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El delirio neurótico según Freud Claudia Sandra Palau I- Introducción A lo largo de toda su obra Freud trabaja la cuestión del delirio neurótico. Desde los Estudios sobre la histeria 1 , donde aparece como la manifestación de un recuerdo patógeno devenido de una situación traumática, poniéndolo de esta forma en serie con la con- ceptualización que por entonces manejaba del síntoma histérico. Pasando por el delirio en la neurosis obsesiva presente en el “Hombre de las Ratas” 2 y el trabajo sobre la "Gradiva" 3 , donde establece una vinculación entre el delirio y el sueño, señalando como fuente de los mismos a lo reprimido. Para que, luego con la teoría del fantasma que desplaza a la del trauma, plantee que puede observarse cierta articulación entre fantasía y delirio. En 1911, en su trabajo sobre Schreber 4 , trabaja como la cuestión se juega en las psicosis, presenta la forma en que el delirio se pone en juego en la paranoia, exponiendo su tesis de que aquello que ha sido rechazado desde el interior retorna desde el exterior, pero esto no es el objetivo del presente trabajo. II- El delirio histérico Entre 1893 y 1895 fueron escritos por Breuer y Freud los Estudios sobre la histeria . Los delirios histéricos aparecen tanto en los desarrollos teóricos como en los casos clínicos. Para la descripción de los ataques histéricos toman el esquema propuesto por Charcot. La cuarta y última fase del "gran ataque histérico", luego de la epileptoide, la de los grandes movimientos, y la de las attitudes passionnelles, es denominada: "la del delirio terminal". 1 Freud, S. “Estudios sobre la histeria”, Obras Completas, Tomo II. Buenos Aires, Amorrortu, 1985. 2 Freud, S. “A propósito de una caso de Neurosis Obsesiva. Hombre de las ratas”, Obras Completas.,Tomo X.. Buenos Aires, Amorrortu, 1990. 3 Freud, S. “El delirio y los sueños en la Gradiva de Jensen”, Obras Completas, Tomo IX.. Buenos Aires, Amorrortu, 1993. 4 Freud, S. “Sobre un caso de paranoia descrito autobiograficamente” (Schreber), Obras Completas, Tomo XII. Buenos Aires, Amorrortu, 1985.

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El delirio neurótico según Freud

Claudia Sandra Palau

I- Introducción

A lo largo de toda su obra Freud trabaja la cuestión del delirio neurótico. Desde los

Estudios sobre la histeria1, donde aparece como la manifestación de un recuerdo patógeno

devenido de una situación traumática, poniéndolo de esta forma en serie con la con-

ceptualización que por entonces manejaba del síntoma histérico. Pasando por el delirio en

la neurosis obsesiva presente en el “Hombre de las Ratas”2 y el trabajo sobre la "Gradiva"3,

donde establece una vinculación entre el delirio y el sueño, señalando como fuente de los

mismos a lo reprimido. Para que, luego con la teoría del fantasma que desplaza a la del

trauma, plantee que puede observarse cierta articulación entre fantasía y delirio.

En 1911, en su trabajo sobre Schreber4, trabaja como la cuestión se juega en las

psicosis, presenta la forma en que el delirio se pone en juego en la paranoia, exponiendo

su tesis de que aquello que ha sido rechazado desde el interior retorna desde el exterior,

pero esto no es el objetivo del presente trabajo.

II- El delirio histérico

Entre 1893 y 1895 fueron escritos por Breuer y Freud los Estudios sobre la histeria.

Los delirios histéricos aparecen tanto en los desarrollos teóricos como en los casos

clínicos. Para la descripción de los ataques histéricos toman el esquema propuesto por

Charcot. La cuarta y última fase del "gran ataque histérico", luego de la epileptoide, la de

los grandes movimientos, y la de las attitudes passionnelles, es denominada: "la del delirio

terminal".

1 Freud, S. “Estudios sobre la histeria”, Obras Completas, Tomo II. Buenos Aires, Amorrortu, 1985. 2 Freud, S. “A propósito de una caso de Neurosis Obsesiva. Hombre de las ratas”, Obras Completas.,Tomo X.. Buenos Aires, Amorrortu, 1990. 3 Freud, S. “El delirio y los sueños en la Gradiva de Jensen”, Obras Completas, Tomo IX.. Buenos Aires, Amorrortu, 1993. 4 Freud, S. “Sobre un caso de paranoia descrito autobiograficamente” (Schreber), Obras Completas, Tomo XII. Buenos Aires, Amorrortu, 1985.

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Emmy von N. presentaba, alternadamente con estados de conciencia normales, un

delirium histérico, como si se tratara de una suerte de tic que se intercalara entre los movi-

mientos sin mezclarse ni que se notara su intromisión. Esta intercalación abrupta se daba

en estado de vigilia y era frecuente en el tratamiento. Se quejaba de las respuestas que ella

solía dar por ser retorcidas e inentendibles. En su primer entrevista, en la que Freud le

preguntó la edad, respondió seriamente: "Soy una mujer del siglo pasado". Luego volverá

a esta contestación para decir que durante ese lapso delirante se le había cruzado el

pensamiento de un viejo armario que había adquirido durante un viaje, y que en su

respuesta en realidad se refería al mismo. La interrogación acerca de la edad la llevó a

contestar sobre la época. Por otra parte siempre que Emmy padecía calambres en la nuca

sufría de un ataque de delirio. En una oportunidad, en el jardín, un ratón había corrido por

su mano para desaparecer repentinamente. Luego de una sesión de hipnosis, Freud

atribuye el ataque de delirio a un estado de fatiga, en cuanto al contenido del mismo es

comandado por asonancias. Luego de trabajar este delirio histérico, Freud le permite

volver a su hogar sobre el Báltico, recordando que por entonces, hechizado por el libro de

Bernheim sobre la sugestión, confiaba en el influjo pedagógico más de lo que luego lo

haría. Un año más tarde, y tras algunos avatares, la paciente volvería a Viena a consultar.

En la Epicrisis Freud, luego de realizar una observación sobre las dificultades de

diagnóstico, concluye que en el caso Emmy von N., por la prontitud para los delirios y

alucinaciones, pese a no aparecer otros indicios de la actividad espiritual, la alteración de la

personalidad, el sonambulismo artificial, la neuralgia ovárica y ciertos datos de su historia,

no puede dudarse de la naturaleza histérica de la afección. Freud y Breuer consideraban,

por entonces, estas manifestaciones como restos de excitaciones que influirían de una

forma traumática sobre el sistema nervioso. Impresiones penosas, o ecos de determinados

traumas la ponían a Emmy en estado de delirio, determinados por una limitación de su

conciencia, una compulsión a asociar similar a la del sueño, alucinaciones, ilusiones, de

donde se sacan conclusiones carentes de sentido o disparatadas. Freud comparará este

estado con una alienación mental, equivalente a lo que en una psicosis aguda se llamaría

confusión alucinatoria. En principio el delirio duraba todo el día, resultando difícil

determinar su carácter. Emmy se sorprendía cuando se le hacía saber acerca de lo que

había dicho, el delirio operaba como parches en conversaciones de un contenido normal,

como si tratara de dos estados. La actividad delirante no pudo tener el detenimiento que

Freud hubiera querido debido a la mejoría que llevó a que los delirios se circunscribieran a

los momentos en que sufría calambres en la nuca. Entonces surgió un tercer estado

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psíquico: el del sonambulismo artificial; allí disponía de recuerdos de los tres estados, por

lo cual Freud lo considera como el estado más normal. En la base del delirio, opinaba,

podrían rastrearse piezas de antiguos recuerdos traumáticos.

En la parte teórica de los Estudios, Breuer describe a los estados hipnoides,

considerándolos la base y la condición de la mayoría de los casos de histeria. Se trataría de

estados semejantes a la hipnosis, caracterizados por la amnesia y una escisión de la psique.

Las conversiones somáticas se encontrarían al margen de los mismos. Se provocarían, en

cambio, autohipnosis reales que, a diferencia de las artificiales, se producirían

espontáneamente. Debido a su contenido onírico de representación, Breuer dice que

pueden ser llamados "delirium histericum". En la vigilia caen bajo el golpe de la amnesia,

pero pueden ser recordados recurriendo a hipnosis artificial. La amnesia hace que las

asociaciones se substraigan al estar despierto, pero con la autohipnosis la crítica cede,

dando lugar a formaciones delirantes que pueden resultar de lo más desatinadas, y perdurar

en el tiempo. Se produciría cierto vínculo simbólico entre el fenómeno y la ocasión capaz

de desatarlo, que descansaría en asociaciones de palabras y semejanzas fonéticas.

El ataque histérico según Breuer estaría determinado por lo hipnoide. La histeria

aguda o gran histeria tendría un carácter nítidamente psicótico, que se puede llamar

confusión alucinatoria. El contenido estaría formado por representaciones que la

defensa ha combatido y fueron reprimidos. La histeria se debería a la escisión de la

psique; una parte de la misma se encontraría en lo hipnoide, acechando, para que

cuando el pensamiento durante la vigilia ceda, cobrar importancia; en este punto, para

Breuer, se produciría el ataque de delirio.

III- El delirio obsesivo

Según la opinión de Freud, a los tormentos suscitados por los pensamientos

obsesivos, no se contraponen sólo argumentos racionales. También se encuentran

pensamientos patológicos fruto del mestizaje entre estas formas que califica de

<<Delirie>>, delirios. Con ellos se refiere al loco accionar de Paul. Tampoco duda de ca-

lificar la posibilidad de que a su padre le pase algo malo en el más allá como una "amenaza

deliriosa". Nos detendremos en algunos puntos de este caso en los cuales se hace alusión a

la cuestión del delirio obsesivo.

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En el caso del "Hombre de las ratas", Freud se refiere en varias oportunidades al

delirio obsesivo. Cuando realiza el inventario de la neurosis de Paul, agrega una suerte de

delirio o formación delirante de extraño contenido: los padres estarían al tanto de sus

pensamientos porque, sin escucharlos, él los habría confesado. Freud ubica esto de

"declarar los pensamientos sin oírlos" como una proyección del supuesto de tener

pensamientos sin saber de ellos, es decir como si se tratase de una percepción endopsíquica

de lo reprimido.

Por otra parte tras las dudas acometidas en relación a la deuda por las gafas, Freud

dice que la decisión de consultarlo fue entretejida en el delirio: se haría extender un

certificado médico en el cual constara la necesidad de que el teniente primero A le aceptara

el dinero. Este acto le permitiría restablecerse. Pero una vez con Freud, no se atrevió a

hacer referencia a dicho certificado, se limitó a solicitar que lo liberaran de las representa-

ciones obsesivas.

Estas representaciones obsesivas de raro sinsentido, incluso las formaciones que

Freud no duda en calificar de delirantes, son sometidas a la asociación libre. De esta forma

las formaciones obsesivas se tornan transparentes, respondiendo al orden de lo simbólico.

En este caso resulta central el tormento de las ratas, por estimular pulsiones y

recuerdos. Las ratas, además de despertar el adormilado erotismo anal infantil, entran en

una cadena simbólica. Ratas (Ratten) remite a cuotas (Raten). En este punto Freud se re-

fiere a los delirio obsesivos de Paul, diciendo: "En sus delirios obsesivos {Zwangsdelirien},

él se había instituido una formal moneda de ratas; por ejemplo, cuando, preguntado por él,

yo le comuniqué el precio de la hora de tratamiento, eso dijo {es heisst} en él algo de lo

cual me enteré seis meses más tarde: <<Tantos florines, tantas ratas>>. Las represen-

taciones inherentes al complejo de intereses monetarios relativos a la herencia del padre,

por el puente significante cuotas-ratas fueron arrojadas al inconsciente. En el delirio

obsesivo las ratas remitían también a "hijos". El significante "ratas", en el cuento del capi-

tán Cruel, resultó una palabra-estímulo de complejo, ante la cual reaccionó Paul con ideas

obsesivas, en ocasiones de tinte delirante.

Los rasgos de superstición, tributarios de la omnipotencia de sus pensamientos y

sentimientos, también podrían llevarnos a pensar, opina Freud, que estas ideas se tratan de

delirios que rebasan la medida de la neurosis obsesiva, sin embargo resultan frecuentes en

este tipo de casos. El pensamiento obsesivo irrumpe en la conciencia y se protege de ser

disuelto por esta por medio de una desfiguración acaecida antes de su irrupción. Sin

embargo la idea obsesiva suele no apartarse de su génesis, pese a la desfiguración esto

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podría tornarla transparente. Lo que suele darse es un intervalo que opera entre la situación

patógena y la siguiente idea obsesiva, además de ser desasido el contenido de sus referen-

cias. La "compulsión a comprender" resulta demostrativo de esto en el "Hombre de las

Ratas". Otra forma posible de protegerse contra los intentos de disolución de la conciencia,

que podría tomarse a parte de la desfiguración, es la de servirse de un texto indeterminado

o ambiguo. Dicho texto, que lleva al malentendido, puede entrar en los delirios, anu-

dándose las formaciones posteriores al malentendido, en lugar de hacerlo al texto corriente.

Estos delirios se alimentan de referencias al texto de la compulsión que permanece

inconsciente.

Freud dice que no es dado esperar soluciones simples, ni recurrir a otros medios que

a los asociativos, frente a ideas obsesivas tan graves. Con las logradas a lo largo del

tratamiento de Paul, afirma, quedó destituido el delirio de las ratas.

IV- Algunas conclusiones

Vemos cómo en el caso de los delirios neuróticos no es aplicable la fórmula

freudiana para plantear el estatuto del delirio psicótico (aquello que ha sido rechazado

desde el interior retorna desde el exterior, la traducción lacaniana sería: lo que es

rechazado de lo simbólico vuelve desde lo real), sino que el delirio encuentra cierta

posibilidad de interpretarse al estilo de una formación del inconsciente, permaneciendo

en el campo de la lógica del significante tal como esta opera en la neurosis.

En las psicosis y en las neurosis aparecen características de diferentes índole, tanto

con relación a su génesis como a la estructura del lenguaje en el cual se desarrollan.

Si bien el delirium histérico, es comparado en los Estudios sobre la histeria con la

alienación mental, y puesto en equivalencia con la confusión alucinatoria propia de la

psicosis aguda, se establecen diferencias referidas a la posición que Emmy von N. man-

tiene con respecto a los lapsos delirantes que irrumpen abruptamente en su vida: ella se

percata y se queja de las respuestas de tinte delirante que le surgen cuando alguien la

interroga. La certeza inherente a la psicosis no parece acompañar dichas respuestas. Por el

contrario Schreber, no sólo de ninguna forma desmentía su delirio, sino que pretendía que

fuera aceptado por la humanidad entera como un valioso aporte. Los raptos delirantes de

Emmy ceden fácilmente, aunque de forma momentánea, al influjo de la sugestión, como

cualquier otro síntoma histérico.

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Con respecto al contenido del delirio, es frecuente la intervención de asonancias: se

darían asociaciones de palabras y semejanzas fonéticas que no serían ajenas al momento

del desencadenamiento. Si bien, aun no estaba formulado el concepto, responderían como

otras formaciones del inconsciente, al proceso secundario. Esto se sustentaría sobre la

lógica del mecanismo de la represión como estructurante de la neurosis. Por eso pese a la

comparación con la psicosis Freud afirma que la naturaleza histérica de la afección no

puede ser puesta en duda. Aunque naturalmente se puede prestar a confusiones.

Los delirios, a los cuales Freud hace mención frecuentemente en el caso del

"Hombre de las Ratas", o bien la forma deliriosa de los argumentos con los cuales el

paciente expone su problemática, son explicados como un recurso para evitar que las ideas

obsesivas que irrumpen desde lo inconsciente sean disueltas por la conciencia; con el

mismo fin que se produce la desfiguración o dislocación que el pensamiento obsesivo ha

sufrido, se toman esos textos que resultan extraños. Sin embargo en el caso de la neurosis

obsesiva los delirios permanentemente están en referencia a la sustancia y texto de la

compulsión que el pensar consciente no puede acoger. Es por medio de la asociación libre,

afirma Freud, que Paul Lorenz llega al germen de su delirio: "Tantos florines, tantas ratas”.

En ese sentido el análisis permitiría ir despejando el terreno argumentativo posibilitando

una transparencia de la formación delirante. Es decir que el delirio en la psicosis responde

a otra lógica. Tanto en lo que respecta a la génesis, a sus características, como a su desen-

cadenamiento.

Bibliografía

⇒ Freud, S. “Estudios sobre la histeria” (J. Breuer y S. Freud), Obras Completas.

Tomo II. Buenos Aires, Amorrortu, 1985.

⇒ Freud, S. “El delirio y los sueños en la Gradiva de Jensen”, Obras Completas, Tomo

IX. Buenos Aires, Amorrortu, 1993.

⇒ Freud, S. “A propósito de una caso de Neurosis Obsesiva. Hombre de las ratas”,

Obras Completas, Tomo X.. Buenos Aires, Amorrortu, 1990.

⇒ Freud, S. “Sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente (Schreber)”,

Obras Completas, Tomo XII.. Buenos Aires, Amorrortu, 1985.

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Sumario

A lo largo de toda su obra Freud trabaja la cuestión del delirio neurótico. Ubicándolo

como la manifestación de un recuerdo patógeno devenido de una situación traumática,

poniéndolo de esta forma en serie con la conceptualización que por entonces manejaba

del síntoma histérico. Pasando por el delirio en la neurosis obsesiva, donde establece

una vinculación entre el delirio y el sueño. Cuando la teoría del fantasma desplace a la

del trauma, planteará que puede observarse cierta articulación entre fantasía y delirio.

Este texto toma a la histeria y a la obsesión para interrogar sus formas delirantes.

Claudia Sandra Palau

Lic. en Psicología (U.K.). Investigadora de la Maestría en Psicoanálisis de la

Universidad Arg. John F. Kennedy. Docente del Departamento de Psicoanálisis de la

Universidad Arg. John F. Kennedy. Egresada de la Sección Clínica de Buenos Aires.

Autora de numerosos artículos publicados en diversos medios.