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77 El cristiano y el dinero: Una perspectiva bíblica David Asmat y Joel Iparraguirre 6 CAPÍTULO Introducción De manera significativa, Vila ha mencionado que desde prácticamente sus orígenes, el hombre fue pensando fórmulas para valorar sus productos y manufacturas con vistas a intercambiarlos por otros de igual precio o equivalente. Lo primero que se utilizó fue el trueque, el mero cambio de un producto por otro que se consideraba equi- parable, por ejemplo: cierta cantidad de vino o de trigo por una cabeza de ganado; pieles o cerámica por un cuchillo de caza; etc. Este sistema funcionó en el marco de ciertas sociedades, pero pronto se constató que no resultaba del todo efectivo. 1 Con el nacimiento del comercio internacional, y al ver las dificul- tades en saber qué cantidad exacta se le daba a un objeto para que este pueda ser cambiado por otro en distintas naciones, el hombre empezó a usar los metales, “que por su difícil obtención, maleabilidad, inalterabilidad, fácil fragmentación y aceptación generalizada en todas 1 Eliseo Vila Vila, “Dinero”, en Gran diccionario enciclopédico de la Biblia ed. Alfonso Ropero Berzosa (Barcelona: Editorial Clie, 2013), 636. Para un estudio detallado sobre el dinero, véase Glyn Davies, A History of Money: From Ancient Times to the Present Day (Cardiff: University of Wales Press, 2002); David Hendin y Herbert Kreindler, Guide to Biblical Coins, 5ta ed. (s/l.: Whitman Pub. Co, 2010); Kenneth Bressett, Money of the Bible, 3ra ed. (s/l.: Whitman Pub. Co., 2013).

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    El cristiano y el dinero: Una perspectiva bblica

    David Asmat y Joel Iparraguirre

    6CAPTULO

    Introduccin

    De manera significativa, Vila ha mencionado que

    desde prcticamente sus orgenes, el hombre fue pensando frmulas para valorar sus productos y manufacturas con vistas a intercambiarlos por otros de igual precio o equivalente. Lo primero que se utiliz fue el trueque, el mero cambio de un producto por otro que se consideraba equi-parable, por ejemplo: cierta cantidad de vino o de trigo por una cabeza de ganado; pieles o cermica por un cuchillo de caza; etc. Este sistema funcion en el marco de ciertas sociedades, pero pronto se constat que no resultaba del todo efectivo.1

    Con el nacimiento del comercio internacional, y al ver las dificul-tades en saber qu cantidad exacta se le daba a un objeto para que este pueda ser cambiado por otro en distintas naciones, el hombre empez a usar los metales, que por su difcil obtencin, maleabilidad, inalterabilidad, fcil fragmentacin y aceptacin generalizada en todas

    1Eliseo Vila Vila, Dinero, en Gran diccionario enciclopdico de la Biblia ed. Alfonso Ropero Berzosa (Barcelona: Editorial Clie, 2013), 636. Para un estudio detallado sobre el dinero, vase Glyn Davies, A History of Money: From Ancient Times to the Present Day (Cardiff: University of Wales Press, 2002); David Hendin y Herbert Kreindler, Guide to Biblical Coins, 5ta ed. (s/l.: Whitman Pub. Co, 2010); Kenneth Bressett, Money of the Bible, 3ra ed. (s/l.: Whitman Pub. Co., 2013).

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    El seoro de Cristo y la mayordoma cristiana

    las culturas;2 lograron imponerse como el nico referente para asignar precios y efectuar pagos. Pasando por el hierro y el cobre; sin embargo, los metales preciosos fueron los preferidos para la valoracin y el pago de mercanca. Es ah donde la plata y el oro, por ser ms escasos, re-ciben mayor valor en relacin a su cantidad y peso, como tambin por su belleza que era fcil de distinguir.

    De esta manera, el dinero constituye uno de los avances ms importantes de la civilizacin humana en toda su historia.3 A partir de esta percepcin, muchas personas afirman que el dinero es lo ms im-portante en la vida pues, sin este, no podran movilizarse de un lugar a otro ni tampoco podran comprar alimentos. En otras palabras, si uno quiere ser feliz, debe poseer ms dinero.4 Sin embargo, es esto cierto? Qu dicen las Escrituras? Se ha dado alguna directriz para saber qu hacer con l? Cul debera ser la actitud del cristiano hacia el dinero?

    El presente estudio, en efecto, pretende responder a estas in-terrogantes enfatizando lo siguiente: (1) lo que dicen las Escrituras acerca del dinero a travs de las palabras claves, (2) los conceptos de dinero y riqueza en la misma y, finalmente, (3) se presenta la actitud que debera tener el cristiano hacia estos.

    El dinero en las Escrituras La palabra dinero, como tal, en el Antiguo Testamento (Heb.

    keseph), aparece 113 veces mientras que en el Nuevo Testamento (gr. argurin)5 solo est presente 17 veces aunque esto puede variar de acuerdo a la versin bblica que se tenga.6 Sin embargo, antes de cono-

    2Vila, 636.

    3Davies, 45. Vase tambin Gerald M. Bilkes, Money, Coins, en The New Interpreters Dic-tionary of the Bible (Nashville, TN: Abingdon Press, 2009), 4:130-137.

    4Un estudio publicado en la revista Emotion de 2012, ha sealado que quien dispone de ms ingresos, goza de una mayor satisfaccin y que determinando el nivel de ingresos econmicos es condicin para ser y vivir ms feliz. Para mayor informacin, vase Daniel W. Sacks, Betsey Ste-venson y Justin Wolfers, The New Stylized Facts about Income and Subjective Well-Being, Emotion 12/6 (2012): 1181-1187. Una versin previa est disponible en http://ftp.iza.org/dp7105.pdf (consul-tado el 20 de abril de 2016).

    5En la LXX, el trmino , es la traduccin de . Vase J. G. Baldwin, , en The New International Dictionary of New Testament Theology, ed. Colin Brown (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1976), 96.

    6A no ser que se indique lo contrario, todas las citas bblicas fueron tomadas de la Rei-na-Valera, revisin 1960. Es preciso mencionar, sin embargo, que los trminos originales en hebreo

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    cer algunos detalles, sera til un resumen del dinero o monedas ms utilizadas en los tiempos bblicos.7

    Moneda Peso/Valor Metal Perodo/Escritura

    Siclo 11.4 gr / 1 esttero Plata Persa, siglo VI a.C. / Antiguo Testamento

    Siclo 15 siclos de plata Oro Antiguo y Nuevo Testamentos

    Mina 561 mg / 50 siclos Plata Nehemas 7:71-72; Lucas 19:11-27

    Mina 631 mg Oro Antiguo y Nuevo Testamentos

    Talento 336 kg / 60 minas Plata Antiguo y Nuevo Testamentos

    Talento 370 kg Oro Antiguo y Nuevo Testamentos

    Drico 130 gr, del griego esttero Oro Persa, 400 a.C. / Esdras 8:27; 1 Crnicas 29:7

    Leptn Unidad pequea Bronce Griego y Romano / Marcos 12:42; Lucas 12:59

    Dracma Equivalente a un da de trabajo Plata Griego / Lucas 15:8-9

    Didracma 2 dracmas / siclo Griego / Mateo 17:24-27

    Esttero 4 dracmas (tetradracma) Griego / Mateo 17:27

    Cuadrante centavo de as Romano / Mateo 5:26; Marcos 12:42

    Asarin (as) 4 cuadrantes Bronce Griego y Romano / Mateo 10:29

    Denario 16 ases (das de pago) Plata Romano / Mateo 18:28; Marcos 6:37; Apo-calipsis 6:6

    Areo Oro Romano / Nuevo Testamento

    En las Escrituras Hebreas, keseph est traducido como plata,8 y a veces tambin puede referirse a objetos de plata. Esto se debe a que la plata era una unidad muy comn utilizada en el comercio del Israel antiguo.9 Aparece por primera vez en Gnesis 17:12, donde se manda a que circunciden a los varones nacidos en casa o que hayan sido com-prados por dinero [plata] a un extranjero. Sin embargo, algunos erudi-

    y griego, aparecen 211 y 23 veces segn la King James Versin, respectivamente. Se ha calculado la cantidad de apariciones del trmino dinero en la versin espaola anteriormente mencionada.

    7La presente tabla no es una lista exhaustiva de todas las monedas o dinero que estn presentes en la Biblia. Adems, tampoco es una lista de todos los pasajes bblicos que tratan sobre ellos. Los que han sido considerados son solo un ejemplo. Sin embargo, si se desea ms informacin, vase Arthur L. Friedberg, Coins of the Bible (s/l.: Whitman Pub. Co., 2004); Zander H. Klawans y K. E. Bressett, Handbook of Ancient Greek and Roman Coins: An Official Whitman Guidebook (Indianapolis, IN: Western Pub. Co. 1995); Hendin y Kreindler, Guide to Biblical Coins.

    8Vase Eveline J. Van der Steen, , en The New Interpreters Dictionary of the Bible (Nashville, TN: Abingdon Press, 2009), 5:257.

    9Ibd.

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    tos sealan que la primera transaccin en la que se menciona el dinero como una forma de pago est en Gnesis 20:16, donde Abimelec, rey de Guerar, entreg 1.000 piezas (o monedas) de plata al hermano de Sara. En Gnesis 23:16, Abraham pes a Efrn 400 siclos de plata. Que Abraham pesara la plata como dinero indica lo primitivo de la poca, donde an no existan monedas por lo que el dinero era puesto en una balanza para saber su justo peso (Gn 43:15-21).10 Otros ejemplos pueden ser encontrados en la experiencia de David, quien le pag a Arauna 50 siclos de plata por la era y los bueyes (2 Sam 24:24). 1 Re-yes 10:10 seala que la reina de Saba le entreg a Salomn 120 talen-tos de oro, mucha especiera y piedras preciosas. Los reyes tambin exigan a sus sbditos que paguen una tasa anual de plata u oro (cf. 1 Rey 10:14-15; 2 Rey 18:14).

    El contexto histrico del Nuevo Testamento nos ubica dentro del dominio del Imperio Romano, donde las monedas de oro y plata eran acuadas por los emperadores que, segn el relato de los Evangelios, eran Octavio, Augusto y Tiberio. Adems, los reyes y gobernantes pro-vinciales, bajo el permiso del Imperio Romano, plasmaban acuaciones locales de monedas de bronce y cobre. La moneda dracma era muy co-nocida en aquella poca, aunque de origen griego, y probablemente fue la moneda perdida de Lucas 15:8. Sin embargo, esta fue reemplazada rpidamente por el denario romano. Este era la paga de un soldado, y tambin es mencionada en la parbola de los obreros en la via (Mat 20:9-10, 13) y como pago tributario al Csar (Mat 22:19-21).

    El concepto de dinero y riqueza en las Escrituras

    El concepto que muestran las Escrituras en cuanto al dinero, como tambin a la riqueza, es abundante. En primer lugar, se debe te-ner en cuenta que en principio y hasta poca bien tarda, las riquezas eran conceptuadas como: (1) bendicin de Dios y (2) confirmacin del pacto descrito en Deuteronomio 8:18, que dice: porque l es quien te da el poder para adquirir las riquezas, a fin de confirmar el pacto que jur a tus padres.

    En segundo lugar, las riquezas eran entendidas como resultado directo de la rectitud y la justicia. Por ejemplo, el Salmos 37:25 dice: Joven fui y he envejecido, y no he visto justo desamparado ni a su

    10Vila, 639.

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    descendencia que mendigue pan, pues el justo prospera en todo lo que emprende (cf. Sal 1:3; 112:1-3).11

    En tercer lugar, si se entiende el concepto de riqueza como un don divino, tambin se comprende porque la Biblia condena y prohbe expl-citamente las prcticas abusivas, como la opresin y la usura, puesto que estas no agradan a Dios (cf. xo 22:25; Lev 25:36, 37; Neh 5).

    En cuarto lugar, en base a la literatura sapiencial, algunos alegan que el concepto de riqueza es condenado. Sin embargo, aqu se des-cribe su antnimo, la pobreza; como una consecuencia de la flojera, la negligencia y el vicio (cf. Prov 6:6-11; 10:4, 20:13; 23:20-22, etc.). De igual modo, la usura y la corrupcin son condenadas (Sal 15:15; Prov 28:8), se aconseja escapar del amor al dinero (Ecl 5:10) y a no confiar en las riquezas pues son temporales (cf. Prov 11:28; 23:4, 5).

    Dicho de otro modo, el dinero junto a la riqueza son vistos toda-va como un don de Dios que puede servir para todo (Ecl 10:19), y este es concebido a los que temen y son justos y rectos, con el fin de que puedan disfrutar de estas bendiciones (ver Ecl 6:19).

    Parece que estos puntos son ajenos a la realidad. Generalmen-te se nota que los malos prosperan, mientras que los justos muchas veces fracasan. Cmo explicar este dilema? Es posible encontrar una respuesta en los Salmos 37 y 73. Aqu, principalmente se enfatiza que los justos sern preservados por Dios a travs de su gracia y especial cuidado, lo que les garantizara completa seguridad y tambin una vic-toria final. Asimismo, teniendo en cuenta la perspectiva sobre el futuro, la esperanza es de aquellos que son considerados de buen corazn y son rectos en sus caminos.

    Esta ltima perspectiva es reforzada por varios textos de algu-nos libros profticos. Los malos, con el fin de prosperar, habitualmente cometen prcticas abusivas e injustas a travs de negocios corruptos, por robos, etc. Por tal motivo, se condena y recrimina las maneras ilci-tas de obtener dinero y riquezas, especialmente por medio de la opre-

    11La primera mencin de este concepto se encuentra en la experiencia de Abraham, que era muy rico en ganado, en plata y en oro, pues era justo y amigo de Dios (ver, por ejemplo, Gn 13:2; 24:35). Tambin se dice que Jacob se enriqueci muchsimo (Gn 30:43); a Salomn, Dios le dio muchas riquezas y fue conocido como el hombre ms rico de todos los reyes (1 Rey 20:11,22; 2 Cro 9:20-22); y Josafat tuvo riquezas y gloria en abundancia (cf. 2 Cro 17:5). Esta misma perspec-tiva tambin puede encontrarse en la historia de Job. Este personaje era inmensamente rico y ms grande que todos los orientales, ya que fue hombre perfecto, recto temeroso de Dios y apartado del mal (Job 1:1-3). Incluso despus de las pruebas de fidelidad y lealtad por las que tuvo que pasar, Dios aument al doble sus posesiones (Job 42:10-17).

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    sin y la injusticia (Isa 58:3-11; cf. Jer 7:4-7). Se arremete contra el lujo (Isa 3;18-23) y la usura (Jer 18:7-18; 22:12); se denuncia cabalmente la mentira, la estafa, el fraude (Oseas 4:1-2), el enriquecimiento fraudu-lento (Ams 2:6-7; 5:11); y se castigar a los estafadores y saqueado-res que acumulen tesoros de impiedad (Miq 6:9-16)

    El Antiguo Testamento, en efecto, describe al dinero y la riqueza como un don de Dios (Ecl 5:19); pero que fcilmente llega a convertirse en un peligro que puede conducir al alejamiento de Dios (Prov 30:8-9). Es por ello que somos llamados a ser prudentes, humildes y a utilizar los recursos econmicos sabiamente (Jer 9:23).

    Por otro lado, el Nuevo Testamento tambin presenta varios pa-sajes que tratan sobre el dinero y la riqueza, lo que demostrara un inters especial por este tema. No obstante, muchas personas apre-suradamente han llegado a la conclusin de que tanto Jess como los apstoles rechazaron radicalmente este tema, a pesar de las evi-dencias presentadas anteriormente. Estos creen que el dinero tiende, casi siempre, a transformarse en una obsesin que acaba interfirien-do de manera directa en la vocacin cristiana12 y, en consecuencia, el cristiano debe huir del dinero y abrazar la pobreza como principio, entregndose a una vida de absoluta dependencia al Padre Celestial, sin preocuparse en absoluto de los bienes materiales.13 Entonces, as como Jesucristo naci en la pobreza (Luc 2:7) y vivi en ella (Mat 8:20), el nico modosealande agradar a Dios y vivir en su justicia, es a travs de un voto de pobreza (cf. Mat 6:25-34; Mar 6:8).

    Obviamente, los que llegan a esta conclusin lo hacen a travs de una lectura superficial y aislada del texto. Se debe tener en cuenta que las Escrituras no se contradicen, sino que son complementarias y guardan armona entre s.14 Por lo tanto,

    12Vila, 642.

    13Ibd.

    14Mueller y Davidson sealan que, debido a que toda la Escritura es inspirada por el mismo Espritu y toda es Palabra de Dios, hay una unidad y armona fundamental entre sus diversas partes. . . . Los dos Testamentos tienen una relacin recproca en la que se iluminan mutuamente. Jess describe cmo el Antiguo Testamento ilumina el Nuevo Testamento (y apunta a l mismo en parti-cular) en Juan 5:39: Escudriad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de m. Para ms detalles, vase Ekkehardt Mueller y Richard M. Davidson, Cmo interpretar la Biblia en 10 pasos, ed. y trad. Joel Iparraguirre (Ciudad de Mxico: GEMA Editores, 2016), en prensa.

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    Jess no estigmatiza el dinero, simplemente lo relativiza, le da su justo valor. No est en contra de las posesiones materiales, pero tampoco se siente apegado ni esclavizado por ellas. No le importa cunto tiene cada uno, sino cmo lo consigue y cmo lo emplea. No condena al rico por el mero hecho de serlo ni glorifica al pobre por ser pobre, sino que proclama la necesidad que ambos tienen de encontrarse al pie de la cruz y entre-gar sus vidas por amor en servicio a los dems. Por ello pone de relieve los peligros del dinero, pero sin rechazarlo o dejarlo de lado, y sin dejar de reconocer su importancia y necesidad perentoria en el mundo en que vivimos. Asimismo, admite sus aspectos positivos cuando es sabiamente utilizado y encaminado al bien.15

    Aquellos que, de manera correcta, se ganan el dinero lo pueden emplear, por ejemplo, para ayudar a los ms necesitados (Mat 6:3-4; Mar 10:21, 14:5; Luc 8:3, 10:33-35; Juan 13:29), calmar el dolor de otros (Mat 10:33-36) e incluso pueden ganar amigos y extender el mensaje de Dios.

    El dinero es un depsito que Dios nos ha confiado. No es nuestro para gas-tarlo en la complacencia del orgullo o la ambicin. En manos de los hijos de Dios el dinero es alimento para los hambrientos, y ropa para los desnudos. Es una defensa para los oprimidos, un recurso de salud para los enfermos, y un medio para predicar el Evangelio a los pobres. Podrais proporcionar felicidad a muchos corazones usando sabiamente los recursos que ahora se gastan para la ostentacin.16

    Al mismo tiempo, con el dinero se compra alimentos para sub-sistir (Mat 10:29), se adquieren propiedades (Mat 13:44-46; Luc 14:18-19) y todo lo que uno podra desear (Luc 17:28). Sirve para pagar los servicios de otros (Mar 5:25-26) o medir un rendimiento (Mat 25:14-30). Pero, sobre todo,

    cuando Dios confa riquezas al hombre, lo hace con el fin de que adorne la doctrina de Cristo nuestro Salvador, utilizando sus tesoros terrenales para promover el reino de Dios en nuestro mundo. Debe representar a Cristo y, por lo tanto, no ha de vivir para complacerse ni glorificarse a s mismo, ni para recibir honor a causa de su riqueza.17

    15Vila, 642.

    16Elena G. de White, Consejos para los maestros (Nampa, ID: Pacific Press, 1971), 287.

    17Elena G. de White, Consejos sobre mayordoma cristiana (Nampa, ID: Pacific Press, 1970), 31.

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    El seoro de Cristo y la mayordoma cristiana

    Esta perspectiva, por consiguiente, no debera impedir las adver-tencias severas acerca de la obligacin de usarlo con sabidura y, de manera especial, sobre los peligros del amor al dinero;18 tal como se ve en la siguiente tabla.

    Peligros del dinero

    Puede transformarse en un dolo Mateo 4:8-10

    Puede ser objeto de codicia Lucas 12:16-21

    Puede volver avariciosas a las personas Lucas 16:14-15; Tito 1:11

    Puede convertir la casa de Dios en un lugar indigno Mateo 21:15-17

    Hace insensible ante la desgracia ajena Mateo 25:31-46; Lucas 16:19-21

    Es motivo de adulacin Lucas 6:26

    Produce falso orgullo, y llega a convertirse en fuente de todo tipo de injusticias, abusos y corrupcin

    Mateo 23:5-8; Marcos 10:42, 12:38-40; Lucas 7:2-5, 14; 16:1-8

    Puede convertirse en motivo de orgullo y desprecio hacia aquellos que tienen menos Marcos 12:41-44; Lucas 18:9-14

    Las ansias de ganar dinero afecta la escala de valores Mateo 6:19-21

    Da lugar a la tacaera y a la envidia, por lo que causa rencillas y altercados Lucas 12:13-14

    Da pie a sobornos Mateo 28:12-15

    Es motivo de pleitos y de extorsin Mateo 5:25-26; Lucas 3:14

    Por dinero se roba y se traiciona Lucas 10:30; Juan 12:6; Marcos 14:10-11

    Bajo este contexto, es posible notar que Jess no rechaza ni le resta importancia al dinero. Para l no es el dinero lo que cuenta, sea poco o mucho, bueno o malo; sino la intencin y forma con qu se ad-quiere y la manera en que se utiliza. En otros trminos,

    la Biblia no condena al rico por el hecho de ser rico; tampoco declara que la adquisicin de riquezas sea un pecado, ni dice que el dinero es la raz de

    18Significativamente, Elena G. de White ha sealado que este creciente apego por la ob-tencin de dinero, el egosmo engendrado por el deseo de ganancias, es lo que amortece la espiri-tualidad de la iglesia y aleja de ella el favor de Dios. Cuando la cabeza y las manos estn ocupadas constantemente en planear y trabajar para acumular riquezas, los derechos de Dios y la humanidad quedan olvidados. (Consejos sobre mayordoma cristiana, 22). nfasis aadido.

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    todo mal [sic]. Todo lo contrario, las Escrituras declaran que Dios es el que da el poder para conseguir riquezas. Esta habilidad es un talento precioso si se lo consagra a Dios y se lo emplea para promover su causa. . . . Las Escrituras ensean que la riqueza es una posesin peligrosa nicamente cuando se la hace competir con el tesoro inmortal. Se convierte en una trampa cuando lo mundano y lo temporal absorben los pensamientos, los afectos y la devocin que Dios reclama para s. Los que cambian el eterno peso de gloria por un poco de brillo del oropel del mundo, las moradas eternas por una casa que puede ser suya en el mejor de los casos tan solo durante unos pocos aos, estn realizando una eleccin insensata. Tal fue el cambio realizado por Esa cuando vendi su primogenitura por un plato de comida; por Balaam cuando rechaz el favor de Dios por la recompensa del rey de Madin; por Judas cuando traicion al Seor de gloria por treinta piezas de plata.19

    De este modo, la relacin entre Dios y las riquezas que procla-man aquellos que exigen un voto de pobreza el cual consiste en huir del dinero y no preocuparse en absoluto de los bienes materiales no tiene base en las Escrituras. Al contrario, esto debera entenderse como una exhortacin a la idolatra y del culto al dinero, pues es imposible servir y adorar de manera simultnea a Dios y a Mammn20 (Mat 6:24); tal como lo nota Juan al denunciar la incompatibilidad entre el amor a Dios y a las riquezas (1 Juan 3:17-18), o Pablo, al afirmar tajantemente que la raz de todos los males es el amor al dinero (1 Tim 6:10). Por qu se llama a las riquezas un inicuo Mammn? Es porque Satans utiliza los tesoros mundanales para entrampar, seducir y engaar a las almas, con el fin de llevarlas a la ruina.21

    Una cuestin de actitud

    De lo sealado anteriormente, es posible afirmar que la actitud del cristiano hacia el dinero y la riqueza no debera consistir en un re-

    19Consejos sobre mayordoma cristiana, 144.

    20El trmino griego , que es traducido como Mammn, se emplea aqu como una cla-ra referencia a las riquezas. En Lucas 16:9, 11 este trmino aparece junto al adjetivo injusto, lo cual hace alusin a la riqueza obtenida de manera impropia. Para ms detalles, vase C. Brown, Posses-sions, Treasure, Mammon, Wealth, Money, en The New International Dictionary of New Testament Theology, 2:829. Ver tambin F. Hauck, , en Theological Dictionary of the New Testament, ed. Gerhard Kitel, trad. Geoffrey W. Bromiley (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1967), 4:388-390.

    21Consejos sobre mayordoma cristiana, 139.3.

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    El seoro de Cristo y la mayordoma cristiana

    chazo total, pues estos, como afirma la Biblia, son un don que Dios mismo nos ha otorgado. Elena G. de White expresa que

    El dinero en s mismo es el don de Dios al hombre, para que este lo utilice con fidelidad en su servicio. Dios bendijo a Abraham y lo enriqueci con ganado, plata y oro. Y la Biblia declara, como una evidencia del favor divino, que Dios dio a David, Salomn, Josafat y Ezequas muchasriquezasy honor.22

    Al considerar a la riqueza y al dinero como un don de Dios, en-tonces, debemos honrarlo a travs de este, pues hemos sido llamados a ser mayordomos de todas las posesiones que l nos ha dado (Prov 3:9, 10; cf. Sal 24:1; 96:10).

    Cuando Dios les dio a los israelitas la tierra de Canan como herencia, dijo: La tierra no se vender a perpetuidad, porque la tierra ma es; pues vo-sotros forasteros y extranjeros sois para conmigo (cf. xo 15:17-18; Lev 25:23). Esto les hizo a los israelitas mayordomos o cuidadores de la tierra.23

    Dios esperaba que su pueblo use todas las posesiones que les ha dado como un encargo sagrado. Esta comprensin, en efecto, se aplicaba a sus propiedades, a su dinero y a todo lo que atesoren. Todo pertenece a Dios!24 Y, puesto que pide que lo reconozcamos como el Dador de todas las cosas,25 nos dice: de todas vuestras posesiones mereservo la dcima parte [diezmo] para m mismo26

    Es interesante notar que el Antiguo Testamento demuestra que toda relacin espiritual del hombre se expresa a travs de algo mate-rial.27 Cuando Abraham regres de derrotar a los reyes de Mesopotamia, entreg el diezmo del botn al sacerdote de Melquisedec (Gn 14:17-20).

    22Ibd., 145.

    23Vase Moneda y economa, en Usos y costumbres de la Biblia: Manual Ilustrado, eds. J. J. Packer y M. C. Tenney (Nasville, TN: Grupo Nelson, 2009), 326. nfasis aadido.

    24Para ms detalles, vase Ekkehardt Mueller y Joel Iparraguirre, El concepto de mayordo-ma a la luz de las Escrituras, Berit Olam 12/2 (2015): 8-31.

    25Consejos sobre mayordoma cristiana, 69. La dcima parte, en el contexto bblico, debe ser entendido como el diezmo. Para informacin ms detallada, vase Ekkehardt Mueller, Flix H. Cortez y Joel Iparraguirre, Tithing and the Church: A Biblical Perspective (Documento indito, Biblical Re-search Institute/Andrews University/Universidad Peruana Unin, 2016). Los interesados en obtener una copia de este documento pueden solicitarlo a: [email protected]

    26Consejos sobre mayordoma cristiana, 69. nfasis aadido.

    27Usos y costumbres de la Biblia, 331.

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    Este acto era una clara confesin de que Dios era su Seor, po-seedor de la tierra y el cielo, y el dador de su victoria (v. 19). Jacob tambin reconoci esta responsabilidad, e hizo un voto de dar a Dios el diezmo de todo lo que recibiera, si lo protega en su camino de regreso a su tierra. Esta humilde confesin de dependencia de Dios se levan-ta en contra de la arrogancia jactanciosa: Mi poder y la fuerza de mi mano me han trado esta riqueza (Deu 8:17; Dan. 4:30).28

    Cuando los israelitas ofrecan el diezmo, confesaban que Dios haba mani-festado su providencia a sus antepasados, que los haba librado en tiempo de necesidad, que los haba redimido de la opresin, y que les haba dado la tierra de Canan (cf. Deu 26:5-9). . . . Ofrecan al Seor una gran parte de su tiempo; presentaban los primeros frutos del grano y del ganado; venan a las fiestas con ofrendas de sus vidas y propiedades; y dieron generosamen-te para la construccin del tabernculo y del templo. Cuando regresaban de la batalla con botn, separaban una porcin para el Seor y los levitas, antes de dividrsela entre todos (Nm. 31:26-54). Su devocin a Dios les costaba lo mejor de todo lo que tenan (cf. 2 Sam 24:24), [y] el diezmo claramente expresaba esta devocin costosa.29

    Conclusiones e implicancias

    En primer lugar, como se ha podido notar, a lo largo de este es-tudio, las Escrituras no dicen que el dinero, como tal, sea la raz de todo mal y que deberamos huir de este para vivir en la pobreza. Al contrario, su mensaje es ms profundo y denuncian el amor al dinero como la raz de todos los males.

    Jess no es un asceta que rehse participar de los bienes materiales, ni un maniqueo que considere el dinero intrnsecamente malo; simplemente con-dena el apego a las riquezas y el abuso que puede generar, proclamando en todo ello un justo equilibrio que consiste en dar en todo momento al Csar lo que del Csar y a Dios lo que es de Dios (Luc 20:25).30

    En segundo lugar, somos exhortados a manejar el dinero y la riqueza con sabidura, pues son un don de Dios. Jess no solo con-dena su uso indebido, sino tambin la manera injusta de obtenerlo y,

    28Ibd., 331.

    29Ibd.

    30Vila, 643.

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    El seoro de Cristo y la mayordoma cristiana

    en especial, las inevitables deformaciones que puede provocar en el carcter y personalidad humanas.

    En tercer lugar, la fe verdadera en Jess implica humildad y entrega total a l, con el fin de reconocerlo como el nico Salvador y Seor. Como sus mayordomos fieles, debemos aceptar y apreciar su soberana sobre su creacin. A saber, la mayordoma

    es un privilegio que Dios no ha concebido para que crezcamos en amor, y para que logremos la victoria sobre el egosmo y la codicia. Asimismo, no se limita a un solo aspecto de la vida, sino que abarca todo nuestro ser. . . . Implica una total consagracin por parte del creyente como tambin poner a disposicin sus recursos al servicio de Dios y de la humanidad.31

    Finalmente, dar el diezmo puede ser visto como la manera en que el ser humano reconoce que es un mayordomo de la creacin divina. De este modo, es una cuestin de simple honradez. Eldiezmopertenece al Seor, y l nos ordena que le devolvamos lo que le pertenece.32

    31Mueller e Iparraguirre, 31.

    32Elena G. de White, La educacin (Doral, FL: Asociacin Publicadora Interamericana, 2009), 124. Para ms detalles sobre la apelacin a los diezmos, vase David Asmat y Joel Iparraguirre, Traed los diezmos al alfol: Entendiendo Malaquas 3:10, Berit Olam 12/2 (2015): 32-57.