yecto puntual, sino a los conocimientos adquiridos en el taller. El proyecto quedó definido tres semanas antes de la inaugu-ración de la bienal. Entonces comenzó el proceso de fabricación, que se llevó a cabo en el taller de la escuela en Valparaíso, lo que implicó diseñar, además, el proceso de desarme en el taller y de armado en Santiago. Desde el punto de vista estra-tégico, la fecha de la inauguración generó algunos inconvenientes, no sólo porque la producción se vio interrumpida por las celebraciones de Navidad y Año Nuevo, sino también porque el proceso se alargó más allá del cierre del año académico.

A diferencia de lo que ocurrió en la cuarta bienal, cuando en el proyecto de brindis inaugural trabajó también un taller de diseño gráfico, en este caso sólo intervino un taller de diseño industrial. Por este motivo, en palabras de Lang, el uso del logotipo se limitó a “tatuar” la su-perficie de los tótems para identificarlos como elementos pertenecientes a la quin-ta bienal. Aunque no se pudo diseñar una piel gráfica, como en la bienal anterior, Lang y sus alumnos encontraron muchas opciones en el diseño de la marca, sobre todo porque la cinta ofrecía la posibilidad de ser plegada de diversas maneras. Así, también incluyeron la cinta plisada en el frente de los elementos mayores.

Los elementosEl trabajo cruzó dos funciones: comer

y beber, por un lado, y cobijar, por otrfio. La premisa fue que la comida y la bebida debían ser portables en una unidad que las fusionara. A su vez, esta unidad reque-ría de un cuerpo nuevo para ubicarse en el espacio, el tótem (o torre). Este último sería el encargado de proyectar la sombra que resguardaría a los invitados.

Sobre el beber no hubo dudas: la copa de policarbonato era la dimensión segura y económica, un agente externo, la ga-rantía de que nadie ni nada se manchara con el vino. Los esfuerzos, entonces, se concentraron en el objeto individual que contenía los alimentos sólidos (portabo-cados), el que tenía que ser atractivo para realzar el valor simbólico del brindis.

Además, la ración de alimento tenía que tener una nobleza aséptica, ya que, según dicta la experiencia acumulada por Lang, si el alimento no está envuelto, la gente entra en conflicto. Dado que lo propio de alguien que está en una bienal de diseño es curiosear e indagar la forma, el objeto se reservó una dimensión sorpresa, un regalo inesperado: quienes entraron al juego encontraron láminas de chocolate.

Durante el proceso, los alumnos de-bieron contemplar factores de carácter conductual: al enfrentarse a elemen-tos nuevos, la gente no sabe qué hacer. Por este motivo, el objeto debía ser accesi-ble y seguir la lógica gestual de la mano. El portabocado era un elemento rectangular que buscó que la experiencia tuviese una linealidad. En ese sentido, Lang seña-la que la forma del contenedor no tenía el propósito de generar reminiscencias

3 Junto a Ricardo Lang trabajaron la profesora ayudante Daniela Salgado y los estudiantes del Taller de tercer año de Diseño Industrial de la Escuela de Arquitectura y Diseño de la PUCV. El profesor Alfred !iers y el arquitecto Nicolás Ibaceta colaboraron en el desarrollo académico. En la etapa inicial también colaboraron los estudiantes del Taller de Calidad II de la Escuela de Diseño UC.

El objeto cobra vida cuando se diseña la dimensión temporal del brindis.

Sólo así se controla el pulso del acontecimiento.

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que no correspondieran al acto de comer. Al diseñador no le interesan esas alego-rías, sino la gestualidad de comer y beber.

Las diez torres que contenían los ali-mentos armaron el espacio que cobijó y reunió a los invitados. En ese sentido, era importante que estuviesen juntas, ya que si hubiesen estado dispersas, habrían sido meras unidades serviles. A diferencia de lo que ocurrió en bienales anteriores, esta vez las torres contaron con ruedas para desplazarse. El motivo fue simple: Lang diseña a partir de la observación: suelo, clima, luz, características del entorno, etc., y sabía que para emplazarlas habría que adaptarse a las circunstancias. De he-cho, mientras el diseño original contem-plaba que la instalación funcionara como un pórtico asociado a los discursos, como un espacio semicircular o circular que recibía antes de entrar a la muestra, en la práctica la gente se desplazó al espacio después de los discursos. No obstante, de alguna manera el emplazamiento en un espacio lateral hizo que las torres funcio-naran igualmente como pórtico.

La materialidad es otro de los factores fundamentales a la hora de diseñar un acto de celebración. El papel fue seleccio-nado por su ductilidad. El uso de la made-ra, por su parte, obedeció a que no requie-re más que herramientas básicas para ser trabajada, es liviana, manipulable y rela-tivamente barata. Asimismo, la madera ofrece la posibilidad de conseguir un buen nivel de terminaciones a partir del trabajo manual. Debido a la humedad ambiental de Valparaíso, se usaron maderas macizas en lugar de aglomerados. Como siempre, Lang buscó que la materialidad fuese leve, acotada a la situación, pero suficiente-mente tangible para realzar el rito.

Escoger los alimentos es otra tarea de diseño. Se trata de una labor compleja, ya que, por la naturaleza de la propuesta, és-tos están a la intemperie un par de horas antes de la inauguración, sin las condicio-nes de conservación que requieren mu-chos de los alimentos tradicionalmente usados en cócteles.

La experienciaDiseñar para comer y beber es diseñar

para un «acto», es decir, para una ocasión extraordinaria. Como siempre, el instante en que las torres se abatieron fue memo-rable. Como en el vaudeville americano4, el

momento más fuerte fue estratégicamen-te ubicado al comienzo de la secuencia. En este caso, se trata de un instante que conjuga la espectacularidad de la transfor-mación, proporcional al tamaño del obje-to que se transforma, con el asombro que provoca una aparición. Magia pura.

Lo aéreo siempre ha funcionado muy bien, seguramente porque evoca el gesto de sacar fruta del árbol. Sin embargo, jus-tamente por factores relacionados con el ritmo propio de la ceremonia (¿o tal vez por su falta de ritmo?), la gente vivió la experiencia del brindis inaugural de la quinta bienal con desasosiego, lo que hizo perder algo de la contemplación y el gozo. No obstante, la aparición del brindis fue espectacular. La gente quería saber en qué consistía esa primera muestra de diseño, antesala obligada para ingresar al salón principal y reaccionó con el asombro que se esperaba. A pesar de la extensión de los discursos, los invitados alcanzaron a vivir la experiencia estética del ágape.

Finalmente, se pudo comprobar lo que Lang decía a sus alumnos: si bien los ges-tos son individuales, se desarrollan co-lectivamente, ya que ante lo desconocido la gente va observando e imitando lo que hace el otro. La eficacia de todo el proyec-to se puso a prueba en el momento en que la gente desprendió y abrió los objetos, instante denominado “el descubrimien-to”. Tal como estaba estipulado, los gestos fueron naturales, cómodos, precisos. En ese momento Lang constató algo que ha-bía ocurrido en la bienal anterior, pero no en las tres primeras: cuando se inaugura-ron las bienales, hace más de veinte años, los materiales, como los objetos, tenían un valor distinto. Antes la gente se que-daba con el elemento, hoy lo desechan. Para el diseñador, es un desafío que el dispositivo recupere un valor per se y la gente lo conserve en su calidad de módulo portador del relato.

Aunque es autocrítico y detecta pro-blemas de ejecución que no se apreciaron desde fuera, Lang está conforme con el resultado y, sobre todo, con el aprendizaje de sus alumnos. Lo más probable es que en la próxima bienal volvamos a contar con uno de sus brindis, tal vez con algu-nos cambios, porque hoy Lang cuestiona con insistencia la calidad de los alimentos. Su desafío actual es combinar diseño y ali-mentación saludable para las personas.

4 La estructura del vaudeville consiste en poner dos actos fuertes, uno al comienzo y otro al final. Lo que ocurra entre estos dos momentos no tiene mayor relevancia.

DNA

Aunque no se pudo diseñar una piel gráfica, como en la bienal anterior, Lang y sus alumnos encontraron muchas

opciones en el diseño de la marca, sobre todo porque la cinta ofrecía la posibilidad de ser plegada de diversas maneras.

Ficha Técnica

Cliente: Pontificia Universidad Católica de Chile / Universidad del Desarrollo.Intervención: Diseño de cóctel para la inauguración de la Bienal.Lugar: Estación Mapocho, Santiago de Chile.Materialidad: Madera, cartón, papeles y el bocado que el objeto contiene.

Equipo: Ricardo LangDaniela Salgado (Profesora Ayudante)Alfred Thiers / Nicolás Ibaceta Estudiantes Taller Tercer Año Diseño Industrial e[ad] Estudiantes Taller Calidad II FADEU UC.