el discípulo amado y el amor

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2017

Congregación de Esclavas de la Inmaculada Niña

El Discípulo amado y el Amor. Meditaciones. Federico Salvador Ramón – Edición actualizada

Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educación. Portal de Investigación y Docencia

Edición preparada con ocasión del proceso de beatificación del Padre Fundador de las Esclavas de La

Inmaculada Niña.

http://angarmegia.com – [email protected]

El DISCÍPULO AMADO

Y EL

AMOR

Federico Salvador Ramón

MEDITACIONES

Publicado por

Centro Editorial Católico La Independencia - Almería – España – Año 1912

Edición actualizada por

María Dolores Mira Gómez de Mercado

Antonio García Megía

Imágenes Edición Original

Índice de Meditaciones

MEDITACIÓN I _____________________________________________ 21 MEDITACIÓN II ____________________________________________ 23 MEDITACIÓN III ____________________________________________ 25 MEDITACIÓN IV ____________________________________________ 27 MEDITACIÓN V ____________________________________________ 29 MEDITACIÓN VI ____________________________________________ 31 MEDITACIÓN VII ___________________________________________ 33 MEDITACIÓN VIII ___________________________________________ 35 MEDITACIÓN IX ____________________________________________ 37 MEDITACIÓN X ____________________________________________ 39 MEDITACIÓN XI ____________________________________________ 41 MEDITACIÓN XII ___________________________________________ 43 MEDITACIÓN XIII ___________________________________________ 45 MEDITACIÓN XIV ___________________________________________ 49 MEDITACIÓN XV ___________________________________________ 51 MEDITACIÓN XVI ___________________________________________ 55 MEDITACIÓN XVII __________________________________________ 59 MEDITACIÓN XVIII __________________________________________ 63 MEDITACIÓN XIX ___________________________________________ 67 MEDITACIÓN XX ___________________________________________ 71 MEDITACIÓN XXI ___________________________________________ 75 MEDITACIÓN XXII __________________________________________ 79 MEDITACIÓN XXIII __________________________________________ 81 MEDITACIÓN XXIV __________________________________________ 85 MEDITACIÓN XXV __________________________________________ 89 MEDITACIÓN XXVI __________________________________________ 93 MEDITACIÓN XXVII _________________________________________ 97 MEDITACIÓN XXVIII ________________________________________ 101 MEDITACIÓN XXIX _________________________________________ 103 MEDITACIÓN XXX _________________________________________ 105

Edición

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

21

MEDITACIÓN I

EL AMOR ES UNIÓN

Punto 1º – La caridad es una virtud por la que amamos a Dios por Él mismo, y al

prójimo por Dios. La caridad es una virtud que tiene dos actos: amar a Dios y

amar al prójimo por Dios. Como quiera que el amor es virtud unitiva, de aquí

que amar a Dios es unirse con Él, cumpliendo así la primera parte del primero

y más excelente de todos los mandamientos. Amarás al Señor, tu Dios, con todo

tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas. Esto es,

que has de poner todos tus afectos en Dios, que en sólo Él has de pensar y por

Él sólo has de sufrir. Y esto por ser Él, Dueño y Supremo Señor de todo lo

criado, el infinito en todo su ser y perfecciones, en una palabra por ser Él

quien es.

Punto 2º – Amar al prójimo es también unión con el prójimo; pero no por razón de él

mismo, más por la unión que todos tenemos con Dios por nuestro origen, por

nuestro fin y por los medios que usamos para vivir siempre unidos con Él. Y

como en esta unión con Dios es donde cada hombre encuentra su felicidad, por

eso nos manda el Señor en la segunda parte de su primero y máximo

mandamiento que amemos al prójimo como a nosotros mismos; esto es, que

hagamos cuanto está de nuestra parte para que él, como nosotros, consiga y no

pierda la unión con Dios.

Punto 3º – Ve por qué, alma mía, a la caridad de Dios y del prójimo, sólo se opone

lo que nos separa de Dios. Por eso oye al amadísimo apóstol San Juan que dice:

«Si decimos que tenemos unión con Dios y andamos entre las tinieblas del

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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pecado, mentimos y no tratamos verdad»1. Por el contrario, si nos atenemos en

todo a vivir, según la divina voluntad, entonces vivimos en unión con Dios y

con nuestros hermanos. Oye cómo sigue diciendo el mismo apóstol del amor:

«Pero si caminamos a la luz de la fe y santidad, como Él está asimismo en la

luz, síguese de ahí que tenemos· nosotros una común y mutua unión»2 en Dios.

AFECTOS

De odio al pecado

La culpa, Señor, sonroja mi rostro. Sin estar unido contigo soy como el

sarmiento cortado de la vid para ser echado al fuego. ¿Quién me mueve a mirar otra

cosa que no seas tú, Dios mío? ¿Por ventura no son estiércol todas las cosas y tú el

sumo bien?

En ti, dulcísimo Jesús, Maestro de toda perfección, en ti descanse mi mente.

¿Cómo me atreveré a mirar a las criaturas que me pueden arrebatar del lado de

mi Dios?

Volved, pecadores, a vuestro corazón, dentro de él está el reino del Señor. Él sólo

sea vuestro tesoro, vuestro consolador y vuestra ayuda.

PROPÓSITO

Huir siempre del pecado para no perder el amor a Dios y al prójimo

1 Epístola I, cap. I, v. 6 2 Epístola I, cap. I, v. 7

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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MEDITACIÓN II

EL AMOR ES UNIÓN

Punto 1º – Dios es caridad y por eso ni se separa de nosotros ni cesa en su empeño de

que nosotros vivamos unidos a Él; y por esta razón, el Discípulo Amado nos

exhorta con tanta persuasión a considerar que los cristianos, conociendo el

amor que Dios nos tiene, debernos permanecer siempre unidos a Él por el

inefable lazo de la caridad. Oye, alma mía, sus palabras: «Nosotros asimismo

hemos conocido y creído el amor que nos tiene Dios. Dios es caridad, y el que

permanece en la caridad en Dios permanece y Dios en él»3. Y para más

obligarnos a desear la unión del amor con Dios, añade luego: «Amemos, pues, a

Dios, ya que Dios nos amó primero»4.

Punto 2º – Teniendo el Discípulo Amado tanto deseo de que permaneciésemos en el

amor de Dios, no podía menos de advertirnos los peligros que podían oponerse

a esta unión, y por eso nos vuelve a avisar de que el pecado se opone al amor

de Dios con estas palabras: «No queráis amar al mundo ni las cosas mundanas.

Si alguno ama al mundo no habita en él la caridad del Padre. Porque todo lo

que hay en el mundo· es concupiscencia de la carne, concupiscencia de los

ojos y soberbia de la vida, lo cual no nace del Padre, sino del mundo. El mundo

pasa y pasa también con él su concupiscencia. Mas, el que hace la voluntad de

Dios permanece eternamente»5.

Punto 3º – Y para enseñarnos nuevamente cómo permaneceremos en esta unión eterna

con Dios, dice estas consoladoras palabras; «Y pues sabéis que Dios es justo,

3 Epístola, I, 4, 16. 4 Epístola, I, 4, 19, 31 5 Epístola, I, 2, 15, 16 y 17

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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sabed igualmente que quien vive según justicia es hijo del mismo»6. Herederos,

por consiguiente, de su gloria y príncipes de su reino celestial donde en

retorno de las buenas obras y sacrificios que por Él hagamos, recibiremos al

mismo Dios en posesión y goce por los siglos de los siglos.

AFECTOS

De amor a Dios

¡Dios mío, qué fríamente te he amado hasta aquí! ¡En qué poco he tenido

permanecer en unión contigo! ¡Cuántas veces quebranté gravemente tu soberana

voluntad haciéndome tu enemigo y poniéndome en el peligro de vivir eternamente

apartado de ti!

De hoy en más, Señor, no temeré a los que matan el cuerpo; pero huiré a toda

costa del pecado que mata mi alma.

Para más unirme a ti, Dios mío, quisiera ejercitarme en la práctica de las virtudes

como el que más lo hizo de los santos.

Mi corazón está preparado; ayúdame, Señor. No desprecies mi ruego, que nace

de un corazón contrito y humillado.

PROPÓSITO

Corresponder con ejercicios de virtudes al amor que Dios nos ha tenido primero

6 Epístola, I, 2, 29.

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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MEDITACIÓN III

EL AMOR ES UNIÓN

Punto 1º – Porque Dios nos ama, por eso no ha perdonado medio para unirnos con

Él, y para este fin «el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y a los que le

recibieron, que son los que creen en su Nombre, dioles poder de llegar a ser

hijos de Dios, los cuales no nacen de la sangre, ni de la voluntad de la carne,

ni de querer de hombre, sino que nacen de Dios por gracia» 7. ¿Qué más pudo

hacer para que nosotros queramos unirnos a Él, que unirse Él a nosotros con

soberana humildad? Si tu Dios bajó hasta ti, ¿te desdeñaras tú de subir hasta Él?

Punto 2º – Más pudo hacer Dios para urgimos a vivir unidos con Él y más hizo: no se

unió solamente con una naturaleza humana igual a la mía, quiso unirse también

conmigo y se me unió sacramentalmente, dándome a comer el cuerpo y a beber

la sangre que había tomado por mi amor, y por eso orando nuestro Divino

Salvador a su Eterno Padre le decía: «Y les he dado ya parte de la gloria que

me diste alimentándolos con mi misma substancia, para que en cierta manera

sean una misma cosa corno lo somos nosotros. Yo estoy en ellos y Tú estás

siempre en mí; a fin de que sean consumados en la unidad»8. Es, pues, Jesús

lazo que une a los hombres con Dios, estando nosotros como conglutinados

con Él por la sagrada Comunión y habitando en Cristo la Divinidad

corporalmente, Él es, sin duda alguna, el trono donde reposa el hombre

recostado en los brazos de Dios.

Punto 3º – Excelsa unión es esta que nos diviniza, cuanto de Dios somos capaces, y tan

deseada del Rey Divino que así rogaba a su Padre celestial: «Ruego que todos

sean una misma cosa y que como Tú, ¡oh Padre!, estás en mí, y yo en ti

7 San Juan I, 12 y 13. 8 San Juan XVII, 22 y ss.

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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por identidad de naturaleza, así sean ellos una misma cosa en nosotros

por unión de amor, para que crea el mundo que Tú me has enviado»9.

Ve, alma mía, cómo evidentemente· nos declara el Maestro Divino el deseo de

que todos los que lo seguimos y estamos unidos con Él, estemos también unidos

por amor entre nosotros mismos, para que así conozcan los mundanos que Él es

el Mesías. Tal es la fuerza de probar la Divinidad de Jesús, que tiene el amor

de unos hombres a otros; y por aquí podemos deducir, cómo la caridad fraterna

no existe si no tiene su origen en el amor de Dios.

AFECTOS

De deseo de unirnos a Dios mediante Jesucristo

¡Quién podrá llegar hasta ti, Dios mío, sin mi divino Rey Jesús! Nadie va al

Padre si su Hijo Unigénito no lo lleva de la mano. ¡Desgraciados aquellos que se

olvidan de ti, Jesús mío!

Constantemente clamaré con el Apóstol San Pablo que sólo a ti quiero amar,

que todas las cosas las desprecio por vivir abrazado a ti, que todo lo quiero sufrir: la

desnudez, el hambre y hasta la misma muerte, para que mi vida sea siempre escondida

contigo en Dios.

PROPÓSITO

No separarnos nunca de Jesús para en Él vivir unidos con Dios y con el prójimo

9San Juan XVII, 21-36

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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MEDITACIÓN IV

EL AMOR ES UNIÓN

Punto 1º – Nuestro Divino, Jesús quiere a toda costa unirnos con Él, no sólo en este

mundo, desea tener además con nosotros una unión inmortal. Oigámoslo como

ruega: « ¡Oh, Padre justo! Yo deseo ardientemente que aquellos que Tú me has

dado estén conmigo allí donde yo estoy para que contemplen mi gloria, cual Tú

me la has dado, porque Tú me amaste antes de la constitución del mundo»10.

¡Qué plegaria tan consoladora!

Punto 2º – ¡Qué amor tan tierno el de Jesús para los hombres! Después que anuncia a

los apóstoles que dentro de poco los dejará, porque Él ha de irá la Casa de

su Padre, en donde hay muchas mansiones y a donde va a prepararles lugar,

les dice: «No os dejaré huérfanos, yo volveré a vosotros. Aún resta un poco

de tiempo después del cual el mundo no me verá. Pero vosotros si me veréis,

porque yo vivo y vosotros viviréis. Entonces conoceréis vosotros que yo estoy

en mi Padre y que vosotros estáis en mí, y yo en vosotros»11.¡Qué dulce

esperanza!

Punto 3º – Con razón dice la Sagrada Escritura que Dios tiene sus delicias en estar con

los hijos de los hombres. Estas palabras no se pudieron entender y sentir con toda

la delicadeza del amor que expresan hasta que el Rey de la Gloria dijo estas

otras: «Y cuando haya ido y os haya preparado lugar, vendré otra vez y os

llevaré conmigo, para que donde yo estoy estéis también vosotros. Que ya

sabéis adónde voy y sabéis asimismo el camino»12. ¡Qué gratísima promesa!

10 San Juan, I, 12 y 13. 11 San Juan, XVII, 22 y 28 12 San Juan, XVII, 21

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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AFECTOS

De ansias de vivir con Jesús en la Gloria

¿Cuándo, Jesús mío, cuándo será una realidad que yo te vea, que yo viva

contigo para siempre, que mi alma viva anegada en el torrente de tus delicias?

Sin contemplar la hermosura de tu rostro, sin mirarme en la suavidad de tus

ojos deseados, sin oír los dulcísimos acentos de tus afables palabras, yo no puedo

sentir otra cosa que tedio de esta vida y hambre de ti, Divino Esposo.

Por eso mi alma te desea corno el ciervo la fuente de las aguas, por eso ansío

morir para vivir contigo, Jesús del alma.

PROPÓSITO

De poner por obra cuanto sea menester para no separarme jamás de Jesús

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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MEDITACIÓN V

EL AMOR ES UNIÓN

Punto 1º – Que no podemos estar unidos a Dios si no lo estamos con Cristo, es una

verdad clarísimamente enseñada por el mismo Divino Maestro con estas palabras:

«Yo soy la verdadera vid y mi Padre el labrador. Todo sarmiento que en Mí

no lleva fruto, lo corta mi Padre; y todo aquel que diere fruto lo podará para que

dé más […]. Al modo que el sarmiento no puede de suyo dar fruto, si no está

unido con la vid; así tampoco vosotros si no estáis unidos conmigo. Yo soy la

vid, vosotros los sarmientos: quien está unido conmigo, y yo con él, ese da

mucho fruto, porque sin Mí nada podéis hacer»13, para conseguir la gloría y

por consiguiente la eterna unión con Dios.

Punto 2º – Escucha como el Salvador, alma mía, nos quiere mover, con penas y con

premios para que vayamos a Él, con estas palabras: «El que no permanece en

Mí será echado fuera, como el sarmiento inútil, y se secará y le cogerán y

arrojarán al fuego y arderá»14. La pena no puede ser ni más concreta ni más dura.

Al contrario, añade: «Si permanecéis en Mí, y mis palabras permanecen en vos

otros, pediréis lo que quisiereis, y se os otorgará»15. Solamente el que está en Él

puede conseguir los bienes que son de solo Él.

Punto 3º – Mas deseando tanto el Divino Maestro que estemos unidos a Él, para que así

lo estemos con su Eterno Padre, no había de dejar de enseñarnos de qué manera

nos uniríamos nosotros con Él mismo. Medita, alma mía, sus palabras: «Quien

ha recibido mis mandamientos y los observa, dice Jesús, ese es el que me ama.

Y el que me ama será amado de mi Padre y yo le amaré [...] y así cualquiera

13 San Juan, XV, 1 - 5 14 San Juan, XV, 6 15 San Juan, XV, 7

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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que ama observa mi doctrina, y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos

morada dentro de él»16.

AFECTOS

De deseos de vivir siempre unidos con Jesús

Quiero guardar tu ley en medio de mi corazón, Jesús mío, y quiero tenerla

siempre escrita en mis manos para que mis obras se conformen en todo a ella, pues bien

sé que este es el modo de vivir siempre unido a Ti.

No permitas, Jesús mío, que me separe de Ti ni un solo instante de mi vida

y en la hora de mi muerte llámame y mándame ir a Ti, para que con todos tus santos

te alabe por los siglos de los siglos.

Amén.

PROPÓSITO

Observar siempre la doctrina de Jesús, para que el Padre y Él moren en mí

16 San Juan, XIV, 21 y 23

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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MEDITACIÓN VI

PREMIO DE LA UNIÓN CON CRISTO

Punto 1º – En la observancia de la doctrina o mandamientos de Jesucristo se encuentra

todo bien, porque nos unimos no sólo con el Eterno Padre, mas también con el

Divino Espíritu; así nos lo promete Jesús cuando dice: « Si me amáis observad

mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre y os dará otro consolador para que esté

con vosotros eternamente, a saber: el espíritu de verdad a quien el mundo no puede

recibir, porque no le ve ni le conoce, pero vosotros le conoceréis, porque morará

con vosotros y estará dentro de vosotros»17. Este que morará dentro de nosotros

es el Espíritu Santo, óptimo dador de todo bien que viene del cielo.

Punto 2º – Ve por qué, alma mía, el que cree que Jesús es el Hijo de Dios y observa sus

enseñanzas todo lo consigue, pues como el mismo Jesús nos dice: «Cuanto

pidiereis al Padre en mi Nombre yo lo haré»18. Y por esto hasta promete que los

que creyeran en Él harían cosas mayores que Él19. Y nos dice que todo nos lo

concederá si guardamos sus preceptos, no como a siervos, más como a iguales,

haciéndonos sus amigos20.

Punto 3º – No se contenta el Divino Salvador con regalar en este mundo a los que le

obedecen. «El que me sirve, dice Jesús, sígame, que donde yo estoy allí estará

también el que me sirve y a quien me sirve le honrara mi Padre»21. Si con Jesús

está en la tierra aquí le honrará el Padre, y si en el cielo, allí recibirá este honor, y

para más convencernos de que en la observancia de los preceptos que Jesús nos

da hallaremos todo bien divino, recordemos que Él ruega ardientemente a su

17 San Juan, XIV, 15, 16 y 17 18 San Juan, XIV, 13 19 San Juan, XIV, 12 20 San Juan, XV, 14 y 15 21 San Juan, XII, 26

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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Eterno Padre para que los que le sirvan estén con Él gozando de la gloria22.

¡Cuántos deseos tiene Jesús de que vivamos unidos a Él!

AFECTOS

De gratitud porque tanto bien nos da Jesús si cumplimos sus mandamientos

No parece, Jesús mío, sino que no estamos obligados a servirte y que por eso nos

ofreces tanto galardón si cumplimos tus preceptos.

¿No es tuyo todo nuestro ser? Tuya es mi alma con todas sus potencias, tuyo mi

cuerpo con todos sus sentidos, tuyas son, Jesús mío, todas mis fuerzas.

Y, sin embargo, atendiendo Tú siempre a mi bien, si te sirvo con lo que es tuyo,

me premias como si todo fuera mío con bienes sobrenaturales que yo, con solas mis

fuerzas, jamás pudiera conseguir.

¡Oh Rey de mi alma! Si tanto me obligas, ¿cómo no te sirvo más y más?

PROPÓSITO

Cumplir la ley de Cristo para gozar de Él

22 San Juan, VII, 24

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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MEDITACIÓN VII

EL AMOR A JESÚS SÍNTESIS DE TODA

CARIDAD

Punto 1º – Uno sólo es el precepto en el que se nos manda amar a Dios y amar al prójimo

y, por lo tanto recíprocamente se comprueban el amor de Dios y el del prójimo,

porque no puede estar el uno sin el otro y no puede suceder que falte en un alma

uno de estos amores y exista el otro. Así lo afirma San Juan Evangelista cuando

dice: «En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, si amamos a Dios»23.

Y también dice: «Y sobre todo tenemos este mandamiento de Dios, «que quien

ama a Dios ame también a su hermano»24.

Punto 2º – Todavía podemos nosotros concretar más y sintetizar en un solo amor el que

Dios nos pide para sí mismo y el que nos manda tener al prójimo, pues del mismo

modo que se nos dice que el amor de Dios consiste en que guardemos sus

mandamientos y que estos no son pesados25; y que si amamos al prójimo amamos

a Dios, de la misma manera tenemos esta otra escritura: «Quien guarda los

mandamientos de Jesucristo en ese verdaderamente, la caridad de Dios es perfecta,

y por esto conocemos que estamos en Él. Quien dice que mora en Él debe seguir

el mismo camino que Él siguió»26.

Resulta pues, alma mía, que en el amor a Jesús está todo amor perfecto. Con razón

San Pablo anatematiza al hombre que no ama a Jesucristo.

23 I Epístola, V, 2 24 I Epístola, IV, 21 25 I Epístola, V, 3 26 I Epístola, II, 5 y 6

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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Punto 3º – Y como sean una misma cosa estas diversas manifestaciones de nuestra caridad

a Dios, a Cristo y al prójimo, bien se nota en que producen los mismos frutos y

tienen para sus despreciadores los mismos castigos.

El premio de la caridad es la eterna salvación, el goce eterno con la posesión de

Dios. «En esto está la perfecta caridad de Dios con nosotros, dice nuestro

Evangelista, en que nos da confianza para el día del juicio»27.

Al contrario, la falta de amor de Dios, de Cristo y del prójimo nos lleva a la muerte

eterna. «El que me aborrece a mí también aborrece a mi Padre»28. Y si «el que no

cree en Él ya tiene hecha su condenación»29.

¿Qué será de los que le aborrezcan? De los que no aman a su prójimo leemos:

«Cualquiera que tiene odio a su hermano es homicida. Y ya sabéis que en ningún

homicida tiene su morada la vida eterna».

AFECTOS

De amor a nuestro Divino Jesús en quien se encuentra el foco de todo amor

perfecto

Tú has llamado, Jesús mío, al alma santa tu esposa, tu única. Y yo quiero que Tú

seas el único Esposo del alma mía.

¿A quién podré amar fuera de Ti, Bien mío, que más honrosa y suave ley me

imponga y que con más fidelidad y mayor galardón me recompense?

Mi honor es el mismo honor tuyo; tu yugo es suave y tu carga ligera; el cielo y la

tierra pasarán, pero el cumplimiento de tus promesas no pasará jamás.

Tú estás siempre a mi lado inspirándome y confortándome para que cumpla tus

preceptos, ¿qué más puedes hacer, Jesús, para que te ame? ¿Qué menos puedo hacer para

tener la dicha de abrasarme en el amor de los amores, que es mi Jesús?

PROPÓSITO

Amar a Jesús

27 I Epístola, IV, 17 28 San Juan, XV, 23 29 San Juan, III, l8

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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MEDITACIÓN VIII

EL AMOR da

Punto 1º – Dice un adagio que «dádivas quebrantan peñas», y como si Dios hubiera

querido quebrantar la piedra de nuestro corazón con las más generosas dádivas,

así nos las ha hecho para demostrar el amor que nos tiene. «Que tanto amó Dios

al mundo, que no paró hasta dar a su Hijo Unigénito30.

Y en otra parte añade: «En esto se demostró la caridad de Dios hacia nosotros, en

que Dios envió a su Hijo Unigénito al mundo, para que en Él tengamos la vida. Y

en esto consiste su caridad, que no le envió porque nosotros habíamos amado a

Dios, sino que Él nos amó primero a nosotros, y envió a su Hijo a ser víctima de

propiciación por nuestros pecados»31. «No envió Dios su Hijo al mundo para

condenar al mundo, sino para que por su medio el mundo se salve»32.

¿Qué más nos pudo dar?

Punto 2º – «El Verbo Divino tanto nos amó que se hizo carne y habitó entre nosotros»33.

Y vino para que «todos los que crean en Él no perezcan, sino que tengan vida

eterna»34. «Yo he venido para que tengáis vida y vida abundante», decía nuestro

Divino Maestro, y si para darnos a nosotros la vida que es el don de los dones, tan

to en el orden natural como en el sobrenatural, era preciso que Él perdiese la

temporal que había tomado, Él ardía siempre en deseos de dar su sangre por sus

30 San Juan, III, 16 31 I Epístola, IV, 9 y 10 32 San Juan, III 33 San Juan, I, 14 34 San Juan, III, 15

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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ovejas, y con razón había dicho: «Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor sacrifica

su vida por sus ovejas»35.

¿Qué más pudo darnos?

Punto 3º – Y además, ¿qué más nos pudo dar Jesús que no nos diera? Nos dio su Sangre

y también nos dio a su Madre. «He ahí a tu Madre», dijo Jesús desde la cruz a la

Humanidad representada en San Juan Evangelista: «He ahí a tu hijo», le dijo a

María36.

Mas, para que nadie pudiera aventajarle en dar, porque nadie podía aventajarle en

el amor y según Él mismo había dicho: «Nadie tiene amor más grande; que el que

da su vida por sus amigos»37, por eso quiso Él dar su vida por nosotros, no una

vez, que en esto muchos le habían de igualar, Él da su vida por nosotros una y mil

veces, cuantas es consagrada la Hostia y el Cáliz, otras tantas se sacrifica por mí

sobre el altar.

¡Prodigio de amor sólo dado a Dios realizar! ¿Quién será ahora capaz de alcanzar

la medida del amor de Jesús a los hombres?

AFECTOS

De gratitud sin límites

Imposible, Dios mío, imposible, que criatura alguna pueda corresponder a la

magnitud de tus dones.

¿Qué vale mi vida en comparación de la tuya dada por mí una vez en la Cruz y

miles de veces en el augusto Sacramento del Altar? Y, ¿qué pudiera yo hacer para

corresponderte, Jesús mío, al don singularísimo de hacer a tu misma Madre la Madre mía?

Todos los pensamientos, palabras y obras de mi corta y mezquina vida son como nada en

relación con tan altos dones.

Sin cesar, Señor, alabaré tus misericordias. Todo mi ser lo consagro a Ti, y con

todo él quiero alabarte y bendecirte eternamente.

PROPÓSITO

Dar a Dios todo mi haber y poseer

35 San Juan, X, 11 36 San Juan, XIX, 25 y 26 37 San Juan, XV, 13

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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MEDITACIÓN IX

EL AMOR es dar

Punto 1º – ¿Las gracias que hemos recibido de Dios quién las podrá contar? Nos dio

a su Unigénito y en Él y por Él todas las cosas, pues, adoptándonos como

hijos, con Cristo seremos herederos de los divinos tesoros.

Oye, alma mía, como lo enseña San Juan, cuando después de afirmar que el

Verbo Divino no fue recibido de los suyos hecho hombre, añade: «Pero a

todos los que lo recibieron que son los que creen en su nombre, dioles poder

de llegar a ser hijos de Dios, los cuales no nacen de la sangre, ni de la voluntad

de la carne, ni de querer de hombre, sino que nacen de Dios por la gracia»38.

Podemos ser hijos de Dios, ¿qué más podemos desear? Por eso el mismo San

Juan exclama: «Mirad que tierno amor ha tenido hacia nosotros el Padre

queriendo que nos llamemos hijos de Dios y lo seamos. Por eso el mundo no

nos conoce, porque no conoce a Nuestro Padre»39.

Punto 2º – Que nuestro divino Maestro nos alienta para que no dudemos de su deseo

de darnos, es evidente. Pedid y recibiréis. Todo lo que pidáis en mi nombre se

os dará. El pan nuestro de cada día dánosle hoy, nos ha enseñado a decir a su

Eterno Padre.

Punto 3º – Y no sólo a pedirle lo necesario nos alienta con sus palabras y con sus

obras el Divino Maestro. Recuerda, alma mía, las bodas de Canaa, donde Jesús,

38 San Juan, I, 12 y 13 39 I Epístola, III, 1

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

38

a petición de su Madre Santísima, proveyó de vino, para que más se regalasen

los que le obsequiaban y los que con Él eran obsequiados por aquellos esposos.

Y daba una cosa de regalo, y para darla hacía el primero de sus milagros.

¡Qué amor! ¡Qué modo de dar!

AFECTOS

De gratitud

¿Cómo podré corresponder, Señor, a tantas gracias como me has dado? ¿Cómo

agradecerte los deseos que tienes de darme más?

¿Qué te retribuiré, Señor, en retorno de todo lo que me has dado? Todo lo

que yo puedo darte es ruin y mezquino: tus dones son larguísimos en el orden natural

y en el sobrenatural riquísimos y celestiales.

Mi retorno, Señor, será pedirte que me des más gracia, que me ayudes más,

para más amarte y más obligado quedar a Ti, y en fuerza de tu largueza vivir ligado

a Ti e impedido de separarme de tu lado por el peso de tus favores.

PROPÓSITO

Pedir a Dios que me ayude en mis necesidades

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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MEDITACIÓN X

EL AMOR da

Punto 1º – Porque el Eterno Padre ama a su Hijo, le da cuanto tiene. He aquí como el

Divino Maestro enseña esta doctrina: «En verdad, en verdad os digo, que no puede

el Hijo hacer por si cosa alguna fuera de lo que viere hacer al Padre porque todo

lo que Este hace lo hace igualmente el Hijo.

Y es que como el Padre ama al Hijo, le comunica todas las cosas que hace, y aun

le manifestará y hará en Él obras mayores que estas, de suerte que quedéis

asombrados».

Punto 2º – De como Jesús demuestra que ama a su Eterno Padre, dando por Él hasta la

propia vida, bien claramente se manifiesta cuando, acercándose la hora de su

Pasión, dijo a sus discípulos que ya iba a dar testimonio del amor que tenía a su

Padre entregándose a los que le buscaban para crucificarlo.

No pueden ser más claras y precisas las palabras del Divino Maestro: «Mas, para

que el mundo conozca que amo al Padre […] Levantaos y vamos de aquí».

Punto 3º – Si el Eterno Padre y Jesús demuestran su amor por lo que dan, no debe ser otro

nuestro modo de probar el amor, y por eso nos dice el Discípulo amado: «Quien

tiene bienes de este mundo, y viendo a su hermano en necesidad, cierra las

entrañas para no compadecerse de él, ¿cómo es posible que resida en él la caridad

de Dios?

Hijitos míos, no amemos solamente de palabra y con la lengua, sino con obras y

de veras o sinceramente»40.

40 I Epístola, III, 17 y 18

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

40

Y no sólo los bienes exteriores, hasta la vida quiere Jesús que haya quien dé por

sus hermanos, a semejanza de Él, que se ha llamado buen Pastor, porque había de

dar hasta la última gota de su sangre por sus ovejas,

AFECTOS

De desprendimiento

Hame prendido el Señor con cadenas tan fuertes, que me sería casi imposible no

emplearme todo en amarlo y servirlo, si no me enloquecieran de algún modo mis pasiones.

Cuanto soy y poseo todo es tuyo, ¿qué cosa más justa que retomarlo todo a Ti?

Perdí la gloria en el pecado de Adán, y Tu, Dios mío, para volverme el derecho a

ella, me diste a tu Unigénito, esplendor de tu gloria y candor de tu luz increada.

¡El Divino Verbo hecho hombre me dio su propia vida y se me dio en alimento!

¿Qué podré yo negarte, Dios mío?

¿Qué haré yo por Ti, mi Jesús, que me parezca mucho sacrificio?

¿Qué podré yo darte que no sea mezquina dádiva?

Pídeme, Señor, pídeme cuanto quieras y dame tu gracia para que te dé cuanto me

pidas y nada te regatee.

PROPÓSITO

Devolver todo mi haber y poseer a Dios que me lo ha dado

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

41

MEDITACIÓN XI

AMOR interesado

Punto 1º – Muchos viven a costa de la piedad de los que aman a Dios. A estos negociantes

del culto divino los reprobó el Divino Maestro del modo más duro que usó en toda

su vida, según leemos en el Evangelista San Juan: «Jesús subió a Jerusalén, y

encontrando en el Templo gentes que vendían bueyes, y ovejas, y palomas, y

cambistas sentados en sus mesas habiendo formado de cuerdas como un azote, los

echó a todos del Templo, juntamente con las ovejas y bueyes, y derramó por el

suelo el dinero de los cambistas, derribando las mesas y hasta a los que vendían

palomas les dijo: Quitad eso de aquí, y no queráis hacer de la casa de mi Padre un

casa de tráfico»41.

Punto 2º – Hay muchos que fingen imitar a Cristo, pero lo hacen principalmente por el

provecho que en ello encuentran, y por eso no trabajan como Él por amor, más

por el salario o recompensa que reciben.

Estos son los falsos pastores que reprocha el buen Pastor con estas palabras: «Pero

el mercenario y el que no es propio pastor, de quien no son propias las ovejas, en

viendo venir al lobo desampara a las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y dispersa

el rebaño. El mercenario huye por la razón de que es asalariado, y no tiene interés

alguno en las ovejas»42.

Punto 3º – Tampoco faltan otros que buscan a Cristo, pero no por hallar en Él la fe

verdadera, más por los bienes o goces temporales que Él les proporciona, y a estos

también reprende el Rey Divino diciéndoles: «En verdad, en verdad os digo, que

41 San Juan, II, 3 42 San Juan, X, 12

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

42

vosotros me buscáis, no por mi doctrina atestiguada por los milagros que habéis

visto, más porque os he dado de comer con aquellos panes hasta saciaros.

Trabajad para tener no tanto el manjar que se consume, sino el que dura hasta la

vida eterna, el cual os dará el Hijo del hombre, pues en Él imprimió su sello e

imagen el Padre que es Dios»43.

AFECTOS

De desprecio de todas las cosas

¿De qué me valdrán, divino Maestro mío, riquezas que Tú abominas?

¿Para qué, Señor, procurar con tanto ahínco bienes que son terrenos y que apartan

de Ti los afectos de mi corazón y los pensamientos de mi mente?

¿Para qué, único Bien mío, paso la vida suspirando por adquirir algo más de los

tesoros deleznables de este mundo, que solo me sirven para intranquilizarme y turbar la

paz de mi alma y el sosiego de mi espíritu donde Tú quieres vivir?

¿Por qué he de servir a señor que puedo perder?

¿Por qué he de poner mi corazón en bienes que destruyen el orín y la polilla?

¿Por qué no he de despreciarlo todo por Ti?

Dame tu amor y gracia y eso me basta.

PROPÓSITO

Arrancar mi afecto de los bienes de la tierra

43 San Juan, VI, 26

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

43

MEDITACIÓN XII

El AMOR casto

Punto 1º – El amor de las almas puras es el amor de los regalos e íntimas comunicaciones

con Jesús. El natural fruto de los castos amores con el Divino Esposo debe tener

en sí dulcedumbres y sabor divinos y hartura de deleites celestiales, que no en

vano las almas verdaderamente puras se abstienen por amor de Él de todo gusto y

regalo sensual.

Entre todos los apóstoles y entre todas las almas santas el discípulo más amado,

el Discípulo Amado por excelencia, es Juan, el virgen, el castísimo Juan. De él se

dice lo que de él sólo se ha escrito ni se escribirá jamás. «Uno de sus discípulos,

al cual amaba Jesús, estaba recostado a la mesa en el seno de Jesús, y a éste

discípulo hizo una seña Simón Pedro para que averiguase del Divino Maestro

quien era de los discípulos el que lo había de entregar y entonces recostándose

sobre el pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es? Jesús le respondió: aquel a quien

yo diere el pan mojado»44. A Juan lo recostó sobre su pecho, a él sólo le dijo su

secreto.

Punto 2º – A fin de vislumbrar los regalos que guarda el Divino Cordero para las almas

que son por su pureza como lirios y azucenas del valle venturoso donde sestea y

se apacienta Jesús, basta recordar que a Juan, y solo a Juan, hizo depositario de su

Santísima Madre; y viendo al discípulo que amaba que estaba allí dijo a su Madre:

«Mujer, he ahí a tu hijo. Después, dijo al discípulo, he ahí a tu madre. Y desde

aquella hora el discípulo la recibió por suya»45.

¡La recibió por suya! ¡A Ella! ¡A María! ¡A la Madre de Jesús, por Madre suya!

¡A la Madre de la luz y de la gracia, la recibió como cosa y posesión suya!

44 San Juan, XII, 23 al 26 45 San Juan, XIX, 26 y 27

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

44

¡Imposible que otro consiga esta misma prerrogativa! ¡Imposible no vivir

envidiando a Juan todos los días de nuestra vida! ¿Quién extrañará que el que

vivió mirándose en la Madre de la Sabiduría, como en cosa propia, se levantase

hasta el principio de toda vida y penetrara los divinos arcanos cual águila superior

a toda otra inteligencia?

Punto 3º – El amor puro, como libre de toda otra mezcla que lo haga pesado y lo

entorpezca aunque empiece a correr a la par con los más aventajados en el amor

que no son tan puros, siempre los deja atrás en la carrera.

María Magdalena fue corriendo a Simón Pedro y al otro discípulo a quien amaba

Jesús y les dijo: «Han quitado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han

puesto. Salió, pues, Pedro y aquel otro discípulo, y fueron al sepulcro. Y corrían

los dos a la par, mas, el otro discípulo se adelantó corriendo más aprisa que Pedro

y llegó primero al sepulcro, mas no entró dentro».

Cualidad admirable y la más característica del verdadero amor de Jesús, por

vehemente que sea, notase en este hecho de Juan, que habiendo llegado el primero

al sepulcro, no entró en él, hasta que llegó Pedro. «Entonces entró también el otro

discípulo, que había llegado el primero al sepulcro y vio y creyó». Juan vio y creyó,

porque los otros aun no en tendían la Escritura, «que era menester que Jesús

resucitara de entre los muertos».

¡Cuánto amor y cuánta luz!

AFECTOS

De amor a la pureza de corazón

Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios.

¡Ay, alma mía!, ¿cuándo será el feliz momento en que yo te sienta limpia de todo

afecto de criaturas, de tal manera, que solo esté mi corazón en ti como en su único tesoro?

¿Cuándo perderé, Señor, el gusto a las criaturas que he seguido hasta hoy, para ir sólo en

pos de Ti adonde quiera que vayas? ¿Cuándo podré exclamar con los santos que me

causan hedor las cosas terrenas y que sólo deseo aspirar la gracia que se derrama de tus

labios, Jesús mío? Purifica más y más mi alma y mis sentidos para que yo alcance a oír

el cantar nuevo de las almas puras y a gozar el galardón de los que en Ti buscaron sus

deleites.

PROPÓSITO

Purificarme cada día más de todo afecto a las criaturas para tenerlo todo entero en sólo Dios

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

45

MEDITACIÓN XIII

Del AMOR de ternura

Punto 1º – Disputábale Santa Teresa la primada en el amor a Jesús a la Magdalena y

no se daba por contenta si pensaba que no le amaba, por lo menos, tanto como

ella. ¡Dichosas las almas que se atreven a entrar en esta lid de amores!

¿Quién será capaz de apreciar los grados del amor de Dios que las almas

alcanzan en la tierra?

Digna de ser emulada es la mística osadía de nuestra santa; pero difícilmente

se hallará discípula alguna de Cristo que, en lo que aparece, se pueda colocar

en circunstancias tan denunciadoras por sí mismas de amor más tierno, que la

Magdalena.

Postrada ella a los pies de Jesús ungiéndolos con precioso ungüento de nardo

puro, y enjugándolos con sus propios cabellos, y sentada a los pies del Divino

Maestro, embriagándose en las palabras de Él.

Mientras Marta se quejaba de ella, es evidente testimonio de las delicias y

regalos que Dios da a gustar a los que de veras se convierten a Él, siendo tal

el enajenamiento que las dulzuras de la gracia causan en las almas, que, como

a la Magdalena, le son indiferentes el qué dirán de aquellos que los rodean y

las diatribas y reprensiones de los que juzgan perdido el tiempo debidamente

pasado al lado de Jesús, regalándose en sus perfecciones y enseñanzas.

Punto 2º – La ternura del amor de la Magdalena era tanta, cuanta se expresa en aquella

sentida queja que dirigió al Maestro, cuando lo vio después de la muerte de

Lázaro, y postrándose a sus pies le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

46

hermano no hubiese muerto»46. Y con sus lágrimas enternecía el corazón de su

amadísimo Jesús, que lloró también con ella.

Y si, exceso de ternura buscamos, ¿dónde lo hallaremos más cumplido que

en aquel divino instante en que, recostado el Discípulo Amado sobre el pecho

de Jesús, era regalado por éste con la visión de secretos celestiales?

En estos deliciosos momentos es cuando de una manera casi sensible se realiza

en el hombre aquel dichoso tránsito por el cual el alma más está donde ama

que donde anima, pues tan olvidada vive de sí misma, que ya no desea ni

suspira por otra cosa que no sea morar muy a solas en el amoroso nido que le

prestan los dulces brazos del Amado.

Punto 3º – Cual fuera la ternura del amor de la Magdalena para Jesús, fácilmente se

colige recordando que ella muy de mañana fue al sepulcro del Señor, y en

viendo quitada la losa corrió a dar aviso a Pedro y a Juan, y, volvió con ellos

nuevamente al sepulcro.

Y aunque estos apóstoles se volvieron otra vez a su casa, ella se quedó allí

llorando, porque «se habían llevado a su Señor y no sabía dónde le habían

puesto».

Mas, las ternezas verdaderamente imposibles de superar están contenidas en la

respuesta que dio la Magdalena al mismo Jesús cuando éste le preguntó: «Mujer,

¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?».

Y ella, creyendo que era un hortelano le contestó, «Señor, si tú te lo has

llevado de aquí, dime en dónde lo has puesto, y yo me 1o llevare»47.

¡Oh inefable ternura que todo lo hace factible y a todo hace atreverse al alma

que así ama, con tal de no perder la presencia y posesión del Amado!

AFECTOS

De esperanza de vivir siempre en la divina presencia

Jesús mío, suene tu voz en mi oído, tu voz es dulce. No te me escondas,

dulcísimo Esposo de mi alma.

Descúbreme tu presencia arrobadora y no te olvides de que mi alma codicia

mirarse en tus oros, deseados, que tengo en mis entrañas dibujados.

Ven a mí, Bien mío, que mi alma sin tu presencia adolece, pena y muere.

46 San Juan, II, 32 47 San Juan, XX, 1 y ss.

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

47

Permíteme, Amor de mis amores, que desfallezca y me extasíe en los atrios de

tu casa santa. Que yo sienta refrigerarse mi alma con el rocío de tu cabeza.

Quiero vivir, Jesús mío, mejor un día en tu presencia, que mil años en la

compañía de los pecadores. Tú eres mi esperanza, mi auxilio y mi único consuelo.

PROPÓSITO

Buscar dondequiera a Jesús como a único Bien mío

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

49

MEDITACIÓN XIV

Flaqueza del AMOR de ternura

Punto 1º – Apetecer el amor de Dios por los gustos y regalos que en él hallan las almas,

es cambiar el oro por la escoria, lo sensible por lo espiritual. En este defecto

caen ordinariamente los principiantes en las lides del amor, con lo que

claramente demuestran que más se aman a sí mismos que a Dios.

Fue llevado al monte Tabor San Pedro, y cuando vio que la gloria resplandecía

en el divino rostro de Jesús y extasiado gustaba las delicias celestiales, exclamó

diciendo: «Bueno sería que nos quedáramos aquí».

Pero Jesús, que es el Maestro del más sublime amor, para nada tiene presente

estas imperfectas palabras, y, en cambio, no habla de otra cosa con Elías y

Moisés que de los sacrificios que había de llevar a cabo por la salvación de

los hombres.

Punto 2º – Y no podía suceder de otro modo, Pedro estaba solamente imbuido en el

amor terreno y carnal. Apetecía la gloria, buscaba el regalo, le agradaba ser

preferido a los demás apóstoles.

El amor de Pedro a Jesús era demasiado tierno para avenirse a pensar que el

tálamo donde se desposa el alma con Dios es la cruz.

Tan lejos estaba San Pedro de pensar que había de ser muerto en una cruz, a

semejanza del Hijo del Hombre, que en una de las muchas ocasiones en que

Jesús habló de los tormentos que le habían de hacer sufrir los escribas y fariseos,

Pedro se atrevió a increparlo y a disuadirlo de tal pensamiento con tanto

ahínco, que el Maestro soberano le arguyó diciendo: «Quítateme de delante,

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

50

Satanás, estorbo me eres, porque no entiendes las cosas que son de Dios sino

las de los hombres»48.

Punto 3º – Y porque San Pedro no llego a entender en la ternura de su amor otra cosa

que gozar de Cristo, aunque fuera a costa del sacrificio de los demás, como lo

puso en práctica en el momento en que Jesús se entregaba en manos de sus

enemigos; y porque no entendió que para ser de Cristo hay que negarse a sí

mismo, tomar la cruz y seguirlo, por eso, a pesar de todas sus jactancias y

humanas valentías, a la hora de la prueba suprema empezó por seguir al Maestro

desde lejos y acabó por negarlo cobardemente.

AFECTOS

De amor al sufrimiento

«Padecer quiero, Señor, pues vos padecisteis; cúmplase en mi de todas maneras

vuestra voluntad, y no plega a Vuestra Majestad que cosa de tanto precio como vuestro

amor se dé a gente que os sirva sólo por gustos».

«Sí, que no está el amor de Dios en tener lágrimas, ni en estos gustos y

ternuras, que por la mayor parte los deseamos, y condolámonos con ellos, sino en

servir con justicia, y fortaleza de ánimo y humildad»49.

PROPÓSITO

No apetecer los regalos y ternuras, ni del alma ni del cuerpo, aunque sean de Dios

48 Mateo, XVI, 23 49 Vida de Santa Teresa de Jesús, XI

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

51

MEDITACIÓN XV

AMOR de fortaleza

Punto 1º – La fortaleza más consiste en sufrir que en acometer, por eso el amor

verdaderamente fuerte tolera hasta la muerte por el Amado. Y en padecer esta

prueba, la más terrible y espantable de cuantas se pueden sufrir en esta vida,

ha puesto nuestro Maestro la nota característica del mayor grado de amor que

alcanza el alma, cuando nos ha dicho que nadie tiene más caridad que el que da

la vida por sus amigos. Y en este sacrificio ha hecho consistir también el

principio de todas las divinas ternuras, pues el que no tiene valor para confesarlo

delante de los hombres no será tampoco confesado por Él delante de su Padre

que está en los cielos.

Punto 2º – Pero, como no es lo ordinario demostrar la fortaleza de nuestro amor

sacrificando la vida, hay otras muchas privaciones que imponerse, las cuales por

su duración pueden ser tan heroicas como la del martirio.

Puede el alma renunciar a las riquezas, en el afecto a lo que están obligados

todos los hombres y en el afecto a lo que se obligan los que hacen voto de

pobreza. Y soportar las privaciones y molestias que acarrea el no poseer cosa

alguna es gran prueba de firmeza en el amor.

Bienaventurados los pobres de espíritu, dice el Maestro del amor. Y éstos son

los que no quieren honras ni riquezas, aunque sean moderadas.

Hay también hombres que renuncian a los gustos de la carne, sosteniendo

cruda guerra con ésta, que es el más temible enemigo de nuestras almas. Y los

que así obran, con la gracia del Señor, tanto se niegan a sí mismos, y tan

fuertemente, se abrazan a su cruz, que las almas vírgenes son las que siguen al

Cordero a donde quiera que él va.

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

52

Y de los que renuncian al propio juicio y a la propia voluntad para vivir la

vida de la fe, nacen los justos que agradan a Dios y los que, llevados en brazos

de la divina voluntad o de los que representan a Dios, marchan seguros casi

de no naufragar en las tempestades del mar de esta vida.

El que obedece a Dios es amado de Él, y el que obedece al superior a Dios

obedece.

Punto 3º – También se prueba la fortaleza del amor privándonos de la presencia y

consuelos del Amado por amor de Él mismo. «Si me amarais os alegraríais

porque voy al Padre»50, decía Jesús a sus apóstoles, pues así Él sería glorificado

sin que hubiera de sufrir más los horrores de la Pasión.

Esta prueba de amor practicó la Magdalena cuando, al ver resucitado a Jesús,

arrojose a los pies de éste y Él la apartó de sí diciéndole: «No me toques; antes

bien vete»51.

Privarse por Dios de los seres que más amarnos es también gran prueba de

firmeza en el amor, siendo de advertir que suele ser más fuerte privarnos de

las personas que amamos por elección que de las que amamos por ley natural.

Tolerar que sufran o ser nosotros los que causemos o aumentemos el padecer

de los que amamos, y esto hacerlo por puro amor divino, es indudablemente

amor de héroes.

Así amaron las madres y esposas que se privaron de sus hijos y esposos

alentándolos al martirio, así sufrió la Magdalena abrazada al pie de la cruz.

Este fue el compendio de los sublimes amores de la Reina de los mártires: estar

en pie junto a la cruz donde veía morir a su Hijo y no dar señales de turbación,

ni de desmayo, ni de flaqueza alguna, por más que su dolor era sobre todo dolor,

contribuyendo, cuanto le era posible, con su conformidad a la Pasión de Jesús.

AFECTOS

De confusión por nuestras flaquezas

Llora, alma mía, tus flaquezas.

¿Hasta cuándo amaras como eres amada de tu Dios? Él nada te ha negado, Él

se ha hecho hombre y ha sufrido por ti toda clase de privaciones, de afrentas y de

tormentos... Y tú, ¿qué has padecido por Jesus?

Mientras no sufras la muerte, todos serán como sombra de tormentos los que

toleres por tu Jesus. Y siendo así, Dios mío, ¿cómo no me confundo de vergüenza al

50 San Juan, XIV, 28 51 San Juan, XX, 17

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

53

dejarme llevar de la repugnancia que me causa el trabajo, la enfermedad, la pobreza,

la mortificación y los desprecios?

¿Aprenderé, Señor, algún día, a privarme de la presencia y consuelos de las

cosas y personas amadas? Dichosos los que por experiencia aprendieron a privarse por

puro amor de Dios de las criaturas que amaron con mayor preferencia: Mi Dios y todas

mis cosas.

PROPÓSITO

Sufrir todos los trabajos, privaciones y desprecios por amor de Cristo

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

55

MEDITACIÓN XVI

Del amor tímido

Punto 1º – Hay un amor divino oculto y tímido que hace a los hombres fingir que no

son de Cristo aparentando seguir a los contrarios del espíritu cristiano; éstos

son manifiestos hipócritas del vicio o de la religión.

De este número son todos aquellos que reconocen en Cristo al Hombre Dios,

verdadero y único Maestro de la humanidad, pero que no lo siguen

manifiestamente porque aman más la gloria de los hombres que la gloria de Dios,

o porque temen sufrir detrimento en sus intereses materiales, o en su prestigio

social, o en el puesto que ocupan, o en el afecto y consideración de las personas

con quienes tratan, o en los fines ulteriores que persiguen.

Conocedores hay de Dios que se ocultan cobardemente para confesar a Jesús

y a su Iglesia delante de los hombres, por temor a una palabra irónica, a una

burlona sonrisa, a un ridículo qué dirán.

De este número era un hombre de los fariseos, llamado Nicodemus, príncipe

de los judíos. Este vino a Jesús de noche y le dijo: «Sabemos que eres maestro,

venido de Dios, porque ninguno puede hacer estos milagros que tú haces si

Dios no estuviese con él»52.

Y no obstante de reconocer que Cristo era el enviado de Dios, el Mesías

prometido, callaba cuando debía hablar en la defensa de Cristo y con su silencio

52 San Juan, III, 1 y 2

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

56

o temerosa palabra, contribuía a la crucifixión del inocente Maestro de la

Humanidad.

Punto 2º – Del número de los que aman tímidamente son también los que por

naturaleza son medrosos, o los que vinieron a serlo por no haber sufrido sin

amilanarse desengaños y contrariedades de los hombres, enemigos de aquellos

que al parecer debieron alentarlos más en los trabajos emprendidos por la

gloria de Dios, o los que por exceso de humildad desconfían demasiado de sus

propias fuerzas, o los que por falta de fe no confían en Dios cuanto

prudentemente deben confiar, o los que por temor a fracasar en sus empresas

santas retroceden siempre ante todo intento de trabajo por Dios.

En una palabra, este amor de los pusilánimes es infecundo para el que lo padece

y para los que dependen de tales personas es igualmente dañoso.

Por esta pusilanimidad no vendió todo lo que poseía aquel joven que sintiose

llamado por el mismo Cristo para que lo siguiera. Dominados por esta cobardía

huyeron los apóstoles la noche de la Pasión y dejaron solo a su divino Pastor.

La timidez apartó a muchos cristianos del martirio, y es causa de que muchos

no sean santos y de que no pocos ni lo intenten siquiera. Creen que no pueden,

les espanta la lucha, los sacrificios que han de hacer, las tentaciones que han de

vencer, y si del todo no se apartan de Jesús, es porque temen también perder

el premio.

Punto 3º – Este medroso amor tórnase a las veces valiente y arrojado en la desgracia

del Amado.

Así acaeció con Nicodemus y con aquel otro José de Arimatea, ambos

discípulos vergonzantes del Señor, pues, como dice nuestro Evangelista, después

de muerto el Maestro: «José, natural de Arimatea, que era discípulo de Jesús,

bien oculto por miedo de los Judíos, pidió licencia a Pilato para recoger el

cuerpo de Jesus.

Y vino también Nicodemus, aquel mismo que en otra ocasión había ido de

noche a encontrar a Jesús, trayendo consigo una confección de mirra y aloe,

como cien libras, y tomaron el cuerpo de Jesus, y bañado en las especies

aromáticas, lo amortajaron con lienzos, según la costumbre de sepultar de los

judíos»53.

Si tú, alma mía, sientes temores infundados para acometer alguna empresa por

Jesús, si te espanta emprender el único negocio importante de esta vida, que es

la santificación propia, medita y considera como Jesús, tu Esposo, hállase

olvidado de casi todos los hombres, despreciado de muchos y combatido de

no pocos, y lánzate a luchar para que Él sea conocido y amado de todos

aquellos a los cuales puedan llegar tus palabras y ejemplos.

53 San Juan, XIX, 38 y ss.

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

57

AFECTOS

De aborrecimiento al temor infundido y de ansias de obrar siempre impulsado

por celo prudente

«De ningún cobarde se ha escrito nada bueno», dice un adagio para enseñarnos

que la cobardía nada inspira digno de loa, y si esto se dice de las obras humanas,

¿cuánto más cierto será esto tratándose de la empresa de nuestra santificación que es

la más ardua de todas las hazañas que puede acometer el hombre?

No sea yo como Jonás que huya de cumplir tus preceptos y soberana voluntad

por temor a tus enemigos. No tema yo a los que matan el cuerpo y no pueden matar

el alma, a los jueces tus enemigos, delante de los cuales tú me darás palabras de

sabiduría que ellos no podrán resistir, ni a las tentaciones que son pruebas en las que

tú quieres que venza y para lo que me das cuanta ayuda necesito, premiándome después

con galardón eterno.

Esté yo seguro de que tú me ayudas y tendré certeza de que todo lo puedo.

Pídeme, Señor lo que quieras, pero dame lo que me pidas. Conforta mi flaqueza

enviando sobre mi alma el fuego de tu Divino Espíritu.

PROPÓSITO

Sujetar todas mis empresas a la obediencia, no intimidándome por cosa alguna del cielo ni de la tierra cuando me impulse un legítimo superior

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

59

MEDITACIÓN XVII

Del amor Jactancioso

Punto 1º – No quiere Dios, alma mía, el amor que no pasa más que de palabras, y

mucho menos si estas palabras son de falsedad, porque el hombre se atribuya a

sí más de la virtud que realmente tiene.

Esta especie de amor jactancioso nace de no estar ejercitadas las almas en el

amor divino. Los hombres que saben de luchas espirituales conocen

perfectamente su flaqueza y no confían en sí mismos, sino que en todo estriban

principalmente en la ayuda que les ha de venir de lo alto y, así, más atribuyen

a Dios, si algún triunfo consiguen, el mérito de la victoria, que a ellos mismos

y de este modo no se exaltan a sí propios.

Pero si no reconoce el hombre su ignorancia y flaqueza, se aparta

insensiblemente de Dios y llega a creerse tan superior a lo que en realidad es,

que, en su extravío, llega a decir como el rey de Tiro, de quien escribe la

Sagrada Escritura que blasfemaba con estas torpes palabras: «Se ha engreído tu

corazón y has dicho: yo soy Dios»54.

Punto 2º – El amor jactancioso, alma mía, por ser tan imperfecto es necesariamente

flaco y arrastra a los que de él se dejan llevar a las más humillantes faltas

y caídas, porque hace a los hombres prometer o proponerse más de lo que es

permitido a sus propias fuerzas.

54 Ezequiel, 28, 2

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

60

Son evidente ejemplo de lo que acabas de leer, alma mía, los apóstoles San

Pedro y Santo Tomas. Este alentaba un día a todos sus condiscípulos a seguir a

Cristo en los peligros diciéndoles: «Vamos también nosotros y muramos con

Él»55. Aquel, cuando Jesús decía a todos sus discípulos que ya no lo podrían

seguir, repuso diciendo: «¿Por qué no te puedo yo seguir ahora. Mi alma pondré

por ti»56.

De estos dos, Pedro negó a Jesús aquella misma noche tres veces, y Tomás,

sobre huir con los demás apóstoles dejando a Jesús en poder de los que lo habían

de crucificar, no quiso creer el testimonio de sus condiscípulos que le decían

haber visto a Cristo resucitado.

También hay jactanciosos que se creen superiores a los demás hombres,

contrariando así la caridad fraterna, aconteciendo a éstos que, mientras ellos se

ensalzan delante de los demás, Dios los rechaza y condena.

En esto vino a parar el fariseo que, jactándose de sí mismo, prorrumpió en

contumelias en contra de los demás hombres, diciendo, mientras oraba puesto de

pie en el templo: «Oh Dios, te doy gracias de que no soy como los demás

hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como este

publicano... Os declaro que éste el publicano, volvió a su casa justificado,

mas no el otro»57. Así lo dice el Maestro Divino.

Punto 3º – Este amor jactancioso se cura con la presencia y consideración de Jesús

humildísimo.

Negó Pedro a Cristo con horrible ingratitud y cobardía, pero miró Jesús al que

tan hondo había caído y lo sostuvo, miró Pedro a su Maestro y levantose con

verdadero valor de héroe para llorar amargamente su pecado toda la vida y

para aprender prácticamente, desde entonces, que a los humildes, y no a los

soberbios jactanciosos, es a quienes el Señor da su gracia.

Verdad es también que huyó y negó Tomás, pero el Hijo del hombre se le

mostró para hacerle ver sus manos y costado, amonestándolo para que no fuera

incrédulo, sino fiel.

Tomás entonces, iluminado por la divina lumbre de la humildad del Maestro,

humillándose también profundamente y adorando al Resucitado, exclamó: «

¡Señor mío y Dios mío!»58.

Aprenda yo, Jesús mío, a ser humilde de corazón y, como de la abundancia

del corazón habla la boca, no habrá ciertamente en mis labios palabras para

ensalzarme y sí para reconocer siempre, que de mi nada soy y que cuanto

puedo y valgo todo es gracia tuya y prueba evidente del infinito amor que me

tienes, Rey de mi alma.

55 San Juan, XI, 16 56 San Juan, XIII, 37 57 San Lucas, XVIII, 10 al 14 58 San Juan, XX, 28

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

61

AFECTOS

De odio a la jactancia y de amor a la humildad

Mi bien, Señor, lo hallé cuando me humillaste. ¿De qué me aprovechará la

soberbia ni qué me dará la jactancia?

La alabanza en boca propia es vituperio, y el que se ensalza será humillado.

Estas sentencias, del sentido común la primera y del Maestro divino la segunda, me

enseñan a ser humilde en mis palabras, anonadándome y confesando mi propia ruindad

y vileza.

Y si bien es verdad que no he de ocultar las gracias de Dios, cuando para su

gloria deba manifestarlas, también lo es que he de estar muy firme en atribuirlas a Él,

sin que me robe nada de su gloria con mis palabras, hablando yo siempre a la manera

de San Pablo que, impelido por los de Corinto a referirles las visiones y revelaciones

que el Señor le había hecho, no dejó de sacar a colación sus flaquezas y el estímulo

o aguijón de su carne que le daba en rostro sin cesar por lo que él decía: «con gusto

me gloriaré de mis flaquezas o enfermedades, para que haga morada en mí el poder

de Cristo»59.

PROPÓSITO

Huir toda palabra de jactancia reconociendo siempre que los demás deben ser preferidos a mí

59 II Corintios, XII, 9

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

63

MEDITACIÓN XVIII

DEL AMOR TIBIO

Punto 1º – De todos los vicios que contrarían el amor el que más repugna al divino

Maestro es la tibieza, con palabras del más evidente desagrado lo ha

expresado así en el Apocalipsis60. «Sé tus obras, que ni eres frío ni caliente»,

dice al ángel de Laodicea.

Y tanto le repugna ese estado del alma en que no se siente ni frío por el

pecado, ni caliente por la caridad, que añade: «¡Ojalá que fueras frío o

caliente!»

Con lo que nos hace ver nuestro Señor dos cosas, que prefiere el alma

encendida por la caridad al alma tibia, en lo que nos manifiesta una verdad a

todas luces sencillas, pues cuanto más caridad hay en un alma tanto es más

estimada de Dios, por consiguiente, le son menos estimables los que más tienden

a enfriarse por la tibieza de sus corazones, pero donde nos hace notar Dios

la repugnancia que siente para las almas que no son frías ni calientes es

cuando prefiere los fríos a los tibios.

Las almas frías son las que viven sin gracia, las que consintieron grave

pecado, y esto no obstante, dice el Señor al tibio: «¡Ojalá que fueses frío!»

No por razón de la culpa que en sí misma es más grave que la de la tibieza;

mas es preferible el frío al tibio, porque está más preparado para la enmienda el

primero que el segundo.

Y para no dejar el Maestro soberano la menor duda de la repugnancia que

los tibios le causan, ha dicho estas terribles palabras: «Más porque eres tibio

60 Apocalipsis III, 15 y ss.

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

64

y ni frío ni caliente te comenzaré a vomitar de mi boca». Esto es, te

abandonaré a tus propias ignorancias y flaquezas.

Punto 2º – El peor síntoma de la grave enfermedad que padecen los tibios, es el que

ellos lejos de sentirse y reconocerse enfermos, se creen perfectamente sanos y

llenos de todos los bienes; así nos lo enseña la Sagrada Escritura hablando del

tibio en el mismo lugar citado: «Porque, dices rico soy y estoy lleno de bienes

y de nada tengo falta».

El que nada necesita no pide cosa alguna a alguien. Mas quien, porque posee

alguna riqueza terrena, se cree que todo lo tiene y por tal motivo se priva de

Dios de todo está necesitado, pues donde no mora Dios sólo reina la pobreza.

El alma tibia que así presume de sus riquezas, aunque alguna poseyera de

orden sobrenatural, es una engañada y pobrísima alma, pues hallándose en

inminente peligro de perderse se cree dueña de toda felicidad. Y así nos lo

dice nuestro Señor añadiendo: «Y no conoces que eres un cuitado y miserable,

y pobre, y ciego y desnudo».

¡Qué triste estado el del tibio! ¡Pobre, ciego y desnudo!

Pobre es todo el que no tiene caridad y el que esta privado de las riquezas de

las virtudes.

Ciego está el tibio porque es imprudente en las cosas que ha de hacer, porque

no ve ni la ceguera en que vive.

Desnudo hallase también porque carece de buenas obras, pues las que hace son

hijas de ese exceso de confianza en sí mismo o por hipocresía; está desnudo

porque perdió la primera estola y, lo que es peor, porque no conoce siquiera

que los perdió.

¿Y a quién podremos encontrar más cuitado y miserable que al que es

tenido por Dios como pobre, ciego y desnudo?

Huyamos de este mal, salgamos de la tibieza.

Punto 3º – Para tan grave enfermedad del alma, descubierta con tan claras y terribles

palabras, no podía faltar remedio al Maestro de los maestros, y nos lo propuso,

en efecto a fin de que pudiéramos sanar todos los que adoleciéramos de vicio

tan execrable.

«Yo te aconsejo, dice el Señor al tibio, que compres de mí oro refinado en

fuego, para que seas rico, y que te vistas de ropas blancas para que no se

descubra la vergüenza de tus desnudeces y que unjas tus ojos con colirios para

que veas».

Has de comprar Oro refinado en el horno del Corazón Deifico, ofreciendo,

como moneda de pura ley, la oración que es como el oxígeno que aviva e

inflama el fuego de la caridad para que así puedas ejercitarte en obras de

mansedumbre, humildad y caridad de Cristo paciente.

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

65

También has de vestirte de ropa blanca, esto es, con la estola primera que

perdiste por el pecado, y con la inocencia no dañando a tu prójimo en lo más

mínimo, y con la pureza de tu vida despreciando, como a la más vil escoria,

todo deleite carnal y con las obras santas de las virtudes.

Por ultimo has de ungir tus ojos con colirios para que no quieran ver más los

bienes terrenos que ciegan los ojos de los prudentes, y para que purificados por

la consideración de los novísimos y lavados con el agua de toda tribulación y

humillación no vean ya en adelante otra cosa que la propia pobreza, ignorancia

y debilidad, y la riqueza, sabiduría y omnipotencia de Dios.

En una palabra, hemos de hacer todas nuestras obras por puro amor de Dios y

por Él mismo tolerar, cuando no alegres, resignados lo que por vivir píamente

hayamos de padecer, pues el mismo Señor nos enviará penas. «Yo a los que

amo reprendo y castigo», dice Jesús.

AFECTOS

De aborrecimiento de la tibieza y de ansias de ser fervoroso

Me levantaré e iré a ti, Dios mío. No quiero apacentarme más con el gusto de

las cosas mezquinas de acá abajo, sólo deseo saborear las cosas que son del cielo.

Ya considero , Señor, que el tiempo pasa veloz y, sino lo aprovecho, la gracia

se me escapa y con ella la gloria que he de merecer, tampoco olvido que vendrá la

muerte y ya nada podré hacer para mi perfección. Ahora es tiempo y ahora empezaré.

En todo momento pensaré en ti y me sacrificaré por ti, Jesús mío.

Amaré tu cruz y huiré de los pasatiempos y regalos de la vida. Tú nos has de

probar, Dios mío, en fuego abrasador, como se prueba la plata; con tu ayuda, Señor, es

mi deseo pasar por todas las tribulaciones que tú me quieras ofrecer en esta vida,

que más quiero ser aquí atribulado con mérito, que purificado en la otra vida sin

ganar ni un grado más de amor tuyo ni de tu gloria.

¡Qué insensato seré si desde hoy no me decido a sufrir penas en esta vida a

cambio de mayor gloria en la eterna!

Sean en adelante, Dios mío, tus mandamientos vehementísimo fuego en que

me abrase.

PROPÓSITO

Tener siempre deseos de sufrir algo por amor de Dios

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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MEDITACIÓN XIX

DEL AMOR INCIPIENTE

Punto 1º – Tiene la caridad principio, medio y fin. De perfección en perfección, de

grado en grado, va subiendo la caridad de punto en nuestras almas hasta que llega

a ser consumada. Para mejor comprender el estado de caridad en que nuestra

alma se encuentra, debemos tener presente que hay caridad de los incipientes,

de los propicientes y de los perfectos.

La caridad de los que empiezan tiene su primera nota característica en el

desabrimiento que siente el alma para todas las cosas que no son Dios o que no

la llevan a Dios. Es una como enfermedad que sobrecoge al alma y por la

cual siente como náuseas de las cosas humanas, aun las lícitas, que antes la

deleitaban.

En esta caridad de principiantes pasan muchas almas la vida entera sin haber

apenas dado un paso en la perfección, o mejor, andando y desandando

constantemente. Y no se crea que son grandes pecados o defectos muy visibles

los que les impiden adelantar en el sendero del amor divino, basta una

pasioncilla cualquiera, un puntillo de honra, como diría Santa Teresa.

Así esta misma santa anduvo diez y ocho años en el camino de los principiantes,

y los apóstoles, mientras pensaban y disputaban en cual había de ser entre

ellos el primero, apartados en algún modo estaban del mundo y a Jesús

seguían, pero tan llenos de imperfecciones, con tan poco espíritu y tan menguada

decisión de sufrir por el Maestro, que ni en aptitud estuvieron, después de

tres años de vivir con Cristo, de entender las divinas enseñanzas, cuanto menos

de practicarlas.

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

68

Por este motivo con los principiantes hace el Señor como la nodriza que nada

duro da al niño que cría para que se alimente. Y así, cuando el Redentor

soberano habló de trabajos a los apóstoles, se entristecieron y por eso les hubo

de decir: «Aun tengo muchas cosas que deciros, mas, por ahora, no podéis

comprenderlas»61.

Punto 2º – Cuanto más crece el desabrimiento a todo lo que no es Dios, más se regala

y deleita el alma en las cosas divinas, y por este motivo, el alma que enferma

para el mundo empieza a sanar para Dios y desfalleciendo para el mundo

siéntese tan vivificada para el cielo que sólo en él quisiera morar; y así se la

ve apartarse de todo lo terreno para emprender el camino de lo divino y

estando Dios como fin de toda la vida espiritual, en Él pone el alma sus ojos y

Él tiende con más fuerza que la: saeta lanzada al blanco, con más ansias que el

ciervo herido a la fuente de las aguas.

En este feliz estado el espiritual dice con la esposa de los cantares, «me

levantaré y buscaré al que ama mi alma»62.

Y, en efecto, alzase el alma de los gustos e inclinaciones sensibles a los

espirituales, aunque en este estado de incipiente es todavía atraída y fortalecida

por los deleites espirituales, tanto que el alma laméntase, y con sobrada razón,

de que no hubiera sabido antes cuanto más son halagadores los divinos que los

humanos deleites. y tanto más adelantan los que emprenden la senda de los

verdaderos espirituales, cuanto con más ansia y olvido de las criaturas buscan

a solo Dios. De modo que éste es el ejercicio que más dispone a los

principiantes a ser aprovechados, de tal manera que buscando a Dios sin

entorpecimiento de criaturas, y con vehementes ansias de sólo hallarlo a Él, es

como las almas pueden llegar a decir con San Juan de la Cruz:

«Y fui tan alto, tan alto,

que le di a la caza alcance».

Punto 3º – Este primer estado de caridad es el que más cautiva y seduce a las almas,

pero son verdaderamente pocos los que salen de él. Muchos son los llamados a

la perfección de la caridad, pero muy pocos los perfectos, los que se pueden

llamar escogidos, porque hayan alcanzado la consumación en el ejercicio de

esta reina de las virtudes.

Hasta partir el pan llegan muchos, hasta el Tabor no hay espiritual que no desee

ir, pero, ¡qué pocos son los que no dicen como San Pedro, «bueno es quedarnos

aquí»!

Porque el alma fácilmente queda asida a los regalos divinos y, en gustándolos,

no quisiera ya otra cosa que estas delicias, y no tiene por bueno lo que no

deja algún sabor deleitoso y con esta afición permanece el alma quieta y

61 San Juan, XVI, 12 62 Cantares, 3, 2

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

69

luego fácilmente se debilita .y retrocede, pues lejos de fortalecerse en el

desasimiento comenzado, vuelve a dejarse dominar de la afición a los propios

gustos, tanto más perjudiciales para emprender el camino de los proficientes

en la caridad, cuanto es menos fácil conocer que las aficiones a los regalos

espirituales nos apartan también de la perfección de la caridad.

Por lo cual a poco que nosotros, so pretexto de ser cosa buena y espiritual,

ahinquemos el alma o en algún propio querer, perderemos todo lo andado y

vendremos a ser juguetes de cualquiera pasión sencilla.

Y la lucha entre la caridad de Cristo que nos urge para que adelantemos y la

propia voluntad o afición que nos detiene, será nuestra cruz en lo sucesivo,

la cual nos atormentará y entristecerá, y nos robará el mérito de nuestra

perfección y los grados de gloria que con ella hubiéramos de conseguir.

Importa, pues, mucho al alma no apartarse nunca del camino de la propia

abnegación y desprendimiento de todas las cosas para que una vez decidida a

buscará Dios no haya criatura alguna que se lo impida, ya sea del cielo, ya

de la tierra, pues el hombre abnegado es el que marcha con gran libertad y

seguridad por el camino de la perfección, como dice el Kempis.

AFECTOS

De abnegación y desprendimiento y ansia de hallar a Dios

Mira, Señor, que mi alma ha desfallecido en los atrios de tu santa casa, que ya

no quiero volver mis ojos a bien alguno terreno, que nada de mi propio pensar y

querer deseo.

Tú, Dios mío, derrama sobre mi alma la lluvia de tu gracia para que yo

enferme de amor y tú me puedas sanar perfeccionándome.

Dame ansias de buscarte a ti y propósito firme de perder todo lo que no seas tú

o me lleve a ti.

Es mi voluntad firme de sacrificar todo lo que he amado hasta hoy: diversiones,

lujos, riquezas, amigos que me separen de ti, todo, todo lo quiero perder, porque, ¿de

qué me servirá la belleza que es engañosa y la hermosura que es vana?, ¿de qué la

sabiduría de este mundo que es necedad delante de Dios?

¿De qué me servirá la posesión de todos los bienes de esta vida, si sólo

renunciándolos me hago digno de ti?

¿De qué me aprovechará ganar todo el mundo perecedero con detrimento de

mi alma inmortal?

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

70

¿De qué la bondad misma de las criaturas, si tengo bien sabido que ella nunca

podrá ser infinita, porque, «nada hay bueno, sino sólo Dios»?

Pluguiera al cielo qué yo me olvidase de todas las criaturas y me apacentara

de hoy en más del Pan vivo que ha bajado del cielo, de la palabra divina, de los deseos

de hallar a Jesús donde quiera que Él se me esconda, ya sea en el Tabor, ya en el

Cenáculo, ya en el Calvario.

PROPÓSITO

Empezar la vida de los santos y no retroceder jamás

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

71

MEDITACIÓN XX

DEL AMOR DE LOS PROFICIENTES

Punto 1º – Por muchos que fueran los deseos y ansias que sintiera el alma de hallar a

Dios, no le bastaran jamás para conseguir su fin si no se ejercitara en obras de

verdadera caridad, las cuales son las que tejen las redes donde nosotros

cautivamos al Esposo de nuestras almas.

Con el abandono de las criaturas y deseos de conseguir a Dios enciéndese el

espiritual en deseos de cumplir, cuanto más perfectamente le sea posible, los

mandamientos de Dios, y siente codicia de que sus obras sean lo más agradables

al Dador de todo bien.

Y habiendo de sacrificarse por dar gusto a Dios, todo penar tiene en poco

por grande que sea, y hallase siempre deseoso de sacrificarse más y tiénese a

sí mismo por siervo inútil, y a todos los demás por aprovechados delante del

Señor: «lo uno dice San Juan de la Cruz, porque le va el amor enseñando

lo que merece Dios, y lo otro, porque como las obras que aquí hace por Dios

son muchas y las conoce por faltas e imperfectas, de todas saca confusión y

pena, conociendo que es muy baja manera de obrar la suya por un tan alto

Señor»63.

Punto 2º – El alma ejercitada humildemente en obras de perfección cumpliendo los

divinos mandamientos cuéstele lo que le costare, llega vivir en un estado

habitual de sufrimiento interior que más la estimula a llevar a cabo todo

sacrificio, pues ese sufrir es por más glorificar y servir al Señor y porque de

todos sea más conocido y amado.

63 Obras Espirituales, tomo III, pág. 126

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

72

De aquí que estas amorosas ansias hacen penar, pero no fatigan ni turban al

alma, antes bien, afírmanla cada día más en el deseo de darse toda a Dios y

de sufrir más y más por Él, para así demostrarle que de veras el amor que

le profesa es fuerte como la muerte, y también desea estar siempre abrazada a

la ley divina, aunque sea a costa de los mayores trabajos, desprecios y

privaciones de las criaturas, pues como dice San Juan, «en esto consiste la

caridad de Dios, en que caminemos según sus mandamientos»64.

Y para que el alma vaya purificándose más y más, ofrécele el Señor abundancia

de tribulaciones interiores y exteriores, con lo que tan ejercitada queda el alma

en hacer la voluntad de Dios, aun las cosas más duras, que al fin viene el hombre

a entender que «los mandamientos de Dios no son pesados»65.

Punto 3º – De compadecer son las almas que no saben entender las penas que Dios

hace sentirá los que se ejercitan en estas místicas lides del amor divino. Unas

veces que Dios se oculta al alma privándola de la paz y contento de su presencia,

otras que se le retira, como si la abandonase a sus propias fuerzas, poniéndola

como al borde del pecado, cuando ella tanto lo detesta y aborrece, ya

permitiendo que caiga en muchas faltas leves, pero que la causan muy hondo

pesar y profunda humillación, ya dándole en rostro el Señor y poniéndole

delante muy al vivo sus ingratitudes, ora muéstrale también el sinnúmero de

beneficios gracias y cuidados que por ella ha tenido, ora le hace ver la mala

correspondencia de ella.

Y así va estimulando al espíritu, como diría San Juan de la Cruz, «con ansias

en amores inflamada», hasta que lo sublima a lo más alto de la caridad.

Y es de ver al alma buscar con gemidos a Dios oculto, o pedirle que la conforte

porque se siente desmayar, o anonadarse como la más vil de las criaturas, o

alabar al Señor cantando las divinas misericordias, o atreviéndose tanto delante

de Él que llegue hasta pedirle que la bese con el beso de su boca, o que en

sintiéndolo el alma en lo interior de ella misma clame diciendo: «He hallado al

que ama mi alma, ya lo tengo y no lo dejaré». Y así abrazada al Esposo en el

más íntimo lazo del amor, empieza el alma a presentir algo de la gloria que

la espera.

AFECTOS

De amor probado en toda clase de luchas

Señor, habla, que tu siervo escucha. Señor ¿qué quieres que haga? Si Jacob

por la posesión de Raquel sirvió siete años y le parecieron pocos días por la grandeza

del amor, ¿cuánto tiempo debiera yo servir para poseerte?

64 II Epístola San Juan, v, 6 65 I Epístola San Juan, v, 5

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

73

Si los hombres del mundo por la adquisición y conservación de sus bienes

tanto se fatigan y sufren, ¿qué deberé yo sufrir para adquirirte y conservarte en mi

alma?

Sé que he de luchar batallas duras, Dios mío, pero no dudo que tú me ayudarás

para que lo venza.

Quiero subir de perfección en perfección hasta llegar a lo más encendido de la

caridad. Ilumina, Señor, mis ignorancias, fortalece mis flaquezas, líbrame de los lazos

del mundo engañador, de la carne corruptora y del demonio que, como fuerte armado,

acecha sin césar mi alma con ánimo decidido de perderla.

Llore yo mis pecados como la Magdalena y como ella vaya en pos de Ti por

la calle de la amargura y suba contigo hasta la cumbre del Calvario. Y aunque fuera

como San Juan Evangelista, no me creeré libre de padecer con Cristo, que él llegó

con su Maestro hasta el Calvario.

Así aprenderé por experiencia lo que significa antes morir que pecar, así

aprenderé a sortear prácticamente los peligros y precipicios que se hallan en la

empinada y estrecha vía que conduce al cielo, así aprenderé ahora el amor que los

santos tuvieron a Dios, para que luego goce de Él eternamente con ellos.

PROPÓSITO

Pasar por todas las penas antes de cometer una falta deliberada delante del Señor

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

75

MEDITACIÓN XXI

DE LA caridad perfecta

Punto 1º – Sabido es, alma mía, que la caridad no llega a ser consumada hasta que después

de esta vida llegamos a gozar de la visión beatífica en el cielo, pero hay momentos

en este mundo en los cuales puede decirse que llegamos a tocar los ápices de la

caridad perfecta de los viadores, entrando casi en los linderos del amor de los

comprensores.

Y bien nos lo hace ver así el Maestro del divino amor, cuando, para terminar el

sublime discurso de caridad predicado a sus apóstoles después de la cena, dijo

estas dulcísimas palabras: « ¡Oh, Padre justo! El mundo no te ha conocido. Yo sí

que te he conocido, y estos los apóstoles, han conocido que tú me enviaste.

Yo, por mi parte, les he dado y daré a conocer tu nombre para que el amor con

que me amaste esté en ellos, y yo mismo esté en ellos»66.

Y tanto se comunica Jesús al alma que llega después de muy constantes y rudas

luchas a transformarse en Jesús, que vive tan en Dios, como decía San Pablo, que

su vida era la vida de Cristo, o cómo vivió San Juan, recostado sobre el pecho de

Jesús, o remontándose al seno de Dios para cantar la eterna generación del Verbo

Divino, o como Moisés en el Sinaí o como Elías en el monte Horeb.

De las almas en este estado de amor es de las que principalmente dice el Maestro:

«Yo soy clarificado en ellos»67.

Estos son los enamorados de Cristo hasta el punto de darlo y perderlo todo

gustosamente por Él. Estos son los que siempre, en cuanto es posible a la humana

66 San Juan, XVII, 25 y 26 67 San Juan, XVII, 10

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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flaqueza, piensan en Cristo y a Él dirigen todos sus afectos. Estos son los que

suspiran por dar su vida o padecer o ser despreciados por Cristo. Estos son los que,

despreciando todas las persecuciones de los hombres, predican a Cristo

crucificado y tienen su gloria en morir por Él. Estos son los que van contentos a

la presencia de los jueces enemigos de Dios, porque fueron hallados dignos de

padecer contumelias por el nombre de Jesús.

Punto 2º – Las almas que llegan a este estado son tan de Dios, y Dios y Cristo son

considerados tan de ellas, que no podrían vivir estas almas sin poder decir con

razón que moran en Cristo y Cristo en ellas, que son una misma cosa con Él por

unión de amor.

De tales almas dice el Amado: «Yo estoy en ellas, y tú el Padre, estás en mí,

a fin de que sean consumados en la unidad»68. Esto es, en la unión del amor

perfecto. Estos son los que en su alma, que es la Ciudad de Dios, reciben la

corriente impetuosa del rio de la divina gracia que los alegra.

Estas son las almas que han llegado a recibir tanta plenitud de gracia que, de los

senos fecundísimos de ellas, saltan fuentes de aguas vivas que llegan hasta la vida

eterna. Estas son las almas que pueden decir con razón que el Señor alumbró sus

ignorancias, porque así como el camino de los pecadores es ir de abismo en abismo,

de tiniebla en tiniebla, de noche en noche, así el derrotero de los justos es andar

de claridad en claridad, de lumbre en lumbre, de día en día, hasta llegar al día de

la perfección en donde se consuma la caridad.

En este estado es en el que el alma clama como la Esposa de los cantares: «Mi

amado para mí y yo para Él».

Estos son los que pueden decir que llevan sobre sus hombros el reinado de Cristo

en este mundo. Estos son los que mueren porque no mueren, los que cantan en

medio de las llamas, como los jóvenes del horno de Babilonia, los que son

superiores a toda fuerza humana, como Santa Inés en el lupanar, los que se mofan

de los verdugos y tormentos mientras son abrasados en parrillas, como San

Lorenzo...

Punto 3º – La caridad cuando empieza es como vino nuevo que fácilmente se tuerce y

agria, la caridad de los proficientes y aprovechados es borrascosa, porque lleva

consigo la purificación del sentido y la del espíritu que pone al alma en grandes

aprietos y tribulaciones, hasta que, mortificados los propios gustos y aficiones,

hácese añosa, y entonces es como el vino añejo y se compara al vino adobado que

está compuesto con mucha clase de yerbas aromáticas y confortantes.

De aquí nace que la caridad perfecta está llena de suavidad. Es fuego, pero su

llama, como diría San Juan de la Cruz, ya no es esquiva, es fuego que no

chisporrotea y levanta humo, es llama de amor viva y suavísima que penetra del

alma en el más profundo centro. Es caridad tan probada en el cumplimiento de la

68 San Juan, XVII, 23

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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voluntad de Jesús, que de nadie sabe resistir un mandato y al de todos se sujeta y

halla manjar a propósito para su alma en los sacrificios que le imponen los demás.

Mientras el hombre va sacrificándose a sí mismo por Dios o va entendiendo que

Dios lo sacrifica, todavía halla en ello consuelo el alma y no falta arrimo a la

propia voluntad; pero cuando el alma negada del todo a sí misma, ni aun los

trabajos que ha de padecer escoge, sino que se los impone justa o injustamente

otro, sea quien quiera, y por puro amor de Dios tolera tales trabajos, entonces

podemos decir que es cuando el alma se hace anciana o de algún modo consumada

en la caridad.

Así lo enseñó Cristo a su Vicario Pedro con estas palabras: «En verdad, en verdad

te digo que cuando eras más mozo tú mismo te ceñías e ibas adonde querías, mas,

en siendo viejo extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevara adonde tu no

quieras»69.

¡Dichosas las almas que sepan llegar a este venturoso fin! Estas almas son, Señor,

las que llegan a embriagarse de la grosura de tu casa y a las que tu das de beber

con el torrente de tus delicias, porque cerca de Ti está la fuente de la vida»70. Que

es el mismo Espíritu Santo que se manifiesta y comunica a los santos, cual «río

resplandeciente como el cristal, que procede del trono de Dios y del Cordero»71.

AFECTOS

De humillación y de gratitud porque tantas gracias guarda para los que lo aman

¡Quién me diera lágrimas para llorar amargamente todos los días de mi vida, el

tiempo que he perdido, las gracias que he desaprovechado y la caridad que me falta por

mi poco espíritu de sacrificio y por mi disipación constante!

Tú me has llamado y yo no te he respondido, Tú me has buscado y yo me he

escondido, Tú me has lavado con tu propia sangre una y mil veces y yo me he vuelto a

engolfar en el fango. Mía es la culpa, tuya la generosidad en esperarme todavía.

¿Y seré yo tan insensato, Señor, que siga esta mi vida disipada y tibia, o enredada

en las zarzas de mis gustos y aficiones de mis vanidades y pareceres?

No, Amado de mi alma, no. Tu caridad me impele a volar en pos de Ti y a vivir

lo que me reste de vida abrazado a tu cruz, sin esperar otro consuelo y recompensa que la

satisfacción de padecer por Ti y la dicha de amarte, porque tus dones me obligan, y más

que por lo que me puedas dar, por lo que Tú mereces, Rey de las almas y perfectísimo

amador mío. Tú, soberano Dador de todo don perfecto, inflama mi corazón, muda mis

entrañas y convénceme de mi nada y nesciencia, para que así, anonadado, pueda yo decir

69 San Juan, XXI, 18 70 Salmos, XXXV, 9 71 Apocalipsis, XXII, l

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

78

por amor lo que mi divino Maestro dijo de su Eterno Padre por naturaleza: «Todas mis

cosas son tuyas y tus cosas son mías»72.

Y entonces, Señor, pon tu brazo izquierdo debajo de mi cabeza y con tu derecha

abrázame para toda la eternidad, pues en este estado morir por Ti es mi única ganancia.

PROPÓSITO

Amar a Dios sobre todas las cosas y a toda costa

72 San Juan, XVII, 10

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

79

MEDITACIÓN XXII

CARACTERÍSTICA DEL VERDADERO

AMOR

Punto 1º – El sublime rasgo característico del verdadero amor de Dios al hombre nos lo

expresa el Discípulo Amado en estas brevísimas palabras: «En esto hemos

conocido la caridad de Dios, en que dio el Señor su vida por nosotros»73.

¿Quién es el que dio su vida por nosotros? El Hijo amado de Dios, en quien el

mismo Dios tiene sus complacencias, el mansísimo Cordero que pasó por todas

partes haciendo bien.

¿Cómo dio su vida? Entre desprecios, injurias...

¿Y a manos de quién murió? De los más viles verdugos impulsados por las más

bajas pasiones de los soberbios, de los envidiosos.

Punto 2º – Si tal es el carácter del amor de Dios para nosotros, ¿no debe ser otro el signo

de nuestro amor hacia el prójimo?

Y, por lo mismo, así continúa diciendo en el mismo lugar el Discípulo Amado:

«Y así nosotros debemos de estar prontos a dar la vida por la salvación de nuestros

hermanos». Nosotros, que nacemos hijos de ira, enemigos de Dios, nosotros,

injustos y crueles tantas veces, nosotros, manchados con los más nefandos

pecados de nuestra voluntad.

Punto 3º– Medita ahora, alma mía, cuantas son las personas que estuvieron dispuestas a

dar su vida por la eterna salvación de sus prójimos, y cuántos son los muchos que

73 I Epístola San Juan, III, 16

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

80

la dieron: unos con muertes violentas y otros en el prolongado martirio de una

paciencia sin límites. Apóstoles, mártires, confesores, vírgenes, religiosos,

seculares, cuenta los tormentos sufridos por dieciséis millones de mártires. Sólo

Dios puede enumerar los padecimientos de sus santos.

AFECTOS

De amor al sacrificio para imitar a Dios y probar si es verdadero mi amor al

prójimo

¿Qué mucho es, Señor, que yo dé mi vida por amor de mis prójimos, cuando tú la

diste por amor de ellos y por amor mío?

¡Mi sangre por tu sangre, mis penas por las tuyas!

¿Qué debiera yo sentir si considerara que hasta hoy he huido todo sacrificio y

apetecido todos los deleites?

«Hacecillo de mirra mi Amado para mí », diré con la Esposa de los Cantares desde

hoy. Tú eres, Señor, mi fortaleza, contigo subiré hasta la empinada cumbre de mis trabajos

y apurar gozoso todas mis contradicciones.

¿Qué mucho que yo sufra algo por quien tanto ha sufrido por mí?

¡Qué dichoso seria yo, Dios mío, si fuera capaz de sufrir algún día algo por tu

amor y Tú me dieras la gracia de ponerme en la ocasión de sufrirlo!

Bien sé que mi flaqueza, tantas veces manifiesta, me hace indigno de gracia tan

especial y tan propia de tus santos, pero ya que no sea, Señor, capaz de llevar por ti la

cruz de los soldados que más te siguieron en el padecer, concédeme que lleve siempre

clavadas en mi alma algunas astillas de esa tu cruz bendita, que me hagan derramar

incesantemente sangre del alma, en testimonio del vehemente deseo que sienta de dar mi

vida por la salud de mis hermanos y por puro amor tuyo.

PROPÓSITO

Hacer cuanto sea posible por el bien de mis hermanos

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

81

MEDITACIÓN XXIII

VEHEMENTES DESEOS DE PROBAR EL

AMOR CON EL SACRIFICIO

Punto 1º – El verdadero amor mesurado y prudente en la paz, se convierte en ardiente y

firmísimo a la hora de la lucha, al contrario del falso amor concupiscente o

interesado, que desmaya a la hora de la tribulación, de la escasez o del trabajo. El

Divino Maestro nos da de esto admirable ejemplo.

Llegada la hora de su Pasión no ocultaba el grandísimo deseo de ser sacrificado

que ardía en su alma, y para dar testimonio a todos manifiesto de que así lo deseaba

con toda vehemencia, Él mismo impulsó a sus enemigos en la persona de Judas

Iscariote para que se lanzasen en contra de su sagrada persona cuando dijo a Judas,

el traidor, las palabras que fueron como la orden y estímulo para que Judas saliera

de la compañía de Jesús, a fin de consumar la venta que del mansísimo Cordero

había ya hecho a los grandes señores de entre los escribas y fariseos.

«Lo que piensas hacer hazlo cuanto antes», dijo Jesús a Judas. Y cuando éste hubo

salido dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado

en Él»74.

Punto 2º – Pudo el Divino Apóstol agasajar al traidor, darle más de lo que iba a recibir

por su traición, pudo, aun humanamente, obligarlo a no separarse de los demás

apóstoles, pudo impedir que Judas fuera a ponerse a la cabeza de los soldados que

lo habían de prender, pero no hizo lo que pudo para librarse de los trabajos de la

Pasión, hizo lo contrario, como hemos visto.

74 San Juan, XIII, 27 y 31

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

82

También pudo Jesús burlar la saña de Judas y de sus enemigos. Pudo, pero no

quiso. Pudo Jesús haberse marchado con sus discípulos a otro lugar ignorado y

oculto, podía haberse quedado en el mismo cenáculo encerrado, pero ni éstas ni

otras miles cosas que en su sabiduría pudo hacer llevó a cabo.

Al contrario, correspondiendo al ardiente deseo de probar que amaba a su Eterno

Padre, exclamó y dijo: «Mas para que el mundo conozca que amo al Padre y que

cumplo con lo que me ha mandado, levantaos y vamos de aquí»75.

Y salió Jesús y fue al lugar donde sus enemigos lo habían de encontrar.

Punto 3º – Jesús no había de dejar de dar prueba alguna que demostrase como Él se

entregaba a sus enemigos por puro amor de Dios, y por eso, cuando los tuvo en su

presencia, les hizo caer en tierra demostrando de este modo que, todos juntos, no

pusieran en Él sus sacrílegas manos si Él no lo permitiese.

Y cuando San Pedro, fiel hasta entonces a su deseo de morir defendiendo a Cristo,

sacó su espada y atacó a los soldados, el Divino Maestro detuvo en Pedro a todas

las criaturas que lo hubieran defendido diciendo: «Mete la espada en la vaina, ¿el

cáliz que me ha dado mi Padre he de dejar de beber?76.

AFECTOS

De vehementes deseos de amar muy fielmente a quien tanto ha deseado sufrir por

El amor todo lo vence.

Si yo amase de veras a mi Jesús todo lo sufriera por Él.

Pero yo amo al mundo más que a mi divino Maestro, y me amo a mí mismo más

que a mi Salvador, y busco para mí regalos mientras Él vive en la cruz, y ambiciono

honores siendo Él tan despreciado, y apetezco mayorías habiendo sido Él pospuesto a

Barrabás y hecho el oprobio de los hombres y la abyección de la plebe.

Tú, siendo rico, te hiciste pobre por amor mío.

Tú, siendo el Rey de los reyes, te sometiste a Herodes y a Pilato.

Tú, siendo el Sacerdote eterno, te sujetaste a Caifás y a Anás.

Yo siento rebeldía ante la más ligera obediencia y no la venzo sin murmurar o

regatear algo de lo que me mandan.

Tú siempre, Redentor mío, estás sediento de sufrir algo más por mí.

75 San Juan, XIV, 31 76 San Juan, XVIII, 11

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

83

Yo codicioso siempre de beber algún nuevo deleite de este mundo.

Ojala, amantísimo Salvador mío, que no sea tanta mi locura que me exponga a

perder las eternas delicias por las caducas de este mundo.

Los sufrimientos de acá son garantía de los deleites infinitos. Sufrir por puro amor

de Dios es amar.

Con amor se compra la gloria.

PROPÓSITO

Disponerme siempre para no desear cosa mejor que padecer por Cristo

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

85

MEDITACIÓN XXIV

ELECCION Y CONSTITUCIÓN DEL APOSTOL

Punto 1º – No habiendo Jesús de vivir humanamente entre nosotros durante el transcurso

de todos los siglos, y debiendo perdurar hasta el fin del mundo la obra salvadora

que Él había consumado en la cruz, quiso el divino Fundador de la Iglesia escoger

hombres que continuasen a través de los siglos la predicación de las salvadoras

doctrinas de la fe, y las practicas divinas de los Sacramentos venidos del cielo y

del espíritu ardentísimo de caridad enseñado por el Apóstol de los apóstoles.

Mas siendo tanta la dignidad que supone este oficio por tener que representar a

Jesús en su obra salvadora, y siendo, por otra parte, tantas las dificultades que se

oponen al ejercicio del apostolado por las duras pruebas a que ha de ser sometido

el apóstol por los mundanos, por los enemigos de Cristo y, muchas veces, por los

cristianos mismos, no ha dejado el soberano Maestro la elección de este cargo en

manos de los hombres, sino que Él mismo quiere ser el que elija y constituya

apóstol por su sola voluntad a quien a bien tuviere.

Y así lo enseña cuando dice a sus apóstoles: «No me elegisteis vosotros a mí»77.

Es decir, no vinisteis vosotros a solicitar que yo fuera vuestro Maestro y Señor,

sino que yo, como agrícola, elegí los sarmientos que más me agradaron para

plantarlo en la viña de mi Iglesia, y vivieron unidos conmigo por la fe y caridad y

ayudados de mi divina gracia. «No me elegisteis vosotros a mí», sino que yo os

elegí y os llamé, y con mi vocación y gracia os hice mis amigos, mis discípulos,

mis apóstoles.

77 San Juan. XV, 16

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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Punto 2º – «Mas yo os elegí a vosotros», añadió el Maestro soberano. Y os elegí, no por

vuestros méritos entre los demás hombres, no porque fuerais más nobles, ni

poderosos, ni ricos, ni sabios, ni elocuentes. A esta elección moviome sólo el

singularísimo amor que os profeso.

Y, porque os amo tanto, os he escogido para que seáis mis amigos predilectos y

príncipes de la Iglesia. Y os he sublimado a la más excelsa dignidad a que el

hombre puede aspirar, al oficio más divino de todos los que pueden ejercer, según

el sentir de San Dionisio, para que así os sintáis obligados a corresponderme

devolviéndome amor por amor.

Esta singular elección y dignidad tan superior obliga también al apóstol a

satisfacer de algún modo a Jesús el bien que de Él recibe, pues si el apóstol ha

sido buscado, elegido y preparado para vivir siempre con Cristo, debe afanarse

para buscar y preparar las almas de sus hermanos con la predicación a fin de que

sigan al Salvador divino.

Y han de llevar a la práctica sus apostólicos trabajos con gran humildad, pues,

para que así sea, hace ver también nuestro Señor al apóstol que Él lo eligió por

sólo su querer y no obligado de modo alguno por los méritos del elegido. Y así, si

no fue por justicia sino por gracia, téngala por tal el favorecido con ella. Y si todo

lo ha recibido graciosamente, loco será si se gloría como de cosa no recibida y sí

propia, pues en vez de predicador de Cristo tornárase en predicador de sí mismo,

en ladrón de la gloria de Dios y en lobo de las almas.

Punto 3º – Más hace el divino Maestro. Que Él no elige y abandona al elegido a fin de

que se disponga y prepare haciéndose apto para el desempeño del cargo para que

fue elegido. Él elige, llama y constituye al apóstol en su oficio con todos los

medios que le son necesarios para cumplirlo.

Y, así, sigue diciendo el Salvador estas palabras: «Yo os he puesto en este oficio

con la autoridad que me ha dado el Eterno Padre, como me ha enviado el Padre

así os envió yo a vosotros».

Yo os doy posesión del apostolado que os confiero, y porque yo os envío

directamente, como a los primeros, o mediante mis legítimos representantes en la

Iglesia, nadie podrá arrebataros el derecho que os he concedido, ni menoscabar la

dignidad a que sois levantados.

Yo os constituí apóstoles en medio de todos los hombres y yo os daré sabiduría

que no podrán resistir vuestros adversarios, y unción para cautivar a los humildes,

y fuerza para resistir a vuestros enemigos, o mejor, a los que os han de perseguir

porque sois mis amigos, mis discípulos, mis apóstoles.

Mas todos los poderes juntos de la tierra no serán bastante a impedir que vosotros

ejercitéis vuestro oficio de apóstoles, como no sea arrebatándoos la vida, y, en este

caso, recibiréis la suprema consagración de vuestro apostolado, pues «el buen

Pastor da la vida por sus ovejas».

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

87

Yo os he constituido apóstoles, luego nada os ha de faltar ni cosa alguna habéis

de temer, yo lo hago todo proporcionado al fin para que lo destino. Solamente

vuestra voluntad puede hacer estériles mis gracias.

AFECTOS

De reconocimiento

Quien más quien menos, Señor, todos tenemos que ejercitar algo que, si no nos

constituye apóstoles, nos hace ayudadores de ellos.

¡Cuántas veces, Dios mío, he oído las enseñanzas de tus enviados y cuántas veces

las olvidé o conculqué!

Tal vez, Señor, he menoscabado la honra de tus apóstoles con mis murmuraciones,

burlándome quizás de su espíritu de pobreza, teniéndolos en poco, porque no los veía

rodeados de humanas pompas, olvidándome de la dignidad que Tú, Señor, habías puesto

en ellos.

Quizás en ocasiones fui contrario a tus enviados y, por motivos puramente

humanos, hice la guerra a sus obras divinas y al bien de las almas que se proponían. Más

amante de las vanidades y exterioridades del siglo que de las enseñanzas divinas quien

sabe si menosprecié al verdadero enviado del Señor, porque no había en sus palabras

halagos humanos de adulación, o de elocuencias, o de transigencia con mis apasionados

juicios.

Dios mío, perdón. Quiero en adelante honrar a tus apóstoles coadyuvando en la

medida de mis fuerzas a que el fin para que los destinas sea cumplido en mí y en las

demás almas.

PROPÓSITO

Honrar con obras y palabras a los apóstoles de la Iglesia santa

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

89

MEDITACIÓN XXV

FIN DEL APÓSTOL

Punto 1º – Expresada la manera que emplea Jesús para elegir y constituir al apóstol, sigue

manifestando el divino Maestro a sus discípulos el fin para el cual los ha escogido

diciendo: «Os he puesto para que vayáis».

¿Adónde? A todo el mundo, del uno al otro confín.

¿A quiénes? A todos los hombres. A judíos y a gentiles, sin distinción de clases

ni de condiciones, a todos.

¿Cuándo? En el momento mismo en que seáis enviados, sin poner dificultades, ni

retardar la hora por temer a nada ni a nadie.

¿Cómo? A la manera de Cristo, pobremente, humildemente para seducir a los

pecadores, llenos de ardor y de valentía para condenar el vicio. Como Elías, como

San Juan Bautista, como San Pablo. Sin temor al trabajo ni a la fatiga. Haciendo

todo el bien que podamos gratis, porque gratuitamente hemos recibido la gracia y

favores que comuniquemos por nuestro apostolado.

Punto 2º – Y los que han sido constituidos apóstoles y van por todo el mundo en busca

de todos los hombres.

¿Para qué van? Para que lleven fruto, así nos lo dice el Apóstol divino.

¿Cuál es este fruto? Clarísimamente lo ha dicho el Maestro: «Id y enseñad a todas

las gentes». Id a todas las almas y enseñadlas.

Y, ¿qué han de enseñar? A guardar todas las cosas que de Jesús han aprendido.

Este es el primer fruto que el apóstol ha de llevar a las almas, que conozcan a Dios

y a Jesucristo, su enviado. Mas, en estando instruidos, bautizarlos, esto es lavarles

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

90

sus almas, para que estén limpios de pecado y, esto, hacerlo en el nombre del Dios

trino y uno, del que es tres veces Santo, pues Él sólo puede limpiar el alma de

pecados y, si ya hubiesen estado las almas a las que predica el apóstol limpias por

el bautismo y estuvieran ahora manchadas con nuevas culpas, purifíquenlas con

el santo sacramento de la Penitencia y, en todo caso, confórtelas dándoles a comer

el Pan vivo que ha bajado del cielo.

Y después de haber unido las almas a Cristo con unos mismos sacramentos únalas

también al representante de nuestro Salvador en la tierra, a fin de que todos los

cristianos seamos un solo rebaño con un solo pastor.

Punto 3º – El fruto que el apóstol ha de causar en las almas no ha de ser un fruto de

momento, ni de más o menos tiempo. Dios ha puesto al apóstol para que vaya y

lleve fruto y este fruto permanezca.

El fruto que los enviados de Cristo causan en las almas permanece mientras éstas

están unidas con Cristo, como el sarmiento a la vid, y tanto más fruto dan, cuanto

más se unen con Él, pues más reciben de su savia divina y más purificados quedan

ellos con los sacrificios que han de hacer para perdurar y perfeccionarse en esta

unión. De manera que, a estas almas que van cargadas de fruto, dice el Señor que

como a sarmientos las podará para que lleven frutos más abundantes.

Estas son las almas que, como naves cargadas de rica mercadería, pasan la vida

probándose a sí mismas para comer el pan y beber el cáliz sacratísimo del Señor,

y, recibiéndolo sacramentado y espiritualmente aquí en la tierra, viven dando

frutos constantes de unión con Dios, y Cristo permanece en ellos y ellos en Cristo,

conservando las almas la prenda que garantiza la gloria, que es Jesús

Sacramentado, en cuya posesión la permanencia de los frutos del apóstol se hará

eterna.

Preservarse de la corrupción y preservar a los demás, para que los frutos de la

gracia que Dios nos da permanezcan siempre en esta vida y eternamente en la otra,

es la tarea propia del apóstol de Cristo.

AFECTOS

Para decidirme a obrar

Quiero, Señor, quiero con toda mi alma, que mis hermanos reciban en su alma los

frutos que Tú deseas darles si viven unidos a ti.

Y si yo no soy del número de los escogidos y declarados apóstoles, bien sé que

todas las almas están obligadas a ejercitarse en el hermosísimo apostolado de la oración,

para que Tú derrames tus gracias sobre justos y pecadores, haciendo más santos a los

primeros y convirtiendo a los segundos.

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

91

El apostolado del buen ejemplo es también dado a todos los hombres practicarlo

para que viendo las buenas obras de los amantes de Cristo glorifiquen los demás a nuestro

Padre que está en los cielos. Y hoy, por la circunstancia especial de los tiempos, puedo

tomar parte muy activa en el apostolado de la enseñanza y de la predicación ayudando al

sostenimiento y fundación de escuelas y de periódicos católicos.

PROPÓSITO

Desear a toda costa el bien de las almas

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

93

MEDITACIÓN XXVI

LECCIONES PARA LOS QUE EJERCITAN EL

APOSTOLADO

Punto 1º – No dejaba el Divino Esclavo pasar oportunidad alguna en que pudiera alentar

a los apóstoles a seguirlo en el sacrificio de la propia vida que no la aprovechase.

Cuando hacia milagros y cuando los apóstoles buscaban primacías; en el monte

Tabor al transfigurarse y cuando veía que ya se acercaba la hora de ir al Padre, les

advertía de cómo habían de ser perseguidos hasta la muerte, a fin de que, al verse

en la persecución, no se espantasen y perdieran la fe.

Y así, después de hablarles de cómo había de ser perseguido, añadía: «Esto os lo

he dicho para que no os escandalicéis ni turbéis. Os echarán de las sinagogas, y

viene la hora en que quien os matare se persuadirá que hace un servicio a Dios»

¡Qué cierto es que hace veinte siglos se está cumpliendo esta profecía en la Iglesia

Católica!

El odio a los que trabajan por extender el reino de Cristo es tal, que se complacen

los del mundo en hacerles mal de cuantos modos pueden inventar.

Punto 2º – Mientras los apóstoles miraban a Jesús a su lado, en Él tenían todo su consuelo

y nada les espantaba, mas, cuando empezaron a entender que el Divino Maestro

les hablaba de estas tribulaciones porque ya le quedaba poco de estar con ellos,

entonces los apóstoles se entristecieron. Y Cristo los alentó a sufrir haciéndoles

ver cómo les había de enviar al Dador de todo bien que iluminaria sus inteligencias

con el clarísimo conocimiento de toda verdad necesaria para la salvación, y que

fortalecería sus voluntades hasta hacerlos capaces de dar testimonio de Él en todas

partes y a toda costa.

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

94

Jesús los consoló otra vez con el ejemplo de la mujer que sufre tanto antes de ver

su hijo en sus brazos, mas, después tanto se regocija viendo tan deseado fruto que

olvida todos los tormentos pasados.

También los alentó con la esperanza de que el padre daría a los apóstoles todo lo

que le pidieran en su nombre y les habló con tanta claridad de su filiación divina

y de todo cuanto ellos deseaban saber, que exclamaron: «En esto creemos que has

salido de Dios».

Punto 3º – La lección que nunca debe olvidar el apóstol de Cristo es la que Él da

a sus discípulos en éstas palabras que les respondió cuando ellos le dijeron las que

acabamos de oír: « ¿Ahora creéis? He aquí que viene, y ya es venida, la hora en

que seáis esparcidos cada uno por su parte y que me dejéis solo; más no estoy solo,

porque el Padre está conmigo». Sublime lección que nos ha de recordar siempre

nuestra flaqueza.

En el momento en que los apóstoles acaban de hacer un ardentísimo acto de fe en

la Divinidad de Jesús, en ese mismo instante, profetiza el Divino Maestro que

todos, olvidándose de su fe, huirán del lado de Él a la hora de la tentación y del

peligro.

Si aquellos así volvieron la espalda, ¿qué no podremos temer nosotros?

Empero, otra consoladora enseñanza podemos deducir y es que, aunque todos

huyan cobardemente a la hora de morir por la causa de Dios, no nos hemos de

creer vencidos, porque el verdadero apóstol siempre tiene a su lado la virtud divina

en la que estriba su triunfo.

Para que los mismos que lo habían de abandonar no perdieran la confianza en Él,

acabo por fin diciéndoles: «Esto os he dicho para que tengáis paz en mí. En el

mundo tendréis apretura, mas tened confianza, que yo he vencido al mundo».

AFECTOS

De gratitud para mi Divino Jesús que habiéndome elevado al oficio más divino

todavía tiene misericordia para recibirme si le hago traición y de nuevo vuelvo a Él

Jesús mío, ¡cuánta es tu misericordia para los que se convierten a ti!

Tanta es tu bondad para los que te piden perdón que no parece sino que jamás te

ofendieron.

Nos alienas con palabras y con divinos ejemplos para que suframos como héroes,

pero si caemos nos buscas y levantas como a flacos, tratándonos más que como a ingratos

como a desgraciados enfermos que necesitan todo cuidado y ayuda.

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

95

¡Oh Pastor divino de las almas que tienes compasión de aquellos que tú has

fortalecido y exaltado como a hijos, aunque te correspondan como pudieran hacerlo tus

mayores enemigos!

¿A qué pecador cerraré yo las puertas de la misericordia cuando vengan a mí para

encontrar el perdón de sus culpas, si tú eres tan compasivo para conmigo?

¿Por qué he de perder la confianza en que me perdonarás, si tantas veces me

perdonaste ya, y jamás se ha oído decir que no hayas perdonado al que te ha pedido perdón?

PROPÓSITO

No apartarme jamás de mi Maestro, aunque me cueste la vida ir en pos de Él

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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MEDITACIÓN XXVII

HUMILDAD DEL APÓSTOL

Punto 1º – Renunciar la propia gloria o apetecer, mejor dicho, la única y verdadera gloria

que sólo viene de Dios, es signo de verdadero amor. Así lo hizo el Bautista

declarando que no él sino Jesús era el Cordero de Dios, y cuando le fue preguntado

si era el Cristo, terminantemente dijo que no era digno de desatar la correa del

zapato de Él78.

Y para no dejar duda, el Bautista de que él no era el Mesías, y así impulsar a los

hombres de buena voluntad para que siguieran a Jesús, decía a los que le

preguntaban: «Yo no le conocía, mas, aquel que me envió a bautizar en agua me

dijo, sobre aquel que tú vieras bajar el Espíritu, y reposar sobre Él, este, es el que

bautiza en Espíritu Santo. Y yo lo vi, y di testimonio, que este es el Hijo de Dios»79.

Punto 2º – Que el Bautista declarase que no era Cristo cuando lo querían honrar como a

tal, es un hermoso acto de humildad, pero que el Unigénito del Padre, por el hecho

de hacerse hombre, se posponga a sus discípulos para enseñar humildad, eso está

sobre todo lo más sublime del amor del apóstol a las almas. «Sabiendo Jesús que

iba a Dios se levanta de la cena y se quita sus vestiduras, y tomando una toalla se

la ciñe. Echó después agua en un lebrillo y comenzó a lavar los pies de los

discípulos y a limpiarlos con la toalla»80.

Y después que les hubo lavado los pies y hubo tomado su ropa, volviendo a

sentarse a la mesa les dijo: « ¿Sabéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me

78 San Juan, I, 27 79 San Juan, I, 33 y34 80 San Juan, XIII, 3, 4 y 5

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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llamáis Maestro y Señor, y bien decís, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y

Maestro, os he lavado los pies vosotros también debéis lavar los pies los unos a

los otros. Porque ejemplo os he dado, para que, como yo he hecho a vosotros,

vosotros también hagáis. En verdad, en verdad os digo: El siervo no es mayor que

su Señor ni el enviado es mayor que aquel que le envió»81.

Punto 3º – Después de tales enseñanzas, ¿quién será el que de veras quiera trabajar para

que la voluntad de Jesús sea cumplida en el mundo y no desee pasar todas las

humillaciones y desprecios por Cristo?

Si Jesús para que yo aprendiera a ser apóstol tanto se humilló, ¿cómo no he de

estar yo dispuesto a humillarme delante de todas las almas para salvarlas? «Si el

mundo os aborrece, dice Jesús a los apóstoles, sabed que primero que a vosotros

me aborreció a mí»82.

Después el Divino Apóstol manifiesta a sus discípulos la causa del odio que el

mundo ha de tener a los continuadores de la obra de la Redención entre los

hombres, añadiendo estas palabras: «Si fuerais del mundo el mundo os amaría

como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que os entresaqué yo del

mundo, por eso el mundo os aborrece. Acordaos de aquella sentencia mía que ya

os dije: No es el siervo mayor que su amo»83.

Y para indicar qué sufrimientos y humillaciones habían de padecer sus discípulos,

continua diciendo: «Si a mí me han perseguido también os perseguirán a vosotros;

si mi palabra han guardado también guardarán la vuestra». Esto es, como de mi

doctrina se mofan ahora mis enemigos, así también se mofarán cuando vosotros

la prediquéis, y os tendrán por impostores, y os despreciarán.

AFECTOS

De gratitud delante de mi Jesús que me enseñó a humillarme delante de todos los

hombres para ganarlos a todos

Por mucho que yo me humille, ¿cuándo podrán compararse mis humillaciones con

las más insignificantes del Apóstol divino?

Él es sapientísimo, fortísimo, riquísimo, hermosísimo. Yo ignorante, flaco, pobre

y afeado por mis pecados.

Él es el hombre Dios y yo el hombre concebido en pecado.

Jesús mío, Tú, siendo inocentísimo, te dejaste despreciar y maltratar y crucificar

por el bien de las almas, y yo nada tolero si me desagrada, ni permito la más ligera

humillación, y si soy perseguido me lamento de tal modo y tanto me defiendo, aunque

81 San Juan, XIII 12 a 16 82 San Juan, XV, 8 83 San Juan, XV, 19 y 20

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

99

haya de atacar a los que me impugnan, que en vez de hacerles bien me declaro y

constituyo enemigo de ellos.

Mi Divino Maestro dio su preciosa Sangre por sus mismos verdugos. De Longinos,

que atravesó su Divino Corazón, hizo un santo.

¡Qué anonadamiento propio!

¡Cuando aprenderé yo a poner en práctica estas lecciones!

PROPÓSITO

Ejercitarme en sufrir todas las humillaciones que mis superiores, hermanos y personas con quienes trato me ofrezcan, para así poderlo hacer mejor y más fácilmente con las

almas entre las cuales tenga que trabajar como apóstol

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

101

MEDITACIÓN XXVIII

INTIMIDAD DE AMOR ENTRE CRISTO Y LOS

APÓSTOLES

Punto 1º – El apóstol, como continuador especial de la obra de Cristo en la Iglesia, debe

ser una misma cosa con Él. Y como el amor es el que hace iguales por eso Jesús

pide a los que lo siguen por este camino que lo amen diciéndoles cuánto y cómo

los ama Él: «Al modo que mi Padre me ama, así os he amado yo».

Y para que no entiendan que es pide un amor pasajero añade: «Perseverad en mi

amor».

Y como el amor que pide es de obras, que no quiere sólo el de afectos y palabras,

les enseña el modo de permanecer siempre en el amor de Él, diciéndoles de este

modo: «Si observareis mis preceptos, perseverareis en mi amor, así como yo

también he guardado los preceptos de mi Padre, y persevero en su amor»84.

El amor a Cristo es, pues, el fuego en que se templa el corazón del apóstol para no

decaer jamás y vivir siempre fiel al que nos ha amado con perpetua caridad,

Punto 2º – No ha querido el divino Maestro que ignoremos la clase de amor que exige de

los apóstoles y por eso les dijo: «Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os

mande. Ya no os llamaré siervos, pues el siervo no es sabedor de lo que hace su

amo, y yo a vosotros os llamo amigos, porque os he hecho, y os haré, saber cuántas

cosas oí de mi Padre»85. «Cuanta doctrina aprendió de su Padre otra tanta enseñó

84 San Juan, XV, 9 85 San Juan, XV, 14

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

102

a los apóstoles acomodándose siempre a la capacidad y disposición de ellos y

dándoles después la sabiduría de los perfectos enviándoles el Espíritu Santo»86.

Esto es, Jesús hace a sus apóstoles depositarios de sus secretos más íntimos.

Punto 3º – Y, ¿qué es lo que manda Jesús?

Uno solo podemos decir que es el mandamiento del Maestro Divino dado a todos

sus discípulos. Oigámoslo a Él. «Un nuevo mandato os doy y es que os améis unos

a otros y que del modo que yo os he amado a vosotros, así también os améis

recíprocamente. Por aquí conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis un

tal amor unos a otros»87.

Mas el amor tiene sus grados y el de los apóstoles es el más alto de todos, y por

eso a ellos en especial dice el Apóstol Divino: «El precepto mío es, que os améis

unos a otros como yo os he amado a vosotros, y nadie tiene amor más grande que

el que da la vida por sus amigos»88.

Esta es la medida del amor de los apóstoles: dar la vida con el Redentor por el

bien de las almas.

AFECTOS

De ansias de adquirir y conservar esta intimidad con Jesús

Aunque yo no haya sido elegido y constituido apóstol para ir por todo el mundo a

salvar almas, es bien cierto, Señor, que he de pastorear la mía y que he de procurar en

primer término que ella te sea fiel hasta la muerte, perseverando en tu amor.

Y para que yo consiga este fin te ruego que no me niegues las inspiraciones de tu

gracia que pueda yo tener encerrados en lo más escondido de mi alma tus secretos, Rey

divino, y que pueda yo decir con Isaías «mi secreto para mí».

Y sea, Esposo mío, mi amor para ti tan subido, que no quiera yo tener más trono

de mis amores que tu cruz bendita, en la que yo desee, si tú en ello fueres servido, de dar

mi vida por ti que eres mi único Amigo y por las almas de las que tú eres avaro, como

dice un santo.

PROPÓSITO

De hacer por mi alma o por la de mis prójimos, cuanto mi Salvador ha hecho por ellas

86 San Juan, XVI, 12 87 San Juan, XIII, 34 88 San Juan, XV, 12

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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MEDITACIÓN XXIX

JOSÉ, MODELO DE AMOR A DIOS

Punto 1º – El amor nos ha de transformar en Cristo después de unirnos a Él de la manera

más íntima, pero como quiera que esta transformación es obra altísima de la gracia,

y nosotros mejor la podemos conocer por los efectos que produce que por el

cambio interior que Dios opera en el alma, nos es conveniente estudiar las

operaciones de los santos transformados en Cristo para así emular, de algún modo,

la perfección más alta a que los hombres pueden llegar en esta vida,

Punto 2º – El santo Patriarca José es un perfectísimo modelo de amor divino que debemos

imitar constantemente. El recogimiento que él guarda y el silencio que en torno

suyo se siente. El trabajo constante sin exhalar una sola queja y la fidelidad tan

perfecta en el cumplimiento de sus deberes divinos y humanos, prueban la

constancia de su amor y son evidente testimonio de que su pensamiento y voluntad,

más que en él mismo, estaban fijos en Dios, a quien encomendaba el cuidado de

todas sus cosas, y de quién todo lo esperaba.

Punto 3º – Los dolores de San José sufridos con paz inalterable, pues ni buscó lenitivos

al sufrimiento, ni se apartó un instante de la obediencia divina por dura que esta

fuese, y la llevó a la práctica sin medir las privaciones y sin calcular los trabajos

que debiera soportar por seguir el querer divino, demuestran bien a las claras cómo

el amor a Dios era el que prevalecía en su alma de él, ya que a sí propio se

sacrificaba en toda ocasión y por todo el tiempo que Dios quisiese con tal de hacer

siempre la divina voluntad.

¿Y quién será capaz de entender el amor de complacencia que sentía el alma de

José cuando se regalaba en las miradas y sonrisas de Jesús?

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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AFECTOS

De buscar todas nuestras complacencias en Jesús

En ti solo, Jesús mío, en ti que eres mi ayudador, mi fortaleza, mi amigo y mi

padre, quiero hallar el único consuelo de mi alma, tantas veces atribulada por los

innumerables enemigos interiores y exteriores que me asaltan para perderme.

¿De quién aprenderé la verdadera sabiduría sino es de tus labios que pronuncian

palabras de vida eterna?

¿De quién aprenderé a bien obrar si no es de ti que todo lo has hecho perfectamente

y por todas partes pasaste haciendo bien?

Tú sólo, Jesús de mi alma, tú sólo eres mi Maestro, tú sólo eres el objeto de todas

mis complacencias.

PROPÓSITO

De complacerme en Jesús solamente teniendo todas las demás cosas por harto desabridas si no las amo por Él

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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MEDITACIÓN XXX

MARIA LA MADRE DEL AMOR

Punto 1º – ¿Y cómo podríamos buscar modelos en que imitar las obras de amor de las

almas transformadas en Cristo y no acudir a la Reina del Amor?

Transformada en Dios desde el primer instante de su Concepción, era tan perfecta

la correspondencia a la divina voluntad, que en el Corazón Inmaculado de la Reina

no hubo jamás el más ligero desconcierto entre el querer divino y el querer de Ella.

Siempre fue la Esclava del Señor y esta soberana esclavitud es el fundamento de

toda su gloria.

Punto 2º – El amor de María a Dios es el más probado. Hasta las heces bebió siempre el

cáliz de la tribulación. Huyó con su Hijo a Egipto, fue privada de Él tres días, lo

contempló siempre en trabajos y pobrezas, lo vio hecho una llaga desde la planta

de los pies hasta lo más alto de la cabeza, en presencia de Ella fue crucificado.

María siempre estuvo firme, nunca sintió desmayo ni sucumbió por la fuerza de

los pesares. María siempre permaneció en pie desafiando las iras de los verdugos

de su Hijo.

Punto 3º – María se regaló en Dios como una madre se deleita en el Hijo de sus entrañas.

Primero lo engendro en su mente que en su purísimo seno. Hubo un tiempo en que

el Verbo hecho carne respiraba los alientos de María, se nutría de la sangre de Ella,

y no tenía más calor que el que le prestaba su Madre.

En una palabra, Jesús vivía la vida de María.

El discípulo amado y el amor – MEDITACIONES – Federico Salvador Ramón – 1912

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La criatura María vivifica al que es la vida por esencia. La ha hecho grande el que

es poderoso, nada hay que más se parezca a Dios que María. Tan transformada

está en Él que Ella es el molde de Dios.

¡Si nosotros entráramos también en este molde qué pronto nos transformaríamos

en Jesús!

AFECTOS

De ansias de glorificar a sólo Dios

Madre, Madre del amor, tú puedes levantarme de la miseria en que desfallezco,

purifica mi alma y enciéndela en los más vivos deseos de vivir solamente para repetir

contigo sin cesar: «Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi

Salvador».

Enséñame tú, Madre mía, a esconderme, como tú te anonadaste en tu Concepción

y en tu Natividad especialmente, pues a pesar de amarte tanto, la Iglesia ha necesitado de

casi veinte siglos para esclarecer tales misterios debidamente.

Que yo sepa negarme a mí mismo de tal manera que sea afirmada siempre en mí

la gloria de Dios y la tuya, Reina mía, para que viva y muera por ti, y contigo glorifique

eternamente al Señor.

Amén

PROPÓSITO

De glorificar a Dios siempre, cuésteme lo que me costare

Derechos de autor registrados

2017

Congregación de Esclavas de la Inmaculada Niña

El Discípulo amado y el Amor. Meditaciones. Federico Salvador Ramón – Edición actualizada

Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educación. Portal de Investigación y Docencia

Edición preparada con ocasión del proceso de beatificación del Padre Fundador de las Esclavas de La

Inmaculada Niña.

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