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EL CORAZON DE MARIA, MEMORIA CONTEMPLATIVA DE LA IGLESIA Juan Esquerda Bifet Sumario: Presentación: Buscar en el Corazón de María el eco del evangelio 1. El Corazón de María en el corazón de la Iglesia: reflexión bíblica preliminar 2. El camino inicial del primer milenio 3. El camino abierto en el segundo milenio 4. Los gestos y el magisterio de Juan Pablo II entre el segundo y el tercer milenio 5. El eco del evangelio en el Corazón de María y de la Iglesia Líneas conclusivas * * * PRESENTACIÓN: BUSCAR EN EL CORAZÓN DE MARÍA EL ECO DEL EVANGELIO Es un hecho fácilmente constatable en toda la historia de la Iglesia. Grandes santos y escritores espirituales han ido a buscar en el Corazón de María el modo de meditar el evangelio e incluso han llegado a intuir la resonancia del mismo evangelio en el corazón materno de la Madre de Dios. En el presente estudio he recogido algunos datos básicos de la historia bimilenaria de la Iglesia y he intentado ofrecer una reflexión sobre ellos. Si uno se habitúa a meditar el evangelio tal como es, se encuentra como si recorriera un camino de apertura del corazón a la Palabra viva de Dios, es decir, al mismo Verbo Encarnado. Es muy normal, en este proceso, inspirarse en el modo como María ha meditado la Palabra en el fondo de su corazón (Lc 2,19.51). Aparentemente esta actitud, siendo legítima, puede parecer más bien de orientación subjetivista por parte de quien quiere entrar en la contemplación de la Palabra. Pero, profundizando sobre el tema, se puede ir captando una relación interna de los textos bíblicos, dentro de la armonía de la revelación y de la fe, puesto que toda la revelación apunta a la Palabra definitiva que es el Verbo Encarnado. Ciertamente, en el Corazón de María, estos textos que ahora siguen siendo Palabra viva de Dios, encontraron (y siguen encontrando) una resonancia peculiar, que tiene también repercusión en el corazón de la Iglesia. Se podría seguir una pista de análisis exegético de los textos bíblicos marianos, que dejan entrever una actitud relacional de María respecto a la persona de Jesús y, en concreto, respecto a sus enseñanzas. Como veremos en el decurso de este estudio, siguiendo a San Jerónimo, María comparaba lo oído y lo visto, con lo leído en la Escritura. Era su modo de

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EL CORAZON DE MARIA, MEMORIA CONTEMPLATIVA DE LA IGLESIA

Juan Esquerda Bifet

Sumario:

Presentación: Buscar en el Corazón de María el eco del evangelio

1. El Corazón de María en el corazón de la Iglesia: reflexión bíblica preliminar

2. El camino inicial del primer milenio

3. El camino abierto en el segundo milenio

4. Los gestos y el magisterio de Juan Pablo II entre el segundo y el tercer milenio

5. El eco del evangelio en el Corazón de María y de la Iglesia

Líneas conclusivas

* * *

PRESENTACIÓN: BUSCAR EN EL CORAZÓN DE MARÍA EL ECO DEL EVANGELIO

Es un hecho fácilmente constatable en toda la historia de la Iglesia. Grandes santos y escritores espirituales han ido a buscar en el Corazón de María el modo de meditar el evangelio e incluso han llegado a intuir la resonancia del mismo evangelio en el corazón materno de la Madre de Dios. En el presente estudio he recogido algunos datos básicos de la historia bimilenaria de la Iglesia y he intentado ofrecer una reflexión sobre ellos.

Si uno se habitúa a meditar el evangelio tal como es, se encuentra como si recorriera un camino de apertura del corazón a la Palabra viva de Dios, es decir, al mismo Verbo Encarnado. Es muy normal, en este proceso, inspirarse en el modo como María ha meditado la Palabra en el fondo de su corazón (Lc 2,19.51).

Aparentemente esta actitud, siendo legítima, puede parecer más bien de orientación subjetivista por parte de quien quiere entrar en la contemplación de la Palabra. Pero, profundizando sobre el tema, se puede ir captando una relación interna de los textos bíblicos, dentro de la armonía de la revelación y de la fe, puesto que toda la revelación apunta a la Palabra definitiva que es el Verbo Encarnado. Ciertamente, en el Corazón de María, estos textos que ahora siguen siendo Palabra viva de Dios, encontraron (y siguen encontrando) una resonancia peculiar, que tiene también repercusión en el corazón de la Iglesia.

Se podría seguir una pista de análisis exegético de los textos bíblicos marianos, que dejan entrever una actitud relacional de María respecto a la persona de Jesús y, en concreto, respecto a sus enseñanzas. Como veremos en el decurso de este estudio, siguiendo a San Jerónimo, María comparaba lo oído y lo visto, con lo leído en la Escritura. Era su modo de contemplar la Palabra de Dios y la misma persona de Jesús, objetivamente y sin subjetivismos. En el presente estudio ofrecemos sólo unas pistas generales.

En este camino del "corazón", no podemos ceñirnos sólo a los textos directamente marianos, puesto que María escuchó muchas veces las enseñanzas de Jesús y, después de Pentecostés, de nuevo las escuchó de labios de los apóstoles y tal vez las leyó en los primeros papiros. Pero ella, durante

toda la historia de la Iglesia, con corazón de Madre ha seguido acompañando a los creyentes para hacer realidad en su corazón el mensaje evangélico. Esta realidad es una historia de gracia, es decir, de acción del Espíritu Santo, que ha dejado sus huellas en la Iglesia y que invita a una exégesis adecuada.

El tema del "Corazón de María" no es, pues, sólo un aspecto del culto mariano, sino una realidad eclesial permanente, a modo de actitud contemplativa y comprometida (espiritual y misionera) aprendida con el ejemplo y la intercesión de aquella cuya maternidad "perdura sin cesar en la economía de la gracia" (LG 62).

En el presente estudio he intentado resumir algunos los datos históricos que indican una actitud permanente de la Iglesia: Santos Padres y autores espirituales de los primeros tiempos, magisterio eclesial, textos litúrgicos, figuras actuales más cercanas a nosotros...

Mi intención es rastrear cómo esta corriente eclesial bimilenaria se concreta en una búsqueda de relación íntima con la maternidad de María (simbolizada por su Corazón), para poder adentrarse con autenticidad en la del misterio de Cristo, contemplado, amado, celebrado, vivido, anunciado... En realidad, es una búsqueda más directa del misterio de Cristo, porque se quiere entrar en su intimidad tal como la vivió María.

Mi reflexión sobre estos datos de la fe me ha llevado a la convicción de que a Cristo sólo se le puede encontrar tal como es, concreto, aquí y ahora: enviado por el Padre bajo la acción del Espíritu para salvar al mundo (Dios, hombre, Salvador), nacido de María Virgen y asociándola a su obra redentora, presente en los signos de Iglesia (que encuentra en María su personificación), escondido en cada hermano, invitando a construir la historia salvífica desde cada acontecimiento histórico concreto... O Jesús entra en el corazón como entró en el Corazón de María (no sólo en su seno), o no es el Jesús real, sino sólo una idea sobre él.

El título que he dado a mi estudio es sólo aproximativo: El Corazón de Maria, memoria contemplativa de la Iglesia. La palabra "corazón" está en los textos evangélicos que han dado pie al tema sobre el Corazón de María. La expresión "memoria contemplativa" indica también el contenido evangélico del modo de meditar de María, que la Iglesia ha querido aprender de su corazón. Podríamos añadir que es también memoria vocacional, evangélica, pascual, misionera, etc. Pero, como veremos, la actitud "contemplativa" auténtica abarca todas estas facetas.1

Empiezo, pues, con una reflexión preliminar, de base bíblica, para pasar luego a resumir los datos históricos. Así intento llegar al capítulo final como consecuencia de los contenidos doctrinales del presente estudio.2

1. EL CORAZÓN DE MARÍA EN EL CORAZÓN DE LA IGLESIA: REFLEXIÓN BIBLICA PRELIMINAR

1    ? La expresión "memoria" indica una relación de imitación e intimidad respecto a María, figura de la Iglesia en el proceso de meditar la Palabra y ponerla en práctica. Desarrollé el tema en: Los santuarios marianos: "memoria" celebrativa de la Iglesia: Ephemerides Mariologicae 47 (1997) 111-138; María, "memoria" pneumatológida de la Iglesia: Marianum 59 (1997) 519-544; Maria "memoria" della Chiesa nel cammino missionario del terzo millennio (Roma, Centro di Cultura Mariana, 2002).

2    ? Para otros datos más generales, ver: J.M. ALONSO, D. SARTOR, Inmaculado Corazón, en Nuevo Diccionario de Mariología (Madrid, Paulinas, 1988) 941-955.

Hay algunos momentos clave de la vida de María, en los que se hacen evidentes los sentimientos de su corazón. Es como si los acontecimientos evangélicos y las palabras del Señor encontraran en ella una resonancia peculiar. Bastaría con recordar dos momentos especiales, a distancia de donde años uno del otro:

(En Belén): "María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón" (Lc 2,19).

(A los doce años): "Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón" (Lc 2,51).3

Estos sentimientos del Corazón de María afloran también en otras ocasiones, aunque el texto evangélico no use la palabra "corazón". Ante el anuncio del ángel: "Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo" (Lc 1,29). En la visitación: "Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador" (Lc 1.46-47). En la presentación del niño en el templo: "Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él" (Lc 2,33). En la perdida del niño en el templo: "Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando" (Lc 2,48).4

Al leer hoy estos textos, la Iglesia queda cuestionada, como si le recordaran una figura bíblica (María), con la que debe identificarse continuamente. En efecto, cuando Jesús califica con términos familiares a su "comunidad" (su "Iglesia"), que le seguía fielmente, afirma: "Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen" (Lc 8,21).

Esta actitud de "escucha" comprometida, por parte de su Madre y por parte de la comunidad "eclesial" (comunidad familiar) de los seguidores de Cristo, equivale al "corazón bueno y óptimo, que escucha la palabra y la pone en práctica" (Lc 8,15). En la parábola del sembrador se usa el símil de la "semilla" como equivalente a "la Palabra de Dios" (Lc 8,11).

La actitud interior de María, desde lo más hondo de su corazón, es oblativa, oferente, en unión con la actitud interior de Jesús: "Llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo (ofrecerlo en sacrificio) al Señor" (Lc 2,22). El "sí" de María (Lc 1,38) había sido dado en relación con la obra salvífica de Dios, puesto que se le había dicho: "para Dios no hay nada imposible" (Lc 1,37).

María estaba habituada a decir este "sí": "Hágase en mí según tu palabra" (Lc 1,38). Es la misma postura que aflorará en las bodas de Caná, como texto paralelo de su "fiat" y del "sí a la Alianza: "Haced lo que él os diga" (Jn 2,5). Es un actitud aprendida en la escucha permanente de la Palabra para responder a la Alianza: "Haremos lo que él nos diga" (Ex 24,7).

3    ? Ver un comentario amplio sobre estos textos: A. SERRA, Sapienza e contemplazione di Maria secondo Luca 2,19.51 (Roma 1982). Sobre el conjunto de textos bíblicos: M. PEINADOR, Teología bíblica cordimariana (Madrid 1959); Idem, El Corazón de María en los Evangelios: Estudios Marianos 4 (1945) 11-58. Otros estudios: F.J. CAUBET ITURRE, El corazón de María en la Sagrada Escriura: Estudios sobre los Sagrados Corazones, vol.II: El Corazón de María, problemas actuales (Madrid, Sociedad Teológica de los Sagrados Corazones (1981), 1-10; H. CAZELLES, El corazón en la Biblia: Cor Christi (Bogotá 1980) 215-221; H. HOLZMEISTER, Quod evangelia de SS. Corde Mariae continent: Verbum Dei 23 (1943) 3-8.

4    ? En el corazón de la Madre de Jesús encontraron acogida las palabras del Señor: las palabras del ángel (Lc 1,29), el mensaje de Belén (Lc 2,19), la profecía de Simeón (Lc 2,33), las palabras de Jesús niño (Lc 2,51)... Todo lo "contemplaba en su corazón" (Lc 2,19.51).

La Iglesia, para recibir la Palabra y transmitirla al mundo, sigue la misma ruta de decir que "sí" a la Alianza. Bajo la guía de María, como figura o icono de su maternidad, se hace madre (instrumento de vida nueva), en la medida en que se fiel como María, dejando entrar la Palabra hasta lo más hondo del propio corazón. En este contexto se comprende mejor cómo María "está en el corazón de la Iglesia" (RMa 27).

El Corazón de María es "memoria" para la Iglesia, porque la Iglesia va a inspirarse en su corazón para acertar en el modo de meditar y practicar el evangelio. En el Corazón de María la Iglesia encuentra el eco o resonancia del evangelio "rumiado" y vivido, transformado en un "sí".

La invitación repetida continuamente en la carta apostólica Rosarium Mariae Virginis (RVM), de entrar en sintonía con los sentimientos o Corazón de Cristo, por medio del Corazón de María, es una aplicación concreta de la invitación de San Pablo: "Tened los sentimientos de Cristo Jesús" (Fil 2,5).

Es el camino de la "comunión vital con Jesús, a través del Corazón de María" (RVM 2). De este modo, entramos en sintonía con "los misterios del Señor, a través del Corazón de aquella que estuvo más cerca del Señor" (RVM 12).5

El "corazón" de que hablan los textos bíblicos ("kardía" en griego, "leb" en hebreo) simboliza toda la interioridad humana. Es aquel "lugar" más profundo del ser humano, donde Dios se manifiesta, dejando "inquieto" el corazón, hasta que se abra totalmente a sus designios divinos6. Un autor oriental, Teófano Grapto (Nicea, muerto hacia el año 845), oraba así: "¡Oh Señora, que tienes un Corazón compasivo y grande ternura, cura nuestros males y heridas, para que te glorifiquemos como conviene!".7

María acogía los acontecimientos y las palabras de Jesús, dejándolos entrar sin condicionamientos en el corazón, allí donde Dios ya está presente, aunque escondido y siempre sorprendente. María "meditaba todas estas cosas en su corazón, puesto que era como el vaso y receptáculo de todos los misterios"8.

El "corazón" es como la fuente y la sede de la función intelectual, emotiva y afectiva, donde se toman las decisiones más vitales. La sede de la sabiduría se encuentra en un corazón que se abre continuamente a la verdad, a la belleza y al amor.Comentando los contenidos de los salmos sobre el corazón, el Ps.Ildefonso lo aplica a la oración de Maria: "Tú eres el Dios de mi corazón... Mi corazón y mi carne exultan primero en mi Dios vivo, cuando le di a luz según la carne... pero ahora él es mi Rey y mi Dios, en quien he creído por la fe y

5    ? Ir al Corazón de María para encontrar el eco o resonancia del evangelio, equivale a "buscar en su Corazón el fruto de su vientre" (RVM 24). Así se entra en sintonía con los sentimientos de Cristo, para "permanencer en su amor" (Jn 15,9), siguiendo la invitación de María: "Haced lo que él os diga" (Jn 2,5). Seguimos la pauta de María, quien "vive mirando a Cristo y tiene en cuenta cada una de sus palabras" (RVM 11). Ver otros textos cordimarianos de la carta apostólica en el apartado 4 de nuestro estudio.

6    ? Cfr. KITTEL, Leb, Kardia, en: TWNT, III, 609-616. cfr. S. GAROFALO, El corazón en la Biblia, centro de la persona humana, en: Cor Christi (Bogotá, 1980) 223-228.

7    ? Parakletikè, oda IX.

8    ? PS. GREGORIO TAUMATURGO, Homil. 2 In Annunt.: PG 10, 1169C.

he deseado con el corazón".9

En el Corazón de María, esta acción divina de su palabra salvífica encontró "un corazón bueno" (Lc 8,15). La semilla del sembrador es "la Palabra de Dios" (Lc 8,11). Jesús, "la Palabra hecha carne" (Jn 1,14), encontró en María un corazón dispuesto, sin obstáculos y sin amaños. Comparando la fe de María con la poca fe de Zacarías, dice San Agustín: "Para que conozcamos que sus palabras eran semejantes... pero el corazón era muy diferente".10

Junto al Corazón de María, durante nueva meses, se había formado el Corazón de Jesús, "manso y humilde" (Mt 11,28). La acción del Espíritu Santo en María (cfr. Lc 1,35) hizo que ella recibiera al Verbo (Palabra personal de Dios) en su corazón y en su cuerpo virginal con plena autenticidad.

El camino del corazón sigue la pauta de las "bienaventuranzas": "Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios" (Mt 5,8). El Corazón de María "contemplaba", es decir, veía y miraba a Cristo, de corazón a corazón. Por esto, en toda circunstancia, hacía de su vida un "amén", una donación total.

En este camino del corazón, Cristo es el modelo de "corazón manso y humilde". María es la figura y prototipo de una Iglesia que quiere recibir el misterio de Cristo hasta el fondo del corazón, es decir, en el modo de pensar, sentir, valorar, amar y actuar, para reaccionar siempre amando y perdonando. Ella fue siempre "toda purísima, porque de su corazón y de sus obras estuvo siempre lejos la mancha del pecado".11

La Iglesia aprende de María la actitud virginal de un corazón que escucha la palabra y se asocia esponsalmente a Cristo, para hacerlo presente en la comunión eclesial y en el mundo. "Señor, Dios nuestro, que en el Corazón Inmaculado de María has establecido la morada del Verbo y el templo del Espíritu Santo, concede a tus fieles, por su intercesión, ser templo vivo de su gloria".12

Un santuario dedicado a la Santísima Virgen se convierte en "memoria mariana" de la Iglesia, cuando la comunidad de los creyentes acude para escuchar al Palabra, celebrar la Eucaristía, orar, recibir el Espíritu Santo, compartir los bienes, practicar la caridad y decidirse a anunciar a Cristo a todos los pueblos "con audacia" (cfr. Hech 2,42; 4,31-33). Entonces el santuario es el "corazón mariano" de la Iglesia. "Desde este corazón mariano de Roma, ruego por cuantos viven en nuestra ciudad, ruego por todos".13

2. EL CAMINO INICIAL DEL PRIMER MILENIO

Durante todo su caminar histórico, la Iglesia se ha ido inspirando en

9    ? PS.ILDEFONSO, De Assumptione, Sermo 1: PL 96, 244-245.

10    ? SAN AGUSTÍN, Sermo 291, 5: PL 38, 1318.

11    ? PS.ILDEFONSO, De corona Virginis, 10: PL 96, 298.

12    ? Oración colecta, Misa del Corazón Inmaculado de María, Misal Mariano, n.28. Cfr. P. BROGUERAS MARTINEZ, Introducción a la teología del Corazón de María: Ephemerides Mariologicae 50 (2000) 441-454; F. JUBERIAS, El corazón de Maria, tabernáculo de la Trinidad (Madrid, Gaztambide, 1982).

13    ? Juan Pablo II, 8 diciembre 1997, en visita a Santa María la Mayor, Roma. Texto italiano: Insegnamenti XX/2, 1997, 968-969.

el Corazón de María, como "memoria" del evangelio contemplado y vivido. El caminar eclesial más auténtico es el que se ha realizado imitando el Corazón de María (su actitud interior), fiel a la Palabra del Padre y a la acción del Espíritu, asociada a su Hijo Redentor.

Desde los primeros siglos, se ha tomado el Corazón de María como el símbolo de su persona, de su interioridad, de su amor materno, siempre como figura o modelo de lo que la Iglesia está llamada a ser: Iglesia transformada por la Palabra, alimentada por el "pan de vida", en cuyo corazón resuena la actitud interior de María expresada en su "fiat" (Lc 1,38), en su "Magníficat" (cfr. 1,46), su "contemplación" (Lc 2,19.51) y su "estar de pie junto a la cruz" (Jn 19,25).14

Entre los Padres y escritores eclesiásticos de los primeros siglos, el Corazón de María era todo un símbolo de profundo significado cristológico y eclesial. Ya los oráculos sibilinos (siglo II) presentan el Corazón de María amalgamado de gozo y de dolor: "Se alegró y se regocijó su corazón con aquellas palabras".15

Es muy sugestiva la referencia a la interioridad de María (es decir, a su Corazón) en relación con las palabras del ángel (Anunciación) y con el "gozo" mesiánico cantado en el "Magníficat". Así lo hace San Atanasio de Alejandría (295-373): "Su corazón palpitó de gozo y entonó un cántico".16

El tema del Corazón de María, atravesado por la espada, sirve de clave para entrar en la pasión del Señor. Orígenes (185-254) habla del Corazón de María, atravesado dolorosamente por la "espada" profetizada por Simeón.17

En esta misma línea, se expresaron otros Padres y autores eclesiásticos, haciendo referencia a la pasión del Señor, contemplada desde el corazón doloroso de María. Así San Máximo Confesor (580-662): "Oh Madre del Señor, en tu corazón ha penetrado la espada que Simeón te había predicho. Entonces se clavaron en tu corazón los clavos que atravesaron las manos del Señor... los incontables sufrimientos y heridas del Hijo repercutían en tu corazón".18

14    ? Para ampliar los datos de este apartado ver: J.M. BOVER, Origen y desenvolvimiento de la devoción al Corazón de María en los Santos Padres y Escritores Eclesiásticos: Estudios Marianos 4 (1945) 58-171 (recoge textos evaluando sus contenidos). Un estudio más completo (con textos latinos y griegos traducidos al español) y algo más crítico respecto al culto propiamente dicho: D.FERNANDEZ, El corazón de Maria en los Santos Padres: Ephemerides Mariologicae 37 (1987) 81-140 (con abundante bibliografía sobre nuestro tema). Ver otros datos en: AA.VV., Historia, naturaleza y eficacia de la devoción al Inmaculado Corazón de María: Estudios Marianos 4 (1945) (monográfico).

15    ? Oracula Sibyllina, VIII, vers.462-468: GCS 8, 171-172. Es comentario poético al anuncio del ángel.

16    ? Sermo de Maria Dei Matre.... Texto publicado por: Th. Lefort en "Le Muséon" 71, 1958, 209s. "Cor eius palpitavit guadii abundantia, protulitque canticum".

17    ? In Lucam homil. 17, 6: SC87, 256-258. "Gladius qui non aliorum tantum sed etiam Mariae cor pertransiit". Es conocida la opinión de Orígenes sobre las imperfección de la actitud mariana; pero aquí tomamos sólo el hecho de relacionar la "espada" de dolor con el "corazón", tema que influirá en autores posteriores.

18    ? CSCO 478-479 (Vida de María, VII, n.78).

Frecuentemente se presenta el Corazón de María lleno de dolor en la pasión. Así Anfiloquio de Iconio (340-394): "También el corazón de la Virgen se llenó de tristeza con el signo de la cruz... Simeón llama espada a los muchos pensamientos que hieren las entrañas"19. También Jorge de Nicomedia (+860): "¿Quién podría contar los numerosos golpes que es esta circunstancia atravesaron el corazón de la Madre?... Se desgarró el corazón de su Madre!... Entonces una espada más penetrante se clavó en el corazón de la Virgen... Mientras en la mano se clavaba el clavo, en el corazón se abría una herida mortal".20

Al presentar la "contemplación" de María en lo más profundo de su Corazón (Lc 2,19.51), Orígenes describe la intuición de María sobre el misterio del Hijo de Dios que se deja entender a través de sus palabras de niño: "Guardaba sus palabras en su corazón, no como las de un niño de doce años, sino como las de aquél que fue concebido por obra del Espíritu Santo, al que veía crecer en sabiduría y gracia ante Dios y ante los hombres".21

Por esto, la referencia al Corazón de María es una invitación para que la Iglesia siga el mismo camino de entrar en el misterio de Cristo por medio de una fe contemplativa parecida a la de María y a la de San Juan que la recibió como Madre: "Ninguno puede percibir su significado, si antes no ha posado la cabeza sobre el pecho de Jesús y no ha recibido de Jesús a María como Madre".22

San Efrén (307-373) describe el Corazón de María como un templo donde reside Jesucristo como Sumo Sacerdote: "Dichosa aquella en la que habitas en su mente y en su corazón. Ella es para ti un aula regia... el Sancta Sanctorum, o Summo Sacerdote".23

La vida interior de María, es decir, su corazón, discurría en unión con Cristo. Buscar al niño perdido, según San Efrén, era una búsqueda dolorosa del corazón: "He aquí que yo y tu padre, afligidos, con el corazón en la boca, íbamos y veníamos, buscándote"24. De esta búsqueda se seguía una contemplación más profunda de su corazón acerca de los hechos y las palabras de Jesús, intuyendo su misterio más allá de sus milagros, como en Caná: "Ella era consciente del milagro que iba a hacer el Señor: dice el evangelista que ella «conservaba todas las cosas en su corazón» (Lc 2,51), y por esto dijo: «haced lo que mi hijo os diga»".25

19    ? In occursum Domini, orat. 1, 8: PG 39,57-58. "Fuit ergo ipsius Virginis cor tristitia impletum in signum crucis".

20    ? In SS. Mariam adsistentem cruci, Orat. 8: PG 100, 1457-1489. "Mox enim ut illa vox emissa fuit, ea statim cor eius laceratur".

21    ? In Lucam homil., 20,6; PG 13, 1853. "Non quasi pueri, qui duocedim esset annorum, sed eius qui de Spiritu Sancto conceptus fuerat, quem videbat proficere sapientia et gratia apud Deum et homines".

22    ? ORIGENES, Commen. sec. Lucam, X, 129-131: CSEL, 32/4, 504s). Texto citado en la encíclica Redemptoris Mater n.23, nota 47.

23    ? Hymni de nativitate, 17,5: CSCO 186,89. "Beata illa in cuius mente et corde tu es! Aula regis illa est per te... et Sancta Sanctorum per te, o summe Sacerdos!".

24    ? Ibídem, 4,130: CSCO 187,33. "Ecce ego et pater tuus afflicti, cor in ore, ibamus, circumibamus, quaerebamus te".

25    ? Ibídem, 5,1: CSCO 145, 44. "Ceterum miraculum quod facturus erat conscia erat illa: «omnem rem», ait evangelista, «conservabat in corde suo» (Lc 2,51), et «quodcumque dixerit vobis filus meus facite»".

Basilio de Seleucia (siglo V) describe la alegría del Corazón de María, al meditar los acontecimientos de la vida del Señor: "Todo lo cual lo consideraba en su corazón la Santa Madre del Señor de todo el universo y verdadera Madre de Dios, como está escrito, y añadiendo aquellos hechos maravillosos que de El (de Jesús) se contaban, multiplicó la alegría de su corazón".26

Teodoro de Ancira (muerto antes del 446) presenta el Corazón de María abierto totalmente a Dios: "No llevaba ídolos grabados en su corazón", sino que "con sabiduría su corazón estaba vuelto hacia Dios"27. De ahí su capacidad contemplativa y de confrontación: "Se maravillaba de las cosas que se decían (cfr. Lc 3,33); sin embargo, conservaba todas estas cosas, junto con las precedentes en su corazón (Lc 2,19)".28

San Juan Damasceno (675-749) fija la atención en la pureza inmaculada del Corazón de María: "Corazón puro e inmaculado de María, que ve y desea al Dios todo santo".29

En este sentido, según el Ps. Gregorio Taumaturgo (s.VI?), el Corazón de María, al meditar estas cosas, "era como el vaso y receptáculo de todos los misterios"30

Entre los Padres y escritores eclesiásticos latinos de los primeros siglos, prevalece la figura de María que concibe a Cristo en su seno y en su corazón. La Iglesia entera y cada fiel imita esta actitud de fe "virginal" de María. Así lo afirma San Ambrosio (333-397): "Era virgen no sólo en su cuerpo, sino también en su mente, la cual nunca falsificó con doblez la sinceridad de sus afectos": Humilde en su corazón..., no era locuaz, sino muy amante de la lectura".31

Es también doctrina de San Agustín (354-450): "Primero se realiza la venida por la fe en el corazón de la Virgen, y luego sigue la fecundidad en el seno materno"32. Comentando Lc 11,27-28 ("son más bien bienaventurados"...), afirma: "También para María, de ningún valor le hubiera sido la misma maternidad divina, si no hubiera llevado a Cristo más

26    ? In Annuntiationem, Orat. 39: PG 85,447-448. "Quae omnia sancta Domini totius universi Mater ac vere Deipara in corde conferens (Lc 2,51), ut scriptum est, rerum admirabilium accessione exhilarata cumulatione gaudio intus perfunditur, et simul filii qui Deus est oculis mentique obiecta amplitudine percellitur".

27    ? Sermo in Amnunt., 11: PG, 19.329-330. "Non erroris simulacra cordi insculpserit"

28    ? Homil. IV,13: PG 77,1412. "Sane merito sermones mirabatur; consevabat vero etiam ista cum prioribus in corde suo".

29    ? Orat. in Nativ. B.V. Mariae, I,9: PG 96, 676C. "Cor purum et labe carens, Deum videns omni labe carentem".

30    ? Homil. 2 In Annunt.: PG 10, 1169C. "Velut quae omnium misteriorum vas ac receptaculum esset".

31    ? De Virginibus, 2,7: PL 16,209. "Virgo erat non solum corpore, sed etiam mente, quae nullo doli ambitu sincerum adulteraret adfectum: corde humilis... loquendi parcior, legendi studiosior". Ver otros textos de San Ambrosio, más abajo.

32    ? Sermo 293,1: PL 39,1327-11328."Fit prius adventus fidei in cor Virginis, et sequitur fecunditas in utero matris".

felizmente en su corazón que en su carne".33

Es también doctrina que aflora en el poeta Prudencio (+405): "La virginidad y la fe profunda atrajeron a Cristo hacia lo más íntimo de su corazón; y así la madre lo custodió en lo escondido de sus miembros intactos".34

Los Padres latinos explican también concretamente cómo era el proceso contemplativo del Corazón de María, relacionando palabras, hechos y profecías. Así San Jerónimo (347-420): "Meditando en su corazón, se daba cuenta que las cosas leídas se armonizaban con las palabras del ángel... Veía al niño recostado... aquel que era el Hijo de Dios... Lo veía recostado y ella meditaba las cosas que había oído, las que había leído y las que veía".35

También San Ambrosio (ya citado anteriormente) explica la actitud contemplativa del Corazón de María: "Los temas de la fe los meditaba en su corazón... y nos da ejemplo"36. "María conservaba toda las cosas del Señor en su corazón, tanto los dichos como las acciones"37. Es un proceso contemplativo que sirve de modelo para la contemplación de todo creyente.

San Ambrosio invita a cantar los salmos como lo hacía María, desde lo hondo de su corazón: "No cantas para un hombre, sino para Dios, y como hacía María, medítalo en tu corazón"38. Entonces el corazón del creyente se hace eco del alma o Corazón de María: "Que el alma de María esté en cada uno para alabar al Señor; que su espíritu esté en cada uno para que se alegre en Dios"39. Siguiendo el ejemplo de María, el creyente pone las palabras de Cristo en el centro del corazón, con afecto materno: "María conservaba todas las palabras en su corazón, para evitar que ni una sola se derramase fuera"40. "Los temas de la fe los meditaba en su corazón... y nos dio ejemplo"41. "Porque amaba a su Hijo, consideraba con afecto materno todas sus palabras en su corazón".42

La contemplación de María, según San Pedro Crisólogo (406-450) se

33    ? De sancta virginitate, 3: PL 40, 398. "Materna propinquitas nihil Mariae profuisse, nisi felicius Christum corde quam carne gestasset".

34    ? Apotheosis 581: PL 59,978. "Virginitas et prompta fides Christum bibit alvo cordis, et intacta condit paritura latebris".

35    ? Homilia de Nativitate Domini: CCL 78, 527. "Conferebat quae audierat, quaeque legebat (las profecías) cum his quae videbat" (el niño recién nacido).

36    ? In Lucam II,54: CCL 14,54. "Argumenta fidei conferebat in corde... exemplum edidit".

37    ? In Psal. 118,12,1: PL 15, 1361A. "Maria... conservabat omnia Domini Salvatoris in corde suo vel dicta vel gesta".

38    ? De Instit. Virginis, 102: PL 16, 345.

39    ? Expositio Evangelii secundum Lucam, II, 26: CSEL 32, IV, 15,16.

40    ? Com. Ps.118, 4,17: PL 15,1247.

41    ? In Lucam II,54: CCL 14,54. "Argumenta fidei conferebat in corde... exemplum dedit".

42    ? Com. in Ps. 118, 13,3: PL 15, 1452. "Maria diligens Filium omnia verba eius in corde suo materno conferebat affectu".

expresaba con el "estupor" de su corazón: "Se turbó su carne, se conmovieron sus entrañas, tembló su mente y se llenó de estupor toda la profundidad de su corazón".43

3. EL CAMINO ABIERTO EN EL SEGUNDO MILENIO

La herencia recibida del primer milenio cristiano sobre el Corazón de María, se explicitará ya desde el inicio del tercer milenio, pero especialmente a partir del siglo XVI. Los textos evangélicos de Lc 2,19.51, que hacen referencia explícita al Corazón de la Santísima Virgen, servirán de punto de referencia, como modelo en el camino de la contemplación de la Palabra y de su puesta en práctica en el camino de perfección.44

San Bernardo de Claraval (1090-1153), cuando describe el "fiat" de María en la Anunciación, imagina toda la creación en suspenso, esperando su "sí". En este contexto, relaciona el corazón con el seno y dice a María: "Abre, Virgen bienaventurada, tu Corazón a la confianza, tu boca a la palabra de asentimiento, tu seno al Creador. He aquí que el Esperado de las gentes está fuera y llama a la puerta... Levántate con tu fe, corre con tu disponibilidad, abre con su consentimiento".45

Un autor del siglo XII, Egberto de Schönau (1120?-1184), hermano de la famosa mística Isabel, y abad del monasterio benedictino de Schönau, en una oración al Corazón de María, se siente unido a ella y ensalza sus cualidades: "Desde lo más profundo de mi ser, saludaré a tu Corazón Inmaculado, el primero bajo el sol que fue encontrado digno de hospedar al Hijo de Dios, procedente del seno del Padre... ¡Oh Corazón santo y amantísimo, en el cual tuvo inicio la salvación del mundo y en donde la divinidad, que trayendo al mundo la paz, ha besado a la humanidad!... Toda alma te glorifique, Madre de dulzura, y toda lengua de las gentes piadosas exalte por los siglos eternos la bienaventuranza de tu Corazón, del cual brotó nuestra salvación".46

El Papa Inocencio III (pontificado: 1198-1216) escribió sobre la Santísima Virgen, subrayando sus virtudes y su ternura maternal. Su corazón era el símbolo de su actitud interior. Siguiendo la doctrina de San Ambrosio y San Agustín, afirma la virginidad corporal y espiritual de María. Comentado el texto de Lc 10,38 (cuando Jesús entró en un pueblo o castillo), dice: "En este espiritual castillo, que es la Madre de Dios, Virgen María, el muro exterior es la virginidad corporal, la torre interior es la humildad del corazón... Concibió en su Corazón al Verbo, que se hizo carne y habitó en ella".47

El Papa Julio III (pontificado: 1503-1513) manifestaba predilección por el título de María "Reina de misericordia", haciendo referencia a su corazón: "Oh gloriosísima Reina de misericordia, saludo tu virginal Corazón,

43    ? Sermo 143, 8: PL 52, 585; CCB 875.

44    ? Ver otros datos en: AA.VV., Historia, naturaleza y eficacia de la devoción al Inmaculado Corazón de María: Estudios Marianos 4 (1945) (monográfico). Sobre la Edad Media: J.M. ALONSO, D. SARTOR, Inmaculado Corazón, o.c., p.945; N. GARCIA GARCES, La devoción al Corazón de María en la poesía religiosa de la Edad Media: Estudios Marianos 4 (1946) 173-264.

45    ? Homilia 4, 8-9.

46    ? PL 95, 412-413 (homilía de la Natividad de María).

47    ? Serm. 27-28: PL 217, 577, 583-584. Citado por H. MARIN, El Corazón de María en el magisterio de la Iglesia (Madrid, Coculsa, 1960), p.18 y 186.

que fue limpísimo de toda mancha de pecado. Ave María".48

San Juan de Avila (1500-1569), con su predicación mariana y su gran influencia en los santos y escritores de su época y de épocas posteriores, tiene ya una doctrina muy amplia sobre el Corazón de María. Fue el gran apóstol del Corazón de María en el siglo XVI, precursor de los grandes apóstoles marianos de los siglos XVII-XVIII. En la expresión "Corazón de María" se resume toda la interioridad contemplativa de la Santísima Virgen, como camino de gozo y de dolor, en sintonía con la interioridad del Corazón de Cristo. Su Corazón ansiaba ardientemente ver al Jesús nacido (cfr. Carta 40) y verle definitivamente en la gloria (cfr. Ser 70). María vivía pendiente de la voluntad divina, "herida con su amor, que era ley de su Corazón" (Sermón 70). Por esto es Corazón desprendido de toda criatura: "Libre, vacío de todas las cosas de la tierra y verdaderamente pobre estaba el Corazón de la Virgen, por darse desembarazada al que de verdad lo merece poseer" (Sermón 71). En el Corazón de María, el creyente encuentra el modelo y la ayuda necesaria para imitar a Cristo y unirse a él: "Quien cavare más en el Corazón de la Virgen, hallará en lo más dentro de él una mar abundantísima de gracia y amor, de la cual salían las virtudes así como ríos" (Sermón 69).

La descripción que hace San Juan de Avila sobre el Corazón de María, tiene dimensión trinitaria, cristológica y pneumatológica. Y "como fue allí derramado el Espíritu Santo abundantemente en su corazón y entrañas, ámanos en gran manera, ámanos entrañablemente... como a hijos adoptivos nos tiene" (Sermón 32). "Mucha es la ternura de su Corazón maternal para con nosotros" (Sermón 68). De este "purísimo Corazón" brotó el canto del "Magníficat", porque el "altar de su Corazón ardía en honra de Dios", y tiene "muy amoroso y maternal Corazón" (Sermón 69). "Corazón de Madre tiene la Virgen contigo" (Sermón 71). Es el "virginal Corazón" que quedó "lastimado" acompañando a Cristo en la pasión (Ser 67). Fue Corazón herido por "cuchillo de amor" (Sermón 70).Por ser "el Corazón más tierno del mundo", cada golpe que daban a Cristo, era "una lazada que atravesaba el Corazón de la Virgen" (Sermón 67). Todos los momentos de la pasión y de la sepultura repercutían en su Corazón; por esto, aunque con su "cuerpo se iba alejando del sepulcro, mas el Corazón se quedaba dentro" (ibídem).49

La primera imagen del Corazón de María, con el niño en su regazo, que también muestra su Corazón mientras señala el de la Madre, es originaria del Brasil (misiones o "reducciones" jesuíticas de Pernambuco), ideada por el jesuita Beato José Anchieta (provincial entre los años 1565-1577). Esta imagen llegó a ser muy popular, especialmente entre la población indígena. En 1829, debido a las dificultades religiosas, fue trasladada a Nápoles (convento capuchino de San Efrén el Viejo) y coronada canónicamente en 1841.50

San Juan Eudes (1601-1680) ha sido el gran apóstol del Corazón de María. En el martirologio romano se dice de él que fue "promotor del culto

48    ? Testamento. Citado por H. Marín, o.c., p.19.

49    ? Obras completas (Madrid, BAC, 1970-1971), sermones 69-71. Ver también nueva edición de las Obras completas (Madrid, BAC, 2000-2003), vol.IV (sermones). Resumí su mariología en: La doctrina mariológica del Maestro san Juan de Avila: Marianum 63 (2001) 91-114. Cfr. J. CALVERAS, La devoción al Corazón de María en el «Libro de la Virgen María» del Bto. Ávila: Manresa 17 (1945) 296-346; 18 (1946) 3-29, 231-256; N. GARCÍA GARCES, El Bto. Ávila, Apóstol del Corazón de María: Maestro Ávila 1 (1946) 13-29; J. SOLANO. El Corazón de María en los escritos de san Juan de Avila: De cultu... s.XVI (Romae, PAMI, 1983) 383-393.

50    ? Cfr. H. MARÍN, o.c., pp.21-22. Algunos datos históricos del presente trabajo, como vamos indicando, están sacados de este autor.

litúrgico a los sagrados Corazones" (de Jesús y María). El santo afirma de María que "su corazón es la fuente y el principio de todas las grandezas, excelencias y prerrogativas que la adornan... es la fuente de todas la gracias que acompañan a estas cualidades"51. En el Corazón de María "deseamos honrar su amor y su caridad".52

San Juan Eudes fundador de la "Congregación de Jesús y de María", de la "Orden de Nuestra Señora de la Caridad" y de la "Congregación del Corazón admirable de la Madre de Dios" (tercera orden de los Eudistas). Fundó muchas Cofradías dedicadas a los sagrados Corazones53. San Pío X resumió posteriormente su finalidad de estas instituciones cordimarianas: "Imitar cuidadosamente las virtudes de los sacratísimos Corazones de Jesús y de María, especialmente la caridad"54 y presentó al santo como promotor del culto litúrgico de los sagrados Corazones y "padre de esta suavísima devoción".55

Muchas Cofradías de los Sagrados Corazones fueron fundadas y promovidas (desde el siglo XVII en adelante) también por otros Pontífices y figuras históricas, en diversos países cristianos. Hubo muchos intentos para conseguir la aprobación de la fiesta litúrgica del Corazón de María. Desde el siglo XVIII en adelante, se fundan también diversas Congregaciones religiosas con el título de "Corazón de María" o también "Corazones de Jesús y de María". Citamos algunas más abajo (siglo XIX).

Le Coeur admirable de la très sacrée Mère de Dieu, en: Oeuvres complètes VII, 133-134.San Luis Mª Grignon de Montfort (1673-1716) puede considerarse también como uno de sus grandes promotores, aunque es más conocido por la "esclavitud mariana". Decía el santo: "Guardad, verted en el seno y Corazón de María todos vuestros tesoros, todas vuestras gracias y virtudes". Su oración "Totus tuus" va dirigida al Corazón de María para pedir que su Corazón viva en el nuestro en vistas a amar a Cristo como le ama ella. "Soy todo tuyo y todas mis cosas son tuyas. Entra en todo mi ser. ¡Préstame tu corazón, María". El significado nos lo da el mismo santo: "Cuanto más un alma se consagra a ella, más queda consagrada a Jesucristo".56

En los siglos siguientes, además de las Cofradías y Congregaciones dedicadas al Corazón de María, proliferaron las oraciones, imágenes, consagración y devociones populares. En tiempo de Pío VI (1775-1799), gran devoto de María, se divulga esta oración: "Sagrado Corazón de María... vos salváis el alma mía".57

Decía el Santo Cura de Ars (1786-1859): "El Corazón de la Santísima Virgen María es la fuente de la que Cristo tomó la sangre con que nos

51    ? Le Coeur admirable de la très sacrée Mère de Dieu, en: Oeuvres complètes VII, 133-134 (traducción de J.M. Alonso, Inmaculado Corazón, o.c., p.946).

52    ? La dévotion au très saint Coeur..., Oeuvres complètes, VIII, p.435. Cfr. J.M. ALONSO, El Corazón de María en S. Juan Eudes (Madrid, Coculsa, 1958).

53    ? Cfr. H. MARÍN, o.c., pp.23-30. Cfr. G. DE BECKER, Les sacrés Coeurs de Jésus et de Marie (Romae 1959).

54    ? Carta Apostólica Pia Consotiatio: AAS 2, 1911, 227s.

55    ? Carta Apostólica Divinus Magister: AAS 1, 1909, 480.

56    ? Tratado de la verdadera devoción a María, 120.

57    ? ASS 31, 1888-1889, 740.

redimió". "En el corazón de esta Madre no hay más que amor y misericordia. Su único deseo es vernos felices. Sólo hemos de volvernos hacia ella para ser atendidos... El hijo que más lágrimas ha costado a su madre, es el más querido de su corazón". "El corazón de María es tan tierno para nosotros, que los de todas las madres reunidas, no son más que un pedazo de hielo al lado suyo... El corazón de la Santísima Virgen es la fuente de la que Jesús tomó la sangre con que nos rescató".58

Pío VII (1800-1822) hablaba de la Virgen dolorosa y de su mediación materna. Durante su pontificado se aprobaron algunas oraciones que se refieren al Corazón de María: "Corazón ambabilísimo, objeto de las complacencias de la adorable Trinidad y digno de toda la veneración y ternura de los ángeles y de los hombres; Corazón el más parecido al de Jesús, cuya más perfecta imagen sois; Corazón lleno de bondad y tan compasivo con nuestras miserias... Hacedlos sentir la ternura de vuestra maternal Corazón".59

Santa Catalina Labouré (1806-1876) recibió la aparición de María en 1830, quien le dio el signo de la "Medalla Milagrosa" (las manos de María comunican la luz de la gracia divina a todo el mundo). En el reverso de la medalla aparece la letra M con una cruz sobrepuesta y debajo dos corazones. La santa, al preguntar sobre el significado, afirma que le pareció oír: "La M y los dos corazones hablan suficientemente". Se divulgó por todo el mundo la oración jaculatoria que formaba parte de la aparición: "¡Oh María, sin pecado concebida! Rogad por nosotros que recurrimos a Vos".60

El culto público y oficial al Corazón de María tiene lugar especialmente desde el siglo XIX. "Nuestra Señora del Sagrado Corazón" (Notre-Dame du Saint-Coeur) fue coronada en 1869 con una corona bendecida por Pío IX. Durante todo el siglo XIX se fundaron numerosas Congregaciones y Cofradías cordimarianas. Entre las Congregaciones religiosas: "Hijas del Santísimo e Inmaculado Corazón de María" (Gerona, 1848), "Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María" (1849, por San Antonio María Claret), "Misioneros del Inmaculado Corazón de la Bienaventurada Virgen María" (Scheut, Bruselas, 1862), "Esclavas del Inmaculado Corazón de María" (Lleida, 1862, por M. Esperanza), "Hijas del Purísimo Corazón de María" (Varsovia, 1867), "Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María" (Instituto Ravasco, Génova, 1868) y muchas otras más. Algunas ya fueron fundadas en el siglo XVIII, como la "Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María" (Picpus. 1797), etc., etc.

Pío VIII (1829-1839), cuando era obispo de Montalbo, había escrito: "El purísimo Corazón de María es el fiel trasunto del de Jesús"61. En tiempo de Beato Pío IX (1846-1878), se indulgencia esta oración, conocida hoy universalmente: "Dulce Corazón de María sed la salvación mía" (30 septiembre 1852). Otra oración aprobada fue la siguiente: "Por estar vuestro Corazón purísimo lleno de caridad, de dulzura y de ternura para con nosotros pecadores, os llamamos madre de la divina Piedad" (26 marzo 1860). Aunque ya desde Pío VII se concedió permiso para celebrar la fiesta del Corazón de María a quienes lo pidieran, fue Pío IX (21 de julio 1855) quien promulgó el

58    ? Cfr. R. FOURREY, Jean Marie Vianney, Curé d'Ars. Vie authentique (Paris, Mappus, 1981); B. NODET, Jean Marie Vianney, Curé d'Ars. sa pensée, con coeur (Paris, Mappus, 1958); F. TROCHU, El espíritu del Cura de Ars (Barcelona 1931).

59    ? Oraciones indulgencias por la S. Congregación de las Indulgencias, 18 agosto 1807. Cfr. H. Marín, o.c., pp.48-51.

60    ? Cfr. H. MARIN, o.c., pp.44-47.

61    ? Citado por H.MARÍN, o.c., p.54.

oficio y la Misa propia para esas ocasiones.

En "Nuestra Señora de las Victorias" (Notre-Dame des Victoires), Paris, se fomentó, especialmente desde 1836, la devoción y consagración al Corazón de María, por medio de una Archicofradía de influjo universal. Ya en 1870, con ocasión del concilio Vaticano I, se recogieron adhesiones de los obispos en vistas a este objetivo. Pío IX era favorable. Se intentó de nuevo (en 1906) la consagración de todo el género humano al Corazón Inmaculado de María. San Pío X (1907) acogió la súplica. Una fórmula de consagración fue aprobada por la Congregación de Indulgencias y se expresaba así: "¡Oh María, Virgen poderosa y Madre de misericordia, Reina del cielo y Refugio de los pecadores! Nosotros nos consagramos a vuestro Corazón Inmaculado... Os prometemos finalmente, oh gloriosa Madre de Dios y Madre de los hombres, poner todo nuestro corazón al servicio de vuestro culto bendito, para asegurar, por medio del reinado de vuestro Corazón Inmaculado, el Reino del Corazón de nuestro adorable Hijo en nuestras almas, en nuestro país y en todo el universo".62

San Antonio María Claret (1807-1870), fundador de los "Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María" (1849) es otro de los grandes pioneros de esta devoción y culto. Algunas de sus afirmaciones compendian esa devoción cordimariana: "El Corazón de María no sólo fue miembro vivo de Jesucristo por la fe y la caridad, sino también origen y manantial de donde tomó la humanidad... El Corazón de María fue templo del Espíritu Santo... El Corazón de María ha sido el órgano de todas las virtudes en grado heroico, y singularmente de la caridad para con Dios y para con los hombres... El Corazón de María es el trono en donde se dispensan todas las gracias y misericordias".63

León XIII (1878-1903), por medio de sus numerosas encíclicas sobre el Rosario, fomentó la devoción a la Santísima Virgen. En algunos de sus documentos habla explícitamente del Corazón de María: "Ardientemente deseamos que el pueblo católico (italiano) acuda a esta gran Virgen y haga dulce violencia a su Corazón de Madre"64. Durante su pontificado, se aprobaron algunas oraciones, como la siguiente: "Omnipotente y sempiterno Dios, que preparaste digna morada del Espíritu Santo en el Corazón de la bienaventurada Virgen María, concédenos propicio, que festejando devotamente su purísimo Corazón, podamos vivir conforme a tu Corazón".65

San Pío X (1903-1914), al que ya hemos hecho referencia anteriormente, invita a profundizar la doctrina mariana haciéndola vida propia. En la encíclica Ad diem illum (2 febrero 1904), después de afirmar que "por

62    ? Congregación de Indulgencias, 21 febrero 1907. Cfr. H.MARÍN, pp.40-44, 91ss. Ver también: J.M. CANAL, J.M. ALONSO, La consagración a la Virgen y a su Corazón (Madrid, Coculsa, 1960); G. GEENEN, Les antécédents doctrinaux et historiques de la consécration du monde au Coeur Inmmaculé de Marie: Maria I, 825-873.

63    ? Escritos Espirituales (Madrid, BAC, 1985), Carta a un devoto del Corazón de María (pp.496-506); ver también: María Corazón de la Iglesia (pp.492-495). Cfr. J.Mª HERNANDEZ, Ex abundantia cordis. Estudio de la espiritualidad cordinariana de los Misioneros Claretianos (Roma, Secretariado del Corazón del María, 1991).

64    ? Epist. Vi è ben noto, 20 sept. 1887: ASS 20, 209.

65    ? Oración aprobada para el Congreso Mariano de Turín: ASS 31, 1898-1899, 538-540. Hay una nota de la Congregación de Ritos, que precede a esa fórmula, indicando que la oración fomentará "la esperanza en el amor y bondad de su Corazón". La fórmula misma empieza dirigiéndose a María, a modo de "consagración a vuestro Corazón maternal".

María... penetramos en el conocimiento de Cristo", indica el camino para imitar la contemplación de María, en sentido de vivencia del misterio de Cristo: "No sólo conservaba, confiriéndolo en su corazón lo acaecido en Belén y en el templo del Señor en Jerusalén, sino que ... vivía la vida del Hijo, partícipe como era de sus planes e intenciones. Nadie, pues, como ella conoció profundamente a Cristo".66

En tiempo de Benedicto XV (1914-1922), siguiendo la costumbre de toda el siglo XIX y del inicio del siglo XX, se fue intensificando el deseo de consagración de personas e instituciones al Corazón de María, instando a la consagración de toda la humanidad, especialmente teniendo en cuenta las calamidades de la época (primera guerra mundial). En este contexto tienen lugar las apariciones de la Virgen en Fátima (desde el 13 de mayo de 1917). La Santísima Virgen apareció con su Corazón rodeado de espinas.67

Las apariciones de Fátima (1917) ratifican, pues, la devoción al Corazón de María, indicando también la consagración del mundo. En la aparición del 13 de mayo, se pide a los tres videntes "reparar... las ofensas hechas al Corazón Inmaculado de María". El 13 de junio, María aparece con su "Corazón rodeado de espinas", comunicando el siguiente mensaje: "Jesús quiere servirse de ti para darme a conocer y hacerme amar. El quiere establecer en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado". El 13 de julio insiste sobre la consagración: "Vendré a pedir la consagración del mundo a mi Corazón Inmaculado... Al fin triunfará mi Corazón Inmaculado".68

Pío XI (1922-1939), el Papa de las Misiones, describe la mirada amorosa de María. El cuidado maternal de María se dirige a todos los redimidos: "María, por habérsele confiado todos los hombres a su maternal Corazón en el Calvario, no cuida y ama menos a los que ignoran haber sido redimidos por Cristo Jesús, que a los que disfrutan felizmente de los beneficios de la misma redención".69

66    ? APD I,147; ASS 36, 1903-1904, p.452. Durante su pontificado se aprobaron algunas invocaciones, como las siguientes: "Nuestra Señora del Sagrado Corazón, ruega por nosotros" (ASS 37, 1904-1905, 16-17); "Corazón doloroso e inmaculado de María" (aprobación del Cardenal Mercier y carta autógrafa de San Pío X; indulgenciada por Benedicto XV, 28 septiembre 1916).

67    ? También en tiempo de Benedicto XV, se conceden indulgencias a algunas oraciones que hacen referencia al Corazón de María: "Os presento el Corazón Inmaculado de María en unión con el Corazón amantísimo de nuestro Señor Jesucristo inmolándose en la cruz en el Calvario y ahora en el altar para santificar y salvar las almas" (25 noviembre 1920). "Corazón purísimo de María Virgen, alcanzadme de Jesús la pureza y humildad de corazón" (13 enero 1922).

68    ? Cfr. S. de FIORES, Fátimca, en: Nuevo Diccionario de Mariología (Madrid, Paulinas, 1988) 790-802. La Bta. Jacinta de Fátima decía: "¡Me agrada tanto el Inmaculado Corazón de María! Es el Corazón de nuestra Madre del cielo".

69    ? Encíclica Rerum Ecclesiae (22 febrero 1926): AAS 18 (1926) p.83. En algunas alocuciones tiene expresiones parecidas: "Son ojos abiertos sobre nosotros, que nos siguen por todas partes, como nos sigue su Corazón" (10 mayo 1926). "Confiándose al Corazón de la Madre, se llega al Corazón del Hijo" (3 julio 1933). Entre las oraciones aprobadas en tiempo de Pío XI, destacamos las siguientes: "María, mi dulce madre... Prestadme vuestro Corazón, dadme vuestro amor y el de Jesús, que esto me basta para ser feliz" (29 julio 1924). "Aunque hijitos vuestros, volvemos con nuestros pecados a crucificar en nuestro corazón a Jesús y traspasamos nuevamente vuestro Corazón" (20 julio 1925).

Es importante aportar aquí algunos testimonios y vivencias de santos y personas con fama de santidad en este período (siglo XIX e inicio del XX), puesto que esta herencia que estamos constatando llegó a ser patrimonio de innumerables fieles, en sintonía con las enseñanzas del magisterio. Además de las figuras citadas más arriba, recogemos sólo unos pocos testimonios de los dos últimos siglos del segundo milenio.

La Sierva de Dios M. Esperanza de Jesús González Puig (1823-1885), fundadora (Lleida, 1862) de las "Esclavas del Inmaculado Corazón de María" (Misioneras), deja escrita su vivencia: "Éste es el sagrado asilo de mi refugio... el Inmaculado Corazón de María está unido al de Jesús; y, por consiguiente, morando en este sagrado santuario, estamos en el mismo centro del dulcísimo Corazón de nuestro dueño".70

Santa Teresa de Lisieux (1873-1897), Patrona de las Misiones, también manifiesta espontáneamente una relación íntima y filial con el Corazón materno de María: "Te me apareces, Virgen, en la sombría cumbre del Calvario, de pie junto a la cruz... ¡Oh Reina de los mártires, quedando en el destierro, prodigas por nosotros toda la sangre virginal y pura de tu sublime corazón de madre!" (Poesía 44). Jesucristo "sufrió este martirio por salvar almas, abandonó a su Madre, vio a la Virgen Inmaculada de pie junto a la cruz con el corazón traspasado por una espada de dolores" (Carta 184). "Vivir contigo quiero, Madre amada... de tu inmenso corazón descubro los abismos de amor. Tu maternal mirada desvanece mis miedos, y me enseña a llorar, y me enseña a reír" (Poesía 44).71

La Venerable Concepción Cabrera de Armida (1862-1937) ha dejado escritas las confidencias recibidas del Señor, en las que el mismo Jesús indica su relación íntima con el Corazón de María: "En el Corazón de María vibraba constantemente el eco de mi pasión interna de aquella que oprimió a mi alma desde la Encarnación" (CC 42,288-290, junio 23, 1919). "Todos los cálices que apuré Yo, los puse también en el corazón de María, que fue la corredentora y como el eco de mis martirios. Por eso es la Reina del dolor, porque ni uno solo, de mis tormentos internos y externos, dejó de repercutir en su corazón de Madre" (CC 41,274, junio 16,1917). "El Corazón de mi Madre, canal único por donde se derraman las gracias a la humanidad" (CC. 51, 309-311, abril 8,1928).72

En su librito titulado Ternuras al Corazón Inmaculado de María (1919), Concepción Cabrera de Armida describe la interioridad de Jesús desde el Corazón de María. Son meditaciones puestas en labios de la Santísima Virgen, con reflexiones y propósitos del lector: "Las penas fueron para mi corazón; los frutos serán para el tuyo" (n.4, destierro a Egipto). "Comunicó a mi corazón toda la fortaleza del suyo, toda la resignación y la serenidad que necesitaba para el sacrificio que iba a ofrecer al Eterno Padre" (n.19, Cenáculo). "Y así abismado su corazón en el mío y el mío en el suyo, permanecimos juntos el «Varón de dolores» (Is 53,3) y la Madre del Dolor... Ahí naciste en mi corazón" (n.23, Jesús muerto en la cruz). Se pide a María: "Ensancha mi corazón para que sea como Tú en la Eucaristía" (n.17); "Madre mía, préstame tu Corazón" (n.20).73

70    ? Carta publicada por: J. NONELL, Vida y virtudes de... María Esperanza de Jesús... (Manresa, 1905), p.26. Ver también: Escritos autobiográficos... (1823-1885) (manuscrito).

71    ? Cfr. Obras completas (Burgos, Edit. Monte Carmelo, 1989).

72    ? Ver estos y otros textos en: Cuenta de Conciencia (66 volúmenes, de octubre 1893 al 8 diciembre 1936). Resumen: Vida (10 tomos, 1909-1910) (México, Religiosas de la Cruz, 1990). Ver también: J. GUTIERREZ, Concepción Cabrera de Armida, Cruz de Jesús (San Luís Potosí, Edit. La Cruz, 1998) (selección de textos de la Cuenta de Conciencia).

La Beata Laura Montoya (1874-1948), fundadora de las Misioneras de la Inmaculada ("Lauritas"), modeló su corazón misionero en el Corazón de María. "El Corazón de María es el lugar de cita entre la humanidad y la divinidad"74.

La Sierva de Dios M. María Inés-Teresa Arias (1904-1981), fundadora de las Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento, invita a vivir el amor esponsal a Cristo con y como María. En sus escritos íntimos aflora su vivencia filial: "Mi Señor, te amo con el Corazón de tu Madre". "Lo escribí todo en el Corazón de mi Madre, ese es mi libro que siempre tengo abierto". "Madre mía en tu corazón me encierro toda". "En el corazón purísimo de tu Madre, derramaré el mío todo entero". "Se va mi confianza al Corazón de María... María se conmueve, y Jesús me abre sus brazos". "Quiero sacrificarme en el Corazón de María, por las almas".75

El Siervo de Dios D.José María Lahiguera (1903-1989) ha tenido una gran influencia en la espiritualidad sacerdotal conciliar y postconciliar. Fue director espiritual en el Seminario de Madrid, Obispo auxiliar de Madrid, obispo de Huelva, arzobispo de Valencia, arzobispo de Valencia y fundador de las Oblatas de Cristo Sacerdote. Su espiritualidad mariana se dirige hacia Cristo Sacerdote, por medio del Corazón Inmaculado de María. En su diario anota escribe: "La Virgen es Madre. La virtud propia de la Madre es el Amor. El Amor tiene por símbolo el Corazón" (7 de junio de 1975). "Mi buenísima Madre... Para corresponder, Madre, a tu amor, yo me consagro del todo y todo lo consagro a tu Inmaculado Corazón" (18 de junio de 197). "Me consagro al Sagrado Corazón de mi Cristo, Sacerdote - Víctima, y al Inmaculado Corazón de María, mi Madre del Cielo. Y así, hasta morir... de amor. Morir de Dios" (9 de marzo de 1979).76

Los Papas de mediados del s.XX en adelante, siguen las líneas trazadas por sus antecesores. En la doctrina y actuación de Pío XII (1939-1958) encontramos ya toda esta herencia milenaria como algo vivido espontáneamente por la Iglesia entera. Sus discursos son un arsenal de doctrina, que recoge esta herencia eclesial. "Virgen compasiva, de Corazón herido por la espada, Madre del autor de la paz y Reina de la paz"77. "El fiat de la Encarnación, su colaboración en la obra de su Hijo... y esa muerte del alma que experimentó en el martirio, habían abierto el Corazón de

73    ? Se publicó en 1919, anónimo. El año 2000 se publicó de nuevo, pero indicando el autor, con el título: María te da a Jesús (México, Ediciones Cimiento y Editorial La Cruz, 2000). Ver también algunas afirmaciones en: Rosas y Espinas (México, Editorial La Cruz, 1988).

74    ? Citada en: C. MESA, Proyecciones (Medellín 1973), p.74. "El amor de esta Señora de mi corazón, se impuso de tal modo a mi alma que no dudo que es Ella la autora de ese dolor tan fuerte que me mata, por esos pobrecitos que no conocen a Dios. Creo que Ella es quien ha abierto la herida y ha encendido el fuego de mi corazón". Resumí su espiritualidad en: Carisma misionero de la M. Laura Montoya: Omnis Terra 17 (1985) 26-30,79-90 (edic. esp.).

75    ? Ver estos textos, con sus respectivas citas, en la voz "Corazón de María", en: J. ESQUERDA BIFET, Mi corazón se fue tras él. Diccionario doctrinal de María Inés-Teresa Arias (México 2004). Estudio su doctrina mariana en: Vivencia y doctrina mariana de la Sierva de Dios María Inés Teresa Arias: Ephemerides Mariologicae, 72 (2002) 295-310.

76    ? Diario Espiritual (Madrid, BAC, 2004). Ver en el Diario el día que hemos indicado de cada una de las afirmaciones.

77    ? Alocución 29 mayo 1950: AAS 42 (1950) 484.

María al amor universal de la humanidad"78. "Con el Corazón atravesado por una espada, está al pie de la cruz de su divino Hijo"79. "El Corazón de la Madre lleno de misericordia"80. "Como la madre de familia, que abraza con su mirada, que aprieta contra su Corazón a su querida descendencia"81. "Corazón maternal y compasivo"82. "Su Corazón Inmaculado, canal dulcísimo de todos los bienes"83. "El Corazón purísimo de la Virgen, sede de aquel amor, de aquel dolor, de aquella compasión y de todos aquellos altísimos afectos que tanta parte fueron en la redención nuestra, principalmente cuando... velaba en pie junto a la cruz"84.

También en sus documentos más importantes, Pío XII va delineando los matices peculiares del Corazón de María: "Aquel maternal Corazón que, juntamente con el Corazón suavísimo de su Hijo, palpitó ardentísimamente"85. "María tiene Corazón maternal para con todos los miembros del mismo augusto Cuerpo"86. "Su virginal Corazón, sagrario de todas las virtudes".87

Nuestra oración confiada tiende a "violentar suavemente al maternal Corazón de María"88. Pueden verse también algunas oraciones aprobadas en tiempo de Pío XII: "Nos refugiamos en tu Corazón Inmaculado, seguros de encontrar en él todos los alientos, que anhela nuestro desolado corazón; depositamos en ti toda confianza, para que tu mano maternal nos guíe y nos sostenga en el áspero camino de la vida"89. "Nos echamos en vuestros brazos... oh inmaculada Madre de Jesús y Madre nuestra, confiados de encontrar en vuestro Corazón amantísimo la satisfacción de nuestras ardientes aspiraciones y el puerto seguro de las tempestades".90

En tiempo de Pío XII tuvo lugar la Consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María (el 31 de octubre, en Fátima por Radiomensaje, y el 8 de diciembre de 1942, en Roma). Recogemos la frase final de la fórmula de consagración del 8 diciembre 1942: "Nosotros nos consagramos perpetuamente a Vos, a vuestro Corazón Inmaculado, oh Madre nuestra y Reina del mundo, para

78    ? Alocución 17 julio 1954: AAS 46 (1954) 491.

79    ? Alocución 25 octubre 1942, a las Hijas de María.

80    ? Radiomensaje 19 junio 1947: AAS 39 (1947) 268.

81    ? Alocución 22 mayo 1952: AAS 44 (1952) 536.

82    ? Radiomensaje 13 mayo 1946: AAS 38 (1946) 264.

83    ? Radiomensaje 12 octubre 1954, Montevideo, Congreso Mariano: AAS 46 (1954) 683.

84    ? Radiomensaje 12 octubre 1954, Congreso mariano nacional de España: AAS 46, 1954, 680.

85    ? Carta Apostólica Novissimo universarum, 1 mayo 1947: AAS 40 (1948) 492.

86    ? Const. Apost. Munificentissimus Deus, 1 noviembre 1950: AAS 42, 1950, p.753 (definición del dogma de la Asunción).

87    ? Epist. 14 noviembre 1954: AAS 46 (1954) 760.

88    ? Encíclica Ingruentium malorum, 15 septiembre 1951: AAS 43 (1951) 577.

89    ? Penitenciaria Apostólica, 28 agosto 1956.

90    ? Oración para el año mariano de 1954.

que vuestro amor y patrocinio apresuren el triunfo del Reino de Dios, y todas las gentes, pacificadas con sí y con Dios, os proclamen bienaventurada, y entonen con Vos... el eterno Magníficat de gloria, amor, agradecimiento al Corazón de Jesús, en solo el cual pueden encontrar la Verdad, la Vida y la Paz".91

La fiesta del Corazón de María pasó a ser fiesta litúrgica con Oficio y Misa propia para la Iglesia universal. El Decreto de la Congregación de Ritos (4 mayo 1944) resume la doctrina cordimariana con estas palabras: "La Iglesia... bajo el símbolo de este Corazón, venera devotísimamente la eximia y sin par santidad del alma de la Madre de Dios, mas principalmente su ardentísimo amor a Dios y a Jesús su Hijo, y su maternal piedad para con los hombre redimidos con la divina sangre".92

El Beato Juan XXIII (1958-1963) continuó las enseñanzas de Pío XII. Cuando era cardenal Patriarca de Venecia, fue legado pontificio para conmemorar el 25 aniversario de la consagración de Portugal al Corazón de María (13 mayo 1956), pronunciando un discurso programático. En la encíclica Ad Petri Cathedram (29 junio 1959) hace alusión explícita a la consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María93. Alentó a la práctica de esta consagración, recordando su propia experiencia personal y hablando frecuentemente del "amor maternal" de María y del "reino de su Inmaculado Corazón".94

Pablo VI (1963-1978), al final de la tercera sesión conciliar del Vaticano II (21 noviembre 1964), después de promulgar la Constitución Lumen Gentium, de tanto contenido mariano, quiso consagrar el mundo al Corazón de María, renovando la consagración de Pío XII. Después de recordar esta consagración histórica, el texto de la fórmula dice: "Virgen Madre de Dios, encomendamos a tu Inmaculado Corazón a todo el género humano".95

En la encíclica Signum Magnum (13 mayo 1967), Pablo VI recuerda de nuevo esta consagración, en el 25 aniversario de la consagración hecha por Pío XII el 31 octubre de 1942, invitando a renovarla, con actitud filial hacia el Corazón Inmaculado de la Madre de la Iglesia: "Invito a renovar la consagración al Corazón Inmaculado de María. Y puesto que en el presente año se recuerda el 25 aniversario de la solemne consagración de la Iglesia y del género humano a María, Madre de Dios, y a su Corazón Inmaculado, hecha por nuestro predecesor de santa memoria Pío XII, el 31 de octubre de 1942, con ocasión del radiomensaje a la nación portuguesa, consagración que Nos mismo hemos renovado el 21 de noviembre de 1964, exhortamos a todos los hijos de la Iglesia a renovar personalmente la propia consagración al Corazón Inmaculado de la Madre de la Iglesia, y a vivir este nobilísimo acto de culto con una vida siempre más conforme a la voluntad divina, con espíritu de filial servicio y de devota imitación de su Reina celestial".96

91    ? AAS 34, 1942, 345-346. La consagración se renovó, incluyendo la frase "todos los pueblos de Rusia", el 7 de julio de 1952: "Consagramos de modo especialísimo al mismo Inmaculado Corazón, todos los pueblos de Rusia" (Carta Sacro vergente anno: AAS 44, 1952, 505). En la encíclica Ad caeli Reginam (11 octubre 1954) se establece la renovación anual de la consagración: AAS 46, 1954, 615.

92    ? AAS 37, 1945, 50-51.

93    ? AAS 51, 1959, 518.

94    ? AAS 52, 1960, 190, 449.

95    ? AAS 56, 1964, 1017.

96    ? Enc. Signum Magnum: AAS 59 (1967) 465-475, 2ª parte, n.8.

En esta misma encíclica, Signum Magnum, Pablo VI hace un resumen de la doctrina cordimariana, recordando el significado del santuario mariano de Fátima. Es "Corazón maternal y compasivo" (introducción, citando a Pío XII). Se remite a la doctrina de San Agustín, sobre concebir a Cristo también en el corazón (n.3). Por esto, "en María la Iglesia de Cristo señala el ejemplo sobre el modo más digno de recibir al Verbo en nuestro espíritu" (ibídem). Si el pueblo cristiano aprende a imitar la actitud del Corazón de María, se seguirán frutos de renovación: "Que el Corazón de María resplandezca ante la mirada de todos los cristianos, como modelo perfecto de amor a Dios y al prójimo y que les induzca a la frecuencia de los santos sacramentos... Que brille como estandarte de unidad y los estimule a perfeccionar los lazos de fraternidad entre todos los cristianos dentro del seno de la única Iglesia de Jesucristo" (n.7).

En la exhortación apostólica Marialis cultus (1974), Pablo VI resume también la doctrina cordimariana, invitando a imitar su actitud de contemplación y de aquella "fe con la que Ella, protagonista y testigo singular de la Encarnación, volvía sobre los acontecimientos de la infancia de Cristo, confrontándolos entre sí en lo hondo de su corazón (cfr. Lc 2,19.51). Esto mismo hace la Iglesia" (n.17). La Iglesia ha ido aprendiendo a entrar en el Corazón de María: "Pero la misma Iglesia, sobre todo a partir de los siglos de la Edad Media, ha percibido en el corazón de la Virgen que lleva al Niño a Jerusalén para presentarlo al Señor (cfr. Lc 2,22), una voluntad de oblación que transcendía el significado ordinario del rito" (n.20). De ella se aprenden las virtudes teologales: "la fe, la esperanza y la caridad que animaron el corazón de la Virgen (n.26). Los misterios del Señor se meditan "vistos a través del Corazón de Aquella que estuvo más cerca del Señor", para que "desvelen su insondable riqueza" (n.47).97

Juan Pablo II (1978ss), al final del segundo milenio y en el inicio de tercero, con sus gestos y enseñanzas, recoge esta herencia bimilenaria e invita a toda la Iglesia a ser más contemplativa, más santa y más misionera, en sintonía con el Corazón materno de María. Es el tema del apartado siguiente.

4. LOS GESTOS Y EL MAGISTERIO DE JUAN PABLO II ENTRE EL SEGUNDO Y EL TERCER MILENIO

Y desde su primer radiomensaje (17 de octubre de 1978)98 y en su primera visita a Santa María Mayor (8 diciembre 1978), Juan Pablo II ha manifestado su predilección por la oración de San Luís María Grignon de Montfort ("Totus tuus"), que termina con la expresión "préstame tu Corazón"99. El mismo Papa expone su propia experiencia en su escrito autobiográfico: "Gracias a San Luís, comencé a descubrir todos los tesoros de a devoción mariana con perspectivas en cierto sentido nuevas".100

97    ? AAS 66 (1974) 113-168.

98    ? AAS 70, 1978, 927.

99    ? San Luís G. Montfort da una explicación de esta plegaria en su Tratado de la verdadera devoción, 233. La expresión ("préstame tu corazón"), equivale a este deseo milenario de la Iglesia, de recibir a María "en comunión de vida" (cfr. RMa 45), para aprender de ella a escuchar la Palabra y a recibir el "pan de vida", hasta el fondo del corazón, transformado en un "sí" de apertura generosa y total. Es actitud profundamente cristológica.

100    ? "Don y misterio. En el 50º de mi sacerdoio" (5 novembre 1996). Lo recuerda también en la carta apostólica Rosarium Virginis Mariae (2002), n.15.

El 8 de diciembre de 1981, también en su visita a Santa María Mayor, al final de la Santa Misa, Juan Pablo II quiso renovar la consagración a María, haciendo referencia a la consagración de Pío XII en 1942 y explicando su significado, como "particular diálogo de amor y entrega, que la Iglesia de nuestra época realiza con el Espíritu Santo mediante el Corazón de la Madre de Dios... En nuestro tiempo, en armonía con la obra del concilio Vaticano II, ha renacido en la Iglesia la esperanza de renovación. Y puesto que esta esperanza encuentra diversas dificultades... parece que debemos de nuevo dirigirnos al Espíritu Santo por medio del Corazón de la Madre de Dios, a quien el Papa Pablo VI llamaba frecuentemente «Madre de la Iglesia»".101

El 13 de mayo de 1982, un año después del grave atentado, Juan Pablo, quiso renovar la consagración en Fátima para agradecer la protección de María. El 16 de octubre de 1983, el Papa consagró de nuevo el mundo al Corazón de María, en la plaza de San Pedro, conjuntamente con los cardenales y con los obispos participantes en el Sínodo Episcopal. De nuevo, el 25 de marzo de 1984, repitió el acto de consagración.

Comentando el tema de la Inmaculada, en otra visita a Santa María Mayor (8 diciembre 1985), Juan Pablo II repitió la consagración al Corazón de María: "Al corazón materno de la Virgen, como resumiendo los impulsos de un solo deseo, encomiendo a todos aquellos que, en cualquier parte del mundo, por cualquier angustia o sufrimiento, tienen particular necesidad de su protección... Tu Corazón Inmaculado reine en las conciencias, en las familias, en la sociedad, en las naciones, en la humanidad entera".102

Al ofrecer una corona de flores a la imagen de la Inmaculada, en plaza España (8 de diciembre de 1986), comentó el "Magníficat", diciendo: "En estas palabras se expresa tu alma... Enséñanos este misterio de tu corazón. Enséñanos que Dios es todo"103. En el mismo lugar, el 8 de diciembre de 1990, comentó la escena de la Anunciación: "Solamente aquella que es «llena de gracia», que es Inmaculada, es capaz de acoger el insondable misterio de Dios, es capaz de sentirlo con toda la profundidad de su corazón de mujer"104. Y en 1992 (también el 8 diciembre): "Tú eres la inmaculada sensibilidad del corazón humano respecto a todo lo que es de Dios".105

En la recitación del "Angelus", el día 8 diciembre 1997, fiesta de la Inmaculada, presentó la pureza del Corazón de María: "En su corazón no hay sobra de egoísmo: no desea nada para sí, sino sólo para la gloria de Dios y la salvación de los hombres".106

La persona de Juan Pablo ha sido una invitación para toda la Iglesia, en el paso entre dos milenioS, para adentrarse en los "sentimientos de Cristo" (Fil 2,5), es decir, en su Corazón, por medio de la actitud contemplativa del Corazón de María. La encíclica Redemptoris Mater (1987), que enfocaba el año mariano en vistas a preparar el grande Jubileo, es también un resumen de la doctrina cordimariana.

101    ? Insegnamenti IV/2, 1981, pp. 871-875. La oración de "affidamento", en pp. 876-879.

102    ? Insegnamenti VIII/2 (1985) 1462.

103    ? Insegnamenti IX/2 (1986) 1902-1903.

104    ? Insegnamenti XIII/2 (1990) 1574-1576.

105    ? Insegnamenti XV/2 (1992) 861-864.

106    ? Insegnamenti XX/2 (1997) 963-964.

La fe de María fue aceptación gozosa del misterio de Cristo en su corazón: "María, que por la eterna voluntad el Altísimo se ha encontrado, puede decirse, en el centro mismo de aquellos inescrutables caminos y de los insondables designios de Dios, se conforma a ellos en la penumbra de la fe, aceptando plenamente y con corazón abierto todo lo que está dispuesto en el designio divino" (RMa 14). "No es difícil, pues, notar en este inicio una particular fatiga del corazón, unida a una especie de «noche de la fe» -usando una expresión de San Juan de la Cruz-, como un «velo» a través del cual hay que acercarse al Invisible y vivir en intimidad con el misterio" (RMa 17).

Su fe se concretó en obediencia responsable: "María es digna de bendición por el hecho de haber sido para Jesús Madre según la carne («¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!»), pero también y sobre todo porque ya en el instante de la anunciación ha acogido la palabra de Dios, porque ha creído, porque fue obediente a Dios, porque «guardaba» la palabra y «la conservaba cuidadosamente en su corazón» y la cumplía totalmente en su vida" (RMa 20)

La Iglesia encuentra, pues, en el Corazón de María la "memoria" de todo el evangelio: "Ella fue para la Iglesia de entonces y de siempre un testigo singular de los años de la infancia de Jesús y de su vida oculta en Nazaret, cuando conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón" (RMa 26). Por esto, diariamente canta el "Magnífica" mariano, por ser "el éxtasis de su corazón" (RMa 36). "El cántico del Magníficat, que, salido de la fe profunda de María en la visitación, no deja de vibrar en el corazón de la Iglesia a través de los siglos" (RMa 35). En el caminar de la Iglesia entre dos milenio, María "está en el corazón de la Iglesia" (RMa 27).

La herencia mariana de Juan Pablo II, que recoge y resume una historia milenaria de gracia, se podría concretar en la presencia activa y materna de María, quien con su "heroica fe", "precede el testimonio apostólico de la Iglesia, y permanece en el corazón de la Iglesia, escondida como un especial patrimonio de la revelación de Dios" (RMa 27). En efecto, en el corazón de la Iglesia se hace presente, por la imitación y el afecto, el Corazón materno de María, el Corazón de la Madre de Dios.

El gesto de Juan Pablo II, de levantar y mostrar el Evangelio, en el inicio del Jubileo del año 2000, es también una invitación a imitar el Corazón de María que contemplaba todas las palabras del Señor en lo más profundo de su ser. Así lo afirmó el Papa en la apertura de la puerta santa en Santa María la Mayor (1 enero 2000), invitando a toda la Iglesia a adentrarse en el Corazón maternal de María: "La historia de todo hombre está escrita antes que nada en el corazón de su propia madre. No es de extrañar que se haya verificado estos mismo en la vida terrena del Hijo de Dios... María «guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón». Hoy, primer día del año nuevo, en el umbral de un nuevo año de este milenio, la Iglesia se remite a esta interior experiencia de la Madre de Dios... En el inicio del año dos mil, mientras avanzamos en el tiempo jubilar, confiamos en este tu «recuerdo» materno, ¡Oh María!. Nos adentramos en este singular recorrido de la historia de la salvación, que se mantiene vivo en tu corazón de Madre de Dios".107

En la carta apostólica Novo Millennio ineunte (6 enero 2001), al clausurar el gran Jubileo, Juan Pablo II invita nuevamente a imitar la fe contemplativa de María: "Hemos de imitar la contemplación de María, la cual, después de la peregrinación a la ciudad santa de Jerusalén, volvió a su casa de Nazareth meditando en su corazón el misterio del Hijo (cfr. Lc 2,51)" (NMi 59).

107    ? "L'Osservatore Romano" (it.), 3-4 de enero de 2000, p.6.

Con ocasión de año dedicado al rosario (octubre 2002-2003), en la carta apostólica Rosarium Virginis Mariae (16 octubre 2002), la invitación se concreta en unas pautas que ayuden a entrar en el Corazón ("intimidad") de Cristo, por medio del Corazón de María: "El Rosario en su conjunto consta de misterios gozosos, dolorosos y gloriosos, y nos ponen en comunión vital con Jesús a través –podríamos decir– del Corazón de su Madre" (RVM 2). "Nadie se ha dedicado con la asiduidad de María a la contemplación del rostro de Cristo. Los ojos de su corazón se concentran de algún modo en Él ya en la Anunciación, cuando lo concibe por obra del Espíritu Santo" (RVM 10). "María vive mirando a Cristo y tiene en cuenta cada una de sus palabras: « Guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón » (Lc 2, 19; cfr. 2, 51). Los recuerdos de Jesús, impresos en su alma, la han acompañado en todo momento" (RVM 11).

La orientación hacia el Corazón de María es eminentemente cristológica, porque en él se aprende "la meditación de los misterios de la vida del Señor, vistos a través del corazón de Aquella que estuvo más cerca del Señor" (RVM 12). La Iglesia se siente identificada con la actitud interior del Corazón de María, en vistas a configurarse con Cristo: "Haciendo nuestras en el Ave Maria las palabras del ángel Gabriel y de santa Isabel, nos sentimos impulsados a buscar siempre de nuevo en María, entre sus brazos y en su corazón, el «fruto bendito de su vientre» (cfr. Lc 1, 42)" (RVM 24). Entrando en sintonía con el Corazón de María, encontramos el eco de su invitación permanente: "Haced lo que él os diga" (Jn 2,5). Entramos, pues, en "los sentimientos de Cristo" (Fil 2,5), por medio del Corazón contemplativo de María.

5. EL ECO DEL EVANGELIO EN EL CORAZÓN DE MARÍA Y DE LA IGLESIA

La actitud eclesial de identificarse con la vida interior de María, es decir, con su Corazón contemplativo, será el mejor camino para hacer una relectura del evangelio, en el sentido de que éste incide en la historia actual del mundo. No podría hacerse esta relectura, que es también verdadero discernimiento de los "signos de los tiempos", si no fuera a la luz del evangelio meditado en el corazón, con y como María.

La "devoción" al Corazón de María o, si se quiere formular con otros términos, la "espiritualidad cordimariana", consiste en dejarse moldear por la Palabra, como María, en lo más profundo del corazón: criterios, convicciones, motivaciones, escala de valores, decisiones, actitudes... Se trata de la Palabra, tal como es, toda entera, en la situación concreta, que llama a contemplación, seguimiento, comunión y misión... "Contemplar" como María (cfr. Lc 2,19.51), supone poner en relación los contenidos de la Palabra de Dios, en la armonía de la fe y de la revelación, que es la base para construir la armonía de la creación y de la historia de la humanidad.

Esta "espiritualidad" o "devoción" deja entrar el Corazón materno de María en el corazón materno de la Iglesia. Si María tiene un Corazón misericordioso, debe reflejarse en el corazón misericordioso de la Iglesia. De este modo la maternidad de María, que "perdura sin cesar en la economía de la gracia" (LG 62), se realiza "por medio de la Iglesia" (RMa 24). El "corazón maternal" de María (LG 58) se prolonga en el de la Iglesia. Esta, al contemplar en el corazón el encargo de Jesús ("he aquí a tu Madre", Jn 19,27), "aprende de Maria su propia maternidad" (RMa 43).

La maternidad virginal de María es un proceso de escucha de la Palabra en el corazón y de respuesta de donación. Por esto afirma el concilio Vaticano II: "La Virgen en su vida fue ejemplo de aquel afecto materno, con el que es necesario estén animados todos los que en la misión apostólica de la Iglesia cooperan para regenerar a los hombres" (LG 65). María es modelo y figura de la maternidad eclesial, para colaborar a que los creyentes "reengendrados de un germen no corruptible, sino incorruptible, por medio de

la Palabra de Dios viva y permanente" (1Pe 1,23).

Esta actitud eclesial, que se adentra en las singladuras del Corazón de María, es una búsqueda del eco del evangelio en quien dedicó toda su vida a hacerlo parte integrante de su corazón. En cualquier texto evangélico y de la Sagrada Escritura en general, se esconde y se manifiesta el Verbo encarnado, que se quiere comunicar a quienes abren el corazón como María.

Cuando uno se habitúa a meditar el evangelio, buscando el eco vivencial en el Corazón de María, va encontrando la armonía de la revelación y de la fe en los textos más sencillos, sin extrapolar su significado. Cualquier texto del evangelio puede meditarse en la perspectiva mariana del "fiat" (Lc 1,38), "Magníficat" (Lc 1,46), "contemplaba en su corazón" (Lc 2,19.51), "estaba de pie junto a la cruz" (Jn 19,25), "en oración, con un mismo espíritu... en compañía de la María la Madre de Jesús" (Hech 1,14). Entonces, al meditar las palabras y los gestos del Señor, ella, presente de modo activo y materno en la vida de cada persona y en la historia de toda comunidad cristiana, dice: "Haced lo que él os diga" (Jn 2,5).

Cuando María "meditaba en el corazón" (Lc 2,19), ella ejercitaba una actitud interna profundamente vital. "Meditar" (sym-ballousa) era para ella acoger el mensaje y los acontecimientos, como quien los inserta en su corazón para confrontarlos unos con otros y así poder responder a Dios con mayor coherencia y generosidad. Ella había aprendido a armonizar palabras y acontecimientos.

María estaba acostumbrada a esa vitalidad interna, como un enjambre donde se elabora la miel, ya desde niña, en un ambiente de educación familiar, para "escuchar" a Dios y responder a su invitación con un amor pronto y total. Así lo enseñaban los padres a sus hijos, recordándoles el fragmento más emblemático de la Sagrada Escritura: "Escucha, Israel... amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente" (Deut 6,4-5). Dios quiere hacerse escuchar en su llamada al amor, mostrándose como un padre cariñoso que busca y pide nuestro amor

Meditar era, pues, para María, poner algo "con" y "juntamente" (sym) para "confrontar" (ballousa), como quien busca una nueva luz. De esta manera, la Palabra de Dios se convertía en sus mismos latidos, de modo repetitivo y sincrónico, como quien "rumía" o mastica algo para encontrar su verdadero sabor.108

Era una escucha o lectura convertida en oración, a modo de lectura "orada", con un afecto profundo de quien ya estaba enamorada de Dios. Este saborear la Palabra era actitud sapiencial, no necesariamente científica o técnica. Era un camino de fe profunda que, precisamente por ser tal, muchas veces parecía noche tenebrosa.

María se había formado en la escuela de los salmos e himnos del Antiguo Testamento, los cuales eran, a su vez, fruto de haber escuchado y releido frecuentemente la ley y los acontecimientos de la historia de salvación. Esta actitud de escucha es la raíz de la fe bíblica, que no es una simple especulación, sino una actitud de quien pone en práctica la voluntad divina (cfr. Sant 1,22; Rom 2,13).

Así iba entrando María en la gran sorpresa de Dios, porque es él quien tiene la iniciativa de buscar y quien espera la respuesta de nuestro corazón, ayudándonos con su gracia. Contemplar la Palabra como María es una actitud vital, exigente y comprometida, para agradecer la iniciativa de Dios sin hacerse esperar. En este sentido, dice el concilio Vaticano II que "la Santísima Virgen avanzó en la peregrinación de la fe" (LG 58).

108    ? Cfr. M.R. MASSA, Maria custode della Parola: Ecclesia Mater 41 (2003) 99-105.

La ruta de esta actitud contemplativa queda trazada desde el momento de la Anunciación ("pensaba": Lc 1,29), hasta la asociación esponsal al pie de la cruz como "mujer" o esposa (Nueva Eva) que comparte "de pie" la misma suerte (Jn 19,25-26), con una "mirada" que quiere abarcar todo el misterio oculto (cfr. Jn 19,37). Es la ruta de un "sí" generoso (Lc 1,38) y gozoso (Lc 1,46), que sabe "contemplar" (Lc 2,19.51) y "admirar" (Lc 2,33), invitando a la comunidad eclesial (la nueva esposa) a emprender este mismo camino contemplativo y comprometido: "Haced lo que él os diga" (Jn 2,5).

María es custodia de la Palabra. En su corazón va a inspirarse la Iglesia para meditar como ella todo el mensaje evangélico. Así lo reconoce la Iglesia en las oraciones litúrgicas: "Padre... haz que, siguiendo su ejemplo, sepamos custodiar y meditar siempre en el corazón los tesoros de gracia de tu Hijo"109. "Padre Santo... Tú has dado a la Santísima Virgen María un corazón sabio y dócil, dispuesto a seguir cualquier indicación de tu voluntad; un corazón nuevo y manso, en el que has esculpido la ley de la nueva Alianza; un corazón sencillo y puro que ha merecido acoger a tu Hijo y gozar de la visión de su rostro; un corazón fuerte y vigilante, que ha sostenido con valor la espada del dolor y la esperado con fe el alba de la resurrección".110

La contemplación de la Palabra de Dios es un proceso o itinerario espiritual de apertura sin condiciones, de dejarse sorprender y cuestionar por Dios y de decidirse a seguir el proyecto o voluntad del mismo Dios. "Porque amaba a su Hijo, consideraba con afecto materno todas sus palabras en su corazón".111

Cuando, en Belén y en el templo, "meditaba en su corazón" (Lc 2,19.51), es señal de que adoptaba una actitud que iba más allá del "estupor" de los pastores (cfr. Lc 2,9) y de los rabinos (cfr. Lc 2,47). María supera el primor momento de estupor (cfr. Lc 1,29; 2,50), para pasar a una apertura incondicional del corazón a los nuevos planes de Dios.

"Contemplar" significaba para María, comparar, poner en relación, rumiar, saborear, como quien armoniza los diversos datos de la fe y de la revelación (cfr. Lc 2,19; Lc 2,51). De este modo, puede combinar, a la luz de la fe contemplativa, "todas las palabras" ("pantha ta rhemata"), es decir, todo el mensaje evangélico insertado en el acontecimiento histórico.

María comparaba lo oído del ángel, con lo leído en la Escritura (e.g. Isaías) y lo visto (el niño recién nacido). Con esta actitud de "escucha", María continuaba la actitud aprendida en el Antiguo Testamento y resumida en la "shema" (Deut 6,4-5), para llegar a su cumplimiento en el Nuevo Testamento (cfr. Lc 1,38; 8,21). Por esto, Isabel alaba la fe de María, que es garantía de cumplimiento de la obra mesiánica: "¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!" (Lc 1,45).

Esta actitud contemplativa de María es profundamente relacional. Ella había aprendido a contemplar el rostro de Jesús al deponerlo en el pesebre (cfr. Lc 2,7) y cuando lo depusieron en el sepulcro (cfr. Lc 23,51). Su contemplación la muestra como la máxima Virgen y la máxima madre, es decir, la única madre que, por ser Virgen, ha hecho de su concepción, gestación y parto, una donación total al hijo.

109    ? Oración del ofertorio, Misa del Corazón Inmaculado de la B.V. María, Misal Mariano, n.28.

110    ? Ibídem, prefacio.

111    ? SAN AMBROSIO, Com. al Salmo 118, 13,3: PL 15, 1452.

La escucha de la Palabra, para ella, era una invitación a "amar con todo el corazón" (Deut 6,4). La escucha tendía directamente a la persona de Jesús, como Palabra definitiva del Padre, a la que ella quedaba asociada con un "sí" de "ofrecimiento" sacrificial juntamente con su Hijo (cfr. Lc 2,2). Jesús era la Palabra que penetraba el corazón como una "espada" (Lc 2,35) que corta esquemas anteriores, para conducir a la novedad de compartir la misma vida y destino hacia el misterio pascual.

La actitud de María, que escucha, medita en el corazón y dice que "sí", es la figura de la Iglesia, el "icono perfecto de la maternidad de la Iglesia" y, por tanto, de su fidelidad (RVM 15). Esta actitud equivale a un proceso de ir asimilando la Palabra de Dios hasta lo más hondo de la propia vivencia o del propio corazón. "La santísima Virgen es Maestra en la contemplación del rostro de Cristo" (EdE 53).

La Palabra de Dios sigue siendo suya, "viva y eficaz" (Heb 4,12). Es el "Verbo" o Palabra definitiva del Padre, insertada en nuestra historia: "La Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros" (Jn 1,14). Es palabra revelada, como un regalo o don de Dios, para quien "nada hay imposible" si el corazón se abre a su acción salvífica. A esta Palabra María respondió con un "sí" (Lc 1,38), pronunciado con el amor de "todo su corazón" (Deut 6,4). Este "sí" fue un preludio del nuestro, que debe brotar también de un corazón contemplativo: "El consentimiento de la Virgen fue en nombre de toda la humanidad".112

Es la Palabra que encontró en el Corazón de María una actitud de fe (cfr. Lc 1,45). María es modelo de fe para la comunidad eclesial (cfr. Lc 8,21). Es la fe o "teología vivida de los santos" (NMi 27). La Iglesia, desde sus inicios, aprendió a vivir esta fe en la Palabra, como actitud de oración y caridad, en la escuela del Cenáculo, "en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos" (Hech 1,14). La predicación apostólica (cfr. Hech 2-4) consistía precisamente en esta misma Palabra, asimilada previamente en la contemplación por parte de quienes tenían el servicio magisterial.

En el camino histórico de la Iglesia, hay una "presencia transversal" de María (TMA 43), que es siempre "presencia activa y materna" (RMa 1 y 45), como "influjo salvífico" (LG 60). María "precede" en este camino, como modelo y ayuda para releer los acontecimientos a la luz de la Palabra de Dios. En efecto, "precede con su luz al peregrinante Pueblo de Dios, como signo de esperanza cierta" (LG 68; cfr. RMa 51-52).

Para poder anunciar "el Verbo de la vida" se necesita haberlo "contemplado" previamente en el corazón (cfr. 1Jn 1,1ss). Dios ha hablado y sigue hablando de muchas maneras, "en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio de su Hijo" (Heb 1,1-2). Para formar parte de la familia espiritual de Jesús, hay que escuchar su palabra y ponerla en práctica: "Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen" (Lc 8,21; Mc 3,35; Mt 12,50). María es más bienaventurada por haber recibido a Cristo en su corazón que por haberlo recibido en su seno: "Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan" (Lc 11,28).

Este es el mejor camino para "modelar al cristiano según el corazón de Cristo" (RVM 17), hasta llegar "a la profundidad de su corazón" (RVM 19). Cuando la Iglesia medita en María, es porque "busca entre sus brazos y en su corazón, el «fruto bendito de su vientre» (cfr. Lc 1,42)" (RVM 24). "La contemplación del rostro de Cristo se centra sobre todo en lo que de él dice la Sagrada Escritura" (NMi 17), como lo hacía María contemplando (relacionando) estos textos con lo que veía y escuchaba. Esta contemplación es "oración de corazón cristológico" (RVM 1)

112    ? SANTO TOMÁS DE AQUINO, Summa, III, 30, 1c.

LÍNEAS CONCLUSIVAS:

Los documentos que hemos citado en los apartados anteriores, recogen los testimonio de Santos Padres, Papas, Santos y autores espirituales en el decurso de dos milenios. El Corazón de María es el punto de referencia para la Iglesia, en vistas a entrar en una dinámica trinitaria, cristológica, pneumatológica, eucaristica, contemplativa, misionera, antropológica y sociológica.

El Corazón de la Madre de Jesús es figura y memoria contemplativa de la Iglesia, que va unificando su propio corazón por un camino de fe, contemplación, seguimiento evangélico, misterio pascual, comunión eclesial y misión. En este sentido, "María está en el corazón de la Iglesia" (RMa 27), como "Virgen hecha Iglesia" según la expresión de San Francisco de Asís. La Iglesia vive los sentimientos de Cristo Esposo, imitando los sentimientos de María. "En la Virgen María todo es referido a Cristo y todo depende de él" (MC 25).

Reflexionar sobre la interioridad o "Corazón" de María, equivale a entrar en sintonía con el "Corazón" de Cristo. "La Iglesia, reflexionando piadosamente sobre ella y contemplándola en la luz del Verbo hecho hombre, llena de veneración entra más profundamente en el sumo misterio de la Encarnación y se asemeja más y más a su Esposo" (LG 65). El corazón de la Iglesia quiere imitar al "Corazón puro e inmaculado de María, que ve y desea al Dios todo santo".113

Las reflexiones teológicas, que se han realizado sobre el Corazón de María durante la historia, son aportaciones válidas, aunque siempre perfeccionables, dentro del contexto de todo el esfuerzo teológico por reflexionar sobre la fe. Los gestos que se han realizado respecto al Corazón de María (consagraciones, imágenes, oraciones, etc.), siguen teniendo su valor, siempre bajo una acción del Espíritu Santo que purifica, perfecciona y renueva la Iglesia en una evolución armónica. Toda esta herencia de gracia (que hemos resumido anteriormente) es una invitación a una vivencia más profunda de fe. La espiritualidad mariana en relación con el Corazón de la Madre de Dios, es un camino de "vida escondida con Cristo en Dios" (Col 3,3).

Se trata del Corazón de la Madre de Dios, que medita la Palabra del Padre, asociándose a Cristo, bajo la acción del Espíritu Santo. Es Corazón que vibra al unísono con el de Cristo, ahora presente en la Eucaristía. Es Corazón Inmaculado, todo puro y santo, virginal, lleno de ternura materna y misericordia. La Iglesia encuentra allí su "memoria", donde resuena todo el evangelio. En María encontramos "el tacto singular de su corazón materno, su sensibilidad peculiar, su especial aptitud para llegar a todos aquellos que aceptan más fácilmente el amor misericordioso de parte de una madre".114

En el corazón de la Madre de Jesús, la Iglesia encuentra la "memoria" activa y materna, que le recuerda, actualiza y hace efectiva su fe, su contemplación de la palabra, su seguimiento evangélico, su participación en el misterio pascual de cruz y resurrección, su realidad materna de comunión y misión, su tensión escatológica de esperanza hacia el más allá. La exhortación apostólica postsinodal Pastores gregis, presenta a "María, «memoria» de la Encarnación del Verbo en la prima comunidad cristiana" (PG 14).

113    ? SAN JUAN DAMASCENO, Orat. in Nativ. B.V. Mariae I,9: PG 96, 676C.

114    ? Enc. Dives in Misericordia 9. María es "el gran signo, de rostro maternal y misericordioso, de la cercanía del Padre y de Cristo, con quienes ella nos invita a entrar en comunión" (Documento de "Puebla", 282).

El corazón de la Madre de Jesús sigue vibrando en relación con las palabras y la vida de su Hijo, que está presente en nosotros y entre nosotros. Por esto, nuestra vida en Cristo sigue siendo su principal preocupación, para hacer que cada uno llegue a ser un "Jesús viviente" (según la expresión de San Juan Eudes) por la prolongación del Corazón de Cristo en el propio corazón y en la propia vida.

La comunidad eclesial y todo creyente se siente invitado a acudir al Corazón de María, para encontrar en él el eco de todo el evangelio. Hoy esta meditación mariana engloba la realidad histórica de todos los días, porque el evangelio sigue aconteciendo en el Corazón de María y en el corazón de la Iglesia. María, "acogiendo y meditando en su corazón acontecimientos que no siempre puede comprender, se convierte en el modelo de todos aquellos que escuchan la palabra de Dios y la cumplen (cfr. Lc 11, 28)" (VS 120).115

Se trata de vivir en "comunión de vida" con ella, dejando entrar sus vivencias (su corazón) "en todo el espacio de la vida interior" (RMa 45). Es, pues, actitud que unifica el propio corazón por ser actitud relacional: de oración, contemplación; imitativa: de fidelidad a la voluntad de Dios; celebrativa: en torno al misterio pascual de Cristo; vivencial: viviendo su presencia materna e intercesora en todo el proceso de configuración con Cristo.

El Corazón materno de María se encuentra en el corazón misionero de la Iglesia, como "memoria" activa y materna. El corazón de la Iglesia se ha ido modelando en el Corazón de María, para poder ser, como ella, la transparencia y el signo portador de Cristo y de la acción de su Espíritu para todos los pueblos.

115    ? Cfr. B. DE MARGERIE, Le coeur de Marie coeur de l'Église. Essai de synthèse théologique (Paris, Ed. Téqui, 1993).