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El CondE dE PEñAlVA y lA REAl AlCAIdÍA VAlEnCIAnA En lA tRAnSICIÓn dE loS fuERoS A lA nuEVA PlAntA (1679-1718) 1 Pablo Pérez García universitat de València PRElIMInAR El nuevo Conde de Peñalva, d. luis Juan de torres-Verdugo y Juan-Cen- telles, estaba pesaroso. lamentaba que apenas existiera correspondencia entre el elevado rango de su cargo –la alcaidía del Palacio Real de Valen- cia– y los menguados caudales de oficio tan principal. la retribución del alcaide era en verdad escasa. Por ello, todos sus antecesores habían dis- puesto de prebendas compensatorias. d. luis añoraba aquellos tiempos. también él aspiraba a gozar de idénticos favores y de la misma estima que antaño habían disfrutado sus antepasados. Para alcanzarlos ensayó diversas vías. A mediados de 1679 escribió una carta de súplica al rey Carlos II. Pe- ro la respuesta del monarca debió ser todo lo cortés y vacua que cabría es- perar. El Conde decidió entonces dar un paso más. durante los últimos meses del virreinato del duque de Veragua y primeros del Conde de Aguilar, se involucró en el proyecto de creación de la Academia del Alcázar, institu- ción académica con vocación de permanencia y sede en el Palacio Real de Valencia fundada alrededor del año 1681. 2 El Alcaide veló también por su consolidación. trató de que sus reuniones semanales se convirtieran en un 1 Este trabajo forma parte del proyecto de investigación titulado “El gobierno, la guerra y sus protagonistas en los reinos mediterráneos de la Monarquía Hispánica” (HAR2008- 00512) del Ministerio de Ciencia e Innovación, dirigido por el Prof. Rafael Benítez Sánchez- Blanco. 2 Pablo Pérez García y Jorge A. Catalá Sanz, “Renovación intelectual y prestigio social: novatores, academias e instituciones públicas en la Valencia de finales del siglo xVII y co- mienzos del xVIII”, en Saitabi. Revista de la Facultat de Geografia i Història, 58 (2008), págs. 219-250. 295

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El CondE dE PEñAlVA y lA REAl AlCAIdÍAVAlEnCIAnA En lA tRAnSICIÓn dE loSfuERoS A lA nuEVA PlAntA (1679-1718)1

Pablo Pérez Garcíauniversitat de València

PRElIMInAR

El nuevo Conde de Peñalva, d. luis Juan de torres-Verdugo y Juan-Cen-telles,  estaba  pesaroso.  lamentaba  que  apenas  existiera  correspondenciaentre el elevado rango de su cargo –la alcaidía del Palacio Real de Valen-cia– y  los menguados caudales de oficio  tan principal. la  retribución delalcaide  era  en  verdad  escasa.  Por  ello,  todos  sus  antecesores  habían  dis-puesto  de  prebendas  compensatorias.  d.  luis  añoraba  aquellos  tiempos.también él aspiraba a gozar de idénticos favores y de la misma estima queantaño habían disfrutado sus antepasados. Para alcanzarlos ensayó diversasvías. A mediados de 1679 escribió una carta de súplica al rey Carlos II. Pe-ro la respuesta del monarca debió ser todo lo cortés y vacua que cabría es-perar. El Conde decidió entonces dar un paso más. durante los últimos mesesdel virreinato del duque de Veragua y primeros del Conde de Aguilar,  seinvolucró en el proyecto de creación de  la Academia del Alcázar,  institu-ción académica con vocación de permanencia y sede en el Palacio Real deValencia fundada alrededor del año 1681.2 El Alcaide veló también por suconsolidación. trató de que sus reuniones semanales se convirtieran en un

1 Este trabajo forma parte del proyecto de investigación titulado “El gobierno, la guerra ysus  protagonistas  en  los  reinos  mediterráneos  de  la  Monarquía  Hispánica”  (HAR2008-00512) del Ministerio de Ciencia e Innovación, dirigido por el Prof. Rafael Benítez Sánchez-Blanco.

2 Pablo Pérez García y Jorge A. Catalá Sanz, “Renovación intelectual y prestigio social:novatores,  academias e  instituciones públicas en  la Valencia de  finales del  siglo xVII y co-mienzos  del  xVIII”,  en Saitabi. Revista de la Facultat de Geografia i Història,  58  (2008),págs. 219-250.

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punto de referencia palatino de la pequeña –aunque decididamente cosmo-polita– República de las letras local. Procuró que sus veladas académico-musicales y sus funciones teatrales conformaran la urdimbre modesta –peropalpitante– de una cultura cortesana “sin corte”. A última hora intentó evi-tar su desaparición e, incluso, debió poner dinero de su bolsillo para tratarde reflotarla.3 todo fue en vano. A finales de 1685 el Alcázar ya no era másque un nostálgico recuerdo. los esfuerzos, desvelos y fidelidad del Alcaidetampoco merecieron esta vez la recompensa que d. luis ansiaba.

El Conde de Peñalva optó entonces por presentarse a sí mismo como elúltimo eslabón de una maciza cadena de servidores de la Corona.4 Abordóla estrategia a seguir con el abogado y académico Manuel Vidal y Salvador.Acordaron que el dr. Vidal compondría un pormenorizado memorial acer-ca  de  la  nobleza,  gestas  y  servicios  realizados  por  los  antepasados  de d. luis. El dr. Vidal no era historiador. tampoco había manifestado nuncainclinaciones hacia la prosa analista o memorialista. Sus inquietudes litera-rias  no  eran  hijas  de  Clío,  sino  Calíope,  Melpómene  y  talía.5 Aun  así d. Manuel aceptó el encargo.6 después de todo, la tarea parecía sencilla. ElAlcaide tenía en su poder numerosos documentos personales y –probable-

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3 la  convocatoria  de  la  llamada Academia de la Condesa de Peñalva,  en  febrero  de1685, bien podría haber constituido, como veremos más adelante, el último intento del Alcai-de por mantener cohesionada la Academia del Alcázar.

4 Por línea paterna, esta se remontaba al vallisoletano diego de torres, camarero y amigopersonal del rey fernando el Católico, alcaide del Real –primero– y baile general –después–de la ciudad y reino de Valencia. nacido en torrelobatón a mediados del siglo xV, diego detorres fue el  fundador del  linaje que, de manera  ininterrumpida, desempeñó la alcaidía delPalacio Real de Valencia desde el año 1479 hasta el  segundo  tercio del  siglo xVIII. tras elmatrimonio entre dª. Hipólita de torres, nieta de d. diego, y Pedro Honorato Juan, todos susdescendientes pasaron a apellidarse Juan de torres. Vide. Cuadro Genealógico; Manuel Ba-llesteros Gaibrois Valencia y los Reyes Católicos (1479-1493), Valencia, 1943, págs. 16-21;José María Cueco Adrián, El Real de Valencia. Notas para su estudio, Valencia [manuscritomecanografiado depositado en el ARV], 1968, págs. 132-164, agradecemos a d. Sergio ur-zainqui las facilidades brindadas para la consulta de este texto; ARV, Bailía,  letra B, legajo2º, exp. 25 y Bailía, papeles sin catalogar, caja 85. 

5 Además  del  clásico  P.  ximeno, Escritores del reyno de Valencia, Valencia,  tomo  II,1749, págs. 127-130, sobre el dr. Vidal y Salvador pueden consultarse los siguientes traba-jos: Javier Vellón lahoz, La última generación de dramaturgos barrocos valencianos: Ma-nuel Vidal Salvador, Valencia,  tesis de licenciatura inédita, facultat de filologia, 1987; Ve-llón lahoz, “Manuel Vidal Salvador: el intelectual valenciano y la corte de los Austrias, unmodelo  de  cultura  centrípeta”, Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura,  lxVI-2(1990), págs. 241-248; Pasqual Mas i usó, “Manuel Vidal y Salvador: el intelectual valencia-no y la corte de Carlos II, centro vs. periferia”, I Congrés d’Història i Filologia de la Plana,Castellón de la Plana, 1990; Mas i usó (edición crítica), Manuel Vidal Salvador. La Coloniade Diana, Kassel, 1991, págs. 1-10; Amparo felipo orts, La Universidad de Valencia duranteel siglo xVII, Valencia, 1991, págs. 392-393 y 450; Mas i usó, Academias valencianas del Ba-rroco. Descripción y diccionario de poetas. Kassel, 1999, pág. 243.

6 Ignoramos si recibió alguna compensación económica por ello.

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mente  también– notas  extraídas  de  algunas  historias  famosas. Entre  estasúltimas sobresalía una obra del muy prestigioso erudito jesuita P. AtanasioKircher  titulada  Principis christiani archetypon politicum (Amsterdam,1672).7 En este libro, además de un elogio personal del humanista Honora-to Juan –preceptor del rey felipe II y de su hijo el príncipe Carlos, obispode osma y antepasado de d. luis por línea materna– figuraba un extensocapítulo dedicado al conjunto de la familia Juan –Triumphus gloriae nobi-lissima familiae Hispanicae quae Ioannia dicitur, in quo potissimum eiusornamentum et grande decus Honaratus Ioannius– precedido de un graba-do alegórico titulado Splendor et gloriae domus Ioanniae.8

Con semejante esqueleto, aprontando músculos literarios muy diversosy haciendo acopio de unos cuantos cartílagos documentales, d. Manuel diovida a un no demasiado abultado Memorial de la antigvedad, origen, es-plendor, translación, propagación, héroes famosos, ministerios políticos yservicios béllicos de la ilustríssima casa de los Joanes, que D. Luis Pan-cracio Buenaventura Ioan de Torres, Verdugo, Ioan y Centellas, conde dePeñalva, alcayde perpetuo del Real Palacio de Valencia ofrece a los realespies del rey nuestro señor don Carlos segundo.9 la redacción culminó en-tre abril y mayo de 1687. A finales del mismo año el  texto ya había sidoimpreso  en Madrid. uno  o  varios  ejemplares  del mismo  acompañaron  lanueva solicitud de mercedes que el Conde de Peñalva presentó entonces almonarca. El resto de la tirada debió repartirse entre cuantos pudieran favo-recer las pretensiones de d. luis –ministros y altos oficiales– así como en-tre familiares y allegados. Es posible que alguno de aquellos opúsculos lle-gara a manos de  los descendientes del Marqués de Centelles, d. AntonioJuan de Centelles (1616-1681), hermano del abuelo materno del Conde dePeñalva,10 editor  del  epistolario  del obispo  de osma,11 y  compilador  delllamado Códice Centelles que tanto había facilitado la investigación histó-rica del P. Kircher sobre el linaje de los Juan.12

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17 Athanasius  Kircher, Principis christiani archetypon politicum, sive sapientia regna-trix: quam regiis instructam documentis ex antiquo numismate Honorati Ioanni, Caroli V im-perator, Philippi II aulici, Caroli, hispaniarum principi, magistri, Amstelodami [apud Joan-nes Janssolnius a Waesberge], 1672.

18 francisco  José  Sanchis Moreno, Honorato Juan, vida y recuerdo de un maestro depríncipes, Valencia, 2002, pág. 404.

19 Manuel Vidal Salvador, Memorial, Madrid [imprenta de Bernardo de Villadiego], 1687[45 págs. en 4º].

10 nos referimos a d. Gaspar Matías Juan de Centelles. Véase el cuadro genealógico dela familia Juan de torres.

11 Sanchis, Honorato Juan, pág. 21.12 Más de treinta años antes de que el Conde de Peñalva apuntalara sus demandas sobre

el recuerdo de la gloria de sus antepasados, su tío abuelo, d. Antonio Juan de Centelles, yahabía utilizado esta misma estrategia con idénticos fines, publicando en 1649 –y reeditando

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El Memorial de la antigvedad de la casa de los Joanes constituye unperfecto  ejemplo  de  aquella  historiografía  apologética  del  Barroco  en  laque la  leyenda,  la  tradición y  la erudición conseguían convivir de maneraarmónica sin cuestionarse recíprocamente. Hoy, sin embargo, el crédito desus páginas iniciales sería nulo. En ellas, el dr. Vidal repetía una vez máslo leído en Kircher, en J. Philippus de Bergamo, en Johannes Zonaras o enJohannes Curopalata, es decir, que no sólo  los Juan de oriente, sino  tam-bién los occidentales descendían del emperador bizantino Juan III el Beo-do. Este soberano, tercero de la dinastía amoriana o frigia que había gober-nado  el  Imperio  entre  el  año  820  y  el  867,  había  muerto  asesinado  porBasilio I. El magnicidio habría provocado el exilio de los Juan y su asenta-miento en diferentes ciudades griegas e  italianas.13 desde allí,  sus descen-dientes se habrían desplegado por todo el Mediterráneo cristiano. Como nopodía  ser  de  otro modo,  los  primeros  Juan  habrían  llegado  a Valencia  encompañía del rey Jaime I, demostrando gran valor y audacia en la conquistadel Reino.14 El relato del dr. Vidal comienza a adquirir consistencia a partirdel establecimiento de los Juan en Valencia. las noticias históricas resultanverosímiles  y  las  referencias  literarias  más  creíbles.  Aun  así,  los  erroresabundan y las lagunas informativas provocan en el lector no poca inquietud,especialmente porque atañen a acontecimientos muy recientes acerca de loscuales el Conde de Peñalva debía poseer información circunstanciada.

las últimas 27 páginas del Memorial constituyen un compendio de lasbrillantes  hojas  de  servicio  de  los  antepasados  paternos  y  maternos  delConde de Peñalva. Heroicas acciones de guerra, misiones diplomáticas exi-tosas, comportamientos intachables, fiel desempeño de sus oficios y estre-chas alianzas familiares con linajes de la mayor solera y raigambre nobilia-ria, conforman el perfil ético, social y político de la familia Juan de torres.d. luis admiraba especialmente el historial militar de su bisabuelo, el coro-nel francisco Verdugo.15 Apreciaba sobremanera la carrera de armas de suabuelo paterno, d. francisco Juan de torres y Exarch.16 Pero de quien sesentía genuinamente orgulloso era de su padre, el sargento mayor d. luisJuan de torres y Verdugo. Comparado con estos tres espléndidos curricula,

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diez años después– los Elogios de el ilustríssimo y eruditíssimo varón don Honorato Juan.Sanchis, Honorato Juan, págs. 381-382.

13 Vidal, Memorial, págs. 2 v-6 v.14 Se trataba de Pedro Juan, maestre de la orden de Calatrava, y Rodrigo Juan, lugarte-

niente de  la orden del temple. Vidal, Memorial,  págs.  6 v-8  r  y Sanchis, Honorato Juan,págs. 30-31.

15 Vidal, Memorial, págs. 12 r-15 v.16 tras haber servido en flandes, d. francisco fue nombrado regente de la Gran Corte de

la Vicaría (1603) y miembro del Consejo Colateral de nápoles (1608). Su último empleo fueel de virrey y capitán general de Mallorca, cargo que ejerció durante el  trienio 1618-1621.falleció en Mallorca días después de haber dictado su testamento al notario Joan Antoni for-simaña (7-Ix-1621). Vidal, Memorial, págs. 11 r- 12 r.

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el suyo propio resultaba escuálido, particularmente en el terreno de la mili-cia, donde el Alcaide carecía de toda experiencia. Así pues, para dar mayorrealce social a  los argumentos del peticionario, el dr. Vidal optó por hin-char  las páginas correspondientes con una relación de  los principales mé-ritos de los antepasados de la Condesa de Peñalva, dª. Juana Manuela Min-got de Rocafull, hija del caballero calatravo d. José Mingot y de dª Marga-rita de Rocafull y Rocamora.17

no deja de resultar sorprendente –después de todo– que quien deseabaverse recompensado con prebendas semejantes a  las que habían merecidosus ilustres antecesores, y podía –por otra parte– haber aireado uno a unolos trabajos de casi una década de desvelos al frente del real alcaidiado deValencia,  únicamente  acertase  a  enfatizar  –con  las  palabras  prestadas  pord. Manuel Vidal– que venía

sirviendo a V[uestra] Magestad en su Real Palacio de Valencia desde el año 1679, en que,por muerte de su tío, el conde don Carlos Juan, heredó la alcaydía, en cuyo oficio siempre haprocurado el mayor  servicio de V[uestra] Magestad,  conservando en  su primera  fuerça  losderechos pertenecientes a este exercicio, y adelantando con viva solicitud las obras de aque-lla real Casa, jardines y huertas. y con ser muy corto el salario respecto de ser tan lucida laocupación, el conde don luis siempre ha procurado tener el decente lucimiento que pide elempleo, aunque sea contribuir a esta atención con menoscabo de su patrimonio.18

El SARGEnto MAyoR d. luIS JuAn dE toRRES y VERduGo (1603-1658),PAdRE dEl CondE dE PEñAlVA

no sabemos con exactitud dónde y cuándo nació el Conde de Peñalva.todo apunta, no obstante, a que su alumbramiento se produjo en Valenciahacia mediados del año 1658. El pequeño luis debía haber sido el segundohijo del matrimonio formado por el sargento mayor d. luis Juan de torresy Verdugo y su esposa, dª. Ana María Juan de Centelles y Sanoguera. lafortuna quiso que el futuro Conde no llegara a conocer a su progenitor. Suspadres se habían casado en  la capital del turia a mediados del año 1655,seis meses después de haber recibido el novio un real privilegio por el quese ratificaba su nombramiento inicial (Madrid, 23-VIII-1652) como sargentomayor de la Milicia Efectiva del reino de Valencia y se le designaba –ade-más– receptor de la Bailía General del mismo.19 Antes que lo hiciera luis,había nacido una niña, bautizada con el nombre de Juana Juan de torres.

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17 Vidal, Memorial, pág. 21 v.18 Vidal, Memorial, pág. 21 v.19 El real privilegio data del 28 de enero de 1655, mientras que los capítulos matrimonia-

les fueron protocolizados en Valencia por el notario Cristóbal navarro el día 19 de julio de1655. Vidal, Memorial, págs. 18 v-19 r.

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dª. Juana debió nacer a finales del año 1656 o principios de 1657. todavíaestaba viva en 1681, pero el año 1687 en que se publicó el Memorial de suhermano menor, ya había fallecido.20

d. luis Juan de torres y Verdugo era un hombre mayor, casi un ancia-no según los patrones de la época. Había nacido en 1603 y tenía, pues, 52años cuando contrajo matrimonio. Era el cuarto hijo varón del matrimonioformado por d. francisco Juan de torres y Exarch y dª. Juana Verdugo yMansfeld.21 Al igual que su padre y sus dos abuelos maternos, siendo toda-vía muchacho, había decidido seguir la carrera de armas. Su primer destinocomo oficial tardó, no obstante, algún tiempo en llegar. d. luis no fue de-signado capitán de infantería de una de la compañías de la Milicia Efectivavalenciana  hasta  el  21  de  junio  de  1636,  es  decir,  hasta  haber  cumplidoaproximadamente  33  años  de  edad.22 Poco  después,  en  1637,  el  capitánJuan de torres fue trasladado al Estado de Milán. Allí llegó dispuesto a de-fender con su propia vida las posesiones italianas de la Monarquía Católicacontra franceses y piamonteses.23 Cerca de 10 años anduvo d. luis comba-tiendo en la frontera entre el Milanesado y Saboya. Se distinguió en nume-rosas acciones –como la del Puente de Casale (1642)– y alcanzó resonantestriunfos que fueron recompensados por d. Juan Velasco de la Cueva, condede Siruela, gobernador y capitán general del Estado de Milán, con el man-do de la compañía montada de coraceros que previamente había capitanea-do d. Rodrigo de Villarrasa.24

la audacia del capitán Juan de torres llegó a oídos del duque de Arcos,virrey de nápoles en aquellos días. ordenó este su traslado al sur de Italiael 8 de marzo de 1647 para dirigir una nueva compañía de caballería de co-raceros y colaborar con el Príncipe de Montesarcho en la proyectada refor-ma de las unidades de caballería. la diligencia y entrega mostradas por elcapitán  Juan  de torres  fueron  tales  que,  apenas  transcurridos  unos  pocosmeses, el duque de Arcos lo nombró Comisario general de la Primera Ca-ballería (27-xI-1647), puesto que no le privó de combatir en primera líneade fuego bajo las órdenes del Conde de Conversano.25

Algo más de un año anduvo d. luis por tierras napolitanas, justo hastael momento en que sus servicios se consideraron más necesarios en España.El 14 de julio de 1648 fue ascendido al empleo de Maestre de Campo y pa-

300 Pablo Pérez García

20 Vidal, Memorial, pág. 19 r.21 no podemos concretar si d. luis nació en Valencia o en nápoles, donde su padre estu-

vo desempeñando la regencia de la Gran Corte de la Vicaría entre el 11 de abril de 1603 y el4 de junio de 1610. Vidal, Memorial, págs. 11 r y 12 r.

22 Vidal, Memorial, pág. 17 v.23 Gianvittorio Signorotto, Milán español. Guerra, instituciones y gobernantes durante

el reinado de Felipe IV, Madrid, 2006.24 Vidal, Memorial, pág. 18 r y Signorotto, Milán, pág. 92.25 Vidal, Memorial, págs. 18 r-18 v.

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só a dirigir uno de  los  tercios que el Reino de Valencia había organizadopara el  socorro de tortosa. no  llegó d. luis,  sin embargo, a  trasponer  lafrontera  valenciana.  El  Conde  de oropesa  le  encomendó  el  gobierno  delcastillo de Peñíscola, de modo que, durante año y medio, estuvo desempe-ñando el cargo de alcaide de la estratégica fortaleza. En 1650, sin embargo,abandonó Peñíscola  junto con sus hombres. obedeciendo órdenes se diri-gió  a tortosa  y más  adelante  a Barcelona,  donde  llegó  a  participar  en  laofensiva  de Montjuïch.  de  nuevo  le  cupo  combatir  contra  las  tropas  delMariscal de la Motte, a quien d. luis conocía muy bien por haberle toma-do una pieza de artillería en la frontera del Piamonte.26 la actitud del maes-tre de campo Juan de torres en aquella jornada fue todo lo heroica que ca-bía esperar de él y –en consecuencia– la satisfacción de su comandante enjefe, d. Juan José de Austria, fue absoluta. d. Juan José no sólo propició elnombramiento de d. luis como Sargento Mayor de la Milicia Efectiva deValencia en substitución del difunto capitán d. Pedro Mercader,27 sino quele encomendó el mando militar de la plaza de Cadaqués, cargo que proba-blemente desempeñó hasta finales del año 1654.28

El  sargento mayor  Juan de torres y Verdugo disponía de una hoja deservicios intachable. Había servido al rey felipe IV en Valencia, Milán, Sa-boya, nápoles y Cataluña durante dos décadas. Parecía llegado el momen-to, pues, de poner en orden sus asuntos y de atender –con idéntica marciali-dad– a los negocios de su casa y a la perpetuación de su estirpe. Aunque d.luis  era  un  hombre maduro,  nada  hacía  sospechar  que  no  estuviese  biendispuesto para el matrimonio. de hecho, una novia probablemente muchomás joven que él le aguardaba entonces en Valencia. descendía su prometi-da, dª Ana María Juan de Centelles y Sanoguera, de otra rama de la familiaJuan,  entre  cuyos miembros  había  brillado  con  luz  propia  el  celebérrimopreceptor real y obispo de osma, Honorato Juan.29 Su bisabuelo y su abue-lo paternos habían ostentado los cargos de maestre de la Ceca de Valencia ylugarteniente general de la orden de Montesa.30 Su tío, d. Antonio Juan deCentelles, amén de haber conseguido que el celebérrimo P. Kircher dedica-ra  una monografía  histórica  a  la  familia  Juan,  venía  protagonizando  unameteórica carrera político-administrativa que culminaría el 5 de octubre de1666  con  la  concesión  del  título  de Marqués  de Centelles.31 El  padre  de dª. Ana María, d. Gaspar Matías Juan de Centelles, trágicamente fallecido

El Conde de Peñalva y la Real Alcaidía valenciana 301

26 Vidal, Memorial, pág. 18 v.27 El real privilegio dado en Madrid el 23 de agosto de 1652, fue despachado en Valencia

por el duque de Montalto el 5 de febrero de 1653 y comenzó a surtir efectos económicos fir-mes. Vidal, Memorial, pág. 18 v.

28 Vidal, Memorial, pág. 19 r.29 Vidal, Memorial, págs. 20 v -21 v.30 Vidal, Memorial, págs. 20 r-20 v. Sanchis, Honorato Juan, págs. 385-391.31 Sanchis, Honorato Juan, págs. 392-403.

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el 24 de febrero de 1647, había pertenecido a la orden de Montesa y alcan-zado la dignidad de comendador de Alcalá de xivert.32 la madre de la no-via, dª  Juana Sanoguera y Escrivá,  era hija de d. Bernardino Sanoguera,uno  de  los  principales ministros  reales,  ya  que  durante  largos  años  habíadesempeñado el cargo de Maestre Racional del reino de Valencia.33

d. luis y dª. Ana María contrajeron matrimonio en Valencia a media-dos del año 1655. Aunque no eran excesivamente elevados, el sargento ma-yor  Juan de torres disponía de unos haberes nada despreciables. Ademásde sus ahorros, rentas y demás ingresos extraordinarios, percibía un salariode 250 libras anuales en concepto de salario como receptor de la Bailía Ge-neral de Valencia, más otras 300 libras al año como sargento mayor de laMilicia Efectiva de  la ciudad de Valencia,  elevadas a 324  libras en 1655,año de  su plena  incorporación  a  la  administración  real  valenciana.34 Peroesto no era todo. En virtud de un privilegio real otorgado en Madrid el 4 dejunio de 1655, d. luis tenía derecho a percibir un incremento salarial de 3escudos mensuales, cifra que, prorrateada desde el 31 de julio de 1652 has-ta el 8 de julio de 1655, representaba un total de 99 libras y 2 sueldos.35 Elmencionado  privilegio  había  venido  a  fundir  sendas  recompensas  que d.luis había obtenido en 1646 y en 1654 respectivamente. la primera le ha-bía sido concedida el 6 de diciembre de 1646 por el nuevo gobernador delEstado de Milán, d. Bernardino fernández de Velasco y tovar, a propuestadel antiguo gobernador, Conde de Siruela, como premio por el valor mos-trado por el capitán Juan de torres en la operación del Puente de Casale de1642. El despacho, firmado por d. diego Patiño, contador principal del Es-tado  de  Milán,  asignaba  a  d.  luis  un  incremento  salarial  de  2  escudosmensuales a perpetuidad. la segunda le fue otorgada en Barcelona el 28 demarzo de 1654 por el comandante d. Juan José de Austria. Rubricado porel  contador  principal  del  ejército  de  Cataluña, Alonso Marrón,  el  nuevodespacho preveía un nuevo incremento salarial de 1 escudo al mes duranteel resto de la vida del sargento mayor Juan de torres.36

El matrimonio Juan de torres-Juan de Centelles apenas debió prolon-garse por espacio de 3 años. Sabemos muy poco acerca de las circunstan-

302 Pablo Pérez García

32 Sanchis, Honorato Juan, págs. 391-392.33 Vidal, Memorial, pág. 19 v.34 A pesar de no hallarse todavía en Valencia, d. luis había venido percibiendo su salario

de 300 libras desde el año 1653. los efectos económicos de su empleo como receptor de laBailía datan, como ya sabemos, del 28 de enero de 1655. ARV, Maestre Racional, Cuentas deAdministración, exp. 251 (1654), fol. 200 r y 252 (1655), fol. 201 r.

35 En  el mismo  expediente  252 de  la  sección Maestre Racional  que  acabamos de  citarhay un ápoca fechada el 26 de junio de 1655 y un billete que data del 21 de junio de 1655 enlos que se declara ya satisfecho por la Recepta de la Bailía este incremento salarial.

36 Ambos despachos aparecen registrados, respectivamente, en ARV, Justicia Civil, Ma-naments i empares, año 1655, mano 17, fol. 26 y mano 16, fol. 39.

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cias que rodearon el fallecimiento del Sargento Mayor. no hemos halladoevidencia documental alguna que pueda iluminarnos, ni tampoco el memo-rial del dr. Vidal  contiene  información precisa acerca del momento de  lamuerte. Únicamente podemos precisar que su testamento fue registrado enValencia por el notario Cristóbal navarro el día 13 de febrero de 1658, yque, ese mismo año 1658, el abono de los haberes y de la pensión se retra-só bastante debido,  con  toda probabilidad,  al  fallecimiento de d. luis  entorno al mes de septiembre.37 Su viuda, dª. Ana María, se hallaba encinta.Su segundo hijo –un varón bautizado luis como su padre– no llegaría a co-nocer a su progenitor

murió [d. luis] en fin, dexando una hija, que fue doña Juana María Joan (que ya murió), ypreñada a su mujer, doña Ana María, de quien nació pósthumo el conde don luis. todo cons-ta de su último testamento, otorgado en Valencia ante Christóval navarro, notario, en 13 defebrero de el año 1658.38

d. CARloS (¿1601?-1679) y d. fRAnCISCo JuAn dE toRRES (163?-1671),tÍo CARnAl y PRIMo HERMAno –RESPECtIVAMEntE– dEl CondE dE PEñAlVA

A  finales  de  1658,  la  jefatura  de  la  casa  Juan  de torres  pertenecía  a d. Carlos, hermano mayor del finado d. luis. Hijo primogénito varón ded. francisco Juan de torres y Exarch, y de su esposa, dª. Juana Verdugo yMansfeld,39 Carlos Juan de torres y Verdugo era entonces caballero de  laorden de Santiago, comendador de Museros y alcaide del Palacio Real deValencia.40 Hacía poco había sido distinguido por el rey felipe IV con el tí-tulo de Conde de Peñalva. d. Carlos era, pues, uno de  los miembros más

El Conde de Peñalva y la Real Alcaidía valenciana 303

37 desgraciadamente, los expediente 254 (1658), 255 (1658), 256 (1659) y 257 (1660) dela serie Cuentas de Administración de la sección Maestre Racional del Archivo del Reino deValencia  se  hallan deteriorados  e  incompletos. Este  hecho nos  ha  impedido  establecer  conprecisión el momento concreto del fallecimiento de d. luis –que también podría haber teni-do lugar a comienzos del año 1659– y, por tanto, el del nacimiento de su hijo.

38 Vidal, Memorial, págs. 19 r.39 El matrimonio Juan de torres-Verdugo Mansfeld había procreado 4 hijos varones (Car-

los, francisco, Pedro y luis) y 4 hijas mujeres (Hipólita, teresa, Margarita y María). Vidal,Memorial, pág. 12 r.

40 Hemos deducido  la  fecha de nacimiento de d. Carlos gracias al  testimonio prestadopor él mismo el día 8 de noviembre de 1650 ante el tribunal de la Gobernación en la causasobre la herencia del Conde del Real, en la que d. ximén Pérez Serra de Pallás, antes de Ca-latayud, reclamaba un total de 10.000 ducados que afirmaba le correspondían por ser hijo ded. luis de Calatayud, señor de Proenso y de Catarroja, y dª. Isabel de Calatayud, hija de laCondesa del Real. Antes de prestar declaración, d. Carlos Juan de torres dijo tener aproxi-madamente 50 años, una afirmación que sitúa su nacimiento a finales del año 1600 o princi-pios  de  1601. ARV, Gobernación, Litium,  reg.  2.726  (1650),  fols.  18  r-23  v. Agradezco  a Mª. José Iglesias la comunicación de esta noticia.

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notables de la aristocracia valenciana y uno de los oficiales más próximosal soberano, en tanto que máxima autoridad jurisdiccional del Palacio Real,responsable último del protocolo palatino, de su personal, de sus dependen-cias, de sus huertas, veredas, jardines y aledaños.41

Como  patriarca  del  clan,  bien  podría d. Carlos  haber  tomado  bajo  suprotección a su sobrino huérfano de padre. Sabemos, no obstante, que estono sucedió. la viuda del difunto Sargento Mayor, dª. Ana María Juan Cen-telles, ejerció diligentemente la responsabilidad de tutora y curadora de susdos hijos hasta la mayoría de edad del segundo. Por otra parte, numerososdetalles  –de  especial  relevancia  algunos–  indican  que  entre  tío  y  sobrinosiempre hubo algo más que una cierta lejanía. Para explicar este distancia-miento probablemente no haya que cargar las tintas en la diferencia de edadentre ambos, ni en la existencia de un primo hermano mayor, d. francisco,heredero de la casa Juan de torres, cuya promoción personal y social atraíatoda la atención de su padre. Seguramente hubo motivos de mayor fuste queéstos, pero acerca de los mismos no poseemos ningún tipo de indicios.

d. francisco Juan de torres y funes de Muñoz (163?-1671), fue señorde Rocafort y Godella. debiera haber sucedido a su padre como segundoConde de Peñalva al frente de la alcaidía de Valencia. no obstante, su tem-prano fallecimiento, probablemente acaecido el 24 ó 25 de mayo de 1671,42

privó a d. Carlos del heredero en el que había depositado todas esperanzas,catapultando hacia la sucesión a aquel oscuro muchacho de apenas 13 añosde  edad  llamado luis  Juan  de torres  y  Juan  de Centelles.  la muerte  de d. francisco no debió constituir el catalizador que precisaban las relacio-nes entre el anciano d. Carlos y el jovencísimo d. luis para mejorar. dosaspectos bien significativos permiten comprender que d. luis, pese a ha-berse convertido en el sucesor de d. Carlos, en absoluto estaba familiariza-do con las biografías de su tío carnal y de su primo hermano.

En efecto, d. luis no pudo suministrar información al dr. Vidal Salvadorni sobre la segunda esposa de su tío, ni acerca del momento preciso en que lefue otorgado al alcaide Carlos Juan de torres el título de Conde de Peñalva.43

de hecho, la lectura del Memorial compuesto por Manuel Vidal podría indu-cir a error, ya que en sus páginas sólo se mencionaba el primer matrimoniode d. Carlos Juan con dª. leonor llançol de Romaní, hija de d. francisco

304 Pablo Pérez García

41 Mucho más que la propia fábrica del Palacio, eran las huertas,  jardines y fuentes delReal el conjunto palatino que más llamaba la atención de los viajeros extranjeros que, comodes Essarts y Jouvin, visitaron Valencia en tiempos del primer Conde de Peñalva. Juan Gar-cía Mercadal, Viajes de extranjeros por España y Portugal, desde los tiempos más remotoshasta comienzos del siglo xx, Salamanca, tomo III, 1999, págs. 525-529 y 655. daniel SalaGiner, Viajeros franceses por la Valencia del siglo xVII, Valencia, 1999.

42 Vidal, Memorial, pág. 17 r, nota 2ª.43 ninguno de estos dos datos figura en las págs. 17 r y 17 r del Memorial compuesto por

el dr. Vidal donde se aborda la biografía del alcaide Carlos Juan de torres.

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llançol de Romaní, señor de Gilet. los capítulos nupciales del enlace habíansido protocolizados en Valencia por el notario Bartolomé oliver el 25 de no-viembre de 1627.44 de ahí, pues, que cualquier lector no prevenido de ante-mano podría sobrentender que d. francisco Juan, hijo de d. Carlos,  lo eratambién de dª leonor llançol. Sin embargo, d. francisco Juan no era nietode d. francisco llançol de Romaní,  sino de d. Jerónimo funes y Muñoz,señor de la Baronía de Ayódar y de los lugares de Rocafort y Godella.

Esta vinculación familiar aparece documentada en una extensa nota deun pequeño manuscrito en 8º, encuadernado en pergamino, escrito con letradel siglo xVIII y titulado Libro 3º de Noticias, que se conserva en la bibliote-ca del Real Colegio del Corpus Christi de Valencia. El punto 302 del mismopermite  colegir  la  existencia de una  concordia  entre d. francisco  Juan detorres y funes de Muñoz, señor de Rocafort y de Godella, hijo primogénitodel alcaide d. Carlos Juan de torres, de una parte, y d. José de funes y Vi-llalpando, marqués de osera y señor de la Baronía de Quinto, de otra, en laque se acordaba el pago anual de 450 libras jaquesas a perpetuidad por partedel segundo –y también de sus herederos– al primero o a sus causa habien-tes y herederos de sus derechos. la información habría sido extraída por elanónimo redactor de este manuscrito del folio 21 de la mano 10ª del registrode Manaments i empares del tribunal del Justicia Civil de Valencia corres-pondiente al año 1673, donde se hallaría registrada la certificación de que elcaballero montesiano d. Baltasar Julián Muñoz y Boil, señor de Benidoleig,forna, Benimuslem, Miralríos, Mulata, Puçol, Godella y Rocafort, había su-cedido en todos su derechos a d. francisco Juan de torres.45

la  información  compilada  en  el  punto  302  del  Libro 3º de Noticiascoincide con el Memorial de 1687 en señalar que d. francisco Juan habríafallecido sin descendientes directos antes del año 1673. Ahora bien, el he-cho de que d. francisco hubiese sucedido a su abuelo, d. Jerónimo funesy  Muñoz,  como  señor  de  Godella  y  Rocafort,  presupone  que  su  padre, d. Carlos, habría contraído segundas nupcias –tras la muerte de dª. leonorllançol– con la hija de d. Jerónimo, asunto este del que el Memorial ... dela casa de los Joanes no dice una sola palabra. de hecho, d. Carlos Juande torres no sólo se convirtió en yerno de d. Jerónimo funes tras enviudarde su primera esposa; también fue designado por su suegro procurador ge-neral de sus intereses,46 condición acerca de la cual disponemos de dos evi-

El Conde de Peñalva y la Real Alcaidía valenciana 305

44 Vidal, Memorial, pág. 17 r.45 BRCCCV, Libro 3º de Noticias, punto 302, págs. 87 v-88 r. Aunque no puede descar-

tarse completamente, no  tenemos  indicios acerca de que esta  relación  familiar no  fuese desangre, sino jurídica, esto es, adopción, legitimación, etc.

46 Al parecer, este nombramiento, que tal vez coincidiera con el matrimonio de d. CarlosJuan y la hija de d. Jeronimo funes, fue protocolizado el 30 de julio de 1632 por el notarioJoan Bover. Posteriormente fue registrado en el volumen de Manaments i empares de la cortecivil  de  Valencia  correspondiente  al  año  1633,  según  consta  en  un  protocolo  notarial  de Joaquín Ribera del Real del año 1657 al que luego aludiremos.

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dencias  documentales.  la  primera  es  el  nombramiento,  efectuado  por d. Carlos, en nombre de d. Jerónimo, del doctor en ambos derechos JoséPérez  como  representante  legal  del  Señor  de  Rocafort  y  Godella  en  lospleitos que pudieran suscitarse entre su procurador general –esto es, el pro-pio Conde de Peñalva– y los enfiteutas de aquellas dos poblaciones (10-xI-1654).47 El  segundo es una ampliación del  contrato enfitéutico agrario deBertomeu terrassa, baile de Godella, mediante la adquisición de una cahi-zada de tierra en la partida del Roll del Molí, aprobada por el Conde de Pe-ñalva en nombre de su suegro el día 2 de abril de 1657, válida a partir del 2de agosto del mismo año.48

El segundo asunto sobre el que d. luis Juan de torres no poseía infor-mación alguna atañía a la concesión del título de Conde de Peñalva a su tíod. Carlos Juan. todo parece indicar que la dignidad le fue conferida el año1645, tal vez en el contexto de las Cortes celebradas aquel año. las pruebasdocumentales de que disponemos son indirectas y –de hecho– no descarta-mos que la concesión pudiera haber sido –incluso– muy anterior. Por nues-tra parte, tras haber seguido la pista de d. Carlos a través de una documen-tación  bastante  diversa,  hemos  podido  constatar  que  el  alcaide  del  Realnunca antes del 23 de mayo de 1646 hizo ostentación alguna de su  títulonobiliario en un documento público.49 A partir de esta fecha, sin embargo,la  situación  se  invierte,  de modo  que  son  contadas  las  ocasiones  en  que d. Carlos Juan consintió no aparecer intitulado como Conde de Peñalva enun protocolo, nómina, minuta o epístola.

d. Carlos Juan de torres y su hijo d. francisco fueron dos personajesrelevantes dentro del escenario político y social valenciano de  la segundamitad del siglo xVII. Ambos eran caballeros de la orden de Santiago y, deno haber  fallecido el hijo antes que su padre, ambos hubieran gozado –alparecer– de las mismas rentas de la Encomienda de Museros que ya habíadisfrutado su abuelo, d. francisco Juan de torres y Exarch.50 En efecto, pe-se a que un breve otorgado en Roma el 4 de diciembre de 1652 –confirma-do por felipe IV el 27 de julio de 1654– confería a d. francisco Juan el de-recho  de  sucesión  sobre Museros  que  su  padre  disfrutaba  desde  el  23  defebrero de 1622,51 la muerte del hijo ocho años antes de producirse la del

306 Pablo Pérez García

47 APRCCCV, Protocolos del notario Joaquín Ribera del Real, reg. 8.369 (1654), págs. s/n.48 APRCCCV, Protocolos del notario Joaquín Ribera del Real, reg. 8.371 (1654), págs. s/n.

Agradecemos a Mª José Iglesias su amabilidad al habernos proporcionado estas dos noticias.49 Se trata del reconocimiento de una deuda censal y la promesa de pago de cierto pago

de la misma entre los jurados de Jávea y el Conde de Peñalva protocolizados por el notariode Valencia Sebastià Borrell. ARV, Protocolos, reg. 10.014, págs. s/n.

50 El privilegio a favor de Juan de torres y Exarch data del 6 de noviembre de 1609 y lacolación solemne del mismo fue presidida por frey Juan de Cuenca. Vidal, Memorial, pág. 12 r.

51 El título real de Comendador de Museros había sido otorgado a d. Carlos Juan de to-rres en esa fecha mediante un despacho firmado por el Rey y por el licenciado d. Juan dáva-los Altamirano, también del hábito de Santigo. Vidal, Memorial, pág. 17 r.

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padre no sólo trastocó la validez de las concesiones, sino que –de hecho–privó a la familia Juan de torres de la Encomienda de Museros, ya que es-ta, oficialmente considerada pre-vacante, fue transferida a d. tomás de losCobos –hermano de d. Manuel de los Cobos, marqués de Camarasa– en elmomento de producirse el fallecimiento de d. Carlos Juan.52

Aunque no tan dilatada y brillante como la de su padre –el capitán Juande torres y Exarch– o la de su abuelo materno –el coronel Verdugo– la ca-rrera militar de d. Carlos fue considerable. Sirvió como maestre de campode uno de los tercios capitalinos de la Milicia Efectiva de Valencia y, bajolas órdenes del  virrey d. fernando de Borja,  a  punto  estuvo de  combatircontra  los  franceses en  las  jornadas que siguieron al 20 de  julio de 1638.Posteriormente pasó al Estado de Milán como capitán de infantería –dondese unió a su hermano pequeño luis– y a flandes, donde combatió durantealgunos años a entera satisfacción de sus mandos.53 Cabe dentro de lo posi-ble que la concesión de su título nobiliario fuera el brillante colofón de estabreve carrera militar  en el  extranjero, ya que –como hemos visto– en  losprimeros meses del año 1646, d. Carlos Juan de torres se hallaba de nuevoen Valencia. desde entonces hasta el día de su muerte la promoción socialde su hijo d. francisco y la consolidación de su propio patrimonio fueronsus máximas preocupaciones.

El Conde de Peñalva no fue un simple receptor de los salarios y merce-des que devengaban sus empleos. también se distinguió como prestamista,inversor y arrendador de  impuestos. desde  luego, no  todas sus  iniciativasdieron  los mejores  resultados.  El  11  de marzo  de  1653,  por  ejemplo, d.Carlos  se  vio  obligado  a  denunciar  ante  el  tribunal  de  la Gobernación  alciutadà Joan Soler  por  impago de unos  réditos  censales  atrasados que  seelevaban a la cifra de 39 libras y 3 sueldos. de esta cantidad era garante elConsell valenciano subsidiariamente, ya que el abono de esta pensión esta-ba garantizado con los ingresos derivados de la administración de la carni-cería municipal de la calle de Roteros de Valencia y, eventualmente, con larenta que devengara el avituallamiento de  las carnes y  los  ingresos de  las

El Conde de Peñalva y la Real Alcaidía valenciana 307

52 Aunque esto es precisamente lo que afirmaba d. luis Juan de torres en una carta fe-chada el 2 de octubre de 1708 [ARV, Bailía, papeles sin catalogar, caja 85, fols. s/n.] entradentro de lo posible que la promesa de transferir la Encomienda de Museros al hermano delMarqués de Camarasa tras la muerte del Conde de Peñalva no fuera el resultado del tempra-no fallecimiento de su hijo, sino una especie de sanción contra el propio d. francisco Juande torres –jurat en cap dels cavallers en 1663– por los gravísimos enfrentamientos del vera-no de 1663 entre los jurados valencianos y el virrey, Marqués de Camarasa, a raíz de ciertoembargo y destrucción de una partida de mercancías en la que Camarasa tenía parte y de lafortísima tensión entre autoridades municipales y regnícolas con que se saldó la revuelta delos campesinos de la huerta de Valencia de junio-julio de 1663. Joaquim Aierdi, Dietari. No-tícies de València i son Regne (de 1661 a 1664, i de 1667 a 1679), Barcelona, 1999, págs.301-309, nºs 647-648.

53 Vidal, Memorial, págs. 17 r-17 v.

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restantes carnicerías de la capital.54 Años después, el Conde conseguiría ha-cerse  con el  arrendamiento de  los  impuestos del general  conocidos  comomargalló y  doble tarifa durante  el  trienio  1660-1662.  Para  conseguir  laconcesión era preceptivo presentar un aval o fianza suficiente para garanti-zar la operación. dado el atractivo económico del arrendamiento, d. Carlosno dudó en poner a disposición de  la Diputació del General un buen pa-quete de censales garantizados por la ciudad de Valencia que fueron quita-dos y transformados en censales de la Generalitat.55

El hijo del Conde de Peñalva y señor de Rocafort y Godella –d. fran-cisco– no parece haber seguido la tradición castrense de la familia Juan detorres. la primera –y última– referencia que hemos hallado sobre su expe-diente  atañe  a  su  juramento  –tras  el  preceptivo  sorteo  entre  los  insacula-dos– como jurat en cap dels cavallers durante el ejercicio 1663-1664.56 Ad. francisco,  en  su calidad de primer  jurado de  los  caballeros,  le  corres-pondió  participar  activamente  en  los  festejos  inmaculistas  de  mayo  de1663,57 y lidiar con los graves desórdenes que tuvieron lugar en las pobla-ciones de la huerta de Valencia a raíz de la revuelta anti-fiscal de junio-ju-lio del mismo año.58

Algún tiempo después –sosegados ya los ánimos bajo el mandato de unnuevo virrey– su padre –d. Carlos Juan– fue designado consejero de capa yespada  de  la Real Audiencia  de Valencia mediante  privilegio  despachadoen Madrid el 18 de abril de 1666.59 Este cargo, equivalente al de alcalde dehijosdalgo de las chancillerías castellanas, comportaba un salario anual dealrededor  de  240  libras  que d. Carlos  percibió  durante  12  años  y medioconsecutivos.60 A lo largo de este último tramo de su vida, el Conde de Pe-

308 Pablo Pérez García

54 de ahí que también figurasen en la denuncia del Conde de Peñalva los nombres de Pe-re de Caspe y de francesc Romeu, administradores de la carne del año 1653, como responsa-bles civiles subsidiarios. ARV, Gobernación, Judiciari, exp. 2.074, 2ª mano, fols. 55 r-55 v.

55 Conoceremos los detalles de esta operación años después,  tras el fallecimiento de d.Carlos Juan de torres, cuando su sobrino reclame estos títulos de deuda pública a la Genera-litat. ARV, Generalitat, Provisions, reg. 3.222, fols. 54 r-55 r.

56 Aierdi, Dietari, pág. 293, nº 621 y pág. 301, nº 647; José Agramunt, Libro de casos su-cedidos en la ciudad de Valencia, tanto antiguos como modernos, Valencia, 2004, pág. 139.

57 Juan Bautista de Valda, Solenes fiestas que celebró Valencia a la Inmaculada Concep-ción de la Virgen María, Valencia [Jerónimo Villagrasa], 1663. Pilar Pedraza, Barroco efíme-ro en Valencia. Valencia, 1982.

58 Aierdi, Dietari,  págs.  301-310,  nºs.  647-655. Agramunt, Libro,  págs.  140-142. lluís J. Guia,  “la  revolta dels  llauradors de  l’Horta de 1663”, Estudios dedicados a Juan PesetAleixandre, Valencia, 1982, págs. 305-326. Vicente Giménez Chornet, Administración muni-cipal y conflictividad social: la revuelta de los labradores (1663). Valencia [tesis de licencia-tura inédita] 1983.

59 Vidal, Memorial,  pag. 17 v. la  fecha de 18 de  septiembre de 1666 que  figura  en  elMemorial del dr. Vidal seguramente sea errónea.

60 teresa Canet, La magistratura valenciana (siglos xVI-xVII), Valencia, 1990, pág. 178.El salario del Conde de Peñalva como consejero de capa y espada fue de 244 libras, 8 suel-

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ñalva hubo de enterrar a su hijo –fallecido el año 1671– y replantearse  laestrategia  sucesoria  de  su  casa,  pues  d.  francisco  Juan  de  torres  habíamuerto antes de engendrar hijos legítimos. d. Carlos no fijó los ojos en susobrino luis de inmediato. Sólo cuando sintió que su enfermedad se agra-vaba  irremediablemente,  aceptó  redactar  un  testamento  ológrafo  (24-VI-1678) que su sobrino  tuvo que registrar precipitadamente en  los  libros deManaments i empares del Justicia Civil de Valencia el mismo día del falle-cimiento de su tío, 29 de enero de 1679.61

Aunque el Conde de Peñalva era feligrés de la parroquia de San Este-ban de Valencia, sus solemnes exequias tuvieron lugar en su residencia delllamado Real Vell. Al día siguiente, su cadáver fue conducido hasta el mo-nasterio de Porta Coeli para su eterno descanso.

don Carlos Juan, conte de Penyalva, mort; y exemplar en lo seu soterrar. A 29 de dits, a mig-dia, morí don Carlos Juan de torres y Verdugo, conte de Penyalva, alcait, y de la casa delReal de València, comanador de Museros. y el portaren a soterrar a Porta Seli, a 30 de dits,de matí, en esta conformitat: que anaren vint-i-sinch capellans de Sent Esteve y vint-y-sinchde la Seu, y tragueren lo cos de sa casa, que estava en lo Real, y lo acompanyaren en formade soterrar fins a el carrer de Morvedre. y allí el posaren en un coche y el portaren a PortaSeli sinch capellans de Sent Esteve y sinch capellans de la Seu a cavall. y los demés se’n tor-naren a ses esglésies.62

lA ACCIdEntAdA SuCESIÓn dE d. luIS JuAn dE toRRES y JuAn dE

CEntEllES (1658-1718) En lA HEREnCIA y EMPlEoS dE Su tÍo CARnAl

Pese a cuanto llevamos dicho, el Conde de Peñalva no dejó completa-mente desasistida a  la  familia de  su hermano menor. Sin embargo,  su es-fuerzo en este sentido no tuvo que ser muy grande. El sargento mayor luisJuan de torres descendía de los mismos celebérrimos antepasados del pro-pio Conde. la viuda de aquel, dª Ana María Juan de Centelles, era sobrina

El Conde de Peñalva y la Real Alcaidía valenciana 309

dos  y  9  dineros  en  1678.  ARV,  Maestre  Racional,  Cuentas  de Administración,  exp.  272(1678), fol. 256 r.

61 “Itt[em] pose en data que, en 24 de maig 1679, lliurí per dita taula a d[o]n luis Juande torres, compte de Penyalva, hereu del q[u]o[ndam] d[o]n Carlos Juan de torres, comptede Penyalva, conseller de capa y espassa de la Reial Audiència de Val[ènci]a. Consta de laherència ab lo últim testament de aquell, fet y ordenat per sí mateix y declarat per lo JustíciaCivil en 29 de  janer 1679, denou  lliures,  tretze sous y deu diners per ápoca de 17 dels co-rrents al dit en dit nom degudes des de el primer de janer 1679 fins 29 de dit mes de janer, enlo qual dia morí, com consta per certif[icaci]ó feta per mo[sén] Gaspar Riudoms, archiver dela parroquial de St. Esteve en 21 dels corrents, y son per rahó de les 244 l. 8 s. 9 [d.] quecascún any cobrava de dita recepta per salari de son offici. Any la dita ápoca y los demés pa-pers dalt citats que son la cláusula hereditaria y certif[icaci]ó de la mort del dit Conde”. ARV,Maestre Racional, Cuentas de Administración, reg. 273 (1679), fol. 230 r.

62 Aierdi, Dietari, pág, 414, nº 1.118.

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del Marqués de Centelles y nieta del maestre racional d. Bernardino Sano-guera. En consecuencia, sus hijos –dª. Juana María y d. luis– no podíanmenos que ser auxiliados por la Corona. y así fue. un real privilegio firma-do en Madrid el 25 de septiembre de 1658 por felipe IV concedía a los her-manos  Juan  de torres  y  Juan  de Centelles  una  renta  anual  de  200  libras–100 libras a cada uno de ellos– a detraer del salario de 360 libras del capi-tán d. Juan de Castellví, que en aquellos momentos se hallaba en expectati-va de destino definitivo.63 El privilegio preveía la acumulación de las 200libras en beneficio de cualquiera de los dos hermanos en caso de producirseel  fallecimiento  del  otro.  durante  la  minoría  de  edad  de  sus  dos  hijos, dª. Juana María sería la encargada de administrar esta renta junto con losrestantes bienes del patrimonio familiar.

desde luego, el mecanismo previsto para reunir la pensión de orfandadde los hermanos Juan de torres y Centelles no era el más adecuado. En unmomento u otro la situación del capitán Castellví se vería regularizada y larenta de 200 libras anuales tendría que ser computada en alguna otra parti-da de gasto de la Bailía valenciana.64 Por otra parte,  los ingresos del RealPatrimonio no siempre garantizaban el puntual cumplimiento de todas susobligaciones económicas. Además, el contexto  financiero de  la década delos sesenta determinaba que las demoras y los atrasos estuvieran a la ordendel día. de ahí, pues, que, en ocasiones, ante la imposibilidad de abonar lapensión, hubiera que acudir a otro tipo de fondos, siempre inferiores a losordinarios (1665 y 1667),65 o que el propio Conde de Peñalva tuviera queimplicarse en la manutención de sus sobrinos, dedicando a tal fin 50 librasde la partida destinada al servicio de jardinería del Real (1669).66 Superadala crisis de los años sesenta y comienzos de los setenta, el pago de esta pen-sión de 200 libras volvió a regularizarse. En la medida en que su satisfac-ción  debía mantenerse mientras  los  hermanos  Juana María  y luis  fueran

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63 Este documento reviste una gran importancia desde el punto de vista cronológico, yaque permite determinar con bastante precisión que el fallecimiento del sargento mayor Juande torres y el nacimiento de su hijo póstumo habrían  tenido  lugar durante  los meses com-prendidos entre enero y septiembre de 1658. ARV, Maestre Racional, Cuentas de Administra-ción, exp. 269 (1670), fol. 264 r.

64 tras producirse esta, la pensión a favor de los hermanos Juan de torres y Juan de Cen-telles comenzó a ser aplicada sobre el salario de algunos otros sargentos mayores y capitanesentretenidos.

65 A finales del año 1665, después de una primera reducción coyuntural de la renta satis-fecha el año 1663, la Corona tuvo que firmar un segundo privilegio para garantizar el pagode esta pensión de orfandad, siquiera fuera por un montante que apenas superaba las 66 li-bras. Esta situación, al parecer, se mantuvo hasta 1668. ARV, Maestre Racional, Cuentas deAdministración, exp. 259 (1663), fol. 300 v, exp. 263 (1666), fol. 267 r y exp. 264 (1667),fol. 301 r.

66 ARV, Maestre Racional, Cuentas de Administración, exp. 266 (1669), fol. 261 r.

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menores de edad, el abono de la misma se prolongó hasta 1681, ya que, alaño siguiente, 1682, d. luis alcanzó la mayoría de edad.67

Mientras tanto, la viuda e hijos del sargento mayor luis Juan de torresdebieron  sentirse  muy  disgustados  por  la  enorme  parsimonia  con  que  elConde de Peñalva encaraba el destino de su herencia y la sucesión de susempleos. Hasta  que d. Carlos  no  sintió  el  lanzazo  de  la  enfermedad,  noconsintió redactar  testamento (24-VI-1678). y aun así, no quiso recurrir alos servicios de un notario, sino que lo redactó de su puño y letra en pre-sencia de varios testigos. El testamento fue retenido por el Conde hasta elúltimo día de su vida (29-I-1679) y sólo pudo ser registrado por su sobrinod. luis ante  la corte del Justicia Civil horas después del óbito. d. Carlosno  desheredó  a  su  sobrino,  pero  su  actitud  postrera  no  dejó  de  resultarleperjudicial. d. luis tuvo que sortear mil y una dificultades para conseguirel pleno reconocimiento de unos derechos perfectamente claros,  legítimosy positivos. El nuevo Conde de Peñalva no tuvo ningún problema a la horade percibir las prorratas de los diferentes salarios y complementos de su tíocorrespondientes  a  los  29  primeros  días  del mes  de  enero  de  1679:  pocomás de 2 libras por su salario como alcaide y algo más de 19 libras por sushaberes como consejero de capa y espada.68 Caso distinto fue el de las casi9  libras por  la parte proporcional de  las 110  libras de aumento de  salariootorgado a los alcaides –la llamada Merced de Su Majestad– las casi 17 li-bras de salario como sobrestante de obras reales, y las 5 libras y media desalario como guarda de los leones de palacio. Estas cantidades no se abona-rían hasta finales de la segunda quincena del mes de mayo de 1679.69

Poco antes, el día 25 de abril, d. luis había conseguido que la Diputa-ció de la Generalitat le  reconociese  la  propiedad  de  unos  censales  que,años atrás, su tío había entregado como fianza para el arrendamiento de losderechos de margalló y doble tarifa del trienio 1660-1662. Estos censales–originalmente vendidos a d. Carlos por el Consell valenciano– habían si-do quitados y cargados de nuevo sobre las rentas de la Generalitat median-te acto público firmado por el síndico y recibido por el escribano de la ins-titución el día 16 de abril de 1660. El dr. Pedro José Borrull, asesor de laGeneralitat, reconoció el testamento de d. Carlos Juan, certificó su validezy ordenó al síndico d. francisco fenollet que firmase un poder para que elescribano comenzara a entregar a d. luis las pensiones devengadas por es-

El Conde de Peñalva y la Real Alcaidía valenciana 311

67 Así pues, durante 3 años consecutivos, desde 1679 a 1681, d. luis Juan de torres per-cibió su salario y sus incrementos correspondientes como substituto de su tío al frente de laalcaidía del Real, mientras su madre, tutora y curadora recibía las 200 libras de pensión, 100de las cuales correspondían a la manutención de su hijo luis, como menor de edad que toda-vía era. ARV, Maestre Racional, Cuentas de Administración, exp. 273, fols. 308 r-310 r, exp.274 (1680), fol. 325 r y exp. 275 (1681), fol. 312 r.

68 ARV, Maestre Racional, Cuentas de Administración, exp. 273 (1679), fols. 230 r y 308 r.69 ARV, Maestre Racional, Cuentas de Administración, exp. 273 (1679), fols. 309 r-310 r.

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tos  censales.70 lo  que d.  luis  no  pudo  conseguir  fue  el  pleno  reconoci-miento de  la propiedad de estos  títulos de deuda, ya que aún no se habíaverificado  la  definición  de  las  cuentas  del  ejercicio  1660-62  y,  en  conse-cuencia, todavía no se había determinado si de aquella administración po-día adeudarse algún dinero.71

El pleno reconocimiento de d. luis Juan de torres como heredero deltítulo nobiliario, de las propiedades y derechos de su tío constituía –por asídecir– la mitad del problema que el Conde de Peñalva había dejado plan-teado a su sobrino con su extraña actitud. la otra mitad radicaba en la atri-bución de los cargos y honores que d. Carlos había ostentado: el alcaidiadodel Real, la Encomienda de Museros y la plaza de juez de capa y espada dela Audiencia de Valencia. Esta faceta de  la sucesión –de hecho– gravitarásobre d. luis durante el resto de sus días y –en buena medida– permite ex-plicar muchas de  las  iniciativas que  el  segundo Conde de Peñalva  se vioobligado a adoptar desde el año 1679 hasta la Guerra de Sucesión. de estas3  dignidades,  la  alcaidía  era  –a  decir  verdad–  la  más  fácil  de  alcanzar,siempre y cuando la Corona –bien directamente, bien a través de sus agen-tes  y  oficiales– no  se  opusiera  a  ello  e  interpusiera  todo  tipo de  argucias legales. En este  sentido, debemos decir que d. luis  tuvo bastante  suerte,puesto que ninguno de los oficiales patrimoniales del Reino puso en dudala  validez  de  las  concesiones  hechas  por  el  rey  fernando  el  Católico  a d. diego de torres y a su esposa, Margarita de Agramunt, fundamento jurí-dico de la sucesión hereditaria de las familias torres y de Juan de torres alfrente del real alcaidiado.72

El  29  de  mayo  de  1679,  por  medio  de  su  procurador  Juan  BautistaQueyto,  el  nuevo Conde  de  Peñalva  interpuso  ante  la Bailía  de Valenciauna solicitud de reconocimiento de su persona como nuevo alcaide de Va-lencia en  tanto que sucesor y heredero  legítimo de d. Carlos Juan de to-rres. ni Cosme Puig, procurador patrimonial, ni el dr. francisco Esteve, re-gente de la asesoría, se opusieron a la petición. En consecuencia, el baile,d. Baltasar Pardo de la Casta, dictó sentencia pocos días después, el 19 dejunio de 1679.73 de alguna  forma, este documento puede ser consideradocomo una pequeña historia de la real alcaidía de Valencia, dado que en elmismo se pasaba revista a todos los fundamentos de derecho que legitima-ban la petición de d. luis Juan de torres. En primer lugar, se aludía a un

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70 ARV, Generalitat, Provisions, reg. 3.222, fols. 54 r-55 r.71 la definición de las cuentas del arrendamiento de la doble tarifa y margalló de 1660-

62 no se verificó hasta el día 6 de marzo del año 1682. ARV, Generalitat, Provisions,  reg.3.228 (1682), f. 73 r.

72 Véase el árbol genealógico.73 Sentencia publicada por llorens llança, notario escribano del Real Patrimonio. ARV,

Bailía, libro 1.215, fols. 417 r-422 v.

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real privilegio dado en trujillo el 20 de febrero de 1479 por el que fernan-do II otorgaba a diego de torres, a Margarita de Agramunt y a sus herede-ros el oficio de alcaide del Real de Valencia, con sus derechos, salarios ypertenencias, el huerto y los frutos del mismo. un segundo privilegio am-pliaba y extendía esta merced a  toda  la descendencia del matrimonio to-rres-Agramunt tanto por línea masculina cuanto por femenina (Sevilla, 11-II-1485).74 un  tercer  privilegio  confería  a d. diego  de torres  –alcaide  ybaile general de Valencia– una merced perpetua consignada sobre el llama-do derecho genovés de 100 libras aneja a su salario ordinario como alcaide,tanto para él cuanto para sus sucesores (Granada, 27-VII-1499).75

Junto con los privilegios acreditativos de los derechos de d. luis a  laalcaidía,  la  resolución  aludía  a  las  decisiones  y  derechos  sucesorios  queavalaban la decisión adoptada, entre ellas, a una sentencia de  la Bailía de25 de junio de 1557 por la que se declaraba a d. Carlos Juan, hijo natural ylegítimo de dª. Hipólita de torres, y nieto –por tanto– de d. diego de to-rres, como nuevo alcaide de Valencia, primero del linaje Juan de torres, entanto que hijo y heredero de d. Pedro Honorato Juan, esposo de dª. Hipóli-ta.76 también se mencionaban los rangos y grados de parentesco del jovenluis Juan de torres, y la plena y libre disposición de sus derechos suceso-rios.  la  sentencia  reconocía,  pues,  la  plena  disposición  del  alcaidiado  alnuevo Conde de Peñalva, junto con sus salarios, emolumentos, prerrogati-vas, anexos y dependientes, para cuyo disfrute debía d. luis prestar solem-ne  juramento.77 y así  fue. Al día  siguiente,  20 de  junio de 1679, d. luisJuan de torres juró lealtad al Rey y guardar y hacer guardar todo cuanto to-case,  le  fuera  reservado  y  obligado  por  su  oficio  como  alcaide  real  ante d. Baltasar Pardo, marqués de la Casta y baile general de Valencia. Actua-ron como testigos José Romá, alguacil de la Bailía, y José Soler, mayordo-mo del Conde de Peñalva.78

El  ceremonial  se  completó de  la  siguiente  forma. tras haber prestadojuramento, d. luis Juan, su mayordomo, el alguacil Romá, el gentilhombrelorenzo Martínez y Juan José Arnau, notario-escribano y secretario del RealPatrimonio, abandonaron el tribunal de la Bailía y, cruzando el Puente delReal,  se  acercaron  hasta  el llano  del mismo nombre.  Se  apearon  ante  lapuerta principal de palacio y, a requerimiento del propio d. luis, el algua-cil José Romá lo  tomó de su mano derecha,  lo  introdujo en el  recinto delpalacio,  le  hizo  entrega  de  las  llaves  del  edifico,  los  apartamentos  y  loshuertos, y todo cuanto consideró necesario para que la posesión del Palacio

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74 ARV, Bailía, libro 1.215, fol. 417 v.75 ARV, Bailía, libro 1.215, fol. 418 r.76 ARV, Bailía, libro 1.215, fols. 418 v-419 r.77 ARV, Bailía, libro 1.215, fols. 420 r-420 v.78 ARV, Bailía, libro 1.215, fols. 421 r-421 v.

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Real adquiriese su plenitud. A continuación, el grupo se dirigió hacia la lla-mada  leonera o  sala de los leones –estancia  simbólica  del  llamado RealVell donde se hallaba la residencia de los alcaides– y d. luis abrió y cerróla puerta de la misma con las llaves que le habían sido entregadas. todo locual se hizo quieta y pacíficamente, sin empacho ni contradicción alguna,tal  y  como  exigía  el  ceremonial. El  notario  Juan  José Arnau  tomó buenanota de lo sucedido y levantó cumplida acta del protocolo.79

El nuevo Conde de Peñalva se instaló de inmediato en las dependenciasen las que había vivido su tío hasta el día de su muerte. Entre el 22 de sep-tiembre de 1679 y el 9 de enero de 1680, el nuevo alcaide recibió parte delos atrasos y de las tercias de los salarios que se le adeudaban: alrededor de47 libras más de las que ya se le habían abonado hasta el momento de ha-ber dictado  la Bailía  la sentencia  favorable a  la sucesión. las cuentas delReal Patrimonio correspondientes al año 1679 no fueron revisadas y defini-das hasta el año 1685. los coadjutores del Maestre Racional no pusierongraves reparos a las cantidades abonadas a d. luis. tan sólo plantearon al-guna pequeña duda acerca de su salario como guarda de los leones de pala-cio,80 e hicieron constar que no se había localizado el inventario de bienesque d. Carlos  Juan de torres  debería  haber  realizado  antes  de  ocupar  sucargo como alcaide, al tiempo que señalaban que su sobrino estaba, asimis-mo, obligado a realizar uno propio con la relación de sus posesiones el díade su juramento.81

loS PRoMEtEdoRES CoMIEnZoS dE d. luIS JuAn dE toRRES Al fREntEdE lA AlCAIdÍA dE VAlEnCIA (1680-1685)

la accidentada sucesión de d. Carlos Juan por parte de su sobrino ha-bía  comenzado  a  normalizarse  –como  acabamos  de  ver–  a mediados  delaño 1679. d. luis consiguió ser reconocido como nuevo Conde de Peñal-va, heredero universal de su tío y –claro– de los emolumentos vinculados asu empleo de alcaide del Palacio Real de Valencia. Pasaba así a convertirseen un personaje del mayor  relieve dentro de  la administración real valen-ciana y una figura absolutamente clave dentro del Real. no en vano el al-caide era el jefe de la casa del Rey y el máximo responsable de la fábrica,

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79 ARV, Bailía, libro 1.215, fols. 421 v-422 v.80 Probablemente debido a que ya en aquellos momentos no hubiera leones en el Palacio

Real, para cuya manutención no se registra nunca cantidad alguna.81 no tenemos constancia ni de la aparición del inventario de d. Carlos, ni de la confec-

ción del de d. luis, quien, no obstante, continuó percibiendo sus haberes sin contratiempoalguno. ARV, Maestre Racional, Cuentas de Administración, exp. 273 (1679), cuadernillo deDubtes, fols. s/n.

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las dependencias, el patrimonio y el personal palatino. Aunque los lugarte-nientes generales ostentaban la suprema autoridad política del Reino, den-tro de palacio eran poco más que huéspedes de elevado rango y únicamenteestaban en disposición de proponer sus deseos al alcaide. Era él el respon-sable de autorizar cualquier tipo de novedad: un cambio en el orden domés-tico, una modificación del protocolo, una reparación, reforma o mejora demayor o menor envergadura, etc. los virreyes gobernaban exclusivamentea sus propios criados y a su guardia personal, aunque también podían pro-poner  candidatos  si  vacaba  la  capellanía mayor  de  palacio.82 El  resto  delpersonal palatino –subalcaide, maestro de ceremonias, capellanes, maestrode obras, carpintero, cerrajero, jardineros, etc.–83 se hallaba subordinado alalcaide que, además, ejercía la máxima autoridad jurisdiccional –civil y cri-minal– dentro del recinto del palacio, en el llano del Real y en el área delPrado o Alameda de Valencia.84

Potencialmente, esta situación podía haber dado lugar a tensiones y ro-ces que –al parecer– no habían faltado en el pasado. Sin embargo, d. luisno estaba en disposición de hacer valer sus derechos y privilegios de unamanera imprudente. todo lo contrario. Había alcanzado el disfrute el alcai-diado a una edad –20/21 años– que se consideraba excesivamente tempranapara el desempeño de semejante responsabilidad. de hecho, d. luis toda-vía se hallaba bajo la tutela legal de su madre como menor de edad que era.no sabemos prácticamente nada acerca de su formación militar y/o litera-ria, aunque podemos suponer que no debió carecer por completo de ambas,dada la tradición familiar –por una parte– y las inclinaciones personales ded. luis –por otra. El nuevo Conde de Peñalva había heredado a d. CarlosJuan, pero no había acertado a igualar el estatus de su tío en el momento desu muerte. Para conseguirlo le faltaban las rentas de la Encomienda de Mu-seros y la plaza de capa y espada de la Real Audiencia. El tren de vida y elrango social que esperaba poder disfrutar d. luis no podía consolidarse almargen de semejantes honores y rentas.

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82 Esta atribución había pertenecido tradicionalmente a los alcaides, pero había sido con-ferida a los virreyes el año 1662, al ser aplicada –durante el mandato del Marqués de Cama-rasa– una bula pontificia que respaldaba la reorganización general de las capellanías de Pala-cio,  permitiendo  su  reducción  de  5  a  4.  Josef Mariano ortiz  en  su Descubrimiento de lasLeyes Palatinas y Derechos que V.M. tiene como a rey de Aragón en vuestro Palacio del Realde Valencia, Madrid [Imprenta y librería de Andrés de Sotos], 1782, pág. 18 v.

83 En una carta dirigida por d. luis Juan de torres al Secretario de obras y Bosques (Va-lencia, 4 de septiembre de 1708) puede leerse lo siguiente:  todos los demás officiales y de-pendientes que sirven a S[u] M[a]g[esta]d en este R[eal] Palacio [se estaba abordando en lamisiva la vacante de la capellanía mayor] siempre han sido eligidos por los Alcaydes y paga-dos sus sueldos o trauajos con la certificación sola de los Alcaydes. ARV, Bailía, papeles sincatalogar, caja 85, págs. s/n.

84 todos estos pormenores aparecen convenientemente reseñados y documentados en elDescubrimiento de las Leyes Palatinas de Mariano José ortiz.

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la situación era, no obstante, muy comprometida y casi  imposible desuperar. Como años después  relatará  el  propio d. luis,  tras  la muerte  de d. Carlos Juan, Museros pasó a manos de d. tomás de los Cobos, que –co-mo sabemos– había comprometido la futura de la primera encomienda san-tiaguista que vacase. Al mismo tiempo, la juventud del Conde de Peñalvacaía  sobre  él  como un baldón,  al  juzgársele  resueltamente  inexperto  pararegir el juzgado de capa y espada de la Real Audiencia.85 d. luis no se diopor vencido y puso manos a la obra para atraer sobre sí el favor de sus su-periores. Estaba convencido de que su entusiasmo acabaría reportándole lasmercedes que anhelaba. de ahí que se situase diligentemente al frente de laadministración doméstica del Real y colaborase de manera muy activa enlos preparativos y obras necesarias para la constitución de la Academia delAlcázar, una de  las grandes experiencias asociativas, culturales y cortesa-nas de la Valencia tardo-barroca.86 El joven Conde de Peñalva no sólo desea-ba complacer al duque de Veragua en su deseo de introducir en palacio aun grupo de intelectuales amateurs dispuestos a organizar academias, vela-das musicales y representaciones teatrales, dando así entidad y realce a lavida cortesana –un  tanto anodina– del Real. también aspiraba a  tratar decerca y –si ello fuera posible– trabar amistad con los aristócratas y grandesoficiales que formaban parte de aquella academia: el Conde de Cervellón,el Marqués de Villatorcas, el Conde de Casal, el Marqués de llaneres, loscanónigos torre orumbella y Pontons, d. francisco figuerola, d. VicenteCarroz, d. Vicente falcó de Belaochaga, d. Vicente del olmo, los herma-nos ortí y Moles, d. Cristóbal y d. Pedro Monsoriu, el oidor d. diego Es-cals y Salcedo, y el coadjutor d. Antonio olginat.87

El Conde de Peñalva no había conseguido ni la Encomienda de Muse-ros, ni la plaza de juez de capa y espada. Sin embargo, sus servicios no fue-ron pasados por alto. un real privilegio fechado el 23 de mayo de 1681 leconfería a perpetuidad un incremento de salario de 110 libras anuales con

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85 de nada sirvió que d. luis alegase que su tío, el Conde de Peñalva, tuviera concedidaesta futura a su hijo y heredero d. francisco. El Conde de Peñalva, en un memorial redacta-do el 2 de octubre de 1708, afirmaba haber quedado con el desconsuelo de ser el único de lossucessores de D. Diego de Torres que no gozasse de ningún empleo que le ayudase a mante-nerse con la decencia y estimación que merecía su cargo. ARV, Bailía, papeles sin catalogar,caja 85, págs. s/n.

86 Sobre el Alcázar puede consultarse el artículo elaborado por el prof. Jorge Catalá y pormí mismo que he citado al comienzo de este trabajo. también deben consultarse los trabajosde Pasqual Mas i usó, especialmente, Justas, academias y convocatorias literarias en la Va-lencia barroca (1591-1705). Teoría y práctica de una convención. Valencia  [tesis  doctoralinédita],  1991  y  “Academias  valencianas  durante  el Barroco”, Evangelina Rodríguez Cua-dros (ed.). De las academias a la Enciclopedia: el discurso del saber en la modernidad. Va-lencia, 1993, págs. 171-224.

87 Mas i usó ha identificado un total de 32 alcazaristas. Vide. Academias valencianas delBarroco. Descripción y diccionario de poetas, Kassel, 1999.

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efectos retroactivos desde junio del año 1679.88 de este modo, durante los5 primeros años de su mandato al frente de la alcaidía, d. luis Juan de to-rres pudo percibir anualmente la suma de casi 270 libras: 30 libras en con-cepto de salario ordinario, más 100 libras de la Merced de Su Majestad de-rivadas del privilegio granadino de 1499, más las 110 libras del privilegiode 1681, más 27 libras y media en calidad de salario como sobrestante deobras reales, junto con otras 9 libras más como salario como guarda de losleones  de  palacio. A  estas  cantidades  debería  añadirse  el  producto  de  laventa del excedente de los frutos de las huertas de palacio –hortalizas, frutafresca, frutos secos, espárragos, fresas, etc.– y toda una serie de franquiciasque también le pertenecían y disfrutaba como alcaide.89

Así pues, es posible que –sumados unos ingresos y otros– el Conde dePeñalva percibiese alrededor de 300 ó 330 libras anuales por el conjunto deagregados salariales y privilegios anejos al alcaidiado.90 Esta suma –aunquerespetable sin duda– apenas debía cubrir una pequeña parte de los gastos ded. luis, ya que, gracias a su propio testimonio, sabemos que Juan GabrielGómez, el subalcaide del Conde de Peñalva, sin tener asignado salario ofi-cial alguno, percibía anualmente alrededor de 300 libras por su trabajo. losGómez  –padre,  hijo  y  también  un  tío  carnal,  hermano  del  padre–  habíanservido a los Juan de torres durante generaciones. Puesto que el cargo desubalcaide –como otros muchos de Palacio– no disponía de una retribuciónoficial, los Condes de Peñalva habían tenido que abonar parte de la mismade su propio bolsillo, aunque, al mismo tiempo, habían procurado que cier-tas rentas y gajes vacantes permitieran mejorar  los estipendios de los Gó-mez: una plaza vacante de guarda del Virrey –que rentaba 60 libras anua-les– el libro Corrible de la Receptoría General y el de Amortizaciones delMaestre Racional –con un salario anual de 50 libras– y el cargo de Guardade la Casa de la Ceca que, aunque no tenía asignado un salario fijo, repor-taba una pequeñísima proporción por marco batido en cada acuñación.91

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88 Así pues,  el  año 1682, d. luis  Juan de torres  recibió 220  libras  correspondientes  a1680 y 1681, más otras 68 libras, 7 sueldos y 2 dineros por la prorrata de 1679. Estas sumasfueron anotadas directamente en los expedientes contables de la administración del Real Pa-trimonio de aquellos años, pues estos libros se confeccionaban bastantes años después de ha-ber  finalizado  la administración. ARV, Maestre Racional, Cuentas del Administración, exp.274 (1680), fol. 319 r.

89 Como sabemos, el salario como guarda de los leones había planteado sus dudas a losinspectores de cuentas del Real Patrimonio, de modo que, a partir del año 1683 dejó de abo-narse definitivamente. ARV, Maestre Racional, Cuentas del Administración, exp. 277 (1683).

90 Con la excepción de algunos años, como, por ejemplo, 1684, en que d. luis, ademásde sus  salarios y complementos,  recibió 280  libras más por atrasos debidos a  su  tío de  losejercicios correspondientes a 1674 y 1675, y también adeudados a él mismo del ejercicio an-terior  de 1683. ARV, Maestre Racional, Cuentas  de Administración,  exp.  278  (1684),  fols.282 r-282 v.

91 Memorial del Conde de Peñalva (2-x-1708). ARV, Bailía, papeles sin catalogar, caja85, págs. s/n.

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Pese  a  no  haber  obtenido  una  respuesta  positiva  a  sus  demandas  demayor  calado,  d.  luis  continuaba  trabajando  con  ahínco  e,  incluso,  sebrindaba con gusto a realizar tareas que, en realidad, no le correspondían.Así sucedió el 3 de noviembre de 1684, cuando el Conde de Peñalva acce-dió a pagar de su propio bolsillo la limpieza de los 190 arcabuces comple-tos, 100 horquillas y 70 picas que  la diputación de  la Generalidad habíaaceptado prestar al Alcaide para el  lucimiento de un desfile que el  terciolevantado por Valencia para asistir al Principado de Cataluña debía reali-zar el día 15 del mismo mes y año.92 El Conde, por supuesto, no sólo nodesatendía  sus  deberes  como  anfitrión  del  Palacio  Real,  sino  que  de  suproverbial  celo  siempre  cabía  esperar  acciones,  decisiones  y  sacrificiosmuy por encima del estricto cumplimiento del deber. Habiendo percibidod. luis que la Academia del Alcázar se hallaba en un punto de decaimien-to cercano a la extinción, creyó oportuno celebrar su tercer aniversario deboda con  la noble dª.  Juana Manuela Mingot de Rocafull,93 organizandouna de las más célebres y sonadas academias de la época: la Academia de

la Condesa de Peñalva (Palacio Real  de Valencia,  5-II-1685).94 En  ella,además de notables alcazaristas como el Conde de Cervellón, el Conde deCasal,  d.  Vicente  Carroz,  d.  Vicente  falcó,  d.  Vicente  del  olmo  o  d.Marco Antonio ortí y Mayor, intervinieron algunos otros destacados per-sonajes como el Conde de la Alcudia, d. Andrés M. Crespí de Valldaura,d. luis Escrivá y d. Pedro Pardo de la Casta.95 también participó el dr.Manuel Vidal Salvador que, meses después,  compondría  el Memorial de

la casa de los Juanes presentado al rey Carlos II en 1687. El propio Condede Peñalva no quiso desperdiciar la ocasión y –además de firmar el introi-to en prosa de  la academia– se atrevió con una composición en verso enhonor de su esposa.96

Pero el esfuerzo de d. luis Juan de torres sirvió de bien poco. El Alcá-

zar acabó desintegrándose y,  aunque  su  recuerdo permanecería  en  la me-moria de la elite intelectual valenciana hasta bien entrado en siglo xVIII, locierto es que la crisis de aquella singular manifestación de cultura cortesanatardo-barroca debió afectar al Conde de Peñalva y a sus expectativas de as-censo  social,  mucho más  de  lo  que,  en  principio,  cabría  suponer.  Buenaprueba de ello son los problemas económicos que d. luis comenzó a tenera partir de 1686. la mayor parte de sus salarios y complementos retributi-

318 Pablo Pérez García

92 ARV, Generalitat, Provisions, reg. 3.233 (1684) f. s/n.93 las capitulaciones matrimoniales  entre dª.  Juana Manuela y d. luis  se  firmaron en

Alicante, ante Cipriano Campo, el 4 de febrero de 1682. Vidal, Memorial, pág. 21 v.94 Mas, Justas, págs. 544 y ss.95 Mas, Justas, pág. 545.96 Mas, Justas, págs. 550-552.

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vos como alcaide  tuvo que ser destinada entonces al pago de un pequeñogrupo de conspicuos acreedores: Claudio Bonavida, Cipriano Castro, Mel-chor Mardines, Mateo Martínez y Vicente tormos.97

dEClIVE dE unA InStItuCIÓn y oCASo dE un ofICIAl:  El AlCAIdIAdo dEl

CondE dE PEñAlVA EntRE loS fuERoS y lA nuEVA PlAntA (1686-1718)

de sus intentos por resucitar al moribundo Alcázar –y de algunos otrosnegocios todavía menos afortunados– d. luis Juan de torres salió cargadode deudas y tal vez dispuesto a encarar con una mayor dosis de resignaciónla suerte que le había correspondido correr. tampoco su vida familiar le es-taba proporcionado grandes alegrías. Su primogénito, d. Carlos José Juande torres  y Mingot,  nacido  en  un momento  indeterminado  entre  1683  y1687, era un niño muy delicado, enfermizo y probablemente afectado tam-bién por alguna minusvalía.98 Su hermano menor d. luis, alumbrado conposterioridad a 1687, tendría que ocuparse de cuidar al primogénito, de re-presentarlo legalmente y de desempeñar sus cargos hereditarios hasta el fi-nal de sus días. El Conde de Peñalva hizo un penúltimo intento por conse-guir  el  favor  de  la  Corona  el  año  1687.  Valiéndose  de  los  servicios  del dr. Manuel Vidal, presentó ante el Consejo de Aragón un ajustado y apa-rentemente bien documentado Memorial de la Casa de los Juanes, reivin-dicativo de las glorias de sus antepasados, pero –ante todo– concebido parapropiciar nuevas mercedes y recompensas con que enjugar deudas y satis-facer anhelos de promoción.

A juzgar por los lamentos del Conde de Peñalva ante los responsables dela  recién  creada  Junta  de obras  y  Bosques  el  año  1708,  sus  gestiones  de1687  debieron  tener  un  resultado  nulo.  d.  luis  comprendió  entonces  queuno de los pocos caminos expeditos para el engrandecimiento de su patrimo-nio y condición social se hallaba en la Diputació del General. Así pues, soli-citó –y obtuvo– permiso del rey Carlos II para poder concurrir a las eleccio-nes de diputados de la Generalitat como miembro del estamento nobiliariomediante carta fechada en Madrid el 18 de diciembre de 1691.99 la posibili-dad de participar en las deliberaciones del estamento militar o ser designadodiputado de la Generalitat no sólo representaba gozar de gran influencia en

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97 la serie Cuentas de Administración de la sección Maestre Racional del ARV llega hastael año 1695. los expediente comprendidos entre 1685 y 1689 (281 a 286) permiten documen-tar la existencia de importantes deudas del Conde de Peñalva con sus acreedores, mientras queen los expedientes correspondientes a la etapa 1690-1695 (287 a 290) dejan de percibirse estascircunstancias.

98 Vidal, Memorial, pág. 22 r.99 ARV, Real Cancillería, reg. 695, fol. 339 r.

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la sociedad valenciana de finales del siglo xVII y disponer –llegado el caso–de  ingresos  suplementarios,  sino  también estar en estrecho contacto con  laelite social y el diletantismo intelectual  tardo-barroco, pues no en vano  losgrandes ciclos de actividades académicas se habían desplazado hacia el Pala-cio de la diputación tras la desaparición del Alcázar.100

durante algún tiempo, el Conde de Peñalva sólo consiguió actuar comodiputado subdelegado en representación del Marqués de Rafal. Su nombreaparece en las actas de los años 1692 y 1694.101 la suerte no le sonrió –dehecho– hasta después del fallecimiento del rey Carlos II y el final del parcoluto oficial que siguió a la muerte del último soberano de la casa de Habs-burgo.102 El domingo 26 de diciembre del año 1700 el Conde de Peñalvaresultó elegido en el sorteo de diputados del brazo militar de la Generalitatpara el trienio 1701-03,103 y la tarde del día 1 de enero de 1701 juró su nue-vo cargo, pasando a tomar posesión del mismo.104 d. luis Juan de torres yd. Baltasar Escrivá de Ixar, conde de la Alcudia, electos –respectivamente–como diputado y contador de la Generalitat para la etapa 1701 a 1703, de-bieron asistir, el día 18 de febrero de 1701, a la entrada en Madrid del reyfelipe V de Borbón. Al día siguiente, 19 de febrero, ambos presentaron unapetición ante la Generalitat para que se les abonasen las porciones ya satis-fechas a los restantes oficiales de la diputación por las luminarias celebra-das en Valencia con tal motivo la noche del pasado 5 de febrero.105

Entre otros cometidos, el Conde de Peñalva tuvo a su cargo la custodiadel polvorín de  la Generalitat –ubicado en  la  torre de  la  iglesia de SantaCatalina de Valencia– a  lo  largo de  su gestión como diputado.106 durantesus frecuentes ausencias de la ciudad, el Conde era substituido por d. Vi-cente Roca. Roca fue diputado subdelegado no sólo en 1702, sino también en1703.107 En aquellos momentos, Peñalva debía hallarse ya fuera de Valencia.

320 Pablo Pérez García

100 Mas, Justas, págs. 197-198.101 ARV, Generalitat, Provisions. reg. 3.248 (1692), fol. s/n y reg. 3.252 (1694), fol. 52 r.

de la gestión del Conde de Peñalva al frente del Real durante aquellas fechas hemos locali-zado alguna noticia de interés, como su intervención directa en la compra, por 34 libras, detoda una serie de árboles procedentes de daroca que el mercader Manuel Burguet trajo a Va-lencia para substituir a los que se habían secado en los jardines de Palacio durante las heladasdel invierno de 1698 a 1699. ARV, Bailía, libro 315 (1699), fol. 539 r.

102 El Conde de Peñalva, en su calidad de alcaide del Palacio Real de Valencia, fue unode los receptores de la carta oficial de la reina Mariana de neoburgo (3-xI-1700) en la que secomunicaba el fallecimiento de Carlos II. Carme Pérez Aparicio, Canvi dinàstic i Guerra deSuccessió. La fi del Regne de València, Valencia, 2008, t. I, pág. 169.

103 ARV, Real Cancillería, reg. 669, fol. 316 r.104 José Vicente ortí y Mayor. Diario (1700-1715). Valencia, 2007, pág. 74.105 la suma a satisfacer se elevaba a 10 libras en el caso de Peñalva y a 5 libras en el ca-

so de Alcudia. ARV, Generalitat, Provisions, reg. 3.266 (1701), fols. s/n.106 ARV, Generalitat, Provisions, reg. 3.266 (1701), fols. s/n.107 ARV, Generalitat, Provisions, reg. 3.268 (1702), fols. s/n.

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de hecho, fue su subalcaide, Juan Gabriel Gómez, el encargado de firmar,en  representación  del  Conde,  todos  los  documentos  expedidos  a  lo  largodel año 1703.108 Así las cosas, las necesidades de dinero líquido de d. luisse incrementaron de forma perentoria. Su procurador, Agustín Queyto, pre-sentó ante la diputación de Valencia el día 11 de mayo de 1703 una solici-tud para que le fueran quitados a d. luis 4 censales por valor de 551 librasy 15 sueldos, mostrándose dispuesto a renunciar a cambio a las pensionesno satisfechas de los años 1702 y 1703 y a la pérdida de un 2 % del valordel principal. El acto de quitamiento se firmó el día 1 de junio de 1703 yfue notificado a Peñalva al día siguiente.109 la inequívoca fidelidad borbó-nica de d. luis  Juan de torres durante el conflicto  sucesorio  lo mantuvofuera de la capital del Reino hasta meses después de la batalla de Almansa.A finales del año 1706, su nombre –que no había sido eliminado de los lis-tados de la diputación por el gobierno austracista– apareció entre los elec-tos  para  el  desempeño  del  cargo  de  contador  durante  el  trienio  1707-09.Aunque continuaba lejos de Valencia, Peñalva no dudó en escribir una car-ta a  la Generalitat notificando que delegaba provisionalmente sus funcio-nes en manos de d. José de Ceverio y Cardona, conde de Villafranqueza.110

las primeras decisiones políticas adoptadas por el rey felipe V despuésde la victoria de Almansa iban a afectar de lleno al Conde de Peñalva. unreal decreto firmado en Madrid el 25 de mayo de 1708 establecía la crea-ción de la Real Junta de obras y Bosques, que –desde entonces– centraliza-ría la administración de los palacios y reales sitios de la Corona en toda Es-paña. El contenido de esta disposición fue notificado a d. luis el 2 de juniode 1708.111 Pocos días después, dos reales cédulas firmadas el mismo 9 dejunio  señalaban una merced extraordinaria de 1.000  libras para  la  repara-ción de  los desperfectos  causados  en  el Real  durante  la  etapa  austriaca yotra de 1.500 libras anuales para las fiestas religiosas que todos los años secelebraban en las capillas alta y baja de palacio, así como para el abono desalarios.112 una suma y otra debían consignarse contra los bienes confisca-dos  a  los  vasallos  “desleales”  que  habían  apoyado  al  archiduque  Carlos.Esta circunstancia puso forzosamente en relación al Conde de Peñalva y aljuez de confiscaciones Melchor Rafael de Macanaz, pues este último teníaa  su  cargo no  sólo  la  entrega del  dinero y de  las  rentas  ordenadas por  elRey, sino también la dotación de materiales para la reparación y –en su ca-so–  la mejora  y  enriquecimiento  del  Palacio Real. Aunque  las  relacionesentre estos dos oficiales no parece que fueran demasiado cordiales –según

El Conde de Peñalva y la Real Alcaidía valenciana 321

108 ARV, Bailía, libro 316 (1703), fols. 430 y ss.109 ARV, Generalitat, Provisions, reg. 3.268 (1702), fols. s/n.110 Pérez Aparicio, Canvi dinàstic, págs. 539 y 541.111 Cueco, El Real de Valencia, págs. 107 y 197.112 ARV, Bailía, papeles sin catalogar, caja 85, págs. s/n.

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se desprende de las quejas que ambos manifestaron acerca de la actitud delotro– juntos tuvieron que colaborar muy intensa y estrechamente durante lasegunda mitad del año 1708 para conseguir restablecer la normalidad den-tro del Real.113

El día 29 de agosto de 1708, el Conde de Peñalva recibió una notifica-ción de la Real Junta de obras y Bosques en la que se le ordenaba fijar car-teles por toda Valencia comunicando la vacante de la capellanía mayor delPalacio  Real  y  convocando  a  los  pretendientes  para  que  presentasen  susmemoriales a la Secretaría Mayor de la propia Junta. d. luis vio entoncesuna ventana abierta para sus antiguas aspiraciones y, el día 4 de septiembre,escribió una carta al Secretario de obras y Bosques en la que afirmaba asis-tirle el derecho de proponer –entre otros empleos palatinos– candidatos alas capellanías vacantes y de informar sobre los mismos, no ya en virtud desus abolidas atribuciones forales, sino como consecuencia de “los honoresy autoridad en q[ue] los Alcaydes se hallan con la nueba agregación q[ue]el Rey  (d[io]s  le g[uar]de)  [h]a  sido servido  resoluer”.114 la contestacióndel secretario de la Junta, d. Miguel José de San Juan y Guevara, no tardóen llegar. En ella se exigía al Alcaide que cumpliera con la orden de publi-citar la vacante por toda Valencia, añadiéndose que se habían recibido ya lapreceptivas cédulas del Presidente de la Chancillería para la manutención ylos reparos del Palacio Real de Valencia.

la contundente respuesta no amedrentó al Conde. En una nueva cartadirigida a d. Miguel J. de San Juan el día 11 de septiembre, d. luis relata-ba que, dos días después de haber mandado que se  fijaran carteles, habíasabido  de  la  existencia  de  un  gran malestar  por  “ciertos  inconvenientes”(sic) nacidos del procedimiento empleado. Peñalva expuso el caso ante eldr. tomás lleonart Esteve y Casanova, uno de los letrados más prestigio-sos de la ciudad y asesor eventual del alcaide en pleitos y dependencias desemejante  naturaleza.  Siguiendo  el  dictamen  del  jurisconsulto,  el Alcaideordenó  retirar  los  carteles,  aunque  privadamente  prosiguió  notificando  lavacante  entre  los  eclesiásticos  valencianos.  d.  luis  finalizaba  su  misivaproclamando que, en su deseo de proveer los empleos vacantes del Real, nole movía interés personal alguno, sino sencillamente “no quedar desairadosi se le priva[ba] de esta potestad que antes habían tenido los alcaides, des-pués de haberle confirmado S.M. en esta alcaidía”.115

El informe del dr. lleonart (7-Ix-1708) se ha conservado. El texto de-muestra que los inconvenientes aducidos por Peñalva no formaban parte deuna estrategia dilatoria, sino que –por el contrario– poseían un fundamentolegal muy consistente. la capellanía mayor de palacio se hallaba, en efecto,

322 Pablo Pérez García

113 ARV, Bailía, papeles sin catalogar, caja 85, págs. s/n.114 ARV, Bailía, papeles sin catalogar, caja 85, págs. s/n.115 ARV, Bailía, papeles sin catalogar, caja 85, págs. s/n.

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vacante, pero no por el fallecimiento del pavorde Gaspar tahuenga –muer-to “durante las turbaciones de la ciudad”– sino por la promoción a canóni-go de la catedral del dr. José Mestre. Mestre había sido designado capellánmayor por el virrey austracista Conde de la Corzana, una circunstancia que,por sí misma,  invalidaba su nombramiento. Pero había sucedido, además,que tanto Mestre como su inmediato sucesor, el dr. Antonio Manuel de Sa-lafranca –designado directamente por el archiduque Carlos de Habsburgo–habían solicitado y obtenido la colación del arzobispo (7-III-1707), de mo-do que la injerencia del ordinario –resulta fácil deducirlo– había superpues-to una ilegalidad sobre una ilegitimidad. Así pues, antes de proveerse la ca-pellanía mayor  era  necesario  revocar  la  que  fue  nula  de  derecho,  para  locual se necesitaba una declaración expresa de la autoridad civil y otra de laautoridad eclesiástica.

A continuación –proseguía lleonart– debía presentarse al Rey una ternade doctores en teología o Cánones según preveía la bula pontificia de erec-ción de la capellanía mayor. una vez entregados los despachos y electo unode los candidatos, este debía presentarse ante la Curia eclesiástica y, por supropio interés, solicitar la declaración de nulidad del nombramiento del dr.Salafranca.  la  mayor  dificultad  –opinaba  lleonart–  no  era  esta  precisa-mente. El problema más grave estribaba en determinar quién debía efectuarla consulta de la plaza. Estaba claro que, desde el año 1662, habían venidohaciéndolo los virreyes. Pero bajo el nuevo orden político tal vez incumbie-ra  la  decisión  a  los  presidentes  de  la Chancillería  de Valencia. Con  todo,también  podría  objetarse  que,  habiéndosele  comunicado  plena  autoridadpolítica dentro del Real, tocaba al gobernador de la plaza decidir en últimainstancia. lleonart concluía que –en su opinión– correspondía al alcaide d.luis Juan de torres realizar la consulta “por habérsele comunicado a él to-da  la  jurisdicción en  lo  tocante a Palacio que antes no tenía y [...] pareceque es de la incumbencia y punto del alcaide consultar a S.M., así en estacapellanía como en las demás que en adelante vacaren”.116 Aunque no po-demos afirmarlo con rotundidad, es probable que el dictamen del dr. lleo-nart acabara en la papelera de la Real Junta de obras y Bosques.

todavía  se  hallaba  caliente  el  enojoso  asunto  de  la  capellanía mayor,cuando el Conde de Peñalva se veía obligado a elevar un nuevo memorial(2-x-1708) a  la Secretaría de  la Real  Junta comunicando el  fallecimientodel subalcaide Juan Gabriel Gómez. lamentaba Peñalva en él que, tras lasreformas jurisdiccionales y administrativas introducidas por el nuevo régi-men,  los  trabajos  de  la  alcaidía  se  hubieran  incrementado  notablemente.Mientras los fueros estuvieron vigentes, un importante elenco de oficialesreales había colaborado con el alcaide y facilitado su tarea, ocupándose del

El Conde de Peñalva y la Real Alcaidía valenciana 323

116 ARV, Bailía, papeles sin catalogar, caja 85, págs. s/n. El subrayado es nuestro.

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expediente de los aspectos más rutinarios y técnicos. tras la nueva Planta,el alcaidiado había pasado a depender directamente del Real y su Real Jun-ta  de  obras  y  Bosques,  viéndose  privado  del  apoyo  logístico  de  antaño.Hasta 1707, el Maestre Racional y sus coadjutores, el Receptor de la Bailíay la Junta Patrimonial del Reino habían mediado entre el alcaide, como su-perintendente palatino, y su miríada de pequeñas obligaciones, encargándo-se de  la  inspección cotidiana de  las obras y  reparaciones, el abono de  lossalarios del servicio y –en general– de la satisfacción de los gastos ordina-rios y extraordinarios de palacio. dicho de otro modo: antaño el alcaide só-lo había propuesto obras y firmado certificaciones; ahora debía ejercer unavigilancia permanente sobre los asuntos más nimios y, además, registrar losgastos y pagarlos. no debe extrañar, pues, que Peñalva reclamase desespe-radamente  nuevas  y mayores  dotaciones  económicas  para  poder  designarun «sujeto de aptitud y confianza» al frente del subalcaidiado.117

la situación en el Palacio Real de Valencia no estuvo normalizada has-ta finales del año 1708. Sendas reales cartas firmadas en Madrid el día 16de  diciembre  contribuyeron  a  ello.  la  primera  declaraba  «fiel  vasallo» a d. luis Juan de torres y confirmaba el carácter hereditario de su empleo,ordenando a  los  capitanes generales,  comandantes y  corregidores guardarlas prerrogativas y preeminencias del alcaidiado.118 la segunda confería aPeñalva la misma autoridad que los restantes alcaides ejercían en los pala-cios, alcázares y reales sitios, así como el conocimiento privativo en prime-ra instancia de las causas civiles y criminales de los sirvientes y criados delReal. tales procesos debían  fallarse con asistencia de un asesor  letrado ysólo podrían ser apelados ante la Real Junta de obras y Bosques.119

Más allá del abundante cruce de correspondencia entre el Conde de Pe-ñalva y el Secretario de la Junta de obras y Bosques a propósito de los im-portantes cambios jurisdiccionales operados en la administración de los rea-les sitios, apenas poseemos información sobre los últimos años de la vida ded. luis Juan de torres. En 1714 se produjo una doble coincidencia. las llu-vias torrenciales de aquel año habían arruinado el llamado Salón de los Ala-barderos donde el año 1690 había tenido lugar la representación de la come-dia  mitológico-amorosa La fiera, el rayo y la piedra de  Calderón  de  laBarca. Por otra parte,  se había anunciado el paso por Valencia de  la  reinaIsabel de farnesio de camino hacia la Corte. los preparativos, pues, no sehicieron esperar. El superintendente Rodrigo Caballero y llanes, el alcaideJuan de torres, el matemático y arquitecto P. tomás Vicente tosca y el maes-tro de obras Rafael Martí reconocieron el palacio, la Sala de los Alabarde-ros, las habitaciones del Conde de Peñalva, la escalera que conducía desde

324 Pablo Pérez García

117 ARV, Bailía, papeles sin catalogar, caja 85, págs. s/n.118 ARV, Bailía, cartas y privilegios, libro 1.218, fols. 508 r a 509 r.119 ARV, Bailía, cartas y privilegios, libro 1.218, fols. 509 r a 510 v.

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las mismas hasta la cocina, la capilla mayor, la fachada de palacio y los jar-dines.120 Aunque la visita de la Reina no se produjo finalmente, el enfrenta-miento entre Peñalva y Rodrigo Caballero resultó inevitable. d. luis se que-jó  de  casi  todo. no  acaba  de  estar  de  acuerdo  con  la  adjudicación  de  lasobras a Rafael Martí. lamentaba que los atrasos en el pago de las 1.500 li-bras anuales no le permitieran disponer de las 3.000 libras que se precisabanpara el conjunto del proyecto. Se quejaba de la actitud obstruccionista y lasinjerencias del superintendente, sobre todo en lo tocante a las obras de la fa-chada. Por último, tras haber visto crecer día a día los gastos, puso el gritoen el cielo cuando comprobó que el precio –400 libras– de la obra contrata-da inicialmente con Martí se había decuplicado a su finalización.121

la progresiva marginación institucional y los disgustos personales jalo-naron  los 3 últimos años de  la vida de d. luis. En 1715  las obligacionesdel Conde de Peñalva en materia de obras reales pasaron a depender direc-tamente de la autoridad de Rodrigo Caballero. Como consecuencia de ello,el salario del alcaide padeció una merma importante, pasando a quedar fija-do en un montante de 240 pesos. lejos de ser revisada, esta situación que-dó definitivamente consolidada en 1717, cuando la responsabilidad últimaen materia de obras en el Real pasó a manos de  los  intendentes en detri-mento de las  tradicionales atribuciones de los alcaides.122 d. luis Juan detorres  falleció  en 1718  a  los 60  años de  edad. Según preveían  los  realesprivilegios de 1708,  su hijo d. Carlos  José –siempre  representado por  suhermano luis– pasó a ostentar el título de Peñalva y el alcaidiado. Aunquefueron ellos quienes  recibieron al  rey felipe V en su visita a Valencia en1719,  lo cierto es que  los hermanos Juan de torres se vieron postergadosante  las  iniciativas  palatinas  y  cortesanas  desplegadas  por  el  Príncipe  deCampoflorido.123 Reggio Branciforte  no  sólo  condenó  al  ostracismo a  loshermanos Juan de torres. llegado el momento no vaciló en encarcelar almenor, d. luis, que se había opuesto a que un escribano del Alcalde Mayorentrase en palacio a notificar un auto a uno de sus criados (22-xII-1722).124

Pero esta ya es otra historia.

El Conde de Peñalva y la Real Alcaidía valenciana 325

120 luis Arciniega García, “Construcciones, usos y visiones del Palacio del Real bajo losBorbones”, Archivo de Arte Valenciano, lxxxVI (2005), págs. 23-25.

121 Cueco, El Real, págs. 204-206. Arciniega, “Construcciones”, pág. 27.122 Arciniega, “Construcciones”, págs. 29 (nota 34)-30.123 Arciniega, “Construcciones”, págs. 31-32. Asimismo, Andrea Bombi, “la música en

las  festividades  del  Palacio  Real  de  Valencia  en  el  siglo  xVIII”,  Revista de Musicología,xVIII-1/2 (1995), págs. 175-228.

124 Cueco, El Real, págs. 200-201.

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