el contacto interétnico, nuevos Ámbitos para la antropología
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La antropología frente a las comunidades indígenas actuales y el proceso de la globalización.TRANSCRIPT
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Universidad Nacional de Colombia
Antropologa aplicada y del desarrollo
Jaiver Alejandro Blandn Pedraza (Cd. 25231193)
El contacto intertnico: nuevos debates para la antropologa
Los retos de la antropologa contempornea trascienden aquellas cuestiones propias de la escuela de la
etnologa clsica: el innegable proceso de globalizacin y de insercin de las sociedades indgenas en las
dinmicas socioeconmicas originadas en la modernidad, es una realidad que debe ser puesta bajo la
lente de la disciplina, abriendo un amplio debate. Tal como lo resea Alcida Rita Ramos en su texto
Voces indgenas: el contacto vivido y contado, las comunidades indgenas, en este caso especfico de
Brasil, han empezado a vivir un proceso de adopcin de los cdigos y comportamientos de la sociedad
occidental, aun cuando al tiempo se han venido desarrollando y fortaleciendo movimientos indgenas
que luchan por la defensa del territorio y la cultura de dichas sociedades. Esta transformacin es patente,
ms significativamente, entre los lderes indgenas que encabezan tales movimientos, lo que sin duda, a
simple vista, parecera absolutamente contradictorio. Pero esta situacin tiene una razn de ser, y una
serie de aristas y complejidades que bien vale la pena traer a colacin aqu.
La autora nos relata el pesimismo con que, a mediados del siglo XX, los antroplogos visualizaban el
futuro de las sociedades indgenas, y no es para menos: el crecimiento desaforado de la mquina
capitalista y consumista de la modernidad era -y sigue sindolo- imparable, y se llevaba consigo todo lo
que encontraba a su paso, incluida la cultura y los territorios ancestrales de las comunidades nativas a lo
largo y ancho del mundo. El panorama era entonces sombro, y se deca que la diversidad tnica y
cultural de las sociedades indgenas acabara transformada en la homogeneidad de un indio genrico,
aculturado e inserto en la modernidad. Esta prediccin, no obstante y segn Alcida Ramos, no se dio:
por el contrario, al finalizar el siglo XX hubo un florecimiento de las luchas de tales sectores sociales,
acompaado de una mayor visibilidad ante el mundo. Para dar cuenta de ello, trae a cuestin tres
discursos reivindicativos pronunciados por indgenas en escenarios de la sociedad nacional brasilea, en
la dcada de 1980, en medio de un contexto poltico represivo en el cual diversos colectivos (obreros,
sindicalistas, acadmicos, activistas, etc.) que estaban viviendo la represin que desde hace cientos de
aos vienen padeciendo los grupos nativos, se volcaron en solidaridad con estos ltimos, generando una
especie de unidad frente a un enemigo comn (la dictadura militar), y una serie de espacios para que los
indgenas pudieran manifestar ante los blancos sus reclamos y sus problemticas.
Los discursos, pronunciados por Augusto Paulino, lvaro Sampaio y Marcos Terena, indgenas
pertenecientes a las comunidades Krenak, Tukano y Terena, respectivamente, constituyen lo que podra
llamarse tres estados de transicin en el contacto intertnico, es decir, se trata de actores indgenas con
distinto grado de insercin en el escenario de la sociedad nacional brasilea, el cual se manifiesta por un
mayor o menor nivel de conocimiento y uso de los cdigos legales, de comportamiento y lenguaje de la
sociedad occidental. As, Augusto Paulino da cuenta de sus luchas y las de su comunidad desde el
mbito meramente local y la experiencia directa, revelando una desconexin con el panorama de las
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luchas indgenas en el plano nacional. lvaro Sampaio podra describirse como un indgena que se
debate entre su propia comunidad y los grandes movimientos sociales, se ha lanzado al escenario
nacional y conoce muy bien los conceptos y el contexto de dicho escenario, lo que se refleja en un
discurso que acude a trminos coyunturales y de inters para el pblico blanco, como libertad,
brasileidad, igualdad, imperialismo, etc. Se muestra abiertamente contradictor de la
institucionalidad establecida por el Estado brasileo (Funai) para el manejo de los asuntos indgenas,
la cual es, a su juicio, una herramienta ms de sometimiento y control de las comunidades, de forma que
su discurso es abiertamente contestatario.
Por ltimo, Marcos Terena manifiesta una clara desconexin con lo local, con los asuntos de su propia
comunidad, y se encuentra sumergido por completo en las instituciones y dinmicas de la sociedad
brasilea, siendo incluso partcipe de ellas como funcionario pblico. Desde esta posicin, posee un
conocimiento muy amplio de la legalidad, el pensamiento, el comportamiento y los asuntos de inters de
la sociedad blanca, y alude a ellos como un instrumento ms desde el cual es posible defender lo
indgena: afirma que entidades como la Funai ostentan una legislacin favorable a los intereses y los
derechos de las comunidades nativas, pero se encuentran en manos equivocadas, y que la misin, por
tanto, es que las personas indicadas asuman la direccin de las mismas para convertir esa voluntad sobre
el papel, en acciones reales y concretas que reivindiquen a los grupos que dicen proteger. Marcos Terena
es, entonces, lo que la autora llama indio funcionario, un actor que hacindose partcipe de las
instituciones del blanco, se desliga del colectivo del que proviene y es, en muchas ocasiones,
rechazado y visto por este como un traidor.
Queda claro, despus de describir las distintas posiciones que, frente a la sociedad occidental, pueden
asumir los miembros de las comunidades indgenas, que estas no son una entidad homognea ni esttica,
sometida pasivamente a los devenires y a los estmulos generados desde afuera. Su diversidad, adems
de radicar en lo tnico, cultural, lingstico, etc., radica en las formas tan dismiles en que pueden llegar
a relacionarse con eso que llamamos modernidad. En ese sentido, el que los lderes de las luchas
indgenas hayan aprehendido y hecho recurso de los cdigos normativos y comunicativos del mundo
blanco, tiene que ver menos con una imposicin violenta de occidente, que con una necesidad de
dirigirse a esos sectores sociales mayoritarios, y encontrar en ellos interlocucin respecto a sus reclamos
y problemticas: construir y fortalecer un movimiento indgena realmente efectivo, legtimo y con
mayores espacios.
El planteamiento de la autora al principio del texto, sobre la perspectiva del indio genrico que nunca
se materializ, queda en alguna medida en entredicho, si se es consciente de que, a pesar de que en las
ltimas dcadas emergieron con fuerza movimientos que luchan por los derechos indgenas, y que sin
duda han sido una barrera efectiva para contener los peores efectos de la globalizacin, ello ha
implicado que se d algn nivel de aculturacin entre quienes se hacen partcipes de ellos, como sucede
en el caso de Marcos Terena, como parte de la imperiosa necesidad, mencionada en el anterior apartado,
de encontrar interlocucin en los escenarios nacional e internacional mediante el uso de las formas de
comunicacin, la legislacin y los trminos propios de dichos escenarios, de adentrarse en las
instituciones oficiales para fortalecer las luchas desde su interior. Pero esta cuestin va mucho ms all,
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y plantea una paradoja con respecto, especficamente, a ese lenguaje y esos trminos que los indgenas
incorporan en su discurso.
Los conceptos de uso cotidiano en el mbito poltico y social de occidente, los cuales han sido utilizados
para imponer visiones hegemonistas del mundo, las relaciones sociales y la economa (cuya versin ms
actual es el desarrollo) y, por consiguiente, para negar y censurar la cultura y las dinmicas de las
sociedades locales, han empezado a ser, paradjicamente, elementos clave dentro del lenguaje con el
que los movimientos indgenas y sus exponentes realizan sus reclamos y atraen la atencin de sectores
ms amplios de la sociedad. La implementacin de dichos trminos pasa por una subjetivacin, una
asignacin de nuevos significados y la construccin de formas disidentes de verdad dentro del
discurso (Foucault, 2010), opuestas a las verdades oficiales.
No es coincidencia que los lderes indgenas incorporen trminos como igualdad y nacin, asumidos
precisamente como referentes de homogeneizacin social y cultural dentro de la institucionalidad y la
sociedad moderna, a manera de reivindicacin del ser de sus colectividades. Es decir, los grupos
indgenas se proyectan ante el mundo como naciones en s mismos, y reclaman igualdad en cuanto
derecho a tener y reproducir su propia cultura, en equivalentes condiciones en que lo hacen los
occidentales con su propia cultura. Se trata, pues -y esto en realidad sera difcil de asumir para cualquier
antroplogo y/o para cualquier occidental, que vea a las sociedades nativas bajo el epteto de
inferiores o prstinas-, de la manera en que los movimientos indgenas toman el discurso con que
han sido sometidos sus pueblos, para relativizarlo, modificar sus conceptos clave, y retornarlo a los
escenarios y actores de la modernidad para legitimar sus luchas. Una, si se quiere, estrategia que busca
generar mayor auditorio, pues, para dirigirse a un pblico, hay que conocer y dirigirse a l en su
lenguaje, acudiendo a sus propios discursos.
El interrogante que desde la antropologa debemos abrir es cul la posicin que la disciplina debera
asumir frente a estas complejsimas dinmicas en que el contacto intertnico se da en la actualidad? Las
sociedades locales ya no son esos colectivos humanos aislados e inmviles, a la espera de la llegada de
la mquina de la modernidad, que les arrebata su territorio y su cultura, o del antroplogo y la academia
que arriban con intenciones de rescate: son sociedades cuyos actores salen de su espacio local y se
lanzan a la turbulencia de la discusiones y la poltica nacional e internacional para reclamar sus derechos
culturales y territoriales. Es tiempo de que la antropologa asuma la pertinente discusin de esa realidad.
El debate surge entre continuar con la clsica visin paternalista, desde la cual se arguye que las
sociedades indgenas deben ser estticas y conservar su cultura y tradiciones sin absolutamente ninguna
modificacin, o incursionar en una visin dinamista que reconozca que, al igual que cualquier otra, las
sociedades aborgenes son sujetas de cambio e historicidad, de procesos sociales y culturales que las
transforman, independientemente de su relacin con Occidente.
As, los vertiginosos cambios que sufren las comunidades que han sido objeto de estudio de la
antropologa, plantean verdaderos retos a la misma: la produccin acadmica ya no slo puede ser leda,
interpretada y debatida por un pblico occidental y/o acadmico, sino tambin por los actores mismos
que son abordados y objetivados desde esa produccin acadmica, muchos de los cuales participan
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ahora de aquellos espacios y discusiones a los que antes no accedan. Dicho as, la antropologa debe
transitar, no slo en la direccin de reconocer a las sociedades nativas o locales como sujetos e
interlocutores activos, sino hacia nuevos rumbos epistemolgicos, nuevos lenguajes, abiertos a dicha
interlocucin, para que la produccin del conocimiento no sea ms unilateral, sino que incluya las
percepciones, apreciaciones y sentires directos de tales comunidades, y para que sea susceptible de
lectura, debate y crtica por parte de las mismas, a la manera en que se propone desde las teoras del
postdesarrollo y la postmodernidad (Escobar, 2005).
Si las sociedades indgenas han sido capaces, en su defensa, de incursionar y usar nuestros propios
escenarios y cdigos, sin necesariamente abandonar los suyos, nosotros debemos ser capaces de tender
puentes en la misma direccin, aprehender y acudir a los cdigos de dichas colectividades para
establecer un dilogo verdaderamente intertnico. Ese dilogo, por supuesto, debe extenderse a aquellos
mbitos en que la antropologa concurre como mediadora entre las comunidades nativas y los intereses
del poder hegemnico, que se manifiesta en forma de capital, a fin de que las primeras tengan
posibilidad de expresar su definicin, sus expectativas y sus reclamos frente a la nocin de desarrollo
y las distintas formas que tal trmino ha adoptado desde el mismo contexto de occidente (Escobar,
1999), discurso con que el gran poder econmico busca justificar e imponer unas condiciones de
existencia.
- Fuentes bibliogrficas:
Escobar, A. (2005). El postdesarrollo como concepto y prctica social. En: Daniel Mato (coord).
Polticas de economa, ambiente y sociedad en tiempos de la globalizacin. Caracas: Facultad de
Ciencias Econmicas y Sociales, Universidad Central de Venezuela.
Escobar, A. (1999). El desarrollo sostenible, dilogo de discursos. En: El final del salvaje, naturaleza,
cultura y poltica en la antropologa contempornea. Bogota: ICAN-CEREC. Captulo 4.
Foucault. (2010). El orden del discurso. Alberto Gonzlez (Traductor). Barcelona: Tusquets.
Ramos, A. (1996). Voces indgenas, el contacto vivido y contado. En: Globalizacin y cambio en la
Amazonia indgena. F. Santos (Ed.). Quito: Abya-Yala. pp. 182-215.