el carácter fetichista de la versión sinfónica y su secreto

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El carácter fetichista de la versión sinfónica y su secreto La cumbre del “artista” músico popular en parte parecería estar señalada por su incursión en la utilización de conjuntos sinfónicos o en variadas formaciones instrumentales conformadas por instrumentos que conforman la orquesta sinfónica clásica 1 . Dichas incursiones a estas formaciones instrumentales (realmente sinfónicas o no) casi nunca tienen una razón de ser en base a una decisión estético-musical, sino que se fundamentan en cuestiones externas a la manifestación artística en concreto. Por ejemplo, en motivo de homenajear a algún músico/conjunto de música popular, para versionar canciones consagradas por la crítica musical mediática, para “sintonizar” con salas de concierto donde se ejecuta música académica y a las cuales se quiere acceder, para el festejo de alguna festividad patriótica, religiosa, etc; entre otros motivos. En todos estos casos mencionados 2 se establece una relación entre el hecho musical y un pretendido “estatus cultural 3 ”, el cual serviría para distinguir a los artistas consagrados de los del montón. Bueno, hasta acá el problema vendrían a ser las concepciones que se ponen en juego a la hora de determinar la utilización o no de cierta instrumentación musical. Pasemos a pensar ahora en el producto resultante de dicho proceso de elaboración musical. Si lo determinante no es una decisión estética ¿qué control consciente se puede tener sobre el resultado estético? O sea, si la decisión no es estética sino que eso queda relegado a un segundo plano producto de otra decisión ajena al ámbito artístico, no se puede sino aceptar que lo que resultase de dicho proceso tenga una gran carga de inconsciencia estética 4 . En este sentido es importante prestar atención y comparar las versiones originales con las versiones “orquestadas sinfónicamente” de las canciones afectadas. Y surge una pregunta clave ¿El reemplazo/agregado de instrumentos musicales da lugar a resultados expresivos novedosos, de manera que se justifique tal accionar? Excepto contados casos 5 , las re-instrumentaciones no fueron más que un cambio radical e inevitable de la tímbrica. El esqueleto configurativo de la música occidental (ritmo, melodía, armonía y forma) no suele ser 1 Entre muchos otros desconocimientos sobre la temática artístico/musical, encontramos el del concepto “sinfónico”. Este muchas veces está lejos de representar lo que verdaderamente significa en términos de orquestación. Por lo cual, ocurre con frecuencia que la incorporación de un oboe y un corno francés, por ejemplo (instrumentos que son utilizados en la orquesta sinfónica clásica), son suficiente determinación para llamar a la música a desarrollarse: “sinfónica”. 2 Casos para ejemplificar esto hay de sobra. Basta con buscar en cualquier navegador web “versiones sinfónicas de…”. 3 Utilizo esta expresión para designar un nivel alto de calidad artística. El entrecomillado responde a la puesta en cuestión de tal categoría. 4 No hago ninguna referencia a la cuestión del “gusto” subjetivo, ya que no nos sirve para valorar ni evaluar este proceso, ya que la misma enajenación está presente tanto en los sujetos productores de la música como de los sujetos receptores de la misma. Por lo cual, la legitimidad social de lo aquí criticado se condice con la aceptación de lo que implica, o sea, “gran calidad”. De esta manera, en parte, se retroalimenta este fenómeno. O sea, el “gusto” se encuentra condicionado de tal manera que termina enajenado del sujeto receptivo en cuestión. 5 Casos en donde sí hubo una intencionalidad estética consciente.

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Ensayo sobre el fenómeno de la "sinfonización" de la música popular como manifestación de supuesto nivel cultural.

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El carácter fetichista de la versión sinfónica y su secreto

La cumbre del “artista” músico popular en parte parecería estar señalada por su incursión en la

utilización de conjuntos sinfónicos o en variadas formaciones instrumentales conformadas por

instrumentos que conforman la orquesta sinfónica clásica1. Dichas incursiones a estas formaciones

instrumentales (realmente sinfónicas o no) casi nunca tienen una razón de ser en base a una

decisión estético-musical, sino que se fundamentan en cuestiones externas a la manifestación

artística en concreto. Por ejemplo, en motivo de homenajear a algún músico/conjunto de música

popular, para versionar canciones consagradas por la crítica musical mediática, para “sintonizar”

con salas de concierto donde se ejecuta música académica y a las cuales se quiere acceder, para el

festejo de alguna festividad patriótica, religiosa, etc; entre otros motivos. En todos estos casos

mencionados2 se establece una relación entre el hecho musical y un pretendido “estatus

cultural3”, el cual serviría para distinguir a los artistas consagrados de los del montón.

Bueno, hasta acá el problema vendrían a ser las concepciones que se ponen en juego a la hora de

determinar la utilización o no de cierta instrumentación musical. Pasemos a pensar ahora en el

producto resultante de dicho proceso de elaboración musical. Si lo determinante no es una

decisión estética ¿qué control consciente se puede tener sobre el resultado estético? O sea, si la

decisión no es estética sino que eso queda relegado a un segundo plano producto de otra decisión

ajena al ámbito artístico, no se puede sino aceptar que lo que resultase de dicho proceso tenga

una gran carga de inconsciencia estética4. En este sentido es importante prestar atención y

comparar las versiones originales con las versiones “orquestadas sinfónicamente” de las canciones

afectadas. Y surge una pregunta clave ¿El reemplazo/agregado de instrumentos musicales da lugar

a resultados expresivos novedosos, de manera que se justifique tal accionar? Excepto contados

casos5, las re-instrumentaciones no fueron más que un cambio radical e inevitable de la tímbrica.

El esqueleto configurativo de la música occidental (ritmo, melodía, armonía y forma) no suele ser

1 Entre muchos otros desconocimientos sobre la temática artístico/musical, encontramos el del concepto “sinfónico”. Este muchas veces está lejos de representar lo que verdaderamente significa en términos de orquestación. Por lo cual, ocurre con frecuencia que la incorporación de un oboe y un corno francés, por ejemplo (instrumentos que son utilizados en la orquesta sinfónica clásica), son suficiente determinación para llamar a la música a desarrollarse: “sinfónica”. 2 Casos para ejemplificar esto hay de sobra. Basta con buscar en cualquier navegador web “versiones sinfónicas de…”. 3 Utilizo esta expresión para designar un nivel alto de calidad artística. El entrecomillado responde a la puesta en cuestión de tal categoría. 4 No hago ninguna referencia a la cuestión del “gusto” subjetivo, ya que no nos sirve para valorar ni evaluar

este proceso, ya que la misma enajenación está presente tanto en los sujetos productores de la música como de los sujetos receptores de la misma. Por lo cual, la legitimidad social de lo aquí criticado se condice con la aceptación de lo que implica, o sea, “gran calidad”. De esta manera, en parte, se retroalimenta este fenómeno. O sea, el “gusto” se encuentra condicionado de tal manera que termina enajenado del sujeto receptivo en cuestión. 5 Casos en donde sí hubo una intencionalidad estética consciente.

afectado en casi nada6, lo cual es una sandez total. Es un completo despropósito contar con

nuevas herramientas instrumentales (que podrían dar lugar a una configuración musical

estructural novedosa con respecto a las versiones originales) y no utilizarlas en toda su

potencialidad; lo cual hasta inclusive empobrece el producto musical afectado, en tanto que si se

pretende hacer de igual manera (o casi) una música concebida con ciertos instrumentos musicales

utilizando otros sumamente distintos7, y no se atiende al resultado que de eso pueda lograrse,

difícilmente se le dé provecho a la novedad; y sí en cambio, puede pasar (y suele pasar) que el

resultado es mucho más pobre y/o azaroso.

¿Cuál sería la finalidad de esta reflexión? Lo que me parece sumamente importante es la

conciencia puesta en juego al realizarse ciertos actos culturales en donde las decisiones tienen un

papel fundamental. No tendría por qué ser muy frecuente que se de este fenómeno acá planteado

ni que el mismo tenga aceptación social y por lo tanto consiga imponer un significado que no es ni

más ni menos que un acto de manipulación. Y acá nos encontramos en un lugar particular del

hecho. O sea, no es algo que se dé naturalmente ni que suceda por azar. Hay una serie de

determinaciones que explican el fomento de la inconsciencia cultural humana. Los intereses de

clase social acá tienen un rol fundamental. La burguesía en su afán de acumulación construyó y

construye una racionalidad (a través de su misma dinámica de reproducción) que le es favorable al

proceso de acumulación que debe lograr conseguir para reproducirse como tal. No se trata

solamente de ocultar las implicancias estéticas que conlleva modificar unas agrupaciones

musicales instrumentales por otras agrupaciones instrumentales, sino que también se trata de

ocultar las implicancias de la mayor cantidad de hechos culturales8 que nos afectan de una manera

u otra, en mayor o menor medida. La toma de consciencia de tales hechos culturales nos da la

posibilidad de reflexionar sobre ellos y tomar un posicionamiento crítico frente a los mismos. Lo

cual implica la no aceptación inmediata ni asegurada de una serie de significados y valoraciones

que se traducen en intereses materiales concretos. Como se sabe, la clase trabajadora en medio

de una gran manipulación cede sus derechos en gran medida a la clase que la explota sin siquiera

saberlo muchas veces. Me posiciono en contra de esto.

6 Acá podría hacer una selección de ejemplos significativos y analizarlos técnicamente para luego hacer una

comparación con las versiones originales y concluir que efectivamente no se incorporan mayores elementos musicales en la mayoría de los casos. Pero bueno no lo voy a hacer sino que lo dejo librado a la inquietud de cada uno que desee hacerlo. 7 Distintos no solo en sí mismos sino también las formaciones instrumentales donde se utilizan. 8 Hago referencia al término cultural en su sentido más amplio, no solo vinculado a lo artístico como suele ser bastante frecuente.