el camino haca la felicidad

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Primer premio en el I Concurso de relatos cortos organizados por la Delegacin de Juventud (Ronda)

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El camino hacia la felicidad.

Roco Pez Garca

Un da cualquiera te despiertas, y sin esperarlo, sucede algo que te cambia la vida por completo y para siempre.Esto me ocurri a m. Antes del suceso, la gente me tachaba de tmido, de gan y desconfiado. Intentaba ser simptico con todo el mundo, pero en esta sociedad, no siempre se puede ir de buenas con la gente porque en muchas ocasiones pueden llegar a ser muy crueles. Mi vida se resume en vagabundear por las calles de la ciudad buscando un rincn clido donde poder dormir en invierno, y un rinconcito fresco en verano. Soy un aventurero sin rumbo y trato de convencerme de que esto me gusta, pero a veces no puedo y deseara que mi forma de vida cambiase por completo. Provengo de una familia de raza pobre, en la que me he criado desde muy pequeo por las calles, rodeado de la mala saa. Y s, luchando da a da para llevarnos un trozo de pan a la boca, que, raro era el da que esto suceda. Soy hijo del viento suelo decirme a m mismo para compensar las carencias que hay en mi vida y para creer que, por qu no vivir as? Soy feliz dentro de lo que cabe, soy libre y no dependo de nada ni de nadie. Qu complicado es mantener esta postura en las situaciones de soledad, en las cuales crees que nadie te ampara y que, a pesar de que no has hecho nada a nadie, te tratan con la punta del pie. Algn que otro da me cruzo con ciertas personas que a pesar de ser yo tan poca cosa, se preocupan por m y me dejan un plato de comida cerca de mi cama hecha de cartones viejos y un poco de agua. No quiero decir que haya pasado ms que nadie, ni que me sienta bien por ello, pero digo con todo el dolor de mi alma, que maldigo la vida por tratarme tan mal. Siendo an muy joven, perd a mi madre en un terrible accidente de trfico. Pobre de mi madre, con lo buena y noble que era; luch por nosotros hasta el final de sus das. Cuando digo nosotros me refiero a mis dos hermanos, los que se quedaron a mi cargo, pero por poco tiempo. Uno era ms pequeo y el otro mayor, por lo que yo era el mediano de los hijos pero tambin el ms maduro.Os preguntaris por mi padre. No le conocemos. l era un vividor como yo segn las historias que mi madre nos contaba, y nunca quiso hacerse cargo del peso que para l conllevaba una familia y prefiri, cobarde, abandonar a mi madre y dejarla a cargo de nosotros tres. No comprendo cmo pudo hacer algo as, se supone que una familia significa un todo, una unin, pero a decir verdad, es el aspecto que menos me preocupa de mi vida. Las autoridades, al enterarse de que quedamos hurfanos tras la muerte de mi madre y adems de eso, que no tenamos las capacidades suficientes para sobrevivir, se empearon en ayudarnos, pero de qu maneraSe llevaron a mis hermanos a un refugio para desamparados y as poder darles la vida digna que merecan. Mi destino era acabar en ese refugio con ellos pero, la naturaleza que me haba criado me reclamaba luchar y seguir adelante. No pude evitar mi intento de escapada de las manos de aquellos agentes y, tras un forcejeo, escap. Hace ya cuatro aos de aquel suceso, desde entonces no s nada acerca de mis dos hermanos, ni una simple seal, tan solo la incertidumbre de pensar si estarn bien o mal, si seguirn vivos o no La nica imagen que conservo de ellos es del da de m huida. Recuerdo perfectamente el dolor de aquellos ojos llenos de lgrimas al ver que se separaban de m y que probablemente no volveran a verme jams. Se me clavan como espinas las palabras que mi hermano pequeo me lanz: No seas como pap y huyas de tu destino y de tus responsabilidades. An hoy las recuerdo y es lo nico que me da fuerzas para cumplir la promesa que les hice a ambos: Prometo que volver a por vosotros y viviremos como una familia, os quiero. Esta fue la ltima vez que los vi. Estoy seguro de que hice lo correcto; aunque ahora pague las consecuencias, estoy intentando conseguir lo que mi madre hubiese querido para m y para mis hermanos, que fusemos libres y luchadores hasta el final, como lo fue ella. Los das pasan uno detrs de otro, vivo en la incertidumbre de no saber en qu da me encuentro, si es lunes o domingo. Mis fuerzas para seguir luchando a por la esperada meta de reencontrarme con mis dos hermanos, disminuyen progresivamente, aunque, jams me rend ni me rendir ahora que, pienso que cada vez estoy ms cerca de ellos. Mi da a da es muy simple: recorro las calles de la ciudad sin un destino concertado y busco entre la basura algn trapo viejo donde refugiarme o algn que otro cartn sobre el que echarme y poder dormir. A veces me pierdo y jams vuelvo al sitio del que part. Qu grandes e interminables parecen las calles cuando, a media noche uno las recorre atemorizado por lo que pueda suceder! En ms de una ocasin he recibido palizas de los ms jvenes por ser quien soy, un pobre indefenso sin fuerza y maloliente. Qu crueldad ms indecente la que existe en la educacin de estos chiquillos que se mofan con mi dolor.Suelo merodear por los jardines de un parque cercano a mi rinconcito de sueo, en busca de algn resto de perrito caliente o algn resto de refresco de los que la gente deja tirados en el csped. Siempre que aparezco por all, el seor del carrito de comida rpida me ofrece una rica y jugosa hamburguesa que, madre ma, con qu gusto la como! Sin embargo, no todos son como el seor del carrito, esta sociedad me tiene miedo: cuando paso por al lado de ellos se me quedan mirando con mala cara y murmuran cosas, muchos dicen: Pobrecillo, no tiene a donde ir, Pobre de l, tiene hambre y no tiene qu comer, pero nadie se digna a compartir conmigo un trozo de bocadillo o de perrito caliente conmigo, ni siquiera a saludarme, que a pesar de que yo lo hago, no encuentro respuesta, sino rechazo. No pretendo dar pena a nadie, es la vida que eleg vivir y que algn da cambiar, o eso espero. Un simple da cualquiera, cambi mi aburrida vida por completo. Como por obra del destino, una noche oscura y fra de invierno, iba como siempre buscando un sitio donde refugiarme de la helada que caa por las noches y encontr un pasaje oscuro y fresco, el suelo era de hierba y estaba empapado en una masa viscosa. De pronto vi una bella luz blanca y redonda. Como soy un ser curioso, no me contuve y fui directo a ella para comprobar de qu se trataba. Para mi sorpresa aquella luz cada vez se alejaba ms y ms, sin darme oportunidad a alcanzarla. No me rend a pesar de mi cansancio, eran altas horas de la madrugada y mis ojos se cerraban progresivamente. Me propuse seguir a esa luz blanca y juguetona que me incitaba a correr tras ella para poder sentirla cerca y descubrir qu misterio esconda. Corr y corr con esmero pero tropec con algo, que a decir verdad no s de qu se trataba, ya que en la oscuridad de la noche, la visibilidad es limitada. Sin quererlo ca al vaco. Pensaba que me mora, era una sensacin extraa, mi cuerpo caa desplomado sobre algo incierto y hmedo. Al llegar abajo, me qued muy quieto porque senta dolor en todo el cuerpo; el sueo pudo conmigo y finalmente me qued dormido. Era temprano por la maana cuando not un terrible temblor y un ruido horroroso que me despert de golpe y muy sobresaltado. Efectivamente segua vivo, y sin un solo rasguo. Para mi sorpresa, lo que anoche me pareci el vaco, no era ms que una pared de barro y el horroroso ruido unido al temblor que me despert, se trataba de un tren. No s cmo, pero haba acabado en las vas de un viejo ferrocarril en medio de ninguna parte.Aqu es donde realmente empieza mi aventura como un ser libre y valiente sin miedo a nada. Este sitio era ms confortable que la ociosa ciudad para alguien que se conforma con poco, como yo. A los lados del ferrocarril, encontr una especie de caseta de ladrillo cubierta con un metacrilato transparente que guardaba unos asientos enfilados uno al lado del otro, en los que efectivamente podra dormir tranquilo sin que el fro de la noche cayera sobre m y sin temor a que las palizas volvieran. Lo ms sorprendente de todo fue el hecho de encontrar pequeas plantas de tomates a los lados de la va, obra de la casualidad y nacientes de la naturaleza. Nadie haca uso de ellas, as que me permit el lujo de aduearme de ellas y tomar sus frutos para alimentarme. No era el plato que especialmente ms me gustaba, pero s el mejor que haba probado desde la hamburguesa de mi amigo el seor del carrito y mi hambre era tal que acab con dos tomates en un segundo, guardando los dems para un futuro. Mi paladar no era exigente, y despus de alimentarme de lo ms asqueroso que os podis imaginar, esto me pareca un manjar. Este lugar era el paraso, la vida me estaba dando nuevas oportunidades de cambiar y de tener una familia por fin.Explorando por mi nuevo hogar descubr una sala llena de gente muy arreglada y bien vestida. Cargaban grandes maletas. La mitad de ellos hablaba por el mvil todo el rato y la otra mitad se despeda de sus seres queridos porque se marchaban en el tren a otro lugar. Haba enormes pantallas con destinos y unos nmeros que yo no entenda. Por megafona una muchacha joven hablaba en un idioma que no comprenda. Despert de aquella situacin de asombro y un hombre alto me dijo que tena que salir de la sala, porque all solo podan entrar quienes iban a viajar. Pens que se aproximaba otra de las palizas que sola recibir cuando entraba donde no deba o me equivocaba en algo. Por el contrario, el seor se mostr muy amable conmigo, y al verme en ese estado tan despreciable, me dijo que esperara fuera y seguidamente, l entr en la sala. A los cinco minutos volvi con un plato de plstico repleto de comida y agua. Yo no poda creerlo. Por primera vez para mi sorpresa, alguien que yo pensaba que lo nico que quera era hacerme dao, fue amable conmigo. Estaba contentsimo. No vuelvas por aqu, si te encuentra alguien que no sea yo, la prxima vez no tendrs tanta suerte. Me dijo, se despidi y se fue. Yo, como ser obediente, no volv por aquel lugar, aunque la idea era tentadora, pero, y si topaba otra vez con ese buen hombre y me volva a dar comida? No me quise arriesgar, y aquella fue la ltima vez que pas por all. Este nuevo lugar me sorprenda cada vez ms, y cada vez me senta ms a gusto. Las ganas de seguir adelante en busca de mis hermanos aumentaban por momentos, pero me tena preocupado algo que nunca antes me plante, Por dnde empezar a buscar? No tena ni la ms remota idea de donde podran estar. En ocasiones intent averiguar si algo me llevaba al refugio o si consegua saber de aquello, pero nunca tuve oportunidad de encontrarlo, adems siendo alguien como yo, era imposible. Teniendo en cuenta esto, dej la decisin en manos del destino, que si esta vez me haba ayudado, lo hara una vez ms y, a partir de ahora las cosas empezaran a cambiar para mejor. Ahora que tena comida suficiente para unos das, decid explorar ms all de la sala en la que estuve, ese lugar deba esconder ms sorpresas. Decid andar y andar siguiendo la direccin que tomaban algunos trenes; me daba mucho miedo pensar que uno de esos cacharros me alcanzara y me atropellase porque eso significara mi muerte, as que iba siempre con muchsimo cuidado. Ms adelante, donde llegu, haba una especie de charca de agua estancada por las lluvias y me pareci escuchar un ruido que se asemejaba a unas risas. Me acerqu y efectivamente, eran un grupo de chiquillos jugando tranquilamente a la pelota. Pareca que se lo pasaban genial y me record en cierto modo a mi infancia y a la relacin con mis hermanos. Yo, ser precavido, con experiencia en el sitio ya, aunque poco tiempo llevaba all, pens en el peligro que podan correr los chiquillos si se despistaban un segundo y el tren pasaba cerca de ellos. Al lado de la charca haba una especie de cafetera donde sus padres, despreocupados, tomaban caf entre risas. Intent avisar a los chiquillos del peligro que podan correr, pero, a pesar de mi buena intencin de ayudarles, sus padres, no lo entendieron as. Se percataron de mi llegada y, por todos los medios evitaron que me acercase. Me miraban mal y maldecan de sucio y maleante, cosa que me hizo sentir tan mal, que decid volver al lugar donde dorma y dejar de lado todo aquello, aunque me iba preocupado. Di media vuelta y segu mi camino. Escuch cmo el tren de la tarde paraba para que los pasajeros subiesen a l. Una vez en mi lugar de partida, decid buscar la planta de tomates y coger uno. Lo llev a mi cama y me lo com hasta que el cansancio de nuevo, pudo conmigo y me qued dormido.Al da siguiente, de nuevo, el ruido seguido de la fuerte vibracin del tren me despert. Era temprano y me hubiese gustado seguir durmiendo pero decid romper con mi cansancio y volver a la expedicin por donde ayer la haba dejado: en la charca. Me prepar y nuevamente siguiendo el ferrocarril como cada da, anduve y anduve hasta aquella charca, que cada vez se quedaba ms seca porque el calor iba llegando. Una vez all, volv a escuchar risas y murmullos, as que pens que seran los chiquillos del da anterior, y dud en seguir mi expedicin por ese camino o tomar otro, escarmentado de la mala experiencia que tuve con los padres de los nios. Me arriesgu y segu mi camino por donde un da antes lo haba dejado. Qu alivi sent al ver que efectivamente, las risas provenan de los mismos chiquillos de ayer, pero esta vez, no estaban sus padres. Me recordaban tanto a mi infancia, que no pude evitar acercarme a ellos amablemente y sin que se asustaran. Me recibieron de manera muy amable y cercana y me invitaron a jugar con ellos a la pelota. Yo estaba encantado, me sorprendi mucho, cmo la inocencia de los chiquillos se antepone al egosmo de sus padres. La vida me estaba enseando muchas cosas: a confiar un poco ms en quien deba y a no tener en cuenta las malas experiencias porque se contrarrestan con las buenas.Los chiquillos tenan que irse pero me invitaron a volver por la tarde para jugar con ellos, porque se lo haban pasado muy bien Qu felicidad sent! Esto era lo ms cerca de la amistad que haba estado nunca. Con todos los cambios que se estaban produciendo en mi vida ltimamente, por un momento olvid la meta por la que estaba aqu ahora: encontrar a mis hermanos. Pero es que estaba tan feliz, que esta sensacin me daba fuerzas sin yo saberlo y me acercaba cada vez ms a mi esperada recompensa. Echaba tanto de menos tener amigos Como yo, ser obediente, nuevamente volv a la charca por la tarde. Para mi sorpresa, los chiquillos no estaban. Pens que volveran y esper un largo rato sentado en el filo de la va. Estaba empezando a pensar que me haban engaado como tantas veces antes. Sin esperarlo, llegaron las risa y me contagiaron su alegra. Al verme all sentado, se acercaron y traan la merienda, la cual compartieron conmigo sin recelo alguno. Por fin me senta miembro de algo. Una vez acabada la merienda, volvimos impacientes a jugar a la pelota y, como uno de ellos, yo segua su ritmo perfectamente. Se aproximaba la llegada del tren de la tarde y con ella, mi temor a que pudiese pasarle algo a mis nuevos compaeros. Decid coger la pelota sin soltarla para que as el tren pasara y pudiramos continuar tranquilos el juego. Uno de ellos, era ms fuerte que yo y consigui quitrmela pese a mi esfuerzo por mantenerla conmigo para evitar el peligro. La lanz muy lejos y desgraciadamente alcanz la va. Me puse muy nervioso al ver que, el ms mayor de todos, se acercaba a la va a recuperar la pelota, ya que los pequeos no fueron capaces de saltar el muro que la separaba de nosotros. Era el momento exacto en el que el tren deba pasar frente a la charca. Los padres de los chiquillos, como cada tarde volvieron a la cafetera para merendar. La madre de uno de ellos al ver que el chiquillo estaba ms y ms cerca de la va, no paraba de gritar. El nio corra y yo no poda avisarle de ninguna manera.Qu impotencia! De repente me vinieron a la mente las palabras de mi hermano pequeo la ltima vez que le vi: Eres valiente, puedes con todo, no seas como pap y huylas de tus responsabilidades pens. Me arm de valor, que tena mucho, y corr tras l. El tren se acercaba ms y ms al tramo donde estaba el chiquillo y sin pensar en nada, me lanc contra l, dndole un fuerte empujn y pidiendo que estuviese a salvo. Me despert de un profundo sueo. Al abrir los ojos pude observar que estaba en un lugar muy extrao. Una habitacin con paredes blancas y yo estaba tumbado en una camilla de metal brillante rodeado de mantas.Mam, pap! Se ha despertado, venid corriendo.

Mi incertidumbre aumentaba por momentos. El chico que gritaba era el mismo que empuj en la va y no recuerdo nada ms a partir de ah, qu extraoGracias a Dios, sigue vivo! dijo la madre del muchacho.

Comenc a tener de nuevo muchsimo sueo, y de fondo escuchaba al chiquillo hablar con sus padres: Me ha salvado la vida, es un superhroe, nunca he conocido tanta valenta junta. Me haba llamado superhroe, eso significaba que estaba orgulloso de m. Escuchaba sus palabras cada vez ms lejos, formando un eco; no comprenda porqu pero poco a poco dej de escucharle cayendo sumido en un profundo sueo. Por fin volv a ser yo, estaba desconcertado, volva a estar despierto en el mismo lugar y el chico a mi lado. Hablaba con sus padres de algo que pareca ser importante y me qued escuchando con los ojos cerrados. Pap se puede quedar a vivir con nosotros? Por favor.

No cario, comprndelo, debemos llevarle al refugio cuando se recupere, ah ser muy feliz.

Cmo? Estaban hablando sobre m? Haban mencionado la palabra refugio? De qu me debo recuperar? Me siento muy bien fsicamente, no comprendo nada. Mir hacia abajo y me di cuenta de que no poda apenas moverme. Tena las dos piernas envueltas en una especie de manta blanca. Qu me estaba pasando? Ca en la cuenta de que el tren me alcanz a m al intentar poner a salvo al nio.Un seor con bata blanca se me acerc y me subi a un coche muy grande. Iba en un asiento junto al chiquillo que en ningn momento se separ de mi lado. Tras un viaje interminable, el coche par y el chico me ayud a bajar de l. Llegamos a un lugar muy bonito, nunca haba visto nada igual. Se trataba de una especie de albergue enorme rodeado de verdes rboles y paisajes preciosos. No haba ni rastro de la ciudad en este lugar, por una parte pens que si me dejaran aqu, estara alejado de los prejuicios de las calles sucias y oscuras, de los peligros y de la gente cruel que en ellas habitaban; pero por otra parte, no saba qu iban a hacer conmigo en este bonito, pero misterioso lugar.Pasamos a un patio enorme; la cara del seor que estaba en el albergue me sonaba demasiado, quizs alguna vez me top con l en algn lugar. Abri las puertas del patio y no poda ser Era real lo que estaba sucediendo? Me haba parecido or unos ladridos que me resultaban familiares Y tan familiares! Mis dos hermanos salieron corriendo del patio a saludarnos y los padres del chiquillo quedaron anonadados al ver el gran parecido que tena yo, con esos dos chuchos que se acercaban a m. No se lo crean, yo tampoco, estaban tan grandes y cambiados Me quede quieto delante de ellos, tampoco mis piernas me permitan moverme Ahora empieza nuestra historia, vamos a ser un todo les quise decir con una mirada.Por fin, la vida me haba regalado lo que siempre quise, una familia, mi familia. Haba cumplido la promesa que hice a mis hermanos y todo gracias al chiquillo que me encontr y que dio mucho por m. Ahora agradezco a toda esa gente que me ha cuidado y que gracias a ellos estoy aqu, y al mismo tiempo me ro de toda aquella persona que me ha maltratado, despreciado y tomado como un bicho raro. No soy ningn bicho raro, soy un perro que luch por lo que quiso, y lo consigui, cosa que muchos de los humanos no son capaces. He aprendido a ser ms humano que muchos de ellos y, he aprendido que las cosas que merecen la pena son, de todo menos fciles y ms para m. Pobre desgraciado el que ha dudado de mis sentimientos, le deseo lo mejor.