el criterio del gusto en la propuesta naturalista de david hume

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Axel Fernández 1 El criterio del gusto en la propuesta naturalista de David Hume. En este texto se expondrá la explicación del criterio del gusto de David Hume, haciendo énfasis en el carácter naturalista del proyecto general de Hume, y se harán algunas comparaciones menores respecto a recientes investigaciones en neurociencias. Para ello seguiré la lectura del proyecto humeano expuesta por Barry Stroud en Hume, y expondré la explicación del criterio del gusto que da Hume en Del criterio del gusto, además de tomar algunos casos presentados por Paul Bloom en su conferencia Los orígenes del placer, para contraponerlos a la propuesta de Hume. Introducción Lo que regularmente se resalta de la figura de David Hume, es su faceta negativa, basada en esa parte de su pensamiento, suele dibujarse a Hume como el máximo representante del escepticismo, cuya importancia radica en despertar a Immanuel Kant de su sueño dogmático. Pareciera ser que Hume, en su afán de poner todo en cuestión, termina por quedar en medio de la nada, en un escepticismo radical en donde se ha perdido todo suelo, y por tanto es impensable construir cosa alguna. Resulta curioso entonces, que esté pensador haya desarrollado toda una teoría positiva para explicar la naturaleza humana, presentando propuestas para explicar distintos aspectos del accionar humano. El trabajo realizado por Hume no culmina en un escepticismo total, lo que muestra con su fase negativa, es que un proyecto racionalista, en un sentido cartesiano, culmina en el escepticismo, lo cual es una buena razón para no seguir dicho camino. Como es una cuestión de hecho y no de ciencia abstracta, sólo podemos tener éxito siguiendo el método experimental y deduciendo máximas generales mediante una comparación de casos particulares. El otro método científico según el cual se establece primero un principio general abstracto que es después ramificado en una variedad de inferencias y conclusiones puede que en sí mismo sea más perfecto, pero se ajusta menos a la imperfección de la naturaleza humana y es una fuente común de ilusión y de error en este y en

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El criterio de gusto en Hume

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Page 1: El Criterio Del Gusto en La Propuesta Naturalista de David Hume

Axel Fernández

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El criterio del gusto en la propuesta naturalista de David

Hume.

En este texto se expondrá la explicación del criterio del gusto de David Hume,

haciendo énfasis en el carácter naturalista del proyecto general de Hume, y se

harán algunas comparaciones menores respecto a recientes investigaciones en

neurociencias. Para ello seguiré la lectura del proyecto humeano expuesta por

Barry Stroud en Hume, y expondré la explicación del criterio del gusto que da

Hume en Del criterio del gusto, además de tomar algunos casos presentados por

Paul Bloom en su conferencia Los orígenes del placer, para contraponerlos a la

propuesta de Hume.

Introducción

Lo que regularmente se resalta de la figura de David Hume, es su faceta

negativa, basada en esa parte de su pensamiento, suele dibujarse a Hume como

el máximo representante del escepticismo, cuya importancia radica en despertar a

Immanuel Kant de su sueño dogmático. Pareciera ser que Hume, en su afán de

poner todo en cuestión, termina por quedar en medio de la nada, en un

escepticismo radical en donde se ha perdido todo suelo, y por tanto es impensable

construir cosa alguna. Resulta curioso entonces, que esté pensador haya

desarrollado toda una teoría positiva para explicar la naturaleza humana,

presentando propuestas para explicar distintos aspectos del accionar humano. El

trabajo realizado por Hume no culmina en un escepticismo total, lo que muestra

con su fase negativa, es que un proyecto racionalista, en un sentido cartesiano,

culmina en el escepticismo, lo cual es una buena razón para no seguir dicho

camino.

Como es una cuestión de hecho y no de ciencia abstracta, sólo podemos tener éxito siguiendo el método experimental y deduciendo máximas generales mediante una comparación de casos particulares. El otro método científico según el cual se establece primero un principio general abstracto que es después ramificado en una variedad de inferencias y conclusiones puede que en sí mismo sea más perfecto, pero se ajusta menos a la imperfección de la naturaleza humana y es una fuente común de ilusión y de error en este y en

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otros asuntos. La humanidad está hoy curada de su pasión por hipostasis y sistemas en cuestiones de filosofía natural, y sólo prestará atención a argumentos que se deriven de la experiencia. Ya es hora de que intentemos una reforma semejante en todas las disquisiciones acerca de la moral rechazando todo sistema de ética que, por muy sutil e ingenioso que sea, no esté basado en hechos y en la observación. 1

En la cita anterior queda expresado, cuál es el tipo de propuesta que presentará

Hume en lo concerniente a su parte positiva. Se basara en observaciones

particulares, de dónde extraerá, inductivamente, los principios útiles para explicar

los fenómenos, esto claramente inspirado por, lo que él llama, filosofía natural, que

es lo que hoy llamamos generalmente ciencia experimental, en específico Hume

piensa en el sistema de Newton. Hume busca hacer una explicación de la

naturaleza humana, a la manera en que se haría la de cualquier otro fenómeno en

las ciencias experimentales, basado en los hechos empíricos, es decir, tomando al

comportamiento humano, como un conjunto de fenómenos más a explicar, dentro

de la naturaleza.

Claramente hacer un estudio de este tipo le sería imposible a Hume si

procediera, a la manera que hizo en su parte negativa; recordemos que en dicho

estudio muestra la invalidez de la inducción, causalidad e incluso del Yo. Para su

propuesta positiva le es necesario tomarlos como supuestos, para poder hacer

una explicación de la naturaleza humana. Un ejemplo es que le resultaría

imposible hablar de moralidad sin suponer la identidad personal.

La propuesta Hume consiste dibujar un modelo que nos permita explicar los

fenómenos del comportamiento humano, basándonos en la observación empírica;

teniendo en cuenta que dicho modelo, es justamente un modelo explicativo y no

pretende enunciar verdades necesarias que describen al mundo tal cual es, sino

que partiendo de que su parte negativa nos mostró que no podemos aspirar a

esos niveles de verdad, se hacen propuestas valiosas en un sentido pragmático,

por lo que se está abierto a que si surge una propuesta que explique de manera

más efectiva los fenómenos, podemos aceptarla sin problema alguno.

1 Hume David, Investigación sobre los principios de la moral,(6), P.40

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3

Desde este punto de vista naturalista es como debe de entender el modelo que

presentare a continuación. Pretende ser un modelo que explique el accionar

humano respecto al gusto estético, basado en la observación empírica y que

busca ser útil, por lo que no se cierra la posibilidad de que esté equivocado y

existan mejores maneras de explicar fenómeno.

El criterio del gusto.

¿Objetividad o Subjetividad?

Hume comienza su ensayo Del criterio del gusto buscando cuáles son las

intuiciones que tenemos respecto a la universalidad del gusto humano,

primeramente Hume despertara nuestra intuición por decir que el criterio de gusto

es totalmente subjetivo. Hume afirma que incluso si nos fijamos únicamente en

nuestro círculo social más estrecho, conformado por gente de una misma cultura,

un mismo gobierno y con los mismos prejuicios, nos será patente la gran variedad

que existe entre el gusto de todos los individuos, y quedará aún más clara si

realizamos una observación más amplia a lugares y épocas remotas, ya que nos

encontraremos con una gran cantidad de pueblos y divergencias en los gustos.

Solemos a llamar bárbaras a las cosas que divergen de nuestro gusto propio, pero

encontramos que ese mismo término es usado por otros pueblos para descrir al

nuestro, y no encontramos razón para lograr decir que nuestro gusto es superior al

ajeno. 2

Me parece que este argumento podemos seguir usándolo en el presente; en

cualquier grupo social existirán siempre divergencias en el gusto de los individuos;

así, dentro de un grupo de amigos cualquiera, a pesar de que quizás todos

disfruten de escuchar música, diferirán en el género musical de su preferencia, o

incluso si coindicen en esto, diferirán en el artista que más disfrutan. Y si

extendemos nuestra observación a todos los pueblos del mundo y a todas las

épocas, nos daremos cuenta de lo diferentes que son la música tribal de algunos

2 Hume David, Del criterio del gusto, p.47

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pueblos africanos, de la música clásica del siglo XVIII y de la diferencia de estás

dos con el punk de los 70s.

Presenta Hume que encontramos en todas las lenguas términos que indican

reprobación y otros que indican elogio, “Todas las voces se unen para aplaudir la

elegancia, la corrección, la simpleza y el espíritu de la literatura, y para reprobar la

futilidad, la presunción, la frialdad y el falso brillo.” 3. Sin embargo, si nos fijamos

en los usos particulares que hacen los distintos pueblos de estos términos, nos

daremos cuenta que son aplicados para cosas muy diversas. En este punto Hume

hace una analogía con el aspecto moral. 4 Al igual que con los términos propios de

la estética, los propios de la ética como “Virtud” y “Justicia” implicaran elogio para

todos los pueblos, y “Vicio” será siempre usado en un sentido negativo. Sería un

error lingüístico el decir que algo es virtuoso, si queremos atribuir un valor

negativo. Pero el uso común de los términos, no implica conformidad alguna

respecto a la moral de los pueblos. Hume da como ejemplo el que tanto Homero

como Fénelon hablan de heroísmo y prudencia, sin embargo, muchos actos que

Homero describe como heroicos o prudentes, resultarían inaceptables para la

concepción de Fénelon. También afirma que aunque el Corán supuestamente

incita a los valores de la justicia, equidad, humildad, etcétera, en realidad los

aplica a casos particulares que claramente son de traición, inhumanidad, crueldad,

etc. 5

Este argumento también resulta bastante aceptable hoy en día, los mismos

ejemplos que da Hume siguen siendo vigentes, ya que muestran la discordia entre

distintas concepciones morales, en el caso del Corán, la existente entre lo escrito

en esta obra, y la concepción moral del mismo Hume.

Hasta este punto todo parece indicar que si partimos de que la belleza no es

una cualidad de las cosas mismas, sino que sólo existe en la mente del que las

contempla y cada mente percibe de una manera diferente, la empresa de buscar

3 Ibídem, p.48. 4 Queda expresa la cercanía que tienen para Hume el gusto y la moralidad. 5 Ibídem, pp.48-49

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la belleza real o la deformidad real, está destinada al fracaso, ya que cada

individuo tendrá su manera particular de percibir las cosas, y no tendremos

argumentos para preferir un gusto sobre el otro. 6

Me parece que esta opinión de completa subjetividad en cuestión de gusto es

muy común en nuestra época, quedaría expresada en la frase popular “Cada

quien sus gustos”, la cual generalmente es aceptada fácilmente por todos los

individuos de nuestra sociedad. De esa manera podemos aceptar que, por

ejemplo, nuestros padres escuchen música que fue popular en su época, aunque

a nosotros no nos parezca agradable, y de igual manera, los padres toleran la

música de sus hijos, a pesar de que les pueda parecer terrible. Algo interesante,

es que el mismo Hume asegura que está opinión es aceptada en general por la

sociedad de su época, sin embargo no dice que se acepte respecto al terreno

moral. De igual manera hoy en día, no se acepta tan fácilmente una opinión de

este tipo respecto al terreno ético, la gente de nuestra sociedad suele pensar que,

por ejemplo, un asesinato cruel es malo sin importar si se da dentro un pueblo que

lo acepte como bueno. Esto es interesante, ya que dada la analogía que hace

Hume, parece ser que si aceptamos la subjetividad en el terreno del gusto,

deberíamos también aceptarla en el terreno moral. 7 La relación que hace Hume

entre el terreno estético y moral es sumamente interesante, lamentablemente en

este texto no contamos con el espacio suficiente para hacer un tratamiento

adecuado del tema.

Hasta este punto el autor se ha encargado de despertar la intuición en nosotros

de que la diversidad de los gustos es tal, que no hay manera de encontrar

objetividad alguna en ese tema, a continuación buscara despertar la intuición

contraria.

6 Ibídem, pp.50-51 7 Los ejemplos que doy tienen el objetivo de resultar cercanos al lector. Puede parecer que el que se da respecto al gusto puede parecer a priori para encajar, debido a que es entre gustos no tan lejanos, sin embargo me parece también funciona respecto a la aceptación de la moda extranjera o la música. En el caso del ejemplo moral, se busca hacerlo entre pueblos lejanos por hacerlo lo más fuerte posible, sin embargo también aplica a pequeña escala, nadie acepta como justificación para un asesinato que el asesino considere que asesinar es bueno.

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“Cualquiera que afirme una igualdad de ingenio y elegancia entre Ogilby y Milton

[…] será visto como defensor de una extravagancia no menor a la de sostener […]

que un estanque es tan extenso como un océano”. Aquí Hume está haciendo

referencia a escritores populares de su época, poniendo en comparación a Ogilby,

cuyo estilo fue ridiculizado por distintos autores, con Milton, que era considerado

un modelo artístico. Aquel que afirme que los trabajos de ambos poseen la misma

calidad, será tachado de tener un pésimo gusto, y se hará caso omiso de su

opinión. Tal parece que en este tipo de casos, dejamos de lado la afirmación de

que todos los gustos son igualmente válidos. 8 Podemos generar un ejemplo que

nos sea más cercano si intercambiamos el nombre de Milton por el de Borges, y el

de Ogilby por el de Coelho. 9

Dice Hume que las reglas de la composición no puede ser buscadas por

razonamientos a priori, sólo podemos buscar el criterio de belleza en casos

particulares dados en la experiencia. Si bien la poesía no puede someterse a una

verdad exacta, sí debe ser guiada por las reglas descubiertas por el genio y

observación el autor. Dice Hume que los autores no pueden gustar por transgredir

las reglas, sino que puede ser que gusten a pesar de ello, debido a que resaltan

más sus virtudes al seguir correctamente otras reglas. Si resultara que los errores

de una obra nos son placenteros, querría decir que nos hemos equivocado en

llamarlos errores. 10

Hume sostiene que existen algunas obras que han logrado mantenerse dentro

del gusto durante mucho tiempo, a pesar de los cambios culturales. El ejemplo

que da es Homero, cuyas obras gustaron en las antiguas Atenas y Roma, y siguen

gustando en su época, podemos extendernos y afirmar que siguen gustando hoy

en día.

“Parece entonces que entre toda la variedad y el capricho del gusto, existen

ciertos principios generales de aprobación y desaprobación cuya influencia en

8 Ibídem, p.51 9 No pretendo hacer juicio alguno de la superioridad de uno sobre el otro, simplemente rescato la opinión popular. 10 Ibídem, pp.52-53

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todas las operaciones de la mente puede ser trazada por una mirada cautelosa.

Algunas formas o cualidades particulares, por la estructura misma de la mente,

están calculadas para gustar y otras para disgustar…”11 Ha tomado ya postura

nuestro autor, afirma que es posible acceder a una cierta objetividad en el criterio

de gusto, basado en que todos los individuos poseen, de manera general, la

misma estructura mental, por lo que sienten placer por las mismas cosas. De esa

manera la belleza universal, no está en los objetos mismos, sino en la mente de

los observantes, y es universal por la regularidad de todas nuestras mentes,

podemos entenderlo como una objetividad en la subjetividad. El elemento en

común encargado de dar el juicio estético es el sentimiento, mientras que la razón

sólo será su ayudante. Hume no nos dice mucho acerca del operar del sentimiento

en el caso del gusto, a diferencia del caso moral, en dónde se encuentra

sumamente ligado a la simpatía; en el caso de la estética sólo nos dice que el

sentimiento es capaz de identificar determinados elementos que le son

placenteros o le causan disgusto, y en base a ellos da un juicio de belleza o

deformidad.

Explicación de la variedad en los gustos y el buen crítico.

Hume ya ha aceptado que es un hecho el que existe una variedad en los

gustos, por lo que es necesario explicar el por qué se da si todos tenemos

estructuras mentales análogas. En primer lugar dirá que las emociones de la

mente son de una naturaleza muy delicada, por lo cual, la menor obstrucción

externa o desorden interno alterara la operación del sentimiento. Entonces Hume

enunciara las condiciones idóneas para realizar un juicio estético: Elegir un

momento y lugar adecuados, colocar nuestra inclinación en una situación y

disposición adecuadas, tener una perfecta serenidad de la mente, una calmada

evocación del pensamiento y una debida atención al objeto. Dice Hume que si no

11 Ibídem, p.54

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satisfacemos las condiciones mencionadas, no nos será posible, o al menos no

fácilmente, juzgar correctamente la belleza universal. 12

Por otro lado, explicará que de la misma manera que los sentidos externos

pueden errar debido a defectos o enfermedades en los órganos, lo mismo puede

suceder con el sentimiento, cuyo juicio puede errar debido a afecciones de los

órganos internos. Así al igual que un hombre con gripe no puede fiarse de su

paladar para afirmar algo sobre un sabor, de la misma manera habrá hombres que

debido a una afección no puedan juzgar correctamente sobre la belleza. 13

Sostendrá entonces que una causa de que muchos no sientan el sentimiento de

belleza adecuado es la carencia de la delicadeza de imaginación, que es requisito

para poseer sensibilidad a esas emociones nobles. Dice que todos creen poseer

dicha delicadeza y ser capaces de juzgar correctamente, pero es falso que esto

sea así. Para explicar el concepto más claramente, Hume recurre a una fábula que

dice tomar del Quijote de Cervantes, aunque en realidad da su propia versión, que

va más de acuerdo a sus fines:

Con una buena razón, dice Sancho al caballero de la gran nariz, que yo pretendo tener un juicio

sobre el vino: ésta es una cualidad hereditaria en nuestra familia. Dos de mis parientes fueron

una vez llamados a dar su opinión sobre una cuba que se suponía excelente por ser añeja y de

una buena vendimia. Uno de ellos lo prueba, lo analiza, y tras una madurada reflexión afirma

que sería bueno, de no ser por un sutil sabor a cuero que había percibido en él. El otro, tras

usar las mismas precauciones, da también un veredicto en favor del vino, pero con la reserva

de un sabor a hierro, que él podía identificar claramente. No puedes imaginar cómo ambos

fueron ridiculizados por sus juicios. Pero, ¿quién rió último? Al vaciar la cuba, se encontró en el

fondo una llave vieja con una cuerda de cuero atada a ella. 14

Explica entonces que análogamente a como los parientes de Sancho poseían una

capacidad especial en el paladar, que les permitió percatarse de hasta el más

mínimo elemento de la bebida, igualmente existen personas con la misma

capacidad respecto al gusto, tal que les posible identificar hasta el más sutil de los

12 Ibídem, p.53 13 Ibídem, pp.54-55 14 Ibídem, p.55

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elementos de una pieza determinada, dicha capacidad es la delicadeza de la

imaginación.

Sostiene Hume que producir reglas o modelos generales de composición, es como

encontrar la llave que justifico el veredicto de los familiares de Sancho y

desconcertó a los supuestos jueces que se habían burlado de ellos. Sin embargo,

aunque no se hubiera vaciado la cuba para probar la veracidad de los juicios,

igualmente hubiera sido cierto que el gusto era más delicado en unos que en

otros. De la misma manera, aunque nunca se logré crear un modelo perfecto de

composición, sigue siendo claro que existen personas con mayor delicadeza de la

imaginación que otras. El problema es que es más difícil diferenciar a los malos

críticos de los buenos, ya que los malos siempre defenderán la veracidad de su

juicio y se negaran a rendirse; sin embargo dice Hume que se le puede mostrar un

ejemplo particular, que el mal critico acepte como bello, y mostrarle que el mismo

principio que opera en la pieza, opera también en la otra, así se verá obligado a

aceptar su error y admitir que carece de delicadeza de la imaginación. 15

Al respecto de la delicadeza de la imaginación, dice que análogamente a los

sentidos, decimos que es más perfecta en tanto que es capaz de captar los

elementos más pequeños y sutiles en las cosas. Respecto a los sentidos, un

paladar muy delicado, por ejemplo, puede llegar a ser una molestia para una

persona y sus amistades; pero asegura Hume que un gusto delicado de la belleza

y sabiduría es siempre deseable, porque es fuente de los placeres más nobles e

inofensivos que la naturaleza humana es capaz de sentir, y dice que en esto están

de acuerdo todos los sentimientos de la humanidad. Afirma que “la perfección del

hombre y la perfección del sentido o de la sensación, son descubiertos como

inseparables”16

Hablará a continuación de otro requisito necesario para el buen crítico, la

experiencia. Dice Hume, que a pesar de que no tengamos una delicadeza de la

imaginación innata, podemos desarrollarla a través de la constante práctica y

15 Ibídem, p.57 16 Ibídem, p.57

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observación de un arte particular, ya que nos permitirá desarrollar nuestra

capacidad de captar hasta los más mínimos detalles en las piezas. De esa

manera, si bien al principio nuestro juicio sobre una obra será oscuro y general,

después nos será posible apreciar hasta la más sutil de las virtudes de las obras

bellas. Agrega que para poder hacer una correcta apreciación de una pieza, es

necesario que se estudie la obra más de una vez, ya que la primera impresión

puede ser bastante confusa, y puede no mostrarse la concordancia de los

elementos, o incluso puede llegar a mostrarse una aparente belleza, pero que al

final resulta ser sólo superficial. Además no puede haber un buen crítico que no

conozca extensamente sobre piezas bellas, ya que al buen crítico que le es

necesario poder comparar y ubicar a las piezas según su nivel de perfección, ya

que hasta la baladas más vulgares pueden poseer un leve nivel de belleza y sólo

aquel que conozca las más altas bellezas, podrá darse cuenta de la imperfección

de dichas obras vulgares. 17

“Pero para que un crítico pueda llevar a cabo esta empresa de la manera más

plena, debe mantener su mente libre de todo prejuicio, y no permitir que nada

entre en su consideración sino el objeto mismo que es sujeto a su examen.” 18

Está es el último elemento del buen crítico, la capacidad de ejercer violencia de la

imaginación. Un discurso está siempre pensado para ser dirigido a un público

específico, el orador debe tener en cuenta los caracteres, intereses, opiniones,

pasiones y prejuicios de su audiencia si realmente quiere gustar e impactar con su

discurso. Si un orador enuncia un discurso a una audiencia determinada, y un

crítico de una época o nación distinta desea evaluar el valor retorico del mismo, es

necesario que el crítico se coloque en la posición en que estaba la audiencia

original, ejerciendo violencia en su propia imaginación para olvidar sus propios

prejuicios, existencia y circunstancias particulares. El juicio de un hombre que no

ejerce violencia de la imaginación para apreciar una obra de otra época, se verá

17 Ibídem, pp.58-60 18 Ibídem, p.60

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nublado por sus propios prejuicios y no será capaz de apreciar el valor de la obra

misma. 19

En este punto la razón resulta ser un elemento, sino fundamental, sí importante

para la operación. Es necesario que el buen crítico tenga la capacidad de

comprehender todas las partes de una obra y lograr ver la uniformidad en las

mismas. Dice Hume, que es difícil encontrar un hombre con un gusto delicado y un

pobre entendimiento. Cada obra tiene un fin específico, el de la elocuencia es

persuadir, el de la historia instruir y el de la poesía dar placer por medio de la

imaginación y las pasiones; por lo que es necesario juzgar cada obra según

cumpla o no su fin. 20

Haciendo un recuento, las características del buen crítico son tener delicadeza de

la imaginación, tener experiencia en la contemplación de la belleza y ser capaz de

ejercer violencia de la imaginación. El planteamiento de Hume a este respecto no

resulta tan claro, a diferencia de la argumentación previa. Hume reafirma que si

bien puede ser controvertido el que exista una persona con estas características,

todos estarán de acuerdo en que son características deseables para todo hombre,

y que todos deberían también aceptar que debe existir gente con estás

capacidades. Más adelantes agrega que es realidad muy fácil identificar a los

buenos críticos, sin embargo nunca nos da un ejemplo particular de alguien que él

considere un buen crítico. En este punto me parece que su posición no es muy

clara, de pronto parece que está seguro de que existen este tipo de individuos,

pero a veces más bien pareciera que la idea del buen crítico es en realidad un

ideal que deberíamos tratar de alcanzar. No queda tan claro si sigue en un terreno

plenamente empírico o no.

Para apoyar mayormente su tesis, Hume nuevamente apela a los ejemplos

particulares de las obras que perduran en el gusto a través de muchas épocas.

Está vez contrapone el hecho de que, a pesar de que creeríamos en el área del

19 Ibídem, pp.60-61 20 Ibídem, p.62. Respecto a este punto, supongo yo que también piensa en los objetivos de los distintos géneros en las artes. Así a pesar de que tanto la comedia como la tragedia busquen causar placer en el espectador, una lo hace buscando la risa y la otra la tristeza.

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conocimiento existe una mayor objetividad, los sistemas filosóficos y científicos

caen de la aceptación popular de manera relativamente rápida, mientras que en el

caso del arte, si bien surgen nuevas corrientes, no se deja de apreciar al arte

clásico. Este argumento sigue siendo aplicable, la historia nos muestra constantes

cambios de paradigma en el área del conocimiento, en este momento ya nadie

práctica la alquimia, sin embargo, el caso del arte, la Ilíada y la Odisea siguen

siendo obras sumamente populares.

Hume enuncia dos fuentes más de variación, estás no son causadas por defecto

de ninguna capacidad, simplemente son inherentes a la naturaleza humana, sin

embargo Hume no cree que representen peligro para la universalidad del criterio

de gusto. Estas fuentes son la diferencia en los caracteres de los hombres

individuales y la diferencia en las costumbres y opiniones particulares de nuestra

época y país. Así a pesar de que estemos ante dos piezas que aceptemos son del

mismo nivel de belleza, podemos preferir una debido a que nos es más cercana,

en un sentido cultural y de la etapa de nuestra vida. 21

La argumentación de Hume es en general bastante clara, y me parece que a

pesar de que estemos muy lejos de la época en que Hume escribió el texto, los

argumentos no resultan ser ridículos, sino que parecen bastante intuitivos. Sin

embargo, se le puede objetar a Hume que sus argumentos a favor de la

objetividad en el gusto son buenos siempre y cuando se piensen restringidos a la

cultura occidental, Hume no da un ejemplo de obra que guste en todos los pueblos

del mundo, sino que sólo piensa en Europa. Por otro lado los argumentos que

presenta en favor del subjetivismo, sí funcionan aunque los pagamos un plano

global.

Consideraciones respecto a la violencia de la imaginación y contraposición

con descubrimientos en neurociencias.

Como ya se mencionó, la figura del buen crítico resulta ser un elemento extraño y

no termina de quedar claro en qué sentido está siendo pensado por Hume. Es

21 Ibídem, pp.65-66.

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importante recordar que Hume asegura que las características del crítico son

deseables para todos y son las propias de un hombre valioso, esto está

íntimamente ligado a la parte moral de su pensamiento, y en específico a su

proyecto sobre cómo debe ser un hombre. Sin embargo tratar ese problema

requiere de un estudio mucho más extenso.

De cualquier manera, no termina de ser claro si Hume piensa que existe realmente

un buen crítico o se trata sólo de un ideal. La cuestión es que no sólo resulta difícil

aceptar que existe una persona que posea la conjunción de las características que

le atribuye al buen crítico, la sola violencia de la imaginación es una característica

que resulta difícil pensar que posee algúna persona.

El psicólogo Paul Bloom presentó en una conferencia de divulgación titulada Los

orígenes del placer distintos ejemplos para sostener la teoría de que lo que en

realidad los gusta de las cosas, incluyendo al arte, es la historia detrás de ellas. Es

interesante que presenta un caso muy cercano al ejemplo que nos dio Hume del

buen crítico culinario. Bloom comenta que se realizó un experimento en el que se

le dio a probar un vino determinado a distintos individuos, mientras eran

monitoreados en un scanner de resonancia magnética, a las personas se les daba

información distinta respecto al vino, a alguno se les decía que era un vino

sumamente caro y a otros que era uno barato, el resultado fue que las personas a

las que se les decía previamente que el vino era caro aseguraban que el vino les

era más placentero. Uno podría pensar que las personas lo decían para querer

aparentar buen gusto, pero el scanner revelo que efectivamente, las partes del

cerebro relacionadas con placer presentaban una mayor actividad que en los otros

casos.

En realidad el experimento en sí no apoya ni va en contra de la teoría de Hume, ya

que Hume diría que justamente era de lo que él hablaba, las personas comunes

no somos capaces de ejercer violencia de la imaginación, por lo que nuestro gusto

se ve afectado por nuestros prejuicios. Sin embargo también puede leerse como

una prueba de lo importante que son nuestros prejuicios para nuestro juicio

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estético, y de que no parece haber indicios de que sea posible que una persona

sea capaz de abandonarlos para realizar un juicio.

Otro posible contraejemplo a Hume que presenta Bloom, es el caso de las

falsificaciones en arte, en donde puede haber una réplica prácticamente

indiscernible del original, sin embargo a casi todos nos parecerá que el original es

más valioso y nos gusta más, ya que el objeto posee una historia determinada. En

este caso también podemos dar una explicación con Hume, sin embargo estamos

obligados a decir que el juicio que pone al original como más valioso está

equivocado, ya que si son materialmente iguales, los dos objetos deberían causar

el mismo nivel de belleza en la mente, sin importar por quién fueron elaborados.

Conclusiones.

Lo interesante de estas cuestiones, es que esté tipo de estudios en neurociencias,

justamente pueden ser considerados como análogos al de Hume, es decir, que

buscan hacer una explicación de la naturaleza humana basada en la investigación

empírica. Hume estaría de acuerdo en modificar o incluso abandonar su modelo si

va en contra de la investigación empírica que ahora es posible realizar. Hume

buscaba resolver problemas filosóficos de manera naturalista, es decir, de manera

análoga a como se hace en las ciencias, y justamente es lo que se hace en áreas

como las neurociencias, explicar comportamiento humano no a partir de modelos

a priori, sino a partir de lo que evidencia empírica nos muestra.

Es interesante que si bien el modelo de Hume es tosco, parece ser que podría

afinarse con las nuevas fuentes de información que Hume no tenía a su alcance,

ya que como vimos en los casos mencionados, Hume de alguna manera ya

estaba tomando en cuenta cosas que se vienen a comprobar hasta hoy en día. En

el caso de la ética, también se ha descubierto que la importancia del sentimiento

de empatía es sumamente importante en nuestro accionar ético y que además es,

en un sentido estadístico, común a todos los humanos, la sustancia asociada es la

oxitócica. Me parece que la manera de realizar explicaciones de Hume, resulta ser

sumamente fructífera.

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Bibliografía

Hume, David, “Del criterio del gusto”, en Hume, David, De la tragegia y

otros ensayos sobre el gusto, Ed. Biblos, Buenos Aires, 2003, pp. 47-70.

Hume, David, Investigación sobre los principios de la moral, Ed. Alianza,

Madrid, 2006.

Stroud, Barry, Hume, 1a. repression, Ed. UNAM, México, 2005.

Bloom, Paul, “Los origenes del placer”, ponencia presentada Ted Global

2011, Edimburgo, Escocia, Julio del 2011.

(http://www.ted.com/talks/lang/es/paul_bloom_the_origins_of_pleasure.html)