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EL CLIMATERIO EN LA MUJER: UNA APROXIMACIÓN DESDE LA TEORÍA DE LOS SEXOS Juan J. Gérvas Pérez * y Mónica de Celis Sierra ** Tanto los términos “menopausia” como “sexualidad” son profusamente utilizados en la literatura que describe los trastornos asociados al climaterio de la mujer, muchas veces sin que su uso esté justificado por una definición precisa y científica que aclare al lector de qué conceptos se está hablando. Por otra parte, la generalizada creencia de que la cesación de la menstruación tiene necesariamente implicaciones negativas sobre la vivencia sexual de la mujer no está siempre convenientemente documentada, y muchas veces forma parte de los mitos asociados a los procesos de envejecimiento. En el presen- te artículo tratamos, en primer lugar, de aclararnos conceptualmente en relación a los términos en cuestión. En la segunda parte, estudiamos las variaciones en el hecho sexual humano asociadas al climaterio dentro de un modelo teórico, la Teoría de los Sexos, que permite entender el hecho sexual humano como un proceso biográfico y que nos ofrece el bagaje conceptual necesario para analizar desde una perspectiva crítica la relación entre climaterio y hecho sexual. Proponemos, además, una clasificación de las demandas de consulta que surgen de las dificultades que el climaterio puede generar en el hecho sexual de las mujeres. Por último, anotamos algunas ideas sobre el climaterio en los hombres. Palabras clave: Climaterio, hecho sexual humano, menopausia, sexualidad, Teoría de los Sexos. CLIMACTERIC IN WOMEN: AN APPROACH FROM THEORY OF SEXES The terms “menopause” and “sexuality” are profusely used in literature that describes disorders related to climacteric in women, and, in many cases, lacking a precise and scientific definition explaining the reader what are the concepts involved. On the other hand, the end of menstruation is widely believed to have negative implications on women’s sexual experience, which is not sufficiently documented, and very often forms part of myths associated with the ageing process. In the present article we shall try, first of all, to throw some light on the concepts mentioned above. In the second part, we shall study the variations of human sexual fact associated with climacteric within a theoreti- cal model, The Theory of Sexes, which enables us to understand human sexual fact as an individual process and offers the necessary conceptual background to be able to analyse the relationship between climacteric and sexual fact from a critical perspective. We will also make a proposal in order to classify the patient’s reasons for encounter wich arise from the difficulties that climacteric can generate on the sexual fact of women. Finally, we will give some opinions about climacteric in men. Keywords: Climacteric, human sexual fact, menopause, sexuality, Theory of Sexes. Anuario de Sexología 2000 Nº 6, 57-77 © Anuario de Sexología A.E.P.S. ISSN:1137-0963 * Médico-Sexólogo. Profesor adjunto Facultad Ciencias de la Salud, Universidad Alfonso X El Sabio. Práctica privada. ** Psicóloga-Sexóloga. Práctica privada. Universidad Alfonso X El Sabio, Facultad de Ciencias de la Salud (Despacho C-F01) Avd/ de la Universidad nº1, 28691-Villanueva de la Cañada (Madrid). E-mail: [email protected]

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EL CLIMATERIO EN LA MUJER:UNA APROXIMACIÓN DESDE LA TEORÍA DE LOS SEXOS

Juan J. Gérvas Pérez * y Mónica de Celis Sierra **

Tanto los términos “menopausia” como “sexualidad” son profusamente utilizados en laliteratura que describe los trastornos asociados al climaterio de la mujer, muchas vecessin que su uso esté justificado por una definición precisa y científica que aclare al lectorde qué conceptos se está hablando. Por otra parte, la generalizada creencia de que lacesación de la menstruación tiene necesariamente implicaciones negativas sobre lavivencia sexual de la mujer no está siempre convenientemente documentada, y muchasveces forma parte de los mitos asociados a los procesos de envejecimiento. En el presen-te artículo tratamos, en primer lugar, de aclararnos conceptualmente en relación a lostérminos en cuestión. En la segunda parte, estudiamos las variaciones en el hecho sexualhumano asociadas al climaterio dentro de un modelo teórico, la Teoría de los Sexos, quepermite entender el hecho sexual humano como un proceso biográfico y que nos ofreceel bagaje conceptual necesario para analizar desde una perspectiva crítica la relaciónentre climaterio y hecho sexual. Proponemos, además, una clasificación de las demandasde consulta que surgen de las dificultades que el climaterio puede generar en el hechosexual de las mujeres. Por último, anotamos algunas ideas sobre el climaterio en loshombres.

Palabras clave: Climaterio, hecho sexual humano, menopausia, sexualidad, Teoría delos Sexos.

CLIMACTERIC IN WOMEN: AN APPROACH FROM THEORY OF SEXESThe terms “menopause” and “sexuality” are profusely used in literature that describesdisorders related to climacteric in women, and, in many cases, lacking a precise andscientific definition explaining the reader what are the concepts involved. On the otherhand, the end of menstruation is widely believed to have negative implications onwomen’s sexual experience, which is not sufficiently documented, and very often formspart of myths associated with the ageing process. In the present article we shall try, firstof all, to throw some light on the concepts mentioned above. In the second part, we shallstudy the variations of human sexual fact associated with climacteric within a theoreti-cal model, The Theory of Sexes, which enables us to understand human sexual fact as anindividual process and offers the necessary conceptual background to be able to analysethe relationship between climacteric and sexual fact from a critical perspective. We willalso make a proposal in order to classify the patient’s reasons for encounter wich arisefrom the difficulties that climacteric can generate on the sexual fact of women. Finally,we will give some opinions about climacteric in men.

Keywords: Climacteric, human sexual fact, menopause, sexuality, Theory of Sexes.

Anuario de Sexología2000 Nº 6, 57-77

© Anuario de Sexología A.E.P.S.ISSN:1137-0963

* Médico-Sexólogo. Profesor adjunto Facultad Ciencias de la Salud, Universidad Alfonso X El Sabio.Práctica privada.** Psicóloga-Sexóloga. Práctica privada.Universidad Alfonso X El Sabio, Facultad de Ciencias de la Salud (Despacho C-F01) Avd/ de la Universidad nº1, 28691-Villanueva de la Cañada (Madrid). E-mail: [email protected]

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1. IntroducciónPara introducir el tema de nuestro artícu-

lo, nos vemos en la necesidad de aclararnosterminológicamente. Tal vez el título seríamas orientativo si fuera del estilo de: “Lasexualidad durante la menopausia”, o“Modificaciones en la respuesta sexualhumana durante la menopausia”. Sin embar-go, aún consiguiendo un acercamiento másintuitivo del lector a la temática del mismo,estos títulos no nos resultan conceptualmen-te correctos. ¿Qué es la sexualidad?, ¿y larespuesta sexual humana?, ¿nos evocan losmismos significados a todos?, ¿se producendificultades concretas en la esfera sexual porel hecho de cesar la menstruación?, ¿tienenlos términos “sexualidad”, “respuestasexual” y “menopausia” entidad científicasuficiente como para ser utilizados comotales? Pensamos que no. Ni “sexualidad”hace referencia a toda la esfera sexual de losseres humanos ni “respuesta sexual”, expre-sión habitualmente asociada a comporta-mientos coitales (sería por tanto un términocasi etológico), engloba todos los comporta-mientos sexuales. Estaríamos, por tanto,confundiendo al lector que tan intuitivamen-te hubiera entendido el título porque nuestraintención es realizar un análisis de las modi-ficaciones y cambios que se producen entoda la esfera sexual durante este periodoconcreto del ciclo vital humano.

Para intentar entendernos en Sexologíaes necesario establecer unos referentescomunes y dotarnos de una terminología quepermita ese entendimiento. Consideramosque la Teoría de los Sexos del ProfesorAmezúa nos presta ese marco y por esovamos a utilizarla. Pero plantear nuestroenfoque desde esta teoría sería inútil si nues-tro lector no la conociera, por ello, realizare-mos una breve presentación de la misma enesta introducción.

Así mismo, preferimos utilizar los térmi-nos “climaterio” y “edad crítica” para refe-rirnos al periodo vital en el que se producela menopausia a usar, como es costumbre, el

término “menopausia” como marcador delmismo. En la segunda parte de esta introduc-ción justificaremos esta postura.

1.1 Teoría de los Sexos

1.1.1 IntroducciónEn este apartado vamos a plantear, de

manera resumida y a modo de presentación,la Teoría de los Sexos desarrollada por elDr. Efigenio Amezúa1 (Amezúa, 1999). Estateoría trata de crear un referente conceptualpara estudiar el hecho de que los sereshumanos somos sexuados: el Hecho SexualHumano (HSH en adelante). Éste es elcampo específico de la Sexología, “unaSexología substantiva, construida con elrecurso de la interdisciplinaridad y la acen-tuación prioritaria de su elaboración articu-lada como campo específico propio, siguien-do los criterios al uso y al mismo nivel quecualquiera de las otras disciplinas científicasy profesionales”.

Hasta nuestros días, la Sexología no hagozado del estatus de ciencia, eso del sexose mantenía reducido a su localización geni-tal, al estudio de sus funciones y sus pato-logías, ya fueran reproductoras o hedonísti-cas, y a sus implicaciones morales. LaTeoría de los Sexos surge del esfuerzocientífico por entender nuestra realidad deseres sexuados que se inicia a principios delsiglo pasado (s. XIX) y que desde entoncesviene aportando conocimiento a este enten-dimiento de cultivo, de contextualización.Se trata de un paradigma que se articula entorno a los sexos frente al paradigma, quesigue predominando actualmente, del locusgenitalis, sustentado en torno a la reproduc-ción, al placer y a toda la psychophatiasexualis que de ellos pudieran derivarse.Algunos autores cuyas teorizaciones seencuadran en el paradigma de los sexos sonEllis, Bloch, Hirschfeld y Marañón. Kaan,Krafft-Ebing y muchos de los autores actua-les, que sin saberlo manejan los mismosreferentes, serían los representantes del

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paradigma del locus genitalis (Brecher,1973).

Somos conscientes de los cambios epis-temológicos que esta teoría conlleva, perolos consideramos necesarios dada la degene-ración lingüística con la que intentamosentendernos habitualmente y la carestía con-ceptual que ello supone en el área de estudiode la Sexología. La Teoría de los Sexossupone un intento de aclararnos epistemoló-gicamente, no sólo referencialmente; aporta“conceptos para entendernos” y “palabraspara comunicarnos” sobre el hecho de lossexos, facilita el razonamiento, e intentaapartar componentes emocionales personalesdel estudio científico del hecho de lossexos2. La Teoría de los Sexos se basa enconsiderar cuatro campos conceptuales(Sexuación, Sexualidad, Erótica y Amatoria)que se entienden en tres planos de individua-ción (modos, matices y peculiaridades).

1.1.2 De la SexuaciónConsecuencia de abordar el estudio de

eso del sexo desde una perspectiva de con-junto, desde el considerar que los sereshumanos somos sexuados, es que el objetode estudio pasa de los órganos sexuales ysus funciones, al individuo como ser sexua-do. Así, lo primero a estudiar es el procesode Sexuación, “el cómo los sujetos se hacende uno u otro sexo y las consecuencias quese derivan de ello”. Esto es, pasamos deocuparnos del qué hacen los sujetos al cómose hacen. Este proceso de Sexuación se da alo largo del desarrollo biográfico de la per-sona, el sujeto se hace sexuado en una evo-lución continua a lo largo de su existencia.

Si el sujeto se sexúa es porque existenciertas estructuras que se encargan de confi-gurarnos de uno u otro sexo: son losElementos Sexuantes. Algunos están sufi-cientemente estudiados y por tanto soncomúnmente reconocidos: los genéticos,hormonales, gonadales, neuronales, genita-les o los patrones sociales; mientras queotros lo están menos: los emocionales, ele-

mentos imaginario-fantasmagóricos o losefectos sinérgicos de varios de ellos. Entretodos ellos “mantienen una coherenciacomún que los articula: contribuyen a sexuaral sujeto, son agentes de Sexuación queintervienen a lo largo de toda su vida”. Peroellos mismos no son el resultado final, comono es lo mismo “el agua que el hidrógeno yel oxígeno”; el conjunto es distinto a lasuma de las partes.

Este proceso de Sexuación da lugar a ladiferenciación sexual en uno u otro sexo. Ladiferenciación se muestra en los Rasgos oCaracteres Sexuales que son graduablesentre los dos modos de Sexuación (masculi-no y femenino) y según el elemento sexuan-te que se esté considerando. Por tanto, ladiferenciación se lee desde la posibilidad deintersexualidad, de que se puedan dar carac-teres comunes en distinta gradación según elmodo sea masculino o femenino, así “losdos sexos están potencialmente en cada suje-to y cada sujeto contiene elementos de losdos en mayor o menor medida”3.

1.1.3 De la SexualidadEl segundo campo conceptual es el de la

Sexualidad. Necesitamos definirla concep-tual y epistemológicamente porque estapalabra se encuentra en un barrizal en el quela tendencia mayoritaria es a asociarla con lacondición de necesidad, de recurso instru-mental. Este es el modelo que sigue, porejemplo, el Diccionario del Español Actualde Manuel Seco cuando define la Sexualidadexclusivamente como “comportamiento yactividad relativos al sexo” (Seco, 1999).

La Teoría de los Sexos considera laSexualidad como la vivencia del ser sexua-do, con estructuras sexuantes y sexuadas; espor tanto “un valor o dimensión individual[...] de desarrollo y cultivo de las propiaspotencialidades en sus distintos grados den-tro de las biografías individuales”4. No setrata de una necesidad surgida de la función(reproductiva o hedonista) sino del fenóme-no completo de vivirse como ser sexuado.

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Esta diferencia entre considerar laSexualidad como una cualidad en vez decomo una herramienta no es banal: “unacualidad se estudia, se analiza y se cultiva;una herramienta se utiliza”.

1.1.4 De la EróticaSi el campo de la Sexuación se refiere al

hacerse sexuado y el de la Sexualidad alsentirse como tal, el de la Erótica trata de losdeseos surgidos de éstos, se refiere a laatracción propia de los sujetos sexuados. Elconcepto de Erótica tiene una amplitudmayor que el de libido, instinto (ambos seentienden como consecuencia en el plantea-miento genitalizado y funcional que se deri-va de los presupuestos de la psychopathiasexualis) o lascivia. Se “ha ofrecido al Erosclásico un nuevo marco de inteligibilidad enel que éste, [...], ha sido replanteado en tér-minos modernos como una de las dimensio-nes propias de los sujetos sexuados [...]”.Amezúa señala dos de los rasgos propios einnovadores de la Erótica: “el de ser lamateria prima de los sujetos y de sus rela-ciones. [...], configurándoles de maneraexpansiva y centrífuga”.

Las personas nos vamos erotizando a lolargo de nuestra vida, como corresponde alhacerse y vivirse como sujetos sexuados, porlo que el resultado, al igual que el de laSexuación y Sexualidad, es individual y sóloevaluable en un momento determinado, ais-lado, del ciclo vital y desde unos referentespreestablecidos por necesidades de estudio.Este planteamiento nos permite estudiar lafoto del hecho sexual de un individuo y nosayuda a rehuir aquellos modelos que impli-can marcar un cliché previo.

En este campo ocupa un lugar fundamen-tal el concepto de Fantasía Erótica, comodeseo desarrollado en el campo de la imagi-nación, esto es, no necesariamente exteriori-zado en conducta, incluso a veces necesaria-mente privado de posibilidad alguna de con-creción en acto, en la medida en que sólo esposible su desarrollo en el ámbito de la ima-

ginación, donde no existirían las limitacio-nes que la realidad impone.

1.1.5 De la AmatoriaA los tres campos expuestos se une el de

la Amatoria. Al igual que la Sexualidad esconsecuencia de la Sexuación, y la Eróticade ambos, la Amatoria es “corolario” de losotros tres; han sido expuestos en un “ordenepigenético” puesto que se trata del desarro-llo de una gradual diversificación y diferen-ciación en el tiempo de un hecho, el sexual,no predeterminado; planteamiento radical-mente opuesto a la idea de preformación opreconfiguración que la visión más funcional–reproductiva o hedonista– atribuye al HSH.

La Amatoria hace referencia a la conductay al comportamiento derivados de hacerse,sentirse y desear como ser sexuado. Es unconcepto que incluye al Amor por ser éste untipo de Amatoria pero que se amplía con todaslas “posibilidades de variedad o modalidadesdel encuentro o de los encuentros”; variedadesque no tienen por qué encontrar en el Amor sumotivación. También engloba al mating andcopulatory behaviour y a su sinónimo másmoderno de sexual behaviour, que parecenhaberse convertido en la totalidad de laAmatoria científicamente establecida, cuandoen realidad se ocupan del comportamientoorgásmico, mucho más objetivable en resulta-dos que las otras variedades de Amatoria. Lanoción de Amatoria resuelve también estosproblemas conceptuales, la conducta sexualno engloba todas las conductas sexuales,como por otra parte los principales autoresque desarrollaron este concepto reconocen enel planteamiento de sus estudios5. Su conteni-do ha sufrido una degeneración desde la inter-pretación funcional; la conducta sexual reco-gida en el término conducta sexual no englobatodas las posibilidades del ser sexuado, cons-ciente de serlo y deseante.

1.1.6 De los Planos de IndividuaciónEstos cuatro grupos conceptuales deben

entenderse desde tres Planos de Individuación

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que los personalizan, los contextualizan enun sujeto concreto en el que se desarrollan.Por tanto, el HSH no es un proceso idénticoen todas las personas o en cada uno de lossexos. Los campos “son flexibles y acomo-dados” en planos sucesivos de individuacióna lo largo de su biografía; esto nos permitecomprender y explicar a los sujetos en susdiversificaciones y variedades sexuantes ysexuadas.

Estos planos de individuación son:

• ModosLos seres humanos tenemos dos modos

de individuación: masculino y femenino.Cada sujeto se situaría entre los dos polossiguiendo una graduación distinta según elcampo que se tratara de individualizar en eseplano, como ya comentamos al hablar de ladiferenciación. Los modos son más objetiva-bles al nivel de los Elementos Sexuantes quede la Amatoria, pero no deja de haber encuanto a los primeros si tuaciones deSexuación límite en las que hay que marcaruna frontera objetiva que determine la ads-cripción de un sujeto a uno u otro polo,como en la asignación de sexo cromosómicoque arbitra este proceso en los JuegosOlímpicos. Por suerte, la existencia de lamayoría de los seres humanos no suele versearbitrada por medios tan concretamenteobjetivados.

Desde la vivencia, esto es, desde laSexualidad, estos modos, lo masculino y lofemenino de cada ser sexuado en sus carac-terísticas combinaciones, cristalizan en loque se denomina identidad sexual.

• MaticesHay dos matices en la individuación: la

heterosexualidad y la homosexualidad. Aligual que los modos, se trata de polaridadesen las que se puede graduar según el campoobjeto de estudio. Amezúa propone los tér-minos homoerótico y heteroerótico porhacer más referencia a las implicaciones en

la orientación de los matices de individua-ción. La cuestión de la orientación sexual lamanejamos desde este modelo en términosde predominancia, ya que, como han señala-do diversos autores, desde dentro (Ellis,Hirschfeld, Bloch) y fuera de la Sexología(Freud), se considera la heterosexualidad yla homosexualidad como tendencias presen-tes en mayor o menor medida en todos losindividuos.

• PeculiaridadesSe trata de las variedades “particulares y

propias”, que nos individualizan y que desa-rrollamos a lo largo de nuestra vida. Deentre estas peculiaridades se han extraído lasmás pertinentes para explicar distintas ideo-logías desde la ciencia y se las ha denomina-do perversiones. Sin embargo, igual que elAmor no es más que una posibilidad en todala Amatoria, las perversiones no son másque una muestra de todas las peculiaridades.La distinción entre los campos de la Eróticay la Amatoria permite, además, entender laspeculiaridades como variedades del HSHque no han de exteriorizarse necesariamenteen conducta, esto es, que pueden manejarseexclusivamente en el terreno de la Erótica,pertenecer a la fantasía.

Los campos y los planos se entrelazan enlos distintos puntos de corte; y de la sinergiaen el tiempo y lugar –en la biografía– deestos cruces, con todas sus posibilidades decombinación y graduación, surge el sujetosexuado. El mapa del hecho sexual plantea-do por la teoría de los sexos nos ayuda aorientarnos en el estudio de este procesovital.

1.2 Etapas evolutivas del HSHYa hemos señalado que el HSH se desa-

rrolla a lo largo de todo el ciclo vital y quese ve influenciado por múltiples factores(todo el hecho biográfico) que determinan suindividualización. Por tanto, aunque pode-mos dividir el ciclo vital en etapas –normal-mente desde la sexuación– para estudiarlo,

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no debemos olvidar que es individual, quecada persona podría marcar sus propias eta-pas con sus características particulares.Habitualmente se divide el ciclo vital eninfancia, adolescencia, juventud, adultez yvejez, cada una identificada por las distintasmodificaciones corporales que se producenen ella. Resulta más complicado, por carecerde solución de continuidad, definir los perio-dos de paso, las edades críticas que llamabaMarañón (Marañón, 1925). A grandes ras-gos, identificamos dos muy importantes porsus implicaciones corporales y sociales: laadolescencia y el climaterio. Son las dosedades en las que se inicia y declina el pro-ceso reproductivo y en todas las culturas hantenido gran importancia.

Respecto a la denominación del paso dela infancia a la juventud no hay problemasterminológicos, se le llama adolescencia.Pero en relación a la edad crítica que mediael paso de la vida adulta a la vejez no hayconsenso. Es bastante habitual denominarlamenopausia, sin embargo este término no esdel todo correcto porque menopausia signifi-ca cesación de la menstruación, esto es, serefiere a un hecho concreto gonadal, no alproceso completo de envejecimiento. Seproduce por tanto una metonimia que ya esaceptada incluso por los diccionarios

(Navarro-Beltrán, 1992; RAE, 1995) peroque en el entendimiento científico generaconfusión (Punyahotra y Street, 1998). Nosparece más acertado utilizar el término “cli-materio”, que engloba todo el proceso, y serefiere etimológicamente al paso entre lasdos etapas del ciclo vital6. Si trasladamosaquel artificio lingüístico a la adolescencia,resulta que deberíamos denominarla menar-quia, olvidándonos entonces de todo lo quesignifica la adolescencia en lo social, en lopsíquico, en lo orgánico no gonadal, en elaprendizaje, y olvidándonos, como cuandousamos el término “menopausia”, del modomasculino que también vive la adolescenciay el climaterio (Kockott, 1994). Parece tanpoco adecuado e inexacto denominar menar-quia a la adolescencia como menopausia alclimaterio.

2. HSH y climaterioLa intención de este apartado es señalar

y comentar, campo por campo, los cambiosmás representativos de los que se producenen el HSH durante el climaterio.

2.1 SexuaciónEl proceso de envejecimiento comienza

entre los treinta y los treinta y cinco años yafecta a todo el organismo, no únicamente a

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PLANOS DE INDIVIDUACIÓN

Modos

Matices

Peculiaridades

Femenino

Heterosexual

Una gran lista

Sexuación

CAMPOS CONCEPTUALES

Sexualidad Erótica Amatoria

Masculino

Homosexual

Esquema 1. Cuadro general de articulación del Hecho Sexual Humano (Amezúa, 1999).

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los elementos sexuados y sexuantes; estable-cer fronteras en situaciones concretas, comola menopausia, no es realista. La menopau-sia constituye una especie de “marca” delenvejecimiento, pero sólo en el sentido deque establece el final de la etapa reproducti-va de la mujer; las modificaciones propiasdel envejecimiento comienzan mucho antesy continúan hasta el f inal de la vida.Además, el envejecimiento transcurre lenta-mente, de tal forma que las adaptacionesfísicas y psicológicas son progresivas.Cuando se habla del HSH durante el clima-terio se suele hacer hincapié en los cambiosque afectan a la respuesta sexual genital. Sin

embargo, no hemos de perder de vista quecualquier cambio en la esfera corporal puedeafectar al hecho sexual, ya que las estructu-ras que permiten que nos vayamos sexuan-do, viviendo este hecho, deseando y rela-cionándonos como seres sexuados, abarcanmás de lo que es habitual considerar desdeun modelo puramente reproductivo (hormo-nas-gónadas-genitales).

No nos vamos a detener en los procesosde sexuación que definen y acompañan alclimaterio porque son tratados en profundi-dad por autores especializados en libros defisiología7, pero sí quisiéramos señalar queno todos los cambios en las estructuras invo-

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Esquema 2. Cambios más representativos del HSH, según los campos, durante el climaterio femenino ymasculino.

Modo femenimo -Comunes- Modo masculino

Sexuación:-Caracteres primarios:

-Caracteres secundarios:

Sexualidad:

Erótica:

Amatoria:

- ↑ periodo refractario.

-Pérdida de vello púbico.-Atrofia genital.

-Modificaciones en genitales internos.-Cambios en tej. blandos de cintura pelviana

- Canas.-Arrugas faciales y en zonas expuestas al sol.

-Otras modificaciones en piel y anejos.-Tendencia a la pérdida de la figura

corporal característica (intersexualidad morfológica).

- ↓ lubrificación vaginal.-Atresia folicular.

- ↓ vol. líquidoeyaculatorio.

- ↓ espermatogénesis.

-Atrofia tej. mamario yrelajación tej. de sostén.

-Ginecomastia.

-Hirsutismo. -Pérdida de vellocorporal y cabello.

-RSH (coito):-Posible dispareunia.

-Posibles dificultadeseréctiles.

-Reajuste en la identidad sexual.

-Son necesarios más estímulos para inicio fase de excitación.- ↓ vigor de contracciones orgásmicas.

-Se potencian, exploran o instauran amatorias no coitales.

-Modificaciones en el deseo sexual ( ↑ ó ↓ ).

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lucradas en el hecho sexual que se atribuyena los cambios en las hormonas sexuales queacompañan a la cesación de la actividadovárica están debidamente acreditados.Como ya hemos señalado, parece que estoscambios comienzan mucho antes de que nisiquiera se modifiquen los niveles hormona-les y que son debidos al envejecimiento. Porello, son múltiples los procesos fisiológicosque modifican su actividad teniendo todosellos repercusión en el hecho sexual. Comoejemplo de esta discutida atribución, e insis-tiendo previamente en la dificultad de con-cretar cuáles son los cambios que se produ-cen en las estructuras sexuadas y sexuantesde la mujer como consecuencia directa de ladeprivación de estrógenos, se suelen aceptarcomúnmente la disminución de lubricaciónvaginal y la atrofia de las paredes vaginalescomo directamente relacionadas, siendo lavagina la estructura de los órganos genitalesmás afectada por el descenso de estrógenos.La afectación en el hecho sexual que estosprocesos de atrofia pueda conllevar es unade las indicaciones clásicas de la terapiahormonal postmenopaúsica. Sin embargo,parece que en algunos aspectos de la atrofiagenital las hormonas de reemplazo sólomejoran los síntomas, pero no alteran loscambios. También parece que las mujeresque son castradas quirúrgicamente no sufrenen el mismo orden los procesos de atrofiaque las mujeres climatéricas, lo que podríaindicar que resulta abusivo atribuir todos loscambios al descenso de estrógenos. Además,si bien la cesación de actividad de los ova-rios conlleva un déficit en la producción deestrógenos, no debemos olvidar que las glán-dulas suprarrenales y los mismos ovariospersisten en la producción de andrógenos, loscuales son aromatizados a estrógenos, demenor actividad biológica, en los tejidos adi-poso y nervioso; con ello, aunque disminuyala producción de estrógenos no cesa total-mente su actividad. Es bien sabido que en lasmujeres con mayor proporción de grasa cor-poral esta transformación se ve favorecida.

Según estos argumentos, la menopausiano tiene las mismas consecuencias en todaslas mujeres, con lo que la sintomatologíaasociada al climaterio mostrará una enormevariabilidad, también en los cambios queimplican a la sexuación.

2. 2 SexualidadAl estar la menopausia considerada

como “marca” del envejecimiento, constitu-ye un momento vivencialmente complejo, enel que la mujer ha de redefinir su identidadsexual, y hacer una especie de duelo por sujuventud y fertilidad perdidas. No se tieneen cuenta que la identidad sexual sólo encierta medida está cristalizada desde lainfancia: lo que ser mujer significa para unamujer concreta no está de ninguna maneraestablecido para siempre en ningún momen-to de su vida. Desde niña, pasando por laadolescencia, juventud, madurez, hasta lavejez, la vivencia de ser una mujer está enpermanente acomodación a nuevas realida-des, nuevos retos, nuevas dificultades. Elclimaterio es, desde esta visión de la sexua-lidad dentro de un proceso, otra etapa más,no necesariamente excepcional, que seráafrontada con el bagaje de las experienciasanteriores y que puede ser vivida con mayoro menor problemática dependiendo delhecho biográfico de cada mujer.

La vivencia del hecho sexual humanodurante el climaterio es, por ello, muy varia-ble, y los factores individuales suelen darcuenta mejor que cualquier generalización.La manera en que la mujer ha vivido suhecho sexual a lo largo de su biografía sueleser un buen predictor de cómo va a afrontarlos cambios relativos al envejecimiento ycómo éste va a incidir en su hecho sexual.Esto no quiere decir que no debamos consi-derar cuestiones de orden sociocultural quehacen de filtro entre la percepción de loscambios corporales asociados al climaterio yel significado que la mujer les atribuye. Noolvidemos que en otras culturas la menopau-sia no parece ir asociada a los mismos sínto-

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mas que en la nuestra. Dentro de nuestrassociedades primermundistas hay una fuertetendencia cultural a reservar a los jóvenes lacualidad de sexuados por excelencia, con laconsecuente consideración de los viejoscomo seres asexuados que carecerían devivencia alguna relativa a su hecho sexualfuera de los roles encomendados para esafranja de edad. En el caso de las mujeresesta limitación habría sido particularmentemarcada, en cuanto a que los caracteres queidentificarían la “feminidad” están fuerte-mente asociados con la forma física de lajuventud y la fertilidad. El menoscabo deéstas, propio del envejecimiento, sería asívivido por muchas mujeres mayores comoun proceso de pérdida de feminidad, de supropia condición de mujer; no en vano, elpionero en el entendimiento de la menopau-sia como proceso morboso, Wilson, titulóuna de sus obras Feminine forever (Wilson,1966). Así, durante el climaterio, los cam-bios corporales asociados al envejecimientoy a las modificaciones hormonales son inter-pretados por muchas mujeres como elcomienzo del fin, no ya de su amatoria, sinodel periodo en que se podían considerarmujeres con pleno derecho. En este sentido,parte de las quejas somáticas de algunasmujeres climatéricas pueden ser entendidascomo un malestar ligado a la ansiedad quegenera este reajuste de su identidad sexual.Incluso hay estudios que señalan que la acti-tud negativa frente a la menopausia puedeser un buen predictor de la posterior apari-ción de sintomatología como fatiga, irritabi-lidad y depresión.

Por supuesto que los modelos de femini-dad están modificándose, y cada vez existemás variedad de referentes identificatorios,pero aún así, la equiparación entre juventudy feminidad sigue siendo determinante.Habrá que ver cómo van evolucionandoestos modelos en la medida en que se produ-cen cambios en los roles sexuales y si, juntocon el progresivo envejecimiento de lapoblación, generan nuevas alternativas a las

sexualidades climatéricas. (Sarrel, 1982;Winn y Newton, 1982; von Sydow, 1992;Fooken, 1994; Punyahotra y Street, 1998;Wright, 1998; Jiménez y Pérez, 1999).

2.3 EróticaUno de los signos asociados a envejeci-

miento, y en concreto al periodo climatérico,más relatados es el del descenso del deseosexual. Se suele asociar, en el caso de lamujer, con el descenso de estrógenos propiode la menopausia, obviándose el papel favore-cedor del deseo sexual que puede tener eldesequilibrio en la relación testosterona/estró-geno que se produce en el climaterio.Tampoco se puede pasar por alto el hecho deque la relación entre los niveles hormonalesy el deseo sexual no es directa, sino que estámediada por muchos factores, entre los quehay variables de tipo social y psicológico.En este sentido, existen estudios que dancuenta de esta realidad, considerando comomejores predictores del mantenimiento deldeseo a lo largo del climaterio la existenciade relaciones amatorias, el buen estado sub-jetivo de salud, y otras variables (López yOlozábal, 1998).

Muchos de los cambios asociados alenvejecimiento pueden producir disfuncio-nes eróticas, ya sea a través de una altera-ción de los niveles hormonales, ya sea blo-queando la erótica del individuo por la reac-ción emocional de éste a los cambios queexperimenta. Pueden ser vividos por lamujer como merma de su atractivo físico yde su condición femenina, con la misma jus-tificación que comentábamos al hablar de lasexualidad; esta vivencia probablementeincidirá negativamente sobre su erótica ysobre la evolución de los procesos de base.No hay que olvidar que la mujer puede con-trastar lo que teme con la realidad –en susrelaciones, por ejemplo, si su envejecimien-to corporal produce rechazo en su pareja– loque innegablemente hará descender aún mássu autoestima y, consecuentemente, afectaránegativamente a su deseo.

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Aún teniendo en cuenta todo lo anterior,que podría justificar la presunción de undescenso del deseo sexual en la mujer cli-matérica, queremos señalar que muchasveces esta suposición se basa en observacio-nes referentes a la conducta, lo que cierta-mente limita el campo que se pretende des-cribir. Se suele considerar que la falta derelaciones coitales indica falta de deseosexual, cuando esta carencia de relacionescoitales puede estar indicando solamentefalta de deseo de tener relaciones coitales(por evitación del coito debido a molestiasrelacionadas con él, por preferencia de otrotipo de relación, por conflictos de pareja), oser debida a la carencia de una pareja idó-nea. No necesariamente a falta de deseo.Cuando los estudios afinan un poco más, ytienen en cuenta otro tipo de “conductassexuales”, como pueden ser relaciones nocoitales o masturbación en solitario, no sue-len tener en cuenta factores socioculturalesde la población concreta de la que estánhablando. Una mujer española que tengasesenta años en la actualidad ha nacido enlos años cuarenta y ha tenido muchas proba-bilidades de sufrir una educación muy repre-siva en materia sexual; ello posiblemente ledificulte el reconocimiento de prácticas tra-dicionalmente consideradas inadecuadas,cuando no insanas, y haga que responda anteuna pregunta sobre su deseo sexual desde lasuposición de que se espera que no lo tenga.

Continuando la exploración en el campode la erótica, ésta no tiene por qué tenernecesariamente un componente conductual;el terreno de las fantasías puede estar muydesarrollado en mujeres que aparentementeno manifiestan interés sexual alguno y quedifícilmente admitirán que lo despliegan enel plano de la imaginación. Parece importan-te hacerse la pregunta de si tenemos los ins-trumentos teóricos y metodológicos necesa-rios para poder investigar con propiedad eneste campo del hecho sexual humano.

Visto todo esto, creemos que no se puedeaceptar acríticamente la suposición tan gene-

ralizada de que se produce un descenso deldeseo sexual en el climaterio. Sí parececomprobado que la experiencia de una vidasexual satisfactoria contribuye a enriquecerla erótica a pesar de todos los factores deenvejecimiento que puedan incidir negativa-mente. Precisamente la vejez, de la que lamenopausia se considera un anticipo, suelecaracterizarse por una dificultad de expresarlos deseos pero no por su ausencia (como dacuenta la sabiduría popular con la tristeexpresión de “viejo verde”). En el caso con-creto del coito, la existencia de una parejacon la que se ha establecido una relaciónamatoria satisfactoria suele ir asociada almantenimiento del deseo de practicarlo. Estedeseo también puede verse estimuladodurante el climaterio, como en los casos enque la imposibilidad de concepción libera ala mujer de preocupaciones que podían estarresultando inhibidoras de su erótica.(Bachmann y cols, 1985; Bachmann yLeiblum, 1991; Koster y Garde, 1993;McCoy, 1998; Mouchamps y Gaspard,1999).

2.4 AmatoriaPrácticamente todas las investigaciones

realizadas sobre el modelo de lo que se havenido a llamar, desde Masters y Johnson,Respuesta Sexual Humana (con sus fases deexcitación, meseta y orgasmo), coinciden endescribir una lentificación de ésta en los dosmodos durante el climaterio. En el caso de lamujer las modificaciones genitales asociadasa la fase de excitación pueden hacerse máslentas y requerir más estímulos; las prácticascoitales pueden afectarse por la pérdida dedistensión de la vagina y el orgasmo versemodificado en su frecuencia y en sus signosacompañantes (p.e.: disminuir el vigor de lascontracciones musculares).

Sin embargo, estos cambios por sí solosno tienen por qué suponer un abandono de laamatoria, e igual que en el caso de la eróti-ca, los estudios que relacionan los cambiosasociados al envejecimiento con un abando-

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no de las “prácticas sexuales” suelen partirde modelos muy simplistas que no registranla gran variabilidad de la amatoria. Si redu-cimos la “conducta sexual” al coito, éstepuede estar dificultado por la existencia dedispareunia o de inapetencia en la pareja;pero al incluir en la amatoria todas las con-ductas que se asocian al hecho de ser sexua-do, tal vez no podamos concluir tan simplifi-cadoramente que el envejecimiento se asociade manera natural con un descenso de la fre-cuencia de “relaciones sexuales”.

Más importante aún que los cambios enla Respuesta Sexual Humana asociados alclimaterio, son las condiciones físicas, psi-cológicas y sociales en las que la mujer seenfrenta a esta etapa de su vida. Los proble-mas de salud asociados con el envejecimien-to pueden limitar el encuentro sexual. Lacreencia de la mujer en la inconveniencia demantener su amatoria en la vejez o a partirde la menopausia puede hacerla retirarse desu práctica. No en vano habrá oído a lo largode su vida que eso del sexo es para los jóve-nes, aún cuando su deseo sexual se manten-ga intacto. La falta de pareja constituye unode los problemas más dramáticos del enveje-cimiento, y la mujer, que frecuentemente seempareja con hombres mayores que ella, seencuentra en muchas ocasiones pasando porel climaterio sola o con una pareja con difi-cultades para establecer encuentros sexuales,especialmente si se asocian éstos inevitable-mente al coito.

Otra cuestión de primera importancia serefiere al problema de la autonomía. Partede los datos relativos a los cambios en laamatoria propios del climaterio se extrapo-lan de estudios sobre la conducta de lasancianas, muchas de las cuales carecen demedios para llevar una vida independiente.¿Puede una mujer mayor, soltera, separada oviuda, ejercer su amatoria libremente en unaresidencia para la tercera edad? ¿Y en casade sus hijos? En nuestra sociedad el hechosexual de las personas mayores no autóno-mas está bajo la tutela de sus cuidadores, y

en la medida en que en la mente de éstos suerótica y su amatoria no existen, tampoco seles facilitarán. López (1996) señala, conacierto, que el rechazo de los hijos a laexpresión del hecho sexual de sus padresmayores no es más que la consecuencia delas actitudes negativas hacia el hecho sexualque sus padres les inculcaron a lo largo desu educación, lo que, en último término, noslleva de nuevo a incidir en la necesidad detener siempre en cuenta el hecho biográfico.

En resumen, una mujer climatérica, quecuente con una buena relación de pareja,carezca de problemas físicos incapacitantesy tenga una situación vital que le permitauna cierta autonomía en sus relacionessociales, probablemente se encontrarádurante el climaterio en uno de los mejoresmomentos de su vida para explorar y ejercerla amatoria. Existen, por demás, estudiosque apuntan a que el mantenimiento de rela-ciones coitales regulares protege de la faltade lubricación vaginal asociada al descensode estrógenos. (Rentzsch y Boblan, 1982;Lauritzen, 1983; Rudelstorfer y Riss, 1987;Mooradian y Greiff, 1990; Youngs, 1990;Hawton y cols, 1994; von Sydow, 2000).

3. Dificultades sexualesen el climaterio

3.1 “Dificultad” frente a “trastorno”El modelo del HSH permite hacer dife-

rentes lecturas según desde qué campo se leay según el plano de referencia que se prime;sin embargo, la idea más importante es la deque se trata de un mapa del territorio generaldel HSH, y no de un mapa de trastornos, depatología (Amezúa, 1999). Las interseccio-nes entre planos y campos permiten entenderel HSH en su complejidad y diversidad, ynos muestran que una manifestación concre-ta de ese hecho en un individuo se entiendedentro de la totalidad, nunca aislada o des-contextualizada. Es cierto que el signo con-creto que estemos estudiando cobra sentidoen un sistema diagnóstico y que, evidente-

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mente, la patología sexual existe, teniendosu nosología una utilidad innegable. Peroquisiéramos hacer hincapié en otra lectura,la biográfica, en la que un fenómeno aisladoes explicable desde la consideración de latotalidad del individuo, en su existencia con-creta, con su contexto actual, su pasado, suslímites, etc. Esto nos lleva a considerar queun modo (masculino o femenino) deviene enun trastorno de la identidad, un matiz en unaorientación egodistónica, o una peculiaridaden una parafilia, sólo en la medida en que elconjunto queda distorsionado, sólo cuandoexiste disarmonía entre los elementos inte-grantes del mapa o en su interacción con elmedio. Esto significa, por ejemplo, que unapareja puede vivir su amatoria de manerasatisfactoria, aún cumpliendo criterios deeyaculación precoz o de cualquier otro tras-torno de la DSM-IV, siempre que encuentrela manera de hacer compatibles sus deseos ynecesidades con su realidad, con sus cir-cunstancias personales (la práctica clínicaasí nos lo demuestra, incluso en otras áreasde la salud).

El desarrollo histórico de la Sexología ydisciplinas afines ha venido dando cuenta deesta evolución hacia el entendimiento nonormativo, no patologizante por tanto, delHSH. Desde Krafft-Ebbing hasta hoy en día,se ha recorrido un largo trecho en la direc-ción de considerar variaciones normalesmuchas expresiones del hecho sexual que seconsideraban patológicas. Pero no se trataaquí de propugnar un desplazamiento de lafrontera que separa la patología de la salud,sino más bien de proponer un modelo quepueda dar cuenta de la gran diversidad deestructuras y manifestaciones que acom-pañan al ser sexuado, sin que el criteriopatologicista se convierta en el eje alrededordel cual se teja la conceptualización, comoexige cualquier modelo que ofrezca un refe-rente de “sexualidad normal”. Se trataríamás bien de considerar que en el recorridobiográfico uno puede encontrarse obstácu-los, modificaciones, variaciones o alteracio-

nes más o menos complicadas, inclusoimposibles de franquear, que le hagan dete-nerse o le impidan el desarrollo de su saludsexual. Es en ese sentido en el que vamos ahablar de “dificultades” sexuales, y dejamoslos términos “trastorno”, “disfunción” y“patología” para la categorización concretaque el caso pueda requerir a lo largo de sudiagnóstico, tratamiento o evolución.

3.2 Demandas de consultasobre el HSH durante el climaterioPara estudiar las dificultades sexuales

durante el climaterio vamos a utilizar unesquema de clasificación de demandas deconsulta que nos ayuda a ordenarlas etiológi-camente y a orientar su tratamiento (Gérvasy de Celis, 2000). Aún reconociendo que nose trata de una clasificación exhaustiva, ysiendo conscientes de la simplificación ysolapamiento de categorías que conlleva, nosproporciona, junto con el mapa del HSH, unreferente adecuado para comenzar a entendery atender las dificultades que puede encon-trar una mujer durante su climaterio.

La clasificación es la siguiente:

I) DEMANDAS SUSCEPTIBLESDE TRATAMIENTO MÉDICO

I-A/ Las secundariasa problemas orgánicosSerían éstas demandas surgidas de dificul-

tades planteadas por enfermedades asociadasal envejecimiento. En estos casos existe untrastorno que daña la integridad física de losórganos y sistemas que intervienen en laexpresión del hecho sexual. Casi todas lasenfermedades afectan a la salud sexual enmayor o menor medida, pero cabe citar, porsu frecuencia en este periodo de la vida, lacardiopatía isquémica, la diabetes, los proce-sos neoplásicos, los ACVA, los problemasreumatológicos y el sobrepeso. Como yahemos señalado, la presencia de enfermedades uno de los factores, junto con la disponibi-

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lidad de pareja, que más condicionan los cam-bios en el HSH durante el climaterio.(Mooradian y Greiff, 1990; Olazábal, 1990).

Es importante manejar a tiempo y ade-cuadamente las dificultades y problemassexuales que estas enfermedades producenpara evitar su cronificación (identificaciónprecoz, diagnóstico diferencial, etc...). Sinembargo, muchas veces no son tenidas encuenta ni por la paciente –que las suele con-siderar consustanciales a su enfermedad– ni

por el médico –que no está habituado en supráctica a tomarlas en consideración–; y siañadimos a esto el hecho de que desde esteámbito de actuación sanitaria difícilmente seaccede al sexólogo, habitualmente estasdemandas simplemente no existen.

I-B/ Las secundarias a tratamientosEl efecto adverso de muchos tratamientos

farmacológicos, médicos o quirúrgicos sobrela esfera sexual es bien conocido. Por ejem-

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I) DEMANDAS SUSCEPTIBLES DE TRATAMIENTO MÉDICO:

I-A/ Las secundarias a problemas orgánicos.Ejemplos: cardiopatía isquémica, diabetes, procesos neoplásicos, ACVA, problemas reumatológicos,sobrepeso,...

I-B/ Las secundarias a tratamientos.Ejemplos: 1/Fármacológico: inhibición del deseo por betabloqueantes; retardo o inhibición del orgas-mo por IMAOs; disminución de la lubrificación vaginal por antihistamínicos o anticolinérgicos; qui-mioterapia; 2/Médico: diálisis; radioterapia; y 3/Quirúrgico: mastectomía; histerectomía;...

II) DEMANDAS ABORDABLES MEDIANTE EDUCACIÓN Y ASESORAMIENTO SEXOLÓGICOS:

II-A/ Las propias de educación sexual. Ejemplos: información sobre mitos y creencias respecto al climaterio; consultas sobre cambios asocia-dos a la menopausia: fisiología, anatomía, psicología,etc; expectativas poco realistas o falta de infor-mación; solicitud de información sobre efectos secundarios de enfermedades o tratamientos en la esfe-ra sexual (incluyendo tratamiento hormonal postmenopaúsico); prevención de ETS; reinicio de la ama-toria tras enfermedad;...

II-B/ Las dificultades sexuales asociadas al ciclo vital.Ejemplos: dudas sobre las modificaciones de la amatoria con la edad; problemas o dificultades con laasimilación y readaptación a los cambios;...

II-C/ Las secundarias a problemas orgánicos crónicos o invalidantes.Ejemplos: pacientes con lesiones medulares; diabéticas de larga evolución; esclerosis múltiple; psoria-sis; grandes quemados; enfermedades congénitas;...

III) DEMANDAS SUSCEPTIBLES DE TRATAMIENTO SEXOLÓGICO.

III-A/ Las secundarias a problemas psicopatológicos.Ejemplos: depresión (¿incluida depresión menopaúsica?), psicosis, estrés psicológico, adicciones;...

III-B/ Las dificultades propias de la vida sexual.Ejemplos: : deseo sexual inhibido; vaginismo; problemas de identidad sexual; conflictos de pareja;...

Esquema 3. Clasificación de demandas de consulta de dificultades sexuales durante el climaterio y pro-puesta de abordaje.

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plo, en el caso de los farmacológicos, inhibi-ción del deseo por betabloqueantes, retardo oinhibición del orgasmo por IMAOs, disminu-ción de la lubrificación vaginal por antihis-tamínicos o anticolinérgicos, quimioterapia;de entre los médicos, podríamos señalar losefectos de la diálisis o la radioterapia; y encuanto a los quirúrgicos, la mastectomía y lahisterectomía pueden tener serias repercusio-nes negativas sobre el hecho sexual. (Degen,1982; Milde y cols, 1996; Wilmoth y Ross,1997; Hallowell, 1998; Bobes y cols, 1999;Bruner y Boyd, 1999; Gutiérrez y Stimmel,1999). Sin embargo, resulta difícil establecerhasta qué punto la instauración de un procesode deterioro de algún aspecto de la vidasexual de la paciente se debe al tratamiento, alas dolencias que se están tratando, a factoresrelacionados con las repercusiones emociona-les de la enfermedad, o incluso a otros efectossecundarios del tratamiento que terminanrepercutiendo en la salud sexual (por ejemplo,cambios en la imagen corporal o alteracionesvegetativas). Es cierto que todas estas modifi-caciones son difíciles de concretar, pero lasseñalamos para poner de relieve que lapaciente reacciona de manera global frente ala enfermedad y frente al tratamiento y sudimensión sexual se ve afectada de múltiplesmaneras que deben ser consideradas de formasistemática cuando la tratemos8. Cuando seaposible establecer que las dificultades sexua-les de una paciente se deben a los efectoscolaterales de algún tratamiento, está claroque su sustitución es lo ideal. Si este reempla-zo no es posible, es preciso proveer a lapaciente de una adecuada información y ase-soramiento sexológicos sobre los ajustes quepuede hacer en sus encuentros sexuales paraminimizar el efecto negativo del tratamiento.

II) DEMANDAS ABORDABLESMEDIANTE EDUCACIÓN YASESORAMIENTO SEXOLÓGICOSII-A/ Las propias de educación sexualYa hemos señalado que el climaterio es un

periodo de la vida que no siempre ha sido

abordado desde una perspectiva humanista, latendencia habitual es la de considerarlo unperiodo de declive, un punto de inflexión haciala muerte. Quizás por ello está rodeado deoscurantismo, con lo que los mitos y falsascreencias se encuentran muy arraigados y pue-den condicionar negativamente su vivencia. Esmuy común pensar que el deseo sexual decli-na, que la capacidad fisiológica para la amato-ria se ve mermada, que tener interés sexual aesta edad ya no es adecuado, etc... Por tanto, esimportante que las mujeres reciban educaciónsexual y asesoramiento sobre el climateriopara evitar que las creencias infundadas afec-ten negativamente a su salud sexual; no olvi-demos que la predisposición negativa a aceptarlos cambios asociados a este periodo de la vidapuede favorecer la aparición de síntomas psi-cológicos. (Kingsberg, 1998; López yOlazábal, 1998; Punyahotra y Street, 1998;Jiménez y Pérez, 1999).

Hay otro tipo de demandas encuadradasdentro de este epígrafe que son una peticiónde ayuda al sexólogo acerca de cómo afron-tar una situación planteada en la vida sexualde la paciente a partir de una enfermedad otratamiento. Un ejemplo claro de este tipo loconstituye la rehabilitación de la mujer ova-rectomizada. Ya hemos mencionado la nece-sidad de incorporar a la rehabilitación deeste tipo de paciente educación y asesora-miento sexológicos.

II-B/ Dificultades sexualesasociadas al ciclo vitalEn este apartado se encuadran demandas

que, aun pudiéndose incluir en otros, tienencomo característica propia que reflejan difi-cultades generadas por la aparición de loscambios en el HSH asociados al climaterioexpuestos en el segundo apartado de esteartículo. Estos cambios vendrían a perturbarel inestable equilibrio logrado en el periodoanterior. Muchos de ellos son asumidos eintegrados por la mujer sin que se planteenmayores dificultades; otros, como ya hemosseñalado, pueden necesitar alguna aclaración

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o información, sobre todo si son vividoscomo modificaciones irreparables o condi-ciones degenerativas. Hay, sin embargo,cambios asociados a la maduración y elenvejecimiento que constituyen factores deestrés, en la medida en que pueden repercu-tir muy negativamente en la autoestima yconvertirse en fuente importante de ansie-dad, especialmente cuando no existe unbuen conocimiento del proceso que estáteniendo lugar. Por supuesto, estos cambiosafectan también al hecho sexual; por ejem-plo, si una mujer durante el climaterio –enuna etapa en la que está tratando de adaptar-se a multitud de cambios, redefiniendo larelación con su pareja, cuando los hijos yaestán fuera de casa y tal vez esté a punto deser abuela– pasa por una etapa de inhibicióndel deseo –o de simple disminución de lamotivación por el encuentro amatorio (pro-ceso que suele ser más frecuente que un cua-dro de inhibición del deseo clásico)– quepudiéramos considerar propia de la edad yen principio pasajera, puede llegar a consi-derar que se trata del primer indicio de queel fin de su amatoria se acerca, lo que posi-blemente la deprimirá y llevará a evitar cual-quier encuentro sexual, y acabará conven-ciéndose de que, como habrá escuchadomuchas veces en su entorno, el envejeci-miento trae consigo más bien pronto quetarde el ocaso de toda erótica y amatoria. Noes difícil que desde aquí se establezca unainhibición del deseo –o una amotivación porel encuentro– más o menos permanente yespecialmente si su pareja, posiblemente enel mismo periodo vital y con sus propiasdificultades, evita los encuentros sexualespara eludir tensiones.

En este tipo de situaciones, es importantedarle sentido biográfico a los cambios queangustian a la mujer, ayudarla a que no losvea como una pérdida irreparable o una con-dición degenerativa. Muchas de estas difi-cultades son consecuencia de desplazamien-tos de la angustia que el envejecimiento pro-duce. (Barrett, 1989; Nijs, 1998).

Querríamos señalar en este apartado quecompartimos la opinión de algunos autoressobre la patologización que está sufriendoesta etapa de la vida; parecería que existieraun interés en convertir este periodo vital máso menos difícil en una enfermedad con sustratamientos concretos. Muchas de lasdemandas sobre las dificultades que el cli-materio produce en el HSH no son más queinterpretaciones sesgadas e incorrectas detoda la información que sobre esta patologíase recibe. En estos casos, a los profesionalessanitarios no parece importarnos el hecho deconvertimos en un factor iatrogénico más,con la característica particular de tratarse deun factor que lleva asociado el remedio dela enfermedad que causa (Mora, 1996).

II-C/ Las secundarias a problemasorgánicos crónicos o invalidantesAlgunas de las enfermedades recogidas en

el apartado I-A/ de la clasificación puedenevolucionar hacia un deterioro casi irreversi-ble de la erótica y/o amatoria (diabetes, cán-cer, alteraciones vasculares, artrosis).Además, ciertos tratamientos, especialmentelos oncológicos, pueden dañar de manera irre-parable estructuras fundamentales de las invo-lucradas en la amatoria de la paciente, asícomo en su identidad sexual (mastectomías).Existen también situaciones traumáticas(lesiones medulares, amputaciones) que pue-den limitarla en muchos aspectos. En algunoscasos, a las limitaciones en la vida sexual dela paciente determinadas de manera directapor la enfermedad se añaden depresión, ansie-dad, baja autoestima y expectativas muy pesi-mistas en relación con cuáles son las posibili-dades de recuperación o de llevar una vidasexual satisfactoria. Estas reacciones emocio-nales frente a la enfermedad dificultan la recu-peración en todos los aspectos, aunque más enel sexual, puesto que en parte por desconoci-miento, en parte por problemas de actitudesdel personal sanitario, no se le presta atención,mientras que en otras esferas la información yrehabilitación de la paciente se abordan de

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manera sistemática. Parece oportuno ocupar-nos de la salud sexual de estas pacientes,incluso durante el climaterio. (Binik y Mah,1994; de Rios y cols, 1997; Gupta y Gupta,1997; Westgren y cols, 1997; Hovata, 1999;Sawyer y Roberts, 1999).

Lógicamente, ante este tipo de casosresulta fundamental una evaluación másespecífica del experto en Sexología con obje-to de facilitar una rehabilitación que permitaa la paciente sacar partido de los aspectosconservados de su respuesta sexual. Esto noexcluye que pueda requerir tratamiento adi-cional por parte de otro especialista (psicote-rapeuta, fisioterapeuta) que le ayude a aceptarsus limitaciones actuales y a manejar lasemociones que su estado físico le provoca.Cualquier persona sigue estando sexuadasean cuales sean las circunstancias por lasque atraviese, y el no reconocimiento, cuandono la negación, de esta dimensión fundamen-tal de su vida empeora muchas veces su sufri-miento, especialmente si no encuentra en suentorno más próximo la posibilidad de discu-tir con personas bien informadas y receptivasa las limitaciones que está soportando. Porsupuesto que la reacción de cada persona antela limitación de su vida sexual que alguna delas condiciones descritas puede llegar a impo-ner es muy variable. Desde mujeres que pue-den perder todo interés por este aspecto de suvida, y se concentran en conseguir una buenaadaptación en otros, hasta aquéllas que consi-derarán que las repercusiones que la enferme-dad o traumatismo han tenido sobre su amato-ria constituyen problemas fundamentales ensu rehabilitación. Esto no hace sino reflejar,por otra parte, la importancia relativa que ladimensión sexual tiene según las personas.

III) DEMANDAS SUSCEPTIBLESDE TRATAMIENTO SEXOLÓGICO:

III-A/ Las secundariasa problemas psicopatológicos:Muchos trastornos psicopatológicos cur-

san con dificultades sexuales más o menos

agudas. Algunas son un síntoma más de uncuadro psiquiátrico, contribuyendo a sus cri-terios diagnósticos, como la falta de deseoen la depresión mayor; otras están ligadas ala cronificación de un trastorno, como lasderivadas de conflictos de pareja causadospor el deterioro de la paciente; otras, inclu-so, pueden ser un intento de mantener elequilibrio dentro de un cuadro grave, comociertas disfunciones o delirios de cambio deidentidad sexual en pacientes con cuadrospsicóticos. Algunas de estas dificultadessexuales podrían ser abordadas con éxitodesde una terapia sexológica, siempre que sepueda sostener su compatibilidad con el tra-tamiento que la dolencia psicopatológica debase requiera.

Por otro lado, no existe evidencia claraen la literatura médica de que durante el cli-materio se produzca un aumento de la inci-dencia de problemas psicopatológicos (másallá de los problemas derivados de la adapta-ción a este ciclo vital y que han sido comen-tados en el punto anterior); sin embargo,aunque su incidencia no se incrementara res-pecto al resto de la población en otras etapasvitales, debemos tenerlos en cuenta comofactores con gran influencia sobre el HSH,más aún en este periodo de inestabilidadgeneralizada. (Youngs, 1990; Montgomery yStudd, 1991; Teuchs y cols, 1995; Pearce yHawton, 1996; Jiménez y Pérez, 1999).

III-B/ Las dificultades propiasde la vida sexualEntrarían dentro de este apartado deman-

das de pacientes que sufren alguna dificultadsexual que no es consecuencia específica delclimaterio ni producto del curso de enferme-dad o condición congénita, ni de tratamientoalguno. Estas demandas deben ser atendidaspor un experto que asesore acerca de quémedidas tomar. Muchas pueden estar encu-biertas tras una queja somática, normalmen-te relacionada con las típicas de este ciclo, yaparecer sólo en primer término la cuestiónprincipal tras el correspondiente procedi-

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miento diagnóstico. En este apartado seincluyen las llamadas disfunciones sexualesde causa psicógena, pero también, entreotros, los conflictos asociados a la identidadsexual o a una orientación erótica egodistó-nica. (Masters y Johnson, 1972; Kaplan,1985; APA, 1995; Nijs, 1998).

4. La edad crítica en el modo masculinoEl ciclo biológico y vital es independien-

te de los modos: hombres y mujeres pasanpor todas las etapas del ciclo vital antes odespués. Por lo tanto, parece indudable queexiste un climaterio masculino: sería elescalón fisiológico que debe superarse entrela madurez y la vejez; con característicascomunes y diferenciales del de la mujer.Respecto al HSH, en líneas generales, el cli-materio en el hombre conlleva un proceso decambio en los distintos campos mucho másgradual en intensidad y en el tiempo que enel caso de la mujer. El que no exista unacesación repentina de la función reproducti-va no es óbice para que el proceso de enve-jecimiento se exprese en el organismo ypodamos encontrar modificaciones en todoslos campos y dificultades en el caso de noconseguir adaptarse. En el Esquema 2 sedetallan algunos de estos cambios.

Lo que no podemos aceptar es la existen-cia en el modo masculino de una entidadequivalente a la menopausia, la que se hacomenzado a denominar andropausia9.Puesto que el modo no es una cualidad tran-sitoria, ni siquiera a nivel hormonal, ni lamujer deja de ser tal por el hecho de que seextinga su función reproductiva, ni el hom-bre deja de serlo por el hecho de que semodifiquen a la baja, entre otras variables,sus niveles hormonales de testosterona, nisiquiera en el caso de que cesara la esperma-togénesis. Mora (1996) denomina “tonteríafisiológica” a la justificación, pretendida-mente científica, de la andropausia y piensaque podríamos estar asistiendo al inicio deun intento de patologizar el climaterio mas-culino similar al que se produjo con la

menopausia. Es curioso que el trabajo quesituó a la menopausia como centro y causade la pérdida de la condición de mujer y quepropuso la terapia hormonal farmacológicacomo sustituta de la función gonadal paraevitar dejar de ser mujer (al menos transito-riamente), tenga, treinta años después, títuloespecular del que repite un planteamientoparecido con los hombres: Feminine forevery Forever young (Wilson, 1966; Bilger,1995). Se crea una entidad fisiopatológicade lo que en realidad es, que no es poco, unmomento vital crítico: el paso a la vejez.

5. Conclusiones• El Hecho Sexual Humano se entiende

como hecho biográfico, de tal modo que sucomprensión sólo es posible dentro delmarco del ciclo vital del sujeto.

• El proceso de envejecimiento, estricta-mente hablando, comienza desde la concep-ción, afecta a todas y cada una de las célulasdel organismo y conlleva cambios progresi-vos a los que el individuo va adaptándosefísica y psicológicamente de manera gra-dual. En este contexto la menopausia esparte de un proceso más global de envejeci-miento reproductivo.

• Si bien en todas las mujeres podemosidentificar el momento de la cesación de lamenstruación, la menopausia, otros cambiosasociados al climaterio muestran gran varia-bilidad en cuanto a sus manifestaciones.Esto, a nuestro entender, no es más que unaconsecuencia de la diversidad propia delhecho sexual humano.

• Parece lógico que la diferente realidadsociocultural en la que han desarrollado suhecho biográfico los hombres y mujeres queentrarán en periodo climatérico en los próxi-mos años hará que su percepción y vivenciade los cambios asociados al envejecimientosea distinta de la de aquellos individuossobre los que hasta ahora se han realizadolos estudios. Resulta necesario que la futurainvestigación se adapte a esta nueva reali-dad, teniendo en cuenta que tal vez nuevas

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realidades requieran nuevos modelos desdelos que acceder a ellas. Factores como laincorporación masiva de las mujeres al trabajoremunerado o la liberalización de las costum-bres amatorias han de tener repercusión en elentendimiento de la realidad sexual de losancianos en las próximas décadas.

• Si bien el concepto de climaterio, comoescalón en el ciclo vital, es aplicable, con

sus características propias de cada modo,tanto al hombre como a la mujer, entende-mos que la noción de andropausia carece desentido biológico alguno, ya que no existemomento concreto en que se pueda identifi-car la cesación de la fertilidad en el hombre.Concederle entidad nos conduciría por elcamino de la patologización de los ciclosvitales.

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Notas al texto1 Se trata de un planteamiento general y somero, por lo que recomendamos leer el original si se desea

entrar en antecedentes, justificación y discusión teórica. Todos los entrecomillados corresponden aextractos textuales del original.

2 Fuera de esta nueva formulación, ¿sabría definir sexo?, ¿y sexualidad? Si obviamos los significadospornográficos comunes en el lenguaje de la calle, entre profesionales su significado depende de con-ceptualizaciones sesgadas por la formación, las actitudes y el contexto profesional en el que se usen.Por “sexo” puede entenderse genitales, acciones, espectáculos, orientaciones... ¿Ocurre lo mismo enotras ciencias?.

3 En palabras de Magnus Hirschfeld: “El hombre completo y la mujer completa son en realidad sólo for-mas imaginarias que tenemos que llamar en nuestra ayuda para poseer un punto de partida para losestadios intermedios” (Hirschfeld, 1903). Recomendamos leer La evolución de la sexualidad y losestados intersexuales de Gregorio Marañón (Marañón, 1990).

4 Sartre lo explicaba con las siguientes palabras: “Ser sexuado significa existir sexualmente para unprójimo que existe sexualmente para mí... en tanto que él es otro para mí y yo soy otro para él”(Sartre, 1983).

5 Los propios iniciadores de estos estudios señalaron: “Aunque la expresión o concepto de conductasexual signifique cosas muy distintas, en nuestro vocabulario, a los efectos de nuestro trabajo, seráusada para indicar exclusivamente la estimulación y excitación de los órganos genitales (...) Y porello tomamos la cópula como concepto central de esta obra” (Beach y Ford, 1969). Sin menoscabode que la conducta sexual pueda ser establecida como modelo aún a riesgo de limitarnos al igualque lo hacen el modelo del Amor Pasión o del celibato. Si así lo estableciéramos, ¿qué ocurriría conla Amatoria representada en obras y no en cópulas puntuadas en orgasmos?.

6 Menopausia (o menopausis)( gr.: menós -relacionado con menstruación-; gr. paûsis-cesación-):cesación natural de la regla y periodo de vida, entre los 45 y los 50 años de edad, en que ocurre;edad crítica; climaterio. Climaterio (gr.: klimaktér-escalón-): conjunto de fenómenos que acom-pañan a la cesación de la función reproductiva de la mujer o la actividad testicular en el hombre(Navarro-Beltrán, 1992).

7 Como lectura complementaria sugerimos el texto de Orlando Mora (1996).8 Es importante tener en cuenta que la mayor parte de la investigación relativa a los efectos de los fár-

macos sobre la vida sexual ha sido enfocada principalmente en el modo masculino, entre otras razo-nes por la mayor facilidad de objetivar algunos aspectos de su respuesta sexual, como señalanKolodny, Masters y Johnson (Kolodny, Masters y Johnson, 1982).

9 La palabra andropausia -aunque etimológicamente sea incorrecta- es recogida en los diccionarios ydefinido como inicio del cese de la capacidad reproductiva en el hombre. v.g.: Andropausia ( gr.:andrós -hombre-; gr. paûsis-cesación-): involución fisiológica de la función gonadal en el varón(Navarro-Beltrán, 1992; Seco, 1999).

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